viernes, 28 de febrero de 2020

No hay vacuna contra la histeria financiera .


El coronavirus y la sociedad de la mentira global

Pedro Luis Angosto 


Fuentes: Nueva Tribuna


Durante el año pasado se registraron en España 277.000 casos de cáncer. La mitad de los enfermos morirán en un plazo inferior a cinco años, sufriendo durante el resto de su vida un calvario indecible de idas y venidas al hospital, de quimio y radioterapia, de dolor y sufrimiento y de miedo indescriptible. En una sociedad avanzada y civilizada, las investigaciones para curar o paliar el cáncer, las enfermedades cardíacas y las degenerativas deberían ocupar un lugar preeminente, dedicándoles todos los medios económicos posibles. Del mismo modo, en un mundo civilizado y justo, la Organización Mundial de la Salud, en vez de callar, debería denunciar los precios altísimos de los tratamientos para esas enfermedades que están arruinando a los sistemas estatales de salud, declarar la libertad de todos los países copiar cualquier medicamento que sirva para mejorar la vida de los enfermos y condenar el reparto mafioso y monopolístico de los nuevos tratamientos por parte de los grandes laboratorios. No lo hace, mira para otro lado, y la curación de esas enfermedades que tanto dolor causan a tantísima gente se pospone hasta que la mafia quiera. 
El año pasado murieron en España por accidente laboral casi setecientas personas, resultando heridos de gravedad o enfermos debido al trabajo varios miles de personas. Las causas están claras, precariedad laboral, jornadas interminables, destajo, escasas medidas de seguridad y explotación. Ningún organismo estatal ni mundial alerta sobre el deterioro de las condiciones de trabajo ni esas víctimas, que podrían haberse evitado con muy poca inversión, abren los telediarios ni ocupan más de su tiempo.
No creo que nada de lo que pasa en el mundo sea por casualidad, ni que los informativos ignoren inocentemente el número de muertos por guerras absurdas que cada año asolan al mundo de los pobres
En 2019, seis mil españoles murieron de gripe, una enfermedad tan común como el sarampión que  mata todos los años a miles de personas en África sin que la OMS exija a los Estados miembros que aporten las vacunas necesarias -que valen cuatro perras- para evitar ese genocidio silencioso. Al fin y al cabo, la mayoría son negros.
En 2018, más de cuarenta mil personas murieron en España por la contaminación ambiental, siendo directamente atribuibles a esa misma causa el fallecimiento de ochocientas mil personas en la Unión Europea y casi nueve millones en el mundo, aparte de los millones y millones que padecen enfermedades crónicas que disminuyen drásticamente su calidad de vida.
En 2017 más de seis millones de niños murieron de puta hambre en el mundo mientras en los países occidentales se tiran a la basura toneladas y toneladas de alimentos. Ese mismo año, más de dos mil millones de personas trabajaron jornadas superiores a 15 horas por menos de 10 euros al día. Ningún informativo, ningún periódico, ninguna radio lleva días y días insistiendo machaconamente en esa tragedia que martiriza a diario a media humanidad y amenaza con llevarnos a todos a condiciones de vida insufribles.
La suspensión del Congreso Internacional de Móviles de Barcelona -Congreso que probablemente no se vuelva a celebrar tal como lo hemos conocido en años sucesivos- no se debió al coronavirus, sino a la exhibición que las grandes tecnológicas chinas iban a hacer sobre sus avances en el 5G
Hace unas semanas surgió en una región de China un virus que causa neumonía y tiene una indicencia mortal menor al uno por ciento. Los medios de comunicación de todo el mundo, acompañados con las redes sociales de la mentira global, decidieron que ese era el problema más terrible que había azotado al mundo desde los tiempos de la peste bubónica del siglo XIV que diezmó la población de Europa en casi un tercio. No hay telediario, portada de periódico por serio que sea o red social en la que el coronavirus no ocupe un lugar preferente y reiterativo hasta la saciedad, como si no tuviésemos bastante con las enfermedades ya conocidas que matan de verdad a muchísima gente después de largos periodos de sufrimiento y tortura vital. No sé como surgió ese nuevo virus, tampoco si es nuevo, carezco de conocimientos científicos para ello, lo único que sé es lo que cuentan los especialistas, y es que apenas mata ni deja secuelas importantes. Pese a ello, a que lo saben, los informativos siguen creando alarma a nivel mundial. ¿Por qué?
No creo que nada de lo que pasa en el mundo sea por casualidad, ni que los informativos ignoren inocentemente el número de muertos por guerras absurdas que cada año asolan al mundo de los pobres. Vivimos un tiempo de relevos, la potencia hegemónica –Estados Unidos– tiene por primera vez desde el final de la Guerra Fría un serio competidor que se llama China. Ese competidor fue alimentado desde los años ochenta por las potencias occidentales debido a su enorme población, a su pobreza y a los salarios bajísimos de sus trabajadores. Han pasado cuarenta años y lo que entonces pareció una decisión magnífica para acabar con los Estados del Bienestar, abaratar costes e incrementar riquezas de modo exponencial, ha tomado otro cariz y ahora esa potencia pobre produce casi el 18% de todo lo que se fabrica en el mundo y está en disposición de dar el gran salto que la coloque en como primera potencia mundial, algo que será inevitable haga lo que haga Trump y sus amigos porque tienen el capital, la tecnología y la mano de obra necesaria. La suspensión del Congreso Internacional de Móviles de Barcelona -Congreso que probablemente no se vuelva a celebrar tal como lo hemos conocido en años sucesivos- no se debió al coronavirus, sino a la exhibición que las grandes tecnológicas chinas iban a hacer sobre sus avances en el 5G. Se trataba de impedir de cualquier manera que los chinos pudiesen demostrar que hay campos en los que ya están por delante de Estados Unidos y, por supuesto, de Europa. No hay otra explicación ni otra razón. Con la cancelación del congreso de Barcelona y la información apocalíptica sobre las consecuencias de la expansión del coronavirus se daba un paso más en la nueva guerra fría que se ha inventado Donald Trump, dejando claro a China que todo vale en la guerra y que su ascenso al primer puesto les va -nos va- a costar sangre, sudor y lágrimas.
El coronavirus es una enfermedad que no arroja datos alarmantes, primero porque no se expande al ritmo de las grandes epidemias que ha sufrido el mundo, segundo porque tampoco los porcentajes de mortandad son equiparables a los de otras plagas como la “gripe española”. Sin embargo, y dentro de un lenguaje medieval, se está intentando crear pánico a escala global y por eso cada día nos cuentan el nuevo caso que se ha descubierto en Italia, Croacia, Malasia o Torrelodones, uno por uno, haya dado muestras de quebranto o no. Se trata de alimentar el bicho del miedo a escala global con fines estrictamente políticos y económicos, y nunca antes como hoy, en la sociedad de la desinformación, han existido tantos medios para imponer las mentiras como verdades absolutas al servicio de intereses bastardos. El coronavirus no es el fin del mundo ni nada que se le parezca, es una enfermedad normal, como tantas y con poca mortandad, pero la manipulación mediática interesada puede llevarnos a una crisis de consecuencias devastadoras.
  y ver  

La epidemia del miedo al coronavirus

Ver las imágenes de origen
 El Jinete sin cabeza persiguiendo a Ichabod Crane
de John Quidor (1858). Smithsonian American Art Museum.

La epidemia del miedo se extiende por ‎el mundo‎
  
Manlio Dinucci

Red Voltaire.
La exageración sobre la peligrosidad del coronavirus en relación con otras ‎enfermedades así como la preparación de la respuesta de los principales actores, ‎2 meses ante de la aparición de la epidemia, resultan especialmente sorprendentes. Por ‎el momento, parece apresurado tratar de sacar conclusiones. ‎

  
Partiendo del principio que no hay que subestimar el coronavirus y que se deben seguir las ‎‎10 reglas de prevención divulgadas por el ministerio de Salud [italiano], habría que adoptar ‎además una 11ª regla fundamental: impedir también la propagación del virus del miedo. ‎

Sin embargo, los medios de prensa, principalmente la televisión, comenzando por la Rai [1], que está dedicando sus espacios informativos casi enteramente al coronavirus, ‎se dedican precisamente a propagar el miedo, un virus que penetra así en todos los hogares, ‎a través de los canales de televisión. ‎

Pero esas mismas televisoras que siembran la alarma sobre el coronavirus callan el hecho que la ‎gripe invernal, ha resultado mucho más letal que el coronavirus, dejando en Italia, sólo durante la ‎‎6ª semana de este año 2020 –según el Instituto Superior de Salud–, un promedio diario de ‎‎217 muertes, provocadas por complicaciones pulmonares y cardiovasculares derivadas de ‎esa simple gripe. Tampoco dicen que –según la Organización Mundial de la Salud (OMS)– en Italia ‎mueren cada año más de 700 enfermos de SIDA, lo cual representa un promedio de ‎‎2 fallecimientos diarios, de un total mundial de 770 000 muertos por el SIDA. ‎

Al referirse a la campaña alarmista sobre el coronavirus, la directora de macrobiología clínica, ‎virología y diagnóstico de biourgencias del laboratorio del hospital Sacco, de Milán, Maria Rita ‎Gismondo, declara:‎ ‎

«Es una locura. Han convertido una infección a penas más seria que una gripe en una ‎pandemia letal. ¡Miren la cifras! No es una pandemia.»


Pero la voz de esta científica no llega hasta el gran público, mientras que cada día, desde la Rai –‎servicio supuestamente público– hasta los canales de Mediaset y todos los demás, se les inculca ‎a los italianos el miedo al «virus mortal que, desde China, se extiende por el mundo». ‎

El hecho es que esa campaña va en el mismo sentido que lo que declaró el secretario del ‎Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, en una entrevista transmitida por Fox Business: ‎ ‎

«Pienso que el coronavirus ayudará al regreso de los empleos de China a Estados Unidos. ‎En China hubo, primero el SARS, después la peste porcina y ahora el coronavirus.»‎

Por consiguiente, comenta el New York Times, «lo que China pierde podría ser una ganancia ‎para América» [léase “para Estados Unidos”]. Dicho de otra manera, el coronavirus podría tener un ‎impacto destructor sobre la economía china y, en una reacción en cadena, sobre las economías ‎del resto de Asia, de Europa y de Rusia, ya afectadas por la caída de los flujos comerciales y ‎turísticos, en beneficio de Estados Unidos, económicamente indemne. ‎

Global Research, el centro de investigación sobre la globalización, dirigido por el profesor Michel ‎Chossudovsky, está publicando una serie de artículos de expertos internacionales sobre el origen ‎del coronavirus. Esos expertos estiman que «no se puede excluir la posibilidad de que este virus ‎haya sido creado en un laboratorio», hipótesis que no puede ser simplemente clasificada como ‎‎«complotista» para desacreditarla. ¿Por qué? Porque Estados Unidos, Rusia, China y las demás ‎grandes potencias tienen laboratorios donde se realizan investigaciones sobre virus que, al ser ‎modificados, pueden ser utilizados como agentes de guerra biológica, dirigiéndolos incluso contra ‎ciertos sectores de la población. Estamos hablando de una actividad rodeada del mayor secreto, ‎a menudo bajo la cobertura de investigación científica de tipo civil. ‎

Pero algunos hechos salen a la luz, como la existencia en Wuhan de un biolaboratorio donde ‎científicos chinos realizan, en colaboración con Francia, investigaciones sobre virus letales, ‎entre ellos algunos enviados por el Laboratorio de Microbiología de Canadá. En julio de 2015, el ‎instituto gubernamental británico Pirbright patentó en Estados Unidos un «coronavirus ‎atenuado». En octubre de 2019, el Johns Hopkins Center for Health Security realizó en ‎Nueva York un simulacro de pandemia por coronavirus utilizando un guión que, de convertirse ‎en realidad, provocaría 65 millones de muertos [2].‎
 Pero lo que no se simula es la propagación del virus del miedo, que se extiende, con efectos ‎socioeconómicos devastadores. ‎
Manlio Dinucci
Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange ‎Patrizio.



[1] La Rai ‎‎(Radiotelevisione Italiana) es el ente público de radiodifusión de Italia. Nota de la ‎‎Red Voltaire.




  Y ver ...
  

jueves, 27 de febrero de 2020

El capitalismo español .


Imagen de cubierta: A DONDE VA EL CAPITALISMO

De dónde vienen las élites que lideran el capitalismo español



Fuentes: La Marea

La cercanía entre los propietarios del capital y los dirigentes políticos ha sido decisiva para que, en los últimos veinte años, una treintena de empresas españolas hayan podido convertirse en multinacionales que juegan en la primera división de las grandes corporaciones a nivel global. Y también fue clave para su desarrollo y evolución desde la primera mitad del siglo pasado hasta la entrada de España en la globalización. Para eso resultó fundamental tanto el apoyo del régimen franquista como la colaboración de los sucesivos gobiernos elegidos después de la Transición. Gracias a la conformación de esa gran alianza político-empresarial, sectores estratégicos como las finanzas, la energía, las telecomunicaciones, la construcción o el turismo pasaron a ser controlados por un reducido grupo de empresas. Estas expandirían luego sus negocios a otras latitudes aprovechando las posibilidades que les brindaba la belle époque del neoliberalismo.

Oligarquías nacionales

Según la versión oficial, el empresario gallego Pedro Barrié de la Maza fundó Fuerzas Eléctricas del Noroeste (Fenosa) en 1943. La realidad, sin embargo, es que esta empresa fue el resultado de una fusión entre otras dos compañías: Fábrica de Gas y Electricidad, que ya era de su propiedad, y Electra Popular Coruñesa, que había sido fundada once años antes por el diputado republicano José Miñones. Este último fue detenido por los militares sublevados en julio de 1936. Tras ser condenado a muerte, fue fusilado a finales de ese mismo año. Todos sus bienes fueron confiscados, entre ellos, la empresa que producía y distribuía electricidad a la provincia de La Coruña, que le fue entregada a Barrié de la Maza. El millonario había sido otro de los grandes donantes del golpe militar. Barrié era también propietario del Banco Pastor y llegaría a dirigir un buen número de compañías industriales, hasta el punto de convertirse en el empresario más importante de la época en Galicia. A mediados de los años cincuenta, entre otras muchas condecoraciones recibidas, fue nombrado Conde de Fenosa.
José María de Oriol y Urquijo asumió la presidencia de Hidroeléctrica Española (Hidrola) en 1941. Heredó el testigo de su abuelo y de su padre, que habían fundado esta compañía en la primera década del siglo XX. Jefe provincial de Falange en la Guerra Civil —su familia contribuyó a financiar el bando nacional— y alcalde de Bilbao desde 1939 hasta que entró a dirigir la eléctrica, además de procurador en las Cortes franquistas durante seis legislaturas, el Marqués de Casa Oriol llegó a ser directivo y consejero de más de una veintena de empresas y bancos. Hasta su muerte, en 1985, fue presidente de Hidrola. Unos años después, esta empresa se fusionaría con Iberduero para dar lugar a Iberdrola, que entre 1992 y 2005 sería dirigida por uno de sus hijos, Íñigo de Oriol. Actualmente, aunque ya no tiene la presidencia, la familia Oriol continúa siendo accionista de la multinacional, además de controlar otras compañías como Talgo y poseer numerosos terrenos, inmuebles y fondos de inversión.
Las dinastías empresariales que protagonizan el capitalismo español desde la posguerra hasta nuestros días hunden sus raíces en una estrecha alianza con el régimen de FrancoMuchas de las compañías que se hicieron fuertes con el desarrollismo siguen manteniendo en la dirección a los herederos de sus fundadores. No hay más que recordar apellidos como Entrecanales (Acciona), Benjumea (Abengoa), Del Pino (Ferrovial), Koplowitz (FCC) o Riu y Barceló, propietarios de las empresas que llevan su nombre. Aunque un buen número de las grandes empresas españolas se fundaron antes de 1936, entre las élites económicas del país apenas se encuentran hoy descendientes de los empresarios que pilotaron estas mismas compañías con anterioridad al alzamiento franquista. Una de las contadas excepciones es la familia Botín, que actualmente sigue presidiendo el Banco Santander. Ana Botín es la cuarta generación de los banqueros que han gobernado la entidad desde hace un siglo. Pero el caso de los Botín, también conocidos por las cuentas secretas en Suiza a las que llevaron su dinero al comienzo de la Guerra Civil y por los 200 millones de euros que en 2010 pagaron a la Agencia Tributaria para regularizar su situación, es poco frecuente. Lo más granado del capitalismo familiar español proviene de los triunfadores de la guerra.
En los años cuarenta y cincuenta, los proyectos industriales y la construcción de grandes infraestructuras fueron la vía más directa para favorecer a los dueños de las compañías más allegadas a la dictadura. Además de contar con importantes partidas del presupuesto público para desarrollar las obras, en muchas ocasiones pudieron disponer de mano de obra esclava —los presos republicanos— para construir pantanos, carreteras y líneas férreas. Así es como la familia Entrecanales lideró la construcción de un canal para evacuar los vertidos de los barrios ricos de Sevilla. De esa misma forma, empresas como Dragados (hoy integrada en ACS) y Coviles (OHL) abarataron los costes de la construcción de sendos embalses en Huesca y Murcia. Sin los trabajos forzados de los presos republicanos tampoco se hubiera podido levantar el Valle de los Caídos, la obra emblemática del franquismo, construida por Huarte (OHL) y Agromán (Ferrovial). «El Valle era un gran negocio, los patronos tenían obreros a precio de saldo y disciplinados», recuerda Nicolás Sánchez-Albornoz, quien fue condenado a trabajar en la obra a finales de la década de 1940.
Añadido a unas condiciones laborales muy ventajosas, las grandes empresas contaron con el apoyo del Estado a todos los niveles. Obviamente, con su correspondiente corolario: de los 83 ministros y exministros nombrados por Franco que todavía vivían en 1974, 64 habían participado en consejos de administración de empresas públicas o privadas durante los quince últimos años de la dictadura. La alianza entre el poder político y el poder empresarial se interconectó, en buena medida, con la nobleza del país; bien porque directamente se emparentaron vía matrimonios, bien porque a muchos empresarios les fueron concedidos títulos nobiliarios. La aristocracia española, terrateniente y latifundista, siempre mantuvo una relación excelente con los empresarios que se hicieron de oro con el desarrollismo franquista.
En 1962, las 100 grandes familias financieras de España controlaban 48 bancos, que suponían el 84,8% del capital desembolsado en el país. A principios de los años setenta, 16 de los 20 primeros bancos españoles estaban vinculados entre sí mediante relaciones de parentesco entre sus principales dirigentes. A la muerte de Franco, dos centenares de familias de la aristocracia financiero-empresarial controlaban más de una tercera parte de las acciones de las grandes empresas y bancos españoles. En línea con el estudio sobre el poder de la banca que llevó a cabo Juan Muñoz en los años setenta, se puede concluir que “si las relaciones establecidas entre los bancos a través de consejeros comunes implica un primer carácter monopolista que acentúa la desigual dimensión de las entidades, las vinculaciones familiares refuerzan esa nota añadiéndole otra segunda: el carácter oligárquico”.

Una nueva clase político-empresarial

Con las privatizaciones, los empresarios amigos del gobierno de turno —primero los del PSOE, más tarde los del PP— fueron situados en los consejos de administración y las direcciones de lo que luego serían las mayores multinacionales españolas. En 1992, cuando se creó el IBEX35, entre todas las empresas que componían el recién nacido índice bursátil había 43 consejeros que venían de ser altos cargos en los gobiernos del PSOE, 35 que provenían de las máximas instancias del franquismo y nueve del gobierno de la restauración monárquica.
Poco a poco se estaba conformando una renovada clase político-empresarial, complementaria y bien relacionada con los clanes históricos del capitalismo familiar, que sería llamada a dirigir el proceso de internacionalización a finales del siglo XX y principios del XXI. En permanente y constante sintonía con todos esos ‘políticos giratorios’ que, bien desde los sillones en las instituciones públicas, bien desde sus asientos en los consejos de las grandes compañías, se fueron sumando a recoger los beneficios que este modelo proporcionaba a quienes lograban colocarse en lo más alto de las estructuras del poder político-económico.
Uno de ellos fue Juan Miguel Villar Mir. Antiguo alumno del colegio Nuestra Señora del Pilar, ocupó diversos cargos en la dictadura hasta llegar a ser ministro de Hacienda en el gobierno de Arias Navarro. Recién estrenada la democracia, dejó a un lado su carrera política para pasarse al mundo empresarial. En 1987, tras la adquisición de la Inmobiliaria Espacio y de la Sociedad General de Obras y Construcciones Obrascón —adquirida a Altos Hornos de Vizcaya por una peseta—, puso en marcha el Grupo Villar Mir. Este fue precisamente el éxito de su estrategia de negocio: comprar a bajo precio empresas con estados financieros delicados para luego reflotarlas, contando siempre con la imprescindible ayuda del Estado. Es el caso de Fertiberia: Villar Mir compró esta empresa de fertilizantes en 1995 con un crédito público al 0% de interés y sin plazo de vencimiento. Aprovechando que entre 1989 y 1999 el número de grandes constructoras se redujo de 28 a 11, Obrascón se hizo con Huarte —que estaba en suspensión de pagos— y Laín para conformar el consorcio OHL. “Aquella peseta de 1987 vale hoy en bolsa más de 2.500 millones de euros”, afirmó el empresario años después en su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Villar Mir, como buen símbolo del capitalismo familiar español, acomodó a sus hijos en la dirección de las compañías de su grupo a fin de garantizarse la continuidad dinástica. De la misma forma que otros empresarios se valieron de su cercanía a Franco para conseguir títulos nobiliarios, el presidente de OHL aprovechó su amistad con Juan Carlos de Borbón para obtener importantes contratos en Oriente Medio, al tiempo que era nombrado marqués de Villar Mir. En los últimos años, sin embargo, tanto este empresario como parte de su familia han sido imputados en diferentes casos de corrupción. Su yerno y consejero delegado del grupo, Javier López Madrid, fue condenado por el caso de las tarjetas black de Bankia y actualmente está siendo investigado por aparecer en “los papeles de Bárcenas” como uno de los empresarios que financiaban ilegalmente al PP. También se le investiga por el pago que hizo desde OHL México al entorno del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, a cambio de concesiones de obras públicas.
“Yo soy pura y simplemente un empresario”. De esta forma se autodefinía Jesús de Polanco, otro de los grandes triunfadores del periodo de “modernización” de la economía española. Polanco empezó su carrera empresarial en el franquismo con la editorial Santillana. Sus negocios en España crecieron rápidamente a principios de los años setenta, gracias a sus buenas relaciones con el régimen. Luego vino la creación de Promotora de Informaciones, S.A. (PRISA) y el diario El País, cuyo primer número se publicó medio año después de la muerte de Franco. Nombrado presidente del grupo en 1983, Polanco logró situar sus medios como la principal referencia de la Cultura de la Transición.
 En eso tuvo mucho que ver su cercanía al gobierno del PSOE, que le concedió múltiples ventajas para el crecimiento de sus negocios de comunicación. Bajo su mando, PRISA se expandió internacionalmente hasta llegar a ser “un grupo iberoamericano de empresas, antes que español”, tal y como aseguró Juan Luis Cebrián ante su junta de accionistas en 2014. Tras el crash global, dirigido por Cebrián tras el fallecimiento de Polanco en 2007, el grupo se situó al borde de la quiebra por sus elevados niveles de endeudamiento. No tuvo más salida que cancelar su enorme deuda transformándola en capital social, dando entrada a los principales acreedores en el consejo de administración.
Otra historia de éxito empresarial es la de “los Albertos”. Los primos Alberto Alcocer y Alberto Cortina habían entrado a formar parte de la élite económica del país al casarse con las hermanas Esther y Alicia Koplowitz, herederas de Construcciones y Contratas. Después de contraer matrimonio, ambos entraron a formar parte del consejo de administración de la compañía y en 1987 consiguieron la presidencia. Desde la llegada de “los Albertos”, la empresa se fue expandiendo a otros sectores y entró en el accionariado de Portland Valderribas o Fomento de Obras y Construcciones, con la que finalmente se fusionaría para dar lugar a FCC. Con la entrada de España en el “proyecto europeo”, pusieron el foco en el sector bancario y lograron posicionarse como accionistas del Banco Central y el Banesto. Pero su buena racha cambió con su separación de las Koplowitz en 1990: tuvieron que salir de la constructora y se enfrentaron a una demanda por estafa y falsificación por el negocio de esos terrenos en Plaza de Castilla (Madrid) donde luego se edificarían las torres KIO. Aun así, se quedaron con parte de la propiedad de varias empresas y sus amistades políticas siguieron contando con ellos. De hecho, al llegar al gobierno, Aznar nombró a Alberto Cortina presidente de Repsol, justo cuando estaba a punto de completarse su proceso de privatización. Era el año 1996, comenzaba el proceso de expansión internacional de las grandes empresas españolas.
Muchos empresarios afines al gobierno fueron situados en los consejos de administración y las direcciones de las que pronto se convertirían en las mayores multinacionales del país. Esa renovada clase político-empresarial, complementaria y bien relacionada con los clanes históricos del capitalismo familiar, dirigiría el proceso de internacionalización de las grandes empresas españolas. Martín Villa, que había sido ministro primero con Franco y luego con la UCD, fue presidente de Endesa entre 1997 y 2002. Francisco González, nombrado presidente de Argentaria en 1996, pilotó su fusión con los Bancos de Bilbao y Vizcaya y fue el máximo mandatario del BBVA hasta finales de 2018. César Alierta, que en el año 2000 pasó de la presidencia de Tabacalera a la de Telefónica tras la caída en desgracia de Villalonga, dirigió esta compañía hasta que se jubiló en 2016.
Pedro Ramiro y Erika González, investigadores del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL), son autores del libro ‘A dónde va el capitalismo español(1)(Traficantes de Sueños, 2019), de cuyo texto se han extraído algunos fragmentos para componer este artículo


  Nota del blog (1)  ver entrevista..


martes, 25 de febrero de 2020

Italo Calvino: En el laberinto de lo extraordinario .

 Italo Calvino: su vida y cambios de ruta en su escritura ( I )

Por Iñaki Urdanibia
Kaosenlared
Notas biográficas
« Precisiones biográficas: formo parte de los que creen todavía – como Croce- que para un autor, cuentan solamente sus obras ( cuando ellas cuentan, naturalmente). De modo que precisiones biográficas no ofrezco y si las ofrezco son falsas, o más todavía trato de modificarlas de una vez a la siguiente. Pregúnteme pues lo que desee saber, yo le responderé. Pero jamás le diré la verdad»
  Carta de 9 de junio de 1964 a Germana Pescio Bottino
Nace, por cosas del azar, en Santiago de Las Vegas, La Habana, en 1923, de padres italianos. Su madre, Giuliana Luigia Evelina Mameli, naturalista y profesora de micología y botánica en la Università de Cagliari, y autora de varios estudios sobre flora y protección de las aves y de la naturaleza en revistas especializadas, en especial en Il Giardino Fiorito, publicación que dirigió entre 1931 y 1947 con su marido, y padre del escritor, Mario Calvino, agrónomo y botánico que estudió la flora y conoció en directo la naturaleza tropical en México, Brasil o la isla de Cuba en la que trabajó como científico durante años; más tarde la familia vuelve a Italia y se instala en Liguria, en San Remo; allí su padre ocupará la dirección de un establecimiento experimental de floricultura, Orazio Raimondi, hasta su fallecimiento en 1951 , sustituyéndole su madre en dicho puesto hasta 1959. ( el mismo escritor subrayará la huella dejada por sus padres: « he pasado la infancia y la juventud en medio de la naturaleza. Mi padre era agrónomo y su trabajo consistía en hacer experimentos agrícolas. Mi madre era una botánica y genetista. Vivimos en San Remo, en una villa llena de plantas exóticas…»; pueden verse en especial las referencias a tal aspecto en su texto , casi, testamentario: Palomar además de en diferentes textos y entrevistas) *[ a los temas señalados con asterisco les dedicó mayores precisiones abajo].
En 1941, Italo se inscribe en Agronomía en la facultad de Turín. Desde el 8 de setiembre de 1943, fue llamado a filas, mas, no acudiendo a la llamada del ejército fascista se une a la segunda división de la Brigate d´assalto Garibaldi, combatiendo en la Resistencia en la zona de los Alpes marítimos; sus padres mientras tanto quedaban como rehenes de los alemanes. En otoño de 1945 va a vivir en Turín en donde se matricula en Letras, obteniendo la licencia en 1947 con una tesis sobre Josef Conrad. Milita en el PCI, partido que abandona en 1957 con motivo de la invasión soviética de Hungría y ante el silencio e inoperancia del partido ante las denuncias del informe de Kruschev al XX Congreso del PCUS ( asunto que narrará en su La gran bonanza de las Antillas); mientras pertenecía al partido colaboraba asiduamente en su publicación , L´Unità, escribiendo relatos, llegando a convertirse en redactor de las páginas culturales.
Al poco de finalizar la guerra entra en contacto con la editorial Einaudi y con sus más destacados colaboradores ( Cesare Pavese, Natalia Ginzburg y Elio Vittorini), publicando en tal editorial su primera novela, El sendero de nidos de araña y una recopilación de relatos: Por último, el cuervo; ambos libros responden al estilo neo-realista, en boga en las letras italianas de la época, y están ubicados en la lucha contra el fascismo de la resistencia partisana. A pesar de la etiqueta nombrada , en estas primeras incursiones pueden verse ya ciertos tonos fantásticos , cuestión que algunos críticos con mayor tendencia a los matices señalaron y con los que el propio autor mostraría su acuerdo. De 1950 hasta 1961 trabaja en la nombrada editorial, llegando a ocupar el puesto de director literario; en tal editorial publicó la mayoría de sus libros, no rompiendo los lazos con ella y convirtiéndose, de por vida, en selecto consejero y lector de los originales que le eran enviados para su publicación* . En los años cincuenta abre una nueva vía en su escritura, entre la fábula y lo fantástico, con su El vizconde demediado ( 1952), libro al que seguirán El barón rampante ( 1957) y El caballero inexistente ( 1959), agrupados, en 1959, bajo el rótulo de Nuestros antepasados. En el prólogo de esta obra , Calvino escribía: « …el único camino para estar con los otros de verdad era estar separado de los otros, imponer tercamente a sí y a los otros esa incómoda singularidad y soledad en todas las horas y en todos los momentos de su vida, como es la vocación del poeta, del explorador, del revolucionario» – y en una entrevista posterior, refiriéndose más en concreto al barón, Cósimo Piovasco de Rondó , completa- « fue después de escribirla cuando descubrí que el personaje se me parecía bastante…, porque el barón es un personaje que participa en la vida de todo el mundo, pero guarda una distancia, porque ocurre que los poetas pueden ser también revolucionarios; es una distancia necesaria que permite ver mejor las cosas, estar fuera y dentro de ellas al mismo tiempo». Estas fábulas de aires volterianos, mirando y tomando impulso en el siglo XVIII, van a coincidir con el inmenso trabajo, en el que se sumergió por los mismos años, de selección y re-escritura de las Fábulas italianas ( obra publicada por Siruela en dos volúmenes, 1990, bajo el título de Cuentos populares italianos , en cuya introducción se lee: « yo me sumergía en este mundo submarino sin estar armado con el arpón del especialista, desprovisto de las antiparras doctrinales, ni siquiera pertrechado con ese tanque de oxígeno que es el entusiasmo […] , al comenzar a trabajar…poco a poco me sentí presa como de un frenesí, de una voracidad, de una insaciabilidad de versiones y variantes, de una fiebre comparativa y clasificatoria[…] había sido capturado por la naturaleza tentacular, arácnea, de mi objeto de estudio […] . Durante dos años viví en medio de bosques y palacios encantados […]. Poco a poco me pareció que, de la mágica caja que había abierto, la extraviada lógica que gobierna el mundo de los cuentos de hadas se había desencadenado para imperar una vez más sobre la tierra»), que le supuso un impulso para explorar esas nuevas geografías, en las que hallaba una sedimentación de la lenta rumia de las conciencias campesinas, y saliendo con la convicción de que existía en tales cuentos una sustancia unitaria y « una infinita posibilidad de metamorfosis de todo lo que existe». Años más tarde, en 1983, le sería encargada la tarea de realizar una antología de relatos fantásticos del XIX ( obra editada en dos volúmenes, por Siruela en 1987: Cuentos fantásticos del siglo XIX ) en cuyo prefacio al autor de la recopilación afirma: « es en el terreno de la especulación filosófica entre finales del XVIII y principio del XIX cuando nace el relato fantástico: su tema es la relación entre la realidad del mundo que habitamos y la realidad del mundo del espíritu que habita en nosotros determinándonos. El problema de la “realidad” misma de lo que se ve: cosas extraordinarias que no son quizá sino proyecciones alucinadas de nuestro espíritu; cosas banales que disimulan quizá su apariencia más banal, una segunda naturaleza, más inquietante, más misteriosa, más terrorífica ese problema, pues, constituye la esencia de la literatura fantástica».
Como señalado ha quedado, habiendo interrumpido en 1956 sus relaciones con L´Unità, comienza su colaboración con otras publicaciones: periódicos y revistas. Viaja durante seis meses a Estados Unidos, y en 1963 publica una novela corta, La jornada de un escrutador, inspirada en su experiencia como candidato de relleno, en las listas electorales del partido comunista; puede considerarse el libro el último coletazo de la fase neo-realista de su obra. Tras un periodo en Roma, marcha a La Habana en donde, en 1964, contrae matrimonio con una argentina de origen ruso que se dedica a la traducción e interpretación, Esther Judith Singer, con quien al año siguiente tuvo una hija, Giovanna; se marcha a París en donde establece contacto con los ambientes de la revista Tel Quel y del Oulipo *, permaneciendo en la capital del Sena hasta 1980; sus viajes a Roma para cumplir con sus dedicaciones editoriales son constates.
Una nueva orientación asoma en su escritura, el de la ciencia-ficción: Cosmicómicas en 1965 ( obra que complementaría en 1984 con nuevas cosmicómicas ), y Tiempo cero en 1967; dedicando posteriormente tres obras en las que experimenta el análisis de la narración: El castillo de los destinos cruzados ( 1969 / 1973), Las ciudades invisibles ( 1972) y Si una noche de invierno un viajero en 1979. En 1983, publica Palomar, obra autobiográfica y que se puede considerar como casi testamentaria , en la que expone su visión del mundo, de la vida y de la literatura.
Falleció en Siena en 1985 a causa de una hemorragia cerebral; más tarde vieron la luz algunas obras póstumas: Bajo el sol jaguar ( 1986) que respondía al proyecto de hablar sobre los cinco sentidos, quedándose en tres ( vista, oído y olfato) y unas lecciones americanas traducidas por acá bajo el título de Seis propuestas para el próximo milenio ( 1989), que quedaron en cinco ( Levedad, Rapidez, Exactitud, Visibilidad y Multiplicidad / quedando fuera Consistencia).
* ) Con respecto a la influencia de sus padres en su vida y en su obra, en El camino de San Giovanni habla con claridad: « Para mi padre las palabras debían servir para confirmar las cosas, y para marcar la posesión […] El vocabulario de mi padre se dilataba en el catálogo interminable de los géneros, de las especies, de las variedades del reino vegetal – cada nombre era una diferencia aprehendida en la densidad compacta del bosque, con la fe de haber ampliado el dominio del hombre- y en la terminología técnica, en la que la exactitud de las palabras acompaña la exactitud de la operación, del gesto».
« Que la vida puede ser también un derroche, eso mi madre no lo admitía: es decir, la vida para ella debía ser en especial pasión. Es por lo que ella no salía nunca del jardín etiquetado planta por planta, de la casa tapizada de buganvillas, del despacho con el microscopio baja la campana de cristal y los herbarios. Sin incertidumbres, ordenada, transformaba las pasiones en deberes y vivía de eso».
* ) De sus labores como crítico y lector, da sobrado testimonio su correspondencia con diferentes autores primerizos y consagrados; no me resisto a detenerme en la relación concreta que mantuvo con Primo Levi.
Comenzaré diciendo que con ocasión de la publicación en octubre de 1947 de Si esto es un hombre, por la pequeña editorial De Silva, el libro es saludado, uno de los pocos que lo hace, por Italo Calvino quien en L´Unità del 6 de mayo de 1948 aclama su aparición: « Primo Levi nos ha entregado sobre los campos de exterminio un magnífico libro […], no es únicamente un testimonio extremamente eficaz. Hay páginas de una auténtica potencia narrativa que permanecerán en nuestra memoria entre las páginas más bellas de la literatura sobre la segunda guerra mundial […] Levi no se limita a dejar hablar a los hechos , los comenta sin forzar la voz, pero sin usar tampoco el tono frío del estudio. Estudia con una calma llena de tristeza lo que queda del humano que ha sido sometido y en el que nada queda de humano ». Es de destacar que las ventas del libro de Levi, la tirada había sido de 2500 ejemplares, flojean …la obra había sido rechazada por Einaudi ya que según decían «la gente no quería oír hablar de los campos», a lo que cabe añadir que la publicación había coincidido con la puesta en librería de Los senderos de los nidos de araña de Italo Calvino, que obtenía un gran éxito, a pesar de que el escritor no cedía a los esquemas al uso acerca del heroísmo positivo.
A partir de entonces, los dos escritores lejos de convertirse en adversarios entablaron una estrecha y duradera amistad, mostrando ambos que se pueden probar escrituras de tipo diferente sin que ello empañe los lazos amistosos. Calvino se convirtió en consejero de Levi en la tarea de escribir, no habiendo un solo libro que Primo Levi escribiese que no lo hiciese pasar primeramente por las manos de su amigo. En diferentes cartas pueden verse los consejos para que distinga entre las ficciones-biológicas y los textos que tratan de la experiencia concentracionaria, y los elogios que prodiga: « evolucionas en una dimensión de inteligente divagación por los márgenes de un panorama cultural-ético-científico que debería ser el de la Europa en la que vivimos. Tus novelas cortas me gustan sobre todo porque presuponen una civilización común que es sensiblemente diferente de lo que se presenta mayoritariamente en la literatura italiana[…] . En suma , hay una dirección en la cual te animo a que sigas trabajando» ( carta del 22 de noviembre de 1961).
Decidido a dedicarse de lleno a la escritura Italo Calvino es sustituido en la dirección de la editorial, mas acompaña al nuevo director, Davico Bonino, durante un año , tiempo en el que la editorial acepta publicar La tregua de Levi, que sería galardonada con el prestigioso Premio Campiello . Gracias al apoyo de Calvino, Primo Levi se encuentra de facto entre los grandes de la literatura contemporánea italiana, sin que las luminarias de tal panorama le invitasen a excepción, reitero, de Calvino.
Las visitas de Levi a la sede de la editorial siempre iban precedidas de una previa llamada a Calvino ( que vivía entre París, Roma y Turín); éste leía escrupulosamente el original presentado y no se privaba de hacerle indicaciones y sugerencias con el fin de mejorar el texto. Levi casi nunca discutía ya que decía: « yo no soy un escritor, tú lo eres y he de escucharte».
Las aportaciones son recíprocas ya que el oficio de químico de Levi hacen que su plan se imponga, ante alguna sugerencias de Calvino acerca del orden de los elementos, en la versión definitiva de El sistema periódico; concediendo al final Calvino de que el resultado era un libro realmente logrado, subrayando a la vez que el libro había sabido reunir química y literatura, suponiendo un puente entre dos culturas, objetivo que era el deseable para su concepción de la literatura. No oculta Calvino tampoco la ayuda que recibió por parte de Levi con ocasión de la traducción al italiano de la Pequeña cosmogonía portátil de Raymond Queneau , con las certeras respuestas a las preguntas que el desconocimiento le hacían plantear. Alude de pasada a la obra Primo Levi en La cosmogonía de Queneau: « sigue a la edición bilingüe del texto una pequeña guía a la “Pequeña cosmogonía”, escrita por Italo Calvino que fue amigo y discípulo del autor ( ¡ y cuántos dejes queneaunianos se encuentran en sus libros, de las Cosmogonías en adelante !) […] Calvino ha hecho un trabajo de filólogo, ha ido en busca de las fuentes, ha consultado los comentarios de Jean Rostand, el célebre biólogo y amigo de Queneau, ha interrogado a naturalistas y químicos…».Ver las imágenes de origen
En 1981, el libro de Levi, A la búsqueda de las raíces ve la luz con una elogiosa recensión de Calvino que había escrito el prefacio a la obra en el que destaca que en la obra se descubre un esquema ovoide, calificándolo de elipse o esferoide, mantenido por cuatro curvas designadas como sigue: « salvar el saber, la grandeza del hombre, [ denunciar] el sufrimiento injustificado del hombre, salvar el reír».
Ver las imágenes de origen

No le dolían prendas a Calvino para confesar las influencias recibidas, como lo deja expuesto en sus cartas: y así junto a Conrad, Lucrecio, Ovidio, Ariosto, Borges, Pavese, Queneau…muestra su deuda con el propio Primo Levi.
* ) Los años franceses marcaron , qué duda cabe, la escritura de Calvino y su modo de concebirla. Por una parte, estaban su contacto con las publicaciones del nouveau roman y de la nouvelle critique, la frecuentación de los círculos de la revista Tel Quel y del estructuralismo; en lo que hace a esto último ha de señalarse su asidua asistencia a los seminarios de Roland Barthes con quien establecería estrechos lazos de amistad que se dejan ver en los comentarios elogiosos mutuos ( hablaba este último de la escritura de su amigo como máquina encantadora ); también asistió a seminarios del lingüista Greimas, etc. No obstante, en donde la huella se antoja más honda es en la relación con Raymond Queneau, con su hermano Georges Perec, y con el Oulipo ( Ouvroir de Littérature Potentielle) [ en la foto puede verse a Calvino en primer lugar sentado a la izquierda, Queneau está sentado con un papel en la mano y Perec, con su imagen inconfundible, de pie conserva con otros miembros de la reunión]. Tal influencia puede observarse con absoluta claridad en las obras que respondían a la lógica oulipiana ( El castillo de los destinos cruzadosLas villas invisibles y Si una noche de invierno un viajero…), y a la huella de Queneau ( Cosmicómicas y Tiempo cero) del que estaba traduciendo varias obras, entre ellas La petite cosmogonie portative ; « yo soy cada vez más favorable a una literatura que tienda hacia la abstracción geométrica, hacia la composición de máquinas novelescas que funcionen de manera automática, anónimas en la medida en que sea posible. Todo lo que se pretende existencial, expresionista, “lleno de vida”, todo esto me resulta extraño», afirma en una carta del 10 de julio de 1965.

Ver las imágenes de origen

Con respecto a Queneau, se ha de tener en cuenta que Calvino lo leyó con detalle, lo tradujo, lo editó y lo comentó, prologando algunas obras suyas y refiriéndose a él con frecuencia; asomando sus referencias a la complicidad oulipiana con él y a su abierta inspiración para algunas de sus obras ( la fuerza inspiradora de la cosmogonía citada y Los ejercicios de estilo, en especial ) no se disimula; en el caso de la mirada al momento de la creación y la posterior evolución , y las dudas del personaje, Qfwfq, Calvino afirmaba que en aquel momento « entraba en una fase en la que los intersticios del vacío, de los silencios, las lagunas, los nudos que faltaban, las conexiones en el tejido del tiempo me parecían conservar un sentido y un valor. Espiaba a través de estas fisuras el gran reino del no-ser, y allí reconocía mi única y verdadera patria a la que sentía haber traicionado a causa del una ceguera temporal de mi conciencia». Amplió la mirada que sobre él ponía el acento en textos humorísticos y en su presencia germanoprantine , desvelando el engaño que reducía la obra de su amigo, subrayando el carácter enciclopédico desbordante, sus particulares estilo y retórica y el uso de la combinatoria sistematizada . Es destacada igualmente la capacidad de convertir en novela los materiales más insignificantes y variopintos, sin obviar la elaboración de listas ( aspecto en el que Perec completaba con creces la faena). El espíritu lúdico en la utilización queneaunianas de nombres se ve plasmada en los juegos de las estructuras calvinistas. La atracción era fuerte también en lo que hace a una exigencia de conocimiento totalizador que se completaba con un escepticismo radical; en lo referente a la marcha unida de la literatura y la ciencia es un punto común de inevitable referencia, sin obviar las tendencias a penetrar en los discursos filosóficos. Así, la voluntad de saber iba de la mano con el gai saber. Ahí están su combinatoria de Las ciudades invisibles, los distintos modos, diez, de iniciar una historia, mostrando las diferentes tendencias de la novela de su tiempo, en Si un día de invierno un viajero o las diferentes historias decididas e impulsadas en base a las cartas del tarot en Los castillos de los destinos cruzados….siempre en un juego de intertextualidad abundante.
Las simpatías hacia tal tendencia literaria quedaban bien explicitadas : « comparto con el Oulipo varias ideas y predilecciones: la importancia de las restricciones en la obra literaria, la meticulosa aplicación de reglas de juego muy estrictas, el recurso a procedimientos combinatorios, la creación de obras nuevas utilizando materiales preexistentes. El Oulipo no admite más que operaciones utilizadas con rigor, en la confianza de que el valor poético puede liberarse de estructuras extremamente restrictivas». En noviembre de 1972, Calvino participó por iniciativa de Queneau, como invitado de honor, por primera vez en el desayuno habitual, que celebraban los miembros del Oulipo, los miércoles en casa de François Le Lionnais; en febrero de 1973 ( miércoles y día de San Valentín), en medio de una unanimidad entusiasta se decidió que Italo Calvino fuese considerado miembro extranjero de pleno derecho. Diré de paso que otro extranjero fue invitado a unirse al grupo, mas Julio Cortázar rechazó la oferta al considerar que el grupo se movía en parámetros apolíticos inaceptables para él, cuestión que, con todos los respetos, resulta un tanto sorprendente si se tiene en cuenta el carácter netamente lúdico de algunas de sus obras más señeras, y me refiero a Cronopios y famas, La vuelta al día en ochenta mundos Los autonautas de la cosmopista…Podría traerse a colación aquello que dijese Calvino en una entrevista: « creo en la eficacia política de todo lo que no es directamente político»Ver las imágenes de origen
Los aires de familia entre el escritor y el grupo eran anteriores a la inclusión de Calvino en éste: así en un texto de 1967, Cibernética y fantasmas, escribía: « La literatura tal y como yo la conocía era una paciente serie de tentativas para hacer que casase una palabra detrás de otra siguiendo ciertas reglas definidas, o, las más de las veces, de reglas no definidas ni posibles de definir, pero que se puede extrapolar de una serie de ejemplos, o de reglas que se inventar para la ocasión, es decir derivadas de otras reglas seguidas por otros escritores»; en paralelo puede verse que el Oulipo desde su fundación en 1960, estaba formado por escritores y científicos ( el mismo Queneau era matemático), y se había marcado como tarea proponer a los escritores nuevas estructuras, el escritor oulipiano siendo aquel que añadía, a las reglas del lenguaje comúnmente admitidas, sus propias reglas o restricciones ( contraintes ), tomadas de modelos científicos o matemáticos, y el uso de palíndromos, lipogramas, criptogramas, caligramas,   y otras yerbas.


  Segunda  parte