¿Qué ocurrió en 1942?
El telegrama que salvó a Franco. ¿Cómo logró sobrevivir la Dictadura?
El historiador Carlos Collado ha tenido acceso a
documentación inédita que revela el contexto y las razones de la anómala
supervivencia del último régimen fascista de Europa
Daniel Arjona
El Confidencial .
En mayo de 1945 concluye a sangre y fuego la era fascista en
Europa. ¿Toda? No. Un pequeño país de la ribera mediterránea del continente
gobernado con mano de hierro por un dictador militar resiste y resistirá aún
tres décadas. Y lo logrará pese a que Londres y Washington, las dos grandes
capitales de los victoriosos aliados, habían acordado impulsar activamente la
caída de Francisco Fanco en España. ¿Qué ocurrió? La clave de esta
anomalía hay que buscarla en las
relaciones internacionales en juego entre los años 1942 y 1945. Tal es el marco
de la investigación apasionante emprendida por el historiador Carlos Collado
(1966) en 'El telegrama que salvó a Franco, Londres, Washington y la cuestión
del Régimen' (Crítica, 2016).
Pregunta. Explica en su libro que la supervivencia del
"último régimen fascista" de Europa en plena Guerra Mundial sigue
cargada de tópicos, el más importante de ellos es el de "la hábil
prudencia del Caudillo". ¿Cómo se forjaron y a quién beneficiaban?
Respuesta. El tópico -más bien habría que hablar de un mito-
de la “hábil prudencia” de Franco se creó en la postguerra mundial para el
consumo interno, pero posteriormente fue reproducido también por los sectores
conservadores fuera de España que consideraban a Franco como un baluarte en
defensa de los valores de Occidente. Este mito estaba dirigido sobre todo a
demostrar que Franco se había enfrentado a Hítler en su ambición de lograr la
entrada de España en la guerra del lado del Eje, amenazando constantemente con
una invasión. Franco, sin embargo, lograría algo considerado como imposible:
mantener a nuestro país apartad del conflicto y asegurar así el bienestar de
los españoles. En un primer momento, este mito también estaba dirigido en
contra de los Aliados: éstos habrían intentado imponer sus intereses egoistas
al pretender derrocar a un régimen que no hacía más que oponerse a una
imposición foránea.
La investigación, sin embargo, ha dejado claro que Franco sí
quiso formar parte del orden fascista en Europa y que además se aferró
premeditadamente y hasta el último momento a la amistad con el Tercer Reich.
Esta amistad incluso fue más allá, al dar cobijo a nazis que huían de los
tribunales de las potencias de ocupación. Pero sobre todo, ni los Aliados, ni
el Eje se plantearon en ningún momento seriamente una intervención militar en
España. Las desventajas fueron consideradas en todo momento como mayores que
las posibles ventajas. De lo contrario hubieran invadido la Península sin
miramientos. La situación del Régimen estaba asegurada a no ser que Franco
cometiera graves errores, que de hecho cometió y que estuvieron a punto de
provocar una intervención de los Aliados, como en 1941 con motivo de la
creación de la División Azul.
La investigación aclara que Franco sí quiso formar parte del
orden fascista en Europa y se aferró hasta el último momento a la amistad del
Tercer Reich
P. El año clave fue 1944. Entonces se jugó la supervivencia
del régimen sin que Franco pudiera intervenir. ¿Qué ocurrió aquel año y de qué
manera afectó a España?
R. Los aliados estaban cada vez más atónitos porque, ante el
curso de la guerra, España no diera señales de querer adaptarse a la situación
y siguiera haciendo votos de amistad con el Tercer Reich. A finales de 1943, a Washington se le
acabó finalmente la paciencia y decretó el cese de los suministros
petrolíferos. España dependía en un cien por cien de dichos envíos, y su
interrupción hubiera conducido al colapso de la economía. La postura oficial
mantenida en Washington era forzar al Régimen a romper con el Tercer Reich;
pero se trataba de un secreto a voces que detrás de este planteamiento se
encontraba la destitución de Franco y la disolución de la Falange.
Los británicos, por su parte, abogaron en todo momento por
una política de presión comedida convencidos de que así lograrían inducir un
cambio de régimen por vía pacífica que culminaría en la restauración de la
monarquía en la persona de Don Juan. El gran impulsor de esta línea fue Samuel Hoare,
un peso pesado de la política conservadora británica, que finalmente impuso su
estrategia, a pesar de las dudas del ministro de Exteriores y de una durísima
presión ejercida por Washington en los primeros meses de 1944 para forzar un
giro en la política hacia España. Pero Hoare fracasó en su pretensión de que el
Gobierno británico respaldara sus movimientos conspirativos para forzar la
situación en España, y fracasó igualmente en su ambición de que los generales
disconformes y los monárquicos se enfrentaran abiertamente al dictador. Así le
hizo el juego a Franco al salvarle de la línea dura por la que apostaban los
estadounidenses.
P. Ha tenido acceso a una documentación "no utilizada
hasta hoy" como el telegrama que da título al libro... ¿Qué nos cuenta?
R. De entre la documentación que hasta el momento no ha
tenido un reflejo en los resultados de la investigación, resalta aquel borrador
de telegrama redactado por Churchill en el momento culminante de la crisis de
1944, que hubiera dado un giro fundamental al planteamiento de la política
aliada respecto de España. El líder británico estaba dispuesto a secundar la
política dura propuesta por Washington contra España. Pero no fue necesario
enviar aquel telegrama, pues los estadounidenses al fin accedieron a mantener
la política que se había seguido hasta entonces. Aquel 25 de abril de 1944 se
jugó el futuro del Régimen.
Hasta la fecha tampoco se tenía constancia de la existencia
de una propuesta presentada a finales de 1944 con gran urgencia por William Donovan,
el Jefe del servicio de inteligencia estadounidense OSS, de realizar una
operación encubierta en España con el cometido de derribar el régimen imperante
e instalar uno liderado por el dirigente nacionalista vasco José Antonio
Aguirre. Finalmente me gustaría mencionar la correspondencia particular de
Hoare, de la que se desprende claramente que a finales de 1943, el político
conservador persiguió una gran ambición personal: inducir un cambio de régimen
orquestado por el sector monárquico y lograr de esta forma la restauración en
la persona de Don Juan. Así, no solo regresaría a Londres de forma victoriosa
sino que habría podido afianzar su futuro político dentro del partido
conservador.
En 1944 el Jefe del servicio de inteligencia estadounidense
propone derribar el régimen e instalar uno liderado por el nacionalista vasco
Aguirre
P. Dedica páginas apasionantes a las intrigas y
conspiraciones de aquellos años. ¿Cuáles son sus preferidas?
R. La de haberle podido seguir la pista a Samuel Hoare en
sus intrigas y conspiraciones con los monárquicos a espaldas de su propio
gobierno. En este contexto también merece mencionarse el asalto de Hoare al
ministro español de Exteriores, Jordana, a finales de junio de 1944, cuando en
el marco de una cena privada exigió abiertamente un cambio de régimen y la
restauración monárquica. Este paso dado al margen de todas las usanzas
diplomáticas no solo acabó en un grave escándalo, sino que mostró la
desesperación de Hoare al ver que su táctica de persuasión no había dado el
fruto deseado.
Muy revelador es también el trasfondo de la propuesta de
Donovan de acometer la tarea de derribar la Dictadura por medio de una
operación del OSS, pues aquí trasluce un conflicto en el seno del Ejecutivo
norteamericano entre los partidarios del planteamiento tradicional de la
actuación exterior estadounidense de no entrometerse en los asuntos internos de
terceros países con los que se mantenían relaciones diplomáticas, y aquél que
comenzaría a cobrar fuerza y a imponerse en la postguerra mundial: la razón de
ser de los intereses nacionales de EEUU que justificarían la ejecución de tales
operaciones.
P. ¿Y cómo se salvó finalmente la dictadura y pervivió casi
cuatro décadas?
R. A partir de mediados de 1944 comenzaron a imponerse los
planteamientos de postguerra que, aun con toda la repulsa al Régimen de Franco,
y aun deseando su desaparición, no acosejaban forzar su derrumbamiento,
provocando así una situación incontrolable que podría haber desembocado en una
nueva guerra civil. Churchill veía con gran preocupación la situación de
inestabilidad existente en muchos de los países liberados, y sobre todo en
Francia, Italia y Grecia, así como las incógnitas que presentaba la ocupación
militar de Alemania. Ante esta perspectiva era preferible mantener la
estabilidad en una región tan sensible para los intereses británicos como lo
era precisamente el paso por el Estrecho de Gibraltar como ruta vital para el
abastecimiento de las Islas Británicas.
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