sábado, 4 de julio de 2020

La Galicia postcovid y electoral .


Carta a la Galicia postcovid y electoral

Xosé M. Núñez Seixas


Los paisajes, fantásticas costas, buena comida, clima benigno. La crisis del covid-19 te ha afectado en conjunto bastante menos que la media española. Hubo momentos muy difíciles, pero los polideportivos que se empezaron a acondicionar como improvisados hospitales no fueron necesarios. Tu ciudadanía aceptó con disciplina el confinamiento, al que ayudó una primavera muy pasada por agua; hubo pocos coronaidiotas, aunque sus minoritarias concentraciones fueron muy jaleadas por algunos medios. Y los principales diarios que ahí aparecen, así como la radio y televisión autonómicas, pintaban implícitamente una Galicia que gestionaba la crisis sanitaria mejor que el Gobierno central, cuyos titubeos fueron sin duda evidentes.
El presidente de la Xunta desde 2009, Alberto Núñez Feijóo, del PP, único gobernante autonómico con mayoría absoluta en un tiempo en el que eso constituye una auténtica excepción, podía sacar pecho con prudencia. Fue de los primeros, con el lehendakari Iñigo Urkullu en el País Vasco (hay quien dice que hace lo mismo que él, sin reconocerlo), en recomendar el confinamiento y cerrar escuelas, antes que el Gobierno de Pedro Sánchez. Y, durante la crisis, el presidente galaico hizo gala de un tono moderado y asaz constructivo, propio de su perfil de gestor eficiente, alejado de excentricidades ayusianas, exabruptos cayetanos y bandazos casadianos. Frente a esas erupciones mesetarias, galaico sentidiño. Hay quien dice que el perfil centrista de Núñez Feijóo podría salir beneficiado como posible aspirante al trono de la calle Génova, cuyos actuales inquilinos no saben bien si ser oposición responsable o abascales embridados. Además, en un último alarde de responsabilidad institucional, las elecciones autonómicas fueron pospuestas en principio sine die, después fijadas el mismo día que las vascas —Urkullu siempre chafando las ideas—. Pero sin campaña electoral, sin aspavientos y sin necesidad de subir el tono aprovechando la crisis sanitaria. Así, de paso, tampoco se le ven las costuras al traje. Que las hay.

Ciertamente, gobernar parece sencillo en esa tierra de los otrora indomables galaicos, hoy invadidos no por romanos, sino por un virus traído según dicen por huestes madrileñas que escaparon del cierre de la capital. Con una prensa dócil y domesticada con subvenciones, al igual que los medios públicos. Poca cosa a estribor del PP gallego: los votos cabreados para Vox o Ciudadanos en las elecciones generales, obsesionados en hacer del antigalleguismo un lema movilizador, no parecen traducirse en opciones reales en las elecciones autónomicas. A babor, una oposición desunida y a la greña constante, en la que unos bajan para que otros suban, pero nadie parece arañar lo suficiente el electorado popular: ayer bajó el BNG y subieron PSOE y En Marea; hoy parece que se estabiliza el PSOE, sube el BNG y se desinfla lo que antes era En Marea y ahora es Podemos-Unidas Galicia (o algo así). Una gestión sin grandes alharacas retóricas, sin visible proyecto de país, sin ganas de profundizar mucho en el autogobierno, y un galleguismo cultural más o menos dúctil y dosificado, le sirven al PP para mantener la ilusión de un oasis galaico. Las pasadas discrepancias entre los sectores urbanitas y los de la boina supuestamente galleguistas, tienen hoy una relevancia menor. Solo la Diputación de Ourense y su inmarcesible gran timonel, Baltar o fillo, se mantienen como una excepción al control del partido por parte del presidente de la Xunta. A veces amagan incluso con crear un galleguismo de centro y atraen a algún paniaguado para darle ropaje cultural. Pero es que se trata de la única Diputación que mantiene la derecha en toda Galicia, aun a costa de entregar la alcaldía de Ourense a un extraño engendro político local, Gonzalo Pérez Jácome, mezcla de cuñado y advenedizo, que en las Españas sería de Vox. Porque el resto de la Galicia urbana y semiurbana hace ya unos años que está gobernada por la izquierda (estatal, nacionalista o galleguista-federal).

Dicen los hados electorales que la repetición de la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas previstas para el pasado abril no estaba asegurada. Un PSOE al alza gracias al rebufo de Sánchez, con base como siempre en baronías urbanas —el mayestático Abel Caballero en Vigo, ave fénix del felipismo reconvertido en iluminador populachero—, y pese al carisma escaso de su sobrino y líder autonómico, Gonzalo Caballero, podría haber completado una mayoría alternativa con otros socios. Un BNG con liderazgo renovado, aunque con posiciones ortodoxas, que también recuperaría posiciones tras las varias escisiones y abandonos que golpearon al frente nacionalista desde 2012. Y, finalmente, un Unidas Podemos (o como se llame ahora) en el que el toque autóctono, lo que representaba En Marea, no estaría muy claro. El resto (antiguos integrantes de En Marea, enésimos intentos de centro galleguista, etcétera) es hojarasca.

Decían también los gurús demoscópicos, esos que en Galicia son poco de fiar, que Núñez Feijóo vería declinar su estrella por un flanco débil: el malestar social generado por el constante debilitamiento y reducción de la calidad de los servicios públicos, en particular la sanidad y la educación. Movilizaciones como las que tuvieron lugar a fines de 2019 en Verín, a favor del mantenimiento del servicio de atención ginecológica, eran un síntoma. Una difusa pero persistente ansia de cambio parecía extenderse en la sociedad gallega desde hacía meses. Influían en ella el cansancio de una década de gobierno popular, pero también el recambio generacional y los efectos de los recortes en servicios públicos. Un indicio eran los resultados electorales de 2018 y 2019, que indicaban que la suma de las izquierdas (federal, nacionalista, estatal) podía ganar. Ante eso, el contraataque desde el poder solo podía ser uno: yo o el caos. Estabilidad o tripartito, apelando al rosario de desencuentros que sembró la andanza del gobierno bipartito de PSdG-PSOE y BNG entre 2005 y 2009: si entre dos se mataban, imagínense entre tres. De paso, implícitamente se contraponía el sentidiño del PP gallego gobernando en solitario a las salidas de tono de Ciudadanos y Vox, que en Galicia solo reclutan personajes extravagantes que llaman separatista no solo a Núñez Feijóo, sino hasta a don Manuel (Fraga), q.e.p.d.

El cansancio con la década de Núñez Feijóo tendría también que ver con la falta de iniciativa, de visión de futuro colectivo. El PP de Fraga Iribarne aparentaba, por lo menos, tener proyecto en el pasado: la de una Galicia fuerte dentro de España, con influencia y capacidad de decisión, aunque leal a la Constitución. Autoidentificación, administración única, reforzamiento de los vínculos con la diáspora… Don Manuel no era galleguista, pero a veces lo parecía. Por el camino de Damasco encontró el de Santiago y optó por el cemento en vez del conocimiento, dilapidó millones de ayudas europeas en proyectos de dudoso futuro y en obras, y apostó por una Galicia terciarizada volcada en el turismo: el Xacobeo, ese gran invento. El proyecto de sus sucesores desde 2009, sin embargo, se reducía a la mera gestión de la autonomía, la administración de fondos, el cemento, el reparto de prebendas, y sobre todo la sandalia del peregrino. Galicia debía ser un nuevo paraíso turístico y el Xacobeo 2021 su gran motor. Que los jóvenes con formación o en vías de especialización se vean obligados a emigrar desde hace décadas, que el envejecimiento de la población se dispare, que la brecha entre interior y eje atlántico se profundice, que la política lingüística y cultural sea balbuciente, que las universidades tengan escasa financiación… Cosas que pasan. Políticas cortoplacistas e ir tirando; y el que quiera innovar, que vaya a Alemania. Lo que urge es adelgazar el sector público, privatizar y dar vía a una universidad privada, donde Borja Mari tendrá su título previo pago.

Y en estas llegó el coronavirus. Como vimos, la crisis sanitaria no afectó a Galicia del mismo modo que a comunidades como Madrid o Cataluña. Los hospitales públicos resistieron la acometida, con enorme abnegación y sacrificio de su personal, como en todas partes. La centralización de la gestión de la crisis permitía, sin embargo, descargar buena parte de las responsabilidades en Madrid y externalizar las culpas. La epidemia no llegó a desbordar la capacidad del Servizo Galego de Saúde. Pero los efectos de los recortes de años anteriores estaban ahí y podrían haberse hecho más evidentes. Hubo que contratar sanitarios, después despedidos en cuanto el pico de la epidemia pasó. Mientras tanto, el presidente afirma que el sistema de salud heredado en 2009 estaba mucho peor y no habría resistido el fodechincho, variación galaica del covid-19.

En retirada el virus, un coro de voces mediáticas cantaba las virtudes de la gestión del presidente gallego. Dicen algunas vestales que esa imagen lo puede catapultar a una nueva mayoría absoluta [este texto fue escrito antes de la cita electoral]. Es todavía pronto: nadie sabe bien qué consecuencias tendrán tres meses de guerra psicológica contra el virus. No quedan muchos planes. El proyecto del Xacobeo 2021 se tambalea: hay que reconvertir un programa de grandes eventos multitudinarios y a saber cuánta gente va a tener ganas de viajar. El cada vez más débil sector industrial galaico recibe un varapalo, se va Alcoa. Y puede ocurrir que, como en Francia, los mayores de 70 años, ese caladero electoral siempre fiel, no acudan a votar por miedo al fodechincho, ni siquiera acarreados como en los viejos tiempos.

A veces ocurre que las sombras chinas, el relato, no resisten a la contraposición con la cruda realidad. Empero, en la Galicia actual parece que también la oposición desista de ganar el partido: gobernar entre tres resulta complicado, así que mejor ahorrarse el trabajo y esperar. ¿Cuánto? Como una vez dijo un histórico dirigente del BNG, si Galicia resistió 500 años después de su “doma y castración” por los Reyes Católicos, bien puede soportar otros cuatro… O no. Mientras tanto, disfrutemos de sus costas y pinares.

*Xosé M. Núñez Seixas es catedrático de Historia Contemporánea en la Universidade de Santiago de Compostela



 Y VER ....https://sinpermiso.info/textos/la-larga-noche-neoliberal-en-galicia..


Y VER ..https://www.publico.es/sociedad/pelea-cierre-alcoa-bate-neumaticos.html

viernes, 3 de julio de 2020

La Revolución de Color Americana

La Contrarrevolución de las ONG en USA: La Revolución de Color Americana


Si queréis ver como se encauza una rebelión para que no llegue ni ahora ni nunca a revolución no os perdáis este post. Aunque hiriente, es una triste realidad que vivimos día a día. Con las mismas técnicas con que crearon a Juan Guaidó y alimentaron tantas oposiciones golpistas han cooptado el movimiento de resistencia negra y lo han usado en su propio beneficios.
Hasta que no nos deshagamos de la lacra del dinero fácil, los liderazgos y establezcamos una sólida ideología que deflecte las interferencias del capital en forma de financiación y sobornos, promoviendo la acción solidaria, o más aún, símplemente altruista, ambas anticapitalistas, estaremos en las garras de aquellos que nos quieren usar para sus propios fines. ¿Es posible desprenderse de sus manipulaciones? Si!
Salud! PHkl/tctca
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Revolución de Color es el término utilizado para describir una serie de operaciones de Cambio de Régimen lideradas por la CIA y notablemente efectivas utilizando técnicas desarrolladas por la RAND Corporation [agencia privada de espionaje], ONGs «pro democráciticas» y otros grupos desde la década de 1980. Fueron burdamente utilizadas para derrocar al régimen comunista polaco a fines de la década de 1980 [Lech Walesa y el sindicato Solidaridad]. A partir de ahí, las técnicas fueron refinadas y utilizadas, junto con considerables sobornos, para derrocar al régimen de Gorbachov en la Unión Soviética.
Para cualquiera que haya estudiado esos modelos de cerca, está claro que las protestas contra la violencia policial lideradas por amorfas organizaciones con nombres como Black Lives Matter o Antifa son producto de algo más que una indignación puramente moral espontánea. Cientos de miles de jóvenes estadounidenses están siendo utilizados como ariete para no solo derrocar a un presidente de EEUU, sino también en el proceso, las estructuras del orden constitucional.
Si dejamos a parte la emisión del vídeos que muestran a un policía blanco de Minneapolis estrangulando con su rodilla en el cuello de un hombre negro, George Floyd, y observamos lo que ha sucedido en todo el país desde entonces, está claro que ciertas organizaciones o grupos estaban bien preparados para instrumentalizar el horrible evento y avanzar su propia agenda.
Las protestas desde el 25 de mayo a menudo comenzaron pacíficamente solo para ser copadas por actores violentos bien entrenados. Dos organizaciones han aparecido habitualmente en relación con las protestas violentas: Black Lives Matter y Antifa (EEUU). Los vídeos muestran a manifestantes bien equipados vestidos con uniformes negros y enmascarados (no por protegerse del coronavirus), destrozando coches policiales, incendiando cuarteles, rompiendo escaparates con tuberías o bates de béisbol. Es evidente el uso de Twitter y otras redes sociales para coordinar ataques sorpresa y masivos desde las «multitudes que protestan».
Lo que se ha desarrollado a partir del incidente desencadenante de Minneapolis se ha comparado con la ola de disturbios y protestas de los guetos principalmente negros en 1968. Viví esos eventos en 1968 y lo que se está desarrollando hoy día es muy diferente. Se compararía mejor con la revolución de color yugoslava que derrocó a Milosevic en 2000.

Gene Sharp: ‘Esquema’ para derrocar un régimen
En el año 2000, el Departamento de Estado de EEUU, ayudado por su National Endowment for Democracy (NED) [la CIA política] y algunos agentes designados por la CIA, comenzaron a entrenar en secreto a un grupo de estudiantes universitarios de Belgrado dirigidos por un grupo de estudiantes llamado ‘Otpor!’ (¡Resistencia!). La NED y sus diversas ramas fueron creadas en la década de 1980 por el jefe de la CIA, Bill Casey, como una herramienta secreta de la CIA para derrocar a regímenes específicos en todo el mundo bajo la apariencia de ser una ONG de derechos humanos [igual que hicieron en los 50-60s con las ‘compañías de frutas’ en el caribe]. De hecho, obtienen su financiación del propio Congreso y de la USAID.
En la desestabilización Serbia en 2000 por medio de Otpor!, la NED y el embajador de los Estados Unidos en Belgrado Richard Miles seleccionaron y capacitaron a un grupo de varias docenas de estudiantes, dirigidos por Srđa Popović, utilizando el manual, ‘De la dictadura a la democracia’, traducido al serbio, del difunto Gene Sharp y su Albert Einstein Institution. En un prologo sobre los eventos en Serbia, el Washington Post escribió: «Los consultores financiados por Estados Unidos jugaron un papel crucial tras las bambalinas en prácticamente todas las facetas de la lucha opositora, realizando encuestas de seguimiento, capacitando a miles de activistas de la oposición y ayudando a organizar un recuento de votos paralelos de vital importancia. Los contribuyentes estadounidenses pagaron 5.000 latas de pintura en aerosol utilizadas por los activistas estudiantiles para pintar graffitis anti-Milošević en las paredes de Serbia».
Escuadrones de activistas entrenados se desplegaron en protestas para hacerse con manzanas enteras de la ciudad con la ayuda de «cascos inteligentes» que incorporaban pantallas de vídeo que les daba una visión instantánea de su entorno. Bandas de jóvenes que convergían en intersecciones específicas en comunicación constante por teléfonos móviles y superaban a la policía. El gobierno de los Estados Unidos gastó unos $ 41 millones en la operación. Los grupos de estudiantes fueron entrenados en secreto en las técnicas del manual Sharp para organizar protestas que se burlaban de la autoridad de la policía, demostrando que eran torpes e impotentes contra los jóvenes manifestantes. Profesionales de la CIA y el Departamento de Estado de EEUU los guiaron detrás de la escena.
La revolución del color de Otpor! fue el modelo refinado y desplegado en 2004 como la Revolución Naranja de Ucrania con bufandas con logotipos y colores, y en 2003 en Georgia como la Revolución Rosa [o la creación de Juan Guaidó]. Más tarde, la secretaria de Estado Hillary Clinton utilizó el mismo Esquema para lanzar la Primavera Árabe. En todos los casos, el NED estuvo involucrado junto con otras ONG, incluidas las Fundaciones Soros.
Después de derrotar a Milosevic, Popovic estableció un centro global de capacitación para la ‘Revolución del color’, CANVAS, una especie de consultoría comercial con fines de lucro para la revolución, y estuvo presente personalmente en Nueva York trabajando supuestamente con Antifa durante el Occupy Wall Street, donde también se informó que participaba el dinero de Soros.

Antifa y BLM
Las protestas, disturbios, acciones violentas y no violentas que se extienden por Estados Unidos desde el 25 de mayo, incluido un asalto a las puertas de la Casa Blanca, comienzan a tener sentido cuando entendemos el Manual de la Revolución de Color de la CIA.
El impacto de las protestas no sería posible si no fuera por una red de funcionarios políticos locales y estatales dentro del Partido Demócrata que prestaron apoyo a los manifestantes, incluso hasta el punto en que el alcalde demócrata de Seattle ordenó a la policía abandonar varias manzanas en el corazón del centro para su ocupación por manifestantes [la CHAZ o Capital Hill Autonomous Zone].
En los últimos años, porciones importantes del Partido Demócrata en los Estados Unidos han sido tomadas en silencio por lo que se podría llamar candidatos radicales de izquierda [lo que en España se denominaría derecha moderada tipo PP]. A menudo ganan elecciones con el respaldo activo de organizaciones como Democratic Socialists of America  [DSA] o Freedom Road Socialist Organizations [FRSO]. En la Cámara de Representantes de EEUU, la vocal de los nuevos representantes en torno a Alexandria Ocasio-Cortez (D-NY), Rashida Tlaib y el Representante de Minneapolis, Ilhan Omar, son todos miembros o están cerca de los Socialistas Democráticos de América. Claramente, sin funcionarios locales demócratas simpatizantes en ciudades clave, las protestas callejeras de organizaciones como Black Lives Matter y Antifa no tendrían un impacto tan determinante.
Para comprender mejor cuán serio es el movimiento de protesta actual, deberíamos ver quién ha estado invirtiendo millones en BLM. El Antifa es más difícil debido a su forma explícita de organización anónima. Sin embargo, su Manual online recomienda abiertamente que las «células» locales de Antifa se unan a los capítulos de BLM.

Sigue al dinero: FRSO
BLM comenzó en 2013 cuando tres amigas activistas crearon el hashtag #BlackLivesMatter para protestar por el asesinato de un adolescente negro desarmado, Trayvon Martin, por un vigilante de edificios hispano y blanco, George Zimmermann. Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi estaban todas conectadas y financiadas por grupos de calle vinculados a algo llamado Freedom Road Socialist Organization, una de las cuatro organizaciones radicales de izquierda más grandes en los Estados Unidos formada a partir de algo llamado New Communist Movement disuelto en la década de 1980.
El 12 de junio de 2020, la página web de la organización socialista Freedom Road dice: “¡Ahora es el momento de unirse a una organización revolucionaria! Únete a la Organización Socialista Freedom Road … Si has estado en las calles las últimas semanas, hay muchas posibilidades de que hayas estado pensando en la diferencia entre el tipo de cambio que este sistema ofrece y el tipo de cambio en este país necesidades. El capitalismo es un sistema fallido que se nutre de la explotación, la desigualdad y la opresión. La administración reaccionaria y racista de Trump ha empeorado la pandemia. La crisis económica que estamos experimentando es la peor desde la década de 1930. El capitalismo monopolista es un sistema moribundo y necesitamos ayuda para acabar con él. Y eso es exactamente para lo que trabaja la Organización Socialista Freedom Road”.
En resumen, las protestas por el asesinato policial de un hombre negro en Minnesota se están utilizando para pedir una revolución contra el capitalismo. FRSO es un paraguas para docenas de amorfos grupos, incluidos Black Lives Matter o BLM. Lo interesante de las autodescritas raíces marxistas-leninistas de la Freedom Road Socialist Organization (FRSO) no es tanto su política de izquierda como su propio financiamiento a partir de un grupo de fundaciones bien dotadas y exentas de impuestos.
Alicia Garza, de BLM, también es miembro o ejecutiva de cinco grupos distintos de Freedom Road, que incluye el cargo de presidenta de la Junta de Right to the City Alliance 2011 (RCA), miembro de la Junta de la Escuela de Unidad y Liberación (SOUL), de People Organized to Win Employment Rights (POWER ), Directora de Forward Together (FT) y Proyectos Especiales de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas (DNA).
La Right to the City Alliance RCA obtuvo $ 6.5 millones entre 2011 y 2014 de varias fundaciones exentas de impuestos tradicionales, incluida la Fundación Ford ($ 1,9 millones), de las dos principales exenciones de impuestos de George Soros, Open Society Foundations, y la Foundation to Promote Open Society por $ 1.3 millones. También de la Kellogg Foundation relacionada a los al copo de maíz $ 250.000, y curiosamente, de la Ben & Jerry’s Foundation (compañía de helados) por $ 30,000.
Garza también obtuvo importante financiación de la fundación como Directora Ejecutiva del frente de FRSO, POWER, donde el ex «Zar de Trabajos Verdes» de Obama, Van Jones, un autodenominado «comunista» y también «nacionalista negro ruidoso», ahora con CNN, estaba en el consejo. Alicia Garza también presidió la Right to the City Alliance, una red de grupos activistas que se oponen a la gentrificación urbana. Ese frente, desde 2009, recibió $ 1,3 millones de la Fundación Ford, así como $ 600.000 de las fundaciones Soros y nuevamente, Ben & Jerry’s ($ 50.000). Y el SOUL de Garza, que afirmó haber capacitado a 712 «organizadores» en 2014, cuando cofundó Black Lives Matter, recibió $ 210.000 de la Fundación Rockefeller y otros $ 255.000 de la Fundación Heinz (la familia del ketchup y John Kerry) entre otros. Con Forward Together de FRSO, Garza formó parte de la junta de una «organización multirracial que trabaja con líderes y organizaciones de la comunidad para transformar la cultura y las políticas para así catalizar el cambio social». Obtuvo oficialmente $ 4 millones en ingresos de 2014 y desde 2012 y 2014, la organización recibió un total de $ 2,9 millones de la Fundación Ford ($ 655.000) y otras fundaciones importantes.
La cofundadora de BLM, nacida en Nigeria, Opal Tometi, también proviene de la red de FRSO. Tometi encabezó la Black Alliance for Just Immigration de FRSO. Curiosamente con una «plantilla» de dos personas, obtuvo dinero de las principales fundaciones, incluidas de nuevo la Fundación Kellogg por $ 75.000 y las fundaciones Soros por $ 100.000, y, nuevamente, Ben & Jerry’s ($ 10.000). Tometi recibió $ 60.000 en 2014 para dirigir el grupo.
La organización socialista Freedom Road, que ahora está abiertamente llamando a una revolución contra el capitalismo a raíz del asesinato de Floyd George, tiene otra rama, The Advancement Project, que se describe a sí mismo como «una organización por los derechos civiles multirraciales de Nueva Generación» [observese la coincidencia con las NNGG del PP español y otras similares]. Su junta directiva incluye un ex Director de Ámbito Comunitario del Departamento de Educación de EEUU de Obama y un ex Fiscal General Asistente en Derechos Civiles de Bill Clinton. El Advancement Project de FRSO en 2013 obtuvo muchos millones de las fundaciones exentas de impuestos más importantes de los EEUU, Incluyendo la Ford ($ 8.5 millones), la Kellogg ($ 3 millones), la Fundación Hewlett del fundador de la industria de defensa HP ($ 2.5 millones), la Fundación Rockefeller ($ 2.5 millones) y las fundaciones Soros ($ 8.6 millones).

Grandes cantidades de dinero y ActBlue
Para 2016, el año de las elecciones presidenciales donde Hillary Clinton estaba enfrentandose a Donald Trump, Black Lives Matter se había asentado como red bien organizada. Ese año, la Fundación Ford y la Borealis Philanthropy anunciaron la formación del Black-Led Movement Fund (BLMF), «una campaña conjunta de donantes con duración de seis años con el objetivo de recaudar $ 100 millones para la coalición del Movimiento por las Vidas Negras» en la que BLM era parte central. Para entonces, las fundaciones Soros ya habían otorgado unos $ 33 millones en subvenciones al movimiento Black Lives Matter. Esta fue una cantidad importante para la fundación.
El BLMF se identificó como creado por las principales fundaciones de EEUU, incluyendo además de la Fundación Ford, la Fundación Kellogg y las Fundaciones de la Sociedad Abierta de Soros. Así describieron su función: «El BLMF proporciona subvenciones, recursos para la construcción de movimientos y asistencia técnica a organizaciones que trabajan para avanzar en el liderazgo y la visión de líderes jóvenes, negros, queer, feministas e inmigrantes que están conformando y liderando un debate nacional sobre criminalización, actuación policial y racismo en los Estados Unidos «.
La Coalición del Movimiento Por la Vida de los Negros (M4BL), que incluye a Black Lives Matter, ya en 2016 hizo un llamado para «desfinanciar los departamentos de policía [lo que supondría privatizarlos], reparaciones basadas en la raza, los derechos de voto para los inmigrantes ilegales [hoy prohibidos], la desinversión en combustibles fósiles, el fin de la educación privada y las escuelas charter [privadas], un ingreso básico universal y universidad gratis para negros».
En particular, cuando hacemos clic en el sitio web de M4BL, de su botón de donación aprendemos que las donaciones irán a algo llamado ActBlue Charities. ActBlue intermedia donaciones a «Demócratas y progresistas» [a cambio de ahorrar en impuestos]. Hasta el 21 de mayo, ActBlue había donado $ 119 millones a la campaña de Joe Biden.
Eso fue antes de las protestas mundiales de BLM del 25 de mayo 2020. Ahora las grandes corporaciones como Apple, Disney, Nike y otras cientos pueden estar regando con incontables millones de dólares en ActBlue bajo el nombre de Black Lives Matter, fondos que de hecho podrán destinarse a financiar la elección del presidente demócrata Joe Biden. Quizás esta sea la verdadera razón por la que la campaña de Biden haya estado tan comprometida con el apoyo de los votantes negros.
Lo único que queda claro a partir de esta descripción del crucial papel de las grandes fundaciones financieras] de dinero detrás de grupos de protesta como Black lives Matter es que hay una agenda mucho más compleja que impulsa las protestas que ahora desestabilizan las ciudades de todo Estados Unidos. El papel de las fundaciones exentas de impuestos vinculadas a las fortunas de las grandes empresas industriales y financieras como Rockefeller, Ford, Kellogg, Hewlett y Soros dice que hay una agenda mucho más profunda y mucho más siniestra que los disturbios actuales de lo que sugeriría la indignación espontánea.

miércoles, 1 de julio de 2020

Como un titular , manipula un artículo y un libro.

Como un  titular  de prensa manipula un artículo y un libro. 

 LDM
En Israel viven 1,2 millones  judíos emigrados  , pero  100.000 más probaron la experiencia, pero luego decidieron volver a Rusia o emigrar a otros países occidentales. Todos ellos llegaron a Israel a partir de 1989, cuando la URSS abrió sus fronteras. Y no son solo rusos sino   polacos, húngaros, lituanos y más.
Algunos cientos de miles no son propiamente judíos de acuerdo con la rigurosa ley judía, puesto que sus madres no lo son. Esto les causa ciertos perjuicios, que son visibles en el DNI. En estos casos, al lado de "nacionalidad" o "religión" figura simplemente un guion que los delata.
¿Cómo se puede decir que fueron exterminados también por  el comunismo? . Y en Polonia lo mismo. por los polacos .  Se obvia la feroz dictadura alemana  nazi  de ocupación. , que dictaba que quien protegiera o no denunciara a un judío tenia pena de muerte , fuera polaco o militar alemán  o quien fuera. Se dieron casos incluso de oficiales alemanes .. ¿ Fueron los polacos los de los campos  de exterminio ? .  Y si los nazis exterminaron  a los judios europeos , - vease el libro de Raul Hilberg , sobre su destrución  .¿ Como es que hubo judios  luego bajo regimenes comunistas ?  sino fueron precisamente los supervientes en Rusia.
Los judios lituanos emigraron a Israel ,  solo por  judios sino porque  mucho   son ahora  rusos  excluidos. .
Otra cosa son los problemasque tienen los paises del este con su  historia y su memoria no solo de los judios sino con su anticomunismo. Y la ausencia actual o la negación de una  memoria antifascista .
 ¿ Y cuantos millones de polacos no judíos asesinaron los nazis ?. ¿Tres millones ? .¿ Y no eran católicos?. ¿Y los comunistas en Polonia y en el resto ocupado  no fueron exterminados ? Y los  rusos eran solo por ser comunistas ?
 Otra cosa es la cuestión de la memoria  soviética , que fue sobre la experiencia  de los de cerca   de 20 millones de  rusos  muertos por los nazis , pero además era su memoria antifascista, como fue en Occidente después de la guerra . Luego  volvieron al anticomunismo  con la guerra fría y la memoria del Holocausto adquirió  centralidad más tarde. Borrando otras . ¿ Los nazis  mataban rusos solo por ser comunistas ? . ¿ No eran subhumanos para los nazis ?. ¿  El que puso el titular   se leyó alguna vez  la Operación Barbarroja? .
Nuestro rey en su discurso en Jerusalén  de los republicanos exterminados  ni pio , ni  a la inauguración del monumento a ellos en  Madrid , se ve que no son de la misma tradición  democrática.. que el rey .  Y a   Mauthausen envió su jefe de protocolo  mientras él se paseaba por el Danubio e iba a la opera de Viena . ¿El rey  de todos los españoles ?
¿Y cómo se puede afirmar  como hace el titular  del periódico  El País  de  “ incómoda memoria del exterminio judío en los regímenes comunistas” ?…  Cuando precisamente los fascistas  decían aquello de “ la conspiración judío masónica comunista bolchevique” . ¿ Acaso en los gobiernos  de Stalin no había judíos y en su policía secreta?.  ¿De dónde salieron el  1,2 M  que emigraron a Israel .? Pero además eso no es lo del artículo , ni del libro según  comenta la periodista . Tampoco hace falta ver solo este libro , basta leer a Álvaro Lozano u otros  historiadores españoles ,empezando por su "Holocausto y cultura de masas" . Pero  además el propio título del libro es bien elocuente." Estrella amarilla, estrella roja: recuerdo del Holocausto después del comunismo" ...Y  de eso va el libro .
¿Cómo un  titular manipula un artículo y un libro.?  “La incómoda memoria del exterminio judío en los regímenes comunistas….”(?)



No todo vale. ¿O volvemos a la guerra fría?  ¿El País  se ha vuelto revisionista ?   . Nada nuevo , la visión  de  nuestra guerra civil 1936-39  en los ultimos años ya lo era. Todos son culpables . Como si no si hubiera golpe de estado militar y al fracasar provoco la guerra civil . ¿ La monarquía  y el País no  son entonces  de esa tradición democrática ?

Yellow Star, Red Star: Holocaust Remembrance after Communism ...






martes, 30 de junio de 2020

China: Historia colonial, diplomacia cañonera y modernización



China: Historia colonial, diplomacia cañonera y paliza

Por Nora Fernández  
Fuentes: Rebelión
Recuerdo un profesor de sociología, una joven de un grupo Maoísta y otra que estudiaba el mandarín, además de una revista colorida China de papel brilloso mostrando jóvenes bien parecidos de ambos sexos vestidos estilo Mao ondulando gigantescas banderas rojas en plazas con edificios tradicionales.

Desde entonces fuimos testigos de muchos cambios en el mundo y en China. En algún momento en los años 1980 China adopta una forma de capitalismo manejado por su Partido Comunista; es un modelo abierto a las corporaciones occidentales, deseosas de producir bienes a bajo costo, que se expande con los años. Bajos salarios y fuerzas de trabajo no sindicalizadas son el cáliz sagrado de los hacedores de dinero, los poderes occidentales encantados. Pronto, China se mueve con el mundo hacia el “reino neoliberal” –al que empujan los más ricos deseosos de volver a su “edad dorada” de riqueza obscena, sin derechos para la gente ni los límites con la naturaleza. Más recientemente China baja su ritmo de crecimiento, es normal, pero China desea ascender la escalera capitalista con cambios. China sigue siendo elusiva y contradictoria, pero para occidente ya no es nación amiga.

Poniendo fin al Imperio Celestial… y sigue...

https://rebelion.org/china-historia-colonial-diplomacia-canonera-y-paliza/

 y ver  .. 

Sorgo y acero
  

http://espai-marx.net/?p=7591


USA .- Cuando lo reprimido vuelve.

La pandemia acelera las tendencias.

 Rafael Poch de Feliu

En Estados Unidos la protesta ciudadana amplia la división de los que mandan y dibuja en el horizonte un panorama de guerra civil fría.

 Con diez millones de casos confirmados y medio millón de muertos conocidos, las cifras de finales de junio (recordemos que eran 300.000 y 11.000, respectivamente, en marzo) confirman la expansión general de la pandemia como amenaza global. Las consecuencias que la pandemia está teniendo en las potencias y sus relaciones no han cambiado las tendencias generales anteriores a ella. Solo las ha agravado y acelerado.

Esas tendencias -cuyo contexto es la crisis del sistema económico mundial conocido como capitalismo y una desglobalización accidental de la economía, con cierta renacionalización de las relaciones entre países- son las siguientes: 1-Radicalización de la pelea interna en Estados Unidos, que ya no solo es solo una brecha entre sectores del establishment sino que incluye una protesta social. 2-Agudización de la rivalidad y la competencia entre Estados Unidos y China. 3- Una China crecida 4- Debilitación de la Unión Europea y de las instituciones multilaterales y 5-Maduración de las contradicciones del régimen ruso. La actualidad exige concentrarse en lo primero.

Los dineros se acaban en julio

En marzo Estados Unidos aprobó, con el apoyo de demócratas y republicanos, la mayor operación de rescate de la historia: dos billones de dólares. La llamada Cares Act. Es una gigantesca lluvia de dinero público para las grandes empresas y sus accionistas. Ese dinero permite a estos administrar la situación a su entera conveniencia. No hay condiciones, ni propósito alguno de reconversión: por ejemplo, las compañías aéreas -incluido ese pilar del complejo industrial-militar llamado Boeing- reciben 46.000 millones. Familias y sectores populares solo reciben lo que la congresista Alexandria Ocasio-Cortez describe como “migajas”.

En julio, los dineros que ese descarado “más de lo mismo” para los que más tienen destina a ayudas sociales (2200 millones), se habrán gastado ya en su mayoría. Eso quiere decir que millones de americanos se enfrentarán a serias dificultades. Julio será, por tanto, un mes crucial en Estados Unidos. Esas dificultades llegan acompañadas por la evidencia de que la nación más poderosa del mundo ha sido víctima de una de las administraciones más negligentes de la pandemia. Su presidente idiota y descaradamente indiferente hacia la salud de la gente ha puesto en evidencia de una forma innecesariamente burda a todo el sistema. Como ha ocurrido tantas veces en la historia, la pandemia ha extendido el descontento, ejemplarizado por el movimiento ciudadano contra los asesinatos policiales de negros y el movimiento Black Lives Matter.

 Raza sin economía e imperio, igual a cero

La ola de protestas añade nuevos matices a la pelea institucional que enfrenta desde hace años al trumpismo con sectores del establishment a los que desagrada la evidencia que Trump ofrece de la podedumbre del sistema que defienden a dúo republicanos y demócratas. ¿Serán capaces las protestas de llegar al fondo del asunto?

Desde su origen como nación, imperialismo y racismo son dos cabezas de un mismo orden político en Estados Unidos. Como recuerda Behrooz Ghamari Tabrizi, historiador de la Universidad de Illinois, los padres fundadores británicos y estadounidenses del liberalismo no entendieron la democracia y el colonialismo en términos mutuamente excluyentes sino como aspectos del mismo proyecto civilizador. “Los mismos generales que encabezaron la conquista estadounidense de Filipinas en 1898-1902 libraron las guerras de aniquilación contra los indios estadounidenses en su país”.

Mientras la máquina de guerra estadounidense funcione a toda velocidad, dejando destrucción, devastación y muerte en todo el mundo, en casa los estadounidenses negros no serán tratados como ciudadanos iguales. Por eso, si la protesta ciudadana americana no establece nexos entre el racismo y el orden económico que representa el sistema de descarado gobierno de los ricos en el país y su criminal proyección imperial en el mundo, el Black Lives Matter quedará en nada. No pasará de una de esas “revoluciones de color” comunitaristas y bien compartimentadas cuyo mismo nombre evoca, en palabras de la ex presidenta de los Panteras Negras Elaine Brown, una “reivindicación de plantación”: simplemente, no nos maten por favor.

Sea como fuera, tener a millones de indignados en la calle, es algo que inquieta. Con su habitual torpeza y brutalidad, el trumpismo ha amenazado con llevar al terreno interno lo que es norma en la permanente guerra exterior del Imperio; disparar sobre la población civil, emplear al ejército contra ella. El Secretario de Defensa Mark Esper le ha asegurado a Trump que el Pentágono “domina el terreno de batalla”, pero el sistema tiene otras recetas para integrar la protesta y hacerla respetable.

Los oligarcas del Partido Demócrata se arrodillan. No ya el cobarde Obama sino hasta el mismo George W. Bush, responsable directo de centenares de miles de muertes en Irak, expresa su “empatía” con la protesta. Las grandes empresas como Twitter, Adidas, Amazon, Target, General Motors, Coca Cola, WalMart, YouTube, Netflix, Nike, IBM, Google, Microsoft, MasterCard, McDonal´s, Starbucks, Warner Brothers, Procter & Gamble, la National Football League y otras, incluyendo bancos como Goldman Sachs, JPMorgan, Chase, Capital One, expresan sus respectos. Solidaria en la repulsa del asesinato de George Floyd, HBO retira de su catálogo Lo que el viento se llevó. Todas esas instituciones que mantienen y perpetúan el dominio del racismo y el imperialismo están trabajando arduamente para cooptar el movimiento con la habitual hipocresía. Si la protesta contra el racismo estableciera los nexos lógicos que la situación requiere, apuntando a la CIA, los crímenes exteriores, el Pentágono, la Reserva Federal o el aparato de propaganda de Hollywood, otro gallo cantaría. Pero incluso si no se llega a nada de todo eso, la situación es relevante.

Se amplía la pelea elitaria

Lo que estamos presenciando en Estados Unidos es una crisis en el seno de la coalición conservadora y plutocrática que domina el país desde hace cuarenta años. La brecha que Trump abrió en el establishment se ha ampliado con las turbulencias de la pandemia y las diferencias de estilo para atajar la protesta ciudadana por la violencia contra los negros. La división del país se ha hecho más evidente. Los ataques contra monumentos, el del Presidente Lincoln, los de generales sudistas, etc., ilustran, en palabras del periodista Carl Berstein, un clima de guerra civil fría.

La hipótesis de que la guerra exterior llegue a casa no es ninguna tontería. “Ahora que vemos claramente que los Antifa (esa escena de las protestas tradicionalmente infiltrada por provocadores) son terroristas, podemos cazarlos como hacemos en Oriente Medio”, ha dicho Matt Gaetz, congresista de Florida. “Si una ciudad o un estado rechaza tomar medidas para defender la vida y la propiedad de sus residentes, desplegaré al ejército y resolveré rápidamente el problema”, amenazó Trump a principios de junio. Claramente anticonstitucional, su mensaje fue cuestionado hasta por altos mandos militares. Es el momento de recordar que contrariamente a lo que suele pensarse, las guerras civiles se producen sobre todo como consecuencia de la división de las elites dirigentes.

Las elecciones presidenciales de noviembre ofrecen terreno propicio para que el conflicto elitario llegue a las manos. Tal como están la calle y los pronósticos de la pandemia para otoño, las elecciones pueden celebrarse -o no celebrarse- en condiciones parecidas a las del estado de sitio y con la división entre estados azules (republicanos) y rojos (demócratas) muy candente. Todo lo que no sea una victoria rotunda de alguno de los dos candidatos, Biden o Trump, puede acelerar mucho las cosas. ¿Cómo reaccionarán los líderes y los ciudadanos de estados republicanos si, por ejemplo, Biden gana la consulta de noviembre por un margen muy ajustado y Trump insiste en que le han robado las elecciones? La pregunta está estos días en boca de no pocos observadores que recuerdan en ese contexto que entre los seguidores de Trump abundan los activistas armados que en abril ya salieron a la calle con banderas confederadas para protestar contra las medidas de aislamiento de la pandemia… El Presidente puede movilizar en su apoyo a toda una armada de militares, miembros de las milicias y ciudadanos ultras armados para mantenerse en el poder.

Lo que pasa en Estados Unidos tiene una enorme fuerza ejemplarizante en el resto del mundo. Las ondas del caso George Floyd han llegado a Europa, Australia, Kenya y Argentina. Como Francia en Europa, Estados Unidos es un país cuyo ejemplo inspira en todo el mundo, y en cualquier caso, independientemente de lo que resulte de la actual protesta ciudadana, podemos constatar que la división interna en Estados Unidos avanza de forma dinámica. Y eso solo significa una cosa: que la tendencia hacia la debilidad en la primera potencia mundial se acelera.

(Publicado en Ctxt)

domingo, 28 de junio de 2020

El antirracismo es una batalla por la memoria.


Derribar estatuas no borra la historia, nos hace verla más claramente

Enzo Traverso  

El antirracismo es una batalla por la memoria. Esta es una de las características más notables de la ola de protestas que ha surgido en todo el mundo después del asesinato de George Floyd en Minneapolis. En todas partes, los movimientos antirracistas han cuestionado el pasado al atacar monumentos que simbolizan el legado de la esclavitud y el colonialismo: el general confederado Robert E. Lee en Virginia; Theodore Roosevelt en la ciudad de Nueva York; Cristóbal Colón en muchas ciudades de los Estados Unidos; el rey belga Leopoldo II en Bruselas; el traficante de esclavos Edward Colston en Bristol; Jean-Baptiste Colbert, Ministro de Finanzas de Louis XIV y autor del infame “Código Negro” en Francia; el padre del periodismo italiano moderno y ex propagandista del colonialismo fascista, Indro Montanelli, etc.

Ya sean derribadas, destruidas, pintadas o garabateadas, estas estatuas personifican una nueva dimensión de lucha: la conexión entre los derechos y la memoria. Destacan el contraste entre el estado de los negros y los sujetos poscoloniales como minorías estigmatizadas y brutalizadas, y el lugar simbólico dado en el espacio público a sus opresores, un espacio que también conforma el entorno urbano de nuestra vida cotidiana.

Estallidos de iconoclasia

Es bien sabido que las revoluciones poseen una "furia iconoclasta". Ya sea espontáneo, como la destrucción de iglesias, cruces y reliquias católicas durante los primeros meses de la Guerra Civil española, o planeado con más cuidado, como la demolición de la columna Vendôme durante la Comuna de París, este estallido de iconoclasia da forma a todo derrocamiento del orden establecido.

El director de cine Sergei Eisenstein comienza Octubre, su obra maestra sobre la Revolución Rusa, con imágenes de la multitud derribando una estatua del zar Alejandro III, y en 1956 los insurgentes de Budapest destruyeron la estatua de Stalin. En 2003, como una confirmación involuntariamente irónica de esta regla histórica, las tropas estadounidenses organizaron la caída de una estatua de Saddam Hussein en Bagdad, con la complicidad de muchas estaciones de televisión incrustadas, en un intento de disfrazar su ocupación como un levantamiento popular.

A diferencia de ese caso, allí donde la iconoclasia de los movimientos de protesta es auténtica, siempre despierta reacciones indignadas. Los comuneros fueron presentados como "vándalos" y Gustave Courbet, uno de los responsables de derribar la columna, encarcelado. En cuanto a los anarquistas españoles, fueron condenados como feroces bárbaros. Una indignación similar ha florecido en las últimas semanas.

Boris Johnson se ha escandalizado porque la palabra "racista" fue escrita en una estatua de Churchill, un hecho sobre el que existe un consenso académico, vinculado a los debates actuales sobre su descripción de los africanos y su responsabilidad por la hambruna de Bengala en 1943.

Emmanuel Macron se queja indignado de una iconoclasia similar en un mensaje a la nación francesa que, reveladoramente, nunca mencionó a las víctimas del racismo: “Esta noche, les digo muy claramente, mis queridos conciudadanos, que la República no borrará ningún hecho ni a nadie de su historia. No olvidará ninguno de sus logros. No derribará ninguna estatua”.

En Italia, el lanzamiento de pintura roja sobre una estatua de Indro Montanelli en un jardín público en Milán ha sido denunciado unánimemente como un acto "fascista" y "bárbaro" por todos los periódicos y medios de comunicación, con la excepción de Il Manifesto. Herido en la década de 1970 por terroristas de izquierda, Montanelli fue canonizado como un heroico defensor de la democracia y la libertad.

Después de la "ofensa cobarde" infligida a su estatua por los arrojadores de pintura, un editorialista de Corriere della Sera insistió en que ese héroe debería ser recordado como una figura "sagrada". Sin embargo, este acto "bárbaro" resultó fructífero al revelar a muchos italianos cuáles habían sido los logros "sagrados" de Montanelli: en la década de 1930, cuando era un joven periodista, celebró el Imperio fascista y sus jerarquías raciales; enviado a Etiopía como corresponsal de guerra, de inmediato compró una niña eritrea de catorce años para satisfacer sus necesidades sexuales y domésticas. Para muchos comentaristas, estas eran las "costumbres de la época" y, por lo tanto, cualquier acusación de apoyar el colonialismo, el racismo y el sexismo son injustas e injustificadas. Sin embargo, aún en la década de 1960, Montanelli condenó el mestizaje como fuente de decadencia civilizatoria, con argumentos tomados directamente del Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas de1853-1855 de Arthur Gobineau .

Estos fueron, de hecho, los mismos argumentos defendidos vigorosamente por el KKK en su oposición al movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos durante el mismo período. Contra cualquier evidencia, el padre espiritual de dos generaciones de periodistas italiano negó indignado que el ejército fascista hubiese llevado a cabo bombardeos de gas durante la Guerra de Etiopía. Los "bárbaros" de Milán querían recordarnos estos simples hechos.

De hecho, es interesante observar que la mayoría de los líderes políticos, intelectuales y periodistas indignados por la ola actual de "vandalismo" nunca expresaron una indignación similar por los repetidos episodios de violencia policial, racismo, injusticia y desigualdad sistémica contra las que se producen las protestas. Se han sentido bastante cómodos en tal situación.

Muchos de ellos incluso elogiaron un diluvio iconoclasta diferente hace treinta años, cuando las estatuas de Marx, Engels y Lenin fueron derribadas en Europa Central. Mientras que la perspectiva imaginada de tener que vivir con este tipo de monumentos es intolerable y sofocante, están muy orgullosos de las estatuas de generales confederados, comerciantes de esclavos, reyes genocidas, arquitectos legales de la supremacía blanca y propagandistas del colonialismo fascista que constituyen el legado patrimonial de las sociedades occidentales. Como insisten, "no borraremos ningún hecho o figura de nuestra historia".

En Francia, derribar los vestigios monumentales del colonialismo y la esclavitud generalmente se explica como una forma de "comunitarismo", una palabra que actualmente tiene un sentido peyorativo, que significa implícitamente que tales vestigios molestan exclusivamente a los descendientes de esclavos y colonizados, no a la mayoría blanca que fija las normas estéticas, históricas y conmemorativas que enmarcan el espacio público. De hecho, muy a menudo el supuesto "universalismo" de Francia tiene un aire desagradable a "comunitarismo blanco".

Al igual que lo hicieron sus antepasados, la "furia iconoclasta" que actualmente se extiende por las ciudades a escala mundial reclama nuevas normas de tolerancia y convivencia civil. Lejos de borrar el pasado, la iconoclasia antirracista conlleva una nueva conciencia histórica que inevitablemente afecta al paisaje urbano. Las estatuas en disputa celebran el pasado y sus actores, un hecho simple que legitima su eliminación. Las ciudades son cuerpos vivos que cambian de acuerdo con las necesidades, valores y deseos de sus habitantes, y estas transformaciones son siempre el resultado de conflictos políticos y culturales.

Derribar monumentos que conmemoran a los gobernantes del pasado da una dimensión histórica a las luchas contra el racismo y la opresión en el presente. Significa probablemente incluso más que eso. Es otra forma de oponerse a la gentrificación de nuestras ciudades que implica la metamorfosis de sus distritos históricos en sitios reificados y fetichizados.

Una vez que una ciudad es clasificada como "patrimonio mundial" por la UNESCO, está condenada a morir. Los "bárbaros" que derriban estatuas protestan implícitamente contra las políticas neoliberales actuales que simultáneamente expulsan a las clases bajas de los centros urbanos y las transforman en vestigios congelados. Los símbolos de la vieja esclavitud y el colonialismo se combinan con el rostro deslumbrante del capitalismo inmobiliario, y estos son los objetivos de los manifestantes.



El punto de vista de los vencidos

Según un argumento más sofisticado y perverso, la iconoclasia antirracista expresa un deseo inconsciente de negar el pasado. A pesar de lo opresivo y desagradable que fue el pasado, según este argumento, no se puede cambiar. Esto es sin duda cierto. Pero hacerse con el pasado, particularmente un pasado hecho de racismo, esclavitud, colonialismo y genocidios, no significa celebrarlo, como lo hacen la mayoría de las estatuas derrocadas.

En Alemania, el pasado nazi está abrumadoramente presente en las plazas y calles de las ciudades a través de monumentos conmemorativos que recuerdan a sus víctimas en lugar de a sus perseguidores. En Berlín, el Memorial del Holocausto se erige como una advertencia para las generaciones futuras ( das Mahnmal). Los crímenes de las SS no se recuerdan mediante una estatua que celebre a Heinrich Himmler, sino a través de una exposición al aire libre y bajo techo llamada "Topografía del terror" que se encuentra en el sitio de una antigua oficina de las SS.

No necesitamos estatuas de Hitler, Mussolini y Franco para recordar sus fechorías. Precisamente porque los españoles no han olvidado el franquismo, el gobierno de Pedro Sánchez decidió sacar los restos del Caudillo de su monumental tumba. Solo desacralizando el Valle de los Caídos se puede consignar este monumento fascista al reino de la memoria en una sociedad democrática consciente.

Por eso es profundamente engañoso comparar el objetivo de nuestra iconoclasia antirracista actual con los fines de la antigua damnatio memoriae (condena al olvido). En la antigua Roma, esta práctica tenía como objetivo eliminar las conmemoraciones públicas de emperadores u otras personalidades cuya presencia chocaba con los nuevos gobernantes. Tenían que ser olvidados.

La eliminación de Leon Trotsky de las imágenes oficiales soviéticas bajo el estalinismo fue otra forma de damnatio memoriae, y fue la inspiración para el 1984 de George Orwell . En el estado ficticio de Oceanía, escribió el escritor británico, el pasado se reescribió por completo: "Las estatuas, las inscripciones, las piedras conmemorativas, los nombres de las calles, todo lo que pudiera arrojar luz sobre el pasado había sido alterado sistemáticamente".

Estos ejemplos son comparaciones engañosas, porque se refieren a la eliminación del pasado por parte de los poderosos . Sin embargo, la iconoclasia antirracista busca provocativamente liberar el pasado de su control, "lijar el pasado" al repensarlo desde el punto de vista de los gobernados y vencidos, no a través de los ojos de los vencedores.

Sabemos que nuestro patrimonio arquitectónico y artístico está cargado con el legado de la opresión. Como afirma un famoso aforismo de Walter Benjamin: "No hay ningún documento de civilización que no sea al mismo tiempo un documento de barbarie". Los que derrumban estatuas no son nihilistas ciegos: no desean destruir el Coliseo o las pirámides.

Más bien, preferirían no olvidar que, como señaló Bertolt Brecht, estos notables monumentos fueron construidos por esclavos. Edward Colston y Leopold II no serán olvidados: sus estatuas deben conservarse en museos y de manera que no solo expliquen quiénes fueron y sus logros extraordinarios, sino también por qué y cómo sus personas se convirtieron en ejemplos de virtud y filantropía, objetos de veneración - en resumen, las encarnaciones de su civilización.

Ola global

Esta ola de iconoclasia antirracista es global y no admite excepciones. Los italianos (incluidos los italo-americanos) y los españoles están orgullosos de Colón, pero las estatuas del hombre que "descubrió" las Américas no tienen el mismo significado simbólico para los pueblos indígenas.

Su iconoclasia reclama legítimamente un reconocimiento público e inscripción de su propia memoria y perspectiva: un "descubrimiento" que inauguró cuatro siglos de genocidio. En Fort-de-France, la capital de Martinica, dos estatuas de Victor Schœlcher, tradicionalmente celebradas por la República Francesa como un símbolo de la abolición de la esclavitud en 1848, fueron derribadas el 22 de mayo. Como dice el diario derechista Le Figaro, "Los nuevos censores creen que poseen la verdad y son los guardianes de la virtud".

De hecho, los "nuevos censores" (es decir, los jóvenes activistas antirracistas) desean pasar la página de la tradición paternalista y sutilmente racista del "universalismo" francés. Siempre describió la abolición de la esclavitud como un regalo para los esclavos de la República ilustrada, una tradición bien resumida por Macron en el discurso citado anteriormente.

Los "nuevos censores" comparten la evaluación de Frantz Fanon, quien analizó este cliché en su libro Black Skin White Masks de 1952 : "El hombre negro se contentó con agradecer al hombre blanco [su emancipación], y la prueba más contundente del hecho es la impresionante cantidad de estatuas erigidas por toda Francia y las colonias que representan a la Francia blanca acariciando el cabello rizado de ese agradable negro cuyas cadenas acaba de romper”.

Hacerse con el pasado no es una tarea abstracta o un ejercicio puramente intelectual. Más bien, requiere un esfuerzo colectivo y no se puede disociar de la acción política. Este es el significado de la iconoclasia de los últimos días. De hecho, si bien ha estallado en el marco de una movilización antirracista global, el terreno ya había sido preparado por años de compromiso contra-memorial e investigación histórica llevada a cabo por una multitud de asociaciones y activistas.

Como toda acción colectiva, la iconoclasia merece atención y crítica constructiva. Estigmatizarla despectivamente es simplemente disculpar una historia de opresión.
Enzo Traverso  profesor de la Universidad de Cornell (EE.UU.), es uno de los más destacados especialistas en estudios de la memoria histórica.
Fuente:
https://jacobinmag.com/2020/06/statues-removal-antiracism-columbus





sábado, 27 de junio de 2020

La UE colgada de la brocha trumpista en Sudamérica..

Trump le suelta la mano a Guaidó

Las declaraciones de Donald Trump al portal Axios desataron una tormenta política en Venezuela. El presidente de Estados Unidos puso en duda la “estrategia Guaidó” de su gobierno para terminar con el mandato de Nicolás Maduro y hasta se mostró de acuerdo, y éste fue el título de la prensa mundial, a reunirse con el presidente de Venezuela.
La respuesta de Maduro fue mesurada, algo no habitual. Sólo una declaración a la agencia estatal de noticias AVN, donde dijo que está dispuesto a conversar “respetuosamente” con Trump, como ya lo hizo en su momento con Joe Biden, el vicepresidente de Barack Obama, y ahora candidato Demócrata a la presidencia. 
Después, Trump niveló las cargas, y tuiteó que sólo se reuniría con Maduro para buscar “su salida pacífica del poder”. Pero aún matizada por Trump, esto no alcanza para frenar una debacle que no es nueva en la oposición venezolana: la debacle Guaidó. 
Una cuesta abajo que comenzó con el fracaso del golpe de Estado de abril del año pasado. El broche de oro de la reunión con Trump en enero de este año en Washington no le puso freno a la debacle y ahora, apenas cinco meses después, Guaidó se queda sin su único soporte, mientras fronteras adentro, como ya se sabe, su capacidad ya no de movilizar sino al menos de entusiasmar a alguien, es nula. 
Todo esto pasa mientras la iniciativa política está en manos del gobierno, que en acuerdo con un sector de la oposición -el que está en la llamada Mesa de diálogo- renovó el Consejo Nacional Electoral y se encamina a elecciones parlamentarias, nada más y nada menos que para cambiar toda la composición de la Asamblea Nacional. Es decir, el único lugar donde a duras penas todavía tenía algo de espacio institucional la oposición que sigue a Guaidó. 
Además, el gobierno de Maduro logró quebrar a al menos dos partidos políticos del guadosismo, Acción Democrática y Primero Justicia. El Tribunal Supremo de Justicia le entregó el uso de las listas y los emblemas partidarios a sectores que -claro está- van a ir a las elecciones. 
Desde los cuarteles de Guaidó dijeron lo que se sabía: que ellos no participarán en esos comicios, pero esto fue antes del baldazo de agua helada de las declaraciones de Trump que dejan a Guaidó y sus aliados internos más solos que nunca. 
Por eso mismo, para el gobierno de Nicolás Maduro las declaraciones de Donald Trump, dejando abierta la puerta de un diálogo son un soplo de aire fresco, aun cuando la posibilidad real de ese encuentro está muy pero muy lejana. 
Para terminar hay que dejar abierto un interrogante: qué harán ahora los países de la Unión Europea y de América Latina que se alinearon con Estados Unidos y reconocieron a Guaidó como “presidente encargado”? Por ahora, se mantienen en silencio. Un silencio que aturde. 
*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTv en Venezuela. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)