sábado, 11 de abril de 2020

Las razones de por qué la pandemia creció en España.


Las razones que explican por qué la epidemia de COVID-19 "explotó" en España

 Esther Samper


La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró este pasado miércoles que todavía se desconoce por qué la COVID-19 "explota" en algunos lugares, como ocurrió en España desde la primera semana de marzo. En realidad, con los datos que ya sabemos sobre el virus SARS-CoV-2 y su forma de propagación, sí que conocemos varias razones que explicarían por qué en determinados países como España, Estados Unidos, Italia o China, este agente patógeno ha sido capaz de infectar a tantas personas sin disparar las alarmas de las autoridades sanitarias al comienzo de sus respectivas epidemias.

Seguirle la pista al virus

Como explica la biotecnóloga Ángela Bernardo en Sin medios contra el coronavirus: cómo España intentó huir a ciegas del 'tsunami', la falta de laboratorios preparados, de material y de personal especializado para realizar las pruebas de PCR ha sido uno de los grandes lastres para atrapar a tiempo al virus. Debido a estas limitaciones, el Gobierno tuvo que restringir considerablemente los criterios para la realización de pruebas de laboratorio. Esto supuso que los pacientes con síntomas leves y las personas infectadas pero sin síntomas (asintomáticas) hayan quedado fuera de los registros de Sanidad durante prácticamente todo el tiempo desde el inicio real de la epidemia.
Este comportamiento llevó a dos consecuencias principales. La primera, que cuando empezó a darse la transmisión comunitaria de coronavirus (contagios dentro del territorio) en España, las autoridades sanitarias no se dieron cuenta hasta varias semanas después. De hecho, el primer fallecido confirmado por COVID-19 en nuestro país se detectó con casi tres semanas de retraso tras cambiarse los criterios para la realización de tests. Esta persona había viajado a Nepal, país donde supuestamente no había epidemia de coronavirus.
Desde un punto de vista epidemiológico, la identificación de casos leves era imprescindible para controlar la epidemia cuando los casos que aparecían en España eran importados y los casos de contagio comunitario eran reducidos. En esas etapas de la epidemia, la detección, aislamiento y rastreo de contactos de los casos eran vitales para contener la epidemia y que esta no "explotara". La segunda consecuencia es que la magnitud real de la epidemia era desconocida y mucho mayor de la que reflejaban las estadísticas oficiales, lo que impide saber cuánta gente ha pasado la enfermedad y cuánta aún es vulnerable a la infección.

La clave de los asintomáticos

Al igual que España, Italia, China y Estados Unidos también se encontraron, de repente, con una explosión de casos de coronavirus. ¿Por qué? Porque los casos más leves y asintomáticos, que no se identificaron a través de pruebas, fueron claves en el inicio de sus epidemias. Estos países comenzaron a realizar tests diagnósticos a su población demasiado tarde y con demasiadas restricciones. Según un estudio publicado en la revista Science, se calcula que el 86% de todas las infecciones que ocurrieron en China hasta que se dio el aislamiento forzado en Wuhan no fueron detectadas. ¿Cuál sería la cifra en España? No podemos saberlo aún, pero es seguro que en España la mayoría de casos de COVID-19 no se han identificado.
En el otro extremo, tenemos a países como Corea del Sur y Alemania. Estos países sí que contaban con importantes recursos y personal especializado para la realización de pruebas de laboratorio. Realizaron una apuesta temprana y decidida por la realización de tests, con un estrecho seguimiento del virus entre la población, sin descartar a las personas con síntomas leves y, en el caso de Corea, tampoco a los asintomáticos. Esto ha permitido a ambos países tener una visión más real de la epidemia, así como un mayor control sobre esta, sin sufrir una "explosión" de casos de COVID-19.

La transmisión comunitaria quedó oculta

A los criterios restringidos en España para la realización de tests se unen tres rasgos del coronavirus que han hecho su control una pesadilla en prácticamente todo el mundo: su largo periodo de incubación, la presencia de casos asintomáticos que pueden transmitir el virus y las manifestaciones clínicas similares a gripes y resfriados en los casos leves.
El periodo de incubación tras la infección por coronavirus puede durar de 2 a 14 días hasta que se muestran los primeros síntomas (si se llegan a mostrar). Además, desde que aparecen los primeros síntomas hasta que los pacientes desarrollan síntomas más graves suelen transcurrir alrededor de 5-7 días.
¿Qué ocurre cuando, en un país como España, prácticamente casi todos los tests se realizan a pacientes graves (exceptuando al personal sanitario y otros profesionales públicos)? Pues que la visión que tiene el Ministerio de Sanidad sobre la epidemia es, en realidad, sobre los contagios que ocurrieron hace 14 días, de media. Al comienzo de la epidemia, antes de la cuarentena masiva, fue la multiplicación de casos graves lo que disparó las alarmas, pero los contagios ya se habían producido semanas antes, con muchas personas con síntomas leves o asintomáticos que habían pasado desapercibidos.
Por otro lado, en más del 80% de los casos de COVID-19 los pacientes sufren síntomas leves que pueden confundirse con gripes o resfriados. Desafortunadamente, el comienzo de la epidemia de COVID-19 en España coincidió en el tiempo con la presencia entre la población de estas enfermedades banales características del invierno que aún seguían dando coletazos. Un porcentaje desconocido de personas en aquel entonces, con COVID-19, no sospecharon lo más mínimo que tenían esta enfermedad y no acudieron a sus centros de salud, aunque sí estaban difundiendo el virus sin ser conscientes de ello.
También hubo personas con COVID-19 que sí acudieron a las consultas, y diversos médicos de familia de centros de salud observaron un repunte de infecciones respiratorias banales en las consultas, razón que achacaron en aquel entonces a gripes y resfriados, cuando, en realidad, era el coronavirus que se estaba abriendo paso. Este fenómeno ha ocurrido en otros países, como en Estados Unidos. Antes del comienzo "oficial" de la epidemia, muchos médicos atendieron a pacientes leves con COVID-19 pensando que eran las típicas infecciones respiratorias del invierno.
Por último, de entre todos los infectados por coronavirus en España, el gran misterio reside en los casos asintomáticos. ¿Cuál es su magnitud? En estos momentos, no tenemos ni idea. Sin embargo, pese a que se sabe que contribuyen a la expansión de la epidemia, han pasado desapercibidos por las autoridades por la imposibilidad de realizar tests a este grupo.
En definitiva, la falta de recursos para la realización intensa y temprana de tests en la población española, junto con las características del coronavirus, fueron una "tormenta perfecta" para la "explosión" de la epidemia, que nos llevó a una cuarentena masiva como la forma más drástica para ponerle freno. En realidad, no fue una "explosión", sino una epidemia que, pese a extenderse frente a nuestras narices, había quedado oculta y fuera del radar de las autoridades durante demasiado tiempo.

La gran pregunta en estos momentos es: ¿cuántos españoles han pasado ya la COVID-19? Según estimaciones del Imperial College, entre el 3,7 y el 41% de las personas en España podría haberse infectado ya (de media, 7 millones de individuos). Tendremos que esperar a las pruebas de anticuerpos en las próximas semanas para conocer más de cerca el lado oculto de la epidemia y también para saber qué rumbo tomará la cuarentena próximamente.

 Nota del blog .-( Estas notas  son copias de   comentarios  en el articulo , merecen leerse los comentarios  )
Y VER  EL 21
Algunas cuestiones que me quedan poco claras.

1. Italia y Estados Unidos cuentan con Agencias Estatales de Salud, por lo que, en puridad, cabe achacar a sus gobiernos centrales la responsabilidad de lo ocurrido, si bien en el caso de Estados Unidos es algo complicado, puesto que, como aquí, las competencias sanitarias las tienen los Estados.
Aquí, únicamente las Comunidades tienen esas competencias, por lo que hasta el día 15 de marzo toda imprevisión solo puede achacarse a ellas. El Gobierno podía haber acelerado los planes, pero como indica el artículo, sin datos es imposible conocer la magnitud de la situación y tomar medidas.
2. Alemania ha contado con más medios porque alguna de las farmacéuticas con posesión de los tests son de este país y las pusieron a disposición del Gobierno. Nada parecido ocurre ni en Italia ni en España. En todo caso, no cantemos victoria: aún están escalando posiciones en el número de infectados y hay dudas en la forma que tienen de contar los muertos por el bicho.
3. Nada se dice sobre el origen del virus. En España los primeros casos detectados son un inglés y un alemán de los muchos turistas que hay en el país y el primer español contagiado oficialmente se produjo casi 10 días después, por lo que, sin medios, sin datos y con ese vector de contagio, parecía algo que no era preocupante aún para el país. Habla de imprevisión me parece prematuro.
4. Si, además, existe una figura como son los asintomáticos, se produce en plena expansión de la gripe, que si conocemos, y se introduce una enfermedad para la que no hay protocolos de identificación y registro, es obvio que la tormenta es perfecta, pero de ahí a achacar a responsabilidades va un trecho. Lo único en lo que si se puede achacar responsabilidad es en la falta de camas y de medios para atender a quienes en ellas están. Y ahí sí, Madrid se lleva la palma.


 Y ver  el 33

Lo que la Sra. Samper reproduce aquí es un contenido lleno de equivocaciones fruto del seguimiento de un hilo que no porque se repita va a ser verdad. Habla de que Alemania detectó los asintomáticos desde el primer momento y ha aislado esos casos desde mucho antes que España. Eso es falso por dos cosas: Merkel reaccionó sólo cuando vio lo que estaba sucediendo en Italia y España, imponiendo el confinamiento y prohibiendo eventos públicos unos días más tarde y, si tantos test ha realizado con tantos laboratorios, detectando a los asintomáticos ¿cómo es posible que hayan detectado en más tiempo menos casos que en España? La cuestión de todo esto está en el cerrojazo informativo del Gobierno Alemán, apoyado, a diferencia de aquí, por toda la representación parlamentaria. Si tan preparados estaban y tan listos han sido ¿cómo es que también han importado material chino? incluso con problemas de importación a través de terceros países. La realidad alemana es que la curva va retrasada dos semanas, que sólo se registran muertes testadas en centros oficiales y que los datos que se facilitan son incompletos. Esta claro que la sanidad española mermada por Rajoy, y sus acólitos en las comunidades, durante años está muy deteriorada pero no caigamos otra vez en la autohumillación, sobre todo si nos la hacemos comparándonos con el país del mundo más arrogante y aprovechado.

 Y VER EL 40

lo triste es que en realidad hay miles de científicos españoles fuera de España por culpa del ninguneo que han sufrido durante muchos años, les han cerrado laboratorios, les han dejado sin financiación y sin empleo. La formación académica es excelente pero, si luego de formarlos se les elimina del sistema, no tienen mas solución que emigrar... Quizás de ésta salgamos con un poco mas de conciencia de lo que realmente es importante para un país...

 Y VER EL 35 
Lo que no me cuadra es la detección de los asintomáticos. ¿Como, con 47 millones de test? En Sud Corea con aproximadamente la misma población ¿se hicieron esa cantidad de test? No me lo creo. Que alguien me lo explique. Please.

Los amos de la residencias de ancianos en España .

Fondos, aseguradoras, ladrillo y grandes fortunas: los amos de los mayores grupos de residencias de ancianos en España

Antonio M . Vélez


La insuficiente oferta de plazas públicas y el envejecimiento de la población española han atraído a este sector a numerosos fondos y a multinacionales especializadas, en especial, francesas

En los últimos años, el sector ha vivido un boom de operaciones. Fondos y grandes multinacionales especializadas (en especial, francesas) han olido el negocio ante la falta de oferta de plazas públicas y el envejecimiento de la población española, tomando el relevo de las antiguas cajas de ahorro y algunas constructoras y aseguradoras en el capital de estas empresas.
En enero, semanas antes de que la epidemia de coronavirus saltase a Europa, la Asociación de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales advertía, basándose en datos del Imserso, de que la población mayor de 65 años en España había crecido en casi un millón de personas de 2010 a 2018 mientras las plazas en residencias solo habían aumentado en 12.353, hasta 381.158. Eso implica un déficit de unas 70.000 plazas para cumplir la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de una ratio de cinco plazas por cada 100 personas mayores de 65.
Esa asociación ponía de manifiesto que, a 2018, el 60% de las plazas en España contaba con financiación pública (incluyendo las concertadas) y el 40% restante eran puramente privadas. «Las plazas de financiación pública, que son las que garantizan el acceso a este servicio de todas las personas que lo necesiten, solo constituyen 2,5 por cada 100 mayores de 65 años, es decir, la mitad de la ratio aconsejable», advertían los gerentes en Servicios Sociales.
La consultora inmobiliaria JLL pronosticaba hace un año que, hasta 2033, España necesitaría contar con cerca de 272.000 plazas adicionales en residencias para la tercera edad teniendo en cuenta las proyecciones de envejecimiento de la población. Eso explica el apetito por un sector que todavía está fuertemente atomizado pero en el que poco a poco han ido tomando posiciones grandes operadores.
Según datos de Alimarket, en noviembre estaban operativos 5.208 geriátricos y viviendas para ancianos en España y, pese a las múltiples operaciones de concentración de los últimos años, los diez primeros grupos solo alcanzaban el millar de geriátricos operativos y el 20% de camas. Por su parte, Informa DBK estimaba en mayo de 2019 que a cierre de 2018 los cinco primeros operadores reunían una cuota conjunta del 23% sobre el valor total del mercado, que ascendía al 31% si se consideraban los diez primeros.
Esta firma cifraba la facturación agregada de las empresas gestoras de residencias para la tercera edad en unos 4.500 millones de euros. El 59% (unos 2.655 millones) correspondía a ingresos derivados de la gestión de plazas privadas «puras».
La primera empresa del sector en España es la francesa Domus Vi, uno de cuyos centros saltaba la semana pasada a los titulares tras ser intervenido por la Comunidad de Madrid junto a otros siete establecimientos por encontrarse en una situación «crítica» por la epidemia. Con unas 25.000 plazas en España, cerca de 200 residencias y centros de día, más de 21.000 profesionales y 543 millones de facturación en 2018, el mayor accionista de esta empresa es Intermediate Capital Group (ICG), fondo británico que participa en otras compañías españolas como el grupo de call centers Konecta.
ICG se convirtió en socio de referencia de Domus Vi en 2017 tras adquirir su participación a otro fondo, PAI Partners, que había comprado la compañía francesa en 2014 y luego la fusionó con la gallega Geriatros (que adquirió en 2015 a otro fondo, Magnum, que en 2012 se la había comprado a la extinta NCG) y la también española SAR Quavitae (en 2016), lanzada por, entre otros, los hermanos Gallardo, dueños de la farmacéutica Almirall, acogidos a la amnistía fiscal de 2012 y propietarios de uno de los principales grupos españoles de sanidad privada, Vithas.
También vinculada al capital riesgo, en este caso al gigante británico CVC, está la propietaria de otra de las residencias intervenidas esta semana en Madrid, Vitalia. Con unas 6.600 plazas y 3.000 empleados, fue adquirida a finales de 2017 por CVC, que compró la mayoría de sus acciones al fondo español de capital riesgo Portobello poco después de vender el grupo de sanidad privada Quirón al alemán Fresenius.
La segunda empresa del sector en España, Orpea, también tiene origen francés y ha protagonizado asimismo titulares tras las denuncias de trabajadores que aseguraban que la empresa había ocultado muertes de residentes en uno de sus centros en Madrid. Esta multinacional, presente en 22 países, con 1.014 establecimientos y 104.234 camas a cierre de 2019, cuenta en España con unas 8.800 plazas (es ya su tercer mercado, tras Francia y Alemania) y su filial facturó 166 millones en 2018.
Orpea fue fundada por un neuropsiquiatra francés, Jean-Claude Marian, que vendió sus acciones en enero (le quedaba un 5%) tras retirarse de la presidencia en 2017 a los 78 años. Sus principales accionistas son el fondo canadiense CPPIB (14,5%) y la familia Peugeot (5%), una de las grandes fortunas de Francia. El 78% de sus acciones cotiza en bolsa.
Más sello francés
También tiene capital francés Amavir. Con unas 6.400 plazas en España, 4.400 empleados y una facturación de unos 152 millones, su mayor accionista (85,46%) es Maisons de Famille, perteneciente al grupo Mulliez, dueños de Alcampo, Decathlon o Leroy Merlin, entre otros conocidos gigantes de la distribución.
De Francia procede también Colisee, cuarto operador del sector en Europa, perteneciente al fondo IK Investment Partners, y que desde el año pasado (tras comprar la belga Armonea, que en 2016 adquirió la valenciana La Saleta) gestiona unas 3.300 plazas y medio centenar de centros en España, país que, como destaca en su web, «será el país más envejecido de Europa» en 2040.
Francés es también el gigante europeo Korian (53.000 empleados), que ha desembarcado en España también a golpe de talonario con varias compras que le han permitido alcanzar las 2.000 plazas y una facturación de 25,5 millones en 2019. Cotizado en bolsa, su mayor accionista es Predica, aseguradora de Crédit Agricole (24,38%).
Aseguradoras
También está vinculada a los seguros una de las cinco mayores empresas del negocio de las residencias en España, la española Ballesol. Con treinta años de experiencia, en la actualidad cuenta con 46 centros, más de 7.000 plazas residenciales, 3.200 empleados y 143 millones de facturación en 2018. Presidida por Juan Ignacio Vivas, a su vez presidente de una de las patronales del sector (AESTE), su mayor accionista (75,29%) es Santalucía, que tiene entre sus propietarios a algunas de las familias más adineradas de España, como los Álvarez Otero (33%).
Otro actor relevante y también vinculado al negocio asegurador es Caser Residencias, perteneciente a la aseguradora del mismo nombre, de la que la suiza Helvetia acordó adquirir un 70% en enero tras comprar los paquetes de, entre otros accionistas, varias antiguas cajas de ahorros. Cuenta con unas 3.000 plazas, 2.500 empleados, 20 centros de la tercera edad y una facturación de 85 millones en 2019.
Constructoras
Entre las empresas nacionales destaca también muy especialmente Clece, filial de ACS, la constructora que preside Florentino Pérez y en la que participa la pareja de primos multimillonarios popularmente conocida como ‘Los Albertos’, y que gestiona «íntegra o parcialmente 145 residencias y 92 centros de día en todo el territorio nacional. En estas instalaciones, velamos por el bienestar y la calidad de vida de cerca de 17.000 mayores», explica en su web.
En gran medida, se trata de establecimientos cuya gestión se ha adjudicado mediante contratos integrales encomendados por diferentes administraciones públicas. Como explicaba el grupo en sus cuentas de 2018, a cierre de ese ejercicio Clece era «líder destacado en España con la gestión de más de 100 centros para mayores», un dominio que está complementando con centros enteramente privados en España y Portugal a través de su marca Clece Vitam.
«A finales de 2019, Clece contaba con un total de 18 centros de este tipo y sigue trabajando en la puesta en marcha de otras 27 nuevas residencias Clece Vitam en diferentes comunidades autónomas hasta 2022», explica en sus últimas cuentas el grupo, que no ha querido facilitar ninguna información sobre el número de plazas que gestiona (según Cinco Días, a abril de 2019 superaba las 4.000) ni los ingresos que le proporcionan.
Otra constructora presente en este negocio es Sacyr, que a través de su filial Sacyr Social proporciona actualmente «servicios a 10 residencias. Atendemos a algo más de 1.000 residentes y contamos con una plantilla cercana a las 1.000 personas», según fuentes de la empresa. Se trata de servicios que presta «en residencias propiedad de de distintas administraciones que sacan concursos. En algunos casos, el concurso incluye la gestión completa de la residencia, en otras ocasiones sólo algunos de los servicios que se prestan en las mismas».
También depende de los concursos públicos el negocio de residencias de ancianos de Eulen Sociosanitarios, filial del gigante de los servicios de la familia Álvarez Mezquíriz que presta decenas de servicios asistenciales relacionados con mayores y dependencia mediante la gestión de residencias, centros de día y pisos tutelados para personas mayores a través de concesiones del sector público.
La empresa no facilita ninguna información sobre cuántas plazas gestiona y su cifra de negocios. En sus últimas cuentas (2018), según información disponible a través de Insight View, la «gestión de centros» (sin diferenciar tipología, ya que presta una amplia gama de servicios relacionados con la dependencia) aportó 53,3 millones de facturación a esa filial.
Sanidad privada
La sanidad privada también ha tomado posiciones en este sector. El grupo más importante es Sanitas, propiedad de la británica BUPA, que dice ser «el segundo operador de residencias privadas en España» con cerca de 6.200 plazas en 2018 y una facturación de unos 110 millones en ese ejercicio.
En la actualidad, Sanitas cuenta con 47 residencias por toda la geografía española, según explicaba en un artículo publicado el 27 de marzo el consejero delegado del grupo, Iñaki Ereño, que advertía de que «estigmatizar un sector que está asumiendo un reto que excede su rol original es injusto y poco útil».
En ese artículo, Ereño reclamaba que los profesionales del sector, que «están estos días doblando turnos y arriesgando incluso su propia salud para ayudar a las personas mayores, los más vulnerables de nuestra sociedad», contasen «lo antes posible» con «las mascarillas, geles y equipos de protección individual que garanticen su seguridad, porque están en primera línea de contagio».
Otro grupo de la sanidad privada que está tanteando este sector es HM Hospitales, propiedad de la familia Abarca Cidón, que el año pasado inauguró en Leganés (Madrid) su primera residencia para la tercera edad bajo la marca Valdeluz, en asociación con Arpada. Esta constructora ha vuelto a este sector, en el que ya estuvo presente hasta 2017, cuando vendió las cinco residencias que tenía (con cerca de 900 plazas) a Sanitas.
Fuente

 NOTA DEL BLOG ...10.04.2020  A falta de realizar test generalizados, es imposible saber el número de víctimas mortales que el coronavirus ha dejado en las residencias de ancianos. Pero, según los datos proporcionados por las comunidades autónomas, los usuarios de este tipo de centros que han fallecido con COVID-19 o síntomas similares superan los 9.000, la mayoría en Madrid, Cataluña y Castilla y León, y representan el 58,6% del total de fallecidos notificados por el Ministerio de Sanidad.

Paolo Flores d’Arcais , entrevista.


Paolo Flores d’Arcais  entrevista .

https://elpais.com/ideas/2020-04-10/paolo-flores-darcais-filosofo-ahora-una-revolucion-es-el-minimo-indispensable.html

viernes, 10 de abril de 2020

Aunque todo ya es nada


Fotos: Luis Eduardo Aute, su vida en imágenes | Hoy

Luis Eduardo Aute (1943-2020)

  


Aunque todo ya es nada

El pasado 4 de abril falleció el cantautor, pintor y poeta español Luis Eduardo Aute. El siguiente texto lo recuerda en todo su esplendor humano y el asalto a la memoria que significan sus inigualables actuaciones en vivo.

Arturo DávilaEscritor, doctor en Lenguas romances por la Universidad de Berkeley. «Sátiras» (Hiperión, 2017) es su último libro de poemas

Para Tomás Ruiz
La muerte está en el aire. Un saludo es peligroso, un suspiro, un viaje al hospital. En inglés, un estornudo pasó a ser de un educado “Bless you” a un agresivo “Fuck you”, que invita a alejarse. El mundo está freakeado. Respirar es peligroso, caminar en un parque, una posible acta de defunción. Con más de 10 000 muertos en España, la noticia del fallecimiento de Luis Eduardo Aute, conocido cantautor, ahonda la pena.
Nació en 1943 en Manila, Filipinas. Su padre fue un comerciante de tabaco catalán y su madre era filipina, de origen español. En esa familia, Aute creció desde niño como políglota, paseando entre el español, el catalán, el tagalo, y el inglés que le enseñaban en la escuela lasallista de la ciudad. Asimismo, allí descubrió su talento para la pintura, la música, y desarrolló un enorme interés por el cine, artes que nunca abandonó.
SIGUE ...

miércoles, 8 de abril de 2020

La Unión Europea descolocada .

El coronavirus: la Unión Europea enseña de nuevo sus vergüenzas



El pasado 26 de marzo se cumplieron 25 años del Tratado de Schengen, por el que la mayoría de los países de la Unión Europea se comprometían a eliminar los controles para la circulación de ciudadanos en las fronteras interiores. Curiosamente, el mismo día, 26 de marzo pasado, se celebraba por videoconferencia el Consejo de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión para discutir y aprobar las medidas necesarias para enfrentarse a la crisis del coronavirus.
La coincidencia es significativa y en cierta medida irónica, puesto que la reunión se llevaba a cabo unos cuantos días después de que los dos socios principales de la Unión, Alemania y Francia, tras haber aparecido los primeros signos de la epidemia, prohibiesen en sus países la exportación de todo el material sanitario preciso para combatirla, sin que importase lo más mínimo lo del mercado único y el libre comercio. Con el mismo espíritu comunitario, más de doce de los países representados en la videoconferencia, entre ellos España, se habían apresurado a cerrar por propia iniciativa sus fronteras, sin que mediase ningún acuerdo colectivo. La Comisión se ha tenido que quejar amargamente de lo bien que había funcionado la acción conjunta, en un sálvese el que pueda, y de cómo esta actitud anárquica e individualista estaba dificultando gravemente el transporte intercomunitario, incluso el de material sanitario.
Estos prolegómenos no presagiaban nada bueno acerca de los resultados de la videoconferencia, tanto más cuanto que venía precedida también de un estrepitoso fracaso del Eurogrupo que, reunido días antes, había cerrado su deliberación sin acuerdo y dejando cualquier decisión en manos del Consejo de jefes de Estado y de Gobierno. Echó balones fuera. El Consejo, a su vez, ha hecho lo mismo, no llegar a compromiso alguno y despejar la pelota hacia los ministros de Finanzas, emplazándoles a que dentro de quince días presenten las medidas adecuadas. Todo esto es un juego de niños, o más bien de trileros, en el que no se sabe muy bien si se engañan ellos mismos o si intentan engañar a los demás.
Desde que en noviembre de 1993 se firmó el tratado de Maastricht y se diseñó lo que sería la Moneda Única, se ha venido escuchando la misma monserga. Frente a las críticas de los que afirmábamos que era una monstruosidad económica y social construir una unión monetaria sin integración fiscal y presupuestaria, objetaban que todo llegaría, que lo importante era ir dando pasos, pero los pasos no han existido y de darse algunos han sido siempre en la misma dirección. En integración fiscal y presupuestaria no se ha avanzado nada, todo lo contrario. Actualmente, el presupuesto comunitario asciende al 1,2% del PIB, inferior al porcentaje de entonces (1,24%) que, como no podía ser de otra manera, en aquel momento considerábamos ridículo, y nos aseguraban que poco a poco se incrementaría. La ampliación de la UE a los países del Este ha liquidado cualquier esperanza de progreso en este sentido y despejado toda duda acerca de que pudieran potenciarse los mecanismos redistributivos totalmente necesarios en una unión monetaria.
A lo largo de todos estos años, incluso antes de que naciese el euro (por ejemplo, con el Sistema Monetario Europeo), han ido aflorando las fuertes contradicciones del proyecto y las subsiguientes crisis a las que ha dado lugar. A todas ellas se les ha dado respuesta a base de parches, con lo que las desigualdades entre países se han agudizado y los desequilibrios permanecen. En esta ocasión, Europa se enfrenta a la crisis del coronavirus sin haber solucionado las secuelas de la recesión anterior de 2008, y con la división abierta entre Norte y Sur. Los países acreedores no solo continúan negándose a establecer cualquier instrumento que tenga una función redistributiva y compense las desigualdades y desequilibrios creados por la Unión Monetaria, sino que también rechazan cualquier forma de mutualización del riesgo.
Con motivo de la actual crisis y con anterioridad al citado día 26 de marzo, nueve de los 27 países de la Eurozona: Francia, Italia, España, Bélgica, Portugal, Grecia, Irlanda, Eslovenia y Luxemburgo, remitieron una carta al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la que retomaban un viejo proyecto nunca llevado a cabo y al que Alemania siempre se había opuesto, el de los eurobonos, bautizados ahora como coronabonos. Los firmantes aportan el 57% del PIB de la Eurozona. Constituyen, por tanto, una mayoría lo suficientemente representativa para ser tenida en cuenta. La Unión Monetaria, sin embargo, se implantó según las solas conveniencias de Alemania y sus adláteres. Todos los acuerdos tienen que ser tomados por unanimidad, con lo que resulta muy difícil, casi imposible, introducir cualquier modificación de lo pactado en el inicio, que resulta ser radicalmente insuficiente para conseguir que las diferencias entre países no se incrementen. Los intereses de los países del Norte se encuentran suficientemente blindados.
Una vez más, como era de esperar, se han opuesto radicalmente a los eurobonos. En esta ocasión, el Norte cuenta con un refuerzo de envergadura, Mark Rutte, primer ministro de Holanda y un fanático, extraña mezcla de liberal y furioso nacionalista, que en estas materias actúa como perro de presa de la Merkel y se coloca al frente de los halcones. “No puedo imaginar –ha dicho- ninguna circunstancia en la que Holanda aceptaría los eurobonos. El motivo es que es algo que va contra el diseño de la Unión Monetaria y del propio euro. Y nosotros no somos los únicos: muchos países están contra los eurobonos”.
La oposición de Alemania, aunque planteada quizás con menos agresividad, no es menor. Su ministro de Economía ha calificado al proyecto de zombi, y parece ser que la canciller comunicó esta misma idea al primer ministro italiano, Conte, en un intento de convencerle para que aceptase el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). “Si lo que estás esperando son los coronavirus, no van a llegar nunca. Mi Parlamento no lo aceptaría. Estáis generando expectativas que no se van a cumplir”. Desde luego, entre las expectativas que no se van a cumplir está también el Plan Marshall pregonado por Sánchez, que más que un plan parece el sueño de una noche de verano. Si Alemania, Holanda, Austria, Finlandia, etc., están en contra de cualquier mutualización del riesgo, con más motivo lo estarán de todo aquello que suponga transferencias de recursos a fondo perdido como el seguro del desempleo comunitario que plantea Pedro Sánchez.
En cierto modo, en la videoconferencia del día 26 se repitió la escena de 2012, en la que Monti y Rajoy, secundados por Hollande, amenazaron con vetar la resolución del Consejo si la Unión Europea no absorbía el coste de las crisis de las entidades financieras. Merkel no tuvo más remedio que recular y aceptar, aunque echando balones hacia delante de manera que se descafeinase la propuesta. Surgió así la Unión Bancaria. Monti, Rajoy y Hollande han desaparecido y ya hemos visto a lo que ha quedado reducida hasta ahora la Unión Bancaria. Ni siquiera se ha mutualizado el fondo de garantía de depósitos. Bueno, en cualquier caso, Conte no es Monti, Sánchez no es Rajoy, y Macron, aparte de no ser Hollande, en esta ocasión parece que ni está ni se le espera. Y, además, entonces no estaba al frente de Holanda un hooligan como Rutte. Así que me temo que ahora, ni siquiera aparentemente, los países del Norte van a ceder ni un ápice.
Lo más que pueden esperar España e Italia es el recurso al MEDE, y eso tan solo después de haber agotado todas las posibilidades para financiarse por sus propios medios. Sin embargo, el primer ministro italiano no quiere ni oír hablar de ello, por las resonancias que guarda con los rescates de la pasada crisis y con las condiciones draconianas que se impusieron a los países que se decía rescatar. Sánchez está más dispuesto a aceptarlos, con tal de que los préstamos se concedan sin condiciones, pero esto no parece adecuarse a las exigencias de Rutte. El MEDE es el MEDE, ha manifestado, tal como está en las normas y no hay por qué cambiarlas.
El ministro de economía holandés criticó a España y al resto de los países del Sur por no haber aprovechado estos últimos años de crecimiento para ordenar las finanzas públicas. Con ello indicó de forma clara su mentalidad calvinista y puritana que mide todo en términos de culpa-penitencia. Si los países del Sur tienen dificultades es por haber actuado indebidamente. La hormiga y la cigarra. Que no vengan ahora las cigarras a pedirnos dinero. Es la misma postura que los independentistas catalanes mantienen con el resto de España.
Lo más preocupante, sin embargo, es que este discurso termina por calar en una parte de la opinión pública española y no es infrecuente encontrar en la prensa, artículos y reportajes que se muestran comprensivos para con los motivos de las naciones acreedoras, y atribuyen el problema al dispendio de las deudoras. Es más, parece que las propias autoridades de los Estados del Sur, para defender sus peticiones actuales, afirman que en la crisis del coronavirus no hay culpables, con lo que implícitamente están aceptando que sí los hubo en 2008, y que estos se concretaban en los despilfarros de los países del Sur.
Centrándonos en España. Culpables ciertamente los hubo, pero por parte de todos. Culpables fueron los banqueros españoles que dieron créditos a quienes no podían pagarlos y los clientes que no calcularon bien su solvencia y la viabilidad de la devolución. Por supuesto, el Gobierno y el Banco de España que no hicieron nada para impedirlo. Pero también fueron culpables los banqueros de los países acreedores que concedían créditos sin límite a las entidades financieras españolas sin calcular el riesgo, las autoridades de esos países que fallaron en la supervisión, al igual que las instituciones europeas que no dijeron nada de los desequilibrios que se iban generando hasta que estos explotaron. Pero, sobre todo, la culpabilidad hay que hacerla recaer en el diseño y en los parámetros con los que se creó la Unión Monetaria. Ni las entidades financieras españolas se hubieran endeudado hasta ese límite ni las extranjeras hubieran concedido préstamos por esa cuantía, en caso de tener cada Estado su propia moneda y de existir, por tanto, riesgo de cambio.
El problema radica en que, a pesar de ser todos culpables, el coste de la crisis recayó exclusivamente en los erarios de los países del Sur, que tuvieron que rescatar a sus bancos, aun cuando en último término estaban rescatando también a los bancos del Norte que eran acreedores de los nacionales. En 2008 el stock de deuda pública en España ascendía al 39,7% del PIB, mientras que en Alemania y Holanda se elevaba al 65,5% y 54,75 respectivamente. En 2019, por el contrario, el saldo de España alcanza el 96,7%, en contraste con el de Alemania que es del 59,2% y el de Holanda que es del 48,9%. El brutal incremento del endeudamiento público español no se debe en absoluto a los dispendios de nuestra Administración, ni la reducción del stock de deuda pública de Alemania y de Holanda se debe a su correcta política fiscal, sino a la existencia de una unión monetaria que, en ausencia de compensación fiscal y presupuestaria, castiga duramente a los países deudores y beneficia a los acreedores.
Cuando el halcón holandés reprocha a España no haber realizado ningún ajuste en sus finanzas públicas, habría que recordarle que en 2007 el sector público de nuestro país presentaba un superávit del 1,9% y que, si en el 2009 este saldo positivo se había transformado en un déficit del 11,3%, no se debió a los dispendios de nuestras administraciones, sino a la crisis y a la existencia del euro. En los años siguientes, España, al igual que otras naciones del Sur, se sometió a un ajuste durísimo, reduciendo intensamente este saldo negativo del 11,3% al 2% actual, y lo que aún fue más doloroso, pero también más necesario, la devaluación interior que tuvo que aplicarse para conseguir que el saldo de la balanza de pagos por cuenta corriente pasase de un déficit del 9,4% en 2007 a un superávit del 2,4% en 2019.
Muy al contrario, Alemania y Holanda, después de la crisis de 2008, no han hecho el menor esfuerzo para corregir su desmedido superávit en la balanza por cuenta corriente, que en la actualidad asciende al 7% y al 9%, respectivamente. Lo que generó los problemas financieros y la crisis de 2008 fueron los desequilibrios exteriores de ambos signos (véase mi libro “La trastienda de la crisis”, en editorial Península). No hay déficit sin superávit, y viceversa. Y tan responsables son los países acreedores como los deudores. Es evidente que la Unión Monetaria tal como está configurada incrementa las desigualdades. Genera empleo en el Norte a costa de destruir puestos de trabajo en el Sur. Esto es lo que en cierta forma indican los saldos positivos y negativos en los sectores exteriores. En la actualidad la tasa de desempleo en Alemania y Holanda se sitúa en el 3,2 y 3,5%, respectivamente, mientras que España aún se mantiene en el 13,9% después de alcanzar el 24,8% en 2012.
El primer ministro holandés, para ensalzar la utilidad de los programas del MEDE, recordó la según él exitosa experiencia de países como Portugal, Irlanda o España. Exitosa es posible que sí, pero ¿a qué precio? Ni las sociedades de estos países ni por supuesto la de Grecia, ni incluso las de Italia o de Francia (que está para pocas bromas con los chalecos amarillos), van a estar dispuestas a soportar ajustes del calado de los que se aplicaron entonces. Es casi seguro que, como afirma el ministro alemán de Economía, la creación de los eurobonos sea un muerto viviente, pero Merkel y Rutte deberían preguntarse si la aplicación del MEDE con condiciones, tal como quieren, no es una bomba que puede hacer saltar por los aires la Unión Monetaria.
Una vez más, es el BCE la única institución que emite alguna señal de esperanza. A pesar del estreno un poco desastroso de su presidenta declarando que “no estamos aquí para cerrar diferenciales” (en referencia a las primas de riesgo), lo cierto es que se han movilizado 750.000 millones de euros para poder intervenir en el mercado secundario comprando activos y sin la condición territorial con la que actuaban antes. Es más, ha vuelto a intimidar con el programa de compras ilimitadas de deuda pública (OMT), instrumento que Draghi utilizó para amenazar, pero que nunca uso. De momento, el BCE está conteniendo a los mercados e impidiendo que las primas de riesgo se disparen. ¿Será capaz de conseguirlo cuando los déficits públicos hagan su aparición con toda su crudeza? ¿Le dejarán hacerlo los halcones del Norte?


martes, 7 de abril de 2020

Las imágenes de la guerra de Vietnam

Las imágenes de la guerra de Vietnam  

Serie documental que se puede encontrar en la plataforma Netflix compuesta de 10 capítulos, cada uno de los cuales dura aproximadamente 80 minutos. El guión está escrito por Geoffrey C. Ward, la narración la lleva a cabo Peter Coyote y la dirección y realización corre a cargo de Ken Burns y Lynn Novick. Fue estrenada en la televisión pública estadounidense PBS en 2017.
No es la primera serie documental que se hace sobre la guerra de Vietnam. Lo que hace diferente a esta es la abundancia de imágenes (muchas de ellas terribles; no es una serie precisamente para estómagos delicados) obtenidas de todo tipo de noticiarios y reportajes de la época; eso incluye las obtenidas en los archivos de todas las televisiones norteamericanas (y tal vez del propio ejército de EE.UU), pero también de los noticiarios norvietnamitas. No en vano la serie ha costado 30 millones de dólares y su elaboración y montaje ha durado cerca de 10 años.
El punto de vista es, obviamente, el de los EE.UU., pero más el de la sociedad norteamericana que el de sus élites. Digamos que la serie pretende dar una respuesta muy documentada a la pregunta ¿por qué EE.UU perdió la guerra de Vietnam? y no, desde luego, a ¿por qué la ganaron los vietnamitas?, pues entonces les hubiera salido una serie documental muy distinta. Con lo cual, los primeros planos de madres llorando por la muerte de sus hijos son, en un 80%, de madres norteamericanas. Parece que para los autores del documental, los y las vietnamitas lloran poco (aunque más de 2.000.000 de ellos murieron en dicha guerra).
Dicho esto, es innegable que el esfuerzo de documentación es más que notable y que se ha hecho con la ambición de ofrecer un producto audiovisual desapasionado (hasta cierto punto: el último capítulo está claramente dirigido a la psique sentimental de los estadounidenses; nuevamente, para sus autores, los vietnamitas parecen carecer de tal cosa) con la finalidad de proporcionar elementos de reflexión y comprensión al público norteamericano y occidental. Eso se refleja, por ejemplo, en las entrevistas a personajes públicos y dirigentes de los dos bandos y a que se les deja explicar largamente. Ojalá hubiéramos dispuesto de esta serie en los tiempos de las movilizaciones contra la invasión de Iraq de 2003. Con ella hubiéramos montado unas sesiones de «cine-club» fantásticas.
José Luis Gordillo  en Mientras Tanto

lunes, 6 de abril de 2020

Madrid . Donativos . SL


Madrid . Donativos . SL

 Carlos Guirbau

Sin Permiso
La Comunidad de Madrid vive en un eterno apagón informativo desde que comenzó la crisis del Coronavirus. Una oscuridad que impide saber a ciencia cierta cómo se está realizando la gestión de una crisis sanitaria sin precedentes en uno de los sistemas de salud más penetrados por el sector privado y en la Comunidad del reino más afectada por la pandemia. Pensemos que nadie del gobierno de coalición PP-C’s sale a diario o regularmente a dar explicación alguna sobre la situación.

Sin embargo, esa escasez de información, precisa y veraz sobre aspectos fundamentales de la crisis como material necesario (guantes, mascarillas, respiradores), recursos públicos y privados, medios técnicos, organización de traslados o estado de residencias y UCIs contrasta con la escrupulosidad con la que se ofrecen otras noticias. Un ejemplo es la web para donaciones que desde el pasado 30 de marzo ha puesto en marcha en su portal la Comunidad. En este portal se anuncia que los fondos que se recojan se destinarán, sin mas detalles, a atender la crisis provocada por el Coronavirus. En uno de los párrafos de la información, se aclara, esta vez con total exactitud, que todas esas donaciones serán desgravables en la declaración de Hacienda y que, a tal efecto, se les remitirá a los donantes el correspondiente certificado que lo acredita. Vale aclarar que tal desgravación representará para el donante del 35% sobre el importe entregado. En 48 horas, la Comunidad ha destacado el “éxito” de la recogida de dinero, que alcanza mas de 8,5 millones de euros.

Recordemos que el gobierno de la Comunidad de Madrid, liderado por el Partido Popular durante 25 años y ahora compartido con Ciudadanos, lleva décadas aplicando una política de desficalización general que nos cuesta a toda la ciudadanía de Madrid (la Comunidad más rica de España) solo en el impuesto del patrimonio una media de 1.000 millones de euros al año. Un impuesto perdonado que, en caso de pagarse, solo afectaría en Madrid a los 16 mil ciudadanos más ricos de la región, o sea, a los superricos. Si se suman todos los regalos fiscales que, por todos los conceptos, han practicado los gobiernos del PP en los últimos tres lustros, los madrileños hemos dejado de ingresar cerca de 30 mil millones de euros en ese periodo. Es decir, el equivalente a toda la deuda pública actual. Por otra parte, 1.000 millones es precisamente la cifra que la presidenta Ayuso pide ahora al gobierno central para combatir la epidemia. Un dinero que, simplemente cobrando el impuesto del patrimonio que afecta únicamente a quien posee más de 700 mil euros por ese concepto, ya tendríamos todos los ciudadanos para combatir al Covid-19.

Un dinero que se ha quedado bien resguardado en el bolsillo de un puñado de familias y que es el que desde hace tiempo vienen reclamando las organizaciones sociales y políticas de la izquierda de la Comunidad como un recurso imprescindible para garantizar hospitales, escuelas, vivienda, atención primaria o dependencia. A tenor de la escasez de material en los centros sanitarios, la terrible saturación que sufren y sobre todo la falta de profesionales, parece que ese constante regalo fiscal a los más ricos se ha pagado con desorganización sanitaria y falta de medios indispensables.

Ahora, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, ha abierto una cuenta para sufragar y garantizar con donativos (voluntarios) un derecho básico de toda la ciudadanía, un eje central de política publica democrática: la sanidad y el acceso a la misma. Lo que en realidad ha abierto el gobierno de la Comunidad el último día de marzo no constituye otra cosa que la cara “B” de su política de desfiscalización: una ventanilla para que los 16 mil super-ricos (el club privado de sus amigos) puedan seguir desgravándose y ahorrándose impuestos en una comunidad en la que están fiscalmente referenciadas la inmensa mayoría de las grandes fortunas del Estado. Unos patrimonios que ahora sumaran a los mil millones de su ahorro anual el 35% de sus “generosos” donativos.

Se mire cómo se mire, Madrid, de nuevo, pierde. La pandemia y sus graves efectos sobre nuestras vidas se ayudan a paliar y resolver con justicia fiscal y transparencia, no con una web para que laven la conciencia los de siempre con sus dádivas discrecionales premiadas, otra vez y sin visos de cambio alguno, fiscalmente.

http://www.sinpermiso.info/textos/madrid-donativos-sl