martes, 30 de septiembre de 2025

¿ España democracia militante ? .

                                 

"La justicia política en España va mucho más allá de la dictadura franquista"

Entrevista  a Daniel  Escribano 

28/08/25

---------------------

Se acaba de publicar Judicis polítics sota la democràcia militant española, Anàlisi de la justicia 

política: Quatre causes penals de Daniel Escribano editado por Edicions Documenta Balear. 

Colaborador de Sin Permiso, hemos mantenido con Dani esta entrevista. 


-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Sin Permiso. Democracia militante. Este concepto ya está en el título. Y tiene defensores y críticos. Explica la posición que defiendes en el libro.

Daniel Escribano. El concepto de “democracia militante” o “autoritaria” lo acuñó el constitucionalista liberal Karl Löwenstein para referirse a la transformación de los regímenes democráticos del período de entreguerras. Löwenstein identificaba una miríada de medidas sancionadoras de carácter penal o administrativo que restringían, fundamentalmente, los derechos a la libertad de expresión, de asociación y de participación política, con el objetivo de proteger a las instituciones del Estado, así como figuras penales singularizadas para proteger específicamente a las autoridades y que establecían penas más elevadas que el tipo penal genérico (p. ej. como ocurre con las injurias o calumnias a los jefes de Estado o de Gobierno, ministros o autoridades en comparación con las injurias o calumnias a simples ciudadanos). Son ejemplos evidentes de delitos políticos y, en el caso de las modalidades especiales de tipos ordinarios, resultan muy confusos técnicamente, porque no es claro cuál es el bien jurídico protegido. Por seguir con el ejemplo de las injurias o calumnias: cuando se vierten contra el jefe del Estado, en el Código penal español están tipificadas como delitos contra la Constitución y, más específicamente, contra la Corona, pero ocurre que las injurias o calumnias ordinarias son delitos contra el honor…

Tras la Segunda Guerra Mundial, el concepto de democracia militante se ha asociado especialmente a la República Federal de Alemania y es un lugar común de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional español que el sistema político español “no responde al modelo de democracia militante”. Sin embargo, todas las medidas con que Löwenstein caracterizaba a las democracias “militantes” o “autoritarias” existen en la legislación española actual, y la mayoría no ya desde el período de entreguerras, sino desde los propios inicios del régimen liberal...

SP. El subtítulo del libro es “Anàlisi de la justícia política: quatre causes penals”. ¿Por qué estas cuatro causas?

DE. La judicialización de conductas que se inscriben en el ejercicio de derechos fundamentales es inherente a los modelos de democracia militante. En las cuatro causas escogidas los hechos enjuiciados constituyen conductas no violentas vinculadas estrictamente a los derechos a la libertad de expresión y de creación y de reunión y participación política. Las dos primeras causas analizadas (que concluyeron con condenas al senador Miguel Castells, por “injurias al Gobierno”, por un artículo de opinión, y al rapero Josep Miquel Arenas, Valtònyc, por injurias o calumnias al rey y otros miembros de la familia real, “enaltecimiento del terrorismo” y amenazas, por las letras de sus canciones) son relevantes porque muestran la singularidad de la democracia militante española en el propio contexto europeo occidental. La condena a Castells motivó la del Reino de España por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), por vulneración de la libertad de expresión. En el caso de Arenas, que optó por el exilio, la pretensión de la Audiencia Nacional (AN) española de que Bélgica lo entregara a España por la vía abreviada de las órdenes europeas de detención, al concurrir un supuesto delito de “terrorismo” penado con un mínimo de tres años de cárcel, chocó con la negativa del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), por vulneración del principio de irretroactividad de las normas penales desfavorables, ya que el aumento a un máximo de tres años de cárcel del “enaltecimiento del terrorismo” en el Código penal español es posterior a los hechos enjuiciados. En segundo lugar, la pretensión de lograr la entrega del rapero mediante la equiparación del delito de injurias o calumnias al rey u otros miembros de la familia real del artículo 490.3 del Código penal español con las “ofensas al rey” de una ley especial belga de 1847 condujo a que el Tribunal Constitucional de Bélgica declarara la incompatibilidad con la Constitución belga y el Convenio europeo de derechos humanos del precepto belga, lo que ha evidenciado aún más la singularidad española en materia de libertad de expresión respecto a autoridades del Estado.

El capítulo más extenso versa sobre la causa general contra el independentismo catalán en el marco del proceso soberanista. Todo lo que se juzga ahí son iniciativas parlamentarias y normas gubernativas relacionadas con ellas y manifestaciones. Lo más llamativo de esta causa es que son las propias autoridades autonómicas, incluyendo incluso hasta la cúpula policial, las procesadas. Con todo, existe un importante nexo entre este capítulo y el inmediatamente anterior: la causa a una veintena de manifestantes catalanes que se concentraron ante el Parlament para protestar contra el Proyecto de Ley de presupuestos de la Generalitat de 2011, que contenía recortes del gasto público de un 10%. Tanto el Parlament como el Gobierno de Catalunya se personaron como acusación particular contra los manifestantes encausados e incluso recurrieron ante el Tribunal Supremo la sentencia absolutoria de la AN. Ocurre que la condena en segunda instancia de ocho activistas se fundamentó en una espuria doctrina según la cual el número de personas congregadas en el ejercicio del derecho de reunión pueden conformar un “clima coactivo” susceptible de constituir el delito “contra las instituciones del Estado” del artículo 498 del Código penal. Y esa misma doctrina se aplicó también para la condena a parte del Gobierno catalán, la presidenta del Parlament y los presidentes de dos entidades cívicas, en este caso como constitutiva de un supuesto delito de sedición. No en vano, el ponente de la sentencia casatoria de la absolución de los activistas contra los recortes fue el mismo que el de la condena a los líderes del proceso soberanista: Manuel Marchena.

SP. En el prólogo, el abogado Benet Salellas da mucha importancia a una frase de Manuel Marchena, presidente entre 2014 y 2024 de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo: “yerra usted en la estrategia defensiva”. Y tú titulas el capítulo del juicio a los líderes del proceso soberanista catalán con esta frase. ¿Puedes explicar su importancia y el contexto?

DE. En realidad, el primer borrador del libro llevaba esa afirmación como título (“Yerra usted en la estrategia defensiva”. Judicis polítics sota la democràcia militant espanyola). El contexto concreto fue el del interrogatorio por parte de la defensa de Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural en la época de los hechos enjuiciados, al entonces secretario general de Comisiones Obreras de Catalunya, Javier Pacheco. Declaraba como testigo de descargo, y el presidente del tribunal declaró impertinentes la mayoría de las preguntas de la defensa, arguyendo que las valoraciones de los testigos sobrepasaban el objeto del proceso. Tras la enésima declaración de impertinencia de una pregunta, el presidente espetó esa frase a la abogada Marina Roig. Por una parte, es significativa por lo que contiene de quiebra de la apariencia de imparcialidad que se presupone a todo juzgador. En segundo lugar, no obstante, la ocurrencia de Marchena acaso admita una lectura más profunda y revele subconscientemente una interesante tesis como es que, en juicio político, no hay defensa posible.

SP. Actualmente, personas de indudable signo político progresista y de izquierdas consideran que tantos años después de muerto el dictador no tiene mucho sentido hablar del carácter franquista de gran parte del aparato judicial español, aun reconociendo que no se depuró lo más mínimo. Tú no defiendes la misma opinión en el libro. ¿Puedes sintetizarnos por qué?

DE. La justicia política en España va mucho más allá de la dictadura franquista y se remonta a los albores del régimen liberal. Y se basa en dos elementos fundamentales: enjuiciamiento de hechos que son delitos políticos, con penas muy altas y, en cualquier caso, mayores que las asociadas a tipos penales ordinarios, y por jurisdicciones o tribunales especiales. No en vano, las causas analizadas en el libro se conocieron en la AN y el TS, que no constituyen precisamente los jueces naturales y, en algún caso, ni siquiera los predeterminados por la ley.

Por lo demás, con el acoso policial y judicial, mediante dudosas acusaciones de corrupción, a familiares del actual presidente del Gobierno de España ahora hasta la progresía del régimen parece percatarse de que existen persecuciones políticas, que las altas instancias judiciales, y muy especialmente el TS, están copadas por la derecha, y que asistimos a un proceso de creciente usurpación por parte del poder judicial —carente de toda legitimidad democrática— de funciones que corresponden a los otros dos poderes del Estado.

SP. Si tuvieras que destacar alguna cuestión que te haya sorprendido especialmente o, simplemente, que quieras destacar por su importancia durante la larga investigación que este libro evidencia, ¿cuál o cuáles nos podrías citar?

DE. La pervivencia de determinados tipos penales en lo tocante a la represión político-judicial. De las cuatro causas, en dos aparecen delitos de injurias o calumnias —que el constitucionalista Otto Kirchheimer calificaba como el delito político por antonomasia— y en la del proceso soberanista catalán, los delitos de rebelión y sedición, que el historiador del derecho Francisco Tomás y Valiente constata como los tipos penales más estables en la identificación de delitos políticos. Vale la pena comentar el delito de rebelión (sobre el que existen un par de tesis doctorales importantes): existe como tal desde el primer Código penal (1822), si bien hasta la década de 1880 los actos de rebelión no se perseguían con el Código penal, sino con decretos especiales de la época del Trienio Liberal y que atribuían la competencia de enjuiciamiento a la jurisdicción militar. Durante el Sexenio Revolucionario y los primeros años de la Restauración se aprobaron medidas para asignar a la jurisdicción civil el conocimiento de los actos de rebelión que no tuvieran “carácter militar”, y se instituyó un delito específico de rebelión militar. Sin embargo, el Código de justicia militar de 1890 relajó la definición del tipo de modo que bastaba con que los alzados formaran partida “militarmente organizada” y se enfrentaran a las fuerzas armadas para recibir la calificación jurídica de rebelión militar (art. 237.4). Con ello, la rebelión del Código penal quedaba absorbida de facto por la rebelión militar. Huelga decir que la rebelión militar fue el principal tipo penal utilizado por los tribunales militares franquistas durante la guerra de 1936-1939 y la posguerra. Solo desapareció de la legislación penal española el delito de rebelión militar cuando, ante la lenidad de las condenas impuestas por la jurisdicción militar a los militares procesados por rebelión durante los primeros años del régimen actual, el legislador derogó este delito e instituyó el de rebelión “en tiempo de guerra” (y que tampoco ha de ser cometido necesariamente por militares) como único delito de rebelión competencia de la jurisdicción militar. Más allá de las consabidas dificultades que ha tenido históricamente el Estado español para apartar a la jurisdicción militar del enjuiciamiento de los delitos políticos cometidos por civiles, es muy significativo que, cuando se encuentra con crisis constitucionales de una cierta enjundia, recurra al delito de rebelión para sancionar conductas que, además, habitualmente no se compadecen con las descritas en el tipo.

 Daniel  Escribano  ..Es doctor en sociología y traductor. Colabora con Sin Permiso, Catarsi y El Salto

https://www.sinpermiso.info/textos/la-justicia-politica-en-espana-va-mucho-mas-alla-de-la-dictadura-franquista-entrevista-con-daniel

domingo, 28 de septiembre de 2025

Los "buitres"de El País .

Que un Fondo buitre sea propietario de un medio de información conlleva titulares así .



Una de las victorias de la mal llamada «Transición» fue incrustar al Grupo Prisa (El País, Cadena SER, Editorial Santillana…) como un medio de comunicación referente de la «izquierda». Su consumo masivo se convirtió en santo y seña de los intereses de grupos empresariales que utilizaban el señuelo progre para divulgar el anticomunismo más zafio, la reconciliación con el fascismo y los nuevos valores monárquicos y capitalistas como sinónimo de «democracia» y «libertades». Incluso un imputado por torturas y asesinatos y alto cargo en el franquismo como Rodolfo Martín Villa, fue presidente de Sogecable (empresa ligada a Prisa). Poco más que añadir.

En el 2020 y en medio de una severa crisis financiera, el Grupo vendió acciones, amplió capital, y fue el tristemente célebre Fondo buitre Black Rock que se hizo con un importante porcentaje de la empresa.

Eran pocos y…

La derechización de PRISA, por si había dudas, se hizo aún mayor, Este domingo 28 de septiembre confirma que está unido a la nueva campaña de mentiras  y fake news con otros medios «progres» (The Guardian, Le Monde…) para justificar el gasto en «Defensa» del 5% o similar que exige Trump y la OTAN para hostigar a Rusia. Vean:


https://insurgente.org/que-un-fondo-buitre-sea-propietario-de-un-medio-de-informacion-conlleva-titulares-asi/

viernes, 26 de septiembre de 2025

Campos de concentración para inmigrantes en USA

 

Entrevista a Thomas Kennedy, analista de políticas de la organización Coalición de Inmigrantes de Florida

«Un sitio clandestino extrajudicial»

 Amy  Goodman
 

Denuncian la desaparición de cientos de inmigrantes detenidos en «Alcatraz de los caimanes»

Cientos de personas que estaban detenidas en la cárcel para inmigrantes apodada “el Alcatraz de los caimanes”, ubicada en los Everglades de Florida, han desaparecido. Un reporte del periódico Miami Herald descubrió que cerca de dos tercios de los 1.800 inmigrantes que hasta julio estaban detenidos en dicha prisión, a fines de agosto habían desaparecido de la base de datos que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas publica en Internet y ni sus familias ni sus equipos jurídicos estaban logrando localizarlos. A principios de septiembre, un tribunal federal de apelaciones dictaminó que esta prisión podía seguir funcionando a pesar de los informes de que allí se cometían abusos.

“Si este modelo dejamos que se multiplique en el resto del país, lo que hace es agarrar un sistema que ya es terrible, el sistema de detención contra inmigrantes en este país, y de alguna manera lo hace todavía peor, que realmente es increíble porque ya era un sistema tan abusivo, tan inhumano, lo están haciendo todavía más abusivo, inhumano y extrajudicial”, señala Thomas Kennedy, analista de políticas de la organización Coalición de Inmigrantes de Florida.


Transcripción

Esta transcripción es un borrador que puede estar sujeto a cambios.

AMY GOODMAN: Esto es Democracy Now! Democracynow.org, el informativo de guerra y paz. Soy Amy Goodman.

Cientos de personas han desaparecido tras haber estado detenidas en la controvertida cárcel para inmigrantes apodada “el Alcatraz de los caimanes” en Florida. El Miami Herald informa que alrededor de dos tercios de los 1.800 inmigrantes que estaban detenidos allí en julio han desaparecido de la base de datos del Servicio de Inmigración, y sus familias no han podido localizarlos. A principios de septiembre, un tribunal federal dictaminó que la cárcel podía continuar operando a pesar de los informes de abusos. Trump celebró la noticia.

PRESIDENTE TRUMP: “Creo que Florida ha hecho un gran trabajo al construirla. Y, ya sea “el Alcatraz de los caimanes” o como quieran llamarla, es una instalación increíble para su propósito. No es un hotel, no se espera que lo sea, pero han hecho un gran trabajo”.

AMY GOODMAN: Para más información, nos acompaña desde Miami Thomas Kennedy, analista de políticas de la Coalición de Inmigrantes de Florida. Muchas gracias por estar con nosotros, Thomas. ¿Puede resumir esta impactante noticia revelada por The Miami Herald sobre los cientos de personas que básicamente han desaparecido de los registros del Servicio de Inmigración? Sus familias no pueden localizarlos.

THOMAS KENNEDY: Bueno, lo que el Miami Herald ha podido comprobar es algo que nosotros, los activistas y grupos que abogan por los derechos de los inmigrantes han repetido desde que el centro de detención en los Everglades, “Alcatraz de los caimanes”, abrió, que es que los detenidos no aparecen en ninguna base de datos pública. Y bueno, el Miami Herald consiguió una lista de alrededor de miles de 1.200 personas y alrededor de 800 de esas personas no aparecen en ninguna base de datos. Por ejemplo, el localizador de ICE que uno puede usar, por ejemplo, uno usa el “número de alien” y la nacionalidad de un detenido para encontrarlo y ver en qué centro de detención está. En “Alcatraz de los caimanes” eso no pasa. Las personas son administrativamente fantasmas y eso es resultado de que este centro de detención es completamente administrado por el estado de la Florida, específicamente la División de Emergencias. Y eso es consecuencia de que el estado de la Florida no quiere firmar contratos con el Gobierno federal, que le daría la autoridad la autorización de detener a inmigrantes, o sea que crearía el vínculo con el Departamento de Seguridad Nacional y haría ese vínculo con esta base de datos públicos.

El resultado de todo esto es que procesos legales, debido proceso, acceso a cortes de inmigración, no son otorgadas a estos detenidos, entonces están como en un limbo y por ejemplo, hospitalizaciones, que hemos visto docenas y docenas de hospitalizaciones por incidentes graves como, paros cardíacos, cirugías, etcétera, ni siquiera estas hospitalizaciones, cuando son transferidos al hospital de Kendall, que es el hospital más cerca del centro de detención, no hay récord de este tipo de hospitalización. Entonces, no es solo un peligro al debido proceso que se le debe otorgar a estos detenidos. También es un peligro médico, porque no tenemos ningún tipo de visibilidad, transparencia o acontabilidad [sic] a lo que está pasando adentro de “Alcatraz de los caimanes”.

AMY GOODMAN: Thomas, ¿puede describir algunos casos de familias con las que ha hablado o trabajado que no pueden encontrar a sus seres queridos?

THOMAS KENNEDY: Sí, Bueno, el Miami Herald habló con muchas de estas personas, y nosotros también. Un caso que compartimos, en términos de vínculo, fue el caso de Michael Borrego, un cubano, que la madre se puso en contacto con nosotros. Michael Borrego nunca aparecía en ningún tipo de base de datos, y este era un hombre que tuvo un incidente médico serio, tuvo que tener una cirugía por hemorroides, que fue transferido de “Alcatraz de los caimanes” al hospital de Kendall, pasó ahí tres días hasta que después de su cirugía lo transfirieron de nuevo a este centro de detención en los Everglades, donde tuvo una complicación por falta de medicamentos, una infección. Y, bueno, después de un plazo de tiempo, fue transferido a otro centro de detención acá en Miami-Dade, Krome, y al final fue deportado desafortunadamente a México, que ni siquiera es su país de nacionalidad. Pero este es un ejemplo claro de una persona que nunca apareció en la base de datos, La familia, los abogados tuvieron muchas dificultades contactándose con él, tuvo un incidente médico serio que requirió una cirugía que no fue… o sea, no hay récord de su estadía en este hospital hasta ahora, que yo sepa. Y al final del día fue deportado sin este debido proceso otorgado a su caso.

AMY GOODMAN: Hay muchos temas para discutir. La Patrulla de Carreteras de Florida ha entrenado a más de 1.700 de sus agentes bajo el Modelo de Grupo de Trabajo del programa 287(g), lo que ha llevado a más de 3.500 detenciones desde marzo. ¿Puede explicar qué es el programa 287(g)? Esto es para una audiencia global. ¿Qué significa que una persona pueda ser detenida en un control de tránsito? Y hable sobre la falta deliberada de distinción entre un policía estatal, un policía de una universidad y un agente de inmigración.

THOMAS KENNEDY: Sí, sí, claro. Bueno, la [Ley de Imigración y Nacionalidad], en inglés las siglas son el INA, tiene una sección titulada 287(g), que fue aprobada durante la administración de Bill Clinton, que básicamente establece contratos de cooperación entre, por ejemplo, entidades municipales y fuerzas policiales locales y estatales para cooperar con el enforzamiento de inmigración con poderes federales. Porque, acordate, la responsabilidad de administración de inmigración cae en el Gobierno federal. Hasta relativamente recientemente, estos contratos eran voluntarios, pero estados como la Florida han aprobado leyes a nivel estatal que hacen que esa cooperación sea en ciertos casos requerida, obligatoria.

Entonces estamos viendo, por ejemplo, condados entrando a estos contratos de cooperación entre la policía y ICE, y hasta entidades que no son requeridas por la ley estatal como ciudades y hasta la policía de universidades públicas. Y esto es muy importante. Esto se ha convertido en algo tan extremo que la policía de universidades públicas han entrado en contratos con el gobierno federal para hacer enforzamiento de inmigración y asistir en redadas. [El] 40% de estos tipos de contratos en todo el país vienen de La Florida. Y como notás, la policía de la Patrulla de Carreteras (Florida Highway Patrol) ha entrenado a un montón de policías usando un webinar de 40 horas para empoderarlos como agentes de inmigración.

Entonces las redadas que vemos en estados como California, Nueva York, pasan en la Florida. Pero hay lo que yo llamo una redada constante, porque la policía municipal y especialmente la policía estatal, está todo el tiempo en las carreteras parando personas por infracciones de tráfico o a veces por perfil racial y deteniéndolos y transfiriéndolos a centros de detención o a cárceles locales, cárceles del condado donde son detenidos por ICE bajo “detainers” (órdenes de retención) y luego transferidos a centros de detención como “Alcatraz de los caimanes”.

AMY GOODMAN: Háblenos del centro de detención, “el Alcatraz de los caimanes”. ¿Cómo lo está financiando el gobernador de Florida, DeSantis, ahora que el Servicio de Inmigración está recibiendo más fondos que nunca? ¿Quiénes son los contratistas que consiguen estos acuerdos, esos aliados cercanos al gobernador DeSantis? ¿Y qué tan problemático es este centro de detención, no solo por las condiciones en las que están los presos, sino también por su impacto ambiental?

THOMAS KENNEDY: Sí, bueno, el gobernador de la Florida, DeSantis, usó una proclamación de emergencia que él firmó en enero del 2023, hace dos años y medio, para básicamente expropiar el terreno donde está “Alcatraz de los caimanes” del condado de Miami-Dade. Ahí había solo una pista de aviones que estaba semiabandonada y no hay ningún tipo de infraestructura. O sea, no hay agua, no hay plomería, no hay electricidad, no hay edificios, solo esta pista de aviones que ellos pensaron “bueno, por acá podemos ejecutar deportaciones”. Lo que hicieron es… pusieron un montón de carpas con jaulas adentro y ahí han detenido miles de personas. La población más alta de detenidos en el lugar ha sido de 1.400 hasta ahora. Pero ¿de dónde salió todo este dinero?, que es una muy buena pregunta. Bueno, el sitio está administrado por la División de Emergencias de la Florida y la plata que ha salido hasta ahora para este sitio, para este centro de detención es totalmente estatal y se han firmado más de 350 millones de dólares en contratos a compañías acá en la Florida.

Esta proclamación de emergencia que yo acabo de detallar hace unos segundos, le da al gobernador y al estado de la Florida la autoridad de esquivar procesos competitivos al otorgar estos contratos de cientos de millones de dólares a estas compañías. Entonces, de nuevo, son contratos sin ningún tipo de proceso competitivo, y muchas de estas compañías tienen conexiones políticas con el gobernador y sus aliados en Tallahassee. Y hemos visto, por ejemplo, una compañía en Texas dio una donación de 10.000 dólares al Partido Republicano de la Florida y en dos o tres horas se le otorgó un contrato de más de 2 millones de dólares para operar adentro de “Alcatraz de los caimanes”. Y a los siguientes tres o cuatro días se le entregaron dos más contratos que su totalidad era de 6 millones de dólares. Y esto lo hemos visto una, dos, tres, cuatro veces, donaciones políticas al gobernador y a políticos afiliados con el Partido Republicano de la Florida, la consecuencia son contratos de gran cantidad de dinero, para trabajar, administrar este centro de detención.

Entonces, lo que el público tiene que tener en cuenta acá es que esto, más allá de ser una crisis humanitaria que lo es, es un gran negocio para un montón de personas. Si “Alcatraz de los caimanes” cierra mañana, y nosotros queremos que cierre y estamos trabajando para que cierre lo antes posible, la realidad es que, aunque cierre, un montón de personas van a salir de ese sitio haciendo un montón de dinero, literalmente cientos de millones de dólares. Y nosotros, los contribuyentes de impuestos, gente como yo acá en la Florida, les habremos pagado esos contratos.

AMY GOODMAN: ¿Y qué hay de la nueva cárcel, situada en una antigua prisión, a la que los republicanos han apodado “Deportation Depot” (Depósito de deportaciones)? ¿Cómo se relaciona eso con el “Alcatraz de los caimanes”?

THOMAS KENNEDY: Bueno, el estado de la Florida sacó un plan de inmigración hace unos meses en donde establecen un plan para abrir 12 nuevos centros de detenciones para inmigrantes en la Florida, y ya había varios centros de detenciones acá en el estado. “Alcatraz de los caimanes” fue el primero de estos centros. “Alcatraz de los caimanes” se les ha complicado por varias demandas que amenazan cerrar el sitio. Pero este “Deportación Depot” es el segundo de estos centros de detenciones nuevos que están abriendo en la Florida. Y lo que hicieron es que están reabriendo el Centro Correccional de Baker, que fue cerrado en el 2021 por falta de personal, de capacidad, de oficiales de corrección. Y también hubo un montón de quejas sobre abuso de derechos civiles, abusos humanitarios, etcétera. Entonces, ese sitio fue cerrado en el 2021 y ahora está siendo… bueno, fue reabierto por el estado de la Florida. Y hasta ahora, la última cifra que yo he escuchado y nuestra organización ha escuchado de números de detenidos es alrededor de 400 personas que han sido detenidas en este lugar. Y bueno, estamos viendo lo mismo que acabo de detallar en “Alcatraz de los caimanes”. Todo esto es administrado por compañías privadas que tienen conexiones políticas y se les da dinero, subsidios del sector público para hacer este tipo de trabajo. Entonces lo repito, esto es un gran negocio. Al final del día esto es un gran negocio para que un montón de gente con conexiones políticas haga un montón de dinero.

AMY GOODMAN: Thomas Kennedy, para terminar, ¿en qué están más centrados ahora mismo en su organización, la Coalición de Inmigrantes de Florida? ¿Qué es lo que más les preocupa?

THOMAS KENNEDY: Bueno, en términos de lo que más nos preocupa es que se está estableciendo un nuevo modelo de detención respecto a inmigración. Estamos viendo, en “Alcatraz de los caimanes” específicamente, un centro de detención completamente manejado por el estado de la Florida, sin ningún tipo de acuerdo con el Gobierno federal, sin ningún tipo de transparencia, acontabilidad [sic] o visibilidad en lo que está pasando dentro. Ni siquiera ahora el estado de la Florida está diciendo cuánta gente está detenida adentro de ese centro de inmigración, ni siquiera ese número podemos conseguir. Opera como un sitio clandestino extrajudicial.

Entonces, a nosotros realmente nos preocupa que este modelo se multiplique, no solo en la Florida, pero en el resto del país. Y lo que estamos haciendo para contrarrestar esto es, obviamente, tratando de conectar, como lo hemos hecho en el pasado, con familiares que tengan detenidos ahí adentro, amplificando sus historias, conectándolos con abogados; hemos apoyado varias demandas que se se han presentado contra el sitio; hablando con medios como ustedes para, obviamente, educar al público de la situación; organizando la comunidad, participando protestas, etcétera.

Entonces, realmente estamos haciendo todo lo posible, todo lo que está en nuestra capacidad para tratar de cerrar este sitio. Porque, lo repito, si este modelo dejamos que se multiplique en el resto del país, lo que hace es agarrar un sistema que ya es terrible, el sistema de detención contra inmigrantes en este país, y de alguna manera lo hace todavía peor, que realmente es increíble porque ya era un sistema tan abusivo, tan inhumano, lo están haciendo todavía más abusivo, inhumano y extrajudicial.

AMY GOODMAN: Thomas Kennedy, analista de políticas de la Coalición de Inmigrantes de Florida, muchas gracias por estar en nuestro programa. Para ver nuestra entrevista en inglés con Thomas y el reportero del Miami Herald que desveló esta importante historia sobre los cientos de inmigrantes desaparecidos de la base de datos del Servicio de Inmigración, a quienes sus familias no pueden encontrar después de que fueran encarcelados en “el Alcatraz de los caimanes”, visite democracynow.org.

Soy Amy Goodman. Muchas gracias por acompañarnos.

The original content of this program is licensed under a Creative Commons Attribution-Noncommercial-No Derivative Works 3.0 United States License.

Fuente: https://www.democracynow.org/es/2025/9/26/un_sitio_clandestino_extrajudicial_denuncian_la

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Deconstruyendo el «catarismo» .

 

Deconstruyendo el «catarismo

<<El objetivo de este libro es el de explicar que qué los cátaros fueron el nombre, tomando en serio, las fuentes de las que disponemos, pero  también poniéndose a buena distancia nuestros fantasmas sobre el carácter pretendidamente «precursor» de los cátaros- un adjetivo que, en historia, es cargado generalmente con el mal siglo…para finalmente hacer justicias a los miles de hombres y mujeres, Queen las zonas de Milán, Lyon, Toulouse o Colonia, se encontraron aprehendidos en las mallas  de la rede De la Iglesia y del Estado, entre 1120 y 1330>>

La verdad es que en Francia saben vender sus productos, sus lugares, etc. En caso del denominado país de los cátaros, es una muestra sobresaliente de lo que digo. A finales del siglo pasado visité la zona (con la inseparable compañía de un par de libros de Jesús Mestre Godes y alguno de Anne Brenon) y la verdad es que además de disfrutar de la visión de los inverosímiles castillos (alguien habló de ciudadelas de vértigo), nombrados como cátaros, disfruté de las gastronomía que siempre iba acompañada del correspondiente cátaro: salades cátaras, crudités cátaras...desserts cátaros, etc., etc., etc..

Cada año 400000 franceses visitan esos pretendidos castillos cátaros, animados por la visión que de ellos se extiende por los libros dedicados al tema, que generalmente obtienen excelentes resultados de ventas.

El medievalista Arnaud Fossier entrega un libro, en la editorial La fabrique: «Les cathares, ennemis de l´interieur» que pone en solfa la visión extendida sobre dichos sujetos, los hombres puros, poniendo los puntos sobre las íes sobre algunas cuestiones que se dan como claras y distintas con respecto a estos tejedores. La vulgata les presenta con absoluto detalle en los que hace a sus ideas, sus rituales y normas morales, limitando por otra parte, su radio de acción a la zona de la que hablo, el Languedoc, obviando que tal corriente también tuvo presencia en otras ciudades como Lyon, o Flandres, Renania o en Italia. Añade, como un verdadero aguafiestas, que tales castillos nada tienen que ver con los cátaros, a pesar de que así se tenga la costumbre de denominarlos, ya que estos buenos hombres y mujeres por supuesto que no los construyeron, datando su construcción, por iniciativa del rey de Francia, entre 1230-1250, con el fin de acabar con la disidencia cátara y herética en general y para defenderse de la amenaza de la corona de Aragón…a lo más hubo casos en que algunos cátaros fuesen acogidos en dichas fortalezas. La fecha de la cruzada contra los albigenses, fue ordenada por el papa Inocencio III en 1208, provocando una sangrienta guerra que no llegó a su fin hasta 1229; sin llegar a acabar con la disidencia cátara que pasó a moverse en la clandestinidad, siendo perseguidos por la Iglesia en colaboración con los aparatos del Estado hasta los años 1310-1320. Este largo periodo ha marcado a los habitantes del Languedoc y las masacres perpetradas por los señores venidos del norte, alentados por el abad de Cîteaux, Arnaud Amalric, puesto a la cabeza de la cruzada por el papa, y cuya declaración se convirtió en célebre: «Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos», suscitaron un amplio movimiento de simpatía hacia los perseguidos, siglo más tarde Simone Weil consideraría que nunca volvería a resucitar aquel clima de libertad, tolerancia y espiritualidad de aquel país de Occitania.

Otra de las aclaraciones que lleva a cabo el historiador es que el foco se suele centrar en los cátaros sin tener que estos eran algunos, entre otros, de los heréticos que se oponían a la Iglesia, su degeneración; reuniéndose bajo la etiqueta a todos aquellos que se enfrentaban a los privilegios de los eclesiásticos y su colaboración con los poderes terrenales, representados por los grandes señores. Las herejías populares, a diferencia de las sabias de la antigüedad, surgen fundamentalmente como respuesta a la Reforma gregoriana, emprendida por la Iglesia entre 1050 y 1120, conocida así debido a que a la sazón reinaba el papa Gregorio VII (1073-1085), y que pretendía volver a la forma primitiva de la Iglesia, la de los Evangelios y las comunidades de los primeros cristianos. Una cosa es predicar y otra cumplir lo que se predica, y si se proclamaba que se iba a luchar contra el nicolaismo (el concubinato entre clérigos) y la simonía (consistente en la venta o compra de cargos eclesiásticos y de los sacramentos); como digo, estos combates no se llevaron a cabo sino que siguieron existiendo los privilegios, y la capacidad de los clérigos para usurpar las ganancias de los laicos, etc. En la base del catarismo está precisamente el rechazo de la deriva de la Iglesia que adoptaba las mimas normas de actuación que los poderes estatales, fundiendo lo clerical con lo político y económico. Así, los heréticos -cátaros y otros- fueron considerados aquellos que no aceptaban estos comportamientos y se oponían a ellos; ahí surgían las diferentes formas de insumisión.

Otro de los problemas que trae a colación Aranud Fossier, es la tendencia a presentar el catarismo como un sistema totalmente reglamentado: su tendencia a la pureza, a la dedicación al trabajo manual, al rechazo de algunos sacramentos de la Iglesia, y hasta un supuesto vegetarianismo…Sea como sea, el problema surge al constatar que las pretendidas ideas acabadas de dicha corriente fueron las que transmitieron sus enemigos, la Iglesia y los poderes terrenales, ya que ciertos textos como algunos Rituales, y otros son escasos, cuando no desaparecidos.. Así las cosas, puede considerarse que «los cátaros fueron, o habrían sido, los precursores de de una feroz oposición al centralismo del Estado, así como los heraldos de una identidad regional dispuesta a enfrentarse a cualquier forma de asimilación».

Intervienen los historiadores oficiales de la France, en mantener a los cátaros como mito y leyenda, como reliquia que no ha de ocupar ni media línea en los manuales escolares. Por otra parte, si se ha solido hablar de la historia como campo de batalla, en el caso que nos ocupa se da un duro enfrentamiento entre quieren conservar la visión heredada y quienes tratan de poner luz que desbarate, quienes son inmediatamente tachados de negacionistas y revisionistas, como si trataran de negar la existencia de los cátaros, pretensión falaz ya que los que pretenden poner los puntos sobre las íes no pretender negar la existencia de tal corriente sino aclarar la verdad de la cosa, huyendo de las visiones totalizadoras que presentan a los cátaros y a otras corrientes disidentes como sistemas ideológicos absolutamente cerrados; por cierto entre las posturas supuestamente negacionistas ha incluido del reciente decisión adoptada por el departamento del Aude que ha cambiado la denominación de los famosos castillos por Fortalezas reales del Languedoc, denominación que en verdad es más conforme con la realidad histórica. Esto último se da, de manera especial, en los numerosos textos novelados que amplían una visión que no corresponde a la verdad y que, de hecho, es la visión que amplía sus ecos entre la mayoría del personal. Otras cuestiones que se difunden son el contagio de ideas esotéricas deudoras de doctrinas orientales como el maniqueísmo, predicado por Mani o Manès, etc., del mismo modo que para el autor no es acertado hablar de los cátaros como puristas fanáticos evangélicos que pretendían cambiar la religión católica sino quera gente procedente de diferentes corporaciones, muy en concreto y en especial de tejedores, que ciertamente sí que mostraban algunos aires de familia con respecto a algunos dogmas católicos…humildes, pudorosos y vegetarianos, vestidos de maneras austera, dedicando su tiempo a la oración, y a extender el evangelio, siendo su rito sacramental el consolament, que consistía en una imposición espiritual de manos que venía a sustituir a la eucaristía. Como que dicho, el autor pone el acento en ello, las pretendidas creencias y prácticas de los cátaros – calificativo que ellos no empleaban jamás, sino que era como les conocían sus enemigos (la expresión tiene su origen en el griego y el latín para señalar la pureza- fueron difundidas por sus enemigos: las órdenes religiosas mendicantes, dominicos y franciscanos, y la Inquisición.

Todo el trabajo de Arnaud Fossier visita diferentes textos sobre el tema, de diferentes interpretaciones, sometiéndolos a ciertas puntualizaciones o, en algunos casos, al rechazo puro y duro; y…el catarismo como cajón en el que se metía todas las figuras del enemigo interior, inquietantes figuras del enemigo, construidas imaginariamente, y usado como pretexto para la represión feroz de cualquier desvío de la ortodoxia dogmática del catolicismo de la Iglesia romana..y banco de pruebas de las técnicas de gobierno y un experimento en el campo de la prácticas de dominación.

Un riguroso y documentado ensayo que revalúa el carácter y la identidad cátara.

https://kaosenlared.net/deconstruyendo-el-catarismo/



martes, 23 de septiembre de 2025

El ocaso del sueño americano

 Trump y el ocaso del sueño americano



| 22/09/25
A punto de cumplirse ocho meses de la juramentación de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos el balance de su gestión es deficitario. Sus bravuconadas de campaña y en la noche misma en la que asumió la primera magistratura se desvanecieron con el paso del tiempo. Sus disparates, desde la pretensión de anexar a Canadá como estado número 51 de la Unión Americana hasta la compra coercitiva de Groenlandia se convirtieron en divertidos memes para consumo del gran público pero, además, indispusieron a Washington con dos países de excepcional importancia en el tablero geopolítico estadounidense. Canadá y Estados Unidos comparten la frontera más larga del mundo: 8.991 kilómetros y, además, es la más segura cuando se la compara con la más corta pero mucho más turbulenta frontera de 3.150 kilómetros que separa a este país de México. Podríamos agregar, siguiendo un notable texto del dominicano Juan Bosch, al Caribe como la tercera frontera imperial, cuna de múltiples desafíos y conflictos desde hace más de un siglo. 
Gracias a la incontinencia verbal de Trump, las actitudes amigables que los canadienses tenían en relación con su vecino cambiaron radicalmente. Una reciente encuesta del prestigioso Pew Research Center halló que ahora el 59% de los encuestados consideraban a Estados Unidos como la mayor amenaza a su país contra el 17% que señalaba a China y el 11% a Rusia, lo que configura un giro de ciento ochenta grados en el clima de opinión imperante por décadas en Canadá. Otro tanto puede decirse con relación a la airada respuesta del Gobierno de Dinamarca, por décadas uno de los más estrechos aliados de Washington en la Unión Europea y la OTAN, y el firme rechazo de las autoridades de Groenlandia, un territorio autónomo pero perteneciente al reino de Dinamarca, cuyo gobernante también criticó acerbamente el comentario del mandatario estadounidense.
No corrió mejor suerte la fanfarronada de Trump de poner fin a la guerra de Ucrania en 24 horas o de retomar el control del Canal de Panamá en cuestión de días. En este caso se anotó una pequeña victoria al lograr que el sumiso presidente de ese país, José Raúl Mulino, autorizara el retorno de una módica fuerza militar estadounidense a tres cuarteles preexistentes en el territorio panameño, pero el asunto está lejos de haber sorteado los problemas legales que entraña tal autorización y que podrían llegar a anularla. Esta parcial capitulación ante la prepotencia estadounidense tuvo como contrapartida una brutal campaña para destruir al SUNTRAC, el principal –y más combativo– sindicato de Panamá que nuclea a trabajadores de la construcción e industrias afines, interviniendo las cuentas bancarias de la organización, persiguiendo a sus dirigentes y reprimiendo las protestas callejeras que se suceden casi a diario. 
La «desoccidentalización»
Estas actitudes e iniciativas de Trump hablan con elocuencia de la desesperación de la clase dominante estadounidense por restaurar la perdida supremacía internacional que gozaran durante más de medio siglo a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Tanto republicanos como demócratas se resisten a admitir que el sistema internacional cambió y que lo hizo de modo radical e irreversible. Las placas tectónicas que sostenían la antigua estructura de poder mundial se movieron en una dirección contraria a Occidente, y por ende a su líder, Estados Unidos. De ahí la importancia que ha venido adquiriendo la expresión «desoccidentalización» a la hora de caracterizar los cambiantes procesos internacionales en curso. En el último cuarto de siglo las llamadas «economías emergentes» han logrado éxitos extraordinarios: China, India, Vietnam, Indonesia, Turquía, Tailandia y Paquistán se unen a Japón y Corea del Sur para constituir en el Pacífico un nuevo centro de gravedad de la economía mundial, al cual hay que sumar la renacida Rusia de Vladímir Putin. De hecho, el PIB combinado de los cinco países que constituyen el núcleo original de los BRICS –Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica– ya es más grande que el del otrora dominante G7 que agrupa a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón.
Un sur global empoderado económica pero también política y diplomáticamente, y dueño de un formidable poderío militar, se erige como un obstáculo insalvable a las ambiciones restauradoras del imperio americano. En otras palabras: el multipolarismo llegó para quedarse. Esta frustración ha alimentado la bravuconería del ocupante de la Casa Blanca, un multimillonario caprichoso y acostumbrado a salirse con la suya a cualquier precio. Este rasgo, poco aconsejable para el sutil manejo de las relaciones internacionales, se ve agravado por la generalizada percepción existente dentro de Estados Unidos acerca de la baja calidad del equipo de secretarios, asesores y consultores del presidente, seleccionados más por su lealtad para con el líder que por su competencia en los asuntos de su incumbencia. Un historiador de los gabinetes presidenciales de Estados Unidos, Steve Corbin, comentó hace unos pocos días que el de Trump 2.0 es el segundo peor gabinete de la historia de Estados Unidos. En los primeros 220 días de la administración tuvo una rotación en 13 puestos clave de su gabinete, en medio de un verdadero caos decisional: incertidumbre en las prioridades y las opciones, un comportamiento errático y autoritario del presidente, súbitos cambios de rumbo (por ejemplo, en el tema de los aranceles) y un número récord de 192 órdenes ejecutivas, 47 memorandos y 79 proclamaciones presentadas por el magnate neoyorquino desde que juró como presidente. Bajo estas condiciones, a las que se suman los graves enfrentamientos internos entre algunas de las figuras de más peso en el entorno presidencial (el caso de Elon Musk dista de ser el único) se torna imposible la elaboración de una política exterior que permita la adopción de una estrategia adecuada para enfrentar los desafíos que plantea el nuevo sistema internacional multipolar. El peligro que entraña esta situación es la tentación de resolverla apelando a la vía militar, sobre todo en lo que los estrategas estadounidenses denominan el «hemisferio occidental», es decir, Latinoamérica y el Caribe. El despliegue militar de la Marina de Guerra de Estados Unidos en el Caribe y la declarada intención de atacar a Venezuela es una de las probables, y desgraciadas, consecuencias de este lento pero inexorable ocaso del viejo orden unipolar y las ilusiones de que este siglo sería «el siglo americano» en el cual Washington dominaría sin contrapesos después de la implosión de la URSS.

lunes, 22 de septiembre de 2025

La crisis del modelo ario de historia universal .

 El sistema-mundo más allá de 1492: modernidad, cristiandad y colonialidad, aportes para unas historias globales de/ desde el sur1

Resumen:
En este artículo se propone valorar las limitaciones de la historiografía decolonial que derivan de la herencia recibida del programa de investigación desarrollado por Immanuel Wallerstein. Se trata de un ejercicio al interior de giro decolonial, un intento por ir más allá del momento de criticidad, porque los límites de los marcos categoriales justo aparecen en el momento constructivo. Aportes para unas historias globales de/desde el sur, se propone retomar las cuestiones abiertas por el primer giro decolonial, presentando el programa de las historias globales del sur como un segundo momento necesario para ir en pro de historias decoloniales de la humanidad.



La negación del otro «medieval»

La terminología eurocéntrica de la historiografía heredera del modelo ario de historia universal (Bernal, 2003), ha sido reproducida por todo espectro del pensamiento occidental, es el relato mítico que alza los estandartes de su supuesto e inevitable triunfo secular, la narrativa fundante del mito moderno de la cristiandad que constituye uno de los más duros vigilantes de lo que Sirin Adlbi Sibai (2016) llama la cárcel epistémico-existencial.


sigue.... >

https://www.redalyc.org/journal/396/39666192011/html/#redalyc_39666192011_ref2

domingo, 21 de septiembre de 2025

Eurocentrismo: modernidad, religión y democracia, de Samir Amin.


Geografía de  las mentiras , Samir Amin  y  el asesinato del eurocentrismo  


  Prince Kapone 


13/09/25

 Una reseña revolucionaria de Eurocentrismo: modernidad, religión y democracia, de Samir Amin. El eurocentrismo no es un defecto, es el software del capitalismo global. Samir Amin detona su núcleo ideológico, exponiendo cómo sirve al imperio, blanquea la historia e infecta incluso la tradición marxista. Esta revisión no es solo una crítica, es una insurgencia.

El imperio piensa en mapas, no en mitos
El eurocentrismo no es un sesgo. Es un sistema operativo. Una lógica planetaria de guerra, riqueza y supremacía blanca codificada en el lenguaje de la modernidad. Samir Amin no lo aborda como un malentendido cultural o un narcisismo euroamericano que olvidó revisar sus privilegios. Lo aborda como un revolucionario que examina la arquitectura del amo, rastreando cómo Occidente construyó su cosmovisión para justificar una estructura global de robo. Porque esto es lo que es el eurocentrismo: la cobertura ideológica para la conquista imperial. Es el mapa que dibuja el imperio para convencerse a sí mismo de que descubrió el mundo que robó.
Desde el principio, Amin nombra a su enemigo. No es Europa como continente ni los europeos como individuos, sino el sistema de pensamiento que coronó a Europa como sujeto de la historia mundial y relegó al resto de la humanidad a mero ruido de fondo. Este eurocentrismo no es solo académico. Es activo. Nos dice quién inventó la razón. Quién descubrió la democracia. Quién tiene cultura y quién solo tiene tradición. Quién merece la soberanía y quién debe ser educado con ataques con drones. Cada vez que un periodista occidental explica la pobreza de África citando el tribalismo en lugar del ajuste estructural, o un historiador trata 1492 como el amanecer de los tiempos, o un marxista occidental da lecciones al Sur Global sobre las etapas históricas, están haciendo el trabajo del eurocentrismo. A veces con chaquetas de tweed. A veces con chalecos antibalas.
La intervención central de Amin es destruir la ilusión de que la desigualdad del mundo tiene su origen en el atraso cultural. Él llama a esta mentira “culturalismo”: la idea de que Occidente se levantó porque era racional, inventivo, progresista, y que los demás se quedaron atrás porque eran estancados, místicos, irracionales. ¿Te suena familiar? Debería. Es la columna vertebral de todos los informes del FMI, todas las epopeyas históricas de Hollywood y todas las campañas de recaudación de fondos de las ONG liberales. El culturalismo es la forma en que el capitalismo elude su propia historia manchada de sangre. Sustituye la conquista por la competencia, el saqueo por el progreso. Y la izquierda occidental, como muestra Amin, ha repetido a menudo estos mitos, disfrazándolos de dialéctica, pero sin abandonar nunca el mapa.
El eurocentrismo no es solo un conjunto de ideas. Es una infraestructura. Ha dado forma a la universidad, al museo, a la agencia de desarrollo, a la sala de redacción y, sí, al grupo de lectura marxista. Nos ha enseñado a ver a Europa como el centro de todo: la primera en razonar, en rebelarse, en industrializarse, en teorizar. La ironía, señala Amin, es que gran parte de la riqueza y el poder que hicieron posible esta imagen de sí misma no procedían del genio de Europa, sino de sus genocidios. Sin el oro de América, los cuerpos de los africanos y las especias y el opio de Asia, no habría habido Ilustración. No habría habido Europa. Solo hay imperio.
Para Amin, la lucha contra el eurocentrismo no es un proyecto de recuperación cultural. Es una guerra política. Porque el mapa trazado por la ideología eurocéntrica sigue siendo impuesto por ejércitos, sanciones, regímenes comerciales y filántropos multimillonarios. Y la tragedia es que incluso aquellos que dicen luchar contra el imperio, incluidos muchos marxistas, siguen tratando este mapa como si fuera la realidad. Analizan la clase sin el colonialismo. Teorizan el capitalismo sin la conquista. Hablan de las clases trabajadoras como si la historia hubiera comenzado en Manchester, y no en los campos de azúcar de Barbados o las plantaciones de algodón de Misisipi.
Por eso Amin es importante. Porque no se limita a criticar el eurocentrismo, sino que lo desmembra. Nos da un método, un bisturí y una visión del mundo que no nace en los cafés de París ni en los seminarios de Berlín, sino en las trincheras revolucionarias del Tercer Mundo. Su marxismo no se centra en Europa. Se centra en la periferia. En los colonizados. En los superexplotados. No escribe para reformar la mentalidad occidental, sino para armar al Sur Global.
La cuestión, camarada, es sencilla: no se puede desmantelar la casa del amo utilizando el atlas del amo. Hay que quemar el mapa, escuchar a las personas que nunca fueron dibujadas en él y empezar a trazar el mundo desde las ruinas del imperio. Samir Amin trazó las primeras líneas. El resto depende de nosotros.
La invención de la modernidad, el robo del mundo
Hay una historia que a Occidente le encanta contarse a sí mismo. Es algo así: un día, en algún momento entre el Renacimiento y la Ilustración, Europa despertó. Se sacudió el polvo de la superstición, encendió una antorcha llamada Razón y marchó con confianza hacia la modernidad. Todo, desde el capitalismo hasta la democracia, desde la industria hasta la ciencia, nació de este despertar interno. ¿El resto del mundo? Durmiendo. Soñando. Esperando a ser descubierto, civilizado e introducido en la historia por la mente europea. Este es el mito de la modernidad europea, y Samir Amin lo lleva a juicio sin piedad y sin disculpas.
Amin da la vuelta al guion. La modernidad no surgió de un suelo europeo singularmente racional, sino que fue fertilizada por el robo global. La llamada Ilustración no solo iluminó, sino que expropió. El auge del capitalismo en Europa no fue una evolución interna, sino una acumulación imperial. La riqueza que financió la industria occidental procedía de los barcos negreros y las plantaciones coloniales. La teoría del valor-trabajo no era solo abstracta, estaba escrita con azúcar, algodón y sangre. Cuando Occidente inventó la modernidad, lo hizo desmembrando el mundo. Amin lo llama por su nombre: integración violenta en un orden global capitalista, orquestada desde la metrópoli e impuesta en la periferia.
Aquí es donde Amin golpea con más fuerza tanto a la ideología burguesa como a sus variantes marxistas. El liberalismo nos dice que el capitalismo triunfó porque era eficiente, racional y moralmente superior. Algunos marxistas occidentales se hacen eco de esto, sustituyendo la “superioridad moral” por la “inevitabilidad histórica”, pero siguen trazando el desarrollo como si Europa fuera el epicentro del movimiento mundial. Amin derriba esta arrogancia. Muestra cómo el capitalismo surgió no solo a través de la lógica del mercado, sino también a través de la guerra, el saqueo y la desarticulación estructural de otras civilizaciones. Europa no se levantó, sino que secuestró la trayectoria del desarrollo global y se autoproclamó impulsora.
Y aquí es donde recae la acusación contra el marxismo occidental. Demasiados socialistas occidentales siguen hablando del capitalismo como si hubiera evolucionado en el vacío. Tratan el comercio transatlántico de esclavos, la colonización de Asia y el saqueo de América como incidentes históricos, trágicos, sí, pero no esenciales para la lógica central del desarrollo capitalista. Amin nos obliga a enfrentarnos a esta cobardía. No hay capitalismo sin colonización. No hay proletariado sin plantaciones. No hay plusvalía sin mundos robados.
El mito de una Europa que rompió racionalmente con el feudalismo a través de la Ilustración y la investigación científica no es más que una narrativa edulcorada para limpiar la sangre de las paredes del imperio. Amin insiste en que dejemos de medir el desarrollo por lo mucho que una sociedad imita a Europa. En cambio, debemos preguntarnos: ¿desarrollo para quién? ¿A través de qué medios? ¿A qué precio? Lo que parece progreso en Londres a menudo parece genocidio en el Congo. Los ferrocarriles del imperio no transportaban libertad, sino soldados, cadenas y cuotas de caucho.
Amin no rechaza la modernidad, sino que se la arranca de las manos de la burguesía. Insiste en que la modernidad no es un regalo de Europa, sino un campo de batalla moldeado por contradicciones. Si hay un futuro por el que vale la pena luchar, no se encontrará siguiendo los pasos del imperio. Lo construirán las personas que fueron pisoteadas bajo esas botas, aquellas que nunca pudieron escribir sus propias modernidades porque estaban demasiado ocupadas sobreviviendo a la de Europa.
Esta sección del libro es una bofetada a todas las teorías que ven a Europa como una linterna del progreso y al resto del mundo como oscuridad. Es una llamada a las armas para los revolucionarios que están dispuestos a dejar de suplicar por entrar en la modernidad y empezar a definirla en sus propios términos. La Ilustración no es nuestra herencia. Es nuestro botín. Y Amin nos ha mostrado cómo recuperarlo.
Las civilizaciones borradas y el silenciamiento de la historia
Antes de que Europa afirmara haber inventado la historia, el mundo ya la estaba escribiendo. Las civilizaciones florecieron desde Tombuctú hasta Tenochtitlán, desde Bagdad hasta Pekín, dando forma a sistemas de conocimiento, gobernando vastas sociedades y produciendo riqueza sin capitalismo. Pero cuando Europa lanzó su ofensiva colonial, no solo conquistó tierras y mano de obra, sino que reescribió el pasado. Samir Amin llama a esto por su nombre: una destrucción sistemática de la memoria histórica, una limpieza historiográfica. Occidente no solo robó el futuro. Enterró el pasado.
En la cosmovisión eurocéntrica, las civilizaciones no occidentales son invisibles o están congeladas en el tiempo. África es presentada como “sin historia”. Asia como estancada. Las Américas como bárbaras. Amin analiza cómo funciona esta lógica: permite a Occidente enmarcar su dominación como un rescate. Si los demás no tienen historia, entonces la conquista no es un robo, es filantropía. Si los demás no tienen desarrollo, entonces la colonización no es violencia, es ayuda. Este es el juego de manos ideológico que convierte el genocidio en gobernanza y la guerra en bienestar.
El contraataque de Amin se basa en el análisis materialista del modo de producción tributario. Se niega a dejar que Occidente defina la historia como una marcha unilineal hacia el capitalismo. En cambio, insiste en una pluralidad de lógicas históricas. Los imperios, las ciudades-estado, las redes comerciales y las sociedades agrarias de todo el mundo no occidental desarrollaron formas complejas de organización social y extracción de excedentes mucho antes de que Europa saliera del útero feudal. No se trataba de versiones subdesarrolladas del capitalismo. Eran caminos alternativos por completo. Y precisamente por eso tuvieron que ser destruidos.
La tradición marxista occidental, a pesar de todas sus pretensiones de radicalismo, a menudo cae en la misma trampa. Al tratar a Occidente como la locomotora de la historia y al mundo no occidental como su furgón de cola, reproduce la misma jerarquía que dice rechazar. Demasiados marxistas siguen hablando de sociedades “atrasadas” que deben ponerse al día, o de “vestigios feudales” que deben eliminarse para que surja el socialismo. Esta teleología huele sospechosamente a destino manifiesto con bandera roja. Amin la aplasta. Demuestra que estos supuestos vestigios a menudo no fueron aplastados por la historia, sino por la artillería europea.
La obra de Amin insiste en que tomemos en serio la idea de que otros mundos eran posibles —y de hecho se estaban haciendo realidad— antes de que el capitalismo los abortara. El Imperio de Malí tenía universidades cuando Europa todavía quemaba brujas. Los incas utilizaban sistemas de contabilidad relacional que rivalizaban con la infraestructura logística contemporánea. El mundo islámico conservó y amplió el conocimiento clásico, mientras que Europa lo ahogó en la ignorancia clerical. Pero la historiografía occidental convirtió todo esto en ruido de fondo. Y el marxismo occidental, ebrio de categorías eurohegemónicas, a menudo ayudó a escribir la banda sonora.
Este borrado no fue pasivo. Fue el ala ideológica activa de la conquista militar. Y sus secuelas aún nos acompañan. Cuando los tecnócratas del Banco Mundial prescriben la “modernización”, se están parando sobre la tumba de la historia. Cuando los economistas del desarrollo citan los “valores tradicionales” como barreras para el crecimiento, están citando el guion colonial. Y cuando los marxistas occidentales exigen que los movimientos revolucionarios sigan el modelo “universal” de la lucha de clases europea del siglo XIX, están diciendo a los colonizados que imiten a sus antiguos amos.
La intervención de Amin es clara: debemos recuperar la multiplicidad histórica. No como una celebración de la diferencia cultural por sí misma, sino como una necesidad estratégica en la guerra contra el capitalismo global. Porque cuando la historia se aplana, la lucha queda desarmada. Pero cuando la historia se reconstruye a partir de las ruinas, cuando los borrados se reinscriben como agentes, como constructores, como rebeldes, entonces la historia vuelve a convertirse en un campo de batalla. Y Occidente pierde su monopolio sobre el futuro.
El código cultural del capitalismo y el adoctrinamiento de Occidente
El capitalismo no es solo un sistema económico, es un proyecto de civilización. Samir Amin lo deja brutalmente claro. El auge de la modernidad capitalista no solo transformó los mercados, sino que reconfiguró la cultura. Fabricó una visión del mundo en la que la codicia es racional, el individualismo es sagrado y Europa es el destino. No fue un efecto secundario. Fue una estrategia. Para dominar el mundo, el capital no solo necesitaba armas y barcos, sino también historias, símbolos, hábitos y ética. Necesitaba una cultura de conquista disfrazada de sentido común.
Amin apunta al andamiaje ideológico que el capitalismo construyó para sí mismo: el culto al individuo, el mito del progreso, la celebración de la racionalidad. Demuestra que estas no eran verdades eternas a la espera de ser descubiertas, sino inventos burgueses, forjados en los hornos de la clase capitalista emergente de Europa. El llamado “declive de la metafísica” no fue una liberación del dogma, sino la sustitución del absolutismo religioso por los dogmas seculares del beneficio, la productividad y la propiedad. El viejo sacerdote fue sustituido por el economista. El altar, por el banco.
Esta revolución cultural no fue neutral. Trajo consigo una antropología particular: el hombre como homo economicus, la sociedad como mercado, la libertad como elección del consumidor. Y detrás de todo esto estaba Europa, el sujeto autoproclamado de la civilización, que se presentaba a sí misma como la portadora natural de los valores modernos. El protestantismo, el racionalismo secular y el liberalismo fueron elevados como los estándares universales del desarrollo humano. ¿Y todos los demás? Seguían atrapados en la tradición, la emoción, el misticismo. Seguían esperando a que los sacaran a la luz.
El marxismo occidental, como muestra Amin, a menudo bebió del mismo pozo envenenado. A pesar de que atacaba al capitalismo económicamente, con frecuencia interiorizaba su cosmovisión cultural. Pensemos en cuántos marxistas rinden culto al altar de la historia europea, citando 1848, 1871 y 1917 como las únicas revoluciones que importaron, mientras tratan la Revolución Haitiana, la Rebelión Taiping, los zapatistas o la Conferencia de Bandung como notas al pie. Pensemos en cuántos siguen tratando la democracia liberal como una etapa natural, o el socialismo como una mejora técnica de la modernidad occidental, en lugar de una ruptura con su esencia.
La cuestión no es que el marxismo sea intrínsecamente eurocéntrico. Es que, en manos de intelectuales europeos que se negaban a romper con su entorno imperial, el marxismo a menudo se veía despojado de su fuerza, descolonizado solo de nombre. Amin no rechaza a Marx, lo purifica. Devuelve el materialismo histórico a sus raíces antiimperialistas. Nos recuerda que la cultura no es un telón de fondo de la lucha de clases, sino su terreno. El aula, la iglesia, el periódico, la familia, el museo... todos se convirtieron en campos de batalla para moldear al sujeto capitalista.
Y ese sujeto era europeo, incluso cuando lo encarnaba alguien en Lagos o Lahore. El capitalismo no solo saqueó el mundo, sino que trató de rehacerlo a su imagen y semejanza. Las lenguas, las costumbres y las cosmologías indígenas fueron aplastadas no solo por los misioneros, sino también por los economistas, los antropólogos y los “expertos en desarrollo”. El sur global no solo fue colonizado, sino que fue reprogramado. El imperialismo cultural fue el software que permitió al capital funcionar en hardware extranjero.
El llamamiento de Amin no es a volver al tradicionalismo, sino a una insurgencia cultural arraigada en el antiimperialismo. Nos desafía a construir una conciencia revolucionaria que se niegue a universalizar la experiencia burguesa europea. Porque mientras el capitalismo escriba el guion de lo que significa ser moderno, los colonizados siempre desempeñarán papeles secundarios. Para derrocar el sistema, también debemos derrocar su cultura. Y eso significa expulsar el eurocentrismo de la revolución, junto con sus apologistas marxistas.
De Weber a Huntington: el culturalismo recargado
Cuando el imperialismo bruto pasó de moda, el imperio se volvió más inteligente. Cambió los cañoneros por think tanks, los misioneros por campañas mediáticas y los gobernadores coloniales por becarios de Harvard. Pero la función siguió siendo la misma: explicar la desigualdad global de manera que se borre el colonialismo y se culpe a las víctimas. Ahí es donde el culturalismo volvió a ser el centro de atención, renombrado para la sociedad educada. Samir Amin no solo critica este juego de manos, sino que expone todo su linaje. Desde Max Weber hasta Samuel Huntington, desde economistas del desarrollo hasta gurús de la sociedad civil, Amin muestra cómo Occidente construyó un arsenal intelectual para naturalizar su supremacía global. Y nombra a los marxistas que miraron para otro lado.
Empecemos por Weber, el favorito de los sociólogos liberales y un referente en las notas al pie del marxismo occidental. ¿Su argumento principal? Que el capitalismo surgió en Occidente gracias a los valores protestantes: disciplina, ahorro y gratificación diferida. En otras palabras, Europa no solo inventó el capitalismo, sino que se lo ganó. Este mito, revestido de ropajes académicos, es pura guerra ideológica. Convierte el violento auge del capitalismo en una fábula moral. Transforma los barcos de esclavos en metáforas de autocontrol. Y presenta a los colonizados no como los robados, sino como los perezosos, los irracionales, los desprevenidos.
Amin lo desmonta. Demuestra que la tesis de Weber no solo es históricamente errónea, sino que es estratégicamente útil para el imperio. Al situar los orígenes del capitalismo en la cultura, Weber traslada la culpa de la desigualdad global al Sur Global. Si tuvieran los valores adecuados, según esta historia, ellos también se habrían desarrollado. Y cuando los marxistas occidentales adoptan acríticamente estos marcos —o peor aún, construyen teorías enteras en torno a ellos— se convierten en cómplices ideológicos. Cambian el materialismo histórico por cuentos morales históricos.
Entra Huntington. Su “choque de civilizaciones” no fue una ruptura con la teoría liberal, sino su punto final. Donde Weber utilizó la sociología, Huntington utilizó la geopolítica. ¿Su mensaje? Occidente es racional, secular y democrático. El resto del mundo es tribal, autoritario y peligroso. Por lo tanto, la guerra permanente es inevitable. Amin muestra cómo esta lógica no se quedó solo en las revistas académicas. Saltó a la política. Justificó el bombardeo de Irak, las sanciones a Irán, la invasión de Afganistán y el cerco a China. El culturalismo, en manos de Huntington, se convirtió en una doctrina de guerra. Y el marxismo occidental, al negarse a cuestionar su propio eurocentrismo, se encontró sin una narrativa contraria, solo con el silencio o la incómoda defensa del “mal menor”.
Lo devastador de la crítica de Amin es cuántos “izquierdistas” no ven la continuidad entre Weber y Huntington. Uno lleva traje, el otro uniforme. Uno cita las escrituras, el otro cita los “valores occidentales”. Pero ambos dictan el mismo veredicto: Occidente merece gobernar. Todos los demás deben ponerse al día o ser disciplinados. El culturalismo no es un marco neutral. Es un arma de clase que se maneja en el terreno de la ideología. Y cada vez que un marxista lo repite, ayuda a cargar el cargador.
Las ONG hablan de “creación de capacidad”. El FMI advierte sobre los “déficits de gobernanza”. El Banco Mundial financia libros de texto que borran la historia colonial. Esto no es apolítico. Es la continuación del imperio por medios pedagógicos. El culturalismo permite al imperio fingir que está ayudando mientras estrangula. Permite a la izquierda fingir que está educando mientras reproduce la jerarquía. Amin arranca la máscara de todo ello. Pide una ruptura, no una revisión. No un marco culturalista mejor. Un rechazo total.
Porque si el marxismo quiere ser revolucionario en el siglo XXI, debe enterrar a sus antepasados eurocéntricos. Debe dejar de citar a Weber y empezar a citar a los trabajadores y campesinos de la periferia. Debe dejar de diagnosticar al Sur Global y empezar a escucharlo. El tiempo de la traducción ha terminado. El tiempo de la solidaridad —en el método, en la teoría, en la lucha— hace tiempo que ha llegado. Amin no nos pide que critiquemos el culturalismo. Nos pide que lo destruyamos. Y que reconstruyamos el marxismo desde los cimientos que el imperio intentó pavimentar.                                                              
Universalismo desde abajo: romper el monopolio de la modernidad
Samir Amin nunca rehuyó la palabra “universal”. Simplemente se negó a dejar que Occidente se adueñara de ella. Para él, la batalla nunca fue entre universalismo y particularismo, sino entre universalismos rivales: uno forjado en el fuego de la conquista, el otro en el crisol de la resistencia. El primero habla con la voz del imperio, los derechos humanos de las ONG y los consultores de desarrollo. El segundo habla en el lenguaje de Bandung, de los médicos cubanos en África, de los campesinos vietnamitas que derribaron un imperio con bambú y fuego. Amin exige que recuperemos un universalismo desde abajo, arraigado no en el excepcionalismo europeo, sino en las luchas compartidas de los oprimidos para rehacer el mundo.
El Occidente liberal reclama la universalidad por defecto. Su cultura se convierte en “cultura”. Sus valores se convierten en “valores humanos”. Su sistema político se convierte en “democracia”. Todos los demás se convierten en locales, tribales, regionales, atrasados. Amin denuncia este engaño. Muestra cómo la versión occidental del universalismo es en realidad profundamente provinciana: un provincialismo inflado con pasaporte global y drones depredadores. Su humanismo excluye a la mayor parte de la humanidad. Su democracia se sustenta en dictaduras. Su secularismo está empapado de sangre. Lo único universal es su alcance, no su ética.
Pero Amin tampoco cae en la trampa del relativismo cultural. No sostiene que los valores de todas las sociedades sean igualmente válidos. Ese es el tipo de cobardía posmoderna en la que se refugia el marxismo occidental cuando quiere eludir la cuestión colonial. En cambio, Amin insiste en un universalismo materialista, arraigado en las condiciones reales de la emancipación humana. Un universalismo basado en la igualdad, la soberanía y la abolición de la explotación. Uno que no comienza en París o Londres, sino en Uagadugú, La Paz, Ramala y Nueva Orleans.
Aquí es donde la izquierda occidental comienza a retorcerse. Porque el universalismo de Amin expone sus propios fracasos. Mientras los marxistas occidentales debaten si la modernidad es una “construcción eurocéntrica” en sus burbujas de titularidad, los movimientos antiimperialistas reales del Sur Global llevan décadas luchando por definir una modernidad en sus propios términos, una que no requiera imitar a Occidente ni rechazar la modernidad por completo. Amin se pone de su lado. Se niega a permitir que Occidente mantenga secuestrada la modernidad. Demuestra que la posibilidad misma de un mundo moderno justo solo nacerá a través de la ruptura del actual. A través de la revolución, no de la reforma. A través de la desvinculación, no de una mejor integración. A través del internacionalismo proletario, no de los “estudios globales” académicos.
Al hacerlo, Amin traza una línea en la arena. O bien se cree que la emancipación humana universal puede lograrse mediante una transformación socialista del sistema mundial, o bien se está jugando a favor del imperio. No hay una tercera vía. No hay zona neutral. No hay un multiculturalismo educado que permita que el capital viva y que la gente muera. Y cualquier marxismo que no entienda esto no es marxismo en absoluto, es euro-liberalismo con el logotipo de la hoz y el martillo.
El universalismo de Amin no habla desde arriba. No proviene de las bibliotecas de Berlín ni de las salas de conferencias de Londres. Surge de la experiencia vivida por los colonizados, los rebeldes, los trabajadores a los que se les niega incluso el derecho a ser contados. Es el universalismo de la Revolución Haitiana, de la firmeza palestina, de la reforma agraria china, de las guerrillas mozambiqueñas, de las Panteras Negras y los zapatistas. No pretende que Occidente sea irrelevante, simplemente se niega a convertir a Occidente en el centro.
La tarea que tenemos ante nosotros, insiste Amin, no es elegir entre la modernidad eurocéntrica y el repliegue culturalista. Es crear un nuevo universalismo a través de la lucha. Uno que no sea ni una exportación occidental ni un retorno nostálgico al pasado, sino un sistema mundial en el que la mayoría pueda finalmente hablar, actuar y determinar su futuro sin permiso. Esa es la única modernidad por la que vale la pena luchar. Y el único marxismo que vale la pena conservar.
Quemar el mapa: la urgencia política del antieurocentrismo
La lucha contra el eurocentrismo no es un debate académico. Es un frente de batalla en la guerra de clases global. Samir Amin no solo ofrece críticas, sino también munición. Porque el eurocentrismo no flota en las nubes de la teoría, sino que está incrustado en todas las instituciones que disciplinan al Sur Global. Justifica los ataques con drones y las sanciones. Respalda las condiciones del FMI y las ocupaciones de la OTAN. Es la lógica tácita detrás de los muros fronterizos, los regímenes golpistas y el ajuste estructural. Es la gramática del imperio. Y dejarlo sin cuestionar es traicionar la revolución antes de que comience.
En el siglo XXI, la supremacía ideológica de Occidente se está derrumbando, pero sus armas permanecen. El tecnofascismo no es solo una actualización digital del antiguo orden, es una recalibración del imperio en crisis. A medida que la clase dominante estadounidense fusiona Silicon Valley con la guerra de vigilancia, y la UE se pone una máscara liberal mientras expande la Fortaleza Europa, el eurocentrismo muta para sobrevivir. Se renueva con nombres como “intervención humanitaria”, “orden basado en normas” y “desarrollo responsable”. Pero sigue nombrando a los colonizados como problemas y a Occidente como la solución.
Por eso la obra de Amin es ahora más relevante que nunca. Él entendió que el antieurocentrismo no es una cuestión secundaria, sino el núcleo ideológico del antiimperialismo. No se puede construir un mundo descolonizado sobre cimientos eurocéntricos. No se puede derrotar al imperio pensando con sus categorías. Occidente siempre reclamará el derecho a hablar en nombre del mundo, hasta que el mundo le retire ese derecho.
Gran parte del marxismo occidental sigue a la defensiva. Trata el eurocentrismo como un defecto teórico que hay que corregir, no como un enemigo político que hay que destruir. Se aferra a los marcos del siglo XIX para explicar las contradicciones del siglo XXI. Sitúa a europeos muertos en el centro de un mundo en llamas. Exige “rigor” mientras ignora la revolución. Domina a Marx, pero guarda silencio sobre Fanon. Domina a Lenin, pero es alérgico a Lumumba. Samir Amin no les deja escapar. Les acusa de complicidad.
Porque la batalla por la historia es una batalla por el poder. Quien narra el pasado controla el futuro. Amin entendió que Occidente se escribió a sí mismo en la historia borrando a todos los demás, y que el primer paso hacia la liberación es deshacer ese borrado. Nombrar a los colonizados como sujetos, no como víctimas. Centrar el Sur Global no como un lugar de crisis, sino como el corazón de la revolución mundial. Dejar de esperar a que Europa caiga y empezar a construir lo que vendrá después.
Ese es el reto que lanza Amin. A los revolucionarios. A los intelectuales. A los organizadores. A todos aquellos que hablan en nombre del pueblo, pero siguen pensando con la mente del imperio. No hay anticapitalismo sin antieurocentrismo. No hay internacionalismo sin desvinculación. No hay futuro socialista sin la destrucción del sistema ideológico que hizo posible el colonialismo, el fascismo y el neoliberalismo. Ese sistema se llama eurocentrismo. Y debe ser aniquilado.
La obra de Amin nos da la teoría. El resto es praxis. Derribad sus mapas. Quemad sus libros de texto. Romped sus líneas temporales. Pronunciad los nombres que enterraron. Y escribid la historia en el lenguaje de los desdichados. No como una crítica, sino como un grito de guerra.
 
Prince Kapone  es un escritor revolucionario, expreso político y fundador de Weaponized Information, un proyecto mediático radical dedicado a exponer el imperio y organizarse para el socialismo. Basándose en el marxismo, la lucha anticolonial y su propia experiencia vivida dentro del sistema carcelario de los Estados Unidos, Kapone desarrolló la teoría del tecnofascismo para explicar la fusión del capital monopolista, las grandes tecnológicas y el poder estatal en la crisis actual del imperialismo.
Fuente:
Weaponized Information: https://weaponizedinformation.wordpress.com/2025/08/28/the-geography-of-lies-samir-amin-and-the-assassination-of-eurocentrism/
 
Traducción:
Antoni Soy Casals



https://www.sinpermiso.info/textos/la-geografia-de-las-mentiras-samir-amin-y-el-asesinato-del-eurocentrismo