viernes, 29 de mayo de 2020

El secreto que Hitler se llevó a la tumba





El secreto que Hitler se llevó a la tumba



Fuentes: Rebelión

Adolf Hitler se suicida el 30 de abril de 1945. Se encontraba en un búnker, donde se había refugiado en busca de protección de las tropas soviéticas que, al final de la guerra, lo tenían acorralado durante la batalla por Berlín.
Se desconoce por qué continuó luchando cuando Alemania sólo reculaba y había perdido toda iniciativa a partir de la derrota de Kursk. El sueño de las armas secretas, con las que pensaba ganar la guerra o, por lo menos, prolongarla hasta negociar una paz conveniente para sus intereses, se había esfumado como resultado del avance de las tropas soviéticas; fabricar la bomba atómica era imposible, lo mismo que sus cohetes portadores. Por más que la providencia le hubiera protegido del atentado del Coronel Stauffenberg, del 20 de julio de 1944 -Hitler creía mucho en este tipo de cábalas-, las circunstancias del momento le indicaban que no tenía salvación. ¿Qué esperaba, entonces? Que la unidad aliada en su contra se rompiera, pues era inconcebible que esa alianza se mantuviera, porque el nazismo en sus raíces ideológicas era mucho más cercano al capitalismo estadounidense y al imperialismo inglés que el comunismo, del que los tres eran enemigos acérrimos.
Por esta razón, los mayores empresarios del mundo se habían acercado al partido Nazi, que en la Alemania de la década de los 30 contaba con la mayor organización y fuerza para combatir el comunismo; no en vano, Hitler había prometido a los grandes capitalistas alemanes, y del mundo, erradicarlo del planeta.
El noviembre de 1932, diecisiete poderosos banqueros e industriales alemanes firmaron una solicitud dirigida al presidente Hindenburg, en la que exigían dar a Hitler el cargo de Canciller de Alemania. El 30 de enero de 1933 fue nombrado para ese puesto después de que banqueros de EEUU estudiaran bajo lupa su candidatura, finalmente aprobada. Una vez en el poder, constituyó el Consejo General de la Nueva Alemania, compuesto por Thyssen, propietario de las minas de carbón del Ruhr; Krupp, dueño de grandes acerías; Siemens, magnate de la electricidad; Schrodar, banquero y financista vinculado al capital estadounidense; Reinhardt, Presidente del Consejo de Observación del Banco Comercial; Fisher, Presidente de la Asociación Central de Bancos. En este organismo se hallaban las fuerzas que desataron la guerra. Luego vendría el incendio del Reichstag, que fue achacado a los comunistas, lo que le permitió a Hitler investirse de poderes absolutos y proclamarse Führer, el líder omnímodo de Alemania, y obtener todo el apoyo internacional.
En el año 1939, el New Deal, plan económico creado por Roosevelt, había fracasado y la situación se mantuvo sin cambios hasta que Hitler invadiera Polonia. Lo único que pudo salvar al capitalismo mundial fueron los vientos de guerra, que con su soplo eliminaron la crisis. Para septiembre de 1939, los plutócratas del mundo presionaron a Hitler para que desatara la guerra relámpago contra Polonia y, posteriormente, contra la Unión Soviética, que siempre fue el blanco principal.
La Segunda Guerra Mundial fue obra de la plutocracia anglo-estadounidense y no fue provocada por un demagogo, Hitler, que engatusa a un país de grandes tradiciones libertarias, formidables pensadores y artistas, e instaura una dictadura personal y lleva a los alemanes a la guerra, como a una manada de ciegos. Inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, la FED de Estados Unidos y el Banco de Inglaterra prepararon un conflicto de envergadura planetaria; por eso, el Tratado de Versalles exigió a Alemania pagos draconianos, germen del descontento popular que llevó a Hitler al poder, luego del fracaso de la República de Weimar.
En la década de los 30, muchas empresas de EEUU hicieron fuertes inversiones en Alemania, lo que permitió su recuperación luego de la Primera Guerra Mundial. Para entonces, las grandes compañías alemanas estaban en manos estadounidenses: la Standard Oil controlaba las refinerías de petróleo y el proceso de licuefacción de carbón; la Ford, gran parte de las acciones de Volkswagen; el grupo Morgan, la industria química Farbenindustrie AG; la ITT, la red telefónica; la General Electric, la radio y la industria eléctrica AEG, Siemens y Osram; Wall Street controlaba el Deutsche Bank, el Dresdner Bank y el Donat Bank, los más grandes bancos alemanes. Incluso, el oro de Checoslovaquia, depositado en Londres, fue entregado a Hitler cuando sus tropas entraron en Praga. Durante la guerra, la General Motors, dueña de la Opel, mejoró la tecnología de los vehículos militares con los que Alemania invadió la URSS, y una subsidiaria suya fabricó para la Wehrmacht camiones, repuestos para aeronaves militares, minas y detonadores para torpedos.
En su testamento político, escrito horas antes de su suicidio, Hitler expulsó del Partido Nazi a Goring y Himmler. Les acusó de tratar de hacerse del poder y, sin su consentimiento y contra su voluntad, intentar negociar la paz con los Aliados occidentales, con lo que “han hecho un daño enorme al país y a toda la nación… Antes de mi muerte, expulso del partido y de todas sus oficinas al antiguo Reichsführer SS y Ministro del Interior, Heinrich Himmler”. ¿Qué pasó realmente?
Que la guerra desatada por Alemania contra la URSS era una guerra de exterminio contra los pueblos eslavos, gitanos y judíos, porque para los nazis esos pueblos eran inferiores y ocupaban el espacio vital que les pertenecía a ellos, que eran de raza superior; por eso el elevado número de civiles muertos y los crímenes horripilantes que hubo en el territorio ocupado de la Unión Soviética, algo que no se dio en el resto de Europa, pues casi todos los países de la actual UE eran colonialistas y en sus colonias regían leyes raciales. En el ejército estadounidense se cumplía la segregación racial a raja tabla, un soldado blanco no podía estar bajo las órdenes de un oficial negro y no sólo eso sino que EEUU estableció campos de concentración para sus ciudadanos de origen japonés. La guerra en Occidente fue contra los pueblos, sin que las bajas civiles importara a los contrincantes; por eso, el bombardeo bárbaro a ciudades como Londres, Rotterdam, Dresden… o las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. En cambio, la URSS no peleaba contra el pueblo alemán sino contra el nazismo, y lo hizo así en todas las ciudades europeas que liberó.
Por su parte, un sector de Alemania buscaba capitular separadamente ante Occidente. El 21 de febrero de 1945 se inició en Berna ‘la Operación Amanecer’, en la que los jefes de las SS ofrecieron su colaboración a Occidente. Allí residía Allan Dulles, futuro director de la CIA, abogado de Wall Street y asesor de grandes empresas estadounidenses. En el norte de Italia, a donde Alemania había trasladado gran parte de su industria militar y las SS tenían su cuartel general, vivía Karl Wolff, general al que Hitler había designado Jefe Supremo de las SS. Himmler quería pactar con los norteamericanos y lo envió a Suiza para que negocie el apoyo a Alemania nazi en su lucha contra la Unión Soviética. Wolff, acompañado de altos oficiales, se reunió con Dulles en Zurich, para acordar que la Wehrmacht capitulara y no llevara a cabo su plan de atrincherarse en los Alpes, algo que Wolff no podía hacer sin el visto bueno del ejército, sólo lo podía hacer el Mariscal Kesselring, al que Hitler había nombrado Comandante del Frente Occidental. Por eso, la capitulación de Alemania en Italia está relacionada con la capitulación de todo el Frente Occidental.
Wolff no logró convencer a Kesselring de que capitule, el mariscal no quería romper su juramento al Führer. Himmler le da un ultimátum a Wolff: o bien le revela de las conversaciones con los aliados y cómo ha negociado la capitulación de la Wehrmacht en Italia o le informará a Hitler que ha cometido alta traición. Wolff se reúne con Hitler, que le permite continuar con las negociaciones.
El 12 de abril de 1945 muere el Presidente Roosevelt, partidario de que Alemania capitule incondicionalmente y contrario a cualquier negociación con el nazismo. El 22 de abril, Dulles recibe órdenes de suspender las negociaciones, norteamericanos y británicos no quieren provocar a los soviéticos en los últimos días de la guerra. El 25 de abril, los comunistas liberan Milán. ¿Quedará bajo control rebelde el norte de Italia y el sur de Francia, como teme Occidente? No, porque la Wehrmacht capitula en Italia y no se atrincherara en los Alpes.
Luego del suicidio de Hitler, queda la pegunta: ¿Fue la ‘Operación Amanecer’ un pacto que no tuvo valor alguno sin el visto bueno de Hitler? Lo más probable es que así fuera. Como una ironía de la historia, los agentes soviéticos, infiltrados en el alto mando alemán, mantuvieron bien informado a Stalin sobre la ‘Operación Amanecer’. En 1998, el Presidente Clinton desclasificó los archivos secretos de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial, que muestran lo estrecha que fueron las relaciones entre su país y las SS durante la guerra.
También existe la ‘Operación Impensable’, el plan británico para atacar a la Unión Soviética. Fue ordenado por Churchill a finales de la Segunda Guerra Mundial y fue desarrollado por las Fuerzas Armadas Británicas. Contemplaba “imponer a Rusia la voluntad de Estados Unidos y el Imperio Británico”, contaba con el uso de fuerzas polacas y soldados alemanes, capturados durante la guerra. Churchill ordenó al Ejército Británico apoderarse de armas alemanas para usarlas contra la URSS luego de que Alemania se rindiera. Finalmente, la derrota electoral de Churchill de 1945 y la necesidad de la ayuda soviética a EEUU en el conflicto con Japón enterraron el ‘Plan Impensable’, que hubiera sido el inicio de la Tercera Guerra Mundial.
¿Conocía de eso Hitler? ¿Estaban ‘la Operación Amanecer’ y el ‘Plan Impensable’ concatenados? Lo más probable es que sí. Pero ese secreto lo llevó Hitler a la tumba.

 Nota del blog .  La estrategia geopolitica occidental  fue siempre desde   comienzos del siglo XX el impedir  un pacto aleman ruso  y les intereso  simpre apoyar una potencia centro europea como Alemania ..La teoría del Heartland de Mackinder (1861-1947) y posteriormente por James Fairgrieve, .Por eso despues de su  derrota los americanos  aplicaron el Plan Marsall . O por eso  antes de  la guerra como aprendices de brujo hicieron el pacto de Munich   y  le entregaron a Checoslovaquia  la única democracia del Este . O por eso no hicieron nada  en apoyo de la República española . El oro de Checoslovaquia, depositado en Londres, paso igual ahora con el  oro Libio. O no devuelven el oro venezolano  depòsitado  en Londres. Que habia empresariso  nazis americanos como Ford  es algo que se oculta.  O que los bombadeos sobre Alemania fueran sobre población civil y no sobre sus fabricas .Y ocultan que quien derroto a Hitler fueron los sovieticos . Con un coste de entre   18  a 20 millones de muertos . Entre ellos 8 millones de soldados .

Las falacias de una Guardia Civil politizada.

Errores, bulos y mentiras en el informe de la Guardia Civil sobre la marcha del 8M





https://www.eldiario.es/politica/Errores-mentiras-Guardia-Civil-manifestacion_0_1032047760.html

 y ver ..
https://www.publico.es/politica/cobos-cabeza-faccion-opus-sigue-controlando-secretaria-seguridad.html

miércoles, 27 de mayo de 2020

El nuevo Reino Europeo de los frugales


Derecha pendenciera, izquierda zombi y darwinismo social

La derecha española vive feliz y entusiasmada en tiempos de COVID planteando caceroladas y peleando Madrid como epicentro de la libertad caiga quien caiga bajo las pataletas revolucionarias de la comandante Ayuso. Semana a semana caldean el ambiente con banderas y cacerolas y plagian escraches en los domicilios del gobierno. En la oposición son como mutantes de las moscas cojoneras de huerta de secano, o pendencieros patológicos en guerra permanente con sus propias vísceras y las de los demás.
Mientras, la izquierda sobresaliente navega entre pitos y aplausos por los mares turbulentos de un estado de alarma agitado por el trifachito aunque prudentemente anestesiado por las curvas del Dr. Simón.
Nuestra izquierda de hoy calla, ora et labora; ni grita, ni agita, sólo palpita con birrete de graduados. A veces acierta y otras desacierta, aunque las más desconcierta. Así la excelencia de la vicepresidenta le lleva incluso a descubrir el misterio del paralelo 40 Norte y llevar a la Comisión Constitucional del Congreso «el problemón del demonio» de las “temperaturas, que no son ni muy frías ni muy cálidas.» (1).
Si bien lo anecdotario supera la ficción, la realidad española pincha toda burbuja de emancipación social incluso en tiempos de COVID. No es extraño, pues, que tras la obsesión privatizadora de los gobiernos de Rajoy, el gobierno de Sánchez mande tanto que cada semana obstruye lo que queda de la arquitectura institucional del Estado tras años de austeridad letal y semanas de confinamiento en teletrabajo.
¡Estamos mal, pero menos mal que estamos! ..
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lunes, 25 de mayo de 2020

Roque Dalton , poeta salvadoreño .




Roque Dalton: El unicornio azul salvadoreño


Fuentes: Rebelión
Mi unicornio azul ayer se me perdió,
Pastando lo deje y desapareció.
Cualquier información bien la voy a pagar.
Las flores que dejó no me han querido hablar”
Silvio Rodriguez. Canción homenaje a Roque Dalton.
El día 14 de mayo de 1935 nació en San Salvador, capital de la República de El Salvador, uno de los más brillantes poetas y ensayistas latinoamericanos, Roque Dalton García. Comprometido con la lucha de su pueblo, vivió las penurias, alegrías y las contradicciones de una época que marcó igualmente su muerte, absurda, deleznable, a manos de sus propios compañeros, el día 10 de mayo de 1975.
Hace unos años mi hijo mayor, que cumple años en el mes de mayo, demandó explicaciones respecto a su nombre. Por qué este nombre, de dónde provenía tal manera de llamar a alguien. Por qué se llamaba Roque y no Juan por ejemplo. No tuve que hacer mucha memoria para recordar a un poeta y su vida que llenaron mis horas por largas jornadas y que influenció esta elección a la hora de dar un nombre significativo a este hijo que hoy interrogaba por el suyo. No hay año en que no recuerde a este poeta y mi mejor homenaje es justamente traerlo año a año a este presente, a través de estas letras.
Roque Dalton García es el nombre del ejemplo. Un hombre al cual podemos perfectamente asimilar la paráfrasis de su propio homenaje a la muerte del Che. Roque Dalton es: “la encarnación de lo más puro y lo más hermoso que existe en el seno de esa actividad grandiosa que nos impone nuestra época: la lucha por la liberación de la humanidad; la profunda lección moral y política de su vida y de su muerte forma parte inapreciable del patrimonio revolucionario de todos los pueblos del mundo, y cuya desaparición física es un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad histórica es hacernos verdaderamente dignos de su ejemplar sacrificio”
Un hombre como Nosotros
“La poesía no se escribe con ideas, sino con palabras” declaraba, a fines del siglo XIX, el poeta francés Guillaume Mallarmé. Esta sentencia, errada en Latinoamérica, y supongo que en el resto del planeta, sobre para todo aquel que tenga como arma de combate la escritura contra las injusticias que se cometen, cae estrepitosamente ante la obra vital y literaria de poetas, narradores y todos aquellos hombres y mujeres que han hecho de la literatura el modo de expresar verdades, sentimientos, deseos, anhelos e igualmente fracasos.
Uno de esos hombres, vital, vigoroso y tenaz fue Roque Dalton García, una de las figuras cimeras de la poesía Latinoamericana del siglo XX. Tan genial como desconocido, tan brillante como comprometido con las causas de justicia y libertad de su pueblo, El Salvador, país en el que nació el 14 de mayo de 1935. Hijo de un estadounidense afincado en esas tierras centroamericanas y una enfermera salvadoreña, estudió en un colegio de jesuitas que le entregó las armas de la disciplina y la constancia. A pesar de esa formación religiosa supo empaparse de la realidad trágica de su pueblo y abrevar su espíritu inquieto con letras de Neruda, Vallejo y los representantes de la escuela Surrealista.
Los poetas franceses como Billón, Saint John Perse, Kafka, Salarrué y hasta Henry Miller allegaron agua a ese molino creativo, inquieto, pleno de un humor desbordante y de extremo rigor intelectual, como solía caracterizarlo el fallecido escritor argentino Julio Cortázar quien admiraba la obra de dalton «Roque es para mí el ejemplo muy poco frecuente de un hombre en quien la capacidad literaria, la capacidad poética se dan desde muy joven mezcladas o conjuntamente con un profundo sentimiento de connaturalidad con su propio pueblo, con su historia y su destino”. Roque Dalton se definía como uno de nosotros, sin más ni menos: “Yo como tú, amo el amor, la vida, el dulce encanto de las cosas, el paisaje celeste de los días de enero. También mi sangre bulle y río por los ojos que han conocido el brote de las lágrimas. Creo que el mundo es bello, que la poesía es como el pan, de todos. Y que mis venas no terminan en mí, sino en la sangre unánime de los que luchan por la vida, el amor, las cosas, el paisaje y el pan, la poseía de todos”. Poeta y revolucionario son dos conceptos que en Roque Dalton se conjugaron con perfecta armonía. Demostró, mediante su temática como escritor y en la vida práctica como intelectual comprometido con las causas justas de su pueblo y de Latinoamérica, que la verdad sí podía ser encerrada en palabras. Mediante la poseía, sostenía Dalton, era posible decirlo todo.
“… Poesía, perdóname por haberte ayudado a comprender que no estás hecha sólo de palabras… agradecido te saludo poesía porque hoy al encontrarte (en la vida y en los libros) ya no eres sólo para el deslumbramiento, gran aderezo de la melancolía. Hoy también puedes mejorarme, ayudarme a servir, en esta larga y dura lucha del pueblo…” Para Roque Dalton el trabajo poético le permitía expresar su propia vida, su tiempo: “Camino para tal intento, desde el hecho, aparentemente simple de ser salvadoreño, parte de un pueblo latinoamericano que busca su felicidad luchando contra el imperialismo y la oligarquía criolla y que, por razones históricas bien concretas tiene una tradición cultural sumamente pobre. Tan pobre, que solamente en una debilísima medida la ha podido incorporar a esa lucha que reclama todas las armas”.
Un poeta revolucionario
Sus letras, opiniones y acciones son expresión de diversidad, riqueza en el uso del lenguaje y compromiso político. Riqueza oral y escrita demostrada verbo a verbo, poesía de rompimiento con los moldes y usanzas de la época. Sus poemas son edificios elaborados con insólitas relaciones, entre elementos disímiles en una lucha dialéctica de unión y lucha de contrarios. Viajó, al igual que su referente político y modelo de hombre: El Che, por gran parte de Latinoamérica. Vivió en Chile, donde estudió la carrera de leyes y en México, donde se empapó de periodismo y tertulias literarias.
A pesar de militancias, luchas, y avatares políticos su visión de la poesía era firme: “El poeta debe ser fundamentalmente fiel con la poesía, con la belleza. Dentro del caudal de lo bello debe sumergir el contenido que su actitud ante la vida y los hombres le imponga como gran responsabilidad de convivencia, Y aquí no caben los subterfugios ni la inversión de los términos. El poeta es tal porque hace poesía, es decir, porque crea una obra bella. Mientras haga otra cosa será todo lo que quiera menos un poeta. Lo cual, por supuesto, no implica con respecto al poeta una privilegiada situación entre los hombres, sino tan sólo una exacta ubicación entre los mismos y una rigurosa limitación de sus actividades, que también sería eficaz en el caso de particularizar la calidad de los médicos, los carpinteros, los soldados o los criminales”.
“La ventana en el rostro” escrita en el año 1961 fue su primer libro, donde están contenidos las características de lo que sería todo su trabajo futuro: Un lenguaje fulgurante, rupturista, la voluntad conceptual y una estructura innovadora que empieza a abrirle paso en la gran camada de poetas, cuentistas, ensayista y novelistas que ha dado Latinoamérica en el siglo XX. Le siguió “El Turno del Ofendido”, donde comienza a perfilarse con mayor nitidez su poesía plena de ironía y crítica no sólo frente a otros poetas, sobre todo los adoradores del soneto, que para Dalton significaba, en ese momento “una poesía conservadora, anacrónica y no sólo por el formalismo esencial que el sonetismo conlleva, sino porque los problemas de la vida actual no caben en vasos tan puros y estrechos” (Carta de Roque Dalton a los autores de la revista “De aquí en adelante”.
En el Poema “Canto a nuestra posición”, dedicado a su amigo y compañero Otto René Castillo, expresa su crítica afilada a esos llamados de hacer florecer todo en el poema ya que el hombre parecía ser un pequeño dios: “…¿Cómo pudisteis cantar infamemente a las abstractas rosas y a la luna bruñida, cuando se caminaba paralelamente al litoral del hambre y se sentía el alma sepultada bajo un volcán de látigos y cárceles, de patrones borrachos y gangrenas y obscuros desperdicios de vida sin estrellas?… Ay poetas que os olvidasteis del hombre, que os olvidasteis de lo que duelen los calcetines rotos, que os olvidasteis del final de los meses de los inquilinos, que os olvidasteis del proletario que se quedó en una esquina con un bostezo eterno inacabado, lleno de balas y sin sangre, lleno de hormigas y definitivamente sin pan… ay poetas ¡como duelen vuestras estaturas inútiles!”
Estudió e investigó con rigurosidad y con originalidad la historia de El Salvador a través de la publicación de un libro de testimonio fundamental, respecto a las luchas obreras y campesinas en El Salvador: “Miguel Mármol: la insurrección en El Salvador, año 1932” donde a través de la historia de este personaje real se da cuenta de la represión al levantamiento campesino que ocasionó 20.000 muertos en apenas tres meses. Su quehacer literario lo colocó al servicio de su pueblo y cuando este reclamó su presencia en esa inmensa estepa verde que son las montañas de Morazán, y ellas se convirtieron en su hogar no dudo un minuto en convertirlas en una nueva trinchera de palabras y balas.
Morazán se convirtió en el último centro de su creación, no sólo de dardos-palabras maravillosas lanzadas al centro de la injusticia, golpes de ideas, de agudezas sustantivas, verbales y adjetivas, bofetadas de realidad, sino también de plasmar a ese hombre nuevo, que años atrás, en montañas de la sierra boliviana se empezó a visualizar en forma de pájaro de fuego llamado Ernesto. Morazán sería su escalón más alto en la vida de un revolucionario, su vida plena pero también su muerte, tan brutal como absurda a manos de una fracción de la organización guerrillera en la cual militaba (el Ejército Revolucionario del Pueblo), en el trágico 10 de mayo del año 1975
¿Cuáles fueron los cargos, en concreto, que le formularon? Preguntó Juan José Dalton (Hijo de Roque) en una entrevista realizada a uno de los responsables de la muerte de su padre, el exlíder del ERP, Joaquín Villalobos (1)
“Básicamente fueron dos, el cargo más importante que se le imputaba era el de promover la insubordinación y la deserción; el segundo fue un cargo adicional que en realidad nunca llegó a documentarse sino que fue un cargo bajo sospecha. El cargo insubordinación para aquel entonces se podría considerar como real, pero de lo que se estaba tratando era de un problema político, o sea, parte de los problemas de la etapa fundamentalista de una organización en desarrollo. Lo que él estaba haciendo era tomando contactos con gente para convencerlas políticamente de su posición y eso a la luz de nosotros -en la otra posición- era considerado divisionismo. Había hablado con un compañero, que fue el primer explosivista, Pancho, y lo había incitado a que se insubordinara, a que se fueran juntos porque estaba planteado claramente un problema político. El segundo cargo en realidad fue formulado bajo sospecha a raíz de una historia con relación a su fuga de la cárcel de Cojutepeque (1964); hecho en el que quedó como un chisme, que su fuga la propició la CIA.
A esto, ya no a la luz de nuestra posición de aquel momento, no a la luz de aquel debate que teníamos entre nosotros, sino explicándome este fenómeno con la misma lógica que explicó la parte nuestra, el problema es que Roque estuvo con un conflicto dentro del Partido Comunista y en éste también era tradición que los que disentían se les cargaba con motes de este tipo y cualquier cosa era considerada inmediatamente peligro de agente enemigo. Todavía recuerdo, incluso, que en los años 70 a los que comenzamos a formar los primeros grupos armado se nos tachó de ser de la CIA; era parte de la lógica de la época. Pero, de ninguna manera aquello tenía ni la más mínima seriedad.
A partir de ahí se consideró que era un peligro si se le dejaba en libertad ya que eso podía afectar a la seguridad del resto; estas son las argumentaciones más fuertes que en una etapa de clandestinidad se arguyen para no atender los problemas que a veces constituyen disidencias políticas; incluso, hasta en algunos casos se llega a entender que son disidencias políticas pero por el temor a que se deriven en problemas de seguridad, entonces se incurren en faltas tan graves como el ajusticiamiento y los fusilamientos y la tendencia de eliminar a un opositor, a un adversario político”
Terrible destino, triste realidad de aquellos que asesinaron a este hombre, en especial Joaquín Villalobos convertido, posteriormente en profesor visitante en una universidad inglesa y miembro de la Fundación estadounidense Dialogo interamericano. La historia nos ha mostrado que el acusador infame termina como escudero del imperio (2) Un Villalobos enaltecido por la prensa de las potencias occidentales, pero que jamás llegará ni siquiera al talón de un hombre como Roque, bajo en estatura pero gigante como poeta y rebelde en una conjugación práctica y, estaba convencido que una de las vías fundamentales, posibles de transformar al intelectual en intelectual revolucionario era la acción social.
Una práctica que le daba temor, tan presente junto al miedo y la pérdida de la inocencia en cada uno de sus poemas: “27 años: Es una cosa seria tener veintisiete años, en realidad es una de las cosas más serias. En derredor se mueren los amigos de la infancia ahogada y empieza a dudar uno de su inmortalidad”. Esa praxis social debía hacerse en el seno de la lucha de los pueblos que llevan a cabo su combate por dejar sólo de sobrevivir y llegar a conocer lo que es vivir como un verdadero ser humano. Su paso por Cuba, donde dejó a sus hijos, para dedicarse a la lucha guerrillera le dio la formación necesaria, desde el punto de vista político, literario y de reconocimiento expresado en su Premio Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1969, por su poemario “Taberna y otros lugares”.
Este libro de poemas es la expresión de lo que fue Roque Dalton, un insurrecto permanente, un visionario, un hombre dotado de gran sutileza. En plena efervescencia pre-Primavera de Praga en el año 1968, Roque Dalton solía visitar las viejas tabernas del centro de la capital de la ex-Checoslovaquia, después de su trabajo en la Revista Internacional, que reunía la crema y nata de los ideólogos comunistas de ese entonces. En esas visitas llenas de espumosos brebajes, Roque, armado de una vieja máquina grabadora se deleitaba escuchando las conversaciones de estudiantes, obreros y soldados. De ese trabajo salió «Taberna y otros lugares», pero también el convencimiento que el socialismo, en aquellos grises países de Europa del Este no eran el modelo natural de esa visión de mundo, que tarde o temprano reventaría por sus propias contradicciones, y que Latinoamérica no debía trasladar mecánicamente las experiencias políticas allende el Atlántico.
El gran habitante del pequeño Pulgarcito
Uno de sus hijos, Juan José Dalton, lo describe como un tipo genial, poseedor de sentido del humor inigualable, un hombre que sabía esconder las tristezas bajo una permanente sonrisa y con una decisión inquebrantable. Así, cuenta Juan José: “En La Habana teníamos un vecino que se llamaba Fernando Martínez, era un experto en marxismo-leninismo. Como en su casa se había roto el refrigerador, mi papá le guardaba la carne y el pollo a cambio de clases de materialismo. Cuenta Fernando que en una de esas calurosas tardes de 1972 había salido a la verja de su casa. Bajando por la calle J del Vedado (donde aún está nuestra casa en La Habana), venía rodando mi padre. El poste de la esquina lo detuvo. Fernando se le acercó. “¿Roque, que te pasa chico? Mira como vienes…” “No voy a seguir bebiendo Fernando, porque si no, no voy a poder ser guerrillero”, le contestó a modo de autocrítica. “Efectivamente, nunca más lo volví a ver tomado… Fue la última vez. Nunca creí que esa la despedida”, me contó aquel cubano”. Era la última vez pues su próximo paso era integrarse a las fuerzas guerrilleras que actuaban en El Salvador.
Roque era también un escritor del más íntimo lirismo, capaz de expresar los dolores que llegaban del testimonio práctico de las heridas de su pequeño pulgarcito, como una vez definió la poetisa chilena Gabriela Mistral a El Salvador. Sus letras venían del pueblo, de la herida vallejiana que carcomía la vida de ese Salvador suplicante de ser salvado. Un poeta que legó la policromía de su estilo, la riqueza y vivacidad de su prosa refulgente y dinámica, la belleza de sus ideas y lenguaje. Nos dejó un arma defensiva a la cual recurrir, cuando los significados y significantes nos amenazan con evadir sus responsabilidades. Sus escritos no marcharon nunca al margen de la hoy tan vilipendiada lucha de clases pero, esa contradicción vital era transmitida en forma tan sugerente y pedagógica, tan finamente irónica y genial, que podía enseñar más con el corazón que con manuales.
Roque, a su manera, mostró el escalón más alto del ser humano, para llegar a tener los derechos nunca alcanzados de su pueblo: “El escritor y el artista latinoamericano promedio lucha en distintos niveles contra el régimen que lo discrimina, lo humilla y lo persigue. Y más que el poeta y el escritor, es el subversivo, el perseguido, el preso, el torturado. Y comienza a ser el asesinado junto a miles de su pueblo, y el que combate con las armas en la mano, en consecuencia los nombres de Javier Heraud, Edgardo Tello, Otto René Castillo encabezan la lista”. Su pequeña amada patria era un tema constante en sus letras. Mezclaba en ello la rabia y la ternura, el amor y el odio más profundo. Mientras su madurez biológica avanzaba inexorable, su florecimiento intelectual, nutrido en tierras latinoamericanas y europeas, desbordaba los cauces poéticos conocidos hasta la época. Su amor por ese pedazo de tierra de 20.000 kilómetros cuadrados no tenía los límites señalados en mapas y acuerdos políticos, pero se había transformado, con el paso de los años y el exilio, en un dolor que laceraba todo su ser…”
Roque estaba convencido de que la libertad de su diminuta tierra era parte de la construcción de múltiples patrias dispersas por la mestiza Latinoamérica. La edificación de un verdadero Nuevo Mundo, con hombres nuevos era considerada por Roque Dalton como un camino plagado de dificultades, una senda difícil, dura y terrible, que necesitaba de inéditos y más penetrantes dolores para lograr erradicar su enajenación: “Necesitas bofetones, electroshocks, Psicoanálisis, para que despertés a tu verdadera personalidad… habrá que meterte a la cama, a pan de dinamita y agua, lavativas de cóctel molotov cada quince minutos, y luego nos iremos a la guerra de verdad, todos juntos, novia encarnizada, mamá que parás el pelo”
Ser fuerte sin perder la ternura
Roque fue también periodista, que desuella, enseña y no hace de la lisonja el pan de cada día. Se alejó y burló del dogmatismo: opio del deseo y práctica de cambios. Los esquemas incuestionables, hayan sido políticos o literarios no eran su alimento. No existía disyuntiva entre su creación artística y la política, entre versos y reforma agraria, entre ensayos literarios y prácticas guerreras ¿Su máxima? La duda, siempre la duda en lugar del dogma que adormece. La crítica que construye en lugar del acatamiento incondicional. El aprendizaje de esto fue un proceso doloroso: 
“Mi actitud ante el contenido ideológico y la trascendencia social de la obra poética está determinada fundamentalmente por dos hechos extremos: el de mi larga y profunda formación burguesa y el de la militancia revolucionaria que mantengo desde algunos años. La práctica en las filas del partido ha organizado mi preocupación de siempre por los problemas de la gente que me rodea, del pueblo, en último grado y ha ubicado con exactitud ante mi atención, las responsabilidades fundamentales a las cuales deberse, así como a la forma concreta de realizar esos deberes a lo largo de la vida. Pero los largos años en el Colegio Jesuita, el desarrollo de mi primera juventud en el seno de la chata burguesía salvadoreña, el apegamiento a formas de vida irresponsables, alejadas con santo horror del sacrificio o de los problemas esenciales de la época, han dejado en mí sus marcas, las cicatrices que aún ahora duelen”.
Estas palabras escritas en su ensayo “Poesía y militancia en América Latina” son ese ejemplo de autocrítica que animaba a Roque Dalton y que resumen esa vida plagada de contradicciones pero siempre honesta. El destino con la revolución marcó su existencia, era un indiscutible compromiso de pareja. En un mundo como el que se nos presenta en este nuevo milenio requiere de nuevos honores, de nuevas formas de enfocar los cambios necesarios para los pueblos subdesarrollados, pero igualmente se necesita de un conciencia de revolucionarios, de poetas como Roque que si la muerte no lo tuviese en su seno, seguiría convocando a esta generación de móviles y globalización en la necesidad de ser revolucionarios hoy, en la época dura, la única que da posibilidades de ser sujeto de epopeyas: “Ser revolucionario cuando la revolución ha eliminado a sus enemigos y se ha consolidado en todos los sentidos puede ser, sin lugar a dudas, más o menos glorioso y heroico. Pero serlo, cuando la calidad de revolucionario se suele premiar con la muerte es lo verdaderamente digno de la poesía. El poeta entonces la poesía de su generación y la entrega a la historia”. 
Roque Dalton García entregó su poesía a toda una generación de latinoamericanos que a 45 años de su asesinato, tan brutal como absurdo, a manos de un grupo de dogmáticos que jamás conocieron al verdadero Roque, camuflado bajo el nombre de Julio Delfus Marín en las montañas de Morazán. Quienes lo asesinaron jamás le perdonaron su humor, su desparpajo ante las más insólitas situaciones, su imaginación llena de optimismo por el mejoramiento humano. Quienes lo asesinaron lo acusaron de aquello que jamás tuvo un dejo de verdad, lo asesinaron enceguecidos en su ortodoxia, en su abominación como seres humanos, en su desprecio por lo diversos, por lo que sobresale sobre lo gris.
El poeta nicaragüense Julio Valle al saber sobre la muerte de su amigo dijo a su hijo Juan José “Mirá hermano, quienes mataron a Roque no tenían humor” una ingeniosidad tan permanente y vital que hizo exclamar a Eduardo Galeano que Roque era capaz de hacer reír hasta las piedras. Capaz de sacar sonrisas, pero recordarnos sobre el sufrimiento de sus hermanos en el Poema de amor:
“Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como “silver roll” y no como “gold roll”) los que repararon la flota del pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, contrabandistas, por estafadores, por hambrientos… los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de las páginas rojas, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla en el infierno de la bananeras, los que lloraron borrachos por el himno nacional, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta… los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos”.
Roque Dalton murió y ahora que El Salvador luego de muchos años de guerra civil se ha consolidado una nueva y enigmática caminata por inéditos derroteros, donde imperan el populismo, las bandas armadas, el desangramiento de sus hombres y mujeres que parten al norte en busca de mejor destino. En este momento de pesadumbre se hace imperativo recordar a aquellos, que regaron con su fresquísima sangre el camino que hoy transitan otros nuevos hombres. Él murió, pero está encarnado en muchas vidas que encuentran en su ejemplo la luz que guía y alecciona. Ha resucitado en este nuevo El Salvador, tal vez un poco mejor que aquel sangrante país que conoció sus pasos terrenos.
Roque Dalton, hombre pequeñito de estatura pero gigante y feroz con la pluma y el fusil está riendo y lo hace henchido de placer a pesar de las masacres y las lágrimas jamás recuperadas. Roque es el recuerdo de la sangre joven prodigada por salvadoreños e internacionalistas que lucharon por un Salvador más justo, que entregaron sus vidas por una causa que no importaba tener como norte la muerte si de verdad se moría entre pájaros y árboles, como decía el poeta Javier Heraud. Roque ha triunfado y pronto será parques infantiles, escuelas, hospitales, será nuevos poemas por venir, un continente reidor y feliz por tener en su vientre a millones de nuevos Roques por nacer.
Notas
1. El otrora líder de la exguerrilla salvadoreña Joaquín Villalobos (profesor hoy en una Universidad Francesa), reconoció en exclusivo al diario mexicano Excelsior, en el año 1993, en entrevista dada al hijo de Roque, Juan José Dalton, que el asesinato del destacado escritor Roque Dalton es el error más grande que haya cometido en su carrera política como integrante del «colectivo» que decidió tal acción. Un «tribunal», del cual Villalobos «no quisiera hablar», lo condenó a muerte bajo cargos de «sedición», de «ser agente del enemigo y de la Agencia Central de Inteligencia (ClA)». Pruebas fehacientes de los cargos que se le imputaron no se presentaron entonces y en la actualidad las acusaciones son «totalmente devaluadas», por lo que todo parece indicar, y confirma las denuncias de importantes sectores nacionales e internacionales, que se trató de un asesinato político sin justificación de ninguna índole. Para leer la entrevista completa puede acudir a http://www.agenciapacourondo.com.ar/cultura/habla-joaquin-villalobos-uno-de-los-responsables-del-asesinato-de-roque-dalton
2. Villalobos desmontó el Ejército Revolucionario del Pueblo y pasó a una misteriosa vida apolítica. Tuvo la oportunidad de ocupar una cátedra en la prestigiosa universidad inglesa de Oxford, ignoro a partir de cuáles méritos académicos. Pero a poco volvía a América Latina, escribía para el diario español El País y se convertía en asesor político de ¡Álvaro Uribe! Como última noticia –para redondear el currículum del asesino en jefe– escribe sobre la manera de enfrentar al chavismo. Lo que allí dice es lo de menos, pero el propósito del libelo responde una pregunta –no la muy compleja de cómo derrotar al pueblo venezolano– sino otra que nos hemos hecho muchos amigos de Roque Dalton, ¿cuál fue la verdadera causa de su asesinato?
Creo que está muy claro que Villalobos, el guerrillero jefe del ERP, el asesino de Roque ha sido desde el primer momento un agente de la CIA, un ejecutor de claros y ambiciosos proyectos del imperialismo
Este supuesto “hombre de izquierda”, tan de izquierda como para considerar traidor a Roque Dalton porque “llevaba una vida bohemia, escribía poesía y amaba la Revolución Cubana”, fue asesor de Álvaro Uribe, el más fiel servidor que, en los últimos tiempos, han tenido los Estados Unidos en América Latina; colabora en un diario que ha girado enteramente a la derecha, pero el asesinato de Roque Dalton fue su máxima colaboración con la CIA.
Desnuda.
Amo tu desnudez ,
porque desnuda me bebes con los poros,
como hace el agua,
cuando entre sus paredes me sumerjo.
Tu desnudez derriba con su calor los límites,
me abre todas las puertas para que te adivine,
me toma de la mano como a un niño perdido
que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.
Tu piel dulce y salobre que respiro y que sorbo
pasa a ser mi universo, el credo que se nutre;
la aromática lámpara que alzo estando ciego
cuando junto a la sombras los deseos me ladran.
Cuando te me desnudas con los ojos cerrados
cabes en una copa vecina de mi lengua,
cabes entre mis manos como el pan necesario,
cabes bajo mi cuerpo más cabal que su sombra.
El día en que te mueras te enterraré desnuda
para que limpio sea tu reparto en la tierra,
para poder besarte la piel en los caminos,
trenzarte en cada río los cabellos dispersos.
El día en que te mueras te enterraré desnuda,
como cuando naciste de nuevo entre mis piernas.


Poesías de Roque Dalton...http://amediavoz.com/dalton.htm

domingo, 24 de mayo de 2020

El código penal y la democracia en España. ( 3ª parte)

El Código Penal de la democracia militante española 

(1995-2015)

Daniel Escribano


SinPermiso.

Tras casi dos décadas funcionando con un Código Penal franquista desde la aprobación de la Constitución, en 1995 las Cortes españolas elaboraron uno nuevo, que sus impulsores calificaron de Código Penal de la democracia (Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre). Sin embargo, la mayoría de los “delitos” que Löwenstein(1) consideraba propios de una democracia militante han permanecido y los cambios respecto al Código de 1973 en lo tocante a los delitos de opinión han sido escasos. Desapareció la apología de los “delitos contra la seguridad del Estado”, pero se mantuvo, y ahora como delito, la del delito en general (art. 18). Además, una reforma de 2000 (Ley Orgánica 7/2000, de 22 de diciembre) reintrodujo el tipo específico de apología del “terrorismo”, con el nombre de “enaltecimiento” (art. 578) y penas de cárcel de entre uno y dos años, que la reforma de 2015 de este artículo ha aumentado hasta tres (Ley Orgánica 2/2015, de 30 de marzo) y que tienen que imponerse en su mitad superior cuando las expresiones enjuiciadas se hayan publicado en medios de comunicación o Internet. Huelga decir que el “Código Penal de la democracia” militante ha mantenido el delito de injurias al jefe del Estado —con penas de entre seis meses y dos años de cárcel, si son “graves”, y multa de seis a doce meses, si son de naturaleza “leve” (art. 490.3)—, que, además, ahora se extienden a las “Cortes Generales o a una asamblea legislativa de comunidad autónoma” (art. 496), al “Gobierno de la nación, al Consejo General del Poder Judicial, al Tribunal Constitucional, al Tribunal Supremo, o al Consejo de Gobierno o al Tribunal Superior de Justicia de una comunidad autónoma” (art. 504.1). Si no bastaba con esta retahíla de instituciones sobreprotegidas penalmente, la mencionada reforma de 2000 añadió a “los Ejércitos, clases o cuerpos y fuerzas de seguridad” (art. 504.2). Así, pues, se recuperaba y ampliaba el tipo introducido por la Ley de 23 de marzo de 1906. Igualmente, el “Código Penal de la democracia”, en la línea militante descrita por Löwenstein, ha mantenido el delito de “ultrajes a España”, también introducido por aquella Ley, agregando ahora a “sus comunidades autónomas o a sus símbolos o emblemas” (art. 543).
Los defensores de la tesis de que el Estado español no es una “democracia militante” porque su Constitución no contiene preceptos como los de los artículos 9.2 y 21.2 de la Ley Fundamental de la RFA soslayan que en 2002 las Cortes españolas aprobaron una ley que anunciaba la declaración de ilegalidad y disolución de los partidos políticos cuya actividad “vulnere los principios democráticos, particularmente cuando con la misma persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático” (Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de partidos políticos, arts. 9.2 y 10.2.c). Si entre “deteriorar o destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático” y causar “perjuicio” al “orden fundamental democrático-liberal” (art. 21.2 de la Ley Fundamental RFA), o entre anunciar la declaración de ilegalidad de un partido político y calificarlo de “anticonstitucional”, hay alguna diferencia, a nosotros se nos escapa. O acaso el criterio para calificar a una democracia de militante sea que las restricciones de derechos fundamentales se consignen en la Constitución, de modo que el sistema político cuyo ordenamiento jurídico relegue a la legislación infraconstitucional dichas restricciones queda exonerado de dicho adjetivo...
Con todo, debe reconocerse que el máximo intérprete de la Constitución española sí se ha mostrado más sensible a los principios de las democracias no militantes, si bien sólo en lo atinente a la libertad de expresión del negacionismo de genocidios. En efecto, si en 1995 el legislador penal español, en la línea de las “democracias militantes”, tipificó como delito la difusión de “ideas o doctrinas que nieguen o justifiquen” los casos históricos de genocidio “o pretendan la rehabilitación de regímenes o instituciones que amparen prácticas generadoras de los mismos” (art. 607.2), el Tribunal Constitucional (TC) consideró contraria a las libertades de opinión e investigación reconocidas en el artículo 20 de la Constitución la inclusión en el precepto del verbo negar (sentencia 235/2007, de 7 de noviembre). No obstante, el delito de negación del genocidio se reintrodujo en 2015 (Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo), en el artículo que define los denominados delitos de odio (510), pero no la penalización de las doctrinas propugnadoras de la “rehabilitación de regímenes o instituciones” que han amparado procesos de genocidio, tipificación que no había sido declarada inconstitucional por el TC. Además, con el pretexto de que parte del contenido del apartado segundo del artículo 607 de la primera versión del “Código Penal de la democracia” se había trasladado al artículo 510, el antiguo artículo 607.2 fue derogado y la difusión de doctrinas defensoras de la “rehabilitación de regímenes o instituciones” amparadores de genocidios, despenalizada.
Código Penal y religión
Mención especial merecen los tipos penales relacionados con las religiones. Aquí también se da una sobreprotección penal, nuevamente en detrimento de los derechos fundamentales y del principio de igualdad jurídica. Los Códigos Penales de 1822, 1848 y 1850 y otras normas especiales del período establecieron, lisa y llanamente, el catolicismo obligatorio, llegando al paroxismo de despojar de la nacionalidad a quien apostatara (art. 233 CP 1822) o de tipificar como delito la mera defensa de “que se permita el culto de cualquier otra” religión (art. 30.2 del Real Decreto de 2 de abril de 1852). En lo tocante al Código Penal progresista de 1870, aún mantuvo graves restricciones de la libertad de expresión en materia religiosa y moral, las más notorias de las cuales eran el mantenimiento de los tipos penales de “escarnio” de “alguno de los dogmas ó ceremonias de cualquiera religion que tenga prosélitos en España” (art. 240.3); la “profanación” de “objetos destinados al culto” (art. 240.4); la exposición, “por medio de la imprenta y con escándalo”, de “doctrinas contrarias á la moral pública” (art. 457), o la calificación como “asociaciones ilícitas” de las “contrarias á la moral pública” (art. 198.1). Además, la retahíla de preceptos del Código de 1848 que protegían a la doctrina y parafernalia católicas (arts. 133, 481, 482), más que desaparecer, se refundían en el nuevo delito de realización (“con escándalo”) de actos que “ofendieren el sentimiento religioso” (art. 241) o, como falta, la “perturbación” de “los actos de un culto” y la “ofensa” mediante cualquier modo no previsto en estos artículos de “los sentimientos religiosos de los concurrentes” (art. 586.1). También persistían delitos singularizados para proteger a la figura del “ministro de cualquier culto” en ejercicio de sus funciones, incluso de actos meramente verbales (art. 240.1), y la “celebracion de las funciones religiosas” de perturbaciones o interrupciones (art. 239). Igualmente, se mantenían conceptos como “ofensa” al “pudor ó las buenas costumbres” (art. 456), incluso en la forma de “estampas ó grabados” (art. 586.2).
En lo tocante a la Segunda República, el laicismo no pasó de la Constitución (art. 3), toda vez que el Código Penal de 1932 mantuvo todos y cada uno de los “delitos” en materia religiosa y moral del Código de 1870, incluso textualmente, limitándose el legislador a rebajar las penas. Y, en el caso del régimen actual, la laicidad no ha llegado ni siquiera a aquélla. En efecto, la Constitución de 1978, a pesar de declarar que “[n]inguna confesión tendrá carácter estatal”, anuncia inmediatamente que los poderes públicos “tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones” (art. 16.3). Además, en un auténtico despropósito pedagógico, el artículo que supuestamente reconoce el derecho a la educación eleva a la categoría de derecho, y de rango constitucional, la práctica de las confesiones religiosas de adoctrinar a los niños, con el pretexto del pseudoderecho parental a que “sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones” (art. 27.3), lo que es incompatible con el aprendizaje teóricamente veraz y empíricamente fundamentado de la lógica de los fenómenos físicos, químicos o biológicos y con el grueso de la filosofía desde la Ilustración. Este adefesio constitucional supone una regresión en toda regla respecto a la Constitución de la República, que anunciaba la enseñanza “laica” y basada “en ideales de solidaridad humana” (art. 48). Los privilegios de la Iglesia católica anunciados en la Constitución de 1978 se concretaron en los cuatro acuerdos suscritos entre el Estado español y el Vaticano el 3 de enero de 1979, entre los que destacan los siguientes: la restricción de la libertad de cátedra para proteger a la doctrina cristiana (art. I del Acuerdo sobre enseñanza y asuntos culturales), que tiene que ofrecerse obligatoriamente en todos los centros de enseñanza e impartida por personal designado por el obispado (art. III); el derecho de la Iglesia a establecer centros docentes no universitarios (art. IX) y organizar cursos en las universidades públicas (art. V); el sostenimiento con recursos públicos de la Iglesia católica y una miríada de exenciones fiscales para ésta (arts. I, III y IV del Acuerdo sobre asuntos económicos), o la asunción del calendario festivo cristiano como calendario festivo oficial (art. III del Acuerdo sobre asuntos jurídicos). Como apunta el constitucionalista Javier Pérez Royo, estos acuerdos, suscritos formalmente tras la promulgación de la Constitución, son fácticamente preconstitucionales, ya que se negociaron antes de que ésta se promulgara y tenían como objetivo que la Iglesia católica mantuviera “parte de la situación de privilegio de la que había gozado durante el régimen del general Franco”.
En lo tocante al tratamiento penal de los actos contrarios a las religiones, si el Código de 1973 se inscribía en el marco establecido por los Códigos anteriores al de 1870, el de la democracia militante sigue a este último: mantiene el delito de “escarnio” de “dogmas, creencias, ritos o ceremonias” de una “confesión religiosa”, siempre que tenga como objetivo “ofender los sentimientos” de sus “miembros” (art. 525). Este precepto, además de restringir gravemente la libertad de expresión, es una muestra de los privilegios de que gozan las religiones, por cuanto ninguna otra creencia dispone de protección penal de su ideología ni de su parafernalia. En segundo lugar, el tipo presenta un problema grave de taxatividad, dada la subjetividad de lo que hay que entender por ofensa intención, y es susceptible de convertir en delictivas numerosas obras literarias y cinematográficas, el grueso de la filosofía contemporánea y el propio método científico. Asimismo, al legislador penal de un Estado que se declara aconfesional no le basta con un artículo que proteja los “sentimientos religiosos” y necesita otro que tipifica como delito un concepto que sólo tiene sentido en las ideologías religiosas: el de “profanación” (art. 524). Debe destacarse que los hechos tipificados en estos dos artículos no implican violencia. Asimismo, el Código Penal de la democracia militante “aconfesional” dedica un artículo específico (el 523) a la protección de “los actos, funciones, ceremonias o manifestaciones de las confesiones religiosas” reconocidas legalmente contra interrupciones, perturbaciones o acciones destinadas a impedir que se lleven a cabo, tanto si los hechos se producen con “violencia, amenaza” o “tumulto” como si se realizan por “vías de hecho”. De entrada, debe criticarse que no se excluyan del precepto las acciones no violentas, crítica extensible a la redacción del apartado cuarto del artículo 514, que castiga el hecho de impedir o perturbar “el legítimo ejercicio de las libertades de reunión o manifestación” de cualquier tipo. Pero es aun más rechazable, desde el punto de vista del principio de igualdad, la concesión de una protección singularizada a las reuniones y manifestaciones de carácter religioso, hasta el extremo de imponer penas más altas a quienes interrumpan, perturben o impidan actos de dicha naturaleza: entre seis meses y seis años de prisión, contra penas de entre tres y seis meses y multa de seis a doce meses, cuando se obstruyen reuniones o manifestaciones no religiosas.
Notas
1) Karl Löwenstein, «Militant democracy and fundamental rights, II», The American Political Science Review, vol. 31, núm. 4, agosto de 1937, pp. 644-655.
(Una versión anterior texto se publicó en la revista Catarsi el 5 de mayo de 2020).

https://www.sinpermiso.info/textos/el-codigo-penal-de-la-democracia-militante-espanola-1995-2015

sábado, 23 de mayo de 2020

Julio Anguita . In memórian .

 Tengo una pensión de 1.848 euros, un Seat León y un ordenador ...


Ver vídeos  ....

 https://www.youtube.com/watch?v=OVvsbVibMvQ&feature=youtu.be

y ver ... De hace unos treinta años)

Sobre la necesaria revisión del Tratado de Maastricht
(De hace unos veinticinco años)

Negarse a pagar la deuda y los deberes republicanos
(De hace unos siete años)
 Fuente de estos  tres últimos  vídeos  Cordura