domingo, 25 de septiembre de 2016

La deuda griega es impagable .

El FMI ve imprescindible una quita de la deuda de Grecia

El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera imprescindible que los acreedores internacionales (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Mecanismo Europeo de Estabilidad) acometan una quita de la deuda de Grecia, incluso si el Gobierno de Atenas aplica todas las reformas estructurales y medidas de ahorro a las que se comprometió hace unos días. A esta conclusión llegó el FMI tras analizar la situación del país, altamente endeudado, y así lo ha divulgado en un informe este fin de semana.
A pesar de todas las reformas emprendidas, la deuda de Atenas ha seguido creciendo, lo que demuestra que la capacidad de la economía griega no está en sintonía con las ambiciosas medidas, informó el Fondo. El objetivo de los acreedores, agrega el FMI, no es realista. A la luz de la situación económica, agravada por una tasa de desempleo de dos dígitos, Grecia “no se puede librar de sus deudas”. Para conseguir un crecimiento sostenible es preciso volver a aliviar la carga de la deuda, concluye la organización.
El FMI critica desde hace tiempo que los acreedores internacionales sigan creyendo que Grecia pueda conseguir un sólido superávit primario, es decir un balance positivo del presupuesto sin tener en cuenta la carga de la deuda, del 3,5%. Pero el FMI no es duro sólo con los acreedores, también con el Gobierno del país. Aunque Grecia ha hecho muchos sacrificios para llegar tan lejos como se encuentra ahora, todavía siguen siendo imprescindibles amplias medidas como nuevos recortes de pensiones y la eliminación de numerosas ventajas fiscales. El fondo reconoce que Grecia ha llevado a cabo un “impresionante ajuste para estar en una unión monetaria en la que los resortes están limitados”.
En concreto, en este informe pide que reduzca las pensiones, pues considera el sistema “insostenible”, y que acabe con la alta morosidad con la hacienda pública como principales reformas para fortalecer su economía. El organismo internacional, que todavía no ha decidido si se sumará al tercer rescate al país, aseguró que, aunque la “reciente reforma de las pensiones que redujo el gasto en un 1% del PIB” es un paso “bienvenido y difícil”, se queda muy lejos de lo ideal en un sistema que consume “un 11% del PIB” mientras “la media en la zona euro es el 2,5%”.
Además el FMI instó a Grecia a que deje de “tolerar” la evasión fiscal, citando el dato de que los ciudadanos y empresas griegos adeudan a la hacienda pública “un 70% del PIB”, y aseguró que, “a pesar de una asistencia internacional sin precedentes”, la recaudación fiscal bajó “del 75% en 2010 a menos del 50%”.
El organismo con sede en Washington recalcó además que Atenas debe acometer reformas profundas y “no confiar en recortes discrecionales”, al tiempo que pidió que acabe con las “generosas” exenciones fiscales que hace que “más de la mitad de los asalariados” no deban pagar impuestos -comparado con “un 8% en la media de la eurozona”- y así “reparta más la carga de los impuestos” en la sociedad.
Además, el Fondo calificó los objetivos de superávit acordados con Grecia de “poco realistas” ya que “asumen que Grecia mantendrá el superávit primario del 3,5% durante décadas a pesar del desempleo de dos cifras que se mantendrá hasta mediados de siglo” y al mismo tiempo su crecimiento “será alto”.
En respuesta al informe, elaborado durante esta semana bajo el mando de la representante del fondo en Grecia, Delia Velculescu, el ministro de Finanzas heleno, Euclides Tsakalotos, saludó en un comunicado “la visión del FMI sobre la deuda” ya que “los altos superávits primarios” no son “sostenibles durante un largo periodo”. No obstante, quiso “recordar” al FMI que, mientras que la reforma del “mercado laboral” será debatida durante la segunda evaluación, “la seguridad social (pensiones) y la tributación quedaron cerradas en la primera evaluación”.
Grecia y sus acreedores siguen negociando el desembolso del siguiente tramo del rescate, de 2.800 millones de euros, con el que concluirá la primera evaluación del tercer rescate, mientras que la segunda evaluación está prevista comience en otoño de este año.

viernes, 23 de septiembre de 2016

La tregua-trampa en Siria .

Crónica de una tregua-trampa en Siria



Esta vez querían que la cosa fuera diferente. Debía parecer que la tregua era la definitiva; que, por una vez, la cosa iba en serio; que el cacareado buen rollo entre Kerry y Lavrov había obrado milagros y, por fin, la paz iba a llegar a Alepo y, probablemente a toda Siria, durante el periodo final del reinado mundial del Nobel de la Paz.Tras la entrada en vigor del acuerdo, el día 12 de septiembre, los medios más importantes de mundo se afanaban en bloque en publicar imágenes de una Alepo tranquila, con los niños jugando en la calle, felices y despreocupados, ajenos al conflicto. Por supuesto, nadie informaba de que las imágenes utilizadas provenían en su inmensa mayoría de la zona de la ciudad controlada por el gobierno sirio, que vive en relativa calma desde hace años, a pesar de las carencias de suministros o de los bombardeos o disparos recurrentes desde algunos de los barrios altos ocupados por los terroristas.
La originalidad de esta tregua era que, por primera vez, Estados Unidos iba a reconocer y tratar como terrorista a los discípulos locales de al Qaeda, el grupo takfirí antes conocido como Frente al Nusra (hoy Fath al-Sham), e iba a señalar, finalmente, a los terroristas buenos, a esos grupos controlados públicamente por ellos y sus aliados. EEUU iba a poner las cartas boca arriba; cosa harto complicada, porque muchas organizaciones “rebeldes˝ que iban a caer del lado de sus chicos buenos, practican por sistema crímenes contra la Humanidad, o se dejan grabar comiendo el corazón de sus víctimas o degollando niños heridos sacados a punta de pistola de las camas de hospitales.
Pero el cuento de hadas, como no podía ser de otro modo, duró poco. Obama tuvo que ver cómo, desde el mismísimo Pentágono, se cuestionaba la tregua, ya que los militares yankees se negaban a compartir información con sus homólogos rusos. Por otro lado, los términos del acuerdo con Rusia fueron deliberadamente ocultados para evitar que la opinión pública manejara abiertamente los más que previsibles incumplimientos futuros. Mientras, a pesar de que en Occidente nadie quería informar de ello, las violaciones del alto el fuego se sucedían sin cesar hasta contabilizarse alrededor de 300 ataques en poco más de 5 días.
No había que consultar a muchos augures para darse cuenta de que la tregua no iba a tener mucho recorrido. Entre otras cosas porque muchos de los grupos terroristas más importantes, incluidos los terroristas buenos, no la suscribieron. No obstante, los medios seguían con el guión que, previamente, habían elaborado en oficinas lejanas bien apartadas de los desiertos. Todo iba bien. Nadie en los mass media era capaz de sopesar situaciones anteriores similares y contextualizar los hechos para sacar una conclusión que les estropeara la fase de fiesta decretada. Y además, se está muy bien encima de un guindo cuando está repleto de fruta madura…
Poco antes de la firma de la tregua, Alepo estaba a punto de caer y, con ella, se vislumbraría fin de la guerra de agresión a Siria. Pero, como dijo en una entrevista del grupo PRISA a un “rebelde” islamista, occidente no iba a dejar que Siria tomara la ciudad al completo, que ya invocarían sus patronos catástrofes humanitarias para que ello no ocurriese. Y justo así discurrían los acontecimientos. Lo más curioso es que, un país como EEUU, que tiene decretadas sanciones contra Siria que afectan a medicinas y alimentos, perjudicando gravemente a la calidad de vida de millones de personas, pueda aducir motivos humanitarios para detener la liberación de algunos barrios de una ciudad tomados por terroristas. Pero cuando dispones de todo el fuego de artillería mediático a tu favor, todo es más fácil.
Rusia tuvo que acceder a regañadientes a la firma, no sin antes arrancar el compromiso de abandono de un aliado definitivo de la coalición de los enemigos de Siria, el Frente al Nusra, considerados terroristas por todos, pero receptores de armas, dinero, entrenamiento y pertrechos varios para derrotar al gobierno sirio desde el inicio de la agresión.
Pero la gota que colmó el vaso de la tregua trampa fue el ataque norteamericano a las tropas sirias en Deir Ezzor mientras batallaban contra el Estado Islámico. Calificado, obviamente como error, a pesar de las muchas dudas que aún genera esa acción, los bombardeos volaron definitivamente el acuerdo de alto el fuego. Si, como afirman los voceros norteamericanos, hubiese sido un fallo de inteligencia y bombardearon al bando equivocado por error ¿cómo es que EEUU y sus aliados decidieron de pronto ponerse del lado del Ejército Árabe Sirio en el fragor de una batalla? ¿alguien se lo cree? ¿por qué cuando se les avisó de la equivocación, los aviones no siguieron atacando a los terroristas que lograron conquistar terreno en poder del gobierno? No cuela. Al final fue necesaria la intervención de la fuerza aérea rusa para arreglar el desaguisado provocado por EEUU y sus aliados, como tantas otras veces.
De ser una equivocación, habría que sumarla a los envíos de armas al Estado Islámico por error desde aviones en paracaídas, al error de dejar durante meses que caravanas de miles de camiones llevaran petróleo robado a Turquía, al error de dejar que miles de milicianos atravesaran el desierto desde Irak a la vista de todos, para conquistar Palmira, al error del entrenamiento de muchos de los actuales líderes de Daesh… son muchos errores, demasiados.
Lo cierto es que el desgaste de la imagen de EEUU en su acción en Siria ha sido enorme. Y obviamente ello ha sido utilizado por sus rivales geopolíticos para, bien acusarlos de connivencias con el terrorismo, bien para ridiculizarlos por su inoperancia y falta de conocimiento real de la situación del país, o incluso para criticar la negativa a trabajar coordinadamente contra Daesh, al Nusra y el resto de grupos terroristas.
Pero, hete aquí que, casualmente, la providencia vino a auxiliar a Estados Unidos en el último minuto. Un convoy de ayuda humanitaria de la ONU y de la Media Luna Roja destinado a la localidad de Urm al Kubra, en las proximidades de Alepo, fue atacado de noche «desde el aire» matando a alrededor de 20 personas, en su mayoría, conductores de los camiones, cuando descargaban los vehículos. El mainstream en bloque se lanzó a repetir a los cinco vientos las acusaciones de viejos conocidos: el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización británica creada para instigar la guerra y los Cascos Blancos, una ONG creada por George Soros, financiada con dinero de occidente, que opera en zonas bajo dominio islamista, cuyos miembros son intercambiables con al Qaeda según se trate de operaciones armadas u operaciones de propaganda.
Sólo por la naturaleza de las fuentes, la noticia ya parecía bastante sospechosa desde el primer momento. Pero, además, las contradicciones eran muy significativas, se hablaba a la vez de aviones y de helicópteros, de bombardeos convencionales y de bombas barril, de Siria y de Rusia… pero de nada concreto. Como respuesta, Rusia hizo públicas imágenes de un vehículo terrorista remolcando un mortero circulando junto a la caravana de vehículos. ¿Controlaban acaso los terroristas la ayuda humanitaria? ¿era de verdad ayuda humanitaria? ¿cómo la ONU puede permitir una «escolta» terrorista que secuestre su contenido y distribución? ¿desde cuándo la ayuda humanitaria se distribuye de noche? ¿sólo había una persona de la Media Luna Roja en el convoy o es que los terroristas sólo tenían un chaleco de esta organización para las fotos?…
Tanto Rusia como Siria han negado la autoría del suceso. La zona del ataque estaba controlada por rebeldes, como se ha podido ver en las imágenes aportadas por los drones rusos. Siria no pudo efectuar el ataque porque no tiene capacidad técnica para atacar de noche, así que se caen las acusaciones de los testigos presenciales. Tampoco se sostiene sin más la tesis del ataque aéreo. La ONU, a pesar de haberse apuntado tempranamente al coro acusador, ha dado marcha atrás, como han tenido que hacer otros países de la OTAN y no descartan ya la posibilidad de ataques artilleros de procedencia incierta. Sin embargo, los medios occidentales mantienen su temprana versión y apuntan directamente a Assad como autor del bombardeo. No pueden dejar que la realidad les pueda estropear el titular que previamente tenían escrito.
A pesar de todo, de la evidente manipulación de los hechos, vuelve a sonar la cantinela de la instauración de una zona de exclusión aérea, esta vez “para distribuir ayuda humanitaria”, una vieja pretensión de los agresores de Siria para propiciar una salida a imagen y semejanza del desastre acontecido en Libia. Incluso resuenan viejos tambores de invasión. La coalición occidental sabe que dispone de poco tiempo para cumplir sus planes y, si toda Alepo es liberada, sus opciones de victoria se verán sensiblemente mermadas. De ahí la importancia de lo que queda suceder en los próximos días para atisbar el devenir inmediato de la guerra.

Blog del autor: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=13343

  y ver ...


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217117

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El nuevo periodismo global en el País.

    Lección magistral de nuevo periodismo desde El País Today

     Juan Carlos Escudier .
     
    El mundo está perplejo con la parálisis de España en la formación del Gobierno. El País, santo y seña del periodismo patrio, ha confirmado esta perplejidad en América, desde Alaska a la Patagonia, un trabajo ímprobo para el que ha necesitado la colaboración de hasta seis de sus mejores corresponsales. Se intuye que estamos ante la primera de las entregas porque el bloqueo español no sólo causa estupor a los americanos sino a varios continentes. En África, al parecer, no se habla de otra cosa en los bares, y hasta se cuenta que algunas tribus nómadas mongolas han descuidado la atención a sus renos para seguir en el canal internacional de TVE el desenlace de esta peripecia política que tiene al planeta en un sinvivir.
    El antiguo diario independiente de la mañana no puede ser más preciso. “Cunde la idea de que el país que asombró al hemisferio con su Transición ha dado un paso atrás”, explica. Y ante ese presentimiento, que es casi una certeza, los interlocutores del periódico tan sólo pueden constatar una zozobra angustiosa. Colombia, por ejemplo, está centrada en el plebiscito del 2 de octubre sobre el acuerdo de paz con las FARC pero la crisis española es tan aguda que la dirigencia colombiana, con Juan Manuel Santos a la cabeza, no pueden dejar de pensar en ella incluso en el avión presidencial.
    Igual ocurre en Brasil, donde el golpe de Estado contra Dilma Rousseff se ha visto eclipsado por el problema español, que no es que ponga en peligro sólo las inversiones sino también el acuerdo de la UE con el Mercosur, preocupación que se comparte en Argentina. Ahí es nada. En Buenos Aires hay “estupor” y es tal la angustia por España que, pese a que el país vive en un polvorín por el giro neoliberal que Macri ha dado a la economía, empresarios y políticos preguntan con vivísimo interés a los periodistas qué va a pasar.
    En Estados Unidos lo que cunde es la extrañeza y hasta el historiador Stanley Payne, admirador de Pío Moa, se muestra partidario de coaliciones amplias como las que promueve Albert Rivera, del que destaca su disposición a pactar con todo lo que se mueve. Al otro lado de la frontera sur, en México, es el escritor Juan Villoro el que da la clave: “Supongo que Pedro Sánchez tendrá que dar un paso a un lado para permitir que el PP y Ciudadanos formen Gobierno. Ante la imposibilidad de ganar, Sánchez puede obtener estatura de estadista si por un momento se convierte en lo que Enzensberger llama un héroe de la retirada. Sería la primera demostración de que ese hombre alto tiene altura”.
    Presumible candidato al Pulitzer, o cuando menos al Ortega y Gasset de Periodismo que el grupo Prisa con toda justicia debería concederse a sí mismo como en otras ocasiones, este reportaje poliédrico y caleidoscópico culmina el acelerado curso de nuevo periodismo con el que su periódico de cabecera ha deleitado a los lectores en esta nueva etapa. No basta con el bombardeo de encuestas, que más que reflejar el deseo de una gran coalición casi la exigen, ni siquiera con las admoniciones editoriales sobre el populismo y la apuesta decidida por el pacto PP-PSOE como el único camino que conduce a la salvación eterna. El periodismo moderno, por puro patriotismo, exige participar abiertamente en la operación para liquidar a políticos como ese Sánchez, que es alto pero no tiene altura, como explicaba el escritor mexicano ya citado, colaborador habitual de El País, naturalmente.
    Cuando el objetivo no se alcanza o, al menos se demora, son necesarias informaciones incontestables como la de este martes, que muestran que el periódico no obra por capricho sino que es el interés general el que lo guía. El continente hermano, ajeno a sus conflictos armados, al caos económico, a sus corrupciones, al narcotráfico y al propio Trump, clama desde sus páginas por una salida urgente que nos libre de unas terceras elecciones. ¿Podemos traicionar la confianza de cientos de millones de personas? ¿Hasta cuándo esta reencarnación de Catilina que es Pedro Sánchez abusará de nuestra paciencia?

    martes, 20 de septiembre de 2016

    La guerra de los 30 años de Washington.



    Una visión retrospectiva del 11-S: quince años de guerra aérea de Washington
    ¡Bombas lanzadas!

    TomDispatch

    Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García

    La precisión de ellos y la nuestra

    En la mañana del 11 de septiembre de 2001, al-Qaeda lanzó contra Estados Unidos su fuerza aérea de cuatro aviones. Las aeronaves llevaban sus armas de precisión: 19 secuestradores suicidas. Gracias a la resistencia de sus pasajeros, uno de los aviones se estrelló en un campo de Pennsylvania. Los otros tres dieron en el blanco elegido para cada uno de ellos –las torres gemelas del World Trade Center, en Nueva York, y el Pentágono, en la ciudad de Washington–, con el tipo de ‘precisión’ que hoy asociamos con los proyectiles guiados con rayos láser de la fuerza aérea de Estados Unidos. Desde su primera salva, por así decirlo,  este conflicto ha sido una guerra aérea. Con su 75 por ciento de índice de acierto, la misión del 11-S de al-Qaeda fue un triunfo que hizo historia al alcanzar con exactitud tres de los supuestamente cuatro blancos elegidos (a pesar de que nadie sabe con certeza hacia dónde se dirigía el cuarto avión estrellado en Pennsylvania, no caben dudas de que tanto el Capitolio como la Casa Blanca eran los iconos que faltaban para completar simbólicamente el poder económico, militar y político de Estados Unidos). Como resultado de estos ataques casi 3.000 personas que no tenían la menor idea de que estaban en la mira del bombardero de un oscuro movimiento del otro lado del planeta fueron masacradas.

    Aunque osado, se trataba de un plan brutal y una atrocidad de primer orden. Casi 15 años más tarde, semejantes acciones suicidas con armas de similar ‘precisión’ (aunque sin el componente aéreo) continúan golpeando en todo el Gran Oriente Medio, África y ocasionalmente en otros sitios –desde un partido de fútbol en Irak hasta una boda en Turquía (donde el ‘arma’ puede haber sido un niño)­– con un terrible saldo de muertes.

    Las consecuencias del 11-S han sido pasmosas. Aunque la frase no tendría resonancia ni significado (salvo en los círculos militares) hasta un año y medio después, cuando comenzó la invasión de Irak por parte de Estados Unidos, el 11-S quizá sea el ejemplo más logrado de ‘pavor y sobrecogimiento’ que podamos imaginar. El ataque fue inmediatamente encapsulado por los medios en titulares de grandes caracteres del tipo “El Pearl Harbor del siglo XXI” o “Otro día de la infamia”, y las imágenes de esas torres desmoronándose en Nueva York, en lo que casi instantáneamente pasó a llamarse “Zona cero” (como si la ciudad hubiera sufrido un ataque atómico) fueron mostradas cientos y miles de veces a un mundo estupefacto. Fue algo que es muy improbable sea olvidado por quienes lo vivieron.

    En Washington, el vicepresidente se refugió en un profundo búnker subterráneo; el secretario de Defensa, llamó a sus ayudantes en el dañando Pentágono y los urgió a “Marcharse todos. Recoger todo, sea importante o no” (el primer atisbo de la próxima decisión de invadir Irak y derrocar a Saddam Hussein); y el presidente, que estaba leyendo un cuento para niños, The Pet Goat, en una escuela primaria de Sarasota, Florida, mientras se producía el ataque, se subió al avión Air Force One y partió inmediatamente hacia un destino que no era Washington. Aunque bastante poco después, aparecería en la ‘Zona cero’ con un megáfono en la mano y advirtiendo de que “¡Quienes derribaron estos edificios pronto nos van a oír!”.

    Pocos días después, anunció una “guerra contra el terror”. Y el 7 de octubre de 2001, cuando todavía no había pasado un mes desde los ataques, la administración Bush lanzaría su propia guerra aérea enviando desde bases en Estados Unidos bombardeos Stealth B-2 con armamento de precisión guiado satelitalmente, como también bombardeos de largo alcance B-1 y B-52 desde la base británica de la isla Diego García, en el océano Índico; suplementado todo con ataques aéreos desde dos portaviones estadounidenses y cerca de 50 misiles crucero Tomahawk disparados desde buques de guerra. Esto no fue más que el inicio de una respuesta desde el aire contra al-Qaeda (a pesar de que la parte más importante de ella estaba de hecho dirigida contra el régimen Taliban que por entonces controlaba buena parte de Afganistán). Hacia el final de diciembre de 2001, unas 17.500 bombas y otros ingenios explosivos habían caído en territorio afgano; se informó que el 57 por ciento de ellos eran armas inteligentes “guiadas con precisión”. Sin embargo, también se arrojaron bombas perfectamente ‘tontas’ y de racimo rellenas con pequeños explosivos similares a una “lata de gaseosa” que se desparramaban en una amplia zona; no todas ellas estallaban al tocar el suelo y permanecían allí para que fueran recogidas por civiles incautos.

    Si de verdad usted quiere tener una idea de qué es pavor y sobrecogimiento, piense en esto: han pasado casi 15 años y la guerra aérea no ha acabado. En Afganistán, por ejemplo, solo en los primeros cuatro años de la administración Obama (2009-2012) fueron lanzados 18.000 artilugios explosivos en todo el país. Este año, los B-52 –las viejas bestias de carga de Vietnam–, que durante habían descansado una década en Afganistán, volvieron a despegar cuando aumentaron las misiones contra los combatientes del Taliban y el Estado Islámico (en adelante, el Daesh).

    Esto es solo para empezar a describir la naturaleza interminable de la guerra aérea estadounidense que en estos años se ha extendido a todo el Gran Oriente Medio y zonas de África. En respuesta al parco conjunto de ataques aéreos de al-Qaeda contra blancos en Estados Unidos, Washington lanzó una campaña aérea todavía inacabada, una campaña en la que se han utilizado cientos de miles de bombas y misiles, muchos de ellos ‘de precisión’ pero algunos del tipo ‘tonto’, contra un cada vez mayor despliegue de enemigos. Casi 15 años después, las bombas y misiles estadounidenses están dando en blancos de no solo un estado sino de siete países mayoritariamente musulmanes (Afganistán, Irak, Libia, Pakistan, Somalia, Siria y Yemen).

    ¿Cómo evaluar la ‘precisión’ de las campañas aéreas de al-Qaeda y de Washington? He aquí algunas claves:

    1.  Éxito y fracaso:
    Sin una pizca de exageración, se podría decir que a un costo de entre 400.000 y 500.000 dólares, el ataque aéreo de al-Qaeda creo la Guerra Global Contra el Terror en la que Washington ya ha gastado varios millones de millones de dólares. Con una diminuta fuerza aérea de aviones secuestrados y una campaña aérea que duró una sola mañana, ese grupo ocasionó que una administración que ya soñaba con la dominación del mundo se lanzara a una guerra aérea de ámbito mundial (con un importante componente en tierra) que convertiría el Gran Oriente Medio –una región por entonces relativamente tranquila (si bien en buena parte autocrática)– en un cúmulo de conflictos, países fallidos, ciudades en ruinas y refugiados que se cuentan por millones, en el que surgen como hongos las organizaciones extremistas islámicas dedicadas a sembrar el terror. Podría decirse que esto ha sido el esplendor de Osama bin Laden. Casi nunca un poder aéreo tan pequeño (incluso tal vez de cualquier tipo) ha influido tan determinantemente con unas consecuencias tan vastas. Es posible que se trate de la utilización más exitosa del bombardeo estratégico –es decir, el poder aéreo dirigido contra la población civil y la moral de un país enemigo– en la historia.

    Por el otro lado, con una pizca de exageración, podría concluirse que rara vez se ha visto una campaña aérea sin fin (que lleva casi 15 años y continúa expandiéndose al costo de unos incalculables miles de millones de dólares) y de tan escaso éxito. Póngalo de otra forma: sería posible llegar a la conclusión de que en estos años, gracias a sus bombas y misiles, Washington ha dado a luz un mundo de organizaciones terroristas islámicas.

    El 11 de septiembre de 2001, al-Qaeda era una modesta fuerza cuyos militantes en Afganistán tal vez fueran unos pocos miles; además, contaba con un puñado de simpatizantes desperdigados por el mundo. Ahora, hay franquicias y grupos imitadores de al-Qaeda –que suelen prosperar– operando en una zona de va de Pakistán a Yemen, de Siria al norte de África y, por supuesto, el Daesh, ese autodenominado ‘califato’ de Abu Bakr al-Baghdadi, mantiene todavía una considerable porción de territorio de Irak y Siria mientras su ‘marca’ se ha propagado a grupos activos desde Afganistán a Libia.

    En grado mínimo, la campaña aérea de Estados Unidos, que ciertamente ha eliminado a bastantes jefes terroristas, “tenientes”, “militantes” y demás en el transcurso de estos años, no ha tenido la capacidad de detener el proceso y en cambio le ha hecho más fértil el terreno. Aun así, en respuesta a al próximo atentado terrorista (como ha pasado recientemente en Libia), las bombas continúan cayendo. Se trata de un récord bastante curioso en el generalmente decepcionante historial del poder aéreo, y merecedor de ser analizado más detalladamente.  

    2.  ¡Bombas lanzadas!

    A finales de 2015, la cantidad de bombas y misiles utilizados en Irak y Siria era tan alta que, según se informó, se redujeron las reservas. El general Mark Welsh, jefe de estado mayor de la fuerza aérea dijo: “Estamos gastando munición a un ritmo mayor que el de reposición. Los aviones B-1 han arrojado bombas en números récord... Necesitamos tener los recursos que aseguren que estamos preparados para una lucha prolongada. Esta es una necesidad crítica”.

    Esta situación se trasladó a 2016 a medida que las misiones de bombardeo en Siria e Irak no hicieron otra cosa que aumentar. Incluso a pesar de que tanto Boeing, que fabrica la munición utilizada por la Dirección conjunta, como Lockheed Hellfire, que produce los misiles Hellfire (imprescindibles para la campaña de asesinatos selectivos con drones que lleva adelante Washington en todo Gran Oriente Medio y África), aumentaron significativamente la producción de esas armas, continuaron las penurias

    Creció el temor de que en algún momento no hubiera suficiente munición para las guerras en curso, en parte debido al gasto que implicaba la producción de varios tipos de armas de precisión.

    Los guarismos relacionados con  la campaña aérea de Estados Unidos, que está en el centro mismo de la operación “Determinación Inherente”, la guerra contra el Daesh en Irak y Siria iniciada en agosto de 2014 son asombrosos. Al final de 2015, el estudioso Micah Zenko estimó (sobre la base de documentación hecha pública por el comando central de la USAF) que ese año la fuerza aérea de EEUU había lanzado 23.144 bombas y misiles en ambos países (además de otros 5.500 arrojados por los socios de coalición) en el marco de lo que Washington denomina estrategia “matarlos a todos mediante ataques aéreos” –la cual, agrega Zenko, “no está funcionando” (de hecho, algunos estudios de la “estrategia del bolo central” o “del descabezamiento”, como se la llama a veces –el intento de destruir un grupo terrorista mediante la eliminación de su jefe– indican que no ha tenido el efecto deseado).

    Hasta julio de 2016, la cantidad de munición empleada cada mes se ha mantenido respecto de 2015 –casi 13.400 para EEUU y cerca de 4.000 para el resto de la coalición–. Según las cifras de Washington, Estados Unidos ha realizado 11.339 ataques en Irak y Siria desde 2014 hasta agosto de este año a un costo de 8.400 millones de dólares pagados por los contribuyentes estadounidenses.

    No tiene sentido aburrir al lector con las cifras más modestas de las bombas y misiles lanzados en tantos años de guerra en Pakistán, Yemen, Somalia y Libia. Apenas un dato: la guerra aérea estadounidense en el Gran Oriente Medio y África está ahora profundamente incrustada en la vida de nuestra capital nacional. Casi todos los candidatos más importantes para ocupar este año la Oficina Oval (incluso Bernie Sanders) se manifestaron a favor de la guerra aérea contra el Daesh; ninguno de los presidenciables podría dejar en tierra los drones que continúan operando en las misiones de asesinatos selectivos supervisadas por la Casa Blanca en una importante región del planeta. En lo esencial, tanto Hillary Clinton como Donald Trump están comprometidos con la continuación de la guerra aérea de Estados Unidos en un distante futuro.

    Pensemos en esto como una especie de éxito; no en ultramar sino en casa. El lanzamiento de artefactos explosivos es el estilo triunfalista de vida de Washington; poco importa qué hacen –o no hacen– esas bombas soltadas en tierras lejanas.

    3.  Barbarie y civilización (o la precisión de ellos y la nuestra)
    Al-Qaeda fue bastante precisa en su asalto a la ‘patria’ estadounidense. Su objetivo era claramente destruir dos construcciones icónicas y matar a quienquiera que pudiese estar en su interior. Su significado manifiesto era horrorizar y provocar. En ambos aspectos, las acciones fueron un éxito que superó lo que hasta sus planificadores pudieron haber imaginado. Con perfecta exactitud, marcó a todo el mundo por su absoluta barbarie.

    La ‘precisión’ táctica de al-Qaeda y de las organizaciones que le sucedieron en la península Arábiga hasta el Daesh no ha cambiado mucho con los años. Sus armas de precisión son enviadas a los centros de la vida civil, como sucedió en la reciente boda en Turquía en la que un suicida –posiblemente un niño que portaba un cinturón con explosivos– mató a 54 personas, 22 de las cuales eran menores de 14 años, para generar ira e indignación. La brutalidad de este tipo de guerra tiene como objetivo –como lo expresa el Daesh– la destrucción de la “zona gris” de nuestro mundo y la creación de un planeta donde prime aún más el concepto ‘o nosotros o ellos’. Al mismo tiempo, semejantes ataques pretenden provocar a los poderes fácticos para que reaccionen de tal manera que se cree una onda de simpatía por el Daesh en el mundo donde opera; como también por los tipos de conflicto y caos en los que esas organizaciones tienen posibilidad de prosperar en el largo plazo. Osama bin Laden entendió esto muy tempranamente; hay quienes han hecho suyos su punto de vista.

    Esa, por lo tanto, es su versión del bombardeo de precisión; si esta no es una definición de la barbarie, ¿de qué se trata, entonces? Pero, ¿qué decir de nuestra aportación a la barbarie –para utilizar una palabra que muy raramente se aplica a nosotros–? Tomemos la campaña oficial de bombardeo aéreo de la administración Bush –‘pavor y sobrecogimiento’–, en vísperas de la invasión de Irak, entre el 19 y el 29 de marzo de 2003. Se trataba de poner en juego un abrumador despliegue de poder aéreo, incluyendo 50 misiones de “descabezamiento”, que tenían el propósito de eliminar a los principales líderes iraquíes. De hecho, ni siquiera fue tocado uno solo. Según Human Rights Watch, esos ataques resultaron en la muerte de “docenas de civiles”. En menos de dos semanas, se lanzarían por lo menos 8.000 bombas y misiles guiados de precisión contra Irak. Por supuesto, algunos no dieron en el blanco elegido pero mataron a civiles; algunos alcanzaron su blanco en zonas urbanas densamente pobladas o incluso en pueblos con el mismo resultado de civiles muertos. Un pequeño número de misiles Tomahawk –de 750.000 dólares cada uno– de los 700 disparados en las primeras semanas de la guerra, no impactaron en territorio iraquí y cayeron en Irán, Arabia Saudí y Turquía.

    En esas primeras semanas de guerra en las que Bagdad fue capturada y la invasión fue declarada un éxito, en las operaciones aéreas estuvieron involucrados 863 aviones estadounidenses, se realizaron más de 24.000 misiones de combate y, según una estimación, murieron más de 2.700 civiles, esto es, fueron eliminados casi tantos no combatientes iraquíes como los fallecidos en las Torres Gemelas. Un estudio encontró que en los primeros seis años de lo que acabaría convirtiéndose en una guerra aérea continua en Irak el 46 por ciento de las víctimas de las incursiones aéreas estadounidenses cuyo sexo pudo determinarse eran mujeres y el 39 por ciento eran niños.

    De la misma manera, en diciembre de 2003, Human Rights Watch informó de que tanto los aviones de Estados Unidos y del Reino Unido como la artillería de ambos países había utilizado “casi 13.000 bombas de racimo –con alrededor de dos millones de explosivos menores– que habían matado o herido a más de 1.000 civiles”. Y lo más probable que puede haber pasado es que en los meses y años siguientes muchos más murieran al pisar o recoger alguno de esos pequeños explosivos que todavía no habían estallado, sobre todo niños, por su curiosidad. De hecho, los aviones de Estados Unidos lanzaron bombas de racimo en Afganistán (sin duda con los mismos resultados) y, más recientemente, fueron vendidas a Arabia Saudí para su dispendiosa y sangrienta campaña aérea en Yemen.

    Para tener una idea de la dimensión de aquel asalto aéreo de 2003 recuerde el lector el portaviones Abraham Lincoln fondeado frente a la costa de San Diego para que el presidente Gorge W. Bush pudiera hacer su extravagante descenso aquel 1 de mayo y, bajo una pancarta en la que se leía ‘Misión cumplida’, declarar que “las operaciones de combate más importantes en Irak han acabado” y que Estados Unidos y sus aliados se habían “impuesto” (pues no; resultó que todavía no habían acabado). Casualmente, pocos días antes ese portaviones había regresado de una permanencia en el golfo Pérsico de 10 meses, durante los cuales sus aviones habían realizado unas 16.500 misiones de combate y arrojado unas 725 toneladas de bombas. Y eso, por supuesto, era apenas una parte de la campaña aérea contra las fuerzas de Saddam Hussein.

    Que el pavor y el sobrecogimiento de la administración Bush, y la invasión y la guerra aérea posteriores no fuera imprecisa y poco efectiva tanto en el corto plazo como en el largo, ahora es indiscutible. Después de todo, el poder aéreo de Estados Unidos todavía hoy está retumbando en Irak. La pregunta que surge es: ¿No debería ser evidente que una guerra aérea que se ha prolongado al menos hasta 2010, y que ha recomenzado en 2014, que ha ayudado a reducir las asediadas ciudades iraquíes en montañas de escombros y no muestra señales de acabar alguna vez, es un acto de barbarie?

    Está claro que, mientras no hay una forma adecuada de hacer el recuento de todas las víctimas civiles de las guerras aéreas estadounidenses del siglo XXI, los cadáveres de los no combatientes se apilan en Irak, Afganistán y otros sitios. Esta versión de guerra prácticamente eterna, con su destrucción y sus ‘daños colaterales’ (que, en circunstancias muy difíciles, algunas organizaciones han hecho todo lo posible por documentar) debería ser la definición de ‘barbarie y terrorismo de Estado’ en un mundo en el que la compasión no existe. Que se haya comprobado que nada de esto sirve para nada en los términos empleados por los propios terroristas parece importar muy poco ciertamente.

    Pongámoslo en un modo más gráfico, ¿duda alguien que el asesinato de toda una fiesta de boda kurda (llevado a cabo supuestamente por un terrorista suicida del Daesh) fue un acto de barbarie? De ser así, ¿cómo llamamos los ocho casos documentados –vastamente ignorados en este país– en los que la fuerza aérea de Estados Unidos hizo volar por los aires similares fiestas de boda en tres países (Afganistan, Irak y Yemen) entre diciembre de 2001 y el mismo mes de 2013, asesinando casi a 300 asistentes?

    Por supuesto, el lector ya conoce la respuesta de esta pregunta. En nuestro mundo no hay más que una barbarie: la de ellos.

    4.  Las raíces religiosas de las guerras aéreas; las terroristas y las que son ‘contra el terror’

    Obviamente, al mismo tiempo que había un aspecto político en la guerra aérea de al-Qaeda contra Estados Unidos, en ella también había un aspecto profundamente religioso. Esto explica por qué 19 hombres elegirían inmolarse. Por más que hablemos de yihad o fanatismo, en el centro mismo del 11-S de al-Qaeda hay un núcleo de religiosidad.

    Ahora bien, ¿cómo caracterizaríamos una actividad cuyos resultados son repetidamente negativos y, aun así, un gobierno continúa comprometido en ella desde hace 15 años sin un final a la vista? Agreguemos que, en seis de los siete países que Estados Unidos ha bombardeado o atacado con misiles, sus aviones tenían control absoluto del espacio aéreo desde el primer momento, y en el séptimo (Irak) fueron necesarias solo horas, o como mucho días, para conseguirlo. En otras palabras, casi durante cada segundo de estos 15 años de guerra, los pilotos estadounidenses no arriesgaron casi nada en los cielos enemigos –o en el caso de los operadores de drones, a miles de kilómetros de su objetivo, no corrieron absolutamente ningún riesgo–. Tanto pilotos como operadores eran casi dioses en relación con quienes debían morir ahí abajo; se trataba –como lo expresó un ‘piloto’ de dron– de “aplastar bichos”.

    ¿Cómo, en el transcurso de esa década y media, podía esa sensación de dominio y de verse como dioses no alcanzar una intensidad religiosa, incluso si la divinidad en cuestión era de tipo imperial? Sin duda, ya que estamos, debería suponerse esta sensación no tanto en los pilotos implicados cada día en la guerra pero sí entre los generales que la planificaban y la supervisaban, y el lo jefes políticos que la ordenaban y refrendaban. Esa sensación de tener tanto poder incuestionable en sus manos debe provocar una emoción –de tipo religioso– de omnisciencia y poderío difícil de resistir aunque los resultados sean tan insatisfactorios.

    Lo que es evidentemente que en la guerra aérea de Estados Unidos tenemos, como también en la de al-Qaeda, un sistema de creencias que es tan profundo que ninguna circunstancia del mundo real parece capaz de debilitar. Esta es, para decirlo de otra manera, la versión estadounidense de la yihad, que no parece mostrar signos de que termine en algún momento más o menos cercano.

    La guerra de los 30 años de Washington

    En solo un par de años, alguien nacido el 11 de septiembre de 2001 estará en condiciones de alistarse como piloto para luchar en una guerra aérea comenzada cuando él o ella nacían. Hay razonables probabilidades de que cuando estos conflictos se conviertan oficialmente en ‘La guerra de los 30 años’ de Estados Unidos, su hijo o hija, nacidos dentro de unos años, pudiera estar empezando la escuela secundaria. Todavía recuerdo cuando oí por primera vez esa expresión aplicada a un interminable ciclo de guerras religiosas en Europa durante el siglo XVII. Me costó muchísimo pensar en un periodo de enfrentamientos bélicos tan largo; aquello me resultaba inimaginable, por no decir primitivo, teniendo en cuenta el poder letal de las armas modernas. Bueno, mientras las frases van y vienen, uno vive y aprende.

    Tal vez este 11 de septiembre haya llegado el tiempo de que por fin los estadounidenses nos centremos en nuestra guerra eterna en el Gran Oriente Medio, nuestra propia desastrosa ‘Guerra de los 15 años’. De lo contrario, las primeras explosiones de su versión ‘Treinta años’ estarán en el horizonte antes de que nos enteremos de ello en un mundo posiblemente más desestabilizado y aterrorizado del que hoy podemos imaginar.


    Tom Engelhardt es cofundador del American Empire Project, autor de The United States of Fear y de una historia de la Guerra Fría, The End of Victory Culture. Forma parte del cuerpo docente del Nation Institute y es administrador de TomDispatch.com. Su libro más reciente es Shadow Government: Surveillance, Secret Wars, and a Global Security State in a Single-Superpower World.


    Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/176183/tomgram%3A_engelhardt%2C_a_9_11_retrospective%3A_washington%27s_15-year_air_war/#more

    viernes, 16 de septiembre de 2016

    La explotación de las camareras de piso en los hoteles.

    El 28% de las camareras de piso en los hoteles presenta síntomas de depresión grave
    “Estamos hechas polvo, seguimos trabajando a fuerza de pastillas”



    De origen latinoamericano, Soledad desembarcó en España en 2003, cuando tenía 23 años. Su primer lugar de residencia fue Malgrat de Mar, en la costa catalana del Maresme. Trabajó como camarera de piso en diferentes hoteles, durante la temporada turística. Empezó en uno de cuatro estrellas, el típico de una zona de playa: “Me contrataron como eventual, pero después me hicieron fija discontinua; a los tres años ya no les interesé, me hicieron una jugada bastante fea y me echaron”. Cobraba menos de mil euros. En el siguiente hotel permaneció dos temporadas, y también la despidieron cuando llegó el momento de hacerla fija. Y recaló en otro hotel de Lloret de Mar (Girona), dos años contratada como directamente por la empresa y el tercero por una ETT. Entonces cambió la situación: la llamaban sólo cuando había una carga importante de trabajo, y pasó a cobrar por horas. Tampoco sabía de antemano la tarea (en lavandería, zonas “nobles” o habitaciones) ni los horarios. En ninguna de las empresas por las que pasó, salvo excepciones muy concretas, cobró horas extraordinarias. Pero no podían salir del trabajo hasta que no terminaran de limpiar las habitaciones. La ETT quebró, y hubo gente que años después no había cobrado. Soledad se medicaba diariamente antes de ir a trabajar. “Desayunaba voltaren”. De vuelta a casa, otro relajante, el naproxeno, de lo contrario no hubiera podido siquiera sentarse en el sofá. Es uno de los 26 casos que figuran en el libro “Las que limpian los hoteles. Historias ocultas de precariedad laboral”, que el investigador especializado en turismo responsable, Ernest Cañada, publicó en Icaria (octubre de 2015) a iniciativa de Alba Sud y la Rel-UITA. A partir de los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2014, el autor calcula la cifra de 320.000 empleados de hotel en el estado español, por lo que el número de camareras de piso podría oscilar entre las 65.000 y las 96.000. Destaca su presencia en Canarias (20.000), Cataluña (15.000) y Baleares (13.000), en cifras aproximadas. Se trata de un trabajo sometido a fuertes cargas y ritmos muy intensos, casi completamente feminizado. “Las mujeres ocupan las categorías profesionales más bajas, por debajo de los hombres que realizan tareas similares, como los camareros de restaurante”, resalta Cañada. Dos de los factores clave son la degradación en las formas de contratación (a través de ETT) y, vinculado a ello, las crecientes externalizaciones, de modo que un mismo director puede gestionar varios hoteles al tiempo, mientras la plantilla propia se limita a unos pocos administrativos u operarios de recepción. El resto de trabajadores pertenecen a dos, tres o cuatro empresas distintas. En la circunstancia de las camareras de piso, las subcontrataciones conducen a rebajas en la categoría profesional (pasar a peones o limpiadoras, lo que implica un menor salario por el mismo trabajo), un aumento en el número de habitaciones que han de limpiar (pueden pasar de 18-20 a máximos de 24-26), el incremento de la precariedad y las enfermedades laborales.
    El responsable de Acción Sindical de la Federación de Servicios de Comisiones Obreras-País Valenciano, Salvador Mejías, sitúa en el punto de partida la reforma laboral del gobierno del PP (2012), y las ambiciones de rentabilidad rápida por parte de las empresas, principalmente mediante la rebaja de los salarios. Los sindicatos constatan una tendencia al despido de las camareras de piso que figuraban en la plantilla de los hoteles (mediante la figura del “despido objetivo”), al tiempo que se empezaba a subcontratar personal nuevo al que ya no se le aplicaba el convenio de la hostelería, sino, en un 90% de los casos, el de la empresa multiservicios con la que el hotel subcontrata. “Aquí está la clave del negocio”, apunta Mejías. En la provincia de Valencia, se puede pasar de los 1.200 euros y las 40 horas semanales en el convenio de la hostelería, a 720 euros al mes en las empresas multiservicios, con otra significativa diferencia: el criterio principal ya no es la jornada laboral, sino el número de habitaciones asignado. En muchos casos se produce la firma de contratos a tiempo parcial, por ejemplo de cinco o seis horas diarias, que se vinculan a la limpieza de un número de habitaciones; el número de horas de trabajo realizadas es mayor, pero no se remuneran las horas “extra”. En otras ocasiones, la empresa establece un precio por la limpieza de la habitación, que se puede reducir en algunos casos a los dos euros por pieza.
    “El trabajo de las camareras de piso es una de las actividades principales del hotel, y por tanto no se puede externalizar”, resalta Cristina García, miembro del equipo de Acción Sindical de la Federación de Servicios de Comisiones Obreras-País Valencià. “En esta idea nos respalda la Inspección de Trabajo”, añade. Insiste en que el mayor grado de precarización de estas trabajadoras echa raíces en la reforma laboral de 2012, en la que se hace prevalecer al convenio de empresa sobre el del sector. Ernest Cañada recuerda que durante la negociación del convenio colectivo en Baleares, en 2014, la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM) planteó que la subcontratación con empresas de servicios fuera reconocida a través del convenio, lo que los sindicatos rechazaron. No se incluyó, pero las externalizaciones se produjeron hotel a hotel, lo que llevó a una denuncia de Comisiones Obreras y UGT ante la Inspección de Trabajo en abril de 2015. Así, más de 50 empresas hoteleras resultaron investigadas por la subcontratación de la limpieza en Baleares, Cataluña, Canarias y Valencia.
    La Federación de Servicios de Comisiones Obreras y la Regional Latinoamericana de la UITA elaboraron en 2015 un estudio sobre la situación de las camareras de piso en el estado español titulado “Dolor crónico por trastornos musculo-esqueléticos (TME), síntomas de ansiedad y depresión”. Del informe se desprende que las lumbalgias están presentes en el 85,3% de las camareras, las cervicobraquialgias en un 80,4% y que las zonas del cuerpo más afectadas son la dorsal y lumbar de la espalda, hombros, brazos y cuello. El 70% tiene entre cuatro y siete zonas corporales con dolor muscular. Según el estudio, las trabajadoras que no han desarrollado los TEM, están expuestas en un grado elevado, ya que el 80% padece los síntomas iniciales: hinchazón, fatiga, pérdida de fuerza, limitación de la movilidad, hormigueo o pérdida de la sensibilidad. En conclusión, un 71,5% de las camareras encuestadas se medican para afrontar el día a día en los hoteles. Además, “los medicamentos van generando ‘resistencias’, de manera que el cuerpo necesita cada vez más dosis para que hagan efecto y sobreponerse para una nueva jornada”, explica el informe.
    En el 96% de los casos, las trabajadoras entrevistadas sufren síntomas de ansiedad, grave o leve, y en el 89% se sienten en riesgo de padecer una lesión, debido a las malas posturas corporales. La tensión genera un incremento de los dolores musculares, y la ingesta de nuevos medicamentos. Asimismo los cuestionarios revelaron que el 28,4% de las trabajadoras presenta síntomas de depresión grave (y cuatro de cada diez, de depresión en general), a lo que se añaden grados muy elevados de fatiga y una disminución de la concentración en el 74% de los casos. Sólo el 18% duerme ocho horas diarias. Las autoras del estudio señalan la “presión constante por realizar un número exorbitante de habitaciones en poco tiempo”. Los problemas de salud laboral se revelan cuando sobre 123 camareras de piso, 74 presentaron licencias para asistir al médico (50 con TME en los últimos años). En resumen, según el estudio de Comisiones Obreras y la Regional Latinoamericana de la UITA, de cada diez camareras nueve padecen ansiedad clínica susceptible de ser tratada con psicofármacos y terapia; ocho señalan dolor en más de dos zonas de su cuerpo y consideran su trabajo repetitivo; seis, con problemas de concentración-atención; cuatro, con sentimientos de tristeza y culpa (depresión) y dos con pensamientos suicidas.
    “Estamos hechas polvo, seguimos trabajando a fuerza de pastillas”, afirma una camarera de piso, Dolores Ayas, que trabaja en Playa de Palma (Mallorca) y acumula más de 30 años de experiencia. Su testimonio figura en el libro “Las que limpian las hoteles”. Contaba, a sus 57 años, las cargas laborales de afrontar 20 habitaciones al día y las zonas “nobles” del hotel, sobre todo a la hora de mover las pesadas camas de madera: cada día 50. “Y los colchones pesan también un muerto, es horroroso, hay días que no puedo con mi alma”. Muchas de las trabajadoras que entran de nuevas, no pueden sacar el trabajo adelante. Años atrás, el hotel en el que Dolores está empleada abría durante todo el año, salvo 40 días. Días más, días menos, siempre había algo de faena. Pero actualmente, el empresario no abre hasta que llena las plazas, y no baja en toda la temporada. Por tanto, la tarea se sitúa siempre en el límite y nunca se puede realizar en condiciones. “Si cada día tengo cinco salidas en las otras habitaciones, hago lo mínimo, lo imprescindible y voy siempre hasta arriba”. Afirma que los empresarios las consideran un número. “Estoy jodidísima”. Toma pastillas contra el reúma, antiinflamatorios y para el corazón, tiene la columna destrozada, está operada del túnel carpiano y las manos hechas polvo…

    jueves, 15 de septiembre de 2016

    Churchill compró al régimen de Franco para que no entrara en la II Guerra Mundial



    Según la investigación del historiador Ángel Viñas
    Churchill compró al régimen de Franco para que no entrara en la II Guerra Mundial

    Sputnik Mundo

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    El historiador Ángel Viñas explica en su nuevo libro cómo Churchill compró las voluntades de los generales próximos al dictador para que Franco mantuviera a España fuera de la II Guerra Mundial, según informa El Confidencial.

    Si bien hasta hace poco se creía que el habilidoso dictador español consiguió 'salvar a España' de participar en la II Guerra Mundial, las investigaciones realizadas por el historiador Ángel Viñas y publicadas en el libro 'Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco', parecen demostrar que, en realidad, la 'neutralidad' española mantenida durante la contienda mundial fue fruto del dinero de Londres. La negativa de Hitler a aceptar las demandas territoriales que planteó Franco a cambio de que España entrara en la guerra también enfrió la posibilidad de que Madrid se alineara con Roma y Berlín.

    Para su operación, Churchill contó con la colaboración de uno de los personajes más oscuros del siglo XX español: el banquero y contrabandista Juan March. Él fue, según las investigaciones llevadas a cabo por Viñas, el conductor de los fondos provenientes de Londres. 


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    "No sabemos quiénes eran todos los sobornados por March aunque sí conocemos algunos nombres: Nicolás Franco, el hermano del dictador, que era un corrupto total, Kindelán, Orgaz, Aranda. Pero ojo, no cobraban al día. Se les dijo que si lograban que España se mantuviera al margen de la contienda, ellos cobrarían. Y así fue, cobraron después, en el año 44. Porque la operación, que en principio iba a durar seis meses, se fue prolongando. Sin duda, a los ingleses les parecía eficaz", ha explicado el historiador en una entrevista con El Confidencial.
    Sobre el sistema de pagos, Viñas asegura que "March les daba pequeñas sumas en efectivo pero el grueso del dinero se depositó en cuentas en el extranjero, en Nueva York y en Ginebra".


    El historiador también habló acerca de uno de los momentos cruciales de la historia reciente de España, cuando Franco y Hitler mantuvieron una reunión en Hendaya (sur de Francia) para hablar sobre los términos en los que España tendría que entrar en guerra junto a Berlín.

    "[Hitler] Le dijo que el objeto de aquella entrevista era determinar en qué medidas eran compatibles los intereses alemanes, españoles y franceses de cara al reparto colonial. Hitler no quería que el Ejército del Marruecos francés se revolviera contra el régimen de Vichy y Petain tampoco. Así que cuando Franco pidió que le dieran Marruecos en contrapartida por entrar en la guerra, Hitler le dijo que no", afirmó.

    Entre otros planes, Viñas explica la inquietud que sentía Londres ante una posible invasión de Gibraltar por parte de Franco y los planes que los británicos tenían para arrebatar las Islas Canarias a España en caso de que esta entrara en guerra.

    Preguntado sobre la llamada Ley de Memoria histórica del año 2007 y sobre cómo la sociedad española ha interpretado su pasado, Viñas se ha mostrado contundente. "No se puede cerrar el pasado en falso. Cuidado, que las heridas de la Guerra Civil no se hayan cerrado del todo no significa que la sociedad española no sea una sociedad pacífica y democrática. Lo es. De lo que se trata es de hacer inteligible el pasado y un pasado tan mitificado por el franquismo exige un ajuste de cuentas con el franquismo mismo. Hay que abrir los archivos, desclasificarlos… España debe ser el único país en el que sales a hacer pícnic al bosque, abres las tarteras y de pronto te encuentras una fosa. ¿En qué otro país de Europa ocurre eso?", se preguntó el historiador.

    Fuente: https://mundo.sputniknews.com/europa/20160915/1063466814/churchill-franco-segunda-gurra-munduial.html

    martes, 13 de septiembre de 2016

    El nacional-constitucionalismo del PP como proyecto e ideología

    Rajoy: El nacional-constitucionalismo como proyecto e ideología

    Cuarto Poder


    Para Carlos de Cabo, maestro.

    Los recientes debates de investidura dan para mucho. Quisiera referirme sólo a un aspecto, el papel de la derecha y, específicamente, de Mariano Rajoy en este debate. Lo nuevo, lo sustantivo, es la plasmación completa de un nacionalismo español a la altura de los tiempos, a las tendencias europeas fundamentales. Rajoy, en sus diversas intervenciones, en sus réplicas y dúplicas ha puesto de manifiesto un proyecto claro, diferenciado y preciso de país. El viejo nacional-catolicismo muta en nacional-constitucionalismo, es decir, la derecha se apropia definitivamente de la Constitución del 78 y la convierte en un instrumento para impedir el cambio político, social y constitucional de país.
    La cosa viene de lejos. El PP, desde la época de Aznar, intentó —consiguiéndolo— construir una nueva derecha sin complejos que revisaba la historia y la ponía al servicio de la renovación de una derecha con voluntad de hegemonía. Transición y Constitución, su interpretación, se convierten en el centro de esta propuesta de los nuevos conservadores. La clave discursiva es conocida: la democracia la trae el Rey y la impulsan los sectores reformistas del Régimen. El motor del cambio es el monarca, sus prodigiosas habilidades y su valentía en los momentos decisivos. Con habilidad, termina legitimándose hasta la propia dictadura de Franco. Los cambios operados en la sociedad, en la economía por el desarrollismo y el nombramiento de Juan Carlos como sucesor son piezas maestras que acaban conduciendo al establecimiento de una democracia normalizada y estable.
    La Constitución es convertida en algo intocable pero modificable cuando es necesario acentuar su interpretación o sus contenidos más regresivos. En ella cabe todo, siempre que coincida con los que mandan y no se presentan a las elecciones. La constitución material que se ha ido configurando por el juego complejo y contradictorio del ordenamiento jurídico de la UE, las interpretaciones del Tribunal Constitucional y los cambios operados en la propia Constitución, como el del artículo 135, la convierten en instrumento adecuado para la derecha. A la visión patrimonial de España, de una España suya y naturalmente dirigida por el PP, se añade ahora una sacralizada Constitución cuyos contenidos y conceptos básicos deben de ser interpretados tal como lo hacen las fuerzas conservadoras del país. Ellos y sólo ellos la definen.
    Rajoy lo repitió varias veces y cada vez con más claridad: ellos son los garantes de esta Constitución y la convierten en un instrumento propio y a su servicio. El nacionalismo español hace suya esta Constitución y la convierte —vale la pena insistir sobre ello— en un obstáculo, no sólo al cambio político, sino sobre todo, al propio cambio constitucional. Las paradojas son múltiples. La normativa comunitaria se acaba imponiendo sobre la Constitución —reajustándola, reinterpretándola, desvirtuándola— y actuando, en la práctica, como un ordenamiento superior; a su vez, todos los aspectos más progresivos de la misma van perdiendo eficacia y, lo que es más grave, su carácter normativo se degrada sin límites.
    El candidato y presidente en funciones se lo recordó a Pedro Sánchez: estuvimos de acuerdo en la reforma del artículo 135, pero en otras cosas fundamentales también, como en las políticas exterior y de defensa, en los tratados europeos, en la llamada crisis territorial y, más allá, en los acuerdos básicos que esta Constitución garantiza y ordena; ellos, PP y PSOE, son el régimen y bipartidismo el fundamento del mismo. De ahí que, en un momento en que éste está puesto en cuestión, deben defenderlo conjuntamente en un gobierno de coalición o llegando a acuerdos que aseguren su mantenimiento.
    La diferencia de Sánchez con Rajoy —no cabe engañarse— tiene que ver con el cómo y con quién defiende mejor este régimen. La hipótesis Sánchez es clara: ellos son los únicos capaces de derrotar a Unidos Podemos. Para decirlo de otra forma, la perpetuación del régimen necesita un PSOE fuerte y hegemónico en la izquierda; defender el régimen es, para Pedro Sánchez, defender al PSOE, ésta es su apuesta, al menos, hasta el día 25, después se verá. Cuando Sánchez defiende un gobierno “del cambio” con las tres fuerzas “del cambio” (PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos) está imponiendo un discurso político cuyo contenido es fácil de interpretar: el eje del cambio es el PSOE. A la vez define los componentes, Unidos Podemos y Ciudadanos; para concluir que, si no hay acuerdo, el culpable es, en primer lugar, Unidos Podemos y después, lejanamente, Ciudadanos. Los que defienden un acuerdo de gobierno entre Unidos Podemos y Ciudadanos, lo que verdaderamente hacen es defender al PSOE e impedir cualquier tipo de cambio, es decir, volver al bipartidismo de una u otra forma.
    Asombra que se pueda defender un gobierno del cambio, tal como lo hace Pedro Sánchez; situar como posible aliado al partido de Rivera es impedir, de hecho, el acuerdo con UP. Las dos cosas no son posibles y el PSOE lo sabe. Las razones son evidentes en todos los temas centrales. Como se ha visto recientemente en su acuerdo con el PP, Ciudadanos es la nueva derecha, defiende y defenderá propuestas que sintonizan abierta y claramente con el ideario neoliberal y con las políticas de austeridad, por no hablar de la política internacional, de la defensa o de la UE. Por si esto no valiese, Ciudadanos ha dicho, por activa y por pasiva, que Unidos Podemos son sus enemigos y que no pactarán con ellos. ¿Por qué se sigue insistiendo en un gobierno a tres?: para impedir un acuerdo de gobierno PSOE-UP en base a un programa de regeneración democrática, de defensa de la soberanía popular que garantice los derechos sociales, la reforma federal del Estado y asegure los derechos fundamentales. Todo lo demás es hacerle la campaña electoral al PSOE.
    Esta derecha tiene un proyecto de país y lo va a defender hasta el final. Como le recordó Hernando a Rivera, ellos son los que mandan, los que dirigen el país y no van a ceder ante partidos artificialmente montados por los poderes económicos. La soberbia, la prepotencia de la que hizo gala Rajoy, demuestra que ellos sí que no temen unas terceras elecciones y que irán a ellas para buscar una mayoría absoluta. Van a por todas y buscan desesperadamente asegurarse el monopolio de la legalidad que esta Constitución les garantiza. Hablar de proceso constituyente empieza a ser una necesidad constitucional, al menos, desde una concepción de la democracia entendida como autogobierno de las ciudadanas y de los ciudadanos.
    Fuente: http://www.cuartopoder.es/cartaalamauta/2016/09/06/rajoy-el-nacional-constitucionalismo-como-proyecto-e-ideologia/478