Ecuador: El plan económico de Guillermo Lasso es el dogma del liberalismo económico
Juan Pablo Jaramillo
Guillermo Lasso se publicita como un
empresario, un gerente, un ejecutivo, que ha sido exitoso y sabe de
economía. pero manejar la economía de un país no es lo mismo a manejar
las finanzas de un banco, una empresa o una fortuna familiar. La
evaluación de políticas públicas va más allá de un estado financiero de
pérdidas y ganancias. La economía es una ciencia social: su fin último
es el bienestar del ser humano, tanto en términos del individuo como de
la sociedad. Hace tiempo, el debate económico ya superó la disyuntiva
entre políticas de derecha (en pro del capitalismo) y políticas de
izquierda (en pro del socialismo). La economía moderna no descarta los aportes de Adam Smith ni los de Karl Marx,
pero más allá de aquello, se concentra en evaluar mediante sofisticados
métodos estadísticos la aplicación de políticas públicas, es decir,
buscar evidencia empírica que avale cualquier propuesta en materia
económica. El principal problema del plan de gobierno de Guillermo Lasso
y de sus asesores económicos es que ignoran la evidencia empírica.
Su
plan se fundamenta en una visión dogmática del liberalismo económico.
Es una receta que los países desarrollados jamás han aplicado y que se
sustenta en:
- Reducción de impuestos
- Reducción del gasto público
- Privatización de servicios públicos
- Reducir al mínimo toda regulación gubernamental
- Eliminación de toda barrera al comercio exterior
- Implementación del patrón oro como esquema monetario
Siguiendo
el checklist del liberalismo económico, más cercano a ser una dogma que
una ciencia, se propone eliminar catorce impuestos: algo que, por la
coyuntura económica que vive el país puede ser desastroso. Ecuador
arrastra un déficit fiscal que por lo bajo bordea los cinco mil millones
de dólares al año, que en el corto plazo se ahondará al dejar de
recaudar cerca de tres mil millones de dólares por el plan de CREO. En
términos aritméticos el hueco crecería potencialmente a ocho mil
millones de dólares, generando desconfianza y mermando la inversión,
obligando a un inmenso ajuste en el gasto público, que no es
recomendable: como lo explica el exjefe del Banco Mundial para América
Latina, Augusto de La Torre,
“se necesita un ajuste gradual del gasto para no ahondar la crisis”. La
hipótesis de que la situación fiscal no se agravaría porque quitar
impuestos llevaría a un espectacular dinamismo de la economía y una
mayor recaudación es un acto de fe alejado de la evidencia empírica.
Es
necesario revisar la historia: los rescates fiscales del Fondo
Monetario Internacional (FMI) —incluyendo el de Ecuador de finales de
los 90s— del cual el propio Guillermo Lasso fue protagonista no se
sustentan en la eliminación de impuestos. Son una combinación de
reducción del gasto y aumento de impuestos: el mismo Guillermo Lasso
planteaba en aquella época subir el IVA del 10% al 15%,
algo que se cumplió a medias, cuando el IVA subió al 12%. El argumento
de que subir impuestos agravaría la crisis parece que no fue considerado
cuando el Ecuador salvó a los bancos a fines de la crisis del siglo
pasado.
Ese no es el único caso. El rescate a
Grecia en 2016 para reestructurar su deuda se sustenta en recortes de
gasto y un aumento de impuestos, una subida del IVA del 23% al 24%. Lejos de ser un tema ideológico, otra muestra es que en España Mariano Rajoy propuso
el incremento del impuesto a bebidas alcohólicas y al tabaco, además de
aumentar el IVA. Y por si no fuesen suficientes ejemplos, nuestro
vecino Colombia, en la actual desaceleración económica acaba de aprobar
una reforma tributaria en la que el IVA aumentó del 16% al 19%. Su argumento fue“hay
que compensar los recursos que se dejaron de percibir por la caída del
precio del petróleo”. El ministro de Hacienda colombiano Mauricio
Cárdenas lejos de ser un socialista empedernido ha sido condecorado como
el mejor ministro de Economía de la región.
Bajar impuestos abruptamente es una política peligrosa que puede poner
en peligro la capacidad del Estado para honrar la deuda externa
previamente adquirida, la cual demandará de un esfuerzo de alrededor del 4% del PIB anual para pagar capital e intereses en los próximos 4 años de gobierno.
Por
si no fuera poco, el detalle de los impuestos que se planea eliminar
hace de la propuesta de Lasso más dogmática aún. Se propone recortar los
impuestos al consumo especial (ICE) sobre el alcohol, los tabacos y las bebidas gaseosas azucaradas. Impuestos que cuentan con el apoyo de organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud, adscrita a las Naciones Unidas. Los
argumentos de Guillermo Lasso han sido tan ridículos que se ha llegado a
manifestar que poner impuestos sobre la Coca Cola, ”afecta la alimentación de los obreros que almuerzan pan con cola”.
Esto claramente evidencia que el exbanquero cree que la economía se
reduce al cálculo de las finanzas de las personas y no al aumento de su
bienestar, que está más bien asociado con evitar ciertas enfermedades.
Entre los impuestos a eliminar estarían los impuestos verdes. Según Lasso,
el problema es que estos fondos van al Estado y no a un fideicomiso
privado. Su propuesta es como si dijera que el parque nacional Cotopaxi
sería mejor manejado si estuviera en manos de una fundación privada.
La
privatización, aunque sus asesores han tratado de maquillarla con otros
nombres, está constantemente presente en el plan económico de CREO.
Otra prueba de aquello es la propuesta del voucher educativo, o como
también se lo denomina cheque educativo, vocablo de un banquero. La
propuesta ya se ha aplicado en Chile desde Pinochet y en otros países en
vías de desarrollo y no ha mejorado la calidad de la educación. Más
bien, ha generado un sistema educativo más segregado como lo demuestran estudios de la Universidad de Stanford.
En
Educación Superior, Lasso plantea eliminar la Senescyt y el examen
estandarizado de ingreso a la universidad. Propuesta que ignora que el
problema no radica en tener un examen como filtro meritocrático, sino en
el hecho de que la demanda supera la oferta de cupos universitarios porque más bachilleres terminan el colegio y pueden aspirar a ir a la Universidad.
En la Universidad Central del Ecuador, por ejemplo, existen cien cupos
para Medicina; sin embargo, las aplicaciones superan las tres mil. Por
lo tanto, es irrelevante que haya o no examen de ingreso y que este lo
suministre la Senescyt o la propia universidad: para dicha carrera y
otras faltan cupos, es un problema de capacidad instalada.
Los exámenes de ingreso a la universidad son algo común en todo sistema universitario de calidad. La evidencia empírica,
acorde a los estudios sobre economía de la educación, señalan que un
buen resultado en estos exámenes disminuye la probabilidad de que el
estudiante deserte y aumenta la probabilidad de que concluya sus
estudios, algo fundamental si no se quiere desperdiciar recursos
públicos. En Estados Unidos por ejemplo se pide el SAT para pregrado y el GRI o GMAT para posgrado. No
son exámenes elaborados por la misma universidad, son estandarizados
para facilitar la aplicación a varias carreras y varias universidades
sin que el aspirante tenga que rendir varios exámenes en cada
universidad que aplica. Los costos de estos exámenes oscilan entre los 54 y 183 dólares por intento.
Por ende, si hay alrededor de 300 mil aplicaciones anuales en Ecuador
el sistema de admisión cuesta, como mínimo, 15 millones de dólares bajo
los parámetros internacionales.
Las zonas
francas de Salud son otro nombre novedoso en el plan de CREO para no
mencionar el término privatización. Se plantea que haya inversión
privada en el sector a cambio de la exención de todos los impuestos y
reservará un veinte por ciento de atenciones médicas para el Estado a
distribuir entre los pobres -beneficiarios del Bono de Desarrollo
Humano-. El problema con esta propuesta es que no toma en cuenta que la
demanda geográfica por servicios de salud y los ingresos de la población
son dispares. Probablemente construir un hospital privado en Quito,
Guayaquil o Cuenca sí sea rentable, pero en Sigchos, Rioverde o Sucúa no
lo sería por el bajo ingreso de los habitantes. Entonces, por más
exención de impuestos que existiese, parte de la población no sería
atendida. Esta es una muestra de que Lasso y su equipo desconocen sobre
las fallas del mercado -tema a tratar en Microeconomía 3 en cualquier universidad respetable-.
El
dogma del liberalismo económico lleva a reducir y rechazar toda
regulación gubernamental sobre los mercados. El mercado del trabajo, sin
duda, entra en el orden de prioridad a desregular y sería el sustento
ideológico a la oferta electoral de #1MillónDeEmpleos, que no es fruto de un cálculo econométrico sobre
el potencial de crecimiento que tiene el país para generar empleo
adecuado. El empleo adecuado bajo la definición del Instituto Nacional
de Estadística y Censo (INEC) es aquel que con una carga horaria de 40
horas o más y cuya remuneración supere los 375 dólares (el salario
mínimo actual), o en el que, si bien no se cumple con la carga horaria
se tiene un ingreso superior al mínimo y de manera expresa se declara no
querer trabajar más.
#1MillónDeEmpleo es una propuesta del marketing político, copiada de otros candidatos en el exterior (Macri y Capriles) sin ninguna adaptación al entorno nacional como el tamaño y productividad de la economía. En ningún momento se detalla qué tipo de empleo se
creará (empleo ocasional, por horas, subempleo, informal), quiénes
serán los beneficiados (discapacitados, indígenas, afroecuatorianos,
mujeres, jóvenes). Tampoco dice en qué sectores de la economía se sustentará(turismo,
construcción, agricultura, industria). La evidencia empírica determina
que para crear #1MillonDeEmpleos adecuados en cuatro años, la economía
del Ecuador debería de crecer anualmente entre el 6% y 8% sin que los
salarios crezcan en términos reales. Improbable (por no decir
imposible).
El plan de Lasso también plantea
una apertura indiscriminada hacia el mundo: “más Ecuador en el mundo y
más mundo en el Ecuador”. Es una verdad de Perogrullo pues un país que
exporta más, crece más e importa más en dicho orden causal. No obstante, los asesores económicos de Guillermo Lasso (Pablo Arosemena y
Aparicio Caicedo), siguiendo el dogma del liberalismo económico
invierten el orden causal y llevan a inaugurar la teoría de que la
actual recesión económica se debe a las salvaguardas y no a la caída de
las exportaciones ecuatorianas producto del bajo precio del petróleo y
la revaluación del dólar.
Si no se entienden las causas de la recesión difícilmente se puede tomar acciones para superarla. En el planteamiento de Guillermo Lasso no
hay una propuesta para diversificar y aumentar el rubro de las
exportaciones ecuatorianas en materia industrial. Tampoco se señala cómo
aumentar la competitividad para compensar las rigideces que la
dolarización impone, pues, al fin y al cabo, es lo más parecido al
patrón oro, sistema monetario que el mundo abandonó hace ya casi 50 años pero que sigue en el checklist del dogma del liberalismo económico. No se trata de que Ecuador abandone la dolarización,
lo que sería desastroso: se trata de que se comprenda a fondo el
esquema monetario para generar política pública que maximice los
beneficios de la dolarización y minimice sus desventajas.
En resumen: el plan económico de Guillermo Lasso se sustenta en el dogma del liberalismo económico y está lejos de plantear verdaderas soluciones en materia económica basadas en la evidencia empírica, lo
que sí lograría encaminar al Ecuador por la senda del aumento del
bienestar para los individuos y la sociedad. Esto no debe de sorprender:
a fin de cuentas Guillermo Lasso es un bachiller que aprendió del
oficio de ser banquero, pero nunca pasó del tercer semestre de la
carrera de economía. Su verdadero conocimiento en la materia, que es
supuestamente su fortaleza como candidato, está lejos de ser comparado
con el de los presidentes economistas de la exitosa derecha en América
Latina, como Pedro Pablo Kuczynski (que es Master en Administración
Pública por Princeton), Sebastián Piñera (que es Master y Doctor en
Economía por Harvard), o Juan Manuel Santos (Master en Economía y
Desarrollo Económico por London School of Economics y en Administración
Pública por Harvard). Manejar la economía de un país no es lo mismo a
manejar las finanzas de un banco, una empresa o una fortuna familiar.
Más allá de que Guillermo Lasso esté inmiscuido en el feriado bancario —algo
que no mencioné en todo este artículo— el futuro que nos depara si lo
elegimos, es la puesta en marcha de un plan que deja de lado lo que dicen los datos y la evidencia empírica. Como si la economía fuese una pseudociencia (tal como lo explica José Luis Ferreira en su libro: “Economía y Pseudociencia, crítica a las falacias económicas imperantes” ).
(Ecuador, 1987) Economista. A favor del análisis de las políticas
públicas caso por caso; en contra de quienes hacen de la economía un
dogma. Autor del blog Ecuanómica
http://elecciones2017.gkillcity.com/2017/03/28/cual-es-el-plan-economico-de-guillermo-lasso/?utm_campaign=shareaholic&utm_medium=facebook&utm_source=socialnetwork
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