jueves, 29 de septiembre de 2016

La crisis estructural del PSOE.



29-09-2016

El PSOE, a cara de perro

biTs RojiVerdes


El espectáculo que está dando estos días el PSOE al respetable puede considerarse de todo, menos edificante. Sabiendo —como se sabe— que en nuestro país se suele castigar electoralmente la división interna de los partidos, la batalla sin piedad desatada por las baronías regionales, enfrentada a la resistencia numantina de Sánchez y su aparato, no puede acabar bien de ninguna de las maneras. Quien, finalmente, se imponga en el pulso, lo hará sobre las cenizas del que algún día fue el principal partido político del país.
Para muchos, desde luego, no será motivo de pena. El que suscribe, si alguna vez tuvo simpatías por el PSOE, se esfumaron al poco de cumplir la veintena tras la incorporación engañosa del estado español a la OTAN, con el desmantelamiento de sectores industriales clave, con la privatización del sector público, con las sucesivas reformas laborales aniquiladoras de derechos de los trabajadores y trabajadoras, con la corrupción y con la guerra sucia dirigida por las cloacas del estado, convertidas en una organización terrorista en toda regla.
La debacle interna del PSOE no es un proceso simple y unifactorial, responde tanto a problemas exclusivos de nuestro país como a fenómenos mucho más generales. Como comentaba anteriormente, el debe de los socialdemócratas españoles está tan lleno de todo tipo de tropelías que no pueden lavar sus contribuciones en materia social, sanitaria o educativa de sus años de gobierno. El régimen del 78 supuso el control, por las estructuras del bipartidismo, de todas las instancias del estado y la creación de una clase política plegada a los intereses poderosos o provenientes de los mismos poderes fácticos que nunca dejaron de controlar el país desde la época de Franco. Es lo que algunos llamaron casta, aunque ya parece que muchos han dejado de usar el término para facilitar su mimesis institucional. Este alejamiento de las clases populares, a las que jamás volvían tras el paso por la política (si es que alguna vez se les acababa el chollo), sumado a una crisis-estafa y a una corrupción sistémica, es lo que ha provocado la desafección que sufre el PSOE.
Podemos preguntarnos por qué el PP no la sufre en igual o mayor medida, si también ha saqueado las arcas públicas, ha desmantelado más profundamente el estado del bienestar y ha degradado la calidad de democracia a niveles bananeros. Hay por ahí un dicho que viene al pelo que afirma que, la cuando gobierna la derecha, nunca decepciona, mientras que la izquierda siempre lo hace. Y es que nadie espera que la derecha gobierne para los de abajo, por mucho que hayan prometido durante una campaña electoral o mientras han estado en la oposición. Todo lo contrario, su objetivo es satisfacer la voracidad de los que los han llevado al poder. Satisfacer a los de su casta, a los que pagan sus campañas, les hacen propaganda en sus medios o les costean los sobresueldos que necesitan para vivir con el tren de vida al que acostumbran y sobrellevar las renuncias económicas que les supone la dedicación a la cosa pública. Ese proceder está en su naturaleza, en su ADN. Pero si uno de los nuestros se comporta así, jamás recibirá el perdón y su mácula salpicará a los que le rodean y comparten con él mesa y mantel. Puede ser más o menos justo o más o menos triste, pero es así. Cuanto más de izquierda se sea, mucho más íntegro se debe ser y se debe proceder. Lo que se le perdona al PSOE no se le perdona a Izquierda Unida, recordemos por ejemplo el caso Willy Meyer y las pensiones del parlamento europeo…
Pero no se explica todo en clave nacional. La deriva de la socialdemocracia, acomodada a vivir en el capitalismo más salvaje y desregulado, bajo el diktat económico y militar de Estados Unidos, le hace perder la necesaria diferenciación con las opciones de la derecha más liberal o conservadora. ¿Que hay de aquellas nacionalizaciones de la banca o de sectores industriales estratégicos de Francois Miterrand? No ha pasado tanto tiempo para justificar un viaje —o un viraje— tan profundo al vacío, a ese centro izquierda que ahora dicen ocupar, a la nada. Cualquiera puede imaginarse la cara que se le quedaría al capo Felipe González si alguno de sus pupilos en Ferraz propusiera hoy tales medidas, seguro que le daría con todo el jarrón chino en la cabeza.
En general, la socialdemocracia hace mucho que tiró la toalla, que se ha rendido. Gestionar los cada vez más exiguos espacios que la omnipresente economía deja a eso que insisten en llamar democracia, y sacar algunas migajas para los suyos, es con lo que se han conformado. Por eso no son extrañas las grandes coaliciones con la derecha más rancia como la que sufre Alemania, pero tampoco debacles como las de Grecia, Austria, Bélgica, Italia… Cada vez es más difícil distinguirlos a los socialdemócratas con los conservadores, al estilo más norteamericano. En nuestro país quizá el PSOE encuentre un mayor espacio político que en Europa porque la derecha aún mantiene muchos tics autoritarios y cavernarios en temas de derechos individuales, en el reconocimiento de la diversidad o el laicismo, pero poco más. Tampoco es que en el PSOE sean especialmente atrevidos con estas cuestiones, más bien son lentos, miedosos y pusilánimes.
En fin, todo indica que estamos asistiendo a una pelea de perros por los despojos del PSOE y que, tras cada dentellada, estos van menguando peligrosamente. Si les ciega el odio y no paran a tiempo, probablemente no quede mucho botín por el que luchar. Contradiciendo a muchos analistas, el único debate que hay sobre la mesa, como el mismísimo González ha explicitado hoy, es que hay que apoyar a un gobierno de Rajoy sea como sea, aunque ello suponga provocar un mayor desapego de sus bases y votantes. Por mucho que se esfuercen en lanzarnos cortinas de humo, no hay otra cuestión de fondo. Relacionar este tema del «bloqueo institucional» con el resultado electoral en dos comunidades autónomas del estado español es ridículo, sobre todo cuando no han sorprendido a nadie por esperados y Sánchez ya recogió un partido en plena crisis tras la segunda legislatura infame de Zapatero.
La crisis del PSOE es estructural, no coyuntural. Han perdido su identidad, son vistos como parte de los culpables del latrocinio sufrido por la población del paìs, como cómplices de los poderes externos que han impuesto sacrificios inasumibles por los más débiles, que han contribuido a devaluar los salarios a niveles de repúblicas arroceras, que han aumentado la brecha entre ricos y pobres… todo mientras sus cuadros seguían pegándose la dolce vita a costa del erario público. Un cambio de líder no va a cambiar la apreciación o la depreciación pública del PSOE, es necesaria una refundación en toda regla del partido y comenzar desde nuevas bases para que se invierta la tendencia de desapego que afrontan elección tras elección. Pero para ello, lo primero que deberían hacer es sacudirse las nefastas influencias de los que han sumido al partido en el pozo histórico en el que se encuentran y eso es algo que, visto lo visto, no se va a producir, más bien todo lo contrario.
Fuente: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=13394

Historia de un exmarine veterano de la guerra de Irak

"No somos más que carne
de cañón para el Estado, las corporaciones y los bancos"

Entrevista a Vincent Emanuele, exmarine de EEUU y veterano de la guerra de Irak.

Vincent Emanuele, exmarine de EEUU y veterano de la guerra de Irak.
MOSCÚ.- Vincent Emanuele es veterano de la guerra de Irak. Como marine fue a la vez protagonista y testimonio de la ocupación estadounidense del país, lo que le hizo replantearse su experiencia y finalmente le convirtió en activista antibelicista. Actualmente es columnista en Telesur.
¿Cuándo y por qué decidió alistarte en los Marines?
Me alisté en el cuerpo de Marines en 2002, mientras terminaba el último curso en el instituto. Me alisté sobre todo porque no sabía qué más hacer con mi vida. En aquella época no estaba interesado en la universidad y no tenía ninguna intención de trabajar en la acerería, así que mis opciones eran limitadas. O bien me alistaba en el ejército o bien terminaba trabajando en algún empleo sin perspectivas por 7,25 dólares la hora. Mi historia no es muy diferente de la de muchos que luego encontré y que venían del “cinturón de óxido” (rust belt), ciudades y municipios que habían sido centros industriales pero que ahora son un agujero desindustrializado.
Además, yo era el típico chico americano. Pensaba que la violencia molaba. Y pensaba que para ser un hombre de verdad tenía que hacer cosas violentas, como librar guerras o llevar armas. Parte de aquella decisión era económica, pero parte estaba basada en mi educación cultural. Los chicos del medio oeste disparan armas y juegan a policías y ladrones con sus amigos. “Jugábamos a la guerra” desde que tenía cuatro años. Veíamos las películas más violentas, que reforzaban la idea de que el ejército era algo bueno. Y jugábamos a videojuegos que hacían lo mismo.

Ha servido en Irak, donde fue testimonio del lado más oscuro de la ocupación estadounidense. Ha ofrecido una descripción a los lectores de Telesur en un artículo publicado en diciembre, e incluso ha dicho que EEUU ayudó a crear el Estado Islámico. ¿Qué recuerda de aquella época?

Fue una época muy oscura. Escribo sobre aquella experiencia porque en este momento, quince años después del 11-S y diez años después de haber estado en Irak, no estoy seguro de qué más puedo decir sobre aquello. Algunos de mis mejores amigos fueron asesinados. Asesiné a gente, algunos de ellos inocentes. Muchos de mis camaradas en los Marines torturaron a prisioneros iraquíes y mutilaron los cuerpos de los fallecidos. Hacían fotografías de los cuerpos desmembrados y volvían a casa como drogadictos y alcohólicos.
Hoy esos veteranos se matan a sí mismos en índices absurdos mientras los iraquíes aún tienen que soportar la ocupación estadounidense y el legado de décadas de locura del Tío Sam. Me sorprende que el pueblo iraquí haya sido tan pacífico. Es un milagro que no haya un ataque terrorista en Estados Unidos cada día. Más importante aún, tenemos que recordar al mundo que más de un millón de iraquíes han muerto como resultado directo de la invasión y la ocupación estadounidense. Eso es lo más importante a tener en cuenta. 
Desde entonces, todo Oriente Medio, buena parte del Norte de África y Asia oriental ha descendido al caos. EEUU no solamente ha destruido Irak, sino que ha destruido o ayudado a destruir Afganistán, Libia, Siria, Palestina, el Líbano, Pakistán, Yemen, Somalia y muchos más. Y la peor parte es que no parece haber un fin a la vista. Estas guerras, a diferencia de la de Vietnam, continuarán durante décadas, o hasta que no haya nadie más a quien matar o dominar.

Los veteranos de guerra están muy presentes en esta campaña electoral. Donald Trump, por ejemplo, ha prometido mejorar su situación. ¿Cuál es la situación real de los veteranos de las guerras más recientes de EEUU (Afganistán, Irak)?

Es difícil hablar de los “veteranos” como un todo. Para los veteranos pobres, la situación es diferente, y mucho peor, que para los veteranos que vienen de familias adineradas. Lo mismo vale para los veteranos afroamericanos y latinos, que terminan en números desproporcionados sin hogar, sin empleo, en prisión, etcétera. Para las mujeres la situación es muy diferente que para los hombres. Como ahora sabemos, casi un tercio de las veteranas de guerra han sufrido de trauma sexual militar (MST, por sus siglas en inglés) durante algún momento de su servicio.
Los veteranos han sido siempre utilizados como instrumentos políticos. Al final no somos más que carne de cañón para el Estado, las corporaciones y los bancos. La parte más extraña es que todo el mundo más o menos lo sabe. En otras palabras, si le preguntas al ciudadano medio, básicamente sabe que la guerra es un negocio (racket), como escribió Smedley Buter hace tiempo. Los veteranos que combatieron en la Guerra del Peloponeso no eran más o menos instrumentos que los veteranos que combatieron en Vietnam o en la Guerra Civil Americana: eran peones de un juego geopolítico y económico mucho mayor. 
La mejor manera de expresarlo sería decir que los veteranos no son héroes. Nunca fueron héroes y nunca serán héroes. Los verdaderos “héroes” en la sociedad, en la medida en que podría decirse que la sociedad tiene “héroes”, son los activistas y artistas que imaginan y luchan por un mundo mejor.

El discurso en la Convención Nacional Demócrata de Khizr Khan –padre de un soldado fallecido en Irak– ha sido recientemente fuente de controversia. ¿Qué opina de este caso?

El comentario de Medea [Medea Benjamin, de la organización antibelicista Code Pink, escribió en su cuenta de Twitter: “No he oído a nadie hablar de la tragedia de que el hijo de los Khan muriera en vano por una guerra por la que Hillary votó a favor”] fue mi reacción inicial. Pensé para mis adentros: “Esto es muy extraño. Estos padres están haciendo campaña por una mujer que votó por una guerra ilegal e inmoral en la que su hijo perdió la vida”. ¿Pero qué podemos hacer? Es muy posible que la familia de Khan esté traumatizada. Por supuesto, deberíamos poder cuestionar sus acciones y declaraciones, pero no quiero emplear mucho tiempo hablando de ellos como los padres de alguien que murió por las compañías petrolíferas y el hibris.

¿Han participado los veteranos de Afganistán e Irak en las manifestaciones contra la guerra en EEUU, como hicieron algunos veteranos de Vietnam en su momento?

Ha habido grupos como Veteranos de Irak contra la Guerra y Veteranos por la Paz que han proporcionado un espacio para los veteranos de Irak y Afganistán contrarios a la guerra. Sin embargo, el movimiento antibelicista y las propias guerras son cosas muy diferentes. Para empezar, no hay servicio obligatorio, así que la mayoría de estadounidenses no tienen que preocuparse demasiado por las guerras en Irak o Afganistán como estuvieron obligados a preocuparse por la de Vietnam. Por decirlo con una expresión: no se juegan la piel en esto. Además, los medios de comunicación han hecho un trabajo de mierda cubriendo estas guerras, así que la gente no ha recibido la información adecuada sobre ellas.
Y lo más importante, no hay un movimiento antibelicista en EEUU. Desde el 11-S nunca hubo un movimiento antibelicista vibrante en EEUU. El movimiento antibelicista que existió durante los años de Bush era un movimiento anti-Bush, no antibelicista. Era un movimiento sin guías y nunca fue capaz de llegar al americano medio. Muchos eran blancos privilegiados de los suburbios y las zonas residenciales de clase media-alta.
Vincent Emanuele durante un acto público contra la OTAN.
Vincent Emanuele durante un acto público contra la OTAN.
Durante Vietnam, la izquierda era mucho más fuerte. Pero luego la izquierda fue desmantelada, en parte debido al propio sinsentido de la izquierda, pero sobre todo porque el FBI, la CIA y en general el aparato de Estado de EEUU hicieron un esfuerzo concertado para destruir lo que se había estado construyendo a lo largo de los sesenta. No quisiera desviarme del tema, pero creo que es importante recordar la historia porque los activistas de hoy están lidiando con sus ramificaciones.

Las guerras en Vietnam, Laos y Camboya eran muy diferentes a las guerras de hoy. Entonces era también más fácil para los izquierdistas y activistas de todo el mundo identificarse con la oposición. La gente que luchaba contra el imperialismo estadounidense defendía valores y plataformas políticas con las que la gente en Occidente podía identificarse y a las que podía apoyar. Hoy eso ha dejado de ser cierto. La gente que lucha contra el imperialismo estadounidense son sobre todo reaccionarios de derecha cuyas plataformas políticas son incluso más regresivas y peligrosas que las propuestas sin ton ni son del Partido Republicano. Ésa es una diferencia importante.

Además, EEUU quería abandonar Vietnam porque no era una prioridad estratégica, mientras que lo opuesto es lo cierto en Oriente Medio, el norte de África y Asia oriental, regiones que EEUU nunca abandonará, a menos que se les obligue a hacerlo, por supuesto. Si eso no ocurre, EEUU nunca abandonará sus intereses en esas regiones.

Usted ha descrito en un artículo la brecha que existe en el movimiento antibelicista estadounidense entre una minoría de activistas con “mentalidad de campus” y una mayoría formada “por los trabajadores de Small Town”, a los cuales los primeros supuestamente se dirigen (y fracasan). Y encabezaba el texto con una cita muy mordaz de Hunter S. Thompson.

Por empezar respondiendo a la última parte de tu pregunta: me encanta Hunter S. Thompson. Mientras el resto de Marines de mi unidad leían Playboy o Maxim, yo leía a Thompson. En cierto modo su obra me salvó la vida. Me recordó que estaba bien ser tú mismo, especialmente en un ambiente como el del ejército. Luego empecé a leer sobre la contracultura de los sesenta y aquello fue el comienzo del fin, o el fin del comienzo para mí. Me desconecté del ejército después del primer año, así que los tres siguientes fueron, como poco, muy interesantes.
En cualquier caso, sí, como he dicho antes, el movimiento antibelicista en EEUU era muy blanco y de clase media-alta. Muchos liberales de universidad, muchos radicales de los sesenta y profesores, pero muy pocos afroamericanos y latinoamericanos. Y en la práctica ningún blanco pobre participaba en el movimiento. Las políticas de identidad proceden de esta gente de los campuses y la gente del fideicomismo liberal que vive y trabaja en Bay Area [ área de la Bahía de San Francisco, una de las regiones más progresistas de EEUU ], son la gente que dominaba el movimiento antibelicista. Ése es el motivo por el que el movimiento antibelicista era tan limitado en sus perspectivas y ya no existe

Creo que existe una oportunidad para reconstruir el movimiento antibelicista, pero necesita estructurarse de un modo fundamentalmente distinto al de los anteriores. Ahora mismo existen varios movimientos sociales en EEUU, aunque ninguno de ellos es muy fuerte. Y con todo, existen, y algunos de ellos incluso están creciendo. Yo diría que ése es el caso del movimiento ecologista. Black Lives Matter, si puede llamársele un movimiento, parece que se está estancando, pero ha abierto espacio para un debate significativo sobre el racismo sistémico, el trabajo de la Policía y mucho más.

Pero las guerras continúan. Los ataques con drones aumentan, y también la vigilancia. Podemos pretender que estas cosas mejorarán por sí mismas, o que movimientos que están centrados en otras cuestiones en algún momento tratarán éste, pero no creo que eso ocurra. Son varios países en el mundo los que siguen militarizándose. Y todos los Estados nacionales han mejorado sus capacidades para el espionaje. Tenemos que crear un movimiento que sea capaz de tratar estas cuestiones. Por ahora ese movimiento no existe. Y lamento tener que decir que ni siquiera nos acercamos a su creación.

Intelectuales como Jean Bricmont han criticado la ideología del “imperialismo humanitario”, que justifica las intervenciones militares occidentales con fines humanitarios, como el establecimiento de la democracia y los derechos humanos. ¿Sigue esta ideología estando extendida entre los liberales estadounidenses?

En el ejército solíamos decir: “Buena intención, mal criterio”. Creo que este dicho se ajusta bien a la idea de las “intervenciones humanitarias”. Le explicaré una anécdota: en 2011 estaba dando una charla sobre la política exterior estadounidense en el North Side de Chicago (una zona adinerada y liberal de la ciudad) y un tipo se levantó y dijo: “Mire, estoy en contra de la guerra, pero no puedo estar de brazos cruzados y ver a toda esa gente ser asesinada en Libia. ¡Tenemos que hacer algo!”.
Este episodio me recordó cuán fácil es manipular a la gente, particularmente en el contexto neoliberal actual. Slavoj Zizek se refiere a esto cuando habla sobre la ideología liberal y el capitalismo. En el mundo de hoy, las corporaciones han entendido que la gente cada vez es más liberal, así que sus campañas de publicidad y marketing reflejan esa realidad. Ya no compras jabón, sino que compras jabón y salvas la vida de personas en África. Ya no compras una cerveza, sino que compras una cerveza y ayudas al estudio del cáncer de mama, salvando la vida de mujeres. 
Es este tipo de lógica la que conduce a las intervenciones humanitarias. La gente tiene buenas intenciones. Ven a gente inocente siendo asesinada y quieren hacer algo para ayudar. Pero son manipulados por los medios de comunicación y los llamados líderes políticos en beneficio de los intereses empresariales y estatales, por supuesto. Tal y como yo lo veo, la única manera de combatir adecuadamente esta propaganda es hacer pedagogía sobre qué es y qué no es el ejército. Tenemos que recordar a la gente que el ejército de EEUU, y todos los ejércitos en definitiva, tienen una función primaria, y ésa es matar a gente. El ejército es una fuerza de muerte y destrucción. Cuanta más gente comprenda la historia del imperio estadounidense, menos posibilidades habrá de que exista ese apoyo para las llamadas “intervenciones humanitarias”.

En España hemos visto también recientemente cómo soldados y oficiales del ejército participan en el debate político, como el teniente Luis Gonzalo Segura o el antiguo general José Julio Rodríguez. Rodríguez, sin embargo, ha sido criticado por defender que España siga siendo miembro de la OTAN. ¿Qué opina de este caso?

Honestamente, no estoy familiarizado con ninguno de los dos casos, así que no puedo comentarlos de manera específica. Dicho esto, existen casos parecidos aquí en EEUU y con veteranos de todo el mundo. Lo más importante es que no deberíamos hacer de los veteranos un fetiche. Si los veteranos eligen participar en la vida política, estupendo. Pero no deberíamos ponerlos en un pedestal. Sus opiniones e ideas no son menos o más importantes que los de un trabajador o una ama de casa.
Lo más importante es desmantelar y deconstruir la mitología que rodea a los veteranos. No estoy para decir: “¡Miradme, soy un veterano y tengo una experiencia especial!”. Estoy aquí para decir: “Bien, soy un veterano y he participado en algunas cosas realmente malas. Creo que mis experiencias pueden ayudar a otros a entender mejor por qué no deberíamos precipitarnos a la hora de matar a gente que no conocemos en un país en el que nunca hemos estado”. Me aseguro de decir a la gente que el servicio militar y el ejército son muy diferentes de lo que la gente cree. Esto es lo más importante que los veteranos pueden hacer: desalentar a otros a la hora de participar en esta locura. 
No digo esto como pacifista. Digo esto como alguien que se opone a que cualquiera luche y muera por el imperio. La OTAN y sus componentes ancillares son anticuados y destructivos. Rusia no es una “amenaza”. El imperio estadounidense es la principal amenaza. El neocolonialismo europeo también es una amenaza. Hoy la OTAN sirve a los intereses imperialistas occidentales. Por desgracia, parece que el general Rodríguez quiere nadar y guardar la ropa al mismo tiempo. Pero eso no es posible.

Deberíamos estar pensando en alternativas al ejército. Deberíamos estar creando alternativas al militarismo y al imperio. Un proyecto más amplio en el que imaginar y crear alternativas al Estado, a la religión, al capitalismo. Deberíamos estar pensando en maneras de interactuar mejor con nuestro entorno natural y los miles de millones de seres vivientes con los que interactuamos a diario. Nos enfrentamos a enormes desafíos, a desafíos sin precedentes. Y no tenemos tiempo para reformar instituciones existentes como la OTAN. Espero que esto ayude a responder a tu pregunta. Espero que tanto el teniente Segura como el general Rodríguez continuen su carrera política, pero espero que se radicalicen en sus críticas y acciones, como por otra parte, todos debiéramos hacer.




domingo, 25 de septiembre de 2016

El maravilloso pluralismo informativo del ibex 35 en España.

 

 

 

 

 

Esa maravillosa sintonía entre “El Mundo” y “El País”

 

 Juan Tortosa.

 

Público.es.

24 Sep 2016
 
  elpais-751
Me encanta la desprejuiciada sintonía que de un tiempo a esta parte exhiben, parece que orgullosos, dos periódicos de papel antaño tan antagónicos -¿o nunca lo fueron tanto?- como El Mundo y El País. Este viernes 23, por tercera vez en menos de un mes, sus aperturas en primera página trataban el mismo tema utilizando prácticamente los mismos términos:
elmundo-751
– “Sánchez, dispuesto a un congreso para hacerse fuerte en el cargo”, titulaba El País
– “Sánchez, dispuesto a forzar un congreso para blindarse”, escribía El Mundo
Y este sábado 24 volvieron ¡oh, casualidad! a coincidir:
Titular en primera de El País:Los líderes del PSOE harán frente al plan de Sánchez
Titular en primera de El Mundo:Los barones se movilizan para frenar los planes de Sánchez
elpais-750¿No es maravilloso? Me encanta la diversificación de la oferta en los quioscos. Si no nos formamos nuestra propia opinión contrastando versiones es porque no queremos, que en las redacciones bien que se esfuerzan, los pobres. En las salas de máquinas de esos tebeos a los que todavía algunos denominan periódicos, como ABC ó La Razón, también andan de los nervios por la preocupante “deriva” del líder socialista y este viernes aportaban, cómo no, sus siempre impagables granitos de arena a esta llamada de socorro coral y casi unánime.
elmundo-750– “Sánchez planea blindarse con una consulta a la militancia el 23 de Octubre”, alertaba el ABC
– “Sánchez busca la “vía 170” con los soberanistas para un pacto “anti-Rajoy”, proclamaba La Razón el viernes, para redondear el sábado titulando que “Los barones vetarán a Sánchez la “vía 170″ con los independentistas”
Lo nombran secretario general y encima va el tío y quiere ejercer el cargo, ¿a quién se le ocurre?  Solo les ha faltado decir algo así. Y además este Pedro, el muy cabezón, lo quiere ejercer en contra de lo que a nosotros nos interesa. Pero ¡qué se habrá creído!, ¿qué es eso de consultar a la militancia? “Parece olvidar los intereses de España —e incluso los de su propio partido— para centrarse en su pura supervivencia” se podía leer este viernes en El País, en un editorial que remataba con esta frase: “Hay que convocar un congreso, sí; pero no para apuntalar al secretario general de cara a otras elecciones. Primero hay que evitar esas terceras elecciones dejando que gobierne el partido más votado, y luego emprender la refundación de un PSOE capaz de volver a ilusionar a los españoles con el proyecto socialdemócrata y europeísta que le hizo grande”. ¡Que vuelva el bipartidismo ya, que nos estamos empezando a acojonar!, les ha faltado decir.
abc-750¡Que vienen los malos, que llega el apocalipsis, que este insensato de Sánchez es capaz de buscarnos la ruina pactando con esa “patulea“, con esa “basura“, términos textuales empleados por Carlos Herrera -el que faltaba para el duro- en su matutina soflama de este viernes en la cadena de radio propiedad de la santa iglesia católica y apostólica. ¡Removámonos todos, realicemos nosotros mismos el esfuerzo redentor! “Resulta evidente -se podía leer en el editorial de El Mundo de este viernes- que (Pedro Sánchez) está tentado de llegar a La Moncloa aupado en fuerzas que no creen en la unidad nacional. De llevarlo a cabo, sería desastroso para su partido y para España”.
Todos preocupados por el PSOE, todos preocupados por España, ¿serán cínicos? Solo les preocupa lo que les ha preocupado siempre: sus propios traseros, tan larga y excelentemente bien aposentados gracias al bendito bipartidismo que dios guarde muchos años. En América no se habla de otra cosa que no sea la mala cabeza de Pedro Sánchez, que no deja gobernar a la derecha, según nos contaba El País el jueves con generoso despliegue de medios, y en Europa están que no duermen según ABC (La peor apuesta de Sánchez”, sentenciaba en su editorial de este viernes) y La Razón, para quien todo lo que no sea un gobierno PP, pone en peligro en Plan de Estabilidad de la Eurozona.
larazon-750¡Que nos gobiernen Errejones, Iglesias y Rufianes! ¿cabe más felicidad? se preguntaba Herrera este viernes con ese tono perdonavidas y presuntamente gracioso que le caracteriza. Pues sí, amigo Carlos, cabe la felicidad de ver cómo Rajoy y su cohorte de corruptos pierden el blindaje del poder y, sin plasmas ni televisiones públicas manipuladas, se ven obligados a rendir cuentas y responder donde corresponda por todos los desastres que han organizado durante los últimos cinco años; cabe la felicidad de que, aquellos que representan a quienes no quieren que Rajoy continúe en la Moncloa, esos a los que llamáis basura y patulea, intenten algo distinto para que disminuya la desigualdad y que los que no se presentan a las elecciones dejen de ser los amos del cotarro. Cabe la misma felicidad que están viviendo esas ciudades donde ya no gobierna el PP desde el verano de 2015 y lo hacen, con probada competencia y buenos resultados a pesar de la virulencia de los ataques, los llamados ayuntamientos del cambio. Esos ayuntamientos a los que le vaticinasteis la ruina y desde el minuto uno no habéis escatimado esfuerzos por hundirlos.
No se ha hundido el mundo, no han llegado las siete plagas de Egipto, más bien al contrario. Nada de eso ha ocurrido, ni tampoco ocurrirá si llegara a darse esa mágica conjunción astral que permitiera en España un gobierno del cambio. Con tanta pelea en la izquierda nadie lo diría, pero a juzgar por el despliegue armamentístico de los guardianes del calabozo -por tierra, mar, aire, televisión y periódicos- , está claro que no las tienen todas consigo, que no se fían y que admiten la posibilidad de un acuerdo que pudiera hacerles perder el poder. Saben, por experiencia, que nunca se puede decir “fú” hasta que no pasa el último gato.
J.T.

La deuda griega es impagable .

El FMI ve imprescindible una quita de la deuda de Grecia

El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera imprescindible que los acreedores internacionales (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Mecanismo Europeo de Estabilidad) acometan una quita de la deuda de Grecia, incluso si el Gobierno de Atenas aplica todas las reformas estructurales y medidas de ahorro a las que se comprometió hace unos días. A esta conclusión llegó el FMI tras analizar la situación del país, altamente endeudado, y así lo ha divulgado en un informe este fin de semana.
A pesar de todas las reformas emprendidas, la deuda de Atenas ha seguido creciendo, lo que demuestra que la capacidad de la economía griega no está en sintonía con las ambiciosas medidas, informó el Fondo. El objetivo de los acreedores, agrega el FMI, no es realista. A la luz de la situación económica, agravada por una tasa de desempleo de dos dígitos, Grecia “no se puede librar de sus deudas”. Para conseguir un crecimiento sostenible es preciso volver a aliviar la carga de la deuda, concluye la organización.
El FMI critica desde hace tiempo que los acreedores internacionales sigan creyendo que Grecia pueda conseguir un sólido superávit primario, es decir un balance positivo del presupuesto sin tener en cuenta la carga de la deuda, del 3,5%. Pero el FMI no es duro sólo con los acreedores, también con el Gobierno del país. Aunque Grecia ha hecho muchos sacrificios para llegar tan lejos como se encuentra ahora, todavía siguen siendo imprescindibles amplias medidas como nuevos recortes de pensiones y la eliminación de numerosas ventajas fiscales. El fondo reconoce que Grecia ha llevado a cabo un “impresionante ajuste para estar en una unión monetaria en la que los resortes están limitados”.
En concreto, en este informe pide que reduzca las pensiones, pues considera el sistema “insostenible”, y que acabe con la alta morosidad con la hacienda pública como principales reformas para fortalecer su economía. El organismo internacional, que todavía no ha decidido si se sumará al tercer rescate al país, aseguró que, aunque la “reciente reforma de las pensiones que redujo el gasto en un 1% del PIB” es un paso “bienvenido y difícil”, se queda muy lejos de lo ideal en un sistema que consume “un 11% del PIB” mientras “la media en la zona euro es el 2,5%”.
Además el FMI instó a Grecia a que deje de “tolerar” la evasión fiscal, citando el dato de que los ciudadanos y empresas griegos adeudan a la hacienda pública “un 70% del PIB”, y aseguró que, “a pesar de una asistencia internacional sin precedentes”, la recaudación fiscal bajó “del 75% en 2010 a menos del 50%”.
El organismo con sede en Washington recalcó además que Atenas debe acometer reformas profundas y “no confiar en recortes discrecionales”, al tiempo que pidió que acabe con las “generosas” exenciones fiscales que hace que “más de la mitad de los asalariados” no deban pagar impuestos -comparado con “un 8% en la media de la eurozona”- y así “reparta más la carga de los impuestos” en la sociedad.
Además, el Fondo calificó los objetivos de superávit acordados con Grecia de “poco realistas” ya que “asumen que Grecia mantendrá el superávit primario del 3,5% durante décadas a pesar del desempleo de dos cifras que se mantendrá hasta mediados de siglo” y al mismo tiempo su crecimiento “será alto”.
En respuesta al informe, elaborado durante esta semana bajo el mando de la representante del fondo en Grecia, Delia Velculescu, el ministro de Finanzas heleno, Euclides Tsakalotos, saludó en un comunicado “la visión del FMI sobre la deuda” ya que “los altos superávits primarios” no son “sostenibles durante un largo periodo”. No obstante, quiso “recordar” al FMI que, mientras que la reforma del “mercado laboral” será debatida durante la segunda evaluación, “la seguridad social (pensiones) y la tributación quedaron cerradas en la primera evaluación”.
Grecia y sus acreedores siguen negociando el desembolso del siguiente tramo del rescate, de 2.800 millones de euros, con el que concluirá la primera evaluación del tercer rescate, mientras que la segunda evaluación está prevista comience en otoño de este año.

viernes, 23 de septiembre de 2016

La tregua-trampa en Siria .

Crónica de una tregua-trampa en Siria



Esta vez querían que la cosa fuera diferente. Debía parecer que la tregua era la definitiva; que, por una vez, la cosa iba en serio; que el cacareado buen rollo entre Kerry y Lavrov había obrado milagros y, por fin, la paz iba a llegar a Alepo y, probablemente a toda Siria, durante el periodo final del reinado mundial del Nobel de la Paz.Tras la entrada en vigor del acuerdo, el día 12 de septiembre, los medios más importantes de mundo se afanaban en bloque en publicar imágenes de una Alepo tranquila, con los niños jugando en la calle, felices y despreocupados, ajenos al conflicto. Por supuesto, nadie informaba de que las imágenes utilizadas provenían en su inmensa mayoría de la zona de la ciudad controlada por el gobierno sirio, que vive en relativa calma desde hace años, a pesar de las carencias de suministros o de los bombardeos o disparos recurrentes desde algunos de los barrios altos ocupados por los terroristas.
La originalidad de esta tregua era que, por primera vez, Estados Unidos iba a reconocer y tratar como terrorista a los discípulos locales de al Qaeda, el grupo takfirí antes conocido como Frente al Nusra (hoy Fath al-Sham), e iba a señalar, finalmente, a los terroristas buenos, a esos grupos controlados públicamente por ellos y sus aliados. EEUU iba a poner las cartas boca arriba; cosa harto complicada, porque muchas organizaciones “rebeldes˝ que iban a caer del lado de sus chicos buenos, practican por sistema crímenes contra la Humanidad, o se dejan grabar comiendo el corazón de sus víctimas o degollando niños heridos sacados a punta de pistola de las camas de hospitales.
Pero el cuento de hadas, como no podía ser de otro modo, duró poco. Obama tuvo que ver cómo, desde el mismísimo Pentágono, se cuestionaba la tregua, ya que los militares yankees se negaban a compartir información con sus homólogos rusos. Por otro lado, los términos del acuerdo con Rusia fueron deliberadamente ocultados para evitar que la opinión pública manejara abiertamente los más que previsibles incumplimientos futuros. Mientras, a pesar de que en Occidente nadie quería informar de ello, las violaciones del alto el fuego se sucedían sin cesar hasta contabilizarse alrededor de 300 ataques en poco más de 5 días.
No había que consultar a muchos augures para darse cuenta de que la tregua no iba a tener mucho recorrido. Entre otras cosas porque muchos de los grupos terroristas más importantes, incluidos los terroristas buenos, no la suscribieron. No obstante, los medios seguían con el guión que, previamente, habían elaborado en oficinas lejanas bien apartadas de los desiertos. Todo iba bien. Nadie en los mass media era capaz de sopesar situaciones anteriores similares y contextualizar los hechos para sacar una conclusión que les estropeara la fase de fiesta decretada. Y además, se está muy bien encima de un guindo cuando está repleto de fruta madura…
Poco antes de la firma de la tregua, Alepo estaba a punto de caer y, con ella, se vislumbraría fin de la guerra de agresión a Siria. Pero, como dijo en una entrevista del grupo PRISA a un “rebelde” islamista, occidente no iba a dejar que Siria tomara la ciudad al completo, que ya invocarían sus patronos catástrofes humanitarias para que ello no ocurriese. Y justo así discurrían los acontecimientos. Lo más curioso es que, un país como EEUU, que tiene decretadas sanciones contra Siria que afectan a medicinas y alimentos, perjudicando gravemente a la calidad de vida de millones de personas, pueda aducir motivos humanitarios para detener la liberación de algunos barrios de una ciudad tomados por terroristas. Pero cuando dispones de todo el fuego de artillería mediático a tu favor, todo es más fácil.
Rusia tuvo que acceder a regañadientes a la firma, no sin antes arrancar el compromiso de abandono de un aliado definitivo de la coalición de los enemigos de Siria, el Frente al Nusra, considerados terroristas por todos, pero receptores de armas, dinero, entrenamiento y pertrechos varios para derrotar al gobierno sirio desde el inicio de la agresión.
Pero la gota que colmó el vaso de la tregua trampa fue el ataque norteamericano a las tropas sirias en Deir Ezzor mientras batallaban contra el Estado Islámico. Calificado, obviamente como error, a pesar de las muchas dudas que aún genera esa acción, los bombardeos volaron definitivamente el acuerdo de alto el fuego. Si, como afirman los voceros norteamericanos, hubiese sido un fallo de inteligencia y bombardearon al bando equivocado por error ¿cómo es que EEUU y sus aliados decidieron de pronto ponerse del lado del Ejército Árabe Sirio en el fragor de una batalla? ¿alguien se lo cree? ¿por qué cuando se les avisó de la equivocación, los aviones no siguieron atacando a los terroristas que lograron conquistar terreno en poder del gobierno? No cuela. Al final fue necesaria la intervención de la fuerza aérea rusa para arreglar el desaguisado provocado por EEUU y sus aliados, como tantas otras veces.
De ser una equivocación, habría que sumarla a los envíos de armas al Estado Islámico por error desde aviones en paracaídas, al error de dejar durante meses que caravanas de miles de camiones llevaran petróleo robado a Turquía, al error de dejar que miles de milicianos atravesaran el desierto desde Irak a la vista de todos, para conquistar Palmira, al error del entrenamiento de muchos de los actuales líderes de Daesh… son muchos errores, demasiados.
Lo cierto es que el desgaste de la imagen de EEUU en su acción en Siria ha sido enorme. Y obviamente ello ha sido utilizado por sus rivales geopolíticos para, bien acusarlos de connivencias con el terrorismo, bien para ridiculizarlos por su inoperancia y falta de conocimiento real de la situación del país, o incluso para criticar la negativa a trabajar coordinadamente contra Daesh, al Nusra y el resto de grupos terroristas.
Pero, hete aquí que, casualmente, la providencia vino a auxiliar a Estados Unidos en el último minuto. Un convoy de ayuda humanitaria de la ONU y de la Media Luna Roja destinado a la localidad de Urm al Kubra, en las proximidades de Alepo, fue atacado de noche «desde el aire» matando a alrededor de 20 personas, en su mayoría, conductores de los camiones, cuando descargaban los vehículos. El mainstream en bloque se lanzó a repetir a los cinco vientos las acusaciones de viejos conocidos: el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una organización británica creada para instigar la guerra y los Cascos Blancos, una ONG creada por George Soros, financiada con dinero de occidente, que opera en zonas bajo dominio islamista, cuyos miembros son intercambiables con al Qaeda según se trate de operaciones armadas u operaciones de propaganda.
Sólo por la naturaleza de las fuentes, la noticia ya parecía bastante sospechosa desde el primer momento. Pero, además, las contradicciones eran muy significativas, se hablaba a la vez de aviones y de helicópteros, de bombardeos convencionales y de bombas barril, de Siria y de Rusia… pero de nada concreto. Como respuesta, Rusia hizo públicas imágenes de un vehículo terrorista remolcando un mortero circulando junto a la caravana de vehículos. ¿Controlaban acaso los terroristas la ayuda humanitaria? ¿era de verdad ayuda humanitaria? ¿cómo la ONU puede permitir una «escolta» terrorista que secuestre su contenido y distribución? ¿desde cuándo la ayuda humanitaria se distribuye de noche? ¿sólo había una persona de la Media Luna Roja en el convoy o es que los terroristas sólo tenían un chaleco de esta organización para las fotos?…
Tanto Rusia como Siria han negado la autoría del suceso. La zona del ataque estaba controlada por rebeldes, como se ha podido ver en las imágenes aportadas por los drones rusos. Siria no pudo efectuar el ataque porque no tiene capacidad técnica para atacar de noche, así que se caen las acusaciones de los testigos presenciales. Tampoco se sostiene sin más la tesis del ataque aéreo. La ONU, a pesar de haberse apuntado tempranamente al coro acusador, ha dado marcha atrás, como han tenido que hacer otros países de la OTAN y no descartan ya la posibilidad de ataques artilleros de procedencia incierta. Sin embargo, los medios occidentales mantienen su temprana versión y apuntan directamente a Assad como autor del bombardeo. No pueden dejar que la realidad les pueda estropear el titular que previamente tenían escrito.
A pesar de todo, de la evidente manipulación de los hechos, vuelve a sonar la cantinela de la instauración de una zona de exclusión aérea, esta vez “para distribuir ayuda humanitaria”, una vieja pretensión de los agresores de Siria para propiciar una salida a imagen y semejanza del desastre acontecido en Libia. Incluso resuenan viejos tambores de invasión. La coalición occidental sabe que dispone de poco tiempo para cumplir sus planes y, si toda Alepo es liberada, sus opciones de victoria se verán sensiblemente mermadas. De ahí la importancia de lo que queda suceder en los próximos días para atisbar el devenir inmediato de la guerra.

Blog del autor: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=13343

  y ver ...


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=217117

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El nuevo periodismo global en el País.

    Lección magistral de nuevo periodismo desde El País Today

     Juan Carlos Escudier .
     
    El mundo está perplejo con la parálisis de España en la formación del Gobierno. El País, santo y seña del periodismo patrio, ha confirmado esta perplejidad en América, desde Alaska a la Patagonia, un trabajo ímprobo para el que ha necesitado la colaboración de hasta seis de sus mejores corresponsales. Se intuye que estamos ante la primera de las entregas porque el bloqueo español no sólo causa estupor a los americanos sino a varios continentes. En África, al parecer, no se habla de otra cosa en los bares, y hasta se cuenta que algunas tribus nómadas mongolas han descuidado la atención a sus renos para seguir en el canal internacional de TVE el desenlace de esta peripecia política que tiene al planeta en un sinvivir.
    El antiguo diario independiente de la mañana no puede ser más preciso. “Cunde la idea de que el país que asombró al hemisferio con su Transición ha dado un paso atrás”, explica. Y ante ese presentimiento, que es casi una certeza, los interlocutores del periódico tan sólo pueden constatar una zozobra angustiosa. Colombia, por ejemplo, está centrada en el plebiscito del 2 de octubre sobre el acuerdo de paz con las FARC pero la crisis española es tan aguda que la dirigencia colombiana, con Juan Manuel Santos a la cabeza, no pueden dejar de pensar en ella incluso en el avión presidencial.
    Igual ocurre en Brasil, donde el golpe de Estado contra Dilma Rousseff se ha visto eclipsado por el problema español, que no es que ponga en peligro sólo las inversiones sino también el acuerdo de la UE con el Mercosur, preocupación que se comparte en Argentina. Ahí es nada. En Buenos Aires hay “estupor” y es tal la angustia por España que, pese a que el país vive en un polvorín por el giro neoliberal que Macri ha dado a la economía, empresarios y políticos preguntan con vivísimo interés a los periodistas qué va a pasar.
    En Estados Unidos lo que cunde es la extrañeza y hasta el historiador Stanley Payne, admirador de Pío Moa, se muestra partidario de coaliciones amplias como las que promueve Albert Rivera, del que destaca su disposición a pactar con todo lo que se mueve. Al otro lado de la frontera sur, en México, es el escritor Juan Villoro el que da la clave: “Supongo que Pedro Sánchez tendrá que dar un paso a un lado para permitir que el PP y Ciudadanos formen Gobierno. Ante la imposibilidad de ganar, Sánchez puede obtener estatura de estadista si por un momento se convierte en lo que Enzensberger llama un héroe de la retirada. Sería la primera demostración de que ese hombre alto tiene altura”.
    Presumible candidato al Pulitzer, o cuando menos al Ortega y Gasset de Periodismo que el grupo Prisa con toda justicia debería concederse a sí mismo como en otras ocasiones, este reportaje poliédrico y caleidoscópico culmina el acelerado curso de nuevo periodismo con el que su periódico de cabecera ha deleitado a los lectores en esta nueva etapa. No basta con el bombardeo de encuestas, que más que reflejar el deseo de una gran coalición casi la exigen, ni siquiera con las admoniciones editoriales sobre el populismo y la apuesta decidida por el pacto PP-PSOE como el único camino que conduce a la salvación eterna. El periodismo moderno, por puro patriotismo, exige participar abiertamente en la operación para liquidar a políticos como ese Sánchez, que es alto pero no tiene altura, como explicaba el escritor mexicano ya citado, colaborador habitual de El País, naturalmente.
    Cuando el objetivo no se alcanza o, al menos se demora, son necesarias informaciones incontestables como la de este martes, que muestran que el periódico no obra por capricho sino que es el interés general el que lo guía. El continente hermano, ajeno a sus conflictos armados, al caos económico, a sus corrupciones, al narcotráfico y al propio Trump, clama desde sus páginas por una salida urgente que nos libre de unas terceras elecciones. ¿Podemos traicionar la confianza de cientos de millones de personas? ¿Hasta cuándo esta reencarnación de Catilina que es Pedro Sánchez abusará de nuestra paciencia?

    martes, 20 de septiembre de 2016

    La guerra de los 30 años de Washington.



    Una visión retrospectiva del 11-S: quince años de guerra aérea de Washington
    ¡Bombas lanzadas!

    TomDispatch

    Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García

    La precisión de ellos y la nuestra

    En la mañana del 11 de septiembre de 2001, al-Qaeda lanzó contra Estados Unidos su fuerza aérea de cuatro aviones. Las aeronaves llevaban sus armas de precisión: 19 secuestradores suicidas. Gracias a la resistencia de sus pasajeros, uno de los aviones se estrelló en un campo de Pennsylvania. Los otros tres dieron en el blanco elegido para cada uno de ellos –las torres gemelas del World Trade Center, en Nueva York, y el Pentágono, en la ciudad de Washington–, con el tipo de ‘precisión’ que hoy asociamos con los proyectiles guiados con rayos láser de la fuerza aérea de Estados Unidos. Desde su primera salva, por así decirlo,  este conflicto ha sido una guerra aérea. Con su 75 por ciento de índice de acierto, la misión del 11-S de al-Qaeda fue un triunfo que hizo historia al alcanzar con exactitud tres de los supuestamente cuatro blancos elegidos (a pesar de que nadie sabe con certeza hacia dónde se dirigía el cuarto avión estrellado en Pennsylvania, no caben dudas de que tanto el Capitolio como la Casa Blanca eran los iconos que faltaban para completar simbólicamente el poder económico, militar y político de Estados Unidos). Como resultado de estos ataques casi 3.000 personas que no tenían la menor idea de que estaban en la mira del bombardero de un oscuro movimiento del otro lado del planeta fueron masacradas.

    Aunque osado, se trataba de un plan brutal y una atrocidad de primer orden. Casi 15 años más tarde, semejantes acciones suicidas con armas de similar ‘precisión’ (aunque sin el componente aéreo) continúan golpeando en todo el Gran Oriente Medio, África y ocasionalmente en otros sitios –desde un partido de fútbol en Irak hasta una boda en Turquía (donde el ‘arma’ puede haber sido un niño)­– con un terrible saldo de muertes.

    Las consecuencias del 11-S han sido pasmosas. Aunque la frase no tendría resonancia ni significado (salvo en los círculos militares) hasta un año y medio después, cuando comenzó la invasión de Irak por parte de Estados Unidos, el 11-S quizá sea el ejemplo más logrado de ‘pavor y sobrecogimiento’ que podamos imaginar. El ataque fue inmediatamente encapsulado por los medios en titulares de grandes caracteres del tipo “El Pearl Harbor del siglo XXI” o “Otro día de la infamia”, y las imágenes de esas torres desmoronándose en Nueva York, en lo que casi instantáneamente pasó a llamarse “Zona cero” (como si la ciudad hubiera sufrido un ataque atómico) fueron mostradas cientos y miles de veces a un mundo estupefacto. Fue algo que es muy improbable sea olvidado por quienes lo vivieron.

    En Washington, el vicepresidente se refugió en un profundo búnker subterráneo; el secretario de Defensa, llamó a sus ayudantes en el dañando Pentágono y los urgió a “Marcharse todos. Recoger todo, sea importante o no” (el primer atisbo de la próxima decisión de invadir Irak y derrocar a Saddam Hussein); y el presidente, que estaba leyendo un cuento para niños, The Pet Goat, en una escuela primaria de Sarasota, Florida, mientras se producía el ataque, se subió al avión Air Force One y partió inmediatamente hacia un destino que no era Washington. Aunque bastante poco después, aparecería en la ‘Zona cero’ con un megáfono en la mano y advirtiendo de que “¡Quienes derribaron estos edificios pronto nos van a oír!”.

    Pocos días después, anunció una “guerra contra el terror”. Y el 7 de octubre de 2001, cuando todavía no había pasado un mes desde los ataques, la administración Bush lanzaría su propia guerra aérea enviando desde bases en Estados Unidos bombardeos Stealth B-2 con armamento de precisión guiado satelitalmente, como también bombardeos de largo alcance B-1 y B-52 desde la base británica de la isla Diego García, en el océano Índico; suplementado todo con ataques aéreos desde dos portaviones estadounidenses y cerca de 50 misiles crucero Tomahawk disparados desde buques de guerra. Esto no fue más que el inicio de una respuesta desde el aire contra al-Qaeda (a pesar de que la parte más importante de ella estaba de hecho dirigida contra el régimen Taliban que por entonces controlaba buena parte de Afganistán). Hacia el final de diciembre de 2001, unas 17.500 bombas y otros ingenios explosivos habían caído en territorio afgano; se informó que el 57 por ciento de ellos eran armas inteligentes “guiadas con precisión”. Sin embargo, también se arrojaron bombas perfectamente ‘tontas’ y de racimo rellenas con pequeños explosivos similares a una “lata de gaseosa” que se desparramaban en una amplia zona; no todas ellas estallaban al tocar el suelo y permanecían allí para que fueran recogidas por civiles incautos.

    Si de verdad usted quiere tener una idea de qué es pavor y sobrecogimiento, piense en esto: han pasado casi 15 años y la guerra aérea no ha acabado. En Afganistán, por ejemplo, solo en los primeros cuatro años de la administración Obama (2009-2012) fueron lanzados 18.000 artilugios explosivos en todo el país. Este año, los B-52 –las viejas bestias de carga de Vietnam–, que durante habían descansado una década en Afganistán, volvieron a despegar cuando aumentaron las misiones contra los combatientes del Taliban y el Estado Islámico (en adelante, el Daesh).

    Esto es solo para empezar a describir la naturaleza interminable de la guerra aérea estadounidense que en estos años se ha extendido a todo el Gran Oriente Medio y zonas de África. En respuesta al parco conjunto de ataques aéreos de al-Qaeda contra blancos en Estados Unidos, Washington lanzó una campaña aérea todavía inacabada, una campaña en la que se han utilizado cientos de miles de bombas y misiles, muchos de ellos ‘de precisión’ pero algunos del tipo ‘tonto’, contra un cada vez mayor despliegue de enemigos. Casi 15 años después, las bombas y misiles estadounidenses están dando en blancos de no solo un estado sino de siete países mayoritariamente musulmanes (Afganistán, Irak, Libia, Pakistan, Somalia, Siria y Yemen).

    ¿Cómo evaluar la ‘precisión’ de las campañas aéreas de al-Qaeda y de Washington? He aquí algunas claves:

    1.  Éxito y fracaso:
    Sin una pizca de exageración, se podría decir que a un costo de entre 400.000 y 500.000 dólares, el ataque aéreo de al-Qaeda creo la Guerra Global Contra el Terror en la que Washington ya ha gastado varios millones de millones de dólares. Con una diminuta fuerza aérea de aviones secuestrados y una campaña aérea que duró una sola mañana, ese grupo ocasionó que una administración que ya soñaba con la dominación del mundo se lanzara a una guerra aérea de ámbito mundial (con un importante componente en tierra) que convertiría el Gran Oriente Medio –una región por entonces relativamente tranquila (si bien en buena parte autocrática)– en un cúmulo de conflictos, países fallidos, ciudades en ruinas y refugiados que se cuentan por millones, en el que surgen como hongos las organizaciones extremistas islámicas dedicadas a sembrar el terror. Podría decirse que esto ha sido el esplendor de Osama bin Laden. Casi nunca un poder aéreo tan pequeño (incluso tal vez de cualquier tipo) ha influido tan determinantemente con unas consecuencias tan vastas. Es posible que se trate de la utilización más exitosa del bombardeo estratégico –es decir, el poder aéreo dirigido contra la población civil y la moral de un país enemigo– en la historia.

    Por el otro lado, con una pizca de exageración, podría concluirse que rara vez se ha visto una campaña aérea sin fin (que lleva casi 15 años y continúa expandiéndose al costo de unos incalculables miles de millones de dólares) y de tan escaso éxito. Póngalo de otra forma: sería posible llegar a la conclusión de que en estos años, gracias a sus bombas y misiles, Washington ha dado a luz un mundo de organizaciones terroristas islámicas.

    El 11 de septiembre de 2001, al-Qaeda era una modesta fuerza cuyos militantes en Afganistán tal vez fueran unos pocos miles; además, contaba con un puñado de simpatizantes desperdigados por el mundo. Ahora, hay franquicias y grupos imitadores de al-Qaeda –que suelen prosperar– operando en una zona de va de Pakistán a Yemen, de Siria al norte de África y, por supuesto, el Daesh, ese autodenominado ‘califato’ de Abu Bakr al-Baghdadi, mantiene todavía una considerable porción de territorio de Irak y Siria mientras su ‘marca’ se ha propagado a grupos activos desde Afganistán a Libia.

    En grado mínimo, la campaña aérea de Estados Unidos, que ciertamente ha eliminado a bastantes jefes terroristas, “tenientes”, “militantes” y demás en el transcurso de estos años, no ha tenido la capacidad de detener el proceso y en cambio le ha hecho más fértil el terreno. Aun así, en respuesta a al próximo atentado terrorista (como ha pasado recientemente en Libia), las bombas continúan cayendo. Se trata de un récord bastante curioso en el generalmente decepcionante historial del poder aéreo, y merecedor de ser analizado más detalladamente.  

    2.  ¡Bombas lanzadas!

    A finales de 2015, la cantidad de bombas y misiles utilizados en Irak y Siria era tan alta que, según se informó, se redujeron las reservas. El general Mark Welsh, jefe de estado mayor de la fuerza aérea dijo: “Estamos gastando munición a un ritmo mayor que el de reposición. Los aviones B-1 han arrojado bombas en números récord... Necesitamos tener los recursos que aseguren que estamos preparados para una lucha prolongada. Esta es una necesidad crítica”.

    Esta situación se trasladó a 2016 a medida que las misiones de bombardeo en Siria e Irak no hicieron otra cosa que aumentar. Incluso a pesar de que tanto Boeing, que fabrica la munición utilizada por la Dirección conjunta, como Lockheed Hellfire, que produce los misiles Hellfire (imprescindibles para la campaña de asesinatos selectivos con drones que lleva adelante Washington en todo Gran Oriente Medio y África), aumentaron significativamente la producción de esas armas, continuaron las penurias

    Creció el temor de que en algún momento no hubiera suficiente munición para las guerras en curso, en parte debido al gasto que implicaba la producción de varios tipos de armas de precisión.

    Los guarismos relacionados con  la campaña aérea de Estados Unidos, que está en el centro mismo de la operación “Determinación Inherente”, la guerra contra el Daesh en Irak y Siria iniciada en agosto de 2014 son asombrosos. Al final de 2015, el estudioso Micah Zenko estimó (sobre la base de documentación hecha pública por el comando central de la USAF) que ese año la fuerza aérea de EEUU había lanzado 23.144 bombas y misiles en ambos países (además de otros 5.500 arrojados por los socios de coalición) en el marco de lo que Washington denomina estrategia “matarlos a todos mediante ataques aéreos” –la cual, agrega Zenko, “no está funcionando” (de hecho, algunos estudios de la “estrategia del bolo central” o “del descabezamiento”, como se la llama a veces –el intento de destruir un grupo terrorista mediante la eliminación de su jefe– indican que no ha tenido el efecto deseado).

    Hasta julio de 2016, la cantidad de munición empleada cada mes se ha mantenido respecto de 2015 –casi 13.400 para EEUU y cerca de 4.000 para el resto de la coalición–. Según las cifras de Washington, Estados Unidos ha realizado 11.339 ataques en Irak y Siria desde 2014 hasta agosto de este año a un costo de 8.400 millones de dólares pagados por los contribuyentes estadounidenses.

    No tiene sentido aburrir al lector con las cifras más modestas de las bombas y misiles lanzados en tantos años de guerra en Pakistán, Yemen, Somalia y Libia. Apenas un dato: la guerra aérea estadounidense en el Gran Oriente Medio y África está ahora profundamente incrustada en la vida de nuestra capital nacional. Casi todos los candidatos más importantes para ocupar este año la Oficina Oval (incluso Bernie Sanders) se manifestaron a favor de la guerra aérea contra el Daesh; ninguno de los presidenciables podría dejar en tierra los drones que continúan operando en las misiones de asesinatos selectivos supervisadas por la Casa Blanca en una importante región del planeta. En lo esencial, tanto Hillary Clinton como Donald Trump están comprometidos con la continuación de la guerra aérea de Estados Unidos en un distante futuro.

    Pensemos en esto como una especie de éxito; no en ultramar sino en casa. El lanzamiento de artefactos explosivos es el estilo triunfalista de vida de Washington; poco importa qué hacen –o no hacen– esas bombas soltadas en tierras lejanas.

    3.  Barbarie y civilización (o la precisión de ellos y la nuestra)
    Al-Qaeda fue bastante precisa en su asalto a la ‘patria’ estadounidense. Su objetivo era claramente destruir dos construcciones icónicas y matar a quienquiera que pudiese estar en su interior. Su significado manifiesto era horrorizar y provocar. En ambos aspectos, las acciones fueron un éxito que superó lo que hasta sus planificadores pudieron haber imaginado. Con perfecta exactitud, marcó a todo el mundo por su absoluta barbarie.

    La ‘precisión’ táctica de al-Qaeda y de las organizaciones que le sucedieron en la península Arábiga hasta el Daesh no ha cambiado mucho con los años. Sus armas de precisión son enviadas a los centros de la vida civil, como sucedió en la reciente boda en Turquía en la que un suicida –posiblemente un niño que portaba un cinturón con explosivos– mató a 54 personas, 22 de las cuales eran menores de 14 años, para generar ira e indignación. La brutalidad de este tipo de guerra tiene como objetivo –como lo expresa el Daesh– la destrucción de la “zona gris” de nuestro mundo y la creación de un planeta donde prime aún más el concepto ‘o nosotros o ellos’. Al mismo tiempo, semejantes ataques pretenden provocar a los poderes fácticos para que reaccionen de tal manera que se cree una onda de simpatía por el Daesh en el mundo donde opera; como también por los tipos de conflicto y caos en los que esas organizaciones tienen posibilidad de prosperar en el largo plazo. Osama bin Laden entendió esto muy tempranamente; hay quienes han hecho suyos su punto de vista.

    Esa, por lo tanto, es su versión del bombardeo de precisión; si esta no es una definición de la barbarie, ¿de qué se trata, entonces? Pero, ¿qué decir de nuestra aportación a la barbarie –para utilizar una palabra que muy raramente se aplica a nosotros–? Tomemos la campaña oficial de bombardeo aéreo de la administración Bush –‘pavor y sobrecogimiento’–, en vísperas de la invasión de Irak, entre el 19 y el 29 de marzo de 2003. Se trataba de poner en juego un abrumador despliegue de poder aéreo, incluyendo 50 misiones de “descabezamiento”, que tenían el propósito de eliminar a los principales líderes iraquíes. De hecho, ni siquiera fue tocado uno solo. Según Human Rights Watch, esos ataques resultaron en la muerte de “docenas de civiles”. En menos de dos semanas, se lanzarían por lo menos 8.000 bombas y misiles guiados de precisión contra Irak. Por supuesto, algunos no dieron en el blanco elegido pero mataron a civiles; algunos alcanzaron su blanco en zonas urbanas densamente pobladas o incluso en pueblos con el mismo resultado de civiles muertos. Un pequeño número de misiles Tomahawk –de 750.000 dólares cada uno– de los 700 disparados en las primeras semanas de la guerra, no impactaron en territorio iraquí y cayeron en Irán, Arabia Saudí y Turquía.

    En esas primeras semanas de guerra en las que Bagdad fue capturada y la invasión fue declarada un éxito, en las operaciones aéreas estuvieron involucrados 863 aviones estadounidenses, se realizaron más de 24.000 misiones de combate y, según una estimación, murieron más de 2.700 civiles, esto es, fueron eliminados casi tantos no combatientes iraquíes como los fallecidos en las Torres Gemelas. Un estudio encontró que en los primeros seis años de lo que acabaría convirtiéndose en una guerra aérea continua en Irak el 46 por ciento de las víctimas de las incursiones aéreas estadounidenses cuyo sexo pudo determinarse eran mujeres y el 39 por ciento eran niños.

    De la misma manera, en diciembre de 2003, Human Rights Watch informó de que tanto los aviones de Estados Unidos y del Reino Unido como la artillería de ambos países había utilizado “casi 13.000 bombas de racimo –con alrededor de dos millones de explosivos menores– que habían matado o herido a más de 1.000 civiles”. Y lo más probable que puede haber pasado es que en los meses y años siguientes muchos más murieran al pisar o recoger alguno de esos pequeños explosivos que todavía no habían estallado, sobre todo niños, por su curiosidad. De hecho, los aviones de Estados Unidos lanzaron bombas de racimo en Afganistán (sin duda con los mismos resultados) y, más recientemente, fueron vendidas a Arabia Saudí para su dispendiosa y sangrienta campaña aérea en Yemen.

    Para tener una idea de la dimensión de aquel asalto aéreo de 2003 recuerde el lector el portaviones Abraham Lincoln fondeado frente a la costa de San Diego para que el presidente Gorge W. Bush pudiera hacer su extravagante descenso aquel 1 de mayo y, bajo una pancarta en la que se leía ‘Misión cumplida’, declarar que “las operaciones de combate más importantes en Irak han acabado” y que Estados Unidos y sus aliados se habían “impuesto” (pues no; resultó que todavía no habían acabado). Casualmente, pocos días antes ese portaviones había regresado de una permanencia en el golfo Pérsico de 10 meses, durante los cuales sus aviones habían realizado unas 16.500 misiones de combate y arrojado unas 725 toneladas de bombas. Y eso, por supuesto, era apenas una parte de la campaña aérea contra las fuerzas de Saddam Hussein.

    Que el pavor y el sobrecogimiento de la administración Bush, y la invasión y la guerra aérea posteriores no fuera imprecisa y poco efectiva tanto en el corto plazo como en el largo, ahora es indiscutible. Después de todo, el poder aéreo de Estados Unidos todavía hoy está retumbando en Irak. La pregunta que surge es: ¿No debería ser evidente que una guerra aérea que se ha prolongado al menos hasta 2010, y que ha recomenzado en 2014, que ha ayudado a reducir las asediadas ciudades iraquíes en montañas de escombros y no muestra señales de acabar alguna vez, es un acto de barbarie?

    Está claro que, mientras no hay una forma adecuada de hacer el recuento de todas las víctimas civiles de las guerras aéreas estadounidenses del siglo XXI, los cadáveres de los no combatientes se apilan en Irak, Afganistán y otros sitios. Esta versión de guerra prácticamente eterna, con su destrucción y sus ‘daños colaterales’ (que, en circunstancias muy difíciles, algunas organizaciones han hecho todo lo posible por documentar) debería ser la definición de ‘barbarie y terrorismo de Estado’ en un mundo en el que la compasión no existe. Que se haya comprobado que nada de esto sirve para nada en los términos empleados por los propios terroristas parece importar muy poco ciertamente.

    Pongámoslo en un modo más gráfico, ¿duda alguien que el asesinato de toda una fiesta de boda kurda (llevado a cabo supuestamente por un terrorista suicida del Daesh) fue un acto de barbarie? De ser así, ¿cómo llamamos los ocho casos documentados –vastamente ignorados en este país– en los que la fuerza aérea de Estados Unidos hizo volar por los aires similares fiestas de boda en tres países (Afganistan, Irak y Yemen) entre diciembre de 2001 y el mismo mes de 2013, asesinando casi a 300 asistentes?

    Por supuesto, el lector ya conoce la respuesta de esta pregunta. En nuestro mundo no hay más que una barbarie: la de ellos.

    4.  Las raíces religiosas de las guerras aéreas; las terroristas y las que son ‘contra el terror’

    Obviamente, al mismo tiempo que había un aspecto político en la guerra aérea de al-Qaeda contra Estados Unidos, en ella también había un aspecto profundamente religioso. Esto explica por qué 19 hombres elegirían inmolarse. Por más que hablemos de yihad o fanatismo, en el centro mismo del 11-S de al-Qaeda hay un núcleo de religiosidad.

    Ahora bien, ¿cómo caracterizaríamos una actividad cuyos resultados son repetidamente negativos y, aun así, un gobierno continúa comprometido en ella desde hace 15 años sin un final a la vista? Agreguemos que, en seis de los siete países que Estados Unidos ha bombardeado o atacado con misiles, sus aviones tenían control absoluto del espacio aéreo desde el primer momento, y en el séptimo (Irak) fueron necesarias solo horas, o como mucho días, para conseguirlo. En otras palabras, casi durante cada segundo de estos 15 años de guerra, los pilotos estadounidenses no arriesgaron casi nada en los cielos enemigos –o en el caso de los operadores de drones, a miles de kilómetros de su objetivo, no corrieron absolutamente ningún riesgo–. Tanto pilotos como operadores eran casi dioses en relación con quienes debían morir ahí abajo; se trataba –como lo expresó un ‘piloto’ de dron– de “aplastar bichos”.

    ¿Cómo, en el transcurso de esa década y media, podía esa sensación de dominio y de verse como dioses no alcanzar una intensidad religiosa, incluso si la divinidad en cuestión era de tipo imperial? Sin duda, ya que estamos, debería suponerse esta sensación no tanto en los pilotos implicados cada día en la guerra pero sí entre los generales que la planificaban y la supervisaban, y el lo jefes políticos que la ordenaban y refrendaban. Esa sensación de tener tanto poder incuestionable en sus manos debe provocar una emoción –de tipo religioso– de omnisciencia y poderío difícil de resistir aunque los resultados sean tan insatisfactorios.

    Lo que es evidentemente que en la guerra aérea de Estados Unidos tenemos, como también en la de al-Qaeda, un sistema de creencias que es tan profundo que ninguna circunstancia del mundo real parece capaz de debilitar. Esta es, para decirlo de otra manera, la versión estadounidense de la yihad, que no parece mostrar signos de que termine en algún momento más o menos cercano.

    La guerra de los 30 años de Washington

    En solo un par de años, alguien nacido el 11 de septiembre de 2001 estará en condiciones de alistarse como piloto para luchar en una guerra aérea comenzada cuando él o ella nacían. Hay razonables probabilidades de que cuando estos conflictos se conviertan oficialmente en ‘La guerra de los 30 años’ de Estados Unidos, su hijo o hija, nacidos dentro de unos años, pudiera estar empezando la escuela secundaria. Todavía recuerdo cuando oí por primera vez esa expresión aplicada a un interminable ciclo de guerras religiosas en Europa durante el siglo XVII. Me costó muchísimo pensar en un periodo de enfrentamientos bélicos tan largo; aquello me resultaba inimaginable, por no decir primitivo, teniendo en cuenta el poder letal de las armas modernas. Bueno, mientras las frases van y vienen, uno vive y aprende.

    Tal vez este 11 de septiembre haya llegado el tiempo de que por fin los estadounidenses nos centremos en nuestra guerra eterna en el Gran Oriente Medio, nuestra propia desastrosa ‘Guerra de los 15 años’. De lo contrario, las primeras explosiones de su versión ‘Treinta años’ estarán en el horizonte antes de que nos enteremos de ello en un mundo posiblemente más desestabilizado y aterrorizado del que hoy podemos imaginar.


    Tom Engelhardt es cofundador del American Empire Project, autor de The United States of Fear y de una historia de la Guerra Fría, The End of Victory Culture. Forma parte del cuerpo docente del Nation Institute y es administrador de TomDispatch.com. Su libro más reciente es Shadow Government: Surveillance, Secret Wars, and a Global Security State in a Single-Superpower World.


    Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/176183/tomgram%3A_engelhardt%2C_a_9_11_retrospective%3A_washington%27s_15-year_air_war/#more