viernes, 26 de julio de 2024

¿Dónde está el piloto?

                                   


     

¿Dónde está el piloto?

 

  Jorge Majfud |


 26/07/2024

 Las elecciones internas en Estados Unidos fueron de una singularidad histórica. Tanto Trump como Biden se habían quedado sin competencia casi al arrancar, a principios de año. Aunque esta ausencia de disidencia interna no dejaba mucho lugar para la imaginación, algunos dudábamos que finalmente fueran estos los candidatos de noviembre. O uno caía por sus muchas demandas legales o al otro lo retiraban por sus problemas intelectuales―para el caso, problemas de imagen.

Dos candidatos con diferencias en política popular (políticas de identidad, género, aborto, raza, etnia, religión) y muy similares en la política del poder (del poder financiero, militar y mediático) demostraban que el poder estaba cómodo con cualquiera de los dos. De hecho, ambos fueron presidentes y el poder corporativo-financiero-militar nunca se sintió cuestionado, sino todo lo contrario. Hubo algunas dudas, debido a un Trump ambiguo en lo que se refería a la OTAN y su relación con Rusia. Si bien es cierto que tanto un sector minoritario de los demócratas como otro de los republicanos coinciden en sus críticas a la OTAN, no era Biden el candidato dubitativo o problemático para el poder.

Había, sin embargo, una debilidad en tanta confianza, en tan poca disidencia interna. Entre los 258 millones de adultos en un país que se precia de ser la gran democracia líder del Mundo Libre, el sistema electoral, herencia viva del sistema esclavista, no pudo elegir sino a dos ancianos excéntricos que ya habían sido presidentes y que una gran cantidad de estadounidenses rechazaba, pese a la propaganda que logró dibujar a uno de ellos, Trump, como un mesías renacido. Según una encuesta reciente de PBS-NPR, el 55 por ciento de los estadounidenses no se sienten a gusto teniendo que elegir entre Trump o Biden. Encuestas anteriores arrojaron resultados similares, confirmando la extendida frustración de los electores por el callejón sin salida por el que habían entrado. Un detalle de poca importancia para el gran poder corporativo-financiero-militar y de gran importancia estratégica para la campaña demócrata en busca de un reemplazo para Biden.

La otra debilidad que vimos antes fue que, aunque el poder de los lobbies y de las corporaciones capitalistas se encontraba con una elección fácil de ganar, sin terceros en disputas, Trump había dado algunas muestras de independencia en geopolítica, algo que fue solucionado (es lo que entendemos, aunque aún sin pruebas) por el reciente atentado contra su vida y la elección de J. D. Vance como vicepresidente, un candidato joven comprometido con las grandes corporaciones (sobre todo las tecnológicas) y los mismos lobbies de siempre (como el más influyente de todos, el lobby pro israelí AIPAC) que lo catapultaron al poder en apenas un año y a los cuales no traicionará sin pagar un precio muy alto.

El anuncio de Biden sobre el resultado positivo en una nueva prueba de Covid fue apenas la confirmación de lo que se esperaba. En cuestión de horas, figuras como Nancy Pelosi y el mismo Barak Obama comenzaron a manifestarse a favor de su renuncia a la candidatura. La presión del partido era creciente e imparable, por lo que sólo se podía esperar que Biden renunciara. Cuanto más tardase, peor, porque las disputas y el desgaste interno iban a disminuir las chances de éxito en las elecciones de noviembre y porque le dejaba menos tiempo para maquillar a la figura reemplazante como futura presidenta.

Aunque la constitución no prevé ningún orden de reemplazo de un presidente que no ha muerto, la candidata natural por orden jerárquico parecía ser Kamala Harris, quien ha recibido el apoyo de Biden, con Pete Buttigieg como vicepresidente, lo que confirmaría el perfil de la política de identidades en la que los demócratas y la izquierda posmoderna se sienten más cómodos: una mujer negra y un hombre homosexual. Pero un sureño conservador como Roy Cooper podría atraer a clientes más del centro. Como sea, serán figuras que no desafiarán el poder corporativo que gobierna este país, como sí podían haberlo hecho, en alguna medida, el socialista Bernie Sanders y los actuales candidatos independientes, el profesor Cornel West del Partido Socialista y la doctora Jill Stein del Partido Verde, ambos adherentes a una izquierda más tradicional (sesentista, obrera, antiimperialista) y abiertamente en favor de los derechos humanos de los palestinos.

Increíblemente, las teorías conspirativas surgieron solo cuando ocurrió el atentado contra la vida de Trump. La parte ingenua no radica en las teorías sino en la idea de que los grandes poderes que dominan la política y la vida de los habitantes de este mundo solo conspiran cuando un candidato a la presidencia de un país hegemónico es asesinado, como J. F. Kennedy. Estos hechos están marcados por el morbo de un individuo asesinado y de un crimen nunca o casi nunca resuelto, algo propio de la literatura y del cine comercial anglosajón. Es decir, otra de las debilidades ancestrales de la especie humana, aumentada y explotada por la comercialización de la existencia.

Pero es necesario ser demasiado ingenuo, y un ingenuo funcional, para creer que el poder se toma vacaciones conspirando a su favor. El atentado contra Trump, la enfermedad de Biden, son apenas detalles si consideramos las múltiples guerras y masacres que son provocadas por los mercaderes de la muerte, los mismos que se benefician económicamente de ellas y los mismos que expanden su poder no sólo en otras comarcas del mundo sino en sus propios países de residencia, succionándoles impuestos y deudas ficticias, aterrorizando a los incautos con inminentes peligros de los cuales debemos protegernos y para los cuales debemos pagar y renunciar al derecho de los pueblos a saber. Todo en nombre de la seguridad y de la libertad―de la seguridad del poder y de la libertad de los poderosos.

La renuncia de Biden era inevitable. El extraño y adelantado debate entre dos candidatos sin nominar y sin público, sólo podía ser un movimiento estratégico de los demócratas que querían exponer a Biden y forzarlo a caer por la borda antes de que el barco se hundiera. Luego de la catástrofe del debate que dejó aún más claro sus problemas intelectuales para fingir que el poder está en sus manos, las encuetas terminaron por enterrarlo en vida. El ala izquierda del club exclusivo de El Uno entró en pánico, mientras del otro lado del salón los republicanos se servían más champagne. Si no renunciaba lo renunciaban. Si no era con un Covid de advertencia sería por un accidente doméstico.

Un presidente con demencia senil estaba erosionando la fe de los votantes en un sistema anacrónico y sin alternativas reales, propio de sus orígenes esclavistas. De ser confirmada, Kamala Harris o cualquier otro candidato le dará una bocanada de oxígeno a los demócratas y, en consecuencia, al sistema. Un hombre que renguea no camina bien. El sistema de democracia política y dictadura económica necesita dos piernas que, en apariencia, se oponen en sus movimientos, pero una colabora con la otra para caminar.

Por el momento, seguirá caminando y la dirección seguirá estando en el verdadero poder corporativo-financiero-militar. No en el pueblo. 

https://rebelion.org/donde-esta-el-piloto/

jueves, 25 de julio de 2024

¿ Es posible una paz en Ucrania ?

 Ucrania recibe el respaldo de China a la negociación con Rusia y cuestiona el camino de la guerra defendido por Europa

Kiev recaba el apoyo chino a la negociación con Moscú, aunque sus aliados europeos insistan en la retórica de derrotar a Rusia por las armas, con o sin ayuda de EEUU.

 24/07/2024  

JUAN ANTONIO SANZ

Ucrania, acosada en todos los frentes, desde el diplomático al bélico, está desarrollando un doble juego en torno a la guerra con Rusia que puede empantanar el conflicto durante años o alcanzar una frágil solución que no guste a casi nadie, pero que detenga la matanza.

 La grave situación del ejército ucraniano en la guerra, las crecientes voces internas a favor de una negociación y la amenaza de que Estados Unidos cancele su apoyo a Ucrania si Donald Trump llega al poder están empujando al Gobierno de Kiev a buscar una salida negociada con terceros, en este caso China.

 La insistencia de sus aliados europeos en que la única forma de derrotar a Rusia es con sanciones y en el campo de batalla no se está reflejando en el curso de la guerra y el riesgo de una debacle ucraniana es cada día más real.

 El descalabro bélico y las dudas sobre el futuro apoyo de EEUU inclinan a Ucrania a buscar una negociación

Por esa razón, viajó a Pekín el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitro Kuleba. China es el principal aliado internacional de Moscú y su ascendencia sobre Rusia, económica y política, garantiza que el Kremlin escuche sus recomendaciones.

 China apuesta por una salida política a la guerra

Así, y sin que Pekín traicionara un ápice su alianza con Moscú, Kuleba recibió este miércoles el compromiso chino de mediar en unas eventuales negociaciones con Rusia, posibilidad que, desde el principio del conflicto había rechazado Kiev, siempre obediente a sus aliados.

 Las tornas han cambiado internacionalmente y en el frente de batalla. La iniciativa bélica rusa está desgastando a Ucrania más allá de lo indecible, las armas occidentales no llegan a tiempo y, aunque la implicación europea en el conflicto cruza ya todas las líneas rojas, la derrota de Rusia no parece más cercana.

Ante el riesgo de que el expresidente Trump gane las elecciones presidenciales estadounidenses el 5 de noviembre próximo y cumpla su promesa de desentenderse del conflicto ucraniano, Ucrania ha tenido que recurrir a China, el primer país que presentó un plan de paz, a pocos meses de comenzada la invasión rusa. Plan de paz que fue desde un principio desdeñado por los aliados occidentales de Kiev.

 Este ha sido el primer viaje de Kuleba a China desde que comenzó la guerra hace dos años y cinco meses. El ministro de Exteriores chino, Wang Yi, subrayó tras reunirse con Kuleba en Cantón el compromiso de su país para "seguir jugando un papel constructivo para conseguir un alto el fuego y reanudar las negociaciones de paz" entre Rusia y Ucrania.

 La solución del conflicto entre Moscú y Kiev "se debe conseguir por medios políticos", resaltó el jefe de la diplomacia china.

 Wang reconoció que, aunque los dos países, Ucrania y Rusia, han mostrado ya su disposición a negociar "a distintos niveles", sin embargo, "las condiciones y el momento no son aún los adecuados". También advirtió de los "riesgos de recrudecimiento y contagio" que esta guerra puede tener en otras crisis.

 Un paso de Kiev que puede contrariar a Bruselas

Kuleba es la autoridad ucraniana de más alto rango que ha visitado China desde el comienzo de la guerra, de ahí la importancia de esta visita. Sobre todo, teniendo en cuenta que en la última cumbre de la OTAN en Washington, este mismo mes de julio y a la que asistió el presidente ucraniano, Vlodímir Zelenski, se cargaron las tintas sobre China y se acusó a este país de "facilitar" la guerra de Ucrania al "apuntalar la economía de guerra rusa".

 El comunicado conjunto de los 32 países de la OTAN llegó entonces a señalar que "las ambiciones y políticas coercitivas (de China) siguen desafiando los intereses, seguridad y valores" de los miembros de la Alianza Atlántica.

 Ahora, Ucrania acude a Pekín a buscar una mediación para negociar con Rusia un alto el fuego en una contienda que ya solo parecen desear los fabricantes y mercaderes de armas, y los halcones belicistas en Bruselas. No al parecer los propios ucranianos

 En Ucrania crece el número de habitantes que reclama esas negociaciones, cerca de un 44%, así como de quienes estarían dispuestos a ceder parte del territorio ucraniano a Rusia si se cumplen unas exigencias de seguridad. En una de las últimas encuestas, publicada este martes por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIIS), hasta un 57% de los ucranianos estaría dispuesto a ciertas cesiones territoriales si Ucrania entrara en la OTAN.

 El propio Zelenski señaló esta semana que confiaba en poner fin a "la fase caliente de la guerra" antes de fin de año, es decir, que se podría alcanzar algún tipo de alto el fuego. Ni un solo líder de la UE apoyó a Zelenski en esta afirmación. Los deseos de Zelenski y el compromiso de mediación chino parecen demasiado ingenuos si se escuchan las llamadas a zafarrancho de combate de los líderes europeos, sobre todo de los países bálticos, Polonia, Alemania y Reino Unido.

 Sin embargo, las armas prometidas por esos mismos líderes no están llegando a tiempo y ya parece poco probable que se produzca una nueva contraofensiva ucraniana como la acometida en junio del año pasado. Contraofensiva que fracasó por no disponer de la fuerza aérea prometida, de municiones para los cañones, de misiles de largo alcance y el permiso para usarlos contra territorio ruso y por las graves carencias de personal en el ejército ucraniano.

 Soldados europeos muriendo ya en suelo ucraniano

Quizá por esta razón, países como Francia, Reino Unido o las repúblicas bálticas han insistido en enviar "instructores" europeos para apoyar con sus "conocimientos" a los soldados ucranianos. O, como dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, para sustituir a los ucranianos que sirven en la retaguardia y despachar a éstos al frente bélico.

 Este desafuero de Macron fue rechazado inmediatamente por la mayor parte de los aliados de la OTAN, pero el plan siguió en pie. El último reporte se dio este miércoles, cuando el Ministerio de Defensa ruso comunicó que medio centenar de esos "instructores" occidentales murieron esta semana alcanzados por un misil Iskander ruso en la localidad ucraniana de Dergachí, en el norte de Járkov.

 En esta zona del norte de Ucrania, se suceden fuertes combates después de que Rusia abriera esta primavera un nuevo frente bélico, que se sumó a los de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, regiones anexionadas a la Federación Rusa en 2022.

 En marzo pasado, el Kremlin indicó que al menos 6.000 voluntarios extranjeros habían sido abatidos por las fuerzas armadas rusas desde que comenzó la guerra. De esa cifra, parte podrían ser realmente voluntarios internacionales, otra parte mercenarios y, según avanza la guerra, la posibilidad de que sean tropas especiales de países europeos es cada vez mayor.

 Hay que apoyar a Ucrania como sea, dicen en la UE y la OTAN

La posición de los países europeos integrados en la OTAN o miembros de la UE sigue invariable desde el principio de la guerra, a pesar de los cambios ocurridos en la contienda: es necesario apoyar a Ucrania con armas y dinero hasta las últimas consecuencias.

 Así lo recordó esta semana el alto representante para Política Exterior de la UE, Josep Borrell. El político español insistió en la necesidad de seguir mandando armas a la guerra y condenó el bloqueo por Hungría –país que también apuesta por la apertura de negociaciones de paz– del paquete de ayuda destinado a Ucrania del llamado Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Este nombre eufemístico se refiere a ayuda militar y armas.

 Borrell es uno de los dirigentes europeos que más críticas ha lanzado contra el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, por la gira que este mes le llevó a Ucrania, Rusia, China y Estados Unidos, para pedir negociaciones de paz y el fin de la guerra.

 Este miércoles, el canciller alemán, Olaf Scholz, reiteró la necesidad de seguir apoyando con armas a Ucrania y rechazó una paz con Rusia, pues ello significaría, destacó, "una capitulación". Scholz recordó que su país es el que más armas ha entregado a Ucrania de toda la UE y solo es superado por EEUU a nivel mundial.

 Esta postura beligerante europea contrasta aparentemente con los novedosos intentos de Ucrania de impulsar una mesa de negociación con Rusia. Pero no es tan extraña esta estrategia, como indica el diario chino South China Morning Post, si se insiste en el panorama político internacional que se viene encima este otoño.

 El rotativo señala que la razón de esta visita de Kuleba a China está en Donald Trump. Y si se alarga esa razón, también en Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos y la candidata demócrata más factible a los comicios de noviembre, tras la retirada del presidente Joe Biden de la carrera electoral.

 Si Trump retorna a la presidencia de EEUU, se puede acabar el apoyo de este país a Ucrania. Ese dinero podría ser enviado a Israel, un amigo de siempre de Washington y no de última hora como Ucrania. En ese caso, "Kiev correría el riesgo de perder la guerra de forma decisiva y de afrontar su desmembramiento".

 Pero si fuera Harris la nueva presidenta de Estados Unidos, la continuación del apoyo de Washington y por tanto la prolongación de la contienda convertiría el conflicto en una guerra de desgaste. Se impondría la dura realidad: Rusia dispone de muchos más hombres para ser utilizados como carne de cañón y Ucrania perdería igualmente la guerra.

 Si Ucrania se ha planteado estas dos posibilidades y la incapacidad de Europa de sustituir a EEUU en el suministro de armas, es muy comprensible este viaje de Kuleba a China, por mucho que la verborrea europea apueste por la guerra.

https://www.publico.es/internacional/ucrania-recibe-respaldo-china-negociacion-rusia-cuestiona-camino-guerra-defendido-europa.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t1;mm=mobile-big

 

martes, 23 de julio de 2024

Perfil de Kamala Harris

 Joe Biden encuentra su análoga neoliberal en Kamala Harris

 

Por Branko Marcetic

 

 | 22/07/2024 | 


Fuentes: Jacobin - Ctxt





El presidente Biden ha retirado su candidatura y ha propuesto que lo reemplace su vicepresidenta, Kamala Harris. ¿Quién es Kamala Harris? Reproducimos este análisis de Branko Marcetic de 2020, que profundiza en los antecedentes de quien podría ser la candidata presidencial del Partido Demócrata.

… Joe Biden ha elegido finalmente a su compañera de fórmula: la antigua fiscal y actual senadora de California, Kamala Harris. Lo que se puede hacer es observar la senda que ha recorrido Biden para llegar a este punto como anticipo de lo que nos espera si gana las elecciones. El proceso de selección de la vicepresidencia ha sido especialmente caótico porque había bandos distintos y antagónicos (desde informantes de Biden, hasta activistas progresistas, funcionarios demócratas y grupos de donantes principales), compitiendo por influir, persuadir y hasta amenazar a Biden para que eligiera a su favorito.

Hubo ávidos contendientes que subieron hasta lo más alto, se reunieron en privado con Biden, aparecieron en televisión con él, recaudaron fondos para su campaña con ansias y luego, de repente, cayeron en desgracia. En algunas ocasiones aplastó cruelmente sus esperanzas en directos de televisión y en otras ocasiones se hundieron bajo una tormenta de filtraciones que pretendían debilitarlos. En última instancia, con todo este caótico proceso, Biden terminó saltándose al menos tres de sus plazos autoimpuestos.

Biden es conocido desde hace tiempo por su falta de disciplina y por su indecisión

Sin embargo, esto dista mucho de ser algo exclusivo de la búsqueda de vicepresidente. Biden es conocido desde hace tiempo por su falta de disciplina y por su indecisión, algo que ha trasladado a la actual campaña, hasta el punto de casi haberse saboteado a sí mismo antes de empezar, por un comienzo atrasado que le hizo perderse los principales fichajes. Hasta el Timestuvo dificultades para encontrar los eufemismos que le permitieran adornar esas carencias, a las que se refirió como “procesos de decisión no lineares” y “costumbre de extender los plazos de tal forma que algunos demócratas se muestran ansiosos y molestos”.

O lo que es lo mismo, Biden dirigió una campaña que puede describirse de forma generosa como relajada, en la que su eventual resurgimiento y victoria en las primarias se debió casi en exclusiva a una coalición de medios centristas y al trabajo y sacrificio de los demócratas para arrastrarlo hasta la meta, incluso a pesar de él. No obstante, aunque no es seguro aún que este proceso caracterice la presidencia de Biden, ya hemos sido testigos de cómo la lucha entre las diferentes facciones del partido ha tenido como resultado que elija a Harris como vicepresidenta.

El posible ascenso de Harris a la Casa Blanca consolida lo que la nominación de Biden ya representaba: la derrota, al menos de forma temporal, de la izquierda del partido demócrata a manos de la facción corporativa del partido, y la fijación de sus élites por seguir adelante con la política superficial y corporativa de la era Obama, que se basa ante todo en rebajar las expectativas de la gente común y corriente.

De hecho, una de las razones de que fuera tan difícil imaginar que otra persona, aparte de Harris, fuera quien acabara liderando la lista es que ella encarna a la perfección al partido demócrata moderno, lo que también significa que casi todo lo que se va a escuchar sobre ella a partir de ahora no tiene nada que ver con quién es en realidad.

Incluso en un partido que hizo suyo el estilo de políticas inflexibles con la delincuencia como las que promovieron Biden y Clinton, Harris destaca por su crueldad

Harris está lejos de ser la “fiscal progresista” por la que lleva haciéndose pasar desde que presentó su candidatura en 2019, su historial no guarda ninguna similitud con otras personas que sí podrían ajustarse a esa descripción, como por ejemplo Larry Krasner o Keith Ellison. Incluso en un partido que hizo suyo el estilo de políticas inflexibles con la delincuencia como las que promovieron Biden y Clinton, Harris destaca por su crueldad: luchó por mantener a gente inocente en la cárcel, bloqueó las indemnizaciones a personas injustamente condenadas, defendió que los delincuentes no violentos permanecieran en la cárcel y siguieran trabajando como mano de obra barata, ocultó pruebas que podrían haber liberado a numerosos detenidos, intentó desestimar una demanda para terminar con el régimen de aislamiento en California y negó la operación de reasignación de género a presos transexuales. Un informe reciente detallaba cómo casi se la acusa de cometer desacato al tribunal por resistirse a una orden judicial que decretaba la liberación de presos no violentos, y que un profesor de derecho comparó con la resistencia del sur de EE.UU. a las leyes desegregadoras de los años 50.

A Harris le encanta reírse. Harris desternillándose como un malvado de dibujos animados al hablar de procesar a los padres por las ausencias repetidas de los niños en edad escolar es posiblemente una de las cosas más escalofriantes que se pueden ver en política. ¿Otras cosas que le hayan hecho gracia a Harris? La idea de construir escuelas en lugar de cárceles y la noción de legalizar la marihuana. Cinco años después volvió a reírse, en esa ocasión cuando se estaba postulando para presidenta y recordó con cariño sus días de fumar porros para embelesar a una audiencia más bien joven. Supergracioso fue también que su oficina hubiera condenado a casi 2.000 personas por delitos relacionados con la marihuana cuando trabajaba como fiscal de distrito en San Francisco.

La falta de sensibilidad que Harris muestra hacia los pobres e indefensos solo es comparable a la simpatía que siente por los ricos y poderosos. Lo más destacado fue cuando Harris desestimó la recomendación de su propia oficina para procesar al banco de rapiña del actual secretario de Hacienda, Steve Mnuchin (que más tarde hizo una donación a su campaña para el Senado), y luego supuestamente intentó ocultar su pasividad.

A pesar del estatus de California como el epicentro de las estafas de ejecución hipotecaria, la Fuerza de Ataque contra el Fraude Hipotecario de Harris procesó menos casos de estafas de consultores en ejecuciones hipotecarias que muchos otros fiscales de distrito de otros condados.  En lugar de utilizar su despacho para frenar el crecimiento de los monopolios tecnológicos, algunos correos a los que tuvo acceso hace poco el Huffington Post muestran cómo les hacía la corte, a cambio de lo que recibió un considerable apoyo financiero de Silicon Valley.

Hace poco se ha decretado como inapropiado hablar de su ambición, aunque la verdad es que a Harris, al igual que a Biden, a Obama y, tristemente, a la mayoría de los políticos, le motiva por encima de todo su propia trayectoria profesional. Solo hay que ver estos vídeos de una Harris con 44 años explicando en agosto de 2008 (cuando la pobreza, la guerra y una crisis inmobiliaria en ciernes atenazaba a EE.UU. y a su estado en particular) qué es lo que cambiaría después de ocho años de una presidencia con ella a la cabeza: que “estaríamos dispuestos a abrazar la idea de que realmente poseemos una increíble cantera de talentos”, que Estados Unidos tendría “una población de gente que estaría informada no solo sobre su gran historia, sino también sobre historia internacional” y que “decidiríamos con orgullo que todos somos, como estadounidenses, patriotas”, que llevarían, todos, banderas en las solapas.

O lo que es lo mismo, que no tenía ni idea.

Por ese motivo, si Harris no es en realidad una progresista con ambiciosos compromisos políticos, ¿qué aporta realmente a la candidatura? Los medios alineados con el partido demócrata han mencionado su ascendencia mixta, india y jamaicana, porque confían que estimulará a los votantes de color en noviembre, y su inflexibilidad y agresividad, que anticipan que desplegará contra Trump y, sobre todo, contra el vicepresidente Mike Pence en su eventual debate.

Tras abandonar la carrera presidencial, casi todos los expertos declararon su sorpresa por el fracaso de Harris a la hora de conseguir el apoyo de los votantes negros

Pero es difícil compatibilizar esas dos cosas con la realidad. En contra de lo que afirma el extraño mundo de los consultores y medios liberales, la población afroamericana y latina no vota a quien sea solo porque comparte su color de piel o sus raíces nacionales. Tras abandonar la carrera presidencial, casi todos los expertos declararon su sorpresa por el fracaso de Harris a la hora de conseguir el apoyo de los votantes negros; apenas si consiguió inscribirse en su propio estado cuando terminó todo. Al final se retiró de la carrera antes de que se celebrara ninguna primaria y se ahorró el bochorno de dar un espectáculo en Iowa –y los siguientes estados– como el que dio Biden en las primarias de 2008.

En lo que respecta al segundo elemento, la débil actuación de Harris en las encuestas vino acompañada de una vacilante campaña en la que se vio a la antigua fiscal decepcionar en los debates y alejarse de sus propias posturas. Tras copatrocinar en 2017 el proyecto Medicare for All de Bernie Sanders, se unió a este para ser uno de los dos únicos candidatos demócratas que defendieron en un debate, que se celebró junio de 2019, la abolición de los seguros privados de salud, antes de dar rápidamente marcha atrás el día después y decir que no había entendido bien la pregunta.

Luego presentó su propio plan de salud nacional que ampliaba el papel de los seguros privados en la sanidad y añadía un absurdo período de transición de diez años, o dos mandatos presidenciales y medio.

Otro tanto sucedió en el momento más memorable de Harris en un debate: atacar a su actual compañero de ticket por el papel protagonista que tuvo en el movimiento racista antibusing [el transporte de desegregación es la práctica de asignar y transportar estudiantes a escuelas dentro o fuera de sus distritos escolares locales en un esfuerzo por reducir la segregación racial]. Por algún motivo, la campaña de Harris ya tenía listas para vender las camisetas que conmemoraban el momento a las pocas horas de que acabara el debate, pero Harris no tardó en aclarar que ella también había defendido la misma postura sobre el busing que la que acababa de reprochar a Biden. Más tarde, Harris se quedó sin palabras cuando Tulsi Gabbard la criticó en un debate por su historial como fiscal. Para finalizar, su intento de desafiar a Elizabeth Warren para que exigiera a Twitter que prohibiera la cuenta de Trump quedó en agua de borrajas.

 

Cada vez está más claro que los planes de Biden son conformar un gobierno que será muy parecido al de Obama, si no más conservador

Pero no, el valor real de Harris para Biden es triple. Por una parte está su popularidad entre la clase donante, pues consiguió embolsarse cantidades enormes de dinero para su campaña procedentes no solo de las grandes tecnológicas, sino también de Wall Street, los seguros privados y las farmacéuticas, además de varios multimillonarios. Poco después de que Biden la eligiera, aparecieron algunos ejecutivos de Wall Street en la cadena CNBC y alabaron la sabiduría de la decisión, en particular porque demostraba que Biden no se estaba desplazando hacia la izquierda, como se había repetido en numerosas ocasiones.

Esto nos lleva al segundo elemento. Cada vez está más claro que los planes de Biden son conformar un gobierno que será muy parecido al de Obama, si no más conservador, aunque tenga al frente un abanderado menos popular y menos inspirador. Mientras que el propio Biden carece del carisma y la base popular necesarios para convertirse en el cuidador eficaz de un sistema disfuncional que se está desmoronando, ese sí es un papel que Harris (que cuenta con una fanática cohorte de seguidores y los atributos para hacer historia que le faltan a la candidatura de Biden) puede hábilmente protagonizar, mejor de lo que podría haberlo hecho una relativamente desconocida Karen Bass, o alguien con menor carisma y sin base popular como Susan Rice.

Con la campaña de Biden, que se está centrando en dejar ver y oír lo menos posible del disminuido candidato, podemos esperar que la mayor parte de la atención y la propaganda se consagre a promover a Harris. Lo que también podemos esperar es ver a Harris defendiendo cualquier medida reaccionaria que el presidente Biden no pueda justificar por sí solo.

Puede que Harris posea el carisma de Obama para movilizar a la base del partido y para venderles un programa político conservador, al igual que lo  hizo el antiguo presidente. Pero eso también acarrea sus riesgos: seguiría siendo la presidencia de Biden y ella podría verse arrastrada por el peso de cualquier tipo de medida impopular que decida implementar el presidente.

Aunque por otro lado, ella estaría preparada para liderar el partido una vez que Biden desapareciera de escena, y conseguiría así neutralizar cualquier futura victoria del ala izquierda del Partido Demócrata y mantendría, tanto a la formación como a Washington, en manos de la élite corporativa.

Por último, Harris cumple el deseo de Biden de encontrar una vicepresidenta que esté en su misma sintonía. Si dejamos de lado las diferencias superficiales, Biden y Harris son en esencia el mismo político. Los dos han estado permanentemente en el lado equivocado de la historia; los dos persiguieron objetivos crueles y de derechas durante la mayor parte de sus vidas con el fin de avanzar en sus carreras profesionales; y los dos tienen la costumbre de tergiversar sus creencias e historiales. Es lo más apropiado: al fin y al cabo, Biden es uno de los creadores de la vieja escuela que dio pie a la política demócrata de favorecer a las corporaciones que Harris ha promovido durante toda su carrera.

Puede resultar absurdo o paradójico, pero mientras en Estados Unidos se vive un malestar social sin parangón, como consecuencia de la brutal represión policial, y mientras sus habitantes claman contra la histórica desigualdad económica y la dominación corporativa, el Partido Demócrata ha elegido como avatares a uno de los principales arquitectos de ese sistema y a una de sus soldados más entusiastas.

No obstante, tanto Harris como Biden, aunque este en menor medida, han demostrado una limitada, pero prometedora, propensión hacia los gestos de izquierda cuando se encuentran bajo presión. Las actuales condiciones sin precedentes, junto con el aún pequeño, pero creciente, poder de la izquierda en EE.UU., significan que los próximos cuatro años no están necesariamente condenados a ser una repetición de los años de Obama.

Veremos si eso marca la diferencia entre llevar a cabo el cambio sistémico que hace falta para evitar el desastre o realizar un mero “programa de condonación de la deuda estudiantil para los receptores de la beca Pell que funden una empresa que tenga sus actividades durante tres años en alguna comunidad desfavorecida”.

Branko Marcetic es redactor de Jacobin y autor de Yesterday’s Man: The Case Against Joe Biden [El hombre de ayer: La causa contra Joe Biden]. Reside en Toronto, Canadá.

Este artículo fue publicado originalmente en Jacobin.

Traducción de Álvaro San José.

Fuente: https://ctxt.es/es/20200801/Firmas/33155/kamala-harris-joe-biden-branko-marcetic-jacobin.htm

 Kamala Harris  mas información

--https://www.lahaine.org/mundo.php/eeuu-soros-rothschild-new-york

https://www.nytimes.com/es/2021/06/07/espanol/kamala-harris-guatemala.html .

https://nuevarevolucion.es/kamala-harris-una-firme-defensora-del-regimen-israeli/

 https://www.latercera.com/pulso/noticia/silicon-valley-ve-a-kamala-harris-como-una-de-las-suyas/XY5X5FMHGFBEFESYXISX2RBCX4/

https://www.heraldo.es/noticias/internacional/2024/07/25/kamala-harris-condena-protestas-contra-netanyahu-estados-unidos-1751411.html

 


domingo, 21 de julio de 2024

Tiempos nuevos, tiempos salvajes

 Tiempos nuevos, tiempos salvajes

 Steven Forti .

10/06/2024

Las elecciones (europeas ) dejan pocas sorpresas: la extrema derecha obtiene sus mejores resultados históricos, logra un 25% de los escaños y condiciona fuertemente el europeísmo del eje París-Berlín

Si alguien se sorprende por los resultados de las elecciones europeas de este 9 de junio es porque no quería ver qué estaba pasando. La tendencia del último bienio mostraba claramente un avance de las extremas derechas y un debilitamiento de las fuerzas progresistas. Además, esta vez los sondeos no se han equivocado: la fotografía que deja el voto al Parlamento Europeo es la que, a grandes rasgos, llevaba circulando desde hace al menos un par de meses. En resumidas cuentas, sorpresas ha habido muy pocas.

 Ahora bien, por ser previsible el escenario, no es menos preocupante. Al contrario. Más allá de algún tropiezo, como en los países escandinavos o en Portugal donde Chega no despega, la extrema derecha ha cosechado éxitos a lo largo y ancho del continente: es el primer partido en seis países (Francia, Italia, Hungría, Austria, Bélgica y Eslovenia) y el segundo en otros seis (Alemania, Polonia, Países Bajos, Rumanía, Chequia y Eslovaquia). En la Eurocámara, si a los diputados del grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y a los del grupo de Identidad y Democracia (ID), unimos los de partidos ultras que de momento no tienen adscripción, como los de Alternativa para Alemania o de la húngara Fidesz, junto a un puñado de formaciones de nuevo cuño sobre todo del Este, la extrema derecha sumaría 180 diputados, más o menos los mismos de los populares. Esto significa el 25% de los escaños del Parlamento de Estrasburgo. Hace veinte años, los ultras superaban por los pelos el 10% y hace cuarenta años, en 1984, no llegaban ni al 4%.

 Los bárbaros han entrado en Roma

 Sin embargo, hay otros dos elementos novedosos y alarmantes, uno más propiamente político y uno que podríamos definir como discursivo o de relato. El primero es que esta vez la extrema derecha ha golpeado duramente en el corazón de la Unión Europea: el frente europeísta sale muy debilitado en Francia y Alemania. Y sus gobiernos se tambalean. Es cierto que Marine Le Pen había ganado ya los comicios europeos de 2019, pero ahora la diferencia con el partido de Emmanuel Macron es abismal: el Reagrupamiento Nacional (RN) supera el 30% y dobla en votos a la lista del presidente. Se trata de una humillación en toda regla que ya ha tenido consecuencias: la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas para los próximos 30 de junio y 7 de julio. Su desenlace es una incógnita, debido también al sistema de doble vuelta existente en el Hexágono. ¿El RN repetirá el exploit y llegará por primera vez al gobierno o habrá una movilización de la Francia progresista? ¿Habrá cohabitación entre Macron y el joven candidato lepenista, Jordan Bardella? Vaya como vaya, parece indudable que Le Pen ha conseguido ya su principal objetivo, desdemonizarse y optar a la hegemonía política, es decir, ser considerada aceptable por una gran parte de la sociedad francesa.

 El frente europeísta sale muy debilitado en Francia y Alemania. Y sus gobiernos se tambalean

 Al otro lado del Rhin, aunque la extrema derecha no ha ganado las elecciones, Alternativa para Alemania (AfD) se consolida como segunda fuerza con casi el 16% de los votos y supera a socialdemócratas y verdes. Cabe recordar, además, que a los ultras alemanes ni se les ha ocurrido intentar moderarse durante la campaña electoral: las declaraciones a favor de la “reemigración” de los “no asimilados”, la minimización de los crímenes de la SS y las evidencias de haber recibido dinero de Rusia –lo que le ha costado, entre otras razones, la expulsión de Identidad y Democracia– no han impactado negativamente. Al contrario, muchos jóvenes la apoyan y en el Este del país ha arrasado: en las elecciones que se celebrarán tras el verano en tres estados federados de la antigua RDA tiene el camino despejado. El canciller Olaf Scholz sale con los huesos rotos: la CDU post-merkeliana ha obtenido casi más votos que los tres partidos que forman la coalición de gobierno. 

 En síntesis, el “motor” franco-alemán está gripado. Y esto puede tener consecuencias también en el corto plazo: en las próximas semanas se decidirán los puestos principales para la nueva legislatura europea, incluida la presidencia de la Comisión. Después de esta dura derrota, ¿Macron y Scholz podrán todavía jugar un papel activo? ¿Seguirá en pie el acuerdo no escrito entre el presidente francés, el canciller alemán, el premier polaco Donald Tusk y Pedro Sánchez para excluir a la extrema derecha de las instituciones comunitarias? No se pierda de vista, además, el factor Meloni. Aunque el Partido Democrático e incluso la izquierda han resucitado debajo de los Alpes, la líder de Hermanos de Italia puede celebrar por todo lo alto su victoria. Junto a Tusk, que en Varsovia ha superado a los ultras de Ley y Justicia, una de las pocas buenas noticias junto al aguante del PSOE y la victoria socialista en Portugal, Meloni, que ha rozado el 29% de los votos, es la jefa de gobierno que sale más fortalecida de este 9 de junio. Y la delegación de su partido será la tercera más importante en la Eurocámara, justo por detrás de la CDU y de Le Pen.

 Von der Leyen se ha escorado a la derecha, entablando una excelente relación con Meloni, abriéndole la puerta a la extrema derecha que se define como atlantista

 El centro ya no existe

 El segundo elemento muy preocupante es discursivo. La lectura que se está ofreciendo en la mayoría de los medios es que las fuerzas europeístas han aguantado, más o menos, el tipo. Repiten que se mantendrá una mayoría similar a la actual, formada por populares, socialdemócratas y liberales, y que, al fin y al cabo, no va a cambiar nada. Incluso hay quien afirma que el hecho de que las extremas derechas hayan moderado su euroescepticismo y hayan abandonado los propósitos de emular el Brexit mostraría la fortaleza del proyecto europeo. Sin embargo, este análisis o bien peca de wishful thinking, quizás por miedo a imaginar cuáles pueden ser los futuros escenarios si no hay un cambio de rumbo, o bien demuestra la ceguera de muchos analistas y tertulianos que aún no se han dado cuenta de lo que ha pasado en las últimas dos décadas.

 No nos engañemos: el “centro” ya no existe, si alguna vez existió. Los populares se han radicalizado y han comprado parte de la agenda de la extrema derecha en temas como inmigración e identidad. En diferentes países, como Italia, Finlandia, Suecia o Croacia, están gobernando junto a los ultras. En otros, lo harían o lo harán en cuanto puedan. Incluso en el Partido Popular Europeo (PPE) hay partidos que son ya de ultraderecha, como el SDS esloveno, liderado por Janez Janša, que está siguiendo el camino iliberal del húngaro Viktor Orbán, miembro de los populares hasta hace tres años. Entre los liberales de Renew Europe también hay formaciones que podemos considerar como mínimo cuestionables, como el ANO 2011 del expremier Andrej Babiš, y otras que ya no le hacen ascos a pactar una coalición de gobierno con la extrema derecha, como el Partido Popular por la Libertad y la Democracia de Mark Rutte en los Países Bajos. Añadámosle la posición que algunos partidos socialdemócratas han adoptado en los últimos tiempos sobre la inmigración, como los daneses o los alemanes, ambos, por cierto, en el gobierno en sus países.

 La guinda del pastel ha sido el giro que ha dado en el último bienio la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen. Elegida en 2019 para frenar a los ultras, la popular alemana se ha escorado a la derecha, entablando una excelente relación con Meloni, abriéndole la puerta a la extrema derecha que se define como atlantista y dando pasos atrás en diferentes asuntos, como la lucha contra el cambio climático. No se olvide que el actual presidente del PPE, el bávaro Manfred Weber, ha sido el primer patrocinador de un pacto con el ECR. Ya en septiembre de 2022 bendijo la alianza entre Forza Italia y Hermanos de Italia. Y al año siguiente hizo lo mismo en España. ¿Dónde estaría este fantasmático “centro”, pues?

 Por cómo funciona la UE y por los complejos procedimientos existentes, en Bruselas los bárbaros no pueden reventarlo todo de golpe

 Ganar legitimidad

 Probablemente, la mayoría en la Eurocámara seguirá siendo la misma. A día de hoy, tengámoslo claro, es el mejor escenario posible. Lo descubriremos dentro de unas semanas. Ahora bien, esa mayoría será en la práctica menos progresista comparada con el pasado porque todo el espectro político se ha movido a la derecha. Por otro lado, los populares, primer partido en Estrasburgo, se moverán con cierta libertad durante la legislatura, pactando algunas medidas con la extrema derecha y aprovechando, cuando sea posible, la existencia de mayorías alternativas. Sin ir más lejos, es lo que han hecho en los últimos dos años, desde la elección de la popular maltesa Roberta Metsola a la presidencia de la Eurocámara. Por último, si bien los ultras no conseguirán puestos importantes en las instituciones comunitarias, ganarán espacio, peso, visibilidad y, por ende, legitimidad. Seguramente caerá alguna presidencia de comisión parlamentaria, una o más de una vicepresidencia del Parlamento Europeo –ya tienen una ahora, dicho sea de paso– y, muy probablemente, una comisaría de peso, quizás con cargo de vicepresidencia.

 En síntesis, las cosas no seguirán igual. Por cómo funciona la UE y por los complejos procedimientos existentes, en Bruselas los bárbaros no pueden reventarlo todo de golpe. Los cambios pueden ser solo paulatinos y difusos. Y en éstas estamos. Como cantaban Los Ilegales, vienen tiempos nuevos, tiempos salvajes. Prepárense.

https://ctxt.es/es/20240601/Politica/46698/Steven-Forti-elecciones-UE-Europa-Extrema-derecha-le-pen-meloni.htm


  y ver ..

https://mientrastanto.org/228/ensayo/hacia-una-union-europea-de-extrema-derecha/

 

 

sábado, 13 de julio de 2024

Biden acabado .

 

La administración Biden ha puesto de manifiesto la podredumbre cerebral de los liberales occidentales

 CAITLIN JOHNSTONE

13 de julio del 2014

 En la cumbre de la OTAN en Washington el jueves, el presidente estadounidense se refirió al presidente ucraniano Zelensky como “presidente Putin”, se refirió a Kamala Harris como “vicepresidenta Trump” y dijo que está “siguiendo el consejo de mi comandante en jefe” sobre decisiones militares importantes.

El cerebro de este hombre claramente no funciona. Está acabado. Finito. No más. La demencia se ha hundido en el trasero desnudo y la neurología de Joe Biden está dando tumbos.

Los estadounidenses están viendo una prueba en vivo de que su país no necesita un presidente con materia gris funcional para que se tomen decisiones y se promulguen políticas en el Poder Ejecutivo del gobierno de Estados Unidos.

Las guerras y el militarismo han continuado sin interrupción, las agendas autoritarias siguen desarrollándose y el mismo statu quo político continúa avanzando. No se podría pedir una prueba más concluyente de que, a pesar de todo el alboroto que se arma en torno a los presidentes estadounidenses y las elecciones presidenciales, no son más que una posición de figura decorativa para un imperio que en realidad no está dirigido por su gobierno oficial electo.

Y es justo que el cerebro del presidente de Estados Unidos siga goteando por sus oídos justo cuando la podredumbre cerebral de la ideología que lo originó queda expuesta frente al mundo entero.

Hay una especie de belleza poética en el hecho de que los llamados “moderados” del liberalismo occidental estén animando la reelección de un paciente de demencia medio muerto mientras su administración facilita un genocidio activo en Gaza, perpetúa una guerra por poderes que amenaza al mundo en Ucrania, se prepara para la guerra con el Líbano y militariza con creciente agresión contra Rusia y China, todo mientras destruye el ecosistema de la Tierra y contribuye a la pobreza, la enfermedad y la opresión del pueblo estadounidense en su propio país. La podredumbre cerebral de su visión del mundo tiene como representante oficial a un tipo con un cerebro realmente podrido.

La administración Biden ha desacreditado por completo todos los valores que los liberales occidentales dicen defender: la paz, la justicia, los derechos humanos, la libertad de prensa, la oposición al racismo y la tiranía. Estos locos simplemente olvidaron por completo que el genocidio es algo malo el 7 de octubre y probablemente no lo recordarán de nuevo hasta que la maquinaria de propaganda imperial necesite usar esa acusación contra el próximo gobierno que el imperio ha elegido como blanco para un cambio de régimen.

Los “moderados” y “centristas” del mundo occidental son en realidad extremistas violentos, y no sólo extremistas violentos, sino el grupo extremista más asesino y destructivo sobre la faz de este planeta. Ningún grupo en la lista de organizaciones terroristas designadas por Washington tiene un recuento de muertos que sea siquiera una pequeña fracción de lo que el imperio estadounidense ha acumulado sólo en el siglo XXI (1).

Esta es la ideología política con la que Biden se ha alineado a lo largo de toda su demasiado larga carrera, desde que era apenas un bebé monstruo del pantano elegido para el Senado a la edad de 30 años hasta ahora, mientras observa cómo todos los restos cognitivos de sus décadas de venta de almas en Washington se difuminan como pinturas al óleo en la paleta de su materia cerebral arruinada.

Así es Joe Biden. Así son los liberales occidentales. Son la carnicería, el hambre y la enfermedad en Gaza. Son la biosfera que se estrangula hasta morir bajo la bota del capitalismo ecocida. Son los misiles nucleares que se están colocando en posición en todo el mundo. Son un cerebro y un corazón moribundos en un mundo moribundo que ellos mismos han creado.

Esperemos que la muerte de esta ideología tóxica y omnicida no se produzca muy lejos de la muerte de Joe Biden.

https://www.caitlinjohnst.one/p/the-biden-administration-has-exposed?utm_source= 

 Nota del blog (1)El número de muertos en Afganistán, Pakistán, Irak, Siria y Yemen desde que comenzó la guerra estadounidense contra el terrorismo después del 11 de septiembre (11S) de 2001 alcanza varios millones, según el informe ‘Coste de la guerra’ de la Universidad de Brown.

En una de las partes del informe se ofrece una visión general de las investigaciones recientes sobre el número de fallecidos, que alcanza entre 3,6 y 3,7 millones de muertes indirectas en las zonas de guerra posteriores al 11S. Los datos revelan que el número total de muertes puede alcanzar al menos 4,5-4,6 millones de personas.

Muertes indirectas en las guerras posteriores al 11-S | Figuras | Costos de la guerra (brown.edu)

viernes, 12 de julio de 2024

La OTAN Imperial amenaza a Eurasia

 Somos la OTAN y vamos a por ti.

11 julio, 2024 

 

PEPE ESCOBAR,  

 La declaración de la OTAN de 2024 es en realidad una renovada declaración de guerra, híbrida o de otro tipo, contra Eurasia, así como contra Afro-Eurasia (sí, hay promesas de “alianzas” que avanzan en todas partes, desde África hasta Oriente Medio).

 Somos el mundo. Somos el pueblo. Somos la OTAN. Y vamos a por ti, dondequiera que estés, lo quieras o no.

 Llamémoslo la última versión popular del “orden internacional basado en reglas”, debidamente bautizado en el 75º aniversario de la OTAN en Washington.

 Bueno, la Mayoría Global ya había sido advertida, pero los cerebros bajo el tecnofeudalismo tienden a quedar reducidos a papilla.

 Por tanto, conviene hacer un pequeño recordatorio, que ya se había indicado en el primer párrafo de la Declaración conjunta sobre la cooperación entre la UE y la OTAN , publicada el 9 de enero de 2023:

 “Movilizaremos aún más el conjunto de instrumentos a nuestra disposición, ya sean políticos, económicos o militares, para perseguir nuestros objetivos comunes en beneficio de nuestros mil millones de ciudadanos”.

 Corrección: apenas un millón, una parte de la plutocracia del 0,1%. Desde luego, no mil millones.

 Pasamos a la Declaración de la Cumbre de la OTAN de 2024 , obviamente redactada, con una mediocridad estelar, por los estadounidenses, con el debido asentimiento de los otros 31 miembros vasallos.

 Así pues, aquí está la principal trilogía “estratégica” de la OTAN para 2024:

 Decenas de miles de millones de dólares adicionales en “asistencia” al nuevo y desastroso país de Ucrania; la abrumadora mayoría de estos fondos se destinarán al complejo industrial y militar de lavado de dinero.

Imposición forzosa de gastos militares adicionales a todos los miembros.

Exageración masiva de la “amenaza china”.

En cuanto a la canción principal del programa NATO 75, en realidad hay dos. Además de “China Threat” (créditos finales), la otra (créditos iniciales) es “Free Ukraine”. La letra dice algo así: Parece que estamos en guerra contra Rusia en Ucrania, pero no se dejen engañar: la OTAN no participa en la guerra.

 Bueno, incluso están montando una oficina de la OTAN en Kiev, pero eso es sólo para coordinar la producción de una serie de guerra de Netflix.

Esos autoritarios malignos

 El saliente, epiléptico trozo de madera noruego, que se hizo pasar por Secretario General de la OTAN –antes de la llegada de su sustituto holandés Gouda–, ofreció una actuación espectacular.

 Entre sus momentos más destacados se encuentra su feroz denuncia de “la creciente alianza entre Rusia y sus amigos autoritarios en Asia”, como “los líderes autoritarios de Irán, Corea del Norte y China”. Estas entidades malignas “quieren que la OTAN fracase”, por lo que hay mucho trabajo por hacer “con nuestros amigos en el Indo-Pacífico”.

 El término “Indo-Pacífico” es una invención burda de “orden internacional basado en reglas”. Nadie en Asia, en ningún lugar, lo ha usado jamás; todo el mundo se refiere a Asia-Pacífico.

 En la declaración conjunta se acusa directamente a China de fomentar la “agresión” rusa en Ucrania: Pekín es descrito como un “facilitador decisivo” del “esfuerzo bélico” del Kremlin. Los guionistas de la OTAN incluso amenazan directamente a la República Popular China: China “no puede permitir la mayor guerra en Europa en la historia reciente sin que esto afecte negativamente a sus intereses y reputación”.

 Para contrarrestar tal malignidad, la OTAN ampliará sus “alianzas” con los estados del “ Indopacífico”  .

Incluso antes de la declaración de la cumbre, el  Global Times ya estaba perdiendo la calma con estas tonterías: “Según la propaganda de los EEUU y la OTAN, parece que China se ha convertido en la ‘clave’ para la supervivencia de Europa, controlando el destino del conflicto entre Rusia y Ucrania como una ‘potencia decisiva’”.

 El festival retórico de mal gusto en Washington definitivamente no será suficiente en Beijing: el Hegemón solo quiere “llegar más profundamente a Asia, tratando de establecer una ‘OTAN Asia-Pacífico’ como parte de la “Estrategia Indo-Pacífica’ de Estados Unidos”.

 En el Sudeste Asiático, a través de canales diplomáticos, ha manifestado su rechazo a  esa prolongación de la OTAN : con la excepción de los filipinos comprados, nadie quiere una turbulencia tan grave en Asia y el Pacífico como la que la OTAN ha desatado en Europa.

 Antes de la cumbre, Zhou Bo , investigador principal del Centro de Seguridad y Estrategia Internacional de la Universidad de Tsinghua y oficial retirado del EPL, ha explicado cuál es la maniobra con el cuento del “Indo-Pacífico”: tuvimos un excelente intercambio al respecto a fines del año pasado en el Foro de Astaná en Kazajstán.

 Pase lo que pase, el Excepcionalismo seguirá funcionando a toda marcha. La OTAN y Japón han acordado establecer una línea de “información de seguridad altamente confidencial” las 24 horas del día. Así que cuenten con el dócil Primer Ministro japonés Fumio Kishida para realzar el “papel central” de Japón en la construcción de una OTAN asiática.

 Todo el que tenga un poco de cerebro, desde Urumqi hasta Bangalore, sabe que el lema de los excepcionalistas en toda Asia es “hoy Ucrania, mañana Taiwán”. La mayoría absoluta de la ASEAN (y esperemos que la India) no caerá en esa trampa.

 Lo que está claro es que el circo de la OTAN a sus 75 años no tiene ni idea de lo que ocurrió en la reciente cumbre de la OCS en Astaná , especialmente cuando se trata de la OCS, que ahora se posiciona como un nodo clave para lograr un nuevo acuerdo de seguridad colectiva a nivel de Eurasia.

 En cuanto a Ucrania, una vez más Medvedev Unplugged, con un estilo inimitable, presentó la posición rusa:

 “La Declaración de la Cumbre de Washington del 10 de julio menciona “el camino irreversible de Ucrania” hacia la OTAN. Para Rusia, dos posibles formas de cómo terminaría ese camino son aceptables: o Ucrania desaparece, o la OTAN desaparece. O mejor aún, ambas cosas.”

 Al mismo tiempo, China está realizando ejercicios militares en Bielorrusia, apenas unos días después de que Minsk se convirtiera oficialmente en miembro de la OCS.

 Traducción: olvidémonos de la “expansión” de la OTAN a Asia, cuando Pekín ya está dejando en claro que está muy presente en el supuesto “patio trasero” de la OTAN.

 Una declaración de guerra contra Eurasia

 Michael Hudson ha recordado una vez más a todos los que tienen un poco de cerebro que el espectáculo belicista de la OTAN no tiene nada que ver con el internacionalismo pacífico. Se trata más bien de “una alianza militar unipolar estadounidense que conduce a la agresión militar y las sanciones económicas para aislar a Rusia y China.

 O, más concretamente, aislar a los aliados europeos y otros de su antiguo comercio e inversión con Rusia y China, haciendo que esos aliados sean más dependientes de Estados Unidos”.

 La declaración de la OTAN de 2024 es en realidad una renovada declaración de guerra, híbrida o de otro tipo, contra Eurasia, así como contra Afro-Eurasia (sí, hay promesas de “alianzas” que avanzan en todas partes, desde África hasta Oriente Medio).

 El proceso de integración de Eurasia tiene que ver con la integración geoeconómica, que incluye, fundamentalmente, corredores de transporte que conectan, entre otras latitudes, el norte de Europa con Asia occidental.

 Para el Hegemón, ésta es la peor pesadilla: la integración de Eurasia alejando a Europa occidental de Estados Unidos e impidiendo ese eterno sueño húmedo: la colonización de Rusia.

 Así que sólo se podría aplicar el plan A, con absoluta crueldad: Washington –literalmente– bombardeó la integración ruso-alemana (Nord Stream 1 y 2, y más) y convirtió las tierras vasallas de los asustados y desconcertados europeos en un lugar potencialmente muy peligroso, justo al lado de una furiosa Guerra Caliente.

 Así pues, una vez más, volvamos a ese primer párrafo del comunicado conjunto UE-OTAN de enero de 2023. Eso es lo que afrontamos hoy, tal como se refleja en el título de mi último libro, Eurasia v. NATOstan : La OTAN –en teoría– está totalmente movilizada, en términos militares, políticos y económicos, para luchar contra cualquier fuerza de la Mayoría Global que pueda desestabilizar la Hegemonía Imperial.

https://observatoriocrisis.com/2024/07/11/somos-la-otan-y-vamos-a-por-ti/


viernes, 5 de julio de 2024

Entrevista al historiador Enzo Traverso

 

Entrevista al historiador  Enzo Traverso

El historiador critica la idea del cordón sanitario y califica a la formación Agrupación Nacional de Le Pen y al resto de partidos de extrema derecha en Europa de posfascismo

 Javier Biosca Azcoiti

 

 5 de julio de 2024  

 Enzo Traverso, destacado historiador de la Europa moderna y contemporánea, atiende a elDiario.es durante el último día de campaña para la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia que pueden convertir por primera vez al partido de extrema derecha Agrupación Nacional en la primera fuerza parlamentaria.

En una cafetería a escasos metros de la Plaza de la Bastilla, el profesor en la Universidad de Cornell, experto en historia intelectual e ideas políticas, analiza la situación política de Francia, donde ha residido durante más de 20 años, y habla de su último libro, 'Gaza ante la historia' (Akal), en el que estudia el uso y abuso de la memoria y la historia que ha servido para imponer una narrativa del conflicto favorable a Israel.

 

Usted califica los partidos de extrema derecha como Agrupación Nacional en Francia de partidos posfascistas, ¿por qué? ¿Qué elementos tienen en común con lo que usted considera su matriz?

 Yo utilizo esa definición de posfascismo y tengo que subrayar que es es una categoría transitoria que se aplica a un fenómeno nuevo y en evolución. En este sentido, no tiene la misma fuerza que liberalismo, socialismo o anarquismo.

 Cuando hablamos de las extremas derechas europeas —y no solamente europeas, porque es un fenómeno global—, hablamos de movimientos que tienen orígenes distintos y que, en su gran mayoría, no se definen como fascistas. Son movimientos que desde hace tiempo buscan una legitimidad democrática y que se dicen respetuosos con las instituciones de la democracia liberal, pero son movimientos que no podemos analizar, definir e interpretar sin compararlos con los fascismos clásicos.

 Cuando se habla de la Agrupación Nacional en Francia, uno piensa en el pasado fascista de Vichy. Giorgia Meloni, por su parte, hace dos años estaba muy orgullosa de sus orígenes fascistas. El problema de Fratelli d'Italia es que aunque intentan decir que respetan las instituciones y la democracia liberal, al llegar al gobierno toda su base interpretó este cambio político como una autorización para desfilar con una bandera fascista y conmemorar a Mussolini. La extrema derecha en Italia no ha conseguido hacer el trabajo que sí hizo en Francia durante más de 10 años.

 Nos son movimientos estrictamente fascistas, pero no son algo ajeno. Están en una posición intermedia y según las circunstancias políticas y los contextos históricos pueden volver a una forma de fascismo clásico o pueden evolucionar hacia una forma de conservadurismo autoritario dentro de la democracia liberal.

 Y tenemos el ejemplo de EEUU, por ejemplo, donde la dimensión subversiva de este posfascismo apareció el 6 de enero de 2021 e intentaron subvertir las instituciones. Intentaron derrotar a la democracia. Son rasgos fascistas muy claros. En Estados Unidos este nuevo fascismo no apareció como un movimiento nuevo que surge desde abajo, sino como una fuerza que fue capaz de apropiarse del Partido Republicano, que es uno de los pilares del establishment.

 Respecto a ese trabajo en Francia al que aludía anteriormente, decía en 2017 que todavía era pronto para definir y cristalizar la transformación que había implementado Marine Le Pen sobre el antiguo Frente Nacional de su padre. ¿Tenemos más elementos ahora para hacerlo?

 No está mucho más claro. Espero que no nos enfrentemos a ello, pero estará mucho más claro si Agrupación Nacional llega al Gobierno o si gana las próximas presidenciales. La diferencia entre Italia y Francia, por ejemplo, es que el partido de Meloni es un movimiento más fascista que Agrupación Nacional en Francia, pero la República italiana es más democrática desde un punto de vista institucional que la V República francesa, que es un sistema presidencial.

 Si Agrupación Nacional llegara al poder con Marine Le Pen presidenta y [Jordan] Bardella jefe del Gobierno y pueden aplicar su programa —como suprimir el ius soli [obtener la nacionalidad de un país por nacer allí], implementar medidas contra los nacionales, aplicar la “prioridad nacional”...— eso puede ser un cambio de la naturaleza del Estado.

 La contradicción de esta derecha radical es que hasta ahora, a pesar de todos sus esfuerzos por legitimarse como fuerza de gobierno, siempre levantan cierta desconfianza por parte de las élites. En Francia, el representante de esas élites económicas europeas de los bancos es Macron. En Italia era Draghi mucho más que Giorgia Meloni y en España es el PP mucho más que Vox, a pesar de su neoliberalismo, que es muy explícito. Las extremas derechas tienen que aparecer como interlocutores fiables para esas élites y para hacerlo tienen que aplicar las políticas de esas élites. La contradicción es que si lo hacen, se homologan con los partidos tradicionales de la derecha y corren el riesgo de perder mucho apoyo popular.

 Parece que Agrupación Nacional crece con cada elección. ¿Es una cuestión de tiempo que lleguen al poder?

 Hasta ahora podríamos decir que hay un proceso acumulativo de expansión. 2002, 2017, 2022 y ahora. En dos años, Agrupación Nacional puede multiplicar por tres sus escaños. Esa parece ser la tendencia general, pero todo depende de muchos factores, entre ellos si el Frente Popular no es solamente una coalición contingente para reaccionar a una catástrofe anunciada, sino que se convierte en la primera etapa de un proceso de recomposición de la izquierda.

 Si el Frente Popular toma un proyecto de ruptura con el neoliberalismo y abandona todo un conjunto de ambigüedades y cuestiones fundamentales como la represión, no solamente en el campo de las políticas económicas y sociales, pero también sobre la cuestión del principio de igualdad, defensa de las minorías... Eso puede ser una alternativa. Hasta ahora, los únicos que aparecían como una alternativa era la extrema derecha. Si la izquierda es capaz de aparecer como una alternativa social, política y cultural. ¿Por qué no va a ser posible frenar esa tendencia?

 ¿Y cree que a largo plazo el cordón sanitario ha beneficiado a Agrupación Nacional?

 Yo no creo en la efectividad del cordón sanitario. El ejemplo de Italia es interesante porque se creó un gobierno de coalición nacional con el argumento de que había una emergencia, que había una crisis muy grave, que había que crear un gobierno de coalición nacional y la que se benefició fue la extrema derecha.

 Si ahora hay una mayoría relativa de Agrupación Nacional y se crea un gobierno de coalición nacional, en las próximas elecciones presidenciales Marine Le Pen va a ganar en la primera vuelta. Después de todas las leyes que ha aprobado el Gobierno en los últimos años, como la reforma de la jubilación, la ley de inmigración y otras leyes represivas, si los partidos de izquierdas —que lucharon contra esas medidas— hacen una coalición con Macron, van a perder toda su credibilidad.

 Sostiene que Agrupación Nacional ha ido eliminando o borrando el componente ideológico. ¿Podría explicar un poco ese proceso? ¿Cuál es entonces la base ideológica sobre la que se sostiene?

 Esa eliminación del componente ideológico es una discrepancia fundamental entre el fascismo clásico y las nuevas derechas radicales. Estas últimas ya no tienen la dimensión utópica del fascismo, que quería crear mitos como el del hombre nuevo y ganar el imaginario colectivo. Abogaba por crear una nueva civilización que no fuera la del capitalismo liberal ni la del socialismo. Esa dimensión utópica ha desaparecido completamente. Las derechas fascistas eran subversivas y revolucionarias: tanto Italia, Alemania como el régimen de Vichy hablaban de la revolución nacional, pero ese lenguaje ha desaparecido.

 La extrema derecha de hoy, sin embargo, tiene un discurso extremadamente conservador y reaccionario en el que dicen proteger a los suyos de la amenaza de la globalización, la inmigración, el islam... Su ideología y su cultura es el conservadurismo, pero en el mundo global de hoy hay que pensar el concepto de ciudadanía fuera de las categorías heredadas del siglo XIX del Estado-nación.

 Pero parece que eso es precisamente a lo que estamos volviendo en Europa

 Sí. Por ejemplo, en mi país, Italia, algo que parece muy curioso es que la extrema derecha en el Gobierno tiene muy buenas relaciones con Israel ¿Por qué? Porque las extremas derechas europeas se identifican con el modelo del sionismo como el Estado religioso y étnicamente puro. Esa esperanza de Estado nación exclusivo de los judíos es lo que busca la extrema derecha en Europa. Este es el planteamiento de Agrupación Nacional en Francia, de Vox en España, de Alternativa por Alemania y de Fratelli d'Italia. Meloni, por ejemplo, no quiere introducir el ius soli, es decir, Italia tiene que ser el Estado de los italianos de sangre puros.

 De hecho, en su libro 'Gaza ante la historia' analiza como una extrema derecha tradicionalmente antisemita se ha convertido en uno de los grandes defensores de Israel.

 Estas extremas derechas europeas son los herederos de los antisemitas de la década de los 30 y hoy se presentan como los más coherentes en la lucha contra el antisemitismo y los más enérgicos defensores del sionismo.

 Hay varios elementos que explican este giro de 180 grados. Una razón es el rechazo del antisemitismo clásico y tradicional y la transformación de los judíos de minoría paria a una minoría religiosa perfectamente integrada en Europa occidental.

 El antisemitismo que existe hoy tiene raíces distintas al antisemitismo tradicional y es el producto de una transferencia del conflicto árabe israelí a Europa. Pero el antisemitismo clásico —prejuicios sobre los judíos como explotadores, ricos, conspiradores— y esos estereotipos se han reducido y no se traducen en formas de exclusión y discriminación. Por ejemplo, en todos los países de Europa occidental tendrás un problema si buscas trabajo o si quieres alquilar un piso y te llamas Mohamed, no si te llamas Cohen.

 Las extremas derechas han buscado un chivo expiatorio mucho más eficaz que los judíos, que son los árabes e inmigrantes musulmanes. El estereotipo de hace un siglo del judío como anarquista o bolchevique con el cuchillo entre los dientes hoy es el estereotipo del migrante musulmán susceptible de ser un vector de difusión del terrorismo islamista.

 La extrema derecha ha abandonado el antisemitismo para adoptar la islamofobia. Es un cambio importante porque el antisemitismo fue uno de los pilares de construcción de los nacionalismos en Europa.

 ¿Y ese papel lo juega hoy la islamofobia?

 Sí.

 También cuenta en el libro que Alemania tras la Segunda Guerra Mundial y con sus ciudades bombardeadas se veía a sí misma como la verdadera víctima y compara esto con la narrativa actual que retrata a Israel como la víctima ante los palestinos. ¿Cómo ha llegado Occidente a comprar ese discurso?

 Desde [los ataques del] 7 de octubre se ha movilizado la memoria del Holocausto para para interpretar lo que estaba ocurriendo en Gaza. La primera reacción en el mundo occidental fue una lectura del 7 de octubre como el pogromo más grande después del Holocausto. Es decir, una interpretación del ataque terrorista del 7 de octubre como un acto antisemita.

 Si lo definimos así, eso significa interpretar el 7 de octubre como el epílogo de la larga historia de antisemitismo ¿Y entonces qué hay detrás del 7 de octubre según este marco? El odio en contra de los judíos. Esa interpretación elimina repentinamente la historia de Gaza, con su ocupación, las masacres y la segregación. En 2017, Hamás reformula su propia carta reconociendo el Estado de Israel y la respuesta es la masacre de 2018 ante las grandes manifestaciones en Gaza contra el bloqueo. Israel siempre ha cerrado toda posibilidad de diálogo.

 Se vende habitualmente a Israel como una isla democrática en Oriente Próximo. ¿Puede Israel ser democrática y a la vez mantenerse como un Estado sionista para los judíos?

 Creo que que esos tres términos de la ecuación ya no son defendibles. No se puede pensar que Israel pueda ser al mismo tiempo el Estado de los judíos y un Estado democrático porque son términos totalmente contradictorios. Sin embargo, hay que aclarar algunas equivocaciones habituales cuando se habla de sionismo. Se trata de un movimiento que surgió al final del siglo XIX y que durante largo tiempo fue un movimiento muy plural y heterogéneo.

 Por un lado apareció como la versión judía de los nacionalismos europeos, con todas las mismas características en términos de ideología, etnocentrismo y racismo. Es decir, una idea de supremacía nacional. En aquella época el sionismo aparece también como un movimiento de liberación nacional de un pueblo oprimido que sufría discriminaciones.

 Al principio, el sionismo fue ambas cosas y en la primera mitad del siglo XX era una especie de galaxia en la cual coexistían corrientes marxistas y corrientes fascistas, como la promovida por  Ze'ev Jabotinsky, con simpatías con Mussolini. También estaba el sionismo cultural, que pretendía crear un hogar nacional judío, pero que no tenía nada que ver con el Estado como institución. Es decir, desarrollar en Palestina una comunidad judía capaz de coexistir con los árabes.

 Una de todas esas corrientes, el sionismo político, se hizo dominante y marginó a todas las otras. Es la corriente de Theodor Hertzl, Ben-Gurión y ahora de Netanyahu. Es una corriente nacionalista que yo defino también como colonialista. Su objetivo es colonizar Palestina para implementar la misión civilizadora de Occidente fuera de las fronteras europeas

 En 2018 desaparecen finalmente todas las ambigüedades del sionismo con una ley promulgada en el Parlamento que dice que Israel es el Estado de los judíos. Eso significa que hay dos millones de ciudadanos de Israel que no son judíos y que objetivamente son ciudadanos de segunda.

https://www.eldiario.es/internacional/enzo-traverso-si-francia-forma-gobierno-gran-coalicion-extrema-derecha-le-pen-ganara-presidencia_128_11503935.html