viernes, 9 de febrero de 2024

Eric Hobsbaum: la política de identidad y la izquierda

 

Eric Hobsbaum: la política de identidad y la izquierda

3 febrero, 2024  

 

CONFERENCIA DEL HISTORIADOR ERIC HOBSBAUM, en “INSTITUTE OF EDUCATION”, LONDRES, 1996

 La política de la identidad asume que una de las muchas identidades que todos tenemos es la que determina, o al menos domina nuestra política: ser mujer, si eres feminista, ser protestante si eres unionista de Antrim, ser catalán, si eres nacionalista catalán, ser homosexual si estás en el movimiento gay. Y, por supuesto, que hay que deshacerse de las demás, porque son incompatibles con la identidad “verdadera”

 La política de identidad y la izquierda

 Mi conferencia trata de un tema sorprendentemente nuevo. Nos hemos acostumbrado tanto a términos como «identidad colectiva», «grupos identitarios», «políticas identitarias» o, para el caso, «etnicidad», que resulta difícil recordar lo reciente de su aparición como parte del vocabulario actual, o jerga, del discurso político.

 Por ejemplo, si consultamos la Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales, publicada en 1968 – es decir, escrita a mediados de la década de 1960-, no encontraremos ninguna entrada sobre identidad, excepto una sobre identidad psicosocial, de Erik Erikson, que se ocupaba principalmente de cosas como la llamada «crisis de identidad» de los adolescentes que intentan descubrir lo que son, y un artículo general sobre la identificación de los votantes. Y en cuanto a la etnicidad, en el Oxford English Dictionary de principios de los años setenta sólo aparece como una palabra rara que indica «heathendom and heathen superstition» y está documentada por citas del siglo XVIII.

 En resumen, se trata de términos y conceptos que no empezaron a utilizarse realmente hasta la década de 1960. Su aparición es más fácil de seguir en EE.UU., en parte porque siempre ha sido una sociedad inusualmente interesada en controlar su temperatura social y psicológica, su presión sanguínea y otros síntomas, y sobre todo porque la forma más obvia de política de identidad -pero no la única-, la etnicidad, siempre ha sido fundamental en la política estadounidense desde que se convirtió en un país de inmigración masiva procedente de todas partes de Europa.

 A grandes rasgos, la nueva etnicidad hace su primera aparición pública con Beyond the Melting Pot, de Glazer y Moynihan, en 1963, y se convierte en un programa militante con The Rise of the Unmeltable Ethnics, de Michael Novak, en 1972. El primero, no hace falta que lo diga, fue obra de un profesor judío y de un irlandés, hoy senador demócrata por Nueva York; el segundo procede de un católico de origen eslovaco.

 De momento no hace falta que nos preocupemos demasiado de por qué ocurrió todo esto en los años sesenta, pero permítanme recordarles que -al menos en los EE.UU. que marcan estilo- esta década también vio surgir otras dos variantes de la política de identidad: el movimiento moderno (es decir, post sufragista) de mujeres y el movimiento gay.

 No estoy diciendo que antes de los años sesenta nadie se planteara preguntas sobre su identidad pública. En situaciones de incertidumbre a veces lo hacían; por ejemplo, en el cinturón industrial de Lorena, en Francia, cuya lengua y nacionalidad oficiales cambiaron cinco veces en un siglo, y cuya vida rural pasó a ser industrial y semiurbana, mientras que sus fronteras se redibujaron siete veces en el último siglo y medio.

 No es de extrañar que la gente dijera: «Los berlineses saben que son berlineses, los parisinos saben que son parisinos, pero ¿ quiénes somos nosotros?». O, por citar otra entrevista: «Vengo de Lorena, mi cultura es alemana, mi nacionalidad es francesa, y pienso en nuestro dialecto provinciano»[1].

 En realidad, estas cosas sólo conducen a auténticos problemas de identidad cuando se impide a la gente tener las identidades múltiples y combinadas que son naturales para la mayoría de nosotros. O, más aún, cuando se les desvincula «del pasado y de todas las prácticas culturales comunes»[2]. [Sin embargo, hasta la década de 1960, estos problemas de identidad incierta se limitaban a zonas fronterizas especiales de la política. Todavía no eran centrales.

 Desde los años sesenta parecen haber adquirido una importancia mucho mayor. ¿Por qué? Sin duda, hay razones particulares en la política y las instituciones de tal o cual país -por ejemplo, en los peculiares procedimientos impuestos a EE.UU. por su Constitución-; por ejemplo, las sentencias sobre derechos civiles de los años cincuenta, que primero se aplicaron a los negros y luego se extendieron a las mujeres, proporcionando un modelo para otros grupos identitarios.

 De ello puede deducirse, especialmente en los países en los que los partidos compiten por los votos, que constituirse en tal grupo identitario puede proporcionar ventajas políticas concretas: por ejemplo, discriminación positiva en favor de los miembros de tales grupos, cuotas en los puestos de trabajo, etcétera. Esto también ocurre en EE.UU., pero no sólo allí. Por ejemplo, en la India, donde el gobierno se ha comprometido a crear igualdad social, puede resultar realmente rentable clasificarse como casta baja o pertenecer a un grupo tribal aborigen, para disfrutar del acceso adicional a puestos de trabajo que se garantiza a dichos grupos.

 La negación de la identidad múltiple

 Pero, en mi opinión, la aparición de la política de la identidad es consecuencia de las extraordinariamente rápidas y profundas convulsiones y transformaciones de la sociedad humana en el tercer cuarto de este siglo, que he intentado describir y comprender en la segunda parte de mi historia del «breve siglo XX», La era de los extremos. Esta no es sólo mi opinión. El sociólogo estadounidense Daniel Bell, por ejemplo, argumentó en 1975 que «la ruptura de las estructuras de autoridad tradicionales y de las unidades sociales afectivas previas -históricamente nación y clase- hace que el apego étnico sea más saliente»[3].

 De hecho, sabemos que tanto el Estado-nación como los antiguos partidos y movimientos políticos de clase se han debilitado como consecuencia de estas transformaciones. Más aún, hemos vivido -estamos viviendo- una gigantesca «revolución cultural», una «extraordinaria disolución de las normas, texturas y valores sociales tradicionales, que dejó huérfanos y desamparados a tantos habitantes del mundo desarrollado».

 Si se me permite seguir citándome a mí mismo, «nunca se utilizó la palabra «comunidad» de forma más indiscriminada y vacía que en las décadas en que las comunidades en el sentido sociológico se vuelven difíciles de encontrar en la vida real» [4]. Los hombres y las mujeres buscan grupos a los que puedan pertenecer, con seguridad y para siempre, en un mundo en el que todo lo demás se mueve y cambia, en el que nada más es seguro. Y lo encuentran en un grupo identitario.

 De ahí la extraña paradoja que ha identificado el brillante sociólogo caribeño de Harvard Orlando Patterson: la gente elige pertenecer a un grupo de identidad, pero «es una elección basada en la creencia, fuertemente arraigada e intensamente concebida, de que el individuo no tiene otra opción que pertenecer a ese grupo específico» [5]. [5] A veces se puede demostrar que se trata de una elección. El número de estadounidenses que se declaran «indios americanos» o «nativos americanos» casi se cuadruplicó entre 1960 y 1990, pasando de medio millón a dos millones, lo que es mucho más de lo que podría explicarse por la demografía normal; y, por cierto, dado que el 70% de los «nativos americanos» se casan fuera de su raza, no está nada claro quién es exactamente un «nativo americano» desde el punto de vista étnico [6].

 Entonces, ¿qué entendemos por esta «identidad» colectiva, este sentimiento de pertenencia a un grupo primario, que es su base? Llamo su atención sobre cuatro puntos.

 En primer lugar, las identidades colectivas se definen negativamente, es decir, contra los demás. Nosotros» nos reconocemos como «nosotros» porque somos diferentes de «Ellos». Si no hubiera «Ellos» de los que somos diferentes, no tendríamos que preguntarnos quiénes somos «Nosotros». Sin «los de fuera» no hay «los de dentro». En otras palabras, las identidades colectivas no se basan en lo que sus miembros tienen en común: pueden tener muy poco en común, salvo no ser los «Otros».

 Los unionistas y los nacionalistas de Belfast, o los bosnios serbios, croatas y musulmanes, que de otro modo serían indistinguibles – hablan el mismo idioma, tienen el mismo estilo de vida, tienen el mismo aspecto y se comportan igual-, insisten en lo único que les divide, que resulta ser la religión. Por el contrario, ¿qué da unidad como palestinos a una población mixta de musulmanes de diversos tipos, católicos romanos y griegos, ortodoxos griegos y otros que bien podrían -como sus vecinos del Líbano- luchar entre sí en circunstancias diferentes? Simplemente que no son los israelíes, como la política israelí les recuerda continuamente.

 Por supuesto, hay colectividades que se basan en características objetivas que sus miembros tienen en común, incluido el sexo biológico o características físicas políticamente sensibles como el color de la piel, entre otras. Sin embargo, la mayoría de las identidades colectivas son como las camisas y no como la piel, es decir, son, al menos en teoría, opcionales, no ineludibles.

 A pesar de la moda actual de manipular nuestros cuerpos, sigue siendo más fácil ponerse otra camisa que otro brazo. La mayoría de los grupos de identidad no se basan en similitudes o diferencias físicas objetivas, aunque a todos ellos les gustaría afirmar que son «naturales» y no construidas socialmente. Ciertamente, todos los grupos étnicos lo hacen.

 En segundo lugar, se deduce que en la vida real las identidades, como las prendas de vestir, son intercambiables o combinables entre sí, en lugar de únicas y, por así decirlo, pegadas al cuerpo. Porque, por supuesto, como saben todos los encuestadores de opinión, nadie tiene una y sólo una identidad. Los seres humanos no pueden describirse, ni siquiera con fines burocráticos, más que por una combinación de muchas características. Pero la política de la identidad asume que una de las muchas identidades que todos tenemos es la que determina, o al menos domina nuestra política: ser mujer, si eres feminista, ser protestante si eres unionista de Antrim, ser catalán, si eres nacionalista catalán, ser homosexual si estás en el movimiento gay. Y, por supuesto, que hay que deshacerse de los demás, porque son incompatibles con el «verdadero» Yo.

 Así, David Selbourne, ideólogo polivalente y denunciador general, pide con firmeza a ‘El judío en Inglaterra’ que ‘deje de fingir ser inglés’ y reconozca que su ‘verdadera’ identidad es la de judío. Esto es peligroso y absurdo. No hay incompatibilidad práctica a menos que una autoridad externa te diga que no puedes ser ambas cosas, o a menos que sea físicamente imposible ser ambas cosas.

 Si quisiera ser simultánea y ecuménicamente un católico devoto, un judío devoto y un budista devoto, ¿por qué no podría? La única razón que me lo impide físicamente es que las respectivas autoridades religiosas me digan que no puedo combinarlas, o que me resulte imposible llevar a cabo todos sus rituales porque unos se interpongan en el camino de otros.

 Por lo general, la gente no tiene ningún problema en combinar identidades, y esto, por supuesto, es la base de la política general, a diferencia de la política de identidades seccionales. A menudo la gente ni siquiera se molesta en elegir entre identidades, bien porque nadie se lo pregunta, bien porque es demasiado complicado. Cuando se pide a los habitantes de Estados Unidos que declaren su origen étnico, el 54% se niega o es incapaz de dar una respuesta.

 En resumen, la política de identidad exclusiva no es algo natural para la gente. Es más probable que les venga impuesta desde fuera, de la forma en que los habitantes serbios, croatas y musulmanes de Bosnia que vivían juntos, socializaban y se casaban entre sí, se han visto obligados a separarse, o de formas menos brutales.

 Lo tercero que hay que decir es que las identidades, o su expresión, no son fijas, aun suponiendo que uno haya optado por uno de sus muchos yos potenciales, del mismo modo que Michael Portillo ha optado por ser británico en lugar de español. Se desplazan y pueden cambiar, si es necesario más de una vez. Por ejemplo, los grupos no étnicos, todos o la mayoría de cuyos miembros son negros o judíos, pueden convertirse en grupos conscientemente étnicos. Esto le ocurrió a la Iglesia Cristiana Bautista del Sur con Martin Luther King. Lo contrario también es posible, como cuando el IRA Oficial pasó de ser de nacionalista feniano a una organización de clase, que ahora es el Partido de los Trabajadores y forma parte de la coalición gubernamental de la República Irlandesa.

 Lo cuarto y último que hay que decir sobre la identidad es que depende del contexto, que puede cambiar. Todos podemos pensar en los miembros de la comunidad gay del Oxbridge de los años 20 que, tras la crisis de 1929 y el ascenso de Hitler, cambiaron, como les gustaba decir, del Homintern al Comintern. Burgess y Blunt, por así decirlo, trasladaron su homosexualidad de la esfera pública a la privada. O consideremos el caso del erudito clásico alemán protestante Pater, profesor de clásicas en Londres, que de repente descubrió, después de Hitler, que tenía que emigrar porque, según las normas nazis, en realidad era judío, un hecho que hasta ese momento desconocía. Se definiera como se definiera, ahora tenía que encontrar otra identidad.

 El universalismo de la izquierda

 ¿Qué tiene que ver todo esto con la izquierda? Ciertamente, los grupos identitarios no ocupaban un lugar central en la izquierda. Básicamente, los movimientos sociales y políticos de masas de la izquierda, es decir, los inspirados por las revoluciones americana y francesa y el socialismo, eran coaliciones o alianzas de grupos, pero mantenidas unidas no por objetivos específicos del grupo, sino por grandes causas universales a través de las cuales cada grupo creía que sus objetivos particulares podían realizarse: democracia, República, socialismo, comunismo o lo que fuera. El propio Partido Laborista en sus grandes días fue a la vez el partido de una clase y, entre otras cosas, de las naciones minoritarias y las comunidades inmigrantes de los británicos peninsulares. Era todo esto, porque era un partido de igualdad y justicia social.

 No malinterpretemos su pretensión de ser esencialmente clasista. Los movimientos políticos obreros y socialistas no fueron nunca, en ningún lugar, movimientos esencialmente confinados al proletariado en el sentido marxista estricto. Excepto quizás en Gran Bretaña, no podrían haberse convertido en movimientos tan vastos como lo hicieron, porque en las décadas de 1880 y 1890, cuando los partidos obreros y socialistas de masas aparecieron de repente en escena, como campos de campanillas en primavera, la clase obrera industrial en la mayoría de los países era una minoría bastante pequeña y, en cualquier caso, gran parte de ella permanecía al margen de la organización obrera socialista.

 Recordemos que en la época de la Primera Guerra Mundial los socialdemócratas contaban con entre el 30% y el 47% del electorado en países como Dinamarca, Suecia y Finlandia, que apenas estaban industrializados, así como en Alemania. (El mayor porcentaje de votos alcanzado por el Partido Laborista en este país, en 1951, fue del 48%). Además, el caso socialista de la centralidad de los trabajadores en su movimiento no era un caso seccional.

 Los sindicatos perseguían los intereses sectoriales de los asalariados, pero una de las razones por las que las relaciones entre los partidos laboristas y socialistas y los sindicatos asociados a ellos nunca estuvieron exentas de problemas fue precisamente que los objetivos del movimiento eran más amplios que los de los sindicatos. El argumento socialista no era sólo que la mayoría de la gente eran «trabajadores manuales o cerebrales», sino que los trabajadores eran la agencia histórica necesaria para cambiar la sociedad. Así que, fueras quien fueras, si querías el futuro, tenías que ir con el movimiento obrero.

 Por el contrario, cuando el movimiento obrero se redujo a nada más que un grupo de presión o un movimiento seccional de trabajadores industriales, como en la Gran Bretaña de los años 70, perdió tanto la capacidad de ser el centro potencial de una movilización popular general como la esperanza general del futuro.

 El sindicalismo «economicista» militante antagonizó a la gente que no estaba directamente implicada en él hasta tal punto que dio al toryismo thatcheriano su argumento más convincente -y la justificación para convertir al tradicional Partido Tory de «una nación» en una fuerza para librar una guerra de clases militante. Es más, esta política de identidad proletaria no sólo aisló a la clase obrera, sino que la dividió enfrentando a grupos de trabajadores entre sí.

 Entonces, ¿ qué tiene que ver la política identitaria con la izquierda? Permítanme afirmar con firmeza lo que no debería ser necesario reafirmar. El proyecto político de la izquierda es universalista: es para todos los seres humanos. Como quiera que interpretemos las palabras, no es libertad para los accionistas o los negros, sino para todos. No es la igualdad para todos los miembros del Garrick Club o para los minusválidos, sino para todos. No es fraternidad sólo para los viejos etonianos o los gays, sino para todos. Y la política de identidad no es esencialmente para todos, sino sólo para los miembros de un grupo específico. Esto es perfectamente evidente en el caso de los movimientos étnicos o nacionalistas. El nacionalismo judío sionista, simpaticemos o no con él, se refiere exclusivamente a los judíos, y cuelga -o más bien bombardea- al resto. Todos los nacionalismos lo son. La pretensión nacionalista de que están por el derecho de todos a la autodeterminación es falsa.

 Por eso la izquierda no puede basarse en políticas identitarias. Tiene una agenda más amplia. Para la izquierda, Irlanda ha sido históricamente uno, pero sólo uno, de los muchos grupos de seres humanos explotados, oprimidos y victimizados por los que ha luchado. Para el nacionalismo iraquí, la izquierda era, y es, sólo un aliado posible en la lucha por sus objetivos en determinadas situaciones. En otras, estaba dispuesta a pujar por el apoyo de Hitler, como hicieron algunos de sus dirigentes durante la Segunda Guerra Mundial. Y esto se aplica a todos los grupos que hacen de la política identitaria su fundamento, étnico o de otro tipo.

Ahora bien, la agenda más amplia de la izquierda significa, por supuesto, que apoya a muchos grupos identitarios, al menos parte del tiempo, y éstos, a su vez, miran a la izquierda. De hecho, algunas de estas alianzas son tan antiguas y tan estrechas que la izquierda se sorprende cuando llegan a su fin, como la gente se sorprende cuando los matrimonios se rompen después de toda una vida.

 En Estados Unidos casi parece contra natura que los «étnicos» -es decir, los grupos de inmigrantes pobres en masa y sus descendientes- ya no voten casi automáticamente al Partido Demócrata. Parece casi increíble que un negro estadounidense pueda siquiera plantearse presentarse a la Presidencia de los EEUU como republicano (pienso en Colin Powell). Y sin embargo, el interés común de los americanos irlandeses, italianos, judíos y negros por el Partido Demócrata no derivaba de sus etnias particulares, aunque los políticos realistas les rindieran pleitesía. Lo que les unía era el hambre de igualdad y justicia social, y un programa que se creía capaz de hacer avanzar ambas.

 El interés común

 Pero esto es justo lo que muchos en la izquierda han olvidado, al sumergirse de cabeza en las profundas aguas de la política identitaria. Desde la década de 1970 ha habido una tendencia -una «tendencia creciente»- a ver la izquierda esencialmente como una coalición de grupos e intereses minoritarios: de raza, género, preferencias sexuales u otras preferencias culturales y estilos de vida, incluso de minorías económicas como la vieja clase obrera industrial que se ensucia las manos. Esto es bastante comprensible, pero es peligroso, entre otras cosas porque ganar mayorías no es lo mismo que sumar minorías.

 En primer lugar, permítanme repetirlo: los grupos identitarios son sobre sí mismos, para sí mismos, y para nadie más. Una coalición de estos grupos que no se mantiene unida por un único conjunto común de objetivos o valores, sólo tiene una unidad ad hoc, más o menos como los Estados aliados temporalmente en guerra contra un enemigo común. Se disuelven cuando dejan de estar tan unidos.

 En cualquier caso, como grupos identitarios, no están comprometidos con la izquierda como tal, sino sólo para conseguir apoyo para sus objetivos dondequiera que puedan. Pensamos en la emancipación de la mujer como una causa estrechamente asociada a la Izquierda, como sin duda lo ha sido desde los inicios del socialismo, incluso antes de Marx y Engels. Sin embargo, históricamente, el movimiento sufragista británico anterior a 1914 fue un movimiento de los tres partidos, y la primera mujer diputada, como sabemos, fue en realidad una tory [7].

 En segundo lugar, sea cual sea su retórica, los movimientos y organizaciones reales de la política identitaria sólo movilizan a las minorías, en todo caso antes de adquirir el poder de la coerción y la ley. Puede que el sentimiento nacional sea universal, pero, que yo sepa, ningún partido nacionalista secesionista en Estados democráticos ha obtenido hasta ahora los votos de la mayoría de su electorado (aunque los quebequeses estuvieron a punto el pasado otoño, pero entonces sus nacionalistas tuvieron cuidado de no exigir realmente la secesión completa con tantas palabras). No digo que no pueda ocurrir o que no vaya a ocurrir, sino que la forma más segura de conseguir la independencia nacional mediante la secesión hasta ahora ha sido no pedir a la población que vote a favor de ella hasta que ya se ha conseguido por otros medios.

 Eso, por cierto, son dos razones pragmáticas para estar en contra de la política identitaria. Sin esa compulsión o presión externa, en circunstancias normales apenas moviliza a más de una minoría, incluso del grupo objetivo. De ahí que los intentos de formar partidos políticos femeninos separados no hayan sido formas muy eficaces de movilizar el voto femenino. La otra razón es que obligar a las personas a adoptar una, y sólo una, identidad las divide unas de otras. Por tanto, aísla a esas minorías.

 Por consiguiente, comprometer a un movimiento general con las reivindicaciones específicas de grupos de presión minoritarios, que ni siquiera son necesariamente las de sus electores, es buscarse problemas. Esto es mucho más evidente en EE.UU., donde la reacción contra la discriminación positiva a favor de determinadas minorías y los excesos del multiculturalismo es ahora muy poderosa; pero el problema también existe aquí.

 Hoy en día, tanto la derecha como la izquierda cargan con la política de la identidad. Por desgracia, el peligro de desintegrarse en una pura alianza de minorías es inusualmente grande en la izquierda, porque el declive de los grandes lemas universalistas de la Ilustración, que eran esencialmente lemas de la izquierda, la deja sin ninguna forma obvia de formular un interés común más allá de las fronteras seccionales. El único de los llamados «nuevos movimientos sociales» que cruza todas esas fronteras es el de los ecologistas. Pero, por desgracia, su atractivo político es limitado y es probable que siga siéndolo.

 Sin embargo, hay una forma de política identitaria que es realmente global, en la medida en que se basa en un llamamiento común, al menos dentro de los confines de un único Estado: el nacionalismo ciudadano. Visto desde una perspectiva global puede ser lo contrario de un llamamiento universal, pero visto desde la perspectiva del Estado nacional, que es donde la mayoría de nosotros todavía vivimos, y es probable que sigamos viviendo, proporciona una identidad común, o en la frase de Benedict Anderson, «una comunidad imaginada» no menos real por ser imaginada.

 La derecha, especialmente la derecha en el gobierno, siempre ha pretendido monopolizar esto y normalmente todavía puede manipularlo. Incluso el thatcherismo, el sepulturero del «toryismo uninacional», lo hizo. Incluso su fantasmal y moribundo sucesor, el gobierno de Major, espera evitar la derrota electoral condenando a sus oponentes como antipatriotas.

 ¿Por qué entonces ha sido tan difícil para la izquierda, ciertamente para la izquierda de los países de habla inglesa, verse a sí misma como representante de toda la nación? (Hablo, por supuesto, de la nación como la comunidad de todas las personas de un país, no como una entidad étnica). ¿Por qué les resulta tan difícil siquiera intentarlo? Al fin y al cabo, la izquierda europea comenzó cuando una clase, o una alianza de clases, el Tercer Estado en los Estados Generales franceses de 1789, decidió declararse «la nación» frente a la minoría de la clase dominante, creando así el concepto mismo de «nación» política.

 Después de todo, incluso Marx previó tal transformación en El Manifiesto Comunista [8]. [8] De hecho, se podría ir más lejos. Todd Gitlin, uno de los mejores observadores de la izquierda estadounidense, lo ha expresado de forma dramática en su nuevo libro, The Twilight of Common Dreams: «¿Qué es una izquierda si no es, al menos de forma plausible, la voz de todo el pueblo? [9]

 La voz apagada del Nuevo Laborismo

 Y ha habido momentos en los que la izquierda no sólo ha querido ser la nación, sino que ha sido aceptada como representante del interés nacional, incluso por aquellos que no sentían especial simpatía por sus aspiraciones: en EEUU, cuando el Partido Demócrata rooseveltiano era políticamente hegemónico, en Escandinavia desde principios de los años treinta. En términos más generales, al final de la Segunda Guerra Mundial la izquierda, en casi toda Europa, representaba a la nación en el sentido más literal, porque representaba la resistencia a Hitler y sus aliados y la victoria sobre ellos. De ahí el notable matrimonio entre patriotismo y transformación social que dominó la política europea inmediatamente después de 1945.

 No menos en Gran Bretaña, donde 1945 fue un plebiscito a favor del Partido Laborista como el partido que mejor representaba a la nación frente al toryismo uninacional liderado por el líder de guerra más carismático y victorioso de la escena. Esto marcó el rumbo de los siguientes treinta y cinco años de la historia del país. Mucho más recientemente, François Mitterrand, un político sin compromiso natural con la izquierda, eligió el liderazgo del Partido Socialista como la mejor plataforma para ejercer el liderazgo de todos los franceses.

 Se podría haber pensado que hoy era otro momento en el que la izquierda británica podía reclamar hablar en nombre de Gran Bretaña -es decir, de todo el pueblo- contra un régimen desacreditado, decrépito y desmoralizado. Y, sin embargo, ¡qué pocas veces se oyen las palabras «el país», «Gran Bretaña», «la nación», «patriotismo», incluso «el pueblo» en la retórica preelectoral de quienes esperan convertirse en el próximo gobierno del Reino Unido!

 Se ha sugerido que esto se debe a que, a diferencia de 1945 y 1964, «ni el político ni su público tienen más que una modesta creencia en la capacidad del gobierno para hacer mucho»[10]. [10] Si esa es la razón por la que los laboristas hablan a la nación y sobre la nación con una voz tan apagada, es triplemente absurdo. En primer lugar, porque si los ciudadanos realmente creen que el gobierno no puede hacer mucho, ¿por qué deberían molestarse en votar a uno en lugar de a otro, o para el caso, a cualquier otro?

 En segundo lugar, porque el gobierno, es decir, la gestión del Estado en interés público, es indispensable y lo seguirá siendo. Incluso los ideólogos de la derecha loca, que sueñan con sustituirlo por el mercado soberano universal, lo necesitan para instaurar su utopía, o más bien distopía. Y en la medida en que lo consiguen, como en gran parte del mundo ex socialista, la reacción contra el mercado devuelve a la política a los que quieren que el Estado vuelva a ser socialmente responsable.

 En 1995, cinco años después de abandonar su antiguo Estado con alegría y entusiasmo, dos tercios de los alemanes del Este piensan que la vida y las condiciones en la antigua RDA eran mejores que las «descripciones e informes negativos» de los medios de comunicación alemanes actuales, y el 70% piensa que «la idea del socialismo era buena, pero teníamos políticos incompetentes».

 Y, lo que es más incontestable, porque en los últimos diecisiete años hemos vivido bajo gobiernos que creían que el gobierno tiene un enorme poder, que han utilizado ese poder realmente para cambiar nuestro país decisivamente a peor, y que, en sus últimos días siguen intentando hacerlo, y para embaucarnos en la creencia de que lo que ha hecho un gobierno es irreversible por otro. El Estado no desaparecerá. Es asunto del gobierno utilizarlo.

 El gobierno no consiste sólo en ser elegido y luego reelegido. Se trata de un proceso que, en política democrática, implica enormes cantidades de mentira en todas sus formas. Las elecciones se convierten en concursos de perjurio fiscal. Por desgracia, a los políticos, que tienen un horizonte temporal tan corto como los periodistas, les cuesta ver la política como algo distinto de una campaña permanente.

 Si Sin embargo, hay algo más allá. Ahí está lo que el gobierno hace y debe hacer, ahí está el futuro del país. Están las esperanzas y los temores del pueblo en su conjunto, no sólo de «la comunidad», que es una evasiva ideológica, o de la suma total de los que ganan y gastan (los «contribuyentes» de la jerga política), sino del pueblo británico, el tipo de colectivo que estaría dispuesto a aplaudir la victoria de cualquier equipo británico en la Copa del Mundo, si no hubiera perdido la esperanza de que todavía pudiera existir tal cosa. Porque no es el menor síntoma del declive de Gran Bretaña, con el declive de la ciencia, el declive de los deportes de equipo británicos.

 Fue la fuerza de la Sra. Thatcher, que reconoció esta dimensión de la política. Se veía a sí misma dirigiendo a un pueblo «que pensaba que ya no podíamos hacer las grandes cosas que una vez hicimos» -cito sus palabras- «aquellos que creían que nuestro declive era irreversible, que nunca podríamos volver a ser lo que fuimos»[11].] No era como otros políticos, en la medida en que reconocía la necesidad de ofrecer esperanza y acción a un pueblo desconcertado y desmoralizado. Una falsa esperanza, tal vez, y sin duda un tipo de acción equivocada, pero suficiente para permitirle barrer a la oposición, tanto dentro de su partido como fuera, y cambiar el país y destruir gran parte de él. El fracaso de su proyecto es ahora manifiesto.

 Nuestro declive como nación no se ha detenido. Como pueblo estamos más perturbados, más desmoralizados que en 1979, y lo sabemos. Sólo aquellos que pueden formar el gobierno post-Tory están demasiado desmoralizados y asustados por el fracaso y la derrota como para ofrecer algo que no sea la promesa de no subir los impuestos.

 Puede que ganemos así las próximas elecciones generales y espero que lo hagamos, aunque los tories no librarán la campaña electoral principalmente sobre los impuestos, sino sobre el unionismo británico, el nacionalismo inglés, la xenofobia y la Union Jack, y al hacerlo nos cogerán desprevenidos. ¿Creerán realmente los que nos han elegido que cambiaremos las cosas? ¿Y qué haremos si se limitan a elegirnos, encogiéndose de hombros al hacerlo? Habremos creado el Nuevo Partido Laborista. ¿Haremos el mismo esfuerzo para restaurar y transformar Gran Bretaña? Aún estamos a tiempo de responder a estas preguntas.

 [1] M.L. Pradelles de Latou, «Identity as a Complex Network», en C. Fried, ed., Minorities, Community and Identity, Berlín 1983, p. 79.

[2] Ibid. p. 91.

 [3] Daniel Bell, «Ethnicity and Social Change», en Nathan Glazer y Daniel P. Moynihan, eds., Ethnicity: Theory and Experience, Cambridge, Mass. 1975, P. 171

 [4] E.J. Hobsbawm, La era de los extremos. The Short Twentieth Century, 1914-1991, Londres 1994, p. 428.

 [5] O. Patterson, «Implications of Ethnic Identification», en Fried, ed., Minorities: Community and Identity, pp. 28-29. O. Patterson, «Implications of Ethnic Identification», en Fried, ed., Minorities: Community and Identity, pp. 28-29.

 [6] O. Patterson, «Implications of Ethnic Identification», en Fried, ed., Minorities: Community and Identity, pp. 28-29.

 [7] Jihang Park, «The British Suffrage Activists of 1913», Past & Present, nº 120, agosto de 1988, pp. 156-7.

 [8] «Puesto que el proletariado debe ante todo adquirir la supremacía política, debe elevarse a ser la clase nacional, debe constituirse en nación, él mismo sigue siendo nacional, aunque no en el sentido burgués». Karl Marx y Federico Engels, El Manifiesto Comunista, 1848, parte ii. La edición original (alemana) dice «la clase nacional»; la traducción inglesa de 1888 dice «la clase dirigente de la nación».

 [9] Gitlin, The Twilight of Common Dreams, Nueva York 1995, p. 165.

 [10] Hugo Young, «No Waves in the Clear Blue Water», The Guardian, 23 de abril de 1996, p. 13.

 [11] Citado en Eric Hobsbawm, Politics for a Rational Left, Verso, Londres 1989, p. 54.

 Publicado en: Artículos,  Inicio  https://observatoriocrisis.com/2024/02/03/eric-hobsbaum-la-politica-de-identidad-y-la-izquierda/

viernes, 2 de febrero de 2024

La Galicia vacía

                                                                             


 Casa cerrada . Ponte Segade  junto al  Rio Sor  Mañón. Coruña

 

De Ferrol a Muras pasando por As Pontes: la despoblación en el entorno rural, el gran reto de la próxima Xunta​.

Patricia Nieto

La población gallega ha caído de 2,79 a 2,69 millones en la última década y ocho de cada diez municipios ha perdido habitantes, de acuerdo con los datos del Instituto Gallego de Estadística (IGE).

  En el pequeño pueblo de Baleo no hay escuelas ni centros de salud. Tampoco hay comercios o sucursal bancaria. Por no haber, no hay ni aceras. Esta aldea, ubicada al norte de la provincia de A Coruña, se ha convertido con el paso de los años en un pueblo fantasma: un puñado de casitas de piedra, una pizzería y dos casas rurales que resisten simbólicamente en una especie de decorado vacío. Con sus 63 habitantes censados -diez menos que hace una década-, Baleo es uno de los 126 núcleos de población abandonados de Ortigueira, el municipio con más aldeas sin habitantes de toda Galicia.

"Aquí no tenemos empresas ni trabajo. Los hijos de la gente que vivía aquí se marcharon y nunca más quisieron volver", asegura a Público Alex Cakovan, regente de un pequeño hotel. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), hay casi 4.000 entidades de población deshabitadas en esta comunidad autónoma, pequeños núcleos de casas diseminadas que conforman la Galicia vacía. En el año 2000 eran 1.236.

El éxodo rural es uno de los grandes retos del próximo gobierno gallego, que se elegirá este 18 de febrero. Por el momento, y en sus casi 15 años al frente de la Xunta, el PP no ha podido contener esta sangría demográfica. La población gallega ha caído de 2,79 a 2,69 millones en la última década y ocho de cada diez municipios ha perdido habitantes, de acuerdo con los datos del Instituto Gallego de Estadística (IGE). También es la comunidad autónoma de España con más núcleos de población deshabitados: de las 10.633 entidades sin ningún censado que contabiliza en España, 3.900 están aquí.

A Ortigueira le siguen el emblemático caso de As Pontes (A Coruña), con 86 aldeas abandonadas, y Muras (Lugo), con 56. El de As Pontes es un caso particular: es uno de los municipios más grandes -casi 250 kilómetros cuadrados- y uno de los más ricos de la comunidad autónoma al albergar, hasta su cierre definitivo el año pasado, una de las mayores explotaciones energéticas de España. Sin embargo, y fuera de su núcleo urbanizado, la localidad está compuesta por decenas de zonas deshabitadas y en estado de abandono.

El alcalde de este municipio y presidente de la Diputación Provincial de A Coruña, Valentín González Formoso, denuncia que la Xunta tiene "completamente olvidado" el mundo rural. Galicia tiene 87.000 jóvenes menos que emigraron a otros países porque no veían futuro y hay 40.000 empleos menos en el sector industrial, explica a Público el edil socialista. El gobierno autonómico también ha empeorado la red de transporte en el mundo rural en cuanto a frecuencias y paradas, y las posibilidades de moverse entre los pueblos y las urbes se ha reducido en un 80%. "Si prescindes de servicios públicos de ese tipo, estás invitando a la gente a marcharse", agrega.

Antonio Izquierdo, catedrático en Sociología de la Universidad de A Coruña y ex representante de España en la OCDE, asegura a este periódico que vivimos en una "dinámica de concentración económica" que no hace "rentable" para las autoridades políticas fomentar el retorno a los espacios vacíos. "En Galicia las comunicaciones son infernales. Los transportes públicos no llegan a las aldeas. La educación y la sanidad en los pueblos tendrían que ser a distancia porque medios no hay", afirma. "Salvo casos aislados, no creo que el rural vaya a revivir. Lo de volver al campo es otra moda y frenar el éxodo rural implicaría una transformación completa de nuestro modelo de vida", señala.

Las ciudades también se vacían

En términos absolutos, los municipios más despoblados se ubican en Ourense y Lugo, en particular, en las zonas del interior, cercanas a la sierra de los Ancares. Las localidades con menos habitantes censados de toda Galicia son el lucense Negueira de Muñiz (240 empadronados), seguido de los ourensanos Teixeira (342), Beade (364), Larouco (444) y Pontedeva (468).

Cinco núcleos urbanos perdieron habitantes: A Coruña, Ferrol, Vigo, Lugo y Ourense

Pero no solamente los pueblos pierden habitantes. De los siete núcleos urbanos de la comunidad, solo dos ganaron empadronados en la última década (Santiago y Pontevedra) y cinco perdieron habitantes (A Coruña, Ferrol, Vigo, Lugo y Ourense). El caso más grave es el de Ferrol, otrora una de las capitales económicas de Galicia, que perdió más de un 10% de su población (unos 10.700 vecinos) en la última década, quedándose con 63.800 en 2023, según cifras del IGE.

La urbe, que fio su futuro a la industrial naval, no remontó después de la reconversión industrial de la década de los noventa que destruyó miles de empleos. De los más de 12.000 trabajadores de los astilleros ferrolanos en la época dorada del naval, quedan alrededor de 1.700 contratados directamente por la compañía pública Navantia entre Ferrol y el vecino municipio de Fene,

"Aquí ya no hay mucha cosa, solo lo básico. Lo que falta es el trabajo. Cada vez hay más casas vacías y es una pena", afirma a Público Juan Souto, ferrolano de 75 años. "Ya solo vienen los que van para los astilleros, pero cada vez son menos", agrega el jubilado, un extrabajador de Astano, empresa que fue absorbida por Navantia.

"Las ayudas no llegan"

La respuesta de la Xunta gira en torno a la Ley de Impulso Demográfico aprobada en 2020, que incluye medidas que inciden en mejorar la natalidad, la conciliación y la reducción de trabas para establecer iniciativas empresariales en el mundo rural. El expresidente de la Xunta, Alberto NúñezFeijoo, ha asegurado en numerosas ocasiones que esta normativa pone a Galicia a la vanguardia española en políticas demográficas.

En paralelo, la Administración asegura haber destinado más de 500 millones de euros en los últimos quince años a modernizar proyectos agrarios y ha implementado otras medidas, como las instalación de casas nido, alternativas a las guarderías, o las casas del mayor, a modo de residencias diurnas de ancianos, en los pueblos de menos de 5.000 habitantes. Sin embargo solo hay un centenar de casas nido y otro centenar de casas del mayor, y hay más de 200 municipios de menos de 5.000 habitantes.

Pedro Samos: "La Xunta no garantiza que en los pueblos tengamos servicios básicos"

Asociaciones de vecinos del rural aseguran que las ayudas "no están llegando"  y lamentan que la Administración esté "asfixiando" a las aldeas. "La Xunta no garantiza que en los pueblos tengamos servicios básicos como hace con el resto de la población y continúa promoviendo el expolio y la depredación del medio rural y sus recursos naturales", dice a Público Pedro Samos, portavoz de la Rede do Rural, integrada por una veintena de asociaciones. "El tema de la despoblación es una cuestión sangrante y acuciante", añade.

Un problema crónico

El socialista Aitor Bouza, candidato número cuatro por A Coruña, denuncia que Ley de Impulso Demográfico es "papel mojado" y declara a Público que "trata de esconder la pérdida paulatina de servicios públicos, el cierre de 167 escuelas públicas desde 2008, la falta de servicios de pediatría en 192 concellos y la inexistencia de un servicio de transportes públicos aceptable en las aldeas".

La pérdida poblacional no es nueva y es "una situación que se ha cronificado", agrega por su parte Alberto Vaquero, codirector de Red Localis, una agrupación de académicos y profesionales sobre municipalismo. Galicia es un territorio con una fuerte tradición de inmigración. En la década de 1960, durante el franquismo, se calcula que medio millón de gallegos emigró a Latinoamérica y dejó huérfano el mundo rural. Algunos descendientes de emigrantes han retornado a los pueblos, pero, en general, no ha habido relevo generacional.

En paralelo, "han aumentado las tasas de envejecimiento y el resultado es cada vez menos población y de edad más avanzada", señala Vaquero, economista de la Universidad de Vigo. Desde Red Localis denuncian "la carencia de oportunidades laborales" en estas zonas y destacan que es necesario "asegurar el acceso y ampliar las dotaciones de los servicios públicos básicos y los prestados por las entidades locales: sanidad y educación, servicios sociales y acceso al transporte". Otro reto es diversificar la actividad económica de los ayuntamientos de menos población e "ir más allá de la tradicional actividad agrícola y ganadera".

 https://www.publico.es/sociedad/ferrol-muras-pasando-as-pontes-despoblacion-entorno-rural-gran-reto-proximo-gobierno-xunta.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t4;mm=mobile-medium

 Y VER ..tal cual ...

El ocaso de  A Mariña  

https://www.lavozdegalicia.es/noticia/amarina/2023/03/26/ocaso-marina/00031679836476148973758.htm


 Nota del blog . -

 Recordemos    que  A Xunta de Feijóo dejó sin ejecutar el 60% de los fondos europeos asignados a Galicia del 2022 . Y que la parte Cantábrica carece de un autovía costera y que las poblaciones desde  Foz , Burela , Viveiro , Vicedo, Barqueiro , Ortigueira , Cariño hasta Ferroll  quedan aislados  así como hacia su interior  no solo Muras si no  Ourol , donde  se venden aldeas completas con casas de piedra o el resto están ya  abandonadas hace años   y se han derrumbado  .

 Agencias y fundaciones gestionaron el 70% de las ayudas canalizadas a través de entidades de la administración pública gallega en 2022, el último ejercicio completo de gobierno en la comunidad del líder del PP.

 Galicia al igual destinó en 2022 el 11,79% de su gasto sanitario a atención primaria, un porcentaje por debajo de la media española (14,17%) y muy alejado de los estándares que fija la OMS (25%)


 https://www.publico.es/politica/xunta-feijoo-dejo-ejecutar-60-fondos-europeos-asignados-galicia.html

Israel en guerra contra la UNRWA.

 Occidente respalda el genocidio al alinearse con Israel en su guerra contra la UNRWA

Por Jonathan Cook .

 | 02/02/2024 |  

 Hay un trasfondo importante en la decisión de Estados Unidos y otros destacados Estados occidentales, Reino Unido entre ellos, de congelar la financiación de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por su acrónimo en inglés), el principal canal por el que la ONU distribuye alimentos y servicios sociales a la población palestina más desesperada y desamparada.

 El recorte de fondos –que también han aprobado Alemania, Francia, Japón, Suiza, Canadá, Países Bajos, Italia, Australia y Finlandia– se impuso a pesar de que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) dictaminara el viernes que posiblemente Israel esté cometiendo un genocidio en Gaza. Los jueces del Tribunal Internacional citaron extensamente a los funcionarios de la ONU que advirtieron de que las acciones de Israel habían dejado a prácticamente la totalidad de los 2,3 millones de habitantes del enclave al borde de una catástrofe humanitaria, incluida la hambruna.

 El endeble pretexto de Occidente para lo que equivale a una guerra contra la UNRWA consiste en que Israel sostiene que doce funcionarios locales de la ONU –de un total de trece mil– están implicados en la fuga de Hamás de la prisión al aire libre de Gaza que tuvo lugar el 7 de octubre. La única prueba parece ser las confesiones obtenidas bajo coacción, probablemente mediante tortura, de combatientes palestinos capturados por Israel ese día.

 La ONU despidió inmediatamente a todo el personal acusado, aparentemente sin las debidas garantías

 La ONU despidió inmediatamente a todo el personal acusado, aparentemente sin las debidas garantías. Podemos suponer que esto se debió a que la agencia para los refugiados temía que su ya de por sí exiguo apoyo a la población de Gaza, así como a millones de refugiados palestinos de toda la región –en Cisjordania, Líbano, Jordania y Siria–, se viera aún más amenazado. No tenía por qué preocuparse. De todos modos, los países donantes occidentales cortaron su financiación y han sumido a Gaza aún más en la calamidad.

 Lo hicieron sin tener en cuenta el hecho de que su decisión equivale a un castigo colectivo: unos 2,3 millones de palestinos de Gaza se enfrentan a la inanición y a la propagación de enfermedades mortales, mientras que otros cuatro millones de refugiados palestinos que hay por toda la región corren el riesgo inminente de perder alimentos, asistencia sanitaria y escolarización.

 Según el profesor de derecho Francis Boyle, que presentó una demanda por genocidio en Bosnia ante el Tribunal Internacional hace aproximadamente dos décadas, esto hace que la mayoría de estos Estados occidentales pasen de ser cómplices del genocidio de Israel (vendiendo armas y proporcionando ayuda y cobertura diplomática) a participar directa y activamente en el genocidio al violar la prohibición de la Convención sobre el Genocidio de 1948 de “infligir deliberadamente al grupo [en este caso, la población palestina] condiciones de vida que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial”.

 El Tribunal Internacional está investigando a Israel por genocidio; sin embargo, podría ampliar fácilmente su investigación e incluir a los Estados occidentales. La amenaza a la UNRWA debe verse desde esa perspectiva. No sólo Israel está haciendo caso omiso del Tribunal Internacional y del derecho internacional, sino que Estados como Estados Unidos y el Reino Unido también lo están haciendo al recortar su financiación a la agencia de la ONU para los refugiados. Están dando una bofetada al tribunal y señalando que apoyan incondicionalmente los crímenes de Israel aunque se demuestre que son de naturaleza genocida.

 La criatura de Israel

 Este es el contexto adecuado para entender lo que realmente está pasando con este último ataque a la UNRWA:

 1. La agencia fue creada en 1949 –décadas antes de la actual matanza militar de Israel en Gaza– para atender las necesidades básicas de los refugiados palestinos, incluidos el suministro de alimentos esenciales, la atención sanitaria y la educación. Su papel en Gaza es fundamental porque la mayoría de la población palestina que vive allí lo perdió todo en 1948, o desciende de familias que lo perdieron todo. Fue entonces cuando fueron objeto de una limpieza étnica por parte del incipiente ejército israelí y los expulsó de la mayor parte de Palestina en un suceso conocido por los palestinos como la Nakba o Catástrofe. Sus tierras se convirtieron en lo que los dirigentes israelíes describieron como un “Estado judío” en exclusiva. El ejército israelí se dedicó a destruir las ciudades y pueblos palestinos dentro de este nuevo Estado para que no pudieran regresar nunca.

 2. La UNRWA es independiente de la principal agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, y únicamente se ocupa de los refugiados palestinos. Aunque Israel no quiere que lo sepas, la razón de que haya dos agencias de la ONU para los refugiados es que Israel y sus apoyos occidentales insistieron en la división en 1948. ¿Por qué? Porque Israel temía que los palestinos fueran competencia de la precursora de ACNUR, la Organización Internacional de Refugiados (OIR). Esta se creó inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, en gran parte para hacer frente a los millones de judíos europeos que huían de las atrocidades nazis.

 Israel no quería que a los dos casos se les garantizara un trato similar porque estaba presionando mucho para que los refugiados judíos se asentaran en tierras de las que acababa de expulsar a los palestinos. Parte de la misión de la OIR era solicitar la repatriación de los judíos europeos. A Israel le preocupaba que ese mismo principio pudiera utilizarse para negarle a los judíos que quería que colonizaran tierras palestinas, así como para obligarle a permitir que los refugiados palestinos regresaran a sus antiguos hogares. De modo que, en un sentido estricto, la UNRWA es una criatura de Israel: se creó para mantener a los palestinos como un caso aparte, una anomalía.

 Un campo de prisioneros

 3. Sin embargo, las cosas no salieron para Israel exactamente según lo previsto. Debido a su negativa a permitir el regreso de los refugiados y la reticencia de los Estados árabes vecinos a ser cómplices del acto inicial de limpieza étnica por parte de Israel, la población palestina en los campos de refugiados de la UNRWA se disparó. Se convirtieron en un problema especial en Gaza, donde cerca de dos tercios de la población son refugiados o descendientes de refugiados. El diminuto enclave costero no disponía de tierras ni recursos para hacer frente al rápido crecimiento de su población. En Israel se temía que, a medida que la situación de los palestinos de Gaza se hiciera más desesperada, la comunidad internacional presionara a Israel para llegar a un acuerdo de paz que permitiera el regreso de los refugiados a sus antiguos hogares.

 Había que impedirlo a toda costa. A principios de la década de 1990, cuando se iniciaba el supuesto “proceso de paz” de Oslo, Israel comenzó a encerrar a los palestinos de Gaza en una jaula de acero rodeada de torres de artillería. Hace unos diecisiete años, Israel añadió un bloqueo que impedía a la población entrar y salir de Gaza, incluso a través de las aguas costeras de la franja y sus cielos. Los palestinos se convirtieron en prisioneros de un gigantesco campo de concentración, privados de cualquier contacto básico con el mundo exterior. Únicamente Israel decidía lo que estaba permitido entrar y salir. Un tribunal israelí supo más tarde que, a partir de 2008, el ejército israelí sometió a Gaza a lo que equivalía a una dieta de hambre mediante la restricción del suministro de alimentos.

 La estrategia consistía en hacer de Gaza un lugar inhabitable, algo sobre lo que la ONU empezó a advertir en 2015. El plan de acción de Israel parece haber sido así:

 Al hacer que los palestinos de Gaza estuvieran cada vez más desesperados, era seguro que grupos militantes como Hamás, dispuestos a luchar para liberar el enclave, ganarían en popularidad. A su vez, eso proporcionaría a Israel la excusa para endurecer aún más las restricciones sobre Gaza para hacer frente a una “amenaza terrorista”, así como para destrozar intermitentemente Gaza en “represalia” por esos ataques –o lo que los mandos militares israelíes llamaron en varias ocasiones “segar la hierba” y “devolver Gaza a la Edad de Piedra”–. Se partía de la suposición de que los grupos militantes de Gaza agotarían sus energías gestionando las constantes “crisis humanitarias” que Israel había urdido.

 La esperanza era que Washington pudiera presionar o sobornar al vecino Egipto para que se hiciera cargo de la mayor parte de la población de Gaza en situación de desamparo

 Al mismo tiempo, Israel podía fomentar dos líneas narrativas paralelas. En público podía decir que le resultaba imposible responsabilizarse de los habitantes de Gaza, ya que estaban claramente comprometidos con el odio hacia los judíos así como con el terrorismo. Al mismo tiempo, en privado le diría a la comunidad internacional que, teniendo en cuenta lo inhabitable que se estaba volviendo Gaza, necesitaban encontrar urgentemente una solución que no implicara a Israel. La esperanza era que Washington pudiera presionar o sobornar al vecino Egipto para que se hiciera cargo de la mayor parte de la población de Gaza en situación de desamparo.

 Desenmascaramiento

 4. El 7 de octubre, Hamás y otros grupos militantes consiguieron lo que Israel había dado por imposible. Salieron de su campo de concentración. La conmoción de los dirigentes israelíes no se debe únicamente a la naturaleza sangrienta de la fuga. Ese día Hamás desbarató todo el concepto de seguridad de Israel, diseñado para seguir aplastando a los palestinos y mantener la desesperanza de los Estados árabes y del resto de grupos de resistencia de la región. La semana pasada, en un golpe demoledor, el Tribunal Internacional acordó juzgar a Israel por genocidio en Gaza, derrumbando el argumento moral a favor de un Estado judío exclusivo construido sobre las ruinas de la patria de los palestinos.

 La conclusión casi unánime de los jueces de que Sudáfrica ha presentado indicios razonables del genocidio cometido por Israel debería obligar a reevaluar todo lo anterior. Los genocidios no surgen de la nada. Ocurren tras largos períodos en los que el grupo opresor deshumaniza a otro grupo, instiga contra él y lo agrede. El Tribunal Internacional ha admitido implícitamente que los palestinos tenían razón cuando insistieron en que la Nakba –la expoliación masiva por parte de Israel y la operación de limpieza étnica de 1948– nunca concluyó. Simplemente adoptó formas diferentes. Israel fue mejorando en la ocultación de esos crímenes hasta que le arrancaron la máscara tras el estallido del 7 de octubre.

 Los esfuerzos de Israel por deshacerse de la UNRWA no son nuevos. Se remontan a muchos años atrás. La agencia es una espina clavada en el costado de Israel

 5. Los esfuerzos de Israel por deshacerse de la UNRWA no son nuevos. Se remontan a muchos años atrás. Por varias razones, la agencia de la ONU para los refugiados es una espina clavada en el costado de Israel, y más aún en Gaza. En primer lugar, ha proporcionado un salvavidas a los palestinos, pues los ha alimentado y atendido, y ha dado trabajo a miles de personas en un lugar cuya tasa de desempleo es de las más altas del mundo. Ha invertido en infraestructuras como hospitales y escuelas, que hacen la vida en Gaza más soportable cuando el objetivo de Israel ha sido durante mucho tiempo que el enclave sea inhabitable. Las escuelas de la UNRWA, bien gestionadas y con personal palestino, enseñan a los niños su propia historia, dónde vivieron sus abuelos y la campaña israelí de desposesión y limpieza étnica contra ellos. Esto desmiente de forma manifiesta el infame eslogan sionista sobre el futuro sin identidad de los palestinos: “Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”.

 Divide y vencerás

 Pero el papel de la UNRWA va más allá. De un modo excepcional, es la única agencia que unifica a los palestinos dondequiera que vivan, incluso cuando están separados por las fronteras nacionales y la fragmentación del territorio bajo control de Israel. La UNRWA une a los palestinos incluso cuando sus propios líderes políticos han sido manipulados en un interminable sectarismo por las políticas de divide y vencerás de Israel: Hamás está supuestamente al mando en Gaza, mientras que el Fatah de Mahmoud Abbas pretende dirigir Cisjordania.

 La UNRWA mantiene vivo el argumento moral a favor del derecho al retorno de los palestinos

 Asimismo, la UNRWA mantiene vivo el argumento moral a favor del derecho al retorno de los palestinos, un principio reconocido en el derecho internacional pero abandonado hace tiempo por los Estados occidentales.

 Incluso antes del 7 de octubre, la UNRWA se había convertido en un obstáculo que había que eliminar si Israel quería hacer una limpieza étnica en Gaza. Por esta razón Israel ha presionado repetidamente para que los principales donantes, especialmente Estados Unidos, dejen de financiar a la UNRWA. Ya en 2018, por ejemplo, la agencia de refugiados se vio sumida en una crisis existencial cuando el presidente Donald Trump accedió a la presión israelí y cortó toda su financiación. Incluso después de que se revirtiera la decisión, la agencia ha estado avanzando con dificultades económicas.

 6. Ahora Israel está en modo de ataque total contra el Tribunal Internacional, y tiene aún más que ganar con la destrucción de la UNRWA que antes. La congelación de la financiación y el mayor debilitamiento de la agencia de refugiados socavarán las estructuras de apoyo a los palestinos en general. Pero en el caso de Gaza, la medida acelerará en concreto la hambruna y las enfermedades y convertirá el enclave en un lugar inhabitable más rápidamente.

 Pero hará algo más. También servirá como un palo con el que golpear al Tribunal Internacional mientras Israel trata de frenar la investigación por genocidio. La afirmación apenas velada de Israel es que quince de los diecisiete jueces del Tribunal Internacional de Justicia se tragaron el argumento presuntamente antisemita de Sudáfrica de que Israel está cometiendo genocidio. El tribunal citó extensamente a los funcionarios de la ONU, incluido el director de la UNRWA, que afirmaron que Israel estaba creando de forma activa una crisis humanitaria sin precedentes en Gaza. Ahora, como señala el exembajador del Reino Unido Craig Murray, las confesiones obtenidas bajo coacción contra doce funcionarios de la UNRWA sirven para «proporcionar una narrativa propagandística contra la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia y reducir la credibilidad de las pruebas de la UNRWA ante el tribunal”.

 Su guerra contra la UNRWA pretende ser un acto de intimidación colectiva contra el Tribunal

 De forma extraordinaria, los medios de comunicación occidentales han hecho el trabajo de relaciones públicas de Israel al prestar más atención a las reclamaciones de Israel sobre un puñado de empleados de la UNRWA que a la decisión del Tribunal Internacional de juzgar a Israel por genocidio.

 Igualmente beneficioso para Israel es el hecho de que los principales Estados occidentales se hayan puesto de acuerdo tan rápidamente. La congelación de la financiación une sus destinos al de Israel. Envía el mensaje de que estarán con Israel contra el Tribunal Internacional, decida lo que decida. Su guerra contra la UNRWA pretende ser un acto de intimidación colectiva contra el Tribunal. Es una señal de que Occidente se niega a aceptar que el derecho internacional se le aplique a él o a su Estado cliente. Es un recordatorio de que los Estados occidentales se niegan a cualquier restricción de su libertad de acción – y de que son Israel y sus protectores los verdaderos Estados transgresores–.

 ————-

 Jonathan Cook es un escritor británico y periodista independiente. Entre 2001y 2021 residió en Nazaret, Israel. Escribe con frecuencia sobre el conflicto entre Israel y Palestina. En 2011 recibió el premio especial de periodismo Martha Gellhorn por su trabajo sobre Oriente Medio. Ha trabajado en The Guardian y The Observer.

 ————

 Este artículo se publicó originalmente en Substack.

 Traducción de Paloma Farré.

 Fuente de la traducción: https://ctxt.es/es/20240201/Politica/45482/Jonathan-Cook-israel-occidente-genocidio-unrwa-onu-crisis-humanitaria-derecho-internacional-sudafrica.htm

Muchos de los países que han castigado a la UNRWA son también los principales vendedores de armas a Israel


sábado, 27 de enero de 2024

El, genocidio de intelectuales palestinos en Gaza.

 ¿Está Israel eliminando sistemáticamente a la élite científica, académica y profesional de Gaza?

Por The New Arab .


 27/01/2024






  

 

 Foto [La foto muestra en la fila superior de izquierda a derecha: Dr. Muhammed Eid Shabir, Dr. Tayseer Ibrahim, Dr. Said Anwar Alzebda, Dr. Omar Saleh Farwana, Dra. Khitam Elwasife, Dr. Refaat Alareer En la fila inferior, de izquierda a derecha: Dr. Medhat Saidam, Dr. Hammam Al-Louh, Dr. Mahmoud Abu Daf,
 Dr. Saeed Al-Dashshan, Dr. Sufyan Tayeh]




















Israel está eliminando intencionadamente a los principales científicos, médicos y académicos de Gaza, cuya desaparición está dejando una pérdida incalculable en la sociedad palestina. Asesinan especialmente a aquellos expertos en especialidades raras, lo que deja un gran vacío detrás que será extremadamente difícil de llenar.

Las repetidas amenazas israelíes que el renombrado escritor, poeta y profesor de literatura inglesa palestino Refaat Alareer recibía no le disuadieron de seguir publicando en inglés en las Redes Sociales sobre las masacres diarias ejecutadas por las fuerzas israelíes desde el 7 de octubre.

Perseveró, dibujando un cuadro para que todo el mundo viera los detalles de la vida cotidiana bajo el bombardeo, y contando las historias de los mártires (ver Gaza a través de la poesía de Mosab Abu Toha).

«Estamos cubiertos por gruesas capas de pólvora y cemento», escribió Alareer, de 44 años, en uno de sus últimos mensajes en la plataforma de redes sociales X, el 4 de diciembre, y agregó: «Muchos todavía están atrapados en Shejaiya, incluidos algunos de mis hijos y familiares».

Fue asesinado el 7 de diciembre de 2023, en lo que Euro-Med Monitor ha descrito como una operación quirúrgica de bombardeo, dirigida únicamente a su apartamento en el edificio residencial de 3 plantas en el que vivía. La organización concluyó que Alareer fue atacado deliberadamente, «después de semanas de amenazas de muerte […] por redes y por teléfono desde cuentas israelíes».

El poeta gazatí Mosab Abu Toha, un amigo de Alareer, expresó su angustia en un comunicado al Al-Araby Al-Jadeed, “No puedo imaginar que Alareer sea asesinado con su familia», y agregó: «Esta es la mayor pérdida, porque Alareer es una voz para Palestina en todo el mundo».

Alareer fue una de las 50 figuras profesionales de Gaza de los círculos literarios y científicos que murieron en ataques aéreos israelíes selectivos entre el 7 de octubre de 2023 y el 6 de enero de 2024, según la oficina de medios del gobierno del enclave palestino.

Selección sistemática de profesionales altamente cualificados en ciencias

«Al asesinar a los académicos y científicos más cualificados, así como al destruir las instituciones educativas más emblemáticas como la Universidad Islámica, la Universidad de Al-Azhar y la Universidad a distancia de Al-Quds, Israel busca paralizar el sistema educativo y el desarrollo científico de Gaza», dice el Dr. Adnan Al-Hindi, ex decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Islámica de Gaza.

Dice que Israel ha atacado a aquellos con especializaciones raras y a aquellos altamente distinguidos en sus campos, como el Dr. Sufyan Tayeh, difunto presidente de la Universidad Islámica y físico de renombre mundial.

El Dr. Tayeh era doctor en física teórica y matemáticas aplicadas, y en noviembre de 2021 recibió el Premio Abdul Hameed Shuman para Jóvenes Científicos Árabes. También fue titular de la Cátedra UNESCO de Ciencias Físicas, Astrofísicas y Espaciales en Palestina, y la Universidad de Stanford en Estados Unidos lo clasificó entre el 2% de los mejores investigadores a nivel mundial en 2021, en el campo de la óptica.

Aviones de combate israelíes bombardearon la casa del Dr. Tayeh en el barrio de Al-Falouja del campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, el 2 de diciembre, matándolo junto con su familia de nueve miembros, según su pariente, Mohammed Tayeh.

Muchos otros miembros de la cúpula de la comunidad científica de Gaza también han sido blanco de ataques aéreos israelíes, matándolos a ellos y a sus familias enteras (ver el asesinato calculado por Israel del erudito de Gaza Dr. Sufyan Tayeh)

El Dr. Muhammed Eid Shabir, profesor de microbiología y ex presidente de la Universidad Islámica, fue asesinado junto con varios miembros de su familia después de que su casa fuera bombardeada por aviones de combate israelíes.

Según su hija, él y su esposa fueron ejecutados por un francotirador israelí después de huir de su casa una vez fue atacada. Tenía 77 años.

El Dr. Tayseer Ibrahim, académico y profesor de Jurisprudencia Islámica y de historia, decano de la Facultad de Derecho y Sharía de la Universidad Islámica, murió junto con toda su familia en un ataque aéreo contra el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, a mediados de octubre.

A principios de diciembre, la Dra. Khitam Elwasife, profesora de física y vicedecana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Islámica, y su esposo, el Dr. Mahmoud Abu Daf, ex decano de la Facultad de Educación, murieron junto con varios miembros de su familia cuando su casa fue alcanzada durante un ataque aéreo.

Otro académico muy prominente asesinado por Israel fue el presidente de la Facultad de Ciencias Aplicadas de Gaza, el Dr. Said Anwar Alzebda. Fue asesinado junto con ocho miembros de su familia cuando su casa, en el barrio de Zeitoun en la ciudad de Gaza, fue bombardeada el 31 de diciembre.

«Israel está seleccionando sistemáticamente a los mejores académicos palestinos para infligir el máximo daño a la comunidad palestina y obstruir el desarrollo científico y tecnológico en el futuro», dice Ismail Thawabta, jefe de la oficina de medios del gobierno en Gaza.

Añade que Israel ha atacado y matado a 11 investigadores que habían hecho importantes contribuciones en sus respectivos campos científicos, como el Dr. Sufyan Tayeh y el Dr. Saeed Talal Al-Dahshan.

Al-Dahshan era un experto en derecho internacional y autor de ¿Cómo demandar a Israel?: El enjuiciamiento internacional de Israel y sus líderes por sus crímenes contra los palestinos, un libro que esbozaba un camino legal sobre cómo responsabilizar a Israel por violar el derecho internacional.

Al-Dahshan y su familia murieron en un ataque aéreo israelí contra su casa en la ciudad de Gaza el 11 de octubre, dice Thawabta, y agrega: «Reemplazar a estos eruditos y académicos no será fácil, porque son figuras que acumularon su experiencia durante décadas de estudio y dedicación».

Añade su preocupación por el miedo que ha generado esta búsqueda de científicos por parte de Israel, que puede actuar como un elemento disuasorio para la creatividad y la innovación en Gaza.

Atacar a académicos, escritores y científicos sin conexión con acciones militares es un crimen de guerra según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) de conformidad con el artículo 8(2)(a) y el artículo 8(2)(a)(i), que se refiere al «crimen de guerra de homicidio intencional».

En estos artículos se especifica que los delitos cometidos se incluyen en esta denominación de crimen de guerra si

  • el perpetrador mata a una o más personas protegidas «en virtud de uno o más de los Convenios de Ginebra de 1949», y
  • «el perpetrador tenía conocimiento de las circunstancias fácticas que establecían esa condición de protección”,
  • si «la acción tuvo lugar en el contexto de un conflicto armado internacional y estuvo asociada a él»
  • «el perpretador tenía conocimiento de las circunstancias fácticas que establecían la existencia de un conflicto armado».

Eliminación de médicos experimentados

Desde el inicio del ataque, Israel ha matado a 308 miembros del personal sanitario, incluidos 30 médicos, 11 de ellos especialistas en campos raros y esenciales como la microcirugía, el trasplante de riñón, la infertilidad y las quemaduras.

Estos profesionales serán difíciles de reemplazar, dice el portavoz del Ministerio de Salud de Gaza, el Dr. Ashraf Al-Qudra, y su ausencia está teniendo un impacto devastador en todo el sector médico, especialmente en un momento en que el sector tiene mayor necesidad que nunca de estas especializaciones a la luz de los brutales crímenes que Israel está llevando a cabo contra los palestinos.

«El objetivo final es hacer que la comunidad palestina de Gaza sea impotente para exigir sus derechos, y este enfoque es una de las tácticas de Israel para provocar este deterioro sociopolítico»

«La persecución de los profesionales médicos de Gaza por parte de Israel se ha extendido más allá de los asesinatos selectivos», añade Al-Qudra. Explica que también ha detenido a 100 de ellos, entre ellos  el Dr. Muhammad Abu Salima, director del Hospital Al-Shifa, el Dr. Ahmed al-Kahlout, director del Hospital Kamal Adwan y el Dr. Ahmad Muhanna, director médico del Hospital Al Awda.

Además, Israel ha atacado a 138 centros de salud y destruido 23 hospitales.

Al-Qudra señaló otros incidentes de ataques directos contra especialistas médicos de renombre y altamente cualificados, como  el Dr. Medhat Saidam, un cirujano de reconstrucción plástica de quemaduras plásticas en el Hospital Al-Shifa, que fue asesinado junto con tres de sus hijos en su casa, bombardeada por aire la segunda semana de octubre. La carrera profesional de Saidam abarcó unos 25 años, durante los cuales fue testigo de las guerras que Israel desató contra la Franja de Gaza.

Israel también mató a la Dra. en obstetricia y ginecóloga Razan Al-Rakhawi y a su esposo, el Dr. Tamer Al-Khayyat, anestesiólogo y médico de cuidados intensivos, que trabajaban en el Hospital de Mujeres de los Emiratos y en el Hospital Europeo de los Emiratos Árabes Unidos, respectivamente, en un bombardeo que tuvo como objetivo varias casas en Rafah el 13 de octubre del año pasado.

El 30 de diciembre, uno de los especialistas ortopédicos más prominentes y capacitados de Gaza, Muhammad Ahmed Matar, que trabajaba en el Hospital Indonesio, fue asesinado junto con tres de sus hijos.

Al-Qudra describe la muerte de Matar como una gran pérdida para el sector de la salud: «Los hospitales de Gaza necesitan urgentemente sus servicios a la luz de las decenas de miles de víctimas, incluidos miles que sufren daños óseos».

El 15 de octubre, las fuerzas israelíes llevaron a cabo una horrible masacre con ataques aéreos y proyectiles de artillería en el barrio de Tel al-Hawa, en el sur de la ciudad de Gaza. El Dr. Omar Saleh Farwana fue asesinado en el ataque con su esposa, hijos y nietos, todos en su casa.

El Dr. Farwana era un reconocido especialista en infertilidad y fecundación in vitro que trabajaba en el Hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza,  y también era decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Islámica con 30 años de experiencia en su campo.

Israel también mató al único especialista en nefrología y trasplante de riñón en Gaza, el Dr. Hammam Alloh, quien fue asesinado junto a su padre en su casa, que fue bombardeada por aire el 12 de noviembre (ver Dr. Hammam Alloh: médico de Al-Shifa asesinado por Israel).

Según la Red de ONG Palestinas, los ataques de Israel contra los médicos no son nuevos.

En 2014, durante el devastador ataque israelí ”Operación Margen Protector” que mató a 2.251 palestinos en Gaza durante 51 días, 23 miembros del personal médico murieron mientras realizaban sus tareas de asistencia a los heridos. En el conflicto actual, Ayuda Médica para los Palestinos (MAP, por sus siglas en inglés) informó que Israel ha asesinado a más de 300 miembros del personal del sector de la salud a fecha de 19 de diciembre..

 (Periodistas asesinados   en Gaza ,,  foto del blog  7/10/2023   aquí hay 75  pero la cifra total  en enero del 2024 ya es de 117 )                                               


Destruyendo el tejido social de Gaza

«No es posible ver los asesinatos selectivos de académicos y de los profesionales y médicos más cualificados de la comunidad palestina como si hubieran quedado atrapados en operaciones militares al azar, sin querer», afirma el abogado Abdullah Sharshara, coordinador de la Unidad de Protección Legal para periodistas de Press House (una institución de medios de comunicación independiente y sin ánimo de lucro de Gaza).

Cree que el «asesinato» sistemático de este segmento altamente educado de la nación palestina es intencional y constituye un golpe extra de dolor para el pueblo palestino en medio de las continuas masacres que se perpetran contra él.

Esto se debe a que los ocupantes israelíes quieren privar a las universidades, los centros de investigación científica y las instituciones de la sociedad civil de su personal, explica, y desea destruir las herramientas y plataformas de los que se quedan vivos, para socavar su capacidad de funcionar y lograr ningún progreso.

El objetivo final es hacer que la comunidad palestina de Gaza sea impotente para exigir sus derechos, y este enfoque es una de las tácticas de Israel para provocar el deterioro sociopolítico.

«Cuando termine la guerra, el impacto de estos crímenes a nivel social, psicológico y económico se hará evidente», dice el académico de Gaza Dr. Amjad Juma, profesor asociado de Psicología Educativa en la Universidad A’Sharqiyah de Omán.

Israel está atacando a estos individuos porque son una piedra angular de la sociedad palestina, explica Juma, y al diezmar a este grupo vital, Israel pretende destrozar el tejido social de Gaza y causar un alto coste psicológico en la población.

Además, Israel tiene como objetivo enviar un mensaje implícito a otras personas altamente cualificadas y educadas: que no hay lugar para ellos en la Franja de Gaza y que la emigración es su mejor opción, dice Juma.

Matar a estas figuras, que representan el capital humano de Palestina, es también un castigo para aquellos que creen en la esperanza en la educación, y que estas personas representan.

En definitiva, afirma, «estos sectores necesitarán de mucho tiempo para encontrar sustitutos en estas especialidades, que necesitarán años de formación y especialización, lo que afectará a poder estar disponibles y operativos «.

Esta es una traducción editada de nuestra edición árabe con información adicional. Para leer el artículo original, haga clic aquí.

Fuente en inglés: https://www.newarab.com/features/israel-targets-scientific-and-literary-elite-gaza.


Traducido del inglés por Marwan Perez para Rebelión


https://rebelion.org/esta-israel-eliminando-sistematicamente-a-la-elite-cientifica-academica-y-profesional-de-gaza/


miércoles, 24 de enero de 2024

Los judíos cuestionan el relato del Holocausto .

 Los judíos cuestionan el relato del Holocausto

 

Por Paul Craig Roberts .


| 24/01/2024 |  

 

¿Fue el Holocausto un dispositivo de marketing al servicio de la agenda sionista? Solamente los judíos pueden investigar esta cuestión, ya que los gentiles están demasiado intimidados y con el cerebro lavado para investigar.

 En los países europeos es peligroso investigar las reivindicaciones del Holocausto, porque cualquier cosa que no sea regurgita el relato oficial conlleva una pena de prisión.  Una persona podría pensar que, si la historia oficial fuera cierta, los sionistas querrían que se investigara.  Sería una gran victoria para los sionistas si el Holocausto fuera investigado por eruditos y objetivos gentiles y se descubriera que es cierto.  En cambio, hay una Cortina de Hierro de censura que impide cualquier investigación de las afirmaciones.

 En consecuencia, las únicas personas que pueden investigar el Holocausto son los judíos.  Norman Finkelstein llama al Holocausto una «industria».  Ron Unz, cita a muchos disidentes judíos de la historia y él mismo llega a conclusiones notables.

 ¿Por qué es importante la pregunta?  Cada país tiene sus mitos nacionales, así que ¿por qué no debería hacerlo el Israel sionista?

 El problema con los mitos nacionales, o algunos de ellos, es que las representaciones falsas de la historia pueden obligar a la gente a vivir una realidad falsa.  Consideremos, por ejemplo, el «excepcionalismo americano» (nota del traductor, es la creencia de que EE. UU. es un país único en la historia de la humanidad, en términos de positivos y distintivos), una creación de los intervencionistas liberales estadounidenses.  Los neoconservadores transformaron este concepto por en la hegemonía de Washington sobre los ciudadanos americanos y el mundo.  Se ha convertido en una ideología peligrosa que nos acerca a un conflicto nuclear con Rusia y China.

 El Holocausto tiene una implicación similar.  Si el Holocausto justifica todas y cada una de las acciones israelíes, e ignoran las restricciones normales ante el estallido de la guerra, las consecuencias, como vemos en Gaza, pueden ser terribles.

 Los países necesitan una buena opinión de sí mismos, aunque no la merezcan.  Pero cuando la arrogancia y el desprecio hacia los demás se asocian con la autojustificación, deben ser completamente suspendidas y reemplazadas por una visión realista.  Los problemas entre las personas y los países se deben a que una o ambas partes tienen puntos de vista poco realistas sobre su responsabilidad en el conflicto.  En un mundo en el que las armas tienen la capacidad de acabar con toda la vida, debemos dar prioridad al realismo.

 Y tenemos muy poco.  El relato oficial de la llamada «guerra civil estadounidense» es falso. El relato oficial de la Primera Guerra Mundial es falso. El relato oficial de la Segunda Guerra Mundial es falso. Las versiones oficiales del asesinato del presidente John F. Kennedy y el de su hermano son falsas.  El relato oficial de la masacre de Waco es falso. El relato oficial del 11-S es falso. El relato oficial de la «pandemia de covid» es falso.  Y así sucesivamente.  Cada país tiene sus propias relatos falsos.

 La acumulación de narrativas falsas crea una falsa comprensión, y la consecuencia es que las personas terminan viviendo en una realidad históricamente falsa.  Si no se puede percibir la realidad, no se puede comprender ni afrontar sus exigencias.  Esta es la situación en la que nos encontramos hoy.

 Con falsas representaciones de la realidad a nuestro alrededor, es posible que el Holocausto sea una más.  Pero solo los judíos pueden examinar la cuestión como lo hace Ron Unz  aquí https://www.unz.com/runz/american-pravda-israel-and-the-holocaust-hoax / y aquí https://www.unz.com/runz/american-pravda-jews-and-nazis/ .

 Entre el gran número de anomalías en el relato del Holocausto está el hecho establecido de que el mariscal de campo Erhard Milch, el comandante número dos de Goering en la Luftwaffe, era judío, al igual que un gran número de oficiales de alto rango y 150.000 soldados alemanes:

 “Otro elemento extraño, minuciosamente documentado, pero bastante difícil de cuadrar con el relato tradicional del Holocausto, es que un gran cantidad de alemanes parcialmente judíos sirvieron lealmente en los ejércitos de Hitler, y algunos de ellos tenían rangos militares muy altos.”

 Consideremos el interesante caso del mariscal de campo Erhard Milch, el muy poderoso número dos de Hermann Goering en la Luftwaffe alemana. Su padre era ciertamente judío y, según los investigadores Robert Wistrich y Louis Snyder, hay pruebas de archivo de que su madre también era judía. Ahora bien, no es imposible que un Tercer Reich supuestamente dedicado con un fanatismo sombrío al exterminio de todos y cada uno de los judíos pudiera haber pasado toda la guerra con un judío completo o medio judío cerca de la cima absoluta de su jerarquía militar, pero seguramente esa desconcertante anomalía justificaría una explicación cuidadosa, y el aparente origen judío de Milch era ciertamente conocido durante los Juicios de Nuremberg.

 De hecho, el fascinante y muy elogiado libro de 2002 “Hitler’s Jewish Soldiers” (Los soldados judíos de Hitler), de Bryan Mark Rigg, señala que, además de Milch, el ejército de Hitler tenía más de una docena de generales y almirantes medio judíos, y otra docena de cuartos de judíos de ese mismo alto rango, además de unos 150.000 soldados adicionales medios o cuartos judíos, y una gran parte de ellos eran oficiales. Todos estos individuos habrían tenido padres o abuelos completamente judíos, lo que parece decididamente un comportamiento extraño para un régimen supuestamente tan centrado en la erradicación total de la raza judía.

 «Debatí sobre estos temas y muchos otros en mi larguísimo artículo de 2018, así como en otro artículo publicado al año siguiente https://www.unz.com/runz/american-pravda-israel-and-the-holocaust-hoax/» .

Fuente: https://www.paulcraigroberts.org/2024/01/09/jews-question-the-holocaust-narrative/.

Traducido del inglés por Marwan Perez para Rebelión