Vicenç Navarro
Público.es
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Bajo la dirección de Antonio Caño, que fue en su día el corresponsal de
El País en EEUU (ver mi artículo “
El sesgo profundamente derechista de Antonio Caño, el nuevo director de
El País”,
Público,
24.02.14), el diario ha alcanzado unos niveles de partidismo derechista
que no tienen nada que envidiar al partidismo exagerado que muestran
rotativos como
La Razón y el
ABC, periódicos que
representan muy bien la escasa calidad y manipulación que caracterizan a
la derecha española (que en el espectro político actual en la Unión
Europea correspondería a la ultraderecha). Ni que decir tiene que hay
columnistas y colaboradores de gran valía en tal periódico, con
orientación progresista. Pero, además de ser una pequeña minoría entre
los colaboradores y articulistas de este medio, ahora guardan un
silencio ensordecedor frente a dicho sectarismo, y falta de
profesionalidad, lo que parece reflejar un temor a la disidencia en un
ambiente profesional con escasísima diversidad intelectual donde se
excluyen sistemáticamente posturas críticas con sensibilidad de
izquierdas. El “anti-izquierdismo” de
El País alcanza niveles semejantes al del
Daily Telegraph en el Reino Unido, o al del
Wall Street Journal
en EEUU. Con su abusiva manipulación y vulgar estilo (generalizado en
la cultura de mala leche que caracteriza a la derecha en este país),
intenta destruir a aquel a quien
El País considera que es su adversario (mejor dicho, y tal como lo proyecta tal rotativo, su enemigo). Permítanme varios ejemplos.
La excesiva utilización y manipulación de un inexistente antiamericanismo
El columnista Xavier Vidal-Folch, que escribe frecuentemente sobre temas económicos, firmó un artículo (“
Última oportunidad”,
El País,
26.09.16) a favor del Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE en
el que definió a los que se oponían a dicho tratado como
“antiamericanos” (con lo cual quería decir antiestadounidenses, pues la
mayoría de americanos viven en el sur y centro de las Américas, no en el
norte), acompañando predeciblemente esta definición con toda una serie
de insultos y sarcasmos que, por desgracia, son costumbre en este
columnista (al cual, por cierto, solía leer en tiempos pasados, pero lo
hago con menos frecuencia desde que su estilo y narrativa han cambiado
bajo la nueva dirección del diario). Según tal definición de
“antiamericanismo”, nos encontramos con que la mayoría del pueblo
estadounidense, así como la mayoría de sindicatos de EEUU, además de los
dos candidatos a la presidencia de EEUU, el Sr. Trump, candidato del
Partido Republicano, y la Sra. Hillary Clinton, candidata del Partido
Demócrata, son, todos ellos, “antiamericanos”, pues todos ellos están en
contra de tal tratado (la Sra. Clinton pasó de apoyarlo cuando fue
Secretaria de Estado -equivalente a Ministro de Asuntos Exteriores- del
gobierno Obama, a distanciarse ahora durante la campaña electoral). Lo
que este articulista está haciendo es lo que siempre han hecho las
derechas de cualquier país, confundiendo al Estado con el país. De ahí
que definan a los movimientos (por regla general de izquierdas) que se
oponen a las políticas públicas promovidasy/o llevadas a cabo por el
gobierno federal de EEUU como antiestadounidenses, aun cuando muchas de
tales políticas públicas cuenten también con la oposición y
desaprobación de la mayoría de la ciudadanía estadounidense.
En realidad, el desconocimiento de EEUU de tal columnista es sorprendente. En otro artículo reciente, “
Nostalgia de Obama”
(17.10.16), en alabanza del Presidente de EEUU indicaba que uno de sus
méritos había sido poner fin “al militarismo imperial de Cuba” (cita
directa del artículo), afirmación que se espera de los Eduardo Inda de
este país, pero que considero lamentable leer en las páginas de
El País.
Cualquier observador, mínimamente objetivo, de la política exterior de
Cuba, puede ver que su ayuda exterior no es en materia militar, sino en
causas humanitarias (ayuda en las regiones del ébola en África, en el
huracán en Haití, y en muchos otros lugares del mundo), ayuda que ha
sido ejemplar, como es ampliamente reconocido, incluso por el propio
Presidente Obama (cuyo Estado federal, por cierto, tiene bases militares
por todo el mundo) y por el Secretario de Estado de EEUU, el Sr. Kerry.
La cantidad y calidad de tal ayuda, con el compromiso ejemplar de los
profesionales sanitarios que participan en ello, ha sido alabada
extensamente, incluso por voces conservadoras capaces de ser objetivas.
La demonización de Pedro Sánchez (ahora) y de Pablo Iglesias (siempre)
Este tipo de comportamiento de sectarismo aparece también
abusivamente en su cobertura del partido Podemos y de la coalición
Unidos Podemos, y que ahora incluye también al hasta hace poco
Secretario General del PSOE, el Sr. Pedro Sánchez. Sus reportajes tienen
como objetivo no ya criticar, sino destruir a los dirigentes de
partidos políticos que son considerados adversarios (perdón, enemigos).
Uno de los últimos editoriales de
El País sobre Pedro Sánchez (“
Salvar al PSOE”,
29.09.16) alcanzaba unos niveles de insulto y sectarismo que se
reproducen constantemente, en este rotativo y otros medios del Sr. Juan
Luis Cebrián, en la cobertura del Secretario General de Podemos, el Sr.
Pablo Iglesias. En aquel editorial se utilizan todo tipo de adjetivos
insultantes, acusándole de no haber dimitido (antes de que lo hiciera),
por haber sido, supuestamente, responsable de la caída de votos
socialistas en Galicia y en el País Vasco. Esta personalización de
responsabilidades, exigiendo la dimisión de Sánchez como consecuencia
del descenso electoral del PSOE, contrasta con los editoriales que
escriben a favor de la Sra. Susana Díaz, Presidenta del Gobierno
Andaluz, bajo cuyo mandato el PSOE ha alcanzado el apoyo electoral (en
porcentaje de votos) más bajo conocido en Andalucía.
En realidad, este retroceso del PSOE viene ya de muy lejos y se debe a
su conversión al neoliberalismo, conversión que fue alentada y apoyada
por el propio
El País, uno de los rotativos españoles que ha
promovido más intensamente esta ideología neoliberal, cuya aplicación
por parte de sucesivos gobiernos españoles (gobierno Zapatero y gobierno
Rajoy) ha sido sumamente perjudicial para el bienestar de las clases
populares de este país. No es, pues, de extrañar que tales clases hayan
ido abandonando su apoyo al PSOE. Las responsabilidades de tal retroceso
electoral son muchas, incluyendo las del propio rotativo que
sistemáticamente, en su campaña propagandística a favor de las políticas
neoliberales promovidas por el establishment financiero-político y
mediático europeo, excluye a economistas españoles de sus páginas de
opinión que cuestionan la sabiduría convencional neoliberal que el
diario promueve.
La mentira y manipulación como táctica del rotativo
Pero, por si el editorial citado anteriormente no fuera poco, el responsable de Opinión de
El País, el
Sr. José Ignacio Torreblanca (responsable de la exclusión de voces
críticas en tal sección), escribió hace unos días un artículo en el que,
de nuevo, insulta a aquellos que responsabilizan a los barones del
PSOE, incluido Felipe González, de oponerse a la alianza PSOE-Podemos
prefiriendo, en su lugar, la continuación del gobierno Rajoy.
Torreblanca indica, como dicen los barones, que
no hay alternativa posible a Rajoy,
pues las izquierdas no suman ahora, ni sumaron en 2015, los escaños
suficientes para permitir una alternativa de izquierdas. Concluye, pues,
como también concluye el editorial de
El País del mismo día, que Sánchez está llevando “al PSOE al abismo por la quimera de querer pactar
con un Podemos que no quiere pactar con él” (el subrayado es mío) (ver el artículo “
Quimeras“,
El País, 29.09.16).
Este personaje está mintiendo (y él lo sabe), pues es a todas luces
visible y público que Podemos, tanto en 2015 como en 2016, expresó su
deseo de pactar con el PSOE. Fueron los barones del PSOE y el propio El País los
que no quisieron, y solo permitieron que se abriera esta posibilidad
una vez el PSOE pactara primero con Ciudadanos, estableciendo una
dinámica que sabían a priori que sería muy difícil para Podemos poder
aceptarla. El frente PSOE- Ciudadanos representaba una alianza hostil a
la plurinacionalidad de España, defendida por Podemos, cuya estructura
casi federal incluye fuerzas claramente opuestas a la visión uninacional
de dicho frente. Es más, el pacto entre el PSOE y Ciudadanos mantenía
elementos claves del neoliberalismo imperante. Si el PSOE hubiera estado
interesado en explorar alternativas, lo lógico es que se hubiera
sentado para pactar con Podemos, y no con Ciudadanos; y luego,
conjuntamente, explorar alianzas con otros partidos.
Y lo mismo está ocurriendo ahora, en 2016. La diferencia en este
momento es que una vez vistas las intenciones reales de Ciudadanos (que
siempre incluyó gobernar con el PP), Pedro Sánchez estaba dispuesto a
pactar con Unidos Podemos -UP- (lo cual tenía que haber hecho ya en
2015). Y Unidos Podemos había invitado a Pedro Sánchez a explorar una
alternativa al gobierno Rajoy liderada por una alianza PSOE-UP.
El País
y sus portavoces sabían de ello (pues era pública la invitación de
Pablo Iglesias a Pedro Sánchez) y mienten a sabiendas. La alianza
PSOE-Unidos Podemos podía haber conseguido el apoyo de los otros
partidos que han indicado y expresado su deseo de que desplacen del
gobierno al partido gobernante más corrupto de Europa. Pero
El País jamás
lo permitió. Con una actitud apostólica, digna de la mejor causa,
mintió, manipuló, insultó e intentó destruir a los que el Sr. Cebrián
considera sus enemigos (a los cuales, además, su diario define como anti
España). Y a este comportamiento lo definen como democrático y defensor
de la libertad de prensa, todo ello sumamente predecible.
Las manipuladoras encuestas de EL PAÍS
Y semejante manipulación aparece también en las encuestas que periódicamente publica
El País,
haciendo siempre coincidir sus resultados con los deseados por la
dirección del diario, confirmando sus tesis. En realidad, en el artículo
que el director de la compañía que realiza las encuestas de
El País
(el Sr. Toharia) escribió acompañando la publicación de la última
encuesta, este dejó cualquier atisbo de objetividad en su descripción de
los resultados de la encuesta, saltando ya directamente a proponer los
cambios políticos que también proponía la línea editorial, que coincide
con la propuesta del aparato y barones (pero no de la militancia) del
PSOE, representados, por cierto, por el Sr. Felipe González y el Sr.
Rubalcaba, conocidos barones de este partido, que se sientan en el
Consejo Editorial de
El País (José Juan Toharia
, “
Tocado, pero no hundido”,
El País, 16.10.16).
La obsesión enfermiza contra Pablo Iglesias
El País, como la mayoría de medios de información y
persuasión españoles, tiene una obsesión enfermiza contra el Secretario
General de Podemos, el Sr. Pablo Iglesias, que alcanza dimensiones
delirantes en editoriales como el titulado
“Iglesias desatado” (18.10.16), en el que se presenta la supuesta batalla entre Errejón (sobre quien
El País
había mentido indicando que deseaba desbancar a Iglesias como
Secretario General) y Pablo Iglesias como si la hubiera ganado este
último, habiendo abandonando de forma oportunista la socialdemocracia
para convertirse al allendismo. Tengo que admitir que tuve que leer este
editorial dos veces, pues me era difícil aceptar que el que escribió
tal editorial pudiera ser tan ignorante, pues, por lo visto, desconocía
que el gobierno de Unidad Popular (presidido por Allende), al cual tuve
el enorme privilegio de asesorar, era socialdemócrata, intentando
desarrollar el socialismo a través de la vía democrática, proyecto que
el aparato del PSOE (pero no su militancia) habían y continúan
abandonando.
Última observación: ¿hasta cuándo este silencio ensordecedor?
Para los que habíamos colaborado hace ya tiempo con
El País y
teníamos esperanzas de que podría ser un rotativo que rompiera con el
enorme conservadurismo de los medios en España, nos entristece que se
haya convertido en uno de sus mayores puntales, presentando, editorial
tras editorial, y encuesta tras encuesta, el anti-izquierdismo que
tipifica a la gran mayoría de los medios, convirtiendo España en una
dictadura mediática. Y mientras, nos debemos preguntar ¿Hasta cuándo las
voces auténticamente democráticas dentro del rotativo permanecerán
calladas? ¿Cuándo romperán su silencio ensordecedor? Ya va siendo hora
de que, de la misma manera que hubo periodistas e intelectuales durante
la dictadura que protestaron por la manipulación de la prensa y
televisión durante aquel régimen, existan ahora voces semejantes que
protesten frente a la dictadura mediática que este país está sufriendo.
Una última nota. Las voces críticas, por desgracia, no tienen acceso a
los grandes medios. De ahí que tenga que hacer el ruego de que el
lector comprometido con la libertad de expresión necesaria pero no
existente en este país, distribuya extensamente este artículo. Gracias.