Negocios y esclavitud: la cara oscura del liberalismo
Por Enric Llopis
| 19/09/2024 |
La Agencia pública Brasil informó -el pasado 30 de agosto-
del rescate de 593 personas durante el último mes, a las que se halló en una
situación parecida a la esclavitud; en la información se detallaba el caso de
16 niños y adolescentes forzados a trabajar “en condiciones degradantes sin
recibir remuneración”; el estado con mayor número de personas liberadas (292)
fue Mina Gerais, y entre las actividades económicas figuraban el cultivo de
cebolla, café y ajo, la construcción, o los bares y restaurantes.
¿Puede cuantificarse, de algún modo, el lucro generado por
la servidumbre moderna en la economía privada? En marzo de 2024, la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) valoró los “beneficios ilegales”
en 236.000 millones de dólares al año, lo que supone un incremento del 37% en
las ganancias desde 2014.
El informe Ganancias y pobreza: aspectos económicos del
trabajo forzoso subraya que la explotación sexual comercial forzada representa
cerca del 75% de los beneficios ilícitos totales; en términos generales, si se
considera un día cualquiera de 2021, las víctimas del trabajo forzoso eran 27,6
millones de personas.
Una fuente de interés para conocer los antecedentes es el
libro El antiesclavismo en España y sus adversarios (Ed. Catarata, 2024), del
catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Jaume I de Castelló,
José Antonio Piqueras.
La nota informativa de la editorial Catarata resume del
siguiente modo la importancia de la esclavitud en las colonias españolas, entre
finales del siglo XVIII y la segunda mitad del XIX: “En torno a 800.000
africanos esclavizados fueron llevados a Cuba y Puerto Rico entre 1790 y 1866”;
fue a finales del siglo XIX, en 1886,
cuando la esclavitud fue abolida mediante Real Decreto en Cuba y, por
consiguiente, en el Reino de España.
Las tablas informativas, incluidas por el también autor del
libro Negreros. España en el comercio y en los capitales esclavistas (2021),
dan cuenta del proceso; así, en el periodo 1740-1830, fueron embarcados en las
costas africanas -con destino a América- cerca de 3,4 millones de esclavos; si
se considera la bandera de los navíos, 1,9 millones correspondían a Gran
Bretaña y 980.000 millones a Francia (la estadística se completa con los datos
de Países Bajos, Dinamarca/Báltico y Estados Unidos).
El texto de Piqueras tiene, entre sus aspectos centrales,
las iniciativas de emancipación y las estrategias para evitarlas durante el
siglo XIX en el estado español; de este modo, subraya el codirector de la
revista Historia Social:
“Es la historia del anverso del liberalismo que, después de
enunciar principios universales, consagró el derecho de propiedad por encima de
los restantes derechos y aceptó la explotación de su capacidad laboral y de
cuerpos ajenos, mientras alentaba el discurso de la diferencia racial para
justificar lo que eran (…) ‘crímenes contra la humanidad’”.
Cuestión distinta es la rentabilidad económica que pudiera
generar la esclavitud; entre quienes señalaban la “irrentabilidad”, figuraban
filósofos/teóricos de la economía clásica como Adam Smith (1723-1790); sin
embargo, las aseveraciones del autor de La riqueza de las naciones (1776)
coincidían con el mayor volumen de deportación a América de esclavos africanos,
durante el periodo 1750-1850.
Entre los primeros detractores de la esclavización de
personas indígenas, José Antonio Piqueras destaca a dos frailes dominicos,
Antonio de Montesinos (1475-1540) y Bartolomé de las Casas, quien escribió en
1552 Brevísima relación de la destrucción de las Indias; ¿en qué contexto
plantearon las denuncias? Entre mediados del siglo XVI y los primeros quince
años del siglo XVII, un 30% de las personas esclavizadas, y embarcadas en
África, rumbo a los territorios españoles, murieron durante el trayecto.
Según el autor de La esclavitud en las Españas (2011), “el
antiesclavismo basado en la libertad natural de las personas y en
consideraciones morales era minoritario en la Europa de finales del siglo XVI y
en el siglo XVII, cuando las grandes compañías comerciales de las Indias
Orientales y Occidentales y los colonos instalados en las nuevas posesiones
promovían el trabajo esclavo que recae en africanos. Los Estados favorecieron
este comercio y lo protegieron (…)”.
En el rechazo al esclavismo en las colonias españolas pueden
señalarse hitos como el discurso del diputado republicano -y presidente del
Gobierno durante la I República-, Emilio Castelar; fue pronunciado -en el
Parlamento español- en junio de 1870; el alegato se titulaba La abolición de la
esclavitud, y tuvo influencia en la supresión de esta práctica en Puerto Rico,
mediante una ley aprobada en marzo de 1873 por las Cortes españolas.
Ejemplos de las acciones reivindicativas se destacan en el
texto de José Antonio Piqueras; como la manifestación organizada el 10 de enero
de 1873 en Madrid -por la Sociedad Abolicionista- a favor de la derogación de
la esclavitud en Puerto Rico; entre la nutrida concurrencia, podían
distinguirse personas de diferentes estratos sociales, además de niños y
personas negras; pocos días después, las movilizaciones se extendieron a otras
ciudades españolas.
No se trataba de un hecho aislado; también en enero de 1873
se estrenaba la obra Romper cadenas, del dramaturgo, periodista y político
republicano Luis Blanc Navarro; y, en el Teatro Nacional de la Ópera, un acto
público para respaldar proyecto del Gobierno en materia de abolición.
Una de las respuestas -contra las iniciativas
abolicionistas- se concretó en la Asociación de Hacendados y Propietarios de
Esclavos, cuyas bases fueron aprobadas en 1873 en La Habana; con el fin de
satisfacer los gastos de la Junta, se acordó recolectar 10 pesos de cuota por
cada esclavo; en la Junta participaban “los principales esclavistas de Cuba sin
la tutela de la autoridad colonial”.
Entonces habían pasado ya tres décadas de hechos como el
referido por el autor de El antiesclavismo en España: “Con motivo de la
sublevación de los esclavos que trabajaban en La Habana en la construcción de
la casa del vizcaíno Domingo Aldama, un rico hacendado que había hecho su
fortuna en la trata, ocurrida el 9 de octubre de 1841, el propietario había
acudido a la autoridad para reducirlos y se había empleado la fuerza del
ejército, que ocasionó la muerte a seis esclavos, masacrados, y heridas a otros
10”.
Fue el 4 de julio de 1870 cuando la Gaceta de Madrid
(antecedente del BOE) publicó -y entró en vigor- la denominada Ley Moret sobre
el final de la esclavitud; una de las entidades que había reivindicado esta
causa fue la Sociedad Abolicionista Española, constituida cinco años antes;
contaba con una revista -El Abolicionista- y en diciembre de 1965 celebró el
primer mitin, en el Teatro madrileño Variedades.
https://rebelion.org/negocios-y-esclavitud-la-cara-oscura-del-liberalismo/
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