El capitalismo
impulsa la espiral de la muerte de la democracia
Katharina Pistor
24/11/2024
Estas elecciones norteamericanas marcan lo que los alemanes
llaman un Zeitenwende («punto de inflexión»). Los votantes están señalando
claramente que quieren un cambio, que prefieren un segundo gobierno de Donald
Trump a otro gobierno provisional que presida un régimen que rechazan.
Es cierto que los partidos políticos que prometieron
proteger el statu quo han perdido este año las elecciones en un país tras otro.
Pero es difícil de sobreestimar la importancia de que los votantes de la
democracia más antigua del mundo rechacen los fundamentos constitucionales de
su país: el Estado de derecho, un poder judicial independiente e imparcial, un
proceso justo y un traspaso ordenado del poder.
El juego de acusaciones comenzó antes de que se conocieran los
resultados de las elecciones, centrándose como era previsible en el elitismo,
la identidad y la propia candidata perdedora. Este ciclo de recriminaciones
desgarrará al Partido Demócrata y lo hará aún menos apto para gobernar en el
futuro. También distraerá la atención de la verdad que nadie quiere ver: el
capitalismo. La democracia se encuentra en una espiral de muerte porque está
sometida a un régimen socioeconómico que enfrenta a todos contra todos,
socavando la capacidad de consenso y de toma de decisiones colectiva.
No es la primera vez que el capitalismo pone patas arriba la
democracia. Hace un siglo, los efectos de la rápida industrialización a
expensas de los individuos y sus comunidades alimentaron el comunismo y el
fascismo en Europa. En sus escritos a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, el
historiador económico Karl Polanyi atribuyó la raíz de las convulsiones
políticas de su época a un sistema económico que subordinaba la sociedad al
principio del mercado.
El problema, según Polanyi, comenzó con la abolición de las
«leyes de pobres» en Inglaterra a principios del siglo XIX. Las masas
desarraigadas y sin tierra no tuvieron más remedio que emigrar a las ciudades,
donde se vieron explotadas como mano de obra barata en fábricas que consumieron
sus vidas y las de sus hijos. Aunque este sistema generó prosperidad sin duda,
tuvo un coste enorme para un número excesivo de personas. Sin la devastación
provocada por la Primera Guerra Mundial, la reacción de las masas en contra de
este sistema podría haber tardado mucho más.
Los Estados Unidos, que participaron en la Primera Guerra
Mundial, pero no en su propio territorio, evitaron en gran medida la reacción
violenta a pesar de la depresión económica de la década de 1930. Es importante
destacar que la administración del Presidente Franklin D. Roosevelt logró algo
que otros países no consiguieron: proporcionó al pueblo norteamericano la
suficiente seguridad económica como para que pudiera empezar a vislumbrar un
futuro mejor para sí mismo y para sus familias.
Esta vez es diferente, y no sólo en los Estados Unidos.
Vivimos en un sistema que la mayoría de los políticos han declarado sin
alternativa. De hecho, hace tiempo que ellos mismos han cedido el control del
sistema y carecen de la capacidad o la voluntad de imaginar uno diferente. El
aforismo del desaparecido Fredric Jameson, según el cual «es más fácil imaginar
el fin del mundo que el fin del capitalismo» ha cobrado renovada actualidad, y
no es difícil ver por qué. Los gobiernos tienen muy poco margen de maniobra
para no verse castigados por los mercados financieros (totalmente amorales).
Alabada durante mucho tiempo como herramienta para disciplinar a los
responsables políticos, la globalización financiera ha puesto el destino de
sociedades enteras en manos de inversores a los que sólo les importan las
señales de los precios y que son ajenos a las necesidades humanas.
Los gobiernos se ataron las manos con la esperanza de que
los mercados proporcionaran capital, bienes y empleos. Convencidos de que debían
apartarse del camino del mercado, abrieron sus países a la libre circulación de
capitales, al tiempo que apoyaban la codificación legal selectiva de activos e
intermediarios para beneficiar a los más adinerados. Posteriormente, animaron a
sus bancos centrales a rescatar a los intermediarios que amenazaban con hundir
todo el sistema financiero en otra crisis.
Hubo países que adoptaron asimismo tratados internacionales
que otorgaban a las empresas multinacionales el poder de demandar a los Estados
anfitriones por perjudicar la rentabilidad de sus inversiones, o por trato
«injusto e inequitativo». Supervisados estos casos por un tribunal de arbitraje
ubicado en otro lugar, los gobiernos desarmaron de hecho a sus propios
tribunales y socavaron sus propias constituciones (cuyas disposiciones no
pueden utilizarse como defensa contra las violaciones de los tratados
internacionales).
Algunos países (entre los que destaca Alemania) llegaron a
negar a los futuros gobiernos electos la opción de obtener financiación
adicional de la deuda, consagrando en sus constituciones requisitos de
equilibrio presupuestario. Otros mantuvieron a raya a sus ciudadanos aplicando
la austeridad fiscal, aun cuando los ricos prosperasen con otro auge de activos
apoyado por políticas monetarias fáciles. Al igual que Odiseo, que tenía las
manos atadas al mástil del barco para resistir la llamada de las sirenas, los
gobiernos encontraron formas de escapar a la llamada de los votantes que los
habían elegido. El autogobierno democrático perdió credibilidad mucho antes del
surgimiento de los partidos antidemocráticos que ahora se burlan abiertamente
de él.
Por su parte, Polanyi esperaba que a la guerra siguiera otra
transformación que pusiera a la sociedad, y no a los mercados, al mando. Los
mecanismos legales e institucionales adoptados para avanzar en este objetivo
funcionaron inicialmente, pero los poderosos agentes privados y sus abogados
pronto encontraron formas de sortearlos.
Dos décadas después de la guerra, ya había despegado lo que
Greta Krippner, de la Universidad de Michigan describe como financiarización de
la economía norteamericana. La rentabilidad financiera se convirtió en el fin
al que se subordinaban todas las demás necesidades y aspiraciones. Aunque los
daños colaterales de este proceso fueron generalizados, el mayor golpe lo
recibió nuestra capacidad de decisión colectiva.
Si el comunismo y el socialismo no se hubieran derrumbado en
el mismo momento en el que la financiarización desataba toda su fuerza, muchos
podrían haber advertido mucho antes sus efectos corrosivos sobre la democracia.
Por el contrario, se festejó el capitalismo como único juego aceptado por
todos. Como resultado, no fuimos testigos del «fin de la historia» que proclamó
Francis Fukuyama cuando terminó la Guerra Fría. Estamos condenados a revivirla,
pero está por ver si como tragedia o como farsa.
Katharina Pistor
profesora de Derecho Comparado de la Universidad de Columbia
(Nueva York) y directora de su Center on Global Legal Transformation, es autora
de “El código del capital – Cómo crea la ley riqueza y desigualdad” (Capitán
Swing, Madrid, 2022).
Mientras se emiten órdenes de arresto contra dirigentes
israelíes, no hay que olvidar que confesaron sus crímenes desde el
principio. Los medios de comunicación occidentales optaron por suprimir
la verdad
Israel dijo exactamente lo que haría desde el principio
La Corte Penal Internacional finalmente emitió órdenes de arresto por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad contra Benjamin Netanyahu y su ex ministro de Defensa, Yoav Gallant.
Cualquier otro resultado hubiera desafiado la razón, porque ningún
crimen en la historia moderna ha sido confesado por sus perpetradores
con tanta desvergüenza, orgullo y fruición como el genocidio que Israel
ejecuta en Gaza.
Para entender lo que Israel planeaba hacer desde el principio, no
hacía falta una intuición especial ni acceso a documentos secretos
filtrados. Bastaba con escuchar lo que los dirigentes políticos y
militares y los funcionarios israelíes decían en público y tomarlo al
pie de la letra. Esas declaraciones demostraron ser la hoja de ruta más
precisa para predecir los crímenes que Israel cometió.
Sin embargo, los medios de comunicación occidentales no enmarcaron
sus noticias al mostrar estos compromisos públicos inequívocos de que
perpetrar graves crímenes de guerra y tratar específicamente a la
población civil como un objetivo militar legítimo; más aún, en muchos
casos, los periódicos y los medios de comunicación ocultaron esas
declaraciones, no explicaron su significado o, en innumerables casos, ni
siquiera las citaron.
Este hecho debería considerarse uno de los peores escándalos del periodismo occidental en la historia.
Desde el principio hubo pruebas abrumadoras de que un Estado aliado de
Occidente –un Estado armado y respaldado por Estados Unidos y sus
aliados– iba a cometer un genocidio. En la práctica, la gran mayoría de
nuestros medios de comunicación lo encubrió en uno de los ejemplos más
extremos de engaño por omisión de la historia.
Seis semanas después de que comenzara el genocidio, entrevisté a Raz Segal,
profesor asociado israelí-estadounidense de estudios sobre el
Holocausto y el genocidio. Me dijo que la arremetida de Israel contra
Gaza fue “única en el sentido de que se la puede considerar como lo
que yo creo que es –es decir, genocidio–, porque la intención está tan
claramente articulada”. Normalmente, quienes pretenden cometer
genocidio hacen todo lo posible por disimular sus intenciones. Israel,
en cambio, no podría haber ofrecido a los medios occidentales pruebas
más claras de sus intenciones. Sin embargo, tanto los medios de
comunicación como los periódicos optaron por ocultar la verdad a sus
audiencias.
Dos días después de los ataques del 7 de octubre, el ministro de
Defensa israelí, Yoav Gallant -ahora sujeto a una orden de arresto
internacional- dijo en una conferencia de prensa que Israel estaba:
“Estamos imponiendo un asedio total a Gaza. No hay electricidad,
ni comida, ni agua, ni combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando
contra animales humanos y estamos actuando en consecuencia”.
Se trata de una declaración inequívoca de múltiples crímenes de
guerra, entre ellos, el de privar a una población civil de los elementos
esenciales para la vida. El artículo 33 de las Convenciones de Ginebra prohíbe legalmente los castigos colectivos, un hecho que los lectores y espectadores deberían haber conocido.
De hecho, la prestigiosa ONG Human Rights Watch declaró que se trataba de un llamado “a cometer un crimen de guerra” , señalando su carácter criminal por razones de castigo colectivo y “utilizando el hambre como arma de guerra”.
Se trataba de una cita de una fuente creíble que los medios de
comunicación podrían haber utilizado para ofrecer un contexto jurídico
adecuado. De hecho, en su declaración, HRW pidió a la Corte Penal
Internacional que tomara nota y ocho meses después, su fiscal jefe
emitió una solicitud de orden de arresto contra Gallant , centrándose específicamente en el crimen que Human Rights Watch identificó correctamente.
Como señalé en su momento , “se trata de un lenguaje genocida”, sobre todo teniendo en cuenta el uso de la expresión “animales humanos”. De hecho, el medio de comunicación disidente The Intercept lo identificó correctamente como tal el
mismo día. Como veremos, Gallant no fue el único que utilizó esta
fraseología específica, que difícilmente puede descartarse como una
coincidencia.
Sin embargo, en la mayoría de los medios occidentales, la importancia
de los comentarios de Gallant fue ignorada. En ese momento, la única
mención en el sitio web de noticias de la BBC -el sitio de noticias más leído del mundo- fue en un artículo titulado «El ejército de Israel dice que controla totalmente las comunidades en la frontera de Gaza«.
La declaración de Gallant quedó sepultada hacia el final del artículo.
No se mencionó en qué forma esto violaba el derecho internacional. De
hecho, la BBC continuó mencionando que Gaza había estado bajo un
«estricto bloqueo israelí-egipcio desde que Hamas tomó el poder hace 16
años», y agregó: «Los dos países dicen que es por razones de seguridad».
Nada contradecía este razonamiento oficial, como el impacto humanitario
del bloqueo más largo del siglo XXI .
Ese mes, la única otra mención en el sitio web de la BBC fue en un artículo sobre las protestas en las universidades estadounidenses .
En un artículo con un lenguaje sesgado a favor de Israel en todo
momento, la referencia a la cita de Gallant fue un ejemplo de
deshonestidad por omisión. Decía:
“Los funcionarios israelíes han utilizado un lenguaje extremo; el
ministro de Defensa, Yoav Gallant, se refirió a los militantes de Hamas
como “animales humanos””.
Pero esta interpretación quedaría completamente socavada si se citara
íntegramente, dado que Gallant dejó en claro que el asedio sería contra la población civil y, como veremos, su aliado clave utilizó “animales humanos” directamente para referirse a los civiles, un hecho que se omite.
Si bien el Times of Israel se
aseguró de que los comentarios de Gallant fueran citados en el titular
(en un artículo que indicaba claramente su aprobación) y el Middle East Eye reflejó con precisión su declaración en su titular, los principales medios occidentales en gran medida ignoraron estas declaraciones.
En la cobertura de noticias, el New York Times enterró el compromiso de Gallant con los graves crímenes de guerra. El día que se hizo, apareció 13 párrafos más abajo en un artículo dedicado
a discutir si el consenso bipartidista en apoyo de Israel se
mantendría. Ocho días después, fue nuevamente sepultada en otro
artículo, no para colocarla en un contexto de clara intención criminal,
sino para investigar la reacción árabe contra la política estadounidense e israelí . La declaración está igualmente sepultada en otro artículo 11 días después de que se hizo, expresando las preocupaciones de Estados Unidos sobre
que “algunos funcionarios israelíes, incluido el Sr. Netanyahu y el Sr.
Gallant” están “cegados por la rabia”, pero nuevamente, nada sobre la
importancia de estos comentarios para revelar la intención de Israel.
Fuera de la cobertura informativa, el consejo editorial del New York Times incluyó la declaración en un artículo que refleja la posición oficial del periódico, titulado ‘Israel puede defenderse y mantener sus valores’. Afirma que «lo que Israel está luchando por defender es una sociedad que valora la vida humana y el estado de derecho«,
instando a que su ataque sea coherente con eso, y describe la intención
criminal inequívoca de Gallant simplemente como prueba de que «esta
guerra se está desarrollando en una atmósfera de emociones intensas».
Sus afirmaciones sobre los valores que sustentan el ataque de Israel han
resultado ser falsas en el sentido más brutal posible, y la declaración
de Gallant debería haber representado una prueba obvia de eso desde el
principio. El periódico cubrió además preventivamente los crímenes de
guerra de Israel, afirmando que Hamás estaba utilizando civiles como
«escudos humanos»: de hecho, hay mucha más evidencia de que Israel utiliza escudos humanos .
El editorial sugiere además que “los soldados israelíes buscarán en sus
líderes la guía de sus acciones y decisiones en el campo de batalla
para asegurarse de que, a diferencia de Hamás, hagan distinciones entre
civiles y combatientes”. No se presentó ninguna prueba de esta
afirmación y, como veremos, dicha afirmación ignoró deliberadamente la
oferta de impunidad de Gallant a sus soldados días antes de que se
escribiera el editorial.
Sí, The New York Times publicó columnas de opinión en
octubre de ese año que, con distintos grados de seriedad, criticaban las
palabras de Gallant. Pero, una vez más, el problema es que la cobertura
informativa no se enmarca en lo que el Estado israelí dijo que haría.
Aparte de los artículos de opinión, la declaración apareció en un análisis del Washington Post titulado
“Israel ordenó un ‘asedio completo’ de Gaza. Esto es lo que parece” dos
días después de que se hiciera. Si bien el artículo analiza el
potencial impacto humano de tal asedio, no se analiza el derecho
internacional, se cita la justificación israelí sin cuestionarla y
termina con una cita de un analista que concluye que “en última
instancia, Hamás sabía exactamente lo que iba a suceder”. Es digno de
elogio que, en su boletín ,
el columnista de asuntos exteriores Ishaan Tharoor declarara que
Gallant había invocado “una retórica que los grupos de derechos humanos
afirmaban que equivalía a anunciar crímenes de guerra”, aunque esto deja
un hecho objetivo abierto a la interpretación. Al igual que otros
periódicos, la declaración de Gallant dejó en claro que la intención
criminal de Israel no se entretejió en una cobertura más amplia ni se
utilizó para trazar la inevitable estrategia de Israel.
Otra declaración pública fue aún más clara sobre la intención
genocida de Israel. El mismo día que Yoav Gallant, el mayor general
Ghassan Alian, el Coordinador del Ejército israelí de las Actividades
Gubernamentales en los Territorios (COGAT, la agencia del Ministerio de
Defensa israelí para los territorios ocupados) utilizó esencialmente la
misma frase que Gallant. Fue publicada en el canal de Twitter de COGAT :
“Hamás se convirtió en ISIS y los
ciudadanos de Gaza están de fiesta en lugar de horrorizados. Se trata a
las bestias humanas como corresponde. Israel ha impuesto un bloqueo
total en Gaza, sin electricidad, sin agua, sólo daños. Querían el
infierno y lo tendrán”.
No hay ninguna sutileza en este caso. Nadie podría intentar fingir deshonestamente que el término “bestias humanas”
se refiere a Hamás y no a la población civil de Gaza. El general
israelí encargado de supervisar los asuntos civiles de los territorios
palestinos ocupados dejó claro que consideraba a la población civil como “animales humanos”
que debían sufrir un castigo colectivo por las actitudes que, según él,
habían mostrado en su totalidad en respuesta al 7 de octubre. El mayor
general Alian dejó claro que, en consecuencia, la población civil
sufriría un “bloqueo total” de los elementos esenciales de la vida y
recibiría en cambio “un daño justo”, así como “el infierno”.
No hay otra interpretación plausible que la de que este general había
emitido una declaración oficial de que Israel cometería crímenes de
guerra a gran escala contra la población civil palestina, desde el
hambre hasta la destrucción masiva, respaldados por el castigo
colectivo. Sin embargo, los medios de comunicación occidentales no sólo
no lograron enmarcar su cobertura de las intenciones de Israel en esta
declaración, sino que en gran medida ni siquiera cubrieron la
declaración de Alian.
El Times of Israelidentifica
correcta pero brevemente que el mayor general Alian se estaba
dirigiendo a los “residentes de Gaza” y que estaba “criticando el apoyo
popular palestino al grupo terrorista”: en contexto, el periódico
claramente lo aprueba.
No hay ninguna mención de esta declaración en el sitio web de la BBC.
No hubo ninguna mención de esta declaración en la cobertura
periodística en los días, o incluso semanas, posteriores a su
publicación en varios periódicos, incluidos The New York Times, The Washington Post , The Times y The Telegraph .
Hubo columnas de opinión que citaron estas palabras, pero dichas
palabras deberían haber influido profundamente en la cobertura
periodística de las intenciones de Israel, sin embargo, ni siquiera
aparecieron en la sección de noticias.
En otro lugar, la cita parcial del general fue en sí misma reveladora. Dos días después de que se hiciera la declaración, The Economist escribió :
“La noticia de una masacre espantosa en Kfar Aza, un kibutz del
sur, ha endurecido los ánimos. Algunos han insinuado un castigo
colectivo. “Hamás se convirtió en ISIS y los ciudadanos de Gaza están
celebrando en lugar de estar horrorizados”, dijo un general israelí.
“Las bestias humanas son tratadas como corresponde”.
En este caso, la revista situó la retórica genocida del general en el
contexto de las atrocidades cometidas por Hamás. Además de reducir la
cita, The Economist sugirió que esto sólo «insinuaba» un
castigo colectivo. Se trata de una interpretación absurda de una
declaración tan extrema, que no hizo nada más que insinuar.
Hubo otra evidencia devastadora de las intenciones públicas de
Israel. El 10 de octubre, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo a
las tropas israelíes en la frontera de Gaza que había “liberado todas
las restricciones”, y agregó:
“Gaza no volverá a ser lo que era
antes. Eliminaremos todo. Si no es un día, será una semana. Será
cuestión de semanas o incluso meses, llegaremos a todos los lugares”.
Dos días después, declaró que había “eliminado todas las restricciones” a las fuerzas israelíes.
No podría haber sido más claro sobre la impunidad que estaba otorgando a
los soldados israelíes. Una vez más, esto resultó ser un predictor
totalmente preciso de cómo se comportarían esos soldados en el futuro.
Los medios de comunicación israelíes difundieron con júbilo tales declaraciones, como The Times of Israel , en un artículo titulado «Valiente: Israel pasa a la ofensiva total, Gaza nunca volverá a ser lo que una vez fue».
Sin embargo, las órdenes de Gallant a sus tropas apenas fueron
cubiertas por los medios occidentales en ese momento, a menos que se
mencionaran de pasada y se ocultaran. Entre las notables excepciones se
encuentran el tabloide de derecha The New York Post , que anticipó con razón las condiciones apocalípticas que enfrentaría Gaza y las celebró, y Fox News , que hizo lo mismo en un artículo definido por un tono pro-israelí.
Esta omisión debe considerarse sorprendente: el hombre a cargo del
ejército israelí no podría haber sido más explícito al hablar de órdenes
que equivalían a graves crímenes de guerra, en particular castigos
colectivos y la impunidad concedida a los soldados. Los medios
occidentales optaron por suprimir esta información.
La cuestión, como siempre, es que si los medios occidentales querían
informar con precisión sobre las intenciones de Israel, deberían haber
basado su cobertura en las declaraciones del hombre a cargo de las
fuerzas armadas del Estado. En cambio, apenas informaron sobre esas
órdenes y, en el mejor de los casos, ofrecieron un debate evidentemente
deshonesto sobre si la respuesta de Israel fue proporcionada o no. Esto
ni siquiera incluyó lo que, por definición, siempre iba a ser una guerra
contra la población civil por parte de soldados a los que se les dijo
que “eliminaran todo”, y cuyo líder les informó de que no existían
“restricciones” ni “limitaciones” a su comportamiento.
El mayor escándalo periodístico de nuestra era
Hay muchos otros ejemplos. El presidente israelí, Isaac Herzog, dijo lo siguiente en respuesta a una pregunta de la cadena británica ITV sobre cómo aliviar el impacto sobre la población civil de Gaza, “mucha de la cual no tiene nada que ver con Hamás”:
«Es una nación entera la que es
responsable. No es verdad esa retórica sobre civiles que no están
informados ni involucrados. Es absolutamente falsa. Podrían haberse
alzado, podrían haber luchado contra ese régimen perverso que tomó el
control de Gaza mediante un golpe de Estado».
El titular no reflejó las implicaciones de la culpa colectiva: «El
presidente israelí Isaac Herzog dice que los habitantes de Gaza podrían
haberse alzado para luchar contra el ‘malvado’ Hamás». La mayoría de los
medios de comunicación occidentales no cubrieron en absoluto esta
declaración.
En otro ejemplo, un funcionario de defensa israelí dijo al Canal 13 de Israel: “Gaza acabará convirtiéndose en una ciudad de tiendas de campaña. No habrá edificios. La maniobra terrestre sorprenderá a Hamás”.
Esto fue, en verdad, profético. La mayoría de los edificios de Gaza
han sido destruidos o dañados, y esta pequeña franja de tierra del
tamaño del este de Londres ha sufrido detonaciones israelíes con una
potencia de fuego equivalente a varias bombas de Hiroshima. La
destrucción es tan extrema que Gaza tiene un color y una textura
diferentes cuando se la mira desde el espacio.
Pero la mayoría de los medios occidentales, una vez más, no cubrieron
una declaración que resultó ser totalmente exacta sobre las intenciones
de Israel. En cambio, optaron por tratar afirmaciones israelíes
claramente absurdas sobre la proporcionalidad y la selección cuidadosa
de los objetivos como si fueran creíbles. Una excepción fue Sky News Australia , una cadena que ha respaldado celosamente la embestida de Israel y que, al igual que el New York Post , otro medio propiedad de Rupert Murdoch , dejó claras las implicaciones.
Desde que se hicieron estas declaraciones, Israel ha cometido algunos
de los peores crímenes de guerra de nuestra era. Se desconoce el número
real de muertos, y algunos expertos en salud pública sugieren que hasta julio de 2010 había hasta 186.000 palestinos en Gaza .
Los soldados israelíes han disfrutado de la impunidad que se les
concedió explícitamente al principio, publicando alegremente sus
crímenes de guerra en Internet. Además de todas las agencias de ayuda
pertinentes, dos departamentos del gobierno de Estados Unidos dejaron claro en abril que Israel estaba bloqueando deliberadamente los elementos esenciales de la vida.
Todo esto era inevitable, a juzgar por las declaraciones que hicieron
los dirigentes y funcionarios israelíes al principio. Ninguno hizo el
menor esfuerzo por disimular sus intenciones. Todos los medios de
comunicación occidentales estaban al tanto de ellas. Si se les dio
cobertura, no se explicó su significado y quedaron sepultadas en una
cobertura más amplia. Si los medios de comunicación explicaron
explícitamente sus implicaciones, fue en unas cuantas columnas aisladas
en sus secciones de opinión.
Durante todo este genocidio, los medios de comunicación occidentales optaron por presentar la ofensiva israelí como una forma de defensa propia. Aunque
estaba claro que los dirigentes y funcionarios israelíes decían una
cosa a sus oyentes locales y otra a los espectadores y lectores
occidentales, los medios de comunicación y los periódicos trataron a
estos últimos como creíbles. Las pocas voces disidentes que tomaron al
pie de la letra las declaraciones de los dirigentes y funcionarios
israelíes fueron difamadas como extremistas y antisemitas.
Por esta razón, el 24 de octubre de 2023 escribí una columna para The Guardian titulada “Israel tiene claras sus intenciones en Gaza: los líderes mundiales no pueden alegar ignorancia sobre lo que se avecina”.
Dado el horror que se avecinaba, estaba claro que algunos luego
alegarían ignorancia: la columna fue escrita como un recordatorio, para
dejar en claro que no existían tales excusas.
Al ocultar deliberadamente lo que Israel dejó claro desde el principio que haría (y lo ha hecho al pie de la letra), los medios de comunicación occidentales ayudaron a facilitar el genocidio israelí.
La Corte Penal Internacional finalmente emitió órdenes de arresto
contra el primer ministro y el ministro de Defensa de Israel. Pero no
son sólo los líderes israelíes los que deben rendir cuentas.
Las inundaciones de Valencia no son consecuencia del
calentamiento del planeta
De Juan Manuel Olarieta
12 de noviembre de
2024
Los defensores de la doctrina del calentamiento del planeta
han aprovechado las inundaciones de Valencia para poner el carro delante de los
bueyes: la causa última de la riada es la subida de las temperaturas,
amenazando con un futuro en el que las desgracias seguirán y aumentarán... si
no se le pone remedio con la descarbonización.
Sin embargo, las inundaciones no demuestran el
calentamiento. Por el contrario, el calentamiento debería demostrar que es la
causa de estas inundaciones y de otras que volverán en el futuro, según
vaticinan los charlatanes que pululan por las tertulias televisivas, que lo
mismo relacionan el calentamiento con las sequias que con las tormentas.
A ellos, que tanto gustan de las fuentes oficiales, hay que
recordarles las conclusiones del IPCC, el organismo de la ONU que sienta
doctrina sobre casi todo lo que tiene relación con el cambio climático y que,
sin embargo, se muesta muy cauteloso al referirse a las inundaciones:
“Es muy probable que en los últimos 500 años se hayan
producido inundaciones mayores que las registradas desde el siglo XX en el
norte y centro de Europa, la región del Mediterráneo occidental y Asia
oriental. Sin embargo, es moderadamente cierto [sic] que en Oriente Medio,
India y el centro de América del norte, las grandes inundaciones modernas son
comparables o mayores que las inundaciones históricas en términos de magnitud
y/o frecuencia”.
La conclusión del IPCC es que “falta evidencia y, por lo
tanto, hay poca confianza con respecto al signo de una tendencia en la magnitud
y/o frecuencia de las inundaciones a escala mudial”.
Las inundaciones son fenómenos geofísicos locales. En cada
una de las regiones del mundo no responden a los mismos patrones y, en el caso
concreto del Mediterráneo occidental, ocurren todos los años, generalmente en
otoño. Durante los últimos siete siglos en Valencia se han producido 75
inundaciones.
En la segunda mitad del siglo XVIII el Barón de Maldà ya
escribió sobre la “gota fría” y las inundaciones en Barcelona. El Barón ha dado
su nombre a las oscilaciones meteorológicas de su tiempo, que se corresponden
con lo que ha pasado a la historia climática como “Pequeña Edad de Hielo”.
En Levante las tormentas son un fenómeno meteorológico tan
recurrente que están en la cultura popular, desde las canciones, hasta el
refranero, pasando por novelas, como “Entre naranjos”, de Vicente Blasco
Ibáñez, escrita en 1900. En 1926 Hollywood llevó la novela al cine, con una
película protagonizada por Greta Garbo que se distribuyó bajo el nombre de “El
torrent”, que indica bien a las claras su trama.er<a2C NC
En castellano hay abundantes nombres propios que derivan de
la raíz árabe “uadi”, que denota el cauce seco de un río sujeto a inundaciones
periódicas repentinas. En el Levante peninsular, la voz “torrent” no sólo
designa a algunas localidades, sino que es un apellido muy corriente. Hay
registros sobre riadas que se remontan al siglo XIV y en la memoria colectiva
ha quedado la de 1957, que causó la muerte de 81 personas y condujo al
franquismo a desviar el río Turia.
Toda la costa mediterránea de la Península está afectada por
las inundaciones. La de Rubí en Barcelona en 1962 ha sido la peor: mató a más
de 800 personas. El elevado número de víctimas se explica por la vulnerabilidad
de quienes vivían en las llanuras aluviales de un “uadi”.
Un fenómeno tan recurrente y que ha dado lugar a tal
cantidad de literatura popular, también interesa a los científicos. Hoy se ha
acumulado una importante bibliografía en torno a las tormentas de Levante. El
número de investigaciones aumenta en busca de patrones y regularidades, que son
siempre locales y cambiantes a lo largo del tiempo.
Los títulos son ilustrativos, como en el caso de
“Inundaciones históricas en el sureste de la Península Ibérica desde el siglo
XVI: tendencias y análisis regional de eventos extremos de inundación”,
publicado el año pasado por la revista Global and Planetary Change, que analiza
las inundaciones en dicha zona desde el año 1500 hasta la actualidad (1).
La frecuencia y la intensidad de las inundaciones del
Meditarráneo occidental evolucionan a una escala de varias décadas. Un estudio
publicado en Nature, que analizó series históricas de inundaciones en Europa
desde 1500 hasta 2016, identificó nueve períodos de inundaciones abundantes
(2). Los períodos más notables incluyen 1560-1580 (Europa occidental y
central), 1760-1800 (la mayor parte de Europa), 1840-1870 (Europa occidental y
meridional) y 1990-2016 (Europa occidental y central).
En la variación secular de las inundaciones en la región
occidental del Mediterráneo hay períodos anormales de inundaciones
catastróficas concentradas principalmente alrededor del periódo descrito por el
Barón de Maldà, la Pequeña Edad del Hielo, es decir, el periodo climático
comprendido entre 1760 y 1800.
Durante el siglo XIX y principios del XX, los cambios en la
circulación atmosférica llevaron a valores máximos de convergencia del flujo de
humedad elevados. La circulación fue más propicia a episodios de
precipitaciones intensas y duraderas que a mediados del siglo XX.
Los estudios científicos muestran la amplia variabilidad de
los factores que influyen sobre las tormentas. Algunos apuntan a las
variaciones de la actividad solar, encontrando correlaciones significativas.
Otros sostienen que forman parte de la variabilidad climática a gran escala de
la cuenca mediterránea, asociada en parte a patrones de circulación como la
Oscilación Ártica y la Oscilación Ártica del Atlántico Norte, que controlan
parte de los flujos de humedad sobre las cuencas del Mediterráneo occidental y
oriental.
Occidente no entiende que su propósito de dominio exclusivo del entorno ruso ya no es viable
Se ha acabado la orientación exclusiva a Occidente en los países del
entorno de Rusia. Eso ya es un hecho consolidado en Asia Central,
presenta diversos grados y variantes en Transcaucasia y Moldavia, y, si
no hay una gran guerra por medio, acabará ocurriendo en los países
bálticos y quien sabe si hasta en Polonia. No se trata de la creciente
percepción de que Rusia no va a perder la guerra en Ucrania, ni va a
sufrir la pronosticada “derrota estratégica”. Mucho menos aún se trata
de que Moscú vaya a ser para esos países el nuevo centro gravitacional,
como pueda ser el caso de Bielorrusia. La amenaza de un nuevo dominio
ruso exclusivo “a la soviética”, es uno de los mitos de la propaganda
occidental. La simple realidad es que Rusia ni puede, ni quiere regresar
a aquello y que, por el contrario, lleva décadas abierta a un
condominio con otras potencias, lo que determina ciertos equilibrios y
respetos a la soberanía e integridad de esos países.
Muchos desinformados objetarán aquí lo sucedido en Ucrania, olvidando
que la invasión militar fue la respuesta de Moscú al inequívoco
propósito occidental de afirmar un dominio occidental exclusivo en
Ucrania, dirigido a consolidar una amenaza militar estratégica directa
contra el régimen ruso. Moscú nunca pretendió contestar aquello con el
mismo propósito exclusivista. Los dirigentes rusos se conformaban con
que Ucrania fuera neutral, un país puente entre Europa y Rusia, mientras
que Occidente insistía en que el gobierno de Kíev, contra el sentir,
claro y mayoritario, de su población, respondiera a la disyuntiva, “o con nosotros, o con ellos”.
Ese fue el sentido de los acuerdos comerciales presentados a Kíev por
la Unión Europea de Merkel y Barroso en 2013, y de la invitación a
integrarse formulada por la OTAN en 2008, contraviniendo los preceptos
fundacionales y constitucionales de neutralidad y no alineamiento en
bloques consagrados en la declaración de independencia y la constitución
del país, así como los resultados de todas las encuestas de opinión,
que además señalaban una clara división geográfica sobre estas
cuestiones anticipando, con toda claridad, el riesgo de una guerra
civil. Hace nueve años: “Impedir una destructiva guerra civil” – Rafael Poch de Feliu
Todo eso es conocido y ahora Occidente lo plantea en términos muy
parecidos en países como Georgia y Moldavia. Pero no va a funcionar. No
tanto porque Rusia no vaya a perder la guerra de Ucrania, aunque eso
influye, sino por algo superior, más general y más fundamental: porque
la correlación de fuerzas en la región, y en el mundo, está cambiando.
La cumbre de los BRICS del 23 de octubre en Kazán (Rusia) ha marcado
el principio del fin del sistema internacional dominado por Estados
Unidos en 1944 (Bretton Woods), agresivamente utilizado desde entonces
contra la mayoría global. Kazán indica que hay una gran cantidad de
países dispuestos a probar otras opciones. Eso es algo que no pudo
hacerse en el pasado, por ejemplo en la Conferencia de Bandung de 1955,
pero que hoy es factible porque mientras tanto los enanos de entonces
han crecido y algunos hasta se han convertido en gigantes. El peso
especifico de la potencia china unido a la experiencia estratégica
heredada de la URSS por Rusia y a la demanda de autonomía de multitud de
actores, grandes y pequeños, permite a los BRICS ser autosuficientes
respecto a Occidente, comerciar y financiarse entre ellos e incluso
protegerse militarmente. El mundo se está reorganizando y Occidente no
está allí. No solo eso, en Bruselas, Berlín y París, no parecen entender
la situación. Hay en el mundo actual una pluralidad de actores (Irán,
China, Rusia, Turquía…) en la que las potencias occidentales van a ser
uno más. Los países pequeños de la periferia europea entienden que hay
que orientarse hacia esa pluralidad que, además, les da más juego, más
margen de maniobra y mas oportunidades para actuar de forma más libre
que lo que les ofrece el vasallaje a un dominio exclusivo.
Tras un cuarto de siglo con la incumplida cantinela del “radiante
porvenir europeo” con resultados muy negativos, lo que se dirime en
países como Georgia y Moldavia, y desde luego no solo allí, no es el “o con nosotros o con ellos”, ni los cuentos de “pro europeo versus pro ruso”,
“democracia contra autocracia” y demás, sino el acceso de esos países a
un terreno de juego más abierto y libre. Ante esa situación, la Unión
Europea se comporta en su sometida periferia como un miope hegemón
imperial.
Como forma de encauzar el voto hacia la candidata apoyada por
Bruselas, Maia Sandu, en Moldavia se incluyó en las elecciones
presidenciales un referéndum para la integración del país en la Unión
Europea. Con un 50% de abstención, un 50,4% votó a favor. Pero para
realizar tal integración se necesita enmendar la constitución con una
mayoría de dos tercios que Sandu no dispone. Es decir el referéndum ha
fracasado. La consulta vino acompañada de una ayuda europea de 2000
millones de euros (800 euros por habitante, cuando el salario mínimo de
los moldavos no llega a los 300 dólares), anunciada in situ para
apuntalar la victoria de Sandu por la Presidenta de la Comisión
Europea, Úrsula von der Leyen. Esa clara injerencia no impidió que Sandu
perdiera la elección en el interior del país y solo se impusiera en la
segunda vuelta del 3 de noviembre con los votos de la diáspora moldava
en la UE, episodio más que polémico que nuestros medios apenas han
mencionado.
El 40% de la población moldava666u7u< en edad laboral vive en el extranjero.
El grueso de esa emigración, cerca de medio millón de moldavos, trabaja
en Rusia. Hasta el 6 de septiembre esos emigrantes podían registrarse
en las listas para participar en las elecciones. Como explica el
embajador húngaro György Varga Botschafter a. D. Varga: Moldau als souveräner Staat in Gefahr,
la mayoría de los inscritos en esas listas procedían de Rusia (38%),
seguidos de los que viven en Italia (11,5%), luego Alemania (9%),
Estados Unidos (6,6%) y Rumanía (5%). A pesar de ello, sólo dos colegios
electorales se abrieron en Rusia (únicamente en Moscú, frente a los 17
en diversas ciudades rusas que dispusieron en las elecciones de 2020),
mientras que había 60 colegios en Italia, 26 en Alemania, 20 en Francia,
17 en el Reino Unido, 16 en Rumanía, 16 en Estados Unidos, 11 en
España, 10 en Irlanda y 6 en Portugal. Previamente, “Sandu había
bloqueado los canales de televisión pro rusos y prohibido la
participación electoral a toda una serie de políticos diciendo que
habían violado la ley electoral o recibido fondos ilegalmente del extranjero”, se lee en The Wall Street Journal.
La elección fue observada por la delegación de la OSCE en Moldavia,
nueve de cuyos diez directores de los últimos treinta años han sido
americanos y que ya es un aparato de la OTAN, pero no por observadores
rusos o de la CEI. La plana mayor del gobierno moldavo tiene
nacionalidad rumana: la presidenta Maia Sandu, el Presidente del
parlamento, el primer ministro, el ministro de exteriores, la gran
mayoría de los ministros del gobierno y de los parlamentarios del
partido del gobierno, la mayoría de los directores de departamentos, los
miembros del tribunal constitucional y el jefe de los servicios
secretos. En un país multinacional y multilinguístico en el que el 53%
declara que su lengua es el “moldavo”, un 23% el “rumano” (la diferencia
entre uno y otro es mínima, pero la calificación contiene un matiz de
identidad) y el tercio restante, rusos, ucranianos, búlgaros y gagauces,
consideran que la lengua oficial del estado es el “moldavo”, el
gobierno declaró oficial la lengua “rumana” y no el “moldavo”… Pese a
todo este cúmulo de irregularidades que ilustran los métodos de la UE en
su sometida periferia, la injerencia electoral denunciada por la UE ha
sido rusa.
En Georgia, las elecciones fueron presentadas por un pulso entre un partido gubernamental “pro ruso” (“Sueño georgiano”) que quiere recortar libertades mediante el control de las ONG, y una oposición democrática “pro europea”. “Sueño georgiano”
no es “pro ruso”, sino que se orienta pragmáticamente hacia la
mencionada correlación de fuerzas. Eso determina que ni apoye las
sanciones contra Rusia, ni participe del clima hostil hacia Moscú
habitual en las repúblicas bálticas o en Polonia y que prefiera
estabilizar sus relaciones con Rusia con la que Georgia ni siquiera
mantiene relaciones diplomáticas desde 2008. En el país operan 25.000
ONG cuya financiación proviene del extranjero en un 90%. El acceso de
esas organizaciones al dinero europeo y americano ha colonizado ámbitos
enteros del sector público y los servicios en el país, como la
educación, la sanidad, la reforma judicial y las infraestructuras. Son
organismos no electos en manos occidentales que erosionan la soberanía y
democracia, y compran a sectores enteros de la población que dependen
de ellos mediante proyectos y subvenciones. Por eso, y por su manifiesta
hostilidad hacia el partido del gobierno, “Sueño georgiano”
estableció que aquellas organizaciones que reciben más del 20% de ayuda
extranjera deban registrarse, como ocurre en Estados Unidos, lo que se
presenta como una “ley rusa” e “influencia de Putin”. La simple realidad
es que la principal injerencia es occidental y ésta no admite la
derrota de la oposición en las elecciones parlamentarias del 26 de
octubre.
Si en Moldavia, la plana mayor del gobierno y la presidenta Sandu
tienen nacionalidad rumana, en Georgia, la presidenta Salomé
Zurabishvili, es francesa. Fue diplomática de ese país y responsable de
asuntos postsoviéticos en el Quai d’orsay, embajadora de Francia en
Georgia en 2003 y 2004 y ministra de exteriores con el desastroso
presidente georgiano Mijaíl Saakashvili, protagonista del ataque militar
contra fuerzas rusas de agosto de 2008 en Osetia del Sur, que nuestros
medios suelen describir como “ataque ruso a Georgia”. En cualquier caso,
ese personaje de aire colonial europeo en Georgia no reconoce el
resultado de las elecciones del 26 de octubre y apoya los llamamientos
de la UE y Estados Unidos a la revuelta callejera.
Como dice el embajador Varga Georgia, oveja negra de Occidente – Rafael Poch de Feliu
, la UE y Estados Unidos no quieren aceptar la realidad georgiana como
base de la política exterior del país. Esta realidad se basa en su
existencia como Estado sucesor de la Unión Soviética, una frontera común
con Rusia, intereses económicos, decenas y cientos de miles de lazos de
parentesco y amistad y los consiguientes y lógicos solapamientos
culturales y lingüísticos con su país vecino. Occidente no entiende que
los tiempos han cambiado y que su propósito de dominio exclusivo del
entorno ruso e incluso de movilizarlo para el conflicto directo con
Rusia, ya no es posible porque contradice las nuevas realidades creadas
en el mundo que van mucho más allá de la lógica del “o con nosotros, o con ellos”.
¿Por qué la actual clase política europea rechaza la
realidad?
Glenn Diesen
10 noviembre, 2024
¿Tiene Europa la racionalidad, la imaginación política y el
coraje para evaluar críticamente sus propios errores y su contribución a la
crisis actual, o cualquier crítica seguirá siendo denunciada como una amenaza
para la democracia liberal?
Propongo el siguiente experimento mentalal político, periodista o académico europeo:
Si fuera asesor del Kremlin, ¿cuál sería su consejo en caso de que no hubiera
negociaciones posibles para resolver la guerra en Ucrania? Con seguridad la
mayoría se sentiría moralmente obligada a dar respuestas ridículas, como
aconsejar al Kremlin que capitulara y se retirara, aunque Rusia esté al borde
de la victoria. Cualquier impulso de adherirse a la razón y abordar las
preocupaciones de seguridad de Rusia probablemente sería disuadido con la
amenaza de ser humillados por “ legitimar ” la invasión rusa.
¿Qué se explica el declive del pensamiento estratégico, el
pragmatismo y la racionalidad en la política europea?
La realidad de Europa como construcción social
La clase política que surgió en Europa después de la Guerra
Fría se volvió excesivamente ideológica y se involucró en narrativas para
construir socialmente nuevas realidades. La aceptación europea del
posmodernismo implica cuestionar la existencia de una realidad objetiva, porque
nuestra comprensión de la realidad está determinada por el idioma, la cultura y
perspectivas históricas únicas.
Por lo tanto, los posmodernos a menudo buscan cambiar las
narrativas y el lenguaje para ganar poder político. Si la realidad es una
construcción social, entonces las grandes narrativas pueden ser más importantes
que los hechos. De hecho, las narrativas ideológicas deben protegerse de hechos
inconvenientes.
El proyecto europeo tenía la benevolente intención de crear
una identidad europea común, liberal y democrática, que trascendiera las
rivalidades nacionales divisorias y las políticas de poder del pasado. Se
cuestiona la relevancia de la realidad objetiva y las narrativas sobre la
realidad reflejan la creencia de que las estructuras de poder pueden ser
desmanteladas y reorganizadas a voluntad.
La prevalencia del constructivismo y el énfasis en los
“actos de habla ” en la UE han llevado a la creencia de que incluso cuando se
utilizan análisis realistas y se discuten intereses nacionales en competencia,
es necesario legitimar la realpolitik y, por lo tanto, acomodar socialmente una
realidad que podría ser peligrosa. Los “actos de habla” se refieren al uso del
lenguaje como fuente de poder para construir realidades políticas e influir en
los resultados. Al reducir la importancia de la competencia por la seguridad en
el sistema internacional, se supone que se pueden mitigar las políticas de
poder.
¿Es posible construir socialmente una nueva realidad?
¿Estamos ignorando la competencia en seguridad al no abordar el tema o estamos
descuidando la gestión responsable de la competencia en seguridad? ¿Podemos
trascender las rivalidades nacionales centrándonos en valores comunes o el
descuido de los intereses nacionales conducirá al declive?
Construir socialmente una nueva Europa
El concepto de “ trampa retórica ” explica cómo la UE llegó
a un consenso para ofrecer membresía a los estados de Europa central y oriental
cuando no era de interés para todos los estados miembros de la UE. La trampa
retórica se tendió haciendo que los Estados miembros aceptaran primero la
premisa ideológica de que la legitimidad del proyecto europeo descansaba en la
integración de los Estados democráticos liberales.
Al apelar a valores y normas como fundamento de la UE, se
tendió una trampa retórica y se utilizó el sentido de obligación moral para
avergonzar a los Estados miembros de la UE que vetaban el proceso de
ampliación. Por lo tanto, el uso del lenguaje y el encuadre pueden haber
alentado a los estados europeos a no actuar en beneficio de sus propios
intereses, ya que fueron humillados para conformarse.
Schimmelfennig, quien introdujo el concepto de trampa
retórica, sostiene que "la política es una lucha por la legitimidad, y
esta lucha se libra con argumentos retóricos ". 1 La trampa retórica
simplifica una pregunta compleja y la convierte en una elección binaria; apoyar
el proceso de ampliación o traicionar los ideales democráticos liberales. Este
marco moral cerró importantes debates sobre las posibles desventajas de aceptar
nuevos miembros y la mejor manera de abordar estos desafíos.
Se pudo aplastar la disidencia porque enmarcar la cuestión
como un imperativo moral significaba que quienes cuestionaban este marco moral
podían ser acusados de socavar los valores sagrados que sustentan la
legitimidad de todo el proyecto europeo.
El concepto de “discurso europeo ” implica el uso de
retórica emocional para legitimar una comprensión de la UE que deslegitima
conceptos alternativos para Europa. La centralización de la toma de decisiones
y la transferencia de poder de los parlamentos electos a Bruselas se denomina generalmente
“ integración europea ”, “ más Europa ” o “ una Unión cada vez más estrecha ”.
Los Estados vecinos no miembros que se adhieren a la gobernanza exterior de la
UE toman la “ elección europea ”, confirmando su “ perspectiva europea ” y
adoptando “ valores compartidos ”. La disidencia puede ser deslegitimada como “
populismo ”, “ nacionalismo ”, “ eurofobia ” y “ antieuropeísmo ”, lo que
socava la “ voz común ”, la “ solidaridad ” y el “ sueño europeo ”.El lenguaje
también ha cambiado respecto a cómo Occidente afirma su poder en el mundo. La
tortura se ha convertido en una “ técnica de interrogatorio mejorada ”, la
diplomacia de las cañoneras es la “defensa de la libertad de navegación”, la dominación es una “ negociación desde
una posición de fuerza ”, la subversión es una “ promoción de la democracia ”,
un golpe de Estado. revolución democrática ”, la invasión una “ intervención
humanitaria ”, la secesión una “ autodeterminación ”, la propaganda una “
diplomacia pública ”, la censura una “ moderación de contenidos ” y el
desarrollo más reciente de la ventaja competitiva de China que se describe como
“ sobrecapacidad ”. El concepto de neolengua de George Orwell implicaba un
lenguaje restrictivo hasta el punto de que resultaba imposible expresar desacuerdo.
OTAN y UE: redistribución de Europa o “ integración europea
”
Los líderes occidentales reconocieron inicialmente que
abandonar una arquitectura de seguridad paneuropea inclusiva mediante la
ampliación de la OTAN y la UE probablemente provocaría otra Guerra Fría. La
consecuencia predecible de construir una nueva Europa sin Rusia sería
redistribuir los distritos del continente y luego luchar sobre dónde deberían
trazarse las nuevas líneas divisorias.
El presidente Bill Clinton advirtió en enero de 1994 que la
expansión de la OTAN corría el riesgo de “ trazar una nueva línea entre Oriente
y Occidente que podría crear una profecía autocumplida de confrontación futura
”. 2 El Secretario de Defensa de Clinton, William Perry, incluso consideró
dimitir por su oposición a la ampliación de la OTAN. Perry señaló que la
mayoría de los miembros de la administración sabían que esta traición crearía
un conflicto con Rusia, pero creían que no importaba porque Rusia era débil. 3
George Kennan, Jack Matlock y una serie de líderes políticos estadounidenses
también lo enmarcaron como una traición contra Rusia y advirtieron sobre una
mayor división de Europa. Estas preocupaciones también fueron compartidas por
muchos líderes europeos.¿Qué pasó con estos discursos y advertencias sobre la
instigación de otra Guerra Fría? La narrativa de la UE y la OTAN como una “
fuerza para el bien ” que promueve los valores democráticos liberales tenía que
defenderse contra la narrativa “ obsoleta ” de la política de poder. Las críticas
rusas al resurgimiento de la arquitectura de seguridad de suma cero de la
política del bloque se han presentado como prueba de la “ mentalidad de suma
cero ” de Rusia .
El hecho de que Rusia no hubiera reconocido que la OTAN y la
UE eran actores positivos que trascendían la política de poder habría revelado
su incapacidad para superar la peligrosa mentalidad de realpolitik causada por
su persistente autoritarismo y sus ambiciones de gran potencia. La UE sólo
estaba construyendo un " círculo de amigos ", mientras que Rusia
supuestamente exigía " esferas de influencia ".
Rusia se enfrentaba al dilema de aceptar el papel de
aprendiz con el objetivo de reincorporarse al mundo civilizado aceptando el
papel dominante de la OTAN como fuerza para el bien, o de resistirse al
expansionismo de la OTAN y a las “ misiones fuera de su zona ”, pero luego ser
tratadacomo una fuerza peligrosa que debe ser contenida. De todos modos, Rusia
no tendría asiento en la mesa de negociaciones en Europa. Los tropos
democráticos liberales justificaron por qué el estado más grande de Europa
debería eventualmente ser el único estado sin representación.
La expansión de la OTAN y la UE como bloques exclusivos
también impone un dilema de “ nosotros o ellos ” a las sociedades profundamente
divididas de Ucrania, Moldavia y Georgia. Sin embargo, en lugar de reconocer la
predecible desestabilización de sociedades divididas en una Europa dividida,
esto se presenta como una “ integración europea ” de suma positiva a pesar de
la desvinculación implícita de Rusia. Las sociedades que favorecen relaciones
más estrechas con Rusia por encima de la OTAN y la UE quedan deslegitimadas por
rechazar la democracia, mientras que sus líderes son desestimados como “
putinistas ” autoritarios que privan a sus pueblos de su sueño europeo.
El marco moral mundial convenció a los líderes europeos de
apoyar un golpe de estado para atraer a Ucrania a la órbita de la OTAN. Era
bien sabido que sólo una minoría de ucranianos quería ser miembro de la OTAN y
que esto probablemente iniciaría una guerra, pero la retórica democrática
liberal siempre convenció a los líderes europeos de ignorar la realidad y
apoyar políticas desastrosas. El sentido común se vuelve vergonzoso.
Los líderes políticos, periodistas y académicos occidentales
que buscan aliviar el problema abordando las legítimas preocupaciones de
seguridad de Rusia también son acusados de alimentar el molino de Putin,
repetir como loros los temas de conversación del Kremlin, “ legitimar ” las
políticas rusas y socavar la democracia liberal. Con el marco moral binario del
bien versus el mal, el pluralismo intelectual y la disidencia son castigados
como inmorales.
Además de estar plagada de guerras, Europa también está en
declive económico. Los europeos compran energía rusa a través de la India
porque están moralmente obligados a seguir sanciones fallidas. Esta supuesta
virtud contribuye a que las industrias europeas sean menos competitivas.
La desindustrialización de Europa también es causada por la
destrucción de los oleoductos Nord Stream, pero este evento que destruyó
décadas de desarrollo industrial ha caído en un agujero de la memoria porque
los únicos dos sospechosos son Estados Unidos y Ucrania. Además, Estados Unidos
ofrece subsidios a las industrias europeas que han dejado de ser competitivas
si se trasladan al otro lado del Atlántico. En ausencia de narrativas
aceptables, los europeos simplemente permanecen en silencio y no defienden sus
intereses nacionales. La narrativa de las democracias liberales unidas por
valores en lugar de divididas por intereses contrapuestos debe defenderse
contra cualquier hecho inconveniente.
Diplomacia, neutralidad y la virtud de la guerraLa
diplomacia no es consistente con el esfuerzo por construir socialmente una
nueva realidad. El punto de partida de la seguridad internacional es la
competencia por la seguridad en la que los esfuerzos por aumentar la seguridad
de un Estado pueden disminuir la seguridad de otro. La diplomacia implica
fortalecer el entendimiento mutuo y buscar compromisos para mitigar la
competencia en materia de seguridad.
Los constructivistas sociales a menudo ven la diplomacia
como problemática porque “ legitima ” la competencia en materia de seguridad
que reconoce que la OTAN puede socavar los intereses legítimos de seguridad
rusos. Además, esto corre el riesgo de legitimar al adversario y crear una
equivalencia moral entre los Estados occidentales y Rusia. Las élites europeas
creen que están legitimando conceptos obsoletos y peligrosos de política de poder
al comprometerse con un entendimiento mutuo con Rusia. La creencia absurda de
que la negociación es una “ concesión ” se ha normalizado en Europa.
Por tanto, la diplomacia ha sido repensada como una relación
entre un sujeto y un objeto, entre un profesor y un alumno. En esta relación,
la OTAN y la UE consideran que su papel es “ socializar ” a otros Estados. Como
maestro civilizador, el Occidente ilustrado utiliza la diplomacia como
instrumento de enseñanza en el que los Estados son “ castigados ” o “ recompensados
” por su disposición a aceptar concesiones unilaterales.
Si bien la diplomacia siempre ha sido imperativa en tiempos
de crisis, las elites europeas creen que, en cambio, deben castigar el “ mal
comportamiento ” suspendiendo la diplomacia una vez que estalla la crisis.
Reunirse con los oponentes durante las crisis corre el riesgo de legitimarlos.
Hasta hace poco, la neutralidad se consideraba una postura
moral que mitiga la competencia en materia de seguridad y permite a un Estado
mediar en lugar de enredarse y escalar los conflictos. En una lucha entre el
bien y el mal, la neutralidad también se considera inmoral. El cinturón de
estados neutrales que existía entre la OTAN y los países del Pacto de Varsovia
ahora ha sido desmantelado e incluso la guerra se convierte en una justa
defensa de los principios morales.
¿Cómo podemos restaurar la racionalidad y corregir los
errores posteriores a la Guerra Fría?
El fracaso en establecer un acuerdo mutuamente aceptable
después de la Guerra Fría que borrara las líneas divisorias en Europa y
fortaleciera la seguridad indivisible ha resultado en una catástrofe
predecible. Sin embargo, corregir el rumbo requiere nada menos que reconsiderar
las políticas de los últimos 30 años y el concepto de Europa en un momento en
que la animosidad es endémica en ambas partes. El proyecto europeo fue visto
como la encarnación de la tesis de Fukuyama sobre el “ fin de la historia ” y
toda una clase política basó su legitimidad en conformarse a la idea de que
desarrollar una Europa sin Rusia era una receta para la paz y la estabilidad.
¿Tiene Europa la racionalidad, la imaginación política y el
coraje para evaluar críticamente sus propios errores y su contribución a la
crisis actual, o cualquier crítica seguirá siendo denunciada como una amenaza
para la democracia liberal?
Notas
Schimmelfennig, François, 2003. La UE, la OTAN y la
integración de Europa: reglas y retórica, Cambridge, Cambridge University
Press, página 208. ↩
B. Clinton, “ Remarks to the Multinational Audience of
Europe's Future Leaders ”, Misión diplomática estadounidense en Alemania, 9 de
enero de 1994. ↩
J. Borger 'La " hostilidad rusa" es causada en
parte por Occidente", dice el exjefe de defensa de Estados Unidos ",
The Guardian, 9 de marzo de 2016. ↩
―Profesor ―me dijo un estudiante― juéguesela y diga quién va
a ganar mañana.
―Trump.
Ya lo había dicho en varios medios, pero no me interesa la
política partidaria en mis clases.
―Según todas las encuestas gana Kamala. ¿Por qué habría de
perder?
―Por Gaza. No se puede tapar el sol con un dedo.
Horas después de conocer los resultados de las elecciones,
las mayores cadenas, desde CNN hasta Fox News, comenzaron a digerir el triunfo de
Donald Trump. Las figuras más conocidas parecían estar de acuerdo en que había
tres temas que habían golpeado a los demócratas: 1. La economía; 2. La crisis
migratoria; 3. El conflicto en Medio Oriente.
En otras palabras, el bolsillo, el racismo y la moral. En
los tres puntos vemos la fabricación de ideas y sensibilidades de la propaganda
de esos mismos medios:
1. La economía doméstica no está bien, pero veamos que esto
no se debe a un gobierno en particular sino a un problema estructural mucho
mayor que va desde la corrupción legalizada de las corporaciones que lo han
comprado todo (políticos, medios) para continuar acumulando la riqueza
(plusvalía) que le han venido secuestrando a la clase media y trabajadora.
Desde 1975, la clase trabajadora ha trasferido 50 billones de dólares (dos
veces el PIB de China) al uno por ciento más rico.
El otro factor económico es la pérdida de hegemonía y poder
de dictar de Washington en el resto del mundo, lo cual no sólo ha agravado su
natural agresividad, sino que se ha encontrado con una competencia que no
acepta. Pero si nos limitamos a las administraciones de turno, veremos que el
periodo en que Trump fue presidente, el PIB creció menos que durante el período
de Biden. Cierto, hubo una pandemia, pero el mismo argumento aplica cuando se
alaba el precio del combustible más bajo en el período anterior, debido a la
drástica reducción de la circulación viaria.
2. Existe un problema migratorio en la frontera sur, pero no
una crisis. Eso es una fabricación mediática, alimentada por los políticos que
se benefician de la demonización de los más débiles que no votan y ni tienen
lobbies para presionarlos y comprarlos. Por regla general, los inmigrantes
ilegales ni son criminales ni incrementan la criminalidad sino que la reducen.
No viven de los servicios del Estado sino que aportan impuestos al consumir y
al cobrar sus salarios, con el pago de impuestos que nunca reclaman sino que
van a la Seguridad Social para beneficio de alguien más. No le roban el trabajo
a nadie sino que hacen el trabajo que los ciudadanos no quieren hacer y de esa
forma lubrican la economía para que continúe funcionando.
Según Trump, “los inmigrantes ilegales son criminales que
están entrando sin control”. Amenazó a México con aranceles altos si no detiene
el tráfico de drogas, sin mencionar que su país es la raíz del problema, no
sólo en el consumo sino también en la distribución de la droga y de armas. Como
está documentado, los criminales, genocidas y terroristas viven libres y
legales en Florida y son poderosos donantes de su partido político.
3. Si bien los estadounidenses suelen votar con el bolsillo,
hay una parte que (aunque minoría, se cuentan en algunos millones) votamos con
una fuerte convicción moral. Este ha ido el caso del genocidio en Gaza que los
demócratas han tratado de silenciar para no hablar de las armas y los miles de
millones de dólares que enviaron en solo un año a Israel para masacrar decenas
de miles de niños bajo la retórica de “Israel tiene derecho a defenderse”; o
como respondió Bill Clinton, “porque el Rey David estuvo allí hace tres mil
años”. O la candidata Harris, silenciando cada pregunta sobre Gaza con la misma
arrogancia nasal: “Estoy hablando yo”. El gobierno ha ignorado las numerosas
protestas estudiantiles, reprimidas con violencia, las multitudinarias marchas
urbanas, de camioneros…
Luego, cuando aparece el voto castigo, los mismos medios que
habían invisibilizado la masacre en Gaza quisieron explicar la catástrofe
electoral recurriendo a lo mismo: relegando el tema moral a una tercera
posición y hablando de “crisis en Medio Oriente”, evitando decir Gaza,
Palestina y genocidio. Ni siquiera masacre.
Este genocidio se está convirtiendo en una metástasis en
Medio Oriente, una parada más en el Anillo de Fuego (Ucrania, Siria, Palestina,
Irán, Taiwán) producido por la fricción del Macho Alfa de Occidente que intenta
rodear al Dragón que ya se despertó.
En lugar de negociar y beneficiar a sus pueblos con una
cooperación global, el Macho Alfa va detrás de eliminar la competencia. Esta
metáfora proveniente de la manada liderada por un lobo macho, ahora por los
ideólogos de la derecha. Olvidan que cuando el macho alfa envejece y se
enfrenta a uno más joven termina en un conflicto mortal.
En 2020 los demócratas ganaron Wisconsin y Michigan, dos
estados con una fuerte presencia de población árabe. Ahora, los republicanos
ganaron en los dos. Sin embargo, la representante de origen palestino, Rashida
Tlaib (Michigan) retuvo su banca con el 70 por ciento de los votos e Ilhan Omar
(Minnesota) lo hizo con el 75 por ciento.
Más que un voto por Trump (quien había perdido las
elecciones cuatro años antes por alguna razón) fue un voto contra Harris y los
demócratas. Un voto indignado y sin esperanzas. Este sistema electoral es una
herencia de la esclavitud y el sistema político-mediático ha sido comprado por
las corporaciones tecnológicas y financieras, que son las que gobiernan este
país. Larry Fink, el CEO de BlackRock (financiera que administra tanto dinero
como cinco veces la economía de Rusia), lo dejó claro: “no importa quién gane;
Harris o Trump serán buenos para Wall Street”.
Es un saco de fuerza: el dinero pasa de los partidos a los
medios para publicidad y promoción. Es decir, con el mismo dólar se compra a
políticos y a medios de prensa en dos momentos diferentes. Los presidentes se
encargan del circo. Se encargan de mantener las pasiones encendidas, sobre todo
las pasiones raciales y de género. No existe otra estrategia mejor para invisibilizar
los problemas de clase social. El racismo es la forma más efectiva de
invisibilizar el profundo problema de clases sociales que tenemos, incluida su
traducción global, el imperialismo.
Por fin tendremos un presidente convicto de la justicia (34
causas), quien se jactó de ser listo por no pagar impuestos. Claro que con ser
listo no basta. Es necesario tener al pueblo embrutecido con divisiones
identitarias, con individuos alienados por las mismas tecnológicas que dominan
la economía, la política y la geopolítica.
Algo que no es difícil en un pueblo acostumbrado a creer por
encima de los hechos. Un pueblo entrenado en las iglesias para cerrar los ojos
y reemplazar la realidad con el deseo hasta que la realidad cambie. Porque para
la mentalidad religiosa, la realidad narrativa importa más que la factual: “En
el principio era el verbo…”.
De ahí a aplicar las mismas habilidades intelectuales y
convicciones al salir de un templo para ingresar en otros (bancos, bolsas de
valores, televisión, partidos políticos) hay solo un paso. A veces ni siquiera
eso.
109 millones de
personas decidieron no votar en EE.UU y ninguna explicación se da sobre ello.
244 millones de personas estaban convocados a votar en las elecciones de EE.UU.
Han ejercido el voto 135 millones
70 millones lo han hecho por Donald Trump
65
millones por Kamala Harris
La abstención estimada es del 45%
Trump será
presidente con el apoyo del 27% de la población mayor de edad censada
Votaron
20 millones menos de personas que en las anteriores elecciones.
Decenas de
millones de personas, que pudiendo, ni siquiera se registraron para votar.
Millones de personas ilegales no pudieron registrarse.
La población total de
EE.UU es de 334 millones de personas
La abstención es, pues, la principal
opción política,
Y eso indica que la mayoría ve que voten a quien voten no van
cambiar nada y por eso mismo sube la extrema derecha.
Si la abstención es la ganadora es bien indicativa de que se creen que votar
no cambia la situación ante un sistema injusto y que no se puede variar bajo un
bipartidismo en que uno u otro mas de lo mismo o da lo mismo y no hay posibilidad
cambiar..
Lo que no se dice en los medios: los enormes déficits de la
democracia estadounidense
Vicenç Navarro
Extracto ...
Existe una percepción generalizada de los mayores medios de
información en España de que la democracia en Estados Unidos es ejemplar y
punto de referencia para el resto de las democracias en el mundo. Un ejemplo,
entre muchos otros, es la definición de “la democracia estadounidense como uno
de los sistemas democráticos más desarrollados que existe hoy en el mundo”,
definición hecha por una de las periodistas más conocidas en España, la señora
Ana Pastor, de la cadena de televisión La Sexta, que se presenta como la más
progresista del país. Tal observación es común entre miembros del establishment
político y mediático en España,como
ocurre también entre los países de la Alianza Atlántica, promovida por los
dirigentes de Estados Unidos, incluyendo el Presidente Biden, quien definió
recientemente a Estados Unidos como el país más democrático del mundo. Los
datos, sin embargo, no confirman tal percepción. EEUU es en realidad uno de los
países menos democráticos entre los países democráticos hoy a los dos lados del
Atlántico Norte.
Elecciones en EEUU: cómo funciona el mecanismo del fraude.
MANLIO DINUCCI,
4/11/24
El sistema de
elección presidencial
1) Los dos principales partidos, el republicano y el
demócrata, eligen a su candidato presidencial mediante elecciones primarias
celebradas en 50 estados. Estas elecciones se organizan de forma diferente en
cada estado. En algunos estados, los candidatos se seleccionan mediante
votación secreta, en otros estados mediante reuniones abiertas, llamadas
asambleas partidarias. En algunos estados, sólo los miembros registrados del
partido que organiza las asambleas partidarias pueden participar en ellas, en
otros, también pueden participar y votar personas que no sean miembros del
partido o miembros del partido oponente.
2) Según el resultado de las asambleas partidarias, a cada
candidato se le asigna un número variable de delegados, que representan a su
estado en la convención nacional del partido, que elige a su candidato
presidencial. En la convención participan no sólo los delegados estatales, sino
también los superdelegados, personalidades importantes del partido que pueden
votar por quien quieran, a veces invirtiendo la situación.
3) Una vez que los dos partidos han elegido a sus candidatos
presidenciales, se celebran elecciones generales. Los electores no eligen
directamente al Presidente, sino a un Gran Elector que representa al candidato
propuesto.
4) 558 Los Grandes Electores eligen al Presidente de los
Estados Unidos. Para ser Presidente es necesario obtener los votos de al menos
270 de ellos. Cada Gran Elector representa al partido al que pertenece, pero la
Constitución de los Estados Unidos no le obliga a votar por el candidato
presidencial elegido por su partido.
5) Cada estado tiene un número de Grandes Electores,
calculado para favorecer a los estados más pequeños: Wyoming, escasamente
poblado, tiene un Gran Elector por cada 194.000 habitantes; California, más
poblada, tiene un Gran Elector por cada 723.000 habitantes.
La democracia electoral en Estados Unidos: dólares, votos
amañados y balas.Kamala Harris contra Donald Trump
RESULTADO : Este sistema permite todo tipo de maniobras
políticas: por ejemplo, que los miembros de su partido acudan a votar por los
miembros del grupo parlamentario del partido contrario, de forma que se impida
la elección de un candidato determinado considerado políticamente
peligroso. La designación de un Gran
Elector en función de un número de habitantes varía de un estado a otro y a
veces conduce a la presidencia de los Estados Unidos a candidatos que
recibieron menos votos en las elecciones generales.
El mecanismo de votación
1) No existe ninguna ley federal que obligue a los electores
a identificarse . El gobernador de California, miembro del partido demócrata,
ha presentado una ley que prohíbe exigir la identificación de quienes se
presentan a votar en los centros de votación.
2) En las elecciones de 2020, el voto por correo aumentó
sustancialmente hasta más de 66 millones (hasta 28 millones en 2016).
3) Una ley de 2002 exige la presencia de una máquina de
votación electrónica en todos los colegios electorales. Sin embargo, no existe
una norma que regule la construcción de una máquina electrónica que pueda
utilizarse de forma segura.
4) Aproximadamente una cuarta parte de los electores votará
con máquinas que emiten papeletas de votación. El resto votará mediante
máquinas electrónicas que almacenan los votos y pueden o no generar un registro
en papel de la votación.
RESULTADO: Este mecanismo permite todo tipo de fraudes. Las
papeletas que llegan por correo son abiertas y registradas por personal
contratado a través de empresas privadas, en esas empresas puede haber personas
encargadas de falsificar los resultados. Las máquinas de votación electrónica
pueden ser manipuladas cargándolas con programas que falsifiquen los
resultados. El profesor Alex Halderman, que enseña informática en la
Universidad de Michigan, lo demostró simulando una votación que las máquinas
electrónicas anularon.