miércoles, 17 de febrero de 2021

Pablo Hasél en la cárcel y el rey emérito a cuerpo de rey .

 

Estos son los 64 tuits y la canción por los que ha sido condenado el rapero Pablo Hasél

La Audiencia Nacional ha condenado al rapero por los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona e injurias y calumnias a las Instituciones del Estado. El músico ya fue condenado en 2014 por el Supremo por el primer delito.


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https://www.publico.es/sociedad/estos-son-64-tuits-y-cancion-sido-condenado-rapero-pablo-hasel.html

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https://youtu.be/S6VcZidg66Q

las protestas...https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/02/17/protestas_detencion_hasel_116846_1012.html

lunes, 15 de febrero de 2021

Mientras EE.UU. dormía .

 

Mientras EE.UU. dormía

Despertar y descubrir que has desaparecido como potencia mundial


Fuentes: TomDispatch - Imagen: “El curso de un Imperio: Destrucción” , Thomas Cole


Después de cuatro años de mandato errático de Donald Trump, Estados Unidos está despertando de un sueño largo y turbulento para descubrir, como el personaje de ficción Rip Van Winkle, que el mundo que una vez conoció ha cambiado más allá de todo reconocimiento.

En ese clásico cuento americano de Washington Irving publicado en 1819, un granjero amable, aunque perezoso, sale de su aldea colonial para ir a cazar a las montañas Catskill. Allí se encuentra con un grupo de hombres misteriosos, bebe en abundancia de su barril de licor y cae en un largo sueño. Al despertar descubre que le ha crecido una barba blanca hasta el vientre y que su juventud se ha marchitado hasta convertirse en una vejez irreconocible. Al regresar a su pueblo, descubre que su esposa murió hace mucho tiempo y que su casa está en ruinas. Mientras tanto, en el letrero sobre la taberna del pueblo donde pasó tantas horas agradables ya no aparece el rostro de su amado rey Jorge, el monarca británico, sino que ha sido reemplazado por alguien llamado general Washington. En el interior, la charla cordial de los días de la colonia ha dado paso a una ferviente campaña electoral por algo llamado Congreso, sea lo que eso sea. Increíblemente, Rip Van Winkle había estado durmiendo durante toda la Revolución Americana.

Si bien este país ha estado caminando también dormido a través del sueño febril de la versión de America First del presidente Donald Trump, el mundo siguió cambiando de forma tan decisiva como durante aquellos siete años en que los Continentales del general Washington lucharon contra los casacas rojas británicas. Así como el rey Jorge sufrió una terrible derrota que le costó las 13 colonias, Estados Unidos ha perdido, a una velocidad igualmente asombrosa, su liderazgo en la comunidad internacional.

¿De quién es la isla mundial?

Durante los ocho años anteriores a que Donald Trump asumiera el cargo en 2017, Estados Unidos parecía estar adaptándose creativamente a algunos serios desafíos a su hegemonía global posterior a la Guerra Fría. Después de la crisis financiera de 2007-2008, la peor desde la Gran Depresión, un programa bipartidista de estímulos salvó la industria automotriz de la nación y lanzó una recuperación económica lenta pero sostenida.

Washington, impulsado por una renovada vitalidad económica, parecía tener una oportunidad razonable de controlar el desafío económico global, demasiado real y creciente, de China. Después de todo, utilizando los 4 billones en reservas de divisas que había ganado en 2014 por su nuevo papel como taller del mundo, Pekín había lanzado una Iniciativa de la Franja y la Ruta de un billón de dólares centrada en convertir la vasta masa continental euroasiática (y partes de África) en una zona comercial integrada, una verdadera “isla mundial” que excluiría a Estados Unidos y socavaría radicalmente su liderazgo mundial.

En sus dos mandatos como presidente, Barack Obama, el predecesor de Trump, siguió una inteligente estrategia de compensación, buscando dividir económicamente la potencial isla mundial de Pekín en su división continental de los Montes Urales. La Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés) planeada por Obama, que excluía deliberadamente a China, fue la piedra angular de su estrategia para atraer el comercio de Asia hacia Estados Unidos, convirtiendo así la Iniciativa de la Franja y la Ruta en un caparazón hueco. Ese borrador de tratado, que habría superado cualquier otra alianza económica excepto la de la Unión Europea, se diseñó para integrar las economías de doce naciones de la cuenca del Pacífico que generaban el 40% del producto mundial bruto, y Estados Unidos iba a estar su mismo centro.

Para menguar el comercio de la otra mitad de la potencial futura isla mundial de Pekín, Obama también estaba llevando a cabo negociaciones para una Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión con la Unión Europea. Su economía combinada de 18 billones de dólares era ya la mayor del mundo y representaba el 20% del producto mundial bruto. La alineación regulatoria propuesta entre Europa y Estados Unidos habría agregado supuestamente 260.000 millones de dólares a su comercio anual total. La audaz gran estrategia de Obama fue utilizar esos dos pactos para arruinar los planes de Pekín, lo que daría a Estados Unidos un acceso preferencial al 60% de la economía mundial.

Por supuesto, el esfuerzo de Obama se encontró con fuertes vientos en contra incluso antes de dejar el cargo. En Europa, una coalición de oposición de 170 grupos de la sociedad civil protestó porque el tratado transferiría el control sobre la regulación de la seguridad del consumidor, el medio ambiente y el trabajo de los Estados democráticos a tribunales de arbitraje corporativo cerrados. En Estados Unidos, el plan de Obama se enfrentó a fuertes críticas incluso dentro del Partido Demócrata. Figuras clave como la senadora Elizabeth Warren se opusieron a la posible degradación de las leyes laborales y ambientales a través del TPP. Ante unas críticas tan fuertes, Obama tuvo que depender de los votos republicanos para obtener la aprobación del Senado en la autorización por la vía rápida para completar la ronda final de negociaciones sobre el tratado. Esa oposición, sin embargo, se aseguró de que ninguno de los acuerdos se aprobara antes de que él dejara el cargo.

Sin embargo, fue Donald Trump quien dio el golpe de gracia. Inmediatamente después de su investidura, limitó las conversaciones comerciales con Europa y se retiró de la Asociación Transpacífica, diciendo: “Vamos a detener los ridículos acuerdos comerciales que han sacado… a las empresas de nuestro país, y vamos a revertirlos”.

Política exterior unilateral

En cambio, Trump adoptaría la estrategia unilateral de America First que pronto provocó una costosa guerra comercial con China. Después de dos años de aranceles crecientes en ambos lados del Pacífico que dañaron la economía de Estados Unidos, Trump capituló en enero de 2020, firmando un acuerdo que rescindía los aranceles estadounidenses más prohibitivos a cambio de la promesa inaplicable de Beijing de comprar más productos estadounidenses. Después el presidente elogió su “gran y hermoso” acuerdo comercial como una victoria enorme, aunque no fue sino una rendición mal disimulada.

Mientras su Casa Blanca parecía obsesionada en jugar con sus lazos bilaterales con China, Pekín estaba robando una página del manual estratégico global de Obama, superando a Washington al perseguir dos acuerdos comerciales multilaterales que deberían haberle parecido inquietantemente familiares a cualquiera que haya vivido los años de Obama. En noviembre de 2020, Pekín lideraría a 15 naciones de Asia y el Pacífico en la firma de una Asociación Económica Integral Regional que prometía crear la zona de libre comercio más grande del mundo, que engloba a 2.200 millones de personas y casi un tercio de la economía mundial. (1)

Solo un mes después, el presidente de China, Xi Jinping, se anotó lo que un experto llamó “un golpe geopolítico” al firmar un acuerdo histórico con los líderes de la Unión Europea para una integración más estrecha de sus servicios financieros. En efecto, el acuerdo brinda a los bancos europeos un acceso más fácil al mercado chino, al tiempo que acerca más al continente a la órbita de Pekín. El cambio de Washington es tan importante que el asesor de seguridad nacional entrante del presidente Biden, Jake Sullivan, instó públicamente a los aliados de la OTAN a consultar primero con la nueva administración antes de firmar el acuerdo, una petición que simplemente ignoraron. De hecho, este tratado es posiblemente la mayor brecha en la alianza de la OTAN desde que se formó ese pacto de defensa mutua hace más de 70 años.

A través de una sorprendente inversión de la audaz táctica geopolítica, aunque no llegó a plasmarse, de Obama de utilizar pactos multilaterales para atraer el comercio de Eurasia hacia Estados Unidos, esos dos acuerdos le darán a China acceso preferencial a casi la mitad de todo el comercio mundial (sin siquiera tener en cuenta la Iniciativa de la Franja y la Ruta, que aún se encuentra en desarrollo). En un golpe maestro diplomático, Pekín aprovechó la ausencia de Trump de la arena internacional para negociar acuerdos que podrían, junto con la mencionada Iniciativa, dirigir una parte creciente del capital y el comercio del continente euroasiático hacia China. En los próximos años, la inclusión de Pekín bien podría significar la exclusión de Washington de gran parte del floreciente comercio que seguirá haciendo de Eurasia el epicentro de la economía mundial.

El declive y caída de ya saben qué gran potencia

Si eso fuera todo, entonces podríamos anotar algunas victorias significativas para China y esperar a que el equipo de política exterior de Biden intente igualar el marcador. Pero están sucediendo muchas más cosas que sugieren que esos tratados fueron una clara manifestación de tendencias más profundas y preocupantes.

Cuando los imperios entran en decadencia y caen, rara vez colapsan en el tipo de apocalipsis repentino retratado en una serie monumental de pinturas titulada “El curso del imperio” por otro habitante de las montañas Catskill, el renombrado artista Thomas Cole. Su pintura de 1836 en esa serie, ahora colgada apropiadamente en el Museo Smithsonian en Washington, muestra a un “enemigo salvaje” saqueando una gran capital imperial cuyos habitantes, degradados por años de vida lujosa, solo pueden huir aterrorizados mientras las mujeres son violadas y los edificios quemados.

Sin embargo, los imperios suelen experimentar un declive largo y menos dramático antes de caer en la modalidad romana gracias a eventos cuya lógica solo aparece años o incluso décadas después, cuando los historiadores intentan revisar los escombros. Por lo tanto, es probable que así suceda en lo que era (y sigue siendo en muchos aspectos), hasta mediados de la semana pasada, el Estados Unidos de Donald Trump, donde los signos de declive son tan erráticos como omnipresentes.

El presagio más revelador de ese declive, el propio Trump, se encuentra ahora exiliado en su Club Mar-a-Lago en Florida. Hace diez años, en un ensayo para TomDispatch titulado “Four Scenarios for the End of the American Century by 2025” [“Cuatro escenarios para el fin del siglo estadounidense en 2025”], sugería que la hegemonía global de Estados Unidos no terminaría con el estallido apocalíptico de Thomas Cole, sino con el gemido de una retórica populista vacía. “En una marea política de desilusión y desesperación”, escribí en diciembre de 2010, “un patriota de extrema derecha captura la presidencia con retórica atronadora, exigiendo respeto por la autoridad estadounidense y amenazando con represalias militares o económicas. El mundo casi no presta atención cuando el siglo estadounidense acaba en silencio”.

La elección de Trump en 2016 hizo demasiado real lo que hasta entonces solo me había parecido una posibilidad preocupante. Con una prestidigitación digna de los trucos de aquel showman del siglo XIX P.T. Barnum (como el supuesto gigante de Cardiff o la sirena de la isla de Fiji), el programa de televisión de Trump “The Apprentice” presentaba a Donald como un multimillonario hecho a sí mismo de extraordinaria habilidad financiera. ¿Quién mejor para rescatar a Estados Unidos de la pérdida de empleos, los salarios estancados y la competencia extranjera provocada por la globalización económica? Pero resulta que Trump había hecho trampa para ingresar a una universidad de la Ivy League; muchos de sus negocios habían quebrado; y su tan cacareada habilidad empresarial se reducía esencialmente a desperdiciar una herencia de 400 millones de dólares de su padre. Como predijo el periodista H.L. Mencken en 1920, Estados Unidos había llegado finalmente al punto en que «la gente sencilla de la tierra alcanzará por fin el deseo de su corazón y la Casa Blanca aparecerá decorada con un absoluto imbécil”.

Trump, tan pronto tomó posesión de su cargo, doblegó a la nación (aunque no al mundo) a su voluntad, fracturando alianzas probadas por el tiempo, rompiendo tratados, negando la ciencia climática incontrovertible y exigiendo respeto por la autoridad estadounidense con una retórica atronadora, aunque en gran parte vacía, con amenazas de represalias militares o económicas a nivel mundial. A pesar de sus políticas manifiestamente estúpidas, el Partido Republicano capituló, los magnates corporativos aplaudieron y casi la mitad del público estadounidense se aferró a su nuevo salvador.

Como ocurre con todos los espectáculos con entradas agotadas, lo mejor se guardó para el final. Cuando la pandemia de la covid-19 golpeó con toda su fuerza en marzo de 2020, Trump se presentó en los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en Atlanta, con una gorra MAGA, para proclamar su “habilidad natural” respecto a la ciencia médica, mientras distinguidos doctores se quedaban al margen como extras de estudio en un testimonio mudo de sus afirmaciones por lo demás risibles. A medida que la pandemia comenzó a escalar hacia su terrible y aún creciente número de víctimas, Trump se apropió de las sesiones informativas de la Casa Blanca con expertos médicos para promover una sucesión de afirmaciones descabelladas: usar una mascarilla era simplemente “políticamente correcto”; la covid-19 era solo otra gripe que “se debilita con el clima más cálido”; la hidroxicloroquina era curativa; introducir “luz ultravioleta dentro del cuerpo” o inyectar un “desinfectante” eran posibles tratamientos. Un número sorprendente de estadounidenses comenzó a beber lejía para protegerse del virus, lo que obligó a meses de advertencias de salud pública.

Después de casi un siglo en el que Estados Unidos había sido un líder mundial en la promoción de la salud pública, la administración Trump, para escapar de la culpa de sus propios fracasos cada vez mayores, abandonó la Organización Mundial de la Salud. Prestando al país el aura de un Estado fallido, los propios CDC, que alguna vez fueron el estándar de oro del mundo en investigación médica, pifiaron el desarrollo de una prueba de coronavirus y, por lo tanto, renunciaron a cualquier intento serio a nivel nacional de control y rastreo de la enfermedad (el medio más eficaz).

Mientras que naciones más pequeñas como Nueva Zelanda, Corea del Sur e incluso la empobrecida Ruanda frenaban eficazmente la covid-19, al final del mandato de Trump, Estados Unidos ya había superado las 400.000 muertes y los 24 millones de infectados, significativamente por encima de cualquier otra nación desarrollada y una cuarta parte del total de casos del mundo. Mientras tanto, Pekín movilizó una rigurosa campaña de salud pública que rápidamente contuvo el virus a únicamente 4.600 muertes en una población de 1.400 millones. En solo cuatro meses, China eliminó virtualmente el virus (a pesar de nuevos brotes locales periódicos) y puso su economía a funcionar con un aumento del 5% en el PIB, que representaba el 30% del crecimiento mundial del año pasado. Mientras tanto, después de once meses de pandemia incesante, Estados Unidos seguía sumido en una recesión paralizante. Esta sorprendente disparidad en el desempeño estatal solo aceleró el esfuerzo de China para superar a Estados Unidos como la economía más grande del mundo y, con toda esa influencia financiera, convertirse en la potencia preeminente.

Un bis tragicómico

Sin embargo, fue la apuesta del presidente Trump por un bis que resultaría verdaderamente extraordinario en lo que se refiere al declive imperial. Durante sus 70 años como hegemonía mundial, la promoción pública de la democracia por parte de Washington ha sido el programa distintivo que ha ayudado a legitimar su liderazgo mundial (sin que importaran las intervenciones que lanzó al estilo-CIA o las guerras de estilo colonial que libró continuamente).

Si bien la Guerra Fría comprometió a menudo ese compromiso de forma particularmente sorprendente, una vez terminada, Washington ha pasado 30 años promoviendo oficialmente el voto justo y las transiciones democráticas, con líderes como el expresidente Jimmy Carter volando a las capitales de los cinco continentes para supervisar y alentar elecciones libres. De repente, el mundo observó boquiabierto con asombro cómo, el 6 de enero, en la elipse de la Casa Blanca, el presidente denunció como fraudulenta una elección estadounidense justa y envió a una turbamulta de 10.000 nacionalistas blancos, conspiradores de QAnon y otros trumpistas a asaltar el Capitolio cuando el Congreso estaba ratificando la transición a una nueva administración.

Además de este aura de Estado fallido, el antes formidable aparato de seguridad nacional del país se derrumbó como si fuera una policía del Tercer Mundo cuando los milicianos de derechas rompieron el frágil cordón de seguridad alrededor del Capitolio y asaltaron sus pasillos como si fueran una horda de linchadores en busca de líderes congresistas. Las llamadas desesperadas del líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, a un Pentágono distraído, y la movilización peligrosamente retrasada de la Guardia Nacional de su estado por parte del gobernador de Maryland, Larry Hogan, causada por la comprometida cadena de mando del ejército estadounidense, solo parecían ser un eco del tipo de escenarios de golpe tropical que presencié en Manila, la capital de Filipinas, durante la década de 1980.

Cuando el Congreso volvió finalmente a reunirse, en el Capitolio todavía sonaban los llamamientos republicanos, en nombre de la unidad nacional, a olvidar los actos incitados por el presidente. De esa manera, los representantes republicanos del Congreso parecían hacerse eco del tipo de impunidad que durante mucho tiempo ha protegido a las juntas militares caídas en Asia o América Latina de cualquier rendición de cuentas por sus innumerables crímenes. En otras palabras, este intento de perpetuar el poder de un posible autócrata a través de un golpe de Estado (fallido) fue el tipo de espectáculo que muchos millones de habitantes de Asia, África y América Latina han experimentado en sus frágiles Estados, pero que nunca esperaron ver en Estados Unidos.

De repente, nuestra nación, supuestamente excepcional, parecía trágicamente vulgar. La cúpula reluciente del Capitolio simbolizó alguna vez la vitalidad de la democracia de esta nación, que inspiraba a otros a seguir sus principios o al menos a aceptar su poder. Este país ahora parece andrajoso y cansado, atrapado como otros antes entre olvidar en nombre de la unidad o exigir que los poderosos rindan cuentas por los grandes crímenes que de otra manera perseguirían a la nación. En lugar de aspirar a los ideales de Estados Unidos o confiar su seguridad a su poder, es probable que muchas naciones encuentren su propio camino a seguir, cerrando acuerdos con todo aquel que llegue, comenzando con China.

A pesar de su aura de fuerza abrumadora, los imperios, incluso los que fueron tan poderosos como el de Estados Unidos, resultan a menudo sorprendentemente frágiles y su declive suele llegar mucho antes de lo que nadie podría haber imaginado, especialmente cuando la causa no es el “enemigo salvaje” de Thomas Cole, sino sus propios instintos autodestructivos.

Hoy, en la era de un presidente de 78 años, un verdadero Rip Van Biden, los estadounidenses y el resto del mundo parecen estar despertando en una nueva época que bien podría ser sobrecogedora.

Alfred W. McCoy, colaborador habitual de TomDispatch, es profesor de Historia en la Universidad de Wisconsin-Madison. Es autor de: The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Drug Trade, un libro, ya convertido en un clásico, que demostró la coyuntura entre los narcóticos ilícitos y las operaciones encubiertas a lo largo de 50 años, y, más recientemente, In the Shadows of the American Century: The Rise and Decline of U.S. Global Power (Dispatch Books).

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández  ..https://rebelion.org/despertar-de-un-sueno-febril-de-cuatro-anos-y-descubrir-que-has-desaparecido-como-potencia-mundial/

Fuente: https://tomdispatch.com/while-america-was-sleeping/

Nota del blog  ..(1) https://es.wikipedia.org/wiki/Asociaci%C3%B3n_Econ%C3%B3mica_Integral_Regional

Y VER .https://rebelion.org/por-que-rusia-esta-volviendo-loco-a-occidente/.

domingo, 14 de febrero de 2021

14F .- La hora de la realidad .

 Nota sobre las elecciones en Cataluña.

LDM .

Para mí   el que tiene más posibilidades es un gobierno de ERC  en solitario o con  Comunes e incluso CUP apoyado por  PSC  y ya lo he dicho antes de las elecciones por las encuestas. Se aseguran además la gobernabilidad en el Ayuntamiento de Barcelona en la Generalitat y en el Estado . ERC gobernar solo o con Comunes  y ya se verá CUP  ,que  dudo mucho que apoye a JxCat ..con Borras de presidenta . Ya lo dijo y luego se desdijo , pero en campaña electoral . Lo  dirá  su Asamblea .   Al PSOE no le conviene  ni gobernar ni entrar en el gobierno sino apoyar a  ERC con Comunes. Y no se puede obviar la alta abstención la segunda ganadora votos totales =2.854.000 , abstención= 1.359.000. De un censo  5.369.000 . Y los independentistas solo tienen 1. 437 .000 votos. ¿ Dónde han quedado los (+- )2 millones ?. Han perdido   563 .000 votos . Ellos son  el 1/4 de votantes. Por ejemplo , de momento , un referéndum lo  pueden  tener perdido.  Y es necesario volver a remarcar el PSC con más votos tiene igual escaños que ERC por  un sistema electoral no proporcional . Perdieron muchos votos  pero tienen el 52 %  de lo votados .Un 47 %  de abstención denota que  hay una desafección  a  la polarización y al proceso  si perdieron 563 mil votos. Los independentistas  solo son  1 .437 .000 frente a mas  de 5   millones de catalanes . Una cosa es la campaña electoral de Puigdemont y otra los resultados reales a nivel de votantes  para hacer gobernabilidad .Mientras Cs  se hunde y pierde 30 escaños y al PP se lo traga Vox. Con un fracaso total de ese frente que autodenominaba constitucionalista.

Me parece que no va a cambiar nada fundamental .. el PSOE se sostiene en su  gobierno de coalición con UP  con el voto de ERC y los nacionalistas vascos y catalanes , cualquier cambio si no participa ERC no es posible  ,sea en gobierno de izquierdas en Cataluña , sea en uno independentista  , que puedan estar de acuerdo entre ellos , no olvidemos que hay elecciones porque no se entendieron y disolvieron el Parlament  , es MÁS si no hay acuerdo van a la repetición de elecciones  ; Aunque tengan mayoría para un gobierno de izquierdas en Cataluña incluso por el sistema electoral que premia el voto provincial independentistas ..y la abstención  que hay de los que antes votaron al Cs . Y si no se entendieron antes los independentistas  a elegir desde el Parlamento un presidente de la Generalitat , veremos ahora  , ya que  las elecciones para ellos fueron de nuevo un plebiscito no solo entre unitaristas e independentistas   sino entre ellos . Y así  una cosa son las elecciones y quedar mejor ; otra que al PSOE le interesa  presidir  EN ESTA LEGISLATURA  la Generalitat .. fuera de una victoria holgada entre ellos y  ERC  ,que no es ya  . Los nervios de algunos vienen , sobre todo entre independentistas  porque  no es lo mismo que sea el PSC-PSOE  el más votado en Cataluña  ,un  partido catalanista , que lo fuera el Cs , siendo además que al subir el PSC refuerza la acción  del gobierno central  pero por ser Illa   el gestor  central de  la  pandemia. Si hubo referéndum  sobre él , lo ganó .  Ya que nadie  tiene mayoría , lo importante  es que haya una presidencia y gobierno quien gobierne  , apruebe presupuestos y gestiones los fondos europeos con rapidez . El cambio de eje de independentistas o anti independentistas a derecha e izquierda  en esta legislatura seria fundamental y eso no se hace sin ERC y  tampoco a nivel de Estado.

 Nota  .-Después de escribir esto veo en la prensa  que  Aragonès apuesta por gobernar con Junts, CUP y 'comuns'  por supuesto Puigdemont dice que con Comunes no .mientras los Comunes dicen que  con  JxC  no .Y las intenciones van que forme gobierno ERC apoyado en JxCat , CUP y Comunes. Un gobierno mayoritario de izquierda que puede ser apoyado puntualmente por el PSC .No se sabe aun quienes entraran en el gobierno.

 

 

España democracia plena.

Se vende democracia plena

 

Aníbal Malvar


Nos decía El Mundo el otro día, en su titular de portada, que los Diplomáticos acusan a Iglesias de ayudar a quienes dañan a España. Dichos diplomáticos son tan diplomáticos que ni siquiera dicen su nombre, y tampoco nos queda muy claro en el reportaje quiénes son los que "dañan a España", a no ser que nos remontemos a la conjura judeomasónica. Todo esto viene al hilo del profundo debate desatado por Pablo Iglesias cuando, pocos días antes del encarcelamiento de un rapero y pocos días después de que Bárcenas empezara a cantar, dijo que en España no había una democracia plena.

La democracia es una cosa muy bella, y como todas las cosas bellas es imposible de alcanzar. Otra cosa es decirlo. Y otra es quién lo diga. Por ejemplo, los líderes de nuestra derecha impoluta, llevan meses cacareando la ilegitimidad de un gobierno elegido por las urnas, por lo que cabe colegir que ellos también piensan que no vivimos en una democracia plena. O sea, que si nos ponemos, cualquier día acabamos diciendo que Juan Carlos I está en Abu Dabi en busca de la democracia plena, para traérnosla desde oriente como los reyes magos.

Los debates epistemológicos de esta España culta y sosegada me tienen sorbido el entendimiento. Cuando todavía estoy clasificando los millardos de folios que hemos dedicado a discernir entre presos políticos y políticos presos, me viene ahora Pablo Iglesias y he de ponerme a calibrar las diferencias entre democracia pequeñita, democracia de medio pelo y democracia plena. Nuestros periódicos de derechas no hablan de otra cosa.

Dentro del gobierno ilegítimo que rige los desatinos de esta democracia plena también hay gran debate. La ministra de Defensa, no se sabe a santo de qué, nos asegura que "hay que sentirse orgullosos de España", y se queda uno pensando si Margarita Robles no estaría mejor situada como seleccionadora de la selección masculina de fútbol. Por su parte, la muy podemita Ione Belarra, a la sazón secretaria de Estado, contesta que "una democracia plena habría dejado de vender armas a Arabia Saudí". Y todo en este plan. El debate es de tan hondo calado filosófico que tenemos a Kierkegaard llorando por las esquinas.

Como vivimos en una democracia plena, propone El Mundo en su editorial del viernes expulsar del gobierno a Pablo Iglesias, pues sus votantes no están suficientemente legitimados como para haberle votado. En las democracias plenas, hay que tener mucho cuidado entre quién se reparte después la democracia.

En La Razón, la columnista Alejandra Clements se muestra aterrada porque se "abren debates irreales con peligrosos beneficiarios". Si el debate es irreal, no se sabe qué hace esta señora debatiendo sobre él. Y, por otra parte, no queda uno muy tranquilo pensando que hay gente que considera que no se deben debatir ciertas cosas para evitar que alguien peligroso se beneficie del diálogo. En una democracia plena como la nuestra, no caben ciertos debates.

José Antonio Zarzalejos, (1) ex director de ABC y uno de los periodistas de nuestra derecha que más respeto me merece (que no es decir mucho), anda comentando por las redacciones, dentro de la campaña promocional de su libro sobre Felipe VI, que "el peor adversario del rey es su padre: lo traicionó". Como si la jefatura de Estado de una democracia plena se pudiera dirimir como disputa paterno-filial. Como comidilla de patio de vecinas.

Veo a Zarzalejos en las teles asegurando muy serio que no sabía nada de los desmanes comisionistas de Juancar, cuando sus presuntas mordidas petroleras ya en el franquismo están documentadas desde hace cuarenta años. Democracia plena también es el derecho de los informadores a simularse desinformados.

En todo caso, si nuestro actual jefe de Estado ha sido traicionado por nuestro anterior jefe de Estado, y aquí no pasa nada, es que no vivimos en una democracia plena. Eso sí que es sedición. Pero no se os ocurra debatir sobre el asunto, pues es algo que no es muy conveniente en una democracia plena. Preguntádselo a Pablo Hasél antes de que lo metan en la cárcel.

https://blogs.publico.es/repartidor/2021/02/13/se-vende-democracia-plena/

Nota del blog ../1)  Así según  Zarzalejos el ex rey es un irresponsable , los periodistas lo mismo , lo empresarios no digamos y el gobierno también pero se olvida de Pepe Rei que fue parar a la cárcel y otros y como prensa fue cerrada por decirlo . Zarzalejos ya me parece un gato panza arriba , quitándose responsabilidades de control de la prensa que particularmente él tuvo y aunque lo menciona en comparación con otras monarquías es incapaz de plantear claramente la separación de fortuna personal del rey y sus negocios del patrimonio nacional   del que él pone el ejemplo . La Monarquía en el pasado nunca lo hizo y  ahora  peor  como la jefatura del franquismo y como el caso del Pazo de Meirás nos lo recuerda . Si lo hubiera comparado con la jefatura de Estado de cualquier república democrática lo tendría claro ,¿ Pero claro en un república democrática tienen acaso sueldos toda la familia presidencial y   la  misma trasparencia? .Y los impuestos lo mismo . Y no tienen inmunidad ante delitos penales . Y  es que además el ex rey no solo era del petróleo sus mordidas sino otras transacciones como la venta de armas . Una democracia plena.   ¿ ?

sábado, 13 de febrero de 2021

El zombismo democrático en Cataluña.


La fiesta de la democracia zombi en Catalunya

Nadie podrá negar el impacto político del resultado de las elecciones catalanas, pero eso no quiere decir que vaya a servir para la formación de un Gobierno que esté en condiciones de gobernar

 Iñigo Sáenz de Ugarte

 No se lo van a creer pero antes de que se vote en Catalunya ya hay mucha gente pensando que es muy posible que no sirva para nada y que haya que convocar elecciones anticipadas dentro de algún tiempo. Es una forma innovadora de fomentar la participación electoral. Por otro lado, no se trata de un enfoque nihilista de la política catalana, sino que proviene de un examen realista sobre las posibilidades de que los diputados elegidos puedan cumplir su primer propósito: elegir un Gobierno que tenga mayoría parlamentaria y la capacidad de hacer lo que hacen los gobiernos, sacar adelante leyes y decretos, ese tipo de cosas. A los ciudadanos sólo se les pide que fichen en la 'fiesta de la democracia' con un poco de cuidado para no acabar en la UCI. Esperar algo más de ese rito se considera una extravagancia propia de gente poco informada.

 Todo esto no quiere decir que no haya incógnitas por despejar, algunas muy significativas. Saber si Esquerra alcanzará la mayoría de edad y podrá superar en votos a los herederos de Jordi Pujol en unas elecciones autonómicas. Comprobar si Salvador Illa conseguirá que el PSC se convierta en la fuerza más votada, algo que sólo se podría prever hace cinco años si se tenían las facultades mentales seriamente perturbadas. Ver si Vox puede empatar o incluso superar al PP, lo que supondría una derrota catastrófica para la dupla Casado-Díaz Ayuso.

 ¿Pero lo de formar un Gobierno de coalición que gobierne de forma estable y coherente durante un mandato de cuatro años? Eso ya sería ciencia-ficción.

 "La política en Catalunya vive un desfondamiento brutal. Hay algo de realidad zombi: pensar que el procés está muerto y está medio vivo, pensar que hay una alternativa al independentismo, cuando en realidad no hay una alternativa parlamentaria mayoritaria al independentismo", explica el escritor Jordi Amat en una entrevista en El Salto.

 Es un empate permanente con dos bloques bastante definidos que se neutralizan entre sí. Pero las diferencias internas dentro de cada bloque les impiden utilizar su fuerza en favor de una estrategia común.

 Son bloques zombis en un panorama político zombi congelado por vetos cruzados. Se mueven con dificultad hacia ninguna parte. O en círculos, siempre volviendo a la casilla de salida.

 JxCat y ERC aspiran a repetir la mayoría independentista, para lo que necesitarán a la CUP, una ayuda que no tienen garantizada y que en el pasado les ha costado algunos disgustos. Hace unos meses, se daba como probable que la gestión o falta de ella de Quim Torra iba a dar una vuelta a ese orden y colocar por delante al partido de Oriol Junqueras. Ninguna encuesta ponía por delante a Carles Puigdemont en los anteriores comicios y eso fue lo que pasó. Ahora algunos sondeos indican que ambos partidos se encuentran en un empate técnico. Los de ERC no se pueden creer que les vaya a pasar lo mismo.

 Esquerra siempre ha dicho que el independentismo debe armar una nueva estrategia después del 1-O con la que aumentar apoyos en la sociedad y superar así el veto del Estado a un nuevo referéndum. En JxCat, les miran divertidos. Ellos nunca han necesitado estrategias ni conceptos tan rebuscados. Les vale con seguir apostando por la lógica de la confrontación y la desobediencia, porque la independencia llegará por sí sola.

 Es lo que en ERC llaman "independentismo mágico". Sólo hay que apretar los puños y desearlo para que suceda.

 El temor de ERC a ser adelantado una vez más por el partido de Puigdemont es tan grande que ha accedido a firmar un documento con sus aliados/enemigos por el que se compromete a vetar al PSC en un acuerdo de gobierno. Cada partido pacta con quien quiere, así que por ahí no hay mucho que reprochar. Lo malo es que suscribir ese texto es como reconocer que nadie se puede creer las decenas de veces en que ellos habían descartado de todas las formas posibles gobernar con Illa, incluidas frases nada ambiguas de Junqueras. Cuando un partido acepta que se dude de la palabra de su máximo líder, es que está muy asustado.

 La candidata de JxCat, Laura Borràs, está imputada por un delito de corrupción en el Tribunal Supremo por ser aforada. La Fiscalía le acusa de beneficiar a un amigo con 18 contratos por valor de 260.000 euros cuando presidía la Institució de les Lletres Catalanes. Preguntarle sobre ese asunto en la campaña ha sido una misión ardua para los periodistas. Borràs considera intolerable que le cuestionen por eso: "¿Está dando credibilidad a los informes de la policía patriótica? Porque yo no se los doy".

 Entre las pruebas recogidas en el sumario, hay correos escritos por ella con su amigo de destinatario. Buena suerte si Borràs cree que la CUP no va a tener ningún inconveniente en apoyarla para elegirla presidenta. Quizá piense que si le funcionó a Jordi Pujol con Banca Catalana, ¿por qué no a ella?

 Al final, Salvador Illa sí ha confirmado que existía el efecto con el mismo nombre. Si hay que creer a los sondeos, permitirá al PSC llegar a un porcentaje de votos que antes estaba fuera de sus posibilidades. Otra cosa es que el rechazo tajante de ERC a cualquier pacto con los socialistas en Catalunya puede hacer que le sirva tanto como a Ciudadanos en las elecciones anteriores. Moncloa podrá cantar victoria, de esas que a la semana no han dejado ningún rastro.

 En los márgenes de la tarta electoral quedan los partidos que aspiran a frenar a Illa haciéndose con los restos del siguiente naufragio de Ciudadanos. Tanto le ha preocupado al PP la aparición del exministro que ha terminado por crear su propia teoría de la conspiración sobre el candidato socialista. No que haya nacido en Kenia, como Barack Obama, sino que se vacunó en secreto.

 Los diputados del PP se lanzaron en masa a exigir a Illa que demostrara que es inocente. Ellos no se sentían obligados a presentar pruebas de lo contrario. En la línea de lo que se cocina en la derecha trumpiana, un exasesor de Toni Cantó ha difundido un certificado falsificado que quería demostrar que Illa había dado positivo en una prueba PCR. Cada día, la política española se parece más a la norteamericana por el lado chungo.

Hablando de falsificaciones, Pablo Casado ha sorprendido en la campaña presentándose como el político del PP que ya estaba en contra de la debilidad del Gobierno de Rajoy en el tema catalán en 2017, aunque tuvo el detalle de no contárselo a nadie entonces. El líder del PP se las prometía muy felices al estar seguro de que continuaría con su objetivo de quedarse con los votos de Ciudadanos. Se llevó varias veces a Isabel Díaz Ayuso a Catalunya para no tener problemas por el flanco de la extrema derecha. Pero ya se sabe que los platos regionales no siempre cruzan bien las fronteras.

 Ahora, las encuestas señalan que Vox no sólo entrará en el Parlament, sino que podría igualar o quizá hasta superar al PP en número de escaños. Es difícil imaginar una humillación mayor para el líder de la oposición, al que se le puede poner cara de zombi, pero de los que acaban hechos puré bajo las ruedas del vehículo que conducen los protagonistas de la película. El estilo de ataques incendiarios en política no carece de limitaciones. Siempre hay alguien que lleva un cóctel molotov más grande.

 

 https://www.eldiario.es/politica/fiesta-democracia-zombi-catalunya_129_7214399.html

 

 NOTA DEL BLOG .- Si las cosas son así  incluso veo difícil  que lleguen a formar gobierno como ya paso al inhabilitar a Torra por eso además quisieron aplazar  las elecciones y por fin  alguien aquí habla de las debilidades de ERC  desde ya aquella lista conjunta  con  la derecha  y Puigdemont a firmar ahora ese frente independentista  que   hunde la  estrategia de ERC  . Veremos  que fuera de resultados sorpresa  el papel como bien dice  que puede jugar  la CUP apoyando un gobierno ERC   y  la derecha  con Puigdemont  y menos con su  actual   cabeza de lista.

 

 

 

viernes, 12 de febrero de 2021

EEUU: desmontando el mito de los orígenes .


EEUU: desmontando el mito de los orígenes

 Iñaki Urdanibia  

Existe en/sobre el país de las barras y estrellas una versión consagrada que presenta su origen y el desarrollo como una situación idílica en la que no existían clases sociales, en la que sus habitantes avanzaban todos a una, en la que lo dominante era la armonía y el buen rollo, situación que ha perdurado a lo largo del tiempo. Tal visión escamotea los enfrentamientos, las flagrantes desigualdades, las violencias de unos sobre otros, etc. que se dieron desde los inicios y que han permanecido a lo largo de los siglos Se ignora, en esta versión consagrada por el uso y el abuso, que Inglaterra se deshizo de delincuentes, de los mendigos y demás personas de los márgenes, haciendo que bajase la tasa de parados al tiempo que se quitaba de en medio a los indeseables, considerados mera basura, a los que enviaba al otro lado del charco con la pretensión de que estos creasen un baluarte de representación de los intereses británicos; el nombre de algunas cárceles mencionadas en la obra –la londinense de Bridewell de manera especial-fueron la reserva que servía para la captación de los nuevos pobladores que iban a ser enviados al otro lado del Atlántico. Allá se dirigió lo peor de cada portal, y allá los que llegaron comenzaron a apoderarse de tierras, que desde luego no eran las propias del paraíso terrenal; los pocos que llegaron no tuvieron una vida fácil sino perlada de luchas, latrocinio y demás maravillas. Así la idílica historia de la fusión, y salvación, de John Smith por acto de la princesa india Pocahontas queda bien para Walt Disney, y sus historias edulcoradas, pero no para ser fiel con respecto a la realidad, que no respondía, desde luego, a un encuentro poco menos que fraternal sino a una empresa de exterminio de los indígenas, aniquilación que algunas historias no dudan en pintar como una simple aceptación de los nativos de la presencia, el poder y las ideas de quienes llegaban.

 Así pues las historias de los heroicos pioneros, de los fundadores, de los peregrinos misioneros, que son celebrados con sus respectivas conmemoraciones y fiestas ocultan el carácter de los nombrados, que no eran otros que los conocidos como basura blanca, timadores perezosos, comedores de arcilla y otras lindezas, que constituían la clase blanca, rural y pobre de la América profunda, que por una parte, con el paso de los años, se consideraba como figura de la autenticidad, al tiempo que suponían un caladero de votantes de la derecha extrema, concretamente muchos de los que otorgaron la presidencia a Donald Trump.

 Un sueño común, una empresa de todos con el fin de domar la tierra, tarea en la que aquel que más trabajase más propiedades tendría, lo que se traduce en las tan cacareadas mil maravillas de la igualdad de oportunidades en la que cada cual se hace y asciende en la medida en que trabaje más, obviando que eran los más desaprensivos, quienes no tenían escrúpulos los que ascendían a mayores cotas de propiedad y poder.

 La tarea de poner los puntos sobre las íes de este falaz retrato es llevado a cabo con cantidad de datos al apoyo por Nancy Isenberg en su «White Trash. Los ignorados 400 años de historia de las clases sociales estadounidenses», editado por Capitán Swing. Ya desde el título se nombra a esa escoria o basura humana, que no se ha de airear ya que no corresponde a la visión que del país se quiere vender y que no se corresponde de ninguna de las maneras con las hazañas de héroes, de seres valerosos, honestos y emprendedores que retrata y ensalza la historia oficial. La bandera de la libertad y de la igualdad de oportunidades merece otras figuras, y así se ha mantenido en la sombra a toda la franja de la población despreciada con una colección de epítetos de los que da sobrada cuenta la historiadora (mascamazorcas, catetos, palurdos, paletos, pies de barro, moradores de los pinares, destripaterrones, gañáne sureños, morralla humana, despojos, y algunos más además de los ya mentados líneas más arriba). Toda esta categoría social era considerada como una especie de raza defectuosa, un colectivos compuestos de desechos que no coincidía con la pretendida identidad americana y que no constituía más que una vergüenza que se debía ocultar.

 El mito fundacional, que todavía es mantenido en alto, necesitaba, y necesita, además de ser representado con el recurso a seres normales y valientes dispuestos a la aventura, llevados de la mano de Dios que dio el privilegio a algunos de pertenecer a ese gran país, cantinelas que son aireadas por los líderes políticos, por distintos predicadores y, lo que es más significativo por los propios textos legales que rigen el país del tío Sam; y es que, según dicen dios está con ellos, y…así cualquiera; mas si los que llegaban estaban pertrechados de armas para imponer su orden, aunque tal posesión se disfrazase con el pretendido cuidado de la familia, de enfrentarse a posibles peligros animales o humanos, su posesión significaba amenaza y poder. El retrato pone el énfasis en la idea presente en el discurso presentado de la ausencia de clases sociales, como si éstas fuesen una manía, o característica, de la abandonada Inglaterra, con sus monarcas, sus aristócratas, y sus burgueses. La nueva tierra no conocía tales divisiones, ni jerarquías, sino que era un amplio espacio de igualdad, siempre abierto a la mejora personal y social, sin reparar en la honda huella británica en lo que hace a la figura del yeoman, pequeño terrateniente rural. El funcionamiento de los primeros núcleos establecidos por los colonos ya recurría a sacar provecho de seres inferiores como los niños, los criados o los mismos esclavos. Tal dinámica no cesó sino que se consolidó a lo largo de los años, los cuatrocientos que estudia la obra. El sueño americano era, persiste como, una verdadera pesadilla para muchos. A los jóvenes, hijos de mendigos, de maleantes y demás morralla, se les ofrecía la posibilidad de buscar una nueva vida con el fin de evitar acabar como sus progenitores; facilidades les eran concedidas para dar el paso, mas a la llegada la igualdad era pura ficción, ya que había una capa de seres que habiendo llegado con anterioridad habían impuesto sus normas y condiciones; el desarrollo debía producirse, para resultar competitivos, en las ciudades y quienes restaban pegados a las labores agrícolas quedaban sumidos en el atraso, no solo económico sino también en lo que hacía a oportunidades, acceso a la educación y a la cultura. La flecha del desarrollo económico iba a caer en manos de grandes comerciantes, agricultores y ganaderos de alto copete, junto a las de los constructores, y en manos de todos ellos quedaban las oportunidades, las ventajas y las mejores tierras y condiciones de vida; así pues, la tierra no era para quien la trabajara sino para aquellos, terratenientes, que se habían hecho con ella y que necesitaban mano de obra para cultivarla, mano de obra que era reclutada entre quienes llegaban en las sucesivas hornadas. Si digo reclutada caigo en un eufemismo de tamaño XXL, ya que de hecho eran empujados, quitándoseles las pequeñas parcelas de tierra con las que se habían hecho.

 Tres bloques (Partir de cero en un mundo nuevo, La degeneración de la raza norteamericana, El cambio de imagen de la escoria blanca) y más de setecientas páginas, con veinte ilustraciones de mapas, retratos, láminas, paisajes y el reflejo de encuentros de personalidades políticas con la franja social de la que se habla, componen la exhaustiva obra de la profesora que combina el rigor con una prosa que convierte la historia, perlada de datos, nombres, propios, anécdotas, en una obra entretenida como puede serlo una amena obra de narrativa.

 La obra es de gran aliento tanto en lo que hace a la profundidad con que se tratan los asuntos visitados como por la extensión temporal abarcada: desde la fundación hasta la actualidad pasando por la Guerra de Secesión en la que hasta los esclavos corrieron mejor suerte que los white trash en los que se centra la obra, por la Gran Depresión, con la cantidad de parados y la falta de expectativas de cara a hallar trabajo se dispararon, y avanza también por las diferentes contiendas electorales. Se repasan los tiempos de diferentes presidentes y el hilo conductor que subyace. No carece de interés, en general nada de lo expuesto, la reconversión u ocultamiento, de sus orígenes, a la que hubieron de recurrir ciertas luminarias del arte, de la cultura y de la política, para triunfar como fueron los casos de Elvis Presley, y otros seres procedentes del medio campesino, como Lyndon B.Johnson, que hubieron de cambiar de vestimentas, de aspecto y modos de peinarse para colarse en el circo americano.

 La autora llama la atención sobre toda la parafernalia que acompaña a las campañas electorales, que sirve para ver como los sectores que son disecados en la obra tragan los mensajes que se les transmiten por candidatos que con sus camisas de cuadros y en plena elaboración de hamburguesas en barbacoas ad hoc, aparentan ser uno más entre el común de los mortales. Aquí no se cumple aquello de el traje no hace al monje, del mismo modo que a este último no se le ha de juzgar por sus grandes palabras sino por sus hechos; en el caso más flagrante y último de la representación: el supermillonario Trump. La imagen señalada, acompañada de incendiarios discursos demagógicos y con tonos anti-sistema, desvía la atención, más allá de cualquier consideración de clases sociales, a señalar como culpables a los chupatintas, representados por las clases medidas urbanas (término engañoso si se parte de la inexistencia de clases, ya que si no hay clases altas, ni bajas, obviamente tampoco existen medias), y por toda una tropa de burócratas, periodistas, etc., que no hacen sino torpedear los planes contra la pobreza que proponen los diferentes presidentes, al quedarse ellos con los dineros que debían ir destinados a ellos, que han sido desplazados del sistema originario; tipo de pensamiento y sentimiento de no ser tenidos en cuenta, que produce oleadas de furia y descontento que se traduce en reclamaciones para ser tenidos en cuenta, del mismo modo que lo fueron en los tiempos fundacionales. Pensamiento que en las clases pobres del sur, en especial, han servido de bandera de enganche en la lucha contra la población negra y contra otros extranjeros de más al sur.

 Los datos cantan acerca de la enorme brecha que separa a los que más tienen de los que menos, cuyos ingresos se ven estancados a nivel de los que tenían en los sesenta, desigualdad que se traduce en aspectos como la salud, la educación o el acceso a la vivienda, situación que provoca descontento y resentimiento, a la par que el crecimiento del racismo no solo hacia los negros sino de manera muy especial, en los últimos tiempos, hacia los latinos, colectivo en el que Trump puso especial énfasis con su muro y sus delirantes declaraciones que ponía en el disparadero a tales personas como delincuentes, débiles, enfermos, mentirosos; este humus sembrado y puesto en marcha por la demagogia de algunos líderes políticos sirve a la descarada manipulación de los blancos pobres cuya ignorancia, su falta de remordimientos, su crueldad natural, tiene como único horizonte la reproducción de la identidad de su modo de vida. Lo decía con absoluto descaro Lyndon B. Johnson: «si llegáis a convencer al más miserable de los blancos que es superior al mejor de los hombres de color, no caerá en la cuenta de lo que hacéis en sus bolsillos. Desde el momento en que le hagáis mirar a alguien de arriba, vaciará incluso sus propios bolsillos en favor vuestro», clara política de distracción utilizada de manera descarada por el descarado Trump. Y las promesas de los Jefferson et alii por paliar la pobreza extendiendo el territorio hacia el Oeste, promoviendo una esperanza para una nueva vida que de hecho se limitó al cambio de lugar que no a la modificación de status, ni de clase, y a su acorralamiento por los poderosos asentados en dichos pagos. Y el individualismo rampante, el sálvese quien pueda que dificulta cualquier forma de unidad, ya sea sindical u otra, que siempre se ve afectada por las diferencias entre trabajadores cualificados y los zoquetes para la producción. No se obvian en la contundente obra los programas eugenésicos, promovidos por Jefferson, subrayando las diferencias naturales, adquiridas por medio de la herencia, lo que hace que, entre otras medidas, haya quienes propongan esterilizar a las mujeres pobres para que no hagan seres que continúen su miserable linaje…

 En fin, no continuaré resumiendo la enormidad de datos y situaciones que entrega Nancy Isenberg en su obra, que sin lugar a dudas deja claro como el agua cristalina que en los USA existen diferencias abismales entre las clases, a pesar de las jaculatorias de los Franklin, Jefferson y epígonos, y que los orígenes, a pesar de la tan cacareada igualdad de oportunidades, pesan como una losa que se ha de ocultar/ superar para salir a flote, y las cifras y los nombres propios cantan.

 La apabullante travesía concluye: « por molesto que resulte, la escoria blanca es uno de los hilos narrativos que integran el núcleo del relato nacional. La sola existencia de estas personas -prueba que a la sociedad estadounidense le obsesionan las mutantes etiquetas que signamos a los vecinos que deseamos ignorar. “No son como nosotros”. Pero sí que lo son; es más, nos guste o no, constituyen una parte fundamental de nuestra historia», y la profesora de Historia en la Universidad Estatal de Luisiana levanta sobrada acta de lo que dice.

https://kaosenlared.net/eeuu-desmontando-el-mito-de-los-origenes/


y ver https://conversacionsobrehistoria.info/2021/02/10/gente-sin-clase/

jueves, 11 de febrero de 2021

España .- La venta de armas a Arabia Saudí.

Biden por acabar la guerra de Yemen, Sánchez sigue como Trump

Fuentes: TopoExpress


Nota edición TE: El anuncio de Biden de acabar con la guerra de Yemen ha abierto la puerta al fin de una guerra que dura seis años y ha destrozado el país más pobre de Arabia. ¿Hasta cuándo seguirá España vendiendo armas a Arabia Saudita?

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Joe Biden ha cedido a la izquierda del partido y al activismo optando por acabar con la guerra de Yemen. Es pronto para celebrar victoria pero ha abierto la puerta al fin de una guerra que dura casi seis años y ha destrozado el país más pobre de Arabia.

Biden ha mostrado tener ciertas agallas para reconocer que Estados Unidos es responsable de la mayor catástrofe humanitaria de los últimos años. En su primer discurso en política exterior como Presidente ha anunciado que Estados Unidos “pone fin a todo apoyo americano en las operaciones ofensivas en la guerra de Yemen, incluyendo ventas de armas relevantes”.

En su época de vicepresidente de Obama junto a Antony Bliken, entonces su asesor y hoy Secretario de Estado, ayudó a formular la política de Estados Unidos de apoyo a la guerra. Estuvo de acuerdo en vender las bombas guiadas que los saudíes usaron para atacar funerales, viajes escolares de niños, bodas, mercados, escuelas y hospitales. En casi seis años de guerra, 100 mil personas han muerto a consecuencia de la misma, otras fuentes ponen el número en 233 mil, y el 80% de una población de casi 30 millones depende de ayuda para vivir. Ahora Biden ha llamado a la guerra que una vez apoyó “una catástrofe humanitaria y estratégica”.

Veremos la reacción de nuestro gobierno al cambio de timón en Estados Unidos en la guerra de Yemen, pero hasta ahora Pedro Sánchez, el presidente “socialista” ha estado dispuesto a comerciar euros por el sufrimiento humano o lo que Biden llama “ una catástrofe humanitaria” . Al menos en la guerra de Yemen el gobierno PSOE-UP esta más cerca del Presidente Trump que de Biden.

A final del año pasado la Secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez, «mantuvo la posición de continuar vendiendo armas españolas a Arabia Saudí y EAU mientras no se demuestre que se utilizan en Yemen para cometer crímenes de derecho internacional», según publicó el diario Público.

En una comparecencia en el Congreso en 2018 en donde se discutió la venta de armas españolas a Arabia Saudí durante la guerra de Yemen, el Presidente Sánchez puso antes los intereses de las empresas que los derechos humanos y las leyes humanitarias.

También según Público, “entre 2015 y 2019, España exportó armas a Arabia Saudí por valor de más de 1.200 millones de euros y autorizó exportaciones valoradas en cerca de 1.700 millones”. “En ese mismo período, a Emiratos Árabes Unidos se exportaron armas por importe de cerca de 300 millones y se autorizaron exportaciones valoradas en algo más de 400 millones”. En el primer semestre del 2020 las autorizaciones de exportar armas a Arabia Saudí y Emiratos Arabes Unidos siguieron.

Biden también anunció que de momento no entregará a Emiratos Arabes Unidos las ventas de aviones F35 acordadas por Trump y que revisará este mes la inclusión de los huzíes en la lista de terroristas de los Estados Unidos.

Esto último es importante porque Mark Lowcock, el jefe humanitario de Naciones Unidas, había advertido que una decisión como esta tomada en Washington podría crear la mayor hambruna en décadas. La inclusión de los huzíes en la lista de terrorismo hecha por el Presidente Trump significaba acabar con la ayuda humanitaria al 70% de la población que vive en la zona bajo control de los huzíes, condenándolos a una hambruna made in USA de proporciones históricas. Las reticencias no llegarían y la ayuda humanitaria se paralizaría porque llega a través de compañías de transporte privadas y muy pocas podrían sobrevivir a las sanciones de los Estados Unidos en caso de que siguieran con sus entregas.

Cómo hemos dicho es pronto para cantar victoria a pesar de que Arabia Saudí depende casi completamente de Estados Unidos (tiene todavía la ayuda de Londres, Paris y Madrid) para seguir con la guerra.

La prohibición de vender armas no significa automáticamente el fin de la guerra pero los saudíes poco pueden hacer. El Instituto Internacional de Investigación de la Paz en Estocolmo ha dicho que casi tres cuartas partes de las ventas de armas a Arabia Saudí entre el 2015 y el 2019 fueron hechas por los Estados Unidos. Pero no solo son las armas. La maquinaria de guerra de Ryad depende de los militares de Estados Unidos. Los pilotos han sido en su mayoría entrenados en Estados Unidos. Son militares de ese país los mecánicos que ponen a punto los aviones de guerra. Son de Estados Unidos quienes actualizan el software donde están señalados los objetivos de las bombas y son aviones de Estados Unidos los que recargan de gasolina en vuelo a los aviones en misión.

De cualquier manera no vender armas no significa acabar la guerra. Los huzíes no han perdido la guerra y están en condiciones de seguir. Pueden continuar con la guerra si creen que las condiciones ofrecidas para terminarla no son las adecuadas. Obama-Biden justificaron la guerra hace seis años porque era necesaria para defender a los saudíes de ataques de los yemeníes. En su discurso como Presidente, Biden repitió algo parecido. Estados Unidos seguirá defendiendo a Arabia Saudi de ataques externos dijo. Los huzíes han disparado más de 312 misiles balísticos contra Arabia Saudi en respuesta por los bombardeos de sus aviones. ¿Donde está la línea que separa el ataque de la defensa? ¿Quién lo decide?

William Hartung, que trabaja el el Centro de Política Internacional, ha dicho al diario inglés The Guardian que da la bienvenida a la decisión de Biden “pero que el demonio está en los detalles”.

De cualquier forma la decisión abre una puerta para terminar la guerra de Yemen y buscar una salida política a la crisis humanitaria. Prohibir la venta de armas es una buena decisión pero no es suficiente. Los yemeníes necesitan ver esfuerzos encaminados a buscar una salida política y pedir responsabilidades y reparar los daños causados a la población civil por seis años de una guerra de agresión. Por eso es importante que España deje de contribuir a la catástrofe humanitaria y ayude a construir la paz.

Fuente: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/biden-guerra-de-yemen/

Las exportaciones de armas y la fortuna de Juan Carlos I

Tica Font y Pere Ortega

 http://www.mientrastanto.org/boletin-198/notas/las-exportaciones-de-armas-y-la-fortuna-de-juan-carlos-i

Nota del blog .-El artículo 8 de la Ley sobre el control del comercio exterior de material de defensa y doble uso (aprobado el 28 de diciembre del 2007) es taxativo con esto y dice que se prohíbe la venta de armas en las siguientes situaciones: “Cuando existan indicios racionales de que el material de defensa, el otro material o los productos y tecnologías de doble uso puedan ser empleados en acciones que perturben la paz, la estabilidad o la seguridad en un ámbito mundial o regional, puedan exacerbar tensiones o conflictos latentes, puedan ser utilizados de manera contraria al respeto debido y la dignidad inherente al ser humano, con fines de represión interna o en situaciones de violación de derechos humanos, tengan como destino países con evidencia de desvíos de materiales transferidos o puedan vulnerar los compromisos internacionales contraídos”.