jueves, 13 de junio de 2013

La quinta Alemania .



Rafael Poch: "España está pagando indirectamente el enorme gasto de la reunificación alemana"

 









 







Jueves, 13 de Junio de 2013 10:01


El corresponsal de 'La Vanguardia' en Berlín analiza en 'La quinta Alemania' cómo Merkel ha dinamitado el sistema socio-laboral aprovechando el shock de la crisis. Básicamente, ha consistido en dinamitar el sistema socio-laboral y en imponer el pacto fiscal y el tope de deuda.
Vivió durante dos décadas en Moscú y Pekín, donde ejerció como corresponsal del diario La Vanguardia, antes de instalarse en Berlín. Allí ha sido testigo de cómo la canciller, Angela Merkel, está exportando a la Europa mediterránea el "experimento alemán", iniciado por Helmut Kohl en la RDA y, tras la reunificación, extendido por Gerhard Schröder a lo que había sido la Alemania Occidental.
Básicamente, ha consistido en dinamitar el sistema socio-laboral, aprovechando el shock que ha supuesto la crisis para la ciudadanía, y en imponer el pacto fiscal y el tope de deuda.  Rafael Poch (Barcelona, 1956) explica la forja de este modelo en su último libro, La quinta Alemania (Icaria), escrito a tres manos junto a Ángel Ferrero y Carmela Negrete.
Merkel es la diana de las críticas de los países del sur por someterlos a la austeridad, pero usted sostiene que las primeras víctimas han sido los propios ciudadanos alemanes.
Ha sido un movimiento en tres tiempos, que parte de la reunificación. En primer lugar, Alemania llegó tarde al proceso que se conoce como Gran Divergencia o Gran Desigualdad. Es decir, a lo que en el mundo anglosajón comenzó a finales de los setenta, con Carter y Reagan en Estados Unidos y con Thatcher en Reino Unido, y que más tarde se exportó de una u otra forma al resto de Europa. En esa operación, Alemania se retrasó porque estaba en primera línea de la Guerra Fría y tenía enfrente una Alemania alternativa, la RDA, con la que mantenía una competición en lo social. La RFA debía serlo tanto como su enemigo histórico, lo que condicionó al establishment y determinó la economía social de mercado. En 1990, eso se disuelve, por lo que el poder se siente con las manos libres y decide ponerse a tono rápidamente con el resto del mundo. El problema es que esto lo empieza a aplicar en el Este, donde se produce un desmonte industrial sin precedentes y se aplican nuevas relaciones laborales. Y, al mismo tiempo, se gasta una ingente cantidad de dinero, unos dos billones de euros, en la absorción de la RDA. Un fardo que lastra la economía y la política alemana.
"Los asalariados alemanes sufren mucho y sólo salen ganando los ricos" 
Diez años después, en 2000, entramos en el segundo momento de esta operación. Por un lado, la Estrategia de Lisboa de la UE, que es una agenda neoliberal para Europa. Por otro, tres años después, la Agenda 2010 del canciller socialdemócrata Schröder, que extiende al conjunto de Alemania las relaciones laborales que se habían introducido ya en el Este, basadas en la precariedad.
Esto nos lleva a la eurocrisis actual y, con Merkel, llegamos al tercer episodio, cuando Alemania exporta al resto de Europa esa agenda como modelo, en el contexto de la crisis.
Y, en el camino, los alemanes también han salido perdiendo.
Los asalariados sufren mucho en este proceso y salen ganando los ricos y las grandes empresas. Al mismo tiempo, con esta agenda se consigue una competitividad (que no ha sido lograda a base de productividad e innovación sino de recortar costes salariales, lo que se llama dumping salarial) que deja fuera de juego al resto de las economías de Europa. Después de Maastricht, ya no estamos en un marco de economías nacionales sino en un mercado común con una moneda única. Por tanto, tú ya no puedes practicar una política económica nacional (por ejemplo, el citado dumping salarial) sin perjudicar a tus socios.
¿Han terminado pagando España, Grecia y Portugal el alto coste de la reunificación alemana?
Indirectamente, sí. El enorme gasto de la reunificación fue uno de los grandes elementos que determinaron que Alemania practicara una política económica y monetaria muy agresiva.
¿Es tal el "milagro del empleo alemán" o responde a la proliferación de trabajos precarios, mal pagados y a tiempo parcial? ¿Cuajará la fórmula en España?
En Alemania no ha habido ningún milagro del empleo, aunque el Gobierno lo airea así. Medido en horas, se trabaja lo mismo que en 1990. No hay más trabajo sino que se ha repartido entre más gente. Al precarizarse, con esos sueldos tan exiguos esos ciudadanos no llegan a fin de mes y viven en parte de los salarios y, muchos de ellos, de las ayudas sociales. Es un estadio posiblemente mejor que el paro, pero no es un modelo.
"En Alemania no ha habido ningún milagro del empleo sino que el trabajo se ha precarizado y repartido entre más gente" 
¿Se puede trasladar éste a España? Bueno, es como comparar peras con manzanas. Alemania es una economía industrial y exportadora muy potente que ha podido plantear una estrategia de este tipo, errónea o no. En España se está recortando en nombre de pagar las deudas de los bancos, no hay ninguna estrategia detrás.
Respecto al futuro de los minijobs en España (entendidos como explotación, bajo salario y feudalismo laboral), ya los teníamos antes de todo esto. Le están poniendo nombre a una relación laboral que en España es tradicional.
Si Alemania aprieta, las exportaciones al resto de países de la UE se ahogan. ¿Cómo ha previsto su Gobierno vadear este problema?
Lo que ha dejado de vender en el sur de Europa lo ha compensado con creces en los BRICS, en Estados Unidos y en Europa del Este. Si la coyuntura global no se enfría, puede funcionar, pero como ocurra las exportaciones pueden hundirse con facilidad. En China ya hay síntomas de ello y en el resto del mundo la situación es incierta.
Paralelamente, la pérdida del poder adquisitivo en la propia Alemania frena las importaciones desde los países del sur.
No todo el trabajo está precarizado. El sector exportador alemán, las joyas de la corona, siguen teniendo unas relaciones laborales decentes. Lo que pasa es que se ha creado un segundo mercado laboral enorme, sobre todo en el sector servicios. Ahí es donde realmente la gente está muy mal pagada y, por lo tanto, son malos consumidores. Por eso el consumo interno alemán es raquítico y no tiene ningún efecto de arrastre sobre el resto de Europa, siendo el país más poblado de la zona euro. La precarización laboral tiene consecuencias en la configuración general de la economía: bajo consumo, compra de productos baratos y, por extensión, fabricación de artículos con poco valor añadido. Esto está empezando, pero tiene un gran futuro a medio y largo plazo.
¿Cree que los mensajes apocalípticos de los gobernantes alemanes o españoles respecto a la insostenibilidad de los servicios sociales responden a una campaña propagandística?
"Las situaciones de gran desconcierto social son idóneas para imponer agendas impopulares" 
Totalmente. La financiación de los servicios sociales bebe de diversas fuentes: la situación demográfica, la productividad, el sistema fiscal... La ideología neoliberal pretende anularlos, sólo se fija en la demografía menguante y, a partir de ahí, saca conclusiones definitivas. En este contexto, hay que recordar que el estado social europeo nació y se desarrolló en una época histórica en la que la pirámide social europea conoció el mayor envejecimiento de la historia.
¿Podría la canciller llevar a cabo lo que ha venido a llamarse como "austericidio" sin el shock de la crisis?
Las situaciones de gran desconcierto social son idóneas para imponer agendas impopulares. A una sociedad paralizada, que no sabe y asustada es muy fácil venderle ese discurso: "Recortamos porque hay consideraciones de fuerza mayor y no queda otra alternativa".
El crédito alemán alimentó la burbuja del ladrillo. ¿En qué medida es Berlín responsable, dado que conocía en qué se iba a invertir el dinero que prestaba, de la crisis económica en España?
"Tenemos un sistema financiero internacional absolutamente insostenible e injusto" 
El problema es convertir una situación sistémica (o sea, un sistema ladrón y totalmente pasado de rosca como era y sigue siendo el sistema financiero internacional) en una cuestión de peleas entre naciones: las que hacen bien las cosas y las que las hacen mal. Este discurso nacionalista o nacional-populista es la alternativa a reconocer la realidad. Hay que afrontar que tenemos un sistema financiero internacional absolutamente insostenible e injusto.
Los españoles creamos la burbuja, que era lo que Franco nos enseñó a hacer y hemos seguido haciendo desde el posfranquismo hasta hoy, y los alemanes financiaron eso, sin preguntar para qué era el dinero. Simplemente pensaban en meter sus enormes excedentes comerciales allí donde les daban un punto porcentual de interés más. Así, entre 2005 y 2008, bancos alemanes y franceses colocaron en España 320.000 millones de euros, gran parte de ellos en el sector inmobiliario. Por eso, la responsabilidad, no ya del inmobiliario sino de esta crisis sistémica, es general. Diría incluso que han tenido más culpa los sectores financieros situados en el centro que los de la periferia. Desde ese punto de vista, Estados Unidos, Alemania y Reino Unido son más responsables que Grecia, Italia o España, por más que no haya palabras para describir nuestra economía política, el ladrillo.
Alemania primero presta dinero para comenzar la casa por el tejado, sin cimientos, lo que conduce a un estadio de euforia y falsa riqueza en España. Luego, cuando se derrumba el castillo, compra deuda. A los intereses iniciales (superiores a los que obtendría en su propio país) se suman ahora los que le reportan los bonos. ¿Ha sido así de maquiavélico?
"Estados Unidos, Alemania y Reino Unido son más responsables de la crisis que Grecia, Italia o España" 
Ante la situación de penuria que había en España, los bancos han preferido retirar a puertos seguros el poco capital español que había, en lugar de destinarlo a dar créditos. Y el puerto más seguro es el del bono alemán, con lo cual hemos tenido no sólo una ruina por la situación que se creó en España sino también una ruina agravada por la emigración hacia el norte del capital que teníamos.
Le decía que hace años se embolsaron los intereses del crédito que alimentó la burbuja y luego, cuando se fastidió todo, han comprado deuda española por los altos porcentuales que le reportaba.
No podemos hablar en pasado, porque esto es un presente. Los bancos alemanes y franceses siguen empantanados en el sur de Europa. Siguen teniendo mucho dinero en riesgo aquí y por eso insisten en que todo se focalice al pago de esta deuda bancaria a costa del sacrificio de las clases medias y bajas de los países concernidos.
Más allá de la deuda, ¿tiene Berlín la suficiente envergadura política y económica para imponer su hegemonía en la Unión?
No. Es la gran conclusión: Alemania, siendo más poderosa que sus vecinos, no lo es tanto como para ser el nuevo hegemón de Europa, porque le falta potencia para eso. Si no hay una corrección significativa, todo se derrumbará encima de Alemania en forma de una disolución de la Unión Europea. Es una perspectiva desintegradora.
A la chita callando y pese al antimilitarismo de la sociedad, los gobernantes alemanes han devuelto a su país a la senda del imperialismo, que en última instancia busca el control de los recursos energéticos y las materias primas de otras naciones.
"Si en 2009 hubiésemos tenido tres o cuatro Grecias en Europa, el austericidio no habría tenido lugar" 
Alemania era una sociedad alérgica al imperialismo, tras haber sido protagonista de la ola imperialista más criminal de la historia, pero a partir de los noventa eso ha cambiado, lo cual es una pésima noticia. Sigue por detrás de Francia y Reino Unido, pero progresivamente se está implicando más: mantiene tropas en diversos lugares, es el tercer contingente en Afganistán y cada vez habla con más desparpajo y menos vergüenza de la necesidad de controlar los recursos globales... Es decir, está aceptando el discurso estándar noratlántico en la materia.
Usted considera que los movimientos de protesta que han surgido en España son "exhibicionistas" (sobre todo en internet), pero no "transformadores". ¿Qué elementos cree que necesitan para cambiar el estado de las cosas?
Dicho de una forma simple, si en 2009 hubiésemos tenido tres o cuatro Grecias en Europa (es decir, países que hacen diecisiete huelgas generales en dos años y donde surgen nuevas fuerzas políticas de izquierda que amenazan con llegar al poder), esto no habría tenido lugar, sencillamente se cortaría ahí. Hemos tenido a Grecia, sí, con un nivel de contestación muy fuerte, pero eso no ha pasado en Italia, España o Portugal. Es un hecho. Otra cosa es entrar a calificar al 15-M. Me voy a guardar muy mucho de ningunear a estos movimientos. Es lo que tenemos, son importantísimos y hay que cuidarlos, pero hoy por hoy son demasiado poco. Se necesita más.
Con "esto no habría tenido lugar", se refiere a los recortes, ¿no?
"En España ya había minijobs antes de la reforma, simplemente le han puesto nombre a una relación laboral tradicional"  
Claro. Si Bruselas hubiese visto el peligro de la existencia de tres o cuatro Syrizas en esos países, le entraría miedo y se vería obligada a moderarse. Esto es un juego de fuerzas. Tú metes metes el dedo en el ojo de la clase media y baja: si reacciona gritando, no pasa nada; si da un puñetazo en la mesa, es más alarmante; si te lo dan en las narices, ya estamos en otro estadio. Y no se ha aplicado la fuerza necesaria... En Grecia sí que se hizo, pero un solo país ha resultado insuficiente para parar todo lo que se nos ha venido encima, ¿no crees?
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Burt Lancaster, lo más rojo de Hollywood .

 

Burt Lancaster, lo más rojo de Hollywood (*)  

por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Jueves, 13 de Junio de 2013 16:00

En los años 50-60, fuimos muchos los que encontramos en la pantalla otros mundos y otros referentes, incluso en lo personal. Burt Lancaster un referente excepcional, alguien muy especial…
Para mi generación, la que nació en la larga posguerra, y ya era mayor cuando llegó la caja tonta, el cine fue en muchos casos, un auténtico hechizo. Nos lo metimos en vena, y no hemos querido desengancharnos, más bien lo contrario. Hemos aprovechado el video y el DVD para rememorar los recuerdos hasta el punto de que vemos con benevolencia películas mediocres que antaño nos sedujeron. A esta fascinación ayudaron muchos componentes –todo el ruido de las películas, los carteles, los programas,  la sala oscura, el “estar dentro” de un mundo paralelo. etc-, y sin duda uno de estos atractivos fue el star system por mucho que. Con el paso del tiempo, lo asumimos con cierta crítica e ironía, pero no con menos pasión, al menos en los casos más arraigados, con actores a los que nos unía afinidades que podría explicar bien un psicoanalista.
Ni que decir tiene, en mi infancia y juventud me gustaban todas las películas, y los héroes y heroínas me parecían gente de otro planeta, lo cual era evidente si te ponías a contrastar los niveles de vida y libertad de los Estados Unidos y el vertedero moral que era el franquismo. Con el tiempo, comencé a tener claro que los ídolos de la pantalla vivían también en el planeta de una imaginación que variaba en cada película, y que sus preocupaciones no eran en nada parecidas a las mías. Quizás acabé cultivando una  mitomanía laica que, básicamente, comenzaba y acababa en la sala oscura. Es por eso que no me afectó mayormente haberme encontrado a Ava Gardner paseando por París o que François Truffaut  me diera un pisotón en la filmoteca de París: sentí, claro está, alguna morbosidad, pero no le dí más importancia que le hubiera dado por ejemplo a encontrarme a alguien que me hubiera sorprendido por algo, por ejemplo por una parecido sorprendente con un lejano conocido. Es más, estaba convencido de que la mayoría de ellos no podían ser referentes personales para nada por más que me satisfaciera que James Cagney fuese un antifranquista notorio, que Gary Cooper hiciera una película republicana, o que Errol Flynn  produjera una película a favor de la revolución cubana, etcétera. O sea eran “majos” un poco en la medida en que se acercaban a tal como yo  entendía las cosas.
Entre estos ídolos cabría distinguir actores como  Gary Cooper, sobre todo en sus últimos western (Tambores lejanos, Solo ante el peligro, El honor del capitán Lex, El jardín del diablo,  Vera Cruz, etc.), pero no sucedió lo mismo con el grueso de su filmografía que me resultaba un tanto lejana; Gregory Peck por su versatilidad, con interpretaciones tan inolvidables como la del abogado Atticus Finch en Matar un ruiseñor,  que ofendió al régimen franquista por encarnar en Behold a Pale Horse (1964) a un trasunto de “Quico” Sabater, una de las cumbres del “maquis” anarquista, pero al que me cuesta perdonarle el haberle puesto “rostro humano” al fascistón general McArthur. Algo similar me sucede con Kirk Douglas,  otro que encaja en mi época, que fue nada menos que Espartaco para recordar que la lucha contra la esclavitud seguía siendo actual, amén del vaquero con inquietudes claramente anarquistas de Los valientes andan solos  (Lonely are the Brave, 1962). Esta última fue una iluminación precoz, intuida cuando apenas sí sabía de que iba, una intuición confirmada cuando descubrí que estaba basada en una obra de Edward Abbey, pero a veces lo encontré sobreactuado, y tampoco le perdonó su deriva del general Markus, el primer alto mando del ejército sionista ocupante en la infame y mediocre,  La sombra de un gigante (Cast a Giant Shadow, 1966)..    
En la infancia habría citado sin dudarlo nombres entonces mágicos como los de Stewart Granger, Robert Taylor, y sin duda a Burt Lancaster, quizás los tres rostros más emblemáticos del gran cine de aventuras en technicolor, pero por encima de todos escogería sin dudarlo a Burton Stephen Lancaster conocido por Burt Lancaster (Nueva York, 1913-Los Ángeles, 1949), y las razones habría que buscarlas  en una singular suma de elementos que no tenían los demás.
El primero es la coincidencia, mi época naciente de cinéfilo es plenamente coincidente con la del actor,  comenzando por el detalle menor de que la película que le llevó a la fama, Forajidos (The Killers), fue rodada por Robert Siodmak el año de mi nacimiento, y que en ella comió de la mano de Ava Gardner que sin ser mi primera dama, ocupa un espacio especial en mi particular imaginario femenino, sobre todo después de ver La noche que no se acaba, de Isaki Lacuesta.
Al hablar de cronología lo hago también de un seguimiento en el que las  distintas fases del actor-productor me tuvieron como un espectador seducido de manera que no sabría decir una cifra aproximada de las veces que he visto algunas de sus películas más importantes.
También tuvo mucho que ver su biografía, mucho más atrayente que la de otros actores, Burt venía de los de abajo, y nunca pareció renunciar a sus orígenes. Leí en alguna parte que nació en los sótanos de un local del sindicato de correos del IWW, el “Industrial Workers of the World”  o sea, los Trabajadores Industriales del Mundo, también conocidos como los "Wobblies" (los míos en el imaginario), en el que militaba su padre, trabajador de correos. El barrio era conocido como el Harlem español o chicano, pero a Burt le sonrió la Diosa Fortuna convirtiéndolo en un atleta consumado. A los 9 años conoció en un campamento de verano a Nicola Cuccia, hijo de inmigrantes italianos que sería su colega por todo un tiempo. Nicola pasó a llamarse Nick Cravat, y se decía que era mudo, pero eso solamente sucedía en las películas, en realidad  era tan mudo como Harpo Marx, o sea nada. Gracia a su habilidades en el trapecio comenzaron a trabajar en el circo con el nombre de "Lang and Cravat" hasta que Burt sufrió un accidente. En la biografía también se habla de diversos empleos, así como de una participación en la II Guerra Mundial, en la que actuó también como animador.
Burt ascendió nada más poner la planta en Hollywood. Fue un actor autodidacta que se tomó muy en serio el oficio. Desde siempre fue reconocido como defensor de la causa “liberal” (“rojo” en los EE.UU), tanto en sus compromisos como por títulos tan radicales como Brute Force (1947), uno de los mayores logros del “comunista” Jules Dassin, amén de uno de los clásicos del cine carcelario escrito por Richard Brooks, y que es un potente alegato libertario contra el orden carcelario que dibujaba con veracidad la parte fascista de su país  Le atribuyeron ideas comunistas,  pero el senador Joe McCarthy optó por no acusarle, aunque sí lo hizo con su alter ego, Harold Hecht, que fue su “descubridor” y con el que creó una productora. En este cometido, Burt fue uno de los promotores del neorrealismo norteamericano, de Marty (1955) que “descubrió” al inmenso Ernest Bornigne y que fue una de las pocas oportunidades para Betsy Blir, amén de otros títulos, algunos tan potentes e ignorados como Sweet Smell of Success (1947), estrenada aquí muchos años más tarde como Chantaje en Broadway, fue escrita por el mejor Clifford Odets con Alexander Mackendrick detrás de la cámara. El resultado fue una descripción despiadada de un medio, el de la prensa, sobre el que raramente penetra la mirada crítica.
Durante bastantes años, Burt presidió la ACLU (American Civil Libertes Unión), organismo en defensa de los derechos humanos. También tomó parte de la campaña de los Derechos Civiles, se manifestó contra la guerra del Vietnam,  y que yo sepa, nunca intervino en una producción de la cual avergonzarse. Era  bastante expeditivo en sus opiniones, así cuando William Wyler le ofreció el papel de Ben-Hur, le preguntó porqué se prestaba a trabajar en semejante mierda.  Cuando se estrenó Aeropuerto (1970), la productora lo retiró de las ruedas de prensa porque en la primera declaró que, a pesar de su éxito, (provocó un montón de secuelas), la película era “una birria”.
Este es un “currículum” bastante singular que superó la prueba de la ”caza de brujas” desatada por Joe MacCarthy y la derecha, por lo que Burt se vino a Europa a rodar El temible burlón (The Crimson Pirate, 1952), una película de aventuras memorable que incide en las líneas maestras e izquierdistas de El halcón y la flecha. Por lo visto, su director, Robert Siodmak, que hizo con Burt dos joyas del “cine negro”, dejó dicho que acabó hasta el gorro de su “vedetismo”, pero lo cierto es que esa no fue una queja generalizada, y también lo es que Siodmak no hizo luego nada interesante. Estaba claro que Burt no podía salirse del sistema, por lo tanto trataba sencillamente de ser coherente siguiendo unos criterios que el mismo definió con estas palabras: “La vida tiene que ser vivida en los límites de tu conocimiento y bajo el concepto claro de cómo te gustaría verte a ti mismo”.
Sus películas de principios de los cincuenta, ya me sedujeron de una vez por todas. Disfruté hasta el delirio con El halcón y la flecha (1950), y lo volví a hacer en cada visionad, sobre todo desde que percibí su contenido revolucionario, y el sentido militante de su personaje Dardo, que pasa del individualismo estrecho al solidario; algo por  el estilo me sucedió con Su majestad de los mares del Sur (1953), que contribuyó a mi enamoramiento por los “buenos salvajes” expoliados y embrutecidos por el maldito “American Way Life”; Vera Cruz (1953), fue uno de los títulos que por aquella época pude ver al menos tres veces casi seguidas sin el menor agotamiento. Obviamente, en su momento solamente me importó la aventura, pero como sucedió con Apache, o con el antirracismo de Fugitivos, (1958) de Stanley Kramer, algo quedó del “mensaje”, que recuerde, siempre simpaticé con la revolución mexicana, y la única explicación eran aquellas películas que nos abrían otras ventanas a la vida…
De aquí a la eternidad (1953), fue una conmoción entre los mayores en la época. Aunque cortada por la censura más odiada, me planteó un principio de mirada crítica hacia el nefasto “establishement” militar, y a Deborah Kerr que se convirtió en mi dama favorita, al menos en lo que se refiere al talento  y la capacidad de registros; Apache (1954), influyó más que cualquier otra a mi reconocimiento del valor de la insumisión de los nativos norteamericanos; Trapecio (1956), significó muchas cosas, primero un mayor conocimiento de su biografía ya que su pasado cirquense acompañó a esta película en la que aparecía la Lollo en su esplendor. Los carteles y los programas perturbaron a los jóvenes clientes del billar del abuelo. En ulteriores visiones –que siempre te hacen recordar la primera-, pude entender que había una línea gai soterrada en la relación de los dos protagonistas…Por cierto, cuando con el drama de Rock Hudson con el Sida, comenzaron a abrirse los armarios de Hollywood, se comentó que Burt era bisexual, lo mismo que Tony Curtis. Lo cierto es que Burt llevó tales inclinaciones discretamente, se casó tres veces y dejó seis hijos, uno de ellos adoptado.
Pero a diferencia de otros actores, el cambio de registro de Lancaster en los sesenta me pareció tanto o más apasionante que en la década anterior. Con una particularidad: algunos de los personajes que interpretó me cautivaron personalmente, o sea, que fueron muy importantes para modelar mi crecimiento, que se desarrolló bastante a contracorriente. 
En el caso de Vencedores o vencidos, cínica titulación castellana de Judgment at Nuremberg (1961), el motivo fue otro: me desveló el horror del nazismo, tanto fue así que por aquellos días leí mi primer libro sobre tal cuestión, creo que La indagación, la obra de teatro de Peter Weiss. El régimen no quiso prohibirla porque habría quedado demasiado en evidencia con una película tan reconocida y protagonizada por un plantel de actores impresionante. Ya se comenzaban a filtrar los datos del “judeocidio”, un clamor que los propagandistas del régimen trataban de negar o al menor diluir (todavía con ocasión del estreno tardío en TVE de la célebre serie Holocausto, que abordaba abiertamente el genocidio nazi, el nostálgico escritor franquista Vizcaíno Casas, incidió en esta actitud en un debate televisado), de manera que cortaron el metraje a placer. 
Por entonces, yo comenzaba a darme por enterado de estas cosas, de que Franco contó con el apoyo directo de Hitler y Mussolini (e indirecto de Churchill), aunque no sabía todavía que en el momento de estos juicios, la prensa del “Movimiento” trató de que se juzgara también…a las autoridades republicanas en el exilio. La película me conmovió de pies a cabeza, y mi reacción espontánea fue identificarme con el fiscal encarnado por Richard Widmark. Después de sucesivas visiones, todavía sigo por ahí, echando de menos un juicio como el de Nüremberg contra los genocidas, estén en España, en Rusia o en los Estados Unidos.
Pero la película que más me influyó en aquel entonces fue El hombre de Alcatraz  (1962), cuyo contenido  encajaba como un guante con mis preocupaciones. Evoca la dura trayectoria de un convicto (Robert Strout),  un desgraciado violento se rebela ciegamente contra las autoridades, y que es condenado a cadena perpetua para redimirse; que se esfuerza por superar el foso carcelario gracias a su tenacidad y su amor por los pájaros, y me cautivó. Era un ejemplo rotundo de alguien que le da la vuelta a sus desdichas, y que acaba encontrando otra dimensión en la vida.  No fue hasta la tercera o cuarta visión que me percibí que se trataba de una película muy larga, porque en ningún momento me sentí fatigado, claro que por entonces podía estar muchas horas sin vaciar la orina. Pero ver esta película ya no era un ejercicio más de un enfermo de cine, era una manera de entrar en el terreno de mi carácter y de lo que quería ser, alguien que aunque lo metieran en una celda de por vida, buscaría algo a través de lo que realizarse. 
Sus otras colaboraciones con John Frankeheimer,  Siete días de mayo (1964) y El tren (1965) acentuaron tales afinidades. La primera por cuanto apunta hacia la existencia de un militar-fascismo en los Estados Unidos (y coherentemente, Burt interpreta a un fascista en una película antifascista), la segunda porque se acerca mucho más rigurosamente a lo que significó el nazismo, y lo que fue la resistencia con un ferroviario como héroe que lucha por la cultura.
En este cuadro se inscribe su encarnación del pastor místico y sensual de Elmer Gantry (1960), una obra maestra en la que Burt estuvo implicado desde todos los niveles y que le reportó uno de los Oscar más merecidos que se recuerda, pero como era de esperar, aquí se estrenó tarde.  Se trataba de una esmerada adaptación de uno de los títulos mayores y más escabrosos de Sinclair Lewis, el autor de Babitt, uno de los mejores retratos de la naturalaza retrógrada  de la burguesía norteamericana, capaz de manejar las empresas más complejas mientras sigue con una mentalidad religiosa integrista. 
Esta fase tan impactante contribuyó a realzar a mis ojos la importancia de El gatopardo (1963), creo que la primera película que no pude esperar que llegara a los cines de barrio por los que me movía.
Esta magistral adaptación marcó  un salto en mi incipiente evolución política, por primera vez me quedaban claras toda una serie de ideas que había comenzado a conocer, el marxismo en especial. Aparte de su derroche de inteligencia, de las grandes escenas, los decorados, las pinceladas sobre el grupo humano, me subyugó la imponente presencia señorial de Burt Lancaster en un papel para el que no concibo a nadie más, ni tan siquiera al aristocrático Laurence Olivier, la película llegaba en un momento en el que su descubrimiento me llevaría a la exaltación. En aquellos momentos ya había crecido lo suficiente para comprender que el motor de la historia era la lucha de clases, que la burguesía iniciaba por entonces su decadencia, y que lo único que buscaba era mantener sus privilegios aunque fuese estableciendo un “compromiso histórico” con la burguesía más ruín. Por entonces ya leía y releía la revista de voluntad  marxista Nuestro cine, y aunque veía de rodillas las películas de John Ford y de Howard Hawks, no me convencían ideológicamente, y no tuve ninguna atracción por la idea del “cine por el cine” que blandía como bandera Films Ideal que, para colmo, ni tan siquiera era antifranquista, y en mis cuentas, eso significaba ser cómplice.
No hay duda de que Lancaster fue consciente de la oportunidad de participar en una obra artística de alcance superior, y seguramente también lo era del atraso cultural de los EE. UU donde la obra maestra de Visconti se estrenó amputada con la mitad de su duración original y constituyó un rotundo fracaso. Ya con los años pudimos ver el montaje definitivo en dos partes diferenciadas con largos fragmentos en versión original subtitulada, toda una cita que nos deparó a mi compañera de entonces y a mí, dos tardes de domingo seguidas en verdad inolvidables.
En los sesenta, Burt comenzó a gestionar una decadencia desde la que todavía hizo su aporte a unas cuantas obras mayores.
En esta categoría crepuscular entra de pleno Los profesionales (1966), otra vez con Richard Brooks y con un reparto excepcional para una historia de exaltación revolucionaria sin idealismos,  en el fondo un alegato a favor de la lucha del pueblo vietnamita con la revolución mexicana como trasfondo histórico y paisajístico. A continuación, Burt hizo su última gran aportación al  “western” de la mano de Robert Aldrich, La venganza de Ulzana (1972), que venía a ser algo así como la cara más cruel de Apache ya que describe la última resistencia apache como especialmente cruel sin por ello querer desautorizarla. Fue con Aldrich  con el que trabajó en un potente modesto pero no por ello menos certero alegato antinuclear en Alerta misiles (Twilight's Last Gleaming, 1977), encarnando a un militar con un tono político verdaderamente audaz, cuestionando las razones últimas de la guerra de Vietnam, y mostrando -como por otra parte era característico en Aldrich- una radical desconfianza hacia el poder y quienes lo representan o sirven.  La película fue masacrada por  nuestra querida censura.
Burt regresó a Italia por la puerta grande con dos interpretaciones memorables.  En una volvió a trabajar con el marxista Luchino Visconti, Confidencias (Gruno di fiamiglia in un interno, 1975), título crepuscular, donde volvió a estar soberbio en el papel de un solitario profesor que se convierte en voz del propio autor meditando sobre los cambios operados en su larga vida y en la sociedad italiana. Se trató de la penúltima obra de Visconti, y fue gracias a un Lancaster agradecido que Luchino pudo conseguir el capital necesario para su producción que, como era de esperar,  los distribuidores yanquis consideraron de explotación imposible. En la otra sobresalió en un papel secundario en el fresco socialista de Bertolucci, Novecento (1976), que de alguna manera conectaba con El gatopardo,  y que al menos para mí, sería seguramente lo más recordado de este ambicioso fresco social, por otro lado tan en consonancia con la época. 
Aunque trabajó en varios proyectos más, Burt consiguió una despedida a su medida de la mano de otro realizador europeo, Louis Malle, con Atlantic City (1980), donde da vida al viejo gangster Lou Pasco, un viejo canalla consciente de que la vida se le acaba, y que disfruta con deleite de la visión furtiva de los pechos de una primeriza Susan Sarandon.  Todavía estuvo a punto de encarnar al viejo conservador Ambroce Bierce  convertido al final de su vida en un voluntario a favor de la revolución siguiendo al ejército de Pancho Villa en Viejo gringo (Old Gringo, 1989), pero las compañías de seguro se negaron a firmar sus pólizas, y fue sustituido por Gregory Peck, que estuvo tan memorable como sin duda lo hubiera estado Burt de haberlo hecho.
Falleció de un ataque cardiaco, y según declaró Alain Delon “iba en silla de ruedas, estaba parcialmente paralizado”, de manera que tuvo el tipo de muerte que él hubiera deseado (…) la muerte le ha supuesto un cierto alivio, ya que en estos últimos cuatro años ha sufrido mucho”. Alguien recordó que en uno de los cuadernos de Giusseppe Tomasi di Lampedusa, este anotó la siguiente cita de Thomas Carlyle. “Nuestra vida está delimita por dos silencios: el silencio de las estrellas y el de las tumbas”.
Lancaster murió en un tiempo en que reinaban canallas integrales, de mala gente que interpretaban por lo habitual héroes violentos cuyo único objetivo era escalar en una cima social cada vez más escandalosamente privilegiada, y de “actores” de la estirpe neoliberal, como Silvestre Stallone, Arnold Schwarzenegger o Bruce Willis, entre otros y otras. Recuerdo que hasta entonces, había sido una revista de inequívoca trayectoria “liberal” como Fotogramas, publicó una extensa lista de entrevistas con estrellas que al mismo tiempo eran grandes fortunas entre la que también puedo citar a Sandra Bullock y al escritor Tom Clancy, y en todas ellas el mensaje era el mismo: todos pagaban demasiados impuestos. La Bullock hasta proclamaba que lo que ganaba haciendo –pésimas- películas,  se lo merecía. Un tiempo desde el que uno no podía por menos que pensar que después del tiempo de los leones había llegado el de las hienas, dicho sea con el mayor respeto por las hienas. Ni que decir que esta panorama no hizo más que reforzar más aún mi aprecio por  la leyenda de Burt Lancaster, y claro está, por aquellas grandes títulos que, en muchos casos,  para mí fueron mucho más que cine. 

(*) Esta trabajo estaba en principio destinado a ser un capítulo de mi libro, Lo que aprendí del cine, publicado en La Cosecha anticapitalisla, la editorial virtual de Kaos.




 
















miércoles, 12 de junio de 2013

El panóptico ideal









 












El panóptico ideal





Blackwater digital manda

Asia Times Online



El fallo de Daniel “Los papeles del Pentágono” Ellsberg es definitivo: “En la historia de EE.UU. no ha habido una filtración más importante que la divulgación por parte de Edward Snowden de material de la NSA”. Y eso incluye la divulgación de los propios Papeles del Pentágono. En este vídeo [en inglés] de The Guardian, Snowden detalla sus motivos.
A estas alturas, todo lo que gira alrededor de la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA) apunta a una caja negra en un agujero negro. La caja negra es la sede de la propia NSA en Fort Meade, Mayland. El agujero negro es un área que incluiría los suburbios de Fairfax County en Virginia, cerca de la CIA, pero sobre todo la intersección de Baltimore Parkway y Maryland Route 32.
Allí se encuentra un parque industrial a unos 2 kilómetros de la NSA del que Michael Hayden, un exdirector de la NSA (1999-2005), dijo a Tim Shorrock de Salon que es “la mayor concentración de poder cibernético del planeta”. [1] Hayden lo bautizó “Digital Blackwater”.
En este sitio se encuentra un buen resumen de preguntas cruciales que todavía no se han respondido sobre el agujero negro. Pero cuando se trata de cómo un mago informático de 29 años con poca educación formal ha podido acceder a una cantidad de secretos ultraconfidenciales del complejo de inteligencia nacional-seguridad de EE.UU., la respuesta es bastante obvia; todo tiene que ver con la agresiva privatización del espionaje, a la que se refieren mediante una montaña de eufemismos como “dependencia de contratistas”. En realidad la mayor parte del hardware y del software utilizados por la mareante red de 16 agencias de inteligencia de EE.UU. está privatizada.
Una investigación del Washington Post descubrió que las agencias de seguridad, contraterrorismo y espionaje de EE.UU. mantienen negocios con más de 1.900 compañías [2]. Una consecuencia obvia de ese tsunami de contratistas –hordas de proletarios de alta tecnología del “conocimiento” en cubículos marrón topo– es su acceso indiscriminado a información ultraconfidencial. Un administrador de sistemas como Snowden puede tener acceso prácticamente a todo.
La “puerta giratoria” ni siquiera comienza a explicar el sistema. Snowden fue uno de 25.000 empleados de Booz Allen Hamilton (“Somos visionarios”) durante los últimos tres meses [3]. Más de un 70% de estos empleados, según la compañía, tienen una aprobación de seguridad del gobierno; 49% son de máximo secreto (como en el caso de Snowden) o aún mayor. El exdirector de inteligencia nacional Mike McConnell es ahora vicepresidente de Booz Allen. El nuevo director de inteligencia nacional, el general retirado de aspecto siniestro James Clapper, es un exejecutivo de Booz Allen.
La opinión pública estadounidense –y mundial– podrá tener ahora una idea más clara de cómo una muchacha pastuna en Waziristán fue exterminada por un “ataque selectivo”. Todo tiene que ver con estos meta-datos y multiplicación de matrices recolectados por la NSA privatizada conducente a una “firma”. La muchacha pastuna “terrorista” podrá terminar por transformarse en un futuro cercano en una peligrosa abraza-árboles o una ruidosa manifestante política.
Todo por culpa de China
Como era de esperar, en cuanto Snowden reveló su identidad los medios corporativos de EE.UU. dieron prioridad a matar al mensajero en lugar de estudiar el mensaje. Eso incluyó todo, desde el mal gusto de asesinar su reputación a la acostumbrada elucubración de un exagente de la CIA de que en Washington muchos consideraban que Snowden formaba parte de una presunta conspiración del espionaje chino.
También se ha hablado mucho de un complot al estilo de John Le Carré de que Snowden abandonase su vida tranquila en Hawái y volase a Hong Kong el 20 de mayo porque “tiene un compromiso apasionado con la libertad de expresión y el derecho al disenso político”. El bloguero basado en Hong Kong, Wen Yunchao, lo describió memorablemente como que Snowden “abandonó la guarida del tigre y entró al cubil del lobo”. Sin embargo, la visa de Snowden en el aeropuerto Chek Lap Kok dura 90 días, bastante tiempo para pensar en su próximo paso.
Desde 1996, antes de la entrega británica a China, se aplica un tratado de extradición entre el tigre y el lobo [4]. El Departamento de Justicia de EE.UU. ya está considerando sus opciones. Es importante recordar que el sistema judicial de Hong Kong es independiente del de China, según la idea de “un país, dos sistemas” conceptualizada por Deng Xiaoping. Por mucho que Washington intente extraditar a Snowden, éste también puede solicitar asilo político. En ambos casos puede permanecer en Hong Kong meses, en realidad años.
El gobierno de Hong Kong no puede extraditar a nadie que afirme que será perseguido en su país de origen. Y crucialmente, el artículo 6 del tratado estipula que “no se entregará a un delincuente fugitivo si el delito del que se le acusa o por el que fue condenado es de carácter político”. Otra cláusula estipula que no se entragará a un fugitivo si eso implica “la defensa, los asuntos exteriores o el interés público esencial o la política” de –¿quién será?– la República Popular China.
Por lo tanto podríamos estar ante un caso en el cual Hong Kong y Pekín tendrán que llegar a un acuerdo. Sin embargo, incluso si decidieran extraditar a Snowden, podría argumentar ante el tribunal que se trata de “un delito de carácter político”. El resultado es que esto podría tardar años. Y es demasiado temprano para decir cómo lo trataría Pekín para lograr máximo efecto. Una situación en la que no puede perder desde el punto de vista chino sería equilibrar su compromiso con la no injerencia absoluta en los asuntos internos, su deseo de no agitar el frágil bote de la relación bilateral, pero también qué acción de no “pivoteo” el gobierno de EE.UU. ofrecería a cambio.
El panóptico ideal
Los usuales derechistas rabiosos de EE.UU. seguramente olvidan el hecho de que Snowden no considera a los analistas de inteligencia –e incluso al gobierno de EE.UU. per se- inherentemente “malos” [5]. Lo que subrayó es que todos trabajan según una premisa falsa: “Si un programa de vigilancia produce información de valor… En un paso, hemos logrado justificar la operación del panóptico”.
Oh sí, no hay que equivocarse; Snowden ha leído cuidadosamente a Michel Foucault (también subrayó su repugnancia ante “las capacidades de esta arquitectura de opresión”).
La deconstrucción de Foucault de la arquitectura del panóptico es ahora un clásico ( véala aquí en un pasaje de su obra maestra Vigilar y castigar de 1975). El panóptico es el sistema de vigilancia ideal, diseñado por el filósofo Jeremy Bentham en el Siglo XVIII. El panóptico –una torre rodeada de celdas, un ejemplo preorwelliano de “arquitectura de opresión” no se concibió originalmente para la vigilancia de una prisión, sino de una fábrica repleta de campesinos sin tierras en trabajos forzados.
Oh, pero esos eran días proto-capitalistas rudimentarios. Bienvenidos al futuro (salvajemente privatizado), en el cual el agujero negro de la NSA, “Blackwater Digital”, domina sobre todo cómo el panóptico perfecto.
Notas:
1. Digital Blackwater: Meet the Contractors Who Analyze Your Personal Data, Alternet, 10 de junio de 2013.
2. Top Secret America, Washington Post, junio, 2010.
3. Vea aquí para sitio en la web de la compañía.
4. Vea aquí para tratado de extradición.
5. Nombre de código 'Verax': Snowden, en contactos con periodista del Post, dejó en claro que conocía los riesgos. Washington Post , 10 de junio de 2013.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente esObama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com
(Copyright 2013 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/World/WOR-03-110613.html
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

domingo, 9 de junio de 2013


Un bicentenario olvidado: la rebelión de los luditas (1812-2012)
 
Un bicentenario olvidado: la rebelión de los luditas (1812-2012) Renán Vega Cantor Inglaterra: Las diversas formas de expropiación impulsadas por el capitalismo a lo largo de su existencia han generado variados tipos de rebelión y resistencia
Constituyen la otra cara de la moneda del progreso técnico, ya que representan la acción de los “vencidos”, cuya memoria debe ser recordada de acuerdo al precepto de Walter Benjamin: “No pedimos a quienes vendrán después de nosotros la gratitud por nuestras victorias sino la rememoración de nuestras derrotas. Ése es el consuelo: el único que se da a quienes ya no tienen esperanza de recibirlo” .

El origen de esas luchas se encuentra en que, como lo dice José Saramago: “Una persona no es como una cosa que se deja en un sitio y allí se queda, una persona se mueve, piensa, pregunta, duda, investiga, quiere saber, y si es verdad que, forzada por el habito de la conformidad, acaba, más tarde o más pronto, pareciendo sometida a los objetos, no se crea que tal sometimiento es, en todos los casos, definitivo”. Los seres humanos somos “aparte de sujetos de un hacer, también sujetos de un pensar”.

Capítulo inédito (quinto) del nuevo libro de Renán Vega Cantor

Leer texto completo [PDF]












miércoles, 5 de junio de 2013

Este país no da espías: del oasis a la granja de Orwell
Gregorio Morán · · · · ·

24/03/13




No tenemos tradición ni para la llamada novela negra, menos aún para el género de espías. Los maestros sabían de qué escribían. Dashiell Hammett, había ejercido de canalla contratado por los empresarios para dedicarse a romper huelgas, y con toda probabilidad en más de una ocasión se pasó en la paliza. La tapadera era una agencia de detectives en la que estaba empleado. La experiencia debió de ser tan demoledora que de allí salió para cumplir tres cosas que condicionarían lo que le quedaba de vida: escribir novelas, hacerse comunista -lo que le costaría cárcel en los Estados Unidos de la libertad y la guerra fría-, y beber hasta matarse. Tuvo la suerte de conocer a una dama elegante y pija, valiente hasta la osadía, rica del sur, Lillian Hellman, dramaturga de éxito y memorialista imprescindible, que le echó la última mano cuando ya su talento estaba anegado en destilados pero seguía siendo un hombre digno.

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El género de espías es un producto de la guerra fría; había precedentes, el gran Eric Ambler, por ejemplo. Cuando David Cornwell, agente operativo en la Alemania dividida toma el nombre de John le Carré, han pasado muchas cosas. Las traiciones de la Central en Londres, donde los chicos guapos se disfrazaban de comunistas. La más selecta high class intelectual trabajaba para el enemigo comunista. Para un lector común pensar que tal o cual personaje se pasa de bando es como un incidente novelístico. Se equivoca por ignorancia. Que Kim Philby, sin ir más lejos, el más grande de los espías probablemente del siglo XX, trabajara para los soviéticos, no tiene nada que ver con la literatura.

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Tendemos a ver al gulag, a Guantánamo, a los crímenes que leemos, como si se tratara de textos. No. Son vidas. Que Kim Philby trabajara para el enemigo significó centenares de vidas que con toda probabilidad terminaron fatalmente. La tortura a un espía no tiene nada que ver con lo que la gente cree que es la violencia del Estado. Es la conversión de un ser humano en un desecho capaz de cualquier cosa con tal de que le dejen morir. Siempre entendí que Le Carré no quisiera nunca encontrarse con Philby en Moscú. Lo mismo hizo Graham Greene, otro profesional del servicio de espionaje. Era como embalsamar a los amigos muertos.

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Nosotros tenemos muy poco que ver con esto. Nuestros espías, desde los tiempos de Felipe II -acaba de aparecer un libro sobre su espía principal- son muy representativos de un Estado frágil, torpe, con escasos recursos de talento y sin embargo munificente en el pago. En Catalunya nos ha dado por aquel Garbo que parece que consiguió él sólo ganar el desembarco de Normandía, pero no solemos recordar que el eminente hombre de negocios y político Bertrán y Musitu fue el primer jefe de espionaje de Franco durante la Guerra Civil. Producía cierta pena ver el exagerado documental que se dedicó a este Joan Pujol Garbo. Un tipo listo que nunca se enteró de nada que fuera importante. El hombre de la gran operación de engaño británico de la operación de Normandía se llamaba Ted Roberson, capaz de inventarse un póquer con comodín para alcanzar la cima del gran engaño. Nuestro Garbo no tenía ni zorra idea de lo que estaba en juego, felizmente, porque ni los nazis eran idiotas ni nosotros talentos tan distinguidos.

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Esta introducción es imprescindible, creo, para situarnos en un restaurante discreto llamado La Camarga, donde una agencia dedicada al trabajo sucio y al cobro limpio, Método 3 (me seduce el nombre), que empezó una pareja y un chaval dentro de toda sospecha, Francisco Marco, con inclinaciones que exigen proveedores, colocaron un florero, ¡un florero con micrófono! Si al difunto Orson Welles le cuentan la historia los hubiera echado de la habitación por falsarios. Con menos, él había hecho la obra maestra de El tercer hombre, sin que fuera suya, y sin una sola chapuza en la impecable realización. (Con Alida Valli. En castigo a un lapsus antiguo me he comprometido a citar a Alida Valli cada vez que me refiera a El tercer hombre. Es lo menos que puedo hacer). O los periodistas somos tontos o disimulamos. Un encuentro entre Alicia SánchezCamacho, que a mí digámoslo en lenguaje machista me parece un esperpento, y una chica que dice haber sido amante de un hijo de Jordi Pujol, experto en este tipo de lances. Se habla de dinero negro, fuga de capitales e incluso violencia de género, con toques de sexo hard. ¿Y el florero? ¿Quién estaba interesado en escuchar lo que no le correspondía? Yo, lo admito, no me reuniría con Alicia Sánchez-Camacho ni en una floristería; me produce una cierta repulsión física que no sé muy bien cómo calificar, si de ideológica o mental.

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Pero eso sucedió en el verano del 2010, cuando gobernaba el tripartito y aquel inefable Zapatero. Hasta aquí la historia transcurre en el mejor estilo catalán. No tenemos ni idea de qué va eso del espionaje y los servicios. Los servicios no tienen sexo. Pero por qué esos tipos de Método 3, famosos al parecer por haber sido contratados por un tipejo de aspecto sórdido al que llamaban el nen, que fue jefe de no sé qué del Barca, luego de Convergència y ahora de la Generalitat, creador de un grupo al que se llamaba en el gremio los mortadelos, y que responde al nombre de Xavier Martorell, vinculado a esa especie de cofradía de masones católicos que orienta el rei del pinyol, expresión intraducible al castellano y que sería algo así, como el ayudante del padrino, en términos sicilianos. Pero resulta que los de Método 3 habían sido contratados, a la sazón, por Pepe Zaragoza, antiguo camillero y luego líder local del socialismo, más conocido entre su gente, ya sea militante o compañera de pernada, como el sucio. Cada vez que lo contemplo en un informativo, admito que me produce pena de telediario, que diría aquella teórica de las transformaciones profundas en la Catalunya socialista, Montserrat Tura, y es que le veo como alguien que va a hacer algo por lo que habremos de sufrir.

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Resumiendo, hay un individuo, factótum de Método 3 al que todos recurren para hacer trabajos que no exigen mayor esfuerzo. Hasta los pobres de las CUP aseguran que los contrataron para ir al registro de la propiedad y saber si un alcalde tenía tales o cuales fincas. (Reconocerán conmigo que la política catalana está alcanzando niveles que aún superan la estupidez de la política mesetaria, para entendernos) Trabaja para José Zaragoza y el PSC, también para Convergència, y nada menos que para espiar a sus propios dirigentes. ¿De verdad estos tipos no deberían ser cesados todos a una y ser objeto de una visita al frenopático, previo paso por el juzgado de guardia?

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¿Y la dama? Oh, la dama. Apenas unas horas antes que los servicios del Estado detuvieran a nuestro 007, guardador de los secretos de este pretendido Estado en trance de llegar a Ítaca, se encontró con una dama. Era al mediodía, casi la hora de comer, y la entrevista duró una media hora. Luego ella salió y tras cruzar la calle -hay quien asegura, en su descargo, que cruzó tres calles- se metió en el coche del responsable de los Mossos dEsquadra, Manel Prat. La escena es más cutre que una operación del inspector Carvallo.

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Ella es periodista, Mayka Navarro, y no sé por qué nosotros actuamos como la mafia siciliana y los diarios españoles, ocultando los nombres. Recuerdo que escribió un libro, por llamarlo de alguna manera, una biografía de Magda Oranich; lo que tiene su mérito conseguir echar hacia delante una biografía de tan egregia personalidad. Me esforzaré en ser más claro y contundente en la segunda entrega de este culebrón, aún sin más violencia que el hecho de que todos los coches camuflados de la Policía Nacional, aparcados y sin conductor, en los alrededores del set de esta película de lladres i serenos, aparecieron con las ruedas pinchadas. Lo que se llama colaboración entre cuerpos de Seguridad del Estado. No recuerdo una cosa igual desde Palermo y su Brigada Móvil.

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Estamos rozando la emergencia social y nuestros grandes letrados, gente aguda, sostiene que eso de estar imputado en procesos de corrupción política apenas si es un accidente. Casi una medalla por los servicios prestados a la patria catalana o española, da lo mismo. No preocuparse, sólo están implicados en casos de corrupción. Luego, cuando sean procesados, diremos que no es lo mismo que te procesen a que te condenen. Y luego, cuando los condenen, te explicarán que mientras la condena no sea firme, siempre caben recursos. Y para entonces, nosotros estaremos muertos y los nietos de los Pujol Ferrusola estarán organizando otra consulta soberanista.

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Una pregunta nada retórica: ¿ustedes se imaginan a este país independiente, dirigido por esos mismos imputados en casos de corrupción? Sería como en Madrid, con la diferencia de que no me imagino a un mosso desquadra registrando la casa de un líder político del mismo partido que dirige los Mossos dEsquadra. Primero no estarían imputados. Segundo no habría juez capaz de seguir adelante con el asunto, a menos que lo hiciera como aquel inefable del caso Palau, muy profesional, pero que parecía dirigir a los elefantes de Aníbal; cuando se cansó de tanto esfuerzo, lo sustituyeron.

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Yo contemplo a Luis Bárcenas, ínclito encargado durante años de las finanzas del PP, y me aterrorizo. Es la Italia del socialista Bettino Craxi que hizo rico a su recogedor de pelotas de plata, Silvio Berlusconi. Fueron los intelectuales como Indro Montanelli quienes se inventaron aquella fórmula genial e irresponsable: tapaos la nariz, pero votad a los corruptos. Ellos tienen una responsabilidad en el desastre, que ninguno asumió nunca. Murieron con ese halo entre Marinetti y Malaparte, de haber tenido siempre razón; sólo se equivocaba la historia. Lo mismo que estos chicos, aprendices de asesorías, cuando sacaban pecho cuando algunos decíamos que no había ni siquiera que ir a votar, para mostrarles nuestro desprecio. ¿Y nuestra responsabilidad ciudadana? Se la han pasado estos caballeros por sus partes.

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¿Y ahora qué hacemos? Se inventaron hace años un espejismo al que algunos llamamos oasis, para ridiculizarlo, mientras el país se iba degradando a pasos agigantados. La nueva prensa del Movimiento Nacional y la inteligencia se convertían en serviles ante el poder que las subvencionaba. En Madrid había pelea, aseguraban, duelos a primera sangre, que se decía antiguamente. Nada decisivo, porque el día que dos diputados autonómicos socialistas se pasaron al enemigo y dejaron a los suyos compuestos y sin alternativa, ese día la suerte estuvo echada. La hegemonía conservadora perduraría durante el tiempo que la gente aguantara. Y la gente aguanta décadas, incluso siglos, de humillación y silencio. Luego vienen los historiadores y explican que había mucha oposición pero que no se notaba, porque era silenciosa, como sus papás y sus abuelas.

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Para los antiguos, como yo, la situación se asemeja a los tiempos de la prensa del Movimiento, cuyo lema era los que gobiernan nos pagan, y no cabe quejarnos, tal y como está el patio. Los partidos políticos en Catalunya han decidido jugar a la parábola del dentista: no nos vamos a hacer daño. Es muy bestia decir que el partido que gobierna Catalunya tiene su sede principal embargada por los tribunales de justicia por el caso Palau. ¿Palermo? ¿Catania? Por supuesto, sólo están implicados, no hay sentencia y cuando la haya, la única certeza es la que pronosticaba el gran Keynes para el futuro: todos calvos.

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Nos inventamos el oasis como chascarrillo, y resultó que muchos se lo creyeron. Tanto camello y tanto beduino disfrazado daban para componer un cuadro escénico tentador. ¡Se acabó el bròquil! Nuestra clase política está dando los últimos estertores antes de que el personal se subleve y esto sea la de Dios es Cristo. La paciencia de la gente tiene un límite. No es que la gente se sienta estafada, es que la han estafado y en la más absoluta impunidad. Y de ahí partirá una agresividad inevitable. El Estado sólo puede ser el que monopoliza la violencia si al tiempo garantiza la justicia. No se puede engañar a la gente con el descaro que se ha hecho hasta ahora. La transición fue una estafa, un juego de trileros donde todos sabían dónde estaba la pelotita, pero nadie quería levantar la chapa.

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No sé si estos graciosos, bien engrasados, de la imputación como medalla y riesgo de las responsabilidades políticas, son conscientes de que estamos llegando a un punto de ebullición que nos retrotrae a otras épocas. La actitud de los partidos políticos y de los medios de comunicación que de ellos dependen está llevando a una desafección política absoluta. Yo escucho a Dolores de Cospedal y me produce una irritación que no recordaba desde Pilar Primo de Rivera. Oigo a Duran Lleida vacilar con nosotros sobre si su partido cometió un delito o fue sencillamente un gesto galante no bien interpretado por la judicatura, y pienso en lo que hubiera hecho yo, y montones, hace un puñado de años. Nadie tiene el derecho de mofarse de ti impunemente. Estos caballeros están fraguando la violencia. No te puedes descojonar de un ciego y luego llamarle ínclito invidente.

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Ha vuelto la necesidad, es decir, el hambre. Y sobre todo una cosa que ha sido siempre en las sociedades un motor para la agresividad y la violencia, la absoluta falta de perspectivas. Los supuestos líderes hablan con lengua de madera, como dicen los franceses, y por más que se inventen soberanismos y demás frivolidades para gente asentada, no colma las necesidades de unos tipos que han trabajado como chinos antiguos y que se encuentran ahora con ahorros robados, pensiones ridículas, prejubilaciones, y juegos financieros que consienten a sus jefes beneficios de escándalo, mientras ellos han de limitarse a la supervivencia doméstica.

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La clase política debe entender que está poniendo la mecha sobre el explosivo que ha ido fabricando, y que carece del más mínimo mérito para considerarse ni siquiera la casta, como dicen en Italia. Porque allí existe y existió siempre, por ser país dominado por las grandes potencias, el talento emergente de una sociedad civil. Nosotros no tenemos eso. Hasta nuestra inteligencia es gregaria y sumisa. ¿Se acuerdan de tantos apoyos a Zapatero cuando gobernaba? ¿Ninguno de ellos tendrá la dignidad de suicidarse, me es indiferente si física o ideológicamente? Pero un gesto. Sólo un gesto les salvaría de la vergüenza de haber sido los cómplices de aquel irresponsable. Lo más despreciable: la complicidad silenciosa.

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Aferrarse al escaño. Muchas más razones tendría el trabajador para aferrarse a su puesto de trabajo. Primero, porque lo sudó. Segundo, porque bien que le sacaron su plusvalía. Y tercero, porque creyó en ellos, unos estafadores de tres al cuarto. Esos diputados de Convergència, del PSC, del PP, o de la izquierda desmañada, aferrados al escaño. Eso es una provocación para quien no puede aferrarse a nada que no sea su indignación y esa sensación de haber sido burlado y humillado por una camarilla de personajes que él eligió en mala hora y que ahora le miran con gesto de conmiseración: Chico, es lo que hay.

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Vamos a la violencia, de cabeza. ¿Quién no tendría la tentación de llevar hasta la UCI de un hospital con recortes a esos tipos de la troika, que deciden que tu familia es una mierda, tu trabajo una nadería y tu vida inútil? Imagínenselo por un momento. Usted ha ahorrado unos dinerillos que han utilizado como han querido unos gángsters que no necesitaron matar para ganarse el título, y que de pronto le dicen que usted vivía por encima de sus posibilidades, y le arruinan.

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Me ha dejado una desazón absoluta saber que Oriol Pujol Ferrusola, imputado, al que parece que hubiéramos de dar las gracias por no cesar en nada que no siga cobrando, estudió veterinaria y es experto en granjas de cerdos. ¡Hostia, la pesadilla de Orwell! . Del oasis a la granja




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La Vanguardía, 16 y 23 de marzo de 2013






martes, 4 de junio de 2013






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Turquía
En todas partes es Taksim, resistencia por doquier

Jadaliyya.com

Traducción para Rebelión por S. Seguí.

Tomando una página del libro de juegos de los dictadores, de Damasco a Argel, el primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan ha rechazado hasta ahora cualquier compromiso serio con los miles de personas que protestan por la destrucción del Parque Gezi en Estambul. Sus partidarios han intentado presentar la protesta –que entra ya en su séptimo día y va en aumento– como obra de anarquistas marginales, ateos, instigadores extranjeros y detractores del Gobierno. Se han citado “segundas intenciones” y se ha aludido a conspiradores laicos que tratarían de derrocar al Gobierno del partido de inspiración religiosa AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo). La televisión turca ha tardado en dar cobertura a la violencia que ha tenido lugar en el parque y la adyacente Plaza Taksim, las protestas solidarias desde Los Ángeles a Sídney o los miles de personas que han cruzado el puente del Bósforo para socorrer a los estaban siendo expulsados por la fuerza –con gases lacrimógenos, cañones de agua, porras y puños– del centro de Estambul. Hay noticias de apagones de Internet en zonas alrededor de Taksim y el transporte público se ha suspendido. La Plaza Taksim está convirtiendo en el Tahrir de Turquía. Podría ser la gota que colma el vaso. Pero aunque no sea así, no se olvidará en mucho tiempo la reacción del Gobierno. La cuestión
Las protestas se han estado gestando durante mucho tiempo. Los planes para remodelar la Plaza Taksim (donde se encuentra el Parque Gezi) fueron anunciados antes de las elecciones generales de 2011. En ellos se incluyen la eliminación de todo el tráfico con la construcción de túneles subterráneos y la destrucción del Parque Gezi (el único espacio verde que queda en Taksim) para dejar espacio para la (re)construcción del cuartel de Topçu. Este cuartel, en su día una guarnición militar construida por el sultán Selim III, fue demolido en la década de 1940 para dejar espacio a un parque público en el centro de la ciudad, lo que hoy es el Parque Gezi. De acuerdo con los planes de remodelación aprobados por el Alto Comisionado para la preservación de bienes naturales y culturales, de marzo de 2012, el cuartel reconstruido albergaría un centro comercial y bloques de apartamentos residenciales. El espacio libre del parque desaparecería en su totalidad.
Numerosas asociaciones de arquitectos y urbanistas han criticado públicamente con dureza estos planes. Argumentan que el proyecto no sólo destruiría uno de los pocos espacios verdes que quedan en la ciudad, sino que también eliminaría el carácter público de la Plaza Taksim, reemplazándolo con los espacios cerrados e inaccesibles de un centro comercial y unos apartamentos. Muchos argumentan que el objetivo del proyecto es reducir el tráfico humano en Taksim con el fin de despolitizar y desocializar una de las zonas más animadas de Estambul, y lugar de frecuentes protestas y reuniones de carácter social. A pesar de encontrar eco entre segmentos considerables de la población, las críticas no se convirtieron en protestas a gran escala hasta casi un año después. Tres acontecimientos separados, el primero en diciembre de 2012, allanaron el camino de las protestas del Parque Gezi de los últimos días.
El primer acontecimiento tuvo lugar el 7 de diciembre 2012, con el desalojo de la Pastelería Inci de su emplazamiento tradicional en la calle Istiklal, en Taksim. La pastelería era un símbolo muy querido del comercio local de Estambul, y despachaba renombradas profiteroles y limonada en el mismo lugar desde 1944. Su desalojo con el argumento de que el edificio en el que se alojaba, una estructura otomana tardía conocida como Cercle d'Orient, necesitaba ser reformado provocó indignación, en la medida en que se sospechaba que la “actualización” supondría, de hecho, la destrucción del edificio para dar cabida a un centro comercial.
Las sospechas se confirmaron en marzo de 2013, cuando el Cine Emek adyacente –una sala de proyecciones independiente en funcionamiento desde 1924 y sede del Festival de Cine de Estambul– fue demolido. Kamer Construction, una empresa turca famosa por la construcción de centros comerciales en zonas claramente protegidas y con estrechos vínculos comerciales con varios municipios del AKP en Estambul, recibió un contrato para la construcción de un centro comercial de diez pisos y una multisala en los terrenos del edificio demolido. Este segundo evento provocó protestas significativas en Taksim, a las que el Gobierno respondió con la fuerza.
Era cada vez más evidente que estaba a punto de tener lugar una gran remodelación de Taksim que no tenía en cuenta en absoluto el carácter histórico de la zona o las preocupaciones de los residentes. La resistencia se intensificó y cuando los técnicos municipales responsables de la destrucción del Parque Gezi llegaron a su destino en las primeras horas del 28 de mayo, un grupo de cincuenta manifestantes estaban protegiendo los árboles y la periferia exterior del parque. Entre los manifestantes estaba Sıtkı Süreyya Önder, un parlamentario del partido BDP (Partido de la Paz y la Democracia). Gracias a sus credenciales y su valiente postura frente a las excavadoras, ese día los manifestantes lograron detener la destrucción del parque.
El tercer golpe llegó al día siguiente. El 29 de mayo, mientras los manifestantes continuaban su ocupación del Parque Gezi, el primer ministro Erdoğan estaba inaugurando la construcción de un tercer puente sobre el estrecho del Bósforo. El proyecto en sí es extremadamente discutible. El número de árboles que deberán ser arrancados está entre 350.000 y 2.000.000 (las cifras varían según la fuente de información). Echando más leña al fuego, el puente llevará el nombre de Yavuz Sultan Selim, conocido por sus masacres de alevís [1] dentro y fuera de las fronteras del Imperio Otomano. Durante la inauguración, y en referencia a la ocupación de Parque Gezi, el primer ministro hizo la siguiente declaración: “No importa lo que ustedes [los manifestantes] hagan. Tomamos una decisión ... y vamos a seguir adelante con esa decisión.” Para muchos, la respuesta de Erdoğan confirmó el distanciamiento y el despotismo cada vez más flagrante del Gobierno. Sumada a la demolición del Cercle d'Orient y el intento de demolición de Parque Gezi, la inauguración del puente encendió una de las mayores protestas en la historia reciente de Turquía.
A medida las protestas en Taksim crecían, el Gobierno respondía con fuerza desmedida.

Cinco días en Estambul
En las primeras horas del 31 de mayo, la policía atacó a miles de manifestantes reunidos en el Parque Gezi y la Plaza Taksim. Cientos de manifestantes, periodistas, parlamentarios y transeúntes resultaron heridos, entre ellos el parlamentario del BDP Sıtkı Süreyya Önder, que fue hospitalizado después de un ataque con gas lacrimógeno. La policía hizo un uso indiscriminado de gas lacrimógeno (que, según informes de prensa, se ha agotado en Estambul, y ahora se está enviando desde otros municipios) lanzando bombas en hoteles y cafés, y en la estación de metro de Plaza Taksim, donde tomaron refugio algunas personas. Con el fin de atender a los heridos, la Cámara de Medicina de Estambul estableció un hospital móvil en Taksim.
Cuando las noticias de la violencia se extendieron, más y más gente comenzó a hacer su camino hacia Taksim. En la madrugada del 1 de junio, miles de personas comenzaron a marchar desde el lado asiático de Estambul hacia Taksim, cruzando el Puente del Bósforo a pie. Fueron recibidos por la policía antes de llegar a su destino. En el momento de escribir estas líneas, testigos oculares informan de que decenas de personas han sido hospitalizadas y hay otros muchos heridos en las calles.
Desafiando las expectativas, las protestas del Parque Gezi están obteniendo un nivel de apoyo sin precedentes. Las muestras de solidaridad entre grupos que antes eran incapaces de compartir una plataforma han sido extraordinarias. Los manifestantes pertenecen a diferentes grupos de edad, ciudades, convicciones políticas y religiosas, y grupos de ingresos. Algunos han llegado a Taksim a pie o en autobuses fletados, otros navegan hacia Taksim en yates privados. Los grupos pro-kurdos están alzados en solidaridad con las asociaciones juveniles kemalistas. Hinchas de clubes de fútbol rivales están coordinando esfuerzos para apoyar a los manifestantes en diversas zonas de Estambul. Los rumores de dimisión de políticos del AKP de nivel local y nacional siguen llegando, del mismo modo que las declaraciones de funcionarios estatales que condenan las medidas antidemocráticas tomadas por sus superiores. Tuits de Taksim cuentan que los conductores de autobuses estacionan sus vehículos en la entrada de las calles para hacerlas inaccesibles para los tanques de agua de policía; que compañías de teatro públicas y privadas ofrecen alimentos y bebidas a los manifestantes; que los hoteles de lujo abren sus vestíbulos a los que huyen del gas lacrimógeno; que conductores de taxis y empresas de autobuses trasladan a los manifestantes de pueblos de los alrededores a Estambul y a los heridos a los hospitales; que los propietarios de negocios comparten sus redes inalámbricas con los manifestantes para aumentar la eficiencia de la organización. En solidaridad, residentes de varias ciudades de Turquía –entre otras Ankara, Esmirna, Adana, Diyarbakir, Hatay, Mersin y Eskisehir– se están concentrando en las plazas públicas para expresar su descontento –el más democrático de todos los derechos– con el Gobierno.
Lento para responder con cualquier cosa que no fuera la violencia, el Gobierno ofreció la primera respuesta televisada en la tarde del 1 de junio. En respuesta a un anuncio hecho por el Juzgado no 6 de Estambul según el cual el proyecto de reurbanización de Taksim es ilegal y debe detenerse de inmediato, Erdoğan confirmó su plan de hacer caso omiso de la decisión del poder judicial y proceder a la demolición del parque; insistió en que el ha sido democráticamente elegido y se despidió.

En nombre de la democracia
A medida que Estambul despierta a lo que algunos han descrito como la “Primavera de Turquía,” los manifestantes de Parque Gezi y otros lugares están resistiendo no sólo a la brutalidad de la policía sino también a los intentos de apropiarse de sus acciones de resistencia. Denunciando a los que piden la intervención del ejército en nombre del pueblo y negándose las acusaciones de fanatismo religioso e intolerancia, los manifestantes insisten en que la suya es la causa de la democracia. Desde hace meses, Erdoğan ha respondido a las protestas contra las decisiones del Gobierno con un estribillo: “He tomado mi decisión.” Hoy día, los manifestantes del Parque Gezi, junto a miles de personas que se han opuesto anteriormente a la “rehabilitación” de espacios públicos y su transformación en centros comerciales, a la destrucción de los bosques para crear carreteras y puentes, o a las innumerables decisiones tomadas sin consultar y sin tener en cuenta los procesos democráticos, están expresando su oposición a una democracia sin democracia. Dichos manifestantes se han reunido bajo pancartas que proclamaban: “En todas partes es Taksim, resistencia por doquier.” El Estado ha reaccionado con una demostración de fuerza impropia de incluso la más débil de las democracias.
Notas
[1] Seguidores de una rama del Islam chií con algunas influencias preislámicas residentes en Turquía. Este mismo grupo existe en otros países de la zona, por ejemplo en Siria (alauís) (N. del t.)
Fuente original: http://www.jadaliyya.com/pages/index/11980/everywhere-is-taksim-resistance-everywhere