Kamala Harris y el Partido Demócrata, ante el espejo : los
diez meses de masacre en Gaza
Por Olga Rodríguez |
01/08/2024
La normalización de la masacre es tal, que la mención de
Harris a las víctimas palestinas es presentada como avance, pero la candidata
apoya el legado de Biden y no marca distancia de sus políticas hacia Israel.
Estados Unidos vive semanas convulsas. A menos de cien días
de los comicios presidenciales, las cadenas de radio y televisión dedican ya
emisiones especiales a la precampaña electoral, marcada por el atentado contra
el candidato republicano Donald Trump, la renuncia de Biden, el nuevo papel de
la vicepresidenta Kamala Harris o la visita de Netanyahu al Capitolio en
Washington, donde fue acogido y ovacionado por buena parte del Congreso, en un
acto que quedará tallado en la historia. En los circuitos políticos y
mediáticos, estos asuntos lo copan todo.
La irrupción de Kamala Harris
La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, ha logrado recibir
en tiempo récord donaciones económicas, apoyos y avales suficientes para ser la
nueva líder demócrata ante las elecciones presidenciales. Es la primera
candidata mujer racializada, algo con lo que su partido espera extraer votos de
sectores feministas y antirracistas, posiciones en las que se sitúa la mayoría
de la juventud demócrata.
Los jóvenes son un electorado clave en estas elecciones. Así
lo muestran las encuestas de los últimos meses, que desvelan decepción entre la
mayoría joven votante del Partido Demócrata -de 18 a 34 años-, muy crítica con
la gestión de la Administración Biden ante las masacres en Gaza y con la
respuesta policial a las protestas estudiantiles en los campus universitarios
estadounidenses.
A esos sectores se suma el Movimiento Nacional No
Comprometido, surgido en el seno del Partido Demócrata en las primarias de este
año, en las que dicha iniciativa obtuvo algo más de 700.000 votos en todo el
país. Sus impulsores exigen que la candidatura demócrata defienda un alto el
fuego permanente en Gaza y la suspensión de los envíos de armamento
estadounidense a Israel. “La vicepresidenta Harris debe pasar página ante la
política de Biden consistente en suministrar bombas estadounidenses a Israel.
Ni una bomba más”, demandan.
El equipo de Kamala Harris, y ella misma, tienen por delante
el reto de atraer a esos votantes. Para ello debe diferenciarse del presidente
Joe Biden en algunas cuestiones, algo nada fácil, teniendo en cuenta que ha
sido, y es, su número dos. Harris ha representado un papel importante en el
equipo de Gobierno durante estos diez meses en los que EEUU ha seguido apoyando
a Israel y facilitando la masacre en Gaza.
La Administración Biden ha vetado en tres ocasiones en la
ONU un alto el fuego inmediato en Gaza, impidió el reconocimiento del Estado
palestino en Naciones Unidas el pasado mes de abril, ha enviado armamento a
Israel, ha proporcionado financiación, apoyo político y diplomático a Tel Aviv,
y ha cuestionado la jurisdicción de los tribunales internacionales de La Haya
en el caso israelí.
Harris nunca ha criticado estas posiciones. De hecho, las ha
apoyado, y ha descrito los vínculos y alianzas entre Washington y Tel Aviv como
“férreas” e “inquebrantables”.
El sí de Kamala Harris a más ayuda militar a Israel
El pasado mes de abril, cuando el Congreso tuvo que votar sí
o no al envío de un gran paquete de armamento y ayuda militar a Ucrania y a
Israel -61.000 millones de dólares y 17.000 millones, respectivamente- solo 37
congresistas demócratas y 21 republicanos se opusieron, por diferentes razones.
En las semanas previas a esa votación, la vicepresidenta ayudó activamente a
Biden a reunir los apoyos suficientes para que esa iniciativa saliera adelante,
cuando ya había al menos 34.000 muertos palestinos y 80.000 heridos.
“Harris trabajó con Biden para presionar al Congreso para
que aprobara esa ayuda suplementaria a Israel en abril”, destaca la publicación
The Jewish News of North California.
Aaron David Miller, del Carnegie Endowment for International
Peace, resumía recientemente la posición de Kamala Harris ante Israel como “a
la izquierda de Biden”, pero “muy a la derecha de quienes sostienen que
necesitamos imponer precio y consecuencias a Israel”. Zeeshan Aleem, editor de
MSNBC News, escribió hace unos días que los comentarios de Harris sobre Gaza e
Israel “podrían parecer más fuertes de lo que son porque Biden ha situado el
listón muy bajo”.
La reacción al discurso de Netanyahu
La pasada semana, tras la extensa y repetida ovación de una
buena parte del Congreso de EEUU a Netanyahu, mientras en Gaza el Ejército
israelí seguía matando a civiles, la vicepresidenta Harris publicó un
comunicado en el que no mencionaba ni las masacres en la Franja, ni las
mentiras pronunciadas por el primer ministro israelí en el Congreso, ni la
defensa que éste hizo de los ataques israelíes, ni la gravedad de esas
ovaciones. Netanyahu llegó a decir que apenas hubo víctimas civiles en la
última operación contra Rafah, y arremetió contra quienes protestaban en la
calle.
El primer pronunciamiento de Harris tras el discurso, a
través de ese comunicado, se centró en las manifestaciones desarrolladas en
Washington contra el apoyo de EEUU al Gobierno de Israel, de las que la
vicepresidenta destacó “actos despreciables por manifestantes antipatriotas y
peligrosa retórica impulsora de odio”, “grafitis y retórica pro Hamás”. De ese
modo tomó la parte por el todo, centrándose en hechos minoritarios y ofreciendo
una imagen negativa de las mismas.
En dichas protestas participaron siete grandes sindicatos,
movimientos estudiantiles, activistas defensores de los derechos humanos,
artistas y agrupaciones judías. “Me siento extremadamente orgullosa de
participar en esta acción”, dijo Simone Zimmerman, cofundadora de la
organización judía If Not Now. “Si tan solo pudiéramos obtener una condena la
mitad de feroz por la matanza masiva de más de 16.000 niños palestinos que por
los malos grafitis…”, escribió el analista Omar Baddar, en referencia a las
palabras de la vicepresidenta.
Tras su comunicado, Kamala Harris se reunió con Netanyahu en
Washington y dio una rueda de prensa posterior, en la que señaló que “Israel
tiene derecho a defenderse, y cómo lo hace es importante. Lo que ha pasado en
Gaza a lo largo de los últimos nueve meses es devastador. No podemos mirar
hacia otro lado, no podemos permitirnos ser insensibles al sufrimiento, y no
permaneceré callada”.
El “giro” que no es tal
El equipo de comunicación de Harris, en sus conversaciones
informales con periodistas, asegura que este tipo de declaraciones marcan una
diferencia con Biden. Algunos cronistas obedientes así lo repiten en sus
artículos, definiéndolo, incluso, como “giro” o “cambio”. La normalización de
la masacre en Gaza es tal, que mencionar la muerte y el sufrimiento de la
población palestina es presentado como un avance. Pero, con los hechos sobre la
mesa, lo único que esto supone, de momento, es la introducción de una mínima
humanidad frente a la crueldad de posicionamientos habituales que han
invisibilizado y naturalizado las matanzas.
“Está bien que reconozca el sufrimiento palestino”, ha dicho
el periodista y presentador Mehdi Hassan, “pero ella necesita comprometerse
activamente para detener el papel de EEUU en ese sufrimiento”.
“Este tipo de declaraciones no suponen ningún cambio, es lo
que el Gobierno de Biden ha estado diciendo todo el tiempo. Es necesario un
cambio de política”, señala la académica estadounidense Assal Rad. “Las
palabras de Harris no significan nada y son hipócritas si no usa su poder para
actuar y tomar medidas”, denuncia la organización judía estadounidense If Not
Now, que pide un embargo de armas a Israel.
“¿Alguien puede mostrarme exactamente dónde está aquí el
gran cambio? El presidente ha dicho un montón de cosas similares. ¿Qué hará la
vicepresidenta Harris para dejar claro a los votantes que sus palabras son
diferentes?”, se pregunta Tariq Habash, el primer funcionario estadounidense
que renunció a su puesto en la Administración Biden, como protesta por sus
políticas ante Gaza.
Desde la organización Voces Judías por la Paz de EEUU,
señalan que “la base de votantes demócratas, incluido un número cada vez mayor
de judíos estadounidenses, no quiere suministrar bombas a Israel que acaban con
la vida palestina en Gaza. Es el momento de que el Partido Demócrata finalmente
escuche a su base. Alto el fuego y embargo de armas ya”.
La posición de Harris para que la ONU no interfiera ante
Israel
El historial político de Kamala Harris la muestra como
habitual defensora de las políticas de Israel. En 2017, ante una resolución en
la ONU contra la ocupación ilegal israelí, que salió adelante gracias a una
excepcional abstención de EEUU, Harris hizo campaña contra la misma.
Como respuesta, la ahora vicepresidenta copatrocinó desde el
Senado una iniciativa contra la intervención de Naciones Unidas en las
cuestiones israelíes, que insta a los gobiernos de EEUU a “vetar todas las
resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que reconozcan acciones
palestinas unilaterales, incluida la declaración de un Estado palestino, o
dictar términos y cronograma para una solución al conflicto”.
Como senadora, Kamala Harris habló dos años seguidos en
conferencias del lobby proisraelí AIPAC, donde defendió la estrecha alianza de
Washington con Israel, y criticó acciones de Naciones Unidas para obligar a
cumplir el derecho internacional porque “deslegitiman a Israel”. Además, se
mostró defensora de los Acuerdos de Abraham impulsados por Trump -y continuados
por Biden-, que dejan fuera de la ecuación la cuestión palestina.
En 2017 apoyó el envío de 38.000 millones de dólares en
ayuda militar a Israel para diez años, y en mayo de 2020 firmó una carta del
Senado alentando a la Administración Trump a oponerse a cualquier investigación
de la Corte Penal Internacional sobre posibles crímenes de guerra cometidos por
Israel. La carta cuestionaba si los territorios ocupados por Israel eran
realmente territorios ocupados, llamándolos territorios “en disputa”. Ya como
vicepresidenta, insistió en esa postura que niega jurisdicción al tribunal de
La Haya.
La diferencia entre palabras y hechos
Al igual que todos los gobiernos de EEUU desde los Acuerdos
de Oslo de 1993 hasta hoy, Harris dice defender la solución “de los dos
Estados”, pero no critica la ocupación ilegal israelí, que deja sin territorio
al Estado palestino. La vicepresidenta no ha defendido nunca la suspensión de
la ayuda militar estadounidense a Tel Aviv -crucial para la perpetuación de esa
ocupación-, no ha condenado la existencia del sistema de apartheid contra la
población palestina, ni ha señalado las violaciones del derecho internacional
ejercidas por Israel.
De hecho, ha apoyado siempre la entrega de 3.600 millones de
dólares al año en ayuda militar a Israel –la mayor ayuda militar fija anual de
EEUU a un país-, así como los paquetes adicionales de armamento y material
militar que su país envía a Tel Aviv.
Su asesor en temas internacionales, Phil Gordon -de quien se
da por hecho que integrará el equipo de Harris si llega a la presidencia- se
refirió este domingo a los Altos del Golán sirios como territorio situado en
Israel, a pesar de que es un área ocupada ilegalmente desde 1967 y anexionada
unilateralmente en 1981.
El apoyo al legado de Biden
En el Partido Demócrata confían en la movilización que puede
generar entre sus votantes un candidato como Trump, pero son conscientes de que
necesitan todos los apoyos posibles. Tras el verano, los universitarios
estadounidenses reanudarán sus estudios, y si la masacre en Gaza continúa, la
Administración Biden -y la candidatura de Kamala Harris- se arriesgarán a más
protestas estudiantiles en plena campaña electoral. Este mismo miércoles, el
Movimiento No Comprometido ha organizado otro acto de protesta, bajo el título
“Díselo a Kamala Harris: Ni una bomba más”.
La semana pasada, la vicepresidenta Harris dijo que “el
legado de logros del presidente Biden no tiene comparación en la historia
moderna de EEUU. Ha sobrepasado el de muchos presidentes con dos mandatos.
Estamos profundamente agradecidos a su liderazgo y servicio”.
En los circuitos del poder político estadounidense, las
matanzas en la Franja han sido asumidas durante meses como necesarias e
inevitables. La filósofa Hannah Arendt empleó la expresión “distanciamiento
moral” para referirse a la normalización de crímenes masivos. A fuerza de
presentar algo como lógico e inocuo, se difumina la gravedad y la criminalidad
de los hechos. Se normaliza. Solo desde ese distanciamiento moral se puede
celebrar el legado de un presidente que ha facilitado la masacre de decenas de
miles de personas y el desplazamiento forzado de dos millones, a través de
respaldo financiero, político, diplomático y armamentístico a Israel.
El enfoque político y mediático del establishment de EEUU
intenta dejar la cuestión palestina fuera del debate público diario,
centrándose en temas de política nacional y en el sufrimiento de los rehenes
israelíes y sus familiares. Pero la masacre en Gaza se ha colado en la realidad
política estadounidense, a pesar de los esfuerzos por mantenerla al margen. Es
el elefante en la habitación, del que se intenta hablar poco pero que
condiciona una parte importante de la precampaña electoral.
Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/kamala-harris-partido-democrata-espejo-diez-meses-masacre-gaza_129_11552968.html