Entrevista con Javier de Lucas, profesor de
filosofía del derecho, sobre políticas migratorias y el giro securitario
tras los atentados de París
“La Unión Europea está, de facto, en una situación de guerra contra los inmigrantes”
eldiario.es
Organismos internacionales calculan que unos 3.771 refugiados y migrantes murieron el año pasado al intentar cruzar el mar Mediterráneo rumbo a Europa. La Unión Europea es cómplice de la tragedia. ¿Hay otras políticas migratorias y de asilo posibles? Javier de Lucas trabaja desde 2004 en el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia. Es profesor de filosofía del Derecho y de filosofía política, especializado fundamentalmente en problemas relacionados con los derechos humanos, las políticas migratorias y de asilo, la pluriculturalidad y la democracia.
Invitado en diciembre por la Feria del Libro de Guadalajara de México a presentar su último trabajo, El mediterráneo: el naufragio de Europa, Javier de Lucas impartió también un seminario en la UNAM sobre políticas migratorias, al que fue invitado por la profesora, investigadora, activista y amiga Amarela Varela.
En ese contexto, Amarela Varela, Javier de Lucas y yo mantuvimos la siguiente conversación sobre las políticas migratorias y de refugiados , las prácticas de resistencias a la violencia estatal, y los cambios del paisaje global tras los atentados de París.
¿Crisis de refugiados?
1. Javier, ¿podrías resumirnos qué perseguías con la escritura de este libro?
Javier de Lucas. Sí, lo explico muy brevemente. El objetivo principal es analizar, a la luz de las políticas migratorias y de asilo, el fracaso de la Unión Europea como proyecto político: el proyecto de un espacio común de libertad, seguridad y justicia, presidido por la noción de Derechos Humanos. De hecho, frente al deseo y al proyecto de trazar una política común, a lo que estamos asistiendo sobre todo en los últimos diez años es a una renacionalización de las políticas migratorias. El pretexto es que las migraciones tocan el ámbito de la soberanía de los estados, lo cual es cierto, pero se supone que la UE era un proyecto político que buscaba precisamente superar la lógica de acción propia de los Estados-nación.
2. Se habla en los últimos tiempos de “crisis de refugiados”, de un “reto humanitario sin precedentes” en Europa...
Javier de Lucas. Yo tengo claro que la crisis de refugiados existe desde que existen los refugiados. Si hablamos más de ello ahora no es porque constituya una novedad, sino porque hay un factor que genera movimientos de refugiados: la guerra incivil en Siria. Hay cuatro millones seiscientos mil ciudadanos sirios que han tenido que salir del su país forzosamente.
Pero no es cierto que Europa haya tocado un límite en su capacidad de acogida. El 85% de los refugiados sirios son acogidos por cuatro países limítrofes al conflicto: Líbano, Jordania, Irak y Turquía (que acoge a dos millones de personas). La situación de emergencia la viven estos países. La UE se ha propuesto acoger sólo a 160.000 personas.
El mensaje institucional y mediático de que estamos amenazados por una corriente de refugiados que desborda nuestra capacidad de acogida es una mentira demagógica y muy peligrosa. Una visión etnocéntrica y miope. No se trata de una crisis de refugiados, sino de una crisis del proyecto político de la UE.
Estado de excepción permanente 3. ¿En qué sentido hablas de “fracaso” de la UE, al hilo de la crisis de refugiados?
Javier de Lucas. Si la UE es algo más que un proyecto de mercado para establecer beneficios comunes, si también es un proyecto político presidido por la noción de Estado de Derecho, hay que decir alto y claro que lo primero que ha naufragado en esta crisis son precisamente los derechos humanos, no ya sólo los derechos humanos de “los otros”, sino la cultura jurídica del respeto a los derechos humanos (y la arquitectura institucional que los garantiza).
Con motivo de la crisis se ha creado lo que algunos juristas llaman “el estado de excepción permanente” del estatuto jurídico de los inmigrantes y los refugiados. Se trata de un régimen de excepcionalidad absolutamente incompatible con las exigencias del Estado de Derecho en el que se suspende la vigencia de las reglas comunes y se crea una figura de “infrasujetos de derecho” que permanecen en un régimen de laberinto jurídico administrativo, trato discriminatorio y estigmatización penal.
4. ¿Qué efectos concretos tiene este “estado de excepción” sobre los migrantes y los refugiados?
Javier de Lucas. Los elementos básicos del Estado de Derecho -el principio de presunción de inocencia, el principio de igualdad en el estatus de los ciudadanos, etc.- son suspendidos, pero no provisionalmente, sino como régimen jurídico para todos los inmigrantes y, en el colmo de la perversión jurídica, también para los refugiados. Despreciando así, por un lado, los derechos de los que son titulares los inmigrantes, no ya sólo en tanto que seres humanos, sino como tales inmigrantes. E ignorando, por el otro, el estatuto jurídico propio de los refugiados, que es obligatorio para todos los Estados que forman parte del sistema internacional de Derecho, establecido en el convenio de Ginebra (1951) y en el protocolo de Nueva York (1966).
¿Qué efectos tiene esto? Un ejemplo: la distinción que se hace de los refugiados que llegan por nacionalidades, religión o procedencia, dándoles a unos el reconocimiento pleno del estatus de refugiados y regateándoselo a otros hasta el punto de devolverlos -expulsarlos, mejor dicho- al país que les persigue. La inmensa mayoría de los refugiados que llegan son objeto de este segundo tratamiento.
Derecho de circulación, deber de socorro 5. Se está usando además, según explicas en el libro, una vía perversa para negar el derecho de asilo a los refugiados: las “políticas de externalización”. ¿En qué consisten esas políticas de externalización?
Javier de Lucas. Son políticas que ya se han experimentado contra los flujos migratorios. Mediante concesiones de dinero o ayuda disfrazadas de cooperación al desarrollo, se busca que los estados de origen y/o de tránsito realicen funciones de policía, bien contra sus propios ciudadanos, impidiendo la libre circulación, bien contra ciudadanos de terceros países en tránsito, impidiéndoles llegar a la UE.
Nada de esto es secreto. Es explícitamente el objetivo descarnado de la UE en sus negociaciones con los países de origen o tránsito de flujos migratorios, como nos muestra la reciente Cumbre de La Valeta en Malta. Allí la UE ha conseguido acordar, por el precio de 1800 millones de euros, que los países de la Unión Africana se conviertan en gendarmes de sus propios ciudadanos o de las personas que transitan por su territorio.
Y lo mismo ocurre con los tratados bilaterales que tiene España con Mauritania, Nigeria, Senegal o Marruecos, o el que tiene Francia con Mali, o el que tuvo Italia con el régimen libio de Gadafi, un escándalo de dimensiones insólitas. Esa política de pactos bilaterales es una política que bordea lo delictivo porque pretende impedir el derecho a la libre circulación.
6. Pero no es el único caso de políticas migratorias criminales. En el libro hablas por ejemplo de lo que ocurrió con la operación Mare Nostrum.
Javier de Lucas. Italia sostuvo en solitario durante 2014 la operación Mare Nostrum de rescate y salvamento en las costas italianas y libias, con un coste aproximado de 120 millones de euros. En determinado momento, el gobierno de Renzi pidió a la UE que asumiese el relevo, con una operación de calibre similar pero con un costo dividido equitativamente entre los 28 países miembros.
¿Y qué pasó? El Reino Unido, Francia y España se negaron en un primer momento a relevar a Italia enunciando abiertamente la tesis de que las operaciones de salvamento y rescate generan “efecto llamada”. En resumidas cuentas, dijeron que hay que omitir el deber de socorro porque si no va a venir más gente.
Impedir el derecho de circulación mediante políticas de externalización, omitir el deber de socorro para evitar que llegue más gente: son dos ejemplos clarísimos de políticas que violan la ley. Dos ejemplos de que la política europea está presidida por designios manifiestamente incompatibles con las reglas garantistas del Estado de Derecho.
La UE en guerra contra los inmigrantes 7. MigreEurop, red de organizaciones promigrantes y antirracistas en Europa, ha llegado a decir que la UE está en una situación de guerra contra los refugiados y los migrantes. ¿Es esto exagerado?
Javier de Lucas. No, la UE está de facto en una situación de guerra contra los inmigrantes. Es decir, una lucha por todos los medios, sin respetar procedimientos legales, con el único objetivo de detener la supuesta “avalancha” de inmigración y refugiados. Uno de los instrumentos privilegiados de esta lucha son los mecanismos de control policiales que ya no se distinguen prácticamente de los militares.
Un ejemplo: la UE sustituyó finalmente la operación Mare Nostrum por dos operaciones de carácter policial, una de ellas incluso con carácter militar. Me refiero a la operación Sofía que plantea una fase de intervención policial sobre el terreno para destruir mediante fuerzas armadas los “barcos de la muerte” que estén anclados o transiten por el canal central de la UE (¡con el riesgo de que los traficantes usen a los inmigrantes como escudos humanos!).
No hay que ser un experto para advertir que una operación de esta envergadura, que apunta a destruir las infraestructuras dispersas de esas mafias u organizaciones, muchas veces vinculadas a bandas militares y tribales sobre el territorio, está destinada al fracaso. El precedente de las intervenciones terrestres en Libia o Siria es tan nefasto que sólo puedo pensar que esto tendría consecuencias muchísimo peores que las de las dos guerras ilegítimas en Irak.
8. En los últimos años hemos asistido a la construcción de una Europa comunitaria capaz de imaginarse adaptable a las condiciones que marcan las potencias económicas, por ejemplo, el reciente TTIP que impuso Estados Unidos, pero al mismo tiempo los arquitectos de la eurozona se declaran “no competentes” para elaborar un programa común que garantice el asilo. Es decir, no hay una política europea común para proteger y garantizar el derecho al asilo político, pero sí la hay para lanzar operaciones policiaco-militares o para controlar “economías en crisis”, como en Grecia.
Javier de Lucas. Efectivamente. Se quiere convertir a los inmigrantes en el chivo expiatorio de la crisis para las clases populares (y ahora también la clase media) que ya no se identifican con el Estado porque éste ya no garantiza derechos sociales, económicos, etc. Hay que denunciar la idea de que los flujos migratorios son una amenaza para la soberanía nacional porque introducen delincuencia, competencia desleal en el mercado de trabajo o factores de erosión de la identidad. Son falacias que no tienen sustento en la realidad que se vive cotidianamente en los países europeos.
En definitiva, las políticas represivas sobre los flujos migratorios no tienen fundamento democrático, criminalizan a las personas sólo por su diferencia y las castigan con sanciones penales que pueden llegar a la privación de libertad sin sentencia judicial ninguna de por medio, como ocurre en esos espacios de excepción a medio camino entre las cárceles y los centros de acogida que son los CIES. Este es el verdadero naufragio de Europa.
Más allá del Estado, la respuesta ciudadana 9. Javier, hay un actor del que no habla tu libro y por el que te queríamos preguntar: ¿cuál es la respuesta de las poblaciones europeas a esta situación? Hay resistencias en favor de los migrantes, se han creado redes de acogida, ¿qué opinión te merece esto?
Javier de Lucas. Yo soy de los que piensan que Europa está a cinco minutos del abismo. La respuesta a la crisis de los refugiados ha supuesto una renuncia a lo que quedaba de proyecto europeo. Pero como dice el famoso texto del poeta Hölderlin, “donde crece el peligro, crece también la salvación”. En los movimientos ciudadanos que han surgido hay elementos de respuesta crítica y también de otro modelo político para Europa. No ya sólo la queja o la indignación ante el impacto de estímulos puntuales con una fuerte carga simbólica y emocional, como la fotografía del cadáver del niño Aylan Kurdi en las costas turcas.
Me parece por ejemplo muy positiva la reacción institucional, con la iniciativa de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, secundada por Manuela Carmena y otros dos ayuntamientos muy importantes, como son el de La Coruña y Valencia. Estos ayuntamientos, presionados por los movimientos ciudadanos que se activaron para acoger a los refugiados que llegaban, lanzaron la propuesta de crear una red europea de ciudades-refugio. Creo que si esta propuesta llega a encarnarse tendría una potencialidad increíble. Mostraría que se pueden adoptar iniciativas que vayan más allá del margen de actuación de los Estados y que además es posible hacerlo coordinadamente a nivel europeo, contando con recursos públicos y sociedad civil.
10. ¿Dirías que la naturaleza de estas iniciativas es asistencial o también política?
Javier de Lucas. El primer impulso es seguramente de tipo humanitario. Una activación de saberes y recursos de todo tipo al servicio de las necesidades de eventuales candidatos de refugio y asilo. Pero creo que no se queda ahí. Porque al interpelar y entrar en contacto con los ayuntamientos, la masa crítica de solidaridad supone un desafío político que puede ayudar a cambiar a escala local los modos de ejercer la política, de fijar prioridades y de asignar los recursos.
El límite claro de las acciones ciudadanas de resistencia se encuentra en el hecho de que el propio mecanismo internacional de refugiados concede toda la competencia a las instituciones del Estado-nación. Es el Estado quien decide quién es refugiado o no. Por tanto, es importantísimo montar infraestructuras ciudadanas de acogida para recibir a los que llegan, pero también hay que transformar políticamente el marco jurídico-institucional y la propia lógica de acción.
Porque la lógica operativa del Estado-nación es insuficiente ante fenómenos globales como los refugiados o las migraciones. Hay que cambiar las categorías políticas zombies asociadas al Estado-nación. Esa red europea de ciudades-refugio sería un ejemplo de política transnacional, cosmopolita, al servicio de derechos y sujetos que van más allá de los límites nacionales y exigen respuestas de otro orden. Las redes de resistencia transnacionales están más cerca de ese orden y esa escala que los propios Estados nacionales.
Políticas migratorias tras los atentados de París 11. Por último, queríamos preguntarte por los ataques terroristas en París. Desde diversos análisis, se interpretan como acontecimientos de la magnitud del 11S. Ya es un lugar común -aunque no del todo cierto- que tras el 11S se impone una gubernamentalidad securitaria sobre las migraciones. Te pedimos un ejercicio de prognosis y un poco de brujería: ¿qué impacto crees que van a tener los ataques terroristas y el estado de emergencia decretado en París en el gobierno de los flujos migratorios y de refugiados?
Javier de Lucas. Me temo que lo peor ya está aquí. La aplicación de una lógica militar extrema que repercute dolorosamente en el marco de discusión de las políticas de gestión de refugiados e inmigrantes. Hollande ha declarado que Francia está en guerra y ha declarado un estado de emergencia, que es el mismo tipo de estado de excepción que decíamos antes que ha contaminado las políticas migratorias y de asilo.
La excepcionalidad jurídica se acompaña siempre de un estado policial (y/o militar). Estaríamos ante un “enemigo” ante el que no valen las armas normales y que requiere armas excepcionales que suponen el fin del Estado de Derecho: la presunción de inocencia, las garantías legales, el proceso justo y debido, el principio de igualdad, etc. Del derecho penal común y garantista pasamos al llamado “derecho penal del enemigo”. Y los flujos migratorios son criminalizados y se gestionan según esta categoría de “enemigo” contra el que todo vale.
12. ¿Crees que estas políticas van a continuar o que se trata de una reacción momentánea, emocional y puntual a los atentados?
Javier de Lucas. Me temo que van a continuar y es un escenario terrorífico. El escenario de guerra es un escenario de muerte porque funciona mediante el recurso más primitivo a plantear un panorama maniqueo de nosotros (el bien) frente a ellos (el enemigo monstruoso). La lógica del chivo expiatorio, de la amenaza exterior, de la eficacia ante todo y por encima de todo, de la xenofobia y el discurso del miedo como políticas de Estado.
Se trata de una simplificación terrible de un panorama extraordinariamente confuso. Porque no estamos para nada en un típico escenario binario o bipolar entre dos bandos, buenos y malos. Entre los contendientes hay mil alianzas impuras. Pensemos en el papel esquizofrénico de Arabia Saudí, que sostiene financieramente a las redes terroristas y al mismo tiempo es aliado de EEUU. Y algo muy parecido ocurre con Rusia, Israel, Turquía... Hay una macedonia compleja de intereses entremezclados.
¿Hemos aprendido algo del 11S? Me gustaría pensar que se impondrá una política prudente y de sentido común, pero creo que no va a ser así. Pero si Francia o un ejército de tropas occidentales pone los pies sobre el terreno, las consecuencias serán tan graves por lo menos como las de la Guerra del Golfo y de Irak. En primer lugar, un avance imparable del yihadismo y además un deterioro delos derechos y libertades que afectará ante todo a inmigrantes y refugiados, pero inexorablemente a todos los ciudadanos, comenzando por los más vulnerables. Esta guerra de los Estados de la UE y de la UE se libra al coste de un deterioro del Estado de Derecho y la democracia y por eso los afectados no son sólo "los otros", sino también nosotros.
Esta entrevista está dedicada a la memoria de las miles de personas, un importante número de ellas niños, ahogadas en el mar Mediterráneo. Las últimas ayer mismo, frente a las costas griegas.
Fuente: http://www.eldiario.es/interferencias/Javier-Lucas-Union-Europea-inmigrantes_6_478812126.html
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