sábado, 3 de enero de 2015

 






Ruiz-Domènec: "España ha sufrido una amarga derrota conceptual"
El historiador publica 'Sucesión o secesión', un libro de apenas 150 páginas que diagnostica la tensión entre los gobiernos de Catalunya y España

 Ruiz-Domènec:



La trama del pasado
José Enrique Ruiz-Domènec es catedrático de historia en la Universitat Autònoma de Barcelona. Después de publicar hace menos de un año La trama del pasado en Librosdevanguardia, con momentos clave de la historia, se atreve ahora con un análisis -Sucesión o secesión (RBA)- sobre el presente catalán, donde en apenas 150 páginas –quiere que se le lea, y que el volumen no sea un impedimento– ofrece un agudo y ameno diagnóstico –aparecen el Barça, Francisco Candel, Podemos, Faulkner...– de cómo y por qué la tensión entre los gobiernos de Catalunya y de Madrid ha llegado hasta el punto actual.


Este libro da pleno sentido a la profesión de historiador, ¿no? Entre otras cosas, la historia sirve para analizar el presente.
Haré una confidencia. Yo me siento deudor de la escuela los anales. Georges Duby perteneció a ella, un poco herético, pero lo era, y yo también lo soy. Nuestro referente fue Marc Bloch, Y, como él, que en junio de 1940, en un momento crítico, tomó la decisión de escribir sobre el presente. El resultado fue La amarga derrota, modélico texto sobre el oficio de historiador. En 2014 España ha sufrido una amarga derrota conceptual. En esto coincido con amigos como Enric Juliana y otros. Ha habido una derrota profunda del concepto España. Y esa derrota debía ser abordada. Y qué mejor manera que con el estímulo que a mí me viene de Marc Bloch. Esto lo puedo hacer sin tener ninguna adscripción política ni de partido, y esto no es retórica. Mi compromiso con el país en su complejidad es sin adscripción porque creo que España ha recibido una derrota conceptual seria.

¿Su motivación es únicamente intelectual?
Nace de una conversación con el mundo de la edición y con amigos que me estimularon a responder qué decía un historiador a lo que está pasando. Tantas veces me han hecho esa pregunta que he pensé: ‘Voy a decirlo’. Este problema tan serio no ha sido abordado con la seriedad que merece, ni desde conceptos serios que sólo da la historia. Desengañémonos, hay otras disciplinas magníficas pero que no pueden ofrecer un diagnóstico, porque este es un problema histórico.

¿Uno de los problemas es que ha habido demasiadas visiones parciales?
Claro. Una gran historiadora a la que admiro mucho, Margaret McMillan, escribió un librito, Usos y abusos de la historia, donde dejaban claro que hay historia de primera calidad e historia de mala calidad, igual que en literatura y otras disciplinas. La historia de mala calidad domina.

¿La fe ha suplido al rigor? ¿Desdeña a quien no le cuenta la historia como usted quiere oírla?
Se prima la carencia de una lectura plural. Eso es muy propio de nuestro país, cosa que no pasa en otros de nuestro entorno como Francia, Inglaterra, Alemania y ni siquiera en Italia. Igual que con la lectura de periódicos. En este país si quieres hacerte una buena idea de lo que ocurre tienes que leer tres o cuatro periódicos, contrastar las cosas con aquellos que están en las antípodas.

Escribe desde un compromiso que no implique una adscripción, ¿no le parece que la obligatoriedad de adscripción es una de las consecuencias inmediatas y principales de todo este proceso?
Sí. El compromiso intelectual se ha ido diluyendo, figuras estelares de nuestra ciudad se han decantado, quizá precipitadamente, sin una lectura más crítica del problema su conjunto. Y eso viene de la adscripción. No es tan mezquino como se suele decir, es consecuencia del factor humano.

Advierte de que hay que estar bien informado sobre el pasado, ¿lo estamos? ¿Qué nota daría a nuestro nivel de conocimiento de la historia de Catalunya?
Suspenso radical. Pondría un 2, que ni siquiera con la ayuda de la cocina pudiera convertirse en un 5. España cuenta con historia de mala calidad que se lee muchísimo, pero también cuenta con un desconocimiento profundo de la historia, incluso de la que se hace en la actualidad: tendencias metodológicas, argumentaciones, modelos interpretativos, figuras estelares, referencias intelectuales. Si se hiciera una encuesta sobre quiénes son los grandes historiadores del momento, el resultado sería muy decepcionante. La industria editorial sin que genera ese producto y del mercado acepta, has tenemos muy buenas librerías, con buenos fondos, el problema no está en el mercado.

En el apéndice detalla una serie de hechos históricos que nunca han sido investigados, todos ellos relevantes para todo este proceso. ¿Podría cuantificar las lagunas historiográficas en lo que atañe a toda esta cuestión? ¿Conocemos suficientemente bien la historia como para utilizarla?
Fue una bonita idea de los editores abrir un tweet, al que llegaron infinidad de preguntas, muchas de ellas alocadas. Pero había otras muy acertadas, algunas de las cuales fueron adecuadamente reformuladas, lo cual no es manipular sino dirigirlas bien. Había allí cuestiones capitales. Cuestiones que en cualquier otro país estarían sobradamente investigados, incluso con cátedras. Así no se puede avanzar en la construcción de un futuro, sobre todo un futuro que se dice que se asienta en valores del pasado.

Utiliza a menudo la expresión “ya hemos estado aquí”, remarcando lo cíclico de la historia. Sin embargo ¿no es inédito el momento actual?
Es inédito en su totalidad, y por otro lado la historia no se repite jamás salvo en forma de farsa, como decía Marx, lo cual era una broma para decir que no se repita jamás. La historia es un referente, un espejo donde te puedes mirar. Cuando digo que ya hemos estado aquí me refiero a situaciones concretas. Por ejemplo, en una España asaltada por la corrupción ya hemos estado. El duque de Lerma se parece tanto a Bárcenas que alarma. Yo creo que la historia debe ofrecer ejemplos concretos, no vaguedades o grandes conceptos que sólo generan confusión. Saco ejemplos concretos del más remoto pasado. ¿Significa eso que tenemos que seguir pasivamente la historia? No. Pero sí que debemos conocer nuestros referentes del pasado. El experimento soberanista que propone parte de la ciudadanía de Catalunya es una innovación completa. No tiene ni siquiera nada que ver con lo que Paul Claris planteó en 1640 para separarse del imperio de los Austrias y coligarse a Francia. Eso planteaba un acuerdo internacional. Lo de ahora es más complejo y más serio.

También aparece a menudo la expresión “derrapar”. ¿Derrapamos?
La expresión me viene de Talleyrand, que fue un perro de presa de la política, capaz de sobrevivir a la revolución francesa y estar en los dos lados al mismo tiempo. No pretendo ser Talleyrand, pero la expresión me gusta, en la medida en que hay un momento determinado que la estructura del estado se descompone y en este momento se descompone. Lo hemos visto en otras ocasiones, como se descompuso al final del franquismo, pero final del franquismo se descompuso una estructura del estado que nadie quería. Ahora se descompone una estructura que muchos quieren, y es por una desidia. De ahí el derrape. Hace 40 años fue el asalto legítimo ante un poder autoritario. Son cosas muy diferentes.

El estado atiende problemas como la deuda o el paro, pero no atiende o ignora los sentimientos de una parte de la ciudadanía catalana. ¿Es un gobierno falto de inteligencia emocional?
Yo creo que gobierno central actual ignora la historia. Y más concretamente, algo aún más cruel: la historia de España, a la que paradójicamente dice defender. Es difícil que puedas defender algo que ignoras. Puedes decir que lo haces. Ignora que la de España es una historia compleja, que no ha tenido nunca esa mitografía que ellos han creado o en la que han crecido, con malas lecturas. La formación de malas lecturas impide reaccionar a las buenas. La leen con descuido, y tratan por todos los medios de evitarla en sus pensamientos y decisiones. Por tanto en una situación así es grave ignorar los sentimientos y emociones y sensaciones de un pueblo como el catalán, que puede leer o interpretar la historia a veces sesgadamente, cosa que está en su derecho de hacer... En todo caso el debate estaría en este punto, en evitar el sesgo. Pero no negarse a todo. Esa negación del diálogo parte de un punto que ignora la historia de España, que ha sido más dialogante de lo que parece, incluso en etapas mucho más duras que la nuestra políticamente hablando. Había más diálogo en los años 50 que ahora. Que se dice pronto.

Por contra, aquí se ha utilizado la efeméride de los 300 años de 1714 como uno de los ejes centrales de la reclamación. ¿Hasta qué punto tiene sentido esta efeméride como arma política?
La fecha es real, las circunstancias de la fecha también. las lecturas sobre la fecha, pues como todas las lecturas, es objeto de debate. Pero el significado de la fecha realmente se ha tergiversado en muchísimas ocasiones. Aquí aparece el problema fundamental: hemos perdido una ocasión de oro para debatir en serio el significado de esa fecha. Historiadores para ello tenemos, tanto aquí como fuera. Hay muchos historiadores en el extranjero interesados en la historia de Catalunya. Pero aquí no se han elegido los adecuados, ni los marcos conceptuales adecuados. No se ha permitido el debate, eso es evidente. Por poner una comparación odiosa para nosotros, el debate que hizo Francia en el segundo centenario de la Revolución Francesa, en 1989, fue espectacular, porque convocó a todas las posturas y ahora conocemos mucho mejor aquella efeméride. Qué pena, ya que teníamos recursos y una tradición historiográfica como la que tiene Barcelona, que hubieran dado un juego extraordinario, hubiera dado calidad internacional. Qué le vamos hacer.

¿Se atrevería a concretar qué hechos del Tricentenari se han manipulado o tergiversado?
El error en historia desencadena inmediatamente la fantasía. Esta es una máxima que viene de Marc Bloch. Cuidado con los errores en historia. Por ejemplo, el error de convertir la guerra de sucesión –que fue una guerra dinástica y fue una guerra internacional entre dos dinastías que querían dominar Europa, la Borbón y la de Habsburgo– en una guerra de clara tonalidad catalana. Se olvida, entre otras cosas,que la gran batalla se produjo en el reino de Valencia, donde se jugaron las cosas. El gran problema que se encontró Barcelona es que no se enteró de los acuerdos internacionales a que habían llegado ingleses y austríacos. Si se hubiesen enterado con todo detalle no hubieran defendido numantinamente la ciudad. Careció de sentido porque no tenían el apoyo angloholandés, y sin ese apoyo que ya no tenían no podían ganar la guerra. Estas cuestiones, que no son meros detalles, se han tergiversado. Del error viene la fantasía. Desde ahí se introduce la idea de que en los siguientes trescientos años Catalunya ha sido casi un campo de concentración provocado por el estado. Eso es un insulto entre otras cosas a la propia Catalunya, especialmente de los últimos 150 años, que forjaron la Renaixença, el Modernisme y la revolución industrial. Es una exageración fantasiosa. Y para finalizar la parte grotesca, porque la cosa va en crescendo, algunos llegan a convertir en catalanes a personajes de la historia mundial. La sonrisa inicial se hiela al comprobar que eso tiene una proyección política. Que no toquen las narices con que Cervantes es un señor catalán porque eso... Cuatro indocumentados cuestionan al cervantismo internacional. Está asentado en todas las grandes universidades del mundo quién fue Cervantes. ¿Cómo nos miran? Mal. Como decir que Santa Teresa de Jesús no era de Ávila sino catalana...

También se están catalanizando Vespuccio, Magallanes...
¡También! Américo Vespucci es un señor que está muy bien estudiado. Toda la historiografía florentina sabe dónde nació y todos los detalles. Por ese camino in crescendo se puede llegar al delirio... Algunos utilizan la novela y mira, bajo la capa de la ficción, si cuela, cuela. Si quieres hacer historia escribe un libro y con notas al pie y a ver si aguanta.

También dice que los momentos en que Catalunya planteó su independencia son otros de los que habitualmente se enarbolan. ¿Cuál fue el más parecido?
Es difícil de decir, pero sí hubo un momento en la Edad Media en que Catalunya se cuestiona su ajuste o adscripción a una corona que no fuera específicamente la suya. Primero hay que remarcar que cuestionó el principio de unión de la corona de Aragón, pero no la unidad de España porque España en la Edad Media no existía. Planteó si la unidad dinástica con el reino de Aragón le era favorable o no, si el triángulo político creado por Jaume I entre el principado de Catalunya y los reinos de Aragón y Valencia, era eficaz o no. Eso se planteó seriamente, pero más seriamente otras cosas, por ejemplo si Barcelona tenía que ser o no una ciudad estado, como Génova, Venecia, Ferrara, Florencia... se lo planteó seriamente y por tanto se planteó seriamente una cierta idea de independencia.

Esa idea de ciudad estado pervive en muchos barceloneses.
Sí. Ahí aparece una cosa que no se ha querido estudiar, Catalunya es un inmenso país soportado por una ciudad extraordinariamente viva. No hay comparaciones posibles con esos países con los que se compara porque no tiene una ciudad como Barcelona.

Usted distingue como máxima expresión de la democracia el hecho de votar del hecho de respetar la ley.
La democracia es un estado de derecho que elige a sus representantes, aunque no elige otras figuras de la construcción del Estado, como los catedráticos, los jueces o los fiscales. En algunos países sí se eligen. En Estados Unidos por ejemplo. Las leyes que tenemos incluyen posibilidades como el referéndum, que para casos excepcionales se puede utilizar. Subvertir ese hecho sosteniendo que es principal uno u otro es como el huevo y la gallina. Se crea una tautología falsa. Primero es falso, cuenta con el silencio absurdo del gobierno central y del estado general. No nos dejan votar, votar en concreto este referendo. Por lo demás claro Que se puede votar. Es una afirmación un poco frívola, pero en ella caen mucho las personas. No se puede refrendar cada decisión.

“Nadie sabe qué opina la mayoría silenciosa”, dice usted.
Se planteaba que la consulta era para esto, pero prepararon una pregunta enrevesada, barroca, que no estaba consensuada con la gente, con lo cual la gente no estaba preparada para responder. Yo soy profesor, y si hago una pregunta que se me puede responder es perverso, es que quiero suspenderle. Lo primero que debía haber hecho la Generalitat era enseñar el contenido de la pregunta y sus consecuencias: a qué llevaba el doble SÍ, en qué situación estamos el día después... Todo eso la gente no lo sabe. Otra cosa es que la gente está desengañada, harta de todo.

Tampoco los medios hemos analizado en profundidad cuáles habrían sido las secuelas de cada cosa.
Totalmente de acuerdo. Ni han expuesto la pluralidad de la cuestión. No es todo tan maniqueo. Yo me siento bastante soberanista pero muy poco independentista, y eso cómo lo gestiono. Tengo muchos amigos partidarios del derecho a decidir que dudan del paso a la independencia. Todo eso, ¿cómo se cuece?

“En una generación, la idea dominante es que Catalunya era una nación diferente a España. Para que triunfara esa idea fue necesario demoler el espíritu crítico y el valor de la historia”.
Eso es una constatación notarial. Se practica una historia de baja densidad, de poca implicación, poco estructurada, salvo excepciones muy notables que no serían más de diez. Se ha desplazado la historia a planos marginales. Se han estudiado microorganismos de la historia, se ha especializado gente y se la ha hecho ascender... Yo qué sé: cómo era un trocito de tierra en el Alt Pallars desconociendo quién era el Duque de Olivares. Es una demolición de la historia.

También se plantea si esa Catalunya independiente, y lo plantea sin condicionales, querrá pertenecer al mundo del talento o al mundo de la mediocridad.
Apunto al indicio que tengo. Soy profesor en Barcelona y me moriré siendo profesor en Barcelona, no tengo intención de moverme. Pero me gustaría que mi universidad o alguna cercana estuviera entre las, digamos, 50 principales. Por qué no. Catalunya tiene todos los argumentos para serlo, especialmente Barcelona, Tiene capital social, intelectual económico, creatividad... Tenemos probablemente los mejores equipos médicos en trasplantes, en oftalmología... De repente cuando todo eso se desplaza a la enseñanza o al sistema universitario resulta que los buenos se van fuera. El otro día Rajoy lo negaba.

En el subtexto se lee que Catalunya será independiente: lo plantea en futuro, sin condicional.
Es que yo creo que Catalunya tarde o temprano será un estado independiente. Otra cosa es cómo estará eso en su realidad con España. Cuando una masa de población tan crecida lo piensa, uno tiene que ser demócrata. La democracia es aceptar lo que indica la mayoría. Hay que plantear qué tipo de mayoría, claro. Pero hay que ser claro con el modelo, no vale decir “el día que seamos independientes seremos de tal manera”. Eso valía al final del franquismo, porque se construyó un estado nuevo. Pero en Catalunya han gobernado todos, no vale decir que mañana serán diferentes, o decir que con más recursos todo será distinto.

¿Cómo explica que el soberanismo haya crecido de este modo siendo una de las regiones más autónomas de Europa?
Catalunya ha crecido dentro del estado de las autonomías y España lo ha hecho sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. No ha sido una simple distribución administrativa de roles, eso quizás podría ser en otras zonas. Uno de los problemas es que se han duplicado administraciones. Para qué un ministerio de sanidad se está transferido. Para qué un Senado si no es una cámara de representación territorial. Se hizo un estado federal sin el nombre.

¿La idea de federalismo está acabada?
Hubiera estado muy bien cuando el estado generaba garantía. El problema es que ahora no la genera, y eso es casi contraproducente. El sistema federal funciona cuando hay una garantía detrás, como en Estados Unidos: cuando hay un problema serio está el Tribunal Supremo y lo resuelve, o acude la policía Federal y lo resuelve. Pero en España el estado está completamente desacreditado.

¿Habla de 39 años desperdiciados, pero tanto como desperdiciados, no es más bien que en 39 años se han ido haciendo las cosas cada vez peor...?
Cierto, en la historia nada se desperdicia. Ahora vienen por los arcenes movimientos como Podemos. Hay muchas cosas que recuerdan a 1976: cortes constituyentes, ruptura del candado, empezar desde cero... En los momentos de bonanza económica se debía haber hecho una reforma del estado de aquello que no funcionaba, aquello que estaba corrompido. Como la universidad, que todos sabemos que lo está. Es más fácil hacerlo en tiempos de bonanza. Reparas el barco cuando no hay tormenta. Ahora es más difícil.

Pero “desperdiciar” es en función del destino... Si eres independentista, estos 39 años han sido provechosos...
Claro. Si Catalunya se independizara sería un fracaso para España. Mi libro es una reflexión sobre España y el papel que Catalunya juega en ella. Catalunya reta al concepto de España, incluso con consignas como “España nos roba”. Sería impensable por ejemplo en Francia que cualquier territorio dijera “Francia nos roba”. Es impensable. Aquí una parte importante no siente que pertenezca a España.

Desde luego que hay partes de Catalunya que viven completamente ajenas a España en todos los sentidos.
Es verdad. La independencia, desde el punto de vista emotivo o sentimental, está operativa. Y reconstruir eso es ya imposible. Incluso cuando hablamos de Catalunya y España... Ya constatamos dos realidades. La clave de todo es la derrota conceptual de España. ¿Cómo es posible que el ataque de un grupo soberanista que era marginal hace 10 años esté ahora dónde está? España ha reaccionado muy torpemente, hasta el punto de dejar el discurso dominante a la derecha más carca, esa que aún cree que va a volver Arias Navarro.

Pero el discurso de la izquierda se ha mimetizado con el de la derecha. Cuando lo ha habido, claro.
Es que la izquierda pensaba que el conflicto territorial estaba resuelto.

¿Puede ser árbitro Felipe VI?
Yo aposté por la sucesión. Creo que la función de Juan Carlos I ya había concluido, tenía motivos sobrados para abdicar en el hijo, antes de que la oportunidad fuera nula. El hijo, como suele suceder, como era su obligación, permanecía en silencio. No ha sido muy bien tratado por este gobierno: se le han encomendado misiones que de antemano sabían que eran fracasadas. Jamás un presidente de gobierno inteligente envía a su futuro jefe de estado a defender una causa perdida, como eran las olimpiadas de Madrid, que sabían a todas luces estaban perdidas. Lo sabía y aún así mandan al futuro rey a defenderla. Eso demuestra que al gobierno no le gustaba el cambio de rey. En el propio acto de coronación del rey hay una distancia enorme entre la sutileza del rey en su discurso diciendo ‘yo soy el primer rey elegido por el parlamento, soy Rey porque ustedes me eligen, porque han pactado elegirme’... Es un hombre con muy buena audiencia en el extranjero. habla bien las lenguas con sus interlocutores, tiene pedigrí en el mundo alemán, por ejemplo, porque parte de su familia viene de ahí... Yo creo que puede hacernos mucho bien si naturalmente le permiten ejercer las pocas atribuciones que tiene. Alguien tiene que mediar. Que lo hiciera el jefe del estado sería un acierto para el país. Mucho más que si media alguien foráneo, porque eso sería decir que no nos creemos a nosotros mismos. Cosa que hacemos a menudo.

¿Se atrevería a hacer una predicción a un año o cinco?
2015 depende demasiado de un problema que al historiador se le escapa, que es el calendario electoral, aunque yo mismo estoy cada vez más interesado en buscar una metodología para ello. 2015 está marcado por tres elecciones sucesivas. Y los próximos cinco años estarán muy marcados por este 2015.

Se ha dicho que el decisivo era 2014...
En 2014 hemos practicado la toma de conciencia de que tenemos un problema muy serio. Ha sido un año decisivo. Lo que debemos tener clarísimo es que no podemos salir de Europa. Eso es el desastre.


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