lunes, 26 de julio de 2021

Jesús Ynfante y la Santa Mafia

                                                                                      


Recordando a Jesús Ynfante y su Santa Mafia .

Cincuenta años de un libro que nos abrió los ojos . 

Jesús Aller

El periodista y escritor gaditano Jesús Ynfante (1944-2018), exiliado en Francia tras sufrir la represión franquista, se dio a conocer en 1970 con «La prodigiosa aventura del Opus Dei: Génesis y desarrollo de la Santa Mafia», un libro publicado por Ruedo Ibérico cuya distribución no estuvo permitida en nuestro suelo, pero que se convirtió enseguida en un éxito editorial allende sus fronteras y seguramente en uno de los textos impresos más codiciados de que se tiene noticia.

La obra arrojaba luz meridiana sobre lo que muchos presentían y desnudaba una férrea estructura de poder disfrazada de espiritualidad, que resultaba imprescindible para comprender la deriva ideológica de la dictadura durante el despegue económico de los años 60. Transcurrido ya medio siglo desde su aparición, es un deber de gratitud recordar aquel fruto de la labor de un veinteañero que demostró con su ópera prima las virtudes que habrían de caracterizar toda su carrera.

Un clásico con plena vigencia

En la presentación, el autor dedica su obra, con frase de Larra, “A los batuecos, a quienes una larga costumbre de callar ha entorpecido la lengua.” A ellos se encamina el resultado de una investigación “rayana en lo detectivesco”, que comienza con un repaso de la biografía del fundador del Opus Dei en el primero de los ocho capítulos. El lector queda sorprendido desde el principio por la prosa bien trabada, que expone con rigor sin desdeñar la ironía, por la abundancia y diversidad de las fuentes manejadas y por la minuciosidad del aparato de notas a pie de página.

Un sacerdote con grandes ambiciones

Josémaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro en 1902 en una familia de clase media, y cursó estudios de Derecho y eclesiásticos. Ordenado en 1925, ejerce de sacerdote en Madrid, y en 1928 comienza a dar forma a una asociación para la que elegirá después el nombre de Opus Dei. Sus primeros miembros son universitarios que aceptan votos de pobreza, castidad y obediencia y en 1932 alcanzan el número de 13. El proyecto cuenta con una aprobación verbal de la jerarquía que hasta 1941 no se expresa por escrito.

En los años de la Segunda República, Escrivá abre en Madrid y Valencia pequeñas residencias de estudiantes donde realiza su apostolado y proselitismo, pero sólo tras la guerra la empresa coge vuelo, al conectar perfectamente con el espíritu de la época. Tomando como modelos organizativos la Institución Libre de Enseñanza y la Compañía de Jesús, el Opus Dei trata de extender el nacional-catolicismo en los ambientes universitarios y profesionales, los sectores más intelectuales de la vida del país. A través de este proceso y bajo la máscara de la “santificación del trabajo”, se implementaban en realidad una estricta ortodoxia, una disciplina férrea y un entramado mafioso que pronto generó pingües beneficios y decisiva influencia social al máximo nivel político y económico.


Santa Mafia nos ilustra con reveladores episodios de la trayectoria personal del fundador, que se instala en Roma en 1946 y en 1968 solicita y consigue el título de marqués de Peralta, en una operación que le costó un cuarto de millón de pesetas. El culto a su figura y a los detalles más nimios de su vida es una de las características que marcan a la cofradía que creó a lo largo de toda su historia. Falleció en 1975 y fue beatificado en 1992 y canonizado en 2002.

Ciencia católica”: el proyecto echa a rodar

En los años 40, el control del recién fundado y generosamente financiado Consejo Superior de Investigaciones Científicas, una de las obras mimadas de Franco, por parte de su secretario general, José María Albareda, sacerdote y miembro conspicuo del Opus, permitió poner los cimientos de una “ciencia católica” en el país. Algunos ejemplos desgranados muestran a las claras los altos niveles de incompetencia y rancio dogmatismo nacional-católico que marcaron los primeros pasos de esta institución.

Se analizan también pormenorizadamente los progresos de la Obra entre destacados grupos universitarios de Sevilla y Barcelona, así como el asalto que se emprende después a las cátedras de toda España, paisaje devastado por las depuraciones de la guerra y postguerra, a través del nombramiento por el gobierno de todos los miembros de los tribunales entre 1940 y 1951. Aclaremos que José Ibáñez Martín, ministro del ramo en ese periodo, era otro íntimo colaborador del de Barbastro. Al mismo tiempo, se produce un abordaje a las enseñanzas medias, vivero de alevines para el proyecto, y a los Colegios mayores, procesos descritos en detalle por Ynfante. La Universidad de Navarra, controlada por el Opus desde su fundación en 1952, desempeñó un papel central en estas estrategias.

La preocupación de la Obra por dirigir la maquinaria capitalista del país se manifiesta en la fundación en 1958 del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa), en Barcelona pero dependiente de la Universidad de Navarra, que será el semillero de las elites gestoras de la economía española.

La relación con la jerarquía católica

En los años 60, el Opus Dei tiene mayor influencia en los entramados políticos que entre la jerarquía eclesiástica, y recibe aceradas críticas por parte de miembros destacados de la Compañía de Jesús, por ejemplo, comprensibles si tenemos en cuenta que ambas instituciones se disputaban un mismo territorio. El tiempo, sin embargo, consolidó las posiciones de la Obra, asentada enseguida sobre fuertes apoyos en la Curia vaticana, y ello a pesar de tener que nadar contra corriente durante el concilio Vaticano II, y bregar con las denuncias de “fundamentalismo” que circularon por entonces.

El incremento de influencia se potenció tras la época narrada en el libro, con el acceso en 1978 a la silla de San Pedro de Karol Wojtyla, y llegó a su cenit en 1982 cuando éste, a través de su constitución apostólica Ut sit, elevó al Opus Dei al rango de prelatura personal, lo que garantizaba al fin una total independencia de la institución ante las iglesias locales y subordinación directa a la Santa Sede.

Una máquina bien engrasada

Ynfante nos describe en detalle cómo se accede a la Obra, historia que comienza con la invitación a un joven, o no tan joven, a un retiro espiritual, y continúa con la “pitada”, solicitud de ingreso a través de una carta al Padre, en la que el neófito especifica el grado que le ha sido aconsejado: “numerario”, que no exige el sacerdocio, pero sí celibato y formación sacerdotal, y lo incorporará al núcleo duro del Opus Dei; “supernumerario”, para miembros casados o sacerdotes diocesanos; u “oblato”, típicamente para personas sin estudios superiores ni relevancia social. A los seis meses puede materializarse la “admisión”, vinculación jurídica con la Obra, y la formulación de los tres votos. Un año después, en la ceremonia de “Oblación”, la adhesión se renueva, y lo seguirá haciendo cada 19 de marzo durante seis años (en el transcurso de una misa) hasta hacerse definitiva. Sólo entonces se recibe la alianza que simboliza la culminación del proceso. Se detallan también en el libro las rutinas, jaculatorias, rezos y penitencias que jalonan la vida de los miembros, así como el programa de retiros y convivencias que se prodigan.

La estructura de poder tiene su centro en Roma en un presidente y un Consejo general, y se prolonga en Consejos regionales y locales. Las casas donde habitan los numerarios tienen un director (siempre un sacerdote), que atiende a lo espiritual, un subdirector, encargado de las actividades prácticas y un secretario. La “sección femenina” de la Obra copia rasgos de la masculina, pero con un carácter subordinado. En ella, el acceso al grado numerario puede lograrse por medio de una jugosa dote, y hay una preocupación especial por integrar como oblatas a las trabajadoras de los servicios de limpieza de casas y residencias.

No resultaba fácil calcular los efectivos de la institución, pero Ynfante estima una cifra aproximada de 25 000 personas en todo el mundo, incluidos cooperantes, para el año 1964. Según él, el “espíritu de la Obra” se basa en el sometimiento a una voluntad superior a la que se atribuye origen divino y que “santifica” la labor intelectual y empresarial impuesta socialmente. Las actividades son variadas, como se verá, pero una destacada es la fabricación de prestigios, a bombo y platillo, para los compañeros de militancia, de lo que se dan buenos ejemplos.

La conquista del Estado

Los cuatro primeros capítulos aportan interesantes datos sobre la historia y el funcionamiento de la Obra, pero sólo en el quinto comprendemos que lo que se ha descrito hasta entonces es en realidad un aparato burocrático totalitario capaz de controlar y dirigir la economía y la política de un país. Esta sección está dedicada a escudriñar el sistema de gobierno impuesto en España tras la Guerra Civil, autocracia de Francisco Franco revestida de nacional-catolicismo, y en ella Ynfante nos aproxima en detalle al círculo de familiares y allegados del dictador, núcleo decisorio del régimen, y nos revela cómo en la maquinaria militar y política de éste se observa, a partir de 1951, el acceso imparable de miembros de la Obra a posiciones clave.

Laureano López Rodó, un catedrático de Derecho administrativo y miembro numerario del Opus, desempeña un papel crucial en el asalto al poder que culmina en 1969 con un gobierno dominado por la Obra. Las fricciones desencadenadas por este irrefrenable ascenso con los falangistas, el otro grupo influyente del régimen, incluyeron un muy tímido apoyo por los del marqués de Peralta a las Comisiones Obreras que acababan de nacer, como forma de restar fuerza a los sindicatos verticales. Hay que decir, sin embargo, que esta simpatía no libró a Marcelino Camacho de sufrir largos años de cárcel.

La infraestructura económica

Desentrañados el abordaje a las cátedras universitarias, la ocupación del CSIC y la conquista del poder político, el extenso capítulo sexto se dedica en exclusiva a las finanzas de la Obra, cuyo primer elemento importante fue el control del Banco Popular. En España la Iglesia participaba, secular y suculentamente, del dominio económico, como propietaria de bienes inmuebles, empresas y bancos, como se recuerda en el libro, pero lo que se observa en los años 60 y se describe exhaustivamente en él, es un asalto inusitado por parte del Opus Dei a las estructuras de poder de las grandes corporaciones bancarias, en una época en que además los miembros más destacados de la oligarquía se sumaban a la Obra o colaboraban con ella.

El entramado que Ynfante pone ante nuestros ojos tiene ramificaciones financieras, pero también en las industrias de la construcción, química, textil, farmacéutica y cinematográfica, y esto sin olvidar la exportación de vinos, que en ella estuvo el origen de RUMASA. La siderurgia y la minería quedaban, sin embargo, principalmente para otros grupos oligárquicos. Se analiza por último la penetración de la Obra en el mundo editorial, a través de Rialp y Magisterio Español sobre todo, y SARPE para las revistas. En el periodismo,los de Escrivá controlaban la agencia Europa Press, así como el diario El Alcázar hasta 1968 y la cadena SER. En el momento de publicación de Santa Mafia eran ocho los periódicos en sus manos, entre ellos Madrid y Nuevo Diario, con otros muchos participados o en su órbita de influencia.

Ideología e imperialismo de la Obra

Ynfante define la ideología del Opus Dei como clerical-autoritaria, y ve tras ella a una burguesía que ha tomado al fin el control del país, y que después de un período de imposición puramente fascista, en la guerra y su inmediata postguerra, y cuando el desenlace del conflicto mundial desaconsejaba guiños totalitarios, halla en la tecnocracia un instrumento óptimo de enriquecimiento. Sus bases teóricas pueden rastrearse en Donoso Cortés, Marcelino Menéndez Pelayo y Ramiro de Maeztu, y alientan luego en una amplia nómina que se repasa concienzudamente, de Pemán a Fernández de la Mora, todos ellos intelectuales muy publicitados en su época, generosamente amamantados por los presupuestos del Estado y rendidos admiradores del Caudillo que libró a España del comunismo y la llevaba paternalmente por caminos de progreso.

El último capítulo se dedica a la expansión de la Obra y su ideología clerical-autoritaria a nivel mundial, proceso que se dinamiza a partir de 1969 y refleja la vitalidad del fascismo español travestido de espiritualidad cristiana. Ynfante documenta el ritmo y los métodos de la penetración en Europa y América, y aporta sorprendentes datos de la pujanza en los Estados Unidos y Francia. Sin embargo, se presentan evidencias también del desgaste generado por esta dinámica enloquecida de los años 60, con deserciones, críticas e historias truculentas de odios y vendettas que minan el prestigio de la institución. Además, en 1969 estalla el caso Matesa, del que los de Escrivá no van a salir muy bien parados.

La obra concluye con una justificación del uso del término “mafia” para describir la Obra, tal vez exagerado si atendemos a una definición académica del vocablo, pero consolidado por una década de empleo en medios de comunicación de todo el mundo. También se utilizó mucho la expresión “Octopus Dei”.

Apéndices y anexo

Cuatro apéndices sirven al autor para pasar revista a lo escrito hasta ese momento sobre el Opus Dei con una perspectiva no hagiográfica; para diseccionar Camino, culmen del pensamiento del santo aragonés; para hacer un recuento preliminar de los centros, residencias, casas de ejercicios, etc. de que disponía la Obra en 1970; y para reproducir las “Constituciones” de la institución, documento en latín para uso exclusivo de sus jerarcas, que según algunas fuentes llegó a manos de Ynfante cuando era secretario de José Vidal-Beneyto, quien lo poseía por haberlo sido a su vez de Escrivá en su juventud, y según otras fue filtrado por un prominente jesuita. En este texto, que se presenta en traducción de Agustín García Calvo, resplandecen todos los rasgos de la estructura clerical-autoritaria.

Un anexo aporta dos largas listas de militantes y simpatizantes de la Obra, información valiosa aunque incompleta y no exenta de errores, que se obtuvo a partir de testimonios confidenciales de antiguos miembros.

Un brillante y valiente periodista de investigación

Santa Mafia desmontaba con rigor los relatos apologéticos imperantes en la época sobre el Opus Dei, y confirmó lo que muchos intuían. Los detalles escabrosos que revelaba contribuyeron sin duda al desprestigio de una congregación que había alcanzado la cima de su poder justo cuando la obra se publicó. Sin embargo, el nacional-catolicismo era un elemento decisivo en la transición gatopardesca que se diseñaba en las alturas y tampoco se trataba de que la sangre llegara al río. La hermosa frase final del libro: “Es un deber inaplazable la destrucción del actual ‘orden franquista’ y de la sociedad clasista y burocrática.”, no coincidía para nada con lo que planeaban los arquitectos del nuevo orden, y sólo esto explica que el eco oficial y mediático del magistral trabajo de Ynfante no estuviera nunca a la altura de sus merecimientos.

En Francia, el autor de Santa Mafia colaboró en periódicos y revistas como Le Canard Enchaîne y Charlie Hebdo, y publicó nuevos libros: Los negocios de Porcioles: las Sagradas Familias de Barcelona (1974); Los negocios ejemplares: Rumasa, Sofico, Matesa, los negocios del ‘Caudillo’ (1975); El ejército de Franco y de Juan Carlos (1976); Los negocios militares. Las fuerzas armadas en España (1976); y Un crime sous Giscard: l’affaire de Broglie, l’Opus Dei, Matesa (1981). Solamente los títulos nos dan una idea del certero instinto que guiaba la elección de sus temas de trabajo. Y hay que añadir además que, en el tratamiento de éstos, siempre destacó por lo incisivo y exhaustivo de sus análisis y por la contundencia bien argumentada de sus conclusiones.

Tras la muerte del dictador, Jesús Ynfante se estableció en España, donde continuó con su actividad periodística. Fue también corresponsal de la agencia EFE en Bruselas hasta los años 90, y siguió publicando libros, dos más profundizando en su ópera prima: Opus Dei. Así en la tierra como en el cielo (1996) y El santo fundador del Opus Dei (2002), además de la novela El silencio de la termita (1983) y nuevos trabajos de investigación: La fuga de capitales y los bancos suizos (1978); Libro negro de la colza: el misterio del síndrome tóxico por el aceite (1982); Los muy ricos: las trescientas fortunas más grandes de España (1998) y La cara oculta del Vaticano (2004). Dejó inédito un ensayo sobre lo que él denominaba: “La remonarquía española”.

Este mes de julio en que se cumplen tres años de su fallecimiento en Los Barrios (Cádiz) resulta un buen momento para recordar al investigador y periodista que con inteligencia, tesón y duro trabajo iluminó alguno de los secretos más oscuros de nuestra historia reciente. Este video ofrece una breve información sobre Santa Mafia y Ruedo Ibérico, y recoge las intervenciones de Jesús Ynfante en el programa de La Clave sobre el Opus Dei (1984). El debate completo puede seguirse aquí.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/


 Conclusión , del blog ,  la mafia política  "franquista" del PP  no es de ahora

domingo, 25 de julio de 2021

La guerra de Libia se baso en mentiras.

El informe del Parlamento del Reino Unido detalla cómo la guerra de la OTAN en Libia en 2011 se basó en mentiras

 

 Ben Norton . 

Un nuevo informe publicado por el Parlamento británico muestra que la guerra de la OTAN sobre Libia de 2011 se basó en una serie de mentiras.

Libya: Examination of intervention and collapse and the UK’s future policy options” (Libia: Examen de la intervención y colapso y las futuras opciones políticas de Reino Unido), una investigación realizada por el Comité de Asuntos Exteriores de la bipartita Cámara de los Comunes condena el papel interpretado por el Reino Unido en la guerra, que derrocó el gobierno del líder Muamar Gadafi en Libia, y sumió el país del norte de África en el caos.

“No hemos visto pruebas de que el Reino Unido llevase a cabo un análisis apropiado de la naturaleza de la rebelión en Libia”, afirma el informe. “La estrategia de Reino Unido se basó en suposiciones erróneas y en una comprensión incompleta de las pruebas”.

El Comité de Asuntos Exteriores concluye que el gobierno británico “no fue capaz de identificar que la amenaza a los civiles fue exagerada y que los rebeldes incluían un elemento islamista importante”.

“La investigación libia, que se lanzó en julio de 2015, se basó en más de un año de investigaciones y entrevistas con políticos, académicos, periodistas y más. El informe, que fue publicado el 14 de septiembre, revela lo siguiente:

  • Gadafi no estaba planeando masacrar civiles. Este mito fue exagerado por los rebeldes y los gobiernos occidentales, que basaron sus intervenciones en poca información de Inteligencia.
  • La amenaza de los extremistas islamistas, que tuvieron una gran influencia en las revueltas, fue ignorada -y los bombardeos de la OTAN hicieron esta amenaza incluso mayor, proporcionando a ISIS una base en el norte de África.
  • Francia, que inició la intervención militar, estuvo motivada por intereses económicos y políticos, no humanitarios.
  • Las revueltas -que fueron violentas, no pacíficas- probablemente no hubieran tenido éxito si no hubiera sido por la intervención y la ayuda militar extranjera. Los medios de comunicación extranjeros, particularmente Al Jazera de Qatar y Al Arabiya de Arabia Saudí, también difundieron rumores infundados sobre Gadafi y el gobierno libio.
  • Los bombardeos de la OTAN hundieron a Libia en un desastre humanitario, matando a miles de personas y desplazando a otros cientos de miles, transformando Libia de ser el país africano con el mayor nivel de vida a un estado fallido devastado por la guerra.

Mito sobre que Gadafi iba a masacrar a civiles y falta de información de Inteligencia

“A pesar de su retórica, la proposición de que Muamar Gadafi había ordenado la masacre de civiles en Bengazi no se apoyaba en ninguna prueba disponible”, afirma claramente el Comité de Asuntos Exteriores.

“Mientras que Muamar Gadafi ciertamente amenazó con violencia a aquellos que se levantaron en armas contra su gobierno, esto no se traducía necesariamente en una amenaza contra todo el mundo en Begazi”, añade el informe. “En resumen, la escalada de amenazas a los civiles fue presentada con una certeza injustificada”.

El sumario del informe también señala que la guerra “no contó con información precisa de Inteligencia”. Añade que “Al parecer, agentes de Inteligencia de Estados Unidos describieron la intervención como una decisión tomada a la ligera”.

Esto desafía y contradice lo que las figuras políticas afirmaron en aquellos momentos previos a los bombardeos de la OTAN. Después de los violentos levantamientos que estallaron en Libia en febrero, y de que Bengazi -la segunda ciudad más grande de Libia- fuera tomada por los rebeldes, figuras de la oposición en el exilio como Soliman Bouchuiguir, presidente de la Liga para los Derechos Humanos con sede en Europa, afirmaron que si Gadafi retomaba la ciudad, “se produciría un auténtico baño de sangre, una masacre como la que se vivió en Ruanda”.

El informe del Parlamento británico, sin embargo, señala que el gobierno libio había retomado ciudades de los rebeldes a primeros de febrero de 2011, antes de que la OTAN lanzase su campaña de ataques aéreos, y las fuerzas de Gadafi no habían atacado a los civiles.

El 17 de marzo, señala el informe, dos días antes de que la OTAN empezase a bombardear, Gadafi dijo a los rebeldes en Bengazi: “Tirad vuestras armas, exactamente como hicieron vuestros hermanos en Ajdabiya y otros lugares. Ellos depusieron sus armas y están a salvo. Nunca los hemos perseguido”.

El Comité de Asuntos Exteriores añade que, cuando las fuerzas del gobierno de Libia retomaron la ciudad de Ajdabiya en febrero, no atacaron a los civiles. Gadafi “también intentó apaciguar a los protestantes en Bengazi con una oferta de ayuda al desarrollo antes de desplegar finalmente las tropas”, añade el informe.

En otro ejemplo, el informe indica que, después de luchar en febrero y marzo en la ciudad de Misrata, la tercera ciudad más grande de Libia, que también había sido tomada por los rebeldes, solamente un 1% de las personas matadas por el gobierno de Libia eran mujeres y niños.

“La disparidad entre las muertes de hombres y mujeres sugiere que las fuerzas del régimen de Gadafi atacaban a los combatientes en una guerra civil y no a civiles indiscriminadamente”, asegura el Comité.

Altos funcionarios británicos admitieron en la investigación del Parlamento que no tuvieron en cuenta las actuaciones que de verdad estaba llevando a cabo Gadafi, sino que pidieron la intervención militar en Libia basándose en su retórica.

En febrero, Gadafi pronunció un acalorado discurso amenazando a los rebeldes que habían tomado el control de las ciudades. Dijo que “solo eran unos cuantos” y “unos pocos terroristas”, y los llamó “ratas” que “están convirtiendo Libia en los emiratos de Zawahiri y Bin Laden”, haciendo referencia a líderes de Al Qaeda.

Al final de su discurso, Gadafi prometió “Limpiar Libia, palmo a palmo, casa por casa, hogar por hogar, callejón por callejón” de estos rebeldes. Muchos medios occidentales, sin embargo, dieron por sobreentendido e informaron rotundamente que estas palabras significaban una amenaza para todos los manifestantes. Un periodista israelí popularizó esta línea de información convirtiéndolo en una canción titulada “Zenga Zenga” (callejón, en árabe). El vídeo de Youtube con el discurso remezclado circuló por todo el mundo.

El Comité de Asuntos Exteriores apunta en su informe que, en aquel momento, los funcionarios británicos “carecían de información de Inteligencia fiable”. William Hague, que sirvió como Secretario de Estado británico para Asuntos Exteriores y de la Commonwealth durante la guerra en Libia, afirmó al Comité que “Gadafi había prometido “ir casa por casa, habitación por habitación, exigiendo su venganza contra el pueblo de Bengazi”, citando erróneamente el discurso de Gadafi, añadiendo que “un montón de gente iba a morir”.

“Dada la falta de información de Inteligencia fiable, tanto Lord Hague como el doctor Fox destacaron el impacto de la retórica de Muamar Gadafi a la hora de tomar su decisión”, apunta el informe, también haciendo referencia al entonces Secretario de Estado para la Defensa, Liam Fox.

George Joffé, un académico del King’s Collegue de la Universidad de Londres, y un experto en Oriente Medio y Norte de África, declaró al Comité de Asuntos Exteriores para su investigación que, mientras que Gadafi algunas veces utilizaba una retórica intimidatoria bastante de “helarte la sangre”, ejemplos del pasado mostraban que el líder libio que tanto tiempo llevaba en el poder era “muy cuidadoso” para evitar la muerte de civiles.

En una ocasión, contó Joffé, “en lugar de intentar eliminar las amenazas al régimen en el este, en Cyrenaica, Gadafi se pasó seis meses intentando pacificar a las tribus del lugar”. Gadafi “hubiera sido muy cuidadoso con la respuesta real” agregó Joffé en el informe. “El temor a la masacre de civiles fue enormemente exagerado”.

Alison Pargeter, investigadora senior del Instituto Royal United Services, y especialista en Libia que también fue entrevistada para las investigaciones, se mostró de acuerdo con Joffé. Pargeter dijo al Comité que en aquel momento no había pruebas reales de que Gadafi se estuviera preparando para lanzar una masacre contra sus propios civiles”.

“Emigrados opositores a Muamar Gadafi explotaron la agitación en Libia exagerando la amenaza a los civiles y alentando a las potencias occidentales a intervenir”, señala el informe, resumiendo el análisis de Joffé.

Pargeter añadió que los libios que se oponían al gobierno exageraron el uso de “mercenarios” por parte de Gadafi, un término que a menudo se utiliza como sinónimo para designar a los libios de ascendencia subsahariana. La investigadora añade que los libios le habían dicho: “Los africanos están viniendo. Nos van a masacrar. Gadafi está mandando africanos a las calles. Van a matar a nuestras familias”.

“Creo que eso se amplificó demasiado”, asegura Pargeter. Este mito amplificado llevó a la violencia extrema. Los libios negros fueron reprimidos violentamente por parte de los rebeldes libios. La AP (Associated Press) informó en septiembre de 2011: “Fuerzas rebeldes y civiles armados están acorralando a miles de libios negros y migrantes del África Subsahariana”. Señalaba: “Prácticamente todos los detenidos dicen que son trabajadores migrantes inocentes”.

(Los crímenes que cometieron los rebeldes contra los libios negros iban a llegar a ser mucho peor. En 2012, hubo informes sobre que los libios negros fueron metidos en jaulas por los rebeldes y obligados a comer banderas. Como informó previamente Salon, Human Right Watch (HRW), también advirtió en 2013 de “graves y continuadas violaciones de los derechos humanos cometidas contra los habitantes de la ciudad de Tawergha, que son considerados por lo general como seguidores de Muamar Gadafi.” Los habitantes de Tawergha eran mayoritariamente descendientes de esclavos negros y eran muy pobres. HRW informó de que los rebeldes libios llevaron a cabo el “desplazamiento forzado de unas 40.000 personas y que las detenciones arbitrarias, las torturas y los asesinatos son generalizados, sistemáticos y lo suficientemente organizados como para considerarse crímenes contra la humanidad”.)

En julio de 2011, el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner reconoció que Gadafi es alguien dado “a utilizar una retórica exagerada”, pero en febrero, los gobiernos occidentales convirtieron sus discursos en armas.

El Comité de Asuntos Exteriores señala en su informe que, a pesar de la falta de información de las agencias de Inteligencia, “el gobierno de Reino Unido se centró exclusivamente en la intervención militar” como solución en Libia, ignorando otras formas disponibles de compromiso político y diplomáticas.

Esto es coherente con la información difundida por The Washington Times, que averiguó que el hijo de Gadafi, Saif, había esperado negociar un alto el fuego con el gobierno de Estados Unidos. Saif Gadafi abrió comunicaciones sigilosamente con la Jefatura del Estado Mayor Conjunta, pero la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton intervino y pidió al Pentágono que detuviera las conversaciones con el gobierno de Libia. “La Secretaria Clinton no quiere negociar en absoluto”, dijo a Saif un funcionario de Inteligencia de EEUU.

En marzo, la Secretaria Clinton había llamado a Muamar Gadafi una “criatura” “que no tiene conciencia y que amenazará a cualquiera que se ponga en su camino”. Clinton, que tuvo un papel de liderazgo en presionar para que la OTAN bombardease Libia, afirmó que Gadafi “haría cosas terribles” si no se le detenía.

Desde marzo hasta octubre de 2011, la OTAN llevó a cabo una campaña de bombardeos contra las fuerzas del gobierno de Libia. Afirmaba estar en una misión humanitaria para proteger a los civiles. En octubre, Gadafi fue brutalmente asesinado -sodomizado con una bayoneta por los rebeldes. (Al oír la noticia de su muerte, la Secretaria Clinton anunció, en directo en televisión, “We came, we saw, he died!” (¡vinimos, vimos y él murió!).

El informe del Comité de Asuntos Exteriores no obstante señala que, si bien la intervención de la OTAN fue vendida como una misión humanitaria, su objetivo ostensible fue logrado en tan solo un día.

El 20 de marzo de 2011, las fuerzas de Gadafi retrocedieron aproximadamente 40 millas [algo mas de 64 kilómetros] de Bengazi, después de que atacaran los aviones franceses. “Si el objetivo primordial de la intervención de la coalición era la urgente necesidad de proteger a los civiles en Bengazi, entonces este objetivo se logró en menos de 24 horas”, dice el informe. Sin embargo la intervención militar continuó durante varios meses más.

El informe explica: “la intervención limitada para proteger a los civiles se transformó en una política oportunista de cambio de régimen”. Este punto de vista ha sido cuestionado por Micah Zenko, un alto rango del Consejo de Relaciones Exteriores. Zenko utilizó los propios materiales de la OTAN para demostrar que “la intervención libia lo que pretendía desde el principio era el cambio de régimen”.

En su investigación, el Comité de Asuntos Exteriores cita un informe de Amnistía Internacional de junio de 2011, que señala que “la mayoría de la cobertura de los medios occidentales ha presentado desde el principio un punto de vista muy sesgado de la lógica de los acontecimientos, presentando el movimiento de protesta como completamente pacífico y sugiriendo repetidamente que las fuerzas de seguridad del régimen estaban masacrando impunemente a manifestantes desarmados que no suponían ninguna amenaza para la seguridad.”

Amnistía Internacional también dijo que fue incapaz de encontrar pruebas para las acusaciones de que el gobierno de Libia había dado viagra a sus tropas y los había alentado a violar a mujeres en las zonas tomadas por los rebeldes. La Secretaria de Estado Clinton, entre otros, había contribuido a esta mentira no probada.

Extremistas islamistas y la expansión de las armas libias

Hoy, Libia alberga la mayor base del grupo extremista genocida ISIS fuera de Irak y Siria. Otros grupos islamistas se apoderaron de grandes franjas de territorio después de que fuera destruido el gobierno de Libia.

“Ahora está claro que las milicias de militantes islamistas tuvieron un papel importante en la rebelión de febrero de 2011 y después”, afirma claramente el Comité de Asuntos Exteriores.

“La información de las agencias de inteligencia sobre el alcance de la implicación de los elementos militantes islamistas en la rebelión anti-Gadafi fue del todo inadecuada”, añade el informe. Cita al antiguo jefe de Estado Mayor de Defensa británico David Richards, quien “confirmó que la información de inteligencia sobre la composición de las milicias rebeldes “no era tan buena como uno hubiera deseado”.

La investigación preguntó a Richards si sabía si miembros del Grupo combatiente islamista de Libia afiliado a Al-Qaeda estaban participando en la rebelión de marzo de 2011. Dijo que “era una zona gris”. Richards recordó que “libios respetables estaban asegurando a la Oficina de Exteriores que “Extremistas islamistas no se beneficiarían de las revueltas, pero admitió, con el beneficio de la retrospectiva, que aquello no era más que un deseo en el mejor de los casos”.

“La posibilidad de que los grupos militantes extremistas intentaran beneficiarse de la rebelión no debería haberse reservado para la retrospectiva”, comenta el Comité. “Las conexiones libias con grupos extremistas militantes transnacionales eran conocidas antes de 2011, porque muchos libios habían participado en la insurgencia iraquí y en Afganistán con Al-qaeda.”

La destrucción del gobierno de Libia por parte de la OTAN también causó que algunas de sus inmensas reservas de armas y municiones “cayeran en manos de milicias” y que fueran traficadas por todo el norte y oeste de África y Oriente Medio”, señala el Comité de Asuntos Exteriores.

“La incapacidad de la comunidad internacional para asegurar las armas abandonadas por el régimen de Gadafi alimentó la inestabilidad en Libia y permitió que aumentase el terrorismo por todo el norte y oeste de África y Oriente Medio”

Cita un estudio de un panel de expertos de la ONU, que encontró armas del antiguo gobierno de Libia en Argelia, Chad, Egipto, Gaza, Mali, Níger, Túnez y Siria. El panel de la ONU señala que “armas originarias de Libia han reforzado significativamente la capacidad militar de grupos terroristas que operan en Argelia, Egipto, Mali y Túnez”.

Un estudio anterior del Parlamento británico citado por el informe también descubrió que las armas libias terminaron en las manos de Boko Haram, el grupo extremista afiliado a ISIS que ha llevado a cabo masacres de civiles en Nigeria.

El Antiguo Jefe de Estado Mayor de Defensa, Richards dijo a los investigadores que el Reino Unido esperaba impedir que las armas y munición del gobierno de Libia fueran confiscadas, pero no pudo recordar que el gobierno británico “hiciera nada para lograrlo”.

Motivaciones políticas y económicas de Francia

El Comité de Asuntos Exteriores confirma que “Francia lideró a la comunidad internacional en avanzar el caso para una intervención militar en Libia en febrero y marzo de 2011.” El Reino Unido se unión después, seguido de Estados Unidos.

El informe también señala que las principales razones para que Francia presionase en pro de la intervención militar en Libia eran los “recursos financieros casi sin fondo” de Gadafi, el plan del líder libio de crear una divisa alternativa al Franco francés en África. “El plan a largo plazo de Gadafi de suplantar a Francia como poder dominante en el FrancAfrique” y el deseo de “aumentar la influencia francesa en el norte de África”.

Inicialmente, los Estados Unidos no estaban decididos sobre la intervención militar en Libia, según el informe. “Había divisiones en el gobierno estadounidense”, descubrió la investigación. Esto confirma lo que ha dicho el presidente Obama después (dijo que la guerra de Libia había sido su “mayor error”), y lo que el New York Times averiguó en su propia investigación detallada.

Francia y el Reino Unido fueron los primeros en presionar a la comunidad internacional para imponer una zona de exclusión aérea en Libia, aparentemente para proteger a los civiles, según el informe. Sin embargo, una vez que estuvo a bordo del plan, los Estados Unidos fueron los que más agresivamente presionaron para la intervención militar.

“Los Estados Unidos fueron fundamentales en ampliar los términos de la resolución 1973 [Del Consejo de Seguridad de la ONU] más allá de la imposición de la zona de exclusión aérea para incluir la autorización de “Todas las medidas necesarias para proteger a los civiles”, señala el informe. “En la práctica, esto llevó a la imposición de una zona de exclusión vial y la autoasumida autoridad para atacar a todo el comando del gobierno de Libia y su red de comunicaciones al completo”.

Explicando las motivaciones de Francia, el informe cita un email de abril de 2011 a la entonces secretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton que destacaba que “Gadafi tenía recursos financieros casi sin fondo para continuar indefinidamente”.

“El gobierno de Gadafi tiene 143 toneladas de oro, y una cantidad similar de plata”, escribió el asistente de Clinton Sidney Blumenthal, citando “fuentes con acceso a asesores de Saif al-Islam Gadafi”, el hijo de Gadafi.

Se pretendía que este oro “fuera utilizado para establecer una moneda pan-africana basada en el Dínar de oro líbio”, dice Blumenthal, citando “individuos con conocimientos”. Añadió que “Este plan había sido siseñado para proporcionar a los países del África francófona una moneda alternativa al Franco francés”.

“Oficiales de Inteligencia franceses descubrieron este plan poco después de que comenzase la actual rebelión, y esto fue uno de los factores que influyeron en la decisión de Sarkozy de comprometer a Francia con el ataque a Libia”, escribió Blumenthal, haciendo referencia al entonces presidente francés Nicolas Sarkozy, del partido de derechas Unión por un Movimiento Popular.

Los oficiales de Inteligencia francesa articularon 5 factores que motivaron a Sarkozy:

“1- Un deseo de obtener una mayor participación en la producción de petróleo de Libia
2- Aumentar la influencia de Francia en el Norte de África
3- Mejorar su situación política a nivel interno en Francia
4- Proporcionar al ejército francés una oportunidad de reafirmar su posición en el mundo
5- Hacerse cargo de la preocupación de sus asesores por los planes a largo plazo de Gadafi, para suplantar a Francia como poder dominante en el África francófona.”

El papel crucial de la intervención extranjera

El informe del Parlamento británico señala que los bombardeos de la OTAN “movieron la balanza militar en la guerra civil de Libia en favor de los rebeldes”.

“La combinación del potencial aéreo de la coalición con el suministro [extranjero] de armas, Inteligencia y personal a los rebeldes garantizó la derrota militar del régimen de Gadafi”, añade el Comité de Asuntos Exteriores.

La resolución 1973, en marzo de 2011, del Consejo de Seguridad de la ONU que impuso una zona de exclusión aérea en Libia, se suponía que era para garantizar una estricta implementación del embargo de armas”, sigue señalando el informe, pero “la comunidad internacional miró para otro lado ante el suministro de armas a los rebeldes.”

Las fuerzas rebeldes sobre el terreno dentro de Libia “estaban reforzadas por personal y servicios de Inteligencia proporcionados por” Reino Unido, Francia, Turquía, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, según desvela la investigación.

El entonces jefe de Defensa británico David Richards también dijo a los investigadores que el Reino Unido “tenía unas cuantas personas empotradas” en las fuerzas rebeldes sobre el terreno.

Richards hizo hincapié en “el grado en que los elementos de los Emiratos Árabes y Qatar… tuvieron un papel importantísimo en el éxito de las operaciones sobre el terreno”.

Citando a The Guardian, el informe señala que Qatar dio en secreto misiles antitanques de fabricación francesa a algunos grupos rebeldes. La investigación también dice que Qatar, una monarquía teocrática “canalizo sus armas hacia milicias favorecidas en lugar a a todos los rebeldes en conjunto.”

Por otra parte, Alison Pargeter, la especialista en Libia, dijo al Comité “También creo que los medios árabes tuvieron un papel importante aquí”.

La especialista destacó Aljazeera, un medio de comunicación qatarí, y Al Arabiya, un medio de comunicación saudí, por difundir historias infundadas sobre Gadafi y el gobierno libio. Estos medios “verdaderamente estaban difundiendo exageraciones que después resultaron no ser ciertas”, explica.

Desastre humanitario y ecos de la guerra de Irak

El informe del Comité de Asuntos Exteriores reprocha a Reino Unido, Estados Unidos y Francia por no haber articulado “una estrategia para apoyar y dar forma a la Libia post Gadafi”.

El resultado de esto, señala el informe en el sumario, “fue el colapso político y económico, la guerra entre milicias y entre tribus, crisis humanitaria y migratoria, violaciones generalizadas de los derechos humanos, la propagación de las armas del régimen de Gadafi por toda la región y el crecimiento de ISIS en el norte de África”.

El Comité cita en informe de Human Right Wotch de 2016, que indica:

“[Libia] se dirige hacia una crisis humanitaria, con casi 400.000 personas desplazadas internamente y el aumento de la interrupción de los servicios básicos, como el suministro de electricidad y combustible. Fuerzas implicadas en el conflicto continúan llevando a cabo con total impunidad detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos ilegales, ataques indiscriminados, secuestros y desapariciones forzadas de gente de sus casas. El sistema nacional de justicia criminal se ha derrumbado en la mayoría de las partes del país, empeorando la crisis humanitaria”.

Antes de los bombardeos de la OTAN de 2011, por otro lado, Libia había sido la nación más rica de África, con la esperanza de vida más alta y el Producto Interior Bruto per cápita más alto. En su libro “Perilous Interventions” (intervenciones peligrosas) el antiguo representante de la India en la ONU, Hardeep Singh Puri, señala que antes de la guerra, Libia tenía menos pobres en su población que los Países Bajos. Los libios tenían acceso gratuito a una sanidad y educación pública, acceso gratuito a la electricidad y a préstamos sin intereses, y la mujer gozaba de una gran libertad que había sido aplaudida por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en enero de 2011, en vísperas de la guerra que destruyó su gobierno.

Hoy Libia sigue siendo un país tan peligroso que de hecho el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes no pudo viajar al país durante sus investigaciones. Señala en el informe que una delegación visitó el norte de África en marzo de 2016. Se reunieron con políticos libios en Túnez, pero “no pudieron visitar Tripoli, Bengazi, Tobruk o ningún otro lugar en Libia debido al colapso de la seguridad interna y el estado de derecho”.

El informe sobre Libia del Parlamento británico llega justo dos meses después del informe Chilcot, la investigación del gobierno británico sobre la guerra de Irak, que también admite que la invasión de Irak liderada por Estados Unidos estuvo basada en numerosas mentiras, y de igual modo desvela que la guerra no ha hecho sino reforzar a Al-Qaeda y otros extremistas.

Citando la investigación de la guerra de Irak, el informe de Libia hace comparaciones entre las acciones de la administración del ex Primer Ministro Tony Blair y la de David Cameron. En 2010, Cameron creó el Consejo de Seguridad Nacional, ostensiblemente para proporcionar un modo de supervisión que no había antes de la invasión de Irak en 2003.

El informe de Libia, sin embargo, pide al gobierno británico que encargue una revisión independiente del Consejo de Seguridad Nacional. Esta revisión “debería estar informada de las conclusiones de la investigación sobre Irak y examinar si las debilidades en la toma de decisiones deo gobierno en relación con la intervención en 2003 han sido abordadas con la llegada del Consejo de Seguridad Nacional”, dice el informe.

En el único momento de humor en el -por otro lado macabro- informe, el Comité resume la situación humanitaria en Libia hot escribiendo, “En abril de 2016, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, describió la Libia de después de la intervención como un “Espectáculo de mierda”. Es difícil estar en desacuerdo con esta sucinta valoración”.

Por Ben Norton – @BenjaminNorton. Ben Norton es un reportero especializado en asuntos políticos que escribe en Salon.

Fuente: Salon – U.K. Parliament report details how NATO’s 2011 war in Libya was based on lies.

Traducido y editado por el equipo de redacción de UMOYA.






https://www.salon.com/2016/09/16/u-k-parliament-report-details-how-natos-2011-war-in-libya-was-based-on-lies/


NOTA .-(1) Ver el informe original en inglés




viernes, 23 de julio de 2021

La derecha radical antisocial europea .

 

El programa económico antisocial de la nueva derecha europea

Àngel FerreroIván Gordillo  


Fuentes: Viento Sur

Comienzo protocolariamente, agradeciendo a Miguel Urbán y a su equipo, en particular a Marta Mateos, su confianza a la hora de encargarnos la redacción de este informe y su ayuda en el proceso de elaboración del mismo.

El informe ‘El programa económico antisocial de la nueva derecha’ analiza los programas económicos de diez partidos representados en el Parlamento Europeo en el espectro de lo que, a falta de un término más exacto, hemos llamado aquí ‘nueva derecha’, aunque no rehusamos el debate terminológico. Son cinco partidos de Identidad y Democracia (ID) –Agrupación Nacional (RN), de Francia; la Liga, de Italia; Alternativa para Alemania (AfD); el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ); e Interés Flamenco (VB), de Bélgica–, cuatro del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) –Ley y Justicia (PiS), de Polonia; Vox, de España; Hermanos de Italia (FI); y Demócratas de Suecia (DI)–, y el húngaro Fidesz, que entonces se encontraba en el Partido Popular Europeo (PPE) y cuyos doce eurodiputados hoy forman el mayor grupo dentro de los no inscritos a la espera de su incorporación a otro grupo, probablemente el de los Conservadores y Reformistas Europeos, o la creación de un grupo nuevo que fusione a los dos anteriores.

* * *

Iván Gordillo:

En general, los programas económicos de las formaciones de extrema derecha se caracterizan por una mezcla contradictoria de medidas proteccionistas y medidas liberalizadoras. Esto obedece a la intención de plasmar en los programas económicos lo que persiguen sus estrategias electorales: atrapar tanto a votantes de las clases populares, como de las capas de pequeños propietarios y también de las grandes fortunas.

Obviamente, hacer coincidir intereses contrapuestos es imposible. Cuando observamos un poco de cerca los programas económicos, ubicando el paquete de propuestas de cada partido en su contexto nacional y considerando su trayectoria histórica, vemos que se trata de un modelo económico, mayoritariamente, favorable al capital nacional, es decir, a los propietarios (pequeños y grandes).

Por motivos de espacio destacaré las que a mi modo de ver son las tres contradicciones más flagrantes.

1) Las reformas fiscales que promueven la mayoría de los partidos consisten en reducciones radicales de impuestos (en algunos casos con el establecimiento de tipos únicos (flat tax) especialmente favorables a los contribuyentes de rentas altas y a las empresas. Acompañar estas medidas con promesas de aumento de las ayudas sociales o del mantenimiento del Estado de bienestar (educación, sanidad, etcétera) es una de las contradicciones más evidentes. Con una caída tan pronunciada de los ingresos del tesoro público, debida a las reducciones de impuestos anunciadas, cuesta ver cómo se podría seguir manteniendo el gasto público, incluso a los niveles actuales, con presupuestos recortados después de las medidas de austeridad de la última década posterior a la crisis de 2010.

Éste sería el mayor de los sinsentidos de los programas económicos de la extrema derecha, analizándolo des de un punto de vista contable. Si lo analizamos desde un punto de vista de clase, las reformas fiscales propuestas favorece a las rentas altas y perjudican a la población con menores ingresos, ya sea porque verían aumentada su tributación al establecer un tipo superior a los tipos impositivos actuales o porque se reduciría el nivel de ingresos exento del impuesto sobre la renta. Además, el deterioro del Estado del bienestar impacta más negativamente en las personas de menores ingresos incapaces de acceder a servicios privados.

2) Por otro lado se prometen contenciones del gasto público con la limitación o directamente la prohibición del acceso a las ayudas públicas y el Estado del bienestar de la población inmigrante, es decir, reservando ciertos derechos únicamente a la población nacional. Dejando de lado las consideraciones sobre la vulneración del principio de universalidad y el componente discriminatorio (y racista) de este tipo de medidas, en términos meramente contables se trataría de un ahorro del gasto público muy menor. Pero lo más relevante aquí es que la realidad desmiente este tipo de discursos.

En general (aunque haría falta un análisis por países del que no es objeto este informe), la población inmigrante contribuye fiscalmente más de lo que gasta socialmente, entre otras cosas, por tratarse de una población joven en edad de trabajar. Sus cotizaciones y otros impuestos (IRPF, IVA, tributos, etcétera) generarían un superávit para las arcas públicas. Sin espacio aquí para entrar a hablar sobre el tipo de trabajos (de baja calificación, penosos, etcétera) y bajo qué condiciones laborales los ejercen (en muchos casos de forma irregular, explotados por las empresas más allá de la legalidad del estatuto del trabajo), o sobre el hecho de que si fuera al revés, es decir, si se tratara de una contribución deficitaria, este no sería un motivo relevante para limitar los derechos de esta población, ni su llegada, contraviniendo la legalidad internacional como estamos observando en los últimos años (y en los últimos días en Ceuta). Salvini (tal como prometió en campaña electoral) ni puede expulsar los 500.000 inmigrantes italianos (necesitaría de unos cambios legislativos muy profundos en materia migratoria y vulneraría tratados internacionales), ni quiere (porque son la mano de obra barata que está sosteniendo industrias tan importantes como la textil o la agricultura, y que tiene un peso importante en otros sectores, si se quiere menores en términos del PIB, aunque relevantes socialmente, como el de los cuidados a ancianos, limpieza doméstica y hostelería).

3) Para acabar, destacar la que posiblemente sea la tercera gran contradicción. El proteccionismo, aparentemente patriótico, consiste en defender unas empresas nacionales favoreciendo su producción respecto de empresas extranjeras importadoras. Ya de entrada, la propiedad de las grandes empresas puede ser difícil de determinar o puede ser muy difusa si recae en manos de grupos financieros inversores o grandes conglomerados bancarios, especialmente en el caso de empresas cotizando en mercados bursátiles.

En lo referente a las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, con medidas sobre todo basadas en descuentos de las cotizaciones, éstas son limitadas o carecen de efecto “proteccionista” real. Sus primeras competidoras, en muchos sectores, especialmente industria y servicios, son las mismas grandes empresas nacionales. En lo referente a la competitividad internacional, aquí son mas importantes los aspectos tecnológicos o la imposibilidad de competir con industrias de países con salarios muy inferiores y derechos laborales escasos. Por todo ello, las rebajas de las cotizaciones no pueden ser consideradas proteccionistas, en sentido estratégico, sino más bien favorables a los propietarios de las empresas, que ven reducirse los gastos en seguridad social. No se encuentran medidas “proteccionistas” del Estado del bienestar, ni un plan estratégico de transformación del modelo productivo hacia un modelo autocentrado, basado en la demanda interna y las necesidades sociales de la población. Por eso hablamos de patriotismo de postín, una pose meramente electoral y propagandística, que en el fondo esconde medidas favorables al capital y sus propietarios.

Para acabar, simplemente llamar la atención sobre la necesidad de analizar las medidas propuestas por estos partidos de forma pormenorizada y en su contexto, para desmontar las (pocas) propuestas falsamente favorables a las clases populares (por ejemplo, la introducción del salario mínimo por parte de AfD) y desmontar estos discursos que son ante todo un ataque a las clases trabajadoras.

* * *

Àngel Ferrero:

Otras consideraciones: La primera, que el objeto del informe –el programa económico– no es fruto del capricho de los autores, sino que responde a una necesidad. Cuando desde la izquierda se habla de luchar contra el ascenso electoral e influencia social de estos partidos, se opta las más de las veces por el campo de batalla de las llamadas guerras culturales, y las más de las veces pierde. Más allá del burdo, maniqueo y perjudicial intercambio de golpes –porque no puede llamárselo de ninguna de las maneras “debate”– entre quienes defienden lo supuestamente “cultural” y quienes defienden lo supuestamente “material”, ambos desde posiciones igualmente burdas, maniqueas y perjudiciales para el movimiento general, éste es un hecho que, creo, merece una mayor reflexión.

Pero la cuestión que aquí nos atañe es que esta derecha radical ha sido capaz de desprenderse de aquello que la estigmatizaba y demostrado a las claras saber explotar demagógicamente, con una retórica populista, cuando no pseudosocialista, las inseguridades y los temores de varios sectores de la población. Nos referimos, obviamente, a las transformaciones del mercado de trabajo o el avance de los derechos de las mujeres o las minorías. De este modo han conseguido crear una base electoral interclasista de la que es pieza clave las clases trabajadoras, cuyo voto –o su abstención– es decisivo a la hora de decantar unas elecciones. Lo resume bien la confesión que hizo el director de campaña electoral de Trump en 2016, Steve Bannon, al periodista Robert Kuttner de American Prospect: “Cuanto más hablen de políticas de identidad, más agarrados los tengo. Quiero que hablen todos los días de racismo: si la izquierda está centrada en cuestiones de raza e identidad y nosotros en el nacionalismo económico, aplastaremos a los Demócratas.”

Bannon ha caído hoy en desgracia –es suficiente con decir que ahora se dedica a vender a través de su página web pastillas de vitaminas para protegerse de la COVID-19 a un grupo de adeptos cada vez más reducido–, pero la frase sigue funcionando, sospecho, como advertencia. Estos partidos alimentan la división y el enfrentamiento social, particularmente sobre líneas de fractura culturales: se nutren y prosperan de ello. A pesar de algunos reveses y retrocesos, todas estas formaciones están afianzadas en los sistemas de partidos de sus respectivos países y retienen una capacidad nada desdeñable para influir en el debate público y condicionarlo. El impacto económico causado por la COVID-19 sobre un tejido social ya castigado por la anterior crisis, sumados a numerosos problemas acumulados, ofrece a estos partidos un terreno fértil para el crecimiento. Hablamos de problemas para los que no hay una respuesta política clara y que van desde la integración de las comunidades inmigrantes a una política de transición ecológica que no cargue los costes sobre las espaldas de los trabajadores y se termine convirtiendo, como ha señalado un comentarista alemán, en la ideología de una nueva fase de acumulación por desposesión. Presentarse como los representantes del “ciudadano de a pie” e incluso del “trabajador” –por supuesto, del “trabajador nacional”– frente a una izquierda en crisis les reporta, sin duda, beneficios, más aún si se tiene en cuenta la crisis que atraviesan la inmensa mayoría de partidos de la izquierda europea a escala estatal.

Nada más lejos de la realidad. Un estudio como éste de sus programas económicos revela su neoliberalismo duro. Por repetir algunos de los ejemplos que ha mencionado ya Ivan Gordillo, encontramos la misma demanda de aprobar un tipo fijo sobre la renta, en ocasiones más conocido por su expresión inglesa, flat tax, del 15% en los casos de los dos partidos italianos, la Liga y Hermanos de Italia, del 16% en el de Fidesz, y del 20% en el de Vox. También encontramos, por supuesto, rebajas fiscales a las empresas, defensas del libre mercado o apelaciones a la contención del gasto público.

Con todo, y aunque desde una determinada izquierda y los medios de comunicación se ha potenciado el uso de expresiones como “internacional de la ultraderecha” o “internacional nacionalista”, conviene aclarar que algunas de sus propuestas económicas no son sólo discrepantes, sino completamente opuestas, al menos sobre el papel. Por citar un ejemplo claro: mientras Agrupación Nacional se opone a los tratados de libre comercio, los Demócratas Suecos son partidarios de ellos, sobre todo con Reino Unido y Estados Unidos.

Llegados aquí, hay que decir que la mayoría de estos partidos se encuentra lejos de la rigidez ideológica que con frecuencia se les atribuye y que, dicho sea de paso, tampoco era un rasgo de los partidos fascistas del período de entreguerras, como tan bien explican Angelo Tasca en el caso italiano y Franz Neumann en el alemán. Consultando los programas nos sorprendió, por ejemplo, el detalle y el acento social del de Agrupación Nacional frente a otros partidos que tienen programas mucho más esquemáticos, un síntoma, también, de sus escasas propuestas en este ámbito que los distingan de otras formaciones de derechas, y de su evidente mayor interés en cultivar las “guerras culturales”, últimamente sobre todo en política migratoria, y también de cómo estos partidos modulan su discurso con vistas a captar un porcentaje de voto amplio, como apuntaba antes Ivan.

Voy acabando. La mayoría de los partidos aquí analizados presenta una ideología bastante elástica, no sólo en lo económico. Les facilita el trabajo un ecosistema mediático donde prima el sensacionalismo, la sobreabundancia de información y la inmediatez. Ya hemos visto con anterioridad a estos partidos dar un giro de 180 grados en sus posiciones. Han pasado del antisemitismo a presentarse como los más enardecidos defensores del Estado de Israel, y actualmente algunos de ellos están evolucionando en una dirección similar respecto a la Unión Europea después de haber sido durante años muy críticos con ella. Piénsese por un momento en el proceso de normalización en el que se encuentra la Liga en Italia, por ejemplo, que participa del gobierno de Mario Draghi y cuyo vicesecretario federal y ministro de Desarrollo Económico, Giancarlo Giorgetti, se reunió en diciembre con Marian Wendt, diputado de la CDU en el Bundestag alemán, para conciliar posiciones económicas. El economista alemán Wolfgang Münchau especulaba hace unos días con la posibilidad de que Draghi acabe sucediendo a Sergio Mattarella como presidente de la República en enero de 2022 y bien Matteo Salvini o bien la presidenta de Hermanos de Italia, Georgia Meloni, acaben en el puesto de primer ministro de Italia tras las elecciones de 2022.

Y para terminar, un pronóstico: en los próximos años posiblemente veamos a los conservadores a endurecer su discurso, a la ultraderecha moderarlo y a ambos encontrarse en algún punto del camino. O como decía el propio Münchau: “Algún día quizá nos demos cuenta de que todos pertenecen a una y la misma feliz familia”.

Fuente: https://vientosur.info/el-programa-economico-antisocial-de-la-nueva-derecha-europea/


miércoles, 21 de julio de 2021

¿Qué está pasando con el Tribunal Constitucional?

 ¿Qué está pasando con el Tribunal Constitucional?

 Joaquín Urías

Los tribunales constitucionales son un invento relativamente reciente. Hace un siglo justito de que se creó el primero, pero es una institución casi inexistente en el Estado democrático hasta la segunda mitad del siglo veinte. Su existencia está estrechamente vinculada a la constitución normativa: la idea de que la constitución es una regla jurídica que hay que cumplir es muchísimo más reciente de lo que la gente cree. Las primeras constituciones son documentos filosóficos que reflejan una visión ideal de los objetivos de la sociedad, pero carecen de fuerza jurídica. Históricamente lo que aplican a diario los jueces  no es ese texto cargado de principios vagos, sino la ley. La voluntad del parlamento.

Con la consolidación de un concepto de democracia basado antes en el respeto de los derechos fundamentales de las minorías que en la imposición de la voluntad de la mayoría parlamentaria se vuelve imprescindible asegurar que las leyes y los jueces que las interpretan respeten la Constitución. Ésta pasa a verse como el marco cerrado en el que tiene que desarrollarse todo el ordenamiento jurídico. Quienes tienen la mayoría electoral no por ello pueden saltarse las normas formales exigidas para aprobar una ley, ni vulnerar las competencias de los entes territoriales ni dejar de respetar los derechos fundamentales de la ciudadanía.

La garantía de la democracia pasa entonces a estar en las manos de los tribunales constitucionales situados por encima de los tres poderes tradicionales del estado y con competencias para vigilar que todos ellos se someten a la norma suprema. Son órganos jurisdiccionales, es decir, que no resuelven los asuntos basándose en razones de oportunidad política sino mediante argumentos jurídicos. Aunque se llamen ‘tribunal’ no están integrados en el Poder Judicial, sino que tienen facultades para controlar también a la judicatura.

Los tribunales constitucionales son necesariamente órganos políticos. Su tarea no es aplicar una ley existente sino interpretar la Constitución para concretar sus mandatos, a menudo abiertos o genéricos. Por ejemplo, cuando el artículo 15 de nuestro texto dice que “todos tienen derecho a la vida” la interpretación de si ese genérico ‘todos’ incluye a los embriones fecundados en el interior de una mujer o sólo a las personas no es estrictamente jurídica. Sólo a partir de la ideología de cada magistrado, de su comprensión del mundo y de su percepción de la realidad social puede determinarse si la Constitución permite o prohíbe el aborto, el matrimonio homosexual o la negación del genocidio. Muchos casos como estos recorren el texto y se superponen a las cuestiones exclusivamente jurídicas. Los magistrados del Tribunal Constitucional utilizan necesariamente, junto a los conocimientos jurídicos, su ideología y su comprensión de la vida para dictar sentencia. Por eso no pueden ser nombrados por oposición, porque su tarea es también ideológica. Pero han de ser grandes juristas, con los conocimientos y la visión suficiente para saber diferenciar lo ideológico de lo jurídico. Pueden acudir a sus percepciones ideológicas sólo cuando la Constitución lo permita y deben formularla luego de manera absolutamente sometida a la lógica jurídica en el texto de sus decisiones.

Un buen tribunal constitucional debe estar compuesto de grandísimos juristas, elegidos con conocimiento público de su ideología y capaces de ser independientes. Porque para que sea un auténtico tribunal debe ser político, pero no partidista. Puede estar politizado pero ha de ser totalmente independiente frente a los partidos políticos.

La deriva del Tribunal Constitucional español está muy lejos de ese ideal.

En sus primeras dos décadas de funcionamiento, al tribunal llegaron algunos de los mejores juristas del país. Sabios con una trayectoria personal que, por más que se supiera de qué pie cojeaban políticamente, estaban blindados frente a cualquier presión partidista o gubernamental. Gente preocupada por hacer de España un país de derechos fundamentales e intelectualmente tan honesta que no dudaba en llevarle la contraria al partido que los había elegido si íntimamente entendían que no tenían razón.

Sin embargo, los partidos descubrieron pronto los riesgos de un tribunal tan cualificado y tan libre. El detonante final fue, sin duda, la sentencia que puso en libertad a toda la Mesa nacional del partido independentista Herri Batasuna, injustamente encarcelada con la excusa de un vídeo electoral. En ese momento cambió algo y desde entonces la actitud de los políticos hacia el tribunal no ha sido la misma.

El desmoronamiento ha sido progresivo. Cada vez se eligen magistrados con menos conocimientos jurídicos y más sumisos a sus partidos. Mientras más mediocre es un jurista, más atemorizado vive de perder sus privilegios inmerecidos. Cada vez más magistrados vienen de las filas del Poder Judicial, elegidos entre los jueces más arribistas y con menos visión constitucional en perjuicio de la academia, que depara juristas de mente más amplia. Muchos se pasan los nueve años de su mandato pendientes de saber qué harán con sus vidas cuando salgan del órgano: cualquier decisión que enfade al partido que los apoya disminuye sus posibilidades de ser promovidos a otros altos puestos de responsabilidad.

El TC ha dejado de ser un tribunal sanamente politizado para ser un tribunal sin independencia alguna. La calidad jurídica de las sentencias ha descendido dramáticamente. A diario se leen disparates carentes de lógica jurídica pero escritos pomposamente. Como si la verborrea jurídica pudiera esconder la carencia de perspectiva constitucional.

Su jurisprudencia recorta a diario los derechos fundamentales que en décadas anteriores habían quedado asentados. Es un tribunal al servicio del poder y en su afán por contentarlo, muchos de nuestros jueces y juezas constitucionales son capaces de negar los derechos más evidentes de la ciudadanía. De decir, por ejemplo, que un sindicalista puede ser condenado por llamar “puta bandera” a la enseña nacional, o un tuitero por alegrarse de la muerte de un torero, exponente de la cultura nacional. La jurisprudencia es con frecuencia contradictoria, dictada para cada caso, sin intención de crear ninguna doctrina razonable. Copian los malos hábitos del Tribunal Supremo, acrecentados por la impunidad de quien sabe que no tiene ningún otro poder estatal por encima.

La discrecionalidad es la tónica general de este tribunal. Se manifiesta, en última instancia, en una continua falta de respeto a la propia institución: si la sentencia es importante, cada palabra de las deliberaciones, teóricamente secretas, se filtra a la prensa de uno y otro bando.

El Tribunal se ha acostumbrado a publicar los fallos de sus decisiones antes que la argumentación en que se sustentan. Es una práctica disparatada que torpedea la esencia de lo jurisdiccional, dando a entender que ha decidido a quién darle la razón pero aún se está pensando aún en cómo justificarlo. El nivel es tan limitado que incluso en estos casos la publicación incluye errores garrafales. En la sentencia más trascendente de los últimos años, se llamaba decreto-ley a la norma anulada, que en verdad era un real decreto.

En un triste espectáculo, se filtra incluso el borrador de la sentencia. A nadie parece importarle, pues hay magistrados que publican sus votos particulares anticipadamente como artículos periodísticos de opinión, atacando en ellos a la institución. En un ‘sálvese quien pueda’ inaudito, parece que todos filtran, todos insultan a sus compañeros y desprecian al tribunal. Están más preocupados por demostrar que son  serviles a los suyos que por defender una institución esencial para la democracia.

No toca aún hablar del penoso contenido técnico y político de decisiones recientes como la que afecta a la primera declaración de estado de alarma. Sin necesidad de ello, la ciudadanía española lleva tiempo asistiendo perpleja a la desintegración del órgano sobre el que pivota la defensa de la democracia.

Causa pudor cómo el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ridiculiza a nuestro Constitucional, condenándolo una y otra vez  por defender al poder a costa de los derechos. Tenemos un tribunal que no protege el derecho a la libertad de expresión ni a no ser torturados de los disidentes políticos. Que manipula los plazos para frenar el acceso a un tribunal europeo por parte de los líderes políticos independentistas. Que ha recortado la autonomía parlamentaria como nunca antes y prohibió que determinados temas se discutan siquiera en el parlamento. Que criminaliza la desobediencia civil permitiendo que se reprima desproporcionadamente… Por si fuera poco, los magistrados que lo integran, algunos de ellos con el mandato caducado hace años, no dudan en dañar el prestigio y la integridad del propio tribunal.

Un exmagistrado que acaba de fallecer decía, con mucha razón, que el problema del tribunal no es el nombramiento político de sus miembros, sino la desvergüenza con la que estos asumen el cargo y lo ejercen en beneficio propio. O de su partido político, que es lo mismo.

Eso es lo que está pasando con el Tribunal Constitucional, que lo están destrozando unos magistrados que, en su conjunto, no están ni mucho menos a la altura de la dignidad de su cargo.

Fuente: https://ctxt.es/es/20210701/Firmas/36693/tribunal-constitucional-sentencias-magistrados-tedh.htm .

Nota del blog 1 - Y no solo la ley  de alarma  sino que  el art. 43.2 de la Constitución establece la obligación del Gobierno de "tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios", ¿cómo puede ser inconstitucional una medida que "no puede dejar de considerarse como razonablemente adecuada y necesaria" y que evitó "el contagio masivo de una enfermedad mortal" y, en consecuencia, miles de muertes?

Nota del blog . 2- Además  se dedican a retocarla y afinarla después de filtrarla . un  derrumbe total de los métodos procesales , y lo hacen con total impunidad  , como la filtración ........https://www.eldiario.es/politica/sentencia-constitucional-elimina-parrafos-texto-inicial-comprensivos-gobierno_1_8154327.html