jueves, 9 de febrero de 2023

Alemania es un país ocupado.

Fueron necesarias varias semanas de declaraciones dramáticas, tácticas de presión y divisiones al descubierto. Pero Alemania se ha resignado finalmente a entregar sus tanques Leopard 2 al ejército ucraniano. ¿Cómo se explica la reticencia de Berlín? ¿Cuál será el impacto de esta decisión en Alemania y en la Unión Europea? ¿Por qué las empresas alemanas parecen ir en contra de sus propios intereses para complacer a Washington? ¿Qué piensa la opinión pública alemana? Diana Johnstone, ex responsable de prensa del grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo (1989-1996) y autora de numerosos libros sobre las guerras de la OTAN, arroja luz sobre esta nueva escalada de la guerra en Ucrania.


 

Tras muchas negociaciones, Berlín ha decidido finalmente enviar sus tanques de combate Leopard 2 al campo de batalla de Ucrania. ¿Cómo analiza las tensiones que esta entrega ha provocado en el seno del establishment alemán?



Diana Johnstone: “Alemania es un país ocupado"


 Grégoire Lalieu

Personalmente, lo que me sorprende es la ausencia de tales tensiones. Yo habría esperado que la industria alemana hubiese reaccionado en su propio interés contra la deriva rusófoba hace mucho tiempo. Pero no, lo aceptan todo, incluido el aumento del coste de la energía por el cierre de Nord Stream 2, la pérdida de mercados, todo. Ante la pérdida de competitividad en suelo alemán, algunos parecen dispuestos a trasladar su producción a Estados Unidos. 

Esto no significa que todos estén contentos, pero los liberales del FDP [Partido Democrático Libre], que se supone que representan a la cúpula económica del país, apoyan la línea dura antirrusa del actual gobierno de coalición. En esta coalición, es el canciller Olaf Scholz quien ha vacilado, sin duda sensible a las reticencias en el seno de su partido, el SPD [Partido Socialdemócrata de Alemania], tradicionalmente favorable al acuerdo con Moscú. Pero su posición es frágil y cedió a la presión. Dentro de la clase política, la oposición a esta escalada se limita en gran medida a unas pocas voces aisladas en el pequeño partido de izquierdas die Linke [La Izquierda] y, especialmente, en la Alternative für Deutschland – AfD [Alternativa para Alemania], calificada de “extrema derecha” y, por tanto, tratada como intocable por los demás.

 

Parte de la clase política alemana era tradicionalmente partidaria del entendimiento con los rusos. ¿Por qué ganó el bando atlantista?

La respuesta básica es que Alemania Federal es un país ocupado y sigue la política de la potencia ocupante. Esta ocupación de Estados Unidos, que dura desde 1945, es principalmente militar, con bases estadounidenses por todas partes. Y domina todas las estructuras del aparato de seguridad. Las carreras de la élite política y mediática están determinadas en gran medida por las instituciones atlantistas que adoctrinan a los young leaders (jóvenes líderes) e influyen profundamente en los creadores de opinión de los consejos editoriales, las universidades y los think tanks. En cuanto a los negocios, los vínculos siempre han existido, fuertemente reforzados por el Plan Marshall y la inversión estadounidense en la economía alemana. Y al éxito de esta subyugación ha contribuido la gran afinidad cultural de muchos estadounidenses de ascendencia alemana: alrededor del 15%, la mayor aportación nacional a Estados Unidos.

Pero hay otro elemento más preocupante. Una parte de la élite alemana –tomemos como ejemplo a Ursula von der Leyen– muestra una hostilidad casi fanática hacia Rusia que sugiere un tipo muy particular de revanchismo, un deseo de ver al “otro totalitarismo” sufrir la misma derrota y humillación que sufrió Alemania hace 78 años. Los alemanes son un pueblo fácilmente “moralizable” y, tras décadas de “penitencia” –con toda la hipocresía que ésta puede implicar–, el deseo de condenar moralmente al antiguo adversario surge cuando se presenta la oportunidad. 

En el caso de Ucrania, la sumisión a los estadounidenses ofrece la posibilidad de reconstruir el final de la Segunda Guerra Mundial, esta vez en el “bando de la derecha”. Esta ilusión parece haber seducido a dirigentes verdes incluidos el Sr. Habeck y la Sra. Baerbock.

 

¿Cómo percibe el caso la opinión pública alemana?

Los alemanes están ciertamente muy divididos, y muchos, quizá incluso la mayoría –especialmente en el este del país– no aprueban esta política de guerra. Hasta ahora, las manifestaciones tienden a centrar sus protestas en las sanciones, que perjudican a las pequeñas empresas, sin atreverse a defender las relaciones con Rusia. El mero esfuerzo por comprender el punto de vista ruso corre el riesgo de ser criminalizado. Un tribunal berlinés condenó a Heiner Bücker, destacado activista pacifista berlinés, a cuarenta días de cárcel o a pagar una multa de 2.000 euros por decir que “debería hacerse un intento abierto y honesto por comprender las razones rusas de la operación militar especial en Ucrania” en una concentración contra la guerra celebrada el 22 de junio, 81 aniversario de la invasión alemana a la Unión Soviética. 

Durante décadas, Bücker ha dirigido el Coop Anti-War Café en el centro de Berlín, un popular punto de encuentro para activistas por la paz. Por su llamado al entendimiento, Bücker fue investigado por la policía criminal de Berlín y condenado por un tribunal berlinés por “recompensa y aprobación de delitos”, según el artículo 140 del Código Penal. Recordando los más de 20 millones de muertos soviéticos en la Segunda Guerra Mundial, Bücker expresó que “los alemanes no debemos volver a involucrarnos en una guerra con Rusia”. Por este discurso, el tribunal lo declaró culpable de “aprobación pública de un delito de agresión” susceptible de “perturbar la paz pública”. Bücker recurrirá esta sentencia.

Sin embargo, no puede decirse que la legislación alemana favorezca necesariamente a los belicistas. Por ejemplo, un pequeño grupo de ciudadanos, Sajonia Libre, ha demandado al Estado alemán por violar el derecho constitucional de ese país al entregar tanques a Ucrania para luchar contra Rusia. Hay dos argumentos principales: al aumentar el riesgo de guerra con Rusia, el gobierno está violando su responsabilidad de “proteger vidas e integridad física”, incluida la del demandante; además, se enfrenta a una posible violación del Tratado Dos más Cuatro sobre el Arreglo Final Relativo a Alemania del 12 de septiembre de 1990, que condujo a la reunificación alemana. El artículo 2 de este tratado estipula que “sólo la paz emanará del suelo alemán”. La entrega de carros de combate a una parte que está en conflicto militar con una de las partes contratantes –a saber, Rusia como sucesora de la Unión Soviética– viola flagrantemente esta base contractual. La segunda frase del Artículo 2 también establece que “Los Gobiernos de la República Federal de Alemania y de la República Democrática Alemana declaran que la Alemania Unida nunca utilizará ninguna de sus armas excepto de acuerdo con su Constitución y la Carta de las Naciones Unidas”.

La entrega de tanques alemanes a Ucrania podría provocar más protestas de ciudadanos temerosos ante la perspectiva de que la guerra se extienda a suelo alemán.

 

Esta entrega marca un punto de inflexión. ¿Qué repercusiones tendrá esto en la política exterior alemana y en la Unión Europea?

El Canciller Scholz y otros dirigentes actuales han dejado claro que Alemania es ahora el líder de Europa. En plena simbiosis con Estados Unidos, por supuesto. ¿Y por qué?  Porque Alemania es “la mayor economía”. Se acabó el tiempo de la falsa “pareja franco-alemana”, los dirigentes actuales proclaman sus ambiciones políticas y militares sin preocuparse de sus socios europeos. Ursula von der Leyen está trabajando en Bruselas, excediéndose a diario en su autoridad para llevar a la Unión Europea a un conflicto sólo deseado por los líderes de Polonia y los Estados bálticos. Existe un gran peligro de que el belicismo de Berlín lleve a toda Europa al desastre. Los dirigentes franceses no pueden estar contentos con esto, pero Macron es demasiado “europeo” para resistirse seriamente.

 

El modelo económico alemán se basaba en la doctrina del “Wandel durch Handel”, el cambio a través del comercio. Esto permitía a Berlín justificar el desarrollo de relaciones económicas con Estados considerados desagradables a los ojos de Occidente. Alemania podría así importar gas ruso barato para su industria y exportar sus productos al enorme mercado chino. Todo en beneficio de la patronal alemana. Pero esto no era del agrado de Washington, que siempre se ha opuesto a la formación de un bloque euroasiático fuera de su control. ¿Será la guerra de Ucrania la sentencia de muerte del modelo económico alemán?

La ilusión de que el desarrollo del comercio transformaría automáticamente las “autocracias” en “democracias liberales” al estilo occidental ya ha desaparecido con el fracaso de la “globalización” promovida por Washington. Pero la verdadera razón de este fracaso es la siguiente: el juego de la globalización, jugado por los neoliberales atlánticos manteniendo los servicios para nosotros y la producción para otros, lo acaban ganando otros, principalmente los chinos. Decepcionados por los resultados de su globalización, los dirigentes estadounidenses prefieren volver al viejo maniqueísmo moralizante, “democracia” frente a “autoritarismo”. Y es a través de una carrera armamentística como piensan impulsar la reindustrialización.

 

Traducido por Edgar Rodríguez para Investig’Action

Fuente: Investig’Action

Nota del blog .-  En un informe detallado publicado en su blog este miércoles, el destacado periodista Seymour Hersh reveló que los gasoductos submarinos Nord Stream en el mar Báltico fueron blancos de bombardeos ordenados por la Casa Blanca y llevados a cabo por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE.UU. con la ayuda de la Marina del país norteamericano.

El conocido periodista subrayó que la decisión de socavar Nord Stream 1 y 2 fue acordada y aprobada personalmente por el presidente estadounidense, Joe Biden, y que discutió este tema con su círculo íntimo durante varios meses, tras lo cual dio luz verde para llevar a cabo el bombardeo.

Según la publicación, el ejército noruego luego activó los explosivos de forma remota cuando recibió la orden correspondiente.

 Así eliminó Estados Unidos los gasoductos Nord Stream | ctxt.es

No hay comentarios: