El Brexit es la única forma en que la clase trabajadora puede cambiar algo
Lisa McKenzie
He
vivido toda mi vida en comunidades de clase trabajadora, y ahora que
escribo e investigo como especialista académica de la clase obrera, mi
motivación ha consistido siempre en que la auténtica voz de una mujer de
clase trabajadora cuente nuestras historias.
Las
voces de la gente de clase trabajadora rara vez se escuchan fuera de su
comunidad y casi nunca en la esfera política o de los medios. Sin
embargo, el debate del referéndum sobre la UE ha abierto una caja de
Pandora de ira y frustración de la clase trabajadora. Está claro que los
politicos de Westminster se sienten bastante desconcertados con esto.
Yo misma estoy sorprendida hasta qué punto el referéndum ha captado la
atención y la imaginación de la misma gente que el año pasado, sin ir
más lejos, me decía que no tenía interés en las elecciones generales
“porque son todos ‘ellos’ lo mismo”.
Unos
trece meses después me preguntan qué es lo que pienso y debaten conmigo
acerca de las razones más sutiles del Brexit. En las comunidades de
clase trabajadora, el referéndum sobre la EU se ha convertido en un
referéndum sobre casi todo. En los cafés, pubs y bares del este de
Londres donde yo vivo y donde durante tres años he estado realizando mi
labor de investigación, la conversación rara vez suele referirse a otra
cosa (aunque el fútbol acaba de hacer recientemente su aparición). En la
zona este de Londres tiene que ver con la vivienda, los colegios y los
bajos salarios. Las mujeres están preocupadas por sus hijos y sus padres
ya mayores: ¿qué les pasará si suben otra vez los alquileres? La falta
de vivienda asequible es aterradora.
En
la ciudad minera de la que yo provengo, el debate se centra de nuevo en
el Brexit, y hasta los antiguos mineros huelguistas están por votar a
favor de marcharse. Las comunidades mineras también están preocupadas
por la falta de empleo remunerado y seguro, el cierre de los pubs y la
pobreza que ha vuelto al norte. No se habla de forma tan preponderante
de la inmigración ni destaca tanto en la lista de miedos como a ciertos
sectores de la prensa les gustaría hacernos creer. Las cuestiones en
torno a la inmigración siempre forman parte del debate, pero rara vez de
forma exclusiva.
A
juzgar por mis investigaciones, yo sostendría que el debate del
referéndum en el seno de las comunidades de clase trabajadora no tiene
que ver con la inmigración, pese a la retórica. Tiene que ver con la
precriedad y el miedo. Tal como me dijo un grupo de mujeres del este de
Londres: “Estoy harta de que me llamen racista porque me preocupo de mi
madre y de mi propio hijo”, y “No le envidio a nadie que necesite un
techo y no se lo pueda permitir tampoco”.
En
los últimos treinta años ha habido un ataque sostenido a la gente de
clase trabajadora, a sus identidades, a su trabajo y a su cultura por
parte de la política de Westminster y de la burbuja mediática que lo
rodea. Como consecuencia de ello, han dejado de escuchar a los politicos
y a Westminster y están haciendo lo que todo politico teme: utilizan su
propia experiencia para juzgar qué es lo que opera a favor suyo y en su
contra.
En
las últimas semanas de la campaña, la retórica ha subido de tono y ha
empezado el juego de las culpas. Si dejamos la UE, será por culpa de la
clase trabajadora “estúpida”, “ignorante” y “racista”. Cada vez que la
gente de clase trabajadora ha intentado hablar de los efectos de la
inmigración en su vida, gritarles “retrógrado” y “racista” se ha
convertido en un pasatiempo de clase media.
La
gente de clase trabajadora del Reino Unido puede otear una posibilidad
de que algo cambie para ellos si votan por irse de la UE. Las mujeres
del este de Londres y los hombres de las ciudades mineras me cuentan
todos que lo peor es que las cosas siguen igual.. El referéndum se ha
convertido en una forma de hacer oír su voz, y están diciendo
colectivamente que sus vidas han sido mejores de lo que son hoy. Y
tienen razón. Gritarles “racistas” e “ignorantes” más alto no va a
servir de nada: han dejado de escuchar.
Para
ellos, hablar de inmigración y temerla tiene que ver con la precariedad
que supone ser de clase trabajadora, cuando ya no están seguras las
necesidades básicas de la gente, y quieren cambio. El referéndum ha
abierto un abismo de desigualdad en el Reino Unido y los monstruos de
una sociedad profundamente dividida e injusta han salido arrastrándose.
No desaparecerán fácilmente, sean cuales sean los resultados del
referéndum.
Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón
The Guardian, 15 de junio 2016
ver el dossier completo en Sinpermiso.
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