Macron, el hombre para que nada cambie
Basta ver la espectacular subida de las Bolsas para entender con
claridad lo que significa políticamente la victoria de Macron: otra
batalla ganada más de los poderosos del sistema vendida como
regeneración y renovación
Los analistas no paran de insistir en el vuelco del
panorama político francés, con el desplome de los partidos
tradicionales. Es una verdad a medias porque el nuevo presidente,
Emmanuel Macron, es un representante neto del poder económico y
empresarial francés y de las políticas neoliberales europeas. Todos sus
supuestos méritos revolucionarios son meras patinas estudiadas y
explotadas para promover su imagen novedosa y moderna: joven, culto
(titulado en Filosofía con una tesis sobre Hegel), sensible al arte (sus
seis años de piano), romántico y fiel al amor (casado desde hace diez
años con la profesora que conoció con 17, y 24 años más mayor).
Si se estudia la trayectoria de Macron se confirma que simplemente es
un cachorro de las finanzas y las élites políticas tradicionales.
Estudió en los jesuitas y con 16 años se trasladó a París y se formó en
Sciences-Po (Instituto de Estudios Políticos de París), una fundación
privada considerada grand établissement, un
reconocimiento atribuido a algunos centros de enseñanza superior de
prestigio. Posteriormente se forma en la Escuela Nacional de
Administración (ENA), el granero de las élites políticas francesas. Una
gran mayoría de los antiguos alumnos de la ENA controlan la vida
política y económica en Francia, por lo que es criticada por su papel en
la selección y reproducción de las élites y de la burocracia francesa.
Con solo 33 años, fue socio de la banca Rothschild. Allí
Macron se hizo rico en poco tiempo, entró en Rothschild en 2008 y como
directivo de esta banca fue encargado de uno de los mayores acuerdos del
año: la OPA de Nestlé a una filial de Pfizer, lo cual le permitió convertirse en millonario. La transacción tuvo un valor de nueve mil millones de dólares.
En realidad Macron, como Joseph Fouché durante la revolución francesa y el periodo napoleónico,
nunca tuvo partido. Su primera actividad política destacada tuvo lugar
en 2008 como ponente de una comisión de expertos sobre el crecimiento
económico, encargada por Nicolas Sarkozy y animada por el antiguo
consejero socialista Jacques Attali. Esta comisión Attali permitió a Macron codearse con grandes empresarios,
como el propietario de la compañía de seguros Axa, Claude Bébéar; el
presidente de Nestlé, Peter Brabeck; o el gestor de fondos de
inversiones Serge Weinberg. De hecho, este último fue quien lo
promocionó como gerente asociado del Banco Rothschild en Francia.
Apoyó la candidatura de François Hollande en las primarias de 2011. En
mayo de 2012 se convirtió en secretario general adjunto del Elíseo, cuya
función es aconsejar al presidente de la República sobre cuestiones
económicas. Macron reivindica una postura liberal. A él le achacan el
giro que dio el Gobierno de Hollande en favor de las empresas.
Hollande le nombra ministro de Economía en agosto de 2014, lo que es
considerado como una clarificación ideológica, al alejarse de la
izquierda y adoptar ideas de derecha. Diseñó la controvertida política
económica del presidente François Hollande hasta junio de 2014, que no
tuvo nada de socialista provocando la impopularidad de Hollande por
abandonar todas sus promesas progresistas. En sus dos años en el Elíseo,
fue el encargado de mantener el nexo del presidente con los grandes
patronos. También quien tuvo que calmar a las grandes fortunas, a las que Hollande quiso gravar con un 75% de impuestos
pero que acabó con unas millonarias rebajas en impuestos y cotizaciones
sociales de las empresas. En la campaña electoral Macron fue acusado de
haber gestionado durante su Gobierno casos de empresas con las que había tratado anteriormente cuando fue banquero de negocios.
Cuando observa el hundimiento del presidente al que le diseñó la
política económica, le abandona como ministro y crea un movimiento
político, ¡En Marcha!, que coincide con sus iniciales y con el que
alcanza la presidencia. "La honestidad me obliga deciros que ya no soy socialista", dijo. Como si lo hubiese sido en sus decisiones políticas como ministro.
Para entonces ya Emmanuel Macron llevaba un tiempo poniendo en marcha
–nunca mejor dicho– toda su maquinaria de seducción y contactos. El
periodista Enric González revelaba
que "durante sus últimos ocho meses en el cargo, entre enero y agosto
de 2016, Macron gastó 120.000 euros en cenas celebradas en su
apartamento privado, un ático acristalado ante el Sena encima del
complejo ministerial de Bercy. Haciendo una división simple, salen 500
euros por noche. Los funcionarios de la oficina presupuestaria estaban
asombrados. Comprobando facturas descubrieron que algunas noches había
dos cenas, una detrás de otra. El movimiento de invitados y cocineros
era frenético. Por el ático de Bercy pasó todo el que representaba algo
en la política, las finanzas, la empresa, la comunicación y el
espectáculo. Fue una gigantesca operación de seducción de la que surgió
la red de apoyos que está a punto de llevarle a la presidencia de la
República".
El resultado es un candidato que despierta simpatía entre buena parte de los dirigentes del Cac40
(el Ibex35 de la bolsa de París). Le apoyan grandes empresarios
próximos al socialismo francés, como Pierre Bergé (copropietario del
diario Le Monde), y también una parte de la patronal tradicionalmente
vinculada a la derecha, como el propietario del grupo de lujo Louis
Vuitton (Bernard Arnault) o Vincent Bolloré (presidente de los grupos
Canal + y Vivendi). Igualmente le respaldan los dirigentes de las nuevas
compañías tecnológicas francesas y ha recibido el apoyo del fundador de
la compañía de videojuegos Atari y empresario en el sector de la
robótica, Bruno Bonnell; y del fundador de la web de citas Meetic, Marc
Simoncini.
Macron aspira, de hecho, a presentarse "como el candidato del nuevo capitalismo francés, de un patronato más moderno y favorable a la globalización". El periodista Enric Bonet señala que el equipo de campaña de Macron lo componen dirigentes de multinacionales francesas. Uno de los encargados de elaborar su programa en materia de seguridad y defensa es Didier Casas, el director general adjunto de la compañía de telefonía móvil Bouygues. Mediapart revelaba que en el núcleo duro de ¡En Marcha! se encontraban jóvenes del entorno del que fue director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Kahn. Dos agencias de comunicación trabajan habitualmente por el movimiento Little Wing y Jésus & Gabriel. Como se ve, todo "muy revolucionario".
Macron aspira, de hecho, a presentarse "como el candidato del nuevo capitalismo francés, de un patronato más moderno y favorable a la globalización". El periodista Enric Bonet señala que el equipo de campaña de Macron lo componen dirigentes de multinacionales francesas. Uno de los encargados de elaborar su programa en materia de seguridad y defensa es Didier Casas, el director general adjunto de la compañía de telefonía móvil Bouygues. Mediapart revelaba que en el núcleo duro de ¡En Marcha! se encontraban jóvenes del entorno del que fue director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss Kahn. Dos agencias de comunicación trabajan habitualmente por el movimiento Little Wing y Jésus & Gabriel. Como se ve, todo "muy revolucionario".
Al más puro estilo
postrealidad de Donald Trump, a la semana de crear su movimiento,
Emmanuel Macron dijo que ya contaba con 13.000 miembros, "uno cada 30
segundos". El semanario Le Canard Enchaîné se encargó después de aclarar que lo que Macron llamaba miembros eran sencillamente los clics que había recibido su página.
En
cuanto a las finanzas de ¡En Marcha! el encargado de la colecta de
fondos de campaña fue Christian Dargnat, exdirigente del banco BNP
Paribas, y Françoise Holder, cofundadora de la famosa cadena de
panaderías Paul y exresponsable nacional del Medef (Movimiento de
Empresas de Francia) es la delegada nacional. Según reveló el periodista Mathieu Magnaudeix,
encargado de seguir la campaña de Emmanuel Macron en Mediapart, a
principios de marzo, el movimiento disponía de ocho millones de euros
obtenidos gracias sus 30.000 donantes privados. Aunque la mayoría de los
simpatizantes dieron 50 euros, hubo más de 160 donantes que
contribuyeron con más de 5.000 euros.
Los responsables de ¡En Marcha! reunieron una parte significativa de
sus fondos a través de fiestas privadas muy chic en las que piden
donaciones a los invitados. "En sólo una de estas cenas que se celebró
en París pocos días antes de Navidad, ganaron más de 100.000 euros",
afirma Magnaudeix. Estos actos no sólo se han organizado en territorio
francés, sino también en Londres, Nueva York e, incluso, hubo una fiesta
en el acomodado distrito bruselense de Uccle, donde reside la mayoría
de los expatriados fiscales franceses. "Dargnat ha hecho constantes
viajes a Londres para recaudar fondos y Macron participó en tres actos
privados durante un desplazamiento que hizo a la capital británica a
finales de febrero", recuerda el periodista de Mediapart.
A través de un préstamo bancario de 8 millones de euros más las
donaciones privadas, Macron "ha prácticamente alcanzado los 21 millones,
el presupuesto máximo de un candidato a las presidenciales". Gracias a
sus contactos con las élites políticas y económicas, el joven "candidato
alternativo" ha puesto en marcha toda una máquina electoral.
En cuanto a las propuestas políticas de Macron, nada diferente a la
línea neoliberal dominante: aboga por más flexibilidad laboral, aumentar
la jornada de trabajo, no excluye retrasar la edad de jubilación y,
como la mayoría de candidatos de derecha, propone una revisión del
Código de Trabajo (reforma laboral). Mélenchon había pedido a Macron que
renunciase a su reforma laboral para atraer a los siete millones de
votantes de la izquierda. Macron, sin embargo, se opuso. Con esas propuestas era comprensible que muchos obreros pensasen que no tenían nada que perder con Marine Le Pen.
Basta ver la espectacular subida de las Bolsas
para entender con claridad lo que significa políticamente la victoria
de Macron: otra batalla ganada más de los poderosos del sistema vendida
como regeneración y renovación.
Como señaló Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique,
"el éxito de Macron se debe más a las circunstancias que a sus propios
méritos. Porque una serie de acontecimientos imprevistos fueron
eliminando a sus principales rivales potenciales. Los candidatos
socialistas y conservadores estaban hundido por la corrupción. ¿Qué
adversarios le quedaban a Macron? Esencialmente dos: Marine Le Pen y
Jean-Luc Mélenchon. Ni el poder financiero, ni el poder empresarial, ni
el poder mediático podían aceptar, por distintas razones, a ninguno de
estos dos candidatos. Por eso, a partir del pasado mes de febrero, todo
el formidable peso de los poderes fácticos se puso al servicio de
Emmanuel Macron. En particular, los medios de comunicación dominantes
–que en Francia están en manos de un puñado de oligarcas
multimillonarios– se lanzaron en una frenética campaña en favor del
líder de En Marche! Aportándole además un soporte financiero
considerable. De tal modo que Macron, orador bastante mediocre y con un
programa aún más confuso, fue imponiéndose en las encuestas como el
probable vencedor".
Lo cínico de Macron es que,
después de haber sido banquero y ministro, contar con el apoyo de las
grandes empresas y finanzas que le han proporcionado el máximo
presupuesto para su campaña, se presentó a las elecciones afirmando
abanderar "el desafío es romper con un sistema que no supo responder a los problemas de Francia desde hace más de 30 años".
Pero en el fondo, Emmanuel Macron es más de lo mismo: un hombre de
diseño al gusto del marketing que ha estado en el lugar adecuado en el
momento justo. Y su propuesta, en pocas palabras, como diría el conde de
Lampedusa: cambiarlo todo para que nada cambie.
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Nota del blog
Elocuente .. Como se disparó la industria alemana y como cayó la francesa y el resto desde la entrada en el euro.