La nueva fase de la 'balcanización' de Siria, en diez apuntes
El 28 de
noviembre, los mercenarios reclutados bajo la bandera del grupo
fascista-sunnita Hayat Tahrir al-Sham (Organismo para la Liberación del
Levante), el seudónimo de ISIS-al Qaeda, fueron soltados por Turquía (socio de
la OTAN) de su confinamiento en la provincia noroccidental de Idlib para atacar
por tierra y aire las posiciones del Gobierno y Ejército sirios, así como las
de la Teocracia Chiíta de Irán (TCHI), arrasando un centenar de localidades. Al
menos 14.000 – niños, ancianos, mujeres embarazadas, entre otras víctimas de la
barbarie- han tenido que abandonar sus hogares, huyendo de la banda medieval
equipada con armas modernas, que avanza hacia Damasco.
El asalto del ISIS (nacido en 2003 y patrocinado en Siria por los Estados enemigos, rivales y descontentos con Bashar al Assad -como Turquía, Israel, el establishment de EEUU, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar-, y que se encontraba bajo el control de Turquía, y quietecito desde 2015, tras un acuerdo con otros dos socios del Grupo Astane, Rusia y la TCHI, no fue ninguna sorpresa, ni para los analistas, ni mucho menos para los servicios de inteligencia extranjeros presentes en Siria, al igual que no lo fue el asalto de Hamás a Israel para el Mossad y la CIA. Era imposible que las potencias regionales y mundiales que, con o sin el permiso de Damasco, han ocupado el suelo sirio desde la primavera secuestrada en 2011, pudiesen continuar esta extraña coexistencia: estaban forzadas a dar un empujón a la tensión congelada para que cada una pudiese conseguir sus 1+12 objetivos en Siria.
Sigue...
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