Los medios marcan la agenda de la protesta social: el caso de las marchas de mujeres
Tita Barahona
En marzo pasado, este medio informaba de que en EEUU un
grupo de mujeres opuestas a las guerras imperialistas de su país estaban
preparando una Marcha sobre el Pentágono (The Women’s March on the Pentagon),
para protestar por estas intervenciones, pedir su cese inmediato y el cierre de
las bases militares.(1). Entonces nos preguntábamos si esta marcha tendría el
mismo seguimiento que tuvo la Marcha de Mujeres sobre Washington, hace ya un
par de años, por parte de los medios corporativos (2). Ahora ya podemos
responder a esa pregunta. Este pasado fin de semana -20 y 21 de octubre- ha
tenido lugar la Marcha de Mujeres sobre el Pentágono ¿Se han enterado ustedes
por El País o El Mundo? ¿Por los “progresistas” Público, Eldiario y otras
plataformas digitales españolas?
Nuestros temores se han confirmado: hay marchas y marchas.
Mientras que la de Mujeres sobre Washington, para protestar contra la elección
de Trump, tuvo amplia cobertura antes, durante y después del evento, que los
medios calificaron de histórico; la de Mujeres sobre el Pentágono, que
conmemoraba el 51 aniversario de la masiva manifestación contra la guerra de
Vietnam de 1967, no ha merecido el más mínimo comentario por parte de esos
mismos medios (3).
Parece que las mujeres y nuestras reivindicaciones
importamos sólo cuando no apuntamos directamente a puntos sensibles del
sistema, como es la destrucción de países enteros por parte de la maquinaria
militar de los EEUU y sus aliados de la OTAN. A los medios de propaganda de
guerra, como el Washington Post, el New York Times, la BBC, The Guardian… y sus
epígonos españoles, obviamente, no les interesa que el movimiento contra la
guerra imperialista vuelva a tomar impulso, y menos que sean mujeres de clase
trabajadora quienes lo lideren, sin celebrities ni políticos o intelectuales
conocidos que las apoyen.
La Marcha de Mujeres sobre Washington favorecía los
intereses del Partido Demócrata, que estuvo detrás de la organización y
financiación de la protesta. Los medios corporativos se encargaron de que
aquella fuese una manifestación de cientos de miles, retransmitida en directo,
con réplicas en varias partes del mundo. Millones de personas recibieron información
sobre este evento desde televisiones y radios públicas y privadas. Sin embargo,
las organizadoras de la Marcha sobre el Pentágono, algunas de las cuales han
perdido hijos en la guerra de Irak, con sus escasos recursos, solamente han
podido contar por cientos a los manifestantes -mujeres y hombres- que han
desafiado el frío marchando hasta el Pentágono, con algunas adhesiones en otras
localidades de EEUU y Canadá. Ellas no
cuentan con altavoces potentes, capaces de difundir su mensaje a la mayoría de
la población. Porque, ya se sabe: la libertad de expresión -nos dicen- es un
pilar de la democracia; sólo que llegar a las grandes audiencias cuesta mucho
dinero.
Este es solamente un ejemplo de cómo los medios corporativos
pueden dictar la agenda de la protesta social, magnificarla, manipularla y
dirigirla, para que no se vuelva contra los intereses del amo al que sirven: el
capital y sus guerras de rapiña. Esto debería hacernos reflexionar. Los
movimientos de mujeres y, sobre todo, un feminismo que merezca el nombre de
tal, no pueden dejar de denunciar, alto y claro, a los autores y autoras de la
muerte, el hambre y la miseria que nuestros Estados, cuya política exterior
está dictada por EEUU e Israel, infligen a millones de mujeres, hombres, niños y
niñas en varias partes del mundo (Afganistán, Irak, Siria, Palestina, Libia,
Yemen, Somalia...). Por coherencia, por solidaridad, por dignidad, por
justicia, porque el sufrimiento de allá tiene mucho que ver con la explotación
a que somos sometidas y sometidos acá: alcemos la voz contra la guerra
imperialista, quienes las promueven y se lucran con ellas.
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