domingo, 15 de septiembre de 2019

Adiós a Bolton .

EEUU: Réquiem por un halcón


Branko Marcetic

15/09/2019


Vivir bajo la administración Trump es como saltar de un naufragio en medio del océano. No hay a dónde ir en miles de millas, solo tiburones, frío, falta de alimentos y agua que pueden matarte, pero si puedes encontrar un trozo de madera a la deriva al que aferrarte, lo haces sin dudar.
Todo esto para decir que cuando se trata de una administración cuyo único objetivo parece ser acelerar una crisis ecológica global, mientras tortura a quienes tratan de escapar de ella, el cese del asesor de seguridad nacional, John Bolton - perdón, la renuncia - es una de las pocas buenas noticias del día.
Bolton es un verdadero fanático, alguien que si estuviéramos hablando de cualquier otro país, probablemente sería calificado de ultranacionalista peligroso. Pero en el mundo del establishment de Washington, es más fácil describirle como un “duro” o un “halcón”.
La visión general de Bolton es que Estados Unidos tiene el derecho, o más exactamente, el poder exclusivo, para hacer lo que quiera para imponer sus intereses geopolíticos, multilaterales o unilaterales, legales o ilegales. Junto a ello, su inquebrantable y paranoica creencia en la capacidad ilimitada de los Estados Unidos para hacer la guerra, a pesar de dos décadas previas (por lo menos) que sirven como prueba catastrófica de lo contrario.
Es un milagro que Bolton no haya provocado una nueva guerra en el año y medio que ha estado en la Casa Blanca. El hecho de que las voces de la razón en este escenario hayan sido Donald Trump, Tucker Carlson, y un tipo apodado “Mad Dog” (perro loco) es un testimonio de lo peligroso que es Bolton.
Aunque no consiguió abrir nuevos frentes en la guerra en curso del gobierno de los Estados Unidos con el resto del planeta, el mandato de Bolton como asesor de seguridad nacional de Trump ha sido más o menos como se esperaba. Desde el principio, reanudó la guerra contra el derecho internacional y las instituciones multilaterales que había comenzado cuando estaba en la administración Bush, con la salida de EE.UU. del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y el anuncio de Bolton de que retiraba su contribución financiera tanto al Consejo como a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
después, amenazó con imponer sanciones a la Corte Penal Internacional (CPI), prohibió a sus jueces y fiscales la entrada en Estados Unidos, e incluso los acuso penalmente después de que el tribunal comenzase a investigar presuntos crímenes de guerra de Estados Unidos en Afganistán. Bolton también cerró la oficina de la OLP en Washington cuando pidió una investigación de la CPI sobre las violaciones de derecho internacional de Israel.
En cuanto a la política para América Latina, Bolton movió el péndulo de vuelta a la era del imperialismo abierto del siglo XIX, declarando que ni él ni el resto de la administración Trump “tenemos miedo de llamar a la Doctrina Monroe por su nombre”. Mientras los EE.UU. luchaban guerras en al menos siete países diferentes , Bolton denunció a Cuba, Venezuela y Nicaragua - países que nunca han tenido una guerra en el extranjero - la “Troika de la tiranía” y el “triángulo del terror”, y prometió “acción directa contra los tres regímenes “.
Para ello, se apoyó en el recién elegido presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, otro fanático ecocida que comparte con Bolton el objetivo de ahogar cualquier gobierno que huela remotamente a izquierdismo en la región, y más tarde amenazó que el gobierno de Nicaragua “tiene los días contados.”
Con Bolton a la cabeza, Trump comenzó en serio a intentar deponer al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Bolton diseño las rondas cada vez más estrictas de sanciones criminales contra el pueblo de Venezuela, cuyos intereses afirmó solemnemente estar defendiendo, cuando él y la administración Trump ejercieron una presión creciente sobre el caótico gobierno de Maduro, con la esperanza de sustituirlo por un gobierno neoliberal que acabase con las reformas de Chávez. En una ocasión, salió de una conferencia de prensa de la Casa Blanca con las palabras “5.000 tropas a Colombia” escritas visiblemente en su libreta, para provocar el miedo a una invasión.
Afortunadamente, sus esfuerzos fueron un fracaso. Trump se aburrió , poniendo fin a los esfuerzos para un cambio de régimen.
Bolton y Trump también chocaron sobre Corea del Norte, con la que Trump parece genuinamente comprometido a tratar de encontrar la paz, y el vice ministro de asuntos exteriores norcoreano acusó a Bolton de sabotear las negociaciones con exigencias poco razonables. Aunque no se puede confiar en las declaraciones públicas de funcionarios de Corea del Norte, es perfectamente creíble de Bolton.
Del mismo modo, aunque Bolton fracasó desde el principio a la hora de conseguir que Trump lanzase un ataque masivo aéreo en Siria, más tarde consiguió salirse con la suya, aparentemente invalidando el anuncio previo de Trump por sorpresa de la retirada de Estados Unidos de Siria en una rueda de prensa en Jerusalén.
Es en la política hacía Irán donde Bolton ha sido más peligroso, sin embargo, a la búsqueda de su propia ballena blanca, como Moby Dick, entre los conflictos innecesarios y desastrosos en el exterior.
Su puesto en la administración Trump dio a Bolton su mejor oportunidad para iniciar finalmente la guerra que había estado soñando durante décadas, y no perdió la oportunidad. Después de haber prometido derrocar al gobierno iraní a finales de 2018, Bolton, una vez instalado en su puesto en la Casa Blanca, pidió al Pentágono que elaborase distintas opciones militares para atacar a Irán.
El año pasado, Bolton hizo todo lo que pudo , entre bastidores y en público, para empujar a la administración Trump a una guerra con Irán. Estos esfuerzos se intensificaron a medida que Bolton erosionaba a las fuerzas vagamente definidas como “moderadas” en la administración, mientras Bolton acusaba a Irán de diversas fechorías que justificasen un ataque, y a la vez trataba de provocar a Teheran para que cometiese un error que sirviese como pretexto para un ataque de represalia de Estados Unidos, además de las paralizantes sanciones en curso que tratan de “colapsar la economía” del país.
Estuvo a punto de conseguirlo, y fue Trump quién canceló un ataque aéreo en el último minuto gracias, según los informes , a una intervención de Tucker Carlson inimaginable.
En este periodo, Bolton, presionó a la administración a adoptar la política exterior preferida de la llamada #Resistencia de agresión hacia Rusia. Convenció a Trump de retirarse del tratado de armas nucleares INF con Rusia (otra vil trampa de Rusia, según los sospechosos habituales), y anunció el lanzamiento de “operaciones cibernéticas ofensivas” contra adversarios de Estados Unidos, tal como había instado poco antes de incorporarse a la administración Trump. Continuaba así la obra que había comenzado con Bush, cuando había dirigido la retirada de Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos con Rusia y denunciado el concepto de control de armas como el enemigo número uno de EE.UU.
Y ahora se nos dice que el motivo decisivo de la salida de Bolton de la administración Trump fueron sus objeciones a los planes del presidente de relanzar las conversaciones de paz con los talibanes en Camp David. Lo que concuerda, dada la oposición de Bolton, compartida por innumerables miembros de la clase política liberal.
Trump no merece ningún reconocimiento por su decisión. Sabía exactamente quién era Bolton cuando lo contrató, y durante más de un año dejó en gran medida a Bolton llevar a EE.UU. y a él mismo al borde de la guerra y el caos, dudando solo en el último segundo. A quién tenemos que agradecérselo no es a Trump, sino a una opinión pública estadounidense que es mucho más reacia a la guerra, que ha frenado a Trump de seguir esa política tan cerca de las elecciones, al parecer una de las advertencias de Carlson a Trump antes de que cancelase el ataque contra Irán.
Por desgracia, la salida de Bolton demuestra una vez más el despiste total del establishment liberal, como el representante Ted Lieu y el líder de la minoría del Senado Chuck Schumer que han denunciado el “caos” de la Casa Blanca. Incluso el senador por Connecticut Chris Murphy, a quién se considera el portavoz de los liberales en política exterior, reaccionó a la noticia confesando que estaba “gravemente preocupado por la grave inestabilidad de la política exterior de Estados Unidos” porque la “puerta giratoria del liderazgo de Estados Unidos” está socavando la “firmeza” que se necesita.
Nicholas Kristof, uno de los pocos colaboradores pretendidamente liberal del New York Times de la sección de opinión, profeso que, si bien “a menudo no estuve de acuerdo con Bolton”, estaba también “muy bien informado y dispuesto a enfrentarse”, y que su salida haría “más fácil a Trump tender la mano a Putin”, sobre todo si su próximo asesor de seguridad nacional es alguien ‘dócil’.
Si ha llegado hasta aquí, sabe que esto es un disparate.
Bolton era la inestabilidad misma de la política exterior de Estados Unidos. Su presencia en cualquier lugar cerca de poder era lo que socavaba la “firmeza estadounidense”. Si un consejero “dócil” en este contexto imperfecto es alguien que está de acuerdo con las negociaciones de paz con Kim Jong Un, los Talibán, y con retirar las tropas de Siria, es preferible, sin lugar a dudas, que tener a Bolton “empujando hacia delante” contra cualquier cosa que no implique bombardear masivamente a los pobres de países lejanos. (Los Kristofs de este mundo, al menos, pueden consolarse: en el mundo real, Trump ha sido mucho más agresivo con Rusia que su predecesor).
El final del mandato de Bolton sin duda conlleva un riesgo, porque siempre cabe la posibilidad de que el siguiente asesor sea aún peor. Pero es difícil pensar en alguien, ni siquiera dentro de los círculos del establishment de la política exterior de Washington, que sea tan violento, mentiroso, y peligroso como John Bolton. Bolton dijo una vez que creía que “demasiados estadounidenses no viven en un clima de miedo”. Ahora que se ha ido, tal vez no tendrán que hacerlo.
miembro del comité de redacción de Jacobin, vive en Toronto, Canadá.
Fuente:
https://jacobinmag.com/2019/09/john-bolton-resignation-donald-trump
Traducción:
G. Buster





 y ver  ..
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