Derecha pendenciera, izquierda zombi y darwinismo social
La derecha española vive feliz y entusiasmada en tiempos de COVID planteando caceroladas y peleando Madrid como epicentro de la libertad caiga quien caiga bajo las pataletas revolucionarias de la comandante Ayuso. Semana a semana caldean el ambiente con banderas y cacerolas y plagian escraches en los domicilios del gobierno. En la oposición son como mutantes de las moscas cojoneras de huerta de secano, o pendencieros patológicos en guerra permanente con sus propias vísceras y las de los demás.
Mientras, la izquierda sobresaliente navega entre pitos y aplausos por los mares turbulentos de un estado de alarma agitado por el trifachito aunque prudentemente anestesiado por las curvas del Dr. Simón.
Nuestra izquierda de hoy calla, ora et labora; ni grita, ni agita, sólo palpita con birrete de graduados. A veces acierta y otras desacierta, aunque las más desconcierta. Así la excelencia de la vicepresidenta le lleva incluso a descubrir el misterio del paralelo 40 Norte y llevar a la Comisión Constitucional del Congreso «el problemón del demonio» de las “temperaturas, que no son ni muy frías ni muy cálidas.» (1).
Si bien lo anecdotario supera la ficción, la realidad española pincha toda burbuja de emancipación social incluso en tiempos de COVID. No es extraño, pues, que tras la obsesión privatizadora de los gobiernos de Rajoy, el gobierno de Sánchez mande tanto que cada semana obstruye lo que queda de la arquitectura institucional del Estado tras años de austeridad letal y semanas de confinamiento en teletrabajo.
¡Estamos mal, pero menos mal que estamos! ..
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