domingo, 17 de agosto de 2014

La guerra de propaganda israelí .

La guerra de propaganda israelí .

 
(En enero del 2009 escribí este texto cambiando el gobierno israelí y los periodistas es lo mismo...pero peor )
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Principios de la guerra de propaganda.
Principio de simplificación y del enemigo único: Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
Principio del método de contagio: Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.
Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
Principio de vulgarización y principio de orquestación: toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».
Según el lenguaje utilizado, algunas de estas ideas de base que se repiten incesantemente a lo largo y ancho de todas las noticias publicadas serían las siguientes:
1 Hamás es siempre un grupo terrorista o islamo-fascista y nunca un movimiento de resistencia o algo que remotamente se le parezca.
2 El ataque israelí es siempre un ataque contra Hamas y sólo contra Hamas.
3 Los muertos civiles palestinos son siempre responsabilidad de Hamas y sólo de Hamas, por el uso que de ellos hacen los terroristas como escudos humanos.
4 Israel no quiere la guerra, pero no le ha quedado más remedio que responder a los ataques de Hamas.
5 En el conteo de muertos (que a duras penas se va haciendo en los sucesivos días de ataques israelís y que, como digo, ha dejado de actualizarse desde del cinco de enero) los muertos palestinos son siempre en su mayoría terroristas de Hamas.
6 Todos los ataques israelís se realizan siempre sobre infraestructura o milicianos de Hamas, nunca sobre infraestructura o población civil.
7 El ataque israelí es además una respuesta a los cohetes que Hamas lanza sobre el sur del país y, por tanto, un acto de legítima defensa.
8 La tregua la rompió Hamas.
9 Es Hamas y sólo Hamas quien no quiere la paz, los israelís están haciendo todo lo posible por conseguirla, pero no se dan las condiciones apropiadas para ello pues Hamas no está dispuesto a parar sus ataques contra Israel.
Principio de renovación: Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
Principio de la verosimilitud: Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias
Principio de la silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
Principio de la transfusión: Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.
Principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente de que piensa «como todo el mundo», creando una falsa impresión de unanimidad
Continuamente la TV1 hablaba de duros combates entre ambos bandos
Shlomo Ben-Amí, en las páginas de un diario supuestamente independiente, afirmando que el brazo militar de Hamás está "extremadamente bien armado". ¿Ah, sí? ¿Dónde están entonces sus aviones de combate, sus carros blindados, su artillería de grueso calibre?.
"Israel", dice Robert Fisk, "declara estar librando por nosotros la guerra contra el terrorismo internacional.
Los israelíes dicen que están combatiendo en Gaza por nosotros, en nombre de nuestros ideales occidentales, en aras de nuestra seguridad y sujetándose a nuestras normas".
Y ya se ve lo que les decia Olmert en la cena de los idiotas...occidentales ,"por los valores humanos más basicos, hemos hecho y continuaremos haciendo todo lo necesario para evitar una crisis humanitaria en la Franja de Gaza de modo que podamos ayudar a los civiles inocentes que cayeron víctimas de la organización terrorista"... cuando ha sido el... pero no ....todos los muertos son hechos por Hamas. Y los idiotas ni contestarón.
La propaganda dentro de Israel.Denunciada por un profesor israelita que detuvieron a sus alumnos por protestar.
-Israel podría proceder a bombardeos aéreos de las casas sin previo aviso; sin embargo, sus militares entran en contacto personal telefónico, nada menos con sus habitantes 10 minutos antes de un ataque para avisarles de que van a destruir su vivienda. Los militares, eso es lo que se da entender, podrían demoler viviendas sin avisar; no lo hacen, porque valoran la vida humana.
- Israel tira bombas de fogueo bombas que no pueden producir daños inmobiliarios unos cuantos minutos antes de lanzar misiles letales; podría, pues, matar más palestinos, pero prefiere no hacerlo.
- Israel sabe que los dirigentes de Hamas se esconden en un hospital al-Shifa. Con lo que se da a entender que no arrasa hasta los cimientos del centro médico, aun cuando tiene capacidad para hacerlo.
- Debido a la crisis humana engendrada, el ejército israelí suspende cada día durante unas horas los ataques y permite la entrada a la Franja de Gaza de convoyes humanitarios. Con lo que, una vez más, se da a entender que podría impedir la entrada de esos convoyes.

Por otra parte es increíble que ahora se planteen reconstruir Gaza, cuando los Israelíes es ya la segunda vez que la destrozan...ellos la destrozan nosotros la reconstruimos...ellos las destrozan nosotros la reconstruimos... Y así hasta el infinito...vendemos las armas con que la destrozan y después pagamos con nuestros impuestos la reconstrucción.Cuando ademas la potencia ocupante se queda con sus impuestos. Y como potencia ocupante tendria el deber de ocuparse de los prisioneros.

Así se hacen los negocios.. sucios.¡Hipócritas fariseos bíblicos unidos!.
Y además todos los que los disculpan ponen como ejemplo Cisjordania..de lo que es la Palestina feliz la tierra de los muros y los batustanes.. con cientos de pasos de control.. con sus campos de exiliados masacrados por Israel mas de una vez.. Tulkarem guardados por la propia autoridad Palestina cipaya de Israel, con cientos de presos en la carcel y que disuelve las manifestaciones de protesta a tiros ,mientras visita a los politicos occidentales para salir en la foto , y mantener su apoyo como titere de nuestros idiotas.

Mientras Gaza trata de recuperar la normalidad, Amnistía Internacional (AI) anunció haber recogido evidencias sobre el terreno del uso de fósforo blanco por parte del Ejército israelí en zonas densamente pobladas en la ciudad de Gaza y sus alrededores. Un equipo de AI llegó a primeras horas del sábado, antes de que Tel Aviv declarara un alto el fuego, a la ciudad de Gaza, donde encontró evidencias del «uso extendido» de fósforo blanco. «En un callejón de la ciudad de Gaza, vimos niños descalzos corriendo alrededor de restos de fósforo que todavía estaban ardiendo», explicó el equipo. «Encontramos más fósforo en el tejado de una casa familiar y en una calle abarrotada», añadió .
Olmert y sus adláteres lo negaron repetidamente...negar ...negar .. que algo queda para justificase oficialmente con los idiotas satrapas.
Y cuando ya no puede negarlo mas ante las pruebas y la evidencia dice que son armas que no están prohibidas, cuando si lo están habiendo población civil.
Es igual con los túneles, los palestinos bloqueados cercados, alambrados, sin ayuda humanitaria por algún sitio tenían que intentar abastecerse , pues no, los túneles son para pasar armas eso que están los guardas egipcios del otro lado y por lo se ve podían pasar tanques artillería y misiles. Así una opinadora voluntaria de todos conocida y que va de periodista decía en TV3, en un programa matinal, que Israel se veía obligado a atacarlos los tuneles de Gaza, por que se sabia que Irán o China...?, podia pasar misiles por ellos. Y así unía misiles-Irán-ataque a Israel . El que Israel bombardeara todo Gaza y a la población civil eso no lo contradecia y además justificaba una guerra preventiva sin pruebas , y con total impunidad justificaba y hacia apología de los crimenes de guerra israelíes.
...................... , VER EN LA ACTUALIDAD http://www.eldiario.es/desalambre/ciudadano-israeli-soldado-Internet_0_281372660.html

viernes, 15 de agosto de 2014

Los verdugos respetables en la propaganda corporativa .

Los verdugos respetables en la propaganda corporativa .

 

La vuelta de Orwell y el Gran Hermano a la guerra en Palestina, Ucrania y contra la verdad
John Pilger · · · · ·
20/07/14
John Pilger escribe desde Londres sobre la constante supresión de la verdad por parte de los poderosos intereses creados.
La otra noche vi 1984, de George Orwell, representada en los escenarios de Londres. Pese a que pide a gritos una interpretación contemporánea, las advertencias de Orwell sobre el futuro se presentaron como una obra perteneciente a un periodo remoto e inofensivo. Parecía como si Edward Snowden nunca hubiera hecho públicas sus revelaciones, el Gran Hermano no fuera hoy un espía digital y el propio Orwell nunca hubiera dicho aquello de «para dejarse corromper por el totalitarismo no hace falta vivir en un país totalitario».
La producción, aclamada por la crítica, se me antojó una medida de nuestros tiempos culturales y políticos. Cuando se encendieron las luces, el público estaba ya en pie de camino hacia la puerta de salida. Todos parecían indiferentes o, quizás, absortos en otros asuntos. «Menudo rompecabezas», escuché que decía la chica de enfrente, mientras encendía su teléfono.
Cuando las sociedades avanzadas se despolitizan, los cambios se producen de forma tan sutil como espectacular. En el discurso del día a día, el lenguaje político está invertido, tal y como Orwell profetizó en 1984. «La democracia» es ahora un artefacto retórico. La paz es una «guerra perpetua». «Global» significa imperial. El concepto de «reforma», que una vez resultó esperanzador, hoy equivale a regresión e incluso destrucción. «Austeridad» es la imposición del capitalismo extremo a los pobres y la concesión del socialismo a los ricos: un sistema bajo el cual la mayoría está al servicio de las deudas de unos pocos.
En las artes, la hostilidad a la verdad política se ha convertido en un artículo de fe burguesa. Un titular del diario Observer prefigura «El periodo rojo de Picasso y por qué los políticos no hacen buen arte». Cabe mencionar que este titular se publicó en un periódico que saludaba el baño de sangre en Iraq a modo de cruzada liberal. La incesante oposición de Picasso al fascismo se contempla como una nota a pie de página, de igual forma que el radicalismo de Orwell ha desaparecido del premio que se apropió de su nombre.
Hace unos pocos años, Terry Eagleton, entonces profesor de literatura inglesa en la Universidad de Manchester, consideró que «por primera vez desde hace dos siglos no hay poeta, dramaturgo o novelista británico que esté preparado para cuestionar los fundamentos del estilo de vida occidental». Ya no se escriben discursos como los de Shelley a los pobres, sueños utópicos como los de Blake, condenas como las de Byron a la corrupción de la clase gobernante, ni hay un Tomas Carlyle o un John Ruskin que descubran los desastres morales del capitalismo. Ni William Morris, Oscar Wilde, HG Wells o George Bernard Shaw conocen equivalentes hoy. Harold Pinter fue el último en alzar su voz. Entre las insistentes voces del feminismo, ninguna hace eco a Virginia Woolf, quien describió extensamente «el arte de dominar a los demás... de gobernar, matar o adquirir tierras y capital».
En el Teatro Nacional, una obra nueva, Gran Bretaña, propone una sátira sobre el escándalo de las intervenciones telefónicas por el que varios periosdistas han sido juzgados y condenados, incluyendo a un antiguo editor del periódico News of the World de Rupert Murdoch. Descrita como «una comedia con colmillos afilados [que] pone a toda la incestuosa cultura [mediática] en el banquillo de los acusados y la somete a un ridículo despiadado», el punto de mira de la obra está puesto en los «agraciados y divertidos» personajes de los tabloides británicos. Todo ello está muy bien y resulta familiar. Pero, ¿cuál de los medios que no son tabloides y se consideran respetables y creíbles no sirve a la función paralela de brazo del estado y de los poderes corporativos, tal y como ocurre con la promoción de guerras ilegales?
Las indagaciones de Leveson en torno a las intervenciones telefónicas mostraron lo que era inmencionable. Tony Blair se encontraba declarando, protestando ante su señoría por el acoso del tabloide a su mujer, cuando una voz lo interrumpió desde la galería . David Lawley-Wakelin, un conocido director de cine, exigía el arresto de Blair y su enjuiciamiento por ser culpable de numerosos crímenes de guerra. Hubo un espacioso silencio: la conmoción que siempre produce la verdad. Lord Leveson dio un salto sobre sus pies, ordenó que se expulsara al divulgador de verdades y pidió disculpas al criminal de guerra. Lawley-Wakelin fue enjuiciado y Blair salió en libertad.
Los cómplices de Blair son su invariable respetabilidad. Cuando la presentadora de la BBC Kirsty Wark lo entrevistó en el décimo aniversario de su invasión a Iraq, le obsequió con un momento con el que jamás podía haber soñado: le permitió mostrarse agonizante por la «difícil» decisión en torno a Iraq, en vez de pedirle cuentas por el épico cimen. Me recordó al desfile de periodistas de la BBC, quienes en 2003 declararon que Blair podía sentirse «libre de culpa» y consiguientemente se emitió la serie «seminal» de la BBC, The Blair Years, para la que eligieron a David Aaronovitch como guionista, presentador y entrevistador. Aaronovitch, lacayo de Murdoch, elogió con pericia la campaña de ataques militares a Iraq, Libia y Siria.
Desde la invasión de Iraq –ejemplo de agresión no provocada que el fiscal de Nuremberg Robert Jackson denominó «el crimen internacional supremo, que se ha distinguido de otros crímenes de guerra únicamente por contener en sí mismo el mal acumulado de la totalidad» – a Blair y a su portavoz y principal cómplice, Alastair Campbell, les concedieron un espacio generoso en el periódico Guardian para restablecer su reputación. Descrito como la «estrella» del Partido Laborista, Campbell se ha granjeado la simpatía de los lectores por su depresión y ha expuesto sus intereses, aunque no su reciente nombramiento como consejero de Tony Blair, sobre la tiranía militar de Egipto.
Al tiempo que Iraq se desmembra a causa de la invasión Blair/Bush, un titular de Guardian reza: «Fue correcto derrocar a Saddam, pero nos hemos retirado demasiado pronto». Este coincidió con otro prominente artículo del 13 de junio, escrito por un antiguo funcionario de Blair, John McTernan, quien también sirvió al nuevo dictador de Iraq designado por la CIA Iyad Allawi. En su llamamiento a reiterar la invasión del país que su antiguo maestro ayudó a destruir, no hizo referencia alguna a las muertes de al menos 700.000 personas, la huida de cuatro millones de refugiados y una revuelta sectaria en un país que antes se jactaba de su tolerancia comunitaria.
«Blair personifica la corrupción y la guerra», escribió el columnista radical del Guardian Seumas Milne en un vehemente artículo del 3 de julio. Esto, en la profesión, se conoce como «equilibrio». Al día siguiente, el periódico publicó el anuncio de un bombardero furtivo estadounidense a página completa. Sobre la amenazante imagen del bombardero se leían las palabras: «F-35. El GRAN de Bretaña». Esta otra personificación de «la corrupción y la guerra» costará a los contribuyentes británicos 1.300 millones de libras, con el lastre adicional de que los predecesores de este modelo F han masacrado a miles de personas en el tercer mundo.
En un pueblecito de Afganistán, habitado por los más pobres de los pobres, grabé a Orifa, arrodillada frente a las tumbas de su marido, Gul Ahmed, un tejedor de alfombras, otros siete miembros de su familia, entre ellos seis niños, y dos niños que fueron asesinados en la casa vecina. Una bomba de «precisión» de 500 libras cayó directamente sobre su casita de barro, piedra y paja, dejando un cráter de 15 metros de ancho. Lockheed Martin, el fabricante del avión, obtuvo un puesto de honor en el anuncio del Guardian.
La anterior secretaria de estado y aspirante a presidente de los EEUU, Hilary Clinton, apareció hace poco en el programa Women´s Hour de la BBC. La presentadora, Jenni Murray, introdujo a Clinton como el paradigma del éxito femenino. No recordó a sus oyentes la obscenidad proferida por Clinton de que Afganistán fue invadida para «liberar» a mujeres como Orifa. No preguntó a Clinton sobre la campaña de terror de su administración en la que se emplearon aviones no tripulados para masacrar a mujeres, hombres y niños. No se mencionó la amenaza de Clinton de «eliminar» a Irán en su campaña por ser la primera mujer presidente, ni tampoco su apoyo a la vigilancia masiva ilegal o a la búsqueda de delatores.
Sí le hizo, sin embargo, una pregunta comprometedora. ¿Había perdonado Clinton a Monica Lewinski por la aventura con su marido? «El perdón es una elección», dijo Clinton, «para mí fue, absolutamente, la elección adecuada». Esto me recordó a los años 90 y la perpetua obsesión por el «escándalo» Lewinsky. El presindente Bill Clinton se encontraba entonces invadiendo Haití y bombardeando los Balcanes, África e Iraq. También se dedicaba a destruir vidas de niños iraquís; Unicef informó de la muerte de medio millón de menores de cinco años, como resultado del embargo impuesto por EEUU y Gran Bretaña.
Los niños eran los nadies mediáticos, de la misma manera que las víctimas de las invasiones que apoyó y promovió Hilary Clinton –Afganistán, Iraq, Yemen, Somalia– son nadies mediáticos. Murray no los mencionó. La página web de la BBC muestra una fotografía de ella junto a su distinguida invitada, en la que ambas aparecen radiantes.
En política, como en periodismo y en arte, parece que la discrepancia que antes el «público» toleraba se ha revertido y convertido en disidencia: una clandestinidad metafórica. Cuando comencé mi carrera en Fleet Street de la Gran Bretaña de los años 60, la crítica del poder occidental como fuerza rapaz era aceptable. Se podían leer los celebrados informes de James Cameron sobre la explosión de la bomba de hidrógeno en Bikini Atoll, la atroz guerra de Korea y los bombardeos estadounidenses de Vietnam del Norte. El gran espejismo de hoy es el de pertenecer a una era de la información cuando, en realidad, vivimos en una era mediática en la que la incesante propaganda corporativa resulta insidiosa, contagiosa, eficaz y liberal.
En su ensayo de 1859 Sobre la Libertad, al cual los liberales modernos rinden homenaje, John Stuart Mill escribió: «El despotismo es una forma legítima de gobierno cuando se lidia con bárbaros, siempre que su fin sea una mejora de las condiciones y los medios se justifiquen haciendo efectivo tal fin». «Bárbaros» eran amplios sectores de la humanidad de quienes se requería una «obediencia implícita». «Es un mito afable y conveniente que los liberales se consideren pacificadores y los conservadores belicistas», escribió el historiador Hywel Williams en el 2001, «pero el imperialismo de la mecánica liberal puede resultar más peligroso dada su naturaleza no concluyente, su convicción de que representa una forma de vida superior». Él tenía en mente un discurso de Blair en el que el entonces primer ministro prometió «reordenar el mundo que nos rodea» según sus propios «valores morales».
Richard Falk, respetada autoridad en derecho internacional y Relator Especial de la ONU en Palestina, lo describió una vez como una «pantalla moral/legal unidireccional y santurrona [con] imágenes positivas de los valores e inocencia occidentales presentados como gravemente amenazados, justificando así una campaña de violencia política sin restricción». Está «tan ampliamente asumida que se ha vuelto virtualmente inamovible».
La tenacidad y el clientelismo premian a los guardianes. En la Radio 4 de la BBC, Razia Iqbal entrevistó a Toni Morrison, la premio Nobel Afro-Americana. Morrison se preguntaba por qué tantas personas estaban tan «enfadadas» con Barack Obama, pues era «guay» y deseaba construir «una economía y un sistema sanitario sólidos». Morrison se enorgullecía de haber hablado por teléfono con su héroe, el cual había leído uno de sus libros, y la había invitado a su inaguración.
Ni ella ni su entrevistador mencionaron las siete guerras perpetradas por Obama, incluyendo su campaña de terror con aviones no tripulados, por la cual familias enteras, sus rescatadores y deudos fueron asesinados. Lo que parecía importar de verdad era que un hombre de color con un «discurso muy refinado» había conseguido alcanzar las imponentes alturas del poder. En Los condenados de la Tierra, Frantz Fanon escribió que la «misión histórica» de los colonizados era servir como «línea de transmisión» de los que gobernaban y oprimían. En la era moderna, el uso de la diferencia étnica en los sistemas de poder y propaganda occidentales se contempla como un elemento esencial. Obama parece ser la encarnación de este elemento, aunque el gabinete de George W. Bush –su camarilla belicista– fue el más multiracial en la historia de la presidencia.
Cuando la ciudad iraquí de Mosul cayó bajo el mando de los yihadistas de ISIS, Obama dijo que «el pueblo americano ha hecho grandes inversiones y sacrificios para conceder a los iraquís la oportunidad de trazar un destino mejor». ¿No es «guay» esa mentira? Qué discurso tan «refinado» dio Obama en la academia militar de West Point del 28 de mayo. En su exposición del «estado del mundo» en la ceremonia de graduación de los que «asumirán el liderazgo de América» a lo largo y ancho del mundo, Obama dijo que «los Estados Unidos emplearán la fuerza militar, de forma unilateral si es necesario, cuando nuestros principales intereses así lo exijan. La opinión internacional nos importa, pero América nunca pedirá permiso...»
Repudiando el derecho internacional y los derechos de las naciones independientes, el presidente de los Estados Unidos reivindica una divinidad basada en el poder de su «indispensable nación». Es el consabido mensaje de la impunidad imperial, que pese a todo resulta siempre animoso. Evocando el resurgimiento del fascismo en 1930, Obama dijo: «Creo en la excepcionalidad americana con cada fibra de mi ser». El historiador Norman Pollack escribió: «Para los militaristas, substitúyase la aparentemente más inocua militarización de la cultura total. Para el grandilocuente líder, tendremos al reformista frustrado, trabajando despreocupadamente, planeando y llevando a cabo asesinatos y sonriendo todo el tiempo».
En febrero, los EEUU organizaron uno de sus golpes de estado «coloristas» contra el gobierno legítimo de Ucrania, explotando las protestas genuinas contra la corrupción en Kiev. La secretaria de estado de Obama Victoria Nuland escogió personalmente al líder del «gobierno interino». Lo apodó «Yats». El vicepresidente Joe Biden viajó a Kiev, igual que hizo el director de la CIA John Brennan. Las tropas de choque de su golpe de estado fueron fascistas ucranianos.
Por primera vez desde 1945, un partido neo-nazi, abiertamente antisemita, controla las áreas clave de poder en una capital europea. Ningún líder de la europa occidental ha condenado este resurgimiento del fascismo en la tierra fronteriza a través de la cual las tropas de invasión hitlerianas asesinaron a millones de rusos. Obtuvieron el apoyo del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), responsable de la masacre de judíos y rusos, que ellos llamaban «alimañas». El UPA es la inspiración histórica del actual partido Svoboda y su aliado el Pravy Sektor. El líder de Svoboda Oleh Tyahnybok ha hecho un llamamiento para purgar Ucrania de la «mafia moscovita-judía» y demás «escoria», como gays, feministas y grupos de izquierdas.
Desde el colapso de la Unión Soviética, los Estados Unidos han sitiado a Rusia con bases militares, aviones de guerra nucleares y misiles, como parte de su Proyecto de Ampliación de la OTAN. Imcumpliendo la promesa hecha al presidente soviético Mikhail Gorbachev en 1990 de que no se extendería «un solo centímetro hacia el este», la OTAN, de hecho, ha ocupado la europa oriental. En el antiguo Cáucaso soviético, la expansión de la OTAN representa la mayor construcción militar desde la Segunda Guerra Mundial.
El Plan de Acción de Membresía de la Otan es la concesión de Washington al régimen golpista de Kiev. En Agosto, la «Operación Tridente Rápido» situará a las tropas estadounidenses y británicas en la frontera Rusia-Ucrania y el ejercicio militar «Sea Breze» enviará buques de guerra estadounidenses a vista de los puertos rusos. Uno puede imaginarse la reacción si estos actos de provocación o intimidación se llevaran a cabo en las fronteras estadounidenses.
Al reclamar Crimea –que Nikita Kruschev separó ilegalmente de Rusia en 1954– los rusos no hacen más que defenderse, como han estado haciendo desde hace casi un siglo. Más del 90 por ciento de la población de Crimea votó a favor de devolver el territorio a Rusia. Crimea es el hogar de la Flota del Mar Negro y su pérdida podría significar el final para la Marina Rusa y un premio para la OTAN. Habiendo confundido las partes de guerra en Washington y Kiev, Vladimir Putin retiró las tropas de la frontera Ucraniana y urgió a las etnias rusas del este de Ucrania a abandonar las ideas de separatismo.
De una forma muy orwelliana, a todo esto se le ha dado la vuelta en occidente convirtiéndolo en «amenaza rusa». Hillary Clinton comparó a Putin con Hitler. Sin ninguna ironía, los comentaristas políticos de la derecha alemana profirieron las mismas palabras. En los medios, se limpia la imagen de los neo-nazis ucranianos llamándolos «nacionalistas» o «ultra nacionalistas». Lo que temen es que Putin esté buscando una solución diplomática y que pueda encontrarla. El 27 de junio, en respuesta al último acuerdo de Putin –su petición al Parlamento Ruso de rescindir la legislación que le otorgaba el poder de intervenir en nombre de la etnia rusa de Ucrania–, el Secretario de Estado John Kerry lanzó otro de sus ultimatums. Rusia debe «actuar en las próximas horas, literalmente» para acabar con la revuelta en Ucrania del este. A pesar de que a Kerry se lo conoce como un bufón, el grave objetivo de tales «advertencias» era propiciar que Rusia obtuviera el estatus de paria y reprimir las noticias de la guerra del régimen de Kiev contra su propio pueblo.
Un tercio de la población de Ucrania es de habla rusa y bilingüe. Hace tiempo que el pueblo persigue una federación democrática que refleje la diversidad étnica de Ucrania y sea tanto autónoma como independiente de Moscú. La mayoría no es «separatista» ni «rebelde», sino ciudadanos que desean vivir seguros en su patria. El separatismo no es más que una reacción a los ataques que sufren por parte de la junta de Kiev, que ha enviado al exilio en Rusia a unos 110.000 (según datos de la ONU). En general, se trata de mujeres y niños traumatizados.
Como los niños del embargo a Iraq y las mujeres y niñas «liberadas» de Afganistán, este pueblo étnico de Ucrania, aterrorizado por los caudillos de la CIA, son los nadies mediáticos de occidente; su sufrimiento y las atrocidades que han sufrido han sido minimizadas hasta casi desaparecer. Tampoco se ha informado en los medios de comunicación oficiales de occidente de la escala de los ataques del régimen. Esto no carece de precedentes. Volví a leer la magistral The First Casualty: the war correspondent as hero, propagandist and mythmaker, de Phillip Knightle, con admiración renovada por Morgan Philips Price del Manchester Guardian, el único reportero occidental que permaneció en Rusia durante la revolución de 1917 e informó de la desastrosa invasión de los aliados occidentales. Justo y valeroso, Philips Price agitó él solo lo que Knightley denomina el «oscuro silencio» anti-ruso de occidente.
El 2 de mayo, en Odessa, 41 personas de etnia rusa fueron quemadas vivas en la sede de un sindicato ante la mirada impasible de la policía. Existe un video terrible que lo prueba. El líder de Pravy Sektor Dmytro Yarosh saludó la masacre como «otro día brillante de nuestra historia nacional». En los medios de comunicación británicos y estadounidenses se transmitió la noticia como una «tragedia turbia» resultante de los «enfrentamientos» entre «nacionalistas» (neo-nazis) y «separatistas» (el pueblo que recogía firmas para convocar un referendum por una Ucrania federal). El New York Times la entrerró, desechando como propaganda rusa sus advertencias sobre las políticas fascistas y antisemitas de los nuevos clientes de Washington. El Wall Street Journal condenó a las víctimas – «Fuego Mortal Ucraniano Probablemente Detonado por los Rebeldes, Según el Gobierno». Obama felicitó a la junta por su «refrenamiento».
El 28 de junio, el Guardian dedicó casi una página entera a las declaraciones del «presidente» del régimen de Kiev, el oligarca Petro Poroshenko. De nuevo se aplicó la ley de inversión de Orwell. No hubo golpe de estado; no hubo guerra contra la minoría de Ucrania; los rusos tenían la culpa de todo. «Quiero modernizar mi país», dijo Poroshenko. «Queremos introducir la paz, la democracia y los valores Europeos. Hay personas a quienes no les gusta. Hay personas a quienes no gustamos».
El reportero del Guardian Luke Harding obviamente no puso en duda tales aseveraciones, ni mencionó la atrocidad cometida en Odesa, los ataques aéreos y de artillería del régimen en las áreas residenciales, el rapto y asesinato de periodistas, el bombardeo de la redacción de un periódico de la oposición y su amenaza de «liberar Ucrania de escoria y parásitos». El enemigo son «rebeldes», «militantes», «insurgentes», «terroristas» y secuaces del Kremlin. Si congregamos a los fantasmas de la historia de Vietnam, Chile, Timor del Este, Africa Austral o Iraq, podremos identificar las mismas etiquetas. Palestina es el imán de este inamovible engaño. El 11 de julio, tras la última matanza en Gaza –80 personas, entre ellas seis niños de la misma familia– perpetrada por el ejército de Israel equipado con armamento estadounidense, un general israelí escribió un artículo en el Guardian bajo el titular «Una muestra de fuerza necesaria».
En los años 70, conocí a Leni Riefenstahl, a quien pregunté sobre las películas que había rodado para glorificar a los nazis. Utilizando una cámara y unas técnicas de iluminación revolucionarias, produjo un documental en un formato que fascinó a los alemanes: era el Triunfo de la Voluntad, donde al parecer vehiculaba las maldiciones de Hitler. Le pregunté sobre la propaganda en sociedades que se imaginaban superiores al resto. Ella respondió que los «mensajes» de sus películas no estaban subordinados a las «órdenes de arriba» sino al «vacío sumiso» de la población alemana. «¿Incluye eso a la burguesía liberal e instruída?» Le pregunté. «A todo el mundo», contestó, «y, por descontado, a la intelligentsia».
John Pilger, nacido en 1939 en Australia, es uno de los más prestigiosos documentalistas y corresponsales de guerra del mundo anglosajón. Particularmente renombrados son sus trabajos sobre Vietnam, Birmania y Timor, además de los realizados sobre Camboya, como Year Zero: The Silent Death of Cambodia y Cambodia: The Betrayal.
Traducción para www.sinpermiso.info: Vicente Abella

lunes, 8 de julio de 2013

El hilo de un ovillo que apunta al blanqueo de capitales



Mariano Rajoy, Bárcenas y las llaves de la santabárbara

Jesús Cacho (23-06-2013)
“A un tigre tienes que matarle o darle cariño; lo que no puedes hacer es andar hostigándolo todo el día y mucho menos dejarlo malherido en plena calle, porque se revuelve y te mata... Eso es lo que ha pasado en mi partido con Bárcenas. La Cospedal no lo tragaba, es que no podía con él, y desde que se instaló en Génova con mando en plaza se lo quiso cepillar. No paró hasta que lo consiguió. Pero, claro, el problema es que un tío que ha sido tesorero de un partido no sé cuántos años, que lo sabe todo, todo de todos, es muy peligroso si se le deja por ahí suelto y cabreado...” Dicen que el tigre de Bárcenas afila estos días sus colmillos dispuesto a saltar sobre su presa. Cuentan que no aguanta más, que está al límite de su resistencia, “que se pega un tiro o que se lía a tiros con todo bicho viviente”, porque la presión que soporta le ha vencido. Está dispuesto a romper la baraja. El estallido emocional se produjo el viernes 14, cuando el juez Pablo Ruz desveló que el ex tesorero del PP ocultaba otros 25 millones de euros en cuentas suizas, cifra que sumada a la ya conocida, de 22 millones, arroja la bonita suma de 47 millones o cerca de 8.000 millones de las antiguas pesetas. ¿Puede una cantidad semejante pertenecer a Luis Bárcenas?
Estamos ante el escándalo capaz de hacer estallar por los aires de una vez por todas la situación de unos partidos enemigos de las más elementales prácticas de democracia interna en su funcionamiento y acostumbrados a financiarse al margen de ley, porque las cuotas de los afiliados, irrisorias, y las cantidades que reciben de los PGE en función de sus resultados electorales son claramente insuficientes para mantener la costosa maquinaria de la que viven miles de familias en todo el país. La bola de nieve ha ido engordando hasta convertirse en un gran escándalo. El caso Bárcenas se agiganta día a día como el tronco del árbol de la corrupción del PP, del que la red Gürtel es apenas una de sus ramas, si bien importante, con sus raíces hundidas en las profundidades de los paraísos bancarios suizos, o tal parece. Una gran empresa sumergida, una maquinaria paralela cuyo presidente, en sus orígenes, fue Álvarez Cascos, cuyo consejero delegado ha sido Bárcenas, y cuyo agente comercial no era otro que Francisco Paco Correa.
Dicen que el tigre de Bárcenas afila estos días sus colmillos dispuesto a saltar sobre su presa
Ahora sabemos que había empresarios de la construcción que ingresaban sus “donaciones” al partido directamente en Suiza. Lo contaba este jueves en Vozpopuli Federico Castaño. A cambio de esas entregas, los paganos recibían el premio correspondiente en forma de concesiones de obra pública. Una práctica común a todos los partidos, particularmente a los dos mayoritarios que han tenido responsabilidades de Gobierno y por tanto acceso al Boletín Oficial del Estado. Una práctica inasumible desde el punto de vista del normal funcionamiento de un Estado moderno y de una economía de libre mercado y competitiva, cuyos nefastos efectos pagan al final los ciudadanos en forma de menos libertad y mayores precios de los bienes y servicios que consumen.
Génova y el Partido Popular han perdido el control de la situación. En el caso Bárcenas, y en tantas cosas, son esa barca que navega a la deriva, esa balsa de piedra que dijo el Nobel, confiada en que la meteorología y las corrientes favorables le acerquen a la costa y le permitan fondear en cala abrigada. Es el desconcierto que suele acompañar a los fines de ciclo, las caídas de imperios, los estertores de Régimen: nadie dirige la orquesta, todo sucede como regido por fuerzas descontroladas que se mueven a su antojo. La calle se agita y ocurren cosas estrambóticas, inexplicables, incluso risibles. Quienes parecían estar al mando se encogen de hombros, doblan la esquina, se esconden. Llegan las desgracias o amanece la calma, y todo ocurre como esa balsa que, sin GPS, siquiera sin sextante, se despierta, tras la noche atormentada, a vista de costa y con la mar en calma. “Bárcenas tiene hoy las llaves de la santabárbara”, asegura un noble pepero con años de mili, “y puede hacer volar por los aires al partido”. Este jueves le toca declarar de nuevo ante el juez Ruz en compañía de su esposa, y algunos temen que el ex tesorero, que ha llegado al límite de su aguante, termine por desfondarse y cantar: que el dinero en cuentas suizas no es suyo, sino del Partido Popular S.A.
Botella: “Por lo menos mi marido ha conseguido mover el barco”
Mariano Rajoy, con esa apatía que parece acompañar la escasa diligencia de un partido que llegó sorprendido al poder, sin ninguno de los deberes hecho, y que tampoco ha sabido mantener aseado su propio patio trasero, ha perdido el control del pañol donde se guardan munición y explosivos, artefactos que ahora un hombre acosado amenaza con hacer explotar. “Por lo menos mi marido ha conseguido mover el barco”, dice Ana Botella de su Josemari. Llamativa muestra de incapacidad para gestionar elemento tan vital para la vida del propio partido y pregunta obvia, casi obligada, que formularía el más lego de los miembros de la congregación patria: ¿Puede un grupo que no sabe llevar su propia casa, que ha demostrado tal ineptitud a la hora de desactivar este escándalo, hacerse cargo de la gestión de un asunto tan difícil y complejo como es el Gobierno de España, un país sometido hoy a los embates de toda clase de crisis?
Ahora sabemos que había empresarios de la construcción que ingresaban sus “donaciones” al partido directamente en Suiza
La misma diligencia viene mostrando el Gobierno en la gestión de otro escándalo, el que afecta a la Familia Real, en general, y a la infanta Cristina, en particular, y su polémica venta, o no, de 13 inmuebles. También aquí el Ejecutivo parece superado por las circunstancias, perplejo, perdido, sin explicación creíble. El ministro Montoro dijo el viernes que mañana lunes, a lo sumo el martes, dará a conocer el resultado de la investigación abierta para saber por qué la Agencia Tributaria (AT) atribuyó a la infanta la venta de trece fincas, un “hecho lamentable” según don Cristóbal. Desde que estalló el escándalo han transcurrido ya más de 8 días... ¿Realmente necesita Hacienda y la AT tanto tiempo para dar una explicación creíble? Silencio, la están peinando.
El informe remitido en su día por la AT al juez del “caso Nòos”, José Castro, aseguraba que la Infanta había vendido en 2005 fincas y tierras de su propiedad en las provincias de Alicante, Ciudad Real y Barcelona, poco después de realizada la compra por 5,8 millones de su palacete en el barrio barcelonés de Pedralbes. El dossier enviado al juez señalaba que la hija del Rey había enajenado 13 pisos, casas y tierras por un valor 1,43 millones. El mismo informe aseguraba que de la información aportada por notarios y registradores no se deducía la existencia de tales operaciones. Alimentado por el desmentido de la Casa Real y las contradicciones de Hacienda, las más variopintas teorías, algunas rozando la conspiranoia, se han podido escuchar estos días por los mentideros patrios.
El hilo de un ovillo que apunta al blanqueo de capitales
Ocurre que la suma de esas 13 operaciones, los citados 1,43 millones, coincide casi exactamente con el presupuesto que en su día la pareja Urdangarin-Borbón recibió para acometer las obras de acondicionamiento y mejora del palacete de Pedralbes, aunque la cifra final terminó siendo muy superior. De acuerdo con la tesis que circula por Barcelona, estaríamos ante una operación de blanqueo de dinero del Instituto Nòos en la cuantía necesaria para poder acometer esas obras. Vozpopuli fue el primero que, el 18 de junio pasado, habló de esa posibilidad. Estaríamos ante el hilo de un enorme ovillo de certificaciones que, simulando ventas ficticias, se habrían estado remitiendo a Hacienda desde notarías y registros por parte de algún oficial venal, ello sin necesidad de escrituras ni de firma de notario, utilizando el DNI de la infanta (se habla también de políticos y personajes de gran notoriedad), en la confianza de que ningún inspector de la AT iba a osar reclamar una paralela a la hija del Rey.
La misma diligencia viene mostrando el Gobierno en la gestión de otro escándalo, el que afecta a la Familia Real
La otra explicación apunta a la elaboración de una trama desde instancias oficiales para desacreditar al juez Castro –y de paso a la AT- con una operación tan torpe como la comentada (la supuesta venta de 13 inmuebles que nunca pertenecieron a la Infanta), de cuyo descubrimiento se seguiría una oleada de piedad colectiva hacia la figura de esa frágil, sufridora mujer que hay en Cristina de Borbón, burdamente agredida por quienes persiguen el descrédito de la Familia Real. Pero, ¿realmente es posible imaginar a alguien en este Gobierno o a cualquiera de sus instancias, siquiera el CNI, con capacidad bastante para maquinar una operación semejante, con algo de inteligencia detrás? La teoría se ha venido retroalimentando de la penosa petición de “disculpas” a la Familia Real formulada primero por Montoro y finalmente por el propio presidente Mariano Rajoy, disculpas que lesionan la dignidad de cualquier demócrata y ofenden la inteligencia del español medio.
Decir a estas alturas que el Gobierno de la nación está decidido a tapar este escándalo como sea no es ningún secreto. A cambio de un cómodo tránsito por los juzgados y de la desimputación de su mujer, Diego Torres se comerá el marrón del affaire Nòos como “autor intelectual” del escándalo, con el pobre Urdangarin convertido en un espantajo “orientado hacia la vertiente institucional y comercial” (sic). ¿La infanta? Una santa. Con esta crudeza lo sugiere ya el informe filtrado el viernes por Hacienda. Ruedas de molino. Si la AT, Hacienda, el Gobierno y la Familia Real quieren que les compremos esa mercancía, basta con que saquen a la luz las declaraciones de la renta y patrimonio de la Infanta de los últimos 10 años. Más fácil, imposible.

EEUU mueve sus fichas en Egipto



 











EEUU mueve sus fichas en Egipto (y en la región)

08 jul 2013

Nazanín Armanian.



“Quien paga, manda” y aquí es EEUU quien viene proporcionando 1.500 millones de dólares (unos 1.168 millones de euros) al año a Egipto y su ejército en ayuda militar y económica, convirtiéndole en el segundo receptor de ayudas después de Israel. Los militares que acaban de llevar a cabo un golpe de estado, además, reciben dinero de Arabia Saudí y controlan el 25% de la economía del país. Washington, a cambio, espera de los gobernantes del país africano, a nivel interno, sean capaces de dar estabilidad al sistema (aunque utilicen métodos mubarakianos o suadíes), y a nivel externo, lealtad a los intereses estratégicos de EEUU y sobre todo no molestar al vecino israelí. El pecado del ya ex presidente Mohamed Mursi fue su incapacidad de garantizar el orden interno. Continuas protestas de distintos sectores de la población, que culminaron en la recogida de unos 20 millones de firmas por el movimiento Tamarod (desobediencia), encabezado por El Baradei y otras personalidades, contra las políticas de Mursi, ofrecieron la oportunidad de oro al ejército-Pentágono para impedir que en la plaza de Tahrir las protestas tomaran un tono anti-estadounidense, ya que muchos carteles culpaban a EEUU —en concreto a su embajadora Anne Patterson— de proteger a Mursi y ser corresponsable de las calamidades del país. Los uniformados, acusados de gravísimas violaciones de los derechos humanos, reaccionaron rápido, se presentaron demócratas y cumplieron con el deseo de los manifestantes.



Que Obama en su discurso evitara definir como “golpe de Estado” lo sucedido se debe a dos motivos: que la ley le impide ayudar a un país cuyo gobierno democrático haya sido depuesto por un golpe militar o decreto y que no quería que los egipcios vieran sus manos detrás de la acción militar.



Roma no paga a traidores



No es la primera vez que EEUU actúa contra un gobierno que instala (Egipto. Fracasa la transición ideada por Washington): derrocó a los Muyahidines afganos e impuso a los Talibán para luego derrocarles, y no por ser bárbaros sino por su incapacidad de garantizar el orden necesario en un país clave como Afganistán (Afganistán: Batalla por la hegemonía mundial). Total, al final no hubo ningún gobierno soberano en Egipto.



En 2011 Obama, ante la caída de Mubarak, tenía tres alternativas: el ejército, favorito de Israel y Arabia Saudí; los Hermanos Musulmanes, con los que EEUU tiene fuertes lazos desde 1940; y su opción casi personal, Mohamed Al Bardie, el Nobel de la Paz. La primera era inviable por las exigencias democráticas de un pueblo sublevado. La tercera encontró resistencias entre los israelíes que le tachaban de “agente de Irán”, por insistir en el carácter civil del programa nuclear de Irán cuando fue director de la Agencia de la Energía Atómica y por afirmar que se debería revisar el acuerdo de Camp David. Quedaban los Hermanos Musulmanes, con los que Obama ya había tenido un primer y plácido contacto en la Universidad Al Azhar (Errores de Obama en Oriente Medio), donde pronunció un discurso que iba a poner fin a la política bushiana de invadir a los países musulmanes con recursos (promesa incumplida).



Al final eligió una Cohabitación ‘a la egipcia’, entre los militares y los islamistas, a la que, de momento, se pone fin. Ahora, la prioridad es impedir una guerra civil en las fronteras de Israel, mantener el contrapeso de Irán en la región, y encontrar un rostro afable a la dictadura militar.



EEUU, a través del general al-Sissi, jefe del Ejército —hombre religioso, designado por Mursi—, y en nombre del pueblo egipcio, vuelve a tomar las riendas del país sin poner las “botas en el suelo”. Está por ver el papel de varios miles de agentes de la CIA y de otros servicios de inteligencia occidental que se movían dentro y fuera del palacio presidencial de Heliópolis.



Mantener la amenaza del golpe militar ha sido uno de los instrumentos de Obama para presionar a Mursi, junto con impedir que el Fondo Monetario Internacional le prestase los 4.800 millones prometidos y otros 5.000 millones de euros de la Unión Europea. Ahora, puede abrir la cartera y soltar los millones de dólares que hagan falta para empujar el desarrollo en su “nuevo Egipto”. ¡Hay que ver cómo se puede manipular a un pueblo que está entre la espada y la pared! Es tan antidemocrática y peligrosa la intervención de los militares en la política como la que desempeñan las fuerzas religiosas. La educación de ambas fuerzas —que se presentan con falsas intenciones “supra clasistas”— está basada en los métodos autoritarios y excluyentes.



Otra experiencia… religiosa



Mohamed Mursi, ex diputado del parlamento de Mubarak, que junto a su organización llegó tarde a la revolución egipcia, pero consiguió montarse sobre sus oleadas y desde allí aplicar ideas de otros tiempos a una sociedad ansiosa de la democracia económica y política, no se dio cuenta de algo primordial: que contaba con el voto de tan solo el 51% del electorado y que parte de los votos depositados al segundo candidato, Ahmed Shafiq -miembro del antiguo régimen- eran por no votarle a él. Algo parecido sucedió en Irán en 1980, cuando ayatolá Jomeini, ante duras críticas hacia su propuesta de instalar una república “islámica”, desechó la propuesta de la mayoría que era “república de Irán”, y también la de “República Islámica Democrática de Irán”, ideada por los islamistas moderados. Convocó un referéndum con sólo dos opciones, “República islámica: ¿sí o no?”, en un clima en el que el “no” se interpretaba como un apoyo al régimen dictatorial del derrocado Sha. Ganó el “sí” obviamente, aunque allí estaban aquellos que al no ser escuchados, se lanzaron a una terrible guerra civil que duró varios años. Autoengañarse trae nefastas consecuencias.



Mursi, como Hermano Musulmán que confundió el gobernar un complejo estado en el siglo XXI con repartir caridad en los barrios pobres, no quiso ni pudo instalar la democracia. Motivos: sus limitaciones ideológicas y su pertenencia a la élite, su visión retorcida de la política (Un califato totalitario para Egipto), su incapacidad para crear al menos la sensación de mejoría la gestión de los problemas cotidianos (como la recogida de basura, el suministro de agua y electricidad o la seguridad ciudadana). Heredó un país en bancarrota, con graves problemas estructurales, como el alto índice de analfabetismo y de natalidad, se enfrentó a unas expectativas infladas de un pueblo que no podía esperar más, mientras su intento de islamizar el país sabía a demasiado a los seculares (que temían la talibanización del país) y a poco para sus aliados salafistas, quienes le abandonaron, apoyando el golpe de Estado. A todo ello, se añadió la corrupción y un amiguismo tan burdo como nombrar gobernador a un miembro del grupo terrorista Jamaa Islamiya, que participó en el atentado de 1997 en la provincia de Al agsar (Luxor ) matando a 58 turistas. Los HM, que ya tenían en su contra a minorías religiosas, ateos, seculares, los restos del antiguo régimen, los trabajadores (que en un año organizaron un centenar de huelgas), no podían hacer más para ganar enemigos.



Cambios en la región



Tal como señalamos (Obama II: Petraeus, Siria e Israel), el presidente Obama, después de su reelección, remodeló el equipo de defensa y el de política exterior, alejándose -¡no demasiado!- del tradicional apoyo de EEUU a los grupos islamistas, tanto militares como civiles. A veces les quería en un pack de 2×1: el modelo pakistaní de militares islamistas.



La rebeldía de los Talibán, el asesinato de su embajador en Libia a manos de los integristas que colocó en el puesto de Gadafi, o el asalto a la embajada de Israel en El Cairo por los HM y los salafistas le llevó a impedir que este tipo de grupos alcanzaran el poder en Siria –en la vecindad de Israel-, negándoles armas pesadas. Paso seguido, dio la bienvenida al nuevo presidente de Irán, elogiado por la prensa occidental como “moderado” (recordar que durante las protestas de millones de iraníes contra el fraude electoral de 2009, Obama envió una carta de felicitación a Ahmadineyad), y antes de retirar su apoyo a Mohamed Mursi, forzó la dimisión del otro “hermano”, el jeque Hamad al Thani, el emir de Qatar, por entorpecer sus planes sobre Siria o abrir una oficina para Hamas en su tierra. El jeque era un firme defensor de los movimientos islamistas, incluido los HM egipcios. Él financió con sus petrodólares la caída de Mubarak e inyectó dinero a la campaña electoral de los seguidores de Mursi. De allí que los golpistas egipcios hayan cerrado la cadena Al-Jazeera en El Cairo.



Se espera una nueva política de Obama, la de adelantarse a los acontecimientos, realizando cambios desde arriba en algunos países de la región y reformas, antes de que se le escape la situación en “primaveras” o “abdicaciones” de reyes y sultanes en Arabia, Kuwait, Bahréin, Emiratos y Amman, a favor de sus hijos. Favorece a esta posición la expansión del movimiento Tamarod a países como Túnez, Irak, Bahréin, y Libia.



Impacto en la región



Salvo el gobierno turco –próximo a HM-, ningún país ha llorado la caída de Mursi. Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos, e incluso el nuevo emir de Qatar, Tamim al Thani, felicitaron al presidente interino egipcio, Adli Mansur. Mientras, Irán, que declaraba “respetar al pueblo egipcio”, no ocultaba su alegría. Pues Mursi no sólo se enfrentó a Irán en el asunto sirio, sino que agitó tanto el clima anti chiita en Egipto que el mes pasado fueron linchados varios fieles de este credo en El Cairo. Otro aliviado es el presidente de Siria Bashar Al Assad: el egipcio mandó cerrar su embajada y pidió intervención extranjera para deponerle.



Israel -que no puede quejarse de Mursi porque respetó el acuerdo de Camp David y destruyó los túneles de supervivencia palestina en su frontera con Gaza- sueña la normalización de las relaciones entre ambos países, aunque teme la acción de los grupos islamistas en sus fronteras. Satisfecho de que Hamas –rama de HM-, ahora sí quede huérfano, antes ya había perdido la simpatía de Irán, por luchar contra Damasco. Al contrario de Hamas, el líder de Autoridad palestina, Mahmud Abbas, que elogió al ejército egipcio, vuelve a sacar la cabeza.



Callejón sin salida



Designar un gobierno “tecnócrata” –o sea, un ejecutor de los mandatos del FMI y su autoridad, como se pretende, agravará aún más el sufrimiento del pueblo y el caos en el país. La profundidad de la crisis de Egipto es mucho más que su caos político. Sólo un gobierno de reconciliación nacional, incluyendo a los HM, puede ser el primer paso hacia el orden y la democracia.



Lo sucedido no es el fin de los HM. En Turquía el gobierno islamista de Arbakan fue derrocado por un golpe militar en 1980; volvieron a ganar las elecciones en 1995, y fueron de nuevo depuestos en 1997; regresaron en 2002 y ahora juzgan a quienes les destituyeron en los 80, aunque se enfrentan a demandas de “desislamización del poder”, no por los militares, sino por los indignados de la Plaza de Taqsim. Excluir a una poderosa organización del juego político podrá provocar escisiones en su seno e incluso radicalizar sectores que no dudarían en tomar armas.



Dijo Henry Kissinger, en 2011, sobre la caída de Mubarak: “Es sólo el primer acto de un drama que debe ser actuado”. ¿Qué quería decir?