sábado, 16 de febrero de 2019

La apropiación patriarcal del discurso feminista .



Feminismo & Machismo neoliberal (neomachismo)
La apropiación patriarcal del discurso feminista

TribunaFeminista

No, el feminismo no es lo que cualquier persona crea que es.

El feminismo, como toda teoría política, tiene un núcleo central de ideas, un ideario mínimo inquebrantable que si no se respeta no es feminismo. Sin embargo, en los años del postmodernismo neoliberal (fíjense que intersección más nefasta) es habitual escuchar que el feminismo es cualquier cosa así llamada por cualquiera, obviando, por supuesto, los tres siglos de historia y genealogía feministas. Quizá tenga algo que ver aquella célebre frase de Margaret Thatcher y que se ha asentado como dogma en el imaginario colectivo: “No existe la sociedad, sino mujeres y hombres individuales”.
Por supuesto, esta idea se ha introducido en el feminismo porque la élite neoliberal es consciente de nuestra capacidad transformadora. Hoy, todo es feminismo, cualquier cosa que haga una mujer es feminista, Inditex es feminista haciendo camisetas con nuestros lemas, Ana Botín, con buena parte de la riqueza de todo un país, es feminista porque ella lo dice… Desde luego, es una estrategia inteligente y muy efectiva, la de invalidar una teoría vaciándola de contenido. Y me explico con más ejemplos.
El partido político Ciudadanos ha presentado una propuesta de ley en el Parlamento para regular los vientres de alquiler, una práctica prohibida en España. Los únicos beneficiarios de esta legalización serían las “empresas” intermediarias que explotan reproductivamente a mujeres, que no ven otra alternativa de subsistencia que embarazarse para otros y vender a su bebé. Pues bien, a estas “empresas” no se les ocurrió otra cosa que hacer una campaña a favor de su negocio, empapelando Madrid con carteles con la proclama utilizada para conseguir el derecho al aborto, esto es, “nosotras parimos, nosotras decidimos”. Señores de traje y corbata, pero “nosotras parimos, nosotras decidimos”. El derecho al aborto nos concedió autonomía y libre decisión sobre nuestros cuerpos.
Los vientres de alquiler ceden esta autonomía, en su inmensa mayoría de mujeres empobrecidas, a quienes la compran. Esto es, pues, apropiación mezquina del discurso feminista y un nuevo disfraz del patriarcado, que sabedor de que no atendemos a órdenes directas y que identificamos al instante las viejas tácticas, opta por una nueva: ocultar la opresión sexual bajo mitos elaborados a tal efecto, como por ejemplo el de la “libre elección”. De hecho, he aquí, la idea nuclear del neoliberalismo: somos individuos y tenemos libre elección. Ni atisbo de análisis de los condicionamientos de nuestras decisiones. Bajo este falso pretexto se valida cualquier cosa que nos dañe porque, supuestamente, la escogemos. Pretenden cambiar la naturaleza de las cosas y las condiciones materiales de la existencia, mediante la repetición de mantras falsos que se pueden resumir en llamarle a la explotación, trabajo libremente elegido.
No se puede defender a la vez y desde un mismo lugar, la autonomía sobre nuestros cuerpos y, que nuestros cuerpos y vidas se pongan al servicio sexual o reproductivo de quienes puedan pagarlo. ¿O acaso luchamos por la libertad para esclavizarnos? Que el feminismo quepa una idea y su contraria responde al intento de despolitización del movimiento y de invalidación de la teoría. Y en este sentido, la ofensiva más grave que actualmente estamos viviendo es la infiltración del lobby proxeneta en el movimiento feminista.
Representantes del “sindicato” OTRAS, el que pretende ser el “sindicato de trabajadoras sexuales” en nuestro país, acuden a nuestras asambleas para que en los manifiestos del 8M aparezca el “trabajo sexual”. Primero, intentaron sindicarse y la Justicia, obviamente, no les dio la razón pues para constituir un sindicato, es necesario que exista una patronal frente a la que defender los intereses de las trabajadoras y, en este caso,  la patronal la conformarían los proxenetas. Permitir la constitución de este sindicato implicaría el reconocimiento del proxenetismo y por ende, de la explotación sexual  como trabajo, como opción válida al ser legitimada por el propio ordenamiento jurídico. En donde este tipo de “sindicatos” han prosperado, se ha regulado la prostitución. Son, pues, los pasos previos a la legalización y una de las líneas estratégicas del lobby proxeneta.
No se rinden y ante el fracaso de esta tentativa, tratan de infiltrarse en nuestro movimiento. El único interés que tienen en el feminismo es instrumental, pues si lograsen que en los distintos manifiestos se reconozca la prostitución como trabajo, sería un estupendo aval y una forma de presionar al Gobierno de turno para legalizar esta violencia. “El movimiento feminista nos apoya” dirían. Pues no, no es así. No están perdiendo sus vidas millones de mujeres y niñas en la prostitución, para que desde el feminismo validemos estos posicionamientos que lo amparan y promueven. Ocupan nuestros espacios y revientan nuestras asambleas. Pretenden hacer creer que estamos viviendo una escisión o una ruptura en el movimiento feminista, cuando, en realidad, se trata de una infiltración del lobby proxeneta en nuestras filas, un embiste al que, con todas nuestras fuerzas, tenemos que resistir.
Es una lucha por no dejar integrase en el movimiento a quienes lo dinamitaría por sus propios intereses. El feminismo es abolicionista desde su nacimiento. “El abolicionismo está en el corazón del feminismo”[i]. Somos y seremos leales a nuestra genealogía y por eso más que nunca, tenemos que trabajar por preservarla y caminar en el mismo sentido. La prostitución seguirá siendo combatida por las feministas y tratada como lo que es, una violación de los derechos humanos. Como afirma Taina Bien-Aimé, si estás de acuerdo en que las mujeres y niñas más marginales y vulnerables del planeta tengan que subordinarse al deseo masculino, ser cosificadas y puestas a disposición del comercio sexual, entonces estás creando un apartheid de género.
Otra forma de invalidar al movimiento es pedir, siendo más o menos conscientes, la adaptación al sistema. Y esto es justamente, lo que creo que pasa con la tibieza de reivindicar la reapropiación del insulto. Que cada una individualmente haga lo que convenga, faltaría más, pero me vais a permitir que dude de la eficiencia de denominarnos “putas feministas” como forma de lucha colectiva. En la Marcha de la Putas de Boston, Jaclyn Friedman pronunció ante no pocas mujeres las siguientes palabras: “Si alguna vez os han llamado putas, levantaos y decid conmigo: ¡Soy una puta! ¡Soy una puta!”. ¿De verdad alguien cree que esto molesta mínimamente a la élite neoliberal y patriarcal? ¿Es esta la forma de luchar contra la violencia hacia las mujeres? ¿De qué manera ayuda esto a las mujeres prostituidas? El feminismo no reivindica el “trabajo sexual”, sino que pugna por abolir la prostitución porque condena a las mujeres y niñas a un dolor físico y emocional perpetuos. El feminismo no se reapropia de lo que nos hace daño, sino que trata de demoler las instituciones patriarcales y sus instrumentos de sometimiento.
“Si alguna vez os han llamado putas, levantaos y decid conmigo: ¡Soy una puta! ¡Soy una puta!”. ¿De verdad alguien cree que esto molesta mínimamente a la élite neoliberal y patriarcal? ¿Es esta la forma de luchar contra la violencia hacia las mujeres? ¿De qué manera ayuda esto a las mujeres prostituidas? El feminismo no reivindica el “trabajo sexual”,
Especialmente revelador es lo que lleva pasando años en una parte de la academia y que, en muchos países, ya ha desplegado trascendencia práctica. Me refiero a aceptar como feministas, ideas que nos invitan a negar o arriesgar el sujeto político del feminismo, esto es, el sujeto político “mujer”. Desde luego, poner en duda el propio sujeto de la teoría feminista es una propuesta acertadísima si lo que tratan de hacer es desmantelarla. Me gustaría ver a los teóricos/as queer, que son quienes haces estas propuestas, exigiendo de la misma manera tan resuelta, que arriesgue su sujeto político al movimiento obrero o al movimiento antirracista. Como explica Ana de Miguel en su libro “Neoliberalismo sexual”, afirmaciones como que “las mujeres no pueden ser sujeto del feminismo” contribuyen sospechosamente a relativizar la posición estructural de no poder de las mujeres en el mundo. A relativizar la fuerza teórica y estratégica de las demandas de un colectivo que, desdichadamente, comparte una historia de opresión con significativos puntos comunes. Otro de los postulados clave de la teoría queer es su conceptualización del género.
El feminismo, desde Simone de Beauvoir, que explicó la significación del género, si bien el término fue elaborado posteriormente, entiende el género como el conjunto de roles y características que se imponen en función del sexo, la construcción social y cultural que se hace de cada sexo. “La adquisición de los caracteres secundarios correspondientes al género es un proceso de inculturación que se lleva a cabo a través de la educación”[ii]. Así, al hombre se le impone virilidad y a la mujer, feminidad. Debemos tratar de erradicar esta socialización diferencial que conforma una restricción al libre desarrollo de la personalidad y que reduce nuestras posibilidades de acción y actuación en el mundo,  exactamente, a la mitad, a lo convenido cultural y socialmente para cada sexo. El género es, entonces, una de las principales herramientas de sometimiento patriarcales. Sin embargo, la solución ofrecida por la teoría queer no es acabar con ello, sino convertirlo en una identidad, en algo con que tú, individualmente, te identificas. Se crean listas interminables de géneros y así hablan, por ejemplo, de personas de género fluido, personas agénero o pangénero.
Argumentan que no se identifican con los roles tradicionales asignados al hombre y mujer. Y es que a las feministas nos pasa, exactamente, lo mismo. Precisamente, por no someternos a los roles que imponen la feminidad somos feministas, porque no aceptamos ningún destino impuesto por ser mujer. Que cada quien se identifique con la categoría que le apetezca, pero el feminismo busca una solución política y colectiva. La multiplicación del género es una respuesta individual a un problema social profundamente arraigado. Al igual que la mujer no feminista se identifica con la feminidad, las personas queer con las diversas categorías que han desarrollado. ¿La identidad personal acabará con la violencia machista? ¿Es que acaso si nos denominamos pangénero o agénero ante quien nos violenta, va a dejar de hacerlo?
La solución feminista es romper los roles y mandatos, no perpetuarlos a través de su multiplicación. Asimismo, no debemos permitir que nuestros términos, “el feminismo”, “la igualdad política”, “la equidad” sean sustituidos por “diversidad” o “identidad”, pues implica una cesión a teorías individuales que no dan respuesta a los problemas de las mujeres. Se podría decir que tras estos conceptos anida una acción reactiva al feminismo. Así como el neoliberalismo niega la desigualdad estructural y los sistemas opresivos, la teoría queer niega el significado y la transcendencia del género. Por esto, muchas feministas advertimos que la teoría queer no obedece a los intereses feministas.
En sociedades formalmente igualitarias, no se pueden utilizar los mismos métodos de reproducción de la ideología patriarcal. Si algo no te gusta y vives en un patriarcado de coerción, te obligan. Si vives en un patriarcado de consentimiento, te convencen[iii]. Así, luchar por la abolición de la prostitución, denunciar los brutales abusos existentes en la pornografía o exigir relaciones sexuales sin violencia se convierte en mojigato, de mujeres reprimidas. Pretenden con esta y otras tácticas, que admitamos los posicionamientos contrarios. Nos instan, por ejemplo, a aceptar prácticas sexuales extremas aprendidas en la pornografía, bajo el pretexto de la liberación sexual que no es tal y de una falsa transgresión posmoderna, que como no señalemos y paremos, acabará por infectar cada una de las clásicas y, aún, actuales y necesarias vindicaciones feministas.
El neoliberalismo con su ideología que lo ha impregnado todo, “fragmenta la conciencia del obrero e impide que se unan para dar forma a sus propia existencia material”[iv], dificulta que se unan como clase para la defensa de sus intereses colectivos. Lo mismo ocurre con las mujeres, con este feminismo despolitizado, posmoderno, queer y liberal. Se queda en la superficialidad, no hace un análisis de la opresión sexual y da respuestas ineficientes. No solo eso, sino que vende por empoderantes y como una manifestación de la libertad, violencias que cercenan vidas. Este feminismo es una parte de un todo, y este todo es el neoliberalismo.
Cada ola feminista, cada conquista tuvo su consecuente reacción patriarcal. Teóricas como Alicia Miyares ya han advertido que estemos alerta, pues hasta no hace mucho,  las acciones reactivas eran de muy fácil identificación, pues siempre provenían de sectores conservadores y de la Iglesia. El problema es que ahora también proceden de sectores que se dicen de izquierdas y feministas. Son muchos los frentes abiertos y son, cada vez, más sofisticados los disfraces patriarcales, pero nosotras somos la Cuarta Ola, mujeres concienciadas y preparadas para reconocer al sistema y sus herramientas, ponga el traje que se ponga. Somos la Cuarta Ola y vamos a desarmar cada una de las instituciones patriarcales.


 y ver  ...

jueves, 14 de febrero de 2019

La democracia americana .



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La democracia  americana  explicada en tres minutos




https://actualidad.rt.com/viral/305355-discurso-congresista-joven-eeuu-twitter


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  Bernie Sanders and Alexandria Ocasio-Cortez in Kansas 





El "procés" a juicio.

Sobre el juicio al procés (III)



De jueces y marionetas

La sala del Tribunal Supremo que juzgará a los dirigentes independentistas está compuesta por siete magistrados y está presidida por Manuel Marchena, un fino jurista de mentalidad conservadora y autoritaria. Marchena también será el ponente de la sentencia de la causa que nos ocupa, cuyo contenido, de todos modos, deberá pactar con sus compañeros de sala, los cuales no responden en su totalidad al mismo perfil ideológico.
Dice el artículo 117 de la Constitución que los jueces deben ser “independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley”. Ese es el proyecto constitucional que no siempre se corresponde con la realidad.
En España hay 5.637 jueces y magistrados en activo. De ellos, 2.540 son hombres y 2.827 son mujeres, esto es, un 52,7% del total. Algunos jueces están encuadrados en asociaciones profesionales, las más importantes de las cuales son la Asociación Profesional de la Magistratura, la Asociación Francisco de Vitoria y Jueces para la Democracia. Los periodistas acostumbran a utilizar este dato para clasificar a los jueces como conservadores o progresistas, como si unos tuvieran carnet del PP y otros del PSOE, lo cual es absurdo.
Claro está que todos los jueces, como el común de los mortales, tienen su escala de valores y su ideología, faltaría más, pero también tienen otros rasgos que influyen en su actividad profesional. Unos, por ejemplo, son muy trabajadores y otros unos vagos redomados; unos son muy ambiciosos y otros no; unos son unos ególatras de cuidado (de esos que para suicidarse sólo tienen que ascender hasta la cima de su ego y, a continuación, saltar al vacío) y otros humildes y discretos; unos son religiosos y otros ateos (y eso no significa, ni mucho menos, que unos sean progres y los otros fachas), etcétera, etcétera.
Hay bastante desconocimiento entre la izquierda acerca del funcionamiento y estructura del poder judicial. De entrada, hay mucha gente que todavía ignora que el poder judicial es eso: un poder del Estado, y que quienes lo ejercen toman decisiones muy relevantes para la vida de las personas. En general, los jueces no son marionetas de nadie, tampoco son máquinas expendedoras de sentencias, ni meros "instrumentos que pronuncian las palabras de la ley, seres inanimados que no pueden moderar ni la fuerza ni el rigor de las leyes", como pretendían Montesquieu o Beccaria, sino seres humanos de carne y hueso que, dentro de un determinado abanico de posibilidades legales, eligen y toman decisiones de las cuales son responsables por su adecuación a lo que prescriben las leyes.
Por otro lado, de los juzgados de instrucción y de primera instancia para arriba, los órganos judiciales acostumbran a ser colegiados, es decir, están compuestos por varios magistrados. Eso implica que sus fallos los adoptan por unanimidad o por mayoría, teniendo siempre cada juez la posibilidad de expresar posiciones discrepantes a las de sus colegas mediante la emisión de un voto particular. Este es, sin duda, el dato que mejor avala la vieja verdad según la cual interpretar y aplicar las leyes no ha sido, no es, ni va a ser nunca como sumar dos y dos.
Es frecuente leer o escuchar referencias y valoraciones genéricas sobre "los jueces" a partir de tal o cual actuación de alguno de ellos, cuando en realidad cada juez es hijo de su padre y de su madre. Nos iría mucho mejor a todos si adoptáramos la costumbre anglosajona de referirse a cada juez en singular, con sus nombres y apellidos, y si valoráramos sus decisiones una vez que éstas se hayan tomado, porque a los jueces por sus sentencias les conoceréis.
Por eso, la descalificación a priori de los jueces del Tribunal Supremo que deben juzgar la causa del procés está tan fuera de lugar como su defensa cerrada y acrítica. Ya se verá. Además, es frecuente valorar el trabajo de los jueces en función de cómo le va a cada uno en la feria. El caso de Manuel Marchena es muy representativo al respecto.

Marchena y los indignados

Manuel Marchena, muy denostado hoy por los independentistas, recibió grandes elogios de una parte significativa de ellos cuando en 2015 respondió positivamente (él y sus compañeros de Sala, pero él fue el ponente de la sentencia) a un recurso de casación interpuesto por el Govern de la Generalitat, el Parlament de Catalunya y el Ministerio Fiscal contra la sentencia dictada por la Audiencia Nacional que absolvió de todos los cargos a los ocho indignados procesados por participar, el 15 de junio de 2011, en el así llamado “cerco al Parlament”. Ese pretendido cerco fue en realidad una manifestación de protesta por los recortes sociales que se llevó a cabo en la parte exterior de las verjas del Parque de la Ciudadela de Barcelona, cerrado a cal y canto por la policía. Fue, pues, una manifestación que transcurrió a bastante distancia física del edificio del Parlament, ubicado en el interior de dicho parque, y bastante menos amenazadora que los disturbios protagonizados por algunos grupos independentistas a las puertas del Parlament el pasado uno de octubre.
Es cierto que la aludida manifestación dificultó —pero no impidió— la llegada al Parlament de los diputados, y que algunos de éstos fueron increpados, insultados y en algún caso vejados por los manifestantes, pero no hubo nada más: ni lesiones corporales, ni violencia contra las cosas, ni obstaculización real de la celebración del pleno previsto para ese día en el Parlament.
Esos hechos fueron considerados de extrema gravedad y en algún caso como algo parecido al 23-F por los políticos y tertulianos nacionalistas. Quien desee refrescar la memoria puede repasar los artículos que escribieron al día siguiente gentes como José Antich, Pilar Rahola o Artur Mas en La Vanguardia, o Quim Torra y Josep-Lluís Carod-Rovira en los diarios electrónicos El Matí Nació Digital respectivamente (el antiguo dirigente de ERC, tras mostrar su rechazo a los hechos del día anterior y a que, entre otras cosas, muchas pancartas del 15-M barcelonés estuvieran escritas en castellano, literalmente invitó a los indignados a irse a mear a España). En este ambiente de linchamiento, se inició un proceso penal que en última instancia Marchena y sus colegas concluyeron imponiendo una pena de tres años de cárcel por un delito contra las instituciones del Estado. Es posible que algunos de los dirigentes independentistas actualmente procesados, como Joaquim Forn, Jordi Turull o Josep Rull, por ejemplo, recuerden con un poso de amargura aquella alabada actuación del juez Marchena y sus compañeros de sala (con la excepción de Perfecto Andrés Ibáñez, que discrepó del fallo mayoritario con un voto particular).
Las ocho personas condenadas fueron José Mª Váquez, Francisco José López, Ángela Bergillos, Jordi Raymond, Ciro Morales, Olga Álvarez, Rubén Molina y Carlos Munter. Cito sus nombres y apellidos para no contribuir a su invisibilización social. Estas personas, olvidadas por la opinión pública en general y por la opinión independentista en particular, nunca han alcanzado para el gran público el status mediático de "presos políticos", ni tampoco ha habido una radio o una televisión generalista que se haya interesado por su situación personal o por la de sus familiares. Más bien, tras ser tachados de golpistas y totalitarios, fueron objeto de una campaña de criminalización que dura hasta hoy y a la cual también se apuntó la derecha carpetovetónica de toda la vida.
Pues bien, esas ocho personas previamente habían sido absueltas de todos los cargos por la Audiencia Nacional; más en concreto, por un tribunal compuesto por Ramón Sáez Valcárcel, que fue el ponente de la sentencia, Manuela Fernández Prado y Fernando Grande-Marlaska, el actual ministro de Justicia, el cual, todo sea dicho, se mostró disconforme con el fallo. Esa absolución, como se ha recordado, fue recurrida por la Generalitat, el Parlament de Catalunya y el Ministerio fiscal.
Por tanto, hay jueces muy distintos en sus maneras de pensar. Ahora bien, que Manuel Marchena es un juez conservador y de mentalidad autoritaria algunos lo sabemos desde, como mínimo, la sentencia del caso de los indignados y el Parlament, la cual ha sido de las más duras que se han dictado en España contra el pacífico movimiento del 15-M. Otros, a lo mejor, lo han descubierto en el último año.

El control desde atrás del Tribunal Supremo

El pasado 19 de noviembre, el diario digital El Español informó a sus lectores sobre el contenido de unos cuantos mensajes de whatsapp enviados por el senador del PP, Ignacio Cosidó, a sus compañeros de grupo parlamentario.
En ellos, Cosidó justificaba y alababa el pacto al que habían llegado con el PSOE para la composición del Consejo General del Poder Judicial, es decir, del organismo de gobierno de los jueces.
Decía el senador popular que a resultas de esa negociación “el PP tiene 9 vocales más el presidente (10) y el PSOE tiene 11”. Con ello, continuaba Cosidó, “no obtenemos los mismos [vocales] numéricamente, pero ponemos a un presidente excepcional, […] un gran jurista con una capacidad de liderazgo y auctoritas para que las votaciones no sean 11-10, sino próximas al 21-0. Y además controlando la sala segunda desde detrás [esto es, la sala de lo penal, única competente para enjuiciar a diputados, senadores y miembros del Gobierno, y también la que deberá dictar sentencia sobre la causa del procés] y presidiendo la sala 61 [competente, entre otras materias, de la ilegalización de los partidos políticos]”. El senador del PP, eufórico, concluía: “Ha sido una jugada estupenda que he vivido desde la primera línea”.
Cosidó daba esas explicaciones a sus compañeros porque algunos de ellos no veían precisamente clara la jugada. El nombramiento del “gran jurista” —que no era otro que Manuel Marchena— como presidente del CGPJ y del TS, comportaba que éste abandonase la presidencia de la sala de lo penal, que podía enjuiciar a los diputados y senadores corruptos, y dejase de ser el ponente de la futura sentencia del juicio del procés, pasando esta tarea a Andrés Martínez Arrieta, considerado un magistrado progresista, y facilitando además la entrada a la misma sala a Susana Polo, otra magistrada calificada también de progresista. Este era el debate entre los senadores del PP que constituye, en sí mismo, una evidencia clara de cómo están las cosas en las alturas institucionales del poder judicial.
El escándalo que se montó por los whatsapps de Cosidó fue más que notable. Manuel Marchena, en un intento de escapar a la etiqueta de “gran jurista” del PP, que evidenciaban los mensajes del senador popular, dimitió y volvió a su antiguo puesto de presidente de la sala de lo penal y, en consecuencia, asumió otra vez la tarea de redactar el borrador de la sentencia del procés. Una mala noticia, sin duda, para los dirigentes independentistas procesados, pero también un indicio de que no siempre las cosas salen como algunos las planifican.
El asunto de los watsapps de Cosidó planeará sobre todo el juicio al procés y, con bastante seguridad, será invocado por los abogados de los acusados para fundamentar futuros recursos ante el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.

¿Conspiración para la rebelión?

Los mentideros judiciales de Madrid, una ciudad donde la rumorología es una actividad tan intensa como el tráfico rodado, sostienen que los jueces del Tribunal Supremo podrían optar finalmente por condenar a los independentistas catalanes por “conspiración para la rebelión”, además de por desobediencia y malversación de caudales públicos. Se non è vero è ben trovato porque eso excluiría la sedición, que a magistrados como Marchena le deben saber a poco para frenar el desafío planteado por los independentistas, y al mismo tiempo haría posible rebajar la elevada pena de la rebelión en uno o dos grados, dejándola en torno a los ocho años de cárcel que, de todos modos, se deberían sumar a los seis o siete por malversación de fondos públicos. La otra ventaja de esta opción sería salvar el prestigio de las altas autoridades del estado y de los jueces instructores de la causa.
Supuestamente, también sería útil para intentar frenar el ascenso electoral de Vox, un partido que, tras haber conseguido ser políticamente decisivo en Andalucía, va a tener un gran protagonismo en la vista oral porque ejerce la acusación popular. El juicio al procés será, sin duda, un gran espectáculo mediático y, por ello, una excelente plataforma para aumentar la popularidad de Vox.
Es cierto que el régimen del 78 amenaza ruina porque tiene grietas importantes desde hace años. Pero ahora ha aparecido una grieta en el lado derecho que, en interacción con los actos unilaterales de los igualmente derechistas independentistas catalanes, se va haciendo cada vez más grande. Es posible que este juicio afecte negativamente a la legitimidad de esta democracia de baja intensidad, pero si de verdad llegara a convertirse en el desencadenante de una transformación en profundidad del sistema político, ésta sería el resultado de la correlación de fuerzas existente en toda España, no sólo en Cataluña, y dicha correlación no parece muy favorable a un avance en el proceso de democratización, sino más bien a todo lo contrario.
Volvamos a lo que nos ocupa. Se incurre en conspiración para delinquir, dice el Código Penal, cuando dos o más personas se conciertan entre ellas para llevar a cabo un delito y toman la firme decisión de ejecutarlo (“no es una charla de café”, acostumbran a explicar los profesores de derecho penal en las facultades). En el caso del procés, los acusadores tienen por delante la tarea de probar que los encausados adoptaron en algún momento la firme decisión de inducir, promover o dirigir un alzamiento público y violento para alcanzar la secesión de Cataluña.
La fiscalía construye un relato conspiratorio en el que se van sucediendo una serie de actos que, al final, adquieren hegelianamente sentido cuando se produce la (supuesta) declaración de independencia del 27 de octubre de 2017. Esa declaración es de una gran relevancia en el escrito acusatorio porque sin ella su coherencia se derrumbaría como un castillo de naipes.
Es tan importante que el Ministerio Fiscal, después de haber dicho al principio de su escrito que se estuvo “a punto de lograr” la secesión (¡que santa Lucía le conserve la vista!), afirma que la declaración de independencia no fue meramente simbólica porque “[…] las autoridades de la Generalitat tenían preparado —para su aprobación inmediata— todo un paquete de normas que desarrollaban el nuevo marco jurídico de la República”.
Que esas normas se habían redactado es tan cierto como que el 27 de octubre se metieron en un cajón, así que tanto se pueden traer a colación para probar la voluntad de alcanzar la secesión como para probar lo contrario.
En todo caso, la fiscalía y el resto de acusadores deberán enfrentarse al testimonio de dos altos cargos de la Generalitat y hombres de confianza de Oriol Junqueras, Josep Lluís Salvadó y Raül Múrcia, quienes en una conversación privada celebrada el 30 de agosto de 2017 reconocieron que nada estaba preparado para la independencia: ni las famosas estructuras de estado, ni la financiación, ni nada de nada (las conversaciones fueron grabadas a instancias del juzgado n.º 13 de Barcelona y fueron difundidas por la agencia Europa Press el 31 de octubre de 2017). Así que, por ejemplo, cuando Josep Rull, por entonces conseller de la Generalitat, afirmó en una entrevista a Nació Digital el 19 de mayo de 2017 que todo estaba a punto para hacer efectiva la independencia, o mentía más que pestañeaba o vivía en la más absoluta de las inopias.
Si nada estaba preparado a una semana de la aprobación de las leyes de “desconexión” y a un mes del referéndum del 1-O, entonces probar lo de la firme decisión de llevar a cabo un (inexistente) alzamiento público violento para lograr la independencia, será una tarea ardua.
Por otra parte, Oriol Güell i Puig, pseudónimo de alguien que parece dedicarse al periodismo serio, ha desmontado con eficacia en su artículo “La hora de la verdad”, publicado en el portal Ctxt el pasado 9 de enero, la afirmación de que se hizo algo que mereciera el nombre de declaración de independencia.
Güell explica con mucho detalle la labor de disimulo y engaño que fueron tejiendo los dirigentes independentistas para, por un lado, hacer creer a sus bases que habían puesto rumbo hacia la secesión con paso firme y para, por el otro, poder tener una buena defensa frente a la acusación de rebelión en los inevitables juicios futuros. Ese tacticismo de baja estofa acabó cristalizando en una (supuesta) declaración de independencia en la que se distinguía entre una parte declarativa “sin efectos jurídicos”, que era la rimbombante y solemne, y otra que se suponía que sí los debía tener pero que se limitaba a “instar” al Gobierno de la Generalitat a adoptar una serie de decisiones que, además, nunca se tomaron. Todo eso revela cinismo profundo, hipocresía superlativa, estupidez supina, frivolidad extrema y mucha mala fe, pero también lo contrario a una firme voluntad de hacer realidad lo que se proclamaba.
Hay quien piensa que explicar esa verdad, esto es, explicar que esa declaración fue una farsa, puede ser la principal línea de defensa de los acusados para eludir la acusación de rebelión o de conspiración para la rebelión. Ojalá fuera así, ya que comportaría al mismo tiempo el harakiri político de los dirigentes independentistas y, tal vez, una condena reducida al no haber fundamento legal para el delito del que se les acusa. Sus bases se enterarían, de una vez por todas, de la inmensa tomadura de pelo de la que han sido víctimas y, a lo mejor, también eso calmaría a los catalanes no independentistas que vivieron con mucha angustia unos hechos que fueron más dramáticos en sus cabezas que en la realidad.
Me temo, sin embargo, que no caerá esa breva. Es más probable que se junten el hambre con las ganas de comer: el hambre de reafirmación del principio de autoridad de Marchena y los jueces de su cuerda, con las ganas de labrarse una excelsa reputación de mártires de la patria de los dirigentes independentistas, lo cual les ahorrará tener que dar explicaciones sobre los actos que protagonizaron y que han provocado en Cataluña una profunda herida social (aunque eso, tal vez lo más grave, no es un delito). (1)
Fuente: http://www.mientrastanto.org/boletin-176/notas/sobre-el-juicio-al-proces-iii



 Y ver  ..Apertura en falso
Llevo sosteniendo desde hace tiempo que el juicio no se podía abrir, porque hay problemas que tendrían que quedar resueltos previamente para poder hacerlo

Javier Pérez Royo

https://www.eldiario.es/zonacritica/Apertura-falso_6_867273291.html

Nota (1)  del blog   .- Está claro  , que es el papel que jugarán y así  de ser una farsa cara  a los suyos  lo   podrán disfrazarla  de tragedia. De  todas formas   ya se han  suicidado  , al no votar los  presupuestos del Estado   y así ERC  y el PDeCAT votar  con  PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, Bildu, UPN, Foro Asturias, una diputada de En Comú adscrita a Unidos Podemos , y una de  Anova, no solo dejan en el aire la inversiones en Cataluña  las que siempre   pedían  ,sino que tampoco podrán sacar su presupuestos y si no atienden al gobierno de  Cataluña , se vera  igual , que no se necesitan  ..o sea que basta con el Estado  para administrarla y de ahí   a que  gane la derecha  y aplique el 155 permanente  hay solo un paso  .  Aunque el 155 si no hay nuevos motivos difícil lo veo  . De  momento eso si ya han tumbado dos gobiernos.  Alguien puede pactar algo con ellos .



martes, 12 de febrero de 2019

El Parlamento Europeo ignora la legalidad .

El Tribunal de Justicia de la UE dictaminó que el tratado sobre las aguas del Sáhara Occidental viola el derecho internacional
El Parlamento Europeo ignora la legalidad y aprueba el Acuerdo de pesca con Marruecos

WSRW


En la tarde del 12 de febrero el Parlamento Europeo ha dado su consentimiento para un nuevo Acuerdo de colaboración de pesca sostenible (SFPA) con Marruecos, que se aplicará principalmente fuera de las fronteras internacionalmente reconocidas de Marruecos: en el Sahara Occidental ocupado.

El pueblo del Sáhara Occidental no ha dado su consentimiento al acuerdo a través de su representación reconocida por la ONU, el Frente Polisario. Los grupos de la sociedad civil saharaui han expresado repetidamente su oposición al acuerdo. La semana pasada 98 organizaciones saharauis enviaron una carta a los miembros del Parlamento Europeo pidiéndoles que rechacen el acuerdo.

En febrero del año pasado el Tribunal de Justicia de la UE dictaminó que la aplicación del Acuerdo de Pesca de la UE con Marruecos a las aguas del Sáhara Occidental constituye una violación del derecho internacional, en particular del principio de autodeterminación.

"El doble rasero es increíble. Un día observamos que los políticos de la UE abogan por el estado de derecho y la democracia en países como Hungría y Venezuela, y al día siguiente esos mismos políticos votan abiertamente ignorando las sentencias del más alto tribunal de la UE. Dígannos entonces cuál es la diferencia. La UE no tiene derecho, ni legal ni éticamente, a robar el pescado al pueblo saharaui en asociación con sus ocupantes marroquíes. Condenamos enérgicamente a las instituciones de la UE que menoscaban las decisiones del Tribunal de Justicia de la UE y el proceso de paz de la ONU ", ha declarado Sara Eyckmans, coordinadora de Western Sahara Resource Watch.

En los últimos días se ha prestado mucha atención a la grave situación del pueblo saharaui. La semana pasada Freedom House calificó al Sahara Occidental como el territorio menos libre del mundo en su informe anual Freedom in the World (La libertad en el mundo). Casi al mismo tiempo, International Crisis Group agregó el Sahara Occidental a su lista de puntos calientes de conflicto en África. Ayer la principal ONG de derechos humanos, Human Rights Watch, ha hecho un llamamiento directo a todos los miembros del Parlamento Europeo solicitándoles que remitieran el acuerdo al Tribunal de Justicia de la UE ante sus serias preocupaciones sobre la compatibilidad de su aplicación en un territorio ocupado, con el derecho internacional humanitario.

Con total ignorancia de tales preocupaciones y del propio Tribunal de la UE, 415 eurodiputados votaron a favor del acuerdo, mientras que 189 se opusieron y 49 se abstuvieron. WSRW publicará más adelante los nombres de las personas que han apoyado este acuerdo ilegal que incluye las aguas marítimas correspondientes al territorio ocupado.

Antes de que se aprobara el acuerdo el Parlamento tuvo que votar sobre una propuesta presentada por un grupo de 110 eurodiputados, orientada a recabar del Tribunal de la UE un dictamen consultivo sobre su marco legal. Dicha propuesta fue rechazada por 410 frente a 189 votos y 36 abstenciones.

Ha habido cinco casos diferentes en el Tribunal de Justicia de la UE. Véase aquí la cronología de dichos casos (en inglés).Fuente: http://www.wsrw.org/a110x4458

La civilización es incompatible con el capitalismo .


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Entrevista a Rafael Poch de Feliu sobre "Entender la Rusia de Putin" (y II*)
“La humanidad se enfrenta a un reto de civilización que es incompatible con el capitalismo”

El Viejo Topo


Hasta su despido de La Vanguardia, Rafael Poch de Feliu (Barcelona, 1956) fue veinte años corresponsal de ese diario en Moscú (1988-2002) y Pekín (2002-2008), nueve en Berlín y en la Europa del Este, antes y después de la apertura del Muro, y tres en París (2014-2017). Ha sido también corresponsal de Die Tageszeitung en España , colaborador de Le Monde Diplomatique, y de la revista Du Shu de Pekín. Entre sus libros cabe destacar: Tres preguntas sobre Rusia (Icaria, 2000), La gran transición (Crítica, 2003), La actualidad de China (Crítica, 2009) y La quinta Alemania (junto a Àngel Ferrero y Carmela Negrete, Icaria, 2013). Mantiene actualmente un blog semanal: https://rafaelpoch.com/Nos centramos en la conversación en su último libro, publicado por Akal (Madrid, 2018, 159 páginas) en la colección “A fondo”.
*
Nos habíamos quedado en este punto. Recuerdo el título y subtítulo del libro: Entender la Rusia de Putin. De la humillación al restablecimiento. El capítulo I lleva por título “Raíces de la autocracia”. Traza aquí una historia muy singular de Rusia. ¿Por qué es tan importante, tal como señala, las diferencias entre la Iglesia greco-oriental y la romana-occidental? ¿Nos ayuda estudiar esas diferencias a entender mejor el “alma rusa”?
Esas diferencias son cruciales para comprender cómo los espacios sociales que se derivan de un pluralismo de autoridades y jefaturas, dan holgura, autonomía e independencia a los grupos y a las personas, a su pensamiento y en última instancia a su capacidad de acción. La sumisión y dependencia de la iglesia al poder político estatal en Rusia, y antes en Bizancio, la forma en que la iglesia griega entiende y practica su unidad y su ortodoxia, entendida como el conjunto de principios doctrinarios y de normas aceptadas por la mayoría que modelan la tradición, todo eso configura un ambiente mucho más cerrado en el Oriente ortodoxo que en el Occidente católico, donde la autoridad del Papa era exterior al monarca y la iglesia una institución internacional y transversal, frecuentemente en tensión con el poder político. Desde esa mayor holgura y pluralidad de poderes y sumisiones, es mucho más fácil dar el salto hacia el Renacimiento y luego a la Ilustración, que acabará desacralizando el poder y liberando el pensamiento. Ahí está una de las raíces del déficit de libertad en los regímenes políticos rusos. “Max Weber en Moscú”, podríamos decir.
Pone mucho énfasis en el despotismo del estado ruso. Habla de la enormidad del Estado absoluto unido a la ausencia de espacios autónomos y de pluralismo. Pero, ¿no ocurre así en muchos otros lugares del mundo? Perdone la cita bíblica, pero cabría recordar tal vez aquello de “quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. ¿Habría pedrea?
Sí, en muchos lugares del mundo... pero casi todos se encuentran al Este de Moscú. No quiero dar una calificación “moral” a ese hecho, ni apuntarme a un discurso sobre el “despotismo asiático” porque lo siguiente podría ser el “odio africano” y la “intrínseca bondad civilizadora del hombre blanco”, ¿verdad? Me gusta más el enfoque relativista e histórico que me enseñó en esta materia, el Profesor Kiva Maidanik, uno de mis maestros. Decía algo así: "¿Qué fuerza resultó fundamental para que la clase obrera rusa supiera mantener contra viento y marea lo conquistado en Octubre de 1917 en las insoportables condiciones de guerra contra casi todo el mundo de 1918-1920? ¿Qué herramienta hizo posible transformar una sociedad rural atrasada, asediada y arruinada por la guerra, de increíble heterogeneidad estructural, en un país industrializado, integrado, con su enorme potencial científico que ofreció la base material de su independencia y de su proyección sobre el resto de la humanidad? ¿Qué herramienta permitió derrotar a la mayor fuerza militar del capitalismo en la primera mitad del siglo y salir al paso de la otra en su segunda parte? Esa y otras preguntas del mismo estilo tienen la misma respuesta; el Estado y otra vez el Estado. Pero hay otras preguntas; ¿Qué fuerza vació, deformó y derrotó a la mayor revolución libertaria y antiexplotadora del siglo, arrebatando el poder y la propiedad al pueblo? ¿Qué institución realizó el mayor genocidio contra su propio pueblo y se apoderó de los frutos de su victoria de 1945? ¿Qué fuerza es la gran culpable del atraso económico y social, del estancamiento y de la podredumbre de nuestra sociedad en los últimos decenios? ¿Cuál fue el mayor obstáculo para que la causa socialista se abriera paso en la Urss y en Europa central? La respuesta sigue siendo la misma; el Estado".
¿Y China? ¿no ha sido allí el Estado la clave de su ascenso? Y al mismo tiempo, ¿no es obstáculo para otras cosas esenciales de su actual desarrollo? Así pues, dejémoslo en pregunta: ¿cómo separar una cosa de la otra?
Le agradezco mucho el recuerdo de Maidanik. Lo oí sólo una vez vez, tal vez en 1989, hablando de lo que había significado la aniquilación de la Primavera de Praga para la tradición marxista-comunista y me dejó profundamente impresionado. No he olvidado sus palabras.
Hay un apartado en este primer capítulo, deslumbrante en mi opinión, al que ha titulado “Universo campesino”. ¿Por qué da tanta importancia al campesinado en la historia rusa?
Porque la tiene. La Rusia actual es hija y nieta de campesinos. Mucho más que nosotros, ibéricos, y que cualquier otro en la Europa no balcánica. Y el mundo campesino ruso ha tenido hasta hace muy poco unas características e instituciones que desaparecieron por completo en el siglo XVIII en el resto de Europa. La mentalidad, la religión y la ética campesinas, impregnaron la sociedad rusa moderna que era rural en un 80% en 1917 y aún en un 50% en los años sesenta del siglo XX. El muzhik fue el sujeto de fondo de la revolución, de la urbanización, del terrible consenso y terror estalinista, de la derrota del nazismo y la liberación de Europa en 1945, de la reconstrucción del país... Rusia no se entiende sin atender, observar y escuchar al muzhik.
La mayoría de las fuentes bibliográficas de este primer capítulo, las cita en las páginas 70-72, son rusas. Entre los pocos autores no rusos cita usted a Teodor Shanin.
El motivo es bien simple: Nadie mejor que los rusos han estudiado y explicado su país. Ahí está su gran literatura universal (quien se interese por Rusia debe comenzar por ella), sus historiadores y filósofos. Claro que hay brillantes estudiosos extranjeros. Shanin es uno de los que me enseñó mucho. Otro es el ya mencionado Moshe Lewin. Ambos nacidos en el imperio ruso, en Vilnius (Lituania) en los años treinta y veinte, respectivamente. Los dos judíos. Uno de ellos fue salvado siendo niño por una anónima campesina rusa que le embarcó in extremis en un camión que huía de la inminente entrada de los alemanes en la ciudad. Por ello, decía, dedicó su vida al estudio del mundo campesino ruso.
El segundo capítulo del libro lleva por título: “¿Por qué se disolvió la URSS?”. Sigue usted hablando en términos muy positivos, elogios no excluidos, de Gorbachov. No coincide con la mirada de otros ensayistas y pensadores que también conocieron bien aquella sociedad. Pienso, por ejemplo, en Alexander Zinóviev. Perdone la descortesía: ¿no es algo acrítico con una figura como la de Gorbachov que, sin duda, tuvo muchas luces pero también algunas sombras? Por ejemplo, su increíble confianza en el cumplimiento de los acuerdos por parte de las autoridades occidentales.
Me parece que la animadversión de parte de la izquierda española hacia Gorbachov se explica en el desconocimiento de la situación, de lo que era la URSS y de las circunstancias de su crisis terminal. A ella le dedico el segundo capítulo de mi libro (“¿Por qué se disolvió la URSS?”), pues muchos continúan sin entender gran cosa de todo aquello. Puntalicemos. Primero: Gorbachov era un socialdemócrata, es decir un partidario de democratizar el socialismo. En Europa occidental un socialdemócrata puede ser un partidario del capitalismo con toques sociales y liberales. Pero estamos hablando de la URSS que era una mezcla de socialismo y dictadura. Gorbachov era un socialdemócrata y un humanista porque quería eliminar la dictadura de aquella síntesis. Cualquiera entiende que aquello no tiene nada que ver con el SPD o el PSOE: el punto de partida era otro, así que el propósito merece todos los elogios.
Segundo: su gobierno concluyó en fracaso. Acabó solo a medias con los aspectos dictatoriales, pero sí con el socialismo. Es verdad, pero eso fue contra su voluntad y pese a su lucha y sus equilibrios hasta el último momento. Su libertad explosionó y desordenó el país, liberó los apetitos burgueses de su degenerada casta dirigente y no logró aliados ni entre los sectores populares ni en la intelligentsia, ambos mucho más cómodos con un líder déspota y provinciano como Boris Yeltsin que, este sí, abrió de par en par las puertas del supermercado nacional para que sus administradores lo saquearan y se convirtieran en propietarios. Recordemos cómo Gorbachov se la jugó y cómo fue víctima de dos golpes de estado: el primero en agosto de 1991 a cargo del ala conservadora del establishment soviético, y el segundo, en diciembre de 1991, a cargo de los dirigentes de las tres repúblicas europeas, deseosos de acabar con los impedimentos a la privatización y con los símbolos socialistas del régimen.
Tercero: es verdad que fue ingenuo y optimista respecto a su confianza en los líderes occidentales respecto al cumplimiento de los acuerdos alcanzados. Su talón de Aquiles fue, precisamente, subestimar lo que podríamos llamar “imperialismo occidental”, es decir el hecho de que las democracia occidentales son democracias (muchas de ellas de baja intensidad) de puertas adentro, pero absolutas dictaduras en su comportamiento internacional. Reconociendo ese defecto optimista, debo puntualizar de nuevo en favor del personaje, que sin ese optimismo habría sido imposible plantearse la reforma democratizante de la Unión Soviética y asuntos como el desarme universal. Solo con realismo/pragmatismo no creo que hubiera habido cambio alguno. Por otro lado, la propia disolución de la URSS, a la que Gorbachov se opuso, así como los espectáculos bananeros que le siguieron, determinaron también muchos de aquellos incumplimientos: Occidente respetaba a Gorbachov, pero le perdió todo el respecto a la Rusia postsoviética.
Y finalmente, vayamos al cuarto punto: Gorbachov es excepcional en el contexto de la historia secular rusa porque transfirió poder de autócrata a cámaras representativas electas, lo que va contra toda la tradición del poder moscovita descrita en el primer capítulo de mi libro. Eso se llama democratizar. Salió mal, sí, pero ¿acaso no infunde respeto? ¿Acaso no merece la pena intentarlo de nuevo? ¿Desmerece eso su lugar en la historia? Mi respuesta a esas tres preguntas es inequívoca.
Tocado y hundido. Habla de la disolución técnica de la URSS el 8 de diciembre de 1991. “Tres hermanos, Rusia, Ucrania y Bielorrusia, mataron a la madre para quedarse con la herencia”. ¿Pero no fue un poco absurdo mirado incluso en esos términos, en términos de poder? ¿No se perdía mucho poder colectivo con esa disolución? ¿No pudieron mover sus hilos, mentes y deseos agentes externos a aquel acuerdo tripartito? ¿No perdieron mucho pensando ganar más?
Puede que se perdiera “poder colectivo”, pero de lo que se trataba para ellos era de ganar “poder privado”, de convertirse en una casta propietaria normal y no en meros administradores. El país no les importaba gran cosa. Lo que les importaba era llenarse los bolsillos. Una vez realizado eso, entonces sí se plantearon restablecer el Estado ruso y su papel. Putin ha sido el encargado de ello. Los “agentes exteriores” no tuvieron ningún papel esencial en aquello. La clave fue el análisis de la estadocracia soviética, una casta administrativa degenerada. Ni la CIA, ni todo el ejército de “sovietólogos” a su servicio, captaron nada de aquel aspecto. Y por eso todo fue tan inesperado y desconcertante también para ellos.
Finaliza este segundo capítulo con una reflexión que a mí me parece muy importante. Le cito: “En muy pocos años se dobló el número de obreros (que en el año 2000, excluyendo a todos esos nuevos, era de 1.460 millones). El resultado ha sido un cambio fundamental en la correlación de fuerzas global entre capital y trabajo. Un mundo con más explotación, precariedad, deslocalización y globalización crematístico-industrial. Eso es lo que tenemos hoy y habrá que ver a qué tipo de convulsiones, colapsos y disoluciones nos lleva”. ¿A qué convulsiones, colapsos y disoluciones puede llevarnos en su opinión? Por ejemplo, en la UE o en España en particular.
Parece que nos lleva a perder el trenoc de los retos del siglo, que yo resumo en tres aspectos; el calentamiento global, el incremento de la desigualdad entre grupos sociales y regiones del mundo, y la proliferación de la capacidad de destrucción masiva. Todo eso nos lleva directos hacia un mundo verdaderamente inquietante, aún más complicado que el actual que ya produce escalofríos. La humanidad se enfrenta a un reto de civilización que es incompatible con el capitalismo. Es así de sencillo. En ese marco la “situación en España” es una gota de agua en el océano y el destino de la UE, una nota a pie de página.
¿Tiene la UE una política propia respecto a Rusia o mantiene, cuanto menos, algún signo de independencia política del dominante marco usa-otánico?
Cada país tiene su temperatura, pero los que marcan la pauta, Francia, Reino Unido y Alemania, siguen la estela de Washington. Claro que tienen reservas y Trump provoca su desarrollo de forma muy activa. Hace tiempo que los alemanes piensan en sacudirse la hipoteca con Washington que supone la OTAN en política exterior y de seguridad, pero mientras tanto todos ellos siguen actuando como ayudantes del Sheriff.
Le he leído alguna vez afirmar que la OTAN tiene una fecha de caducidad no muy lejana. ¿Lo sigue pensando?
Es una posibilidad a la que Trump contribuye activamente, pero la pregunta es qué habrá después de ese papel de “ayudante del Sheriff”. No me hago muchas ilusiones. Visto lo visto, en Libia, en Afganistán, en Siria, en Ucrania, en Yemen... lo que se dibuja en el horizonte podría ser la ambición de una Europa convertida en matón autónomo. Los alemanes empiezan a discutir la conveniencia o no de dotarse del arma atómica -lo que es anticonstitucional- o de socializar la bomba francesa convirtiéndola en un recurso nuclear “europeo”. También proponen que el puesto de Francia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU sea convertido en un puesto “europeo”, cosa que suavizan diciendo que su representante sea un francés... La pregunta es: ¿soberanía europea en defensa para hacer qué?
Excelente pregunta. ¿Es posible, aunque sea por necesidad, una alianza estable, a corto y medio plazo, entre Rusia y China? ¿Puede pensarse en una alianza Rusia-Occidente contra China con la que Rusia podría ganar tranquilidad, no estar sometida a la máxima presión?
Todo es posible pero nada me parece estable. Y esa inestabilidad me parece el dato central. Rusia no está acostumbrada a ser el “hermano menor” de nadie y menos de China de quien fue “hermana mayor” hasta la ruptura chino-soviética. Veo muchos problemas en un bloque entre Rusia y China, aunque es verdad que Estados Unidos empuja en esa dirección. Pero si hubiera que apostar a largo plazo, veo más plausible lo segundo, una alianza Rusia-Occidente contra China, que lo primero.
Finaliza usted este tercer capítulo y el libro hablando de una zona gris “en la que la bipolaridad a cargo de Estados Unidos y China coexista con la acción de muchos otros actores y aspirantes”. ¿Ese le parece el escenario más probable? ¿El más deseado? ¿Quiénes podrían ser esos actores y aspirantes a los que hace referencia? ¿Dónde se ubicaría Rusia en este escenario?
Lo que digo es que todo está bastante borroso, incluido aquello que pasa por ser lo más claro. Por ejemplo, el declive de Estados Unidos. Existe y es claro, pero tendencialmente dura desde 1945, así que puede tener mucha cuerda, sobre todo si los demás no funcionan. Aunque el peso económico de EE.UU se haya reducido mucho, su dominio empresarial, militar y “cultural” es aplastante. No es solo una cuestión de PIB y ejércitos. ¿Donde está el Hollywood de China?, ¿quién es el John Wayne, la Marylin Monroe o los Beatles de China?, ¿cuales son las palabras chinas de moda entre la juventud?
Otro dato que se da por hecho es el ascenso de China al estatuto de superpotencia, pero puede haber sorpresas allí. Es un país objetivamente muy bien gobernado pero sobre todo visto desde la perspectiva de los graves problemas, contradicciones y desequilibrios que tiene. Contiene la mayor clase obrera del mundo y sus problemas pueden pinchar. Luego están todos aquellos aspirantes a ser actores en el mundo multipolar. Pero, ¿sigue siendo un BRIC Brasil después de las últimas elecciones? ¿Donde está África del Sur? De las fragilidades de Rusia se dicen algunas cosas en el libro. ¿Y la Unión Europea? Cuantas veces habíamos cantado su ascenso y ahora la vemos en trance de desintegración y completamente inoperante en la esfera internacional. El mundo árabe nunca había estado más dividido y revuelto, Irán amenazado. La India, ¿es un factor global? ¿Y el desafío de América del Sur? ¿Que ha sido del chavismo, del Ecuador de Correa, de la Argentina de los Kirschner....? La simple realidad es que todo está más que borroso. De ahí esa “zona gris”. Como dijo el simplón, “es lo que hay”.
De acuerdo, gracias, no abuso más de su tiempo y de su generosidad.
***
(*) Para la primera parte de esta entrevista a Rafael Poch de Feliu sobre Entender la Rusia de Putin “El mundo no se comprende con simplezas maniqueas” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252142
Fuente: El Viejo Topo , n.º 372, enero de 2019, pp. 54-61

lunes, 11 de febrero de 2019

Las mentiras del manifiesto de la derecha .

Las mentiras del manifiesto de Colón que alimentan la triple alianza de la derecha

  • El manifiesto pactado por Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal para expresar su comunión ideológica combina técnicas de desinformación basadas en presentar hechos falsos como si fuesen verdaderos
  • El texto leído en la madrileña Plaza de Colón acusa a Pedro Sánchez de haber cometido “traición” y apoya esta incriminación en cesiones al independentismo que sencillamente no existen

El periodismo clásico, y particularmente el académico, detesta utilizar la expresión inglesa fake news para referirse a las afirmaciones falsas. La razón es que constituye un oxímoron, una contradicción terminológica insuperable. Por definición no puede haber noticias falsas porque una noticia, para serlo, tiene que ser verdadera. Del mismo modo que no puede existir una noche soleada ni un grito silencioso.

Por eso quienes se ocupan de este fenómeno prefieren hablar de desinformación. El debate político en todo el mundo y también en España es pródigo en ejemplos de esta práctica.

La técnica más frecuente para darle soporte consiste en incluir afirmaciones falsas en el contexto de un juicio de valor que las da por sentadas para que a su vez le sirvan de confirmación. La segunda más habitual sitúa el mensaje que se transmite en la contraposición entre el “nosotros” y el “ellos”, de manera que todo lo que se predica de “nosotros” se deduce que es rechazado, perseguido o negado por “ellos”.

El manifiesto pactado por Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal, los líderes del PP, Ciudadanos y Vox, para expresar su comunión ideológica en la protesta de este domingo en la Plaza de Colón es un buen ejemplo de estas dos técnicas.

Primero están los hechos que la derecha da por sentados para fundamentar su discurso, aunque no tengan ningún soporte real.

El manifiesto dice literalmente que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho “cesiones” y ha protagonizado "bandazos” frente al “chantaje” de los “secesionistas catalanes”. “Constantes cesiones intolerables” cometidas durante meses. Según la alianza tripartita de la derecha, el Gobierno ha cometido “traición” y ha sometido al Estado a una “humillación sin precedentes“ porque “decidió dar una puñalada por la espalda a la ley y a la justicia aceptando los términos y exigencias impuestos por el presidente de la Generalitat”.

Lo cierto es que, si nos atenemos a los hechos y dejamos de lado las conjeturas, el Gobierno de Pedro Sánchez, más allá de que su estrategia de diálogo sobre Cataluña no haya conseguido a día de hoy frutos concretos, no ha cedido en nada frente a la Generalitat. De hecho, la política que el PSOE ha intentado implementar desde que llegó a la Moncloa se corresponde con la que defendió desde la oposición. Y es muy simple: consiste en ofrecer la negociación de una reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña siguiendo las previsiones de la Constitución: debate en el Parlament de Cataluña y aprobación del proyecto de reforma con el respaldo de dos tercios de la Cámara, debate y aportación en el Congreso y convocatoria de un referéndum para que los ciudadanos lo refrenden. Una reforma que el PSOE ha situado en más de una ocasión en el contexto una reforma federal de la Constitución que, en cualquier caso, de alcanzar consenso suficiente de acuerdo a las precisiones de la propia Carta Magna —algo que en este momento está más allá de la imaginación—, se llevaría a cabo siguiendo la fórmula legalmente prevista.

El Gobierno de Sánchez no sólo no ha ofrecido a la Generalitat nada ilegal sino que ha rechazado todas y cada una de las propuestas que el Govern, el president Quim Torra, el PDeCAT o Esquerra le han hecho llegar y se salen del ordenamiento constitucional, desde la negociación de un referéndum de autodeterminación al envío de instrucciones a la Fiscalía para que retire la acusación de rebelión contra los dirigentes independentistas que van a ser juzgados en el Tribunal Supremo.

El Gobierno no ha atendido estas demandas y por esa razón PDeCAT y Esquerra han anunciado expresamente que el miércoles votarán en contra de la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado.

  
El manifiesto de Colón se basa en afirmaciones falsas
El manifiesto de las tres derechas cita algunos ejemplos de lo que consideran traición: “recibir con lazos amarillos al presidente de la Generalitat en Moncloa”, “trasladar a los políticos presos a la cárcel de Lledoners”, “aceptar la bilateralidad entre iguales en la reunión de Pedralbes”,“torcer el criterio jurídico de la Abogacía del Estado”, “aceptar las 21 exigencias del secesionismo”, “iniciar unas negociaciones para aprobar los Presupuestos Generales del Estado ofreciendo a cambio la soberanía nacional” y “admitir la posibilidad de que hubiera mediadores, relatores, o cualquier otra figura semejante”.

Todas estas afirmaciones son falsas. Veámoslas una a una.
 
1. SÁNCHEZ CEDIÓ AL “RECIBIR CON LAZOS AMARILLOS AL PRESIDENTE DE LA GENERALITAT EN LA MONCLOA”
Lucir un lazo amarillo en la solapa, un símbolo protegido por el derecho a la libertad de expresión, no está prohibido por ninguna norma. Los líderes del PP y de Cs debaten habitualmente con los independentistas en el Parlament a pesar de que lucen lazos amarillos. Así que cuando Sánchez se reúne con Torra y este lleva una lazo amarillo en la solapa no está haciendo otra cosa que respetar el derecho del president catalán a lucirlo. Una posición, en la que, por otra parte, el PSOE no ha modificado su comportamiento: hacía lo mismo cuando estaba en la oposición y no tenía influencia sobre lo que hacía el Gobierno.
 
2. EL GOBIERNO CEDIÓ AL “TRASLADAR A LOS POLÍTICOS PRESOS A LA CÁRCEL DE LLEDONERS”
Los acusados del procés fueron trasladados a cárceles catalanas una vez concluida la instrucción del sumario y previa autorización del juez instructor del Tribunal Supremo, Pablo Llarena. Ninguna norma española establece que un preso deba permanecer encarcelado lejos del territorio en el que tiene arraigo o vive su familia y mucho menos un preso preventivo, que todavía no ha sido condenado, cuando no es necesario que sea puesto con frecuencia a disposición del juez porque el sumario ya está terminado y no requiere ser llamado a declarar. La decisión fue tomada por Instituciones Penitenciaras, que depende del Gobierno, pero al adoptarla no ha hecho más que seguir el criterio habitual que se aplica a otros presos, por lo que no se puede considerar que se ha cometido irregularidad alguna ni mucho menos un trato de favor interpretable como una cesión al independentismo. En cualquier caso, mientras no haya condena, la decisión sobre la ubicación de los presos es del juez instructor, no del Gobierno. Es verdad que a los presos de ETA condenados en firme y por delitos mucho más graves que los supuestamente cometidos por los independentistas catalanes se les aplica todavía la política de dispersión. Pero incluso en este caso la continuidad de esta práctica penitenciaria ya había sido puesta en cuestión por el PSOE mucho antes de la llegada de Sánchez a la Moncloa, sobre todo desde que ETA dejó de existir.
 
3. EL GOBIERNO CEDIÓ AL “ACEPTAR LA BILATERALIDAD ENTRE IGUALES EN LA REUNIÓN DE PEDRALBES”
El Gobierno no aceptó la bilateralidad en la reunión de Pedralbes del 20 de diciembre. El Ejecutivo de Sánchez siempre planteó aquella cita como un encuentro entre el presidente y el máximo responsable de la Generalitat equivalente al que mantuvo en Sevilla con la entonces presidenta andaluza, Susana Díaz, cuando se celebró allí una reunión del Consejo de Ministros. Las entrevistas entre el presidente del Gobierno y su homólogo en una comunidad autónoma son habituales cuando se produce un desplazamiento oficial. Se han producido con el PSOE y con el PP en la Moncloa. La de Pedralbes no adoptó un formato de “bilateralidad” como sostienen las tres derechas. Es cierto que se produjo una reunión entre representantes de los dos gobiernos en paralelo a la entrevista Sánchez-Torra —se sentaron en torno a una mesa la vicepresidenta Carmen Calvo, la ministra Meritxell Batet, el vicepresidente Pere Aragonès y la consellera Elsa Artadi— pero nunca adoptó el estatus de una cumbre bilateral entre dos Estados como quería la Generalitat e interpretan PP, Cs y Vox.
 
4. EL GOBIERNO CEDIÓ AL “TORCER EL CRITERIO JURÍDICO DE LA ABOGACÍA DEL ESTADO”
Pedro Sánchez nunca torció el criterio jurídico de la Abogacía del Estado, entre otras cosas porque la Abogacía del Estado, a diferencia de la Fiscalía, está para actuar siguiendo las instrucciones del Gobierno y no es un órgano independiente con capacidad para actuar tomando sus propias decisiones. El Gobierno tiene perfecto derecho a impulsar o frenar las actuaciones de los abogados a su servicio en el marco de la Constitución y de las leyes. Si decidió que el Estado sólo acuse de desobediencia a los dirigentes independentistas procesados puede ser criticado por ello pero no estaría torciendo la voluntad de nadie.
 
5. EL GOBIERNO CEDIÓ AL “ACEPTAR LAS 21 EXIGENCIAS DEL SECESIONISMO”
En contra de lo que repite la derecha una y otra vez en un intento de instalarlo en el imaginario colectivo como una verdad contrastada, el Gobierno nunca aceptó las 21 exigencias del secesionismo que Torra entregó a Sánchez durante la reunión que celebraron en Pedralbes el 20 de diciembre. Aquel documento, que contiene algunas demandas que Sánchez siempre ha considerado inaceptables, tanto como presidente como cuando era líder fue la oposición, entre ellas el reconocimiento del derecho a la autodeterminación, fue entregado por Torra pero su contenido nunca fue aceptadopor el Gobierno ni ha formado parte de negociación alguna, algo que confirman tanto el Ejecutivo como los independentistas. De hecho es uno de los motivos que alegan PDeCAT y Esquerra para rechazar la tramitación de los Presupuestos.

Afirmar que la mera recepción del documento es aceptar su contenido sería tanto como pretender que Torra hubiese renunciado al independentismo porque el Gobierno le trasladase un texto en el que se lo pidiese.
 
6. EL GOBIERNO CEDIÓ AL “INICIAR UNAS NEGOCIACIONES PARA APROBAR LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO OFRECIENDO A CAMBIO LA SOBERANÍA NACIONAL”
Sánchez tampoco ha ofrecido “la soberanía nacional” a los independentistas catalanes “a cambio” de aprobar los Presupuestos Generales del Estado, como sostiene literalmente el manifiesto de las tres derechas. Si lo hubiera hecho, probablemente PDeCAT y Esquerra hubiesen aceptado, porque los independentistas reivindican el ejercicio de la soberanía catalana. Así que esa simple constatación serviría por sí sola para desmentir la tesis de la derecha. Pero es que, además, aunque el Gobierno ha ofrecido al Govern y a los partidos que le dan soporte la negociación de los contenidos del proyecto de Presupuestos —igual que el PP negoció con el PDeCAT la elección de la Mesa del Congreso que preside Ana Pastor—, lleva meses insistiendo en separar esa negociación del diálogo para intentar encontrar el modo de resolver la crisis política desatada en Cataluña cuando gobernaba Mariano Rajoy y durante cuyo mandato se celebró el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.
 
7. EL GOBIERNO CEDIÓ AL “ADMITIR LA POSIBILIDAD DE QUE HUBIERA MEDIADORES, RELATORES, O CUALQUIER OTRA FIGURA SEMEJANTE”
La última afirmación falsa en la que se basan PP, Cs y Vox para acusar a Sánchez de “traición” es que, aseguran, admitió “la posibilidad de que hubiera mediadores, relatores, o cualquier otra figura semejante” en el diálogo sobre Cataluña. En realidad, lo único que aceptó el Gobierno —y que nunca llegó a hacerse efectivo porque no hubo acuerdo con el Govern— es que una hipotética mesa de diálogo entre partidos políticos, por tanto absolutamente ajena a las instituciones de gobierno, para intentar buscar fórmulas que permitiesen avanzar en la resolución del conflicto político que vive Cataluña, estuviese presidida por “una persona” elegida “de común acuerdo” para facilitar “la coordinación de los trabajos, de las convocatorias” y fijar “el orden del día". Asimismo, esa persona ayudaría “a crear las condiciones idóneas para el diálogo”, daría “fe de los acuerdos alcanzados” y determinaría “el seguimiento de su aplicación”.

  
La figura del relator puede gustar más o menos pero no contraviene ninguna norma
La inclusión de esta figura en la fallida mesa de partidos puede gustar más o menos o ser considerada necesaria o prescindible, pero no contraviene ninguna norma jurídica porque si se hubiese llegado a materializar no afectaría a ningún espacio de diálogo previsto legalmente sino que sería producto exclusivamente de la voluntad entre las partes, del mismo modo que la mesa en torno a la cual se sentaron PP y Vox para negociar el Gobierno de Andalucía tampoco contraviene ninguna ley ni lo hubiese hecho de haber contado con un mediador o un relator.

Basado en estas afirmaciones falsas, el documento leído este domingo en la madrileña Plaza de Colón por tres periodistas en nombre de los partidos convocantes, y que se ha convertido en una especie de manifiesto fundacional de la unidad de acción de la fragmentada derecha española, afirma que el Gobierno de Pedro Sánchez ha renunciado “a cumplir con su obligación de guardar y hacer guardar la Constitución”, algo que de ser cierto constituiría un grave delito que deberían trasladar inmediatamente a los tribunales, lo mismo que cabría exigir sobre la gravísima acusación de "traición", delito previsto en la propia Constitución. El hecho de que no hayan presentado denuncia —una estrategia habitual en el caso de Vox— es la prueba más evidente de que lo que dicen no es verdad.

Basándose en estas “traiciones“ y “concesiones” que sencillamente no existen, PP, Cs y Vox proclaman que no están dispuestos a “tolerarlas” porque “la unidad nacional no se negocia”.

La segunda técnica de desinformación de la que hay numerosos ejemplos en el manifiesto de Colón es la que sitúa el mensaje que se transmite en el contexto de la contraposición entre el “nosotros” y el “ellos”, de manera que todo lo que se predica de “nosotros” se deduce que es rechazado, perseguido o negado por “ellos”.

De hecho el manifiesto está plagado de tesis que el Gobierno de Sánchez y el PSOE comparten punto por punto pero que expuestas en el marco de la dialéctica entre “nosotros” —los ciudadanos de bien que defienden la unidad de España— y “ellos” —la izquierda dispuesta a vender la soberanía con tal de mantenerse en el poder— tratan de describir a un presidente del Gobierno que no quiere “una España constitucional, unida y en libertad”, o que no comparte “que la soberanía nacional pertenece al conjunto del pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.

El manifiesto defiende, como si fuesen exclusivamente de la derecha, ideas que el PSOE hizo suyas hace años y que el Gobierno de Sánchez repite desde que comenzó su mandato, hace ocho meses. La defensa de “la Constitución de 1978 como marco de convivencia y como fundamento de nuestra democracia”, la idea de que “cada español está amparado por la Constitución para pensar lo que considere y lo que le exprese su conciencia”, aunque sólo sean “válidas las propuestas que se atengan a su letra y a su espíritu”.

La expresión “dentro de la Constitución, todo tiene cabida“ y “fuera de ella, nada es ni será nunca aceptable”, extraída textualmente del manifiesto, es de hecho el núcleo del argumentario de Sánchez para Cataluña. Al igual que la defensa de la “vigencia del Estado de Derecho como garantía de nuestras libertades individuales, del imperio de la ley y de la separación de poderes”, y la reivindicación de que todos los españoles “son iguales en derechos y deberes”.


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