miércoles, 18 de diciembre de 2024

El jardín europeo frente a la selva exterior

La deriva autoritaria de la UE

 Europa 17 diciembre, 2024

 Eduardo Luque

¿VERGEL O CIÉNAGA?

Hay momentos en los que la realidad golpea con tal fuerza que no puedes evitar preguntarte si los guionistas de la tragicomedia que vive la UE están compitiendo por el Oscar del absurdo. Lo que en los folletos publicitarios se vendía como un vergel de ideales compartidos[1] ahora se hunde en aguas cenagosas en las que la voluntad popular es sistemáticamente ignorada y vilipendiada Son los grandes grupos de poder los que dirigen la política comunitaria. Muchos autores han reflexionado sobre la deriva autoritaria[2] que han emprendido la UE y el capitalismo neoliberal, incapaz de afrontar la nueva crisis social y económica que nos asalta. Es, desgraciadamente, la tendencia dominante en curso. Los escenarios y los cambios se suceden a tal velocidad que es difícil seguir sus movimientos.

FRANCIA: EL MESÍAS NEOLIBERAL

¡Ah!, Francia, la cuna de la Revolución y también de esa extraña habilidad para convertir los principios republicanos en papel mojado. Emmanuel Macron, ese presidente que tiene más vidas políticas que un gato, sigue aferrado al poder con la desesperación de un “trader” en plena crisis bursátil. Mientras su popularidad cae en picado, él sigue empeñado en imponer un programa que huele a los manuales y deseos de sus donantes. A fin de cuentas, como fiel funcionario de la Banca Rothschild y de BlackRock espera que sus servicios sean debidamente recompensados. Los ideales de los que ha presumido (Liberté, Égalité, Fraternité) son mera propaganda para crédulos, que siempre los hay.

¿Su última genialidad? Fue nombrar a un primer ministro con un respaldo popular digno de un meme: un glorioso 4% en las elecciones parlamentarias. Obviamente, esto desencadenó una moción de censura y un caos político que Macron enfrenta con su arrogancia habitual. Mientras tanto, Bruselas le exige recortes de 60.000 millones de euros en gasto público. ¿El objetivo?: Transferir riqueza pública a manos privadas. ¿El método?: Privatizar las pensiones porque hay que financiar la costosísima guerra en Ucrania.  Nada habla tan bien de la “democracia” como dejar a tus jubilados al albur de los mercados y con míseras pensiones. Macron, en su huida hacia la nada, vuelve a tener una “genial idea” para capear el temporal que tiene en casa. Propuso, en su visita a Varsovia, que tropas de la OTAN organizadas como “cascos azules” incursionen en territorio ucraniano y creen una zona de amortiguación entre el ejército ucraniano y las fuerzas rusas. Mientras tanto, Namibia, uno más, se suma a la lista de países que expulsan tropas francesas. El imperio colonial se liquida y se diluye como un azucarillo en una taza de café.

ALEMANIA: ELECCIONES EN PAUSA POR… ¿FALTA DE PAPEL?

Pasemos a Alemania, donde parece que la eficiencia alemana es ahora un mito del pasado. Primero fue la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, quien decidió insultar, en un rapto de soberbia, al presidente chino en su última visita a Pekín; primero “le exigió” que dejara de rearmar a Rusia, a continuación redondeó el discurso  llamándolo «dictador». Porque, claro, nada mejor para un país que vive de exportar coches a China que enemistarse con su principal cliente. Pero no se preocupen, que el caos no termina ahí. Resulta que el Consejo Electoral Federal anunció que las elecciones parlamentarias podrían no celebrarse por… ¡falta de papel! Sí, lo han leído bien. La gran Alemania, incapaz de garantizar elecciones porque, al parecer, los bosques no dan abasto. Ruth Brand, directora de la comisión electoral, afirma que este problema logístico es «enorme». Claro, tan enorme como el miedo a que los resultados no sean los esperados. ¿Coincidencia? ¿Casualidad? Dejen que sus teorías conspirativas hagan el resto.

RUMANÍA: TEATRO DEL ABSURDO

Rumanía, donde las elecciones son más una opereta que un ejercicio democrático. El 2 de diciembre finalizaba la primera vuelta de las elecciones. Con un 22,94 %, ganó Galin Georgescu, el candidato no deseado por la UE; mientras que su contrincante Elena Lasconi pro-UE obtenía el 19,18%. La campaña electoral del ganador fue complicada puesto que se intentó desacreditarlo con acusaciones de todo tipo; la más grave: estar financiado por Putin; a pesar de ello el Tribunal Constitucional validó los resultados. Pero justo cuando la segunda vuelta estaba en marcha y los votos de la diáspora empezaban a llegar… ¡zas!, la elección fue suspendida. Había intervenido, amenazando públicamente, el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Matthew Millery. La recomendación surtió rápidamente efecto y el Tribunal Constitucional invalidó las elecciones que él mismo había validado cuatro días antes. ¿La razón…? Volvió a surgir, como el brazo incorrupto de Santa Teresa, la mano todopoderosa de Moscú. Un cambio de opinión tan repentino apesta a intervención externa. No es por ser malpensados, pero una hora antes de que se emitiera la nueva resolución del Tribunal aterrizó en Bucarest un enviado especial del Pentágono. Pura coincidencia, ¿verdad? Mientras tanto, el vodevil continúa. Como el filosofo Diógenes, que buscaba un hombre honrado con un candil, las élites otanistas buscan ahora desesperadamente a un candidato más «aceptable». La democracia en algunos países de la UE se vuelve tan elástica que acaba olvidando la voluntad popular y se adapta a las necesidades del poder.(3)

MOLDAVIA: REFERÉNDUM A MEDIDA

En Moldavia, el arte de “ajustar” las reglas del juego alcanzó nuevos hitos. En su referéndum para ingresar en la UE que se celebró a finales de octubre, los gobernantes pro-Bruselas decidieron negar el voto a los 400.000 moldavos que viven en Rusia. Mientras tanto, en Europa Occidental las urnas parecían crecer como hongos después de la lluvia. Dos urnas para 400.000 votantes en Rusia, frente a una distribución generosa en el resto del continente. ¿Qué hubiera dicho Occidente si eso lo hubiera hecho Maduro? ¿Democracia? Solo cuando conviene.

GEORGIA: ¿DEMOCRACIA O DECORADO?

Georgia, aunque no es miembro de la UE, sigue siendo un escenario clave para las intrigas de Bruselas. En las últimas elecciones, el partido gobernante arrasó con una ventaja aplastante. Los observadores europeos calificaron el proceso como impecable, pero, claro, el problema no era cómo se votó, sino quién ganó. El partido gobernante, Sueño Georgiano, obtuvo el 53,93% de los votos; la suma de los sufragios obtenidos por toda la oposición junta alcanzó el 37,79%. La presidenta georgiana, aunque francesa de nacimiento y diplomática por ocupación, fue nacionalizada gracias a un arreglo parlamentario hace muy pocos años. Ha decidido no abandonar la presidencia del país ni tampoco convocar elecciones presidenciales, como era prescriptivo, en diciembre del 2024. Como el resultado electoral no gustó a la OTAN ni a la UE, las ONG financiadas por Occidente orquestaron disturbios para intentar derrocar al gobierno. Incluso varios ministros de exteriores bálticos participaron en persona en las manifestaciones. Ironías del siglo XXI: democracia sí, pero solo si sirve a los intereses de Occidente.

GAZA: LA MORAL A CONVENIENCIA

Y llegamos al gran elefante en la habitación: Gaza. Mientras la UE reparte lecciones de derechos humanos con la “supuesta” autoridad moral de un santo, su complicidad con el genocidio en Gaza es clamorosa. Eso sí, siempre hay tiempo para un comunicado anodino que “llama a la contención” de la resistencia libanesa o palestina. Pedir contención a un pueblo sin agua, alimentos, ni electricidad es el nuevo estándar de la justicia europea. Mientras Bruselas financia ONGs en todo el mundo para “promover la democracia”, ignora deliberadamente la demolición de hospitales y barrios enteros en Gaza. Tal vez los derechos humanos solo se aplican cuando no incomodan a ciertos aliados estratégicos. Las contradicciones entre los discursos y los hechos, sino fuera tan trágico, alcanzarían niveles de parodia.

 

 ÚRSULA VON DER LEYEN: LA REINA DE LA DOBLE MORAL

Y finalmente, Ursula von der Leyen. El rostro visible de esta ciénaga autoritaria, capaz de pactar con la ultraderecha más xenófoba si es necesario para conservar el sillón, vuelve a imponer su criterio aún en contra de países tan importantes como Francia. Su reciente acuerdo con Mercosur, tras dos décadas de negociaciones, parece un regalo para la industria alemana a costa del campesinado europeo. Los productos agrícolas latinoamericanos verán reducidos o suprimidos los aranceles a cambio de que los coches alemanes acumulados en campas por decenas de miles, por fin tengan salida. Eso creen algunos fabricantes; el precio: una revuelta agrícola en Europa. Eso sí, los intereses de los grandes patronos están bien protegidos. Y, como no hay dos sin tres, el flamante comisario de Defensa europeo, el lituano Andrius Kubilius, reclama que Europa aporte cientos de miles de millones de euros para preparar la guerra “inevitable “contra Rusia. ¿Qué les habrán puesto a la mayoría de los políticos bálticos en el agua de beber para hacer tan mañas declaraciones?

CONCLUSIÓN: ¿EL FIN DEL SUEÑO EUROPEO?

La deriva autoritaria de la UE no es una percepción, es un hecho. Entre elecciones manipuladas, gobernantes ilegítimos pero aferrados al poder como lapas y una moralidad selectiva, Europa se desliza hacia una crisis democrática. Quizá la UE no sea una ciénaga, pero lo que es seguro es que no es un vergel. Es un jardín descuidado donde las malas hierbas han tomado el control. Y mientras, los ciudadanos europeos siguen aferrados al mito de un continente de paz y prosperidad. Quizá sea hora de despertar. Porque lo que está en juego no es poco.(4)

[1] El jardín frente a la selva exterior que diría el ínclito Josep Borrell

[2] Entre otros cabe citar. Robinson, William I. Mano dura: El estado policial global, los nuevos fascismos y el capitalismo del siglo XXI. Ed. Errata naturae. Madrid.2020.

 (3)  .https://rebelion.org/golpe-judicial-en-rumania/

 (4)  https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-colonizacion-de-europa/

 SIRIA.-    

https://insurgente.org/la-u-e-euforica-con-lo-que-esta-ocurriendo-en-siria/

…………..Fuente ..

https://www.elviejotopo.com/topoexpress/la-deriva-autoritaria-de-la-ue    

lunes, 16 de diciembre de 2024

Una nueva derecha norteamericana .

 

Una nueva derecha estadounidense

Serge Halimi

 En 2008, la elección de Barack Obama para ocupar la Casa Blanca supuestamente anunciaba el advenimiento de un nuevo Estados Unidos más diverso, más inteligente y más justo. Se creyó por entonces que aquella victoria demócrata no constituía una ruptura ideológica y política —habida cuenta de que el primer presidente afroamericano de la historia de su país era un intelectual que detestaba los conflictos—, sino el desenlace de una metamorfosis demográfica y sociológica. Por una parte, la llegada de nuevos inmigrantes no había dejado de diluir la parte de votantes blancos, en su mayoría republicanos. Por otra parte, y simultáneamente, nuevas generaciones más instruidas —y en consecuencia más preclaras— habían sustituido a las antiguas, apegadas a tradiciones obsoletas.El anuncio de tan feliz orden de cosas parecía tanto más providencial por cuanto apenas requirió de esfuerzos ni luchas: la demografía se había elevado a la categoría de destino político. La buena nueva encandiló a la socialdemocracia europea, que estaba pasando por una mala racha. E inspiró en Francia la “estrategia Terra Nova”, expuesta en mayo de 2011 en una nota de la fundación del mismo nombre con la que se trataba de ayudar a Dominique Strauss-Kahn —por entonces director del Fondo Monetario Internacional (FMI)— a ganar las elecciones presidenciales del año siguiente. En exministro socialista de Economía había teorizado largamente, ya en 2002, sobre la pérdida del voto obrero por parte de la izquierda. Y se había resignado a ella (1). Terra Nova propuso entonces que un nuevo bloque constituido por mujeres, jóvenes, titulados universitarios, “minorías y habitantes de barrios populares” –es decir, el equivalente francés de la “coalición Obama”– permitiera a los socialdemócratas europeos superar el desafecto de su electorado popular. “La coalición histórica de la izquierda, basada en la clase obrera, está en declive —analizaba Terra Nova—. Está surgiendo una nueva coalición: la ‘Francia del mañana’, más joven, más diversa, más feminizada” (2). El resto de la historia ya la conocemos.

La desilusión es hoy aún más cruel en Estados Unidos. Si las elecciones del pasado noviembre hubieran enfrentado a Donald Trump con un presidente saliente anciano y con las facultades mermadas, el resultado habría sido más llevadero. Sin embargo, Kamala Harris no solo parecía encarnar el “nuevo Estados Unidos” alegre y multicultural frente a un rival revanchista que pretendía rehabilitar la supuesta grandeza del antiguo (“Make America great again”, un eslogan resumido en las siglas MAGA), sino que, además, la candidata demócrata presentó batalla con el respaldo de un partido unido, una financiación colosal y unos medios de comunicación embelesados. Por si fuera poco, no cometió grandes errores y superó al expresidente en el único debate televisivo en el que se enfrentaron cara a cara. Pese a todo lo anterior, Trump se ha hecho con una victoria indiscutible que los demócratas, esta vez, no pueden achacar a los tejemanejes de Vladímir Putin.

Desde el punto de vista de los demócratas, lo peor no es tanto el aumento de votos recabados por Trump entre 2016 y 2024 —pese a sus insultos, sus juicios, sus condenas y su implicación en el asalto al Capitolio— como el hecho de que esos trece millones de papeletas suplementarias proceden en gran medida del “nuevo Estados Unidos”. Y es que Donald Trump debe menos su reelección a una movilización de sus bastiones tradicionales (poblaciones rurales, evangélicos y blancos) que al vuelco en su favor de un significativo porcentaje de los jóvenes, los hispanos y los negros (léase el análisis de Jerome Karabel “¿Un ‘mandato poderoso y sin precedentes’?”).

Harris, por su parte, solo ha mejorado su posición en comparación con los candidatos demócratas que la precedieron entre dos grupos: los hombres blancos y las personas con ingresos superiores a 100.000 dólares anuales (véase el gráfico “¿A quién han votado?”). Pese a su género y a una campaña que puso el acento en el tema del aborto libre, y pese a la postura considerablemente “masculinista” de su adversario, el hecho es que Harris movilizó menos al electorado femenino —incluido el de entre 18 y 29 años— que Biden cuatro años atrás. Por otro lado, a pesar de los recurrentes reproches de racismo, Trump casi ha doblado sus resultados entre los votantes negros. Y aún más chocante resulta su éxito entre los hispanos: pese a considerar a los inmigrantes latinoamericanos como criminales en potencia, ha consolidado su posición en Florida y ganado en doce de los catorce condados de Texas situados en la frontera con México, entre ellos el de Starr, donde el porcentaje de población hispana asciende al 97%, y donde Hillary Clinton obtuvo el 79% de los votos en 2016. Lo cual desmiente tanto las especulaciones demográficas de Terra Nova como las teorías paranoicas del “gran reemplazo”.

¿Qué lecciones se extraen?

La batalla de interpretaciones está en marcha. Para empezar, en el interior del Partido Demócrata. Al igual que en 2017, algunos se preparan para entrar en modo resistencia desde sus estudios de televisión. La presentadora del canal MSNBC Rachel Maddow —muy influyente entre la burguesía progresista— concluyó la velada electoral suspirando: “Habría estado bien ganar estas elecciones. No ha sido así. Bien. Ahora debemos salvar el país”. No cabe duda de que su explicación será que los blancos de Estados Unidos siguen siendo racistas, que los hispanos son machistas, y que los estadounidenses menos instruidos —los que se dejan engañar por las noticias falsas en vez de leer el diario The New York Times— son de una amoralidad tal que han aceptado, con conocimiento de causa, llevar a la Casa Blanca a un mentiroso, un ladrón, un agresor sexual, un golpista, un agente ruso, un fascista y un nazi. Esas tierras ya han sido labradas hasta la saciedad, pero, tanto en la MSNBC como en muchos otros medios de comunicación, hace tiempo que de lo que se trata no es de informar sobre cambios —a riesgo de sorprender al auditorio—, sino de conservar una clientela fiel y radicalizada ofreciéndole una imagen gratificante de sí misma.

El análisis de las elecciones en otros ámbitos no es que sea siempre mucho más refinado. La derecha demócrata reprocha a Harris haberse escorado demasiado a la izquierda, olvidando que cerró su campaña junto a la neoconservadora Elizabeth (Liz) Cheney con la esperanza de seducir a ciertos votantes republicanos hostiles a Trump. Bernie Sanders considera, por el contrario, que el Partido Demócrata, que depende demasiado de los “poderes económicos y de consejeros muy bien pagados”, se ha mostrado incapaz de “entender el dolor y la alienación política en la que viven decenas de millones de estadounidenses”. No obstante, el pasado 27 de julio, el senador por Vermont recordaba en la MSNBC que Biden había sido “el primer presidente de la historia de  Estados Unidos que se ha unido a un piquete de huelguistas”, y que a él se debía “la agenda y los logros más progresistas de la historia moderna”. De hecho, su plan de reindustrialización —que recibió la desafortunada denominación de Ley de Reducción de la Inflación— buscó favorecer el empleo obrero y ofrecer buenos salarios a los estadounidenses sin titulación superior (3). Pero, habida cuenta de que el éxito de dicho proyecto aún no resultaba lo bastante visible en el momento de los comicios, los discursos demócratas que alababan el “buen balance” económico fueron barridos por el estancamiento del nivel de vida de las capas populares y el brusco aumento de los precios, vinculado a la crisis sanitaria y la guerra de Ucrania.

Análogamente, al otro lado del Atlántico, todos se esfuerzan por extraer de la actualidad estadounidense lecciones que respalden sus análisis. Para la extrema derecha, la victoria de Trump demuestra que el pueblo odia a los inmigrantes y la “ideología woke”, y que no reclama un aumento de impuestos para los ricos. Para los socialistas —que se sienten desamparados cuando su señor feudal no es demócrata—, es la prueba de que hay que construir más Europa. En cuanto a Francia Insumisa, considera que el fracaso de Harris confirma su teoría de la “abstención diferencial”, es decir, la existencia de un electorado de izquierda inclinado a desinteresarse por las urnas a menos que se lo movilice: “Trump no ha progresado, ha perdido dos millones de votos —afirmó el diputado Antoine Léaument—. Lo que pasa es que Kamala Harris ha perdido catorce millones de votos en comparación con Joe Biden” (4). Es cierto que la candidata ha seducido al electorado demócrata en menor medida de lo que lo hiciera Biden hace cuatro años, pero la distancia entre ambos se sitúa en torno a los siete millones de sufragios, no catorce. En cuanto al vencedor, lejos de haber perdido dos millones de votos, los ha ganado. Un poco más, incluso (5).

Impotencia política demócrata

La victoria de Trump rebate a quienes juzgan que la denuncia del racismo, de la violencia policial y de la extrema derecha constituye la clave para despertar a los abstencionistas. Dado que Trump se ha hecho con un inesperado número de votos afroamericanos y, sobre todo, hispanos, está claro que esos temas no definen por sí solos una identidad política ni suscita una conducta electoral en consecuencia. Hace mucho que sabemos que una parte apreciable del electorado popular vota a la derecha debido a sus creencias religiosas, su historia familiar, su círculo social local, etc., y que lo hace por más que vaya en contra de sus intereses económicos. De igual modo, los hispanos pueden elegir a un presidente xenófobo porque le reprochan a su adversario un aumento demasiado acusado de los precios, o porque temen verse arrastrados a una guerra o porque se oponen a una política migratoria liberal.

Es por esa razón por la que la actual coalición electoral del presidente Trump —que no podrá volver a presentarse— es de prever que sea tan frágil como la del presidente Obama. Está en gran medida forjada por una personalidad singular que encarna, simultáneamente, el éxito individual y el odio al “sistema”. La resiliencia, la obstinación y las desmesuras de Trump han hecho de él un candidato popular para electorados heterogéneos que, al igual que él, también juzgan que se les debe una revancha. En un país que desconfía del Estado, de los medios de comunicación, de los abogados y de los cargos electos, este multimillonario tenaz, incontrolable, sin escrúpulos, quedinamita los partidos, colecciona inculpaciones y se ha ganado el odio de los periodistas, gozaba de una considerable ventaja antes incluso de que los dos intentos de asesinarle consolidaran su imagen de héroe irrompible.

Joe Rogan, el presentador del podcast más popular en Estados Unidos, entrevistó a Donald Trump durante más de tres horas unos cuantos días antes del escrutinio (70 millones de visionados). Llegó a la conclusión de que “solo un tío completamente chiflado puede sacar a la luz la corrupción del sistema”. La explicación no es ni profunda ni tiene valor como pronóstico, pero recuerda que, en estas elecciones, el statu quo y el consenso los representaba ella, mientras que el cambio y la lucha los representaba él.

Con el apoyo y los consejos de Elon Musk, su revancha contra el “Estado profundo” puede que acabe convirtiéndose en una pura y simple privatización del Estado. Pero los estadounidenses que se oponen a ello no lograrán su propósito limitándose a repetir una exposición en la que solo cambia el orden en que se incluyen las fórmulas de “robots fascistoides”, “nuevo apartheid”, “masculinidad tóxica”, “puritanismo fanático”, “extractivismo desbocado”, todo ello destinado a “poner fin a una de las más antiguas democracias del mundo occidental” (6). Este género de exorcismo enlatado no es sino la expresión de una impotencia política.

Noticias falsas

El pasado 30 de octubre, seis días antes de las elecciones, le preguntaron a Trump sobre el apoyo activo de Liz Cheney a la candidata demócrata. Explicó que, si la hija del antiguo vicepresidente republicano “ya no podía soportarme, era porque no quiere parar de desencadenar nuevas guerras. Si de ella dependiera, en este momento estaríamos metidos en cincuenta países. Pero pónganla con un fusil frente a nueve cañones disparándole, a ver cómo se siente. Todos son muy halcones belicistas mientras están sentados en un bonito edificio de Washington diciendo: ‘Venga, vamos a mandar a 10.000 soldados derechos a la boca del lobo’”. Esta fue, sin duda, una de las respuestas más comentadas —y deformadas— del final de la campaña electoral. Los diarios The New York Times y The Washington Post, los canales MSNBC y CNN, seguidos de inmediato por numerosos medios de comunicación europeos interpretaron sus palabras tal y como las interpretó la propia Cheney, que había escrito en la red social X: “Así es como actúan los dictadores que destruyen naciones libres. Amenazan de muerte a quienes se oponen a ellos”. Hashtags #Womenwillnotbesilenced (‘Las mujeres no serán silenciadas’) y #VoteKamala.

Así pues, una observación con la que se sugería que algunos de los responsables políticos estadounidenses más belicistas se mostrarían menos arrogantes si tuvieran que ponerse ellos mismos bajo fuego enemigo —un reproche que también hicieron en 2003 a George W. Bush y Richard Cheney, que no lucharon en Vietnam— se convirtió en una “amenaza de muerte” dirigida contra los oponentes de Trump. El comentarista neoconservador de la CNN Jonah Goldberg afirmó: “Ha dicho de una manera totalmente explícita y sin ambigüedad que Liz Cheney debería ser abatida por un pelotón de ejecución. ‘Ejecutemos a un adversario político que resulta ser mujer porque no me gusta’ no es un buen lema de final de campaña”. Más adelante admitió su error, pero no antes de que esta interpretación se hubiera vuelto viral. Y demasiado tarde para evitar que la emisora France Culture no repitiera a su vez la patraña. El 3 de noviembre, Anne-Lorraine Bujon, directora de redacción de Esprit y asesora del programa para América del Norte en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), exclamó en la emisión radiofónica L’Esprit public: “Trump es de una violencia increíble, en particular contra sus adversarias femeninas. […] Ahora nos dice que Liz Cheney debería enfrentarse a un pelotón de fusilamiento”.

Esta deformación —en otras circunstancias se habría hablado de noticias falsas— no es sino la última de una larga serie y atestigua un sobrecalentamiento polémico que se empecina en errar el tiro. Como ahora comprenden algunos cargos electos demócratas, sus prioridades se ciñen demasiado a las de los medios de comunicación progresistas, a menudo localizados en Nueva York y Washington y cuyo principal combustible es la indignación (7). Aun a riesgo de mantener una visión deformada del país y de lo que significa el fenómeno Trump. En materia de política exterior, por ejemplo, el próximo presidente se ha presentado como el que, tras evitar involucrarse en guerras durante su primer mandato, resolverá los conflictos que herede negociando deals con sus adversarios geopolíticos. La elección de algunos de los miembros de su Gobierno —no todos— va en el mismo sentido, en especial la de Tulsi Gabbard a la cabeza de las agencias de inteligencia. Esta exdiputada demócrata se dio a conocer, sobre todo, por su oposición a los neoconservadores de su partido. Y tal vez fuera por el miedo de estos últimos a un cambio de rumbo diplomático por lo que el final de la presidencia de Biden coincide con una escalada de las tensiones internacionales y nuevas entregas de armas a Ucrania. Un poco como si fuera preciso disparar, antes del temido armisticio, los últimos cartuchos de una guerra perdida.

El resultado, ahora que en Estados Unidos se avecina un aluvión de malas noticias en materia de fiscalidad, inmigración, medioambiente y derechos de las mujeres, es que los demócratas casi han logrado impedir que se lamente en absoluto su marcha.

Le Monde Diplomatique en español, diciembre 2024

 

 

(1) Dominique Strauss-Kahn, La flamme et la cendre, Grasset, París, 2002. Véase “Flamme bourgeoise, cendre prolétarienne”, Le Monde diplomatique, marzo de 2002.

 

(2) Terra Nova, “Gauche: quelle majorité électorale pour 2012?”, 10 de mayo de 2011.

 

(3) Véase Rick Fantasia, “La figura del trabajador regresa a la política estadounidense”, Le Monde diplomatique en español, noviembre de 2024.

 

(4) Sud Radio, 8 de noviembre de 2024.

 

(5) El 25 de noviembre, los resultados —todavía incompletos— señalaban que Harris había obtenido 74,5 millones de votos (frente a los 81,3 millones recabados por Biden en 2020), y que Trump había pasado de conseguir 74,2 millones de papeletas en 2020 a 77 millones en 2024.

 

(6) Carine Fouteau, “Et maintenant, un ‘cinglé’ fascisant aux manettes du monde”, 6 de noviembre de 2024, www.mediapart.fr

 

(7) Véase Serge Halimi y Pierre Rimbert, “Un periodismo de guerras culturales”, Le Monde diplomatique en español, marzo de 2021.

 

 Serge Halimi es consejero editorial del director de la publicación. Fue director de Le Monde diplomatique entre 2008 y 2023.

 

sábado, 14 de diciembre de 2024

Siria: «Déja vu» con nuevo maquillaje

 

Siria: «Déja vu» con nuevo maquillaje

    
Fuentes: CLAE

2024: La estatua de Hafez al-Assad, padre de Bashir al-Assad, es derribada en Tartus, Siria.

2003: La estatua de Saddam Hussein es derribada en Bagdad.

Todo ello, en 2003 y 2024, fue debidamente filmado por la CNN y repetidamente difundido para celebrar la victoria de la libertad sobre la dictadura. Sin embargo, en 2016, con menos destaque, se hicieron públicas las declaraciones de arrepentimiento de algunos de los participantes en la gesta en Bagdad: «Nuestro país ha vuelto a la Edad Media», dijo uno de los iraquíes arrepentidos en una entrevista con la BBC. No sabemos si dentro de 13 años tendremos arrepentidos sirios concediendo entrevistas a la BBC…


 

Pero aún con tanta incertidumbre es posible hacer algunas reflexiones sobre la caída del gobierno de Bashar al-Assad, a la luz de experiencias históricas recientes.

Los principales medios de comunicación occidentales, Al Yazira, Qatar TV y otros medios alimentados por las mismas fuentes presentan la caída del gobierno dirigido por Bashar al-Assad como el comienzo de la liberación del pueblo sirio. Y los responsables de este logro son los yihadistas de Hayat Tahrir al-Sham (HTS).  El 6 de diciembre, dos días antes de la caída del gobierno sirio, la CNN entrevistó a Abu Mohammed al-Jolani, líder de HTS. (1)

En su nuevo cargo, al-Jolani pidió que se le llamara por su verdadero nombre, Ahmed Hussein al-Sharaa, y ya no por su nombre de guerra. Y declaró a la CNN que estaba comprometido con una transición sin violencia en Siria. El cambio no se ha limitado a su nombre: al-Jolani luce ahora una barba bien cuidada y ha pasado de vestir túnica musulmana a uniforme militar, un gesto que algunos comentaristas ya han asociado con la «moda» inaugurada por Vlodomir Zelenski.

 

El cambio de aspecto y la moderación del lenguaje eran casi obligatorios para asumir el nuevo papel de líder de la liberación siria, ya que al-Jolani se ha hecho «famoso» como ideólogo y comandante del Frente al-Nusra, vinculado a al-Qaeda, y sigue figurando en la lista de terroristas buscados por Estados Unidos cuya captura sería recompensada con 10 millones de dólares. Sin embargo, no es de extrañar que el Washington Post del 9 de diciembre informara que las autoridades estadounidenses «no descartan retirar la designación de terrorista a HTS para permitir un contacto y una cooperación más profundos con el grupo»…

Los retos de al-Jolani van más allá de convencer a los sirios de que sus brutales y bien documentados crímenes al frente de Al Qaeda siria son cosa del pasado y que hoy es un moderado que respetará las diferentes religiones y a todas las minorías. Hayat Tahrir al-Sham, que él lidera, formada en 2017, es una alianza de diferentes grupos yihadistas con el apoyo del servicio secreto turco, el M16 y la CIA, en coordinación con la MOSSAD israelí, con el objetivo de derrocar al gobierno laico de Assad: Jabhat Fateh al-Sham (antiguo Frente Al-Nusra), el Frente Ansar al-Din, Jaysh al-Sunna, Liwa al-Haqq y Nour al-Din al-Zenki… Pero una vez alcanzado este objetivo común, es difícil predecir hasta qué punto todos estos grupos participarán en el proyecto de una nueva Siria.

El primer paso de al-Jolani en su nuevo cargo fue nombrar un primer ministro, puesto para el que fue designado Mohamed al-Bashir, originario de la ciudad de Idlib, cuartel general de los yihadistas durante los años de preparación del asalto final al gobierno de Assad. Este ingeniero eléctrico de 41 años, licenciado por la Universidad de Alepo, será el encargado de organizar la transición y de demostrar que las promesas de moderación y respeto a la diversidad religiosa y étnica de Siria no eran sólo propaganda inicial. Al-Bashir había sido ministro de Desarrollo en el gobierno yihadista de Idlib, que impuso la sharia, la ley islámica.

Los antecedentes de Hayat Tahrir al-Sham y los pocos documentos conocidos parecen indicar que el proyecto pretende utilizar la experiencia de Idlib como modelo para la creación de un califato de inspiración salafista, lo que podría significar la implantación de la estricta sharia en todo el país

. No es una perspectiva optimista para las comunidades cristianas, ni para los drusos, alauíes y otros chiíes sirios, ni para los seguidores del sufismo, la rama mística del islam. Por eso, posiblemente previendo nuevas oleadas de refugiados, los gobiernos alemán y austriaco anunciaron el 9 de diciembre que los procedimientos de asilo para los ciudadanos sirios se suspenderían a partir de esa fecha.

De hecho, el 10 de diciembre, el canal de televisión árabe independiente Al Mayadeen difundió un vídeo que mostraba a militantes armados de Hayat Tahrir al-Sham asesinando a hombres desarmados en el pueblo de al-Rabia, en las áreas rurales de Latakia, y el asedio de agentes dentro de una granja en el mismo pueblo. Y fuentes vinculadas al Observatorio Sirio de Derechos Humanos informan de ejecuciones de hombres que huían del servicio militar en la zona de Sukhna, en el desierto de Homs, y también en los barrios de Nawaha y Al-Asadiya. (2)

Repercusiones más allá de Siria

El cambio en el escenario sirio plantea muchos interrogantes sobre el futuro del país, pero los expertos también tratan de entender cómo ha sido posible la caída del gobierno en tan pocos días y cómo está cambiando la correlación de fuerzas regional.

Hay varias explicaciones posibles para la rápida caída del gobierno y la falta de resistencia, pero sólo el tiempo dirá si el panorama se está entendiendo correctamente.

Siria era un país importante en Oriente Medio (región que ahora se reconoce mejor como Asia Occidental, para evitar la denominación heredada del colonialismo), con un Estado laico,  un ejército bien entrenado, un alto nivel educativo, instituciones que funcionaban y un nivel socioeconómico razonable. Washington lleva intentando cambiar la política siria desde la Guerra Fría, cuando el gobierno de Damasco era un aliado estratégico de la Unión Soviética.

Y este objetivo ha cobrado fuerza en los últimos tiempos, sobre todo desde 2011, cuando, en estrecha coordinación con Israel, Estados Unidos aprovechó las movilizaciones contra el Gobierno en el contexto de la llamada Primavera Árabe para infiltrar a sus agentes y a grupos yihadistas entre los manifestantes. La incapacidad del gobierno para atender las demandas de la sociedad, reprimidas con violencia, sumada a la creciente injerencia occidental, convirtió las pacíficas reivindicaciones económicas y políticas en una guerra civil. 

A lo largo de los años, los yihadistas pasaron a controlar partes del territorio sirio, incluidas zonas industriales y regiones productoras de petróleo, que han quedado bajo el control indirecto de Turquía y Estados Unidos a través de los grupos extremistas. Al perder sus principales fuentes de ingresos y la soberanía sobre una parte importante de su territorio, además de sufrir graves sanciones económicas, el gobierno de Damasco quedó paralizado.

Los Acuerdos de Astaná, negociados en 2017 con Turquía con participación rusa e iraní, parecían augurar el fin del conflicto, ya que los grupos terroristas quedarían comprimidos en zonas delimitadas en la negociación, que además facilitaba el acceso de la ayuda humanitaria y permitía la reconstrucción de las infraestructuras destruidas por la guerra. Pero en realidad, los acuerdos (ingenuos?) sólo congelaron el conflicto, ya que permitieron a los extremistas permanecer en zonas vitales del territorio, donde -ahora se sabe- siguieron siendo financiados y entrenados por Turquía y Estados Unidos.

Bajo el peso de las sanciones, sin control de zonas vitales, sin recursos para responder en lo más mínimo a la miseria en la que estaba atrapado el 90% de la población, el gobierno de Damasco fue consumido por una corrupción que afectaba incluso a los miembros del ejército, mientras los soldados sobrevivían con sueldos miserables y eran incapaces de prepararse para las nuevas formas de guerra, cada vez más sofisticadas y dependientes de la tecnología.

Con la situación aparentemente congelada, pero con grupos yihadistas entrenados y armados por Turquía, Estados Unidos y la OTAN, incluso a través de militares y mercenarios ucranianos, la «ventana de oportunidad» para un asalto decisivo contra el régimen de Bashar al Assad apareció en el interregno entre el final de la administración Biden y la toma de posesión de Donald Trump el 20 de enero. Israel se sintió libre de cruzar cualquier línea roja y Turquía decidió poner a prueba su capacidad para extender su influencia y resolver el problema kurdo. El momento parecía ideal para seguir adelante con el proyecto de hacerse con el control de Siria.  La sorpresa fue la falta de resistencia y la consiguiente rapidez del desenlace.

La explicación está en el escenario ya descrito en Siria y en la actitud personal de Bashar al-Assad, que habría recibido una oferta de apoyo militar explícita tanto de Irán como de Rusia, concretamente, en el caso del gobierno de Teherán, de entrar con tropas en territorio sirio si se le invitaba a hacerlo. Sin embargo, según informaciones que circulan en estos momentos, y que sólo el propio al-Assad podrá confirmar en el futuro, él no aceptó estas ofertas, tal vez por considerar que no había condiciones para resistir, ni siquiera con un baño de sangre.

Nueva correlación de fuerzas y ambigüedades de la victoria

A corto plazo, el nuevo escenario indica un fortalecimiento de Israel y una victoria táctica de Estados Unidos, la OTAN y Turquía. En el caso de Israel, tras infligir grandes pérdidas a Hezbolá, atacar a Irán y avanzar sin descanso en el genocidio de Gaza y la ocupación de Cisjordania, el gobierno ha conseguido abrir la posibilidad de hacer viable su proyecto de balcanizar Siria. Siguiendo el viejo dicho romano «divide y vencerás», Israel trata de aprovechar las dificultades de los yihadistas para consolidar su victoria, favoreciendo las divisiones en la compleja formación étnica del país.

Sin perder tiempo, Netanyahu ordenó al ejército entrar en territorio sirio por primera vez desde la guerra árabe-israelí de 1973, invadir nuevas zonas de los Altos del Golán y tomar el control de la zona desmilitarizada entre Israel y Siria. Al mismo tiempo, ha lanzado ataques aéreos en Damasco contra varios edificios gubernamentales, como la sede de la inteligencia militar, y está destruyendo toda la infraestructura militar en un intento de impedir que los grupos que han tomado el poder se apropien de estos bastiones y de las armas almacenadas en ellos. Informaciones del 10 de diciembre muestran tanques israelíes avanzando hacia Damasco.

Pero no sólo la situación en Siria indicará si se trata de una nueva victoria para Israel. A pesar de la propaganda del gobierno, la sociedad israelí está mostrando signos de cansancio y desesperación ante la guerra y la violencia diarias y sus consecuencias en todos los frentes. Si la imagen de al-Assad parecía fuerte pero resultó ser tan frágil como un castillo de naipes, Netanyahu y sus ministros pueden estar cegados por sus ambiciones desmedidas de conquista y por victorias momentáneas, sin darse cuenta de que están perdiendo el apoyo interno sin el cual, al igual que al-Assad, el gobierno no tiene futuro.

En el caso de Estados Unidos y el Reino Unido, los actores más importantes de la OTAN en la región, la dulzura de la victoria por el derrocamiento de al-Assad podría convertirse en un amargo dolor de cabeza. El conocido guión de aprovechar a los yihadistas para derrocar a gobiernos considerados enemigos no tiene final feliz. Basta recordar a Osama Bin Laden, presentado como un gran defensor de las libertades cuando fue entrenado para enfrentarse a los soviéticos en Afganistán… ¿Será al-Jolani el Bin Laden del mañana?

Como mínimo, a corto plazo, los estrategas de la Casa Blanca y del Pentágono que lo entrenaron a él y a sus seguidores de Hayat Tahrir al-Sham tendrían que explicar a las familias de los asesinados el 11 de septiembre de 2001 cómo los terroristas de Al Qaeda, en nombre de cuya aniquilación se lanzó la «guerra contra el terrorismo» y se justificaron las invasiones de Afganistán e Irak, son hoy aliados «moderados» entrenados por Estados Unidos y la OTAN para inaugurar una etapa de libertad en Siria.(3)

El mayor impacto del cambio de escenario parece producirse en relación con Irán. La caída de Bashar al-Assad es sin duda un golpe al llamado «eje de resistencia», en el que Siria jugaba un papel estratégico desde posiciones geopolíticas favorecidas por su privilegiada geografía. Ante este nuevo escenario, Irán probablemente reevaluará sus prioridades y sus relaciones en la región y a nivel global.

Su capacidad militar no se ve afectada, pero hay opciones -por ejemplo en relación con el programa nuclear- que podrían verse afectadas por la política de la nueva administración Trump, cuyos altos cargos, en línea con las posiciones defendidas durante la anterior administración del nuevo presidente, han hecho declaraciones a favor del fin de la guerra en Ucrania pero belicistas en cuando se trata de Asia, incluida la región del Medio Oriente.

La mayor especulación en este momento entre los analistas es sobre la continuidad del apoyo iraní a Hezbolá en el Líbano y los palestinos. El papel desempeñado por Siria en este campo no será fácilmente sustituido y cualquier especulación al respecto es prematura. Pero sí se puede afirmar que Hezbolá, apesar de haber sufrido duros golpes por parte de Israel, es una fuerza política de primer orden en el Líbano, además de militar, y ya ha demostrado su resistencia y capacidad de reorganización.

Y la causa palestina, a costa del genocidio en Gaza, no sólo ocupa titulares en todo el mundo, sino que vuelve a ser objeto de debate en las instituciones internacionales. Corresponde a la opinión pública y a los movimientos sociales y de derechos humanos redoblar su presencia en las calles y en todos los foros para que la solidaridad y la militancia en favor de Palestina superen la truculencia.

 
 

Por su parte, Rusia, antiguo aliado estratégico de Siria, que ha concedido asilo político a Bashar al-Assad, se ha mantenido cauta y ha expresado su falta de implicación en el desarrollo de la crisis siria. De hecho, el principal papel de Rusia en Siria, donde acudió por invitación de al-Assad, ha sido ayudar a estabilizar la situación del país, no sólo ante la agresión militar sino también por las consecuencias sociales de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la imposibilidad de acceder a recursos vitales para el Estado.

Sólo los próximos meses dirán cuál será el futuro de las bases rusas de Jmeimim y Tartus y cuál será la actitud rusa hacia el nuevo gobierno sirio. En sus primeras declaraciones tras tomar el poder, Al Yolani afirmó que las bases rusas no se verían afectadas. Pero todo lo relacionado con el futuro de Siria es una incógnita. Los estudiosos de la guerra moderna estiman que las bases rusas en Siria, que fueron muy significativas en el contexto de la Guerra Fría, no tienen hoy la misma importancia estratégica. Y en este sentido, aunque la caída del gobierno de al-Assad signifique la pérdida de un aliado, no tendría el mismo peso para Rusia que para Irán.

En una primera valoración de las consecuencias del cambio en Siria, hay quienes lo celebran victoriosamente,(4) del lado de los intereses occidentales, con Israel en primer plano, y quienes viven con amargura un golpe cuyos efectos son aún difíciles de evaluar. Por el momento se desconocen muchos detalles y episodios que podrían arrojar luz sobre los posibles desenlaces de la situación, y la alteración inicial en la correlación de fuerzas aún podría cambiar. A corto plazo, sin embargo, no parece prudente ceder al optimismo.

Beatriz Bissio: Profesora de Ciencias Políticas, Núcleo disciplinario sobre África, Asia y las relaiones Sur-Sur, Universidad Federal de Río de Janeiro

Fuente: https://estrategia.la/2024/12/11/siria-deja-vu-con-nuevo-maquillaje/


 Nota  del  blog .(1)   https://www.elviejotopo.com/topoexpress/quien-es-ahmed-hussein-al-shara/


Nota  del blog     .(2)   https://mpr21.info/venganzas-y-asesinatos-sectarios-tras-el-triunfo-yihadista-en-siria/

Nota d el  blog   (3·) https://nuevarevolucion.es/cuando-los-yihadistas-de-al-qaeda-son-buenos/

Notavdel blog    .- El nuevo ministro de Justicia de Siria, Shadi Alwaisi “introduce la ley sharia en Siria. También dijo que ninguna mujer podrá ser juez y que los tribunales estarán dirigidos únicamente por hombres. Todos los casos actuales dirigidos por juezas tendrán que ser entregados a jueces hombres”.



miércoles, 11 de diciembre de 2024

La quiebra de Siria aumenta la tragedia palestina .

 

La quiebra de Siria aumenta la tragedia palestina

     
 

Adquieren aún mayor viabilidad los planes israelíes para la expulsión del pueblo palestino de su martirizada tierra, como en el pasado ocurrió con las etnias indígenas del ‘far west’. La guerra contra Irán está más cerca que nunca

El desmoronamiento del régimen sirio forma parte de una serie histórica titulada “reconfiguración del Oriente Medio”. Esa serie la iniciaron los neocons norteamericanos tras el fin de la Guerra Fría. Creían haber salido vencedores de aquel pulso y pensaban que podían imponer, por fin, un orden mundial bajo su exclusiva disciplina (el “fin de la historia”), pero resultó que el planeta les venía grande. Olvidaron que el hundimiento de una parte del mundo, la URSS y su bloque, denotaba la enfermedad del resto. 

Primero Irak, luego Libia y ahora Siria, todos los regímenes árabes que estaban fuera de la disciplina occidental han ido cayendo uno tras otro. Se cumplió la letra de aquel memorándum del Pentágono que el general Wesley Clark, entonces comandante supremo de las tropas de la OTAN en Europa, formuló así: “Vamos a acabar con siete países en cinco años, empezando por Irak, y luego Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán y, para terminar, Irán”. Pero las cosas no salieron como estaba previsto. El resultado del cambio no fue ambiguo sino desastroso para sus propios promotores. El lugar de regímenes hostiles con los que después de todo se podía llegar a acuerdos, lo ha ocupado un panorama de sociedades destruidas. Hoy ni Washington ni nadie puede decir que controla el Oriente Medio más que ayer. Al contrario, las antiguas disciplinas se han roto, o se transforman, y el número de actores que desean restablecerlas a su medida se ha incrementado notablemente.

Seis de los siete países mencionados son agujeros negros. Solo falta Irán. Quienes entienden de Oriente Medio dicen que la guerra contra ese país está ahora más cerca que nunca. 

En este mal negocio, las sociedades han pagado un extraordinario precio de devastación, colapso social y muerte. La quiebra de Siria no ha sido una victoria popular como sugiere el Telediario, sino que ha sido posible tras más de diez años de sanciones occidentales, guerra civil por procuración con centenares de miles de muertos y varios millones de refugiados y total asfixia económica, agravada en los últimos años por una ocupación militar que restó al régimen sus principales recursos petroleros y alimentarios. 

Desde el 11 de septiembre de 2001 neoyorkino, la guerra continua desatada por Estados Unidos en el mundo (Afganistán, Irak, Yemen, Siria, etc.) ha costado ocho billones de dólares (dos veces el PIB de Alemania) para ocasionar entre 4,5 y 4,7 millones de muertes (directas e indirectas) y 38 millones de desplazados. Los pueblos de aquellas “dictaduras soberanas” y otros de la región que vivieron las “primaveras árabes” no solo no se han emancipado sino que han ido a peor. Los manifestantes de la plaza Tahrir derribaron a Mubarak y obtuvieron a El Sisi, que gobierna al borde del colapso socioeconómico. Cayó Gadafi, y Libia, el Estado más próspero de África, se convirtió en un arruinado mosaico de milicias con campos de concentración para migrantes financiados por la Unión Europea y una desestabilización y militarización que se extiende por toda la región subsahariana. Irak fue destruido como Estado y se ha convertido en una serie de entidades fallidas, en gran parte en sintonía con Irán, a quien se pretendía debilitar. En todos esos casos, los servicios de propaganda occidental conocidos como “medios de comunicación” nos vendieron el mismo mundo feliz y las mismas imágenes de estatuas derribadas, palacios del tirano saqueados y cárceles siniestras. ¿Será diferente ahora en el caso de Siria? En todo caso, nuestros dirigentes repiten el discurso sin molestarse en mirar hacia atrás. 

La caída del régimen de Damasco y la toma del poder de los islamistas es una “oportunidad”, dice la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. El presidente de Francia, la nación que en 2008, tres años antes del inicio de la guerra civil inducida, invitó a Bashar el Asad a la tribuna de honor del desfile del 14 de julio en los Campos Elíseos de París, se felicita por la caída de su “Estado bárbaro”. La representante de la política exterior europea, Kaja Kallas, saluda el “positivo y tan esperado suceso que muestra la debilidad de Rusia e Irán”. Nadie se acuerda ya de que el nuevo líder salafista de Damasco, Abu Mohamed al Golani, sigue en busca y captura por terrorismo con una ofrecida recompensa de diez millones de dólares en un pasquín del Departamento de Justicia de Estados Unidos. 

Autores y padrinos del genocidio palestino como el presidente Joe Biden y el jefe de Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, no solo se felicitan por la quiebra del régimen sirio, sino que reivindican su protagonismo en ella. Mientras se hace creer al público que el asunto está relacionado con algún tipo de revuelta popular, Biden explica que la caída de El Asad ha sido posible “directamente” gracias “al apoyo incondicional de Estados Unidos”. “Resultado directo de los golpes que hemos infligido a Irán y Hezbolá”, ha dicho Netanyahu, que celebra el “histórico día” mientras su tropas se internan en Siria desde los altos del Golán. Hadi al-Bahra, uno de los líderes de la oposición al régimen, confirma la tesis de Netanyahu: los rusos están entretenidos en Ucrania y “por causa de la guerra del Líbano y de la disminución de las fuerzas de Hezbollah, el régimen de El Asad tenía menos apoyos”, dice. Otro comandante rebelde citado por la prensa israelí va incluso más lejos y augura una “buena coexistencia y armonía” con el Estado sionista: “A diferencia de Hezbollah que dice querer liberar Jerusalén y los Altos del Golán, nunca hemos hecho comentarios críticos contra Israel”, afirma. Mucho de todo esto es delirio, un delirio que intenta dar forma racional al imperio del caos que todas esas fuerzas animan y para el que solo la loca carrera de Israel parece tener un verdadero guion.

En una observación más concreta, la quiebra de Siria supone una derrota sin paliativos para el llamado “eje de la resistencia” que une a Irán, milicias chiítas como Hezbollah, los bravos yemenitas, formaciones de Irak, y Hamás, pero sobre todo supone un revés para la sufrida resistencia palestina. Las rutas de aprovisionamiento de Hezbollah han sido cortadas y el propio Irán deja de tener acceso terrestre al Líbano a través de Siria, con lo que se rompe un vínculo geográfico fundamental para la ayuda a Palestina. 

En una lectura más general, la caída del régimen sirio confirma que todos los frentes bélicos están intercomunicados. De repente, los adversarios occidentales demuestran que pueden hacer mucho daño a Moscú y a Teherán en otros frentes. La traición de Erdogán, un socio económico importante para Moscú que incluso pretendió mediar en Ucrania, ha hecho saltar por los aires el frágil entendimiento triangular tejido por el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, entre Rusia, Irán y Turquía sobre Siria. La prensa de Kiev alardea abiertamente de la ayuda prestada a los salafistas sirios. Vistos como el arranque de algo con posible horizonte alternativo en la reciente cumbre de Kazán, los BRICS+ evidencian de repente su incoherencia interna, su debilidad e incapacidad para actuar concertadamente en situaciones concretas. 

Aún desconocemos la geografía del desmoronamiento en Damasco y por qué el paupérrimo ejército no luchó. ¿Qué componendas e intrigas hubo entre los generales de El Asad? “No podemos ser más sirios que los sirios”, ha dicho Putin, eludiendo toda responsabilidad de Moscú en lo que ha sido un fenomenal revés para el Kremlin, que ahora intenta salvar los muebles. Los medios rusos intentan disimular el fiasco como pueden y tienden a culpar a El Asad. Pero, al final, todo eso es irrelevante al lado de lo que supone para la masacre de palestinos actualmente en curso.

Adquieren aún mayor viabilidad los planes israelíes para la expulsión del pueblo palestino de su martirizada tierra, como en el pasado ocurrió con las etnias indias del far west americano. En un esclarecedor artículo escrito desde Beirut el 6 de diciembre, el exdiplomático escocés Craig Murray augura un escenario de lo más inquietante: “Las potencias suníes aceptarán la aniquilación de toda la nación palestina y la formación del Gran Israel, a cambio de la aniquilación de las comunidades chiíes en Siria y Líbano por Israel y las fuerzas respaldadas por la OTAN, incluida Turquía”. La guerra contra Irán parece más cerca que nunca. También, lógicamente, el fin de los escrúpulos de los clérigos iraníes para hacerse con el arma nuclear.

Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona) fue corresponsal de La Vanguardia en Moscú, Pekín y Berlín. Autor de varios libros; sobre el fin de la URSS, sobre la Rusia de Putin, sobre China, y un ensayo colectivo sobre la Alemania de la eurocrisis.

Fuente: https://ctxt.es/es/20241201/Politica/48075/rafael-poch-imperios-combatienes-siria-oriente-proximo-iran-gaza-guerra-damasco-rusia.htm

domingo, 8 de diciembre de 2024

La 'balcanización' de Siria

  

La nueva fase de la 'balcanización' de Siria, en diez apuntes

 

    El 28 de noviembre, los mercenarios reclutados bajo la bandera del grupo fascista-sunnita Hayat Tahrir al-Sham (Organismo para la Liberación del Levante), el seudónimo de ISIS-al Qaeda, fueron soltados por Turquía (socio de la OTAN) de su confinamiento en la provincia noroccidental de Idlib para atacar por tierra y aire las posiciones del Gobierno y Ejército sirios, así como las de la Teocracia Chiíta de Irán (TCHI), arrasando un centenar de localidades. Al menos 14.000 – niños, ancianos, mujeres embarazadas, entre otras víctimas de la barbarie- han tenido que abandonar sus hogares, huyendo de la banda medieval equipada con armas modernas, que avanza hacia Damasco.

    El asalto del ISIS (nacido en 2003 y patrocinado en Siria por los Estados enemigos, rivales y descontentos con Bashar al Assad -como Turquía, Israel, el establishment de EEUU, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar-, y que se encontraba bajo el control de Turquía, y quietecito desde 2015, tras un acuerdo con otros dos socios del Grupo Astane, Rusia y la TCHI, no fue ninguna sorpresa, ni para los analistas, ni mucho menos para los servicios de inteligencia extranjeros presentes en Siria, al igual que no lo fue el asalto de Hamás a Israel para el Mossad y la CIA. Era imposible que las potencias regionales y mundiales que, con o sin el permiso de Damasco, han ocupado el suelo sirio desde la primavera secuestrada en 2011, pudiesen continuar esta extraña coexistencia: estaban forzadas a dar un empujón a la tensión congelada para que cada una pudiese conseguir sus 1+12 objetivos en Siria.

Sigue...


https://blogs.publico.es/puntoyseguido/14616/la-nueva-fase-de-la-balcanizacion-de-siria-en-diez-apuntes/#md=modulo-portada-bloque:2col-t4;mm=mobile-medium

La singularidad del imperio portugués .

                                                                        

La singularidad del imperio portugués



Fuentes: Rebelión

El historiador marxista Perry Anderson, nacido en Londres en 1938 y profesor muchos años de la Universidad de California en Los Ángeles, es conocido por sus trabajos que analizan desde el feudalismo y las monarquías absolutas hasta la filosofía y política del siglo XX.

El volumen que Verso acaba de publicar como La Revolución de los Claveles empezó en África (trad. de Abraham del Río Serantes) reúne tres artículos suyos aparecidos en 1962 en New Left Review con el título conjunto Portugal y el fin del ultracolonialismo, e incorpora además como epílogo una versión en castellano de La prueba en Portugal, un artículo de 1974 de Robin Blackburn en la misma revista.


Anderson ofrece en sus textos un análisis económico, social y político del Portugal de los comienzos de los 60, sintetiza luego la historia del Imperio portugués, poniendo de manifiesto sus peculiaridades, y culmina con la insurrección angoleña, que nacía por entonces y le hace vaticinar el fin inevitable de la aventura colonial lusa. Por su parte, Blackburn examina en su texto el origen y desarrollo de la Revolución de los Claveles, ocurrida el mismo año en que publica su artículo, y trata de discernir las expectativas que se abren en aquel momento de confusión y esperanza. El libro en su conjunto resulta de gran interés por su descripción rigurosa de la ligazón económica y política entre las colonias y la metrópoli en un imperialismo sui generis, que se mostraba completamente inviable.

Portugal en los años 60

Un vistazo a la economía portuguesa a comienzos de los 60 retrata un país subdesarrollado, con un sector industrial muy reducido, agricultura de semisubsistencia y el nivel de vida más bajo de Europa occidental. El campesinado era con diferencia la clase más numerosa, y sufría latifundismo en el sur y minifundismo en el norte, con resultado de desempleo crónico y escasa productividad. Las condiciones habitacionales, nutricionales y sanitarias eran propias del tercer mundo. Este panorama era regido por una “pequeña y compacta oligarquía de familias”, que gobernaba el agro feudal y capitaneaba bancos e industrias, compartiendo el pastel con una gran penetración de capital británico.

La estructura política que hacía posible esta situación era la dictadura de Salazar, reducto del fascismo europeo con origen en la revuelta militar que en 1926 puso fin a la I República portuguesa. Este régimen, aparte de servir a las élites, había desarrollado un entramado paramilitar e ideológico propio, con un Estado que organizaba el ente social en corporaciones sobre las que ejercía luego su mediación, y un papel fundamental del Ejército. No obstante, esta superestructura fascista se había hecho necesaria sólo por la debilidad de la ideología religiosa que dirigía tradicionalmente el país y seguía moviendo sus hilos en la sombra.

Historia y peculiaridades del Imperio portugués

Sorprendentemente, la nación que se acaba de describir era la metrópoli de un imperio que la convertía en la tercera potencia colonial del mundo, y buscar la causa de esto nos obliga a remontarnos al siglo XV, cuando los portugueses, tras sus navegaciones por el Atlántico y el Índico, establecieron un lucrativo comercio, obteniendo oro y esclavos en África y especias en la India, de forma que a mediados del XVI ya controlaban una amplia zona con bases navales hasta Macao, en la China meridional. Era éste un imperio comercial que generó enormes riquezas y ejerció una violencia muy exitosa, sobre todo por la potencia de fuego de su artillería, en un momento además en que no había grandes contrincantes. Paradójicamente sin embargo, mientras esto ocurría, en la metrópoli la agricultura y la industria decaían y la población se pauperizaba.

El paso siguiente fue la transición del imperialismo de intercambio al de extracción, que exigía la ocupación del territorio y un uso más sistemático de la violencia. La colonización del Brasil comenzó en el siglo XVI y pronto las plantaciones fueron surtidas de esclavos negros, pero la penetración en el interior de África estaba muy ceñida a las cacerías humanas necesarias para abastecer América, de forma que con la prohibición de la trata se calcula que para mediados del siglo XIX el número de portugueses en el área subsahariana no superaba los 3000.

No es hasta finales del siglo XIX cuando se impone en África un nuevo tipo de imperialismo, industrial y tecnológico, que explota vastos territorios en busca de materias primas, valiéndose de “empresas privadas que ejercen poderes públicos”. En esta época las potencias europeas se reparten la tarta y para Portugal quedan dos raciones abundantes: Angola y Mozambique, aunque la conquista militar se demoró y el control efectivo sólo se consiguió tras el fin de la I Guerra Mundial. No obstante, Anderson enfatiza que el modelo existente en ese momento de imperialismo industrial no se aplica en el caso de Portugal, pues la economía de la metrópoli, en bancarrota, no demandaba ese desarrollo. Se trata solamente de una “colonización refleja”, que imita la expansión de otras potencias sacando provecho de la presencia previa en la región. De hecho, el capital de las compañías que explotaban la empresa era dominantemente extranjero.

En el libro se señalan algunas características que marcan lo peculiar del Imperio portugués. La primera, descrita en detalle, es un uso sistemático del trabajo forzado que provocaba la huida en masa de la población a regiones vecinas y para Anderson no tiene parangón con el que se daba en otros lugares del continente. Otras potencias recurrieron a esto en un principio, para pasar luego a una fase en que el estilo imperialista cambia y “el terror da paso al paternalismo”, pero esta transición no se dio en las colonias portuguesas, lo que revela su poca pujanza económica.

Otra diferencia la marca que los colonos portugueses llegan en muchos casos huyendo de las malas condiciones de vida que les ofrece la metrópoli y sufren en África desempleo y privaciones. Una alternativa que se les da es la fundación de comunidades rurales exclusivamente blancas, pero éstas muestran escasa viabilidad. Hay que señalar además que a pesar del fervoroso catolicismo salazarista, la conversión de los nativos no progresaba demasiado y padecía una intensa competencia de los misioneros protestantes, más solícitos con las poblaciones locales.

La legislación y la práctica social vigentes por entonces evidencian un racismo rampante, con la población africana sumida en analfabetismo y miseria, pero la ideología colonial portuguesa disfrazaba esto publicitando un proyecto benéfico y de honda raíz religiosa, promotor de progreso social y espiritual, y ajeno a la dominación económica capitalista de otras potencias. A pesar de estas intenciones proclamadas, lo cierto es que la penetración de empresas extranjeras en Angola y Mozambique, descrita en detalle en el libro, se disparaba a comienzos de los 60, lo que caracteriza un “condominio encubierto” en el que el capital foráneo ejecutaba y el gobierno portugués permitía y cobraba su mordida.

Anderson define esta situación como “ultracolonialismo”, una explotación exacerbada y anacrónica, que el signo de los tiempos pronto iba a poner en entredicho.

La insurrección de Angola

La oleada de movimientos de liberación africanos de los 50 no podía dejar de lado los enclaves coloniales portugueses, y puede decirse que fue la independencia del Congo en 1960 el detonante de la insurrección nacional que estalla en Angola en marzo de 1961 y en pocos días pone casi todo el norte del país en manos de los rebeldes. Los colonos de estas áreas fueron evacuados y la población blanca se confinó en la capital, Luanda, mientras se bombardeaban las aldeas del norte y en el sur se imponía el terror sobre los africanos.

Con efectivos llegados de la Península, en julio los portugueses emprenden una contraofensiva que logra recuperar poblaciones, pero deja el territorio a los insurrectos, y éstos en noviembre atacan de nuevo. La situación de entonces se describe como una guerra de guerrillas combatida con represión y bombardeos masivos, un auténtico genocidio, pero la organización y armamento de los sublevados eran cada vez mejores por el apoyo exterior.

Escribiendo en 1962, Anderson considera las perspectivas de futuro. La situación internacional, con la ONU, e incluso tibiamente los Estados Unidos, apoyando la independencia, era para el gobierno luso un problema y trató de contrarrestarlo buscando alianzas con España, Reino Unido o Sudáfrica. La gran dependencia económica de la metrópoli respecto a sus colonias determinó una crisis galopante, con fuga de capitales y el escudo tambaleándose a medida que aumentaba el gasto militar. Subidas de impuestos y préstamos extranjeros sirvieron para capear el temporal, pero Anderson augura inestabilidad por los esfuerzos que se exigen a las clases privilegiadas del país. Paralelamente, se aprecia descontento entre los militares más liberales (otanistas), consternados por el respaldo norteamericano a los rebeldes y dispuestos a hacer concesiones, mientras las clases populares no llevan bien el reclutamiento masivo y se producen disturbios por todo el país.

En 1962, observando como la guerra se extiende, el régimen se aísla de cualquier otra fuerza social, los militares toman distancia, obreros y estudiantes se movilizan y el capital huye, Anderson concluye que el “fin de una época es inminente”.

La Revolución de los Claveles

Robin Blackburn en su epílogo repasa la evolución del régimen salazarista en los 60 y 70, con apertura del país al capital extranjero, crecimiento económico y demográfico en las áreas urbanas, y cierta liberalización, que hizo posibles elecciones controladas en 1969 y 1973, con victorias oficialistas. En este último año, la inflación galopante, malestar social y huelgas llevaron a oficiales de izquierdas a organizarse en el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), que demandaba libertades políticas, e incluso dentro del régimen personalidades como el general António de Spínola en su libro Portugal y el futuro (1974), propuso una respuesta “neocolonial”, con una federación de la metrópoli y sus colonias, como alternativa al “ultracolonialismo” oficial.

Es así como el 25 de abril de 1974 el MFA, en una acción sorpresa a los acordes de la canción Grándola Vila Morena, logró hacerse con el control del país, aunque la existencia de focos de resistencia obligó a un compromiso con Spínola y las fuerzas de su entorno, con lo que la Junta de Salvación Nacional (JSN) que se instituyó fue encabezada por éste. Tres semanas después se formó un gobierno provisional, presidido por un amigo de Spínola, pero con dos ministros comunistas y otros dos socialistas. La bicefalia va a ser el signo de unos meses en que se restauran libertades y el pueblo exige saneamento de los fascistas notorios que siguen en posiciones de poder, sin que esto se logre demasiado en las Fuerzas Armadas.

Los avances en la descolonización resultaban excesivos para el ala spinolista del gobierno y en septiembre organizaron una gran manifestación en Lisboa como preludio de un Putsch. Sin embargo, las precauciones del MFA consiguieron desbaratar los planes y el general se vio obligado a presentar su dimisión como presidente de la República y la JSN. No obstante, como se vería después, la reacción seguía teniendo fuerza.

Tras la publicación del texto de Blackburn, Spínola auspició otra asonada militar en marzo de 1975, que fue rápidamente sofocada. Los intentos de reforma radical a partir de ese momento, con nacionalización de la banca y gran parte de la industria y una ambiciosa reforma agraria, avivaron una intensa polarización social que amenazaba desembocar en guerra civil hasta que a finales de ese año los militares más derechistas tomaron el control del Ejército y las aguas volvieron a su cauce. El año siguiente el país se dotó de una nueva constitución y poco después en las primeras elecciones democráticas a la presidencia de la República se impuso António Ramalho Eanes, del sector moderado de la UMD, con el apoyo de socialistas, cristianodemócratas y socialdemócratas.

Perry Anderson y Robin Blackburn describen rigurosamente en este libro cómo se encadena la evolución de los acontecimientos en Portugal y Angola durante los años 60 y 70 del siglo XX, y ciertamente demuestran que la Revolución de los Claveles empezó en África, pues allí se gestaron las dificultades en la economía de la metrópoli que movilizaron a diversos sectores sociales para poner fin a la dictadura. La historia trazada ofrece un ejemplo, extraño y extremo, del fracaso de un proceso colonial que, al margen de los rostros más comunes del imperialismo capitalista, consistió más que nada en una imposición de trabajo forzado torpemente disfrazada de tutelaje espiritual.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/. En él puede descargarse ya su último poemario: Los libros muertos.

  https://rebelion.org/la-singularidad-del-imperio-portugues/




martes, 3 de diciembre de 2024

Operación de propaganda armada en Siria.

  

Operación de propaganda armada en Siria, claves tácticas y consecuencias estratégicas

Publicado el 2 de diciembre de 2024 / Por La Idea

Pablo Sapag M. (autor de Siria en perspectiva)    

 

Lo que ocurre estos días en Siria y muy especialmente en zonas de la ciudad y el Capo de Alepo, está esencialmente relacionado con una operación de propaganda armada de los grupos islamo-yihadistas contrarios al Estado sirio y sus estructuras políticas. Esas instituciones protegen y garantizan la multiconfesionalidad de una sociedad en la que hay cristianos y musulmanes de distintas denominaciones y que a lo largo de los siglos ha desarrollado una cultura social común de tipo multiconfesional.

 

Las operaciones de propaganda armada como la de Alepo son propias de organizaciones que no tienen la suficiente fuerza política y por tanto militar para lograr sus objetivos estratégicos políticos y militares. Para obtener algún resultado táctico, utilizan la relativa fuerza militar o armada con la que cuentan para proyectar la idea de que poseen una capacidad mayor de la que realmente tienen. Con ello buscan que un tercero cuyos intereses políticos coincidan con los suyos piense que esa fuerza es realmente relevante y termine apoyándolos directamente. Obviamente, son operaciones que provocan daños humanos y materiales y que a veces pueden desencadenar un conflicto armado mayor. Ejemplo clásico de una operación de propaganda armada que deviene en conflicto armado mayor son los golpes de estado fallidos seguidos de una guerra interna. También lo que ocurrió en Siria a partir de 2011 tras una revuelta parcial que se militarizó sin la capacidad política y militar suficiente para imponerse, generando largos bloqueos en ciudades y pueblos.

 

Para que las operaciones de propaganda armada sean efectivas, previamente debe estar asegurada la cobertura mediática, en este caso internacional. BBC, CNN, Al Jazeera, El País, The New York Times, Le Monde, etc. son medios de gran capacidad de penetración caracterizados, en connivencia con los intereses de los estados a los que sirven, por su sostenido apoyo a grupos que practican el terrorismo en Siria pero que son calificados por ellos como “insurgentes”, “rebeldes moderados” o “freedom fighters”, “opositores” e incluso “sirios”, teniendo en cuenta que una parte muy relevante de los mismos está compuesta de extranjeros.

La conexión israelí con lo de Alepo

 

Las operaciones de propaganda armada suelen realizarse en el momento en el que pueden tener la máxima proyección mediática y servir también a fines de terceros. En este caso ha coincidido con la retirada israelí del Líbano sin haber eliminado por completo a Hezbolá, que era el objetivo fijado por el Gobierno israelí. Por lo mismo en el propio Israel el alto fuego se considera una claudicación (véase, por ejemplo, la lectura nada triunfalista que hacen los medios y los analistas israelíes en medios como Jerusalam Post, The Times of Israel, Jediot Ahronot, por no mencionar Haaretz).

 

La operación en Alepo fue precedida el miércoles 27 de noviembre por sendos bombardeos israelíes sobre los pasos fronterizos sirio-libaneses de Arida y Jisr Qmar –totalmente destruídos-y maniobras israelíes en el Golán sirio ocupado en las proximidades de la Gobernación de Quneitra. Ello concentró la atención militar siria en el centro y sur del país lo que pudo haber facilitado la operación yihadista en el norte. Todo ello ocurrió cuando ya había entrado en vigor el alto el fuego en Líbano, lo que ha permitido que no se hable ya de esa retirada israelí y de las implicaciones que tiene. También ha coincidido con la aproximación del fin de la fase álgida del conflicto en Ucrania debido al colapso de las fuerzas ucranianas y al inminente cambio de política en EEUU por la llegada a la presidencia de Donald Trump, quien ya ha dejado claro que quiere cerrar o al menos congelar ese conflicto en Ucrania cuanto antes.

¿Por qué ahora?

 

Además de con la retirada israelí del Líbano, cabe destacar también que la operación se ha orquestado para coincidir con el fin de semana en Siria, que comienza en viernes, lo que permitió a los grupos armados yihadistas liderados por Hayat Tahrir al Sham (antes Jabhat al Nusra), la marca de Al Qaeda en Siria, avanzar por calles desiertas, lo propio de una mañana de domingo en otros lugares. Ello proyectó la imagen de vacío de poder e inoperancia a varios niveles del Estado sirio.

 

A la proyección de esa imagen durante al menos 24 horas también contribuyó la ausencia por descanso semanal de funcionarios públicos sirios de muchos servicios, por ejemplo, de los medios de comunicación. De esa forma se magnificaron los supuestos o reales avances de los grupos armados, a lo que contribuyó el relativo silencio informativo sirio de las primeras horas. Ello disparó la desinformación alentada por redes sociales y los medios de comunicación internacionales aliados de los grupos armados. Se creó así una sensación de pánico en lugares de Siria alejados de Alepo, alimentado a su vez por lo que les llegaba desde fuera, ya sea por redes sociales o por medios de comunicación. Ese temor en lugares alejados de Alepo y otros puntos de acción armada se disparó igualmente por el hecho de que hace ya mucho tiempo fue disuelta o quedó con carácter apenas latente la Defensa Nacional, fuerza auxiliar y de retaguardia del Ejército Árabe Sirio. Ello se debió a la pacificación en 2018 de buena parte del territorio sirio.

 

En ese sentido, la operación de propaganda armada ha estado perfectamente planificada, cumpliendo sus objetivos inmediatos, al lograr incluso que quienes están en contra de esos grupos, reprodujeran su relato. La cosa ha empezado a cambiar sustancialmente el domingo 1 de diciembre, primer día completamente laborable en Siria. Frente a los comunicados sobre impresionados en la pantalla del viernes y el sábado, imágenes en directo de normalidad en buena parte de Siria y del despliegue militar en Hama y en lugares del norte del país.

 

En todo caso, propagandísticamente, para Siria el coste ha sido temporalmente bastante oneroso por las imágenes que los yihadistas y sus aliados difundieron el sábado, imágenes que, sin embargo, no indican control real ni posibilidades de consolidación en el tiempo en Alepo por parte de los grupos liderados por Hayat Tahrir al Sham, la marca de Al Qaeda en Siria.

 

Están efectivamente en 6 varios barrios del oeste de la ciudad de Alepo y se han hecho fotos en el centro de la misma pero al no contar con el favor de la población esto no puede arraigar más allá de una efectiva operación de propaganda armada, salvo que además de política y económicamente los occidentales (incluido Israel) y Turquía los ayuden implicándose directa y decididamente en un enfrentamiento directo contra el Ejército Árabe Sirio, lo cual no parece factible por la presencia de Rusia en Siria y otros factores, tanto internos sirios como internacionales.

 

El que esta vez sean barrios del oeste de la ciudad de Alepo y no del este, como en 2012, los que ocupan los yihadistas revela que ni ahora ni entonces han contado con una base política de apoyo real que les permita convertir ganancias temporales en permanentes ni ofrecer una alternativa de gobierno y mucho menos de régimen (sistema) político distinto al que los sirios se dieron en 1919 y cuyo desarrollo y consolidación llegó con la Independencia en 1946. Entran por donde pueden y se quedan donde pueden. Ello no presupone respaldo político, solo sentido de la oportunidad.

 

En realidad, el verdadero objetivo de estos grupos ha sido presionar al Estado sirio para que afloje la presión militar sobre el norte de Idlib y complicar las negociaciones iniciadas con Turquía para resolver los focos que escapan al control del Estado sirio en el norte del país. No por nada los grupos armados yihadistas han bautizado esa operación como “Disuasión de la Agresión” (del Ejército sirio en Idlib).

De lo táctico a lo estratégico. De lo inmediato a lo real

 

En todo caso, los yihadistas ya han logrado un objetivo propagandístico táctico, es decir, han conseguido agitar a la opinión pública siria e internacional en el corto plazo. Habrá que ver si cuando el Ejército sirio termine de reagruparse, recibir nuevo material ruso ya en camino y escale sus acciones, esos grupos yihadistas puedan, además, extraer réditos en Idlib y algún otro frente, que es su verdadero objetivo.

 

Para la imagen de Siria es negativo. Con o sin razón se ha proyectado en el corto plazo una imagen de inoperancia de los servicios de inteligencia, de la capacidad de reacción de las fuerzas armadas y de otros actores estatales, por ejemplo los mediático-propagandísticos. Esa sensación se ha proyectado sobre todo entre un gran público local e internacional que desconoce la diferencia entre una operación militar defensiva y otra ofensiva, los tiempos de adaptación de una a otra y la necesidad de limitar al máximo las bajas propias y las civiles. Desconocen también las rutinas mediáticas y propagandísticas, claves en una operación que es esencialmente de propaganda armada.

 

Estaba claro, en todo caso, que algún precio elevado pagaría Siria en esta larga crisis que vive Medio Oriente desde el 7 de octubre de 2023. No ha habido invasión israelo-sionista en Siria pero sí esto de Alepo. Por ahora, el daño es menor en vidas, infraestructuras y la soberanía del Estado sirio pero importante, al menos temporalmente, en términos propagandísticos, de imagen y de confianza entre una parte de la población siria. Después de 14 meses la crisis regional parecía cerrarse y en tiempo de descuento los occidentales, israelo- sionistas y yihadistas han hecho este movimiento para que el actor más importante de la región, Siria, también pague un precio y se debilite, incluso desde el punto de vista de la imagen que los ciudadanos tienen del Estado y de sus capacidades de anticipación y respuesta.

 

Los últimos hechos confirmados por varias fuentes solventes y abundantes imágenes que no se vieron el viernes y el sábado, indican que sobre el terreno el Ejército Árabe Sirio ya ha blindado la Gobernación de Hama para que los yihadistas no se infiltren desde la Gobernación de Alepo. En los próximos días los yihadistas quedarán cercados en Alepo. La idea es que no haya combates en la ciudad, en buena medida reconstruida desde 2016, y que se retiren al norte de Idlib y a sus países de origen (Uzbekistán, China, Turquía, Ucrania, Francia, Reino Unido, EEUU, etc.) a través de Turquía. Si no hay acuerdo para eso mediado por terceros, puede haber combates en esos barrios de Alepo en los que están, como ocurrió entre 2012 y 2016 en el este.

 

Sí hay combates muy intensos en frente abierto en Idlib, extremo noroccidental de la provincia de Hama y Campo de Alepo. Han muerto ya al menos 823 yihadistas, decenas de soldados sirios y unos 35 civiles. Tramos cortos de autopistas y carreteras estratégicas y varias localidades de la zona de desescalada y de mayor o menos importancia estratégica han cambiado varias veces de manos, casos de Saraqueb o Abu Duhur u otros pueblos de las gobernaciones de Idlib, Hama y Alepo. Por otro lado, se ha producido una renovada coordinación entre el Ejército Árabe Sirio y algunas milicias kurdas del noroeste y noreste del país ante el enemigo común, grupos yihadistas y otros apoyados por Turquía.

 

Es posible que en esas zonas las operaciones militares se prolonguen varias semanas porque en esta ocasión Siria se plantea eliminar ese foco de desestabilización de Idlib o al menos debilitar a los grupos yihadistas de manera decisiva para lograr su erradicación a través de un acuerdo político con Turquía. A diferencia de otras ocasiones, ahora Rusia, que junto a Turquía también es garante de los acuerdos de desescalada en el noroeste de Siria ahora rotos, ha dado ya su visto bueno y apoyo a Siria para terminar con esos grupos. De hecho, la aviación rusa ya apoya a la Siria en sus ataques a los yihadistas desplegados en distintos ejes. En tal caso, y de acuerdo al desarrollo futuro de los acontecimientos, una ganancia táctica, temporal y propagandística de los grupos armados yihadistas y quienes les apoyan (EEUU, la Unión Europea-Israel, Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y algún estado latinoamericano) se puede convertir para Siria y sus aliados en una ganancia estratégica, es decir, de largo plazo.

Pablo Sapag M.

 https://kaosenlared.net/operacion-de-propaganda-armada-en-siria-claves-tacticas-y-consecuencias-estrategicas/

  y ver ..     https://rebelion.org/terroristas-o-rebeldes-como-los-medios-occidentales-israelies-y-arabes-moldean-la-narrativa-de-la-guerra-en-siria/

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