sábado, 18 de junio de 2016

Francia la moción de censura contra la UE.

Francia es el centro de la crisis europea

La Vanguardia


EL MANIFIESTO DEL 28 DE MAYO QUE PASÓ DESAPERCIBIDO


El ambiente en París, ciudad en la que palpita el corazón de Francia, se está haciendo más rebelde. Desde que el 19 de febrero se colgara en la red la llamada contra la ley laboral que fue inmediatamente firmada por más de un millón de personas, se han sucedido nueve jornadas de protesta y huelga sindical, y multitud de manifestaciones. En ese caldo nació la ocupación de las plazas, el 31 de marzo, y se alzaron los estudiantes. Desde entonces cada día ocurre algo, algún desafío, alguna protesta. Qué lejos queda el ambiente del pasado otoño, cuando era el Frente Nacional quien determinaba los temas del debate público y las políticas xenófobas, identitarias y de seguridad ante el terrorismo. Hoy es lo social lo que prima. Y como telón de fondo, cada vez más presente, el descrédito de la Unión Europea.
El epicentro del problema no es el Brexit. Una eventual salida del Reino Unido de la UE es economicamente irrelevante (hay mucha exageración ahí), pero políticamente debilitaría la influencia de Estados Unidos, del que el Reino Unido ha sido el más solicito servidor, en el continente. Solo por eso harán cualquier cosa por evitarla, pero el verdadero problema está en Francia. Fue Francia, no Inglaterra, la fundadora de lo que se está desmoronando desde 2007. Y es aquí donde se decidirá la verdadera partida.
Después de Grecia (71%), Francia es líder europeo en opinión desfavorable sobre la UE: 61%. En el último año ese desprestigio ha aumentado aquí 15 puntos. En España (49%), 16 puntos, según el último sondeo. El proyecto de reforma laboral está culminado tres décadas de frustración francesa por el robo de soberanía y el deterioro del nivel de vida medido en; recortes de ingresos, aumento de la desigualdad y retroceso de los servicios públicos. Esa es la enfermedad francesa.

En el nombre de Europa

Todo eso se ha ido imponiendo en nombre de Europa, y el proyecto de ley laboral, que se quiere forzar por decreto a falta de mayoría en el parlamento y en la calle, ha sido la gota que ha colmado el vaso. El gobierno francés no parece entender la situación y sigue viviendo en el universo anterior a febrero. Por eso responde con el arsenal de una firmeza ultraderechista: desde esta semana se ha introducido una amenaza de prohibición de manifestarse, alegando las turbias violencias de las manifestaciones que la policía ha propiciado por acción -nunca se había visto tanta violencia policial y tantos manifestantes heridos- y omisión, por la indulgencia oportunista demostrada hacia la acción de los casseurs. Sin miedo al ridículo, el Ministerio del Interior ha llegado a recomendar que no se hable de política en los estadios durante la Eurocopa, oportunidad cirquense en la que Hollande y Valls querían ampararse para capear el temporal social, entre un ataque yihadista y otro que fortaleciera una victimizada unión sagrada. Todo esto no parece estar funcionando muy bien e ilustra la incapacidad de los gobernantes para comprender la situación. Se sabe que el proyecto de ley está directamente inspirado en las directrices, documentos y resoluciones de la Comisión Europea, organismo que, tras lo que se vio en Grecia el pasado julio, “es capaz de verdaderos golpes de Estado”, como dijo el domingo una dirigente izquierdista en el Teatro Dejazet de París.

Moción de censura a la UE

En ese contexto, el 28 de mayo, antes de diluirse, quizás temporalmente, en todo un rosario de acciones y proyectos activistas, la asamblea de la Nuit Debout parisina aprobó uno de esos documentos que acaso sean vistos como históricos cuando culmine el actual proceso ciudadano. Se trata de la Moción de censura contra la Unión Europea. En siete párrafos y cuatro conclusiones se resume todo el alegato ciudadano contra la UE: su dictado de políticas violadoras del derecho y de la libertad sindical, la utilización del euro y el dumping fiscal para empobrecer a los Estados y privatizar el sector público, la sumisión de esa política a los intereses de las multinacionales, la inmoralidad de sus políticas migratorias violadoras de la convención de Ginebra, su apoyo a las intervenciones militares que ponen en peligro la paz mundial y fomentan el militarismo, y, finalmente, la constatación de que todas esas orientaciones se adoptaron contra lo expresado en las urnas (en Grecia, Portugal y antes en Francia, Holanda e Irlanda) en virtud de la doctrina Juncker que afirma que, “no hay opción democrática contra los tratados europeos”.
Considerando todo eso, la asamblea -unas 300 personas, pero no se rían de las minorías cuando una situación social es propicia-; acuerda la desconfianza en la Comisión Europea y sus instituciones, censura a la UE y sus tratados y pide la dimisión de la Comisión, propone votar esta moción en las plazas de Francia y de Europa, y llama a construir una Europa solidaria entre sus pueblos y respetuosa de la soberanía popular.
Ha quedado dicho, a 28 de mayo de 2016, en este París cuyo ambiente se hace más rebelde.
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/2016/06/17/francia-es-el-centro-de-la-crisis-europea-63317/

miércoles, 15 de junio de 2016

La amenaza llega por la derecha.

Ni populismo ni comunismo
La amenaza llega por la derecha



Entonaba Amaury Gutiérrez en una canción romántica: “Andan diciendo por ahí que te olvidaste del Ayer…”. Dejando por un momento el amor a un lado, es fácil olvidarse del pasado en sociedades que no construyen memoria.
Hace unos días, en Austria ha estado a punto de ganar el partido de ultraderecha FPÖ de Norbert Hofer. Viktor Orbán gobierna en Hungría hace ya unos años; Amanecer Dorado tiene una relevancia considerable en Grecia, el Frente Nacional de Le Pen se ha consolidado en Francia, y Donald Trump tiene serias posibilidades de aterrizar en la Casa Blanca. Quizás la palabra ‘fascismo’ es demasiado precisa para englobar a todos ellos, así que es mejor usar ‘extrema derecha’. Y ante el grito histérico de "¡que vienen los comunistas!", a uno le da responder: "¡no, no, que llegan los fachas!".
Bromas aparte, diría que no estamos prestando atención a lo que está sucediendo en Europa y –por interés evidente– en Estados Unidos. A título personal, no sé si se debe a que el fascismo o extrema derecha se considera un fenómeno superado cuyos nuevos brotes no llegarán a florecer en ningún caso, pero lo de Austria no es para chiste. Ni lo de Francia. Ni Trump.
Por otro lado, parecería difícil de entender por la irracionalidad de las doctrinas ultraderechistas, pero si intentamos hacer una lectura amplia del momento histórico que vivimos y de sus antecedentes, es posible encontrar respuestas, para lo cual me parece fundamental introducir insistentemente en la discusión –y a pesar de quienes rechazan las ideologías como si fuera posible situarse al margen de ellas– un concepto: ‘neoliberalismo’.
¿Sentido Común?
No es una palabra que oigamos en los debates –pese a que muchos autores la utilizan–, entre otras cosas por su tinte peyorativo. No es mi intención utilizarla como insulto, sino reivindicarla como un elemento que está ahí y que es imprescindible para entender prácticamente toda la esfera política, económica, social e incluso cultural. Algunos lo definen (y, creo, lo simplifican) como la “desregulación del Mercado”, pero no es sino otra forma de regulación. Me parece más interesante el planteamiento del neoliberalismo como la toma del Estado por parte de las doctrinas liberales. Y se nutre de una serie de premisas que nada tienen de científicas o técnicas, pero sobre las que construye sus recetas: el Hombre es malo por naturaleza, la gente es egoísta; lo privado es más eficiente que lo público; el mérito como valor social en el camino al triunfo frente a la inacción parasitaria; la economía es una ciencia pura, inamovible y al margen de la política; la política es aburrida y poco útil, de manera que no sirve de mucho involucrarse; y finalmente, frente a los valores devaluados de la acción colectiva y la solidaridad, aparece el individualismo como elemento principal en un Mercado que se presenta como ley y verdad incuestionables, garante de las libertades, y en el que hay que competir contra el resto por hacerse un hueco.
Si entre el 45 y el 75 hubo voluntad de levantar el suelo de los ciudadanos, trabajando por una mayor igualdad y por consolidar ciertos derechos, a partir de la crisis del petróleo del 73 cambió el paradigma, y la desigualdad no era ya solo un mal menor, sino necesario, porque servía (y sirve) para rebajar las expectativas de la gente.
El gran triunfo del neoliberalismo ha sido lograr que sus propias lógicas se perciban como “sentido común”, de manera que algunas de ellas se yerguen como verdades universales y, por tanto, no hace falta explicarlas ni justificarlas. Si el Mercado es presentado como una Ley Natural –que viene dada y a la que hay que adaptarse– no hace falta justificar los recortes o las reformas laborales, puesto que son medidas inevitables; si la idea de que lo privado funciona mejor que lo público no hace falta demostrarla por ser incuestionable, tampoco es necesario justificar la privatización de servicios públicos; si la inacción es considerada un mal social –puesto que el trabajo solo es válido si genera algún tipo de rentabilidad– y el mérito es el valor que debe perseguir cada persona para obtener reconocimiento social, entonces la responsabilidad de la falta de acceso al mercado laboral (hasta el lenguaje se ha ‘neoliberalizado’) es nuestra, por nuestra inacción o falta de mérito, por nuestro fracaso; si la política es aburrida y no sirve para cambiar nada, no hace falta que la gente se movilice, lo que hay que hacer es pensar en uno mismo y estar entre los primeros para salvarse, como haría cualquiera.
Con el neoliberalismo y sus verdades y su sentido común se ha logrado durante mucho tiempo apagar la llama de cualquier disidencia bajo la ‘ilusión’ de la democracia representativa, que establece que votar a opciones liberales cada cuatro, cinco o seis años es un ejercicio democrático más que suficiente. Puesto que sus promotores creen en esta democracia de escasa intensidad, ¿por qué no democratizar la economía (es decir, entender entre otras cosas que es un instrumento político que se puede usar de diversas formas)? Porque eso supondría cuestionar qué se produce, por qué y para qué, y quién lo decide.
El ciudadano queda desamparado. Con miedo y sin respuestas. A esto se añade la corrupción endémica del sistema, que desvela la enorme estafa que se está sufriendo, así como el maridaje del poder económico-financiero con el político-mediático; los medios y, sobre todo, los grandes rotativos, desinformantes masivos, que avalan y elogian las medidas neoliberales, muestran, al final de los finales, todos ellos –hasta los más críticos– exactamente las mismas fronteras ideológicas. Se evidencia también que la justicia no es igual para todos, que desde un país extranjero siguen dictándonos unas medidas económicas de recortes que cada vez afectan a más gente, y que a todo esto nos responden apelando a la unidad…
No tienen respuestas y no son convincentes. Surgen nuevos miedos y la gente queda presa de la incertidumbre, la amenaza del desempleo que te hace más dócil; la violencia institucional, que lejos de defender tus derechos y libertades, te recuerda en la práctica que no existen tales. Todo esto supone, en última instancia, una profunda desafección de la gente hacia todos aquellos elementos que conforman una suerte de identidad. Ese “desarraigo identitario” del que habla Ramonet hace inservible la apelación a la unidad, porque no responde a nada de esto, no responde al paro, a la precariedad y a la desigualdad. Ya si te vas al Caribe para explicar lo que sucede en tu país, demuestras estar totalmente desubicado, y no solo geográficamente.
Esta peligrosa combinación –un sistema injusto y unos gobernantes sin respuestas– siembra el caldo de cultivo para la extrema derecha, que siempre ha sido nacionalista y xenófoba. El miedo en un modelo económico que cada vez tiene menos empleos, la pérdida de libertad de quienes cada vez tienen menos margen de decisión y el desapego de la política por la corrupción y por su falta de respuestas, genera también rabia y rencor, y facilita los relatos que culpan de los males de la Nación al extranjero. Si recortan en Sanidad y Educación; si hay que esperar seis horas para que te atiendan en urgencias; si desahucian pese a que hay pisos vacíos; si encima insisten en que no hay otra alternativa, el resultado es el pánico por parte de algunos sectores que compran la solución de señalar a extranjeros que llegan y que, según nos desinforman algunos, reciben las ayudas que niegan a los de casa.
Es dramático. Le Pen proponiendo cerrar las puertas a los extranjeros hasta que no resuelvan el problema de los franceses, Trump llamando criminales y violadores a los mejicanos o asegurando que echará a todos los musulmanes, una Europa desvergonzada armando el búnker contra la ‘invasión’ de refugiados… el fenómeno xenófobo y fascista seguirá aumentando si no se cambian las políticas. El “ellos culpables” y el “nosotros primero” tienen una base nacionalista que es errónea, asumiendo que los Derechos Humanos lo son antes para el que pisa suelo patrio, de manera que estos tienen prioridad en épocas inevitables de vacas flacas. Pero aun asumiendo que esto es una aberración intelectual y moral, tampoco es cierto que no haya alternativas. Lo que ocurre es que este sistema fuertemente cimentado –también en lo cultural–, antes que cambiar y reinventarse, está dispuesto a abrazar la narrativa del odio al extranjero en general, y al Islam en particular.
Hay alternativas desde el momento en que dejamos de aceptar las lógicas neoliberales como verdades universales que no necesitan ser explicadas. En el momento en que las cuestionamos, podemos empezar a construir un nuevo sentido común. Y abrimos así la puerta de un nuevo espacio en el que justificar los presupuestos teóricos y económicos de dicha alternativa, que por cierto son fácilmente justificables.
¿Por qué debemos aceptar que el Ser Humano es malo y egoísta por naturaleza? El Hombre es Sociedad y es Cultura; es circunstancias, no dispone de un gen del Mal. El egoísmo se aprende y se puede desaprender. ¿Cómo va a ser malo y egoísta cuando ha sido la solidaridad y la fraternidad de los ciudadanos la que ha hecho que tanta gente no se quede en el camino? Y ya no solo por bondad: que una sociedad sea avanzada y desarrollada depende de que haya un nivel de desigualdad muy reducido, que aporte seguridad a todos; y eso es de sentido común. Lo que no es de sentido común es que haya gente sin casas y casas sin gente. Que haya gente podrida de dinero y gente tirada en la calle.
La Economía no es una ciencia pura. Si lo fuera, ¿por qué no se ponen de acuerdo un economista de izquierdas y otro de derechas? Es, incuestionablemente, una herramienta política, y como tal, ¿por qué no iba a haber más alternativas? Ahora Bruselas pide más recortes para España. No dejará de pedirlos nunca. Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo; eso es de sentido común, y lo dijo un científico.
Si lo privado funciona mejor que lo público, ¿por qué tuvimos que rescatar a los bancos con el dinero de los contribuyentes?
¿Qué supuesta verdad incuestionable es esa de que si le va bien a los ricos, le va bien al resto porque generan empleo? ¿Qué empleo han generado? Si lo que se ha demostrado en esta crisis/estafa es que hay menos empleo y más ricos. Y más trabajadores pobres. ¿Aquí solo se remangan unos o qué pasa?
¿Por qué se amnistía fiscalmente a quienes traen de vuelta dinero que nunca debieron llevarse? ¿Sentido común? ¿Por qué no se levanta el secreto bancario y se acaba con los paraísos fiscales, si es de sentido común? ¿No será por el maridaje entre el capital financiero y el poder político? ¿Por la corrupción? Dada la sangría que supone, es de sentido común que hay que ser implacable con todo ello.
Los enemigos del sistema
Hay una realidad terrible: al sistema (el sistema ‘de facto’, es decir, el que ha corrompido su estructura, retorcido sus presupuestos y secuestrado los principios democráticos) no le preocupan los fascistas, sino las corrientes progresistas que en toda Europa están emergiendo contra las políticas de austeridad y la escasa democracia de la UE. Y esto se debe, en mi opinión, a que son dichos movimientos los que están señalando claramente cuáles son los problemas y quiénes los defienden. La postura xenófoba y radical es insostenible, y por eso no se consideran una amenaza. Pero se equivocan, sencillamente porque no prestan atención a sus pueblos. Aunque sea un discurso de extrema derecha, el principio de la prioridad con el nativo antes que con el extranjero, está fuertemente extendido. Europa es cada vez más xenófoba, y es tal su ceguera que no ha estallado en cólera con el cierre de las fronteras para los refugiados de guerras provocadas por Occidente.
Los promotores neoliberales asumen las democracias representativas como un mal menor siempre y cuando sus límites estén claramente definidos y estáticos. Al primer atisbo de mayor participación, saltan las alarmas y ponen en marcha la maquinaria mediática –su mayor y principal estructura de defensa– para absorber, cuando no eliminar, la disidencia política. Todo ello basándose en sus verdades absolutas, en su control del pensamiento dominante, en su Sentido Común. Es una dictadura financiera con un brazo político-liberal y otro mediático, de desinformación masiva.
No es solo que subestimen la amenaza fascista. Es que hay algo de fondo que, de alguna manera, comparten: el irrespeto a la Democracia y a los Derechos Humanos (DDHH). Los Estados-nación de Europa han suscrito la Declaración Universal de DDHH, pero no es solo que no la cumplan, es que ni se la creen. No creen en el derecho a la vivienda, no creen que todos tengan los mismos derechos ni que sean iguales ante la ley, no creen en la libertad material, de opinión o de expresión. No creen en ello porque lo condicionan a la capacidad monetaria que tengamos y a la capacidad individual de “ganarse la vida” y de adaptarse dócilmente a las situaciones que vienen. Si hay menos trabajo y es más precario, mejor eso que nada. Estar en paro no es una desgracia, sino una oportunidad.
Y tampoco tienen respeto por la Democracia, porque les aberra preguntar a la gente, les aberran las manifestaciones, y si emergen movimientos disidentes, ponen en marcha toda la maquinaria para llevar a cabo una guerra sucia.
En España
En España no ha surgido una extrema derecha tan evidente porque el espacio ideológico de centro-derecha lo cubren los herederos de esta tradición política, y que con José María Aznar transitaron de alguna manera hacia el neoliberalismo europeo. Aquí, recordemos, triunfó el fascismo o, por ser todo lo preciso posible, triunfó un nacional-catolicismo tradicionalista dirigido por militares golpistas que recuerda al totalitarismo del Japón de entre guerra, y que durante algún tiempo se apoyó del fascismo español, y que claramente se identificaba con el italiano, así como con el nazismo alemán. Triunfó y luego transitó hacia una Monarquía parlamentaria cuyo jefe de Estado fue nombrado por el propio general Franco, y donde la constitución del Estado de derecho se llevó a cabo con un desequilibrio de fuerzas (los herederos franquistas, la Iglesia y el Ejército controlaban el aparato del Estado frente a las fuerzas socialdemócratas y comunistas, recién salidas de la cárcel o de la clandestinidad) que hacía imposible romper todas las raíces del régimen anterior, que quedó atado y bien atado.
España, como tantos otros países, tiene pendiente grandes problemas estructurales que no ha sabido solventar a lo largo de la historia. Son problemas que se transfieren también en la cultura cívica de la gente y que, por tanto, son capaces de frenar los avances necesarios para ampliar la democracia nacional. En nuestro caso, creo que tiene que ver con 1) la cuestión territorial: es imprescindible repensar nuestra identidad como país, atender a la realidad cultural y plural para reconfigurar un Estado que, necesariamente, va a reconocer la pluralidad de nacionalidades integradas en un todo que así lo reconoce. Y 2) la memoria histórica: es también imprescindible asumir de dónde venimos e iniciar un profundo proceso de reparación, y no de “reabrir heridas” porque nunca se cerraron.
Y sucede que las fuerzas representantes del neoliberalismo ponen palos en las ruedas de quienes tratan de avanzar en esta resolución, porque al sistema neoliberal le conviene que dichos problemas estructurales permanezcan, porque de lo contrario, la sociedad se acercaría un poco más a esa identidad cultural y nacional que permita enfocar el proyecto de país y desarrollar una democracia verdaderamente avanzada. En este sentido, se puede explicar fácilmente la caída de quienes han representado la socialdemocracia en España, puesto que han cedido en sus políticas económicas y abierto las puertas a las doctrinas liberales (Zapatero fue quien inició las políticas de recortes al inicio de la crisis). Han armonizado un marco económico que nada tenía que ver con los principios socialdemócratas, y lo que es peor, han arrastrado consigo a una parte importante de su electorado, que de identificarse con las ideas, terminó identificándose con las siglas, consolidando una suerte de ‘socioliberalismo’ situado cerca de ese centro ideológico, que viene a ser la indefinición de quienes apelan únicamente al “sentido común”. El sentido común neoliberal que hemos intentado desmontar aquí.
Siendo tan amplia la corriente neoliberal en España –desde la derecha heredera del franquismo, pasando por la nueva derecha que trabaja con la narrativa del centro ideológico hasta las estructuras políticas socioliberales (antiguos representantes de la izquierda socialdemócrata) –, es normal que emerja un nuevo partido-movimiento anti-austeridad y con la ambición de reconstruir el espacio de la izquierda y de la socialdemocracia, aunque se llame de otra forma. Y es normal que las fuerzas neoliberales ataquen principalmente a dicho movimiento, y lo anuncien como la llegada del Mal.
Y es normal que no haya una extrema derecha claramente identificada en España, puesto que, como hemos planteado, está interiorizada en esa parte de la sociedad que centraliza sus demandas en un partido heredero, pero readaptado al paradigma de la monarquía parlamentaria y la democracia liberal, y que encuentra su marco de existencia con el nuevo centro-derecha y con los socioliberales.
Pero por normal que sea, no debería serlo. Nunca toleraremos a los intolerantes; nunca legitimaremos a quienes no suscriban los DDHH. La única solución posible será, en España, reparación. Y en Europa, antifascismo.
Blog del autor: http://lalogicadelkruger.blogspot.com/
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 Nota .- Véase además el caso inglés y la posibilidad de un Brexit , con sondeos que le están dando 7 puntos al si sobre el no .

martes, 14 de junio de 2016

Los patriotismos en España.

¿Qué es patriotismo y qué es España?

14 jun 2016

Vicenç Navarro
Autor del libro ‘Bienestar insuficiente, democracia incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país’. Anagrama, 2002
El patriotismo ha sido uno de los sentimientos más utilizados por las derechas de este país a fin de movilizar a la población en defensa de sus intereses particulares. Su supuesto patriotismo ha sido la coartada emocional para justificar las intervenciones del Estado (sobre el cual ejercen una enorme influencia) para mantener sus privilegios, presentando sus acciones como resultado de su supuesto “amor a la Patria”. En esta versión, la Patria y los intereses económicos, financieros y corporativos representados por las fuerzas políticas conservadoras y neoliberales (que a nivel de calle se las conoce como las derechas) son categorías y conceptos homologables.
El caso más claro de esta situación en la historia reciente de este país fue el golpe militar patriótico del año 1936 (apoyado por las fuerzas del nazismo alemán y del fascismo italiano, sin cuya ayuda tal golpe no hubiera sido exitoso) que interrumpió la democracia española, presente en la II República. Este golpe tuvo como objetivo principal proteger la propiedad de grupos financieros (como la banca) y empresariales (como  los grandes terratenientes y la gran patronal), así como de grupos corporativos (como la Iglesia y el Ejército) cuyos beneficios habían sido reducidos por las reformas realizadas y/o propuestas por el gobierno republicano popular, medidas que afectaron también a las clases sociales pudientes, que dominaban la vida política y mediática del país, de las cuales los grupos e instituciones citados anteriormente formaban parte.

¿Qué quería decir “salvar la Patria” en el golpe militar supuestamente patriótico de 1936?

El eslogan de los golpistas era la llamada patriótica a “salvar la Patria Española” de los “rojos” y “separatistas”, identificando la Patria con sus intereses. Tal golpe estableció, al resultar vencedores los golpistas (en parte como consecuencia de la falta de ayuda militar procedente de los otros países europeos, excepto la Unión Soviética, que sí ayudó), una de las dictaduras más sangrientas que existieron en la Europa Occidental en el siglo XX. Según el mayor experto en fascismo europeo, el profesor Malefakis, de la Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York, por cada asesinato político que cometió el régimen fascista liderado por Mussolini, el régimen dictatorial del General Franco cometió 10.000. En total, más de 400.000 militares y civiles perecieron en aquel conflicto, originado por aquel supuestamente patriótico golpe militar. Y todavía hoy España es el país del mundo, después de Camboya, que tiene mayor porcentaje de personas desaparecidas por motivos políticos, el paradero del los cuales es todavía desconocido.
Dicho régimen dictatorial era consciente de que tenía a la mayoría de la población en contra, lo cual explica que el terror fuera una política de Estado (terror aplicado para salvar la Patria), alcanzando unas dimensiones que se han definido correctamente como genocidio. Fue un genocidio de clase, en contra de la clase trabajadora y de las clases populares, realizado en defensa de los privilegios de unas minorías que controlaban aquel Estado. Fue un régimen enormemente represivo y corrupto dirigido por un General responsable del mayor número de asesinatos de españoles de la historia de este país, un General, además, enormemente corrupto como bien se ha documentado. Es una desvergüenza nacional que este personaje tenga todo un monumento nacional.

¿Qué quería decir la defensa patriótica de la “unidad de España”?

La justificación del golpe militar patriótico fue mantener la “unidad de España”, unidad que, por cierto, nadie estaba cuestionando, pues las voces que supuestamente abogaban por su ruptura estaban, en realidad, deseando establecer otra visión de España, que fuera plurinacional, donde se respetaran los distintos pueblos y naciones unidos por consenso democrático y no por la fuerza militar. El Presidente de la Generalitat de Catalunya, Lluís Companys, definido por los golpistas como secesionista y asesinado por ello, no era separatista. En realidad fue en su día director de una revista llamada Nueva España, y lo que proponía era una redefinición de España, pidiendo la federación de sus distintos pueblos y naciones, reflejando la diversidad que la enriquece.
En realidad, las dos fuerzas mayoritarias de las izquierdas españolas, el PSOE y el PCE, durante la lucha en contra de la dictadura, defendieron esta visión plurinacional de España, incluyendo el derecho de cada una de sus naciones a decidir sobre su articulación dentro del Estado español. Tal derecho a decidir fue abandonado por la oposición del Ejército y del Monarca durante la Transición, proceso de transición que se desarrolló bajo su supervisión y con un gran domino de las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado y que configuraron el producto final, incluso el redactado de la Constitución. Ni que decir tiene que las izquierdas y otras fuerzas democráticas también pudieron dejar su imprimátur en dicho documento, pero el desequilibrio de fuerzas en el periodo de transición era tal que las derechas tenían mucho más poder e influencia sobre el Estado que las izquierdas, que acababan de salir de la clandestinidad. Y ello quedó reflejado en el documento llamado Constitución. Cuando las derechas, así como El País (y el PSOE) hablan de patriotismo constitucional, están, en realidad, promoviendo una perpetuación de las relaciones de poder desequilibradas, sintetizadas en aquel documento, producto de un proceso en el que las derechas tenían mucho poder y las izquierdas muy poco. La Constitución tiene elementos positivos, pero también otros muy negativos de difícil cambio debido al sesgo enormemente favorable a las derechas que determina la configuración del Senado, que tiene la clave del cambio constitucional. Ahora bien, muy difícil no quiere decir imposible, pero el sesgo está bien claro como resultado de aquel desequilibrio de fuerzas al que hice referencia antes en mi observación sobre la Transición.

Los enormes costes de este tipo de patriotismo y de esta visión de España

El dominio del Estado dictatorial por parte de las fuerzas conservadoras fue la mayor causa del enorme retraso económico, social, político y cultural de España. Cuando ocurrió el golpe militar patriótico en 1936, España tenía un nivel de desarrollo y riqueza (medida por el PIB per cápita) semejante al que tenía Italia. Al final de la dictadura, casi cuarenta años más tarde, España tenía un PIB (indicador del nivel de riqueza) per cápita que era solo el 64% del de Italia. Y el Estado del Bienestar era, el año de la muerte del dictador, 1975, uno de los menos financiados en Europa (junto con Grecia y Portugal, que habían sido también gobernados por dictaduras ultraconservadoras). Estas fueron las consecuencias del patriotismo de derechas, que antepuso la defensa de sus privilegios a los intereses de la mayoría de la población. El domino de las derechas sobre el Estado español explica pues, como ya indiqué, el gran retraso económico, político y social de España, que incluso continúa en el día de hoy, siendo España uno de los países que tiene el gasto social por habitante más bajo de la UE-15 (el grupo de países con un nivel de desarrollo similar al español), y ello a pesar de los indudables progresos conseguidos durante sel periodo democrático (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias. Anagrama, 2006).
 
La otra España y el patriotismo popular

Frente a este patriotismo de las derechas ha existido siempre otra visión de España y de la Patria, la cual identifica Patria con la gente normal y corriente, y patriotismo con la defensa de sus intereses. Desde esta perspectiva, patriotismo era y es el sentido de pertenencia a un colectivo que a través del ejercicio de su soberanía configura y desarrolla su propia identidad. Patriotismo popular es, pues, a diferencia del patriotismo elitista, el garantizar y expandir la calidad de vida de la población, constituida en los diferentes pueblos y naciones existentes en España (respetar esta diversidad no es lo mismo, como maliciosamente presentar los sostenedores del patriotismo de derechas, conseguir privilegios especiales).
En esta visión, un acto patriótico es, por ejemplo, establecer programas universales de atención sanitaria a la población, o garantizar la buena educación a toda la infancia, adolescencia, adultos y personas de edad avanzada, o ayudar a las familias en su desarrollo, o asegurar una jubilación digna a todos los ciudadanos cuando, por razones de edad o de lo que fuera, una persona se retira de su trabajo, o facilitar que todo ciudadano tenga un trabajo satisfactorio y bien remunerado, y así una larga lista de compromisos e intervenciones que ayudan a crear una conciencia de identidad, pertenencia y soliaridad. Esta visión surge de una concepción del poder derivada de la soberanía popular y entra en conflicto con la otra visión casi mística del concepto de Patria, en la que esta es identificada con los intereses particulares de los grupos económicos, financieros, políticos, corporativos y mediáticos dominantes.
La visión popular de la Patria y el patriotismo se construye siendo parte integrante de la formación de la colectividad, en contraposición con el concepto elitista de Patria de las derechas, que la identifican con símbolos, narrativas e instituciones que se equiparan con las estructuras del poder. Es un síntoma saludable que esta visión popular, profundamente democrática, que había caracterizado la visión de España del patriotismo de las izquierdas, sea recuperada ahora por los herederos del 15-M, contraponiéndola a la visión elitista de derechas que domina en los establishments políticos y mediáticos del país. El 15-M era una denuncia del sistema democrático español precisamente por su falta de democracia (“no nos representan”) como consecuencia del maridaje entre el poder financiero y económico por un lado, y el poder político y mediático por el otro. Sus eslóganes hablaban claro. “Esta España no es nuestra España”, y llevaban razón.

La utilización, de nuevo, del argumento de la defensa de la “unidad de España”

Predeciblemente, estamos viendo una enorme resistencia y hostil oposición a la redefinición de España, que incluye el derecho a  decidir, derecho apoyado por la gran mayoría de la población de Catalunya. Según las sucesivas encuestas, unos porcentajes elevados de la población que vive en Catalunya desean ejercer tal derecho. Derecho a decidir implica, naturalmente, el derecho a escoger, siendo una de las alternativas la de la secesión de Catalunya de España. Pero no es la única alternativa. Esta resistencia a esta posibilidad es justificada por parte de los establishments políticos y mediáticos españolistas porque asumen que ello conllevaría la secesión de Catalunya (oposición al referéndum es, según ellos, oposición a la secesión). Es interesante indicar que este supuesto asume que la mayoría de los catalanes desean separarse de España, lo cual las encuestas señalan que no es cierto. Pero no deja de ser interesante que tales establishments asuman este deseo de separación, pues, si eso fuera cierto, están –con su negativa a permitir tal derecho a elegir- decidiendo continuar con la situación actual a base de fuerza militar (garantizada por el Ejército, según declara la Constitución), pues parecen admitir que el deseo de los catalanes es separarse, pero no tienen que permitirles que lo hagan, percepción que precisamente es la mayor causa del crecimiento del independentismo. La mejor manera de prevenir la secesión es, precisamente, hacer el referéndum, con la plena expresión democrática. Ni que decir tiene que, en el caso improbable de que la población catalana mostrara un claro apoyo mayoritario por la secesión (posibilidad que yo creo que sería menor si se permitiera la plena expresión democrática del sentir de la población catalana, pero que sería más que probable en el caso de que la intolerancia antidemocrática continuara por parte del Estado español), tal deseo de separación de Catalunya debería consensuarse con el Estado español.
En realidad, este Estado está siendo cuestionado por fuerzas progresistas a lo largo del territorio español que comparten con las fuerzas de izquierdas progresistas de Catalunya la visión plurinacional, habiéndose establecido una alianza y coalición con Podemos e IU (que a su vez comparten esta visión plurinacional) que probablemente, en su acción coordinada, expresada democráticamente, permitirá y forzará un cambio. Hoy los deseos de justicia social (con la exigencia de un cambio y reversión de las nefastas políticas de austeridad) y de democracia van de la mano en esta redefinición de España.

El limitado compromiso de las derechas con la soberanía popular

Esta defensa de los intereses de la mayoría (y no solo de la minoría) de la población exige una concepción más popular y extensa del patriotismo, homologándola al concepto de soberanía popular. La falta de sensibilidad hacia esta soberanía popular es lo que ha ocurrido en dos sentidos. Uno es el claro abandono de la soberanía en el apoyo por parte del PP, Ciudadanos y CDC a los tratados de libre comercio, como el TTIP (que favorecen predominantemente a los grupos financieros y  empresariales, representados por las derechas, pero perjudican a la mayoría de la población). Anteponer los intereses minoritarios sobre los mayoritarios es un ejemplo claro de falta de patriotismo, imposibilitando el ejercicio de la soberanía popular, al trasladar las decisiones a niveles supranacionales, lejanos e indiferentes a tal soberanía. Y otro ejemplo de la violación de los derechos de decisión y soberanía popular es también la práctica de las derechas (PP, Ciudadanos y Convergència) de mostrar una gran docilidad hacia el gobierno alemán (representante del capital financiero alemán) y sus políticas neoliberales, y ello para beneficio del capital financiero y la gran patronal españoles, que se benefician de las políticas impuestas por aquel gobierno y por el español, que representan los mismos intereses dentro de la Eurozona. Y ahí está el quid de la cuestión. Pero, mírese como se mire, es difícil sostener que las derechas en España puedan hoy presentarse como las fuerzas patrióticas que la han salvado. En realidad, si España es, como debería verse, la suma de las poblaciones (de las cuales la mayoría son las clases populares) de sus distintos pueblos y naciones, entonces es fácil de ver que su compromiso con España tiene escasa credibilidad, pues sus políticas públicas la han dañado enormemente, tanto en su calidad de vida como en su integridad. Así de claro. 

 ...

 Nota .- Faltaría hablar del patriotismo republicano español sobre todo durante la guerra, contra la intervención de los fascismos . No olvidemos que la intervención de  Mussolini y Hitler movilizó el primero casi 90 mil soldados , 50 mil  permanentes y con aviación , tanques y escuadras y el otro 16 mil particularmente la aviación  y además más de 50 mil rifeños y 20 mil  portugueses , vease los estudios de Balfour o Coverdale , sobre el tema

lunes, 13 de junio de 2016

La Unidad Nacional.

Reino de España: La Unidad Nacional



Guillem Martínez

09/06/2016

En la pasada legislatura, o legislatura precox--desapareció, zas, en los prolegómenos; algo, por lo común, poco épico--, fue imposible alcanzar un pacto gubernamental de izquierdas. PSOE argumentó que ello se debió a la cosa referéndum catalán. Es posible que no sea sólo por eso. Pero, lo importante, el caso de la cosa, es que para explicar esa imposibilidad, se recurrió al marco "Unidad Nacional". Lo que indica que el marco "Unidad Nacional" es importante. Es, tal vez, el marco de todos los marcos. El más autosuficiente. El más descomunal. ¿Qué diablos es? ¿Por qué lo defendió el PSOE de la pasada legislatura hasta el punto de jugarse, todo apunta a ello, su existencia? ¿Por qué se presenta como algo tan importante y a defender --como en las pelis españolas de los 40's-- con, literalmente, la vida?
Se podría entender que "Unidad Nacional" es equivalente al concepto "Unidad Territorial". Pero no lo es. El concepto "Unidad Territorial" no ha existido mucho por aquí abajo. De haber existido, hubiera generado una depresión absoluta, pues España es, de hecho, el país europeo que más territorio ha perdido desde que empezó a formularse como Estado. En el XVII pierde, por ejemplo, una amplia franja de territorio históricamente aragonés --la actual Catalunya Nord--. Ese mismo siglo, con la marcha de Portugal echando leches, España pierde, incluso, la posibilidad de ser una "Unidad Territorial" Peninsular --hoy, si se fijan, La Península son cuatro entidades estatales diferenciadas; muchas como para calificar a España, una de ellas, como "Unidad"; demasiadas como para no calificar la Unidad Española como fracaso histórico--. En el XVIII, España pierde, en la Guerra de Sucesión, todo el monto de territorio europeo. De paso, para que UK abandone el territorio, se le entregan dos territorios históricamente españoles, como Menorca o Gibraltar. No problem system. En el XIX, y en dos grandes etapas, se pierde todo el territorio americano y asiático. En el XX, y en pleno franquismo, se pierden las últimas posesiones africanas, algunas de ellas bajo esa forma, tan territorialmente española, como la provincia. Todo esto indica que el concepto "Unidad Territorial", muy laxo, no tiene nada que ver con el concepto "Unidad Nacional", místico, sacrosanto, un marco al que aludir para explicar un fracaso como el de la anterior legislatura. Lo que indica que "Unidad Nacional" no transcurre en el territorio, esa cosa cambiante a lo largo de los siglos.
La "Unidad Nacional", ese misterio, no es un concepto muy viejo. No puede existir antes del concepto nación, que empieza a nacer, tímidamente, en el XVIII. Nación, a su vez, no es territorio. No es tampoco, en su origen, algo que aluda a la cultura, o la lengua, o la idiosincrasia de una entidad política. En origen, alude a la sociedad real. Es decir, a la no Real. La nación es la sociedad, exceptuando al poder monárquico. Por eso mismo, el palabro nación tuvo serios problemas genéricos para existir por aquí abajo. Se utiliza en la Guerra de la Independencia, pero se le jubila con el absolutismo posterior. Posteriormente, es una palabra más vinculada al liberalismo, si no a la revolución, como atestigua su utilización en conceptos como Milicia Nacional, guardias locales de voluntarios revolucionarios que, de una forma u otra, existen a lo largo del XIX, en cada brote revolucionario. Fueron importantes. Metáfora: la bandera de la Milicia Nacional de Madrid era una tricolor, que con el tiempo acabó siendo admitida como la bandera republicana española. La última vez que existieron Milicias Nacionales fue en el ciclo revolucionario de 1868, que transcurre tras la primera revolución democrática española. Defendían la nación. Lo no-Real. En esta época, por cierto, a través de un republicanismo explícito, de corte federal. El federalismo, a su vez, era una novedad política, que cuajó con fuerza por aquí abajo. Con muy pocos meses de diferencia, fue formulado en Francia, por Proudhon, y en España por Pi i Margall. Cuando nace, no lo hace para garantizar diversas entidades nacionales --lo dicho, no están formuladas; el concepto nación, nacido para identificar a la sociedad civil, aún no significa netamente una identidad--, sino para garantizar la existencia de un Estado no autoritario ni vertical, a través de la división de la Soberanía --hasta hace poco, una calidad que detentaba el soberano y, por extensión, el Estado--, en tres unidades, que se la repartían y la ejercían. A saber: el Estado Federal, el Estado federado y el municipio.
Toda esta lógica democrática desapareció tras un golpe de Estado y la I Restauración, un paréntesis muy largo, que dura hasta 1931. La Restauración, ojo al dato, ya utiliza, a tope, el concepto "Unidad Nacional". Donde nación ya es una identidad cultural, que también formula la Restauración. Es España, la nación española, una sola lengua, el castellano, y una sola cultura, la católica. ¿Qué es la "Unidad Nacional"? Supongo que una construcción defensiva de esa idea de nación, y también una respuesta al proceso democrático y federal que la Restauración vino a aplazar. Es decir, también es la defensa de que la Soberanía es indivisible. Pertenece al Estado. Jamás la cederá a un Estado federado y al Municipio. La defensa de ese concepto de nación monolingüe, católica y no democrática, pasa por ahí. Es la "Unidad Nacional". "Unidad Nacional" prima sobre "Unidad Territorial". Posiblemente, las grandes victorias militares locales, por ejemplo, han sido en el campo de la "Unidad Nacional", antes que en el de la "Unidad Territorial", donde nuestros militares se han cansado, literalmente, de perder. O, lo que es lo mismo, las grandes victorias han sido sobre la sociedad. En tanto que antidemocrático y reaccionario, el concepto "Unidad Nacional" está cargado de sangre y represión.
Anyway. Cuando un candidato de izquierdas habla de defensa de la "Unidad Nacional", de que la "Unidad Nacional" no es negociable, que jamás pondrá en riesgo la "Unidad Nacional", no se remite a un concepto milenario. Habla de un marco creado en la I Restauración, recreado en el Franquismo --curiosidad: el Franquismo recrea pocos mitos propios; la mayoría de sus mitos culturales y políticos vienen de la Restauración--, y adoptado, como animal de compañía, en la II Restauración/la Transi. Es decir, está jugando fuera de casa. O está asumiendo, sin saberlo, que su casa es otra a la prevista. Está asumiendo, en fin, una idea de nación y de soberanía del siglo XIX, nacida para aplazar un proceso democrático vigoroso, y utilizada, para lo mismo, en el siglo XX. Ni más ni menos.

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo)
Fuente:
www.ctxt.es

domingo, 12 de junio de 2016

Elecciones 26J.

Reino de España: comienzo de campaña electoral (¡otra vez!)

G. Buster

12/06/2016

La campaña electoral, a la espera del único debate en televisión de los candidatos de los cuatro grandes partidos tras el 20-D, ha comenzado marcada por la encuesta del CIS, cuyos resultados parecen confirmar otras posteriores. Quienes afirmaban que las nuevas elecciones no cambiarían sustancialmente la orientación del voto – y recriminaban a Podemos no haber cedido al chantaje del “nuevo centro” PSOE-Ciudadanos- acertaron en la forma y se equivocaron en el fondo: ha bastado la alianza de Podemos e IU para que los efectos del sistema d’Hont de la ley electoral permitan el sorpasso sobre el PSOE, gracias a la distribución de los últimos escaños en al menos seis provincias. Y el efecto multiplicador ha sido inmediato en términos de movilización de su electorado y del voto útil.
Ese cambio se refleja también en el eje izquierda-derecha, que la coalición PSOE-Ciudadanos intento amortiguar. El empate virtual en numero de votos a ambos lados del espectro político (42,7%  frente a 42,6%) en las elecciones del 20-D se desliza ahora a una mayoría de izquierdas (46,8% frente a 43,8%), que se proyecta en una diferencia significativa en el número de escaños: 166 para una posible coalición de izquierdas, en la peor de las hipótesis de la encuesta del CIS, frente a 161 del bloque PP-Ciudadanos, en la mejor de las hipótesis de la misma encuesta. Y la izquierda podría contar con los votos de la izquierda nacionalista (ERC, Bildu) que obtendría entre 8 y 10 escaños, colocándola al borde de la mayoría absoluta.
Por delante quedan dos semanas de campaña electoral y los efectos colaterales del referéndum británico sobre el Brexit el 23 de junio, además de las presiones de la Unión Europea, ya iniciadas con el debate sobre la multa por incumplimiento de los compromisos de déficit fiscal. Pero con la excepción del debate del lunes 13, la campaña está fundamentalmente orientada a movilizar a la propia base social y arrancar votos útiles a los posibles socios de coalición, más que a atraer a nuevos votantes. Las razones también parecen obvias, dadas las diferencias en edad y densidad urbana en la orientación del voto que revela la encuesta del CIS.
Las distintas posibilidades de construcción de una mayoría que recomponga el actual puzzle pasan todas por el PSOE. A pesar de que Pedro Sánchez puede obtener unos resultados aun peores que los del 20-D, el PSOE seguirá siendo decisivo en la gobernación del Reino. Ya no es el partido que más se asemeja en su composición a la media del país ni, a diferencia de Albert Rivera, parece que los electores hayan apreciado sus esfuerzos como candidato a la presidencia del gobierno en el debate de investidura tras las pasadas elecciones. Para gobernar, el PP necesita el voto a favor de Ciudadanos y, al menos, la abstención del PSOE. Un gobierno de izquierdas exige una coalición Unidos Podemos-PSOE.

El día del inicio de la campaña electoral, Madrid se llenó de rumores sobre las posibles formulas para decantar las alianzas en uno u en otro sentido. Rumores que revelaban más por lo que implicaban que por lo que clarificaban. En los digitales de la derecha, el apoyo de Ciudadanos y la abstención del PSOE pasaba por la sustitución de Rajoy al frente del futuro gobierno por Sáenz de Santamaría o por Margallo. En alguno de izquierda, tras la decapitación de Sánchez –la dimisión ya no parece suficiente- la noche del 26-J, el PSOE abandonaba la política pública y se dedicaba a reconstruirse, evitando así el dilema de tener que dar el gobierno al PP o a Podemos.
La primera versión de los rumores apunta a dos dificultades reales: a)Ciudadanos tiene serios problemas estratégicos para apoyar un gobierno minoritario del PP, por mucho que se confíe en la capacidad de presión del Ibex35; b) la abstención del PSOE es una “línea roja” marcada por su comité federal. El mecanismo que se ofrece para superar ambas es ofrecer la cabeza del candidato que acaba de ganar las elecciones y que está blindado por los estatutos de su partido. Y si fuera necesario, se apunta que el nuevo candidato a la presidencia podría ser un independiente, volviendo a recuperar in extremis la formula del “gobierno técnico”. Mala forma de comenzar una campaña política centrada en el mensaje de la estabilidad y la confianza, aunque sea Rajoy el que exija el sacrificio de Pedro Sánchez.
La segunda versión de los rumores parten todos de la anunciada muerte (política) del candidato socialista tras conocerse los resultados de las elecciones el 26-J a manos de los innumerables candidatos a verdugos del comité federal del PSOE. Y tiene la dificultad irresoluble de que los diputados del PSOE, con o sin Pedro Sánchez, no tendrán más remedio que elegir entre dar el gobierno al PP o participar en una coalición de izquierdas. Pedro Sánchez ha ido tomando ciertas precauciones personales, como anunciar que se consultará a la militancia cualquier fórmula de coalición (y las encuestas dicen que rechaza por 54,6% una abstención ante el PP), y hacer decir a Meritxell Batet, cabeza de lista por Barcelona, que, en última instancia, preferiría un gobierno “a la barcelonesa” (tras la integración minoritaria del PSC en el consistorio municipal). Cuenta también con los estatutos de su partido para blindarse, la sombra de los ERE’s sobre Susana Díaz para debilitarla y un reconocido instinto de supervivencia capaz de hacerle aceptar, a pesar del sacrificio, una vicepresidencia del gobierno en vez de la damnatio memoriae que le aguarda como alternativa.
Más allá de la rumorología, en el terreno de los hechos, es que la necesaria abstención del PSOE para permitir un gobierno de la derecha es que tendría que ser doble en el escaso plazo de seis meses: una, en la sesión de investidura; la otra, en el debate del presupuesto de 2017. Y así, hasta que la crisis interna se lo llevase por delante, más pronto que tarde, porque un gobierno minoritario del PP necesitaría de los votos a favor de Ciudadanos y de la abstención del PSOE para aprobar cualquier ley, mientras que la suma de los votos de Unidos Podemos más el PSOE y la mitad de los partidos nacionalistas podría tener mayoría.
Con este panorama y las perspectivas de un nuevo ajuste fiscal exigido por la UE, la nueva recesión internacional anunciada y una nueva crisis bancaria cuyo heraldo es la ruinosa ampliación de capital vía bolsa del Banco Popular, no es de extrañar que la precampaña electoral se haya centrado en la situación de Venezuela, hasta el punto de incluirla en el orden del día del Consejo de Seguridad Nacional. En los temas de seguridad y estabilidad más vale prevenir que curar, aunque sea haciendo pasar en twitter revueltas en el Congo por las de Maracaibo.
En la breve calma que ha precedido a la tormenta electoral, se han podido escuchar la semana pasada algunas voces significativas.
Por ejemplo, la del presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, (el cargo mejor pagado con diferencia del sector público), que tras rebajar por arte de magia la deuda pública contraída para sacar a flote la entidad, asegura que “los ciudadanos no deben pensar que la banca no debe ganar dinero", recordar que su objetivo es la privatización (que de hacerse actualmente supondría un grave perjuicio económico a las arcas del estado) y una reducción de las retribuciones de los directivos del sector en relación con su rentabilidad.
Por ejemplo, la del exjefe del estado mayor José Julio Rodríguez, candidato de Unidos Podemos por Almería, excluido por el gobierno del escalafón militar y contestado por sus aliados de circunscripción. Para explicar, primero en TVE y después en la cadena SER, los escasos márgenes existentes en la política de defensa para una fuerza progresista cuya base de Rota es a la vez sede de la estructura del escudo antimisiles, el sistema de guerra electrónica de la VI Flota en el Mediterráneo y lanzadera de la fuerza de intervención rápida de EE UU en el continente africano, probablemente a escasos meses de una intervención en Libia contra ISIS.
¿Es posible resumir la complejidad de la situación de la banca española, tanto privada como pública, como la de la seguridad y la defensa? Rajoy lo ha intentado diciendo a su manera, a veces enrevesada, de que se hará lo que se tenga que hacer, porque para eso está el sentido común, el menos común de los sentidos (como lo demuestran las diferencias del PP con el resto de los partidos). El PSOE de Sánchez y Ciudadanos de Rivera elaboraron un complejo paquete de 350 medidas, en algunos casos contradictorias, de las que no pudieron convencer al resto. Y Podemos ha embutido su programa en un catálogo de IKEA, con una amplia memoria económica, que depende en buena medida de que la UE amplíe unos márgenes fiscales, a lo que por el momento no esta dispuesta, como nos recuerda todos los días la situación de Grecia.
Mañana lunes, en el único debate a cuatro, veremos hasta donde llega la confrontación de ideas y de propuestas. Y como flotan los candidatos sobre el agujero negro que se está abriendo bajo sus pies. El precedente del debate organizado por Evole, al que solo acudieron Iglesias y Rivera, puso de manifiesto que la “nueva” política puede ser tan tensa como la “vieja”, pero también que Ciudadanos tiene más que perder que Unidos Podemos.
Y hablando de estabilidad y confianza, ¿es tan difícil imaginar la que se puede montar con un gobierno del PP en minoría que penda como el ahorcado de la cuerda sostenida por el comité federal de un PSOE que haya liquidado con alevosía y transparencia a Pedro Sánchez? Todos los caminos llevan a una agravación de la crisis de la segunda restauración borbónica…con fondo de música de merengue.
Miembro del comité de redacción de Sin Permiso.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 12 de junio 2016

sábado, 11 de junio de 2016

España y el Tribunal de la UE contra los saharauis.

España interviene contra el Sahara Occidental en el Tribunal de la UE



España es uno de los pocos estados miembro de la UE que intervendrá en los procesos judiciales a favor de Marruecos, solicitando al Tribunal que dé marcha atrás en su decisión de cancelar el tratado de comercio UE-Marruecos en el Sáhara Occidental.

En diciembre de 2015, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea publicó una sentencia anulando el Tratado de Libre Comercio que incluye productos agrícolas o pesqueros siempre que se aplicara al Sáhara Occidental. En la sentencia, el Tribunal afirma que el Sáhara Occidental “no está incluido en las fronteras internacionalmente reconocidas de [Marruecos] (punto 232), y que “el Reino de Marruecos no tiene ningún mandato concedido por la ONU o por otra institución internacional para administrar el [Sáhara Occidental]” (punto 233).

Enfrentado a un furioso Marruecos, que amenaza con poner fin a toda cooperación con la Unión, el Consejo de la Unión Europea decidió recurrir la sentencia.

Ahora parece que un puñado de estados miembro de la UE intervendrán en el proceso de apelación junto al Consejo –por tanto a favor de la posición de Marruecos– para convencer al Tribunal de que se retracte de su decisión. La intervención tendrá lugar durante una audiencia, que probablemente se llevará a cabo este verano.

Los medios marroquíes han indicado que España –junto a Francia y Portugal– intervendrán en el Tribunal. Esto también lo confirmó
Africa Intelligence.

El hecho de que España declare a favor de la posición de Marruecos es asombroso. El 4 de julio de 2014, el Tribunal Superior de Justicia español, la Audiencia Nacional, confirmó que España, no Marruecos, es la potencia administradora del Sáhara Occidental, y que el territorio “no puede ser considerado marroquí”. La sentencia afirma literalmente que los Acuerdos de Madrid de 1975 que repartían el por entonces Sáhara Español entre Marruecos y Mauritania “es nulo y sin efecto legal”. Lea la sentencia de la Audiencia Nacional aquí.

“Es más que vergonzoso que España, con la responsabilidad histórica que tiene con el pueblo del Sáhara Occidental, elija ponerse del lado de Marruecos, que invadió brutalmente y se anexó el país de los saharauis. España tiene la obligación de ayudar a la descolonización del Sáhara Occidental, pero parece que el gobierno pretende hacer exactamente lo contrario”, dice Alicia Camporro de Western Sahara Resource Watch (WSRW).

También ha habido indicios de que Alemania y Bélgica pudieran estar considerando intervenir. Dos miembros del Europarlamento dirigieron una carta el 25 de mayo al gobierno alemán, preguntando si no hay algo de verdad en las alegaciones hechas por la prensa marroquí.

El acuerdo agrícola UE-Marruecos –como se denomina frecuentemente al acuerdo– entró en vigor en octubre de 2012. Debido a las vagas especificaciones territoriales, el acuerdo no sólo permite la entrada de grandes volúmenes de frutas, verduras y productos pesqueros de Marruecos en el Mercado de la UE, sino también de partes del Sáhara Occidental que Marruecos lleva ocupando desde 1975.

WSRW ha documentado que bienes procedentes del Sáhara Occidental son exportados a la UE. Garantizando las reducciones arancelarias a productos con origen fuera de Marruecos gracias al acuerdo, la UE aplica una posición muy diferente a la de EEUU o los cuatro estados europeos miembros de EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio). Suecia y Holanda también declararon que el tratado de comercio de la UE bajo la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo no puede incluir bienes del Sáhara Occidental.

La ONU está tratando de negociar la paz en el Sáhara Occidental entre Marruecos y el pueblo del Sáhara Occidental, pero Marruecos ha rechazado la entrada al territorio de ambos el Enviado Especial de la ONU y el Secretario-General.

La Unión Europea ganó el Premio Nobel de la Paz en 2012.

viernes, 10 de junio de 2016

Manual del perfecto "satanizador"



Los 10 mandamientos del perfecto "satanizador"

Investigaction


¡“Antisemita”, “conspirador”, “amigo de dictadores”, “rojo-pardo”, “dado a confundir”! Numerosos periodistas y escritores que critican a Estados Unidos o Israel son víctimas de estas graves acusaciones que se replican interminablemente en internet. Entonces, es posible que os digáis: “No hay humo sin fuego; algo de qué reprocharse debe de tener este autor. Prefiero no leerlo o no escucharlo”.
¡Cuidado! Quizá no sea este precisamente el objetivo de una campaña de rumores: ¡tender un cordón sanitario alrededor de autores molestos! En internet, donde hay opiniones para todos los gustos, a todos nos interesa plantearnos las preguntas que, en un tribunal, debe hacerse un juez íntegro y consciente: 
  1. ¿He escuchado a las dos partes?
  2. ¿Me han sido presentadas unas pruebas fiables?
  3. ¿Han intentado manipularme?
Ahora bien, para que cada uno pueda formarse libremente una opinión sin ser objeto de manipulación, he aquí una relación de las triquiñuelas y procedimientos que es posible encontrar en las campañas de satanización. Diez criterios para juzgar si el trabajo es serio o un camelo.
1. ¡No des la palabra al acusado!
El satanizador jamás verifica con el “acusado” la exactitud de los hechos reprobados, ni si existe una explicación diferente de esos hechos, ni si acaso el acusado ha cambiado de parecer después. Todo acontece como si conocer la verdad no le interesara.
2. ¡Oculta los textos que te contradigan!
El satanizador no aporta prueba alguna. Incluso cuando el “acusado” haya escrito exactamente lo contrario de lo que se le reprocha, el satanizador esconde cuidadosamente esos textos a su público.
3. ¡Esconde tus motivaciones!
El satanizador finge que apunta a un solo blanco, presumiblemente peligroso pero aislado. Sin embargo, cuando se tiene en cuenta el conjunto de blancos posibles, todos se convierten en “conspiradores” o “antisemitas”; Ziegler, Chávez, Castro, Le Grand Soir, Lordon, Ruffin, Kempf, Carles, Gresh, Bricmont, Bourdieu, Wikileaks, Morin, Mermet, Boniface, Enderlin, Cassen, Siné, Bové, Péan, Godard, Jean Ferrat, Seymour Hersh e incluso analistas judíos como Hessel, Chomsky y Finkelstein. ¡No lo habéis notado, pero todos ellos montan “complots” o son “antisemitas”; o ambas cosas a la vez! De hecho, se trata de satanizar a todos los que critican a Estados Unidos o Israel.
4. ¡Copia los medios hegemónicos!
El satanizador jamás cuestiona la información dada por los medios hegemónicos. Pese a que está bien
probado que todas las guerras están acompañadas de desinformación, el satanizador reproduce la versión oficial de los medios como si fuese totalmente confiable. Y si el acusado la pone en duda, esto mismo es la prueba de su “conspiracionismo” y mala fe. Incluso aunque el satanizador pretenda ser de izquierda, nunca le incomoda reproducir las posiciones y los argumentos de la derecha.
5. ¡Haz creer que no entiendes!
El satanizador elimina cualquier matiz presente en el discurso de quien tiene en la mira. Por ejemplo, cuando Washington ataca a Libia o Siria, si alguien demuestra que están en juego intereses económicos o estratégicos, o que la guerra no hace más que empeorar los problemas y lo mejor sería buscar una solución negociada, debe ser acusado de “sostener a dictadores”. Incluso, aunque esa persona haya escrito exactamente lo contrario.
El objetivo es la creación sistemática de confusión entre “oponerse a la guerra” y “apoyar a un dictador”. El satanizador finge que no entiende la diferencia entre ambas cosas. Lo que en realidad quiere es manipular la emoción legítima del público e impedir que este razone.
6. ¡Impide que tus propias opiniones sean discutidas!
El satanizador se cuida bien de no revelar sus propias posiciones, a veces incluso sus propios financistas. Jamás reconocerá que se apoya en think tanks y en grupos de presión financiados por las grandes potencias. Nunca dirá que favorece a tal gobierno, tal guerra o tal política neoliberal ni por qué lo hace. No le interesa el debate, sino excluir a “los malos” de cualquier discusión.
Por eso, la mayor parte de los satanizadores van disfrazados. Es frecuente que la misma persona utilice distintos seudónimos. Otra técnica de manipulación: los satanizadores se citan mutuamente en bucle con el fin de dar la impresión de que “lo dice todo el mundo”.
7. ¡Pon etiquetas!
Con el fin de desacreditar, el satanizador esconde la verdadera posición y los argumentos del satanizado. A él le basta con poner etiquetas: “antisemita”, “conspirador”, “amigo de dictadores”... O palabras sin valor objetivo como “polémico”, “poco creíble”... De este modo, la verdadera posición del satanizado es convertida en una caricatura.
8. En lugar de explicar, ¡insinúa!
Par evitar el ser llevado a un tribunal por difamación, el satanizador frecuentemente reemplaza la acusación pura y dura por una insinuación indirecta*. Genera así un clima generalizado de sospecha que evita la discusión honesta.
9. Para calumniar, ¡mezcla todo!
Como en la carpeta del satanizador no hay un solo argumento adecuado para criticar al acusado, mezcla todo. Relaciona al elegido –sin lógica alguna– con otras personas u organizaciones: “Fulano encontró lo mismo que encontró Mengano, que luego se unió a la extrema derecha, por lo tanto Fulano es de extrema derecha”. Variante: “Hace 10 años, Fulano ha apoyado a Zutano; más tarde, este se pasó a la extrema derecha, por lo tanto Fulano es responsable de esta evolución y él mismo es de extrema derecha”. ¡Aberrante! A menos que el objetivo sea calumniar a cualquier precio.
10. ¡Golpea y luego desaparece!
A su manera, el satanizador utiliza un principio de la guerrilla: “Golpea y huye”. Se niega cuidadosamente a cualquier debate polémico. Dedica largas parrafadas o emisiones enteras a denigrar haciendo todo lo posible para que el satanizado no pueda defenderse. Los portales satanizadores niegan el derecho de réplica e incluso censuran las preguntas de sus propios seguidores. Ya que cualquier discusión honesta los desenmascararían.

Nota
*Una variante de esta técnica muy utilizada en los medios hegemónicos de Argentina es el empleo del modo condicional de los verbos: “Fulanito habría vendido...”, “Menganito habría participado en...”, “Zutanito tendría una cuenta en Suiza...” Otra es dar una ‘información’ empezando así: “Se dice que...”. (N. del T.)

Michel Collon es periodista e investigador de los medios de comunicación que informa sobre la manipulación sionista y el plan de colonización de Israel. Es animador del sitio web http://www.michelcollon.info, desde donde responde a los grandes mitos que sirven para justificar a Israel y su política.
 Traducción del francés para Rebelión de Carlos Riba García.