lunes, 7 de enero de 2019

El currículo menguante de Moreno Bonilla.


El currículo menguante de Moreno Bonilla.

Un gran cambio en Andalucía, anti corrupción ,  pasan de los ERES  a los Gürtel  y Vox que  se fue del pp los vota otra vez, y dice que suprimirá las autonomías y va seguir chupando de ellas, Pero además  si vemos los currículos  son muy elocuentes , para  empezar ninguno tiene estudios universitarios y tanto Moreno como Marín    crecieron en el  PP ,  y ahora es como si volvieran a hacer un gobierno del PP  uniendo sus fracciones.

Sí fuéramos  a Marín lo mismo, figura como empresario, sin ningún estudio especial  , cuando es hijo de un humilde relojero  ,que heredo el su negocio , y luego entro en el   PP ,se pasó al partido  andalucista   y al final    creo  una  candidatura  municipal  similar al  Upd  y luego como no llego a más , lo capto en el 2011   un necesitado    Cs , reciclador de   restos  de políticos naufragados  .



Y   a estos añadimos Francisco Serrano el de Vox  ,un ex juez  anti feminista y anti abortista , que fue inhabilitado dos años, y que le costó al estado un millón de euros de indemnización   por una sentencia, tenemos  el cuadro  completo para la Andalucía del cambio.

El problema es que a Casado, si hay gobierno del PP  , le salva la cara y esconde su caída en votos tanto en Andalucía  ,como a nivel general  ,en las encuestas  . y además  lo vendería como un posible pacto , para las municipales y las generales . Necesita gobernar en Andalucía   como agua de mayo. Sino   , de momento , no  hay efecto Casado .

sábado, 5 de enero de 2019

La diferencia entre violencia machista y doméstica .


  ¿Por qué no son iguales todas las violencias? La diferencia entre violencia machista y doméstica


La violencia intrafamiliar en la que ahora quieren poner el foco Vox y PP ya está tipificada en el Código Penal; en ocho años fueron asesinadas más de 500 mujeres y 67 hombres por sus parejas o exparejas

La violencia de género es la que se ejerce por "una diferencia subjetiva entre sexos". Englobarlo junto a la violencia doméstica sería "encubrir las cifras que ha costado tanto evidenciar", explican desde Themis

"La doméstica sitúa el problema en el escenario, en lugar de hacerlo en la construcción de género que da lugar a la violencia contra las mujeres", argumenta el exdelegado del Gobierno Miguel Lorente

Belén Remacha   
El diario.es


El PP de Pablo Casado se ha plegado a Vox y le ha ofrecido comprometerse a aportar  ayudas a los hombres que sufran "violencia doméstica". El líder del partido lleva, desde que Vox comenzó a hacer campaña contra las leyes para erradicar lo que ellos llaman "ideología de género", evitando en ocasiones referirse a la violencia machista como tal. El día 3 de enero, Casado habló de la joven asesinada por su novio en Cantabria como de "la primera víctima de violencia doméstica de este año".

Entre 2008 y 2016, más de 500 mujeres y 67 hombres fueron asesinados por sus parejas o exparejas. Hasta que se implantó la Ley de Violencia de Género en 2004, con el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en España se juzgaba la violencia contra las mujeres por parte de sus parejas o exparejas bajo el paraguas de la violencia doméstica o familiar que ahora pretenden recuperar Casado y Abascal. María Durán Febrer, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, recuerda que lograr esa denominación fue un "caballo de batalla": "En la violencia doméstica no hay una carga histórica de dominación y creencia de poder sobre la mujer. Esa es la diferencia".


Desde ese año 2004, el consenso para que se le llame violencia de género se ha ido ampliando, y de hecho desde el feminismo hay voces –también lo ha defendido Podemos desde su creación– que abogan por que el término que se generalice sea 'violencia machista'. También por que se  amplíe el concepto a la violencia  ejercida fuera de la pareja. En 2015, Ciudadanos hizo un intento en su programa electoral de eliminar las penas específicas por violencia de género que tuvo que retirar de cara a los comicios del 26-J.

La violencia doméstica ya está protegida
La violencia doméstica es aquella que se produce en un entorno de convivencia entre los miembros de un núcleo familiar. Durán Febrer recuerda en conversación con eldiario.es que ese tipo de violencia contra los hombres ya está protegida por el Código Penal: el artículo 173.2 castiga a aquel que "habitualmente ejerza violencia física o psíquica sobre quien sea o haya sido su cónyuge o sobre persona que esté o haya estado ligada a él por una análoga relación de afectividad aun sin convivencia" o sobre una persona con la que tenga "cualquier otra relación por la que se encuentre integrada en el núcleo de su convivencia familiar", con especial foco en personas vulnerables por ser dependientes.

La violencia de género, según la describe el Instituto de la Mujer, "ha sido y sigue siendo una de las manifestaciones más claras de la desigualdad, subordinación y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres". "Se basa y se ejerce por la diferencia subjetiva entre los sexos. Las mujeres sufren violencia por el mero hecho de ser mujeres", continúan. La ONU también se centra específicamente en la violencia contra la mujer, y estima que el 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a su compañero sentimental.

Por ello, volver a apostar por mezclar términos, en opinión de Durán Febrer, sería "encubrir las cifras que ha costado tanto evidenciar. Volver a tenerlo como algo que se queda en el entorno de la familia".También lo explica así en un extenso artículo Miguel Lorente, forense y exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género. Para él, el primer problema que planteaba englobar la violencia machista dentro de la doméstica es que, antes de 2004, "muchos de los homicidios de mujeres en parejas sin convivencia –novios o exparejas– no se contabilizaban". Esos argumentos, escribe, forman parte de "estrategias" del machismo para mantener su "status y privilegios".

Hay dos consecuencias de recalcar una y otra vez la idea de que "toda violencia es violencia, o que los hombres también sufren violencia", incide Lorente. El primero, "ocultar la violencia contra las mujeres entre otras violencias para que no se conozca bien su dimensión y consecuencias, tal y como sucedía en 2003 antes de la LIVG". El segundo, "ocultar la construcción del machismo y esa normalización que existe detrás de ella. Hablar de violencia doméstica o familiar, además de mezclar y confundir las distintas violencias, sitúa el problema en el escenario, ese ambiente familiar o doméstico, en lugar de hacerlo en la construcción de género que da lugar a la violencia contra las mujeres".

Por otra parte, Durán Febrer también se refiere al argumento de las denuncias falsas. A lo largo del 2016, la Fiscalía no probó que se hubiera producido ninguna en el ámbito de la violencia de género. En los 8 años anteriores, de las 1.055.912 denuncias presentadas solo en 79 casos hubo sentencias por falsedad (0,0075 %). Lo que recuerda la vicepresidenta de Themis es que esa cifra, además de mínima, es "ínfima en relación con las denuncias falsas sobre accidentes de tráfico o sobre objetos o inmuebles asegurados. Es decir, son muchas más las denuncias falsas cuando hay que cobrar de la compañía de seguros que por violencia de género". 
https://www.eldiario.es/sociedad/diferente-violencia-domestica-genero_0_853564783.html

Notas del blog .-  Ante el espanto de Ciudadanos y una cierta perplejidad del Partido Popular, Vox ha decidido tocar uno de los nervios más sensibles de la sociedad española: el de los derechos de las mujeres. Al pinzar ese nervio, cambia el marco del debate. Ya no se discute únicamente sobre las características del cambio de gobierno en Andalucía. Ahora la atención se centra en las perspectivas de la política española a corto plazo, ante la posibilidad de que la gobernación de este país quede condicionado en los próximos meses por un partido de extrema derecha conectado con la internacional populistas que gira en torno a las posiciones del presidente norteamericano Donald Trump y sus más conspicuos discípulos: Jair Bolsonaro, Matteo Salvini y Marine Le Pen, entre otros. Esa expectativa es real. Esa puede ser la nueva “realidad” de la política española. Esta semana ha quedado claro .. https://www.lavanguardia.com/politica/20190105/453932763223/enfoque-enric-juliana-vox-cs-pp-andalucia-analisis.html




La extrema derecha no tiene nada que perder y todo por ganar. El órdago de Vox sobre la violencia de género es, en este sentido, un manual de éxito seguro: lo sitúa en posición de eje por donde vuelve a pivotar el debate de género, que, aparentemente, estaba cerrado y había conciliado amplios consensos; con ello prueba su capacidad de crear complicidades sociales con sus posiciones ultras, gana espacios ideológicos al polarizar en los extremos a la sociedad y recuerda su posición de fuerza emergente en el panorama político, mientras lanza un aviso para navegantes azules y naranjas, a los que pone en situación de rey desnudo. Es decir, los desnuda ante su pacto ignominioso, no en vano los maximalismos ultras desmontan la campaña de blanqueo que peperos y ciudadanos habían hecho de los Vox boys. Además, les avisa de dicha naturaleza del pacto y de los problemas que les acarreará en el futuro. Y lo que es más letal, pone en jaque las posiciones políticas de la derecha, ante su electorado, cada vez más escorado en el córner extremo. Por supuesto, parece evidente que no pueden aceptar los postulados de Vox respecto a la violencia de género, pero les abre un boquete ideológico entre sus votantes. Todo sumado, si PP y Cs no aceptan, Vox gana: se mantiene en su ideario y demuestra músculo político. Si PP y Cs aceptan, se derrumba su credibilidad política, provocan un escándalo social y pierden centralidad. Lo cual nos lleva a la lección que la historia repite insistentemente y nunca acabamos de aprender: irse a la cama con la extrema derecha siempre significa dormir con el enemigo.
dice comentario  ninja45 en  https://www.cuartopoder.es/cultura/comunicacion/2019/01/05/antonio-maestre-apm-fape-algunos-vivan-de-ellas/




jueves, 3 de enero de 2019

El fin del sionismo liberal


Amos Oz y el fin del sionismo liberal

Mondoweiss



Esto es parte del artículo de Marc H. Ellis "Exile and the Prophetic" para Mondoweiss. Para leer la serie completa visite la página del archivo.
Aunque para algunos el fallecimiento de Amos Oz es un momento para llorar a una figura literaria internacional, en la escena política con respecto al lugar que ocupa Israel en el mundo, hay otra pregunta en el aire: ¿ha llegado el fin del sionismo liberal, representado por Oz?
En términos generales, el sionismo liberal es la unión del sufrimiento judío en el Holocausto y el empoderamiento de los judíos europeos desplazados en Israel como un Estado judío y democrático. Aunque algunos siempre han cuestionado si un Estado judío puede ser una democracia para todos sus ciudadanos, judíos y no judíos por igual, la permanencia de la ocupación de Israel y su establecimiento en Jerusalén y Cisjordania durante las últimas décadas, junto con su control férreo de Gaza, ha aumentado el foco sobre tal posibilidad. Así que hay más en juego que el sionismo liberal de Oz.
Aunque la vida política de Oz se puede analizar de varias maneras, su muerte debe verse en esta perspectiva histórica más amplia. Una forma de ampliar este punto de vista es ver la muerte de Oz como un hito comparable a la muerte de Elie Wiesel en 2016. Con la muerte de Wiesel, algunos creyeron que se cerraba la era de la conciencia del Holocausto como una fuerza poderosa en la escena judía e internacional.
Los decesos de Wiesel y Oz proporcionan una ventana al agitado pasado judío y el estancamiento en el que se encuentran los judíos en la actualidad. Lo que dicen lo legados de Wiesel y Oz sobre el futuro es preocupante. Sin Wiesel y Oz representando el Holocausto y el sionismo liberal, ¿se podría desentrañar el futuro judío, previamente definido por el Holocausto e Israel y ahora asediado por críticos internos y externos?
Los primeros escritos de Wiesel sobre el Holocausto subvirtieron la autocomprensión judía de progreso e ilustración. En la nueva era el Holocausto se convirtió en el evento definitorio en la historia judía. Para Wiesel, Israel fue la respuesta contundente al Holocausto. Ser judío después del Holocausto es recordar el sufrimiento judío y abrazar el poder judío en Israel.
A medida que el eje Holocausto-Israel se afianzó entre los judíos de todo el mundo, la ocupación de los territorios palestinos y las guerras de Israel en el Líbano y Gaza adquirieron nuevas dimensiones. En Israel Oz -ya conocido por su obra literaria- surgió en la escena política de Israel como un patriota israelí crítico de los excesos de Israel. En sus comentarios políticos Oz intentó mantener unido al Israel que Wiesel y muchos otros judíos imaginaron, como respuesta al Holocausto y al bastión liberal de la vida colectiva de los judíos.
Aunque provocativos al principio, a lo largo de las décadas, tanto Wiesel como Oz se volvieron cada vez más decepcionantes como pensadores y testigos morales de la vida judía. Inicialmente sus escritos sobre la historia y la ética judías eran subversivos en muchos sectores de la comunidad judía e israelí y su visión de Israel hablaba también a otras comunidades en diferentes partes del mundo. En las últimas décadas, ambos se pusieron a la defensiva y pasaron de moda. Wiesel y Oz utilizaron cada vez más sus ideas liberales como escudo defensivo frente a sus críticos dentro y fuera de la comunidad judía. Su testimonio se volvió beligerante.
Al igual que Wiesel, Oz, con muchos de sus contemporáneos sionistas liberales y con una ventaja crítica, se envolvió en la bandera de una historia y de una tradición judías imperfectas pero viables. En los comentarios de Oz, Israel es decididamente defectuoso, su ocupación de los territorios palestinos está mal dirigida políticamente, pero Israel, como esencial para los judíos, es fundamentalmente sólido. Lo que los judíos necesitan y merecen es un Estado propio. Los derechos de los palestinos son secundarios frente al de los de los israelíes judíos; la política y la cultura palestinas son cuestionadas por su honestidad y profundidad. Para Oz y sus sionistas liberales contemporáneos, los palestinos son menos merecedores que los judíos y a veces sus descripciones de los palestinos son peores, así como los críticos de las políticas israelíes hacia los palestinos son vistos de la misma manera.
¿Se ha limitado el mundo por la muerte de Oz? Hay pocas dudas acerca de sus obras literarias. Pero a lo largo de las décadas, el lado político de Oz, si bien tuvo sus momentos de claridad, se atascó en una narrativa de la historia y el Estado judío que parece predeterminado. Con la narrativa de que los judíos son inocentes por el sufrimiento y empoderamiento y si son imperfectos al menos son liberales y democráticos, ¿qué significa ser judío? ¿Y por qué deberían los judíos y, lo que es más importante, los cristianos de Occidente, los gobiernos europeos y la comunidad internacional, apoyar a Israel que viola sistemáticamente los derechos humanos de los palestinos? Si el barniz del sionismo liberal se agota y la memoria del Holocausto se ve cada vez más como un facilitador de la injusticia contra los palestinos, los judíos y otros simplemente aceptan a Israel como lo que algunos identifican cada vez más como un Estado colonialista.
Al igual que Wiesel, Amos Oz fue testigo de la destrucción y reaparición de la vida judía con los eventos formativos del Holocausto y el nacimiento del Estado de Israel. Lo que también experimentaron, pero no pudieron comprender, fue el evento formativo de la libertad palestina como una demanda en la historia judía. Al perderse la siguiente pregunta de la vida judía, mientras trataba de desviar y degradar a los que lo hicieron, el testimonio sionista liberal de Oz se vio empañado y como la conciencia del Holocausto de Wiesel, condenado.
Marc H. Ellis es profesor de historia y estudios judíos y director del Center for the Study of the Global Prophetic. Su último libro es Finding Our Voice: Embodying the Prophetic and Other Misadventures.
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Fuente: https://mondoweiss.net/2018/12/amos-liberal-zionism/

Nota del blog . Este blog  a dedicado algún post al tema del sionismo liberal  y a Amos Oz. ( En paz descanse) sino , no se entiende el sionismo actual .  ..ver   así ...
El eterno dilema del sionismo liberal

La España de pardereta está cabreada .

Vox y la España de pandereta
                         


El odio, la frustración y el miedo son instrumentalizados demagógicamente por partidos que carecen de programa electoral (el de Vox en Andalucía solo tenía seis páginas) y que apelan al electorado para que vote y se movilice frente a esto o contra aquello. Lo preocupante es que el discurso de la extrema derecha no solo lo han apoyado en las urnas los “convencidos” de antemano, sino que también ha logrado captar el voto de una significativa y heterogénea masa crítica andaluza, lo que arroja indicios de que el llamado neofranquismo sociológico podría convertirse en una importante fuerza electoral 
(Antoni Aguiló)

Las cuatrocientas mil personas que han votado a Vox en las pasadas elecciones andaluzas no serán las únicas ni las últimas. Desgraciadamente, “ese partido con nombre en latín” (en expresión de Isidoro Moreno) conseguirá más escaños en más parlamentos. Pero ellos no representan la “España Viva” como dicen en sus mítines, sino la “España de pandereta”, esa misma que tanto se esforzó el dictador Franco en mantener, esa misma que representa lo peor de nuestros pueblos, esa misma que ha exportado al mundo el ridículo más espantoso. Vox representa el nacionalismo españolista más intransigente, el racismo más atroz, la confesionalidad católica del Estado, los ataques más furibundos a la izquierda transformadora, el rechazo frontal al mundo LGTBI, la cultura del capitalismo bancario y de las grandes empresas, la adoración al patriarcado y sus formas más violentas, la destrucción de la Memoria Histórica y Democrática de nuestros pueblos, así como su derecho a la autodeterminación. Vox es de nuevo el “ordeno y mando” (Luis Gonzalo Segura ha descrito en este artículo las buenas relaciones de Vox con el mundo militar), el retroceso cultural, el anacronismo de la Monarquía, la onmipresencia de la Iglesia.
Julio Anguita, Héctor Illueca y Manolo Monereo explican la base ideológica de nuestra extrema derecha, muy diferente a la del resto de Europa: "Instalada en el autismo intelectual de la Contrarreforma, ha tenido su hábitat político en la permanente alianza entre el Trono y el Altar. La extrema derecha patria ha sido, y es, la actualizadora del odio al pensamiento libre que instituyera Fernando VII. Y si es cierto que en la Europa cincelada por la Ilustración el Mein Kampf y sus diversas excrecencias trajeron el holocausto, no es menos cierto que hoy hacer apología del nazismo o del fascismo está prohibido y penado. Aquí en la piel de toro, los crímenes de la dictadura franquista gozan de una desmemoria cultivada e interesada. Por no hablar de los permanentes falseamientos de los hechos históricos e incluso de la Historia de España en su conjunto ”. Mediante la semilla para todo este caldo de cultivo, hemos llegado a la actualidad, donde el neofranquismo tiene su vía libre para expresarse, tanto en los medios de comunicación, como en los mítines electorales, como en la propia calle, a tenor de las múltiples manifestaciones de exaltación del franquismo y del fascismo en general que venimos soportando.
¿De qué nos extrañamos cuando, por ejemplo, sigue siendo legal una Fundación como la Francisco Franco? ¿Qué vamos a esperar cuando son entrevistados en medios de comunicación personajes fascistas que blanquean la barbarie que representó la dictadura? En este país no nos hemos tomado en serio el fascismo desde la muerte del dictador, y ahora contemplamos con estupor el resurgir de la bestia. Pero esta “España de pandereta” viene siendo inducida desde hace tiempo por el resto de actores sociales: “Nada falta: declaraciones de miembros de la jerarquía eclesiástica congratulándose de los resultados electorales en Andalucía, medios de comunicación que desde hace bastante tiempo han transformado los informativos en partes de guerra de los golpistas de 1936. Y, junto a ello, sentencias judiciales que rezuman las viejas esencias de la misoginia franquista” (Illueca, Monereo y Anguita). Sus teloneros han sido el PP y más recientemente Ciudadanos, lógicamente con la indiferencia mostrada por el pueblo ante sus fechorías: hoy día los ciudadanos/as pueden ser perseguidos por participar en una huelga, por grabar a un policía, por escribir un chiste, por “ofender a los sentimientos religiosos”, etc.
Es la “España de pandereta” que vuelve: los medios actúan adormeciendo las conciencias, embruteciendo al personal, la incultura supina y la inmadurez política están en la base, los debates se han convertido en zafios y vulgares, vivimos en el reino del fútbol (una celebración en Madrid de la final de una copa extranjera paraliza la ciudad, como vimos recientemente), de las fiestas populares aberrantes, de la religiosidad política, y de un nivel de estupidez generalizado que asusta. Esta es la “España de pandereta”, la de la añoranza del viejo Imperio Español, la de las banderas en los balcones, la de los tweets ofensivos y amenazantes, la de los mensajes en 140 caracteres, la del cultivo desmedido al móvil, la de la opinión borreguil en masa, la de los idearios enlatados…Sólo queda que Abascal proclame en alguno de sus mítines: “¡Muera la inteligencia y Viva la muerte!”, tal como el General Millán-Astray le gritó a Don Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en octubre de 1936. Es la “España de pandereta”, la que exporta lo peor de nosotros, la de la intolerancia, la del “¡A por ellos!”, la que solicita las murallas altas para que no entren los extranjeros, la del autoritarismo y el conservadurismo más rancio y trasnochado. Carlos Olalla lo ha expresado magníficamente en su artículo: “Vivir en la cultura del tweet, del titular, de la idiocia masificada y globalizada, permite que los esclavos no quieran rebelarse porque se creen libres y que los ciudadanos no se atrevan a pensar porque tienen miedo. Son el miedo y la ignorancia inculcados durante décadas los que han provocado todo esto”. Esta es la “España de pandereta”, la que parece ser que retorna con Vox y sus secuaces. Esperemos que nos sea leve y que podamos volver a derrotarla.
Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es

Madrid cabreado ... ver

    



martes, 1 de enero de 2019

Teoría de la inacción hiperdemocrática .


  Resultado de imagen de La democracia sentimental


Teoría de la inacción hiperdemocrática

Manuel Arias Maldonado

(Profesor de Ciencia Política en la Universidad de Málaga. Sus ensayos publicados más recientes son "La democracia sentimental" y "Antropoceno")

Al comienzo de El contrato social, nos dice Rousseau que, si se atreve a hablar de política, es porque él no la practica: “Si fuera príncipe o legislador, no perdería mi tiempo en decir lo que hay que hacer; lo haría, o me callaría”. Es obvio que las cosas han cambiado: príncipes y legisladores se dedican menos a hacer lo que hay que hacer que a explicar lo que harían si pudieran. Pero el caso es que no pueden, o no les dejan; a veces, tampoco quieren. De aquí resulta una crisis de decidibilidad que atraviesa las democracias liberales. Se vuelve evidente en esa Gran Bretaña que se enreda con el Brexit, en la resistencia a las reformas de Macron, en la sucesión de legislaturas estériles en España o Italia: sociedades complejas donde las reformas no llegan o encuentran una contestación social que enseguida las diluye. Ahora bien, sería un error buscar fuera de la democracia las razones de su relativa impotencia. Esta crisis de decidibilidad tiene su origen en la propia democracia. O sea, en la radicalización de la lógica inherente al principio democrático y la profundización de los procesos sociales y culturales que ella misma pone en marcha. En lugar de una deliberación racional que acaba con una decisión colectiva, la democracia se parece a una apasionada discusión donde nada termina de decidirse. Y este fenómeno no responde a una única causa, sino a una combinación de varias.

Auge de la protesta
Lo primero que llama la atención es el auge –y prestigio– de la protesta. Por más que se haya acusado a los regímenes representativos de tener en cuenta al ciudadano solo cuando toca votar, lo cierto es que las democracias liberales han visto ensancharse notablemente los cauces informales para la expresión de demandas. Manifestaciones, campañas, happenings: no pasa un día sin que algún colectivo o movimiento defienda una causa o se oponga a ella, en la calle y las redes. A menudo, los propios partidos se suman a la protesta o la impulsan directamente, contribuyendo así al desbordamiento institucional de la democracia. Esta dinámica aumenta la fuerza negativa de lo que Rosanvallon llama “poderes contrademocráticos de veto”: coaliciones de bloqueo que multiplican el coste electoral de cualquier acción reformista. Si das un paso, te quieren pisar.



Se perfila un pluralismo agresivo que socava la capacidad de decisión de los regímenes democráticos

Súmense a ello los efectos de la digitalización del espacio público. Los líderes políticos ya pueden dirigirse a los votantes sin mediación alguna, lo que presta a nuestras democracias una tonalidad plebiscitaria que contrasta con la creciente fragmentación partidista: el disenso agresivo que domina la campaña electoral permanente complica los consensos parlamentarios. Y si la estrategia comunicativa de los partidos se dirige a excitar las emociones de los votantes, estos convierten la polarización en un entretenimiento gratuito vía smartphone. Invocar la verdad tampoco sirve de mucho: hemos dejado de creer en ella o, mejor dicho, solo creemos en la nuestra. ¿Qué infalible autoridad podría convencernos de lo contrario? Para colmo, cualquier causa dispone de su experto. Se perfila así un pluralismo agresivo que, si bien satisface las necesidades expresivas de los distintos grupos sociales, socava la capacidad de decisión de los regímenes democráticos.

Vaya por delante que el exceso de democracia es preferible a la ausencia de democracia. ¡Faltaría más! Pero una democracia incapaz de tomar decisiones eficaces puede ver mermada su legitimidad. Es entonces cuando aparece la tentación decisionista: la promesa de acabar con la cháchara democrática dando un puñetazo en la mesa. No será fácil revertir este proceso. Pero intentemos, al menos, acertar con el diagnóstico: ya que no podemos decidir, al menos comprendamos.

 y ver






























   


domingo, 30 de diciembre de 2018

El imposible liberalismo español

El imposible liberalismo español
Ignacio Sánchez-Cuenca  

Resulta extraño que en España no haya un verdadero partido liberal, es decir, una fuerza política que defienda la economía de mercado, la globalización, la meritocracia, los derechos y libertades individuales, partidario de un gobierno limitado, y comprometido hasta el final con la democracia representativa. Ha habido varios intentos a lo largo del periodo democrático, pero todos han fracasado: así ocurrió, por ejemplo, con el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez y con el Partido Reformista Democrático (operación Roca) en los años ochenta; y ha vuelto a ocurrir con Unión, Progreso y Democracia (UPyD) y Ciudadanos en los tiempos más recientes.
Un partido liberal contribuiría a enriquecer el debate público y, además, podría ser decisivo para formar coalición ya fuera con los conservadores, ya fuera con los socialdemócratas, ejerciendo así de fuerza moderadora y centrípeta.
Los liberales españoles constituyen una familia ideológica de tamaño muy respetable que, sin embargo, está huérfana de representación. A pesar de que un buen número de personas se definan a sí mismas como liberales, no hay un partido que represente sus ideas.
Cuando el CIS pregunta por la ideología no en la tradicional escala numérica (de 1 a 10), sino mediante grandes familias políticas, la posición dominante está en la izquierda: según el barómetro de julio del 2018, quienes se definen “progresistas”, “socialdemócratas”, “socialistas” o “comunistas” suman un 35,7 por ciento del total. Quienes se ven a sí mismos como “conservadores” son solamente un 11,7 por ciento. Y, a muy poca distancia, el siguiente grupo en importancia son los “liberales”, con un 10,6 por ciento. El liberalismo es especialmente fuerte entre la gente más joven, alcanza un 17 por ciento de apoyo en el grupo de edad comprendido entre los 18 y los 34 años.
Teniendo la ideología liberal un apoyo tan notable, ¿cómo es posible que en España no haya un partido liberal? Algunos dirán que la pregunta es capciosa, que ya existe un partido así, al que además las encuestan le ­auguran un brillante ­futuro, con porcentajes de voto por encima del 20 por ciento: Ciudadanos. Sin embargo, considerar que Ciudadanos, en estos momentos, sea un partido liberal resulta una opinión cuestionable.
Tanto UPyD como Ciudadanos tenían opciones excelentes para romper el bipartidismo imperfecto de PSOE y PP ofreciéndose ante la ciudadanía como partidos liberales críticos con la corrupción del sistema, la concentración de poder económico y los obstáculos a la competencia. Su liberalismo, no obstante, pronto se vio engullido por una pulsión nacionalista muy potente. La exaltación de la nación española, así como la defensa de un modelo territorial centralista y uniformizador, se llevó por delante el credo liberal.
En el caso de UPyD, su toma de posición más reconocible fue la oposición frontal al intento del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de acelerar el final de ETA mediante un proceso de paz. Dicha oposición les llevó a posturas cada vez más intransigentes y cerriles. Cuanto más débil estaba ETA, más duro (y delirante) se volvía el discurso de UPyD, metiendo en el mismo saco a ETA y al nacionalismo democrático vasco.
Algo similar ha sucedido con Ciudadanos: en sus primeros tiempos se presentó como un partido liberal que podía entenderse en cuestiones socioeconómicas con PP y PSOE. Pero en muy poco tiempo el perfil liberal ha quedado sepultado por un nacionalismo español intolerante y excluyente que supone la negación de los valores liberales más básicos. Ciudadanos ha adoptado un discurso extremista, basado en la confrontación entre los nacionalismos español y catalán. La insistencia en referirse a los líderes independentistas como “golpistas”, el deseo de aplicar de nuevo el 155 (ahora con máxima dureza), la propuesta de ilegalizar partidos políticos (como la CUP) y la retórica joseantoniana de Albert Rivera que tapa los conflictos (generacionales, de clase, de género, ideológicos) con la exaltación de la nación española aleja por completo a Ciudadanos de las coordenadas liberales.
Que Rivera haya calificado el encuentro entre los presidentes Sánchez y Torra como una “humillación” al pueblo español es la confirmación definitiva de que el liberalismo inicial de Ciu­dadanos era una mera fachada.
No sorprende que la opinión pública haya ido situando a Ciudadanos en posiciones cada vez más derechistas. Como han mostrado algunos colegas académicos (José Fernández Albertos, Lluís Orriols), Ciudadanos es el partido que más ha variado ideológicamente en estos últimos años, moviéndose dos puntos hacia la derecha (en la escala 1-10) entre el 2015 y el 2018. Esa derechización es consecuencia directa del nacionalismo primario que se ha adueñado de su discurso político.
El liberalismo es ante todo tolerancia, defensa radical de las libertades, protección de las minorías y gobierno basado en el consentimiento popular. En este sentido, la incoherencia del liberalismo español es manifiesta: los principios liberales sólo son aplicables a la nación española. Por mucho que se recubra de apelaciones a los derechos ciudadanos, al orden constitucional y a la integración europea, la pulsión intolerante del nacionalismo español es radicalmente incompatible con las esencias del liberalismo clásico.
Lo más sorprendente es que la recusación de los nacionalismos vasco y catalán por parte del nacionalismo español se haga en nombre del “antinacionalismo”. Una contradicción de este calibre sólo es posible por la burbuja intelectual que se ha creado en torno al nacionalismo en España.
Visto desde fuera, el debate público sobre la cuestión nacional produce sonrojo, por la pobreza de los argumentos y su simplismo grosero. Pero como no estamos fuera, sino dentro, sólo cabe insistir y llamar la atención sobre las consecuencias deletéreas que el nacionalismo español ha ­tenido sobre el ­libe­ralismo. Seguimos siendo un país huérfano de ­liberalismo.
En sus inicios, Ciudadanos atrajo a élites muy valiosas que parecían creer en un proyecto genuinamente liberal. Economistas, juristas, politólogos, altos funcionarios, ex cargos públicos de anteriores etapas de gobierno, se unieron en torno a un proyecto regeneracionista que prometía toda clase de reformas institucionales que aproximarían España a Eldorado danés y nos alejarían definitivamente del infierno bolivariano. Ahora no se les oye. No sabemos si están avergonzados del partido que ellos contribuyeron a lanzar o si han sido también absorbidos por el torbellino nacionalista.

sábado, 29 de diciembre de 2018

Patriotismo constitucional y derecho a la fragilidad .


El deber de unas instituciones realmente democráticas es el de eximir a sus ciudadanos de la obligación de ser héroes
Patriotismo constitucional y derecho a la fragilidad

Cuarto Poder


Roberto Scarpinato, nacido en 1952, es hoy fiscal general del Tribunal de Apelación de Palermo. Pupilo de los malogrados Falcone y Borsellino, él mismo amenazado de muerte por la mafia, ha dedicado toda su vida profesional a explorar y combatir las complicidades orgánicas entre el crimen organizado y el Estado, complicidades que reconstruyó minuciosamente en Il ritorno del Principe (“El retorno del Príncipe”), obra publicada en 2008 en Italia y silenciada por todos -políticos y periodistas- en una especie de omertá cultural muy reveladora. En una larga entrevista que le hizo en francés Anna Rizello en 2012, recogida en la obra de título Le dernier des juges (“El último de los jueces”), Scarpinato explicaba por qué se había hecho juez y cuál debía ser, en su opinión, el cometido de los Tribunales: “Paradójicamente” -decía- “las instituciones deberían garantizar el derecho a la fragilidad de los individuos, el derecho, en suma, a no renunciar a su propia humanidad”.No es difícil entender la apuesta del valiente juez anti-mafia. El “derecho individual a la fragilidad” implica dos principios asociados. El primero es el de que ningún Estado democrático puede apoyar su legitimidad y estabilidad en el heroísmo privado de sus ciudadanos; el de que no puede fundar su existencia en la convicción de que sus ciudadanos, obligados a elegir entre el bien y el mal, se inclinarán una y otra vez, como ángeles descarnados, por la opción más moral. Scarpinato describe Italia como “el país más moral del mundo” porque en él sus habitantes tienen que estar escogiendo en cada momento -en todo momento- entre la virtud y el vicio o, si se prefiere, entre el heroísmo y el colaboracionismo. El deber de unas instituciones realmente democráticas es el de eximir a sus ciudadanos de la obligación de ser héroes, el de garantizar su derecho a ser normalmente débiles, normalmente cobardes, normalmente egoístas, sin que su debilidad, su cobardía y su egoísmo les condene a quebrantar la ley para salvar la vida. El Derecho y la democracia están hechos -deben estar hechos- para proteger la normal vulnerabilidad del hombre normal. La existencia de grandes héroes sin laureles, como la existencia de pequeños bellacos sin maldad, refleja el estrepitoso fracaso del Estado y su connivencia estructural con la injusticia y la desigualdad.
Porque este es el segundo principio sin el cual no hay ningún posible “derecho a la fragilidad”. Para garantizar el derecho de los ciudadanos a ser normalmente cobardes y débiles, el Estado debe garantizar las condiciones en las que sea materialmente factible no convertir la vida cotidiana en una gesta moral; es decir, el Estado debe combatir al mismo tiempo el crimen organizado y las desigualdades sociales.
Cuando el Estado, como es el caso de Italia, se enreda promiscuamente en los mimbres mafiosos, su élites corruptas corrompen necesariamente, de arriba abajo, todo el entramado institucional y, peor aún, todo el entramado social. En una reciente conferencia muy recomendable, Scarpinato documenta esta relación de proporcionalidad directa entre los crímenes impunes de los grandes y los crímenes penados de los pequeños, entre la grandilocuencia de la legalidad formal y la sordidez selectiva de la legalidad real, entre la corrupción, el capitalismo global y la desigualdad, tanto en términos económicos cuanto -deriva inevitable- jurídicos y penales. No es una casualidad -dice Scarpinato- que en los países nórdicos, mucho más igualitarios, más de un 80% de la población tenga confianza en la Justicia; ni que ese porcentaje descienda vertiginosamente a un 36% en Italia, a un 13% en Bulgaria y a un nihilista 3% en México. Scarpinato no ofrece datos para España, pero mucho me temo que andaremos mucho más cerca de Italia que de Noruega.
 En la conferencia citada, Scarpinato defiende con entusiasmo y sin esperanza el “patriotismo constitucional” y lo hace evocando la intervención del diputado Piero Calamandrei en la sesión de la Asamblea Constituyente del siete de marzo de 1947. Vale la pena reproducir parte de la pieza, tan chocante y hermosa para un español de mi edad y tan incomprensible y escandalosa para nuestros sedicentes “constitucionalistas” patrios. Dice Calamandrei en el acto de fundar la República social italiana: “Creo que nuestros descendientes sentirán más que nosotros, dentro de un siglo, que de nuestra Constituyente nació realmente una nueva historia: y se imaginarán que en nuestra Asamblea, mientras se discutía de la nueva Constitución republicana, sentados en estos escaños no estábamos nosotros, hombre efímeros cuyos nombres serán borrados y olvidados, sino todo un pueblo de muertos, esos muertos que nosotros conocemos uno a uno, caídos en nuestras filas, en las prisiones y en los patíbulos, en montes y llanuras, en las estepas rusas y en las arenas africanas, en mares y desiertos, desde Matteotti a Rosselli, desde Amendola a Gramsci, hasta nuestros muchachos partisanos. […] Ellos murieron sin retórica, sin grandes frases, con simplicidad, como si se tratase de un trabajo cotidiano que cumplir: el gran trabajo necesario para devolver a Italia la libertad y la dignidad. (…) A nosotros nos corresponde una tarea cien veces más llevadera: la de traducir en leyes claras, estables y honestas su sueño de una sociedad más justa y más humana, el sueño de una solidaridad que una a todos los hombres en esta obra de erradicar el dolor. Bastante poco, en realidad, piden nuestros muertos. No debemos traicionarlos”.
Es muy bonito que un alto magistrado invoque este discurso fundacional y no sólo lo defienda en su práctica profesional sino que esté dispuesto incluso a dar la vida por defenderlo. A tenor de esta cita puede entenderse muy bien lo que Scarpinato concibe como “patriotismo constitucional”; así como no puede dejar de entenderse su sombrío pesimismo y su desconsuelo. Combinando los datos que aporta en la mencionada conferencia sobre la relación entre corrupción, desigualdad y derecho, su defensa del “derecho a la fragilidad” como condición de la democracia y esta memoria viva de los muertos que “votaron” luchando por la justicia y la igualdad, no puede extrañar la conclusión lapidaria que el juez siciliano resume en Il ritorno del Principe: “El poder no está en el consejo municipal de Palermo. El poder no está en el Parlamento de la República. El poder está siempre en otro sitio. El Estado es para mí la Constitución y la Constitución ya no existe”. Scarpinato es un patriota constitucional al que han arrebatado la patria.
En España, es evidente, los sedicentes “constitucionalistas” defienden un acto fundacional muy diferente: acto de desmemoria entre vivos que proyecta su larga sombra sobre nuestra crisis presente. Pero la tesis de -por ejemplo- el jurista Pérez Royo es muy semejante en sus conclusiones a la del juez Scarpinato: la Constitución española del 78, redactada por vivos olvidadizos y no por muertos resucitados, tampoco existe ya; la han matado los que la nombran sin parar. Incluso con todas sus limitaciones y pecados originales, podía haber dado mucho más de sí, sobre todo en términos socio-económicos, pero también a la hora de afrontar los retos territoriales pendientes. En Italia la Constitución antifascista del 47 la mató la convergencia hepática entre el Estado, la mafia y el neoliberalismo; en España la Constitución postfranquista de 1978 la ha asesinado la connivencia no menos intestinal entre el Estado, el franquismo y el neoliberalismo. La única manera de conservarla -la Constitución del 78- sería reformarla; pero no hay un solo reformista entre los sedicentes “constitucionalistas”: todos son elitistas radicales antipatriotas que prefieren la violencia, venga de donde venga, la suya propia y la del “enemigo”, antes que un poco (¡un poco!) de justicia, democracia y Constitución.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/ideas/2018/12/23/patriotismo-constitucional-y-derecho-a-la-fragilidad/