El mensaje iraní lo cambia todo en Oriente Medio
En respuesta a la provocación de Israel, Irán ha logrado
traspasar la defensa más sofisticada del mundo con una docena de misiles y ni
siquiera de los más modernos
Rafael Poch
24/04/2024
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La luz verde del Congreso de Estados Unidos al paquete de
ayuda militar a Ucrania, además de al genocidio israelí en Gaza y a la
confrontación militar con China en Taiwán (61, 23 y 8 millardos de dólares,
respectivamente), ha sido una noticia inequívocamente mala para Moscú. Por
razones de política interna, los republicanos y demócratas de Estados Unidos
estaban enfrascados en una disputa sobre esa ayuda. Los rusos contaban con que
el asunto se demorara varios meses más, pero al final se ha resuelto gracias a
un giro que fue determinado, al parecer, por los intereses electorales de
Trump.
En cualquier caso, más dinero para Ucrania marca un paso más
en la escalada intervencionista occidental en el conflicto. Las armas servirán
para atacar territorio ruso y Crimea con misiles de mayor alcance (los
británicos quieren destruir el puente que comunica la península con Rusia) y,
quizás, para contener la actual situación en el frente, caracterizada por
pequeños pero continuados avances rusos. Pero a menos que la intervención
militar occidental –que ya es un hecho conocido y admitido en inteligencia
electrónica, de satélites, manejo de baterías antimisiles, consejeros y demás–
se decida a enviar tropas regulares a combatir directamente, como ha sugerido
en una ilusa improvisación el presidente francés, Emmanuel Macron, para lo
único que servirá esa ayuda será para alargar la perspectiva de la carnicería,
con más víctimas ucranianas y rusas.
En Occidente se reconoce que la ayuda no permitirá a Ucrania
tomar la iniciativa militar, pero se cree que manteniendo la sangría hasta el
último ucraniano se debilita a Rusia y se acabarán creando condiciones para una
negociación menos favorable para Moscú. Muchos ya se han hecho a la idea de que
Ucrania tendrá que admitir renuncias territoriales, como las hizo Finlandia en
1940, tras la guerra de invierno (algo que se asume en The Economist y en el
Financial Times), pero creen que, a cambio, Rusia tendrá que admitir la
pertenencia de lo que quede de Ucrania a la OTAN, cosa que es muy difícil que
Moscú acepte porque equivaldría a admitir que la guerra no ha servido para
nada. Por eso, y teniendo en cuenta la falta de efectivos que sufre el ejército
ucraniano y la manifiesta caída del entusiasmo por morir por la patria que se
detecta entre la población, con centenares de miles de hombres en edad militar
huidos del país, el principal efecto de la ayuda aprobada será alargar un poco
más la contienda en la que, hoy por hoy, Ucrania se lleva la peor parte, con
mayor sacrificio y sufrimiento para su población.
Ha sido en el frente de Oriente Medio donde se ha producido
el verdadero cambio. En su loco intento por ampliar la guerra e implicar
directamente a Estados Unidos en ella, Israel atacó el 1 de abril la embajada
iraní en Damasco. Fue una provocación que violó uno de los principios más
sagrados del derecho internacional. Irán tenía que responder para salvar las
apariencias ante su propia población y ante sus socios y aliados en la región.
Así que por primera vez Irán respondió con un ataque, no desde el extranjero y
utilizando a sus organizaciones afines en la región, sino abiertamente y desde
su territorio nacional. Pero lo hizo con la inteligencia que caracteriza a su
anciana y milenaria tradición política y sin perder su demostrada prudencia
estratégica. Y ese ejercicio sutil ha sido un éxito rotundo que cambia muchas
cosas en Oriente Medio.
En primer lugar, el régimen de los ayatolás avisó de que
respondería renunciando a toda sorpresa y dando tiempo al adversario para
prepararse. Lanzó 320 proyectiles, la mayor parte de ellos drones, pero también
algunos misiles, exclusivamente contra objetivos militares señalados y
anunciados con antelación, lo que parece un sinsentido militar, pero, al
contrario, contiene la esencia de todo el asunto. Estados Unidos, el Reino
Unido, Francia y Alemania, que dieron por bueno el ataque a la embajada de
Damasco y el asesinato de altos cargos iraníes, se apresuraron a condenar la
respuesta. Además sumaron también sus medios militares para proteger a Israel
del anunciado ataque. Es decir: los medios de radar, información e
interceptación antiaéreos y antimisiles más sofisticados y modernos del mundo
se sumaron a la famosa “cúpula de hierro” israelí en la prevención del ataque
iraní. Los sistemas antimisiles y antiaéreos se emplazan para proteger
instalaciones, infraestructuras y bases militares concretas, pero Israel es un
país pequeño y su sistema es “nacional” en el sentido de que protege a todo su
territorio. Otros países árabes colaboraron también en la detección y Jordania,
además, en la eliminación de algunos aparatos. La suma de todo ello es lo
máximo de lo máximo. Pues bien: los misiles iraníes traspasaron esa barrera. El
exembajador de Estados Unidos en Arabia Saudí Chas Freeman dice que uno de ellos
impactó en la piscina del club de oficiales de la base objetivo del ataque que
había sido prudentemente evacuada. La mayoría de los drones fueron
interceptados –informando así a los iraníes de la localización de las baterías
de la “cúpula de hierro”– pero no así los misiles, que ni siquiera eran los más
modernos y veloces de que dispone Irán. Freeman estima que el coste de todo lo
que Irán lanzó contra Israel el día 13 de abril asciende a unos 20 millones de
dólares, mientras que todo lo que se lanzó para interceptarlo ascendería a unos
1.300 millones de dólares. Si solo fuera una cuestión de dinero sería casi
anecdótico. El verdadero mensaje de la sutil respuesta iraní es mucho más grave
y crudo: se ha logrado traspasar la defensa más sofisticada del mundo con una
docena de misiles y ni siquiera de los más modernos y veloces. Irán dispone de
miles de misiles más modernos, incluidos misiles hipersónicos, así que si
Israel se empeña en escalar, la próxima vez le podrían llover no una docena
sino 1.500 misiles. Con el actual potencial militar iraní, bien protegido en
infraestructuras subterráneas enterradas en montañas, ni siquiera el uso del
arma nuclear contra Irán libraría a Israel de una destrucción total y
catastrófica con misiles convencionales, teniendo en cuenta el tamaño del país.
Y eso no es todo, Freeman dice que Arabia Saudí y Emiratos Árabes advirtieron a
Washington de que no consentirían la utilización de las bases militares de
Estados Unidos en su territorio para ataques contra Irán. Todo eso, y sin
contar con el hecho de que, naturalmente, avanzan en Teherán las presiones
dentro del régimen iraní para hacerse con la bomba atómica –algo que los
expertos rusos aseguran que, técnicamente, está al alcance de la mano y es solo
una cuestión de mera voluntad política– lo cambia todo para Israel y Estados
Unidos en Oriente Medio.
Hemos citado en otro lugar (1) que, dejando de lado la criminal
demencia que todo esto dibuja, la situación general del mundo se está haciendo
particularmente delicada para Washington. Incluso despejando el catastrófico
escenario que una guerra nuclear supone para el conjunto de la humanidad y
limitándose a un conflicto convencional, Estados Unidos podría perder una
guerra si tuviera que actuar en tres frentes simultáneamente. En tal caso, la
situación exigiría, en palabras de un ex alto funcionario, que “Estados Unidos
tenga que ser fuerte en cada uno de los tres escenarios bélicos, mientras que
sus tres adversarios –China, Rusia e Irán– solo tienen que ser fuertes en su
propia región para alcanzar sus objetivos”. Y eso es, precisamente, lo que
estamos viendo aquí y ahora..
https://ctxt.es/es/20240401/Firmas/46240/rafael-poch-iran-israel-misiles-estados-unidos.htm#md=modulo-portada-bloque:4col-t2;mm=mobile-big..
NoTA (1) El año 24: Gaza, Ucrania y Eurasia en la crisis del declive occidental – Rafael Poch de Feliu