miércoles, 15 de abril de 2020

Análisis matemático del COVD-19 en España.

ANALISIS MATEMÁTICO DEL COVID-19 EN ESPAÑA



¿Adictos a la deuda ?


¿Quiénes son, de verdad, los adictos a la deuda?

En los últimos decenios, desde los años 70 del siglo pasado, la deuda pública y privada se ha multiplicado en todo el mundo (ha crecido casi tres veces más que la producción) y uno de los mitos, por no decir falsedades, que más se han extendido es que eso ha ocurrido por dos razones. La primera, porque se dispara cuando las izquierdas gobiernan y, la segunda, porque las personas o los países viven por encima de sus posibilidades.
Los datos, sin embargo, son muy concluyentes y no dejan lugar a dudas.
Si se toma, en primer lugar, el caso de la deuda pública es fácil comprobar que son los gobiernos más conservadores los que elevan la deuda en mayor medida.
En Estados Unidos, si dejamos a un lado las presidencias de Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt, que tuvieron que financiar la participación de su país en una guerra mundial, el presidente que más elevó la deuda fue Ronald Reagan. Sí, durante el mandato de quien decía ser el gran enemigo del gobierno y lideró, junto a Thatcher, la revolución conservadora contra la intervención pública, la deuda gubernamental creció un 186%. El segundo presidente con mayor crecimiento de la deuda fue el también republicano George W. Bush (101%); el tercero sí fue un demócrata, Barak Obama, en cuyo doble mandato la deuda subió un 74%, bastante menos a pesar de haber tenido que hacer frente a la peor recesión de los últimos 90 años. Y después de él, vienen dos nuevos presidentes republicanos: George H. W. Bush (54% de incremento) y Gerald Ford (47%). Con el presidente que menos subió la deuda de Estados Unidos fue con el demócrata Bill Clinton (32%).
Todavía no ha terminado la presidencia de Trump y no podemos saber exactamente cómo terminará la deuda bajo su mandato. Sabemos que hizo su campaña (como casi todos los aspirantes de derechas) prometiendo acabar rápidamente con los déficits. Concretamente, prometió acabar con toda la deuda nacional en ocho años (aquí). Lo que va a suceder será, con toda seguridad y como casi siempre, otra cosa muy diferente. Cuando comenzó su presidencia, en enero de 2017, la deuda pública de Estados Unidos era de 19,9 billones de dólares. En 2019 ya era de 23 billones, registrando el crecimiento más rápido de la historia de ese país. Con las estimaciones presupuestarias que había hecho su propia administración se calculaba que Trump aumentaría la deuda pública en 4,8 billones de dólares en su primer mandato. Si se le suma la que tendrá que generar como consecuencia de la crisis fiscal que producirá la pandemia del Covid-19 se puede asegurar que muy posiblemente batirá un récord histórico.
Si se toman los periodos de presidencia republicana o demócrata en su conjunto, los datos también demuestran que, globalmente, son los primeros quienes más aumentan la deuda. En concreto, una investigación publicada en 2014 estimó que, en comparación con los presidentes demócratas, los republicanos agregan cada año entre un 0,75% y un 1,2% más al déficit (como porcentaje del PIB) y un 0.97% más a los déficits en promedio cada año (el estudio y los datos están aquí).
Esta investigación detectó que los gobiernos a la izquierda sólo aumentan el gasto y los déficits más que los conservadores cuando se encuentran en etapas de recesión, como es lógico y necesario que ocurra. Y otra investigación significativamente titulada El color político de la responsabilidad fiscal (aquí) llega exactamente a la misma conclusión, no sólo para Estados Unidos sino para los países de la OCDE, el grupo de países más ricos del mundo.
Otro caso histórico que demuestra bien claramente que son los gobiernos más a la derecha los que incrementan en mayor medida la deuda es el de las criminales dictaduras militares de América Latina que destrozaron a sus países para abrir la puerta al neoliberalismo: dijeron que venían a salvar a sus patrias y lo que hicieron fue endeudarlas por decenios y arruinarlas.
La deuda externa argentina contraída por la dictadura militar entre 1976 y 1983 pasó de 6.300 a 46.000 millones de dólares. La deuda pública de Brasil pasó de ser el 15,7% del PIB en 1964 al 54% del PIB en 1984, cuando los militares dejaron el poder, y la externa se había multiplicó por 30 en ese mismo periodo. En el Chile de Pinochet la deuda pública pasó de representar el 1,53% del PIB en 1973 al 17,06% en 1989; y la externa pasó del 9,16% del PIB al 33,10%
En España, el presidente con el que más ha subido la deuda ha sido Mariano Rajoy (28 puntos porcentuales del PIB). Durante el gobierno de Rodríguez Zapatero subió 23 puntos y 30 puntos en el de Felipe González, aunque si se tiene en cuenta que éste último gobernó durante más tiempo, resulta que la subió menos incluso que el gobierno de Zapatero. Durante el gobierno de José María Aznar la deuda pública bajó 13 puntos, pero su resultado sería muy distinto si se tiene en cuenta que bajo su mandato se vendió quizá la mayor cantidad de riqueza pública de la historia de España.
La historia de los llamados "municipios del cambio" que tuvieron que reducir drásticamente la deuda acumulada por gobiernos municipales de derechas en nuestro país es también muy significativa de lo que vengo diciendo.
No es verdad, por lo tanto, que los gobiernos más a la derecha sean los enemigos de la deuda y del gasto. Son, en realidad, quienes la elevan más que nadie y quienes no reducen necesariamente el gasto, sino que disminuyen el social y aumentan el que ayuda a grandes empresas o a la industria militar, al mismo tiempo que reducen impuestos a las rentas más altas.
El segundo mito en relación con quienes supuestamente alimentan en mayor medida la deuda consiste en decir que ésta aumenta porque los pueblos o los gobiernos son adictos a gastar o vivir "por encima de sus posibilidades".
Al respecto los datos también son bien claros. La proporción que representa la deuda familiar en el total no suele pasar del 20% y esta es, además, una deuda cuya magnitud no depende del deseo de las familias sino de los bancos o de los gobiernos que en lugar de fomentar el alquiler de la vivienda promueven su compra, precisamente, para ayudar a que los bancos hagan más negocio. La mayor parte de la deuda de las familias (sobre todo en las de renta más baja) suele ser la generada por la compra de la vivienda y es sabido que la magnitud de la deuda hipotecaria depende de la tasación del precio de la vivienda que fijan al alza los propios bancos para aumentar su negocio.
La deuda de las grandes empresas es bastante más elevada. Según la OCDE, las llamadas empresas zombis (ahogadas en deuda y que viven sólo a base de endeudarse) son el 16% de las que cotizan en bolsa y algo menos del 10% en Europa y las compañías privadas de Estados Unidos tienen, en promedio, un volumen de deuda equivalente a seis veces sus ganancias anuales
Por otro lado, no sólo resulta que la deuda familiar o incluso la del gobierno representan un porcentaje sobre el total menor que la de las grandes empresas y los bancos, sino que es tan alta debido al pago de los intereses. No nos podemos cansar de repetir que el 110% del incremento de la deuda pública en la eurozona de 1995 a 2018 se debe al pago de intereses: alcanza, en total, la astronómica cantidad de 6,4 billones de euros.
Quienes son de verdad adictos a la deuda son los bancos. Tienen el privilegio de crear dinero de la nada cuando dan un crédito (el Banco de Inglaterra lo explica con todo detalle aquí y el Banco de Alemania aquí). Si los bancos ganan más dinero cuanto más prestan ¿qué harían ustedes si fueran dueños de uno de ellos? Es sencillo, utilizar toda su influencia para promover políticas que obliguen a que la gente, las empresas y los gobiernos se endeuden constantemente; establecer normas (como las europeas) que impidan que los bancos centrales financien sin interés; tratar de que gobiernen políticos dispuestos a favorecer sus intereses; promover que se construya o produzca lo que haga falta con tal de que sea con financiación bancaria; penalizar a quien adelanta la amortización de su deuda...
El banquero Juan March decía: "lo que nos gusta es ganar dinero, no tenerlo". Esta avaricia, esta patología de los financieros, pone lo que falta para convertir a la deuda no sólo en el motor extremadamente peligroso de las economías de nuestro tiempo sino en una auténtica droga que consumen los banqueros y que paga el resto de la sociedad. La adicta a la deuda es la banca y quien más ayuda a que se droguen cada día más son los gobiernos conservadores.

lunes, 13 de abril de 2020

Las falacias de la derecha nacional

 Lo que Casado y Ayuso olvidan cuando culpan al Gobierno de los muertos

Ignacio Escolar 

1. Pablo Casado: "Cada retraso, mentira o error cuesta vidas". Desde el PP, distintos portavoces hace días que culpan al Gobierno del alto número de muertos en España por coronavirus, de mentir sobre las cifras, de provocar más víctimas por "negligencia". "Esta crisis no es simétrica porque ha afectado de forma distinta a los países en función de la eficacia de los gobiernos", sentenciaba el líder del PP el 9 de abril en el Congreso. Después, redondeaba la tesis: "España es el país del mundo con más fallecidos por millón de habitantes", subrayaba Casado, siempre más fino que Vox, que directamente llama "criminal" al Gobierno.
El dato es cierto: ya son 360 muertos por cada millón en España. Pero Casado olvida que en la Comunidad de Madrid la cifra casi triplica la media española: 951 fallecidos por cada millón de habitantes. De entre las regiones más afectadas, solo está peor Lombardía.
2. España es un Estado descentralizado y las competencias en Sanidad están transferidas. Las tienen las comunidades autónomas desde hace décadas. Y en Madrid, el PP gobierna desde hace un cuarto de siglo.
3. En el Ministerio de Sanidad y todos sus organismos adscritos apenas trabajan 1.200 personas. De la Consejería de Sanidad de Madrid dependen más de 83.000 trabajadores: 74.000 en el Servicio Madrileño de Salud (de ellos, unos 56.000 son personal sanitario), 8.000 en los cinco hospitales concertados y otros 1.400 más entre inspección, formación, asesores y otros funcionarios. Solo la plantilla del Hospital de La Paz de Madrid (6.895 empleados) es casi seis veces más grande que todo el Ministerio de Sanidad al completo.
4. A toro pasado, es evidente que el Gobierno de España cometió errores en su gestión del coronavirus: tomó muchas decisiones tarde y de manera improvisada. Como muchos otros. Basta con comparar las fechas del confinamiento contra la pandemia en otros lugares para comprobar que España no lo hizo ni mucho peor ni mucho mejor que otros grandes países europeos.
5. Tampoco reaccionó mucho antes la oposición, que estaba en otras cosas. Entre el 1 de enero y el 10 de marzo, PP y Vox llevaron 107 iniciativas a pleno en el Congreso; ni una sola sobre el coronavirus. No hubo un solo debate en el pleno sobre la COVID-19 antes del estado de alarma, solo en la comisión de Sanidad y en algunas preguntas por escrito. Para la oposición, lo prioritario en esas fechas era hablar de Venezuela.
6. El Gobierno infravaloró la epidemia. Nos pasó a casi todos, a mí también. "Creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado", decía el 31 de enero Fernando Simón, un epidemiólogo que no está ahí por motivos políticos. Es un técnico de impresionante currículum, con experiencia en las epidemias de la gripe A y del ébola, y que dirige el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias desde el año 2012, cuando lo nombró el Gobierno de Mariano Rajoy.
7. Simón no fue el único especialista que falló estrepitosamente en sus pronósticos. Fracasaron la mayor parte de los expertos y científicos, como explica el director de 'The Lancet' –la revista médica más importante del mundo– en este imprescindible artículo.
8. También falló la Comunidad de Madrid, y en fechas posteriores. El 25 de febrero, la OMS advirtió al mundo que la epidemia se iba a transformar en pandemia. Al día siguiente –el 26 de febrero en una entrevista en Antena 3–, Isabel Díaz Ayuso aseguraba: "Lo más peligroso ahora es el miedo, más que el propio virus, que normalmente lo que deja como secuelas son síntomas menores incluso que los de una gripe".
En aquel momento solo había dos contagios detectados en Madrid. Y el Gobierno autonómico, como tantos otros, no imaginaba lo que nos venía encima.
9. "Yo misma me reuní con los servicios que están coordinando este dispositivo a finales de enero, está todo previsto", decía Isabel Díaz Ayuso en esa misma entrevista. De esa comisión para coordinar el dispositivo contra la epidemia y de las supuestas previsiones del Gobierno de Ayuso poco más se supo.
10. "Estamos en uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo", decía también Ayuso. La realidad es que Madrid es la autonomía más rica de España, pero también la segunda que menos invierte por habitante en su sanidad pública. Con la pandemia se han contratado a más médicos, pero en enero trabajaban menos sanitarios en Madrid que hace una década, a pesar de que la población ha crecido.
11. La Comunidad de Madrid tiene las competencias en Sanidad no solo porque lo diga Rocío Monasterio –acertada en esta ocasión, igual que los relojes parados dan bien la hora dos veces al día–. Lo dice el Estatuto de autonomía y también el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid. Allí se publicó, hace unos meses, la última estructura de la Consejería de Sanidad de Madrid y las funciones de la Dirección General de Salud Pública. Entre sus responsabilidades están la "vigilancia, análisis y control epidemiológico de la salud", "la incidencia de las enfermedades transmisibles" y "la vigilancia epidemiológica y control de microorganismos".
12. Esa misma Dirección General de Salud Pública de Madrid, el 5 de marzo, pidió por carta a los funcionarios autonómicos "continuar con su actividad con total normalidad". "Las personas infectadas que no han desarrollado síntomas no transmiten la enfermedad", decía también la carta. Más tarde se descubrió que no era así, un error no atribuible a ningún gobierno, pero que en parte explica el alto número de casos en España. Contra lo que se creía entonces, la personas asintomáticas pueden transmitir la enfermedad.
13. En aquellos días, la prioridad del gobierno de Ayuso era otra: bajar los impuestos. Ese mismo 5 de marzo llevó al pleno de la Asamblea de Madrid su propuesta para recortar los ingresos públicos en una comunidad que ya es la que menos impuestos cobra a los ricos. Solo tres semanas después, cuando el coronavirus explotó, Ayuso puso en marcha una web para recoger donativos con los que afrontar los gastos sanitarios.
14. Si la Sanidad está transferida, ¿para qué sirve entonces el Ministerio de Sanidad? Tiene atribuciones, y también responsabilidad. Entre sus funciones están "monitorizar los riesgos para la salud pública en coordinación con los organismos implicados", "realizar la coordinación internacional en el ámbito de las enfermedades transmisibles" y "coordinar y desarrollar la Red de Vigilancia en Salud Pública y Vigilancia Epidemiológica, en coordinación con los órganos de la Administración General del Estado con competencias en la materia y los servicios de las comunidades autónomas". También es suya la "gestión de alertas de carácter supraautonómico" y de las que "procedan de la Unión Europea"o "de la Organización Mundial de la Salud".
El decreto del Estado de Alarma del 14 de marzo le dio al ministro de Sanidad, Salvador Illa, el mando único. Pero la verdadera gestión, la mayoría de los medios y el grueso de las competencias siempre han estado en las autonomías, que son las que también aportan al Ministerio los números de contagios y muertes por el coronavirus. Es ridículo que el PP acuse al Gobierno de mentir sobre la cifra de fallecidos cuando Sanidad simplemente suma los datos que ofrece cada autonomía.
15. ¿Fue un error mantener las marchas feministas del 8 de marzo? Sin duda, como tantos otros eventos multitudinarios que se celebraron ese fin de semana. Fue el 9 de marzo, y no antes, cuando se detectó que los contagios estaban disparados y fuera de control. Pero resulta obsceno que la oposición cuestione a posteriori esa decisión, cuando no dijo nada en su momento. El PP no solo no se opuso, sino que envió una representación oficial a la manifestación del 8M. Y Vox organizó un mitin ese mismo día.
16. Desde el PP también culpan al Gobierno por no decretar antes el confinamiento y bloquear los desplazamientos. Conviene recordar que el 11 de marzo Ayuso estaba en contra: "Madrid no se va a cerrar o por lo menos el Gobierno de Madrid no la va a cerrar", decía la presidenta madrileña, al mismo tiempo que se quejaba de las consecuencias económicas porque el Gobierno no desmentía esa posibilidad.
Ayuso no era la única presidenta autonómica con dudas sobre las medidas a tomar. En Andalucía, ese mismo 11 de marzo, Juanma Moreno no quería suspender la Semana Santa.
17. La Comunidad de Madrid también tiene las competencias sobre las residencias de ancianos: tanto las públicas como las privadas. El 12 de marzo, el consejero de Sanidad de Madrid anunció que iban a medicalizar las residencias. Aún no se ha hecho. La nueva promesa es que se hará, en el futuro, con el material que sobre en los hospitales, cuando acabe la crisis.
18. La situación de las residencias de Madrid era tan crítica que, el 19 de marzo, el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, y el vicepresidente de Madrid, Ignacio Aguado –ambos de Ciudadanos–, pidieron ayuda al Ejército. Ayuso estaba en contra: “Esta petición no sirve porque el Ejército no tiene capacidad”, decía ese mismo día la presidenta de Madrid. 
El Ejército finalmente entró en las residencias, a pesar de Ayuso. Y el 26 de marzo, la consejería de Reyero difundió un informe detallando el número de ancianos muertos en los geriátricos –1.065 en ese momento–. Esa misma noche, Ayuso le quitó las competencias sobre las residencias al consejero de Ciudadanos para dárselas al consejero de Sanidad, de su partido. 
19. El 2 de abril, Ayuso admitió en una entrevista que el número de muertos en las residencias de Madrid se había multiplicado durante el mes de marzo: “En torno a 3.000 fallecidos”. “Es imposible llegar a todas partes”, argumentó Ayuso.
Unos días después, la cifra había crecido aún más: 4.750 fallecidos, cuando lo habitual en un mes, según la Comunidad de Madrid, son mil defunciones en las residencias.
20. Los muertos son culpa del Gobierno. Pero cuando hay noticias buenas, son mérito de la gestión de Ayuso, que presume del número de curados en Madrid –con gráficos manipulados–; de ser la autonomía que más aviones ha traído de China con material sanitario –falso, es la valenciana–; de ser la primera que cerró los colegios –falso, Euskadi cerró antes los de Vitoria–; o de haber levantado en tiempo récord el mayor hospital de campaña español, en Ifema. Ayuso olvida que, en la puesta en marcha de este hospital, también participaron el Ejército y el Ministerio de Sanidad.
21. La presidenta de Madrid critica también al Gobierno por cómo trata a las autonomías. Y luego llega casi dos horas tarde a la cumbre entre los presidentes autonómicos y el presidente del Gobierno. ¿La razón de ese retraso? Unas fotos que Ayuso se estaba haciendo en el aeropuerto para presumir de la llegada del tercer avión a Madrid con material sanitario. La propaganda es lo primero.
Este mismo domingo, sin tanto autobombo, aterrizó en Valencia el octavo avión de China con material sanitario comprado por la Generalitat valenciana desde que empezó esta crisis. Pero el presidente valenciano, Ximo Puig, no ha ido a hacerse fotos al aeropuerto.
22. Mientras el PP insiste en culpar de los muertos al Gobierno por su "negligencia" y Vox acusa al Gobierno de "criminales", la Organización Mundial de la Salud dice justo lo contrario. "España está haciendo un trabajo fantástico", asegura el jefe de la misión de la OMS a España, Bruce Aylward. La OMS tampoco sabe explicar por qué la pandemia "explotó" de esta forma. "España está afrontando los mismos retos que los demás países, pero en una escala diferente debido al número de casos" que derivó de esa explosión para la que no han identificado causas.
23. Es contradictorio aplaudir desde el balcón a las ocho a los héroes de la Sanidad pública con pedir recortes de impuestos. Unos se pagan con los otros; no se puede soplar y sorber al mismo tiempo.
24. Y no, no creo que las altas cifras de muertos en Madrid sean culpa del Gobierno de Madrid, o del PP, o de Isabel Díaz Ayuso. Tampoco de Fernando Simón, o de Salvador Illa, o de Pedro Sánchez. ¿Podrían haberlo hecho mejor? Sin duda, todos ellos. Pero culpar a los gobiernos como responsables únicos y absolutos me parece una explicación incompleta, demagógica y oportunista. Sabemos aún demasiado poco para los juicios sumarísimos que algunos hacen.
25. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, también tiene un mensaje importante para los políticos, muy aplicable en España: "Por favor, pongan en cuarentena la politización del coronavirus".
Cuando todo esto acabe, habrá que evaluar a fondo qué ha ocurrido para que España sea uno de los epicentros mundiales de esta pandemia. Se lo debemos a miles de fallecidos, a sus familias, a sus amigos.
Ojalá sea un debate serio, con datos y sin gritos; sin esas 'morgues' que Casado echa de menos en los medios. Dudo que eso sea posible, al menos en este Parlamento donde los conservadores son arrastrados por el discurso ultra. Es infame la instrumentalización de los muertos que está haciendo la derecha para intentar tumbar al Gobierno en mitad de la tormenta, eludiendo su parte de responsabilidad en la gestión, exagerando los errores ajenos y escondiendo los propios. No tienen escrúpulos.


domingo, 12 de abril de 2020

Adiós globalización , por John Gray.


Gray john las dos caras del liberalismo by vm2k14 - issuu


Adiós globalización, empieza un mundo nuevo. O por qué esta crisis es un punto de inflexión en la historia

La hiperglobalización de las últimas décadas se acaba. El capitalismo liberal está en quiebra, asegura el prestigioso filósofo político británico John Gray. Asistimos a un punto de inflexión histórico

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Todos los libros del autor John Gray


sábado, 11 de abril de 2020

Las razones de por qué la pandemia creció en España.


Las razones que explican por qué la epidemia de COVID-19 "explotó" en España

 Esther Samper


La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró este pasado miércoles que todavía se desconoce por qué la COVID-19 "explota" en algunos lugares, como ocurrió en España desde la primera semana de marzo. En realidad, con los datos que ya sabemos sobre el virus SARS-CoV-2 y su forma de propagación, sí que conocemos varias razones que explicarían por qué en determinados países como España, Estados Unidos, Italia o China, este agente patógeno ha sido capaz de infectar a tantas personas sin disparar las alarmas de las autoridades sanitarias al comienzo de sus respectivas epidemias.

Seguirle la pista al virus

Como explica la biotecnóloga Ángela Bernardo en Sin medios contra el coronavirus: cómo España intentó huir a ciegas del 'tsunami', la falta de laboratorios preparados, de material y de personal especializado para realizar las pruebas de PCR ha sido uno de los grandes lastres para atrapar a tiempo al virus. Debido a estas limitaciones, el Gobierno tuvo que restringir considerablemente los criterios para la realización de pruebas de laboratorio. Esto supuso que los pacientes con síntomas leves y las personas infectadas pero sin síntomas (asintomáticas) hayan quedado fuera de los registros de Sanidad durante prácticamente todo el tiempo desde el inicio real de la epidemia.
Este comportamiento llevó a dos consecuencias principales. La primera, que cuando empezó a darse la transmisión comunitaria de coronavirus (contagios dentro del territorio) en España, las autoridades sanitarias no se dieron cuenta hasta varias semanas después. De hecho, el primer fallecido confirmado por COVID-19 en nuestro país se detectó con casi tres semanas de retraso tras cambiarse los criterios para la realización de tests. Esta persona había viajado a Nepal, país donde supuestamente no había epidemia de coronavirus.
Desde un punto de vista epidemiológico, la identificación de casos leves era imprescindible para controlar la epidemia cuando los casos que aparecían en España eran importados y los casos de contagio comunitario eran reducidos. En esas etapas de la epidemia, la detección, aislamiento y rastreo de contactos de los casos eran vitales para contener la epidemia y que esta no "explotara". La segunda consecuencia es que la magnitud real de la epidemia era desconocida y mucho mayor de la que reflejaban las estadísticas oficiales, lo que impide saber cuánta gente ha pasado la enfermedad y cuánta aún es vulnerable a la infección.

La clave de los asintomáticos

Al igual que España, Italia, China y Estados Unidos también se encontraron, de repente, con una explosión de casos de coronavirus. ¿Por qué? Porque los casos más leves y asintomáticos, que no se identificaron a través de pruebas, fueron claves en el inicio de sus epidemias. Estos países comenzaron a realizar tests diagnósticos a su población demasiado tarde y con demasiadas restricciones. Según un estudio publicado en la revista Science, se calcula que el 86% de todas las infecciones que ocurrieron en China hasta que se dio el aislamiento forzado en Wuhan no fueron detectadas. ¿Cuál sería la cifra en España? No podemos saberlo aún, pero es seguro que en España la mayoría de casos de COVID-19 no se han identificado.
En el otro extremo, tenemos a países como Corea del Sur y Alemania. Estos países sí que contaban con importantes recursos y personal especializado para la realización de pruebas de laboratorio. Realizaron una apuesta temprana y decidida por la realización de tests, con un estrecho seguimiento del virus entre la población, sin descartar a las personas con síntomas leves y, en el caso de Corea, tampoco a los asintomáticos. Esto ha permitido a ambos países tener una visión más real de la epidemia, así como un mayor control sobre esta, sin sufrir una "explosión" de casos de COVID-19.

La transmisión comunitaria quedó oculta

A los criterios restringidos en España para la realización de tests se unen tres rasgos del coronavirus que han hecho su control una pesadilla en prácticamente todo el mundo: su largo periodo de incubación, la presencia de casos asintomáticos que pueden transmitir el virus y las manifestaciones clínicas similares a gripes y resfriados en los casos leves.
El periodo de incubación tras la infección por coronavirus puede durar de 2 a 14 días hasta que se muestran los primeros síntomas (si se llegan a mostrar). Además, desde que aparecen los primeros síntomas hasta que los pacientes desarrollan síntomas más graves suelen transcurrir alrededor de 5-7 días.
¿Qué ocurre cuando, en un país como España, prácticamente casi todos los tests se realizan a pacientes graves (exceptuando al personal sanitario y otros profesionales públicos)? Pues que la visión que tiene el Ministerio de Sanidad sobre la epidemia es, en realidad, sobre los contagios que ocurrieron hace 14 días, de media. Al comienzo de la epidemia, antes de la cuarentena masiva, fue la multiplicación de casos graves lo que disparó las alarmas, pero los contagios ya se habían producido semanas antes, con muchas personas con síntomas leves o asintomáticos que habían pasado desapercibidos.
Por otro lado, en más del 80% de los casos de COVID-19 los pacientes sufren síntomas leves que pueden confundirse con gripes o resfriados. Desafortunadamente, el comienzo de la epidemia de COVID-19 en España coincidió en el tiempo con la presencia entre la población de estas enfermedades banales características del invierno que aún seguían dando coletazos. Un porcentaje desconocido de personas en aquel entonces, con COVID-19, no sospecharon lo más mínimo que tenían esta enfermedad y no acudieron a sus centros de salud, aunque sí estaban difundiendo el virus sin ser conscientes de ello.
También hubo personas con COVID-19 que sí acudieron a las consultas, y diversos médicos de familia de centros de salud observaron un repunte de infecciones respiratorias banales en las consultas, razón que achacaron en aquel entonces a gripes y resfriados, cuando, en realidad, era el coronavirus que se estaba abriendo paso. Este fenómeno ha ocurrido en otros países, como en Estados Unidos. Antes del comienzo "oficial" de la epidemia, muchos médicos atendieron a pacientes leves con COVID-19 pensando que eran las típicas infecciones respiratorias del invierno.
Por último, de entre todos los infectados por coronavirus en España, el gran misterio reside en los casos asintomáticos. ¿Cuál es su magnitud? En estos momentos, no tenemos ni idea. Sin embargo, pese a que se sabe que contribuyen a la expansión de la epidemia, han pasado desapercibidos por las autoridades por la imposibilidad de realizar tests a este grupo.
En definitiva, la falta de recursos para la realización intensa y temprana de tests en la población española, junto con las características del coronavirus, fueron una "tormenta perfecta" para la "explosión" de la epidemia, que nos llevó a una cuarentena masiva como la forma más drástica para ponerle freno. En realidad, no fue una "explosión", sino una epidemia que, pese a extenderse frente a nuestras narices, había quedado oculta y fuera del radar de las autoridades durante demasiado tiempo.

La gran pregunta en estos momentos es: ¿cuántos españoles han pasado ya la COVID-19? Según estimaciones del Imperial College, entre el 3,7 y el 41% de las personas en España podría haberse infectado ya (de media, 7 millones de individuos). Tendremos que esperar a las pruebas de anticuerpos en las próximas semanas para conocer más de cerca el lado oculto de la epidemia y también para saber qué rumbo tomará la cuarentena próximamente.

 Nota del blog .-( Estas notas  son copias de   comentarios  en el articulo , merecen leerse los comentarios  )
Y VER  EL 21
Algunas cuestiones que me quedan poco claras.

1. Italia y Estados Unidos cuentan con Agencias Estatales de Salud, por lo que, en puridad, cabe achacar a sus gobiernos centrales la responsabilidad de lo ocurrido, si bien en el caso de Estados Unidos es algo complicado, puesto que, como aquí, las competencias sanitarias las tienen los Estados.
Aquí, únicamente las Comunidades tienen esas competencias, por lo que hasta el día 15 de marzo toda imprevisión solo puede achacarse a ellas. El Gobierno podía haber acelerado los planes, pero como indica el artículo, sin datos es imposible conocer la magnitud de la situación y tomar medidas.
2. Alemania ha contado con más medios porque alguna de las farmacéuticas con posesión de los tests son de este país y las pusieron a disposición del Gobierno. Nada parecido ocurre ni en Italia ni en España. En todo caso, no cantemos victoria: aún están escalando posiciones en el número de infectados y hay dudas en la forma que tienen de contar los muertos por el bicho.
3. Nada se dice sobre el origen del virus. En España los primeros casos detectados son un inglés y un alemán de los muchos turistas que hay en el país y el primer español contagiado oficialmente se produjo casi 10 días después, por lo que, sin medios, sin datos y con ese vector de contagio, parecía algo que no era preocupante aún para el país. Habla de imprevisión me parece prematuro.
4. Si, además, existe una figura como son los asintomáticos, se produce en plena expansión de la gripe, que si conocemos, y se introduce una enfermedad para la que no hay protocolos de identificación y registro, es obvio que la tormenta es perfecta, pero de ahí a achacar a responsabilidades va un trecho. Lo único en lo que si se puede achacar responsabilidad es en la falta de camas y de medios para atender a quienes en ellas están. Y ahí sí, Madrid se lleva la palma.


 Y ver  el 33

Lo que la Sra. Samper reproduce aquí es un contenido lleno de equivocaciones fruto del seguimiento de un hilo que no porque se repita va a ser verdad. Habla de que Alemania detectó los asintomáticos desde el primer momento y ha aislado esos casos desde mucho antes que España. Eso es falso por dos cosas: Merkel reaccionó sólo cuando vio lo que estaba sucediendo en Italia y España, imponiendo el confinamiento y prohibiendo eventos públicos unos días más tarde y, si tantos test ha realizado con tantos laboratorios, detectando a los asintomáticos ¿cómo es posible que hayan detectado en más tiempo menos casos que en España? La cuestión de todo esto está en el cerrojazo informativo del Gobierno Alemán, apoyado, a diferencia de aquí, por toda la representación parlamentaria. Si tan preparados estaban y tan listos han sido ¿cómo es que también han importado material chino? incluso con problemas de importación a través de terceros países. La realidad alemana es que la curva va retrasada dos semanas, que sólo se registran muertes testadas en centros oficiales y que los datos que se facilitan son incompletos. Esta claro que la sanidad española mermada por Rajoy, y sus acólitos en las comunidades, durante años está muy deteriorada pero no caigamos otra vez en la autohumillación, sobre todo si nos la hacemos comparándonos con el país del mundo más arrogante y aprovechado.

 Y VER EL 40

lo triste es que en realidad hay miles de científicos españoles fuera de España por culpa del ninguneo que han sufrido durante muchos años, les han cerrado laboratorios, les han dejado sin financiación y sin empleo. La formación académica es excelente pero, si luego de formarlos se les elimina del sistema, no tienen mas solución que emigrar... Quizás de ésta salgamos con un poco mas de conciencia de lo que realmente es importante para un país...

 Y VER EL 35 
Lo que no me cuadra es la detección de los asintomáticos. ¿Como, con 47 millones de test? En Sud Corea con aproximadamente la misma población ¿se hicieron esa cantidad de test? No me lo creo. Que alguien me lo explique. Please.

Los amos de la residencias de ancianos en España .

Fondos, aseguradoras, ladrillo y grandes fortunas: los amos de los mayores grupos de residencias de ancianos en España

Antonio M . Vélez


La insuficiente oferta de plazas públicas y el envejecimiento de la población española han atraído a este sector a numerosos fondos y a multinacionales especializadas, en especial, francesas

En los últimos años, el sector ha vivido un boom de operaciones. Fondos y grandes multinacionales especializadas (en especial, francesas) han olido el negocio ante la falta de oferta de plazas públicas y el envejecimiento de la población española, tomando el relevo de las antiguas cajas de ahorro y algunas constructoras y aseguradoras en el capital de estas empresas.
En enero, semanas antes de que la epidemia de coronavirus saltase a Europa, la Asociación de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales advertía, basándose en datos del Imserso, de que la población mayor de 65 años en España había crecido en casi un millón de personas de 2010 a 2018 mientras las plazas en residencias solo habían aumentado en 12.353, hasta 381.158. Eso implica un déficit de unas 70.000 plazas para cumplir la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de una ratio de cinco plazas por cada 100 personas mayores de 65.
Esa asociación ponía de manifiesto que, a 2018, el 60% de las plazas en España contaba con financiación pública (incluyendo las concertadas) y el 40% restante eran puramente privadas. «Las plazas de financiación pública, que son las que garantizan el acceso a este servicio de todas las personas que lo necesiten, solo constituyen 2,5 por cada 100 mayores de 65 años, es decir, la mitad de la ratio aconsejable», advertían los gerentes en Servicios Sociales.
La consultora inmobiliaria JLL pronosticaba hace un año que, hasta 2033, España necesitaría contar con cerca de 272.000 plazas adicionales en residencias para la tercera edad teniendo en cuenta las proyecciones de envejecimiento de la población. Eso explica el apetito por un sector que todavía está fuertemente atomizado pero en el que poco a poco han ido tomando posiciones grandes operadores.
Según datos de Alimarket, en noviembre estaban operativos 5.208 geriátricos y viviendas para ancianos en España y, pese a las múltiples operaciones de concentración de los últimos años, los diez primeros grupos solo alcanzaban el millar de geriátricos operativos y el 20% de camas. Por su parte, Informa DBK estimaba en mayo de 2019 que a cierre de 2018 los cinco primeros operadores reunían una cuota conjunta del 23% sobre el valor total del mercado, que ascendía al 31% si se consideraban los diez primeros.
Esta firma cifraba la facturación agregada de las empresas gestoras de residencias para la tercera edad en unos 4.500 millones de euros. El 59% (unos 2.655 millones) correspondía a ingresos derivados de la gestión de plazas privadas «puras».
La primera empresa del sector en España es la francesa Domus Vi, uno de cuyos centros saltaba la semana pasada a los titulares tras ser intervenido por la Comunidad de Madrid junto a otros siete establecimientos por encontrarse en una situación «crítica» por la epidemia. Con unas 25.000 plazas en España, cerca de 200 residencias y centros de día, más de 21.000 profesionales y 543 millones de facturación en 2018, el mayor accionista de esta empresa es Intermediate Capital Group (ICG), fondo británico que participa en otras compañías españolas como el grupo de call centers Konecta.
ICG se convirtió en socio de referencia de Domus Vi en 2017 tras adquirir su participación a otro fondo, PAI Partners, que había comprado la compañía francesa en 2014 y luego la fusionó con la gallega Geriatros (que adquirió en 2015 a otro fondo, Magnum, que en 2012 se la había comprado a la extinta NCG) y la también española SAR Quavitae (en 2016), lanzada por, entre otros, los hermanos Gallardo, dueños de la farmacéutica Almirall, acogidos a la amnistía fiscal de 2012 y propietarios de uno de los principales grupos españoles de sanidad privada, Vithas.
También vinculada al capital riesgo, en este caso al gigante británico CVC, está la propietaria de otra de las residencias intervenidas esta semana en Madrid, Vitalia. Con unas 6.600 plazas y 3.000 empleados, fue adquirida a finales de 2017 por CVC, que compró la mayoría de sus acciones al fondo español de capital riesgo Portobello poco después de vender el grupo de sanidad privada Quirón al alemán Fresenius.
La segunda empresa del sector en España, Orpea, también tiene origen francés y ha protagonizado asimismo titulares tras las denuncias de trabajadores que aseguraban que la empresa había ocultado muertes de residentes en uno de sus centros en Madrid. Esta multinacional, presente en 22 países, con 1.014 establecimientos y 104.234 camas a cierre de 2019, cuenta en España con unas 8.800 plazas (es ya su tercer mercado, tras Francia y Alemania) y su filial facturó 166 millones en 2018.
Orpea fue fundada por un neuropsiquiatra francés, Jean-Claude Marian, que vendió sus acciones en enero (le quedaba un 5%) tras retirarse de la presidencia en 2017 a los 78 años. Sus principales accionistas son el fondo canadiense CPPIB (14,5%) y la familia Peugeot (5%), una de las grandes fortunas de Francia. El 78% de sus acciones cotiza en bolsa.
Más sello francés
También tiene capital francés Amavir. Con unas 6.400 plazas en España, 4.400 empleados y una facturación de unos 152 millones, su mayor accionista (85,46%) es Maisons de Famille, perteneciente al grupo Mulliez, dueños de Alcampo, Decathlon o Leroy Merlin, entre otros conocidos gigantes de la distribución.
De Francia procede también Colisee, cuarto operador del sector en Europa, perteneciente al fondo IK Investment Partners, y que desde el año pasado (tras comprar la belga Armonea, que en 2016 adquirió la valenciana La Saleta) gestiona unas 3.300 plazas y medio centenar de centros en España, país que, como destaca en su web, «será el país más envejecido de Europa» en 2040.
Francés es también el gigante europeo Korian (53.000 empleados), que ha desembarcado en España también a golpe de talonario con varias compras que le han permitido alcanzar las 2.000 plazas y una facturación de 25,5 millones en 2019. Cotizado en bolsa, su mayor accionista es Predica, aseguradora de Crédit Agricole (24,38%).
Aseguradoras
También está vinculada a los seguros una de las cinco mayores empresas del negocio de las residencias en España, la española Ballesol. Con treinta años de experiencia, en la actualidad cuenta con 46 centros, más de 7.000 plazas residenciales, 3.200 empleados y 143 millones de facturación en 2018. Presidida por Juan Ignacio Vivas, a su vez presidente de una de las patronales del sector (AESTE), su mayor accionista (75,29%) es Santalucía, que tiene entre sus propietarios a algunas de las familias más adineradas de España, como los Álvarez Otero (33%).
Otro actor relevante y también vinculado al negocio asegurador es Caser Residencias, perteneciente a la aseguradora del mismo nombre, de la que la suiza Helvetia acordó adquirir un 70% en enero tras comprar los paquetes de, entre otros accionistas, varias antiguas cajas de ahorros. Cuenta con unas 3.000 plazas, 2.500 empleados, 20 centros de la tercera edad y una facturación de 85 millones en 2019.
Constructoras
Entre las empresas nacionales destaca también muy especialmente Clece, filial de ACS, la constructora que preside Florentino Pérez y en la que participa la pareja de primos multimillonarios popularmente conocida como ‘Los Albertos’, y que gestiona «íntegra o parcialmente 145 residencias y 92 centros de día en todo el territorio nacional. En estas instalaciones, velamos por el bienestar y la calidad de vida de cerca de 17.000 mayores», explica en su web.
En gran medida, se trata de establecimientos cuya gestión se ha adjudicado mediante contratos integrales encomendados por diferentes administraciones públicas. Como explicaba el grupo en sus cuentas de 2018, a cierre de ese ejercicio Clece era «líder destacado en España con la gestión de más de 100 centros para mayores», un dominio que está complementando con centros enteramente privados en España y Portugal a través de su marca Clece Vitam.
«A finales de 2019, Clece contaba con un total de 18 centros de este tipo y sigue trabajando en la puesta en marcha de otras 27 nuevas residencias Clece Vitam en diferentes comunidades autónomas hasta 2022», explica en sus últimas cuentas el grupo, que no ha querido facilitar ninguna información sobre el número de plazas que gestiona (según Cinco Días, a abril de 2019 superaba las 4.000) ni los ingresos que le proporcionan.
Otra constructora presente en este negocio es Sacyr, que a través de su filial Sacyr Social proporciona actualmente «servicios a 10 residencias. Atendemos a algo más de 1.000 residentes y contamos con una plantilla cercana a las 1.000 personas», según fuentes de la empresa. Se trata de servicios que presta «en residencias propiedad de de distintas administraciones que sacan concursos. En algunos casos, el concurso incluye la gestión completa de la residencia, en otras ocasiones sólo algunos de los servicios que se prestan en las mismas».
También depende de los concursos públicos el negocio de residencias de ancianos de Eulen Sociosanitarios, filial del gigante de los servicios de la familia Álvarez Mezquíriz que presta decenas de servicios asistenciales relacionados con mayores y dependencia mediante la gestión de residencias, centros de día y pisos tutelados para personas mayores a través de concesiones del sector público.
La empresa no facilita ninguna información sobre cuántas plazas gestiona y su cifra de negocios. En sus últimas cuentas (2018), según información disponible a través de Insight View, la «gestión de centros» (sin diferenciar tipología, ya que presta una amplia gama de servicios relacionados con la dependencia) aportó 53,3 millones de facturación a esa filial.
Sanidad privada
La sanidad privada también ha tomado posiciones en este sector. El grupo más importante es Sanitas, propiedad de la británica BUPA, que dice ser «el segundo operador de residencias privadas en España» con cerca de 6.200 plazas en 2018 y una facturación de unos 110 millones en ese ejercicio.
En la actualidad, Sanitas cuenta con 47 residencias por toda la geografía española, según explicaba en un artículo publicado el 27 de marzo el consejero delegado del grupo, Iñaki Ereño, que advertía de que «estigmatizar un sector que está asumiendo un reto que excede su rol original es injusto y poco útil».
En ese artículo, Ereño reclamaba que los profesionales del sector, que «están estos días doblando turnos y arriesgando incluso su propia salud para ayudar a las personas mayores, los más vulnerables de nuestra sociedad», contasen «lo antes posible» con «las mascarillas, geles y equipos de protección individual que garanticen su seguridad, porque están en primera línea de contagio».
Otro grupo de la sanidad privada que está tanteando este sector es HM Hospitales, propiedad de la familia Abarca Cidón, que el año pasado inauguró en Leganés (Madrid) su primera residencia para la tercera edad bajo la marca Valdeluz, en asociación con Arpada. Esta constructora ha vuelto a este sector, en el que ya estuvo presente hasta 2017, cuando vendió las cinco residencias que tenía (con cerca de 900 plazas) a Sanitas.
Fuente

 NOTA DEL BLOG ...10.04.2020  A falta de realizar test generalizados, es imposible saber el número de víctimas mortales que el coronavirus ha dejado en las residencias de ancianos. Pero, según los datos proporcionados por las comunidades autónomas, los usuarios de este tipo de centros que han fallecido con COVID-19 o síntomas similares superan los 9.000, la mayoría en Madrid, Cataluña y Castilla y León, y representan el 58,6% del total de fallecidos notificados por el Ministerio de Sanidad.

Paolo Flores d’Arcais , entrevista.


Paolo Flores d’Arcais  entrevista .

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