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Lucha contra Daesh
Siria, una de las piezas del rompecabezas
Estados Unidos y la
conformación de una Alianza internacional, destinada a enfrentar a Daesh
o Estado Islámico (EI) da muestra, que a la hora de sus decisiones en
materia de política exterior: los organismos internacionales, el respeto
a la legalidad internacional y a la soberanía de los países, no tiene
valor alguno ante lo que Washington considera es su dogma de fe: un
destino manifiesto, que la providencia le ha signado como misión
sagrada.
Creencia expresada, en toda su magnitud, el pasado 10
de septiembre, cuando Barack Obama en un mensaje a la nación
estadounidense y amplificada urbi et orbe le declara la guerra a Daesh
“allí donde se encuentre” afirmando, que sólo Estados Unidos tiene la
capacidad y la voluntad de movilizar al mundo contra los terroristas. De
contener y curar el brote de ébola, de destruir las armas químicas
sirias, de detener la agresión rusa a Ucrania, de ayudar a las
comunidades musulmanas de todo el mundo a combatir el terrorismo, junto a
crear bases por más oportunidades y tolerancia, según lo expresado por
el mandatario estadounidense en un panegírico rimbombante.
Similar pensamiento se repitió el pasado miércoles 24 de septiembre,
cuando en el seno de la 69 Asamblea General de las Naciones Unidas, en
un discurso beligerante y hasta surrealista, Obama sostuvo que
“Estados
Unidos seguirá siendo una potencia pacífica, que está comprometido con
invertir en su fortaleza como país para acabar con los problemas que
afectan al mundo, entre ellos la crisis al este de Ucrania” En esa
dirección de supuesto país pacífico, según este Premio Nobel de la Paz,
realizó dos amenazas: “Rusia tendrá que pagar por lo sucedido en
Ucrania, ya que los países grandes no deberían hacer acciones para
intimidar a los pequeños” y con relación a Daesh sostuvo que
“el
único lenguaje que entienden los asesinos es el de la fuerza. Nuestro
país no está en guerra contra el Islam pero Estado Islámico debe ser
destruido”.
Lo peculiar es que este llamado a la “guerra
santa estadounidense” suele expresarse cuando las dificultades internas
de este país presionan válvulas de salida externas. En este caso, las
elecciones legislativas norteamericanas en noviembre próximo, donde
Obama y su administración deberán responder en las urnas, frente a la
serie de promesas incumplidas. Entre ellas, el cierre de la prisión de
Guantánamo. El retorno de las tropas estacionadas en Afganistán y de
Irak, país al cual ha tenido que reenviar tropas después de su retiro el
año 2011 y problemas en el campo de las reformas en salud y migración.
Este llamado a la guerra contra el terrorismo, huele a historia
conocida. Tal como lo hicieron los ex presidentes George W. Bush al
atacar Irak el año 2003 y Afganistán el 2002 o como George Bush padre el
año 1991 al conformar una coalición internacional que atacó a Irak
luego que este país invadiera Kuwait. Como todos ellos, Barack Obama
asevera que Estados Unidos tiene la obligación de liderar las naciones
desde Europa a Asia, desde África al Medio Oriente
“porque defendemos la libertad, la justicia y la dignidad, que son valores que han guiado a Estados Unidos desde su fundación” .Todo
un credo que termina con el llamado a que “dios bendiga a sus tropas y a
su país” en misiones, que tantas muertes y sufrimientos ha causado allí
donde se manifiesta. Un dios estadounidense, que avala el que una
nación grande intimide a las pequeñas.
Los recientes
ataques a fuerzas de Daesh en territorio sirio, que tuvieron su comienzo
en la madrugada del lunes 23 de septiembre, a contrapelo de cualquier
autorización del gobierno de Bashar al Assad o decisiones de la
comunidad internacional agrupadas en una organización, que permita
consensuar estas decisiones, como es la ONU, confirman que la misión
norteamericana no está guiada por los supuestos valores mencionados por
Obama o por un destino sagrado de liderar la búsqueda de la paz y la
estabilidad en la tierra. Esas ideas peregrinas son sólo cuentos
infantiles. Las verdaderas intenciones de la administración del Premio
Nobel de la Paz norteamericano a la luz de sus actuaciones en política
exterior son: derrocar al gobierno de Damasco, cercar a Teherán y al
mismo tiempo restar protagonismo regional a la Rusia de Putin.
En el caso de Siria, esa intención se encubre bajo el artificio de
cierta legalidad internacional, apelando a la lucha contra el terrorismo
de Daesh, tanto en el norte de Irak como en las provincias del norte
sirio. Y ese propósito encubierto se expresa en que aquellos que atacan a
Daesh en Irak y ahora en Alepo, Raqqa, Deir ez Zor, Abu Kamal, Hassaka y
otras ciudades y regiones sirias donde opera el fundamentalismo
takfirí, son los mismos países que alentaron el desarrollo de este y
otros grupos terroristas como el Frente al Nusra o Al Qaeda en el
Magreb. Principalmente, a partir del año 2011 cuando se decidió alentar,
financiar y apoyar militar y políticamente a estos movimientos con el
objetivo de acabar con libia en el Magreb y Siria en Medio Oriente. En
ese contexto los métodos de terrorismo de estos movimientos radicales no
eran cuestionados, ni por Estados Unidos y sus aliados. Todo valía para
derribar a Gadaffi en el norte africano o a Bashar al Assad en el
levante mediterráneo.
Solos… pero no tanto
A juicio de Obama, la coalición internacional anti-Daesh pone de
relieve que su país no está solo en su lucha contra el terrorismo. La
historia reciente enseña que esos aliados suelen usarse para el pago de
las facturas y aportar con su cuota de sangre bajo la doctrina del
Leading from Behind, que anima la estrategia militar norteamericana
desde el año 2008 a la fecha y que tiene sus ejemplos con los ataques a
Libia, Mali y Siria. El actual escenario bélico muestra la razón de la
sin razón al constatar, que Estados Unidos y su poderío militar lanzan
sus bombas contra los amigos de ayer, contra aquellos a los cuales,
junto a sus aliados, presentados hoy como abanderados de la lucha contra
el terror, permitieron el surgimiento y desarrollo de estos grupos en
Medio Oriente y el Magreb.
En declaraciones efectuadas
pocas horas después del primer ataque contra Estado islámico en Siria,
en la capital norteamericana, el Presidente Obama reafirmó este concepto
que actúa en función de una coalición de países afirmando que "estamos
orgullosos de trabajar hombro con hombro con nuestro aliados regionales
en nombre de nuestra seguridad común" tratando de esa forma de animar
los aliados árabes que se han visto forzados a coordinar acciones con
Estados Unidos contra el terrorismo vista la presencia de bases aéreas,
militares y navales en Bahréin (Base naval de Yaffair donde radica la V
Flota del Golfo Pérsico), Kuwait con las bases Camp Doha y Ali Salem y
Al Yaber. Omán con la Base Thumrait y la Base Aérea Al Sib. Arabia
Saudita donde radica la Base Príncipe Sultán. A lo que se suma la base
Aérea de la isla Diego García.
El sostener que estamos en
presencia de la razón de la sin razón adquiere su lógica cuando
constatamos que Estados Unidos y sus aviones F 22 Raptor (con valor de
150 millones de dólares cada uno), F 18 Hornet, Misiles Tomahawks y los
Bombarderos B 1 lanzan sus bombas contra los amigos de ayer, no es parte
de una teoría de la conspiración o tratar de desviar la atención sobre
los crímenes de Daesh – que los comete, que los amplifica y merece la
repulsa internacional y disponer de la lucha contra este grupo – pero,
ello no debe llevar a desconocer las responsabilidades de quienes hoy se
presentan como abanderados de la libertad y la lucha contra el terror y
que han permitido que se desarrollen estos movimientos terroristas. En
el seno de la ONU no se ha escuchado autocrítica alguna, para el
proceder de aquellos que hoy enarbolan la llama en defensa de los
derechos humanos encabezados por Estados unidos y su famosa Coalición.
Apoyos conocidos por parte de aquellos que hoy acompañan a Estados
Unidos en sus ataques a Daesh, con tareas específicas: Jordania que
permitió a los líderes y mandos del movimiento takfirí contar con campos
de entrenamiento en sus territorios con asesores norteamericanos e
israelíes. Turquía que puso a disposición de los grupos que atacan a
Damasco, bases militares como Incirlik para la distribución de armas y
apoyo logístico. Arabia Saudita y las Monarquías del Golfo impregnando
del fundamentalismo Wahabita e inflando los bolsillos del terrorismo de
Daesh hoy, como con Al Qaeda anteriormente.
Sumemos a ello la
intromisión directa de Estados Unidos, que envió en mayo del año 2013,
ilegalmente a territorio sirio, al Senador y ex candidato presidencial
John McCain a reunirse con los líderes que hoy devienen en enemigos.
Para Estados Unidos y sus obsesión de derribar a al Assad, grupos como
Daesh, Ejército Sirio Libre y Frente al Nusra eran “combatientes por la
libertad” no existía en ese momento esta separación entre grupos
“moderados” y “fundamentalistas” todos ellos servían al objetivo
planeado entre Washington, la Casa Real Saudí y Tel Aviv. Mismo
discurso, mismas acciones y mismos resultados cuando al mirar la
historia vemos la responsabilidad de Estados Unidos y sus aliados en la
formación de Al Qaeda y su posterior combate cuando fueron derribadas
las Torres gemelas. El Bin Laden de antaño es el Abu Bark al Baghdadi de
hoy.
Todo ello hace concluir, que las declaraciones
altisonantes de Obama en su discurso para indicar al mundo que atacaría a
Daesh “donde quiera que se encuentre” no es más que el disfraz que
esconde las intenciones de derribar a Bashar al Assad y de paso seguir
cercando al gobierno de Teherán y a Rusia en la búsqueda constante del
gobierno estadounidense de la hegemonía mundial absoluta. Sobre todo en
un área crucial como Medio Oriente con todas las reservas de gas,
petróleo y la infraestructura asociada a su producción y
comercialización. Una zona de indudable valor geopolítico.
El analista político Joshua Ketting señaló a la cadena RT, que estos
ataques de Estados Unidos en Siria “son un giro inesperado de la trágica
historia reciente de Siria. Después de tres años de debate acerca de si
Washington necesitaba utilizar la fuerza militar contra el Gobierno
sirio, los aviones estadounidenses ahora atacan a los enemigos del
presidente al Assad. Si los bombardeos logran diezmar a Daesh,
Washington se enfrentará a dos posibles escenarios, ambos problemáticos.
El primero: Al Asad mantendría su poder en Siria, mientras que en el
segundo la prolongada guerra civil se agudizará a largo plazo y podría
involucrar a todo Oriente Medio…estamos ante otra operación militar
abierta de EE.UU. y otro conflicto complejo en Oriente Medio. Obama
puede creer que la intervención es la mejor opción, pero sería
interesante saber cómo el candidato que se hizo famoso por decir que no
estaba en contra de todas las guerras, sino sólo contra las 'estúpidas',
terminará la última operación militar de EE.UU." concluyó Keating.
Mientras los aviones estadounidenses atacaban pozos petroleros sirios,
argumentando que eran ocupados por Daesh, Obama señalaba en la ONU otras
de sus ideas peregrinas: “la única solución a largo plazo para la
guerra civil en Siria es política, una transición política incluyente
que responda a las legítimas aspiraciones de todos los ciudadanos
sirios, independientemente de su etnia o credo". Pero, resulta
contradictorio que en la búsqueda de esas soluciones se haya conformado
un frente opositor político y militar con suministro de abundante
armamento, financiamiento ilimitado, se haya avalado las acciones
terroristas contra el gobierno de Bashar al Assad e incluso se haya
manejado la posibilidad de intervenir directamente en Siria y se pase
por alto un trabajo coordinado con Siria, como lo ha ofrecido su
gobierno, como también con Irán, que indudablemente pueden aportar en
esta lucha contra Daesh.
Es sintomático que los ataques
contra Daesh en Irak no tocaron nunca la infraestructura petrolera de la
zona Kurda o más al sur de Erbil y en cambio, cuando se trata de Siria
ya se haya bombardeado refinerías, pozos petroleros e instalaciones que
afectan su capacidad industrial y disminuyen, claramente, la capacidad
económica de este país. Los ataques contra el takfirismo en Irak no
tuvieron la intensidad ni la dinámica que se vislumbra para Daesh en
Siria, lo que ha abierto el campo de las conjeturas, que en realidad
esos bombardeos que trataban de impedir el progreso de Daesh en los
campos petrolíferos dominados por los Kurdos y evitar que atacaran su
capital Erbil, donde radica un consulado estadounidense, fueron el
anticipo de esta campaña mayor cuyo objetivo mayor es Siria. Para ello
se cuenta con la excusa perfecta a ojos del mundo: el combate al
terrorismo, que mueve apoyos y recursos. La mesa está servida para
concretar lo que no han podido hacer en cuatro años de agresiones a
Siria, derribar a su gobierno y con ello seguir cercando a Irán y Rusia.
El rompecabezas se está armando.
La hipocresia hecha discurso
La única solución a largo plazo para la guerra civil en Siria es
política, una transición política incluyente que responda a las
legítimas aspiraciones de todos los ciudadanos sirios,
independientemente de su etnia o credo" sostuvo Obama en su discurso
ante la ONU. Efectivamente, los problemas de Siria, que deben ser
resueltos por los sirios, van por el lado político. Pero, resulta
contradictorio que en la búsqueda de esas soluciones se haya conformado
un frente opositor político y militar con suministro de abundante
armamento, financiamiento ilimitado, se haya avalado las acciones
terroristas contra el gobierno de Bashar al Assad e incluso se haya
manejado la posibilidad de intervenir directamente en Siria, frenado en
esos ímpetus por el rechazo ruso y chino pero, que hoy, tras el pretexto
de combatir a Daesh, parece volver a ponerse en escena.
El
discurso de Barack Obama en la ONU el día 24 de septiembre será
recordado como el día que las risas burlonas del 95% de la sala de
delegados a la Asamblea General de la ONU se expresó en toda su
magnitud: la suprema hipocresía frente a los micrófonos del mundo. Las
ideas para el bronce de Obama en la ONU han sido definidas como
“hipócritas, embusteras, un chiste de mal gusto”. Dejo para su lectura,
algunos de estos pensamientos y saque usted, estimado lector, sus
conclusiones.
Primero, Obama el
“Pacifista”. Al iniciar su discurso ante la ONU Obama, Premio Nobel de la Paz declaro que su país tiene una profunda vocación pacifista
“seguiremos
siendo una potencia que promueve la paz y la estabilidad en el mundo…
No nos dejaremos sucumbir por el odio, y vamos a demostrar que el futuro
pertenece a aquellos que construyen, no a los que destruyen" no sin
dejar de advertir que el único lenguaje que entienden los asesinos es
el de la fuerza, tal vez justificando con ello las siete intervenciones
militares, con un millón y medio de muertos hasta ahora en las dos
administraciones que le ha tocado presidir.
Segundo: Obama el
“Abusador”. Afirmó el mandatario estadounidense que
“Rusia tendrá que pagar un precio por su agresión en Ucrania” Obama acusa a Moscú de tener una visión del mundo “
en
el que parece que el que tiene el poder tiene razón, que parece que las
fronteras de un país los puede mover otros. Estados Unidos está a favor
de algo diferente. Creemos que es al revés. Las naciones poderosas no
deben poder intimidar a las naciones pequeñas". Con estas palabras, Obama nos recordaba su ejemplo con Nicaragua, Granada, Panamá, Cuba entre otros.
Tercero: Obama el
“Optimista”. En
momentos en que el mundo se debate en crisis económicas, desastres
medioambientales, discusiones sobre el cambio climático y la necesidad
de revertir nuestra conducta en este marco, además de guerras en gran
parte de los continentes, Obama se levanta frente a los delegados en la
ONU y afirma
“Es el mejor momento de la historia mundial. A menudo
digo a los jóvenes en Estados Unidos que, pese a los titulares, este es
el mejor momento en la historia humana para nacer”. Un hombre pleno de esperanza, que ve el futuro luminoso.
Cuarto, Obama el “
Amnésico”: El primer presidente afroamericano nos recordó con su discurso que
“Irak está a punto de sumergirse de nuevo en el abismo”
pero ¿cómo? ¿No sirvieron de nada ocho años de intervención
norteamericana tras ejecutar a Sadam Hussein? No han servido de nada
miles de asesores políticos y militares, destruir el país y volver a
tratar de reconstruirlo con el impagable servicio de las empresas
estadounidenses? Para Obama el conflicto en Irak y Siria es un campo de
reclutamiento fértil para grupos fundamentalistas. Pero ¿cómo Mr.
President, no sabía usted que apoyar a Daesh al Frente al Nusra, a Al
Qaeda en Irak, al Ejército Libre Sirio y otros movimientos se estaba
avalando el desarrollo del fundamentalismo radical en la zona? John
McCain al reunirse con el califa Ibrahim no le advirtió a su otrora
aliado que ¿hoy eres mi amigo pero mañana serás mi enemigo?
Quinto: Obama el
“Futurólogo”.
El premio Nobel de la Paz señaló en su discurso ante la ONU que para
Siria, el conflicto que vive tras 4 años de agresión con 200 mil
muertos, 600 mil heridos y cinco millones de desplazados
“la única solución a su guerra civil es política”.
Es necesario recordarle al Premio Nobel de la Paz que parte importante
de los 30 mil milicianos de Daesh son mercenarios provenientes de
Europa, Arabia Saudita, Yemen, Chechenia entre otras partes. Una guerra
civil? Si ¡pero cuanto de injerencia se ha hecho presente con el apoyo
de las monarquías del Golfo, Turquía, Arabia Saudita, Jordania y Estados
Unidos a la formación, desarrollo, financiamiento y apoyo militar y
logístico a las acciones de Daesh y otros movimientos en la tarea de
derrocar a Bashar al Assad!
Sexto: Obama el
“Generoso”. El ex Senador por Chicago y actual presidente estadounidense hizo un llamado al gobierno de Irán, para que
“aproveche
la histórica oportunidad de alcanzar un acuerdo sobre su controvertido
programa nuclear con el objetivo de detener la proliferación atómica y
volver al mundo más seguro. Podemos llegar a una solución que responda a
sus necesidades energéticas garantizando al mismo tiempo que ese
programa sea pacífico”. Hermosos deseos, que no permitieron escuchar
en su alocución referencia alguna a las armas nucleares que posee
Israel, bajo el amparo del gobierno norteamericano y que no hacen la
región ni el mundo más seguro. Para Obama sus amigos sí pueden andar por
el mundo sacando chispas de uranio y amenazando a sus vecinos, ocupando
sus tierras, bombardeándolos y seguir con la proliferación de armamento
nuclear pero…que no lo haga otro, pues la paz se ve amenazada.
Irán, uno de los actores regionales de importancia y que con una
ceguera que pasará la cuenta a Occidente, ha sido marginado de la
necesaria solución al extremismo de Daesh, sostuvo, mediante la
intervención del presidente Iraní Hasán Rohaní que
“los errores
estratégicos de Occidente en Oriente Próximo, Asia Central y el Cáucaso
han convertido estas regiones en refugios terroristas. La agresión
militar contra Afganistán e Irak y la incorrecta intervención en el
desarrollo de los acontecimientos en Siria son claros ejemplos de la errónea estrategia
en Oriente Próximo. Estados Unidos, que ha apoyado a grupos extremistas
en Oriente Próximo deberían pedir disculpas públicamente. Ciertos
Estados proporcionaron ayuda a los extremistas, pero ahora "ellos mismos no pueden hacerles frente y es nuestra gente la que está pagando por ello" enfatizó el líder iraní.
Por Siria… pero sin ella
Siria, por su parte, país agredido por Estados Unidos, sus socios
occidentales y árabes, además de los movimientos takfiristas que
combaten su gobierno con el aval de las potencias occidentales sostiene a
través de la palabra de su jefe de Estado. "Siria proseguirá con
firmeza la guerra que está librando desde hace años contra el terrorismo
takfirí", afirmó el presidente sirio a autoridades iraquíes de visita
en Damasco en momentos que Estados Unidos comenzó a realizar ataques
aéreos sobre suelo sirio Siria, ante las primeras acciones de las
fuerzas militares de la administración de Obama, que han significado
bombardear territorio soberano del país levantino – las ciudades de
Aleppo y Raqqa principalmente.
El gobierno sirio a través de
declaraciones de su presidente señala que apoyará cualquier esfuerzo
internacional encaminado a luchar contra el terrorismo pero “El éxito de
estos esfuerzos no depende solamente de la acción militar, sino también
del compromiso de los Estados con la implementación de las resoluciones
internacionales, que llaman a detener todo tipo de apoyo a los grupos
terroristas". Con esas palabras, el presidente sirio da en el clavo
respecto a que una conducta necesaria y fundamental para acabar con
Daesh y sus acciones radica en suspender el suministro de armas,
financiamiento e incluso cesar la compra del petróleo que este
movimiento terrorista vende a los propios aliados de esta coalición.
Siria es el país que necesita apoyo, quien requiere que las Naciones
Unidas reconozcan el valiente papel jugado por su ejército y su
población, en detener el triunfo de Daesh, el Frente al Nusra y otros
movimientos radicales. De otro modo, otro mapa se estaría tejiendo en
Medio Oriente. Siria y su llamado a detener el apoyo a Daesh por parte
de los mismos que la atacan a ella se vio refrendado por la decisión del
Consejo de Seguridad de la ONU de emitir la resolución Nº 2178, que
aprobó por unanimidad este documento que prevé el desarrollo de nuevas
políticas y marcos reguladores en el mundo para luchar contra el
terrorismo, recomendando a los países miembros de
Naciones Unidas
recopilar y analizar los datos sobre los viajes de personas sospechosas
de terrorismo, sin violar el derecho internacional. El texto, de
carácter vinculante fue impulsado, paradojalmente, por Estados Unidos en
una reunión extraordinaria presidida por el presidente Barack Obama.
La resolución busca reforzar la lucha contra los llamados combatientes
extranjeros, en respuesta a los miles de ciudadanos de distintos países
que han viajado a Irak y Siria para unirse a grupos como Daesh y con ese
fin todos los países deben asegurar que sus leyes criminalicen y
castiguen con seriedad a todos sus ciudadanos que "viajen o traten de
viajar a un Estado" con el "objetivo de perpetrar, planear, preparar o
participar en actos terroristas, o para proveer o recibir entrenamiento
terrorista". Según Estados Unidos, más de 15.000 ciudadanos de más de 80
países han viajado en los últimos años a Siria. La Unión Europea,
estados unidos, las Monarquías totalitarias del Golfo Pérsico, los
aliados saudíes, Turcos, jordanos, hasta Israel habla de la necesidad de
apoyar al pueblo sirio.
Lo paradójico y surrealista deriva
del hecho que país patrocinante de esta resolución, Estados unidos, al
mismo tiempo que impulsa estas medidas, aprueba un paquete de nuevos
apoyos militares y financieros a los grupos que combaten al gobierno de
Bashar al Assad, considerado por Washington como “grupos moderado” pero
que han perpetrado, igualmente, graves violaciones a los derechos
humanos de la población siria. Esta irracionalidad entre el discurso y
la acción es lo que hace sospechar, que detrás de los objetivos
estadounidenses de patrocinar estos documentos se encuentra la búsqueda
de caminos legales, que avalen un proceder ulterior, el cual es seguir
imputando a Siria de violar los derechos humanos, acusando a sus
dirigentes de amparar el terrorismo y de esa manera seguir concretando
acciones de subversión y planes de derrocamiento de su gobierno.
Hay que sumar a este panorama la duplicidad de los gobiernos que
conforman esta “Coalición” contra Daesh, que bombardean sitios de
almacenamientos de petróleo, refinerías – pero en territorio sirio –
apelando a detener el suministro y flujo de dinero de la venta ilegal de
ese petróleo. Pero, ese crudo, esas riquezas expoliadas al pueblo sirio
se vende, por parte del Takfirismo, precisamente a países como Turquía,
Jordania e incluso Israel a través de intermediarios kurdo-iraquíes y
toda aquella masa de contrabandistas que lucran con lo ajeno. Daesh no
tiene oleoductos, no tiene refinerías, personal calificado para explotar
el petróleo, por tanto se dedica a llenar camiones cisternas y comenzar
a venderlo al mejor postor, que suele comprar el barril de crudo a un
tercio de su valor.
Las cifras que se manejan sitúan entre
dos a tres millones de dólares diarios que recibe Daesh por el
contrabando de petróleo. Nada nuevo bajo el sol cuando hacemos memoria y
recordamos que la Unión Europea autorizó un año atrás a sus miembros a
beneficiarse de la compra del crudo sirio, explotado por los movimientos
opositores a Bashar al Assad como una forma de quitar financiamiento al
gobierno sirio en su lucha contra el terrorismo. Hoy, eurodiputados del
Parlamento Europeo han solicitado al ente regional que se dicte una
resolución que prohíba comerciar con petróleo de contrabando, esto, tras
la acusación de la diplomática checa, Embajadora de la Unión Europea
(UE) en Irak, Jana Hybaskova. Esta reveló, en una sesión informativa al
Comité de Relaciones Exteriores del Parlamento Europeo, que países de la
Unión Europea se estaban beneficiando del contrabando de petróleo y que
significa proveer de fondos al grupo terrorista Daesh.
Para el ex congresista estadounidense Dennis J. Kucinich, quien también
fue candidato presidencial alternativo a las grandes corrientes
políticas de su país, el motivo principal de los ataques aéreos de
Estados Unidos a las posiciones del grupo terrorista Daesh en Siria es
para hacerse del control de los yacimientos de petróleo en este país.
Apoyado por sus aliados regionales: Arabia Saudita, Catar, Turquía y
Jordania. La creciente actividad de los terroristas de Daesh en Oriente
Medio, para Kucinich “
se debe a medidas semi-Frankenstein de EE.UU.
para armar y entrenar a quienes denomina ‘oposición moderada’ en Siria.
Como igualmente resulta peligroso el envio ayuda militar a la región
autónoma del Kurdistán iraquí, en una medida para que "los kurdos puedan
separarse de Irak”. El político estadounidense afirmó, igualmente,
que el ataque a Siria puede ser calificado de una violación del derecho
internacional que podría conducir a crímenes contra la humanidad y a la
muerte de un número incalculable de civiles inocentes.
En
un trabajo anterior sostuve que a todas las críticas que se pueden hacer
a la política exterior norteamericana, hay que sumar una historia que
vislumbra una conducta contumaz en materia de entender los conflictos y
el patrocinio de ellos. Como es el caso de la política exterior
estadounidense desde George W. Bush a la fecha apoyando a los sunníes en
cualquier parte donde podían enfrentarse a los chitas, decididos a
promover la violencia sectaria mediante un programa encubierto, según
denunció en su oportunidad el periodista Seymour Hersh
“al que nos
hemos unido con los saudíes como parte de otro programa más amplio, que
busca hacer todo lo posible por impedir la expansión del mundo Chií.
Pero, dicho simplemente, todo esto se va a volver en contra nuestra”.
Así de cierto resultaron las palabras de Hersh como también lo relatado
por Haifa Zangana, quien resumía la experiencia iraquí con la
intervención estadounidense
“es necesario determinar la
responsabilidad de la ocupación liderada por Washington en los
acontecimientos catastróficos que hoy vive Irak. Destruir un país en la
mañana y entregar caridad a la población en la noche puede resumir
nuestra experiencia con la política estadounidense”. Misma
experiencia que comienza a vivirse en el norte de Siria, donde, bajo la
excusa de la lucha contra Daesh, los “daños colaterales” con la
población civil siria y las infraestructuras del país levantino se están
viendo claramente afectadas. Hoy es el norte del país levantino, mañana
la excusa será perseguir a Daesh en Damasco, para luego, a contrapelo
de cualquier declaración de Obama se decida mandar tropas para
“pacificar el país y de pasada instalar la bota militar estadounidense
en un país al cual desea bajo su dominio hace muchos años. Hoy, Siria es
una pieza más de un rompecabezas mayor.
La discusión sobre
el futuro de Siria, como en su momento con Irak, Afganistán, Vietnam
–por remontarse algunos años atrás- no puede soslayar la profunda y
desastrosa huella dejada por la intervención anglo-estadounidense, a la
cabeza de un cúmulo de países que suelen pagar parte de la cuenta y
aportar algo de acción que los hace merecedores de la amistad
estadounidense. Esas intervenciones, bajo la mascarada de turno han
dejado huellas horrorosas: En Irak, desde la intervención estadounidense
el año 2003, un millón de muertos, 1 millón y medio de heridos y tres
millones de iraquíes desplazados. Y, en el caso sirio, 200 mil muertos, 5
millones de desplazados y cientos de miles de heridos. Todo ello en
conflictos de improbable término, perdidos en el humo de atentados,
masacres, bombardeos y el humo que de los pozos petroleros, que no dejan
de producir generando un imán para las acciones de grupos radicales.
En todo este panorama, analizar el discurso de Barack Obama ante el
seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas el miércoles 24 de
septiembre resulta un ejercicio político necesario y de indudable valor
ético y mental Sobre todo al afirmar el mandatario estadounidense, que
“Estados Unidos promueve la paz y la estabilidad en el mundo”. Una
afirmación, al menos tragicómica. Y hablo de hilarante porque el
escuchar palabras de corte tan enajenadas hace esbozar una sonrisa por
lo impresentable y desvergonzado pero trágico pues el destino
manifiesto, que tan sagradamente defienden personajes como este Premio
Nobel de la Paz, sólo ha traído muerte y destrucción allá donde ponen
sus manos, sus botas y sus intereses.
Rebelión