lunes, 18 de marzo de 2024

Desnudos frente al algoritmo .

 Desnudos frente al algoritmo

 Por Carlos Fernández Liria

  18/03/2024  

Es imprescindible empezar a pensar en controlar políticamente los algoritmos. Mejor hacerlo ahora en que todavía son relativamente estúpidos que cuando ya nos den cien vueltas

He vivido estos días una experiencia onírica que me ha traído a la memoria una anécdota que leí en un libro de antropología. Una vez, un misionero reprochó a un indígena su desnudez y éste le respondió, señalándole la cara: “Pero vosotros también estáis desnudos aquí”. “¡Pero eso es la cara!” , respondió el misionero. Y entonces el indígena replicó: “Es que para nosotros todo es cara”.

 Estos días, yo lo he tenido más difícil que ese indígena. Un algoritmo de Youtube ha decidido interrumpir una serie de antropología que estaba colgando en mi espacio La Filosofía en Canal, que tengo abierto desde hace cosa de tres años. Resumo apretadamente la extraña distopía en la que me he visto envuelto en estas últimas semanas. De pronto, Youtube se negó a aceptar mis videos, tal y como ocurre cuando intentas subir algún contenido con derechos de autor susceptibles de reclamación.

 Me costó mucho encontrar el motivo, porque cuando preguntas a Youtube te contesta un algoritmo de muy parcas explicaciones. Hay la posibilidad de insistir hasta que logras contactar con una persona humana. Tras mucho tirar de la lengua a los humanos supuestamente responsables, se me comunicó más o menos la siguiente situación: el algoritmo de Youtube había considerado que en mi canal se exhibía pornografía infantil (“imágenes de menores sexualizados o donde se les explote sexualmente”). Eso había provocado que se me adjudicara un número que volvía sospechosa cada cosa que intentara subir, de tal manera que, cada vez más, todos mis contenidos eran rechazados. Y cuanto más insistía, más sospechoso me volvía. Incluso algunos de mis videos pasaron a ser calificados de “incitación al odio”. A ello se sumó que, por lo visto, ya hace años, el algoritmo me había calificado de negacionista de las vacunas, lo que me convertía en reincidente.

 He tenido que rebobinar. En efecto, he recordado que hace tiempo Youtube retiró un video de mi canal en el que retóricamente venía a decir que lo más peligroso del negacionismo durante la pandemia era el empeño que se ponía en negar el capitalismo y sus terribles efectos en la industria farmacéutica. Pero el algoritmo había entendido que lo que negaba era las vacunas. Investigando un poco más, he llegado a entender que el motivo por el que se me ha clasificado de “incitador al odio” es que había pretendido titular ‘El ser humano en la basura’ el capítulo 5 de mi serie de antropología, algo que venía bastante a cuento si se considera que todo el capítulo era un comentario de un texto de Claude Lévi-Strauss en el que dice que “los antropólogos buscamos nuestro tesoro en los cubos de la basura de los historiadores”. Y así llegué a entender también lo de la pornografía infantil. El algoritmo había localizado semejante cosa en las fotos de los nambikaras (hombres, mujeres y niños) que Lévi-Strauss incluyó en su libro ‘Tristes Trópicos’, un clásico inmortal de la antropología, traducido a todas las lenguas del mundo y del que se habrán vendido miles de millones de ejemplares sin que el algoritmo de Youtube se haya percatado. Tampoco ha caído en la cuenta, el dichoso algoritmo, de que los nambikaras de las fotos, en realidad, no están desnudos, porque llevan un cordón en la cintura; y, de hecho, se sienten muy avergonzados de mostrarse sin él, porque se sienten desnudos.

 Un gran malentendido, sin duda. Pero a partir de aquí es cuando todo se vuelve onírico. Los humanos que hay detrás del algoritmo aseguran que no hay medios para intervenir en el criterio de la máquina (si es que es una máquina). La única posibilidad sería “enseñarle”,  hacer que cambie su opinión sobre mí. Y no pueden informar sobre cómo se podría hacer eso. Todo el mundo sabe que es un error, pero no se puede hacer nada, no se le puede decir al algoritmo que se ha equivocado. La única posibilidad es enseñarle a cambiar su criterio, un verdadero acertijo o quizás un sortilegio que recuerda a los cuentos de hadas. Finalmente, tras mucho meditar, hemos recurrido a una especie de tratamiento conductista: subir centenares y centenares de contenidos para “reeducar” al algoritmo, a ver si se acostumbra al hecho de que soy una persona normal. Algunos youtubers más experimentados me han asegurado que así acaba por entender en cosa de dos o tres meses. Respecto al capítulo 5 de la serie de antropología, hemos recurrido provisionalmente  a una estratagema de las antiguas: hemos vestido con fotoshop a los indígenas con unos grandes calzones blancos (antes probamos a pixelar los pezones y los culos, pero el algoritmo no se dio por satisfecho).

 Hablar con los humanos de Google ha sido como estrellarse contra un muro, porque esto de los algoritmos es un poco como un “gran secreto”, una especie de “piedra filosofal” que nadie sabe bien cómo funciona y que los influencers creadores de contenido están todo el tiempo intentando averiguar (“oye, que parece que me va mejor si la gente comenta mucho, o si comparte el link o si le dan like…”) y es todo como ir dando palos de ciego. De hecho, cada vez que hay algún cambio en cómo los algoritmos consideran que eres relevante, suele haber un poco de revuelo entre la gente que se dedica a esto, intentando averiguar cómo pueden salir beneficiados;  y de esto siempre hay mucha literatura y mucha leyenda (que si el algoritmo de TikTok beneficia los rostros de mujeres y el de Instagram los de hombres siempre que sean guapos, que si TikTok te beneficia si sales sonriendo o bailando… De hecho, durante un tiempo, salía la gente lanzando mensajes políticos en TikTok mientras bailaba, para que el algoritmo les diera visibilidad).

 A mí, todo esto me da mucho miedo. Yo recuerdo muy bien lo que era enfrentarse a un profesor que te tenía manía en el colegio. Algunos eran sádicos diagnosticables, otros malos y tristes, bestias franquistas que no tenían dos dedos de frente. Pero nunca tuve que enfrentarme a alguien tan rematadamente estúpido como este algoritmo generado por la imbatible Inteligencia Artificial, la que ganó a Kaspárov jugando al ajedrez. No sé qué opinará el ChatGPT sobre esto.

 De lo que no me cabe duda es que es imprescindible empezar a pensar en controlar políticamente los algoritmos. Mejor hacerlo ahora en que todavía son relativamente estúpidos que cuando ya nos den cien vueltas. Que yo sepa, aunque sé muy poco, sólo recuerdo a Iñigo Errejón, desde Más País, alertando sobre el asunto, proponiendo crear una Agencia Estatal de Algoritmos. La cosa es gravísima, en el fondo. Lo que me ha ocurrido a mí es una tontería, sin duda. Pero personalmente, me ha hecho entender la que se avecina. El algoritmo ha tomado una decisión errónea. Eso lo saben perfectamente y así lo reconocen quienes crearon la máquina. Pero, sin embargo, ellos no pueden intervenir, es imposible.

 Por mi parte, he tenido que investigar cómo funciona y cómo aprende esa máquina (cosa que, además, es un secreto), para intentar convencerla de que ha cometido un error. Nos encontramos frente a un ostracismo inapelable, en el que, incluso sabiendo todos que ha habido un error, no hay más remedio que intentar convencer a ese ente extraño y secreto de que es así. En este caso, hay que enseñarle la diferencia entre la pornografía infantil y la etnografía. Pero esto es lo de menos. Ya estamos administrados por algoritmos en demasiados ámbitos. Un ejemplo significativo es lo que puede leerse en esta noticia: Trabajo exigirá a las empresas de reparto compartir los algoritmos que utilizan para decidir a qué trabajador envían en cada trayecto.

 Desde luego, no creo que haya que demandar un algoritmo perfecto, capaz de machacarnos cuando se vuelva loco. Lo importante es demandar la posibilidad de someterlo a un control humano. Es algo que se viene repitiendo desde los tiempos de Asimov (“Artículo primero: los robots obedecerán a los humanos”) y ‘2001. Una odisea en el espacio’. Antes era el futuro. Ahora es un presente distópico que ya está en marcha. Hemos creado algoritmos para que nos ayuden, no para que se nos responda “no podemos hacer nada, porque lo dice el algoritmo”. Exactamente la misma barbaridad, por cierto, a la que nos tiene acostumbrados el capitalismo: no se puede hacer nada, porque lo dicen los mercados. Ningún Parlamento se atreverá a llevar la contraria a los mercados. Y se suponía que los mercados, por criminales que fueran, eran tan inteligentes como una mano invisible. Los algoritmos serán igualmente criminales y, por ahora, ni siquiera parecen muy inteligentes. Por lo menos respecto a cuestiones de interés humano. Porque no están administrando nada que tenga interés humano. Están administrando, como bien demuestra Johann Hari en su espléndido libro ‘El valor de la atención‘, los inconmensurables negocios que se pueden hacer con nuestra atención en la pantalla. Y eso, sin duda, lo hacen muy bien. Pero mientras tanto, no saben distinguir entre un indígena vestido con un cordón y un amuleto y la pornografía infantil. Son muy inteligentes, pero no están interesados en las mismas cosas que nos interesan a nosotros. Exactamente lo mismo que ha pasado con el capitalismo ya desde el siglo XIX.

 PD: Evidentemente, yo no he tenido ni idea de cómo reaccionar frente a todo esto. Le agradezco a Miguel Ángel Ojeda García que, además de crear y organizar ‘La Filosofía en Canal’, se haya ocupado también de la batalla contra el algoritmo.

 Fuente: https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/desnudos-frente-algoritmo_129_11217913.html

 

 

 

martes, 12 de marzo de 2024

La masacre de la harina en los medios imperiales

 

La masacre de la harina en los medios imperiales

 

Rafael Poch de Feliu  

 12/03/2024  

 Fuentes: Blog personal https://rafaelpoch.com/

La periodista australiana Caitlin Johnstone explica aquí lo que ocurre cuando los medios de comunicación imperiales informan sobre una masacre israelí. Por si tenías curiosidad y no has estado prestando atención desde el 7 de octubre o las décadas que lo precedieron.

 En lo que muchos llaman ahora la Masacre de la Harina, al menos 112 gazatíes murieron y cientos más resultaron heridos después de que las fuerzas israelíes abrieran fuego, el jueves 29 de febrero, contra civiles que esperaban comida de camiones de ayuda muy necesitados cerca de la ciudad de Gaza.

 Según las primeras investigaciones de Euro-Med Human Rights Monitor, la multitud recibió disparos tanto de fusiles automáticos de las FDI como de tanques israelíes, y decenas de heridos de bala fueron hospitalizados tras el incidente.

 Por supuesto, la versión israelí de los hechos ha ido cambiando a lo largo del día, a medida que los responsables de la narrativa se las ingeniaban para enmarcar la información disponible públicamente de forma que no perjudicara los intereses de las relaciones públicas de Israel. En la actualidad, Israel admite que las tropas de las FDI dispararon contra la multitud, después de haberlo negado previamente, pero afirma que esto no fue lo que causó la mayoría de las víctimas, diciendo que en realidad fueron los palestinos pisoteándose unos a otros en una «estampida» humana lo que les causó daño. En esencia, el argumento actual es: «Sí, les disparamos, pero no murieron por eso».

 Las FDI afirman que las tropas israelíes sólo empezaron a disparar contra los palestinos porque los soldados «se sintieron amenazados» por ellos, lo que viene a demostrar que no hay atrocidad que Israel pueda cometer en la que no se presente a sí mismo como la víctima. El ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, aprovechó la oportunidad para elogiar a las IDF por su heroica lucha contra los peligrosos palestinos y argumentar que el incidente demuestra que es demasiado peligroso seguir permitiendo la entrada de camiones de ayuda en Gaza.

 Tan terrible como ha sido la máquina de dar vueltas israelí sobre esta atrocidad, los medios imperiales occidentales han sido aún peores. La gimnasia verbal que han realizado en sus titulares para evitar decir que Israel masacró a personas hambrientas que esperaban comida sería realmente impresionante si no fuera tan macabra.

 «Mientras los gazatíes hambrientos se agolpan en un convoy, un amasijo de cuerpos, disparos israelíes y un saldo mortal», reza un titular del New York Times, como el resumen de un episodio de una serie de misterio y asesinato de Netflix.

 «El caótico reparto de ayuda se vuelve mortal cuando funcionarios israelíes y gazatíes intercambian culpas«, dice un titular indescifrablemente críptico de The Washington Post.

 «Biden dice que las muertes relacionadas con la ayuda alimentaria en Gaza complican las conversaciones sobre el alto el fuego», dice The Guardian. ¿»Muertes relacionadas con la ayuda alimentaria»? ¿En serio?

 «Más de 100 muertos mientras la multitud espera ayuda, según el Ministerio de Sanidad dirigido por Hamás«, dice un titular de la BBC. La cadena estatal británica utiliza aquí una táctica ya probada para poner en duda el recuento de muertos asociándolo deliberadamente con Hamás, a pesar de que el recuento de muertos del Ministerio de Sanidad de Gaza se considera tan fiable que los servicios de inteligencia israelíes lo utilizan en sus propios registros internos.

 «Al menos 100 muertos y 700 heridos en un incidente caótico», dice la CNN, como si estuviera describiendo una fiesta de fraternidad que se salió de control.

 «Carnicería en un centro de ayuda alimentaria de Gaza en medio de disparos israelíes«, reza otro titular de la CNN, como si la carnicería y los disparos israelíes fueran dos fenómenos no relacionados que, por desgracia, ocurrieron casi al mismo tiempo.

 La CNN también se refiere repetidamente a las matanzas como «muertes por ayuda alimentaria«, como si fuera la ayuda alimentaria la que los matara y no los militares de una potencia estatal muy concreta y muy nombrada.

 (Probablemente valga la pena señalar en este punto que el personal de la CNN ha estado informando anónimamente a través de otros medios de que ha habido un impulso descendente singularmente agresivo dentro de la cadena para sesgar la información fuertemente a favor de los intereses de información israelíes, impulsado en gran medida por el nuevo director general Mark Thompson).

 Así que esto es lo que ocurre cuando los medios imperiales informan sobre una masacre israelí, por si tenías curiosidad y no has estado prestando atención desde el 7 de octubre o las décadas que lo precedieron. Los servicios de propaganda de la prensa occidental operan de una manera que es indistinguible del dominio en tergiversación practicado por los funcionarios de los gobiernos occidentales, enmarcando el imperio occidental y sus aliados en una luz positiva y sus enemigos en una negativa.

 Esto ocurre porque los medios de comunicación occidentales no existen para informar sobre lo que ocurre en el mundo, sino para crear consenso en torno al statu quo político y a la estructura de poder mundial que sustenta. La única diferencia entre nuestra propaganda y la propaganda de una dictadura despiadada es que las personas que viven bajo una dictadura saben que están siendo alimentadas con propaganda, mientras que los occidentales están entrenados para creer que están ingiriendo información imparcial basada en hechos.

 Sin embargo, la demolición de Gaza está alertando a cada vez más occidentales sobre el hecho de que esto está ocurriendo, porque cuanto más flagrantes son las atrocidades, más torpe tiene que ser la maquinaria propagandística para encubrirlas. Incluso está abriendo los ojos dentro de la propia máquina de propaganda, que es la razón por la que estamos viendo cosas como el personal de la CNN denunciando a su propio director general y el personal del New York Times diciendo a The Intercept que sus jefes cometieron una negligencia periodística extremadamente atroz en la producción de propaganda atroz alegando violaciones masivas por parte de Hamás el 7 de octubre.

 Lo único bueno de lo que está ocurriendo en Gaza es que está despertando a los occidentales al hecho de que todo lo que les han contado sobre su sociedad, sus medios de comunicación y su mundo es mentira. Están apareciendo grietas en la ilusión, y quienes nos preocupamos por la verdad, la paz y la justicia tenemos que ayudar a llamar la atención sobre ellas. A partir de ahí, el cambio real se convierte en una posibilidad genuina.

 

(Publicado en: https://caitlinjohnstone.com.au/2024/03/02/when-the-imperial-media-report-on-an-israeli-massacre/)

domingo, 10 de marzo de 2024

Los libertarianos anarcocapitalistas .

 

Los libertarianos sueñan con un mundo sin democracia

Una  entrevista  con Quinn  Slobodian

 Traducción  Pedro Perucca
 

En los últimos años del siglo XX se crearon zonas económicas especiales que liberaron a los capitalistas de las limitaciones habituales de la soberanía popular. Este fenómeno vino acompañado del auge de ideologías libertarianas radicales que pretenden acabar completamente con la democracia.

Con frecuencia pensamos en las últimas décadas como una historia de creciente conectividad y uniformidad de las economías de todo el mundo, gracias a la globalización, un proceso quizás retrasado o interrumpido por acontecimientos políticos como el ascenso de Donald Trump en Estados Unidos y el voto del Brexit en el Reino Unido. Pero el curso general de la historia global reciente fue el de una creciente integración económica, guiada por instituciones supranacionales como la Unión Europea y el Banco Mundial.

En su libro de 2023, Crack-Up Capitalism: Market Radicals and the Dream of a World Without Democracy, el historiador Quinn Slobodian sostiene que los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI se caracterizaron igualmente por el crecimiento de zonas económicas especiales subnacionales, en las que capitalistas e inversores se ven liberados de las restricciones normales impuestas por la soberanía popular. La aparición de estas zonas fue de la mano e inspiró el desarrollo de ideologías procapitalistas radicalmente libertarianas, que soñaron con eliminar por completo el régimen democrático en favor de un gobierno por contrato privado.

En una entrevista para el podcast The Dig, en Jacobin Radio, Daniel Denvir entrevistó a Slobodian sobre estas zonas y los anarcocapitalistas que las aman. Esta transcripción fue editada para mayor extensión y claridad.

 sigue https://jacobinlat.com/2024/03/10/los-libertarianos-suenan-con-un-mundo-sin-democracia/?mc_cid=c11ebcf766&mc_eid=0c7e17d3e4



miércoles, 6 de marzo de 2024

El negocio israelí de la guerra .

                                                



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El negocio israelí de la guerra

  “Muchas empresas promocionan material militar que el Ejército está probando en Gaza”

El periodista de investigación Antony Loewenstein denuncia que Israel está publicitando en el mercado internacional las armas “probadas en combate” en Gaza, a pesar de las masacres cometidas en la Franja en los pasados meses.

Francesca Cicardi

 Desde el comienzo de la ofensiva israelí en la Franja de Gaza, el pasado 7 de octubre, las empresas de defensa de Israel han seguido haciendo negocios a nivel internacional e, incluso, promocionando las armas que el Ejército está probando sobre el terreno, contra los palestinos, asegura el escritor y periodista Antony Loewenstein, autor de ‘El laboratorio palestino’ (Capitán Swing).

A pesar de que el 7 de octubre fue “una catástrofe política, de Inteligencia y de seguridad”, dice Loewenstein a elDiario.es, no ha habido ningún tipo de rendición de cuentas ni repercusión para las empresas israelíes que fabrican y venden algunos de los sistemas que no lograron prever ni evitar el ataque sorpresa del grupo palestino Hamás contra Israel.

El escritor australiano explica que, aunque el 7 de octubre podría ser una demostración de que la tecnología de seguridad israelí no es infalible, no hay indicios de que lo sucedido vaya a afectar al sector. “Israel está probando armas en directo y está presumiendo de ello en las redes sociales”, agrega. “Y no es sólo para convencer a la audiencia israelí de que Israel está ganando la guerra, sino para los mercados globales, que están mirando hacia Israel” mientras comete masacres con esas armas punteras. Pero Loewenstein no se muestra sorprendido, porque “la industria armamentística no es una industria moral”.

“Un gran número de compañías dicen abiertamente y promueven equipamiento que el Ejército está usando en su lucha contra Hamás –o en la ofensiva contra Gaza–”, afirma. Las armas probadas en los pasados cinco meses están siendo mostradas en ferias de armamento, como el Foro de Innovación en Defensa, que tuvo lugar en París a finales de noviembre de 2023, asegura el periodista de investigación. “Regularmente hay artículos en la prensa israelí que hablan de las armas que están siendo probadas en Gaza mientras hablamos”. Además, hay palestinos o doctores extranjeros que han estado en Gaza y que dicen haber visto “heridas que nunca habían visto antes”, presumiblemente provocadas por armas novedosas.

Las “cobayas” del laboratorio palestino

El libro de Loewenstein habla precisamente de cómo los palestinos han sido las cobayas del armamento y la tecnología de seguridad israelí desde hace décadas. “El laboratorio palestino ha sido una política estatal casi durante tanto tiempo como la ocupación israelí del territorio palestino”, escribe el autor, recopila investigaciones e informaciones publicadas en la prensa o por centros de estudios, y entrevistas con expertos, incluidos militares israelíes. Es más, desde los años 2000, las tecnológicas que fueron naciendo en Israel y que acabarían siendo punteras en todo el mundo eran “empresas de defensa cuyo objetivo principal era monetizar la ocupación y vender la experiencia de control a otro pueblo en el mercado global”.

“La historia demuestra que, a pesar de que Israel haya cometido muchas veces crímenes horribles en Palestina y a pesar de que muchas naciones del mundo los han condenado, eso ha influido poco en que esas naciones no compren armas israelíes”, dice Loewenstein, preguntado por si la actual ofensiva en Gaza, donde muchos consideran que Israel está perpetrando un “genocidio”, puede afectar a las ventas de armamento o tecnología israelí.

“La triste realidad es que, a pesar de que Israel haya matado probablemente a 30.000 palestinos, la mayoría de ellos civiles, no hay evidencias de que la industria de defensa israelí se vaya a ver afectada por lo que ha ocurrido”, afirma. El periodista considera que Israel seguirá comercializando sus armas y su tecnología como “probados en combate”, esto es, en Gaza.

Agrega que “es pronto” para saber cómo va a afectar a la industria armamentística israelí el conflicto, pero cree que hay factores que no han cambiado en los pasados cuatro meses y no van a cambiar: “Después de la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, muchas naciones europeas se dirigieron a Israel casi suplicando [que les vendiera] nuevos equipamientos: escudos de defensa antimisiles, otras armas, tecnología de vigilancia…”. 

Durante la guerra en Gaza, “Israel intenta promover armas para futuras ventas porque, sin duda, la economía israelí se está viendo afectada” por el esfuerzo bélico. Prueba de ello es que la agencia Moody’s rebajó la semana pasada la calificación de Israel de A1 a A2 y dijo que las perspectivas económicas eran negativas. Pero Loewenstein cree que “en el corto y medio plazo, la economía israelí va a estar bien, porque goza de un gran apoyo de los países occidentales y estas naciones van a apoyar la economía y la industria armamentística israelí como muestra de solidaridad con Israel y su guerra”.

La guerra ideológica

“Muchas naciones europeas, Reino Unido, Australia, sienten afinidad con otro poder imperialista. También estas naciones, de diferentes formas, han cometido abusos, matanzas, masacres contra sus propias poblaciones indígenas hace mucho tiempo, y tienen una afinidad con Israel, una nación que tan descaradamente mata, asalta, ataca una población indígena”. Precisamente, en el libro explica que Israel ha sabido “exportar” el control sobre los palestinos, un pueblo indígena considerado inferior o del que hay que defenderse, y la tecnología que ha ensayado en Cisjordania y en Gaza ha sido empleada en otros lugares para vigilar, oprimir y separar.

Además, Israel ha sabido presentarse como uno de ellos y “vincular las operaciones del Estado judío con los valores occidentales”, escribe Loewenstein. La estrategia de Israel y su Ejército en las redes sociales es tan exitosa que ha sido copiada por el Ejército más poderoso del mundo, el de EEUU. En estos momentos, Israel no sólo está intentando convencer a sus ciudadanos, pero también a la comunidad internacional y, en concreto, a la comunidad judía global, que su guerra en Gaza es “justa y moral” para justificar sus acciones –y la mayor parte está comprando ese discurso, según el periodista–.

“Israel ha tenido éxito, al igual que EEUU después del 11-S, a la hora de vincular su guerra a una batalla existencial”, pero, en opinión del autor, el 7 de octubre no representó una amenaza para la existencia de Israel como Estado. “Muchas naciones occidentales han aceptado esa narrativa, al igual que han aceptado la narrativa de la guerra contra el terrorismo [islamista]” desde el año 2001.

En su libro, Loewenstein echa la vista atrás para ver que el 11-S y la guerra contra el terror que emprendió Washington en todo el mundo benefició considerablemente a la industria de seguridad israelí, que ya era conocida anteriormente pero se ha convertido en líder mundial. En las dos décadas que siguieron a los atentados contra EEUU, muchos Estados valoraron la “experiencia” de Israel contra el terrorismo y, sobre todo a partir de 2001, la causa palestina se asocia al extremismo islamista, afirma el autor.

Pero Washington no solo apoya a Israel por afinidad ideológica o por su histórica relación, ni por los cálculos electorales de cara a las presidenciales de noviembre en EEUU, sino también por sus propios intereses económicos. Loewenstein cree que “la industria armamentística estadounidense juega su papel” en el apoyo incondicional del presidente Joe Biden a Israel. “Los CEO de empresas de defensa clave, desde el 7 de octubre, han hablado de lo entusiasmados que están por lo que está pasando en Gaza. No es que hayan causado la guerra o que ésta continúe por ellos, pero se están beneficiando porque EEUU está vendiendo muchísimas armas a Israel”.

“La escala de la ofensiva de Israel en Gaza, la cantidad de municiones que está lanzando (más de las que EEUU lanzó en Irak y Afganistán) casi no tiene precedentes en las guerras modernas”, en el mismo periodo de tiempo. Según Loewenstein, esto demuestra lo mucho que Israel depende de EEUU: “La guerra puede terminar muy rápidamente si EEUU elige ponerle fin, porque sin las armas y apoyo logístico norteamericano, a Israel le costaría” seguir adelante con sus operaciones militares a gran escala.

Además, el periodista señala que EEUU necesita de compradores de armas porque, tarde o temprano, va a tener “un problema en su cadena de suministros”, después de haber vendido tantas armas a Ucrania y aumentado la producción armamentística a raíz del estallido del conflicto en ese país hace dos años. Israel tampoco ha detenido la exportación de armamento en relación a Ucrania: “Muchas naciones europeas, incluso después del 7 de octubre, se han comprometido a comprar escudos antimisiles, por ejemplo. Es decir, no ha habido un impacto negativo en esas ventas potenciales”.

Pegasus, el caballo de troya de Israel

No sólo los países occidentales o “amigos” sin clientes de Israel, también otros que, en público, pueden ser críticos con el Estado hebreo. Sin ir más lejos Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Baréin, que han criticado las masacres israelíes en Gaza, pero desde octubre no han degradado sus relaciones diplomáticas –en el caso de Bahréin y Emiratos–, ni han tomado medidas más contundentes contra el país que les proporcionó el spyware Pegasus para espiar a sus opositores o críticos –miembros del Gobierno español, empezando por el presidente, Pedro Sánchez, y decenas de independentistas han sido espiados con Pegasus–.

Loewenstein cuenta en su libro que, en 2020, el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, llamó al primer ministro Benjamín Netanyahu para pedirle que desbloqueara el acceso de su país a Pegasus, después de que el Ministerio de Defensa de Israel denegara la renovación de la licencia por “uso indebido”. Netanyahu lo hizo, lo cual –según el autor– también demuestra la estrecha relación del fabricante de Pegasus, NSO Group, con el Estado israelí y sus intereses geopolíticos. Mientras, Ucrania ha querido comprar Pegasus desde 2019, pero Israel se ha negado porque quiere mantener sus buenas relaciones con Rusia.  

Después de los escándalos en torno al uso de Pegasus para espiar a políticos, periodistas o disidentes, el escritor dice que NSO Group tiene problemas económicos, pero sigue existiendo. “Eso no ha tenido impacto en la industria, porque todas las personas que trabajaban para NSO Group se han marchado a otras compañías que tienen una no tan mala reputación” y los compradores siguen demandando el mismo tipo de producto a las empresas israelíes. “Ningún país, incluidos los europeos o aquellos que se han visto afectados por Pegasus, tienen interés alguno en regular [su uso]. Todos quieres usarlo, da igual quién se lo ofrece”, asegura. Esa tecnología no tiene por qué ser israelí, agrega, pero “impunidad” en ese país es un factor importante.

México es otro ejemplo que Loewenstein destaca en su libro y en la conversación con elDiario.es: “México es el mayor usuario de spyware israelí en todo el mundo, y eso ha sido así con gobiernos de izquierda. Es una locura”. México fue el primer campo de pruebas importantes de NSO Group, pero le siguieron otros países que, a menudo, no respetan los derechos humanos como Kenia, Turquía, Marruecos o Hungría. En 2022, el periódico israelí Haaretz desveló que NSO Group tenía 22 clientes en la Unión Europea.

https://www.eldiario.es/internacional/negocio-israeli-guerra-empresas-promocionan-material-militar-ejercito-probando-gaza_1_10921414.html







domingo, 3 de marzo de 2024

Entrevista a la eurodiputada irlandesa Clare Daly.

 

 Entrevista a la eurodiputada irlandesa Clare Daly

«El papel de la Unión Europea ha sido frenar la paz en Ucrania y está haciendo lo mismo con Gaza»

 

 Pablo Elorduy

 

| 26/02/2024 |

 

Fuentes: El Salto

La eurodiputada irlandesa de The Left Clare Daly se ha hecho conocida por sus duros discursos contra el establishment. En esta entrevista se despacha contra la Comisión Europea y muy especialmente contra su presidenta, Ursula Von der Leyen.

La palabra que mejor puede definir a Clare Daly (Newbridge, Irlanda, 1968) es ‘cañera’. Junto a su compañero Mick Wallace, ha crecido a golpe de discursos sin tapujos en el Parlamento Europeo. Ambos pertenecen a un pequeño partido irlandés radical, Independientes por el Cambio, con el que superaron al partido tradicional de la izquierda irlandesa, el Sinn Féin en las elecciones europeas de 2019. Integrados en el grupo The Left en el Parlamento europeo, las intervenciones de Daly y Wallace se han hecho conocidos en todo el mundo. Llamar a Biden “Carnicero Joe” o a la presidenta de la Comisión Europea “Frau Genocide” puede parecer un exceso retórico, pero el hecho es que sitúa a la izquierda en unas coordenadas muy diferentes a la del lenguaje alambicado de la burocracia europea, y abre el campo para pensar en un modelo que impugne de raíz el estado de las cosas que se promueve desde Bruselas.

 

                                                                         


Foto: Clare Daly, eurodiputada desde 2019, pertenece al partido Independientes por el cambio, que obtuvo el 15% de los votos en las últimas europeas. (The Left)

El Parlamento Europeo aprobó el 18 de enero una resolución pidiendo un alto el fuego condicionado en Gaza. ¿Por qué votó en contra de ese texto?

La resolución que se aprobó no exigía en absoluto un alto el fuego. Utilizan las palabras “alto el fuego” para enmascarar las condiciones previas israelíes para el cese de las hostilidades, que consisten esencialmente en la eliminación de Hamás y la liberación de los rehenes. Todo el mundo sabe que eso es lo que Netanyahu ha dicho que le llevará a poner fin a la guerra. Y el resultado de la votación fue celebrado como tal por todas las autoridades israelíes. Tuitearon diciendo que la Unión Europea se mantenía a su lado, que les reafirmaba, y agradecieron la postura del Parlamento. Así que, en efecto, la votación dio luz verde a la continuación del genocidio, razón por la cual no votamos a favor. Fue una traición deplorable. No solo eso, sino que se votaron en contra de mociones que decían que los dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia debían ser ratificados. El dictamen no se había emitido en ese momento, pero votaron en contra. En otras palabras, este organismo, la Unión Europea, que afirma que apoya el estado de derecho y los derechos fundamentales, rechazó una moción que decía que debemos respetar el resultado del Tribunal Internacional de Justicia. Votaron a favor de sancionar a Irán. No Israel, sino Irán. Realmente ridículo. También votaron en contra de muchas propuestas constructivas. Por eso votamos en contra.

 

¿El Parlamento Europeo tiene capacidad real de hacer algo para que Israel deje de matar en Gaza?

Podría empezar por lograr que tres de sus propios estados miembros —Alemania, Francia e Italia— dejen de armar el genocidio israelí. Lo he dicho en mi propio país: si Viktor Orban hubiera estado enviando armas, estarían pegando saltos, gritando para que compareciera ante el Tribunal Penal Internacional. Pero nadie ha abierto la boca sobre los líderes alemanes, franceses e italianos que han aumentado sus ventas a Israel desde que comenzó el genocidio. Es verdad que el Parlamento Europeo no tiene poderes legales para detener lo que ocurre, pero tiene el poder de la política y la opinión política para demostrar que no está de acuerdo con lo que está sucediendo. Además, podemos usar nuestro papel para avergonzar a nuestros líderes nacionales en casa.

 

¿De qué manera?

Si el Parlamento tiene una posición progresista, eso puede ejercer presión en los Estados miembros. Pero lo que hemos visto en Europa es un golpe llevado a cabo por Ursula Von der Leyen, que ha tomado poderes que no posee legalmente, en un intento de hablar en nombre de la Unión Europea en materia de asuntos exteriores. Que se le haya permitido hacerlo sin ningún tipo de contestación es una de las cosas más vergonzosas que han sucedido en esta situación. Pienso que el Parlamento podría hacer mucho, incluso como un escenario de opinión para el aislamiento de Israel. Sería una influencia poderosa. Hasta nuestros discursos se han conocido en todo el mundo. Mucha gente de Estados Unidos se ha puesto en contacto con nosotros.

 

¿Cómo?

Usé el Parlamento para señalar a Joe Biden, que se reclama irlandés. Pronuncié un discurso en el que dije: “no se puede ser irlandés y apoyar un genocidio: eso va en contra de nuestra historia, estás poniendo las armas en un genocidio. No sois vuestros antepasados, no, os repudiamos”. Entonces, incluso los medios de comunicación mainstream estadounidenses, como Newsweek, pidieron a la oficina de Biden que comentara al respecto. Eso demuestra que solo una diputada del Parlamento Europeo de un país pequeño puede presionar. Todo el mundo puede hacer algo en su propia esfera de influencia.

 

De cara al futuro, ¿cree que las instituciones europeos o sus representantes pueden llegar a sentarse en el banquillo por su complicidad en las acciones de Israel?

Lo serán, fijo. El hecho de que Israel utilizara las palabras de Ursula von der Leyen en su defensa del caso planteado por Sudáfrica fue increíblemente vergonzoso, por decirlo suavemente, para la Unión Europea. Los Estados que han armado a Israel son cómplices, pero también los que se han mantenido de brazos cruzados. Porque la responsabilidad en virtud de la Convención de Ginebra no es solo de no cometer genocidio como país, sino de prevenir y castigar al que lo comete. Y en ese sentido, no me cabe duda de que todos ellos son cómplices. Sé que países como Irlanda y España han actuado “menos mal”, pero en el contexto del genocidio, eso no basta. Creo que serán juzgados. Sabemos que Nicaragua quiere que se procese a algunos de ellos como cómplices y debería suceder.

 

De hecho, España ha seguido enviando armas.

No tenía ni idea.

 

En noviembre se envió casi un millón de euros en municiones. El gobierno de España ha dicho que se trata de munición de práctica.

Fucking hell! Ok, todo esto mientras dan discursos… Precioso.

 

 

¿Qué papel desempeñan en esta circunstancia los lobbies de la industria armamentística?

Creo que cada vez son más influyentes. Sabemos que la “burbuja de Bruselas” está siendo capturada por los grupos de presión, pero si ves la transformación de la Unión Europea ahora, desde los tratados de Niza y Lisboa, está avanzando a toda velocidad hacia un aumento masivo de la militarización, hacia la “Unión de Defensa”. Tenemos una fuerza de despliegue rápido, que en la práctica es un ejército permanente de, inicialmente, 5.000 soldados listos para el combate y, como ha dicho [Josep] Borrell, tienen capacidad para ir a territorios donde no nos quieren, es decir, poner meterse en el barro. Todo esto viene de hace diez años, cuando solicitaron recomendaciones a un grupo de opinión sobre cómo podemos hacer que Europa sea más segura y la mayoría de las personas de ese grupo, grupo de personalidades como los llaman, pertenecían a la industria armamentística.

 

¿Cómo influyeron?

Ese grupo dijo: “bueno, para que Europa sea segura, tenemos que gastar más dinero en defensa”. Así que crearon un plan para que los impuestos de los contribuyentes de la Unión Europea se gastara en desarrollar la investigación. Nuestro dinero se usó para que investigaran y después nos volvieron a vender el resultado —creado con nuestro dinero— para obtener beneficios. Eso dicta lo que está sucediendo en Israel. Esto es lo que dicta también su absoluta necesidad de mantener la guerra en Ucrania a toda costa. El papel de la Unión Europea ha sido frenar cualquier avance para un final pacífico allí, y están haciendo lo mismo en Gaza. No han hecho nada para lograr un acuerdo pacífico, en cambio están dando tiempo para que Israel cumpla sus objetivos de limpieza étnica. Algunos lo hacen de manera muy abierta. Son así de descarados. Y otros de manera menos abierta, como España, hablando de boquilla. Nadie, ningún gobierno de Europa puede estar orgulloso de lo que ha hecho.

 

¿Cómo valora lo que está haciendo su país natal?

En el caso de Irlanda, como antiguo país colonizado —el único en el lado occidental— tiene mucha capacidad de presión: hay 40 millones de personas en Estados Unidos que afirman tener ascendencia irlandesa. Irlanda realmente puede presionar a Joe Biden en un año electoral, porque sin el apoyo de Estados Unidos esto ya se habría detenido. Y el hecho de que Irlanda no lo haya hecho es vergonzoso en lo que a mí respecta. Transcurridos cinco meses, enviaron una carta a España para que revisaran el acuerdo de asociación con la UE, cuando dos malditos días después del ataque de Hamás, el 7 de octubre, ya estaban revisando la financiación palestina. Y ahora, cinco meses después, “están estudiando” el acuerdo. Es infame.

 

¿Entiende la resistencia de Hamás?

¿Si simpatizo con Hamás?

 

No, si entiende por qué se produjo el ataque del 7 de octubre.

Justo al día siguiente del ataque, el 8 de octubre, tuvimos una reunión privada del comité de seguridad y defensa aquí, en Bruselas. Los representantes de la Unión Europea sobre el terreno, en Palestina, estuvieron presentes en esa reunión y dijeron que lo único que les sorprendió de lo ocurrido fue la escala del ataque, que la idea de que se hubiera producido ese acto de resistencia no era una sorpresa en absoluto. Nos dijeron que había tardado mucho en llegar, que estaba previsto y reconocido por el aumento masivo de la violencia de los colonos, los ataques contra las mezquitas —especialmente los de la mezquita de Al Aqsa— y por lo irrespetuosos y provocadores que estaban siendo los israelíes. Dijeron: “Esto se veía venir, solo sorprende la magnitud del ataque”. Incluso el periódico israelí Haaretz dijo: «¿Qué esperabais, habéis encarcelado a la gente en una prisión al aire libre, esto es inevitable“. Las personas que discuten las cosas de manera racional y adecuada lo han entendido bien. Así que mi opinión es la misma: es increíble que no haya ocurrido antes. Han creado las condiciones para esto.

 

Sin embargo, la resolución del Parlamento Europeo de la que hablábamos antes insiste en el marco de la desaparición de Hamás.

Es como cuando se habla del Estado Islámico o de la guerra contra el terrorismo: “todos son terroristas; la red de Hamás está en todas partes: este es Hamás, este otro es Hamás, tú eres Hamás”. Israel tenía la responsabilidad legal de dirigir la Franja de Gaza —cosa que no ha hecho, eso lo ha dejado en manos de la ONU— y Hamás ha sido elegida como administración política de esa zona. Hamás tiene un brazo armado que participa en actos de resistencia violenta, como ellos la llamarían, contra la potencia ocupante. Y muchas otras organizaciones también lo hacen, no solo Hamás. No tenemos la historia completa de lo que pasó el 7 de octubre, y tal vez nunca la tengamos, pero lo que sí sabemos es que, sin duda, allí había activistas y combatientes de la resistencia armada que está bajo el paraguas de Hamás, también había otros grupos, probablemente hubo jóvenes descontentos que vieron la oportunidad, y sabemos que los propios israelíes también mataron a muchísimas personas ese día. Así que no necesito estar en una gran comisión para tener una idea general sobre qué pasó realmente. Pero probablemente nunca lo sepamos en detalle. Ya sabes, los hechos reales de lo que pasó permanecerán ocultos y escondidos.

 

La semana pasada entrevisté a un especialista del movimiento BDS, y me dijo: “A Israel se le está acabando el tiempo”. Están desesperados y ven cómo la masacre de Rafah puede suponer un punto de inflexión desde el punto de vista de su apoyo internacional. ¿Cuál cree que es la perspectiva a corto plazo?

Estoy de acuerdo con esa lectura, quiero decir, definitivamente Israel ha perdido. Está perdiendo a lo grande en el tribunal de la opinión pública. El apoyo de Biden y Europa se está agotando, no por una cuestión de conciencia, sino porque las personas de su jurisdicción no van a aguantar esto mucho más tiempo. Obviamente, los Gobiernos de todo el mundo —del mundo árabe y de otros países— están sometidos a una presión cada vez mayor y, a su vez, están devolviendo una presión cada vez mayor a los Gobiernos occidentales. Supongo que podemos esperar algún tipo de cese el alto el fuego que sea una tregua, una pausa, que, en algún momento, se produzca algún tipo de parada. Pero, ¿qué saldrá de eso? En realidad, mientras Estados Unidos siga bloqueando un alto el fuego probablemente lo que estamos viendo continúe por más tiempo. Pero sí creo que Israel ha perdido ya y también está perdiendo militarmente.

 

¿En qué sentido?

Incluso si esto continúa e incluso si matan al doble de personas de las que están matando, e incluso si siguen adelante en Rafah van a seguir perdiendo militarmente. No pueden ganar desde ese punto de vista. Pero al mismo tiempo, el proyecto sionista nunca va a ser derrotado militarmente, solo puede serlo políticamente. Y eso está ocurriendo ahora, porque han perdido el apoyo de grandes sectores de la comunidad judía, particularmente en Estados Unidos. Y eso es decisivo.

 

Aún así, es difícil estar esperanzado en este momento.

Creo que este es un momento muy difícil para las personas activistas: observan el horror y ven que continúa y piensan: “Oh, Dios mío, mi actividad de protesta no funciona porque esto no se ha detenido”. Pero en realidad hay muchas capas detrás de esto. Las personas que han estado involucradas en la causa durante años están comprendiendo que, en realidad, se ha acabado para Israel. Este proceso puede ser muy sangriento y horrible en cuanto a la forma en que se desenreda, pero definitivamente ha terminado. Ahora hay personas que están leyendo sobre Palestina y que nunca lo habían hecho antes.

 

Esta semana se cumplen dos años desde la invasión rusa de Ucrania.

Hemos gastado 133.000 millones en los últimos dos años de gasto directo, proveyendo armas y manteniendo al Estado de Ucrania, y Rusia está claramente en una posición mucho más fuerte que hace dos años. Había un acuerdo de paz sobre la mesa en abril de 2022, que ahora sabemos que los rusos y los ucranianos estaban dispuestos a firmar. El punto de quiebre de ese acuerdo era que los ucranianos no iban a llegar a un acuerdo bilateral con Rusia porque, de manera comprensible, no confiaban en ellos (¿por qué lo iban a hacer?) y necesitaban una garantía de seguridad de las otras partes. Occidente dijo que eso no iba a pasar y básicamente se les ordenó que siguieran luchando. Y es devastador pensar que se han perdido cientos de miles de vidas y que millones de personas han sido desplazadas. El país está en ruinas. Rusia se ha apoderado de gran parte del país y, en la otra zona hay enormes sectores que han sido absorbidos por fondos de inversión y fondos buitres que se están involucrando en el ”proyecto de reconstrucción“. Así que la idea de Ucrania como Estado independiente ha fracasado.

 

¿Cómo ha cambiado esto la Unión Europea?

Los dirigentes de la Unión Europea se las arreglaron para disfrazar una guerra como un proyecto de paz. Los rusos fueron responsables de la invasión en primer lugar, por supuesto que lo fueron, pero el jefe de la OTAN dejó muy claro cuando llegó a Bruselas que Rusia fue a la guerra porque quería que hubiera menos OTAN en sus fronteras, y se han asegurado de que tiene más. Vienen aquí todas las semanas en busca de más dinero, más armas, a medida que mueren más personas y se cede más terreno, y más personas en Europa están pasando por dificultades económicas. Esta semana han publicado una encuesta en la que solo el 10% de la población de Europa cree que Ucrania puede ganar la guerra. Un 10%. Al 40% no le importa o no sabe si lo hará, pero no les podría importar menos. Mucha gente dice: no quiero saber nada, estoy harto de esto. Entonces, ¿qué tiene Europa?

 

Bueno, sin duda se ha acelerado la industria de Defensa. Sin duda, se ha impulsado la idea de la defensa con mucha más fuerza que antes. Han logrado en gran medida extender la idea de la fusión de la UE con la OTAN de una manera que nunca se había hecho. Hay una enorme ironía en esto, ya que antes uno de los principales obstáculos para un ejército de la UE era Gran Bretaña. Porque Gran Bretaña ama a la OTAN y quería mantener la Alianza Atlántica con los Estados Unidos, mientras que las demás potencias europeas querían su propio ejército europeo. Gran Bretaña se ha ido y el ejército de la Unión Europea ahora es básicamente la OTAN. Ahora son una sola cosa, lo que es terrible para países neutrales como Irlanda.

 

También esta semana se ha confirmado que Ursula Von der Layen se postula para un segundo mandato como presidenta de la Comisión Europea. ¿Cómo lo valora?

Para empezar, en el caso de Irlanda, creo que el pueblo votará activamente para salir de la Unión Europea si ella sigue. La popularidad de la Unión Europea en Irlanda, que era uno de los países más proeuropeos, está por los suelos y cuando se pregunta a la gente una de las razones principales es Ursula von der Leyen. Tenemos que recordar que Ursula von der Leyen nunca debía haber estado en esta posición. Fue una ministra de Defensa fracasada en Alemania, enfangada en la corrupción. Y cuando la ruptura de las conversaciones para la presidencia de la comisión se rompió y no sabían a quién presentar, dijeron: “sí es estupendo: nos deshacemos de ella, la sacamos de Alemania y no puede hacernos ningún daño”. Y ahora nos está haciendo daño a todos.

 

¿Qué representa Von der Leyen?

Representa a las grandes corporaciones en todos sus aspectos. Es absolutamente sionista y lo ha sido desde el principio. Es pro-OTAN, una halcón de la guerra, que proviene de una élite muy adinerada que quiere usar la Unión Europea como una especie de vehículo para quitarle más poder a los Estados nacionales, a los Estados miembros, para que esta burbuja asuma más poder. Creo que esas élites pueden sacarle mucho partido, es una buena portavoz. Es moldeable. Es aseada, una especie de feminista de misil de crucero, lo cual es simplemente asqueroso.

 

El día 22 manifestó que estaba abierta a pactar con la extrema derecha siempre y cuando no sea una extrema derecha putinista.

Ella está más influida por la extrema derecha que cualquier persona de extrema derecha de aquí. Está en contra de los inmigrantes. Es racista en su comportamiento. Puede que sea más inteligente haciéndolo, pero el hecho es que en la extrema derecha están contentos de tenerla en ese puesto. Así que ese es solo un juego para ella, porque la verdad es que ha abandonado el Green New Deal, lo ha tirado por la ventana, a cambio de los contratos de la industria de la defensa y ha descartado las preocupaciones sobre medioambiente para beneficiar a las grandes empresas agroquímicas. Así que lo normal es que la extrema derecha esté muy contenta con ella y ella lo esté con la extrema derecha.

 

Del otro lado, hay un problema con los partidos de centro —Socialdemócratas, liberales, verdes— y la incapacidad de salir de determinados marcos. ¿Cómo cree que puede quedar la situación después de las elecciones europeas de junio?

Va a ser muy interesante lo que suceda. Estamos en una coyuntura muy peculiar de nuestra historia. En mi opinión, la brecha entre las personas en el poder y la ciudadanía común está en uno de sus puntos más profundos. Cuando hablan de Europa y cuando hablan en nombre de los gobiernos de Europa, no lo hacen en nombre de los pueblos de Europa. Pero tienes toda la razón en que todo ese centro político, que incluye a los halcones de la guerra, los Verdes, los socialdemócratas etc, ha dado lugar a una situación en la que las personas que están en contra del sistema, y ven a todas esas personas apoyándose en un lenguaje políticamente correcto y ocupando todo su tiempo en temas de política de identidad —que son importantes, pero no son los más importantes—, sienten que cuando expresan su preocupación por la guerra, por la forma en que se manejó la crisis del covid, se les acusa de ser conspiranóicos, locos, de extrema derecha. Y, de hecho, se trata de las condiciones de la sociedad.

 

¿En qué sentido?

Cuando se produjo la crisis financiera, se discutió sobre la austeridad y el impacto en los niveles de vida de las personas y, ahora, nada de eso está articulado. Se supone que la gente debe absorber un aumento enorme del costo de la vida, un aumento enorme del precio de la vivienda, un aumento enorme del sufrimiento, y los problemas ni siquiera se reconocen porque todo el tiempo se habla de otras cosas. Esto ha llevado a la gente a buscar alternativas. Y la extrema derecha —algunos de ellos— han mejorado su retórica y afirman estar en contra el establishment. Mucha gente piensa que si el sistema les critica, debe ser porque está bien. Así que no creo que la extrema derecha crezca porque la gente sea necesariamente racista, creo que la extrema derecha crecerá por la falta de alternativas, por el fracaso del centro. Sin embargo, creo que habrá algunas personas interesantes que van a venir a Bruselas y que son otra cosa.

 

¿Como quienes?

Hay posibilidad de que haya algunos buenos representantes de la izquierda italiana. Hay opiniones encontradas al respecto, pero todo el equipo de Sahra Wagenknecht involucra a muchos activistas por la paz y a mucha gente de la izquierda. Son diferentes tipos de izquierda, y creo que eso es necesario.

 

¿Cómo valora su propia experiencia en el Parlamento Europeo?

Ha sido increíble. La semana pasada estuve en la contracumbre de la Conferencia de Seguridad de Múnich, hablando de paz, de alternativas y justo cuando salí del tren un tipo me detuvo. Es gente que te ha visto las redes sociales, que te dice: ”Tú y Mick Wallace habláis por nosotros». Estuvimos en Londres por lo de Julian Assange. Fue increíble, no podíamos ir por la calle sin que nos pararan. ¿Qué te dice eso? Una de las ventajas que tenemos es que hablamos inglés y eso nos permite comunicarnos con un público más amplio, pero también es el mensaje: recibimos literalmente cientos de correos. Puede que en las próximas elecciones no me elijan, pero esa es otra historia, el hecho es que el espacio político es enorme. Hay que encontrar la salida porque, cada vez más, se manipula la política electoral. El discurso oficial es que hay una lucha entre la democracia contra el autoritarismo, pero en realidad están adoptando tácticas exactamente iguales a las que utilizarían la Duma y Putin. Esos grandes poderes se parecen cada vez más a lo que critican. Creo que es muy difícil, pero debemos tener esperanza.

 

Respecto a Julian Assange, el hecho es que él denunció crímenes de guerra. Los responsables de esos crímenes están bien situado y él depende de un Tribunal para no ser prisionero de por vida. Usted estuvo en Londres esta semana para apoyarle, ¿qué piensa de todo este caso?

Primero, tengo que decir que la movilización ha sido impresionante. Frente al Tribunal de Justicia había personas que vinieron desde Australia, de Suecia, de Suiza. Gente que se ha gastado su propio dinero para estar allí porque se dan cuenta de que esto va de la criminalización del periodismo. Pero para mí trata también de provocar un efecto paralizante en el movimiento por la paz, porque el hecho de que el trabajo de Julian expusiera los crímenes de guerra, las torturas, ciertamente ayudó a cambiar esas prácticas. Esa información pasó a ser de dominio público y provocó un trabajo brillante sobre la industria armamentística, el blanqueo de dinero, el dinero público que se embolsaron esas élites y cómo el proyecto realmente fue el de crear una guerra sin final. Y creo que ese mensaje es muy relevante hoy en día. Y sí, es irritante ver a los verdaderos criminales de guerra viviendo a lo grande y que en el caso de Assange su vida ya se haya perdido, quiero decir… ¿Cómo puede alguien volver a ser él mismo después de haber vivido eso?

 

Hace poco, Tariq Ali decía que el caso de Navalny y el de Assange tenían equivalencias, que solo cambia el ritmo al que se produce la ejecución de la condena.

La respuesta a los dos casos es muy gráfica. Literalmente saltan arriba y abajo por una y no mencionan la otra en absoluto. En cierto modo eso te lo dice todo, sí.

 

Fuente: https://www.elsaltodiario.com/union-europea/paz-ucrania-palestina-entrevista-clare-daly

jueves, 29 de febrero de 2024

Los orígenes del capitalismo, la esclavitud



 

                                                                                    


Los orígenes del capitalismo, la esclavitud

Romaric Godin 25/02/2024

 

 Un libro publicado recientemente en el Reino Unido sitúa la esclavitud en el corazón de la Revolución Industrial británica. Un estudio valioso para comprender nuestro mundo y su evolución.

 La cuestión de los vínculos entre esclavitud y capitalismo viene de lejos y sigue desatando pasiones y debates. Si bien el estudio de los vínculos entre la producción basada en la esclavitud y el nacimiento de la sociedad capitalista está hoy bien asentado en Estados Unidos, esta labor sigue siendo menos importante para Europa, donde nació el capitalismo.

 Estados Unidos es un caso muy especial porque su economía se estructuró en torno a la esclavitud. En el Viejo Continente, los historiadores económicos apologistas del capitalismo han defendido durante mucho tiempo -y siguen haciéndolo- la idea de que la esclavitud fue un factor secundario en el nacimiento de la Revolución Industrial. Para muchos, la trata de esclavos fue una especie de "detalle" en la historia económica del capitalismo.

 Un libro publicado en 2023 por Polity y aún no traducido al francés arroja nueva luz sobre las primeras horas del nacimiento del capitalismo y desentraña esta narrativa, construida en gran medida a lo largo del siglo XIX, tras la abolición de la esclavitud.

 En Slavery, Capitalism en Industrial Revolution, dos investigadoras, Maxine Berg y Pat Hudson, sitúan la esclavitud y el sistema de plantaciones que surgió de ella en el centro del desarrollo de la economía británica en el siglo XVIII. Y lo convierten en un factor determinante de la Revolución Industrial y de las formas particulares que ha adoptado el capitalismo británico hasta nuestros días.

 El libro es importante porque se basa en una gran cantidad de datos que intentan trazar el impacto global de la esclavitud en el desarrollo económico. El objetivo de las dos investigadoras es comprender cómo esta actividad y la de la plantación caribeña, que no podría haber existido sin el comercio de esclavos, tuvieron un impacto más amplio en el conjunto de la economía británica: en el comercio, la industria, las finanzas, la agricultura y el consumo. Y cómo esta influencia sentó las bases de la Revolución Industrial y del poder capitalista británico en el siglo siguiente.

 Redescubrir la importancia de la esclavitud en la economía del siglo XVIII

 "La esclavitud formó parte [de la transformación de la economía capitalista británica en el siglo XVIII]. Y no sólo formó parte de ella, sino que estuvo en su centro, influyendo en la transformación de la agricultura doméstica, la formación de capital, el cambio tecnológico, la transformación de las prácticas comerciales y financieras, y la revolución de las finanzas públicas y privadas", explican las autoras.

 El libro explora cada una de estas facetas, no sólo "siguiendo el rastro del dinero" procedente de los beneficios de las plantaciones y el tráfico de seres humanos hacia las inversiones que alimentaron la Revolución Industrial, sino también considerando cómo estos sectores influyeron en la forma en que la gente hacía negocios, innovaba, contrataba créditos y consumía.

 Uno de los grandes intereses de este libro es que no se limita a "rastrear" los flujos financieros, sino que adopta un enfoque más global que ve la trata de esclavos y la industria como lo que realmente fueron: un importante sector capitalista dentro de una economía británica en transición.

 Como señalan las autoras, los contemporáneos eran muy conscientes del papel crucial que desempeñaba la esclavitud en la economía británica del siglo XVIII. En 1718, William Word, plantador jamaicano y autor de un Ensayo sobre el comercio, afirmaba que el comercio africano era "la fuente y el progenitor de donde procede todo lo demás".

 La influencia de los plantadores y esclavistas en el Parlamento británico era una característica dominante de la política británica a principios del siglo XVIII. Es cierto que el país que se convirtió en el Reino Unido de Gran Bretaña en 1707 mediante la unión de Inglaterra y Escocia iba a dominar el comercio de esclavos durante todo el siglo.

 Los británicos, que a finales del siglo XVII todavía aventajaban a los portugueses en la deportación de africanos, acapararon casi el 43% del comercio de esclavos entre 1751 y 1775, frente al 27% de los portugueses y el 17% de los franceses. A finales de siglo, seguían controlando el 37% de este espantoso mercado  .

El objetivo de estas deportaciones era abastecer las inmensas plantaciones de las numerosas islas antillanas controladas por los británicos, como Jamaica y Barbados, donde se producía café, tabaco y, sobre todo, azúcar. El azúcar estaba en el corazón de la primitiva máquina capitalista que había comenzado con la esclavitud.

 El gusto por el azúcar lo cambia todo

 Las dos autoras explican cómo se modificaron el consumo y los gustos de los europeos para que la producción de las plantaciones pudiera beneficiarse de un mercado inmenso y en constante crecimiento. "A medida que crecía la oferta de azúcar, también lo hacía su popularidad", resumen las autoras. Entre 1700 y 1783, la producción de azúcar en las Antillas británicas se cuadruplicó.

 Este fenómeno se logró a través de dos canales que no son ajenos a los mecanismos del capitalismo actual: la atracción del consumo de lujo que se había vuelto asequible, y la adicción al propio producto, que se convirtió en una "necesidad".

 La imposición del azúcar al consumo de los europeos, incluidos los más pobres, en el siglo XVIII es, en cierto modo, la primera victoria del marketing en apoyo de la producción en masa. Es un recordatorio de que la demanda y el consumo son a menudo las consecuencias más que las causas de las opciones de producción.

 Pero lo que el libro muestra es que esta revolución culinaria, concebida para garantizar la rentabilidad de las plantaciones de caña de azúcar basadas en la esclavitud, tuvo un efecto general en cadena sobre la economía. En primer lugar, alimentó la demanda de bebidas azucaradas procedentes de otras plantaciones esclavistas (café, chocolate) o del comercio asiático, como el té.

 La fiebre del azúcar también impulsó otros sectores, en el propio Reino Unido, como la cerámica, el comercio minorista, los intermediarios financieros y las infraestructuras portuarias. Todos estos sectores impulsaron a su vez el resto de la economía, en particular la producción de metales y minerales.

 Lo que Maxine Berg y Pat Hudson muestran es el efecto en cadena de esta industria basada en la esclavitud sobre la dinámica capitalista e industrial general del Reino Unido. Esta dinámica no siempre es inmediatamente visible. Pero las autoras destacan, por ejemplo, hasta qué punto esta revolución del consumo fue un elemento clave de la "revolución industrial", un cambio significativo en la relación con el trabajo que hizo posible la revolución industrial.

 Así, señalan, "el deseo de una nueva variedad de bienes condujo a cambios graduales en el comportamiento de los hogares ordinarios de Europa Occidental". Poco a poco, para poder permitirse el lujo ahora alcanzable del azúcar, se abandonó la economía de subsistencia en favor del trabajo asalariado. La gente estaba dispuesta a trabajar más y durante más tiempo para adquirir estos bienes, que se habían convertido, según los propios relatos de finales del siglo XVIII, en necesidades esenciales.

 Al mismo tiempo, el sistema de plantaciones sentó las bases de la futura organización capitalista del trabajo y la producción. La industria azucarera de la época era una "síntesis de campo y fábrica", un verdadero "agronegocio" que no se parecía a "nada conocido entonces en Europa". El jugo de la caña de azúcar debía procesarse rápidamente tras la cosecha para producir cristales de azúcar y melazas que, una vez destiladas, producían ron, un producto que pronto se popularizaría también en los mercados europeos.

 Productividad, innovación y disciplina

 La plantación era, por tanto, un sistema integrado que requería importantes innovaciones para su época con el fin de organizar y mejorar la producción. El sistema de contabilidad que se implantó permitió calcular con mayor precisión los rendimientos y, por consiguiente, reducir las "necesidades" de los esclavos en materia de alimentación, vivienda y vestido para extraer el máximo valor posible.

 Estas prácticas contables iban a desempeñar un papel decisivo en el nacimiento y desarrollo del capitalismo. "La contabilidad normalizada hizo posible la separación de la propiedad y la gestión, separación que sigue siendo poco frecuente en las empresas británicas y europeas más de un siglo después", señalan las autoras.

 La contabilidad también permitió aumentar el control y la intensificación de la mano de obra. El sistema de plantaciones confirmó la observación que Marx haría un siglo más tarde: el aumento de la productividad iba de la mano del deterioro de las condiciones de trabajo. El libro señala que "las condiciones de trabajo empeoraban a medida que mejoraban la gestión y la tecnología". Poco a poco, las plantaciones de las Indias Occidentales británicas del siglo XVIII se asemejaron a las grandes fábricas del siglo siguiente, con la violencia añadida del régimen esclavista, donde los rebeldes eran azotados, apaleados y ahorcados.

 Al mismo tiempo, la plantación también se esforzaba por mejorar la productividad mediante una mecanización cada vez mayor. Una vez más, vemos hasta qué punto es erróneo el argumento clásico (y ahora insostenible) de que la esclavitud impediría cualquier aumento de la productividad necesario para el desarrollo capitalista.

 Los autores muestran con gran detalle la importancia del sistema de plantaciones en las innovaciones clave del periodo. Esto fue particularmente cierto en términos de energía, donde el vapor se utilizó a escala masiva desde finales del siglo XVIII en las Indias Occidentales británicas, en un momento en que su uso era muy limitado en el Viejo Continente. Lo mismo ocurrió con la maquinaria y las técnicas agrícolas de selección y mejora de semillas. Todo ello fomentó la innovación en la metrópoli y fue una de las claves del avance británico a principios del siglo XIX.

 La financiarización de la economía

 La alta productividad del sistema de plantaciones y el atractivo de sus productos permitieron a Inglaterra, un país pequeño con muy pocos recursos naturales, "salir de las limitaciones de [su] economía doméstica" multiplicando los recursos agrícolas y los ingresos comerciales. De hecho, toda la economía británica iba a ser remodelada por el sistema esclavista.

 Los puertos comerciales del Atlántico, principalmente Liverpool y Glasgow, desarrollaron un hinterland que suministraba los productos manufacturados necesarios para el comercio triangular basado en la esclavitud, sobre todo textiles y productos metálicos. La geografía económica del Reino Unido se vio profundamente alterada como consecuencia de ello, y las principales zonas industriales ya estaban implantadas a principios del siglo XIX, antes de que se generalizaran la energía, el vapor y el ferrocarril, impulsados por el comercio atlántico.

 Una de las aportaciones más interesantes de este libro es el examen del desarrollo de las finanzas en el contexto del sistema esclavista. La magnitud de las inversiones necesarias para desarrollar las plantaciones hizo rápidamente imprescindible el uso de cartas de crédito y deudas. Del mismo modo, los riesgos inherentes al comercio marítimo condujeron al desarrollo del sistema de seguros. Por último, los colosales beneficios de la esclavitud alimentaron la necesidad de un sistema financiero capaz de gestionar su reinversión, según la lógica capitalista clásica.

 Londres se convirtió rápidamente en el primer centro financiero del mundo, superando a Amsterdam a finales del siglo XVII. Los financieros londinenses desarrollaron innovaciones que serían cruciales para el futuro desarrollo del capitalismo.

 Se estableció un sistema de garantías sobre los préstamos contraídos por los traficantes de esclavos, lo que permitió a los británicos intensificar el comercio de esclavos, mientras que holandeses y franceses tuvieron que hacer frente a la falta de crédito y a elevados riesgos. Al mismo tiempo, se desarrolló un verdadero mercado de bonos privados emitidos por las plantaciones. Se convirtieron en verdaderos instrumentos de pago que permitieron la industrialización de las zonas portuarias del interior.

 El dinero de la metrópoli se dirigía hacia las necesidades de las plantaciones, y luego volvía a Inglaterra y Escocia para financiar los sectores impulsados por el comercio triangular, pero también para financiar al Estado. Las autoras hacen especial hincapié en el hecho de que la demanda de deuda pública por parte de los plantadores permitió estructurar nuevos instrumentos que aún hoy constituyen la base de las finanzas, y que no sólo proporcionaron un apoyo estatal esencial para el desarrollo capitalista británico, sino que también financiaron las guerras coloniales que reforzaron el sistema de plantaciones.

 El efecto a largo plazo de la esclavitud sobre el capitalismo

 Maxine Berg y Pat Hudson no defienden, como ellas mismas afirman en su prefacio, la idea de que exista un vínculo causal o necesario entre esclavitud y capitalismo. Por el contrario, su meticuloso estudio pretende volver a situar la esclavitud en el centro del proceso que condujo a la constitución de la primera sociedad capitalista del mundo. Este intento fue lanzado por el historiador del Trinity College in Hartford, Connecticut, Eric Williams en 1944, pero desde entonces ha sido combatido y soslayado por la mayoría de los historiadores de la Revolución Industrial en el Reino Unido.

 Su trabajo permite restablecer la conciencia del papel formativo y central que desempeñó la industria esclavista en el surgimiento del capitalismo, así como captar la huella que tal hecho pudo dejar en el desarrollo de la historia económica británica.

 La esclavitud proporcionó al capitalismo moderno algunas de sus estructuras fundamentales de producción y consumo.

 Y, de hecho, los dos últimos capítulos del libro se esfuerzan por mostrar este impacto duradero. La abolición del comercio de esclavos por Londres en 1807, seguida de la abolición de la esclavitud entre 1833 y 1838, no puso fin al dominio de la esclavitud sobre el capitalismo británico.

 Los inversores londinenses no sólo siguieron apoyando masivamente las industrias basadas en la esclavitud en el sur de Estados Unidos, Cuba y Brasil, sino que reprodujeron una forma de sucedáneo de la esclavitud en las plantaciones de Guyana y el Caribe, con la deportación y la explotación violenta de trabajadores del sur de Asia.

 El impacto también es evidente a más largo plazo. La financiarización de la economía británica en los años 80 parece haber perpetuado la lógica de la plantación. No es casualidad, además, que muchas de las dependencias de la Corona caribeña, como las Islas Caimán y las Islas Vírgenes Británicas, se hayan convertido en paraísos fiscales paralelos en apoyo del poder global de la City.

 Los autores rastrean claramente una serie de rasgos de la sociedad británica contemporánea hasta esta historia original: no sólo el racismo, sino también el alto nivel de desigualdad, la formación muy estrecha de las élites y la fortísima división geográfica de Inglaterra.

 "La esclavitud dio al capitalismo moderno algunas de sus estructuras fundamentales de producción y consumo y promovió las desigualdades de raza, clase y lugar que han caracterizado a Gran Bretaña y al resto del mundo en los últimos tres siglos", escriben Maxine Berg y Pat Hudson. Esta conclusión coincide con muchos análisis recientes, algunos de los cuales adoptan un enfoque diferente, como el reciente de Sylvie Laurent (véase su entrevista aquí).

 ¿Por qué el Reino Unido?

 Por último, hay una cuestión que sigue siendo importante. El Reino Unido no fue la única potencia europea implicada en la esclavitud. El sistema de plantaciones y la deportación de esclavos comenzaron en el siglo XVI con Portugal, que, junto con Brasil (que no abolió la esclavitud hasta 1888), fue un actor importante a largo plazo. En Santo Domingo, Francia tenía la colonia azucarera más productiva del mundo y, junto con los Países Bajos, también fue un actor importante en este sistema.

 Entonces, ¿por qué surgió primero el capitalismo industrial en el Reino Unido? Sin duda, nos hubiera gustado contar con más elementos comparativos en este libro para entenderlo. Pero el libro proporciona algunas pistas interesantes. En primer lugar, hay que recordar que el capitalismo no es sólo el producto de la esclavitud. Algunas otras estructuras institucionales y económicas desempeñaron un papel importante, sobre todo en la agricultura.

 El terreno sobre el que se construyó el sistema de plantaciones no fue el mismo en todas partes. La resistencia de las estructuras feudales y del consumo de lujo en Francia y Portugal bloqueó sin duda la lógica de acumulación del mercado que funcionaba al otro lado del Canal de la Mancha.

 El libro aporta, sin embargo, pruebas más concretas del desarrollo británico, en particular la existencia de un centro financiero ya globalizado y muy innovador en Londres, y el efecto de arrastre hasta al menos 1776 de los asentamientos europeos en Norteamérica, que actuaron como correa de transmisión de los fenómenos antes descritos.

 Por último, hay un elemento central: el Estado británico fue un decidido partidario del sistema de producción de plantaciones, y lo demostró no sólo en el plano institucional, sino también en el militar. La derrota de Francia y los Países Bajos en 1763 al final de la Guerra de los Siete Años es, desde este punto de vista, un acontecimiento capital en la historia del capitalismo.

 El libro de Maxine Berg y Pat Hudson es una importante contribución a la historia de la Revolución Industrial, un tema que ha sido objeto de mucho debate en los últimos años. Sólo cabe esperar que esta obra se amplíe y extienda a otros países, como Francia.

 Desde este punto de vista, cabe señalar que la idea del libro surgió a raíz de la "descolocación" de las estatuas de esclavos en Bristol en 2021. Así pues, el movimiento de la sociedad fomenta y hace avanzar la investigación, contrariamente a lo que afirma el pensamiento conservador. Este no es el menor de los mensajes positivos del libro.

 Romaric Godin  es periodista desde 2000. Se incorporó a La Tribune en 2002 en su página web, luego en el departamento de mercados. Corresponsal en Alemania desde Frankfurt entre 2008 y 2011, fue redactor jefe adjunto del departamento de macroeconomía a cargo de Europa hasta 2017. Se incorporó a Mediapart en mayo de 2017, donde sigue la macroeconomía, en particular la francesa. Ha publicado, entre otros, La monnaie pourra-t-elle changer le monde Vers une économie écologique et solidaire, 10/18, 2022 y La guerre sociale en France. Aux sources économiques de la démocratie autoritaire, La Découverte, 2019.


  Traducción:Antoni Soy Casals

Fuente:https://www.sinpermiso.info/textos/los-origenes-del-capitalismo-la-esclavitud

https://www.mediapart.fr/journal/economie-et-social/140224/aux-sources-du-capitalisme-l-esclavage