domingo, 23 de junio de 2019

Emmanuel Faye .- Hannah Arendt y Heidegger

“Es importante atender a las fuentes nazis de los escritos de Hannah Arendt”. Entrevista

Emmanuel Faye 

 17/09/2016
 … en vez de formular expresamente posiciones  tan controvertidas como las de esos autores [en que realmente se inspira] –lo que la habría expuesto a una probable reprobación—, Hannah Arendt supo transmitir su visión de manera indirecta. Procedimiento harto más persuasivo, y cuya eficacia ha contribuido por mucho, luego de los años 80 –tras la derrota política del marxismo en Europa—, al deslizamiento de una fracción de la izquierda culturalista y postmoderna hacia posiciones prontas a tomar en préstamo buena parte de sus conceptos y de su potencial pretendidamente revolucionario a autores de la extrema derecha alemana de los años 30, de Heidegger a Gehlen, pasando por Carl Schmitt. Resulta estupefaciente el espectáculo ofrecido por buena parte de los teóricos de la política, siempre necesitados de valerse de la autoridad de un nombre célebre (…)

“ Hannah Arendt es el único escritor político apreciado, a la vez, por doctrinarios de la izquierda más radical –aun tratándose de una autora obviamente antimarxista—, por politólogos liberales –aun cuando convirtió el liberalismo en su blanco—, así como por comunitaristas y autores archiconservadores.”

El periodista Roger-Pol Droit entrevistó el pasado 16 de septiembre para Le Point al filósofo francés Emmanuel Faye, que acaba  de publicar en la editorial Albin Michel un libro fundamental, tan erudito y bien investigado como devastador, sobre la filosofía y la publicística políticas de Hannah Arendt (Arendt et Heidegger. Extermination nazie et destruction de la pensée, París, 2016, 518 pàginas, 29 euros). Tras la breve entrevista concedida a Le Point, reproducimos un extracto del Epílogo del libro de Faye en un Anexo intitulado: “¿Cómo se explica el éxito de Hannah Arendt?”.  SP.


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Le Point : La figura de Hannah Arendt, su obra, incluso su persona, han terminado por ser objeto de una especie de culto. ¿Por qué y cómo?
Emmanuel Faye : La celebridad de Arendt es indisociable de su amistad con Heidegger y del escándalo suscitado por su Eichmann en Jerusalem. En tanto que judía, Arendt ha servido útilmente a modo de fianza para Heidegger: según lo expresó Barbara Cassin, “en ella estaba Heidegger sin Heidegger”. Por otra parte, la desgermanización del nazismo y la voluntad de exonerar de toda responsabilidad a los intelectuales más notorios del régimen –como Martin Heidegger, autor en 1933 de una “Profesión de fe a Hitler”, el jurista Carl Schmitt, que escribió en 1935 una justificación de las leyes raciales de Nuremberg, o el sociólogo Arnold Gehlen, que desarrolló en 1940 una concepción racial del hombre— han contribuido lo suyo al éxito de Arendt en Alemania, acompañando a la rehabilitación intelectual de esos autores nazis (incluido Heidegger). En Francia, Hannah Arendt ha venido a substituir, en la teoría política, la referencia a Marx sin que se hayan comprendido suficientemente las dimensiones anti-igualitarias y deshumanizantes de fondo de sus tesis.
¿Cómo se explica usted  que los comentaristas y los exégetas hayan pasado esto por alto?
Los historiadores, Raul Hilberg, autor de La destrucción de los judíos en Europa, o Ian Kershaw, que ha escrito una biografía de referencia sobre Hitler, siempre han sido muy críticos con los trabajos de Hannah Arendt. Es en los ámbitos de la teoría política, de los estudios culturales, y luego, entre los propios filósofos, que su celebridad no ha dejado de crecer a caballo de lecturas demasiado fragmentarias y descontextualizadas. En Francia, la recepción de Arendt fue orquestada a partir de 1972, año en que los jefes de fila del heideggerianismo publicaron La crise de la culture [Originalmente publicado en inglés en 1961 con el título de Between Past and Future].
¿Qué le autoriza a usted a ver de manera tan distinta a Hannah Arendt? ¿Una toma de partido previa? ¿Un método de trabajo?
Para comprender las intenciones de Arendt, hay que tener en cuenta la versión alemana de sus escritos. Se ve entonces, por ejemplo, que el “estar en común” arendtiano es un falso amigo que lo que hace, en realidad, es traducir el Mitsein [literalmente: el Conser] heideggeriano. Me explico: no se trata, según suele creerse, de defender una sociedad democrática en la que coexistan individualidades libres, sino de promover una concepción orgánica de la comunidad política que no reconoce derecho natural alguno a los excluidos. Entonces se entienden mejor los ataques de Arendt al yo y al libre arbitrio individual, o su negativa a reconocer la legitimidad política de las reivindicaciones de los norteamericanos de origen africano durante las luchas por los derechos civiles en los años 60.
Importa, asimismo, prestar atención a las fuentes nazis de los escritos de Arendt, no solamente en lo tocante a los historiadores, sino también a los sociólogos, a los juristas y a los filósofos. Lo más difícil es romper con el culto del que ella ha sido hecha objeto y tomar en serio sus tesis más inaceptables, como la indiferenciación entre víctimas y verdugos en los campos nazis, o la deshumanización de la humanidad en el trabajo.
¿No es una exageración decir que Arendt quiere destruir la filosofía?
La propia Hannah Arendt se cuenta entre quienes se han propuesto “desmantelarla”, y ella misma se sitúa “tras la desaparición de la filosofía”. Exactamente como Heidegger después de 1945, Arendt opone a la filosofía lo que ella llama el “pensamiento”. Mi crítica versa sobre el modo en que el pensamiento queda secuestrado cuando Arendt propone a Heidegger como modelo de pensador frente a Adolf Eichmann, uno de los principales organizadores del exterminio de judíos, a quien ella describe como “desprovisto de pensamiento” y carente de motivo alguno. Los estudios recientes, como el del inglés David Cesarini en su biografía de referencia de Eichmann, muestran, al contrario, que éste no fue un mero ejecutor sin pensamiento, sino un antisemita genocida y fanático.
¿Diría usted que todos los que se han visto marcados por el pensamiento de Heidegger –de Levinas a Badiou, pasando por Sartre y Derrida— han de releerse de manera crítica a la luz del lazo que usted establece entre este pensamiento y el asunto del nazismo?
Hay que distinguir. Levinas, por ejemplo, promueve contra Heidegger una exigencia ética que no puede encontrarse en Arendt. Pero cuando uno descubre, en sus [tardíamente publicados]  Cuadernos negros y en algunos de sus cursos de filosofía, con qué radicalidad hizo suyo Heidegger el antisemitismo exterminador de los nacionalsocialistas, se puede legítimamente considerar que las puestas en cuestión están sólo en sus comienzos. Recordemos que Heidegger fue el inspirador de Ahmad Fardid, el ideólogo más importante de la revolución islámica en Irán. De Heidegger también se reclama Alexander Duguin, que busca enfrentar a Rusia con el “Occidente” con argumentos tomados de la “metapolítica” de Heidegger. Y cuando en Francia se ve cómo Alain Badiou pretende renovar lo que él llama la “hipótesis comunista” a partir de la concepción heideggeriana de la comunidad, uno no puede dejar de pensar que está jugando con fuego.

ANEXO: ¿Cómo se explica el éxito de Hannah Arendt? (Un extracto del Epílogo, págs. 516-518)
« ¿Cómo es posible que una autora como Arendt, que ha profesado puntos de vista políticos tan aristocráticos y excluyentes como los desarrollados en sus escritos, haya podido ser recibida como una pensadora capaz de refundar el “vivir en común” o, incluso –acabamos de verlo—, como una referencia para repensar los derechos humanos? Sin duda comprenderemos mejor esta contradicción si tomamos consciencia de la forma indirecta de argumentación privilegiada por Arendt, forma que ha contribuido mucho a neutralizar el espíritu crítico de más de un intérprete. He aquí dos ejemplos. En Los orígenes del totalitarismo, sugiere que, al pretender superar las desigualdades naturales que ella considera insuperables, los Estados nacionales, pretendiendo la igualdad, no habrían sino agravado las diferencias y abierto el camino a la radicalización völkisch [populachera]. Asimismo, Arendt da a entender en escritos posteriores –de la Condición del hombre moderno De la Revolución— que, pretendiendo realizar la igualdad social, la Revolución francesa y los movimientos modernos de emancipación de ella surgidos no habrían hecho sino extender a la sociedad toda el sometimiento de la especie humana a las necesidades de la vida y al imperio ineluctable de la naturaleza. Precipitando el advenimiento de nuestras sociedades de empleados, lo que la democratización social habría hecho es pavimentar el camino del totalitarismo. Esa democratización marcaría el triunfo del hombre trabajador, a quien Arendt se niega a considerar propiamente humano, designándolo con la expresión de homo laborans.
« Se trata de una forma de “chantaje teórico”, merced al cual Arendt nos invita a renunciar, en Los Orígenes del totalitarismo, al principio universal de igualdad y, en la Condición del hombre moderno y, luego, en De la Revolución, a todo proyecto de emancipación económica y social. El caso es que este rechazo de toda política fundada en el principio de una igualdad entendida como derecho natural y favorable a la emancipación humana se retrotrae a determinadas corrientes de ideas. Se pueden mencionar, para los siglos XVIII y XIX ingleses y alemanes, a los contrarrevolucionarios inspirados en las ideas de Burke y, en los primeras décadas del siglo XX alemán, a la galaxia de revolucionarios-conservadores, entre los que Spengler figura como uno de los inspiradores y Moeller van der Bruck como uno de los jefes de fila.
« Sin embargo, en vez de formular expresamente posiciones  tan controvertidas como las de esos autores –lo que la habría expuesto a una probable reprobación—, Arendt supo transmitir su visión de manera indirecta. Procedimiento harto más persuasivo, y cuya eficacia ha contribuido por mucho, luego de los años 80 –tras la derrota política del marxismo en Europa—, al deslizamiento de una fracción de la izquierda culturalista y postmoderna hacia posiciones prontas a tomar en préstamo buena parte de sus conceptos y de su potencial pretendidamente revolucionario a autores de la extrema derecha alemana de los años 30, de Heidegger a Gehlen, pasando por Carl Schmitt. Resulta estupefaciente el espectáculo ofrecido por buena parte de los teóricos de la política, siempre necesitados de valerse de la autoridad de un nombre célebre. Cuando la referencia a Marx dejó de ser la referencia dominante, Arendt se convirtió en el nuevo icono de esos teóricos. Los mismos que, unos pocos decenios antes, apelaban a las Tesis sobre Feuerbach como su Biblia, ahora se apoyan en el paradigma arendtiano del vivir en común y de la acción política. Ya no se trata de “transformar el mundo”, sino de propiciar su advenimiento por la vía de la acción común.
« Si Arendt no consigue construir un pensamiento tan articulado como el del autor de El Capital, presenta en política una ventaja federadora que ha contribuido por mucho a su éxito. La estrategia indirecta más arriba descrita le ha permitido, en efecto, hacerse difícilmente vulnerable, no sólo teórica, sino también políticamente. No es cosa fácil atribuirle alguna posición determinada dentro del espectro político. Por eso es hoy, sin duda, Hannah Arendt el único escritor político apreciado, a la vez, por doctrinarios de la izquierda más radical –aun tratándose de una autora obviamente antimarxista—, por politólogos liberales –aun cuando convirtió el liberalismo en su blanco—, así como por comunitaristas y autores archiconservadores. » [1]
Nota: [1] En Francia, y a título de ejemplo, se puede citar a intelectuales tan distintos como Alain Badiou (autor de una apología de Arendt como profeta de la modernidad), Phillipe Raynaud (editor y prologuista de Arendt) y Chantal Delsol (fundadora del Instituto Hannah Arendt).

es profesor de filosofía moderna y contemporánea en la Universidad de Rouen. En 2005 había publicado su gran investigación: Heidegger, l’introduction du nazisme dans la philosophie (París, Albin Michel), traducida al castellano por la Editorial Akal (Madrid, 2009) con el título: Heidegger. La introducción del nazismo en la filosofía. En torno a los seminarios inéditos de 1933-35.
Fuente:

Le Point, 16 septiembre 20  . Antoni Domènech

 Nota del Blog  .- No deja de ser sorprendente  que cuando   hablan de estos autores , no  haya  referencia a la existencia de un pensamiento anti moderno  ( ver   el libro de Antoine Compagnon ) que arrancan como   anti ilustrados , y por lo tanto anti kantianos ,   y por ejemplo que tanto Vatimo  como  Arendt  utilicen a un filosofo Arnold Gehlen ,  filosofo nazi , de mucha influencia  en el desarrollo del neo conservadurismo contemporáneo alemán. Y encima haya una izquierda que nos los venda como  validos.. La  investigación  de Faye   no dice nada que no pruebe , y lo presenta como un debate abierto , y tampoco es el único que lo ha hecho . Y lo intentan demonizar  .   Con la publicación  de los cuadernos negros de Heidegger    Donatella di Cesare y Peter Trawny  (  el que publica la obra de Heidegger ) leyeron ya los cuadernos  ,pero   es como sospechoso  que antes de poder leerlos  los demás , ellos nos den ya una interpretación que  resulta  ser bien apologista ademas. Di Cesare  habla de antisemitismo   metafísico , cuando  Heidegger  en los propios cuadernos   lo desmiente y habla de pasar de la metafísica   a la metapolítica  . Nada menos . ¿ De veras el problema con Heidegger es solo su antisemitismo?.. Es como si olvidaramos lo que era el nazismo…si se lee un libro bien reciente La revolución cultural nazi de Chapoutot  ,se ve perfectamente como era su naturalización de la cultura y su biologización de la política y vamos Heidegger no era un racista social darwinista pero culturalmente era un nazi total y radical , si añadimos además el Libro de Mosse , las nacionalización de las masas , lo tenemos al completo y sino veamos su seminario del 33/ 34 Naturaleza , Historia y Estado . ¿por qué lo  intentan ocultar ? , Da la impresión que si cae él , se cae toda la filosofía occidental ..El Heidegger de los posmodernos ha destrozado la izquierda incluso les impide pensar y criticar .y .así vamos… Y encima muchos para defenderlo lo han convertido en crítico del nazismo y resistente y si no lo tratan como si fueran las beatas sosteniendo a un santo que  se cae  …. Si era un  filósofo pero también fue nazi  , como Aristóteles   fue esclavista .Y con Arendt  , lo mismo  ,  muchos  de sus  planteamientos históricamente  tanto de sus libros sobre el  Totalitarismo , como sobre las revoluciones  no se sostienen , era una   aristócrata del pensamiento y elitista  y anti marxista contra la emancipación humana , tampoco era una liberal . Y encima anti igualitaria . Cuando analiza los imperios habla del genocidio del imperio ingles  y francés y el alemán en Africa ni lo nombra . Mientras desnazifica  a Heidegger  y desgermaniza a Alemania. Hablando de la revolución francesa ,la revolución de los campesinos ni los menciona .  Ni   que la revolución creo una república de propietarios como en USA . En la lucha  de lo negros  americanos por su derechos civiles no veía claro sus derechos.  Los negros nunca se habían revolucionado ,y  se  olvida de Haiti . Los derechos humanos tampoco los defiende   ni  los  derechos del hombre de 1879  , ni el sufragio universal . El fascismo italiano no era totalitario  .  Y  se olvida que Mussolini lo definió , como estado totalitario.  No es extraño  entonces que haga apología del  agon .como si fuera una fascista . Sacada  de Carl Schmitt   ¿  Y esta es una pensadora valida  para la izquierda  y para los demócratas ?.   
Tampoco es extraño a eso que ambos  no quieran saber nada de la historia ,  ni de la ciencia, pero doctrina si que la dan y jerga como ya  decía Adorno no les falta. Separando además la política de lo económico y lo social.
En el  Ser y el Tiempo de Heidegger , hace como una visión alucinada....la ausencia  de suelo  y de patria , el abandono  , la soledad , el desarraigo , el estar arrojado al mundo , lleno de hombres superfluos y  carentes de toda existencia , por falta de acción heroica  y autenticidad .. Y dicho así , ¿ no es lo mismo que les atribuía luego el propio Heidegger  a los judíos , y los comunistas y a los americanos y  a la técnica.? .  Por otra parte  la idea de comunidad en ese libro es nazi  según Fritsche y la de historicidad  como el mismo Heidegger  le dijo a  Löwit.  

Así vamos .LDM.
  y ver ...

Apoliticismo y carencia de mundanidad: Arendt-Heidegger




viernes, 21 de junio de 2019

La Guerra de Bolton


La Guerra de Bolton


 Rafael Poch .EURASIA .

 El demente belicista que dirige el Consejo de Seguridad Nacional en Washington siempre ha batallado por cargarse todos los acuerdos importantes de nuestro nuclearizado mundo
¿Se acuerdan de Sheldon Adelson? El multimillonario de los casinos y padrino de Netanyahu quería abrir en 2012 el “Eurovegas” en Barcelona. Tras la explosión de la burbuja inmobiliaria, Artur Mas se entrevistó con él en la ciudad condal en un intento de apuntalar la economía política convergente posterior al 3% y con ella lo que llamaba el “eje Massachusetts-Barcelona-Tel Aviv”. Aquella genial jugada queda para la patética historia del “procés”, pero de lo que hoy se trata es de algo serio: de los “Altos de Trump”.
El Informed Comment  de Juan Cole dice que Adelson, quinta fortuna de Estados Unidos, fue quien presionó a Donald Trump para colocar en un alto cargo al criminal demente John Bolton. Se trata de empujar a Estados Unidos a una guerra con Irán que cubra el flanco oriental de la expansión israelí proclamada por Netanyahu: anexionarse Cisjordania. “Irán es el único país que continua oponiéndose activamente a la lenta limpieza étnica de los territorios palestinos ocupados, y Adelson y su cachorro Netanyahu buscaban un gran matón para romperle las piernas a Irán”, dice el portal de Cole. Ese matón es Trump, y Netanyahu ya le ha honrado estos días bautizando como “Ramat Trump” (Altos de Trump) uno de los 33 asentamientos judíos de los altos del Golán arrebatados a Siria en 1967, oficialmente anexionados por Israel en 1981 y que Trump reconoció como israelíes, contra todo derecho internacional, el pasado 25 de mayo.
Decir que Bolton es un criminal demente no es un capricho retórico. El hombre que el millonario Adelson colocó al frente del Consejo de Seguridad Nacional, es un loco belicista empeñado en cargarse todos los acuerdos de nuestro mundo nuclear. Comenzó con el acuerdo antimisiles balísticos (ABM, en inglés) alcanzado en 1972 por Nixon y Brezhnev. Batalló con éxito contra el acuerdo entre Clinton y los norcoreanos, y ha sido puntal de la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán de 2015 firmado por Obama. Últimamente se ha cargado el acuerdo sobre fuerzas nucleares intermedias (tácticas) INF firmado por Reagan y Gorbachov, lo que incrementa el riesgo de una guerra nuclear en Europa, y ayudado por su colega Mike Pompeo apunta claramente contra el acuerdo sobre armas nucleares estratégicas (START) que debería ser renovado con Rusia en 2021. Bolton es el tipo que el pasado abril proclamó en Florida, “para que todos lo oigan”, que “la doctrina Monroe está viva y en forma”. Corrigiendo así la afirmación de 2013 del presidente Obama ante la Organización de Estados Americanos de que “la era de la doctrina Monroe ha pasado”. Pues bien, este personaje junto con Pompeo es quien está pilotando lo que la web israelí Maariv Online anuncia como “asalto táctico” contra Irán, es decir una guerra.
Este asalto ya tuvo su ruptura diplomática con la retirada unilateral del acuerdo nuclear de 2015 que estaba bien encarrilado, según la ONU y todos los demás firmantes, y está lanzando estos días los habituales pretextos de guerra en forma de sabotajes en puertos del Golfo Pérsico (14 de mayo) y extraños ataques a petroleros como el del 13 de junio, que coincidieron con la visita del primer ministro japonés Shinzo Abe a Teherán, de la misma forma en que aquel atentado químico de Siria coincidió con la llegada a Damasco de una delegación de la ONU para supervisar la destrucción del arsenal químico de Bashar el-Assad. Todo con un gran perfume a incidente del Golfo de Tonkín.
Según Nathalie Tocci , la consejera jefa de la desválida representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini, el pilotaje de Bolton de la extrema presión ejercida sobre Irán indica que Trump no controla la situación. “Quizás debería cambiar a su consejero de seguridad nacional”, que le empuja hacia un insensato cambio de régimen en Irán que se sume a los desastres de la guerra interminable iniciada por Washington tras el 11-S y que en 18 años ha producido varios millones de muertos, de refugiados y un sinfín de problemas.
Que los militares toreen a los presidentes en Estados Unidos es algo que ya vimos en Siria, cuando bombardearon instalaciones rusas para reventar acuerdos de cooperación militar alcanzados por John Kerry con Moscú, tal como explicó el propio secretario de Estado al abandonar el cargo. ¿Si sucedió con Obama, por qué no con Trump?
La denuncia de Bolton de que Irán ha incrementado su presión militar en Irak y Siria, ha sido desmentida por el jefe militar británico en Irak, Chris Ghika: “no ha habido un aumento en la amenaza proveniente de las fuerzas apoyadas por Irán en Siria e Irak”, dijo para desesperación de los americanos. Paralelamente, 76 generales y embajadores retirados publicaron una carta a Trump en la que se dice que, “la guerra con Irán ya sea consciente o por error de cálculo, tendrá repercusiones dramáticas en un Oriente Medio ya desestabilizado y arrastrará a Estados Unidos a otro conflicto armado con un inmenso coste financiero, humano y geopolítico”.
Sea como sea, la voluntad de los halcones de la Casa Blanca por cambiar el régimen en Irán, no es una línea del gusto de muchos jefes militares de Estados Unidos, que, cómo los generales y embajadores retirados, auguran más caos como resultado. Su argumento es que los verdaderos adversarios no son países como Irán, cuya capacidad militar es escasa, sino Rusia y China, países que aprovecharon el caos de estos 18 años para modernizar sus fuerzas, con miras a “erosionar de forma significativa la ventaja americana en tecnología moderna”, en palabras del entonces Secretario de Defensa, Jim Mattis, partidario de reorientar el esfuerzo hacia la competición entre grandes potencias en lugar de concentrarse en el llamado “terrorismo”.
Según el analista Michael T. Klare, actualmente hay en Estados Unidos dos proyectos de guerra, el de Bolton y el de la Marina  y los 750.000 millones de dólares del presupuesto previsto para el año que viene están comprometidos con el segundo proyecto. El Pentágono se inclina más hacia la doctrina enunciada en marzo por el actual secretario de defensa interino Patrick Shanahan. “Disuadir o derrotar la agresión de una gran potencia es un desafío fundamentalmente diferente que los conflictos regionales implicando a estados gamberros y organizaciones extremistas violentas que hemos afrontado en los últimos 25 años”, dice Shanahan. De todo esto, Klare, deduce que habrá fuertes reticencias del Pentágono a la “guerra de Bolton”, por considerar que distrae el esfuerzo del principal escenario: un pulso en el Mar de China Meridional, donde las tensiones ya revisten carácter semanal, el proyecto de la Marina.
El objetivo militar chino es convencer a los militares americanos que en un conflicto regional y limitado allá, las fuerzas aeronavales de Estados Unidos saldrían perdiendo y que por tanto es preferible no intentarlo. El de los americanos es destruir la capacidad china en los sistemas de armas conocidos como A2 / AD (Anti Access/Area Denial), la versión moderna de una muralla china de misiles y recursos electrónicos y espaciales para cegar al adversario, hundir sus barcos, derribar sus aviones e impedir su agresión.
Quizá sea esta división de opiniones y proyectos dentro del establishment de la desgraciada guerra eterna de Estados Unidos, el único dato positivo de esta dramática hora cuando los tambores de guerra redoblan alrededor de Irán.

jueves, 20 de junio de 2019

Venezuela . Juan Guaidó y su combo de ladrones .



Venezuela. La banda Guaidó

Por Fernando Bossi Rojas

Cada día que pasa queda más en evidencia que Juan Guaidó y su banda, no son otra cosa que una peligrosa asociación ilícita dedicada al robo, estafa, tráfico de influencias, desfalco, cohecho, fraude  y terrorismo.

El grotesco acto de su autoproclamación como “Presidente de la República”, para cualquier ojo avizor, era un anticipo claro de lo que vendría.
Pero lo que más llama la atención es cómo la figura de Guaidó pudo generar expectativas en el alto mando estadounidense, incluyendo al propio  presidente Donald Trump. Porque es de suponer que tendría que existir  una suerte de “control de calidad” sobre los mascarones de proa  contratados  por  la Casa Blanca para representarlos.
Guaidó y su combo no pudieron engañar al pueblo de Venezuela, y esto era más que sabido porque los venezolanos y venezolanas no son tontos. La pandilla de Juan y Leopoldo tampoco pudo quebrar a las fuerzas de seguridad y mucho menos a la patriota y revolucionaria  FANB. Y para completar su cúmulo de torpezas y desaciertos tampoco logró  aglutinar a la dividida oposición bajo su mando, ni en el plano de la dirigencia ni menos aún en sus bases.
Fracaso tras fracaso, hoy por hoy, la derecha venezolana se encuentra más fragmentada que nunca, como lo manifestó el propio Mike Pompeo en recientes declaraciones.
Para colmo –analizan los voceros de la derecha nacional e internacional–, todo ese desfachatado y criminal accionar del “autoproclamado”, ha contribuido a fortalecer  la unidad cívico-militar bolivariana, ha profundizado  las relaciones del gobierno revolucionario con China, Rusia, Irán y otros países adversos al imperialismo estadounidense,  como también ha volcado al pueblo a las calles en defensa de la Patria y su soberanía.
¿En algún momento los think tank estadounidenses imaginaron que con semejante “estado mayor” podían derrotar a la Revolución Bolivariana? De ser así –y creo que fue así–, queda develada la pobreza de sus análisis.
Los imperialistas frecuentemente apelan al invento de un pepele útil a sus intereses, que siga al pie de la letra el guión escrito desde Washington, bajo la promesa de ser recompensado una vez logrados los objetivos trazados.  Pero en este caso, Guaidó y su combo se han propuesto “cobrar sus honorarios” antes del cumplimiento de lo pactado en el contrato. Así, estos hambrientos Dragones de Komodo, han salido descontroladamente a engullirse todo aquello que esté a su alcance. La política fue una mera excusa para delinquir, su lucha “contra la dictadura” un pretexto para adueñarse de patrimonio legítimo de venezolanos y venezolanas y, de paso, quedarse también con una cantidad importante de dólares suministrados por sus empleadores.
Desde Citgo hasta las partidas para el refrigerio de los guarimberos, todo ha sucumbido a su voracidad. Dinero que cayó en sus manos fue dilapidado en fiestas, gastos  personales, viajes, lujos, borracheras y otras extravagancias.
Hasta el mismo servil de Luis Almagro ha solicitado a viva voz una minuciosa investigación  por una grave denuncia de corrupción formulada contra el equipo de Juan Guaidó en Cúcuta,  que ha manejado millonarias sumas de dinero a raíz de la supuesta “ayuda humanitaria” a Venezuela.
El daño que este grupo de ladrones ha ocasionado a Venezuela, a su pueblo, es de una dimensión extraordinaria. Y se explica también porque sus jefes del norte son de la misma calaña. No hay que olvidar que personajes como Nike Pompeo, Marco Rubio, John Bolton o Elliott Abrams reúnen prontuarios frondosos.
Todos estos personajes del entorno Trump recibieron informes falsos de la banda Guaidó; hicieron creer que el pueblo los apoyaba, que el chavismo estaba dividido y desmovilizado, que la FANB les obedecía y que el gobierno estaba aislado en el mundo y en desprolija retirada. Toda una serie de mentiras con el solo objetivo de enriquecerse.
Dice la mitología griega que mientras Hefesto (Dios del fuego, la forja, la metalurgia y los artesanos), elaboraba una figura para representar la verdad (Alétheia), Dolos (personificación del fraude, el engaño, los ardides y las malas artes), quien trabajaba como ayudante en el taller, aprovechó un momento de distracción del dios para esculpir una imagen similar a Aléheia pero que no alcanzó a terminar. Era muy parecida, pero sus pies estaban inconclusos. Ambas figuras fueron horneadas y a cada una de ellas se les insufló vida. La verdadera, la creada por Hefesto, caminó con firmeza, con decisión y sin titubeos; pero la segunda, aquella a la que Dolos no había terminado, luego de dar unos pasos se tambaleó y cayó. De ahí el dicho que la mentira tiene “patas cortas”.
No han pasado eis meses de la “autoproclamación” y la Banda Guaidó comienza a tambalearse. Su caída es inminente.
 y ver  ...

miércoles, 19 de junio de 2019

La independencia de Haití


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Breve historia del precursor de la independencia de Haití
Toussaint Louverture, la dignidad insurrecta (I -II-III )



PRIMERA PARTE
Introducción
Desde la revuelta de Espartaco en año 73 a. C. contra la opresión de la esclavitud, ningún pueblo sometido se había sublevado exitosamente contra el yugo de las cadenas. En 1791, Toussaint Louverture, fiel al principio según el cual los derechos naturales del ser humano eran imprescriptibles, retomó la antorcha de la lucha por la emancipación, a semejanza del legendario gladiador romano, y reivindicó así el derecho del pueblo negro a la libertad. [1]
La insurrección de los explotados rompió las cadenas de la servidumbre colonial y abrió la vía a la independencia de Haití, primera nación del Nuevo Mundo en conquistar su libertad. La influencia decisiva de Toussaint Louverture y del pueblo haitiano en la independencia de América Latina todavía no se aprecia en su justa medida. Los esclavos negros de Santo Domingo, al llevar a cabo una lucha encarnizada contra los opresores franceses, marcaron el camino de la soberanía a los pueblos sometidos del continente y cambiaron el curso de la historia.
¿Cuál fue la trayectoria del Héroe Nacional haitiano? ¿Cómo logró destruir el sistema esclavista, conquistando la libertad de su pueblo? ¿Cómo se convirtió en el primer organizador de la nación?
Toussaint Louverture, indignado desde su más temprana edad por la esclavitud que sufriría en carne propia, lideraría la revuelta de los aplastados y combatiría la violencia colonial del imperio francés. El Primero de los Negros se uniría luego a los rangos de la Revolución emancipadora liderada por Maximilien Robespierre, reunificaría la isla expulsando a los españoles y a los ingleses y organizaría la nación dotándola de una ambiciosa Constitución. Traicionado por Napoleón, el cual se negaría obstinadamente a aceptar el destino de la primera nación de América Latina en conquistar su independencia, Toussaint Louverture terminaría su vida en una mazmorra del Jura, lejos de la tierra que liberó, legando al Nuevo Mundo el ejemplo de la dignidad conquistada en la lucha. En efecto, la Revolución Haitiana, madre de todas las Revoluciones de América Latina, abriría el camino a la emancipación de los pueblos del continente de la tutela colonial europea.



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1. Toussaint antes de la Revolución Haitiana
François-Dominique Toussaint nació esclavo el 20 de mayo de 1743 en la plantación de Bréda bajo el reinado de Louis XV, en Haut-du-Cap en el norte de la isla de Santo Domingo en el seno de una familia de cinco hijos cuyos antepasados fueron arrancados a la tierra de Benín. La isla era entonces la colonia más rica de Francia, gracias a la producción azucarera que era el cultivo clave de la época, el oro blanco del siglo XVIII. Como sus hermanas y hermanos, fue empleado como doméstico y cochero por el dueño, Bayon de Libertat, entonces intendente de la propiedad que pertenecía al Conde de Noé, lo que le permitió evitar la explotación, ritmada con latigazos, de los cañaverales. Sin embargo, pudo observar con impotencia e indignación la suerte de los suyos extenuados por el peso de la servidumbre. Caían unos tras otros de agotamiento, sufrían la crueldad de los dueños y eran víctimas de enfermedades. La esperanza de vida de un esclavo era entonces de 37 años. Quienes intentaban escapar a su destino eran despiadadamente perseguidos y castigados. Si escapaban por primera vez, se les cortaba un brazo. Si escapaban una segunda vez, se les cortaba una pierna. Al tercer intento, eran asesinados. Los colonos sembraban así el terror entre las poblaciones negras. [2]
En 1776, Toussaint Bréda consiguió su libertad y se libró de la esclavitud que asolaba a la inmensa mayoría de los habitantes negros. Con relativa libertad, se dedicó a la agricultura y encabezó una pequeña propiedad mantenida por 13 esclavos, uno de los cuales –Jean-Jacques Dessalines– se convertiría en su fiel ayudante y marcaría la historia de Haití. [3]
Toussaint era un hombre dotado de una notable inteligencia, de una cultura rica y variada, que se nutrió de las ideas de los grandes pensadores de la Ilustración. En 1789, cuando estalló la Revolución Francesa liderada por la burguesía negociante que tenía el poder económico y que aspiraba a conseguir el poder político, la isla, habitada por unos 30.000 blancos y 40.000 mulatos, gozaba de una prosperidad notable gracias a la explotación de 550.000 esclavos. Cuatro categorías componían entonces la colonia de Santo Domingo: los grandes colonos que poseían la mayor parte de las riquezas procedentes del sometimiento del pueblo negro, los pequeños propietarias y obreros apodados “los pequeños blancos”, los mulatos que eran hombres libres pero explotados por los terratenientes y los esclavos negros cuya suerte era vivir una existencia de miseria. El mensaje emancipador de la Revolución Francesa difundido por la voz de Maximilien Robespierre, guía moral y político del proceso de transformación social, regó las conciencias de todos los habitantes de las colonias. Los explotados pusieron entonces en tela de juicio los privilegios establecidos, denunciaron las jerarquías sociales y reivindicaron su derecho a la libertad y a la igualdad. [4]

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2. La revuelta de los esclavos de 1791 y el surgimiento de Toussaint Louverture
El 14 de agosto de 1791, bajo la egida de Dutty Boukman, George Biassou y Jean-François Papillon, los esclavos del Norte, indignados por su condición y motivados por el impulso revolucionario procedente de la metrópoli, se levantaron contra la opresión colonial durante la ceremonia de Bois Caïman, acto fundador de la Revolución Haitiana. Toussaint, con 48 años, se involucró al lado de los insurrectos como médico, gracias a sus conocimientos homeopáticos. Su inteligencia, su autoridad natural y su valentía en combate le permitieron convertirse rápidamente en primer ayudante de Biassou y conseguir el grado de coronel. [5]
Su nuevo rango lo llevó así a frecuentar a los realistas opuestos al proceso revolucionario en Francia y a los oficiales fieles a Luis XVI. Clarividente, sacó provecho rápidamente de esos contactos y aprendió los principios del arte de la guerra, lo que le permitió formar a soldados capaces de rivalizar con las mejores tropas coloniales. Su destreza en el campo de batalla y su capacidad de abrir brechas en las líneas enemigas le valieron el apodo de “Louverture”, “La Apertura”. [6]
En 1793, España, que ocupaba la otra mitad de la isla (futura República Dominicana), entró en guerra contra Francia, tras la ejecución de Luis XVI, miembro –como el soberano español Carlos IV– de la dinastía real de los Borbones. Madrid apoyó a los insurrectos haitianos y les propuso integrar sus filas y llevar a cabo la lucha contra la metrópoli colonial. Toussaint Louverture y sus hombres aceptaron la oferta por razones tácticas y tejieron una alianza de circunstancia contra un enemigo común. En efecto, la esclavitud también estaba vigente del lado español y sólo se aboliría en 1844 con la conquista de la independencia de República Dominicana. El 29 de agosto de 1793, Toussaint Louverture lanzó una proclama al pueblo y propuso a sus compañeros un nuevo destino: “Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Únanse, hermanos, y combatan conmigo por la misma causa. Desarraiguen conmigo el árbol de la esclavitud”. [7]

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3. Al servicio de la Revolución Francesa
El 4 de febrero de 1794, frente a la insurrección de Santo Domingo, la República Francesa decidió abolir la esclavitud, convencida de la necesidad moral, histórica y política de semejante acto. Maximilien Robespierre, miembro de la sociedad de los “Amigos de los Negros” en los Jacobinos, había militado desde 1791 contra la servidumbre colonial de los pueblos de color. En un discurso en la Asamblea Constituyente del 13 de mayo de 1791, el Incorruptible había denunciado la trata negrera:
A partir del momento en que en uno de sus decretos, ustedes habrán pronunciado la palabra ‘esclavos’, habrán pronunciado a la vez su deshonor y el derrocamiento de su Constitución.
[…] Si yo pudiera sospechar que, entre los adversarios de los hombres de color, se encontrara algún enemigo secreto de la libertad y de la Constitución, yo creería que hubieran buscado a crear un recurso para atacar siempre con éxito sus decretos para debilitar sus principios, para que les pudieran decir algún día, cuando se tratara del interés directo de la metrópoli: ustedes nos alegan sin cesar la Declaración de los derechos humanos, los principios de la libertad, y ustedes creyeron tan poco en eso que decretaron constitucionalmente la esclavitud. El interés supremo de la nación y de las colonias es que sean libres y que no derroquen con sus propias manos las bases de la libertad. Perezcan las colonias, se debe costarles su felicidad, su gloria, su libertad. Repito: perezcan las colonias y los colonos quieren con sus amenazas, forzarnos a decretar lo que conviene más a sus intereses. Declaro en nombre de la Asamblea, en nombre de los miembros de esta Asamblea que no quieren derrocar la Constitución, en nombre de la nación entera que quiere ser libre, que no sacrificaremos a los diputados de las colonias, ni la nación, ni las colonias, ni la humanidad entera. [8]
Cuando la Francia decretó oficialmente la abolición de la esclavitud, hizo ciudadanos franceses a cerca de un millón de esclavos en todas las colonias. El gobernador general Etienne Lavaux, encargado de la isla, entró entonces en contacto con Toussaint Louverture para convencerlo de unirse a las filas de la Revolución Francesa. Unos meses antes, Felicité-Léger Sonthonax, comisario civil de la República, había decretado unilateralmente la abolición de la esclavitud en la provincia Norte de Santo Domingo para poner fin a la revuelta de los insurrectos. Así, en mayo de 1794, el líder haitiano, el cual ya se había emancipado de la autoridad de Biassou, decidió abandonar al ejército español y aliarse con los franceses, convencido de que la libertad del pueblo negro se encontraba entonces del lado de la República. [9]
Líder aguerrido con un conocimiento perfecto del terreno, combatiente respetado por sus hombres y temido por sus adversarios, a la cabeza de un ejército disciplinado de 4.000 hombres, Toussaint Louverture era un aliado importante. El general Lavaux, que tenía que enfrentar a los colonos refractarios, a los realistas sediciosos, a los soldados españoles e ingleses, era consciente del aporte del líder negro a la causa republicana. Decidió entonces nombrarlo general de brigada y restablecer la paz en el Norte. Gracias a la dedicación de sus hombres, pagando él mismo el precio de la sangre con no menos de diecisiete heridas de guerra, Toussaint Louverture retomó el control de la región, neutralizó a los ingleses, derrotó a las bandas insurrectas de sus antiguos aliados y obligó a los españoles a abandonar el territorio francés. Un año más tarde, en 1795, España, vencida, capituló, firmó un tratado de paz con Francia y renunció a su soberanía sobre Santo Domingo. [10]
El ascenso de Toussaint Louverture fue fulgurante. En 1796, se convirtió en Teniente-gobernador de Santo Domingo y en 1797 en General en Jefe del ejército. En 1798, acorralados por las fuerzas del General en Jefe, los ingleses decidieron abandonar sus últimos bastiones y firmaron un acuerdo de evacuación general a cambio de una cooperación comercial. El Consejo de los Quinientos, una de las dos asambleas legislativas del Directorio de 1795 a 1799, equivalente a la Asamblea Nacional de hoy, decidió entonces nombrarlo “Benefactor de Santo Domingo”, gracias al apoyo del gobernador Lavaux, electo diputado y que había trabado amistad con Toussaint Louverture. El jefe negro se convirtió así en el líder emblemático e indiscutido del pueblo de la isla, y particularmente de los explotados que veían en él la esperanza de una emancipación definitiva y el símbolo de su aspiración a una vida decente. [11]


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4. La guerra Norte/Sur
Frente a la popularidad de Toussaint Louverture y preocupado por su influencia, el gobierno francés –el Directorio– decidió en abril de 1798 enviar al general Hédouville para observar la situación en Santo Domingo. El Norte estaba entonces controlado por Toussaint Louverture y se componía mayoritariamente de una población negra. El Sur, principalmente mestizo, estaba bajo el control del general André Rigaux, procedente él mismo de una poderosa familia mulata. [12]
Para contener la influencia de los dos líderes, el representante del Directorio tramó un plan para crear un conflicto entre ellos. Pidió entonces a Toussaint Louverture que procediera al arresto de Rigaux, acusado de ser responsable de serios disturbios en el Sur de la isla. Sagaz, el Benefactor de Santo Domingo entendió rápidamente la estratagema de la división del Directorio y no cayó en la trampa. Expresó entonces su rechazo al general y le recordó el concurso decisivo de Rigaux en la defensa de la República y en la lucha contra los ingleses. [13]
Toussaint Louverture se acercó a Rigaux para informarlo de la conspiración urdida por el gobierno francés contra ellos. Le propuso entonces poner sus diferendos aparte y tejer una alianza contra Hédouville en nombre del interés del pueblo de Santo Domingo. La salvación de la isla pasaba por la unión de las fuerzas presentes. Pero, lejos de aceptar la mano tendida por el líder del Norte, Rigaud decidió, al contrario, aliarse con Hédouville para eliminar a Toussaint Louverture. [14]
Hombre prudente y avisado, Toussaint Louverture descubrió la deslealtad del jefe sudista. Concluyó que el conflicto era inevitable. El líder de la isla era consciente de que el desencadenamiento de las hostilidades sólo era una cuestión de tiempo. A finales del año 1798, tomó la decisión de expulsar al conspirador Hédouville, que nunca dejó de conspirar en el país. Ése, como último acto de sedición, incitó a Rigaux a que entrara en rebelión contra el poder militar central de Santo Domingo dirigido por Toussaint Louverture: “Lo libero de la obediencia al general del ejército de Santo Domingo. Usted comandará en jefe toda la parte del Sur”. [15]
Con el apoyo del Directorio, Rigaux lanzó una ofensiva con el objetivo de eliminar a su rival y asentar su dominio en la isla. El 9 de junio de 1799 se apoderó de Petit Goâve, dando inicio a una guerra sangrienta y fratricida. Una gran parte de los oficiales mulatos del ejército de Toussaint Louverture desertó para aliarse con Rigaux. Gran estratega, el líder negro replicó tomando el control de Jacmel, punto estratégico del Sur, en enero de 1800, tras un sitio de varios meses. Acosado por todas partes por las fuerzas louverturistas, Rigaux y su círculo íntimo tuvieron que abandonar la lucha y refugiarse en Francia. [16]
Notas:
[1] Max Gallo, Les Romains : Spartacus, la révolte des esclaves, París, Fayard, 2006.
[2] Jean-Louis Donnadieu & Philippe Girard, «Nouveaux documents sur la vie de Toussaint Louverture», Bulletin de la Société d’Histoire de la Guadeloupe, número 166-167, septiembre de 2013, diciembre-enero-abril de 2014, p. 118.
[3] Jacques de Cauna, «Dessalines, esclave de Toussaint ?», Outre-Mers: Revue d’Histoire, junio de 2012, 319-322. https://www.persee.fr/doc/outre_1631-0438_2012_num_99_374_4936 (sitio consultado el 11 de marzo de 2019).
[4] Revue de la Révolution française , «Plan pour la conquête de Saint-Domingue (1806)», Volumen 8, 1886, p. 91.
[5] Victor Schoelcher, Conférence sur Toussaint Louverture, général en chef de l’armée de Saint-Domingue, Pointe-à-Pitre, Editions Panorama, 1966, p. 9.
[6] Saint-Rémy, Vie de Toussaint Louverture, París, Hoquet, 1850, p. 112.
[7] Jean Fouchard, Les marrons de la liberté, París, Editions de l’Ecole, 1972, p. 551.
[8] Maximilien Robespierre, Discours contre l’esclavage, 13 de mayo de 1791.
[9] Marcel Dorigny (dir.), Léger-Félicité Sonthonax. La première abolition de l’esclavage. La Révolution française et la Révolution de Saint-Domingue, Paris, Société française d’histoire d’Outre-Mer et Association pour l’étude de la colonisation européenne, 2005 (1ª édición, 1997).
[10] Toussaint Louverture, Mémoires du Général Toussaint Louverture, París, Pagnerre, 1853, p. 93-94.
[11] Gragnon-Lacoste, Toussaint Louverture, Général en chef de l’armée de Saint-Domingue, surnommé le Premier des Noirs, Paris, Durand & Pedone-Lauriel, Bordeaux, Feret et Fils, 1877, p. 176.
[12] Alain Yacou (dir.), Saint-Domingue espagnol et la révolution nègre d’Haïti, París, Editions Karthala, 2007, p. 239.
[13] Ibid. , p. 239-41.
[14] Thomas Madiou fils, Histoire d’Haïti, Port-au-Prince, Imprimerie Courtois, 1847, Tomo 1, p. 252.
[15] Victor Schoelcher, Colonies étrangères et Haït. Résultats de l’émancipation anglaise, Paris, Pagnerre Editeur, 1843, Tomo Segundo, p. 123.
[16] Thomas Madiou fils, Histoire d’Haïti, Tome 1, op. cit., p. 252.

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016. http://www.tiendaeditorialhiru.com/informe/336-cuba-palabra-a-la-defensa.html Facebook: https://www.facebook.com/SalimLamraniOfficiel


Fuente original: https://www.humanite.fr/toussaint-louverture-la-dignite-revoltee-673071








domingo, 16 de junio de 2019

La masacre de Peterloo .



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Peterloo
Peter Linebaugh   
Sin Permiso .
El imperio británico venció a Napoleón en 1815 en el campo de batalla de Waterloo (Bélgica) y aplastó los principios universales de la Revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Además, expropió los bienes comunes de comunidades en todo el mundo mediante leyes parlamentarias de cercamientos en Inglaterra y conquistas militares en otros lugares. Durante este momento de posguerra de altos precios, huelgas fallidas, salarios a la baja, desempleo, estómagos vacíos, y desafección, en 1819 una notable pero incompleta coalición de reformistas y revolucionarios se encontró en St. Peter’s Field en Manchester, Reino Unido, el 16 de agosto hace 200 años. Es la lucha de clases al descubierto. La clase dominante de terratenientes, mercaderes, banqueros y propietarios de fábricas está desplegada ante una clase obrera de trabajadores manuales, obreros de fábricas, trabajadores de plantaciones, trabajadores domésticos, constructores de barcos y marineros, y trabajadores sin empleo. El resultado es una masacre. Analizando la matanza a posteriori, a un periodista astuto se le ocurrió la ecuación: Waterloo + St. Peter’s Field = Peterloo.
La película de Mike Leigh que lleva ese nombre es una notable descripción de una batalla fundamental en la historia de la lucha de clases. Murieron dieciocho, y seiscientos cincuenta fueron heridos. La masacre se realizó con sables, espadas y cascos de caballos, sin pólvora. Esa es la razón por la que tantos fueron heridos. Fue una carnicería. Como mínimo, la película hace justicia al suceso, pero, como veremos, se requiere más que un mínimo.
En 1819 una revolución era posible, escribe E. P. Thompson, autor de La formación de la clase obrera en Inglaterra, porque la clase dominante estaba dividida y aislada. El integumento del poder dependía de la deferencia y el miedo, lo que el poeta romántico Percy Shelley entendió e intentó interrumpir:

Creced como Leones después del letargo
en cantidades invencibles;
sacudid vuestras cadenas como si fueran rocío
que durante el sueño os hubiera caído encima;
vosotros sois muchos, ellos son pocos

Este fragmento es de Shelley, cuyo himno enardecedor, La Máscara de la anarquía, “fue escrito con motivo de la masacre de Manchester”. Shelley se encontraba en Livorno, en Italia, hasta ahora dormitando en el exilio, hasta ahora soñando creativa y clandestinamente con el Frankenstein de Mary, pero ahora despertándose desde la distancia.
La película empieza con un corneta desorientado vagando por el campo de batalla de Waterloo, moviéndose con nerviosismo de un lado a otro en un estado de desconcierto traumático. La muecas, deformaciones y los murmullos sin palabras de su cara representan el caos a su alrededor. La siguiente escena muestra al Primer ministro hablando en el Parlamento, ¡proponiendo una resolución para hacer un regalo a Wellington de 750.000 libras! A continuación se ve a Joseph volviendo a Lancashire entre los barrizales que deja tras de sí la marea baja. De vuelta a casa busca tristemente un trabajo entre la lluvia, en los establos o con los carromatos.
Antes del gran encuentro al aire libre, debaten constitucionalistas contra insurrectos, promotores de la autodefensa armada contra promotores de la no-violencia,  defensores de la reforma parlamentaria ante las demandas económicas, defensores de la fuerza física contra defensores de la fuerza moral. Los debates de la clase obrera ocurren en tabernas, naves industriales, entre fogones de cocina y mesas, en campos al lado del río. (El encuentro del campamento está ausente en la película, así como la Escuela Metodista del Domingo.) El encuentro informal en la taberna concluye con el aviso de que se puede perdonar a un niño y reconfortarlo si teme la oscuridad, ¿pero cómo se puede reconfortar o perdonar a un adulto si teme a la luz?
Los “réptiles dorados” de la clase dominante, mientras tanto, están también divididos –entre nobles, militares, abogados, y la burguesía– ; los oímos debatir en el tribunal de magistrados, en la Cámara de los comunes, en las oficinas del Ministerio de Interior, donde abren cartas, contratan espías, instruyen a alborotadores y mandan órdenes a regimientos locales o húsares nacionales. ¿Deberían colgar a alguno? ¿Deberían subir los salarios de miseria? ¿O deberían intentar anonadar al populacho en su totalidad, con terror de masas si hace falta? La lucha de clases forma parte de la gestión de un Estado. Las herramientas para la represión son varias: censura de la prensa, encarcelamiento de los líderes, criminalización de los pobres, supervisión de los desposeídos, los militares contra todos. El arte de gobernar acaba siendo el del engaño hipócrita. El gobierno busca una excusa, y entonces produce una: la masacre. La soga se aprieta, los sables se afilan.
Aparecen tres personas ante el juez, sentado, “una dispersa, inútil y trastornada” mujer, un ladrón de un reloj de plata ganado en una partido de dados, y un hombre que tomó una chaqueta en lugar de robarla, que se describe a sí mismo como un “reformista” que propone una economía del “compartir”. Esto provoca fuertes carcajadas al sagaz magistrado. Con alegría dictamina sus castigos: azotes públicos, deportación a Botany Bay y la horca. El mástil fatal de Albión.
Los reformistas pedían organizaciones políticas, libertad de prensa, libertad de reunión pública y derecho a voto. Tenían que transformarse a ellos mismos, de muchedumbre a movimiento político. Los trabajadores estuvieron en huelga durante cinco semanas en uno de los molinos y no consiguieron nada. No es un tema que la retórica del portavoz o del ministro pueda apaciguar. La reforma parlamentaria era, en el mejor de los casos, solo un medio para la mejora de la vida y, en el peor, un callejón sin salida; o una proposición política la cual no era esperable que la joven muchachita –la clase obrera de Lancashire– aceptara. En estos debates precoces, y la película esencialmente es un debate finalizado por la masacre, la separación de los temas políticos de las realidades económicas emerge en las diversas experiencias de los contrincantes.
Un estandarte de la Carta Magna con el gorro frigio, símbolos de la libertad inglesa y francesa, representa al proletariado a medida que se convierte en clase obrera. “Libertad o muerte”. Un estandarte con un arpa irlandesa. La retórica puede ser difícil de digerir (la jerga incluye palabras como “odium” o “spurious”), uno tiene que sintonizar la oreja a las diferentes voces. Una voz irlandesa liderando la sociedad femenina de reformadoras de Manchester,Women’s Reform, muchas voces de Lancashire, las voces londinenses de los pijos.
Samuel Bamford debería ser leído hoy en día, tanto como lo son Frederick Douglass o Malcom X, u Olaudah Equiano. Él era un operario de un telar manual, en contraste con el tejedor proletario de la fábrica. Su oficio, no representado en la película, se ha vuelto redundante con las máquinas y los motores a vapor. Un lamento evocador fue cantado por un penoso cantante de baladas –“el sol brillará de nuevo sobre los tejedores”–. Bamford empareja dramáticamente con Henry “Orator” Hunt.
“Respira desde lo más profundo de tus pulmones y habla desde lo más alto de tu voz”, entona Henry “Orator” Hunt mientras expulsa a todos los otros oradores de la campaña electoral de ese día. Su grandilocuencia rimbombante e inflada penetra a los locales de Manchester. Su ego pomposo complementa al bondadoso, inteligente y observador Samuel Bamford. Bamford aboga por la autodefensa armada, pero Hunt amenaza con retirarse si hay armas presentes. Bamford lidera al contingente que marcha desde Middleton por un sendero herboso en un día soleado. Las mujeres van de blanco, los hombres con sus mejores galas de domingo, y hombres, mujeres y niños ataviados con hojas de laurel; forman hileras de belleza. Este es un festival de los oprimidos. Limpieza, buen orden y sobriedad son las consignas: el objetivo es avergonzar a la clase alta, que calumnia a la gente llamándolos la turba o la chusma –todos sucios, descuidados y sin orden ni concierto–. Así que habiendo dejado de lado los palos y las piedras, avanzan. Gentes pacíficas y determinadas de los pueblos textiles de la zona, ¡marcando el paso con su pierna izquierda!
“La conducta pacífica de tantos miles de hombres desempleados no es natural”, escribió el General Byng. Les dió miedo. Esta era una clase dominante frágil. En la cabeza de la clase dominante, una patata lanzada contra la ventana de cristal del coche de la princesa regente rápidamente se transforma en aterradores disparos. El tintineo del vidrio roto es suficiente para causar que el Ministro de interior tartamudee aterrorizado. “Tranquilidad”, ronronea la princesa regente mientras deglute otro bombón. El proletariado había sido, de hecho, “tranquilizado”, esto es: masacrado. Estos personajes regios son dignos de la ácida descripción de Shelley: gobernantes despachando corazones humanos para alimentar a sus perros, aplastando cerebros de niños con piedras de molino.
Las partes más cariñosas de la película son las escenas que muestran la microeconomía de los oprimidos. Los pasteles de carne no son vendidos, sino intercambiados por unos huevos (“¡un cuarto de penique, o un penique y un cuarto por media docena!”, grita una mujer en el mercado). Un penique por un pastel. La madre de Joseph comparte su comida.
Hay un interludio pastoril a mitad de la película. Sin discursos, sin avance de la trama o sin desarrollo de los personajes. Tres violinistas tocan una bonita melodía sentados sobre la hierba. Al lado del curso de agua dos muchachas con delantales blancos escuchan con aprecio agarradas del brazo. El suelo, la hierba, el riachuelo no son propiedad de nadie. Es común.
Entre las declaraciones de testigos contemporáneos encontramos la que sigue: “Cortaron y pisotearon a la gente; y entonces acabaron cortando y pisoteando como se haría en el desbrozamiento de un ejido [common]”. Merece la pena pararse en la declaración. Se describen dos eventos completamente diferentes, una masacre y una expropiación, que pertenecen a dos procesos económicos completamente diferentes: la creación de un mercado de trabajo y la creación de terreno cultivable. Pero expresa una verdad de su tiempo, la expropiación de la comunidad: la muerte de las personas y la expropiación de la tierra.
Algunos espectadores pueden sentir que hay demasiada “historia desde arriba”. El debate político está amansado. El debate es sobre el Parlamento y la Cámara de los comunes (distritos electorales iguales, voto secreto, sufragio universal masculino) en lugar de sobre las asambleas populares y las casas en el común. Algunos temas de debate no están presentes en la película. Los seguidores de Thomas Spence, quienes habían abogado desde hace tiempo por ejidos para todos, es decir, la distribución equitativa de la tierra de 400 lores en favor de los millones de personas que la necesitaban. Robert Wedderburn, un jamaicano negro, “el retoño de un africano”, como solía decir, lideró los debates entre la gente común de Londres. Una semana antes de la masacre de Peterloo, el tema de debate fue “¿Puede ser asesinato matar a un déspota?”. Un espía del gobierno le reportó diciendo que el robo de hombres y mujeres en África fue “realizado por hombres del Parlamento –quienes lo hicieron para ganar dinero–, lo mismo hacían cuando les empleaban en sus fábricas de algodón, para convertirles en esclavos, para ganar dinero y llegar al Parlamento”. Afirmaba que Cristo fue un reformador radical. Entonces, el 13 de octubre de 1819, pedía venganza por los asesinatos de Manchester, y puso la pregunta a debate en la capilla de la calle Hopkins, “¿Cuál de los dos partidos tenía más posibilidades de salir victorioso en la Guerra Universal, los ricos o los pobres?”. En mayo de 1820 era aplaudido en la cárcel de Dorchester.
El miedo de la clase dominante era recordado por “la traducción de la chusma en una clase disciplinada”, escribe E. P. Thompson. Pero la clase está aún incompleta. Solo mira el callejón aledaño al muro de la fábrica, ¿y qué ves? Fardos de algodón apilados. No es suficiente con insinuarlo. Hay circuitos de dinero y circuitos de trabajo que son globales; ninguno de ellos está en la película. El capitalismo no es solo un asunto inglés. Muchos de esos primerizos proletarios industriales eran inmigrantes irlandeses huyendo de la hambruna. ¿Pero quién producía el algodón y cómo llegaba hasta Manchester? En Inglaterra, no se trata solo de que el capital comande la fuerza de trabajo desde India a Ciudad del Cabo, pasando por Misuri; la clase obrera en Inglaterratambién es global. Esta ya no es una excepción perdonable entre los trabajadores intelectuales en Inglaterra. Sus historiadores, poetas, novelistas, directores de cine deberían conocerlo mejor, a menos que estén contentos con lo mismito de siempre: los jardines verdes y las preciosas salas de dibujo de las películas de Jane Austen en la BBC, que solo apuntalan el aparato ideológico de la supremacía blanca.
Una fábrica consigue más y más telares mecánicos. El proletariado (niños, mujeres, hombres) se mueve afanosamente en el estruendo. Fuera, pilas de fardos de algodón llenan el callejón, apoyados en el muro de la fábrica. Todos pueden ver el origen atlántico de las materias primas de la producción. Esa es una forma de mirar al capital. Pero no vemos los circuitos atlánticos en su forma monetaria. Más en particular, no vemos la naturaleza atlántica de la fuerza de trabajo, es decir, la esclavitud.
No hay referencia alguna, a parte de las denominadas “materias primas” del sistema de plantaciones y la productividad de látigo que las produjo en América. Robert Wedderburn, dijimos, era un jamaicano negro, activo en el movimiento inglés. John Jea, nacido en Calabar, esclavizado en Nueva York, casado con una irlandesa, predicaba “el evangelio eterno” en Lancashire y Manchester, habiendo compuesto, cantado y publicado himnos de la libertad el año anterior. Una sustanciosa parte de la tripulación de los barcos era negra. William Davidson, hijo de esclavos jamaicanos, se unirá a Arthur Thistlewood, seis meses después de Peterloo, en un fallido intento insurgente de asesinato de todos los ministros británicos durante una cena (la conspiración de la Calle Cato); y junto con otros sería ahorcado por ello el primero de mayo de 1820. Después, Denmark Vesey de Charleston, Carolina del Sur, intentó una insurrección atlántica en el verano de 1822.
Peterloo está en el cénit de un ciclo de la guerra de clases. En América y las Indias Occidentales la resistencia estaba virando. De actos individuales como la huída, hacia luchas colectivas. Mientras, las insurrección se rumoreaba en Virginia y la Florida durante la primavera de 1819. En Charleston, cuatro séptimos de la población era afroamericana. La Iglesia Metodista Africana era fuerte en sus números e incipiente radicalismo; se enfrentó a la supresión activa en 1821. Más de treinta personas fueron colgadas en julio de ese año en Charleston. Compárese este número con los dieciocho muertos en Manchester para hacerse una idea de la composición de la clase obrera a ambos lados del Atlántico.
Pero volvamos a la película. Joseph es asesinado en Peterloo. Las últimas palabras del filme son el Padre Nuestro –“danos el pan de cada día”–, pero la última imagen es la madre de Joseph, quien lo ha consolado, alimentado, acompañado, y ahora lo entierra. Si hay pan de cada día que dar, ella lo dió, compartiéndolo con una pareja muy hambrienta en la manifestación que acaba de llegar de Liverpool. La suya ha sido la voz con los pies en la tierra todo el tiempo, escéptica y esperanzada a partes iguales. Ha sobrevivido desde el primer momento en el que la vemos amasando masa para pasteles, con una luz que entra por la ventana digna de Vermeer, hasta la última imagen de la película: su cara, de luto e impasiva, en un retrato propio de Walker Evans. Nos mira: ¿qué pensamos? ¿Cómo respondemos?
Karl Marx nació justo unos meses antes. La teoría del valor trabajo toma su clara expresión gracias a la masacre; la teoría del valor trabajo toma su asiento en el centro de la economía política de este tiempo. Aquí Shelley dirigiéndose a los “Hombres de Inglaterra”:

La semilla que sembráis, otro la cosecha;
la riqueza que descubrís, otro se la queda;
las ropas que tejéis, otro las viste;
las armas que forjáis, otro las porta.

Sembrad semillas, pero que ningún tirano las coseche;
descubrid riqueza, que ningún impostor la atesore;
tejed ropas, que ningún ocioso las vista;
forjad armas, en vuestra defensa habréis de portarlas

El emotivo himno “Hombres de Inglaterra” de Shelley debe ser revisado para incluir mujeres y esclavos. Así, a esa primera estrofa añadimos:

El algodón que recoges, otro se lo lleva;
los hijos que crías, otro los explota.

Y a la segunda estrofa citada:

Recoged algodón, para engalanaros con él;
criad hijos, para orgullo y salud humanos.

Finalmente, la película de Mike Leigh se encuentra en la tradición de La formación de la clase obrera en Inglaterra de E. P. Thompson. Y es así que comparte su mayor defecto. Los irlandeses dicen “la historia de Inglaterra ocurre en otro lugar”, y eso pasa aquí. La película y el libro se limitan a una versión de Inglaterra que está bien, que es toda blanca. Sin embargo, este defecto no debe hacernos olvidar las virtudes del libro y la película, tan necesitadas hoy: el énfasis en la realidad absoluta de la clase, el énfasis en la dinámica histórica de la lucha de clases, y una insistencia en que pensemos en las vías y los medios para conseguir la victoria.
es profesor de Historia en la Universidad de Toledo, Ohio. Es autor de The London Hanged y (con Marcus Rediker) La hidra de la Revolución: la historia oculta del Atlántico revolucionario (trad. castellana: Editorial Crítica, Barcelona, 2005).
Fuente:
https://www.firstofthemonth.org/peterloo/
Traducción:
Alexi Quintana y David Guerrero
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