Periodismo de ficción en Yemen
El Diario (España)
El periodismo en este país ha alcanzado
tal grado de perfección que basta una palabra para resumirlo: Marhuenda.
Lo imputaron el jueves y lo desimputaron el martes. La justicia de
marcha atrás también requiere de un léxico con caja de cambios. Primero
se investiga a un señor y luego se lo desinvestiga. Por en medio nos
enteramos que, en la intimidad de la conversación telefónica, el
director de La Razón llamaba “zorra” a la presidenta de la Comunidad de
Madrid y “puta” a su directora de comunicación. Quién iba a decirnos que
detrás de la prosa razonable y adhesiva de Marhuenda se ocultaba un
poeta. Sucede que hablaba mediante metáforas, suponemos que es lo que ha
querido decir el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, cuando
explica en su auto del martes que ni Marhuenda ni Casals “habrían
conseguido” coaccionar a Cristina Cifuentes. Según las grabaciones que
se hicieron pública, conseguirlo no: sólo lo habrían intentado.“¿Con
qué cara me presentaría ante mis alumnos de Derecho si fuera verdad lo
que se me imputa?” se pregunta Marhuenda. Más que con una cara, podría
presentarse con una portada de su periódico, una al azar, porque La
Razón cuenta con algunas de las portadas más fastuosas del arte
posmoderno. Entre ellas, todavía recuerdo una de Aznar vestido de
portero y parando un penalti, otra con Tsipras abierto de brazos
titulada con increíble ingenio “Desgrecia” (“los helenos se lanzan al
abismo populista” rezaba debajo) y otra de un militar ruso listo para
zamparse una hamburguesa y abriendo una bocaza donde se veía hasta el
esófago (titular: “Putin traga”). La semana pasada tuvieron el cuajo, en
medio de la tormenta de mierda que afectaba al país y a su propio
periódico, de abrir con la crisis política en Venezuela.
Gracias a
una prensa omnívora y a una ciudadanía rumiante, en España la gente
está mucho mejor informada de lo que sucede en el país caribeño que de
lo que sucede en el propio. Desde los tiempos de Chávez, Venezuela es el
mantra informativo con el que muchos periódicos e informativos, no sólo
La Razón, distraen al personal de las cacicadas, putiferios y
latrocinios que asolan la geografía patria. Es cierto que en los últimos
tiempos la situación en Caracas roza la catástrofe, con manifestaciones
diarias, brotes de violencia callejera y casi una treintena de muertos
en disturbios. Al lado de este desastre, es cierto que el saqueo del
Canal de Isabel II y la podredumbre de las instituciones españolas pasan
a segundo plano, pero da la casualidad de que los periódicos españoles
no se imprimen en Caracas.
Si de verdad les importaran las vidas
humanas en calidad de algo más que de maniobra de distracción, todos los
días desayunaríamos con postales de la guerra civil en Yemen, un país
en estado de sitio desde hace dos años, bombardeado por los amigos
saudíes con apoyo logístico y militar y beneplácito de Estados Unidos y
de un montón de potencias occidentales, entre ellas, España. El
conflicto en Yemen ha alcanzado la categoría de hecatombe, con una
alarma internacional pregonada por la ONU que advierte que puede
desembocar en la mayor catástrofe humanitaria de la historia: siete
millones de personas están a punto de morir de hambre. Un niño muere
cada diez minutos en Yemen pero ¿a quién le importa?
Fuente:
http://blogs.publico.es/davidtorres/2017/04/28/periodismo-de-ficcion-en-yemen/
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