Bolsonaro y el gobierno de las incertidumbres
La verdad es que el triunfo de Bolsonaro (55,22%) en la segunda vuelta de las presidenciales en Brasil, suena como a “una crónica de un triunfo anunciado”, de un candidato cuasi desconocido y con muy pocos méritos desde el punto de vista político y de lo que ha sido su gestión como diputado federal, puesto que en 30 años como parlamentario solo se le conocen la presentación de dos proyectos de ley, desconocidos además para la gran mayoría de los brasileños, mientras que los medios de prensa de su país, acusan a Bolsonaro de ser un “outsider” como parlamentario. En sus pocas comparecencias como diputado, se caracterizó por defender siempre el legado de la dictadura militar, lo que generaba polémica al interior del hemiciclo parlamentario.
Ahora las claves del triunfo de Bolsonaro, no están precisamente determinadas por lo que fue su campaña electoral, puesto que tuvo apariciones públicas breves, siempre rehuyendo de la prensa y los debates, además se restó de participar en los debates públicos y de cara a la ciudadanía, con el argumento de su convalecencia, producto de una agresión no del todo aclarada por la policía brasileña y que se usó para una precaria aparición ante la maquinaria mediática a su servicio.
Sin embargo, cabe preguntarse…¿cuáles son los factores que permitieron el triunfo del candidato de la extrema derecha?, puesto que este representa a un pequeño partido político (PSL), con muy poca relevancia dentro de la tradicional política brasileña. El Partido Social Liberal, prácticamente de la nada, pasó de ser una fuerza minúscula para convertirse en la segunda mayor bancada en la Cámara de los Diputados y a entrar por primera vez en el Senado.
A simple vista diríamos que el candidato de la ultraderecha, la tuvo ciertamente fácil, pues los elementos que permitieron el triunfo de Jair Bolsonaro, estuvieron determinados por el apoyo directo o encubierto de las cadenas de TV a su candidatura., entre ellas, la televisión ligada a las iglesias evangélicas (RecordTV).
Otro de los elementos que permitió el triunfo de Bolsonaro, fueron las empresas encuestadoras, las cuales paulatinamente con sus resultados, fueron las que impusieron la candidatura del candidato de la extrema derecha. En este aspecto cabe señalar que tanto las cadenas de TV, como las consultoras, son entidades empresariales ideológicamente de derecha, las que manipulan y tergiversan las encuestas, de acuerdo a sus propios intereses políticos y empresariales, cuestión que además, viene ocurriendo en diversos países de América Latina, cuando se trata de elecciones presidenciales.
También cabe mencionar la campaña de satanización del Partido de los Trabajadores (PT) y su candidato presidencial Fernando Haddad (44,88%), realizados a través de los diversos recursos de la red Internet (Facebook, YouTube, Twitter, Instagram y WhatsApp), entre los más relevantes. Contando además con el asesoramiento y apoyo de Steve Bannon, que desde agosto se encontraba guiando la candidatura de Bolsonaro.
Recordemos que el candidato del Partido Social Liberal (PSL), se empino significativamente en la carrera presidencial brasileña con el uso de las redes sociales y noticias falsas, más conocidas como “fake new”, habiendo contado para tales efectos, con el principal especialista en desinformación: quien ha sido ejecutivo de medios estadounidense, ex banquero de inversiones y expresidente ejecutivo de Breitbart News. Bannon, fue estratega de la campaña de Donald Trump, en Estados Unidos y jugo un papel relevante en las últimas dos semanas de campaña de Bolsonaro.
En este sentido también cabe destacar el apoyo “prestado” el pasado 4 de octubre por Silas Malafaia, líder espiritual de la iglesia Asamblea de Dios - Victoria en Cristo, el cual declaró públicamente su apoyo a Bolsonaro en un vídeo publicado en su perfil de Facebook. En Brasil el 22% de los brasileños se declara evangélico. La Asamblea de Dios es la iglesia más importante en el país y cuenta con 12 millones de feligreses, los cuales además obtuvieron 84 escaños en la Cámara de Diputados. De allí que el apoyo de los sectores sociales poco alfabetizado y muy ligados a los mitos religiosos, ha sido muy relevante para el éxito obtenido por el candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro.
Ahora el éxito de Bolsonaro, está asentado en un populismo chabacano y brutal, que solo refleja su propia mediocridad política, pero que ha sido capaz de exacerbar las emociones, especialmente el miedo y el odio, que cala mucho más que cualquier programa político. Su critica a la elite política, de la cual forma parte y el desencanto que sienten los brasileños con las instituciones públicas, en especial con el mundo parlamentario, los partidos políticos, el sistema judicial y la corrupción transversal que afecta a todo el aparato del Estado y el mundo político, la inseguridad ciudadana, la crisis económica, son elementos adicionales y sensibles para los brasileños y que han sido coaptados por la demagógica candidatura de Bolsonaro.
Otro aspecto que han destacado permanentemente los medios de prensa nacionales, como internacionales, es el alto grado de radicalización y polarización en que están sumidos de los brasileños, lo que es peligroso, pues este viene hacer “el caldo de cultivo”, para el partido del orden de las fuerzas armadas, que, en una situación de crisis mayor, serían conminadas a actuar.
Lo cierto es que al asumir el presidente electo Jair Bolsonaro, en enero próximo, nos encontramos enfrentados a un declive notable de la joven democracia brasileña y que ante la crisis generalizada que se vive, el ultraderechista mandatario, podría optar por el “factor Bordaberry” (Uruguay) cuyo presidente, después de haber sido presidente en unas amañadas elecciones, se aupó como dictador. Por lo demás esta claro, que muchos de los alto oficiales en retiro de las Fuerzas Armadas, entrarían a formar parte de sus gobiernos en los más diversos niveles, en una especie de dictadura encubierta.
Bolsonaro en su breve comparecencia a través de Skype y sin dar la cara directa a su propio electorado, prometió cumplir con la aplicación de su programa de gobierno, que incluso es muy poco conocido por la prensa. Programa que estaría muy asociado a lo que fueron todos sus exabruptos de su campaña, con un discurso agresivo, simplista, excluyente, violento y defendiendo siempre la dictadura militar (1964-1985).
En sus alocuciones siempre estuvieron presente las amenazas a sus adversarios políticos, la mentira como recurso de su accionar político, prometió con exiliar a todos los que se opongan a su gestión presidencial, en especial a los “rojos”, es más, uno de sus hijos amenazo con borrar el Tribunal Supremo de Justicia, desato toda su furia contra el Partido de los Trabajadores, en lo cual tuvo relativo éxito, su anticomunismo le brotaba por los poros, su anti sindicalismo estaba a la orden del día, su anti politicismo, son todos elementos adicionales que formaron parte de su campaña presidencial.
Sus criticas también estuvieron dirigidas hacia la elite política corrupta, de la cual forma parte. En este aspecto Bolsonaro deberá enfrentar una mayoría parlamentaria que no tiene, deberá desplegar ingentes negociaciones para impulsar una cierta gobernabilidad relativamente tranquila, y además deberá gobernar con muchos corruptos, partiendo por el que será su presunto ministro de hacienda, Paulo Gudes, el que ya ha sido imputado por corrupción y que proviene de la escuela de los Chicagos Boys y sus políticas económicas ultra neoliberales, de allí, el gran desconcierto que generara su gestión presidencial y que la sociedad brasileña deberá enfrentar con mucha incertidumbre, en donde Bolsonaro necesitara de un gobierno que genere credibilidad y confianza.
Ahora de acuerdo a lo que informan los más diverso medios de prensa, el centro de su gobernabilidad, estará determinado por la más diversa política neoliberales, como la reducción del gasto público, que incide en lo social, la entrega de las empresa estatales a la voracidad de los capitales, la reforma laboral, la reforma de las pensiones a la chilena, que es la gran estafa a los trabajadores, la internacionalización de la economía, poniendo a disposición de la oligarquía y las multinacionales, los recursos naturales más importantes del Brasil, reduciendo al minimo el papel del estado.
En el plano internacional buscara un acercamiento con las políticas hegemónicas de los Estados Unidos y su bufón mandatario. Desplegara todos sus esfuerzos para contribuir a poner fin al gobierno de Venezuela y es posible que congele sus relaciones con Rusia y China. Estados Unidos presionará para que Bolsonaro corte todos sus lazos económicos y comerciales con los países antes mencionados e instándolo a que abandone el BRICS.
Lo cierto es que el ultraderechista Bolsonaro pondrá fin a los avances alcanzados en materia social y que fueran impulsadas bajos los gobierno de Lula y Dilma Rousseff, para priorizar por el neoliberalismo económico, cuyos ejes centrales son afectar a los sectores sociales con menor poder adquisitivo, frenar los aumentos de salarios, generar puestos de trabajo temporales, precarios y mal pagados, contribuyendo así al crecimiento gradual de mayores desigualdades sociales y abriendo una brecha mayor, entre unos pocos ricos y la gran mayoría, pues el programa de Bolsonaro estará al servicio del poder del dinero y buscara desmantelar los logros alcanzados en materia social, cuestión ya típica en las políticas económicas neoliberales, de allí que nada bueno le espera al pueblo brasileño, bajo la gestión de un incompetente y mediocre como Bolsonaro, y que permanentemente rehúye de la prensa, para que no quede al descubierto su cerebro gris, tan simple como eso.
Ahora las claves del triunfo de Bolsonaro, no están precisamente determinadas por lo que fue su campaña electoral, puesto que tuvo apariciones públicas breves, siempre rehuyendo de la prensa y los debates, además se restó de participar en los debates públicos y de cara a la ciudadanía, con el argumento de su convalecencia, producto de una agresión no del todo aclarada por la policía brasileña y que se usó para una precaria aparición ante la maquinaria mediática a su servicio.
Sin embargo, cabe preguntarse…¿cuáles son los factores que permitieron el triunfo del candidato de la extrema derecha?, puesto que este representa a un pequeño partido político (PSL), con muy poca relevancia dentro de la tradicional política brasileña. El Partido Social Liberal, prácticamente de la nada, pasó de ser una fuerza minúscula para convertirse en la segunda mayor bancada en la Cámara de los Diputados y a entrar por primera vez en el Senado.
A simple vista diríamos que el candidato de la ultraderecha, la tuvo ciertamente fácil, pues los elementos que permitieron el triunfo de Jair Bolsonaro, estuvieron determinados por el apoyo directo o encubierto de las cadenas de TV a su candidatura., entre ellas, la televisión ligada a las iglesias evangélicas (RecordTV).
Otro de los elementos que permitió el triunfo de Bolsonaro, fueron las empresas encuestadoras, las cuales paulatinamente con sus resultados, fueron las que impusieron la candidatura del candidato de la extrema derecha. En este aspecto cabe señalar que tanto las cadenas de TV, como las consultoras, son entidades empresariales ideológicamente de derecha, las que manipulan y tergiversan las encuestas, de acuerdo a sus propios intereses políticos y empresariales, cuestión que además, viene ocurriendo en diversos países de América Latina, cuando se trata de elecciones presidenciales.
También cabe mencionar la campaña de satanización del Partido de los Trabajadores (PT) y su candidato presidencial Fernando Haddad (44,88%), realizados a través de los diversos recursos de la red Internet (Facebook, YouTube, Twitter, Instagram y WhatsApp), entre los más relevantes. Contando además con el asesoramiento y apoyo de Steve Bannon, que desde agosto se encontraba guiando la candidatura de Bolsonaro.
Recordemos que el candidato del Partido Social Liberal (PSL), se empino significativamente en la carrera presidencial brasileña con el uso de las redes sociales y noticias falsas, más conocidas como “fake new”, habiendo contado para tales efectos, con el principal especialista en desinformación: quien ha sido ejecutivo de medios estadounidense, ex banquero de inversiones y expresidente ejecutivo de Breitbart News. Bannon, fue estratega de la campaña de Donald Trump, en Estados Unidos y jugo un papel relevante en las últimas dos semanas de campaña de Bolsonaro.
En este sentido también cabe destacar el apoyo “prestado” el pasado 4 de octubre por Silas Malafaia, líder espiritual de la iglesia Asamblea de Dios - Victoria en Cristo, el cual declaró públicamente su apoyo a Bolsonaro en un vídeo publicado en su perfil de Facebook. En Brasil el 22% de los brasileños se declara evangélico. La Asamblea de Dios es la iglesia más importante en el país y cuenta con 12 millones de feligreses, los cuales además obtuvieron 84 escaños en la Cámara de Diputados. De allí que el apoyo de los sectores sociales poco alfabetizado y muy ligados a los mitos religiosos, ha sido muy relevante para el éxito obtenido por el candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro.
Ahora el éxito de Bolsonaro, está asentado en un populismo chabacano y brutal, que solo refleja su propia mediocridad política, pero que ha sido capaz de exacerbar las emociones, especialmente el miedo y el odio, que cala mucho más que cualquier programa político. Su critica a la elite política, de la cual forma parte y el desencanto que sienten los brasileños con las instituciones públicas, en especial con el mundo parlamentario, los partidos políticos, el sistema judicial y la corrupción transversal que afecta a todo el aparato del Estado y el mundo político, la inseguridad ciudadana, la crisis económica, son elementos adicionales y sensibles para los brasileños y que han sido coaptados por la demagógica candidatura de Bolsonaro.
Otro aspecto que han destacado permanentemente los medios de prensa nacionales, como internacionales, es el alto grado de radicalización y polarización en que están sumidos de los brasileños, lo que es peligroso, pues este viene hacer “el caldo de cultivo”, para el partido del orden de las fuerzas armadas, que, en una situación de crisis mayor, serían conminadas a actuar.
Lo cierto es que al asumir el presidente electo Jair Bolsonaro, en enero próximo, nos encontramos enfrentados a un declive notable de la joven democracia brasileña y que ante la crisis generalizada que se vive, el ultraderechista mandatario, podría optar por el “factor Bordaberry” (Uruguay) cuyo presidente, después de haber sido presidente en unas amañadas elecciones, se aupó como dictador. Por lo demás esta claro, que muchos de los alto oficiales en retiro de las Fuerzas Armadas, entrarían a formar parte de sus gobiernos en los más diversos niveles, en una especie de dictadura encubierta.
Bolsonaro en su breve comparecencia a través de Skype y sin dar la cara directa a su propio electorado, prometió cumplir con la aplicación de su programa de gobierno, que incluso es muy poco conocido por la prensa. Programa que estaría muy asociado a lo que fueron todos sus exabruptos de su campaña, con un discurso agresivo, simplista, excluyente, violento y defendiendo siempre la dictadura militar (1964-1985).
En sus alocuciones siempre estuvieron presente las amenazas a sus adversarios políticos, la mentira como recurso de su accionar político, prometió con exiliar a todos los que se opongan a su gestión presidencial, en especial a los “rojos”, es más, uno de sus hijos amenazo con borrar el Tribunal Supremo de Justicia, desato toda su furia contra el Partido de los Trabajadores, en lo cual tuvo relativo éxito, su anticomunismo le brotaba por los poros, su anti sindicalismo estaba a la orden del día, su anti politicismo, son todos elementos adicionales que formaron parte de su campaña presidencial.
Sus criticas también estuvieron dirigidas hacia la elite política corrupta, de la cual forma parte. En este aspecto Bolsonaro deberá enfrentar una mayoría parlamentaria que no tiene, deberá desplegar ingentes negociaciones para impulsar una cierta gobernabilidad relativamente tranquila, y además deberá gobernar con muchos corruptos, partiendo por el que será su presunto ministro de hacienda, Paulo Gudes, el que ya ha sido imputado por corrupción y que proviene de la escuela de los Chicagos Boys y sus políticas económicas ultra neoliberales, de allí, el gran desconcierto que generara su gestión presidencial y que la sociedad brasileña deberá enfrentar con mucha incertidumbre, en donde Bolsonaro necesitara de un gobierno que genere credibilidad y confianza.
Ahora de acuerdo a lo que informan los más diverso medios de prensa, el centro de su gobernabilidad, estará determinado por la más diversa política neoliberales, como la reducción del gasto público, que incide en lo social, la entrega de las empresa estatales a la voracidad de los capitales, la reforma laboral, la reforma de las pensiones a la chilena, que es la gran estafa a los trabajadores, la internacionalización de la economía, poniendo a disposición de la oligarquía y las multinacionales, los recursos naturales más importantes del Brasil, reduciendo al minimo el papel del estado.
En el plano internacional buscara un acercamiento con las políticas hegemónicas de los Estados Unidos y su bufón mandatario. Desplegara todos sus esfuerzos para contribuir a poner fin al gobierno de Venezuela y es posible que congele sus relaciones con Rusia y China. Estados Unidos presionará para que Bolsonaro corte todos sus lazos económicos y comerciales con los países antes mencionados e instándolo a que abandone el BRICS.
Lo cierto es que el ultraderechista Bolsonaro pondrá fin a los avances alcanzados en materia social y que fueran impulsadas bajos los gobierno de Lula y Dilma Rousseff, para priorizar por el neoliberalismo económico, cuyos ejes centrales son afectar a los sectores sociales con menor poder adquisitivo, frenar los aumentos de salarios, generar puestos de trabajo temporales, precarios y mal pagados, contribuyendo así al crecimiento gradual de mayores desigualdades sociales y abriendo una brecha mayor, entre unos pocos ricos y la gran mayoría, pues el programa de Bolsonaro estará al servicio del poder del dinero y buscara desmantelar los logros alcanzados en materia social, cuestión ya típica en las políticas económicas neoliberales, de allí que nada bueno le espera al pueblo brasileño, bajo la gestión de un incompetente y mediocre como Bolsonaro, y que permanentemente rehúye de la prensa, para que no quede al descubierto su cerebro gris, tan simple como eso.