¿Militares en la educación infantil?
Estos días ha habido un gran revuelo por las palabras de la alcaldesa Ada Colau a un miembro del Ejército presente en el Salón de la Enseñanza de Barcelona: “Ya sabes que nosotros preferimos como Ayuntamiento que no haya presencia militar en el Salón”. Se ha acusado a Colau de falta de respeto, entre muchas otras cosas. Analicemos si es así, y sobre todo si es pertinente o no que las Fuerzas Armadas participen en la educación infantil.
Los ejércitos funcionan históricamente, y en todo el mundo, bajo lo que se denominan valores castrenses. Se proclama como el más elevado el amor a la Patria, simbolizada en la bandera. La defensa de este valor sagrado exige una sumisión extrema e irreflexiva a la autoridad militar, y la obligada obediencia ciega conduce muy a menudo al abuso de la autoridad que da la fuerza, en particular la de las armas. La perenne sombra amenazante de la violencia física favorece, tradicionalmente, un machismo exacerbado. Todo lo anterior caracteriza, sumariamente, a los ejércitos en general. Sin embargo, nuestro Ejército actual tal vez sea una honrosa excepción.
Hay que añadir que el Ejército español triunfante en la rebelión fascista de 1936 constituyó durante décadas el brazo armado del nacionalcatolicismo franquista, y fue responsable de una represión atroz de cualquier disidencia política y religiosa. Sin embargo, cabe esperar que nuestro Ejército actual se haya alejado de aquel nacionalcatolicismo en el que se confundía la cruz y la espada.
Por otro lado, creo que casi todos coincidiremos en que los niños y niñas deben educarse en valores humanistas entre los que debe primar la solidaridad por encima de nacionalismos, fronteras, banderas y xenofobias en general. Educarse en la cultura de la paz, la justicia, la igualdad y la tolerancia frente a la de la exclusión, el abuso y la violencia. En que debe promoverse la libertad de conciencia y el pensamiento crítico, lejos de cualquier adoctrinamiento religioso, militarista, o de otra ideología que conduzca a personas sumisas y manipulables.
Un Ejército como el tradicional y el nacionalcatólico caracterizados anteriormente debería, en consecuencia, mantenerse alejado de los centros escolares. Sin embargo, se nos dice continuamente que nuestro Ejército actual no se corresponde al estereotipo belicista, sino que se dedica a misiones humanitarias. Y que nada tiene que ver con el Ejército nacionalcatólico. Veamos con datos objetivos si nos podemos felicitar porque se cumplen los dos aspectos.
Para comprobar el primero, y quedarnos tranquilos respecto a que las Fuerzas Armadas españolas no llevarán a los niños el mensaje belicista que lleva parejos los valores castrenses más rechazables, visitemos la web que el Ejército dedica desde hace unos años a la infancia, titulada “Tropa menuda” (http://www.ejercito.mde.es/tropamenuda/). Nada más entrar, verá el lector que se invita a los niños y niñas a colorear en casa unas imágenes de un “abanderado”, un “artillero” y un “carrista”. Pero, sobre todo, le animo a entrar en “Juega con nosotros”, presentado de este modo tan estimulante: “Acierta las preguntas y accede a todos los juegos. Desde lanzamientos de paracaidistas hasta realizar fuego con carros de combate.” Para acceder a los juegos prometidos, la niña o el niño tendrá que responder con acierto a preguntas tan instructivas como estas:
“¿Cual (sic) es el alcance de un misil Hawk…?Se me viene a la cabeza el piloto de Aterriza como puedas diciéndole al niño “¿Has lanzado alguna vez un Misil A.A.ROLAND?”. No quedan muy lejos de la escena ciertas exhibiciones militaristas, como las que se suceden cada año en Murcia.
“¿Sabes cuanta (sic) munición lleva encima un PIZARRO?”
“¿sabes que (sic) longitud tienen los puentes de un vehículo lanzapuentes VLPD 26/70?”
“¿Cual (sic) es la velocidad de un Misil A.A. ROLAND?”
“¿Cuantos (sic) tubos tiene el Cañón Antiaéreo 35/90?”
Si vemos esto en una web, o en la calle, a la vista de todos, ¿qué cabe esperar que ocurra en las visitas, menos controladas, a los centros?
Vayamos al segundo aspecto: ¿se ha librado el Ejército español del nacionalcatolicismo? La respuesta es, ay, muy obvia. Las Fuerzas Armadas mantienen como patronos a ‘Vírgenes’ (algunas, capitanas generalas) y ‘Cristos’, y participan continuamente en misas, procesiones, romerías, ofrendas, cesiones de fajines y actos cofrades; el propio Jefe militar supremo (el Rey) se inclina y humilla cada vez que tiene delante a un obispo, cardenal o papa (y solo ante ellos). Peor, si cabe, es lo que hace el Mando de Adiestramiento y Doctrina del Ejército (MADOC), es decir, la élite intelectual que se encarga de fijar los contenidos de la preparación de los militares (salvo, según parece, en la ortografía). Miembros destacados del MADOC, y en particular su Teniente General Jefe, participan continuamente en actos católicos, incluso en su propia sede. Ante tanto ardor beato, el pasado 9 de marzo hasta recibieron el premio ‘Virgen de la Salud’ “por su colaboración, contribución y ayuda a las hermandades y cofradías… y al engrandecimiento de la Semana Santa de Granada”.
Siento decir que los comportamientos de estos jefes militares me traen a la memoria la repugnante imagen de Franco bajo palio. El confesionalismo actual no es ninguna broma, pues, además de no respetar la neutralidad del Estado en asuntos de creencias, nos muestra una inquietante sintonía con aquel nacionalcatolicismo.
En resumen, vemos un Ejército que, pese a la propaganda, no puede disimular su belicismo ni ante los niños a la vista de todos. Y un Ejército confesional, diría que heredero del nacionalcatólico. Un Ejército, en definitiva, que en mi opinión no respeta la adecuada formación de los niños y niñas cuando se inmiscuye en ella, ni respeta la diversidad ideológica y religiosa de la ciudadanía. A la vista de estos datos y reflexiones, ¿creen de veras que fue Ada Colau quien faltó al respeto en el Salón de la Enseñanza?, y, sobre todo, ¿creen adecuado que los militares visiten colegios y participen en la educación infantil?