domingo, 26 de febrero de 2023

La crisis del periodismo en USA .

 

“Es posible que el ‘Washington Post’ y el ‘New York Times’ no quieran saber quién perpetró el sabotaje del Nord Stream”

Sebastiaan Faber 


El periodismo de Estados Unidos está en crisis. No lo dicen únicamente los sondeos –según un informe del Instituto Reuters de 2022, solo un 26 por ciento del público piensa que los medios son creíbles, la tasa más baja entre los 46 países encuestados– sino que lo confirman los propios reporteros. En un largo artículo comisionado por la prestigiosa Columbia Journalism Review (CJR) –una especie de revista madre del gremio y guardiana autonombrada de su integridad–, el veterano periodista de investigación Jeff Gerth concluía que “los cometidos primarios del periodismo, informar al público y exigir cuentas a los intereses de los poderosos, se han visto minados por la erosión de las normas periodísticas y la falta de transparencia de los propios medios con relación a su trabajo”.

Su pieza, de 24.000 palabras y publicada este enero pasado, es una radiografía despiadada de la cobertura por la prensa establecida, incluidos el New York Times y el Washington Post, de la interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y las conexiones entre el Gobierno de Putin y la campaña de Trump. Ambos temas, según Gerth, recibieron una atención desproporcionada y muy poco rigurosa, en gran parte porque las y los periodistas que los cubrían, con el visto bueno de sus supervisores, se dejaron manipular por intereses políticos y por sus propios prejuicios, en lugar de respetar las buenas prácticas deontológicas. 

La publicación de Gerth, llamativa en sí misma, lo fue más porque días después se reveló que, un par de años antes, la misma CJR había asignado otra pieza de largo alcance a otro reportero veterano con un punto de partida, si cabe, opuesto al de Gerth: investigar la sospechosa cercanía a Putin, por esos mismos años, de la revista progresista The Nationque en su cobertura del ‘Russiagate’ había dado espacio a voces que minimizaban la amenaza rusa (dudando, por ejemplo, de la autoría rusa del famoso hackeo del servidor de email del Democratic National Committee).

El reportero, el escocés Duncan Campbell, tardó dos años en concluir su investigación y en acordar el texto final con el equipo editorial, solo para ver su artículo “asesinado” (killed spiked, en la jerga periodística local) dos días antes de su publicación prevista. A comienzos de febrero de 2023 el Byline Times, una revista digital británica, publicó la pieza original de Campbell en su versión final, junto con un artículo en que éste sugería que la CJR había suprimido su investigación, que acabó siendo muy crítica de The Nation, por un conflicto de intereses: resulta que, por esas mismas fechas, la CJR negociaba un convenio con The Nation.

Los veteranos Campbell y Gerth (de 70 y 79 años, respectivamente) llegan a conclusiones muy diferentes. Para el primero, cierta prensa izquierdista abandonó sus principios para dejarse embaucar por Putin. Para el segundo, fue la prensa liberal mainstream la que los abandonó al exagerar el peligro de Rusia indebidamente. Pero ninguno de los dos deja muy bien parado al periodismo en Estados Unidos. Combinados, sus artículos sirven para plantear serias preguntas sobre el estado de salud del cuarto poder, no solo en sus manifestaciones más propagandísticas, como la Fox News y los medios “alternativos” pero bien financiados de la ultraderecha nacionalista, sino también en medios de mucho más abolengo, sean de perfil liberal-progresista como el New York Times (fundado en 1851) y el Washington Post (1877), o de perfil progresista radical, como el semanal The Nation (1865). 

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