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Lucha contra Daesh
Siria, una de las piezas del rompecabezas
Estados Unidos y la conformación de una Alianza internacional, destinada a enfrentar a Daesh o Estado Islámico (EI) da muestra, que a la hora de sus decisiones en materia de política exterior: los organismos internacionales, el respeto a la legalidad internacional y a la soberanía de los países, no tiene valor alguno ante lo que Washington considera es su dogma de fe: un destino manifiesto, que la providencia le ha signado como misión sagrada.
Creencia expresada, en toda su magnitud, el pasado 10 de septiembre, cuando Barack Obama en un mensaje a la nación estadounidense y amplificada urbi et orbe le declara la guerra a Daesh “allí donde se encuentre” afirmando, que sólo Estados Unidos tiene la capacidad y la voluntad de movilizar al mundo contra los terroristas. De contener y curar el brote de ébola, de destruir las armas químicas sirias, de detener la agresión rusa a Ucrania, de ayudar a las comunidades musulmanas de todo el mundo a combatir el terrorismo, junto a crear bases por más oportunidades y tolerancia, según lo expresado por el mandatario estadounidense en un panegírico rimbombante.
Similar pensamiento se repitió el pasado miércoles 24 de septiembre, cuando en el seno de la 69 Asamblea General de las Naciones Unidas, en un discurso beligerante y hasta surrealista, Obama sostuvo que “Estados Unidos seguirá siendo una potencia pacífica, que está comprometido con invertir en su fortaleza como país para acabar con los problemas que afectan al mundo, entre ellos la crisis al este de Ucrania” En esa dirección de supuesto país pacífico, según este Premio Nobel de la Paz, realizó dos amenazas: “Rusia tendrá que pagar por lo sucedido en Ucrania, ya que los países grandes no deberían hacer acciones para intimidar a los pequeños” y con relación a Daesh sostuvo que “el único lenguaje que entienden los asesinos es el de la fuerza. Nuestro país no está en guerra contra el Islam pero Estado Islámico debe ser destruido”.
Lo peculiar es que este llamado a la “guerra santa estadounidense” suele expresarse cuando las dificultades internas de este país presionan válvulas de salida externas. En este caso, las elecciones legislativas norteamericanas en noviembre próximo, donde Obama y su administración deberán responder en las urnas, frente a la serie de promesas incumplidas. Entre ellas, el cierre de la prisión de Guantánamo. El retorno de las tropas estacionadas en Afganistán y de Irak, país al cual ha tenido que reenviar tropas después de su retiro el año 2011 y problemas en el campo de las reformas en salud y migración.
Este llamado a la guerra contra el terrorismo, huele a historia conocida. Tal como lo hicieron los ex presidentes George W. Bush al atacar Irak el año 2003 y Afganistán el 2002 o como George Bush padre el año 1991 al conformar una coalición internacional que atacó a Irak luego que este país invadiera Kuwait. Como todos ellos, Barack Obama asevera que Estados Unidos tiene la obligación de liderar las naciones desde Europa a Asia, desde África al Medio Oriente “porque defendemos la libertad, la justicia y la dignidad, que son valores que han guiado a Estados Unidos desde su fundación” .Todo un credo que termina con el llamado a que “dios bendiga a sus tropas y a su país” en misiones, que tantas muertes y sufrimientos ha causado allí donde se manifiesta. Un dios estadounidense, que avala el que una nación grande intimide a las pequeñas.
Los recientes ataques a fuerzas de Daesh en territorio sirio, que tuvieron su comienzo en la madrugada del lunes 23 de septiembre, a contrapelo de cualquier autorización del gobierno de Bashar al Assad o decisiones de la comunidad internacional agrupadas en una organización, que permita consensuar estas decisiones, como es la ONU, confirman que la misión norteamericana no está guiada por los supuestos valores mencionados por Obama o por un destino sagrado de liderar la búsqueda de la paz y la estabilidad en la tierra. Esas ideas peregrinas son sólo cuentos infantiles. Las verdaderas intenciones de la administración del Premio Nobel de la Paz norteamericano a la luz de sus actuaciones en política exterior son: derrocar al gobierno de Damasco, cercar a Teherán y al mismo tiempo restar protagonismo regional a la Rusia de Putin.
En el caso de Siria, esa intención se encubre bajo el artificio de cierta legalidad internacional, apelando a la lucha contra el terrorismo de Daesh, tanto en el norte de Irak como en las provincias del norte sirio. Y ese propósito encubierto se expresa en que aquellos que atacan a Daesh en Irak y ahora en Alepo, Raqqa, Deir ez Zor, Abu Kamal, Hassaka y otras ciudades y regiones sirias donde opera el fundamentalismo takfirí, son los mismos países que alentaron el desarrollo de este y otros grupos terroristas como el Frente al Nusra o Al Qaeda en el Magreb. Principalmente, a partir del año 2011 cuando se decidió alentar, financiar y apoyar militar y políticamente a estos movimientos con el objetivo de acabar con libia en el Magreb y Siria en Medio Oriente. En ese contexto los métodos de terrorismo de estos movimientos radicales no eran cuestionados, ni por Estados Unidos y sus aliados. Todo valía para derribar a Gadaffi en el norte africano o a Bashar al Assad en el levante mediterráneo.
Solos… pero no tanto
A juicio de Obama, la coalición internacional anti-Daesh pone de relieve que su país no está solo en su lucha contra el terrorismo. La historia reciente enseña que esos aliados suelen usarse para el pago de las facturas y aportar con su cuota de sangre bajo la doctrina del Leading from Behind, que anima la estrategia militar norteamericana desde el año 2008 a la fecha y que tiene sus ejemplos con los ataques a Libia, Mali y Siria. El actual escenario bélico muestra la razón de la sin razón al constatar, que Estados Unidos y su poderío militar lanzan sus bombas contra los amigos de ayer, contra aquellos a los cuales, junto a sus aliados, presentados hoy como abanderados de la lucha contra el terror, permitieron el surgimiento y desarrollo de estos grupos en Medio Oriente y el Magreb.
En declaraciones efectuadas pocas horas después del primer ataque contra Estado islámico en Siria, en la capital norteamericana, el Presidente Obama reafirmó este concepto que actúa en función de una coalición de países afirmando que "estamos orgullosos de trabajar hombro con hombro con nuestro aliados regionales en nombre de nuestra seguridad común" tratando de esa forma de animar los aliados árabes que se han visto forzados a coordinar acciones con Estados Unidos contra el terrorismo vista la presencia de bases aéreas, militares y navales en Bahréin (Base naval de Yaffair donde radica la V Flota del Golfo Pérsico), Kuwait con las bases Camp Doha y Ali Salem y Al Yaber. Omán con la Base Thumrait y la Base Aérea Al Sib. Arabia Saudita donde radica la Base Príncipe Sultán. A lo que se suma la base Aérea de la isla Diego García.
El sostener que estamos en presencia de la razón de la sin razón adquiere su lógica cuando constatamos que Estados Unidos y sus aviones F 22 Raptor (con valor de 150 millones de dólares cada uno), F 18 Hornet, Misiles Tomahawks y los Bombarderos B 1 lanzan sus bombas contra los amigos de ayer, no es parte de una teoría de la conspiración o tratar de desviar la atención sobre los crímenes de Daesh – que los comete, que los amplifica y merece la repulsa internacional y disponer de la lucha contra este grupo – pero, ello no debe llevar a desconocer las responsabilidades de quienes hoy se presentan como abanderados de la libertad y la lucha contra el terror y que han permitido que se desarrollen estos movimientos terroristas. En el seno de la ONU no se ha escuchado autocrítica alguna, para el proceder de aquellos que hoy enarbolan la llama en defensa de los derechos humanos encabezados por Estados unidos y su famosa Coalición.
Apoyos conocidos por parte de aquellos que hoy acompañan a Estados Unidos en sus ataques a Daesh, con tareas específicas: Jordania que permitió a los líderes y mandos del movimiento takfirí contar con campos de entrenamiento en sus territorios con asesores norteamericanos e israelíes. Turquía que puso a disposición de los grupos que atacan a Damasco, bases militares como Incirlik para la distribución de armas y apoyo logístico. Arabia Saudita y las Monarquías del Golfo impregnando del fundamentalismo Wahabita e inflando los bolsillos del terrorismo de Daesh hoy, como con Al Qaeda anteriormente.
Sumemos a ello la intromisión directa de Estados Unidos, que envió en mayo del año 2013, ilegalmente a territorio sirio, al Senador y ex candidato presidencial John McCain a reunirse con los líderes que hoy devienen en enemigos. Para Estados Unidos y sus obsesión de derribar a al Assad, grupos como Daesh, Ejército Sirio Libre y Frente al Nusra eran “combatientes por la libertad” no existía en ese momento esta separación entre grupos “moderados” y “fundamentalistas” todos ellos servían al objetivo planeado entre Washington, la Casa Real Saudí y Tel Aviv. Mismo discurso, mismas acciones y mismos resultados cuando al mirar la historia vemos la responsabilidad de Estados Unidos y sus aliados en la formación de Al Qaeda y su posterior combate cuando fueron derribadas las Torres gemelas. El Bin Laden de antaño es el Abu Bark al Baghdadi de hoy.
Todo ello hace concluir, que las declaraciones altisonantes de Obama en su discurso para indicar al mundo que atacaría a Daesh “donde quiera que se encuentre” no es más que el disfraz que esconde las intenciones de derribar a Bashar al Assad y de paso seguir cercando al gobierno de Teherán y a Rusia en la búsqueda constante del gobierno estadounidense de la hegemonía mundial absoluta. Sobre todo en un área crucial como Medio Oriente con todas las reservas de gas, petróleo y la infraestructura asociada a su producción y comercialización. Una zona de indudable valor geopolítico.
El analista político Joshua Ketting señaló a la cadena RT, que estos ataques de Estados Unidos en Siria “son un giro inesperado de la trágica historia reciente de Siria. Después de tres años de debate acerca de si Washington necesitaba utilizar la fuerza militar contra el Gobierno sirio, los aviones estadounidenses ahora atacan a los enemigos del presidente al Assad. Si los bombardeos logran diezmar a Daesh, Washington se enfrentará a dos posibles escenarios, ambos problemáticos. El primero: Al Asad mantendría su poder en Siria, mientras que en el segundo la prolongada guerra civil se agudizará a largo plazo y podría involucrar a todo Oriente Medio…estamos ante otra operación militar abierta de EE.UU. y otro conflicto complejo en Oriente Medio. Obama puede creer que la intervención es la mejor opción, pero sería interesante saber cómo el candidato que se hizo famoso por decir que no estaba en contra de todas las guerras, sino sólo contra las 'estúpidas', terminará la última operación militar de EE.UU." concluyó Keating.
Mientras los aviones estadounidenses atacaban pozos petroleros sirios, argumentando que eran ocupados por Daesh, Obama señalaba en la ONU otras de sus ideas peregrinas: “la única solución a largo plazo para la guerra civil en Siria es política, una transición política incluyente que responda a las legítimas aspiraciones de todos los ciudadanos sirios, independientemente de su etnia o credo". Pero, resulta contradictorio que en la búsqueda de esas soluciones se haya conformado un frente opositor político y militar con suministro de abundante armamento, financiamiento ilimitado, se haya avalado las acciones terroristas contra el gobierno de Bashar al Assad e incluso se haya manejado la posibilidad de intervenir directamente en Siria y se pase por alto un trabajo coordinado con Siria, como lo ha ofrecido su gobierno, como también con Irán, que indudablemente pueden aportar en esta lucha contra Daesh.
Es sintomático que los ataques contra Daesh en Irak no tocaron nunca la infraestructura petrolera de la zona Kurda o más al sur de Erbil y en cambio, cuando se trata de Siria ya se haya bombardeado refinerías, pozos petroleros e instalaciones que afectan su capacidad industrial y disminuyen, claramente, la capacidad económica de este país. Los ataques contra el takfirismo en Irak no tuvieron la intensidad ni la dinámica que se vislumbra para Daesh en Siria, lo que ha abierto el campo de las conjeturas, que en realidad esos bombardeos que trataban de impedir el progreso de Daesh en los campos petrolíferos dominados por los Kurdos y evitar que atacaran su capital Erbil, donde radica un consulado estadounidense, fueron el anticipo de esta campaña mayor cuyo objetivo mayor es Siria. Para ello se cuenta con la excusa perfecta a ojos del mundo: el combate al terrorismo, que mueve apoyos y recursos. La mesa está servida para concretar lo que no han podido hacer en cuatro años de agresiones a Siria, derribar a su gobierno y con ello seguir cercando a Irán y Rusia. El rompecabezas se está armando.
La hipocresia hecha discurso
La única solución a largo plazo para la guerra civil en Siria es política, una transición política incluyente que responda a las legítimas aspiraciones de todos los ciudadanos sirios, independientemente de su etnia o credo" sostuvo Obama en su discurso ante la ONU. Efectivamente, los problemas de Siria, que deben ser resueltos por los sirios, van por el lado político. Pero, resulta contradictorio que en la búsqueda de esas soluciones se haya conformado un frente opositor político y militar con suministro de abundante armamento, financiamiento ilimitado, se haya avalado las acciones terroristas contra el gobierno de Bashar al Assad e incluso se haya manejado la posibilidad de intervenir directamente en Siria, frenado en esos ímpetus por el rechazo ruso y chino pero, que hoy, tras el pretexto de combatir a Daesh, parece volver a ponerse en escena.
El discurso de Barack Obama en la ONU el día 24 de septiembre será recordado como el día que las risas burlonas del 95% de la sala de delegados a la Asamblea General de la ONU se expresó en toda su magnitud: la suprema hipocresía frente a los micrófonos del mundo. Las ideas para el bronce de Obama en la ONU han sido definidas como “hipócritas, embusteras, un chiste de mal gusto”. Dejo para su lectura, algunos de estos pensamientos y saque usted, estimado lector, sus conclusiones.
Primero, Obama el “Pacifista”. Al iniciar su discurso ante la ONU Obama, Premio Nobel de la Paz declaro que su país tiene una profunda vocación pacifista “seguiremos siendo una potencia que promueve la paz y la estabilidad en el mundo… No nos dejaremos sucumbir por el odio, y vamos a demostrar que el futuro pertenece a aquellos que construyen, no a los que destruyen" no sin dejar de advertir que el único lenguaje que entienden los asesinos es el de la fuerza, tal vez justificando con ello las siete intervenciones militares, con un millón y medio de muertos hasta ahora en las dos administraciones que le ha tocado presidir.
Segundo: Obama el “Abusador”. Afirmó el mandatario estadounidense que “Rusia tendrá que pagar un precio por su agresión en Ucrania” Obama acusa a Moscú de tener una visión del mundo “en el que parece que el que tiene el poder tiene razón, que parece que las fronteras de un país los puede mover otros. Estados Unidos está a favor de algo diferente. Creemos que es al revés. Las naciones poderosas no deben poder intimidar a las naciones pequeñas". Con estas palabras, Obama nos recordaba su ejemplo con Nicaragua, Granada, Panamá, Cuba entre otros.
Tercero: Obama el “Optimista”. En momentos en que el mundo se debate en crisis económicas, desastres medioambientales, discusiones sobre el cambio climático y la necesidad de revertir nuestra conducta en este marco, además de guerras en gran parte de los continentes, Obama se levanta frente a los delegados en la ONU y afirma “Es el mejor momento de la historia mundial. A menudo digo a los jóvenes en Estados Unidos que, pese a los titulares, este es el mejor momento en la historia humana para nacer”. Un hombre pleno de esperanza, que ve el futuro luminoso.
Cuarto, Obama el “Amnésico”: El primer presidente afroamericano nos recordó con su discurso que “Irak está a punto de sumergirse de nuevo en el abismo” pero ¿cómo? ¿No sirvieron de nada ocho años de intervención norteamericana tras ejecutar a Sadam Hussein? No han servido de nada miles de asesores políticos y militares, destruir el país y volver a tratar de reconstruirlo con el impagable servicio de las empresas estadounidenses? Para Obama el conflicto en Irak y Siria es un campo de reclutamiento fértil para grupos fundamentalistas. Pero ¿cómo Mr. President, no sabía usted que apoyar a Daesh al Frente al Nusra, a Al Qaeda en Irak, al Ejército Libre Sirio y otros movimientos se estaba avalando el desarrollo del fundamentalismo radical en la zona? John McCain al reunirse con el califa Ibrahim no le advirtió a su otrora aliado que ¿hoy eres mi amigo pero mañana serás mi enemigo?
Quinto: Obama el “Futurólogo”. El premio Nobel de la Paz señaló en su discurso ante la ONU que para Siria, el conflicto que vive tras 4 años de agresión con 200 mil muertos, 600 mil heridos y cinco millones de desplazados “la única solución a su guerra civil es política”. Es necesario recordarle al Premio Nobel de la Paz que parte importante de los 30 mil milicianos de Daesh son mercenarios provenientes de Europa, Arabia Saudita, Yemen, Chechenia entre otras partes. Una guerra civil? Si ¡pero cuanto de injerencia se ha hecho presente con el apoyo de las monarquías del Golfo, Turquía, Arabia Saudita, Jordania y Estados Unidos a la formación, desarrollo, financiamiento y apoyo militar y logístico a las acciones de Daesh y otros movimientos en la tarea de derrocar a Bashar al Assad!
Sexto: Obama el “Generoso”. El ex Senador por Chicago y actual presidente estadounidense hizo un llamado al gobierno de Irán, para que “aproveche la histórica oportunidad de alcanzar un acuerdo sobre su controvertido programa nuclear con el objetivo de detener la proliferación atómica y volver al mundo más seguro. Podemos llegar a una solución que responda a sus necesidades energéticas garantizando al mismo tiempo que ese programa sea pacífico”. Hermosos deseos, que no permitieron escuchar en su alocución referencia alguna a las armas nucleares que posee Israel, bajo el amparo del gobierno norteamericano y que no hacen la región ni el mundo más seguro. Para Obama sus amigos sí pueden andar por el mundo sacando chispas de uranio y amenazando a sus vecinos, ocupando sus tierras, bombardeándolos y seguir con la proliferación de armamento nuclear pero…que no lo haga otro, pues la paz se ve amenazada.
Irán, uno de los actores regionales de importancia y que con una ceguera que pasará la cuenta a Occidente, ha sido marginado de la necesaria solución al extremismo de Daesh, sostuvo, mediante la intervención del presidente Iraní Hasán Rohaní que “los errores estratégicos de Occidente en Oriente Próximo, Asia Central y el Cáucaso han convertido estas regiones en refugios terroristas. La agresión militar contra Afganistán e Irak y la incorrecta intervención en el desarrollo de los acontecimientos en Siria son claros ejemplos de la errónea estrategia en Oriente Próximo. Estados Unidos, que ha apoyado a grupos extremistas en Oriente Próximo deberían pedir disculpas públicamente. Ciertos Estados proporcionaron ayuda a los extremistas, pero ahora "ellos mismos no pueden hacerles frente y es nuestra gente la que está pagando por ello" enfatizó el líder iraní.
Por Siria… pero sin ella
Siria, por su parte, país agredido por Estados Unidos, sus socios occidentales y árabes, además de los movimientos takfiristas que combaten su gobierno con el aval de las potencias occidentales sostiene a través de la palabra de su jefe de Estado. "Siria proseguirá con firmeza la guerra que está librando desde hace años contra el terrorismo takfirí", afirmó el presidente sirio a autoridades iraquíes de visita en Damasco en momentos que Estados Unidos comenzó a realizar ataques aéreos sobre suelo sirio Siria, ante las primeras acciones de las fuerzas militares de la administración de Obama, que han significado bombardear territorio soberano del país levantino – las ciudades de Aleppo y Raqqa principalmente.
El gobierno sirio a través de declaraciones de su presidente señala que apoyará cualquier esfuerzo internacional encaminado a luchar contra el terrorismo pero “El éxito de estos esfuerzos no depende solamente de la acción militar, sino también del compromiso de los Estados con la implementación de las resoluciones internacionales, que llaman a detener todo tipo de apoyo a los grupos terroristas". Con esas palabras, el presidente sirio da en el clavo respecto a que una conducta necesaria y fundamental para acabar con Daesh y sus acciones radica en suspender el suministro de armas, financiamiento e incluso cesar la compra del petróleo que este movimiento terrorista vende a los propios aliados de esta coalición.
Siria es el país que necesita apoyo, quien requiere que las Naciones Unidas reconozcan el valiente papel jugado por su ejército y su población, en detener el triunfo de Daesh, el Frente al Nusra y otros movimientos radicales. De otro modo, otro mapa se estaría tejiendo en Medio Oriente. Siria y su llamado a detener el apoyo a Daesh por parte de los mismos que la atacan a ella se vio refrendado por la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de emitir la resolución Nº 2178, que aprobó por unanimidad este documento que prevé el desarrollo de nuevas políticas y marcos reguladores en el mundo para luchar contra el terrorismo, recomendando a los países miembros de Naciones Unidas recopilar y analizar los datos sobre los viajes de personas sospechosas de terrorismo, sin violar el derecho internacional. El texto, de carácter vinculante fue impulsado, paradojalmente, por Estados Unidos en una reunión extraordinaria presidida por el presidente Barack Obama.
La resolución busca reforzar la lucha contra los llamados combatientes extranjeros, en respuesta a los miles de ciudadanos de distintos países que han viajado a Irak y Siria para unirse a grupos como Daesh y con ese fin todos los países deben asegurar que sus leyes criminalicen y castiguen con seriedad a todos sus ciudadanos que "viajen o traten de viajar a un Estado" con el "objetivo de perpetrar, planear, preparar o participar en actos terroristas, o para proveer o recibir entrenamiento terrorista". Según Estados Unidos, más de 15.000 ciudadanos de más de 80 países han viajado en los últimos años a Siria. La Unión Europea, estados unidos, las Monarquías totalitarias del Golfo Pérsico, los aliados saudíes, Turcos, jordanos, hasta Israel habla de la necesidad de apoyar al pueblo sirio.
Lo paradójico y surrealista deriva del hecho que país patrocinante de esta resolución, Estados unidos, al mismo tiempo que impulsa estas medidas, aprueba un paquete de nuevos apoyos militares y financieros a los grupos que combaten al gobierno de Bashar al Assad, considerado por Washington como “grupos moderado” pero que han perpetrado, igualmente, graves violaciones a los derechos humanos de la población siria. Esta irracionalidad entre el discurso y la acción es lo que hace sospechar, que detrás de los objetivos estadounidenses de patrocinar estos documentos se encuentra la búsqueda de caminos legales, que avalen un proceder ulterior, el cual es seguir imputando a Siria de violar los derechos humanos, acusando a sus dirigentes de amparar el terrorismo y de esa manera seguir concretando acciones de subversión y planes de derrocamiento de su gobierno.
Hay que sumar a este panorama la duplicidad de los gobiernos que conforman esta “Coalición” contra Daesh, que bombardean sitios de almacenamientos de petróleo, refinerías – pero en territorio sirio – apelando a detener el suministro y flujo de dinero de la venta ilegal de ese petróleo. Pero, ese crudo, esas riquezas expoliadas al pueblo sirio se vende, por parte del Takfirismo, precisamente a países como Turquía, Jordania e incluso Israel a través de intermediarios kurdo-iraquíes y toda aquella masa de contrabandistas que lucran con lo ajeno. Daesh no tiene oleoductos, no tiene refinerías, personal calificado para explotar el petróleo, por tanto se dedica a llenar camiones cisternas y comenzar a venderlo al mejor postor, que suele comprar el barril de crudo a un tercio de su valor.
Las cifras que se manejan sitúan entre dos a tres millones de dólares diarios que recibe Daesh por el contrabando de petróleo. Nada nuevo bajo el sol cuando hacemos memoria y recordamos que la Unión Europea autorizó un año atrás a sus miembros a beneficiarse de la compra del crudo sirio, explotado por los movimientos opositores a Bashar al Assad como una forma de quitar financiamiento al gobierno sirio en su lucha contra el terrorismo. Hoy, eurodiputados del Parlamento Europeo han solicitado al ente regional que se dicte una resolución que prohíba comerciar con petróleo de contrabando, esto, tras la acusación de la diplomática checa, Embajadora de la Unión Europea (UE) en Irak, Jana Hybaskova. Esta reveló, en una sesión informativa al Comité de Relaciones Exteriores del Parlamento Europeo, que países de la Unión Europea se estaban beneficiando del contrabando de petróleo y que significa proveer de fondos al grupo terrorista Daesh.
Para el ex congresista estadounidense Dennis J. Kucinich, quien también fue candidato presidencial alternativo a las grandes corrientes políticas de su país, el motivo principal de los ataques aéreos de Estados Unidos a las posiciones del grupo terrorista Daesh en Siria es para hacerse del control de los yacimientos de petróleo en este país. Apoyado por sus aliados regionales: Arabia Saudita, Catar, Turquía y Jordania. La creciente actividad de los terroristas de Daesh en Oriente Medio, para Kucinich “se debe a medidas semi-Frankenstein de EE.UU. para armar y entrenar a quienes denomina ‘oposición moderada’ en Siria. Como igualmente resulta peligroso el envio ayuda militar a la región autónoma del Kurdistán iraquí, en una medida para que "los kurdos puedan separarse de Irak”. El político estadounidense afirmó, igualmente, que el ataque a Siria puede ser calificado de una violación del derecho internacional que podría conducir a crímenes contra la humanidad y a la muerte de un número incalculable de civiles inocentes.
En un trabajo anterior sostuve que a todas las críticas que se pueden hacer a la política exterior norteamericana, hay que sumar una historia que vislumbra una conducta contumaz en materia de entender los conflictos y el patrocinio de ellos. Como es el caso de la política exterior estadounidense desde George W. Bush a la fecha apoyando a los sunníes en cualquier parte donde podían enfrentarse a los chitas, decididos a promover la violencia sectaria mediante un programa encubierto, según denunció en su oportunidad el periodista Seymour Hersh “al que nos hemos unido con los saudíes como parte de otro programa más amplio, que busca hacer todo lo posible por impedir la expansión del mundo Chií. Pero, dicho simplemente, todo esto se va a volver en contra nuestra”.
Así de cierto resultaron las palabras de Hersh como también lo relatado por Haifa Zangana, quien resumía la experiencia iraquí con la intervención estadounidense “es necesario determinar la responsabilidad de la ocupación liderada por Washington en los acontecimientos catastróficos que hoy vive Irak. Destruir un país en la mañana y entregar caridad a la población en la noche puede resumir nuestra experiencia con la política estadounidense”. Misma experiencia que comienza a vivirse en el norte de Siria, donde, bajo la excusa de la lucha contra Daesh, los “daños colaterales” con la población civil siria y las infraestructuras del país levantino se están viendo claramente afectadas. Hoy es el norte del país levantino, mañana la excusa será perseguir a Daesh en Damasco, para luego, a contrapelo de cualquier declaración de Obama se decida mandar tropas para “pacificar el país y de pasada instalar la bota militar estadounidense en un país al cual desea bajo su dominio hace muchos años. Hoy, Siria es una pieza más de un rompecabezas mayor.
La discusión sobre el futuro de Siria, como en su momento con Irak, Afganistán, Vietnam –por remontarse algunos años atrás- no puede soslayar la profunda y desastrosa huella dejada por la intervención anglo-estadounidense, a la cabeza de un cúmulo de países que suelen pagar parte de la cuenta y aportar algo de acción que los hace merecedores de la amistad estadounidense. Esas intervenciones, bajo la mascarada de turno han dejado huellas horrorosas: En Irak, desde la intervención estadounidense el año 2003, un millón de muertos, 1 millón y medio de heridos y tres millones de iraquíes desplazados. Y, en el caso sirio, 200 mil muertos, 5 millones de desplazados y cientos de miles de heridos. Todo ello en conflictos de improbable término, perdidos en el humo de atentados, masacres, bombardeos y el humo que de los pozos petroleros, que no dejan de producir generando un imán para las acciones de grupos radicales.
En todo este panorama, analizar el discurso de Barack Obama ante el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas el miércoles 24 de septiembre resulta un ejercicio político necesario y de indudable valor ético y mental Sobre todo al afirmar el mandatario estadounidense, que “Estados Unidos promueve la paz y la estabilidad en el mundo”. Una afirmación, al menos tragicómica. Y hablo de hilarante porque el escuchar palabras de corte tan enajenadas hace esbozar una sonrisa por lo impresentable y desvergonzado pero trágico pues el destino manifiesto, que tan sagradamente defienden personajes como este Premio Nobel de la Paz, sólo ha traído muerte y destrucción allá donde ponen sus manos, sus botas y sus intereses.
Rebelión