Un diccionario Vox: la Lengua de la Extrema Derecha Populista (LEDP)
“Es necesario un discurso valiente, sensato y sin grises como el de Vox para hablar claro sobre muchos temas sin miedo a lo que dicte la corrección política”.
Vox, 19 de abril de 2019 (Facebook)
Uno no se levanta una mañana y decide asaltar el Capitolio de EE.UU. vestido de bisonte para defender a tu presidente injustamente depuesto. Para llegar hasta ahí, hacen falta años de inmersión en un mundo paralelo, donde un gesto semejante se entienda como un acto heroico y no ridículo. Ese mundo es, hoy por hoy, fundamentalmente digital, una esfera discursiva autónoma de acceso telefónico. Quizá todos vivimos un poco en realidades paralelas, seamos seguidores del Barça o de la Iglesia Católica, veganos o diplomáticos, gamers o hispanistas. Pero esto no siempre ha sido tan así: para bien y para mal, durante el pasado siglo había grandes zonas de la realidad compartidas sostenidas por instituciones diversas, más allá de las cuales se daban subculturas. Hoy, en el capitalismo global se ha extremado la generación de dichas subculturas, a través del consumo continuo de nichos e identidades. Los espacios de realidad que estas sostienen resultan progresivamente autónomos, en la medida en que la sociabilidad en ellos se vuelve digital primariamente. Y, en los últimos años, hemos contemplado cómo esta condición autónoma abre la puerta a mutaciones profundas de la comunicación política, basadas en la lógica de las multitudes conectadas y el reality.
Si a principios de la década pasada, las redes sociales emergían como el lugar donde era posible un nuevo periodismo ciudadano, capaz de contar en directo la protesta global tras la crisis financiera de 2008, hoy, en apariencia, las redes siguen trabajando por la contrainformación, pero esta vez al servicio de realidades completamente ficticias. Un ejemplo: que los Menores Extranjeros No Acompañados reciben una paga de 664 euros (¡ese 4!) por parte del estado para su subsistencia. Tal desconexión entre realidad y discurso ha transformado globalmente las campañas electorales tras la emergencia –sísmica– de las nuevas fuerzas de ultraderecha, gracias al apoyo de poderosas técnicas desinformativas. Es algo que viene sucediendo al menos desde 2016 y en múltiples países, en Brasil y en Filipinas, en Bolivia y en la India, en Ucrania y en Inglaterra. Y, obviamente, en España. Nuevos flujos desinformativos configuran públicos diversos vía Whatsapp, Instagram o Telegram, manipulando fantasmas colectivos, haciendo pasar temores por hechos que están ocurriendo realmente. La realidad, tal y como se comprendía, puede cancelarse a través de la revelación de verdades ocultas, ya sea el robo de las elecciones presidenciales, la planicie de la tierra o que nuestro amigo vikingo tenía parientes gallegos o alcarreños.
Teorías conspirativas, fake news y postverdad son fenómenos antiguos, que hoy adquieren una vida digital. Pero de lo que hablamos aquí no es exactamente de eso, sino de su puesta al servicio de un proceso más vertical de creación de lenguaje, articulado con claridad en torno a unos ejes, y que busca transformar el sentido de las palabras clave del vocabulario político cotidiano. En homenaje al gran estudioso del lenguaje del nazismo, Victor Klemperer, a esta esfera discursiva autónoma organizada desde presupuestos excluyentes la llamamos LEDP (Lengua de la Extrema Derecha Populista). Tiene antecedentes, pero ha sido en los años de gobierno de Trump cuando ha crecido por todo el mundo, adaptándose con ciertos matices a la situación de cada país. Sus rasgos básicos siguen siendo recurrentes y asimilables, y se organizan en cinco grandes líneas: nacionalismo (religioso), antifeminismo, anticomunismo, antiinmigración y doctrina TINA (There Is No Alternative) (lo que implica, por ejemplo, negacionismo climático). Es importante mencionar que una LEDP no aliena directamente a sus usuarios (al menos no más que un culto carismático), pero sí construye posibilidades políticas nuevas en la medida en que sus usuarios comienzan a experimentar la realidad a través de sus filtros. Y estos filtros sí que son objeto de un diseño.
Después de recopilar los mensajes emitidos por el partido trumpista español, Vox, en sus discursos y redes sociales durante 2019 y 2020, hemos seleccionado sus palabras más repetidas (unidad, España, amenaza, progre, buenista, dictadura, globalismo, libertad, comunista, constitución, fascista, democracia, censura) y hemos estudiado el significado que se le da en ese entorno. A continuación presentamos un glosario de las mismas, forzosamente expeditivo, pues hemos tratado de sintetizar aquí un trabajo más amplio. Hemos visto cómo estas palabras se activan, en los discursos de Vox, con un significado doble, según el público al que se dirija. Cuando Ortega Smith o Abascal se encuentran en debates o entrevistas de máxima audiencia, a veces se acercan al uso más corriente del término, buscando atraer a los no convencidos. Cuando hablan en mítines, charlas o redes sociales, refieren sin cesar el uso propio, específico, de la Lengua de la Extrema Derecha Populista, buscando de que sus seguidores lo interioricen y lo extiendan hasta hacerlo dominante. A veces conocemos quizá uno, pero no el otro de los dos significados. Echar un ojo a los dos quizá ayude a entender por qué se ha vuelto tan difícil entendernos con esos vecinos, familiares, amigos …que se han ido a vivir a otro planeta.
– Unidad (de España). Uso corriente: Apelación a todos los ciudadanos del Estado español frente a divisiones políticas o territoriales. Uso propio de la LEDP: Unidad de los afines ideológicos frente a los enemigos seculares de España, que en el presente se manifiestan bajo nuevas formas: los progres, la “horda podemita”, los “animalistos”, “ecolojetas”, “oenejetas”, “catanazis”, las “feminazis”, los “bilduetarras”, los “menas”, la “invasión islámica”, etc. Este uso de la palabra unidad es herencia de la vieja “unidad de opiniones y sentimientos” del intelectual decimonónico Menéndez Pelayo, según el cual España tiene un alma verdadera (el catolicismo) que necesita manifestarse. Para esta línea del pensamiento, España solo ha podido ser “una gran nación” cuando ha aplastado a los “heterodoxos” que han tratado de impedir el cumplimiento de su ser nacional en los diversos momentos de su historia: desde las herejías frente al catolicismo romano hasta los krausistas de finales del XIX. Enemigos de la nación habrán sido erasmistas, protestantes, judíos, mahometanos, ilustrados, liberales, republicanos, laicos, librepensadores, masones o socialistas, entre otros muchos. En palabras (prestadas) de Ortega Smith: “Los enemigos de la patria van cambiando de nombre y forma, pero son siempre los mismos”. Este concepto de unidad nacional alcanzó su apoteosis durante la primera mitad del siglo XX, a través de ideólogos como José Antonio (“unidad de destino”) o Adolf Hitler para el caso alemán (“unidad en el espíritu y la voluntad de la nación”). En resumen, la mención a la unidad de España habla de una “unidad de creencia” que debe movilizar a la nación contra los representantes de las ideas antiespañolas, con el objetivo de “hacer España grande otra vez”.
– España. Uso corriente: Territorio de la península Ibérica diferenciado por cierto clima y paisaje, en el que sus habitantes comparten ciertas tradiciones, costumbres, normas comunes o símbolos. Estado que gobierna ese territorio. Uso LEDP: Ente metafísico independiente de sus habitantes, dotado de un cuerpo, un alma y un destino. Su cuerpo es el territorio, que está siempre bajo amenaza de ser “violado” (en sus fronteras), “roto”, o “desmembrado” (por el independentismo). Es capaz de acciones humanas (“España ha hablado”). Su alma sigue albergando el catolicismo político (lucha contra el derecho al aborto y la eutanasia), pero Vox enfatiza más su destino histórico: reconstruir la guerra secular contra los enemigos y traidores a la nación (véase unidad). Esta segunda acepción permite compaginar un intenso amor por el ente imaginario llamado España, y a la vez un odio manifiesto contra la mayoría de sus habitantes. Según algunos, hasta contra 26 millones de los mismos.
– Amenaza. Uso corriente: Ser, objeto o situación manifiesta o potencialmente dañina. Cuando se refiere a un país, la idea de amenaza se relaciona con los intereses definidos como “nacionales”. En su uso LEDP, apela acualquier persona o colectivo que se perciba como contrario a la cultura tradicional española (migrantes, globalistas, catalanistas, euskaldunes), al modelo católico de familia y de mujer (feministas, LGTBQ), a la monarquía (republicanos), al modelo centralista de Estado (federalistas, independentistas), o a las ideas y prácticas de la gran patronal y el paradigma neoliberal de la economía (socialdemócratas, comunistas). Las amenazas que Vox detecta en casi todo lo que piense o sea percibido como diferente conectan con la lógica conspirativa que fue tan popular en occidente desde finales del siglo XIX hasta su auge en la Alemania de los años 30, el famoso “contubernio judeo-masónico comunista” de Franco, que ha vuelto a crecer durante la pandemia hasta lograr un nexo de unión entre el neofascismo y la cultura new age. Por ejemplo: los migrantes de otras etnias forman parte de un plan urdido en secreto entre los “países árabes”, las ONGs y las mafias para sustituir poco a poco a la población blanca de España, a través de los “vientres de sus mujeres”. Por supuesto, que las mujeres blancas aborten solo agrava esta amenaza. En última instancia, los “separatistas” catalanes también están en el ajo, planeando la “República Islámica Catalana”. De la misma manera, el “gobierno socialcomunista” de Pedro Sánchez, ilegítimo por aliarse con los “enemigos de España” es, al mismo tiempo, una marioneta del globalismo que patrocina George Soros para acabar con la idiosincrasia de la cultura española, la libertad de expresión y la democracia. La “plandemia”, fabricada gracias al “virus chino” era el truco final, pues el confinamiento no sería temporal, sino una maniobra para consolidar legalmente la dictadura “socialcomunista” en la que viviríamos desde enero de 2020.
– Progre. Uso popular: En la transición, partidario de avances hacia la democracia y el socialismo, antónimo de carca, facha o inmovilista franquista. Hoy (residual) se refiere al simpatizante de los valores de una izquierda moderada. Uso LEDP: Traidor a España. Aquél que tolera, e incluso se alía con las amenazas a España: separatistas, migrantes, feministas, comunistas, globalistas, debido a su buenismo. Al mismo tiempo, el progre es fascista, ya que colabora, consciente o inconscientemente, con la instauración de la dictadura progre. Cualquiera que no siga con exactitud el ideario de Vox puede ser llamado progre. Por ejemplo, la LEDP española toma de su variante estadounidense el considerar que casi todos los periodistas son progres, cuando no de extrema izquierda. Ejemplos de progres para Vox: Susanna Griso, Pablo Motos, Julia Otero, Letizia Ortiz.
– Buenista. Uso corriente: Término acuñado por los medios derechistas españoles en los años 2000, para referirse despreciativamente a aquél que piensa que hay problemas que pueden resolverse mediante el diálogo, tolerancia o la ayuda mutua. Uso LEDP: Persona que, por su ingenuidad, es incapaz de percibir las amenazas que “solo tienen como propósito destruir España”, o piensa que el debate o el diálogo tienen alguna utilidad frente a estos enemigos seculares. Sinónimos: “navideño”, “bambi”, “maricomplejines”, ”derechita cobarde”.
– Dictadura. Uso corriente: Régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total y directo a través de la policía o el ejército, sin pluralidad de partidos ni elecciones libres, sin salvaguarda judicial para los derechos civiles, por lo que suelen abundar las confesiones obtenidas por tortura, el asesinato, encarcelamiento o exilio de enemigos políticos, así como los ascensos profesionales de aquellos afines al dictador o a su ideología. Uso LEDP: Dictadura progre. Régimen en el cual aquellos que insultan o atacan a la gente de otras etnias, condiciones sexuales o ideologías, son a su vez insultados o atacados en redes sociales o mítines políticos. También llamado fascismo o totalitarismo progre. Uso LEDP 2: Régimen propio de la ideología comunista y, por tanto, régimen vigente en España desde que gobierna la coalición entre PSOE y Podemos.
– Globalismo. Uso corriente: Globalización.Término que empieza a popularizarse en los años noventa para dar nombre a las ideas que defendían los acuerdos internacionales que suprimían aranceles y favorecían la circulación global de capital, mercancías, trabajadores y contenido cultural. Desde entonces y hasta 2015, fue contestado por el movimiento antiglobalización o altermundista, según el cual las reglas de comercio y de préstamo financiero que marcaban la OMC o el FMI favorecían la concentración de poder en grandes corporaciones y entidades financieras; los recortes en servicios públicos o la pérdida de autonomía de trabajadores y campesinos, junto con un aumento de la hegemonía cultural y política estadounidense. El término globalización se emparentaba con neoliberalismo o capitalismo avanzado. Uso LEDP: Desde la victoria de Trump en 2016, el término despectivo globalismo cogió fuerza, pero despojado de referencia alguna al sistema económico actual, ya solo centrado en la vieja teoría de la camarilla mundial, según la cual una pequeña élite de conspiradores domina secretamente el mundo. Una élite que no busca enriquecerse como un fin en sí mismo, sino que persigue metas políticas o culturales. Si en los años 30 la camarilla era judía y quería acabar con la raza aria, en la Guerra Fría se trataría del “ateísmo comunista internacional” que quería poner fin al cristianismo, mientras que hoy en día el globalismo es un aliado del Islam que busca acabar con las costumbres occidentales, a la vez controla los movimientos feminista o antirracista para lograr una dictadura de lo políticamente correcto, mientras maneja hábilmente una red de pedofilia internacional. Actualmente, el conspirador más mencionado por la LEDP global es George Soros, uno de tantos magnates con fundaciones, pero uno de los pocos que promueve (abierta y públicamente) proyectos en favor de la democracia y los derechos humanos.
– Libertad. Uso corriente: Capacidad humana de actuar según la propia voluntad. Uso LEDP: Facultad de una persona derechista para insultar, calumniar o ridiculizar a cualquier persona de izquierdas, migrante, feminista o nacionalista periférico sin que esta le conteste, porque en ese caso ya no existe libertad, sino censura o dictadura progre. Uso LEDP 2: Libertad de los empresarios y financieros para tomar cualquier decisión, pero no de sus trabajadores para cuestionarla, ni del estado para regularla. En ese caso, se trataría de comunismo. Uso LEDP 3: La vieja “libertad de obedecer” del fascismo joseantoniano, esto es, la libertad de hacer exactamente lo que te manden o atenerse a las consecuencias.
– Comunista. Uso corriente: Originalmente designaba a los defensores de una sociedad sin clases ni Estado, en la que los trabajadores tienen los medios de producción. Los partidos comunistas fueron mutando este uso hacia el más común actualmente, referido a quienes defienden la ideología marxista, la simbología soviética y un modelo económico en el que el Estado controle directamente la producción. Uso LEDP: Cualquier persona o colectivo que se oponga a las ideas de las asociaciones de grandes empresarios o al paradigma neoliberal de la economía, ya sea defendiendo los derechos laborales, las prestaciones sociales o “paguitas”, los servicios públicos o los impuestos que los hacen posibles.
– Constitución. Uso corriente: Ley suprema de un Estado que determina la articulación básica del sistema político, así como una serie de derechos fundamentales. Constitución Española de 1978. Uso LEDP: Ley fundamental aprobada gracias al rey Juan Carlos I en 1978 con un único artículo realmente importante: aquél que garantiza la unidad de España, heredado de la legislación franquista. El resto de artículos, especialmente los referentes a los derechos civiles o la separación de poderes, no heredados del Franquismo, deben obviarse o suprimirse si se percibe que la unidad de España pueda estar en peligro.
-Fascista. Uso corriente: Persona de ideología ultranacionalista, xenófoba y amante de la violencia, dispuesta a la persecución de opositores políticos y a la expulsión o exterminio de etnias o identidades percibidas como amenazas a su patria o a su forma de vida. Históricamente, un fascista tipo podría ser un promotor o un integrante de un fasci di combattimento que, en los años 20 y 30 italianos, se dedicara a castigar o asesinar líderes obreros y adversarios políticos. Uso LEDP: Persona que, en el siglo XXI, reprende o insulta a alguien que ha insultado o ridiculizado a una minoría racial, una mujer feminista o alguien de la comunidad queer. Un sentido similar tienen, para la LEDP, las palabras nazi o “feminazi”.
– Democracia. Uso corriente: Suele identificarse con democracia liberal o republicana, en la que varios partidos se transfieren pacíficamente el poder ejecutivo y legislativo a través de elecciones, existe igualdad ante la ley y los derechos civiles están garantizados por un poder judicial independiente. En España, a partir del movimiento 15M de 2011 se popularizaron también otros conceptos de democracia, que buscaban ampliar el marco liberal hacia una mayor participación ciudadana mediante iniciativas legislativas populares, presupuestos participativos, referéndums, e incluso asambleas y mecanismos de sorteo cívico. Uso LEDP: Sistema político gestionado en nombre de la unidad de España, en el que no tienen participación el comunismo ni el separatismo. En el momento en el que un partido pacta un gobierno con alguna de estas dos amenazas, se entra automáticamente en una dictadura, frente a la que es legítimo rebelarse u organizar un golpe de Estado en nombre de la Constitución. En el caso de la LEDP estadounidense, la amenaza está representada por el partido demócrata, cuyo gobierno también es ilegítimo, no solo por amparar el globalismo y la pederastia internacional, sino porque además manipuló el resultado de las elecciones para desbancar a Trump, gracias a un complot secreto entre Silicon Valley y los activistas de izquierdas.
– Censura. Uso corriente: Control del discurso que ejerce el Estado, típicamente a través de la revisión de contenidos publicados, el secuestro y cierre de medios de comunicación, así como la detención, multa, confinamiento, tortura o ejecución de quienes expresan opiniones contrarias a las del Gobierno. Restricción de libertad de opinión por razones políticas en medios de comunicación impuesta desde esos mismos medios al servicio de otros intereses políticos o económicos. En el siglo XXI, también las grandes corporaciones dueñas de redes sociales son capaces de revisar y suprimir contenidos publicados, como es el caso de Twitter o Facebook. Uso LEDP: Mostrar cualquier grado de oposición frente a los usos excluyentes de la LEDP. Por ejemplo, el hecho de señalar un comentario potencialmente racista como tal.
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Vox se define mucho antes por su uso del lenguaje que por su programa, apenas un reflejo negativo de las ideas de sus adversarios. Al igual que el trumpismo, se trata ante todo de una máquina de repetición industrial de LEDP, que el partido ofrece a España para que esta pueda defenderse de sus propios habitantes. A medida que se va extendiendo el uso LEDP de los términos aquí expuestos, logra que ciertas palabras clave para la discusión política cotidiana se disocien del universo de prácticas y valores al que antes remitían, y pasen a formar parte de una propaganda de partido. Los sentidos comunes existentes, sostenidos por comunidades de personas acostumbradas a convivir en contextos ideológicamente diversos, se ven trastocados. Y, con ellos, la propia posibilidad de diálogo, debate (e incluso convivencia) entre posiciones o identidades distintas.
Más allá del empobrecimiento mental que supone para una sociedad el no poder entenderse más que con sus afines ideológicos o identitarios, más allá el miedo y odio que la LEDP ha inoculado a una parte de la ciudadanía ante amenazas fabricadas (y sus consecuentes episodios de violencia), el efecto político más potente de este lenguaje se da si amplias capas de las autoridades del Estado pasan a adoptarla. Es decir: si jueces, policías o militares hablan y piensan en LEDP. El peligro para la democracia no está en los freaks que asaltaron el congreso de EE.UU., ni siquiera en las maniobras de un presidente megalómano herido en su ego. Un sistema constitucional está pensado para protegerse de ambas cosas. Pero no tanto de una fuerza cualificada de policías, militares o jueces que, en un momento clave, decidieran defender los conceptos LEDP de unidad, de constitución o de democracia extendidos por la LEDP, en una lucha moral contra el fascismo, la censura o la dictadura. Ya sea porque se comprometan con ese lenguaje o porque lo usen con fines estratégicos.
*Versión adaptada y ampliada de “Unboxing Vox: La recepción de Klemperer en España y la Lengua de la nueva Extrema Derecha Populista”, Anuario de glotopolítica, 2020.
Jorge Gaupp es politólogo, doctor en Filosofía y Letras Hispánicas por la Universidad de Princeton.
Germán Labrador es filólogo, catedrático de Estudios Culturales Hispánicos en la Universidad de Princeton.