sábado, 8 de febrero de 2020

El filósofo



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  En Toros de Guisando . Ávila 1934 . Al fondo sentada junto al filósofo  Xavier Zubiri y delante  la primera sentada  la pintora Maruja Mallo y delante de ella de pie Remedios Varo?

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El filósofo


Texto  de María Zambrano


El ser del filósofo parte de no tener un ser determinado y si lo tiene debe abandonarlo, es el que lo deja todo. No puede ser sacerdote, poeta, sabio, legislador, porque no se puede ser ni esto ni aquello. Así va a parar a ese limbo, a esa tierra de nadie, tierra virgen. Luego, cuando aparece, su figura es indecisa y confusa, despierta sospechas.

El filósofo ha ido en busca del ser. No eran solamente los dioses quienes no tenían ser, era él mismo el que no lo tenía. Y al ir en busca del ser lo iba cobrando, mas en modo diferente, inédito, nuevo, originario. De manera que el ser se arraigara en el, que su vida se conformara por él, que su vida se fuera llenando de ser, confundiéndose con él y borrándose como vida, oscureciéndose a medida que la luz del ser le ganaba.

Buscando el ser atravesaba el no-ser, el suyo propio y el de todo lo que se le mostraba. Descubridor del no-ser, de la carencia en todas sus formas: del no-ser de la verdad, del no-ser del conocimiento, del no-ser del amor. Pues que de esto se trataba, allá en la profundidad última de su ser no empeñado, no entregado a nadie, ni a los dioses, para que la verdad y el ser penetraran en la vida suya y en la de todos, en la del hombre.

Como la filosofía obedece a su interna ley constitutiva de la visibilidad, de la visibilidad en el modo de la diafanidad, pide al filósofo, su sostenedor y artífice, que borre su presencia, no que la oculte. La ocultación queda para el que vive o se dispone a vivir el mismo y, si es preciso, él solo, en la completa manifestación, ubicuidad, no diferenciación de las dimensiones de la temporalidad, igualación entre vida y muerte, tal como a los iniciados se les ofrece vivir. Y lo han de pagar callando y ocultándose al menos en tanto que individuos, perdiendo su nombre o no dándose a conocer.

La filosofía es para todos, para el hombre en cuanto tal. “Todos dos los hombres tienen por naturaleza deseo de saber”. Un saber diáfano por inequívoco, por transmisible sin recurrir a nada más que a él mismo. Y así, el filósofo ha de borrar su presencia, al propio tiempo que la mantiene para corroborar lo que dice, para responder si le preguntan, para comparecer ante la ciudad cuando ya haya celebrado su simbiosis con ella. Con la ciudad propia, realidad y representación de la ciudad de todos los hombres.

Anónimamente transitará el filósofo, mezclado con todos los hombres a partir de su ingreso en la ciudad tras haber pagado la prenda con Anaxágoras y el sacrificio con Sócrates. Un maestro a lo más. Un simple profesor en la tardía

Europa. Un monje que enseña. Uno siempre. Uno y sin más. Y más que la persecución, el desconocimiento será su séquito. El desconocimiento, hasta llegar a la soledad de Nietzsche, en quien se proclama la imposibilidad del maestro de filosofía. Muerte que rozara a todos los que después de él vinieron. Pues o bien apartarán de sí la sombra del discípulo (aunque no la colaboración, el hacer común que no borra la soledad) como Benedetto Croce, que tuvo ciudad y patria, o se verterán en la nación entera como Ortega, sin soñar tan siquiera con la llegada del discípulo. Era la sociedad entera y de ella su factora, la élite, la verdadera receptora del quehacer filosófico. Más apegado a la enseñanza universitaria, el alemán Heidegger señala a su modo el término del discipulado. Pues en Filosofía, y quizás en todo, la existencia del discípulo se hace vigente con la fundación de la Escuela. Sin la Escuela el discípulo tiene carácter de adventicio, voluntario, ambiguo.

El filósofo, lejos de ser un bienaventurado que vive sin cautela, está siempre rodeado de cautelas como las que acabo de citar. No le bastan los discípulos, por el contrario huye de ellos. Y el final de Nietzsche lo sabemos: loco, escuchando de su madre la Ética de Spinoza o la música que para él interpretan sus hermanas; solo, con un aire feliz únicamente interrumpido por alguna desesperación que la madre sabe apaciguar. Qué carrera esta del filosofo que nació para enseñar en continuidad y acaba así, mas allá del bien y del mal, que no puede dejarnos de recordar más allá del ser y de la esencia de Plotino; quién lo diría, más allá siempre de ella misma o en otro lugar inasequible. ¿Cuál acaba siendo entonces, para el futuro, el lugar de la filosofía? Tal vez uno de sus lugares privilegiados no haya sido el estoicismo sino el cinismo, el inquietante y desconocido cinismo.

viernes, 7 de febrero de 2020

El madrileñismo político y la construcción de patria.



España invertebrada, España inacabada y España S.L

Sobre el madrileñismo político y la construcción de patria.
Por Dío Espí

¿Qué motivo lleva a España a encontrarse durante décadas a caballo entre el estado unitario y el estado federal? En un modelo autonómico, cuasi-federal pero no del todo. ¿Por qué ese cuasi? Parafraseando a Joan Romero: ¿por qué no se “acaba” España? En política las cosas no ocurren porque sí. Detrás de cada decisión, de cada reforma, subyace la aspiración de satisfacer unos intereses determinados. La cuestión plurinacional y territorial española no es una excepción.

España invertebrada, España inacabada y España S.L (madrileñismo político)

En los años 20 del siglo XX, Ortega y Gasset acuñó el término “España invertebrada” para, entre otras cosas, referirse a la situación social del país en su momento. Casi un siglo después, en un juego de palabras, Joan Romero hizo lo propio con “España inacabada2”. Con este concepto pretendía “dar una idea global, positiva, para superar el desencuentro histórico nuestro que dura tres siglos.” De alguna forma, las ideas de la España invertebrada y la España inacabada atraviesan cardinalmente la obra de Eliseo Aja Estado autonómico y reforma federal. Continuando el juego de palabras, hoy cabría preguntarse si es posible hablar de una “España S.L” para referirse a la infraestructura política, institucional, administrativa y jurídica que -históricamente y adaptándose en el tiempo- sostiene un modelo de país, en efecto, “inacabado”.

Por esta razón, en una paradoja hegeliana, cabe cuestionarse si esta España inacabada- invertebrada no es sino la culminación (España acabada) de un proyecto político determinado. ¿Es cabal interpretar España y su vigente configuración territorial -con todas las taras funcionales que puedan achacársele- como el destino, y no la transición hacia un modelo verdaderamente federal? Probablemente sea ingenuo pensar que el modelo autonómico vigente es la culminación del proyecto político ideal de nadie, ni de ninguna Comunidad Autónoma ni de ninguna clase social. No obstante, vista la complacencia y absoluto desahogo con el que ciertos grupos políticos y poderes económicos abordan esta cuestión, como mínimo, es lícito pensar que hay ciertos sectores en la sociedad que parecen no tener problema alguno con la configuración autonómica actual, especialmente en el ámbito decisional.

Nicolás Bardio (2018) describía España como:
“ese lugar en el que desde Madrid puedes ir a 24 capitales de provincia en AVE y desde Oviedo a ninguna. Y no es que el AVE sea o no sea una prioridad (lo son más las cercanías) o haya que tenerlo a toda cosa. El AVE es sólo un ejemplo más de lo que está pasando en España. Ríos de tinta se han vertido sobre el régimen político en el que estamos y la conveniencia o no de reformarlo: federalismo monárquico, república federal, sistema confederal, independencia, devolver competencias…”

Este fragmento sintetiza dos cosas : en primer lugar, el problema ferroviario que afecta a miles y miles de usuarios residentes en la ‘periferia’ del Reino de España; en segundo, lo que subyace bajo el punto anterior, es decir, el “madrileñismo político” que acuñó Ortega y Gasset, esto es, la cosmovisión política que traza y ejecuta los planes nacionales pensando esencialmente en los efectos que los mismos repercutirán sobre Madrid. En otras palabras, la suposición de que “España no es otra cosa sino un Madrid centrifugado, dilatado hasta los confines de la nación.”

A pesar de ser acuñado durante la primera mitad del siglo pasado, el “madrileñismo político” sigue muy vivo en la cotidianidad política española. Es un elemento que juega un rol fundamental como parapeto anti-federalizador. Por varias razones relacionadas entre sí:
la primera radica en la dimensión cultural o gramsciana. Gradualmente se ha ido inoculando una visión de España que asimila la idea nacional a Madrid, a lo atinente a Madrid. Esto pasa diariamente en los detalles más banales. Basta poner el Telediario de las 15 h para percatarse, la mayoría de las noticias que se dan –a nivel nacional- implican a Madrid. Con las campanadas de Nochevieja ocurre igual: todas las televisiones nacionales emiten desde la puerta del Sol. El progresismo tampoco está libre de madrileñismo: el pasado miércoles, eldiario.es publicaba una noticia en la que, para informar sobre un hecho acontecido en Tarragona, medía una distancia en kilómetros y a continuación lo matizaba diciendo que era “la distancia aproximada entre la plaza Colón y el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid”. Así pues, esto es solo una pequeña piedra del inmenso iceberg madrileñista cultural que lleva décadas construyéndose. Se ha conseguido instaurar la creencia de que no es de buen español cuestionar las decisiones que se toman desde Madrid, generando un escenario en el que cada vez más y más ciudadanos de la ‘periferia’ se sienten excluidos del proyecto nacional.

La segunda razón atañe a la decisión. ¿Cómo se puede aspirar a construir nacionalmente-culturalmente un país, una patria, cuando desde su capital se ignoran los reclamos y necesidades de sus regiones? ¿Cómo es posible que en un día laborable salgan 11 AVEs de Madrid a Cuenca (con todo el respeto a esta ciudad) y, sin embargo, no haya un solo AVE que conecte València y Barcelona, las dos ciudades más importantes a nivel económico del litoral mediterráneo? Óscar Pazos (2018), autor de Madrid es una isla, lo resume así:
«Madrid centraliza el poder, lo cierra y lo concentra en las manos de unos pocos. El problema es que Madrid hace un discurso político que usa a los nacionalismos y basado en argumentos antiperiféricos para esconder algo mucho más grave: el monopolio del poder en manos de una poca gente. No quise entrar en esos debates de nacionalismos o antinacionalismos y de agravios regionales comparativos, que Madrid utiliza siempre en su provecho. Se presenta como un poder equilibrador cuando es exactamente lo contrario: Madrid se ha apropiado de la idea de España y parece que todo lo que no es Madrid es antiespañol. Hay un discurso que parece que invalida todo lo que no venga o no pase por la capital.»

De esta forma, el establishment instalado en la capital del Reino se convierte en el principal interesado en no cambiar el actual modelo autonómico, puesto que encuentra en éste un instrumento mercantil extraordinario, como si de una empresa se tratara: España S.L.. Se trata de un modelo que si bien se dice autonómico -y, en efecto, presenta rasgos propios de estados federales-, tiene una cara oculta profundamente centralizadora.

Por un federalismo plurinacional real

“Venceréis, pero no convenceréis” le dijo Unamuno a los fascistas en el paraninfo de la Universidad Salamanca en 1936. La historiografía dice que esta frase iba dirigida personalmente a Millán-Astray; en cualquier caso, la frase en sí, y la coyuntura histórico-política que la envuelve, viene como anillo al dedo para describir la gestión que históricamente se le ha dado a la plurinacionalidad en España (o las Españas). Cómo plantea Charles Taylor, el reto colectivo que afecta a España es cómo conciliar unidad y diversidad. Concretando, esto es, ¿cómo convergen distintas naciones que forman España en un proyecto común? En una relación dialéctica en la que la unidad fuera concebida en tanto que tal como el respeto a la diversidad, o la vindicación de la riqueza cultural como un valor a defender, la respuesta estaría clara. No obstante, el desarrollo de España ha sido muy distinto.

Revisada con perspectiva histórica, además de servir como trampolín clasista- aristocrático, la hegemonía y primacía de Castilla (con Madrid como punta de lanza) como región constructora de la identidad nacional española ha generado gran cantidad de conflictos en muchas regiones que no se identifican con el castellanismo. Por supuesto, esto no es culpa de los castellanos y castellanas de España. El protagonismo de la identidad castellana en la estructuración de la identidad española responde, entre otras cosas, a la necesidad que la monarquía borbónica y las oligarquías tuvieron en su momento de estructurar un proyecto nacional que al mismo tiempo les sirviera como garante de sus intereses.

José Luís Abellán (1998) lo sintetizaba así:
«Todos los españoles que ahora tenemos más de cincuenta años hemos sido educados en una vieja idea de España que ahora está en franca revisión. Es una idea que fue impulsada por el franquismo, pero que en realidad tenía antecedentes muy anteriores. Ésta es la idea que debe ser revisada y quizá el no haberlo hecho en su momento es lo que ha originado la mayoría de las tensiones y conflictos que estamos presenciando. Esta vieja idea de España a la que me refiero tuvo su origen en el principio de centralización que fue impulsado por la Casa de Borbón desde que, a principios del siglo XVIII, ésta empezó a reinar en España; se trata de una idea basada en la unidad y homologación entre las distintas regiones españolas que, bajo el impulso napoleónico y con la división administrativa en provincias, adquirió una dimensión jacobina que, en realidad, era ajena a nuestra tradición secular más profunda.»

Seguidamente, es muy interesante ver cómo ha operado esta reflexión respecto al desafecto que esta forma nacional ha generado:
“[…] esa visión castellanista de nuestra historia constituye una simplificación que, mientras se mantuvo en el puro plano de la historiografía, no creó problemas insolubles. La cuestión se agravó con la utilización política que de esa interpretación hizo el franquismo, llevándola a la extravagancia anacrónica de «por el Imperio hacia Dios». La consecuente negación de la pluralidad española no podía más que provocar una reacción crispada de repulsa, la cual a su vez indujo a un airado rechazo. A los que se negaban a aceptar una visión tan unilateral de la historia española, se les acusó de favorecer la fragmentación y el separatismo, aplicándoles el epíteto de «anti-españoles», a cuya denominación se acogen satisfechos. Desde luego, si ser español es ser castellano de pura cepa o dar por buena la interpretación castellanista de la historia, sin admitir otras alternativas, la reacción por parte de estos otros españoles no puede ser más lógica: «Entonces -dice el catalán o el vasco de turno- yo no soy español». Así nace una pobre y estrecha idea de España, negadora de su esencia más profunda: el de una rica variedad de lenguas y culturas, que ha sido a su vez creadora y forjadora de pueblos y naciones distintas y distantes, aunque unidos todos por una historia y una lengua comunes.”

Si de verdad se aspira a “vertebrar” España, más allá de todas reformas procedimentales y mecanismos nuevos que deban introducirse de cara a constituir el modelo federal, es fundamental ser capaces de ganar el relato. Es muy necesario hacer pedagogía y trabajar para tratar de cambiar –de superar- esta noción hegemónica que tantos problemas ha generado, haciendo inviable la convivencia fraternal entre los distintos pueblos y naciones que componen España: de ahí la vigencia de la frase de Unamuno. El nacionalismo español puede seguir negando la evidencia, esto es, la realidad plurinacional de España, y mantenerse anclado en una idea retrógrada y unidimensional de España.

Al contar con el beneplácito de las oligarquías, de los aparatos de Estado, de los medios de comunicación, de las fuerzas y cuerpos de seguridad, de las Fuerzas Armadas, etc., por la mera correlación de fuerzas, el nacionalismo español podrá vencer continuamente a cualquier Otro interno que se le interponga, ya sean catalanes o los vascos. No obstante, y por muy maquiavélico que uno se declare, la fuerza bruta y el no-diálogo en pocas ocasiones conducen a una solución real. El problema seguirá estando ahí, y los catalanes que sientan y piensen en catalán -al igual que sus homólogos vascos, gallegos, baleares o valencianos- difícilmente concebirán el proyecto español como propio, principalmente porque lo sentirán como ajeno. Por dimensión de fuerzas, vencerán; pero si además no se convence, el problema nunca llegará a solucionarse. Como dijo John Berger:
 

"El futuro que tanto les asusta llegará. Y entonces lo que quedará de nosotros será la confianza inquebrantable que hemos mantenido en la oscuridad. "

Bibliografía

– Aja, E. (2014). Estado autonómico y reforma federal. Madrid: Alianza Editorial.
– Abellán, J. (1994). España invertebrada: estado de la cuestión.
https://elpais.com/diario/1994/02/01/opinion/760057207_850215.html
– Abellán, J. (2020). Las Españas: una idea plural del Estado.
https://elpais.com/diario/1998/01/27/opinion/885855604_850215.html
– EFE. (2020). Una chapa del reactor de Tarragona voló tres kilómetros y mató a
un hombre en su casa. https://www.eldiario.es/sociedad/tapa-reactor-
Tarragona-kilometros-hombre_0_985151835.html
– López de la Vieja, M. (1997). Política y sociedad en José Ortega y Gasset: en
torno a «Vieja y nueva política». España.
– Bardio, N. (2018). El centralismo económico nos está matando.
https://www.lavozdeasturias.es/noticia/opinion/2018/12/24/centralismo-
economico-matando/00031545654474975445145.htm
– Pazos, O. (2020). «Madrid centraliza el poder y lo concentra en las manos de
unos pocos.» https://www.eldiario.es/galicia/Madrid-centraliza-poder-
concentra-pocos_0_135786925.html
– Romero, J. (2006). Joan Romero: «Estamos todavía a mitad de camino de un
Estado federal homologable». https://www.levante-emv.com/comunitat-
valenciana/3076/joan-romero-todavia-mitad-camino-federal-
homologable/177934.html
– Romero, J. (2019). Joan Romero: “Si fuéramos un estado federal, las cosas se
harían mejor”. https://www.elnacional.cat/es/pais-valencia/joan-romero-
estado-federal-cosas-harian-mejor_281763_102.html




 Nota del blog  .- Recordemos que este mismo diseño ya lo tuvo nuestro ferrocarril ajeno totamente  a  economía del país ..y como diseño centralizador  . Y ahora es un tren de viajeros nada que ver   con la economía . Lo político se impone siempre sobre lo económico .Como si Madrid fuera  todo España, como un oasis  para hacer de Madrid por fin la capital económica mas importante de España . Y al mismo tiempo entregar el transporte de mercancias terrestres a  los camiones .

jueves, 6 de febrero de 2020

¿Nuevo choque con la Justicia europea?


¿Nuevo choque con la Justicia europea?

La razón por la que el TS da la batalla: si tras el 13 de junio no podía dictar orden de detención contra Puigdemont y Comín, tampoco sentencia contra Junqueras

Javier Pérez Royo
05/02/2020 - 21:07h

Comín y Puigdemont muestran un cartel pidiendo la libertad de Junqueras desde su escaño en Estrasburgo CCMA
Una vez respondida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) la cuestión prejudicial que le planteó el Tribunal Supremo (TS) en los términos que doy por supuesto que el lector conoce, quiero llamar la atención sobre una nueva posible divergencia entre el Tribunal Supremo (TS) y la Justicia belga acerca de si es posible mantener la orden de detención y entrega dictada por el Juez Pablo Llarena contra Puigdemont y Comín, una vez que estos tienen reconocida su condición de diputados del Parlamento Europeo.

La orden de detención y entrega europea fue reactivada por el juez español después de que el 14 de octubre de 2019 el TS dictara la sentencia del procés, por la que se condenaba a Oriol Junqueras como autor de un delito de sedición. El juez Pablo Llarena había retirado dicha orden y, una vez dictada sentencia por la que se condenaba a Oriol Junqueras, que también había sido elegido diputado europeo en las elecciones del 26 de mayo, consideró que estaba en mejores condiciones para fundamentar jurídicamente la orden y volvió a activarla. Ahora disponía de una sentencia firme con la que avalarla.

Como Puigdemont y Comín tienen fijada su residencia en Bélgica es a la Justicia de este país a la que le toca decidir sobre dicha orden. El próximo día 18 parece que se va a hacer pública la decisión.

Para que el lector no jurista no se desoriente, voy a poner un poco de orden.

Puigdemont y Comín sostienen que, al ser diputados europeos desde el 13 de junio, fecha en que fueron proclamados candidatos electos por la Junta Electoral Central (JEC), son portadores de inmunidad desde esa fecha y, en consecuencia, no puede estar activa ninguna orden de detención contra ellos, mientras el Parlamento Europeo no haya concedido su autorización. Solicitan, en consecuencia, de la Justicia belga que ANULE la orden dictada por el juez español. De acuerdo con la "doctrina" del TJUE de 19 de diciembre de 2019, dicha orden no debería haber sido nunca reactivada después del 14 de octubre contra ellos, porque no había sido levantada su inmunidad de la forma exigida. Este es el núcleo de su argumentación.

La posición del TS es la de que la orden no debe ser anulada, sino que debe quedar simplemente SUSPENDIDA hasta que el Parlamento Europeo dé respuesta a la solicitud de suplicatorio que le ha sido dirigida por el TS.

Entre estas dos opciones, anulación o suspensión, tendrá que decidir la Justicia belga.

La posición de Puigdemont y Comín es de una claridad meridiana. Contra diputados europeos no se puede dictar orden de detención sin autorización previa del Parlamento. Se ha dictado una orden que no se podía dictar, luego debe ser anulada.

La posición del TS es menos clara, más rebuscada. La orden debe quedar activa, aunque no se pueda ejecutar todavía. Dicho de otra manera: la orden de detención debe quedar "dormida", esperando el momento en que pueda ser "despertada", es decir, el momento en que el Parlamento haya dado su autorización. El TS podía dictar la orden de detención, que simplemente ha quedado sometida a la "condición suspensiva" de la autorización del Parlamento Europeo. No ha habido una actuación antijurídica, pues, por parte del TS.

El debate puede parecer bizantino, pero no lo es. Lo que hay en ambas posiciones son dos interpretaciones divergentes de la sentencia del TJUE de 19 de diciembre de 2019, que estableció en el 13 de junio la línea divisoria para la adquisición de la condición de diputado europeo y la vigencia de la inmunidad parlamentaria. Puigdemont y Comín se agarran a esa fecha, el TS se niega a aceptarla.

Y se niega a aceptarla no por Puigdemont y Comín, sino por Oriol Junqueras. En términos prácticos, el debate entre anulación o suspensión para el estatuto jurídico de Puigdemont y Comín es irrelevante. Hasta que el Parlamento no levante la inmunidad de ambos no podrán ser detenidos. Y si la levanta, podrán serlo. Que hasta que haya hablado el Parlamento la orden de detención haya estado anulada o suspendida es indiferente.

¿Por qué entonces el TS da la batalla? Si, en ningún caso, van a poder ser detenidos Puigdemont y Comín hasta que el Parlamento haya dado su autorización, ¿por qué se arriesga a ser desautorizado por la Justicia belga, como, en mi opinión, va a ocurrir?

Aquí es donde entra en juego Oriol Junqueras. El TS se ha negado a aceptar el "núcleo esencial" de la sentencia del TJUE, que no es otro, que el 13 de junio es la línea divisoria con base en la cual hay que definir el estatuto jurídico de todos los candidatos que fueron proclamados diputados electos al Parlamento Europeo. Antes del 13 de junio Junqueras, Puigdemont y Comín eran ciudadanos españoles sin más. Desde el 13 de junio son parlamentarios europeos y, sin la autorización previa del Parlamento no se puede dar un paso contra ellos. Y es indiferente que uno haya sido procesado y que el juicio contra él quedara visto para sentencia el 12 de junio (Oriol Junqueras) y que los otros no lo hayan sido (Puigdemont y Comín). La inmunidad parlamentaria los protege por igual. Sin autorización del Parlamento no se puede proceder penalmente contra ellos de ninguna manera. Cosa distinta es que, en la solicitud de suplicatorio, el TS diferencie entre la posición procesal del primero respecto de la de los segundos. Pero el suplicatorio tiene que pedirlo para los tres. Y esto es lo que se ha negado a hacer respecto de Oriol Junqueras, mientras que no ha tenido más remedio que hacerlo respecto de Puigdemont y Comín.

El TS no podía dar un solo paso contra ninguno de los tres. Lo ha dado. En forma de sentencia condenatoria contra Oriol Junqueras. En forma de reactivación de una orden de detención contra Puigdemont y Comín. Si la Justicia belga decide que después del 13 de junio el TS no podía dar el paso que dio contra Puigdemont y Comín, ¿podía darlo contra Oriol Junqueras cuyo estatuto jurídico como diputado europeo era exactamente el mismo?

La decisión de la Justicia belga, en el supuesto de que sea anulatoria de la orden de detención contra Puigdemont y Comín, dejará en evidencia la forma fraudulenta de ejecución de la sentencia del TJUE por parte de la JEC y del TS, negándose a aceptar esa línea divisoria del 13 de junio para Oriol Junqueras.

Esta es la razón por la que el TS está dando la batalla. Si después del 13 de junio no podía dictar orden de detención contra Puigdemont y Comín, tampoco podía dictar sentencia contra Oriol Junqueras. Esto es lo que el TS no puede reconocer.

El 18 veremos cuál es la decisión de la Justicia belga. No se puede perder de vista que el caso Oriol Junqueras no está todavía cerrado, ya que hay un recurso ante el Tribunal General de la Unión Europea, ante el cual se podrá hacer valer la fundamentación jurídica y la decisión de la Justicia belga respecto de si la orden de detención contra Puigdemont y Comín fue "ajustada a derecho" en el momento en que se dictó o no.

La decisión de la Justicia belga volverá a dar actualidad a las últimas palabras de las Conclusiones Generales del Abogado General sobre la cuestión prejudicial. Al haber dictado sentencia, decía, el TS ha vaciado de contenido la misma cuestión que él ha planteado. Carece de sentido dar respuesta a las preguntas formuladas. Lo único que queda por decidir, concluía el Abogado General, es si Oriol Junqueras tenía inmunidad o no en el momento en que se dictó sentencia contra él.

Y todo esto se volverá a ver en la vista del recurso ante el TGUE contra la decisión del Parlamento Europeo de hacer suya la interpretación de la sentencia del TJUE por parte de la JEC y el TS sobre la irrelevancia de la línea divisoria del 13 de junio para Oriol Junqueras, razón por la cual se le ha privado de su condición de diputado europeo.

No es una batalla bizantina.