martes, 10 de octubre de 2023

Levantamiento en Palestina .

 La operación de Hamás y un error de cálculo

 Por Guadi Calvo

| 11/10/2023  

Peca de inocente, de extremadamente inocente, quien crea que la Operación diluvio de Al-Aqsa,  del Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina (HAMÁS) contra diversas ciudades del sur de los territorios palestinos ocupados por Israel, no fue detectada por los finísimos oídos del Mossad e incluso la CIA, aunque es cierto que the company está absorbida por la cuestión ucraniana. También serían numerosos los servicios de inteligencia occidentales prosionistas que operan en la región: franceses, británicos y alemanes, entre otros, que no habrían captado nada con respecto a los preparativos de la Operación diluvio de Al-Aqsa. De todos modos, semejante “descuido” remite de inmediato a los ataques del 11-S contra las Torres de Nueva York y el Pentágono.

Es imposible creer que no se haya filtrado el menor indicio en semejante marco de preparativos, que han incluido el transporte de miles de proyectiles, sólo en las primeras horas de combates se calcula que las fuerzas de liberación palestinas han lanzado unos siete mil cohetes. Además de la movilización de cientos de combatientes de las Brigadas Ezedin al-Qasam -el ala militar de Hamás- que más tarde penetraron en el territorio ocupado con el suficiente tiempo para demoler una importante porción del muro de contención.

Efectivamente, todo este proceso implicó la preparación de postas de suministros, abastecimientos y sanitarios. Incluso se ha debido de producir alguna reacción interna en otras organizaciones hermanas que obligatoriamente han debido estar alertas, como posiblemente el Hezbollah libanés.

Más allá de que sólo las cúpulas de estas organizaciones hayan contado con esa delicada información, algún detalle, por leve que haya sido, se tuvo que revelar, un despliegue de combatientes, el refuerzo de guardias, movimiento en los arsenales, compra de insumos de algún tipo, lo frecuente que sucede previo a cualquier acción media que obligatoriamente debió producir un mínimo indicio a los siempre están muy atentos los ojos y oídos de espías y escrutadores locales.

Así, si es verdad que no se filtró absolutamente nada, tendremos que aceptar que los niveles de sofisticación que han alcanzado estas organizaciones, o al menos Hamás, nos deja a las puertas de un nuevo tipo de operaciones en que ni quisiera los mejores servicios de inteligencia del mundo pueden dar la talla.

Es más, la Operación diluvio de Al-Aqsa, a todas luces, ha sido alentada por Tel Aviv para después, como siempre, interpretar su mejor papel, el de víctima. Y con esto el primer ministro Benjamín Netanyahu, como muchas otras veces, sacaría importantes beneficios, como que el mundo entero ponga una vez más bajo la lupa a la República Islámica de Irán, como ya se sabe culpable de todos los males del globo.

Esto desde ya, desalentar las señales de aproximación que Washington venía haciendo a Teherán en la siempre confusa y difusa relación que desde el comienzo de su Gobierno el presidente Joe Biden ha tenido con Israel.

Hasta el inicio de este nuevo conflicto hubo múltiples señales de Estados Unidos para reactivar el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), acordado en 2015 entre las cinco naciones miembros permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos más Alemania (P5+1), que el presidente Donald Trump derogó de un plumazo en mayo de 2018.

Además los sionistas, entre otras muchas ventajas que sacarán, estará la justificación ante la opinión pública mundial de sus aberrantes políticas de sometimiento del pueblo palestino, que van desde la ocupación de más y más territorios en Cisjordania, bombardeos constantes contra población civil en Gaza, asesinatos, desapariciones, detenciones arbitrarías, torturas legitimadas y encarcelamiento y condenas de niños de seis y siete años.

Todavía no conocemos cuantas muertes de civiles provocarán los bombardeos que ya están en marcha de la aviación nazisionista en la franja de Gaza, aunque sí podemos asegurar que el número será tremebundo. Se conoce también que el ejército sionista preparaba una incursión, aunque sabemos que en este aspecto las bajas judías podrían llegar a ser muy numerosas.

El premier sionista con esto, como ya lo hizo tantas veces, apelará a un Gobierno de unidad “nacional” para limpiar su figura en un momento crítico ante la sociedad judía, tras constantes protestas y manifestaciones contra las reformas judiciales que pretendía aprobar en el Parlamento.

Sin duda la estrategia de Netanyahu, de dejar hacer falló en algo, el cálculo de la magnitud de la operación pergeñada Hamás, lo que ha provocado un número inédito de israelíes civiles muertos. Se estima que ya serían cerca de 700 al tiempo que se sabe que un importante número de militares, entre ellos al menos dos altos oficiales y también un número desconocido de civiles, han sido capturados y retenidos por las fuerzas de liberación palestinas y trasladados a prisiones de las que se desconoce su ubicación.

Que los miles de rocket lanzados prácticamente al unísono hayan logrado confundir los tan precisos sistemas de defensa aérea judía, más allá de una acertada estrategia ha requerido plataformas que nunca estuvieron bajo el radar de la inteligencia y del ejército israelí.

La urgencia de la unidad árabe

Sin duda, para muchas personas que apoyan la lucha del pueblo palestino, ver por primera vez de manera tan clara cómo los sionistas escapaban desesperados ante el avance de los brigadistas de Hamás, observar los todopoderosos tanques Merkava ardiendo como si fueran de papel y ver rendirse llorando a oficiales y soldados del cuarto ejército más poderoso del mundo sufrir una derrota, por ahora momentánea, en la tierra que creyeron apropiarse para siempre, llama a ilusionarse. Pero todos sabemos que una guerra de estas proporciones no se gana con una operación relámpago como la del Diluvio de Al-Aqsa, sino que requiere mucho más, muchísimo más, como una unión de todas las naciones árabes que se alineen detrás de Palestina, de Hamás y de su líder, el comandante Mohammad Deif, desaparecido desde hace dos años y ahora entendemos por qué.

De no concretarse ese alineamiento, como ya lo hicieron diferentes grupos armados palestinos como la Jihad Islámica Palestina o las brigadas de resistencia en Cisjordania, siempre separados por alguna razón, la resolución del conflicto será lo esperable, las fuerzas sionistas terminarán por imponerse, esta vez a un costo altísimo ya que apelará a todo su potencial militar,  y si no alcanza sin duda Estados Unidos, Francia y Reino Unido colaborarán con todo lo necesario para la aniquilación de la resistencia  e intentar quebrar, de una vez y para siempre, la voluntad del pueblo palestino al precio de miles y miles de muertos y la destrucción de toda la infraestructura de la franja dejando a los casi dos millones y medio de gazatíes a las puertas del siglo XII, sin electricidad, sin comunicaciones y sin agua corriente. Y ni hablar de suministros alimentarios y asistencia sanitaria. El llamado campo de concentración más grande del mundo de aquí en más se convertirá en un cementerio, ya que, como se ha visto, ninguna potencia con algún predicamento sobre Tel Aviv está dispuesta a pedir cordura en la represión. Netanyahu, al anunciar que Israel está en guerra, ha dicho que será larga.

Biden ya anunció que la asistencia militar para el régimen sionista está en marcha y que “habrá más en los próximos días”. Se conoce que el grupo de ataque del portaaviones Ford navegaba hacia el Mediterráneo oriental para estar cerca de sus aliados sionistas. Por su parte Alemania también anunció la quita de ayuda a Palestina, y sin duda el resto de los países occidentales se agruparán para no quedar fuera de la gran foto familiar.

Mientras tanto ni China ni Rusia se han expresado de manera contundente, por lo que se entiende en estas casi 48 horas desde que se inició la Operación diluvio de Al-Aqsa, que dejarán hacer a Netanyahu a su antojo.

Por eso es urgente que los pueblos árabes y musulmanes se organicen para que sus gobiernos no den un cheque en blanco a los sionistas.

Mientras tanto, Hezbollah ha reivindicado un ataque con mortero y misiles contra lo que se conoce como las Granjas de Chebaa, una pequeña franja de tierra, los Altos del Golán sirios ocupados militarmente por Israel. Los sionistas han respondido a dicho ataque bombardeando con drones posiciones de Hezbollah en el área.

El régimen de Tel Aviv también ha desplegado tropas y tanques en Metula, una ciudad próxima a la frontera con Líbano. Mientras se conoce que los sionistas han atacado con fuego de artillería las aldeas de Arquob y Hasbaya y los centros de Ruisat al Alam y Radar en Líbano.

Una vez más Palestina se ha quedado sola, al arbitrio de los ocupantes que desde hace 76 años la han condenado al exterminio. Y más allá del coraje de su pueblo y sus combatientes, sin la unión urgente de los pueblos árabes, es prácticamente imposible que esa sentencia no se cumpla.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 https://rebelion.org/la-operacion-de-hamas-y-un-error-de-calculo/

sábado, 7 de octubre de 2023

Cumbre UE en Granada

La UE opta por la Europa geoestratégica con la adhesión de Ucrania frente a la Europa económica

La ampliación de la UE impulsada por los 27 en Granada plantea muchas preguntas sobre el alto coste que implicará priorizar la adhesión de Ucrania por razones geopolíticas.

 JUAN ANTONIO SANZ

La prioridad de la adhesión de Ucrania a la Unión Europea (UE) antepone los intereses geopolíticos y de seguridad de la UE a los económicos y ahonda en la división de bloques de la que fue testigo Europa en otros tiempos. La UE apuesta por extender sus fronteras hasta el último confín europeo con la intención expresa de contener el eventual avance de potencias competidoras, especialmente Rusia.

 La apuesta de los halcones europeos por tener a Ucrania como escudo y frontera más oriental de la UE obvia el tremendo esfuerzo que supondrá esa incorporación y las brechas de desigualdad que se abrirán en el seno de la Unión cuando ese país acapare la mayor parte de las ayudas europeas.

 Y ante las dificultades legales que supone la admisión de un país trastocado por la guerra, la UE parece dispuesta a saltarse todas las reglas y reformar su propia esencia, tal y como se pespuntó este viernes en Granada en la reunión informal del Consejo Europeo, con España anfitriona al frente de la Presidencia rotatoria.

La cumbre informal de los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 en Granada se produce en el marco de la Presidencia española de la Unión Europea. En la víspera de esta reunión, Granada acogió también el encuentro de la Comunidad Política Europea (CPE) y a casi medio centenar de mandatarios europeos que hablaron también sobre la ampliación de la UE más allá de sus actuales fronteras.

 Entre los asistentes a la cumbre de la CPE estuvo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a quien los líderes europeos arroparon en su lucha contra Rusia, prometieron nuevas remesas de ayuda y dieron más esperanzas a las aspiraciones de su país para integrarse en la UE, priorizando esta adhesión a la de otros países que llevan negociando su entrada muchos años.

 Una inversión geoestratégica

"La ampliación es una inversión geoestratégica en paz, seguridad, estabilidad y prosperidad", afirma la declaración final de la cumbre de Granada del Consejo Europeo. Una declaración en la que ya se ha eludido hablar de 2030 como fecha posible de esta ampliación y que había sido propuesta por el presidente del propio Consejo Europeo, en contra de la opinión de muchos miembros.

 El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez conversa con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski durante un encuentro bilateral con motivo de la III Cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), que se celebra este jueves en Granada.

La UE se muestra así lista para defender su papel de superpotencia regional, absorbiendo prácticamente todos los países que quedaban sin alinear en el viejo continente, desde los Balcanes Orientales a Ucrania. Es el retorno a la política de bloques de la Guerra Fría bajo una máscara de cohesión paneuropeísta, con Rusia como enemigo principal, repetido mil veces en esta cumbre.

 Como señaló el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, con esta ampliación la UE está demostrando que "es capaz de una acción geopolítica" propia.

 El Consejo Europeo celebró esa reunión informal en Granada con el pacto sobre emigración y las perspectivas de la ampliación de la UE como temas principales. Y al igual que la política migratoria de la Unión ha sido cuestionada por países como Hungría o Polonia, la ventaja que Bruselas quiere dar a Ucrania en el proceso negociador para la ampliación también ha levantado suspicacias.

 El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski durante la III Cumbre de la Comunidad Política Europea, en Granada.

 "Ampliación significa que los países candidatos tienen reformas que adoptar, saben lo que necesitan hacer", indicó Charles Michel, quien instó a los 27 a pergeñar su nueva "agenda estratégica", las consecuencias económicas y las "prioridades políticas".

 La adhesión de Ucrania a la UE, ¿una salida a la guerra?

Y entre estas prioridades políticas está la apertura de las puertas de la UE a Ucrania, única salida que ven algunos de los miembros de la Unión a la guerra. La incorporación a la familia europea por parte de Kiev también puede acallar otra de sus aspiraciones occidentalistas, la entrada en la OTAN. Este paso, inicialmente demandado por Ucrania, es más difícil de negociar en medio de una contienda y con la perspectiva de que la crisis con Rusia se enquiste aunque se alcance un alto el fuego, como lo ocurrido durante 35 años con el conflicto de Nagorno Karabaj.

 La entrada de Ucrania en la UE podría incluso suavizar el impacto de la eventual pérdida de parte de su territorio como sacrificio geopolítico inevitable ante las demandas de Moscú de un cortafuegos entre la Federación Rusia y la OTAN-UE. Los países de la UE subrayaron en Granada la necesidad de que Rusia devuelva los territorios ocupados, pero la marcha de la guerra no está ayudando en ese sentido y todas las posibilidades quedan abiertas.

 La ampliación de la UE, una necesidad geopolítica

La apertura de la UE a los países aspirantes de los Balcanes y el este de Europa es "una necesidad geopolítica", reiteró en Granada el primer ministro finlandés, Petteri Orpo, quien adelantó que la Comisión Europea está preparando un informe especial para principios de noviembre a fin de comenzar a trazar la hoja de ruta de la ampliación.

 Con esa opinión, la necesidad geopolítica de la ampliación, coincidió el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, quien reconoció además que "la guerra de Ucrania ha dado un nuevo impulso a la ampliación".

 La incorporación de países en los Balcanes orientales remacha la fuerza geográfica de la Unión Europea, pero es el anuncio de la adhesión de Ucrania, un Estado que ha desafiado a Moscú, el golpe de efecto que necesitaba la UE para consolidar su capacidad estratégica en Eurasia.

 Manifestantes del las organizaciones integrantes de la llamada 'Cumbre Social de Granada' contra las políticas de la Unión Europea.

 En estos momentos hay negociaciones de incorporación a la UE con Albania, Macedonia del Norte, Montenegro, Serbia y, aunque congeladas, con Turquía. Se está examinando abrir esa negociación con Moldavia, Bosnia y Herzegovina, y la propia Ucrania. Georgia, en el Cáucaso, y también Kosovo han solicitado ese estatus de candidatos, aunque la soberanía de este último territorio no es reconocida por varios países de la UE, España entre ellos.

 Recelos ante el favoritismo de Bruselas con Kiev

La eventual adhesión de Ucrania está levantando muchas espinas entre algunos de los socios de la Unión, que no se dejan llevar por la publicidad de Bruselas ni por los mensajes de optimismo desmesurado entre algunos de los 27 para ampliar la UE de nuevo hasta el patio delantero de Rusia.

 Si se quiere acelerar la incorporación de Ucrania a la UE habrá que saltarse muchos de los criterios del proceso de adhesión. Países como Hungría o Polonia verán justificados sus recelos si Ucrania pasa la prueba con ayuda y eludiendo los exámenes.

 Aunque son muchos los avances conseguidos en los últimos tiempos por Ucrania para adecuarse a las normas comunitarias, aún hay carencias muy agudas en los ámbitos de la gobernabilidad, las instituciones públicas, el poder judicial, el sistema de partidos, la protección de minorías y sus lenguas, por no hablar de la corrupción. Por eso la fecha de 2030 sonaba demasiado cercana para la ampliación a Ucrania.

 Tampoco hay garantías sobre la preservación de su integridad territorial, dado que casi un 18% de su territorio ha sido anexionado por Rusia y no se sabe a ciencia cierta cuánto podrá ser recuperado por las armas o mediante la negociación.

 El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, reclamó en Granada que se evalúen las "consecuencias estratégicas" de la incorporación a la UE de nuevos países. "No los hemos hecho", lamentó el político conservador. Se pretende dar pasos que cambiarán la faz de la Unión Europea y el peso y orientación de la UE en el mundo, sin analizar cuánto costará esa metamorfosis.

 Ucrania sigue siendo un país en guerra

Ucrania, explicó Orbán, es un país en guerra, con unas fronteras borradas en el este y sur por la invasión y ocupación rusas. Por ello, el primer ministro húngaro exigió un amplio debate europeo antes de que se produzca la ampliación.

 Un examen que deberá ser también económico, agregó, sobre el impacto que la adhesión de Ucrania tendrá sobre las ayudas agrícolas y los fondos de cohesión. Muchos de los países que ahora reciben estas ayudas y otros subsidios se verán desprovistos de ellos. Su nuevo destino será la voraz economía ucraniana, muy necesitada de reformas.

 La entrada de Ucrania en la UE significaría de momento la pérdida del 20% de las ayudas agrícolas para los países que ahora las perciben. Así lo señala un informe del propio Consejo Europeo citado por el diario Financial Times esta semana, que también estima en 186.000 millones de euros el monto que recibiría Ucrania de las arcas comunitarias en los primeros siete años tras su entrada en la UE.

 El cargo por añadir los nueve aspirantes principales al presupuesto actual de la UE rondaría los 256.800 millones de euros.

 "Todos los países miembros tendrán que pagar más y recibir menos del presupuesto de la UE. Muchos estados miembros que son perceptores netos se convertirán en contribuyentes", agrega el informe.

 La financiación de la ampliación "va a ser complicada y difícil", reconoció el presidente del Consejo Europeo al concluir la cumbre de Granada.

 En estas circunstancias, la UE no podrá eludir una reforma total de sus presupuestos y de sus políticas económicas. Por mucho que se apueste por una estrategia de seguridad distinta a la que actualmente rige en Europa, si la economía no hace arrancar ese motor, el fracaso sería inevitable.

 Sin pretenderlo, los ucranianos podrían ser los causantes de la refundación de la UE…

https://www.publico.es/internacional/adhesion-ucrania-ue-opta-europa-geoestrategica-frente-europa-economica.html#md=modulo-


La Comunidad Política Europea queda herida de muerte en Granada

https://www.publico.es/internacional/comunidad-politica-europea-queda-herida-muerte-granada.html#analytics-noticia:relacionada

 Y ver 

https://www.publico.es/internacional/ucrania-resucita-esperanzas-entrada-ue-balcanes-olvidados-frustrados.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t4;mm=mobile-big


miércoles, 4 de octubre de 2023

Entre la derrota y la escalada .

 Entre la derrota y la escalada

 Rafael Poch de Feliu

 

02/10/2023  


Un año después del atentado del Nord Stream, la unidad del bloque occidental es mucho menos firme de lo que se pretende.

Las guerras están expuestas a todo tipo de vuelcos inesperados, pero en su actual fase la derrota militar de Ucrania es cada vez más clara. Como lo es la respuesta de los patrocinadores occidentales de Kiev: suministrar misiles de largo alcance, capaces de golpear en Crimea y que ponen a tiro las ciudades rusas.

Hoy se cumple un año del atentado que voló el gasoducto Nord Stream en el Báltico. Con la distancia de un año, el hecho de que Estados Unidos atentara contra un interés estratégico de Alemania, su principal aliado en Europa, sigue pareciendo uno de los datos centrales del conflicto de Ucrania. Aunque la procesión vaya por dentro, aquel atentado ha tenido un efecto demoledor sobre el liderazgo de Estados Unidos en Europa Occidental. Dañó gravemente la economía alemana y dijo mucho sobre la fragilidad de la cohesión interna de la OTAN; sobre hasta qué punto la organización militar liderada por Estados Unidos en el continente manda sobre la Unión Europea, su subordinado brazo político. La omertá sobre aquel hecho de los propios afectados, sobre todo de los humillados políticos alemanes, así como la colaboración de sus servicios secretos y sus medios de comunicación en las burdas y diversas cortinas de humo lanzadas por la CIA, para disimular y despistar la simple realidad sobre la autoría de todo aquello también contribuyen muy bien a dibujar el panorama que tenemos delante.

Ese panorama viene determinado y dominado por las elecciones presidenciales del año que viene en Estados Unidos. Ese país es la única potencia capaz de forzar la paz, pero todos los ingredientes y circunstancias que rodean a esas elecciones apuntan más bien hacia una dinámica de guerra; es decir, hacia la escalada en el conflicto abierto en Ucrania y la profundización del conflicto latente en Asia oriental. Veamos.

Al frente de la pirámide tenemos a un presidente senil, Joe Biden, sobre el que los medios habrían escenificado la gran juerga si fuera un jefe de Estado ruso o chino. En caso de incapacidad, Biden tiene a su lado a una vicepresidenta, Kamala Harris, que brilla por su incompetencia. En la segunda línea, un trío de descerebrados con nivel de becarios al frente del dossier ucraniano: el secretario de Estado Blinken, el consejero de Seguridad Nacional Sullivan y la subsecretaria de Estado Nuland. Este defectuoso personal está, a su vez, enfrascado en la más dura y espectacular pelea interna del establishment de Washington desde la guerra civil, que incluye cruce de acciones judiciales encaminadas a meter en la cárcel al candidato adversario. Ambos bandos se han criminalizado mutuamente y están firmemente convencidos de que si pierden las elecciones serán juzgados, así que no pueden perderlas. Sumada a la posibilidad de una recesión, esa presión podría convertir el escenario de una guerra abierta con Rusia en el gran recurso de supervivencia para la administración Biden.

El periodista trumpista Tucker Carlson, al que la crisis del establishment ha convertido en popular disidente descarriado, resume la situación así: “Ya hemos perdido el control del mundo, ahora vamos a perder el control y el dominio mundial del dólar, y cuando eso ocurra tendremos pobreza a nivel de la Gran Depresión. Ya estamos en guerra con Rusia, financiamos y armamos a sus enemigos, pero podemos ir a una guerra directa, podríamos hacer un ‘Golfo de Tonkin’ en Polonia (el falso incidente fabricado para justificar la intervención en Vietnam) y decir ‘lo hicieron los rusos’”.

En el campo de batalla, las cosas no pueden ir peor para Ucrania. El milagro voluntarista de una contraofensiva en condiciones de inferioridad numérica, artillera y aérea no ha funcionado, tal como pronosticaban los expertos rusos, con la mayor seriedad y sin jactancia alguna, desde antes del verano. Las Wunderwaffen occidentales que tanto costó suministrar son mostradas ardiendo cada noche en los telediarios rusos (los soldados reciben cuantiosas primas por destruir los blindados Bradley, Stryker, Leopard, Challenger AMX-10 y demás). Lo más terrible que ha ocurrido ha sido una espantosa e irreparable carnicería que parece imposibilitar, por falta de personal, una nueva ofensiva ucraniana en primavera (mientras que el ejército ruso dispone de una reserva de 300.000 hombres que aún no han actuado) y más bien anuncia el hundimiento militar ucraniano. Eso hace cada vez más probable algún tipo de golpe militar en Kiev que aparte a Zelenski y los suyos del poder, imponga el realismo y acepte cuantiosas pérdidas territoriales que podrían haberse evitado en diciembre de 2021 si hubiera habido otra actitud.

A principios de septiembre, las fuentes más fiables estimaban entre 240.000 y 400.000 las bajas ucranianas en lo que llevamos de conflicto, y que estas triplican las rusas (80.000 muertos a mediados de septiembre según la BBC). Esta incierta estimación general ha encontrado su concreta confirmación de carácter local en las declaraciones del jefe de reclutamiento de la región ucraniana de Poltava, Vitali Berezhni: “De cada cien personas movilizadas el pasado otoño, quedan entre diez y veinte, el resto están muertos, heridos o incapacitados”. En Poltava el plan de reclutamiento solo se ha cumplido en un 13%, ha dicho el funcionario, mientras que su homólogo en Lvov reconoció en agosto que solo uno de cada cinco llamados acude a filas.

El escaqueo es generalizado. La guardia fronteriza ucraniana dice haber evitado la huida del país de más de 20.000 reclutas, la demanda del Gobierno de Kiev para que se deporte a los más de 650.000 ucranianos en edad militar registrados en la UE como refugiados es de difícil aplicación. En las misiones diplomáticas de Ucrania en el extranjero, entre el 40% y el 60% de los empleados no han regresado al país al concluir su estancia. De los veinte que debían regresar de la embajada en Estados Unidos el año pasado, solo ha vuelto uno y en algunas embajadas simplemente no regresa nadie. Esta realidad de carnicería y escaqueo aparece de vez en cuando en la prensa inglesa desde hace un año, pero en la prensa de la UE y en la nacional sigue siendo rara, pese a que es clave para definir la situación.

En este contexto suben de tono las exigencias y recriminaciones de las autoridades ucranianas hacia los amigos europeos. El cansancio hacia el pozo –sin fondo ni resultados– del esfuerzo financiero y militar europeo ha aparecido en la campaña electoral polaca, aderezado por el desacuerdo alrededor de la exportación de grano ucraniano a Europa. El presidente Duda ha comparado a Ucrania con un hombre que se ahoga y puede arrastrar al fondo a quien intente salvarlo. El primer ministro, Mateusz Morawiecki, ha dicho que dejarán de enviar armas a Ucrania y que las que compren nuevas serán para armarse ellos. Un portavoz gubernamental de Varsovia anuncia que el año que viene no se prorrogará el apoyo a los refugiados, que incluye “la exención del registro de residencia y el permiso de trabajo, el acceso gratuito a la educación y la atención médica y familiar”.

Hasta la fecha los ucranianos refugiados en Europa occidental “se han comportado bien” y están “muy agradecidos” a quienes les han acogido, no olvidarán esa generosidad, ha dicho Zelenski en una entrevista con The Economist, pero “no sería una buena cosa para Europa si esa gente fuera arrinconada”, añade en lo que parece una amenaza velada de desestabilización.

Con el ejército ucraniano agotando sus reservas y el flujo de armas y municiones occidental menguando, la solución ha sido dar un nuevo paso en el juego de riesgos: suministrar misiles de largo alcance británicos, franceses y americanos (los alemanes aún se lo piensan) capaces de alcanzar ciudades rusas. Los ataques con esos misiles a Crimea han sido posibles gracias a la información y tecnología de localización e inteligencia americana y británica. Todo eso son incentivos para que Rusia amplíe su ocupación territorial al resto de la costa ucraniana del Mar Negro, llegando hasta Odesa y la frontera rumana, e incluso para responder con ataques a objetivos de la OTAN, para lo que Moscú parece tener sobrada capacidad misilística. Citando fuentes de los servicios secretos estadounidenses, el periodista Seymour Hersh aventura que atacar objetivos de la OTAN era lo que pregonaba el sublevado jefe de Wagner, Evgeni Prigozhin, y que por eso fue eliminado. Quién sabe, pero la prudencia del Kremlin está, en cualquier caso, siendo sometida a una prueba de riesgo que no cesa de incrementarse.

Los responsables occidentales siguen empeñados en demostrar la narrativa rusa sobre la guerra de Ucrania. El 7 de septiembre, ante el Parlamento Europeo, el elocuente secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que “Putin fue a la guerra para impedir más OTAN cerca de sus fronteras”, y que si la OTAN y Estados Unidos hubieran aceptado las condiciones que el Kremlin formuló en diciembre de 2021, no habría habido invasión de Ucrania.

Stoltenberg también ha vuelto a reafirmar lo que el jefe del Stratcom (Comando Estratégico) de Estados Unidos, Charles Richard, ya dijo en noviembre de 2022 sobre la guerra de Ucrania como “precalentamiento” para la guerra contra China. Si Ucrania tiene éxito, eso permitirá a Estados Unidos concentrarse en China, ha dicho Stoltenberg este mes. “Si Estados Unidos está preocupado por China, es necesario que Ucrania gane. Si Kiev gana, tendremos el segundo mayor ejército de Europa y será más fácil concentrarse en China y menos en la situación en Europa”. Sea como sea, la situación en Asia Oriental es inequívoca.

Japón ha doblado su gasto militar y ha relegado el antibelicista artículo noveno de su constitución a un segundo plano. Oriundo de una familia de Hiroshima, aunque nacido en Tokio, y con familiares muertos por la bomba atómica, el primer ministro, Fumio Kishida, celebró en mayo obscenamente en esa ciudad el último cónclave guerrero del G-7 sin la menor alusión a quién fue el que lanzó la bomba. En Corea del Sur, el presidente ultra, Yoon Suk-yeol, también es un acérrimo militarista que quiere armas nucleares americanas desplegadas en su territorio (hasta ahora se sospechaba de su existencia únicamente “en almacén”) y recibe a toda una flotilla con portaaviones nucleares en sus aguas. Corea del Norte continúa con sus periódicos lanzamientos demostrativos de misiles y alcanza nuevos acuerdos militares con Moscú. En Filipinas, Estados Unidos establece cuatro nuevas bases militares y Australia se gasta miles de millones en nuevos submarinos nucleares contra China. Hasta Nueva Zelanda ha sido incapaz de resistirse y anuncia incrementos en sus presupuestos militares. El ex primer ministro australiano Paul Keating ha resumido así el panorama: “Los europeos han estado luchando entre sí la mayor parte de los últimos trescientos años, incluidas dos guerras mundiales en el último siglo. Exportar ese maligno veneno a Asia equivale a dar la bienvenida a esa plaga”. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, “es un tonto del todo que se comporta como un agente americano en lugar de actuar como líder y portavoz de la seguridad europea”, ha dicho Keating.

Fuente: https://ctxt.es/es/20230901/Firmas/44159/rafael-poch-imperios-combatientes-rusia-ucrania-otan-nord-stream-bloque-occidental-biden-zelenski-desercion-muertes.htm#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mob

lunes, 2 de octubre de 2023

Sahel, la contraofensiva imperial

 Sahel, la contraofensiva imperial

 

Por Guadi Calvo



Fuentes: Rebelión [Imagen: Minas de uranio en Níger. Crédito: Le Monde]


Dada la crítica posición en la que quedó Francia en el Sahel, y junto a ella las potencias occidentales con intereses en esa región tras los sucesivos golpes de Estado que se produjeron a partir del 2020 en Burkina Faso, Guinea Conakri, Mali y Níger, la situación exigía una respuesta rápida, no solo para evitar la consolidación de esos movimientos de características revolucionarias, sino también para impedir la propagación de procesos similares en otras naciones del continente.

Asimilado golpe y superado el desconcierto, es  difícil comprender, dado lo permeados que estaban esos gobiernos por la inteligencia y la política francesas, semejante fallo al no detectar la voluntad de los jóvenes oficiales que se levantaron en cuatro países diferentes por los mismos motivos.

Francia tiene ya una larga experiencia en intervenir en las antiguas colonias, y para no fallar, en 1958, activó, un sofisticado sistema -creado por Jacques Foccart, (1913-1997) asesor de varios presidentes franceses en temas africanos-  que se conoció como domaine réservé (dominio reservado) con el que controló las políticas económicas y militares de lo que se conoce hasta hoy peyorativamente, con el nombre de la Françafrique.

Foccart, al amparo del presidente, Chales De Gaulle, también creó en 1960 el Gaullist Service d’Action Civique o SAC (Grupo de Acción Cívica), una estructura paramilitar que inicialmente operó durante la guerra de liberación argelina y más tarde extendió sus acciones al resto del África francesa, donde fue responsable de múltiples asesinatos de dirigentes y militantes de movimientos de liberación y activo promotor y organizador de innumerables golpes de Estado.

De este plan de dominación participaron presidentes, empresariado y el servicio secreto francés- Y en lo formal funcionaba fuera de los radares del Parlamento. El sistema facilitó las condiciones para establecer un sistema de corrupción que penetró en todas las estructuras gubernamentales en los gobiernos de las antiguas colonias, además de posibilitar más de un centenar de intervenciones militares en las excolonias, sólo entre 1960 y 1990.

Los métodos de la domaine réservé, con algunas variaciones, a lo largo de su historia han seguido funcionando y por estos días están muy activos, como simplemente se puede confirmar en cualquier medio de comunicación.

En estas últimas semanas, casi al unísono, en las cuatro naciones sahelianas señaladas estallaron diversos conflictos: en Burkina Faso repentinas manifestaciones contra el Gobierno del presidente Ibrahim Traore, al tiempo que se produjo la detención de un grupo de militares que confabularon en un intento contrarrevolucionario, además de un extraño episodio fronterizo con dos gendarmes marfileños. En Guinea, al cumplirse dos años de la instauración del Gobierno del Comité Nacional de Reconciliación y Desarrollo (CNRD), presidido por el coronel Mamady Doumbouya tras derrocar Alpha Condé en septiembre de 2021, un colectivo de partidos políticos bajo el nombre de Fuerzas Vivas de Guinea (FVG), en la capital del país, Conakri, produjo una serie de manifestaciones donde la represión dejó al menos cuatro muertos. En Malí el Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimīn (Grupo de apoyo para el islam y los musulmanes), la filial en la región de al-Qaeda, incrementó las sus acciones en el centro norte del país, con el suficiente poder de fuego para mantener desde hace dos semanas un cerco a la ciudad de Tombuctú, de casi 60.000 mil habitantes. Al accionar de los terroristas se  suma la ruptura de varios grupos tuaregs con la junta gubernamental de Bamako, dos factores que han puesto contra las cuerdas al Gobierno del coronel Assimi Goitia.

En el caso de Níger, el último de los países incorporado a la liga saheliana antifrancesa, se conoció el anuncio de París, después de dos meses de resistencia, del retiro de su embajador en Niamey, Sylvain Itté, y que comenzará el repliegue de los 1.500 efectivos que mantenía Níger, un descarte de la fracasada Operación Barkhane expulsada de Mali hace más de un año. La actual situación abre un panorama inédito en las relaciones entre Francia y Níger, donde la antigua metrópoli mantiene importantes inversiones en minería vitales para los europeos.

Estados Unidos también en un primer momento “amenazó” con retirar a sus efectivos, unos 1.000 que mantiene en tres bases, si el Gobierno del Consejo Nacional para la Salvaguardia de la Patria, presidido por el general Abdourrahmane Tchiani, no repone en su cargo al presidente Mohamed Bazoum derrocado el pasado 26 de julio, aunque la visita de Victoria Nulan, subsecretaria de Estado interina, a Niamey, habría logrado extender la permanencia.

En estos momentos de altísima turbulencia que se vive en el Sahel y otras áreas como Etiopía, Libia, República Democrática del Congo, Somalia y Sudán, entre otros escenarios de menor volatilidad, no puede pasar desapercibida la primera visita oficial del nada menos que Secretario de Defensa norteamericano, Lloyd J. Austin III.

En su gira, que lo llevó desde el Cuerno de África (Djibouti, Somalia y Kenia) hasta Angola, el jefe del Pentágono dejó bien claro que su principal objetivo es contrarrestar en el continente la presencia rusa como gran proveedor de armamento y entrenamiento militar a los ejércitos de la región y pretende obviamente sustituirlos por producción norteamericana.

Además Austin III, sin ambages, se metió en la política interna del continente definiendo, sin nombrarlas, a las juntas militares de la alianza saheliana como “autócratas a los que se les venden (Rusia) armas baratas los mismos que privan de cereales a los hambrientos de todo el mundo”. Para redondear su sentencia, describió a los nuevos gobiernos como quienes “anulan la voluntad del pueblo y anteponen sus propias ambiciones al Estado de derecho y la seguridad, matando a la democracia”.

Una avanzada en desarrollo

Respecto a Burkina Faso, más allá del continuo ataque de las khatibas integristas que desde 2017 no han hecho más que ir en aumento –a pesar de la presencia de los militares franceses de la Operación Sabre, expulsada también después de la llegada de los revolucionarios- no deja de ser sugestivo el episodio del 19 de septiembre en la aldea de Kwame Yar (Burkina Faso), donde fueron detectados y apresados dos gendarmes marfileños destinados al escuadrón Bouna, en el noreste de Costa de Marfil, los cuales, según Abiyán, habían cruzado la frontera “sin darse cuenta” mientras perseguían a mineros ilegales. Un incidente aparentemente frecuente en esa área, donde la demarcación entre ambos países es difusa.

Los gendarmes marfileños, de los que no se conoce su filiación, tras ser detenidos, fueron trasladados a la capital de Burkina, Uagadugú, donde se los investiga. Ya se había producido un episodio similar en marzo último con cuatro policías de Costa de Marfil en la misma área, aunque en esa oportunidad fueron liberados de inmediato.

No es posible ignorar que más allá de este incidente, casi menor, desde el golpe en Níger Uagadugú se ha convertido en un importante aliado de Niamey, mientras que el país marfileño ha sido uno de los grandes impulsores, junto a Nigeria, para realizar una operación militar que restituya al expresidente nigerino Mohamed Bazoum, lo que ha pretendido la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO), una organización articulada en las sombras por Francia y Estados Unidos.

Respecto a la detención de cuatro oficiales del ejército burkinés el pasado miércoles 27, en un comunicado leído en la televisión estatal la junta informó de que “un intento de golpe probado fue frustrado el 26 de septiembre de 2023 por los servicios de inteligencia y seguridad de Burkina Faso”. Si bien no hubo más detalles, se sabe que ya han sido individualizadas otras dos personas que se encuentran prófugas y se sigue investigando para llegar al núcleo del complot cuando justamente el 30 de septiembre se cumple un año del golpe. Ya en diciembre del año pasado se había registrado un hecho similar sin mayores consecuencias.

En Mali la situación se concentra, más allá de las operaciones terroristas, en la reciente retirada del Marco Estratégico Permanente (CSP), una coalición de grupos de los movimientos tuaregs con las tropas regulares de Bamako, que servían de contención a los wahabitas y ahora con el argumento de reivindicación de la autonomía de Azawad, la mítica patria tuareg, a mediados de septiembre comenzaron a operar contra diferentes bases de las Fuerzas Armadas de Malí (FAMa). El día 18 habrían arrebatado al ejército el campamento de la ciudad de Léré, y el día anterior el mismo grupo atacó el cuartel general de las FAMa en Niafunké, próxima a la ciudad de Tombuctú, acosada por muyahidines del Grupo de apoyo al islam y los musulmanes. (Ver: Mali, la caja de herramientas francesa)

Mientras, el ejército nigerino continúa profundizando su proceso, que más allá de la expulsión del embajador y las tropas, ha decretado un incremento sustancial a los precios de la explotación de su uranio y otros minerales, quizás el punto más sensible de Francia para haber puesto en marcha la contraofensiva con la que intentará,  a precio de grandes cuotas de sangre, no perder sus privilegios en el Sahel. El cambio de opinión de Macron respecto al retiro del embajador y sus tropas, lo habría precipitado el viaje de Nuland, quien podría haber negociado con el general Tchiani la permanencia de sus efectivos a cambio de la salida de los franceses, una muestra más de la ominosa subordinación de París a Washington.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

https://rebelion.org/sahel-la-contraofensiva-imperial/



sábado, 30 de septiembre de 2023

Guerra y propaganda.

 

Desinformación, propaganda y la voluntad de informar

  @NSANZO

 

29/09/2023  

 

La verificación de la información es, sin necesidad de crear categorías profesionales imaginarias como los fact-checkers, una característica fundamental de cualquier trabajo que aspire a calificarse como periodístico. La guerra supone todo tipo de dificultades para las y los profesionales del periodismo. El peligro que implica la cercanía al frente, la niebla de la guerra, las informaciones que, pese a ser ciertas en el momento de su publicación, dejan de serlo minutos después al precipitarse los acontecimientos, la dificultad para encontrar fuentes fiables y, sobre todo, la abundancia de desinformación de las partes en conflicto y sus aliados externos son solo algunos de los aspectos que dificultan la tarea periodística sobre el terreno. Esa dificultad puede extenderse también al análisis que se realiza desde la seguridad de países lejanos, donde dejan de ser factor relevante el peligro del frente y las exigencias de censura o autocensura de las partes. Sin embargo, la mayor dificultad para ofrecer a la audiencia una información o análisis riguroso sobre un conflicto bélico es la falta de voluntad para intentarlo.

 

La cobertura informativa de la actual guerra rusoucraniana, de la misma forma que la guerra de Donbass en años anteriores, ha mostrado que la voluntad informativa queda supeditada siempre a los intereses políticos y comunicativos del bando defendido. La autocensura ha sido una gran parte de la forma en que grandes y pequeños medios han cubierto durante años la información política y militar relacionada con el conflicto ucraniano. Ocultar los hechos para evitar dar una mala imagen del proxy de Kiev ha sido la norma a lo largo de la guerra, ya fuera para borrar de la memoria colectiva el enaltecimiento de personas y grupos que lucharon contra la Unión Soviética de la mano de la Alemania nazi, olvidar que las autoridades ucranianas nunca tuvieron intención de investigar el asesinato masivo de Odessa o que fue Ucrania y no Rusia quien comenzó la guerra en el lejano abril de 2014 con el decreto de inicio de la operación antitterrorista. Solo así puede asumirse, como está haciéndose de forma generalizada en Occidente, que lo ocurrido en Canadá con el homenaje a un veterano de las SS fue un error puntual, que la cantidad de símbolos de extrema derecha en las imágenes de las Fuerzas Armadas de Ucrania son una anécdota o que hay una unidad del pueblo ucraniano que incluye a todo el territorio contra las fuerzas rusas.

 

A lo largo de la última década, la labor de la prensa, de la que se han desmarcado un más que limitado número de profesionales, generalmente en momentos concretos, ha sido colaborar en la presentación de Ucrania como un país democrático con aspiraciones euroatlánticas. Evidentemente, Ucrania se ha beneficiado de la solidaridad causada por el ataque ruso del 24 de febrero de 2022, pero la justificación de sus actos en nombre del objetivo común precede a la intervención militar. En el tiempo transcurrido entre el irregular cambio de gobierno de febrero de 2014 y el reconocimiento ruso de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk el 22 de febrero de 2022, la prensa ha colaborado activamente con las autoridades políticas en la justificación del golpe de estado, la manipulación de lo ocurrido en Maidan en febrero de ese año, el inicio de la operación antiterrorista, el uso de la extrema derecha para amenazar y hostigar a la oposición prorrusa, la nula investigación de la masacre de Odessa, el impago de pensiones y prestaciones sociales en Donbass, el incumplimiento activo de los términos de los acuerdos de Minsk, el enaltecimiento de personas y grupos colaboracionistas nazis durante la Segunda Guerra Mundial o la prohibición de medios de comunicación o partidos opositores. Todo ha quedado justificado en nombre de los valores europeos, la lucha contra Rusia o el conflicto entre democracia y autoritarismo. En estos años, y quizá en cierto sentido aún actualmente, la única excepción ha sido la cuestión de la corrupción, eso sí, generalmente utilizada para justificar la creación de organismos formalmente anticorrupción que, en realidad, formaban parte de toda una estructura de control externo público-privado con el que avanzar en el objetivo principal.

 

La actual guerra ha dado a Ucrania una incluso mayor facilidad para colocar su narrativa como única e indiscutible, en esta ocasión, no solo en la prensa nacional o regional, sino en las grandes portadas y las secciones de opinión de los medios más importantes del mundo occidental. Consciente de la importancia de presentarse, a la vez, como víctima inocente de un ataque no provocado y ejército cuya victoria segura depende únicamente de que sea bien armado y financiado por el mundo libre, Ucrania ha hecho del frente informativo uno tan importante como el militar. “Ucrania ha utilizado hábilmente el desvío de atención”, afirma un artículo publicado por The New York Times esta semana en el que intenta defender su política hacia las declaraciones rusas y ucranianas ante lo que parece un nuevo ejemplo de desinformación por parte de Kiev.

 

El medio defiende el uso de los intentos de desviar la atención para amagar, por ejemplo, con un ataque en Jersón -que terminó con centenares de soldados ucranianos heridos en los hospitales de Nikolaev- para dar la sorpresa y ejecutar la ofensiva real en la región de Járkov. Sin embargo, The New York Times pone al mismo nivel la forma en la que Ucrania desvió la atención, por no decir que mintió abiertamente, en el momento en el que anunció la muerte heroica de los soldados que habían rechazado rendirse ante las tropas rusas en la isla de las Serpientes en las primeras horas del ataque ruso. Los marineros retaron a las tropas rusas tal y como afirmó entonces Zelensky, aunque se rindieron segundos después y fueron tomados prisioneros, trasladados a Crimea y posteriormente intercambiados como prisioneros de guerra. Para entonces, la heroica hazaña imaginaria de los marineros ucranianos era ya leyenda, había sido contada por los grandes medios y abiertamente justificada ante la necesidad de elevar la moral del país y de sus tropas.

 

La necesidad de crear una victoria exagerada es también la razón por la que The New York Times ha creído ver la necesidad de escribir un artículo para justificar su política de fuentes, que es similar a la de otros grandes medios occidentales y puede resumirse en publicar cualquier alegación de Kiev como hecho que no precisa de verificación y asumir que cualquier declaración de Moscú es desinformación, propaganda o intento de confundir a la población.

 

El lunes, utilizando misiles Storm Shadow británicos, las Fuerzas Armadas de Ucrania alcanzaron a plena luz del día uno de los cuarteles generales de la flota rusa del mar Negro en la ciudad de Sebastopol en el que posiblemente fuera el ataque más espectacular realizado en la ciudad hasta ahora. Las imágenes del humo negro sobre el edificio blanco, donde el trabajo más relevante posiblemente haya sido evacuado a lugar seguro hace mucho tiempo, era una victoria lo suficientemente mediática para que Ucrania la utilizara como argumento para lograr más misiles de largo alcance de sus socios. Sin embargo, un parte de guerra que no acarrea más que daños materiales y carece de bajas de personal es una victoria menor y Ucrania quiso maquillar los hechos, como ha sido su modus operandi desde 2014, con una alegación de grandes bajas. El Comando de Fuerzas Especiales de Ucrania, es decir, la inteligencia militar, afirmó haber liquidado a 34 oficiales de la flota del mar Negro, entre ellos su comandante, Viktor Sokolov. Toda la prensa, incluido The New York Times, dio por buena la noticia y la publicó sin matices, sin querer caer en la cuenta de que toda información presentada por los servicios de inteligencia es, por definición, propaganda de uno de los bandos en conflicto. En la actual guerra, esa máxima es aplicada únicamente a Rusia.

 

Como recordaba el reportero de The Wall Street Journal Yaroslav Trofimov, hace unos meses, las fuentes rusas -aunque no Rusia de forma oficial como sugiere el periodista- difundieron rumores sobre el estado de salud de Zaluzhny, supuestamente herido o incluso muerto, en un ataque. Semanas después, la rutina se repitió con Kirilo Budanov, jefe de la inteligencia militar ucraniana. Ambos reaparecieron un tiempo después poniendo fin a los rumores. En ese tiempo, a diferencia del caso de Sokolov, ningún gran medio dio credibilidad a la noticia. En esta ocasión, sin embargo, el problema no ha sido la voluntad de los medios de comunicación de publicar cualquier alegación -verdadera o falsa- de la inteligencia civil o militar de Ucrania como hecho que no precisa de verificación ni matización, sino la rapidez con la que su información ha sido refutada. “Hasta ahora, Ucrania había tenido un récord más sobrio”, afirma Trofimov, que parece haber olvidado los centenares de terroristas que Ucrania decía liquidar a diario en 2014 o las veces en las que los ataques ucranianos acabaron con Motorola o Givi antes de que fueran asesinados -muy probablemente por el programa de asesinatos del SBU- y entonces fueran declarados víctimas de las luchas internas de los territorios ocupados. Por no hablar de los actuales partes de guerra, con unas cifras de bajas increíbles incluso para quienes las publican como hecho. “Pocos analistas creen en los optimistas cálculos diarios de bajas rusas dadas por los militares ucranianos y que se cuentan en centenares, aunque son reportados ampliamente en la prensa ucraniana”, admite The New York Times, que como el resto de la prensa se basa también en esos informes que reconoce que carecen de credibilidad para presentar una imagen de debilidad de las tropas rusas.

 

Horas después de la alegación ucraniana, presentada como noticia por toda la prensa, Dmitry Peskov rechazó responder a la pregunta de cuál era el estatus de Sokolov, algo que los medios entendieron como una confirmación de los hechos sin caer en la cuenta de que gran parte del trabajo del portavoz del Kremlin es precisamente no saber nada. Al día siguiente, Sokolov aparecía en la videoconferencia con el Ministro de Defensa Sergey Shoigu, aunque sin que se realizara un comunicado oficial. En lugar de un desmentido, Rusia ofrecía una imagen sobre el estatus del comandante de la flota del mar Negro, con lo que comprometía la situación de los medios de comunicación que habían dado por hecha la noticia. Pese a tratarse de una rutina habitual -la propaganda es una realidad de la guerra y Ucrania tiene casi diez años de experiencia en ella-, la prensa continúa sorprendiéndose en cada ocasión que Kiev le obliga a justificar haber publicado una noticia presumiblemente falsa a causa de esa excesiva voluntad de admitir como verdad absoluta cualquier comunicación procedente del proxy ucraniano. Cuando horas después de las primeras imágenes, Sokolov emergió en una entrevista afirmando que la flota del mar Negro continúa realizando sus labores asignadas y añadiendo que “la vida sigue”, los medios no tuvieron más opción que revisar su cobertura del episodio, aunque no para comprender que confiar ciegamente en una fuente oficial de un país en guerra no es lo más recomendable en términos periodísticos, sino para acusar a Rusia de desinformación.

 

“Ahora, Ucrania y Rusia están ofreciendo narrativas contradictorias sobre si un oficial naval de alto rango ruso, el comandante de la flota del mar Negro, está vivo o muerto”, afirma el medio sobre la base de alegaciones ucranianas e imágenes rusas. “Ucrania ha afirmado estar clarificando si murió, lo que deja abierta la cuestión de por qué los militares parecían estar tan seguros el día anterior”, añade el artículo, que parece no querer comprender la sencillez de la respuesta a su pregunta: era propaganda, por lo que su importancia no recaía en la veracidad de los hechos sino en su capacidad de lograr que fuera difundida en los medios.

 

Pese a todo, la base del argumento de The New York Times es la idea de que “lo que está claro es que el desvío de atención, desinformación y propaganda son armas regularmente desplegadas en la guerra de Rusia en Ucrania para mejorar la moral en casa, desmoralizar al enemigo o dirigir a sus oponentes de una trampa”. Que esa oración describe perfectamente la actuación de Ucrania desde el inicio de la operación antiterrorista no pasa por la cabeza de los reporteros, que a juzgar por su argumentación seguirán dando más credibilidad a cualquier afirmación ucraniana que a una prueba rusa.

 

La voluntad de proteger a Ucrania de la realidad no se limita únicamente a no hacer preguntas incómodas sobre el nivel de bajas o los daños que está sufriendo el país, sino que se extiende también a aceptar como verdadera cualquier alegación e instalar como única realidad posible el bien cocinado relato ucraniano. “A menudo es difícil saber cuándo los informes son falsos o por qué pueden haber sido diseminados”, se queja el medio solo en referencia a aquello que procede de Moscú. En el caso de Ucrania, la duda simplemente no existe. Sin voluntad de verificación y sin admitir que la comunicación de uno de los bandos en conflicto pueda contener enormes dosis de propaganda, no puede haber información mínimamente objetiva sino la reproducción de la narrativa del bando escogido como propio. La verdad es víctima en cada guerra y no puede dejar de serlo si los profesionales de la información, en completa dejación de sus funciones, han decidido colocarse una venda que impide ver incluso las falsedades más flagrantes de los propagandistas de su bando. El resultado son rectificaciones a medias que se utilizan para criticar a quien ha ofrecido una prueba -que también hay que verificar- en lugar de a quien ha presentado una alegación que parece, a todas luces, un burdo ejercicio de desinformación.

https://slavyangrad.es/2023/09/29/desinformacion-propaganda-y-la-voluntad-de-informar/#more-28239



jueves, 28 de septiembre de 2023

Randolph Bourne, pacifista de armas (no) tomar.

 


Randolph Bourne, pacifista de armas (no) tomar

27 de septiembre de 2023 /


 Por Iñaki Urdanibia



«Bourne fue la figura mítica, imprescindible, de mi generación»

Lewis Mumford

 

«Bourne, en unos ensayos de extraordinaria lucidez, advirtió contra los intelectuales que afirman que nuestra guerra es intachable y que lo que se persigue con pasión es el bien»

Noam Chomsky

 

Este librito es una bomba de alto calibre contra la guerra contra los intelectuales que en los momentos clave se unen al rebaño que canta el karaoke del poder, de los poderes; siendo además una potente dardo contra ese monstruo frío entre los monstruos fríos, el Estado, como dijese Friedrich Nietszche.

Randolph Bourne (Bloomfield, Nueva Jersey, 1886 – Nueva York, 1918) era un ser que iba contracorriente, que no se callaba a pesar de las amenazas y de los intentos de marginarle del coro de los elegidos; la parrhesía, el coraje de decir la verdad propio de los griegos, era lo suyo. Tras sus estudios, que había de compaginar con diversos trabajos para costeárselos, en los que siguió las clases del filósofo John Dewey, liberal de izquierdas, suponiendo una honda influencia en aquellos tiempos. Dos circunstancias jugaron un papel de importancia en su trayectoria: por una parte, el comienzo de la primera guerra mundial, y por otra, su cada vez mayor tendencia a ponerse del lado de los de abajo, de los oprimidos y explotados. En lo que hace a lo primero, su oposición a la participación de sus país en la guerra fue firme y desentonó con respecto a la postura de muchos de los intelectuales que habían sido amigos y compañeros de lucha, lo que supuso que las páginas de algunas de las revistas de izquierdas en las que participaba habitualmente, le cerraron las puertas a cal y canto. El silencio, se organizó en torno a él, y los insultos también, en aquellos años en que no apoyar la intervención bélica era considerado una traición, y un posicionamiento de parte del enemigo, Alemania. Respecto a lo segundo nombrado, él mismo señalaba su malformación, debido a un forceps mal aplicado en los momentos de su nacimiento, como causa de la cada vez mayor comprensión con respecto a quienes en mayor medida padecían la imposiciones del poder, y de la sociedad. De su aspecto dice John Dos Passos, en el Prefacio de libro: «Ese hombrecillo que parecía un gorrión, / pequeño trozo de carne envuelto en una capa negra, / siempre enfermo y dolorido, / puso una piedra en su honda / y golpeó a Goliat en mitad de la frente. / La guerra -escribió- es la salud del Estado». Precisamente sobre el tema de la incapacidad escribió algún texto pionero. Su muerte fue causada por una epidemia de gripe provocada por la guerra a la que se había opuesto con todas sus fuerzas; paradójico final que me trae al recuerdo la muerte de Tales de Mileto, quien tras toda su vida señalando el agua como fundamento, arjé, de lo existente, murió a causa de la hidropesía. [Antes de seguir, no quisiera dejar de lado el gran interés de cara a la presentación del autor y su obra que suponen los textos preliminares: la Nota a la edición de Salvador Cobo, editor, traductor y responsable de las notas; el prólogo, A por la tercera, de Rafael Poch-de-Feliu, además de prefacio ya mentado. Textos que sirven para presentar al autor, como queda dicho, además de situar estos textos de principios del siglo pasado, como absolutamente pertinentes en lo que hace a la guerra en curso y al ejercicio de domesticación ciudadana, prietas las filas, que supuso el tratamiento del Covid].

 

Estoy hablando del libro editado por Salmón: «La guerra es la salud del Estado», que reúne un par de textos de Bourne: La guerra y los intelectuales de 1917, y El Estado de 1918. Bourne fue de los pocos intelectuales que se opuso a la guerra, cuando la mayoría seguía a los tambores y las banderas, definiendo el Estado como aparato cuyo medio ideal es la guerra, ya que la llamada a la unión sagrada porque, según se dice, la patria está en peligro, tiene una indudable capacidad de enganche. Bajo las bellas proclamas, de la lucha por el bien y contra el mal -maniqueísmo que es una constante en todos los enfrentamientos que se han dado, hasta la misma actualidad de guerra interpuesta de las grandes potencias en el escenario del país ucranio-, un enfrentamiento de buenos y malos. La guerra como instrumento para extender sus garras más allá de sus fronteras, a la vez que la situación se torna propicia para luchar contra quienes se salen de las filas ordenadas del rebaño, para lo cual se recurre a leyes de excepción, convirtiendo los recortes y limitaciones de libertad en algo necesario para salvar la patria. En este primer trabajo, el pacifista denuncia las variables posturas de los intelectuales, que dejan de lado las banderas que siempre han alzado: la del pacifismo y la del internacionalismo, para unirse con los sectores más reaccionarios y seguir tras sus pendones guerreros en los que se proclama la libertad, de mercado, y la democracia de la gente bien.

 

En lo que hace a su visión del Estado, sus intuiciones son francamente relevantes al adelantarse a los análisis acerca de las sociedades disciplinarias de control, que tratan de poner en marcha, ya está puesto, un sistema biopolítico que someta a los ciudadanos, hasta en sus propios cuerpos como en estos últimos años han teorizado, en la senda de Michel Foucault, los Giorgio Agamben o Roberto Esposito. La industria bélica, de armamentos, es una sostén esencial en el funcionamiento de la maquinaria estatal. Con absoluto cinismo, del malo, no del propio de los seguidores de Diógenes de Sinope, proclaman aquello de si vis pacem para bellum, que es la excusa perfecta para invertir sumas, sin fondo, a estos negocios que en la actualidad, con los crecientes avances tecnológicos y científicos (lo nuclear, el uso de drones…y la búsqueda, robo, de materias primas en diferentes países), exigen mayor control policial en labores de control y vigilancia suma, que se aplican igualmente para matar más y para controlar las fronteras, y la entrada de malhechores (?), cuando de estos ya hay en el interior en cantidades amplias.

 

Randolph Bourne muestra una capacidad innegable a la hora de señalar la imbricación entre ambos polos como queda plasmado en este libro: la guerra y el Estado, como las necesarias caras de una moneda, lo que hace que los ensayos presentados, aun habiendo sido publicados a principios del siglo pasado, siguen conservando su actualidad y potencia, con la única diferencia del mayor desarrollo en las técnicas de domesticación redes y medios de (in)comunicación mediante, que se acompañan con dispositivos de seducción: todos emprendedores de sí mismos que dice el coreano-germano Byung-Chul Han, o aquello que dijese Noam Chomsky, y hablo de memoria, en un libro de entrevistas editado hace años, por Gedisa: si existiese un dictador fascista que fuese racional, elegiría el modelo norteamericano, un policía en cada cabeza.

 

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared


domingo, 24 de septiembre de 2023

Cómo el ‘mundo libre’ perdió las riendas .

  Cómo el ‘mundo libre’ perdió las riendas

Por qué el polo mundial liderado por China está más capacitado que Occidente para la reforma mundial

 Rafael Poch 

19/09/2023

 Muchos nos preguntamos sobre los signos de debilidad y miopía que Occidente, y en especial la Unión Europea, está emitiendo en la actual crisis ucraniana. Cinco décadas (medio siglo) de capitalismo neoliberal convirtieron a los Estados y gobiernos de los regímenes políticos occidentales en algo muy débil e impotente. La transferencia a manos privadas del grueso del patrimonio económico nacional a partir de finales de los años setenta con Reagan y Thatcher privó a los gobiernos de riendas fundamentales para gobernar. La lógica del beneficio determinó luego, además, la deslocalización industrial hacia Oriente. Hoy la capacidad de gobierno es tan reducida que complica sobremanera las posibilidades de planificación a medio y largo plazo, así como cualquier propósito público de reforma y cambio estratégico. Es decir, de aquello que es fundamental para afrontar la crisis del antropoceno.

Cristina Ridruejo nos recordaba hace poco la situación en la España de hace cuarenta o cincuenta años, donde el Estado tenía el control de las telecomunicaciones (Telefónica), la importación, distribución y suministro de hidrocarburos con su red de gasolineras (Campsa, Repsol); la gran compañía eléctrica (Endesa), las líneas aéreas y ferroviarias nacionales (Iberia, Renfe) con sus infraestructuras correspondiente; la compañía nacional de tabacos (Tabacalera) y buena parte de la automoción (Seat) y la construcción naval y aeronáutica. Entonces existían bancos públicos importantes, las cajas de ahorro no eran especulativas y el principal medio de comunicación, la televisión, consistía en dos canales públicos. Con todas esas riendas en sus manos, había capacidad de gobierno y capacidad de informar sobre las políticas y estrategias a adoptar.

El vaciado de lo público es, sin duda, una de las razones de la decadencia política y económica de los regímenes oligárquicos occidentales que conocemos como “democracias” neoliberales. Su clase política está dando muestras de niveles sin precedentes de incompetencia. Lo que presenciamos actualmente en Alemania con la gestión del trío formado por el canciller Scholz, y sus ministros de Exteriores, Baerbock, y Economía, Habeck, es seguramente el mejor ejemplo. No solo por la manifiesta deficiencia de inteligencia de esos personajes, sino por tratarse del suicidio de la primera potencia de la Unión Europea, ingenuamente considerada hasta ahora como “faro” de las demás.

 Ante este panorama, llama mucho la atención el dinamismo y la capacidad de gobierno no solo de países como China, y hasta cierto punto Rusia, que han conservado (el segundo las ha restablecido) las riendas políticas de la economía. En este momento es cuando muchos cortos de miras alegarán encendidos el problema de la falta de “democracia” en esos países. En tal alegato suele fallar no tanto la crítica a los sistemas de esos países, legítima y necesaria, como la ciega y tonta presunción de inocencia hacia los sistemas occidentales, que son oligarquías neoliberales en las que el voto no decide casi nada y donde el poder del pueblo(“democracia”) brilla por su ausencia.

 Dice, con razón, Craig Murray que votar por Clement Attlee en la Inglaterra de la posguerra tuvo sentido y pudo abrir la puerta a las reformas sociales que siguieron. En general, “lo que teníamos aproximadamente entre 1920 y 1990, cuando votar realmente podía marcar la diferencia, no es lo que tenemos ahora. Ahora vivimos en una sociedad postdemocrática”, afirma. En España ni siquiera tuvimos esa franja, pues de la dictadura pasamos a la postdemocracia sin apenas transición. Hoy, cuando el BCE manda en política monetaria, la OTAN en política exterior y militar y la Comisión Europea en casi todo lo demás (y se trata de tres instituciones no electas y puramente oligárquicas), la pregunta sobre lo que queda de soberanía y margen de juego para que la población cambie algo las cosas es puramente retórica.

 Así que el sistema occidental, que está derivando hacia la “ultraderechización de Goldman Sachs”, es mucho menos superior en libertades a lo que nuestros corifeos del establishment pretenden y pregonan. Y además, está mucho menos capacitado para gobernar el cambio hacia la sociedad más modesta y nivelada que la crisis del antropoceno exige que sus rivales emergentes. Como decía Frédéric Lordon, no hay lucha contra el calentamiento global sin renuncia al “IPhone 24” y los demás cachivaches que el sistema brinda al consumidor para compensar su frustración. El sujeto del sistema occidental “realmente existente” ya no es el ciudadano, sino un individuo reducido a consumidor. La hipótesis de que este sujeto, espoleado por los medios de comunicación oligárquicos y las redes sociales censuradas, se oponga con uñas y dientes al cambio hacia una vida más modesta y austera, que se requiere, no es ninguna tontería. Lo más probable es que cualquier gobierno occidental que formule un programa de decrecimiento cosechará una reacción de los poderes fácticos del capitalismo, mediática y social, irresistible.

 Cada vez está más claro que la solución que Occidente propone a la crisis del siglo XXI es la de un mundo en el que una minoría geográfica y social –de digamos el 20% de la humanidad– continuaría viviendo en las insostenibles condiciones actuales, mientras que el 80% restante estaría condenada a la miseria y a lidiar con las consecuencias de la crisis climática bajo la forma de pobreza, guerra y genocidio, algo que ya sugería abiertamente el “Informe Lugano” de Susan George en 1999, hace un cuarto de siglo. Un orden para preservar el capitalismo no muy diferente al que propugnaba Hitler, como decía Immanuel Wallerstein.

 El actual pulso mundial entre el mundo occidental y los países emergentes liderados por China y Rusia, del que la guerra de Ucrania podría ser el aperitivo, tiene algo de esto. Comparen las conclusiones de la última cumbre del G-7 con las de la última cumbre de los BRIC's, y, seguramente, deducirán que la victoria de los emergentes es condición para un mundo menos injusto e inviable.

https://ctxt.es/es/20230901/Firmas/44099/Rafael-Poch-china-Rusia-occidente-mundo-libre-g7-BRIC.htm#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mobile-big