miércoles, 1 de abril de 2020

¿ Porque necesitamos los eurobonos?

¿Porque necesitamos los eurobonos?.

Ayoze Alfageme 


Las ciencias económicas se han ganado el título de reina de las ciencias sociales por escoger como su campo de estudio el de los problemas resueltos.
Abba Lerner (1972)

Son muchas las críticas que se pueden hacer a la acción política llevada hasta la fecha por los principales Estados europeos para mitigar las consecuencias económicas propiciadas por la crisis del Covid-19. Su imprecisión, su lentitud, su tibieza o su falta de claridad –el mejor ejemplo, el de la rueda de prensa de Lagarde hace dos semanas-. Lo que no se puede menospreciar, sin que ello sea motivo de celebración, es que parece que esta vez los gobiernos de los estados miembros de la zona euro (ZE) y las instituciones de la Unión Europea (UE) están reaccionando a la crisis del coronavirus y a sus consecuencias económicas y sociales de manera algo (o bastante) distinta a la última crisis en 2010-12. No en vano el detonante de la crisis económica en la que ya estamos sumidos, y quién sabe por cuánto tiempo, tiene causas muy distintas a las de la crisis de deuda de hace ya 10 años. Sí, es cierto que podemos argumentar que estábamos ya antes de que apareciera el virus en ciernes de una crisis global, dada la larga y débil recuperación tras la Gran Recesión, pero la percepción pública y política de cómo hemos llegado a esta crisis es totalmente diferente. El culpable ahora es común para todos, es el coronavirus, y justificar cualquier otra cosa o intentar culpar a Estados individuales es, de momento, “repugnante”.
Esta narrativa importa a la hora de poner en marcha por parte de los Estados miembros de la ZE y la UE todas las medidas económicas necesarias para mitigar las consecuencias de la recesión económica que vivimos y que puede dejar la anterior Gran Recesión como su hermana pequeña. Pues, como ya sabemos, los Estados de la ZE no disponen de todas las libertades en política fiscal y monetaria que sí tendrían, por ejemplo, el Reino Unido, Japón o Estados Unidos1. Y esto nos lleva de cabeza a volver a los debates –repetidos hasta la saciedad– sobre cómo se puede abordar en la ZE una crisis donde la emisión de moneda está totalmente externalizada y donde los países miembros se han adherido a una regla de oro: la austeridad. No por repetidos estos debates dejan de ser importantes; y no por repetidas, las conclusiones del mismo han sido asimiladas por todas las partes de igual manera.
La pregunta pertinente es la siguiente: si lo que necesitamos ahora es un aumento del gasto público y, por consiguiente, unos aumentos de los déficits fiscales de unas magnitudes de al menos el 10% del PIB ¿cómo vamos a financiar esos déficits sin poner en riesgo la solvencia de unos Estados que carecen de la capacidad de emitir la moneda con la cual se endeudan? Y más a largo plazo, ¿cómo podemos aprovechar este momento para que la ZE y la UE reviertan los pasos dados hacia la total deslegitimación democrática y su lenta desintegración?
Lo que nos da el Euroo, mejor dicho, lo que nos podría dar
Empecemos por lo obvio pero muchas veces eludido por una parte importante de la izquierda. En concreto por esas voces de la izquierda que creen que Estados como España o Italia estarían mejor siguiendo el camino del Reino Unido y recuperando su plena soberanía monetaria. Pertenecemos a una zona monetaria que aúna en términos de PIB a la mayor área económica tras los EEUU. De aquí se deriva el valor de la moneda euro en los mercados tanto de mercancías como en los mercados financieros, y se deriva también la potencialidad del BCE para imprimir dinero sin que ello mine el valor del euro.
Como ejemplo pongamos el nuevo programa de compra de bonos públicos anunciado por el BCE el pasado 18 de marzo bajo el nombre de Programa de Emergencia contra Pandemias (PEPP, por su siglas en inglés). El Banco Central se ha preparado para gastar 750 mil millones de euros en compra de deuda pública sin necesidad de seguir ninguna ratio de capital aportado al BCE –podrá comprar tanta deuda de cualquier país como estime necesario-. Es un cambio importante respecto a programas de compra de deuda anteriores en los que tenía que comprar montos de deuda proporcionales a la capitalización de cada país. Ahora, en cambio, puede actuar con mayor discrecionalidad. Más adelante volveré a este punto y sus implicaciones políticas.
Lo que importa ahora es entender que en ningún caso puede esperarse que si la gran mayoría de países que ahora pertenecen a la ZE tuvieran sus antiguas monedas nacionales, pongamos España y la peseta o Italia y la lira –con sus historiales de devaluaciones previas a la entrada del euro, sus hasta hace dos días constantes déficits por cuenta corriente y su dependencia y conexión con el comercio exterior para el suministro de todo tipo de bienes y servicios– y anunciasen sus bancos centrales un aumento de compra de deuda pública por valor del 7,5% del total de deuda pública existente (que es lo que representan los 750 mil millones anunciados por el BCE sobre el total de deuda pública de la zona euro) o visto de otra manera, una monetarización de la deuda pública por valor del 5% del PIB (que es lo que representan los 750 mil millones respecto al total del PIB de la ZE), en ningún caso podría esperarse que su moneda se devaluara respecto al dólar menos de un 2% (que es lo que le ha pasado al euro tras el anuncio del BCE). Pues bien, el BCE da este poder a la mayoría de los Estados miembros de la zona euro –esto es, poder monetizar la deuda pública sin que peligre el valor de su moneda–, con excepción de Alemania gracias a su constante superávit comercial, y tal vez Francia. Cuestión harto distinta es la gestión política que se haga, y que se haya hecho hasta ahora, de este poder.
El BCE como financiador de los déficits públicos
Dado el potencial que se le presupone al BCE y que hemos explicado anteriormente, parece natural proponer que debe ser esa institución la que monetice los crecientes déficits fiscales de los países de la ZE en esta crisis económica que comienza. Esa ha sido la reacción de la presidenta del BCE, que algo aprendió desde su puesto de presidenta del FMI durante la crisis griega, y que ha sido aplaudida por economistas y políticos de todo pelaje. Si acaso se puede criticar que los 750 mil millones podrían quedarse cortos más pronto que tarde, pero siempre cabe la posibilidad de prorrogar y extender el programa de compra. He aquí precisamente el problema.
Cuarenta años con un machacón dogma ideológico sobre la conveniencia y única solución natural de que los bancos centrales sean lo más independientes del poder ejecutivo que se pueda, nos han llevado a tener en la ZE al banco central más independiente de todos, léase sin eufemismos: el menos controlable políticamente del planeta. La independencia del BCE, y del sistema de bancos centrales nacionales que lo componen, está grabada en los tratados de creación de la Unión Monetaria Europea, y a menos que los cambiemos y los cambiemos en la dirección que nos gustaría –que nos gustaría en un sentido republicano-democrático– seguirá siendo el Consejo de Gobierno del BCE quien decida si implementar un programa de compra de bonos públicos o no. Es decir, el poder discrecional de creación monetaria con el que juega el BCE es un arma de doble filo. Por ejemplo, en esta reciente propuesta escrita por S. Cutillas, A. Medina, P. Cotarelo y M. Lascorz proponen que los bancos centrales nacionales compren a perpetuidad y con interés del 0% los bonos públicos. Aunque seguro que son conocedores de tal limitación, estos economistas pasan por alto a la hora de hacer su recomendación de economía política que la compra directa de bonos públicos por parte de los bancos centrales nacionales o por el propio BCE está prohibida2. Como solución es buena, el único problema es que ahora mismo es imposible. Nos guste o no en la situación política actual, renegociar estos tratados no está sobre la mesa. Sí lo está, en cambio, la emisión de eurobonos. Situación que hay que aprovechar ya que hace tan solo un mes era algo impensable.
Además no cabe esperar otra cosa: aunque los tratados europeos fueran renegociados, el resultado no dejaría de representar la correlación de fuerzas existentes en los diferentes países y entre los diferentes países que conforman la ZE. Pensar que hay una mayoría política en Europa preparada para hacer de palanca a favor de un cambio del mandato del BCE que nos agrade es simplemente ignorar la realidad en la que nos encontramos. Este argumento también vale para los que siguen pidiendo la vuelta a la soberanía monetaria nacional. Muy bien, volvamos a ella, salgamos de la zona euro e incluso de la Unión Europea. Ahora bien, que nos expliquen cómo exactamente vamos a llegar a que nuestro banco central nacional sea más favorable a una expansión fiscal de lo que el BCE lo es ahora. A fin de cuentas, ¿por qué no deberíamos temer un Boris Johnson a la española en la presidencia?
Ante los problemas políticos no conviene escudarse en tecnicismos. Por citar a dos economistas del agrado de esa izquierda a la que me refería antes, Randall Wray ya nos dijo en esta entrevista en que “lo difícil no es encontrar la solución económica al problema”, refiriéndose a la crisis de la EZ de 2010-12, “lo difícil está en encontrar la disposición política para arreglarlo”. Seguro Wray es bien conocedor de cómo Abba Lerner caracterizaba el campo de estudio de la economía: “una transacción económica”, entiéndase aquí como la financiación de los déficits fiscales, “es un problema político resuelto”3.
Levantar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento
Una salida al dilema de los crecientes déficits fiscales sería el levantamiento del pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) supervisado y controlado por la Comisión Europea (CE) que fuerza a los países de la unión a una constante reducción del gasto y la deuda pública. No han sido pocos los economistas que desde la izquierda (y cada vez más desde posiciones más centristas) han pedido la relajación de esta chaqueta de fuerza fiscal autoimpuesta. Además existen problemas técnicos, con trasfondo político, en el cálculo del output gap (la diferencia entre el PIB real y el PIB potencial) que se utiliza como base para calcular el objetivo de déficit para cada gobierno y que hasta la fecha se ha traducido -¡oh sorpresa!- en una mayor austeridad de lo que lo habría hecho si el potential output se calculase de otra manera. En conjunto, el PEC ha supuesto la inscripción esculpida sobre piedra del mandamiento de la austeridad.
Levantar el PEC es necesario y pertinente. Pero como ocurre con el BCE, tan pronto la CE puede decidir levantarlo como implementarlo de nuevo. Y sí, en este caso la CE está algo más cercana a la soberanía nacional de lo que lo está el BCE. Aun así, pasado 2020 nada hace pensar que la CE no vuelva implementar el PEC y a dictar la senda de recortes para llegar a los objetivos de déficits que correspondan. Es más, sin el programa de compra de bonos públicos del BCE el aumento de los déficits fiscales significa el aumento de las primas de riesgo y, por tanto, se abre la puerta a un escenario de crisis de liquidez o incluso de solvencia por parte de los Estados más débiles de la ZE. Escenario que nos trae de cabeza a la crisis de 2010-12. La solución que necesitamos para permitir el aumento de los déficits fiscales debe incluir medidas concretas para evitar un retorno a la austeridad una vez la crisis sanitaria del Covid-19 pase.
Los eurobonos y las diferentes alternativas
Con este panorama y con la situación política real que tenemos son pocas las alternativas que quedan encima de la mesa. La de los eurobonos es una de ellas y no por haber sido hasta la fecha poco factible políticamente quiere decir que ahora no se pueda aplicar. A fin de cuentas, el gobierno alemán acaba de saltarse su “schwarze Null” (como se conoce a la regla constitucional del déficit fiscal alemán) por la que se obligaba a mantener siempre unas cuentas fiscales balanceadas y está ahora dispuesta a emitir un 10% del PIB alemán en deuda pública. Un movimiento impensable hace tan solo un mes a pesar de las constantes presiones para que el gobierno alemán aumentase el gasto público debido al estancamiento inveterado de su economía y de la de los países a su alrededor.
Propuestas de creación de eurobonos hay muchas (véase aquíaquíaquí, o aquí, y más recientes aquí, o aquí) y no parece necesario barajarlas todas ahora. La pregunta más sencilla, si se quiere ver así, es qué institución debe emitir esos bonos. Dos instituciones son las mejor posicionadas para tal tarea: el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) o el Banco Europeo de Inversiones (BEI). La pregunta complicada es cómo acceden los gobiernos al dinero recaudado.
El MEDE ya ha anunciado que tiene disponibles 410 mil millones de euros (3,4% del PIB de la ZE) para prestar a los Estados que lo necesiten a través de líneas de crédito de hasta 2% del PIB de cada país. Pone estas líneas de crédito a disposición de los diferentes gobiernos de la ZE a través de la Línea de Precaución de Crédito Condicionado (Precautionary Conditioned Credit Line, PCCL4). El problema con estas PCCL, además de que un 2% del PIB no da ni para empezar a hacer frente a las necesidades a las que nos enfrentamos, es que viene condicionado a un Memorándum de Entendimiento (Memorandum of Understanding, MoU). La parte positiva del MEDE es que está legalmente preparado para la emisión de bonos, que ya ha realizado para el rescate de países como Grecia, Portugal o España, y que esos bonos son ya eurobonos de facto en tanto que están respaldados por todos los países de la EZ según el capital aportado por cada uno al MEDE. Además, estos bonos son aceptados por el BCE como activo colateral en transacciones de refinanciación a instituciones financieras.
Como ya he mencionado, el problema de utilizar el MEDE es la condicionalidad -aquí se explica brevemente- impuesta a través de los MoU que han quedado demonizados en el imaginario de la población de varios países, en especial Grecia, como culpables de la imposición de la austeridad, privatizaciones y reformas que han llevado a varios países de la ZE a una larga recesión económica de casi una década. Sin embargo hay que recordar que los MoUs son contratos entre el MEDE (por supuesto, con el Eurogrupo detrás) y el país al que se le concede el crédito, y que por tanto lo que se imprima en ellos está condicionado políticamente. Es precisamente la condicionalidad asociada a los créditos del MEDE lo que le da viabilidad política a esta solución, tanto para los Estados en necesidad como para los escépticos –Alemania y Holanda-. Por ejemplo, se podrían acordar unas condiciones favorables en los MoU que evitarían tener que depender de los autoritarios dictados del BCE y de la CE sobre la compra de deuda pública y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Es decir, en los MoU también se puede garantizar que no se impondrán medidas de austeridad para la devolución de esos préstamos ni ahora ni en el futuro. Se puede discutir cuán factible es un acuerdo antiausteridad, pero no se puede negar que es una solución.
Una posible salida, que también evita la estigmatización de aquellos países que reciban los créditos, es hacer un MoU colectivo en el que todos los países de la ZE reciben la misma cantidad en proporción a su PIB y con la misma condicionalidad flexible, por ejemplo, que se gaste en medidas contra la actual crisis actual. Ya sea a través de acuerdos individuales o colectivos, el MEDE tendría que aumentar el límite anunciado del 2% del PIB de cada país y emitir (euro)bonos para financiar los préstamos.
En el caso del BEI la solución es aún más sencilla ya que se podría evitar, en teoría, la condicionalidad de los MoU. El BEI podría emitir eurobonos y directamente gastar en cada país el dinero recaudado por igual cuantía proporcional al PIB de cada país. Como serían transferencias directas del BEI a los países, esto evitaría cualquier aumento de los déficits fiscales. Para que Alemania y Holanda quedasen satisfechos, el Consejo Europeo podría aprobar un paquete de medidas económicas estándar contra la crisis del COvid-19 para condicionar la entrega del dinero. El BEI entregaría el dinero a los gobiernos una vez estos aprobasen en sus respectivos países la implementación de tales medidas. Además, el BEI podría actuar para todos los países de la UE y no solo para los de la ZE.
A modo de conclusión
La mutualización de la deuda, por tanto, no tendría que venir de la mano de una austeridad que condenara una vez más a los países europeos a una larga recesión, sino que podría servir precisamente como palanca para impulsar una recuperación económica rápida y que ayude a los gobiernos a paliar el sufrimiento que esta crisis está provocando y provocará. Es a través de la emisión de eurobonos que los gobiernos podrían tener control tanto sobre la condicionalidad –que no es sinónimo de austeridad- para acceder a los fondos recaudados como sobre la manera en que quisieran gastarlo sin tener que depender del BCE para financiar los déficits fiscales o del EC para poder aumentarlos.
Además, la emisión de eurobonos sentaría un precedente de cara a futuras crisis o, incluso, a su implantación de manera permanente –por ejemplo, para aumentar el presupuesto comunitario-. No se puede concebir una zona monetaria mínimamente igualitaria entre los Estados miembros sin requisar a Alemania el privilegio de emitir los bonos públicos con el tipo de interés más bajo de Europa: esos eurobonos deberían convertirse en el activo de garantía (safe asset) del sistema financiero5. En último lugar, la mera creación de eurobonos, con el consiguiente apoyo del BCE y la garantía por parte de todos los Estados, generaría una preferencia por la utilización de estos bonos a la hora de financiar el gasto público, ya que sin duda serían vistos por los inversores como el activo financiero más seguro en el mercado y por tanto gozarían de un pago de intereses bajo.
En definitiva, lo que se dirime en este debate es si se aprovecha esta crisis para reformar la ZE en la dirección que necesita o si se sigue pavimentando el camino a la ya en marcha lenta desintegración de la ZE y la UE.
(Agradezco los comentarios y sugerencias de Laura de la Villa, Julio Martínez Cava y Edgar Manjarín).
Notas:
1 Siempre es curioso que aquellos que claman en favor de la salida del Euro no pongan como ejemplo países con soberanía monetaria plena como Brasil, México o Rusia.
2 Es curioso, además, que su propuesta sea bien parecida a otra, de Francesco Giavazzi y Guido Tabellina, que también presentan pero que rechazan en su artículo. Ver esta reseña para conocer las tesis de Francesco Giavazzi. En cualquier caso, la diferencia entre la propuesta de Cutillas et al. y la de los economistas italianos es que en la de los primeros, los bancos centrales compran directamente la deuda pública, y en la de los segundos, los bancos centrales la compran en el mercado secundario de deuda pública como hace ya, aunque con límites, el BCE.
3 Véase Abba Lerner (1972) The Economics and Politics of Consumer Sovereignity, The American Economic Review, Vol. 62, No. 1/2.
4 Queda como anécdota, no por ello poco significativa, que Lagarde haya eliminado la elegibilidad de los bonos públicos para el programa de compra de activos OMT del BCE de aquellos gobiernos que accedan a la Enhanced Conditioned Credit Line, el otro programa de préstamo del MEDE, como medida de presión a los gobiernos para la aprobación de los eurobonos. Tras la aprobación del PEPP por parte del BCE el OMT pierde, de momento, relevancia.
5 Se puede justificar también la creación de los eurobonos para la mejora de la estabilidad financiera. Dejo este punto para otro momento. Por ejemplo, para cuando empecemos a ver bancos italianos o españoles en problemas. En caso de que el MEDE emita bonos para financiar préstamos bajo MoU individuales, es seguro que esos bonos no serán tomados como el activo más seguro de la EZ.
-----------------------------------------
Ayoze Alfageme  ex-alumno del posgrado de Sin Permiso. Actualmente es doctorando en economía política en la Universidad de Ginebra.

martes, 31 de marzo de 2020

Holanda paraíso fiscal



Holanda, campeona mundial de la evasión fiscal, tiene por qué callar

Fuentes: Público


Trabajadores en una plantación de amapolas en la localidad holandesa de Lisse. REUTERS/Piroschka van de Wouw
Tal y como se está informando ampliamente estos últimos días, Holanda y Alemania encabezan el grupo de países que se niegan a que la Unión Europea haga frente mancomunadamente a los efectos del coronavirus sobre la economía europea. Están en su derecho, pero no parece que eso sea muy coherente con la pertenencia a una unión económica y monetaria. Como tampoco son muy de recibo los argumentos con que justifican su posición.
Las declaraciones del ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, han sido especialmente duras. Argumenta, por un lado, que si se emitiera deuda común, suscrita por todos los países (eurobonos), los países del sur que en su opinión no han hecho bien los deberes financieros, generarían un problema de riesgo moral para los del norte que sí han cumplido con todas sus obligaciones.
Los economistas llamamos riesgo moral a la situación que se produce cuando un agente tiene información, sabe las consecuencias sobre otros de sus acciones y a pesar de ello las lleva a cabo para aprovecharse. Es decir, el ministro holandés considera que si España, Italia, o Portugal saben que el resto va a asumir mancomunadamente sus deudas lo que harán será endeudarse más de lo debido.
Eso es algo que evidentemente podría ocurrir (y que yo creo que se debe evitar en una unión económica) pero traer este argumento a colación cuando el problema que podría ocasionar la deuda de los países de la periferia es una emergencia sanitaria que también afecta a los países del norte es, cuanto menos, una clara muestra de cinismo.
Está por ver si finalmente el coste de la pandemia es más elevado en unos países que en otros y habría que analizar en su momento las razones de las disparidades que pudieran producirse y actuar en consecuencia. Pero, de antemano, no parece riguroso considerar que el gasto de unos vaya a ser más ineficiente que el de otros. Y si de momento es diferente no creo que se pueda decir que se deba a una cuestión de eficiencia o capacidad para gastar bien, como dice el ministro holandés.
De hecho, parece inevitable que en países como Italia o España se necesite más dinero para la pandemia si se tiene en cuenta que aquí se está hospitalizando a las personas mayores, mientras que en Holanda se las considera ya desahuciadas y se las deja morir en casa. O porque la estrategia que allí se está siguiendo es la de conseguir «inmunidad de rebaño», lo que implica realizar un porcentaje muchísimo menor de pruebas sobre la población total, una alternativa que no sabemos qué coste tendrá, no sólo económico sino en términos de vidas humanas, a medio y largo plazo.
Francamente, no estoy seguro de que gastar menos porque no se lucha para salvar vidas humanas de los abuelos sea una forma superior o más ejemplar de utilizar los recursos.
Un segundo argumento que utiliza ahora el ministro holandés es ya un viejo conocido del relato que domina la política europea: los países de la periferia, los «cerdos» (PIGS en inglés, en referencia a Portugal, Italia, Grecia y España) son intrínsecamente corruptos y malgastan el dinero de los contribuyentes. Otro ministro holandés de finanzas, Jeroen Dijsselbloem, dijo en marzo de 2017 que los países del sur nos gastamos todo el dinero «en copas y mujeres para luego pedir que se nos ayude». Y eso lo dice el ministro de un país que exhibe a las mujeres prostituidas en escaparates.
Yo no voy a negar que en España hay corrupción porque llevo toda mi vida avergonzado tratando de luchar contra ella. Pero eso una cosa y otra el admitir que sólo existe en nuestros países del sur.
En España hay corrupción, por supuesto. Una es la corrupción «al menudeo», la que se da entre la clase política y sabemos que hasta el anterior Jefe de Estado era un vulgar comisionista. Sin embargo, la importantes no es esa. Si se habla tanto de la corrupción política, como si fuese la única, es para ocultar la más onerosa. Los políticos corruptos se quedan, en realidad, sólo con la calderilla, con la propina, porque los grandes ingresos que genera la corrupción, la construcción de los aeropuertos donde no hay aviones, las autopistas por donde apenan pasan coches, los puertos faraónicos innecesarios, las operaciones de ingeniería financiera… se los llevan las grandes empresas, los bancos y los fondos de inversión, y una buena parte de ellos proceden precisamente de países del norte de Europa, como Alemania y Holanda. Las burbujas especulativas de Europa la han financiado principalmente los bancos alemanes y holandeses. Por cierto, a costa de no utilizar esos capitales en el desarrollo de sus economías. Y la corrupción a lo grande está presente en países como Alemania o los Países Bajos desde hace tiempo.
Alemania ha podido llegar a ser una gran potencia exportadora, entre otras cosas, gracias a los sobornos, una práctica tan habitual de sus grandes empresas que hasta hace pocos años incluso se podían deducir de impuestos. Solo a su gigante Siemens se le han descubierto operaciones irregulares por valor de unos 420.000 millones de euros. Volkswagen ha engañado a millones de clientes con el escándalo de los motores diésel; muchas grandes empresas alemanas como Deutsche Bank, Vodafone, Deutsche Telekom o Deutsche Pos, entre otras, han protagonizado también grandes escándalos y el considerado mayor fraude fiscal de la historia europea, el caso Cum-Ex, se organizó en Alemania.
¿Y qué decir de Holanda, a parte de que su gran banco ING ha tenido que pagar multas multimillonarias por blanqueo de capitales? ¿No es eso otra forma de corrupción, más elegante si se quiere, aunque de consecuencias igual o incluso más dañinas en otros aspectos? ¿Y lo que hicieron algunas de sus grandes empresas multinacionales en la Sudáfrica del apartheid no fue corrupción de la más criminal?
¿Acaso el haberse convertido en un auténtico paraíso fiscal para permitir que las grandes empresas no paguen impuestos en los países donde realmente operan no es corrupción?
¿Se puede decir que en los Países Bajos no hay corrupción y que allí se utilizan los recursos públicos con honestidad cuando el país se ofrece como soporte de la ingeniería financiera que mina las arcas de otros Estados? ¿Robar los recursos propios es corrupción y permitir que se roben los de otros, como hace Holanda, no?
Un estudio reciente publicado en una revista del Fondo Monetario Internacional reveló que Holanda y Luxemburgo acogen la mitad de la inversión ficticia mundial, es decir, la que no se realiza realmente, sino que sólo está en las cuentas de las empresas para evadir impuestos. En España se calcula que las grandes empresas multinacionales dejan de pagar unos 13.500 millones de euros en impuestos gracias a la existencia de países como Holanda, que proporcionan la posibilidad de eludirlos.
¿Con qué derecho y fundamento puede descalificar el ministro holandés a los países del sur de Europa por tener más deuda, cuando su país es uno de los grandes mamporreros al servicio de la evasión fiscal que destroza las arcas de esos estados, cuando Holanda es el mayor proveedor mundial de servicios de evasión fiscal del planeta, según un informe de 2017 (Uncovering Offshore Financial Centers: Conduits and Sinks in the Global Corporate Ownership Network)?
¿Con qué fuerza moral puede hablar a otros de eficiencia en el uso de los recursos públicos un país que incluso da nombre al «bocadillo holandés», que no es precisamente una delicia culinaria sino una de las prácticas más sofisticadas para blanquear dinero?
¿Cómo pueden dar lecciones sobre administración de recursos los dirigentes de un país que es la pasarela necesaria para que se practique el terrorismo financiero de nuestros días que arruina a países y a empresas, a la economía productiva del planeta?
Y se olvida el ministro holandés de que si los países del norte pueden acumular grandes excedentes es porque han impuesto en la zona euro un sistema de funcionamiento perverso, que no cuenta con mecanismos adecuados de ajuste, de modo que unos países, como el suyo o Alemania, pueden acumular superávits no sólo porque son más ricos y quizá más eficientes sino porque juegan con la ventaja de haber montado un club en donde las normas tratan por igual a los desiguales.
Los países del norte de Europa, con Alemania y Holanda ahora a la cabeza, están haciendo trampas. Se benefician del euro al haberlo establecido sin una hacienda europea, sin normas que impidan el ajuste efectivo de los desequilibrios y sin mecanismos de protección ante shocks, como una pandemia sin ir más lejos, que produce efectos asimétricos entre los países miembros. Han comprado a precio de saldo las principales empresas de la periferia europea, viven de colocar en esta última sus exportaciones, financiaron y se aprovecharon de burbujas como la inmobiliaria en España y encima nos acusan de derrochadores.
El ministro holandés ha pedido a la Comisión Europea un informe sobre por qué algunos países de la Unión han acumulado reservas financieras en los últimos años, mientras que otros no lo han hecho. Algo que parece mentira, pues cualquier estudiante de tercero de Económicas sabe perfectamente que eso es inevitable que ocurra cuando una unión monetaria, como el euro, está intencionadamente mal diseñada. A Robert Mundell le dieron el Premio de Economía del Banco de Suecia (equivalente al Nobel) por haberlo demostrado hace ya casi sesenta años, en 1961, y cuesta creer que un ministro de finanzas no lo sepa y tenga que pedir que le digan la respuesta.
Le faltó al ministro decir esta vez que los españoles, como toda la población de los demás países del sur de Europa, somos unos vagos y que no nos gusta sino la juerga y la siesta, a pesar de que trabajamos 272 horas más de media al año que los holandeses.
Los dirigentes holandeses, como los alemanes, tienen por qué callar. Los españoles no debemos ocultar nuestros defectos que son muchos. Entre ellos, el haber permitido que nuestras élites corruptas hayan entregado o malvendido tanta de nuestra riqueza a empresas alemanas y holandesas, o el haber permitido que nos incorporaran al euro sin hacer una valoración objetiva, ni permitirnos debatir sus ventajas e inconvenientes. Mas lo que no podemos permitir es que los dirigentes de esos países nos insulten de la manera en que lo han hecho. El presidente de Portugal, Antonio Costa, lo ha dicho con toda claridad: las declaraciones del ministro neerlandés son «repugnantes». Lleva toda la razón.
Los Países Bajos tienen, como Alemania, muchas cosas ejemplares de las que debemos aprender los demás países europeos. Su supremacismo y prepotencia de los últimos tiempos son, sin embargo, inaceptables y yo creo, como he dicho, que injustificados. Es muy chocante que se quiera convertir en la guía moral de Europa dando lecciones de honradez a los demás que un país que deja morir a sus mayores sin atención hospitalaria porque ya son demasiado viejos, que es de facto un paraíso fiscal, o que permite que mujeres exhiban su cuerpo como mercancías en escaparates. Significa que la Unión Europea tiene un problema serio y que vamos a tener que plantearnos si vale la pena ser socios de quienes no saben pronunciar palabras como cooperación o solidaridad.
Juan Torres López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla. Dedicado al análisis y divulgación de la realidad económica, en los últimos años ha publicado alrededor de un millar de artículos de opinión y numerosos libros que se han convertido en éxitos editoriales. Los dos últimos, Economía para no dejarse engañar por los economistas y La Renta Básica. ¿Qué es, cuántos tipos hay, cómo se financia y qué efectos tiene?
Nota del blog   . Como bien dice el País  en una nota final  a un articulo

A VUELTAS CON LA DEUDA Y LOS HOMBRES DE NEGRO

" La firmeza que ha querido demostrar el Gobierno de La Haya en términos financieros choca, por un lado, con el elevado número de muertes en todos los países afectados y los niveles de deuda ya existentes. Hasta el presidente del banco central neerlandés, Klaas Knot, admitía estos días que “cuando ves lo que ocurre con el coronavirus en Italia y España, la llamada a la solidaridad es lógica”. El ministro de Finanzas, Wopke Hoekstra, es cristianodemócrata, y el primer ministro Mark Rutte, liberal de derecha, el partido mayoritario de la coalición, y tradicionalmente cercano al mundo de la empresa. A ninguno de los dos le gusta la idea de los eurobonos porque temen que ello suponga al final el pago comunitario de la deuda nacional española e italiana. Los créditos del MEDE y los propios eurobonos cuentan con el respaldo financiero de todos los países del euro. Pero ni los Países Bajos ni Alemania han tenido que recurrir a ellos porque no tienen problemas de financiación en los mercados. Los créditos del MEDE van asociados a una condicionalidad que supone en la práctica la intervención de las economías a las que se busca ayudar (basta recordar los famosos hombres de negro que supervisaban los planes de ajuste y de reforma como consecuencia de los rescates aprobados durante la crisis financiera). Por otro lado, los eurobones permiten que los países con un elevado nivel de deuda puedan financiarse a precios más baratos de lo que los mercados exigirían a los países individualmente y, como efecto rebote, ello podría acabar encareciendo las emisiones de deuda de países como Alemania o los propios Países Bajos, de ahí su rechazo."

lunes, 30 de marzo de 2020

Los mensajes ponzoñosos en las redes.




Cuidado con la proliferación de analistas y mensajes ponzoñosos en medios y redes sociales



Fuentes: Rebelión


La proliferación de analistas en los medios

Cual chamanes o piaches tribales, hoy se muestran unos personajes infaltables en el análisis de cualquier evento del acontecer nacional o internacional, como también en el asesoramiento de cualquier proyecto político, económico o social relevante: son los así llamados analistas políticos, internacionales, gerenciales, etc. Estos analistas se ofrecen como doctos y bien informados, sus opiniones son requridas frequentemente por los medios de comunicación, son solicitados por los gobiernos o eventualmente son invitados por algún organismo institucional del país. En algunos casos sus conferencias serán promovidas y sus libros publicados por los responsables de estas instituciones como importantes y autorizadas guías para los proyectos en cuestión.
Hay analistas para todos los gustos y materias o eventos por tratar: unos se presentan como analistas o asesores electorales; otros se definen como especialistas en temas y artes gerenciales; también están los asiduos opinadores sobre políticas públicas; hasta los más ambiciosos que pretenden abarcar los proyectos de desarrollo de un país, diseñando sus estrategias, planes, programas y políticas tanto nacionales como internacionales. Estos analistas pueden ser nacionales o extranjeros, independientes o funcionarios de alguna institución, identificados políticamente con la derecha o con la izquierda. Pero más allá de su nacionalidad o tendencia política, lo importante será la coherencia de sus ideas, la consistencia de sus análisis, la pertinencia de sus consejos y, no menos importante, la intención y los propósitos de sus ayudas, pues los hay quienes parecen bien intencionados y acertados, pero otros lucen contradictorios o resultan estar cuando menos equivocados, si no terminan por ser unos tremendos embaucadores o impostores. Es por esto que los analistas también deben ser analizados.
En Latinoamérica hemos tenido analistas de todos los pelajes y procedencia, y su vigencia ha dependido de los resultados que muestran los eventos como el grado de aciertos de sus estimaciones y consejos. En este sentido, pareciera que existe una especie de escalafón que los clasifican, de mayor a menor: desde asesores, analistas, opinadores, hasta meros piratas y pantalleros. Desde luego, esta gente puede tener mucha o poca acreditación, pero lo que inevitablemente identifica y avala sus análisis será, digamos coloquialmente, con cual equipo juegan y de que lado de la cancha se ubican, porque resulta dificil escapar de las idelogias y la subjetividad, de tal manera que parece que los objetivistas y ninis puros no existen en la realidad. Sin embargo, se puede salvar este obstáculo si contamos con apropiados criterios para la evaluación de un análisis.
En este sentido, los teóricos de la investigación han desarrollado toda una serie de criterios para lograr una verificación más precisa del valor de una investigación. Y, si asumimos que en todo análisis debe haber una investigación, vale entonces utilizar al menos dos de estos criterios básicos. Ellos son los de coherencia interna y consistencia externa en la argumentación. Para Miguel Martines M., en el texto Investigación Cualitativa, coherencia interna: indica que todos los elementos y partes constituyentes de una teoría (en nuestro caso de un análisis, una información, o una argumentación) se relacionan entre sí sin contradicciones, es más, que forman un todo coherente y bien integrado. Y consistencia externa: es la compatibilidad que hay entre la doctrina que constituye la teoría y el conocimiento ya establecido en el mismo campo o en campos adyacentes o afines.
Por supuesto, se supone que todo análisis es para ser informado a una institucion o persona en particular, como también puede tener como objetivo el público en general. Entonces también necesitaremos contar con ciertos criterios para evaluar esa información. De acuerdo con la página digital cefire.edu.gva.es, algunos criterios son: autoridad, relevancia, alcance, contenido, exactitud y acceso. En particular, el contenido se relaciona con: a) la objetividad, esto es si la fuente presenta opiniones, hechos, datos, es decir, cuán detellada es la información; b) corrección gramatical, ortográfica y de sintaxis; c) referencias y enlaces que puedan completar la información, y d) ¿cuándo fue la última revisión?, la información es novedosa, desfasada, etc. Sobre el criterio de exactitud, según la fuente citada, esta se mide a base de información correcta y exacta. Usualmente se compara la información con una ya investigada y se verifican los datos en fuentes impresas. Es importante, dicen, considerar que la información no actualizada tiende a no ser exacta.
También se debe considerar tanto la ubicación como la calidad de la audiencia o los receptores del mensaje, porque están los que simplemente buscan información junto a los prejuiciados que quieren oír lo que ya les gusta y creen de antemano. Y aquí los analistas obviamente juegan su papel: unos informando, otros manipulando, y otros más simplemente replicando. No es necesario en este corto espacio ejemplificar con nombres y tendencias, basta con saber distinguir y valorar la calidad del método y los argumentos empleados, y obviamente constatar en la realidad lo acertado o no de los análisis. Para lograr esto es necesario que adoptemos una actitud atenta y desprejuiciada, pero al mismo tiempo bien informada para, cualquiera sea nuestra posición, poder evaluar el valor real de un análisis cualquiera, así como poder discernir los juicios de valor de nuestro propio análisis.

Los mensajes ponzoñosos en las redes

Junto a los falsos analistas, la maleficencia por parte de alguna gente de mala fe ha convertido uno de los portentos de la tecnología y la comunicación en un terrible vehículo de reconcomio y disgregación social: los mensajes llenos de odio, racismo, misoginia, chovinismo y noticias falsas, que ya pululan en las redes sociales (a través de facebook y twitter, principalmente) están causando una terrible paranoia y disociación psicótica que afectan las relaciones interpersonales en la familia o en la comunidad de agregados en la red. El irrespeto y la intolerancia que se reflejan en esos mensajes constituye una situación tan irracional que muchas veces termina en la desagregación o en una ruptura de vínculos personales, familiares o grupales, tanto en la vida virtual como real.
Las redes sociales con mayor influencia (facebook, twitter, instagram y youtube) tienen ventajas y desventajas como todo en la actualidad, señalan en bgcreativos.com. «Si bien es cierto que nos informa, de alguna u otra forma y permiten la innovación en las redes, también tergiversan los hechos y es un arma de doble filo para el usuario». Por su parte, la página web Conceptos.de/ explica de manera exelente cuáles son los riesgos y peligros que surgen en las redes sociales, en conceptos emocionales, sociales y en seguridad.
En concepto emocionales, nos informa que: » Se ha estudiado que las redes forjan una suerte de adicción, incitando a su uso mediante recompensas subliminales. Se conoce como el “hit de dopamina” al efecto que producen sus notificaciones en el cerebro, semejante a lo que inducen las drogas en la mente del adicto».
Por un lado, señalan que «el uso de redes sociales puede incidir negativamente en nuestra autoestima, asociada a la competencia por la aprobación grupal. Las redes sociales exponen un mundo de popularidad, felicidad, intensidad o éxito que rara vez se corresponde con la vida real de sus usuarios…El mensaje tácito es siempre de falta: todos tienen miles de amigos menos tú, todos tienen mucho éxito menos tú, todos son felices menos tú. El efecto paradójico de ello es deprimir al usuario e incitarlo a compensar esta sensación con una frenética actividad en línea, dedicándole a las redes sociales más vida que a su propia vida real, y reproduciendo por lo tanto el ciclo de tristeza».
Por otro lado, afirman que «los algoritmos que rigen las redes sociales persiguen la mayor cantidad de interacciones posible, a partir de un análisis profundo de los datos introducidos por el propio usuario: cada vez que interactuamos con una entrada en redes sociales, estamos diciéndole al algoritmo que nos muestre más contenido semejante… El efecto a la larga es de una cámara de eco, en la que sólo consumimos opiniones semejantes a la nuestra y nos reforzamos la idea de que quienes no están en nuestro anillo selecto son poco menos que idiotas. Es así que las redes sociales se han convertido en un lugar repleto de opiniones radicales y de mucho extremismo, en materia de política, religión y otros temas polémicos…El consumo de las llamadas fake news o noticias falsas es también un ejemplo de este contenido tóxico, que contribuye sólo con desinformar, esparcir rumores o ideas delirantes, radicalizar la opinión que se tenga sobre un tema y, a la larga, empobrecer emocionalmente a los usuarios más vulnerables».
En cuanto a los riesgos de socialización, dicen, «La alienación social es otro riesgo importante en el uso de las redes sociales. Existen personas cuya vida virtual es mucho más rica que su vida real, o que viven una suerte de experiencia alterna (un alter-ego) en redes sociales…Así, se descuidan aspectos cruciales de su vida real, como pueden ser la productividad en el trabajo, el estudio, las relaciones interpersonales en su familia, etc. En muchos casos, las redes sociales deben tratarse como una adicción, y puede que sea necesaria cierta orientación psicológica profesional». Disponible en: https://concepto.de/riesgos-peligros-de-las-redes-sociales/
En fin, después de leer toda esta información, sólo cabe preguntar si esa proliferación de análisis inciertos y mensajes ponzoñosos se deben a la inconsciencia e irresponsabilidad de alguna gente, o si se trata de una deliberada intención de causar un malestar general, un caos social, o hasta una guerra fraticida, como la que propiciaron dos periodistas de una emisora radial de Ruanda, en el año 1994. Si este último es el caso, entonces preocupa lo que puede ocasionar la aviesa intención de mucha gente desquiciada en un país con amplios medios y redes de comunicación social. 

NOTA DEL BLOG  .La OMS declaró el brote de coronavirus pandemia GLOBAL el 11 marzo 
https://elpais.com/sociedad/2020-03-11/la-oms-declara-el-brote-de-coronavirus-pandemia-global.html

domingo, 29 de marzo de 2020

Emilio Lledo .- Entrevista


 Emilio Lledó: “Hay que hacer mentes libres” | Cultura | EL PAÍS


Emilio Lledó, en su domicilio de Madrid. 

Emilio Lledó: “Ojalá el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras 

El filósofo reflexiona sobre el tipo de enseñanzas que se pueden extraer de esta crisis y subraya otras plagas como el deterioro de la educación, de la cultura y del conocimiento


Cuando todo son preguntas y miedo, la filosofía, el más esencial y uno de los más postergados de los saberes, es un faro que alumbra caminos en la noche. Y aunque él no se considera cosa tan importante como un faro —“sino una velita con poca cera”— el filósofo Emilio Lledó (Sevilla, 92 años) es una de las luces de referencia del pensamiento español. Bien a resguardo en su piso de Madrid, del que solo baja a comprar el pan y a llevarse algún chasco como ver que faltan sus latas de conserva preferidas en el supermercado de su barrio, nos atiende por teléfono para aportarnos sus serenas reflexiones sobre la insoslayable epidemia del coronavirus. Esta noche, un documental de La 2, dirigido por David Herranz y Alberto Bermejo para la serie Imprescindibles, repasa su biografía.
Pregunta. ¿Cómo está viviendo todo esto?
Respuesta. Bien, dentro de lo que cabe. No me aburro porque tengo la compañía de mis libros y leo. Dialogar con los clásicos es siempre una maravilla, y si cabe más aún en momentos de soledad. Me reconforta mucho en medio de este caos que no alcanzo a comprender.


P. ¿Con quién está dialogando estos días?
R. Con Homero, estoy releyendo su Odisea en griego. Y Misericordia, de Pérez Galdós. Y de cuando en cuando cojo el Quijote, abro por alguna página y lo leo. También acabo de leer El infinito en un junco, de Irene Vallejo, que es una pasada. Por lo demás, no me siento inspirado para escribir pero voy tomando algunas notas de cosas que se me ocurren sobre esta situación inaudita, inexperimentada.Lenguaje e historia: Amazon.es: Emilio Lledo: Libros
Aviso —dice la web de la RAE—: la palabra inexperimentado no está en el diccionario. Ah, pero estamos hablando con Emilio Lledó, miembro de la propia Real Academia Española desde 1993, autor de Filosofía y lenguaje (1971), Lenguaje e historia (1978), Premio Nacional de Ensayo 1992 por El silencio de la escritura Premio Nacional de las Letras 2014, entre muchos otros altos reconocimientos que lo acreditan como un maestro de la lengua, y por tanto aquí no importan los avisos.


P. Inexperimentada, dice.
R. Sí, no sé, se me ha ocurrido así. Creo que no existe, la he improvisado estos días. La experiencia es la esencia del conocimiento y esto es lo contrario a lo experimentado y a lo conocido. Es algo nuevo, es algo inaudito que nos desconcierta. Nunca habíamos pasado por algo así, yo nunca había experimentado esto que veo ahora mismo, mientras hablo contigo, mirando a través de la ventana de mi balcón. Veo una calle sin actividad por dónde pasa el autobús 28, y por allí a lo lejos solo veo a un señor que viene paseando a su perro, nada más. Cuando bajo a por el pan, me atiende una mujer con una mascarilla y guantes. Todo me causa gran extrañeza. Es así que, si el conocimiento lo trae la experiencia, lo que yo estoy haciendo estos días como filósofo es darle vueltas a qué tipo de conocimiento pueda brotar de esta experiencia.
P. Estamos ante un vacío de sentido, ¿cierto? Como si viviéramos inmersos en una situación de irrealidad.
R. Esa es la sensación. Yo de niño viví la Guerra Civil española, vi la violencia en toda su brutal realidad, pero precisamente era eso, real. He oído las bombas estallar, he visto caer a un piloto en paracaídas, he visto el fuego de un combate aéreo en los cielos y también he percibido el olor de la muerte; eso lo he vivido yo, era la guerra, y sabíamos lo que había que hacer, ¿pero esto, qué es esto, dónde está aquí la violencia, qué es esta tranquilidad silenciosa que nos amenaza, ese peligro que no se oye, dónde está ese virus inodoro, incoloro e insípido?
En su apartamento, don Emilio habla y camina con el teléfono en la mano. Siempre ha habido una relación estrecha entre pensar y caminar. A los seguidores de Aristóteles, explica Lledó, les llamaban peripatéticos, en griego “los que pasean”. Para Kant su metódica caminata diaria fue indispensable para su quehacer intelectual. El filósofo español siempre ha sido un andariego y sus alumnos recuerdan que era un maestro que en clase prefería dialogar de pie.
P. Decía que no sabe qué brotará de esta experiencia.
R. Eso es. Le estoy dando vueltas. Ojalá que pase algo positivo. La esperanza, hijo, es que nos reinventemos para mejor, que maduremos como sociedad. Aunque no quisiera decir que seamos mejores, no me gusta ser moralista. Prefiero decir, simplemente, que seamos algo más, que después de esta crisis del virus intentemos reflexionar con una nueva luz, como si estuviéramos saliendo de la caverna de la que hablaba el mito de Platón, en la que los hombres permanecen prisioneros de la oscuridad y las sombras. Quisiera que sea así, como te digo, pero me preocupa que esto sirva en cambio para ocultar otras pandemias gravísimas, plagas como el deterioro de la educación, de la cultura y del conocimiento.FILOSOFÍA Y LENGUAJE de Lledó, Emilio: Ariel Quincenal, Barcelona ...
P. Apunta a la urgencia renovada de cuidar de lo público.
R. Más que nunca, es fundamental. El esfuerzo que están haciendo los hospitales es un ejemplo. En la Política de Aristóteles ya se decía que la ciudad, la polis en la antigua Grecia, tiene que tener un solo fin, el bien común. Sucede con la sanidad y con la educación, que desde mi punto de vista tiene que ser una y la misma para todos, y no debe estar marcada por clases económicas. Es clave cultivar la inteligencia crítica, y una situación como esta lo revela. Entre tanto exceso de información, de palabras refritas, y peor, entre tanta desinformación, el ciudadano debe ser capaz de plantearse las preguntas propias de una mente libre: quién nos dice la verdad, quién nos engaña, quién quiere manipularnos.


P. Este virus nos hace ahondar en lo político, y también en una cuestión existencial primordial: la muerte.
R. Sí, pero no debemos temerla. Yo ahora mismo veo por mi ventana las hojas de los árboles. Dentro de poco empezará a explotar la primavera, y en la próxima estación esas hojas se caerán y el año que viene saldrán otras. Esa es la continuidad de la naturaleza, y esa continuidad no nos es dada a los humanos. Pero sí nos es dada la de nuestros ideales, la continuidad futura de aspiraciones como la verdad, la justicia, la bondad, la belleza. Todo eso prosigue, aunque tú te vayas fuera de la Historia. Y también es consolador mirar la vida de uno y encontrar que en ella hay cierta coherencia desde el principio hasta el final. Recordar tu vida y no avergonzarte. Saber que te has podido equivocar, seguro, pero que nunca has hecho daño a nadie ni has intentado perjudicar a nadie. Yo estos días estoy reflexionado con el ánimo de escribir algunos de mis recuerdos, y me da la impresión de que soy el mismo que con 23 años se fue a Alemania con 6.000 pesetas en el bolsillo y una maletita. Siento que este hombre de 92 años es el mismo que aquel muchacho. Eso me reconforta.
P. Esto no nos vencerá.
R. En absoluto. Pero debemos estar alerta para que nadie se aproveche de lo vírico para seguir manteniéndonos en la oscuridad y extender más la indecencia. Sobrecoge ver el poder que tienen sobre nosotros ciertas personas disparatadas, pues un imbécil con poder es algo terrible. Deseo de verdad que esto nos sirva para algo como sociedad. Que propicie un nuevo encuentro con los otros en la polis, en la vida en común.
Librería el Buscón : Libro : LA MEMORIA DEL LOGOS

Esperando a los bárbaros .



Esperando a los bárbaros / Entre Nosotros – GRACIELA SACCOGraciela   Saco . Esperando a los bárbaros

La propagación del coronavirus por Europa contra la narrativa centroeuropea derechista

Australia ardía, recuérdenlo. Así empezó el 2020, con unos impresionantes incendios forestales en la isla continente, imágenes de gente huyendo por caminos polvorientos, columnas de humo que se veían desde el espacio, koalas rescatados en el último minuto. Cambio climático, verdad incontrovertible convertida en llamas. Parecía que ya teníamos la gran catástrofe de este año. Pero no.
Veintisiete de marzo de 2020. Con cientos de miles de infectados y miles de muertos por todo el mundo, el ministro de finanzas de los Países Bajos acusa a Italia y España de no prevenir la catástrofe del coronavirus. Obvia que su país quiere "exportar" enfermos a Bélgica, se calla que los países del centro de Europa salieron beneficiados de una crisis donde colaboraron, con su inacción, con los fondos buitre que saquearon la deuda soberana de sus socios del sur. El primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, le puso en su sitio calificando las declaraciones de repugnantes. Inconsciencia absoluta, mezquindad recurrente, añadió Costa, avisando que la supervivencia de la UE peligra con estas actitudes.
La narrativa, la maldita narrativa. Esa forma de entender la política tan sólo como un juego de fantasmagorías donde lo único importante es trazar una línea discursiva exitosa. En este caso la de que los perezosos habitantes mediterráneos no se tomaron en serio la amenaza y que ahora vienen a lloriquear a los laboriosos europeos, los de verdad, condición que nos adjudicaron pero nunca se creyeron salvo para desindustrializarnos y convertirnos en un gigantesco bar con playa donde orinar su calvinismo. Algo parecido dice la derecha española, tan patriótica contra los catalanes, tan timorata contra los que tienen el dinero. Pero no, de nuevo. La política no es sólo una narración, es transformar lo real y a ser posible hacerlo en términos equitativos.
¿Es cierto que Europa es uno de los epicentros de la enfermedad debido a la imprevisión italiana y española? En los párrafos que siguen intentaremos explicar que, aunque aún no se sabe a ciencia cierta cómo se ha extendido el covid, sí podemos afirmar que no lo ha hecho como la narrativa centroeuropea derechista afirma. Ya es hora de defender nuestra dignidad y soberanía.
 Sigue...

https://blogs.publico.es/otrasmiradas/30966/la-propagacion-del-coronavirus-por-europa-contra-la-narrativa-centroeuropea-derechista/


 y ver  https://nextstrain.org/ncov