miércoles, 7 de octubre de 2020

"Lawfare" contra Pablo Iglesias.

Lawfare contra  Pablo Iglesias

L.D.M

 (autor de este blog ..)

Es un caso claro de "lawfare" tan   típico  de jueces  sudamericanos  para  acabar con líderes de izquierda, se traduce por guerra jurídica o guerra legal. Es significativo que el término "guerra jurídica", que surgió hace una década, se utilice generalmente para tipificar "el esfuerzo por conquistar y controlar pueblos indígenas mediante el uso coercitivo de medios legales.”

Cuándo surge el 'lawfare'? El concepto nace en Sudáfrica con el proceso del Apartheid y los juicios en contra de los líderes, entre ellos Mandela. Ajuste que se impone en la escena a golpes de toga. Como en  Brasil con la Lava Jato alineada con el imperialismo por la estrategia del lawfare contra  Lula, Correa o Evo.

Pero el uso de fiscales y jueces -en lugar de las antes habituales intervenciones militares- para prevenir las victorias electorales de la izquierda empieza a dar señales de agotamiento.   Ya que pueden hacer caer a uno pero no acaban con el  su partido, ni con sus líderes  como Lula.

El caso es que ciertas tendencias como la del "lawfare" son regionales y la restauración de los medios concentrados de la mano de los gobiernos de derecha, también. Y ahora  la tenemos aplicada  en nuestra  Audiencia nacional.

De todos  modos este tipo de golpe de toga o  lawfare , tenemos tradición propia  ,derivada   de  la ley antiterrorista  , recordemos el caso Otegui o la operación  Judas contra Torra  , o acusar de terrorismo y pasarlos a la Audiencia  Nacional y saltarse el juez natural  como en el caso  Alsasua  en Navarra.

Pero no olvidemos que esto es como el caso de Victoria Rosell.  Que el juez Alba  fue condenado a seis años y medio de cárcel por conspirar contra  ella.

El Tribunal de Justicia de Canarias también lo inhabilitó durante dieciocho años y le impone una multa 60.000 euros. La parlamentaria de Unidas Podemos tuvo que renunciar en 2016 para defenderse de sus acusaciones ante el Supremo.  O sea que  el juez G. Castellón puede terminar  lo mismo.

Hace solo tres semanas corrigieron en la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, cuando le ordenaron que volviera a aceptar al vicepresidente del Gobierno como perjudicado del caso Dina. Y ahora el juez convierte la victima en verdugo . Por que la imputacion se demostro que eran solo "rumores"  según el propio ex abogado de Podemos. Y el juez  se sigue aferrando a ellos  ,cuando todas a las pruebas fueron negativas .

Las informaciones que intentan perjudicar a Podemos coincidieron con la aparición de escándalos sobre el PP y la monarquía. Y es necesario desviar la atención y crear una cortina de humo. Y amenazar , ya que  Podemos  está pidiendo investigación judicial sobre el  ex rey

Los tramos más oscuros de la Operación Kitchen o la huida de Juan Carlos I y el misterio inicial sobre su destino se registraron de forma paralela a los principales hitos de la campaña contra la formación morada. Y es como hacer política electoral a golpe  de toga.  Es mismo mecanismo proyección   psicológica   que utiliza el juez, imputando a Iglesias .La proyección es un mecanismo de defensa por el que el sujeto atribuye a otras personas las propias virtudes o defectos, incluso sus carencias.

 Y ver https://www.eldiario.es/politica/audiencia-nacionalnighshyamalan_129_6275882.html  

 y ver   https://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/lawfare-pierde-gas-america-latina-38948


martes, 6 de octubre de 2020

La "guerra jurídica" pierde gas en América Latina

El lawfare (1)pierde gas en América Latina

 

Por Andy Robinson  

Fuentes: La Vanguardia

La kafkiana campaña de lawfare contra la izquierda latinoamericana parecía imposible de combatir conforme expresidentes como Rafael Correa, Lula, Evo Morales cayeron ante los jueces y sus ex ministros fueron acusados de haber cometido delitos por el simple hecho de haber sido ministros.

 

Pero el uso de fiscales y jueces -en lugar de los antes habituales  intervenciones militares- para prevenir las victorias electorales de la izquierda empieza a dar señales de agotamiento. Aunque Rafael Correa siga exiliado en Bruselas, habrá una candidatura de la izquierda “correista” -si se quiere llamarla así- en las elecciones ecuatorianas de febrero, liderada por el joven economista Andrés Arauz, pese a los intentos jurídicos/políticos para impedirlo.

 

Asimismo, en Bolivia, la campaña de criminalización de los críticos del gobierno no electo de Jeanine Áñez no ha logrado inhabilitar al candidato presidencial Luis Arce, otro excelente economista -elogiado en su día por el FMI- y exministro de Evo Morales. Al igual que Arauz, Arce tiene bastantes  posibilidades de imponerse en las elecciones bolivianas del próximo 18 de octubre. Así se explica la decisión de Áñez de retirar su candidatura (ni con todo el poder del estado clientelar bajo su control ha podido Áñez rebasar el 10% del apoyo en los sondeos).

 

Seguir leyendo   https://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/lawfare-pierde-gas-america-latina-38948

 Nota del blog (1). Lawfare , se traduce por guerra jurídica o guerra legal  . Es significativo que el término "guerra jurídica", que surgió hace una década, se utilice generalmente para tipificar "el esfuerzo por conquistar y controlar pueblos indígenas mediante el uso coercitivo de medios legales."¿Cuándo surge el 'lawfare'? El concepto nace en Sudáfrica con el proceso del Apartheid y los juicios en contra de los líderes, entre ellos Mandela. Ajuste que se impone en la escena a golpes de toga . Como en  Brasil con la Lava Jato alineada con el imperialismo por la estrategia del lawfare.

El caso es que ciertas tendencias como la del "Lawfare" son regionales y la restauración de los medios concentrados de la mano de los gobiernos de derecha, también. ( Según el Diccionario Oxford )

 

 

 

 

lunes, 5 de octubre de 2020

EEUU .- Elecciones 2020 .

  EEUU: Elecciones en un tiempo de múltiples y profundas crisis

Lance  Selfa

 

En uno de los años políticos más volátiles en una generación, se ha destacado la estabilidad e incluso la previsibilidad de la elección presidencial.

 

El 8 de marzo, pocos días después de las primarias demócratas en el llamado Súper Martes y antes de que la pandemia Covid-19 produjera los estragos que se conocieron posteriormente, el ex vicepresidente Joe Biden superaba con un 50.4 por ciento, al actual presidente Donald Trump, con un 44,2 por ciento, conforme a los resultados obtenidos por el promedio nacional de encuestas presidenciales de la encuestadora “fivethirtyight.com”. El 5 de septiembre, durante el fin de semana largo del tradicional Día del Trabajo (desde 1955 se celebra el primer lunes de septiembre: NDT) considerado como inicio de la temporada de campaña, Biden superaba a Trump con un 50,5 por ciento frente a un 43,0 por ciento, el mismo promedio de la encuestadora “fivethirtyeight.com”.

 

Según la encuesta de Real Clear Politics, otra encuestadora de tendencia más conservadora, el resultado mostró que Biden lideraba las encuestas por 7,4 puntos porcentuales unos días antes de las convenciones demócrata y republicana del mes de agosto, y un 7,1 por ciento después de ellas. El aparente “rebote” de Trump en las encuestas fue apenas perceptible.

 

***

 

Es difícil armonizar estos números con los cruciales eventos de 2020. El intento de juicio político y la absolución del presidente en el Congreso; una pandemia que podría alcanzar los 400.000 muertos a fin de año, según las propias estimaciones oficiales; niveles de desempleo que ya llegaron a las cifras de la Gran Depresión de los años 1930 y que siguen aumentando de una manera sin precedentes; una rebelión anti-racista de carácter nacional, que puede considerarse como el movimiento social más grande y de mayor amplitud en la historia de los Estados Unidos, reconocido hasta por un diario liberal como el New York Times.(1) A todo eso, debemos sumar el colapso de la economía; la movilización de las milicias de extrema derecha que han asesinado a activistas sociales en las calles; los enormes incendios forestales que vuelven inhabitables franjas de territorio en la costa oeste. Y aún faltan tres meses para que termine el año.

 

En los cerca de cuatro años de desgobierno Trump, dos situaciones deben resaltarse. En primer lugar, una mayoría anti-gubernamental, que expresó su descontento durante la primera Marcha de las Mujeres desde el día que Trump asumió la presidencia, en 2017, y que espera poder derrotarlo electoralmente en noviembre: y en segundo lugar, el desinterés de Trump por superar la llamada “base” del 40-45 por ciento del electorado que tradicionalmente vota por republicanos y conservadores. Estas dos situaciones combinadas, permiten entender la estabilidad en la carrera presidencial en medio del tumulto político de los últimos meses.

 

En este escenario, Biden es tan sólo un componente del rechazo a Trump. Incluso para aquellos comprometidos con el voto demócrata en las presidenciales de noviembre, es mucho menor el entusiasmo por la candidatura del binomio Biden-Harris que el deseo de echar a Trump de su cargo. En el transcurso de las elecciones primarias del Partido Demócrata, la principal ventaja de Biden fue su “elegibilidad” contra Trump. Como miembro activo de larga data del status quo demócrata, cuya política ha estado estrechamente alineada con los donantes ricos del partido y los votantes moderados, Biden aprovechó esa posición para empujar a todos sus oponentes “moderados” a abandonar la carrera y derrotar al senador Bernie Sanders.

 

A principios de septiembre, la carrera presidencial parecía orientada hacia el triunfo de Biden y a sellar la derrota de Trump como el segundo presidente en ejercicio que phabría perdido la reelección, desde cuando George H. W. Bush perdió frente a Bill Clinton en 1992. Sin embargo, los partidarios del campo demócrata, a pesar de la aparente estabilidad de la campaña de Biden, no descansan tranquilamente. La derrota de Hillary Clinton ante Trump en 2016, continúa atormentándolos.

 

Hay razones para que subsistan estas preocupaciones. Primero, Trump tiene la ventaja en el antidemocrático Colegio Electoral. Si puede conseguir victorias en estados claves como Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, el triunfo de Trump, podría llegar a repetirse como en 2016, aunque pierda, como en esa ocasión, por millones de votos a nivel nacional. En segundo lugar, Trump y los republicanos han dejado en claro que utilizarán cualquier medio (legal o de otro tipo) para negar el derecho a voto a los ciudadanos anti-Trump, utilizando los equipos mal llamados “protección de votantes” para hostigar a los afroamericanos y latinos, hasta incluso el sabotaje del voto por correo. En tercer lugar, el poco entusiasmo que produce Biden por su inclinación a “calmar” a la derecha (por ejemplo, organizando una campaña publicitaria nacional de 45 millones de dólares para demostrar que él, al igual que Trump, condena los “disturbios y saqueos” que acompañaron las protestas contra la brutalidad policial), lo que podría reducir la participación de los votantes más jóvenes, quienes constituyen uno de los sectores más proclives a demócratas y liberales.

 

No obstante, las tendencias políticas apuntan a que estas elecciones no serán similares a las anteriores. Biden no es tan odiado como lo fue Clinton, quién soportó décadas de demonización conservadora por su comportamiento sexista. Adicionalmente, Trump es el presidente bajo cuyo mandato cientos de miles de personas murieron por falta de servicios médicos y millones más han sufrido las consecuencias de la devastación económica. A pesar de los intentos de la Convención Nacional Republicana y de la campaña de Trump por reescribir esta historia en una especie de falsificación estalinista, la realidad diaria bajo el Covid-19 no les permitirá huir de ella. Las grabaciones incluidas en el nuevo libro del periodista, Bob Woodward, reconocido por sus investigaciones desde la época del Watergate, titulado Rage, muestran que Trump mintió conscientemente, minimizando la gravedad de la pandemia que le costó la vida a miles de personas. Finalmente, la opinión de “cualquiera menos Trump” que unifica a franjas tanto de la izquierda como de la derecha, asegurará que las campañas de partidos no demócratas ni republicanos (conocidos como “third parties”) reciban un porcentaje mayor al aproximadamente 6 por ciento del voto nacional que obtuvieron en 2016.

 

***

 

Nada de lo expuesto permitirá que las elecciones sean tranquilas. Desde ahora, Trump y sus fanáticos callejeros perpetrarán atrocidades. Los debates presidenciales producirán días de comentarios frenéticos. La magnitud de la que probablemente será la mayor participación en unas elecciones presidenciales en 60 años —durante una pandemia— aumentará las tensiones, aunque no ocurra ninguna artimaña. Un escenario electoral acompañado de movilizaciones callejeras y múltiples demandas son una posibilidad real para los meses de noviembre y diciembre. Trump tratará de provocar y canalizar cualquier situación que pueda ayudarle a robar las elecciones. O puede usar el “caos social” para obtener concesiones de Biden. Incluso, puede darse el caso de que Trump se haga a un lado llamando a sus partidarios a retirarse. A cambio, lograría el compromiso de Biden de renunciar a perseguir los cargos criminales que existen contra Trump, su familia y los parásitos políticos que lo han acompañado en sus prácticas de corrupción desenfrenada.

 

Esta afirmación, que puede parecer como inverosímil, es factible dado el “modus operandi” de Trump antes de la presidencia, que lo llevó a bancarrotas multimillonarias y a involucrarse en múltiples estafas que quedarían sin judicializar en una negociación de este tipo. Y Biden, como la mayoría de los miembros del Partido Demócrata, aceptaría ese trato como una forma de desactivar el conflicto, tranquilizar a las grandes empresas, frenar las aspiraciones y demandas progresistas de amplias capas de la sociedad y extender una propuesta de paz a los republicanos. “Con Donald Trump fuera de la Casa Blanca —no es una broma— verás una epifanía entre muchos de mis amigos republicanos”, que se comprometerán a un gobierno constructivo, dijo Biden al Washington Post en 2019. (2) Esto no es una broma, es una ilusión.

 

Biden ha sido una de las principales figuras en la elaboración de la política exterior y doméstica de los EE.UU. durante la era neoliberal. Así que la avalancha de dinero corporativo que ha circulado a su favor desde la primavera no es una sorpresa. (3) Y la elección de la senadora Kamala Harris como candidata a la vice presidencia, tiene poco que ver con el hecho de demostrar solidaridad con el movimiento por la justicia racial, al contrario, actúa en la dirección de congraciarse con la “profunda familiaridad de Harris con los megadonantes demócratas, de la Silicon Valley a Nueva York”. (4) Biden significa una apuesta segura para un status quo preocupado por que la incompetencia o la beligerancia de Trump sumerjan a los EE.UU. en un mayor desorden civil y un aislamiento internacional mayor al actual. Periodistas liberales crédulos (5) pueden ayudar a aquellos involucrados  en la campaña de Biden a vender la ilusión de que su jefe está planeando reformas tipo “New Deal” al estilo de Franklin Delano Roosevelt, pero la América corporativa conoce la verdad.

 

Cuando miembros de la campaña de Biden anunciaron su apoyo a un par de políticas que viene rechazando el sector bancario, les comunicaron a los banqueros que las ignoraran. Un banquero declaró al Washington Post (6): “Escuchen, esto es sólo un ejercicio para mantener contento al pueblo de Warren, y no le den demasiada importancia”, refiriéndose a los partidarios liberales de la senadora Elizabeth Warren. El banquero, que habló bajo el anonimato encubriendo conversaciones privadas, agregó que el mensaje había sido reproducido en múltiples llamadas.

 

Sin duda los banqueros, que consideran a Trump como desagradable, no devolvieron a la administración fiscal la ganancia inesperada que recibieron por la reducción de impuestos impulsada por Trump en 2017, como tampoco reniegan de la cuasi eliminación de las regulaciones bancarias decretadas por la actual administración.

 

Mientras que el empresariado ha tenido relaciones de alguna manera conflictivas con Trump, la cúpula de la seguridad nacional conformada luego del final de la Guerra Fría, ha sido mucho más crítica. El hecho de que la Cámara de Representantes, controlada por los demócratas, propusiera la destitución de Trump por el intento de reclutar al gobierno ucraniano en favor de su campaña de reelección, después de ocurridos cientos de atropellos, casos de corrupción, de malversación de fondos y negligencia, lo confirman. Dan Coats, un republicano conservador que fuera director de inteligencia del gobierno, declaró (en el libro de Woodward) que el presidente es una amenaza para la seguridad nacional debido a su lealtad con Rusia. El respaldo a Biden por parte de cientos de ex funcionarios de las fuerzas de seguridad federales, de militares, de funcionarios de política exterior y de inteligencia ha sido una de las características de la campaña. (7)

 

A estas figuras del establishment, Biden les promete un regreso a la “normalidad”. Pero, ¿qué significa “lo normal” frente a una pandemia mundial, una catástrofe económica, una movilización masiva de la izquierda y un desenfreno de la extrema derecha? ¿Es incluso razonable la aspiración de volver a la “normalidad”? Ciertamente no parece serlo para los millones de personas que sufrieron falta de atención sanitaria, deportaciones, violencia policial, un endeudamiento creciente y desalojos, incluso antes de que la pandemia lo empeorara todo. Los demócratas organizaron una campaña basada en el slogan de “salvar la democracia” de Trump, como si Trump fuera el único responsable de toda la pobreza, la opresión y las crisis que padecen los trabajadores norteamericanos.

 

Los demócratas se enfocan en la denuncia de las múltiples atrocidades diarias que comete Trump, mientras guardan silencio sobre las posibles soluciones si llegan a conseguir la presidencia con una mayoría ya consolidada en la Cámara y una eventual mayoría en el Senado. Durante el verano, un grupo de trabajo conjunto, integrado por los partidarios de Biden y Sanders, publicó en un folleto de 110 páginas, una serie de recomendaciones a tener en cuenta para la próxima administración demócrata. (8) El documento contiene mucha retórica progresista, pero se apunta principalmente en revertir las políticas destructivas de Trump. Para millones de personas, lograr un gobierno diferente al de Trump, puede que no sea suficiente motivación para votar, especialmente si no están convencidos de que una administración demócrata traiga cambios importantes en sus vidas. El hecho de que Biden parece estar detrás de Clinton en el apoyo de los votantes latinos, a pesar del racismo de Trump, teniendo en cuenta que los latinos conforman uno de los grupos que el Covid-19 ha golpeado más fuerte, puede llegar a convertirse en el “canario en la mina de carbón” para los demócratas. (9)

 

***

 

Es necesario reflexionar sobre la respuesta de los demócratas a la rebelión nacional contra la violencia policial. Salvo escasas excepciones, han sido muy pocas las iniciativas para promulgar reformas -mucho menos “desfinanciar a la policía”- en las principales ciudades de EE.UU., la mayoría de ellas controladas por alcaldes demócratas. La actuación en las legislaturas estatales también ha sido mínima. En California, estado dominado por los demócratas, un paquete de proyectos de reforma policial fue derrotado por el propio “establishment” del Partido Demócrata, liderado por el Fiscal General Xavier Becerra, quien abogó a favor de los grupos de presión asociados a las fuerzas del orden estatal. Biden ha dejado en claro que se opone a la exigencia del movimiento anti racista de “desfinanciar a la policía”, y está recibiendo el apoyo político de liberales demócratas como Al Sharpton, presidente de la Red de Acción Nacional (“National Act Network”) y presentador de MSNBC (red televisiva de orientación liberal y demócrata), quien descalificó esta reivindicación como algo “que un liberal que bebe a sorbos café con leche puede aceptar mientras se sienta en los Hamptons discutiéndolo como si se tratara de un problema académico”. (10)

 

A ello debemos sumarle el apoyo de Biden al fracking y su oposición a aumentar la cobertura del Medicare a la totalidad de los estadounidenses, lo, lo que completa la imagen de un demócrata “mainstrem”, sin importarle lo que el grupo de trabajo Biden-Sanders haya dicho. Para aquellos que continúen sin entender el mensaje de campaña de Biden, es necesario recordarles que el asesor más antiguo y confiable de Biden, el ex senador Ted Kaufman, ya le ha comunicado al país la continuidad de la política de austeridad (neoliberal) en un próximo gobierno demócrata. En lo que se refiere al gasto militar, Biden ya declaró que consideraría la posibilidad de aumentarlo, más allá del nivel ya obsceno al que lo elevó la administración Trump

 

¿Dónde queda entonces la división en la izquierda frente a las próximas elecciones presidenciales, entre el mayor y el menor de los dos males para el futuro de EE.UU.? A pesar del enorme potencial que existe para reconstruir una izquierda activista como lo demostró el levantamiento anti-racista del pasado verano, la mayoría de la izquierda estadounidense permanece cautiva del sistema electoral bipartidista de los Estados Unidos. La campaña del Partido Verde de Howie Hawkins y Angela Walker es la única opción coherente para aquellos que estamos comprometidos en la construcción de una alternativa independiente. (Véase entrevista en Correspondencia de Prensa, 13-8-2020: https://correspondenciadeprensa.com/?p=13229) Pero la mayoría de las personas que se consideran “de izquierda” optarán por “el mal menor” votando por los demócratas una vez más. Las palabras del histórico líder socialista Hal Draper (11), escritas en el período previo a las elecciones presidenciales de 1968, parecen escritas ayer: “Cada vez que la izquierda laboral liberal ha hecho ruido sobre su insatisfacción con lo que ocurre en Washington, todo lo que los demócratas hacen es sacar a relucir el pantano de la derecha republicana. Los liberales se desmayaban, gritando “¡Vienen los fascistas!” y votaban por el Mal Menor. En estas dos últimas décadas, los Demócratas han aprendido que tienen el voto del” lib-lab” en su bolsillo trasero, y que por lo tanto las fuerzas que hay que apaciguar son las fuerzas de la derecha...”

 

La caracterización que hace Draper de los “lib-labs” describe, exactamente, las actuaciones de Sanders y la congresista Alexandria Ocasio-Cortez (conocida como AOC), ambos aclamados como héroes del “nuevo movimiento socialista” por supuestamente haber “levantado las expectativas de los trabajadores y cambiado la política nacional”. (12) Las declaraciones de Sanders al apoyar a Biden contra “el presidente más peligroso de la era moderna” y la advertencia de Ocasio-Cortez de que “en noviembre se trata de detener el fascismo en los Estados Unidos” (13) validan las opiniones de Draper.

 

No se trata solamente de que hayan tenido que apoyar a regañadientes a Biden. Sanders y AOC han ayudado a legitimar a Biden ante una franja de votantes que apoyaron a Sanders en las primarias. AOC participó al lado del senador John Kerry, uno de los voceros más reconocidos del régimen, en la dirección del grupo de trabajo de Biden-Sanders sobre el cambio climático, el cual omitió referencias al fracking e incluyó respaldo a la energía nuclear. Este apoyo de AOC a las políticas climáticas del candidato demócrata coincide con el compromiso electoral obtenido por Biden del grupo activista Sunrise Movement, cuya declaración a propósito de la adhesión a la fórmula Biden-Harris es vergonzosa si se tiene en cuenta su tono de “lame botas”. (14) Sanders, a pesar de las "preocupaciones" que expresa sobre los enfoques políticos de Biden, ha sido y seguirá siendo un soldado leal de la campaña demócrata hasta el final. (15)

 

La izquierda reducida al horizonte electoral ha terminado por acompañar el “Frente Popular” de Sanders/AOC con Biden. Esto no es nada nuevo para aquellas organizaciones y grupos políticos que a pesar de su retórica y antecedentes radicales, se transforman en demócratas progresistas cada cuatro años. (16)

 

La revista Jacobin, que se presenta como la voz “marxista” de la nueva socialdemocracia agrupada en torno a Sanders y a los Socialistas Democráticos de América (DSA, por su sigla en inglés), ha sido crítica tanto en su línea editorial como en las opiniones de sus principales columnistas, de la fórmula Biden-Harris, pero no ha dejado dudas sobre quién debe ganar en noviembre. Una búsqueda de “Biden” en la edición online de Jacobin da como resultado un total de 20 artículos de Branko Marcetic, diecisiete de ellos contienen  comentarios duros sobre el ideario neoliberal de Biden y su carrera política, los cuales fueron escritos antes y durante las elecciones primarias, cuando Sanders aún estaba en la carrera presidencial. Pero el más reciente de los artículos de Marcetic pretende darle consejos al candidato demócrata sobre el cómo ganar adoptando el programa de Sanders y se muestra preocupado por que Biden pueda perder las elecciones. Algo similar ocurre con el artículo del fundador de Jacobin, Bhaskar Sunkara quien escribió: “Probablemente has oído que los socialistas no votarán por Biden”. No creas eso. Puede que no nos guste, pero no queremos que pierda”. (17) En otras palabras, a los miembros del nuevo movimiento socialdemócrata se les ha concedido una indulgencia plena para votar por Biden, mientras que continúan proponiendo un compromiso –en futuro indefinido- para construir un verdadero partido socialista independiente.

 

No existe, entonces, un buen presagio para la izquierda, incluso si Biden llega a ganar. Aquellos que llaman a la “unidad” contra la amenaza fascista ahora, no dejarán de hacerlo cuando una hipotética administración de Biden enfrente a la oposición republicana y a la presión de la derecha en los próximos años. Las movilizaciones por la justicia racial del verano pasado nos permitieron vislumbrar lo que era posible cuando las masas aún estaban en las calles. Pero en el futuro, necesitaremos una resistencia mucho más decidida, organizada y liderada con políticas alternativas para elevar esa lucha a un nivel superior sin importar quién termine siendo elegido como presidente.

 

Notas:

 

(1)https://www.nytimes.com/interactive/2020/07/03/us/george-floyd-protests-crowd-size.html

 

(2)https://www.washingtonpost.com/politics/2019/05/14/is-bidens-prediction-republican-post-trump-epiphany-campaign-rhetoric-or-obliviousness/

 

(3)https://www.foxnews.com/politics/trump-campaign-august-fundraising

 

(4)https://www.politico.com/news/2020/08/19/kamala-harris-democratic-donors-398656

 

(5)https://www.nybooks.com/articles/2020/07/02/joe-bidens-journey-left/

 

(6)https://www.washingtonpost.com/politics/bidens-flexibility-on-policy-could-mean-bloody-fights-if-he-wins/2020/09/06/b8d66c3c-e622-11ea-bc79-834454439a44_story.html

 

(7)https://www.forbes.com/sites/lisettevoytko/2020/06/07/colin-powell-endorses-biden-joins-growing-list-of-gop-military-leaders-denouncing-trump/#36a4883d6964

 

(8)https://joebiden.com/wp-content/uploads/2020/08/UNITY-TASK-FORCE-RECOMMENDATIONS.pdf

 

(9)https://www.axios.com/bidens-hispanic-voter-challenge-97fe0a3f-7f64-4e74-9471-f8a9a49c2226.html

 

(10)https://thehill.com/homenews/media/515448-msnbcs-sharpton-defunding-police-something-a-latte-liberal-may-go-for . Sharpton, correligionario de Biden, está diciendo (sin evidencia) que el reclamo de “desfinanciar la policía” tiene el apoyo de los liberales.

 

(11)https://www.marxists.org/archive/draper/1967/01/lesser.htm

 

(12)https://johnriddell.com/2019/04/05/why-kautsky-was-right-and-why-you-should-care/

 

(13)https://www.rollingstone.com/politics/politics-news/aoc-dnc-biden-sanders-1045582 /

 

(14)https://twitter.com/sunrisemvmt/status/1293299407241314306

 

(15)https://www.washingtonpost.com/politics/bernie-sanders-expresses-concerns-about-biden-campaign/2020/09/12/a0ccc4fa-f4a1-11ea-b796-2dd09962649c_story.html

 

(16)https://organizingupgrade.com/its-showtime-rolling-up-our-sleeves-to-beat-trump/

 

(17) https://www.nytimes.com/2020/05/28/opinion/socialists-biden-trump.html

 

Lance Selfa  es miembro del comité de redacción de International Socialism Project. Es autor de The Democrats: A Critical History (Haymarket, 2012) y editor de U.S. Politics in an Age of Uncertainty: Essays on a New Reality (Haymarket, 2017).

Fuente:

https://internationalsocialism.net/elections-in-a-time-of-multiple-and-deepening-crises/

Traducción:Correspondencia de Prensa

 Fuente .- https://www.sinpermiso.info/textos/eeuu-elecciones-en-un-tiempo-de-multiples-y-profundas-crisis.

domingo, 4 de octubre de 2020

De Madrid al caos

 

Madrid: el caos, la bolsa y la vida

Carlos Girbau 

 

Una gran confusión domina el día a día de los habitantes de la Comunidad de Madrid. Sin solución de continuidad, entre el jueves y el viernes, una parte de la población se lanzó por segunda vez en seis meses a vaciar las estanterías de harina en los supermercados. Mientras, veía como, a diferencia de los momentos álgidos del estado de alarma, su empresa le recordaba la obligación de acudir a su puesto de trabajo extendiéndole un certificado para poder circular en un transporte público atestado. Por si fuera poco, a las diez de la noche del viernes 2 de octubre quién estaba confinado en su barrio dejó de estarlo; ahora la confinada era toda su ciudad a la vez que los parques públicos, cerrados hasta ese momento, se abrían de nuevo. La prohibición de reuniones de más de seis personas se mantenía.

 

El caos

 

La población sufre una situación sanitaria muy difícil que amenaza con serlo aún más. Madrid se halla a la cabeza de Europa en incidencia del virus, sus índices de contagio que no dejan de crecer y se encuentran muy lejos de estar controlados. Hay 49 áreas por encima de 1.000 casos por 100.000 habitantes. La ocupación hospitalaria por enfermos de Covid-19 de las UCI es ya superior al 50% de todas las existentes en la región y amenaza con su pronta saturación. Por último, el número total de personas fallecidas en septiembre de este año es un 30% superior a las que murieron el mismo mes del año anterior. En estas condiciones y al verse obligada a aplicar las medidas acordadas en el Consejo Interterritorial de Salud por la mayoría de las CCAA, la presidenta del gobierno autonómico de coalición (PP-C’s) Isabel Díaz Ayuso (PP) afirmó que: “El gobierno de Sánchez trata de sumir a Madrid en el caos". Acto seguido cifró sus supuestos efectos en pérdidas semanales de 750 millones de euros y en la destrucción media de 18.000 empleos, a la par que ordenaba a sus servicios jurídicos presentar inmediato recurso ante los tribunales contra dicho acuerdo.

 

¿Qué decidió el Consejo Interterritorial para enfadar tanto a la presidenta madrileña y a los jefes de su partido en la sede de la calle Génova? Hace unas fechas en estas páginas (aquí) nos hacíamos eco de lo señalado por la mayoría de miembros de la comunidad científica y denunciábamos que los confinamientos selectivos y perimetrales que afectaban a una parte de los barrios populares de la ciudad de Madrid y del cinturón conurbano que la rodea iban a ser inútiles para frenar la pandemia además de mostrarse clasistas, aporafóbicos y xenófobos. Dichos confinamientos barriales han desaparecido y se han sustituido por el mayor cierre perimetral efectuado hasta hoy en el Estado. Un cierre que afecta los movimientos de 4,8 millones de sus aproximadamente 6,4 millones de habitantes cuando antes afectaba solo a 885.193 personas. Dicho cambio es todo lo que aporta el acuerdo del Consejo Interterritorial a la lucha contra la pandemia. O sea, casi nada. Cierto que diluye el efecto clasista de las medidas previas de la comunidad madrileña y añade cierta coherencia territorial, pero nada más. Al igual que antes de la “reunión anti-madrileña” que según Ayuso “provoca el caos”, la gente debe ir a trabajar en trasportes atestados, continúa sin médicos y técnicos suficientes en los centros de salud, sigue sin refuerzos en los centros de estudio, sin solución habitacional para los infectados con problema de aislamiento, sin resolver la complicación de los sin papeles o la enorme precariedad que fuerza a salir a la calle. Nada de eso se abordó en la “declaración de actuaciones coordinadas en salud pública para responder ante situaciones de especial riesgo por transmisión no controlada de infecciones causadas por el SARS-Cov-2”.

 

El acuerdo que se supone “doblega a Madrid” en realidad modifica muy poco y en nada sustancial las medidas madrileñas; solo las extiende territorialmente. Así que lejos de acabar con el caos, el pacto va a convivir con él y lo que es peor, suma al mismo al gobierno del reino que, a partir de ahora, será corresponsable directo de todo lo que ocurra, empezando por el despliegue de la policía que se ha llevado a cabo para controlar a la población.

 

El pomposo título del acuerdo representa la hoja de parra que tapa unas medidas que serán muy poco útiles y que podemos resumir en tres: mascarilla, hidro-alcohol y derechito a casa.

 

La bolsa

 

La Comunidad se halla sumida en un caos profundo que tiene que ver con un patrón neoliberal austeritario que se ahoga, incapaz de afrontar la pandemia y proteger a la población. Las expresiones más evidentes de ello son el fracaso de su modelo sanitario y social, económico (desigualdad) y político institucional (divisiones en el gobierno). Un modelo que tras la llamada colaboración público privada centra toda acción política en el beneficio y negocio de los más ricos.

 

En Madrid nada nace, se hace o se mueve si no es a través de un contrato privado. Poco importa si se trata de test sanitarios, material hospitalario o los propios hospitales. Lo primero y previo pasa siempre por que el contrato con la gran empresa de turno se formalice. Las medidas anti-Covid han seguido desde el primer día esa misma lógica. Hasta tal punto se encuentra subordinado todo a ese principio desde hace lustros que la Administración se ha quedado sin músculo y reducida a una simple oficina de contratación con la gran empresa, asentada sobre una montaña de viscosa y pegajosa de corrupción. Son hechos denunciados en múltiples ocasiones, en especial en estas mismas páginas, las dos últimas, (aquí) y (aquí), pero que no dejan de aparecer detrás de cada circunstancia que se relaciona con Madrid.

 

La última la pudimos comprobar esta semana en la Asamblea regional. Una cámara reducida por mor de PP, C’s y Vox a parlamento de opereta, que dio por aprobada, con la que está cayendo, en lectura única y sin cuórum legal suficiente la decimoséptima modificación de la ley del suelo. Ladrillo y especulación, suelo público puesto sin condiciones bajo control de las constructoras es la solución para esta triple derecha de la pandemia que aumenta nuestros muertos.

 

Una triple derecha, por otro lado, incapaz por sí misma de seguir manteniendo, sin ayuda del Estado, su política austeritaria extrema. Sus divisiones la paralizan y su cadena de dimisiones en el gobierno y altos cargos así lo atestiguan. “La penúltima”, el viernes 2 de octubre, la de Alberto Reyero consejero de Políticas Sociales, Igualdad, Familias y Natalidad de la Comunidad de Madrid y miembro de C’s. Reyero mantendrá su acta de diputado, pero con su renuncia suma una nueva crisis al gobierno regional. Antes de él se fueron su jefe de gabinete (Carlos Reus), el máximo responsable de las residencias en Madrid (Óscar Álvarez) y el secretario general técnico de la Consejería (Miguel Ángel Jiménez). A ese contexto hay que añadir los indisimulados enfrentamientos del vicepresidente madrileño Ignacio Aguado (C’s) tras su preacuerdo con el Ministerio de Sanidad que luego desautorizó la presidenta y los consejeros del PP en el gabinete.

 

Las “soluciones creativas” que pide Ayuso para Madrid constituyen puro trumpismo político. Es decir, el sometimiento de la salud y la vida de las personas al negocio privado de unos pocos. Las autoridades madrileñas han optado entre la bolsa y la vida, han elegido lo primero e intentan con una gran cortina de humo contra el acuerdo del Consejo Interterritorial evitar que se conozca esa realidad. Un acuerdo, que es el ratón que parió la montaña, que pretende liar poco a poco al gobierno de Sánchez y así, hasta cierto punto, ligar la suerte de ambos gobiernos.

 

La vida

 

Contra quienes ponen la bolsa por delante de la vida y nos roban ambas a la mayoría de la población no rica es necesaria una contundente apuesta por los cuidados. Una apuesta asociada indisolublemente a lo público. Es decir, a reforzar los centros de asistencia primaria hoy cerrados y/o colapsados, y los centros educativos, a regularizar a los llamados sin papeles, a mejorar la dependencia y la protección de la ciudadanía. No hay otra. La pandemia y esta nueva normalidad de mascarilla y empobrecimiento exige de un nuevo contrato social en el que las personas estén en el centro. Una apuesta contra la desigualdad y por los derechos de los que el marco internacional se hace eco en los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas (agenda 2030).

 

Esa apuesta por la vida exige, si quiere ver la luz, que la izquierda social y política se una en la movilización y en el diálogo. Una unidad que solo será si se articula rompiendo con los efectos más graves de la austeridad neoliberal que Ayuso y los suyos mantienen contra viento y marea y que el acuerdo del Consejo Interterritorial, lamentablemente, no resuelve.

 

Carlos Girbau  Es concejal de Ahora Ciempozuelos y amigo de Sin Permiso.

Fuente:

www.sinpermiso.info, 4-10-20

 


 El séptimo sello de  Ingmar Bergman



viernes, 2 de octubre de 2020

Necropolítica

 Necropolítica

"La decisión ya está tomada, haya las cifras epidemiológicas que haya. Solo se ha estado mareando la perdiz, durante estos últimos meses"

"Cerrar los negocios es la muerte. Pero la muerte, la de verdad, viene por otro lado, como pudimos comprobar a finales de marzo"

"No es cierto que estemos ante el dilema entre morir por el virus o morir de hambre. Para eso están las políticas sociales y laborales"

 

Javier Segura del Pozo  

Ayer por la noche, en medio de la confusión y la indignación por la incomprensible postura del Gobierno de la Comunidad de Madrid, resistiéndose a tomar medidas para frenar la creciente transmisión comunitaria del coronavirus en nuestra región, escuché, en un debate del Canal 24horas de TVE, a una veterana periodista con fama de estar muy bien informada de “lo que se cuece” en el Partido Popular, decir literalmente lo siguiente:

 

“Creo de verdad, y esto es un asunto desagradable para tratarlo, muy desagradable..., creo que en el fondo de estas decisiones de la Comunidad de Madrid está el asunto económico. Creo que hay un debate, que es un debate desagradable, que enfrenta la salud y la ruina económica. Que enfrenta las posibilidades que las personas salgan a la calle y se puedan contagiar y a cambio eludir la ruina. Es un debate complejo y que no está tan claro, ...que nosotros decimos aquí: “¡No, solo el criterio sanitario!”...pero es una cuestión de supervivencia: hay personas que si cierran su negocio, se van a arruinar. Y la tesis es morirse de hambre o morirse del virus. No es tan fácil. Este es un debate que está en la calle además. Yo no tengo claro el asunto”.

 Inmediatamente me surgió una palabra: Necropolitica. Les explicaré por qué.

Llevaba varios días comprobando que en la Comunidad de Madrid estaba habiendo un exceso de mortalidad registrada, tanto por el sistema de vigilancia “Momo” del Instituto de Salud Carlos III, como por el propio sistema de registro de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, tal como se recoge en su último informe semanal del 29 de septiembre. Es decir, desde el 1 al 20 de septiembre volvían a registrarse en nuestra región más muertes que las esperadas, de acuerdo a los registros medios de la última década. No llegaba, ni mucho menos, a los niveles de finales de marzo y principios de abril, pero se había iniciado un significativo y amenazador ascenso. No solo las muertes empezaban a despuntar, sino los casos seguían un lento pero continuado ascenso, que resultaba en una progresiva ocupación hospitalaria por casos graves de esta enfermedad. Obviamente también en incidencias crecientes, muy por encima del nivel recomendado por organismos internacionales, como la OMS o el ECDC, para intervenir reduciendo las actividades sociales, laborales y comerciales, y la movilidad tanto dentro, como fuera de la Comunidad de Madrid.

 

A pesar de las evidencias disponibles, cuyo análisis era compartido por las principales sociedades científicas de salud pública y epidemiologia, nos encontrábamos con estupor que la trasmisión comunitaria y la situación de alerta extrema eran negadas, una y otra vez, por los responsables políticos que están al frente de esta institución y de su estructura de salud pública. Nos empeñábamos en contra-argumentar los extraños criterios que difundían sobre la situación (“se están desplomando los ingresos hospitalarios”, “vamos bien”, “estamos aplanando la curva”, “tenemos capacidad hospitalaria sobrada”, “lo resolveremos haciendo cientos de miles de test de antígenos”, “el problema es el modo de vida de los habitantes de los barrios del sur”, etc.).

 

Pero cuando ciertos argumentos eran insostenibles, aparecían otros nuevos de mayor inconsistencia (“¿de dónde sale la tasa de 500 casos x 100.000 para intervenir?”, “hay que considerar que Madrid tiene distritos de menos de 100.00 habitantes que estarían exentos de las medidas de restricción”, etc.), cuando no eran falsedades claras (“somos la Comunidad con mayores tasas de PCR de España”, etc.), tal como ha ocurrido cuando, desde mayo, se han ido dando cifras de rastreadores disponibles, que no solo eran manifiestamente insuficientes para identificar y contener los brotes, sino que ni siquiera se evidenciaba su existencia. Por ello, estas cifras eran a veces corregidas a la baja en la siguiente declaración pública

 

De nuevo, nos esforzábamos en confrontar y desmentir estos criterios, buscando datos, fuentes, evidencias, apareciendo en medios que requerían tu opinión como epidemiólogo. Nos empeñábamos en proponer medidas, indicadores y estrategias, en definir fases de desconfinamiento y umbrales para la acción, en señalar recursos movilizables y las medidas más eficientes, de acuerdo a la experiencia internacional. Explicar conceptos complejos como valor predictivo positivo, sensibilidad o especificidad con palabras simples. En criticar “simplezas pandémicas”. Con la esperanza de, tal vez, ser escuchados.

 

Sin embargo, ayer por la noche tras escuchar a esa periodista en el programa, me di cuenta que era inútil. Que no es una cuestión de contraponer criterios y definir lo más claramente posible argumentos técnicos. La decisión ya está tomada, haya las cifras epidemiológicas que haya. Solo se ha estado mareando la perdiz, durante estos últimos meses. Y esto explica las posturas institucionales que vimos en mayo y junio, durante el proceso, presionando para avanzar de fase hacia el desconfinamiento, independientemente de la situación sanitaria y de las capacidades instaladas para controlar la pandemia. En resumen, me di cuenta que de nuevo, como ya ocurrió en 1997 (durante la crisis epidémica invernal por la meningitis C1), y en la última quincena de marzo de este año con la estrategia seguida en las residencias de personas mayores y discapacitadas de dramáticas consecuencias, el Gobierno de la Comunidad de Madrid estaba haciendo Necropolítica. ¿Cómo? ¿Pero qué es eso?

 

El concepto de Necropolitica fue enunciado por el filósofo camerunés Achille Mbembe para referirse al uso del poder social y político para dictar cómo algunas personas pueden vivir y cómo algunas deben morir2. La Necropolítica va más allá del “derecho a matar” (el “hacer morir y dejar vivir”) del soberano, pero también del ejercicio biopolítico del ‘hacer vivir y dejar morir’, descritos ambos por Foucault. Incluye el derecho a exponer a otras personas (incluidos los propios ciudadanos de un país) a la muerte. Como dice la enfermera y activista catalana, Clara Valverde, “es la política basada en la idea de que para el poder unas vidas tienen valor y otras no. No es tanto matar a los que no sirven al poder sino dejarles morir, crear políticas en las que se van muriendo”3.

 

Sin embargo, el concepto fue más bien pensado para describir aquella política que deja morir a los excluidos que no son rentables para el poder, ni para implementar sus políticas. Los “muertos vivientes” de la esclavitud, el apartheid, los pueblos colonizados o los inmigrantes sin papeles. En este caso que nos ocupa y preocupa, la Necropolitica se estaría aplicando a toda la población, integrados y excluidos, activos y pasivos, de diferentes clases sociales y condiciones. En todo caso, se podría aplicar el concepto de Necropolitica a la valoración utilitarista que se hizo, al parecer, en esa terrible última quincena de marzo, con las personas mayores, discapacitadas frágiles e improductivas, seleccionando las que merecían ser atendidos sanitariamente o al contrario, dejadas morir. Pero tal vez ahora en octubre, más que hablar de Necropolítica, deberíamos usar simplemente el término de suicidio colectivo para describir el rumbo tomado por el Gobierno regional. No lo creo así, pues aunque las “no medidas” afectan a todos, lo hacen con un impacto muy diferencial.

 

Y no solamente porque esta enfermedad de la Covid-19, realmente son dos enfermedades diferentes si atendemos a su gravedad y pronostico distinto entre los más jóvenes y los más mayores. Es decir, produce mucho más víctimas entre los improductivos octogenarios, que entre los treintañeros laboralmente activos y explotables.

 

Pero la principal razón de este impacto diferencial está en otra categoría que se entrecruza con la edad: la clase social. Una de las pocas cosas que ha dejado clara esta pandemia es que, a pesar de que todas las clases sociales tienen víctimas del coronavirus, éste afecta más a las clases populares. Tanto por su mayor exposición al contagio vírico (basta con ver los porcentajes de teletrabajo según rangos de ingresos, o la distribución de la precariedad laboral o mala calidad de la vivienda, según territorios de la Comunidad de Madrid, que se corresponden milimétricamente con los territorios de mayor incidencia por Covid-19), como por la mayor vulnerabilidad social y biológica de estas clases sociales ante la gravedad o la letalidad de la infección. La prevalencia de obesidad, diabetes, broncopatías crónicas, hipertensión arterial, ciertos cánceres y otras enfermedades crónicas, es más prevalente entre las clases trabajadoras, lo que significa que si enferman, tienen más probabilidad de requerir ingreso hospitalario por su gravedad y morir.

https://www.cuartopoder.es/ideas/2020/10/02/necropolitica-javier-segura


 Y ver https://www.cuartopoder.es/salud/2020/10/03/en-madrid-se-quiere-destruir-la-atencion-primaria-para-ocuparla-mediante-privatizaciones/

 

Torra o la autonomía como estorbo .

 

Torra o la autonomía como estorbo

 

Francesc-Marc Álvaro .

 

Él buscaba un momentum de épica colectiva pero, finalmente, solo ha encontrado un final triste de botella de champán sin burbujas. La inhabilitación del president Torra es un fracaso de la democracia española y también del independentismo catalán. Porque dos cosas son igualmente ciertas: el Supremo ha dictado una medida desproporcionada –como han notado juristas reputados– y Torra se ha jugado el cargo por una batalla simbólica menor que –como le advirtieron todos sus consellers y Puigdemont– ha acabado debilitando el autogobierno.

 

Rebobinemos. La decisión de poner a Torra en la presidencia una vez era imposible investir a los otros candidatos, después de los comicios celebrados en diciembre del 2017 bajo el 155, ha tenido un efecto funesto para la credibilidad de las instituciones catalanas y, oso decir, para la imagen del independentismo como opción de gobierno. No es solo que el abogado y editor asumiera el cargo de modo explícitamente vicario, el problema tiene raíces más profundas: Torra proviene del sector del independentismo que considera todavía hoy que la transición es el pecado original de los partidos catalanistas, en la línea de lo que Xirinacs –activista emblemático– sintetizó como “la traición de los líderes”.

 

Sin las herramientas del autogobierno el catalanismo no habría trascendido su carácter de contracultura

 

Con la conformación del primer Govern tripartito y la apuesta estratégica de ERC por la alianza con socialistas y poscomunistas, este independentismo de las esencias tardó poco en denunciar que el partido que lideraba Carod-Rovira se había “vendido” a intereses espurios. Recuerden que Joan Carretero acabó saliendo del Gabinete Maragall y, posteriormente, impulsó Reagrupament, una versión actualizada del partido Estat Català, que abogaba por la independencia exprés. Torra militó ahí, a la vez que colaboraba con los democristianos soberanistas de El Matí y se dejaba querer por la Convergència que había mamado el “Freedom for Catalonia” a partir de 1992.

 

Si se tiene todo eso en cuenta, no sorprende que Torra diga lo que dice. En una entrevista en VilaWeb , el 131è president enseña las cartas: “He llegado a la conclusión de que uno de los obstáculos para alcanzar la independencia es la autonomía. Los límites de la autonomía que ha puesto al descubierto esta legislatura también son los límites de lo que significa una autonomía como esta: con interventores, con Mossos, con cualquier colectivo que nos podamos imaginar”. La idea es errónea pero puede ser un calmante en tiempo de frustración y pensamiento mágico. Pone en evidencia que hay entornos inflamados que desean que el independentismo no tenga responsabilidad institucional alguna y se dedique solo a la agitación, porque así no podrá ser acusado de “colaboracionismo” (se utiliza esta palabra de manera nada inocente) con el Estado español.

 

El fracaso del procés , en los términos agónicos de simulación unilateral que se ha dado, abona –en algunos círculos– la tesis engañosa de que la Generalitat es un estorbo para llegar a una república catalana. Que eso lo diga un hombre que conoce bien la historia del país es paradójico: sin las herramientas del autogobierno –primero la Mancomunitat y después la Generalitat– el catalanismo no habría trascendido su carácter de contracultura y contestación, y muy probablemente no habría podido crear un marco de sentido mainstream ni consensos importantes.

 

Este menosprecio tan frívolo hacia la autonomía que verbaliza Torra tiene un vínculo con un discurso ahistórico que algunos entornos repiten desde que empezó el procés : el catalanismo es nocivo porque ha impedido separarnos del Estado español. Esta falacia hace abstracción del hecho que, hasta hace cuatro días, el independentismo ha sido minoritario, marginal y absolutamente irrelevante. En esta línea, y según el último inquilino de la Casa dels Canonges, “el independentismo no es una evolución del catalanismo; el independentismo es ruptura; el independentismo persigue una finalidad que es la república catalana y por lo tanto no le sirven los métodos del catalanismo”. La historiografía más rigurosa sí habla, en cambio, de evolución. Jordi Casassas, en su último y magnífico libro Pervivència de Catalunya , explica que la demanda de reconocimiento de los catalanes ha ido cambiando de nombre pero tiene una continuidad indiscutible, eslabones de una misma cadena: “El catalanismo nunca ha retrocedido en su reivindicación particularista; para decirlo claro, nunca se ha dado un retroceso y se ha vuelto de un estadio autonomista, pongamos por caso, a uno regionalista”. El debate está servido: ¿el estadio independentista –que hoy tiene un apoyo electoral muy importante– crecerá, se estancará o reculará?

 

Pensar que la autonomía es un estorbo contribuye a erosionar el autogobierno y enaltece la pura impotencia a la espera de una ruptura idealizada. Pensar que el catalanismo merece un juicio negativo y que el independentismo tiene que ignorar sus valores pone en evidencia que algunos viven de espaldas a la complejidad de la Catalunya del siglo XXI. Con esta gente –que tildaría de blando a Prat de la Riba– será imposible hacer política. Estamos avisados.

https://www.lavanguardia.com/opinion/20201001/483772676775/torra-o-la-autonomia-como-estorbo.html.

Nota del blog.- El jurista Joaquín Urias dijo en  la entrevista en enlace de abajo    ."Creo que Torra se equivocó cuando dijo que había desobedecido”. No, no se equivocó lo hizo a propósito. Indudablemente el   desobedeció al final  y el retiro las pancartas. Pero luego ante el tribunal  se afirmó en la desobediencia pues así les facilitaba la inhabilitación y  su condena  y era una forma  de hacer resistencia.

 Y  el TS como son como el perro de Paulov  cayó en su trampa. O le cumplio su gusto. 

 El artículo de arriba  de Marc-Álvaro que  conoce muy bien el "proceso”, y es independentista,     lo cual no le empide verlo distanciado , lo deja claro. Por eso termina "estamos avisados". Como si ya no  lo estuvieramos y fuera de ahora.

O  sea que  si  Cataluña se hunde , la culpa  será de la autonomía y de los autonomistas  y de quien la defienda , por tanto  de España y no de ellos  .Y .. "Después de mi el diluvio”. Y tanto peor mejor .  Y tira milla. Pero largarles esto y desde la Vanguardía o retaguardia , los sectarios lo excomulgan.

Pero lo hizo igual Mas  después de aplicar la austeridad que tocaba por la crisis pactada con el PP  y aumentar el cabreo de la gente,  la culpa era  de España y  se fue pedir a Madrid  la loteria   y como no tocó , ya lo esperaba  , se hizo independentista. Recordemos además que cuando las protestas cercaron el Parlament el entro en helicóptero y luego envió  20  cogidos por su policía a boleo entre los activistas. Igual que dias antes habian desalojado el 15M  de la Plaza de Catalunya a garrotazos.

Curioso , algunos ni estaban allí si no que buscaron cabezas de turco entre activistas conocidos comarcales y los enviaron  a la Audiencia Nacional, y no a  un juez  natural  como  ellos piden ahora , pero algunos eran de CUP  y  se lo cobraron haciéndolo dimitir luego.   Aquello de que,  no hay mal que por bien no venga, y  de lo que se come se cria , luego como aprendices  de brujo tiene su penitencia en sus propios  errores .  Mal camino para lograr una revolución democrática,  aunque los "jueces" españoles bien que les "ayudan" obcecados  . Al final a lo mejor incluso lo logran .

 

https://www.naciodigital.cat/noticia/209308/joaquin-urias-es-buscava-condemna-torra-des-inici

jueves, 1 de octubre de 2020

Vox y el oro de Moscú.

 

Respondiendo a Vox sobre el mito del «Oro de Moscú»

 

ÁNGEL VIÑAS

 

Este post interrumpe la serie que había comenzado a principios de este mes con la reanudación del curso académico y escolar, pero ya anuncié en el anterior que lo haría.

 

El 14 de septiembre de 1936 dio comienzo la evacuación de las reservas de oro y plata así como de billetes de curso legal de las cámaras acorazadas del Banco de España para su traslado a los polvorines de La Algameca en el puerto de Cartagena. De aquí la mayor parte del metal amarillo se transportó un mes más tarde en cuatro mercantes soviéticos a Odesa. Es la base del mítico “oro de Moscú”, una de las excusas, si no la más importante, que blandió la dictadura franquista para “explicar” la desastrosa situación de la que no salió la economía española durante los años cuarenta (añadió la segunda guerra mundial y, para colmo, el no menos mitificado “cerco internacional”).También sirvió para arrojar al más tenebroso pozo de la historia al régimen republicano y a sus dirigentes, primero y ante todo, a los comunistas y  socialistas. De los primeros ya no se habla mucho. De los segundos no se cesa.

 

En este año de desgracia pandémica VOX ha encontrado, por consiguiente, al principal “culpable”. Véase el twit que ha enviado a este blog un amable lector (1): ( ir al enlace al final  para ver el twit )

 

Si en el lapso de un día o dos ese twit se reprodujo 153.000 veces servidor no aspira a que unos cuantos posts que se ríe a carcajadas tengan tamaña difusión. Diré, en principio, que aducir que  milicianos socialistas, en plan de gánsteres armados de ametralladoras Thomson, hicieran un atraco al venerable establecimiento de la plaza de la Cibeles madrileña es un poco exagerado. Que se llevaran “más de 500 toneladas” no lo es menos.

 

También diré que, salvo por VOX y su aparato mediático, pocas son las voces que se han levantado para recordar y maldecir tal supuesta efemérides del 14 de septiembre. A mí ni se me había ocurrido pensar en la fecha, pero no puedo permanecer en silencio (“quien calla otorga”) ante la desfachatez de ese partido y de cierta prensa que se ha hecho eco de sus estupideces.

 

La realidad es muy diferente del supuesto “latrocinio”. La evacuación del oro respondió a una necesidad perentoria. Después de la caída de Irún y de Talavera de la Reina las tropas sublevadas habían conseguido dos cosas: la primera, cerrar la frontera con Francia; la segunda, acercarse peligrosamente a Madrid. Esto había ocurrido en poco más de mes y medio desde que estalló la planeada revuelta contra la República con, ¿debemos subrayarlo una vez más?, la ayuda de dos reconocidos  supergánsteres internacionales como fueron Mussolini (que ya venía ayudando a los conspiradores desde 1932) y de Hitler (que se decidió a la semana de producido el golpe).

 

La idea de poner a salvo las reservas había aflorado en el mes de agosto con los anarcosindicalistas como principales proponentes. Sus proyectos los rechazó el Gobierno Giral y la CNT/FAI no se atrevió, lógicamente, a hacerlo por su cuenta y riesgo.

 

Los historiadores de VOX no han dicho nada, que se sepa, acerca del “oro de París”. Tampoco lo dijo la dictadura que probablemente desean blanquear. Pero el hecho, que descubrió servidor en 1974/75 y publicó al año siguiente (el libro fue inmediatamente secuestrado), es que a los pocos días del golpe, el 21 de julio, el Gobierno Giral empezó a preparar la expedición y venta al Banco de Francia de pequeñas cantidades de oro para obtener divisas papel (francos, libras esterlinas, dólares norteamericanos). Se necesitaban para adquirir armamento en el extranjero. (Los sublevados no tuvieron problemas: fascistas y nazis, cogiditos de la mano, suministraron a crédito y los primeros aviones italianos contratados el 1º de julio de 1936 los pagó Juan March, siempre generoso).

 

Tampoco se les ha ocurrido a los propagandistas de VOX decir una palabra que los sublevados se enteraron inmediatamente de lo que pasaba con el mítico ORO. Hasta el despreciable general Cabanellas, jefecillo de la autodeclarada Junta de Defensa Nacional, puso el grito primero en el cielo escribiendo al gobernador del Banco central del país vecino el 3 de agosto oponiéndose de manera insolente a todas las operaciones que ordenara el Gobierno español (la JDN se consideraba ya como tal, aupada en hombros por el fervor popular, pero también por las bayonetas y un terror ciego). El 8 escribió también al ministro de Asuntos Exteriores francés (Yvan Delbos, antirepublicano de pro) y más tarde a través de la prensa francesa y por último ante el Banco de Pagos Internacionales de Basilea.

 

Para encontrar las cartas hay que leer, al menos, algún libro, pero si van al portal del BOE (que seguro conocen) y buscan en la serie histórica los boletines de la JDN el decreto de la misma de 14 de agosto comprobarán que los sublevados estaban bien enterados de lo que pasaba. Se declaró como “delito de traición el cometido con las exportaciones de oro del Banco de España”. Luego hubo otro del 25 que, prepotentemente, declaraba nulas las operaciones resultantes. A finales de setiembre, conocida ya la salida de Madrid, Cabanellas tuvo el tupé de apelar nada menos que a la Sociedad de Naciones. Al gobierno republicano (regalo esta perla a VOX para su futura propaganda) lo calificaba el general de la blanca barca como “el Soviet de Madrid” y cabeza de una “banda internacional”. ¿No es bonito? El lector ve que no es necesario acudir, de entrada, a Franco.

 

Naturalmente, ni en agosto ni en septiembre de 1936 ningún país civilizado, ayudara a la República o no, iba a considerar “legítima” a una banda de salteadores de uniforme que se arrogaban hablar en nombre del pueblo español, además de representantes de la Nación. Fascistas, nazis y salazaristas terminarían haciéndolo, pero todavía habría de pasar algún tiempo. No se les adelantaron ni siguieron muchos: solo un par de pequeñas repúblicas centroamericanas dirigidas, ¡cómo no!, por militares.

 

Pregunta a VOX: si los milicianos socialistas arramplaron con el 72 por ciento de las reservas metálicas del Banco de España, ¿adónde fue el 28 por ciento restante? ¿Lo rescató acaso el “Caudillo” a lo largo de sus cuarenta años de “magistratura”? ¿Se volatilizó en una atmósfera corrosiva que deshacía el metal amarillo como si fuera un disolvente venusiano? Misterio.

 

Pues no. No ocurrió nada de eso. Fue siempre una moda de los historiadores franquistas confundir al personal (quiero decir a sus lectores) la no recuperación del oro vendido al Banco de Francia con el oro remanente que quedó en el país vecino, a consecuencia de la devaluación del franco, del depósito que en sucursal del Banco emisor francés en Mont-de-Marsan la República hizo en 1931. Ese remanente pertenecía a España pero los tribunales franceses, siempre respetuosos con el honor de Marianne, hicieron todo lo posible por no retornarlo a los republicanos hasta que, ¡oh, milagro!, se reconoció a Franco en febrero de 1939 y poco más tarde se devolvió a este. Confundir churras con merinas es un artilugio muy querido de ciertos historiadores pero el oro de Mont-de-Marsan nunca fue el “oro de París”.

 

La salida del oro de Madrid fue una medida de prudencia. También salió de la capital el Gobierno republicano a principios de noviembre (algunos hablaron en la época de huida). Sin oro, no era posible mantener la resistencia. España apenas tenía divisas. Había acumulado oro amonedado (no como algunos autores norteamericanos o franceses dicen del tiempo de los aztecas) y sobre todo en lingotes y es cierto que, en términos de reservas metálicas, las españolas eran las cuartas del mundo (después de USA, Francia y Reino Unido, aunque excluyendo de la comparación las soviéticas). Así que el dilema era evidente (aunque tal vez no haya calado en los dirigentes de VOX): si caían en poder de los sublevados, adiós, bye-bye, a toda posibilidad de resistencia; si no caían, pero Madrid quedaba aislada o con comunicaciones cortadas, ¿cómo iban a utilizarse desde la Plaza de la Cibeles? Es muy verosímil que, de haber permanecido en la capital, Franco hubiese mostrado algo más de interés por tomarla a sangre fuego y no se hubiese demorado.

 

¿No saben los historiadores de dentro de VOX, si es que hay alguno, lo que hicieron varios países de cara al posterior conflicto europeo? Recordémoslo a ellos y también a los lectores. Por ejemplo, los franceses, que se suponía disponían del mejor ejército de la época (no era el caso del español),  empezaron en noviembre de 1939 (a los dos meses de estallar el conflicto) a enviar oro a Nueva York, Fort-de-France (capital de La Martinique) y Kayes (en la colonia que hoy es Mali). Los belgas enviaron las suyas a Francia (y cayeron en poder de los alemanes, ¡quelle douleur!, por lo cual les fueron restituidas después de la guerra gracias al oro depositado en Nueva York). Los expertos mencionarán otros ejemplos. Hay para toda una panoplia de gustos.

 

En definitiva, el Gobierno republicano fue prudente. Tuvo la autorización del presidente de la República merced a un decreto reservado (de la víspera) del presidente Azaña. En esto también se seguían precedentes. Las ventas de oro se legalizaron a posteriori, pero con la vista puesta en otras siguientes, por otro decreto de igual característica del 30 de agosto, es decir, bajo el Gobierno Giral. “En evitación de posibles alarmas en el interior y recelos en el exterior, interesa quede en suspenso su publicación hasta que el Gobierno lo considere oportuno”. Normal.

 

¿Piensan los propagandistas a sueldo de VOX que tales operaciones deberían haberse voceado por los mercadillos y pasado por las Cortes? Si es así serían un tanto ignorantes. Incluso el tan amado Caudillo se parapetó detrás de un artilugio fenomenal, su voluntad fue ley, trasunto aprovechado del Führerprinzip nazi para, entre otros resplandecientes actos, hacer legal sus apropiaciones de dineros que no le pertenecían ¿Han dicho algo al respecto? No me consta. Lo cual es sorprendente porque tal principio duró tanto como él en vida.

 

A mitad de septiembre las milicias socialistas (más comunistas, anarquistas, republicanas, etc) se dedicaban preferentemente a luchar como podían para contener a los sublevados. ¿Iban a hacerse cargo del traslado? En realidad todo apunta a que los del PSOE estuvieron en lugar secundario. El acondicionamiento de las cajas necesarias para el traslado se hizo por cuenta del Gobierno y con la vigilancia de números de los Carabineros (que dependían del Ministerio de Hacienda y se habían mostrado leales) mientras se entregaban a la labor los empleados correspondientes y, en particular, los miembros del sindicato de Banca y Bolsa. Hay varios testimonios al respecto. ¿No los conocen los expertos de VOX?

 

Finalmente, ¿qué tiene que ver esto con la “memoria histórica”? Nada. Lo que hay es historia. Documentada. Analizada. Expuesta al público (con toda modestia por un servidor en repetidas ocasiones pero ya desde 1976). Y sobre los 140 años de historia, en lo que se refiere a latrocinios, encomiendo encarecidamente a los panfletarios voxistas que empiecen a refutar, documentalmente, la extensa experiencia de depredación de las élites españolas durante la Restauración y la dictadura primorriverista, como ha efectuado hace pocos meses Paul Preston en su último libro.

 

Mientras  los trileros de VOX recargan pilas invito a los lectores que tengan la amabilidad de echar un vistazo a una antología de los ilustrados comentarios de quienes se han dejado embaucar por tan significado partido.

 Aquí va una muestra:

 

https://twitter.com/hashtag/OroDeMosc%C3%BA?src=hashtag_click

 Nota (1)  .- https://www.angelvinas.es/?p=228