jueves, 13 de diciembre de 2018

Macron está acabado .


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Una implosión triple y simultánea en el centro de la UE


Rafael Poch de Feliu

Blog personal
EURASIA.

Macron está acabado, Merkel se va dejando un estropicio y el brexit es un caos
Asistimos estos días a la triple y simultánea implosión del poder en Francia, Reino Unido y Alemania. Los tres principales socios de la Unión Europea afrontan erupciones de distinto signo que confluyen en el mismo resultado, un peldaño más abajo en el proceso desintegrador en curso.
En Francia Macron está acabado. Podemos discutir la evolución del proceso y cuanto durará. Es posible que el Presidente confirme los pronósticos del Napoleon le petit e intente un golpe de fuerza. También es posible que acabe abandonando el Elíseo en helicóptero, pero el resultado será el mismo: su política de darle la puntilla a 30 años de neoliberalismo en Francia para ponerla de una vez por todas en línea con el conjunto europeo, se ha demostrado impracticable. Los franceses no quieren más degradación, piden un cambio de política y Macron es incapaz de concederles ese cambio.
Tras la digna revuelta griega, dramáticamente traicionada por Syriza, y el agotamiento del 15-M en España, es la primera vez que el factor social actúa en la UE, de una forma clara y rotunda -con un inequívoco componente de clase- desde la quiebra de 2008. El vaso se ha desbordado. Habrá que ver qué impulsos de ejemplo lanza hacia otros países, lo que en 2011 llamamos el efecto 1848.
Los franceses no son antieuropeos, más bien fueron los inventores de la integración europea. No se oponen al cambio, más bien quieren un cambio socialmente progresivo y no regresivo. Respecto a la violencia, no se mide en escaparates, cubos de basura y mobiliario urbano dañado: se mide en millones de vidas degradadas a lo largo de por lo menos una generación. El Estado y la República se repliegan ante la mundialización favoreciendo los intereses de los más acomodados e incrementando las desigualdades. Todo esto es evidente para cualquier persona normal que lo sufra, pero no lo es para los no afectados: el grueso de los políticos y del complejo mediático desconectados de la vida de los comunes.
En el Reino Unido la crisis es resultado del caos que provoca la aplicación de la voluntad de la población expresada en un voto democrático sobre la salida del país de la UE. Hasta el referéndum del Brexit de junio de 2016 ninguna votación de ciudadanos europeos desfavorable a la política de la UE ahora cuestionada en Francia fue atendida. Se trata de 8 consultas a lo largo de 24 años que comienzan en 1992 en Dinamarca hasta Holanda en 2016, pasando por Irlanda, Francia y Grecia. Siempre se les hizo volver a votar, se impuso lo mismo por otras vías, o simplemente se ignoró. El Brexit fue una excepción en todo eso y crea un montón de dificultades, en primer lugar porque Bruselas tiene que lograr que el asunto salga mal a fin de que la salida no se haga atractiva allí donde existe terreno abonado; desde Italia a Polonia, pasando por Hungría y, sobre todo, por Francia… La pregunta sigue siendo: ¿Qué tipo de club es ese del que no puedes salir sin ser duramente castigado? Hay que analizar qué reflexión sobre la UE introduce esa pregunta para la población europea que asiste al espectáculo del Brexit desde la barrera.
En Alemania el triple desmonte practicado se salda con la salida de la canciller Merkel. Se trata del desmonte social heredado de la agenda 2010de Schröder y disolvente de la cohesión social interna, se trata del impulso anti europeo del nacionalismo exportador potenciado por el dumping salarial de aquella agenda, y se trata del fin de la ostpolitik que ha vuelto a destacar tropas alemanas junto a la frontera rusa. Resulta que esa triple calamidad de la Europa alemana también desemboca en una crisis política. Se disuelve el bipartidismo de los volksparteien (CDU y SPD) para consagrar un amplio abanico. La CDU es la última fuerza que aún obtiene más del 25% del voto. Como dice Jakob Augstein, “el último volkspartei de Alemania”, cuyo Bundestag ya cuenta con el mayor grupo parlamentario de ultraderecha del continente. En ese contexto Merkel se va, entregando el testigo a una continuadora antes de que el triple fiasco de su gestión se haga evidente.
Vista desde el bunker central del euro en Frankfurt, la situación es prodigiosa. La crisis política afecta por igual a las tres variantes; el Reino Unido no está en la moneda única, Francia es una clara víctima del euro y Alemania no solo está en el euro sino que es su administradora, la guardiana de su ortodoxia y su principal beneficiaria. ¿Cómo hay que interpretar esto? ¿Cuándo se preguntarán los tecnócratas del BCE y de la Comisión por la viabilidad de la política de austeridad? Hasta el momento no han visto venir nada, ni el Brexit, ni la revuelta en Francia ni el avance ultra por doquier y también en Alemania. ¿Será diferente ahora? No lo creo. Con esta triple y simultánea implosión del poder en los países centrales de la UE, la austeridad tal como la conocíamos está muerta pero sus autores no se dan cuenta. Es, podríamos decir, el momento soviético del proceso de crisis desintegradora que vive la Unión Europea.

Nota del blog .-   Macron  como no tiene un partido sino un mero instrumento electoral transitorio y, además, pasa por encima del Parlamento y hasta de sus ministros, tampoco tiene contacto con los electores y las élites locales. Esta en una burbuja . ver 

https://www.rebelion.org/noticia.php?id=250093

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Francia .- La ­insurrección que viene.




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La Francia insumisa o insurreccional

Fèlix Riera
 La Vanguardía.
La imagen del Arco de Triunfo de París vista a través de la luz hu­meante de los contenedores incendiados por los chalecos amarillos nos permite vislumbrar dónde se asientan liderazgos como Macron que, mientras gobiernan el mundo, observan cómo arde su propia casa, Francia. Cuando los líderes realizan sus reuniones del G-20 donde se reparten las áreas de influencia, en sus países la terca y rotunda realidad les hunde en la impotencia. La historia es antigua y se repite: unas élites inmovilizadas, como Gulliver, por finísimos hilos/intereses que no les dejan moverse e incapaces de tener la suficiente voluntad para levantarse.


Escribí en estas mismas páginas, hace un par de años, que el libro sobre el que discutían con mayor entusiasmo las élites fran­cesas, las que son formadas en l’École Polytechnique, l’École Normale Supérieure (ENS) y Louis le Grand, eran los panfletos de Le Comité Invisible en los que se proclama la vuelta a la insurrección. Al preguntar a un manifestante de los chalecos amarillos el porqué de las protestas, respondió: “Hace más de treinta años que esperamos y ahora por fin nos levantamos”. En los resultados de las elecciones en las que arrasó Macron, el candidato del partido de la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, fue uno de los pre­dilectos de estas escuelas de prestigio, que siguen adorando a Alain Badiou, Jacques Rancière o Régis Debray. En el libro La ­insurrección que viene de Le Comité Invisible, (1)publicado en el año 2009, se puede leer: “‘El futuro ya no tiene porvenir’ es la sabiduría de una época que ha llegado, bajo aires de extrema normalidad, al nivel de consciencia de los primeros punks”. La fuerza de colisión de los chalecos amarillos, sin liderazgos y de forma espontánea, ha sorprendido al Gobierno francés, que no tiene interlocutores con los que discutir sus demandas. Dicha fuerza no sólo se sustenta en la extrema derecha, como el Gobierno ha dejado deslizar en la opinión pública, sino que es fruto del germen que proclamaba Mélenchon: “La insumisión nos lleva a la raíz individual del combate por la emancipación”. Según un sondeo del instituto demoscópico BVA, el 72% de los franceses se identifican con las reivindicaciones de los chalecos amarillos, de los cuales el 78% son principalmente empleados y obreros. Los chalecos amarillos, les gilets jaunes, plasman la tesis de la insumisión que es preámbulo de la ­insurrección.





Nota 1 . El Comité Invisible es una tendencia de la subversión presente. El nombre que una constelación difusa de grupos, redes y personas ha elegido para nombrar una determinada posición, una inteligencia política de la época, una toma de partido. Han publicado tres libros que han sido traducidos al castellano: Llamamiento y otros fogonazos, La insurrección que viene  y A nuestros amigos,  publicada  en mayo 2015 en la editorial Pepitas de Calabaza. La génesis del Comité Invisible es el colectivo y la revista Tiqqun, de la que aparecieron dos números entre 1999 y 2001, varios de cuyos textos también se han traducido al castellano. dicen :


"El mañana queda anulado Todas las razones para hacer una revolución están ahí. No falta ninguna. El naufragio de la política, la arrogancia de los poderosos, el reinado de lo falso, la vulgaridad de los ricos, los cataclismos de la industria, la miseria galopante, la explotación desnuda, el apocalipsis ecológico… no se nos priva de nada, ni siquiera de estar informados de ello. «Clima: 2016 bate un récord de calor», titula Le Monde ahora ya como casi todos los años. Todas las razones están reunidas, pero no son las razones las que hacen las revoluciones; son los cuerpos. Y los cuerpos están delante de las pantallas."  http://www.pepitas.net/sites/default/files/libros/primeras_paginas/primeras_6.pdf



ver  en... http://www.rebelion.org/docs/86360.pdf   ..y ver  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236503
. y ver   https://elestadomental.com/diario/propagar-la-anarquia-vivir-el-comunismo

 Y SOBRE TODO VER

   http://acracia.org/a-nuestros-amigos-comite-invisible/


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Memoria de la represión requete en Navarra




  DOS SANGUINARIOS FALANGISTAS

La Hermandad ante la justicia  y ( el franquismo resistente)





martes, 11 de diciembre de 2018

Los «Cinco Ojos» contra Huawei .


Los «Cinco Ojos» contra Huawei


  

Washington solicitó al gobierno de Canadá el arresto de Meng Wanzhou (ver foto) y su extradición a ‎Estados Unidos. Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei e hija del fundador de ese ‎gigante chino de las telecomunicaciones, fue arrestada en Canadá el 6 de diciembre de 2018. ‎
La guerra que Washington ha iniciado contra Huawei tiene muchas justificaciones que sólo sirven ‎de fachada para esconder la verdadera razón de la embestida del gobierno de Estados Unidos ‎contra esa importante empresa china. ‎
La verdadera causa es que Huawei utiliza un sistema de encriptación que impide a la NSA [1] estadounidense interceptar los ‎teléfonos móviles de esa marca china. ‎
Fuera del mundo occidental, los gobiernos y servicios secretos de numerosos países han ‎comenzado a equiparse con material de telecomunicaciones de la marca china Huawei para ‎garantizar la confidencialidad de sus comunicaciones. ‎
Las justificaciones de fachada han ido, según el momento, desde problemas en materia de ‎propiedad intelectual hasta vínculos comerciales con Irán y Corea del Norte o supuestas ‎violaciones de las reglas en materia de competitividad comercial, afirmando que esa ‎empresa recibe subvenciones del Estado chino. ‎
Los países miembros del sistema de espionaje anglosajón conocido como los “Cinco Ojos” –‎Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Reino Unido–, grandes consumidores de ‎equipos de telecomunicación que utilizan precisamente para espiar las telecomunicaciones ‎mundiales, han comenzado a excluir a Huawei de sus licitaciones. ‎
[1] La NSA ‎‎(National Security Agency) es la agencia de inteligencia estadounidense que se encarga de espiar ‎las telecomunicaciones a nivel mundial. El trabajo de espionaje de la NSA salió ‎súbitamente a la luz pública en 2013, cuando uno de sus empleados –Edward Snowden– denunció ‎públicamente las actividades de la NSA, que espía incluso las telecomunicaciones de países y ‎gobiernos aliados de Estados Unidos. Nota de la Red Voltaire.
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Ultima   noticia
La justicia canadiense concede la libertad bajo fianza a la vicepresidenta de Huawei


lunes, 10 de diciembre de 2018

Vox .-Los nacional católicos neocons .


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Las conexiones de Vox con HazteOir,  los 'kikos' y una docena de obispos españoles



Mientras la Conferencia Episcopal admite cierta "preocupación" por algunos puntos de su programa, prelados como el de Córdoba, San Sebastián, Oviedo, Burgos o Alcalá alaban al partido

Santiago Abascal fue premio HazteOir, cuyo líder, Ignacio Arsuaga, ha puesto todos los resortes de la asociación a apoyar la campaña en las andaluzas

Distintas fuentes aseguran que miembros destacados del Camino Neocatecumenal, los 'kikos', engrosarán las futuras listas del partido de extrema derecha

Jesús Bastante    



Desde la llegada de la democracia a España, los obispos se cuidaron mucho de no apoyar oficialmente ninguna candidatura política. Los vínculos del régimen franquista con la Iglesia todavía hacen daño, y mucho, a las estructuras eclesiásticas (como prueba, la polémica en torno a la exhumación de Franco). Y, sin embargo, al menos una docena de obispos han mostrado su apoyo, más o menos público, a Vox, un partido que, según algunos eclesiásticos, defiende los "principios irrenunciables" de la moral católica tradicional. La defensa de la vida (no al aborto y no a la eutanasia), la familia tradicional (hombre, mujer e hijos) y la lucha contra lo que denominan "ideología de género".

El único que se ha atrevido a alzar la voz en público ha sido el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, quien en su carta pastoral de esta semana se alegraba del "vuelco electoral" en el Parlamento andaluz, y advertía de que "no se puede ir contracorriente queriendo construir un mundo sin Dios, en el que caben todos menos el Dios que ha configurado nuestra historia", ni "trocear España, sin que eso tenga un precio político", introducir "leyes de ingeniería social que descomponen la persona y destrozan las conciencias" o "eliminar la vida inocente al inicio o al final de la vida, y esperar que encima los voten". Un calco de muchas de las propuestas electorales de Vox.


Obispos pro-Vox, obispos anti-Francisco
Otros prelados, que hasta el momento no han saltado a la luz pública, comparten, en el fondo y en la forma, los postulados más radicales de la formación de ultraderecha. Son los mismos que coinciden con el grupo de obispos que se oponen a las reformas que el papa Francisco quiere implementar en la Iglesia. Se trata de prelados de la vieja guardia, muy conocidos por sus posiciones reaccionarias, como el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla; el de San Sebastián, José Ignacio Munilla, el arzobispo de Oviedo,  Jesús Sanz (considerado como el sucesor natural de Rouco Varela); o el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez.

También, a título individual, docenas de miembros del Opus Dei y el Camino Neocatecumenal (los 'kikos'), que se han sentido atraídos por la defensa férrea de los valores "tradicionales" que hace Vox, según han apuntado a eldiario.es algunos de ellos, que han preferido omitir su nombre. Varios, añaden, ocuparán puestos destacados en sus listas de cara a las municipales, autonómicas y generales. Los principios morales son compartidos: no al aborto ni la eutanasia, sí a la familia numerosa formada por hombre y mujer. El Camino es, de hecho, uno de los movimientos ultraconservadores más potentes de la Iglesia católica, que considera el aborto un "invento del diablo".

Desde la Conferencia Episcopal, se observa una cierta "preocupación", en palabras del nuevo portavoz, Luis Argüello. En declaraciones a RNE, Argüello señalaba que "me preocupa el escenario con Vox y las reacciones ante Vox", destacando la posición del partido de Abascal frente a la inmigración. "En este capítulo -ha admitido- el aspecto que plantea este partido nos preocupa si cabe más", recalcaba el secretario general de la CEE, quien también advirtió de "la polarización y el extremismo" que se está viviendo en el ámbito de la política.

Abascal, Arsuaga... ¿El Yunque?
Pero, más allá del apoyo de algunos obispos, lo cierto es que el ascenso de Santiago Abascal a la cúpula de Vox no se entiende sin el apoyo decidido de HazteOir. Sin esta asociación ultra, conocida por sacar los autobuses tránsfobos, el vuelco que el político vasco logró dar a la formación en 2014, haciéndose con el poder de la misma, no hubiera sido posible.

Santiago Abascal es amigo íntimo del presidente de HazteOir, Ignacio Arsuaga, quien en 2012 le concedió el premio de su asociación, y no ha dudado en poner todo el entramado de esta institución al servicio de Vox en la campaña para las autonómicas andaluzas. Abascal es socio de HazteOir desde hace años.

Según apuntaba en ETB Álvaro Delgado, investigador mexicano especializado en el grupo ultracatólico secreto El Yunque,  al que se atribuyen vínculos directos con HazteOir, tanto Vox como la asociación presidida por Arsuaga podrían tener vínculos con este grupo surgido en México. "España es quizá el país donde más fuerza tiene".

Para Delgado, "los miembros de El Yunque ven a los partidos políticos como arietes para conseguir sus objetivos, y Vox responde a ese perfil". El investigador mexicano asegura que El Yunque "ha financiado a asociaciones afines, como HazteOir". "No estoy diciendo que Abascal sea miembro de El Yunque. Pero no tengo duda de que Ignacio Arsuaga es uno de los líderes de El Yunque en España", concluía Delgado.

Pero no solo es Abascal quien tiene sintonía, Rocío Monasterio, portavoz de Vox, aparece junto a Alicia Rubio, otra de las líderes, junto a Arsuaga encabezando una pancarta por la libertad de expresión. La foto preside el Twitter del líder de HazteOir, quien esta semana, en su perfil, señalaba algunas de las razones del éxito de Vox.

Entre ellas, destacaba el líder de HazteOir, "la persecución" del Gobierno del Partido Popular "contra los que nos atrevimos a disentir contra los dogmas de lo políticamente correcto, el marxismo cultural y la ideología de género". Para Arsuaga, "Vox triunfó en Andalucía y tiene un futuro brillante por el divorcio entre la clase política y mediática (que imponen lo políticamente correcto y persiguen al disidente) y los españoles (que no tragamos con las ruedas del molino del marxismo cultural)".




Nota del blog .-
En un artículo en el País, preguntaban a dos  catedráticos  de políticas  si Vox era fascista, y respondían que no, pero además, lo que en ningún momento decían es que es  nacionalista   español, era como un lapsus , y tampoco entre las razones que daban  explicaban  que el fascismo  no dejaba de ser  una derecha revolucionaria – cosa que indudablemente VOX   no es -(1) y por lo tanto social donde el  nacionalismo  de  estado es fundamental  ,ni llegaban a mencionar el nacional populismo     lepenista donde  el racismo  la  xenofobia y el  anti islamismo    es fundamental  ,es como si hubiera un intento por todos lados de  lavarlos y hacerlos presentable  como están haciendo toda la  prensa  de la caverna y  el PP y el Cs  para  poder  pactar con ellos   en Andalucía.
 Según encuesta, en  40dB. , tres de cada cuatro votantes de Vox citan al menos un argumento nativista: una cuarta parte quiere “frenar a los independentistas”, un tercio busca “defender la unidad de España” y casi la mitad confiesa que se decidió por “su discurso sobre la inmigración”.http://cort.as/-Cubb

 Como se ve el discurso sobre la emigración es fundamental mientras que medios y simpatizantes intentan  solo centrarlo en Cataluña.

Y como se puede ver  el nacional catolicismo  fundamentalista de época anticomunista de papa  Wojtyla esta bien presente en él .  Como el componente no liberal sino neocon . Como si intentaran ser una Polonia del Sur .

Nota 1 .- Corrección   , En el post anterior  cometí un error, faltaba ahí un No... Decía que   Vox NO es fascista porque el fascismo es una derecha revolucionaria y  Vox No lo es. Vox  es una derecha reaccionaria  , como si el pasado del siglo XX  español volviera  como  farsa .


 Y ver ..

sábado, 8 de diciembre de 2018

El error del PSOE en Andalucía





Carteles electorales de la candidata del PSOE, Susana Díaz, en las elecciones autonómicas de Andalucía. REUTERS/Jon Nazca

Vox: el error del PSOE en Andalucía

----------- Autores ....................
Rubén Pérez Trujillano
Es profesor en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla y Premio Memorial Blas Infante. Es autor de Andalucía y reforma constitucional (Córdoba, Almuzara, 2017). @Ruben_PerezT

Francisco Miguel Fernández Caparrós
Graduado en Filosofía por la Universidad de Murcia y estudiante de Derecho de la Universidad de Granada. Cuenta de Twitter: @FcoFern
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En el otoño de 2015 nuestra vida política vivió un punto de inflexión tan importante como el que había representado el 15M. Las elecciones al Parlamento de Cataluña, que habían tenido lugar el 27 de septiembre, arrojaron una mayoría parlamentaria decidida a iniciar la senda del independentismo. Pocas personas comprendieron el acontecimiento. Uno de ellos fue José Luis Serrano, por entonces presidente del grupo parlamentario de Podemos Andalucía. Ese mismo otoño, unos meses después de que el PSOE renovara por enésima vez su mandato en Andalucía, Serrano aprovechó una sesión de control de la presidenta de la Junta para proponerle una alianza.

“Creo que voy a sorprenderla, señora presidenta”, dijo al comenzar. Y no era para menos: le propuso un “pacto de Estado” para sentar las bases de una reforma constitucional que evitase el torbellino independentista y toda la basura que, sin duda, iba a remover. Los cambios en el panorama catalán habían dejado un hueco en la dirección política de España que llamaba a Andalucía: “en el momento en que Cataluña ha dejado el espacio de la vanguardia, el espacio de la vanguardia le corresponde a Andalucía. Vamos a liderar esto”.




Serrano tendió la mano a Susana Díaz para hacer frente al desafío independentista y la tentativa centralista. Y  añadió: “cuenta con nuestro apoyo total” si Ciudadanos le abandona, si se materializa “su carácter jacobino, asimétrico”, que busca la “unificación por abajo”. Serrano se refería a lo que Ciudadanos heredaba de una de las primeras formaciones en solicitar tanto la reabsorción de las competencias de educación y sanidad como la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña: UPyD. Y precisamente por eso Andalucía debía poner la sanidad y la educación al resguardo: porque entre independentistas y centralistas la autonomía corría peligro. Y la salida era el sistema federal.

Susana Díaz rechazó el guante con la altivez que ha caracterizado su trato hacia Podemos Andalucía. Aunque se le hablaba de federalismo, ella contraatacó con la acusación de que eso era independentismo: había tomado la decisión de emprender la vía españolista; de contrarrestar el nacionalismo catalán con nacionalismo español; el independentismo con centralismo. Aquel otoño de 2015, el PSOE cometió un error histórico de graves consecuencias que han tardado tres años en cristalizar.

Susana Díaz adelantó al rey Felipe VI en eso de dar mensajes institucionales en la televisión pública para meter en vereda a los independentistas. Jugar al españolismo siempre es peligroso, porque este tipo de nacionalismo es esencialista por naturaleza. Rara vez adopta convicciones cívicas y, cuando lo hace, es como si muriera por implosión. Pese a la retórica “constitucionalista” –que comienza y acaba en el término, ¡qué lejos estamos del “patriotismo constitucional”!–, el españolismo es una autopista por la que rugen sin control las nociones xenófobas, excluyentes y preconstitucionales con toda la fiereza de que son capaces unas ideas que se curten en mitos, no en consensos.

La aventura españolista del PSOE tuvo un reflejo inmediato en el ruedo político. Por un lado, se puso en marcha un discurso espurio de la Constitución. El PSOE accedió a señalar, como ya lo hacían las fuerzas conservadoras, la existencia de un bloque de partidos “constitucionalistas”. Para ello usaban como único criterio la homogeneidad compartida en cuanto a cierta visión de España y el modelo territorial. No importaba nada que una fuerza estuviera en contra de la libertad de expresión si defendía a puñetazos la unidad de la patria, ni si anhelaba fulminar los derechos sociales reconocidos en la Constitución y desarrollados en estatutos de autonomía como el de Andalucía. Por el contrario, todo lo que no coincidiera con esa manera de pensar y sentir España quedaba desplazado y estigmatizado como separatista. Los partidos “constitucionalistas” se distinguían por oposición a los “otros”: los “populistas”. Ante la indisposición de asumir el debate para edificar un proyecto federal, se optó por estigmatizar a quienes así lo intentaban. El tiempo ha demostrado que mantener cerrado el debate sobre la organización territorial del poder y los derechos se lo pone fácil a quien quiere abrirlo a patadas. Cerrarlo a cal y canto ha terminado significando introducir un agujero negro en la racionalidad necesaria para encarar el problema territorial sin traumas.

Por otro lado, el propósito de revestir con ropajes constitucionales el discurso españolista ha cuarteado la Constitución y relegado el Estatuto al limbo de los inocentes. Este enfoque comunicativo y cultural ha pifiado la pedagogía constitucional de la que tanto se benefician los pueblos, pues no ha hecho ascos a la apropiación sectorial y partidista del ordenamiento constitucional con el pretexto de su defensa contra los “otros”.

Era uno de los riesgos que se asumían al poner el énfasis en el carácter obligatorio de ciertas cláusulas y relativizar hasta límites insospechados el valor normativo de otras tantas. En la percepción popular, esto ha redundado en una banalización del conjunto. La Constitución fue bastardeada porque pasó a darse supremacía absoluta a algunos de sus aspectos institucionales y orgánicos (la unidad de la patria, los símbolos nacionales, el Estado de derecho…) ignorando los demás pilares (el pluralismo, la participación política, el Estado social…).  Si algo demuestra la historia es que las constituciones están en vigor o no lo están; si sólo rige un fragmento de la Constitución, se la condena al fracaso. Los discursos que a esto contribuyeron incluso con la mejor de las intenciones terminan codeándose con discursos autoritarios. Y éstos, que al principio te llevan a su terreno y te contaminan con las trampas demagógicas del “pensamiento fácil”, poco a poco, impregnan el sentido común.

Como consecuencia de este proceso, el PSOE cayó en la pendiente inclinada del españolismo. Sería elogiable que hubiera intentado sumarse a la ola para evitar la capitalización íntegra del sentimiento españolista por parte de la derecha de no ser porque, más bien, la maniobra ha infundido buena parte de la energía necesaria para que el tsunami derechista se produzca. El objetivo del PSOE era comprensible después del susto de las elecciones autonómicas de 2015 que dieron a Susana Díaz los peores resultados conseguidos en Andalucía. Había que ingeniar una estrategia para retomar la confianza del electorado. Sin embargo, el PSOE se propuso conseguirlo por medio del monopolio de la izquierda andaluza (algo que IU le había puesto fácil y el extinto PA facilísimo). Para esto necesitaba vencer a quienes estaban a su izquierda. Pero el PSOE no quería una victoria temporal ni tampoco un poder compartido en un marco de competencia limpia. Quería una derrota total y definitiva.

La estrategia para alcanzar ese objetivo fue doble. Lo primero consistió en someter a Podemos a una minoría de edad perpetua: como los niños, Podemos (y después toda Adelante Andalucía) eran irresponsables. Necesitaban un tutor que conociera cómo funciona el mundo de los adultos. Este tratamiento condescendiente presentaba a Podemos e IU como la representación de un infantilismo ingenuo al que no se podía tomar en serio. Este mensaje de frivolización de la izquierda que escapase a la órbita socialista fue calando poco a poco con una eficacia atronadora.

Al mismo tiempo, la identificación arbitraria de Podemos con el “populismo”, o con la propia Le Pen incluso, trató de escandalizar a la opinión pública día tras día. Junto a la frivolización de toda alternativa izquierdista al PSOE, éste creyó conveniente ir practicando su demonización. El estigma de “populista” (lo que venía a decir inútil y a la vez peligroso) se iba sedimentando a cada propuesta y posición que adoptaba Podemos en el Parlamento de Andalucía, con todo paso que daba o dejaba de dar. Al final, escandalizar a una sociedad atenazada por la inseguridad con la gramática españolista y seudo-constitucional llevó a deshumanizar por completo al adversario de izquierda: inútil, peligroso y, por extensión, separatista.

Se le situaba como algo ajeno al consenso constitucional y por ello sin derecho a pronunciarse sobre él (“aquel 4 de diciembre Podemos ni estaba ni se le esperaba”, llegó a reprochar Susana Díaz a José Luis Serrano). Paulatinamente se le fue presentando, a diestra y siniestra, como un caballo de Troya que el independentismo catalán (cuando no ETA) había colocado en el interior de las instituciones andaluzas. Así se hizo del rival político todo un enemigo del sistema. Y esta lógica sofista ha marcado la legislatura entera, de tal forma que, si tras la victoria de 2015 Susana Díaz celebró haber superado al “populismo”, en el descalabro de 2018 ha apelado al diálogo con las fuerzas “constitucionalistas” para frenar a Vox,  marginando en todo momento a la formación morada de los esquemas de la legitimidad.

A día de hoy, es palmario el éxito del discurso españolista: la invalidación y anulación de Adelante Andalucía como interlocutor válido y como sujeto político representativo y digno de respeto era un paso imprescindible. La frivolización de sus integrantes llevó a la estigmatización y esto, en un ambiente de banalización de los valores constitucionales, degeneró en la deshumanización de Adelante Andalucía y, en general, toda izquierda que no se tradujera en el PSOE.

Por el camino han ocurrido tres cosas. En primer lugar, el PSOE, lejos de salirle al paso con críticas pertinentes, lejos siquiera de imponer matices, ha alimentado una atmósfera de radicalización españolista propicia para la derecha hooligan y Varón Dandy. Si es cierto, como recuerda Ignacio Sánchez-Cuenca, que “la crisis catalana ha activado el lado más excluyente e intolerante del nacionalismo español”, quien más ha avivado ese fenómeno ha sido el PSOE. Ha sido el partido de Susana Díaz, antes que Ciudadanos o el Partido Popular, quien mejor ha contribuido a la emergencia de Vox.

En segundo lugar, presentándolo como el enemigo interno que el independentismo catalán había introducido en Andalucía, de una parte, y como el ensimismamiento izquierdista condenado a la inanidad y la derrota, de otro lado, el PSOE no sólo ha fulminado el potencial transformador de Adelante Andalucía. Literalmente, ha apestado a Podemos con tal de negar el derecho a existir a toda izquierda no afincada en el PSOE. Nada que no sepan los supervivientes del PA y los veteranos de IU.

Correlativamente, ambas consecuencias han desplegado una tercera, inesperada en los cálculos del PSOE y, qué duda cabe, en los de Adelante Andalucía. En un contexto de españolismo agresivo, las izquierdas siempre terminan desacreditadas y situadas en el punto de mira. El españolismo ha producido la transmutación derechista del espacio público y las ideas sobre lo común. Ninguna fuerza progresista podía salir bien parada. El temor a un enemigo absoluto como Podemos, certificado por el PSOE, no ya por Jiménez Losantos u otros portavoces usuales de la ultraderecha, llevó al envalentonamiento de la derecha y a que las costuras del centrismo saltasen por los aires.

La desesperanza inoculada entre las corrientes de opinión progresista en relación a las posibilidades e intenciones reales de Podemos antes y Adelante Andalucía después, en torno a su capacidad, desembocó en algo insólito en la historia de la democracia española pero muy común en Europa desde hace años. Nos referimos a la vasectomía entre partidos hegemónicos de izquierda (PSOE en este caso) y otras opciones de izquierda minoritarias o más jóvenes. En otras palabras: la inexistencia de vasos comunicantes entre PSOE y Adelante Andalucía obedece, fundamentalmente, a la anulación de esta última por el primero. El votante progresista y crítico con los gobiernos socialistas ha ignorado las urnas en el preciso instante en que el fantasma de la extrema derecha ha aparecido en el ascensor, en el tajo y en las redes sociales. Descontento con el PSOE, había interiorizado paradójicamente lo que éste (y no sólo la derecha) tanto le animó a creer: que fuera del PSOE no había nada.

El PSOE cometió un error en el otoño de 2015. Andalucía, lo hemos dicho muchas veces, es quien marca la norma en el resto del Estado; no al revés. Por eso era crucial que, tras el camino emprendido por el independentismo, Andalucía encabezara un proceso de reforma territorial de signo federal. Sin embargo, al menospreciar esta opción, infantilizar a Podemos Andalucía y, por último, abrazar los discursos y maneras de la extrema derecha, el partido de Susana Díaz emprendió un camino que ha terminado conectando a Andalucía y, como seguramente veremos en unos meses, a España con la ultraderecha europea.

Nota  del blog .- Podemos , formo una coalición con IU  y  formo Adelante  Andalucía ,   le resultó fallido como la    formación  de UP  en la generales;  IU en Andalucía tiene implantación , y en vez de sumar así resta , la derecha al ser tres opciones les dio más posibilidades , como si dijéramos extrema derecha , derecha y centro . Está claro además  que la cuestión catalana si a alguien perjudico  fue a ellos. pero al igual debido a  que   el PSOE  andaluz  haciendo frente anti catalanista   también al  PSOE , el debate del  PSOE  debía ser sobre la defensa  de los derechos sociales y civiles , revertir las políticas de austeridad    en sanidad  y educación y luchar contra el paro  y la precariedad   laboral   y  no sobre lo nacional español o catalán  , así su  bajón no es culpa del PSOE nacional  , sino del PSOE andaluz
Y las maniobras de Susana , primero rompió con IU en  el 2015  y le salió mal  ,luego pacto con la derecha o sea el CS  , este bloqueo  su programa  y  al final la dejo colgada ,y fue  incapaz de  pactar con Podemos  ,convoco elecciones y le salió    peor , de nuevo ,  y debía haber dimitido  ya . Como es lógico sus votantes  se abstuvieron o pasaron a otros bajo ese mismo discurso  nacionalista español .  Lo  de Susanita no es un error , es que es nefasta,  ya se vio  cuando intento descabalgar a Pedro y casi destroza el PSOE.. ya se  ve que  no es nacionalismo español el que le va dar votos en Andalucía.  Ni es ese el  eje  de debate que debe tener el  PSOE. Y más al convertirse en susanismo ( véase el cartel de arriba ) . De todos modos no es  el problema en Cataluña lo que  definió tanto el voto ,  ni provoco el surgimiento de Vox ya que el tanto el PP como CS  pedían igual ,  volver a aplicar ahora el articulo 155 a Cataluña  por un periodo más largo .
En un artículo en el País, preguntaban a dos  catedráticos  de políticas  si Vox era fascista, y respondían que no, pero además, lo que en ningún momento decían es que es  nacionalista   español, era como un lapsus , y tampoco entre las razones que daban  explicaban  que el fascismo  no dejaba de ser  una derecha revolucionaria –( cosa que indudablemente VOX NO  lo es) - y por lo tanto social donde el  nacionalismo  de  estado era fundamental ni llegaban a mencionar el nacional populismo     lepenista donde  el racismo  la  xenofobia y el  anti islamismo    es fundamental  ,es como si hubiera un intento por todos lados de  lavarlos y hacerlos presentable  como están haciendo toda la  prensa  de la caverna - Ok diario , ABC , Mundo , Razón -  y  el PP y Cs  para  poder  pactar con el . por eso lo importante  les  es  decir que  lo provoca  Cataluña  y no la   xenofobia o incluso la felicitación  de no solo de la Lepen  sino  del K.K.K .  Y como si no fuera además bien  actual .
Y como se puede ver  el nacional catolicismo  fundamentalista de la época anticomunista de papa  Wojtyla esta bien presente en él .  Como el componente no liberal sino neocon . Como si intentaran ser una Polonia del Sur .

 El nacionalismo es usado como sedante de las clases populares para que éstas, a diferencia de las opulentas, no ejerzan la lucha de clases. 

 Y cuando uno entra en una batalla con los métodos del enemigo, tiene todos los boletos para perderla.


Francia en cólera..


Resultado de imagen de contra macron


Hacia una crisis de régimen en Francia
Rafael Poch de Feliu

Blog personal


Si el fuego prende finalmente en las banlieues, entonces sí que estaremos en la estela de las grandes insurrecciones sociales francesas que tanto oxígeno han proporcionado a la libertad y el progreso social en Europa desde 1789.

En junio de 2017, cuando Macron ganó las presidenciales, pronostiqué una crisis de régimen en Francia. Desde que llegué a ese país, en 2014, hasta mi despido como corresponsal en París hace un año, nunca cesó de rondarme la impresión de materia inflamable a la espera de chispa. Muchos observadores franceses de la izquierda respondían en positivo a mis preguntas en esa dirección, pero, seguramente llevados por el miedo que todo intelectual tiene a ser acusado de tomar sus deseos por realidad, no pasaban del, “sí, es posible que ocurra algo”.

Llegaron las protestas contra las leyes laborales de Hollande (Macrón era entonces consejero del presidente, luego ministro de economía) y la nuit debout el particular movimiento cívico-juvenil de la Place de la Republique de París que no cuajó como 15-M francés.  Más tarde, ya con Macron presidente, nuevas protestas contra la reforma laboral a partir de otoño de 2017. En ambos casos, la impresión era la misma: el descontento en Francia era general, pero pasivo. La gente que salía a la calle era la de siempre; la izquierda política (es decir lo que queda a la izquierda del Partido Socialista), militantes, algunos estudiantes y bachilleres (que en Francia son un factor político) y algunos sindicatos pequeños más la CGT, la única gran central sindical aún no descafeinada. No había relación entre descontento y movilización. Y aun más importante: los más desfavorecidos, los barrios periféricos urbanos, dormitorios de la Francia desempleada y de origen emigrante, brillaban por su ausencia. “¿Dónde están las banlieues?”, nos preguntábamos.

En la victoria presidencial de Macron las cosas no cuadraban. Había una sensación de producto precocinado por los poderes fácticos en la sombra, un fast food político más propio de la otra orilla del Atlántico que de Francia. Una victoria que se impuso sobre la sospechosa eliminación, vía el kompromat del “Penelopegate”, el inocente escándalo de la mujer del candidato de la derecha tradicional, François Fillon, quizá demasiado gaullista y demasiado poco antirruso para algunos (para acertar en estas materias es siempre aconsejable pensar mal). Y la victoria de Macron planteaba tanto una crisis de legitimidad -muy poca gente le votó por convencimiento, la mayoría para eludir a Le Pen y con una abstención récord- como una crisis de representatividad: la victoria explosionó la divisoria izquierda/derecha, dejó fuera de juego a los partidos tradicionales y logró un dominio elitario en la Asamblea Nacional sin precedentes y sin la menor correspondencia con la realidad de la sociedad francesa.

Si a eso se le sumaba la personalidad del Presidente, un jovencito tecnócrata triunfador hecho a sí mismo y apadrinado por los poderes fácticos -el medio del que salen los reaccionarios más peligrosos- el cóctel resultaba explosivo. Pero un cóctel Molotov (o “Molokotov”, como decía la abuela de un amigo cuando Franco) es algo que no se enciende si no hay chispa. Los chalecos amarillos son la chispa.

Ahora en la calle se ven caras nuevas. No es la izquierda política, es la gente normal, la mayoría perjudicada por la macronía y ofendida por la impertinente incontinencia verbal de este “presidente de los ricos”. Gente que está más allá de la política, que no vota, o que vota al Frente Nacional, o a la France Insoumise. Una revuelta social de los de abajo, de la Francia mayoritaria que ha visto su vida deteriorarse en los últimos veinte o treinta años, pero… mayoritariamente blanca.

Siguen ausentes los barrios periféricos de origen emigrante. Si eso cambia, si el fuego provocado por esta chispa prende finalmente en las banlieues, entonces sí que estaremos en la estela de las grandes insurrecciones sociales francesas que tanto oxígeno han proporcionado a la libertad y el progreso social en Europa desde 1789.

Hay que estar bien atento a Francia. Las reivindicaciones se han ido ampliando. En su última expresión ofrecen un catálogo bastante completo de un radical rechazo a la austeridad, la privatización y la creciente desigualdad social. Los políticos se quejan de que es muy difícil negociar con esto (y ahí está la gracia y la fuerza del asunto):

-Más justicia fiscal

-Salario mínimo de 1300 euros netos

-Favorecer al pequeño comercio de los pueblos y los centros urbanos, cesar la construcción de grandes centros comerciales alrededor de las grandes ciudades que matan el pequeño comercio.

-Más aparcamientos gratuitos en los centros de las ciudades.

-Un plan de aislamiento de viviendas para hacer ecología mediante el ahorro de las economías domésticas.

-Más impuestos a las grandes empresas

-Mismo sistema de seguridad social para todos.

-No a la reforma de las pensiones. Ninguna pensión por debajo de los 1200 euros.

-Salarios indexados a la inflación

-Salario máximo de 15.000 euros

-Proteger la industria nacional. No a las deslocalizaciones.

-Limitar los contratos temporales.

-Promoción industrial del automóvil de hidrógeno (más ecológico que el eléctrico).

-Fin de la política de austeridad. Cese del pago de los intereses ilegítimos de la deuda y combate al fraude fiscal.

-Que los peticionarios de asilo sean bien tratados y que se actúe contra las causas de las emigraciones forzadas.

-Limitación de precios de los alquileres.

-Prohibición de la venta de bienes de la nación (presas, aeropuertos….).

-25 alumnos por clase como máximo.

-Favorecer el transporte ferroviario de mercancías

-Tasar el fuel marítimo y el keroseno.

Claro que faltan muchas cosas. Tal como está comportándose el complejo mediático francés ante esta crisis, no tardará en aparecer alguna reivindicación fundamental para democratizar y desmonopolizar medios de comunicación que hoy están en un 80% en manos de grandes corporaciones bastardas y multimillonarios lógicamente hostiles a los intereses de la mayoría social.

Pero, si se negocia esto, o algo parecido a esto, podemos echar el telón sobre la política de austeridad europea: La suma de una Francia en pié, más un Reino Unido fuera de la UE, mas el fin del merkelato, dejará a la agenda austeritaria de la derecha alemana fuera de combate en la UE.

Si por el contrario no se negocia y se opta por la represión, o por dejar que el movimiento se pudra -ese es el cálculo de las pequeñas concesiones de Macron- habrá que ver cual es la reacción social, y, en cualquier caso, no se habrán remediado otras futuras chispas, pues la presencia de materia inflamable ya no es una hipótesis, sino un hecho constatado. En cualquier caso todo el régimen de la V República podría verse sometido a una seria prueba. Hay que estar bien atento a Francia, pues el cambio en la UE depende de ella .