El falso mito del votante de Podemos que se pasa a Vox
- La tesis de que la ultraderecha ha penetrado en el caladero de la izquierda no es cierta: sólo el 2% de los votantes de Podemos en 2016 aseguran ahora que piensan apoyar a Vox
- La formación de Abascal se alimenta esencialmente de antiguos votantes del PP y, en menor medida, de Ciudadanos
"Sois unos traidores. Los obreros votan a Vox por algo". Con ese argumento, entre otros, un grupo de jóvenes pertenecientes al pequeño grupo Frente Obrero increparon al candidato de Más Madrid a la presidencia autonómica, Íñigo Errejón, que durante la conversación que mantuvo con este grupo fue acusado de ser uno de los responsables "de que haya partidos fascistas". Pero lo cierto es que los datos estadísticos desmienten su tesis: según diferentes sondeos y encuestas, el voto a Vox se nutre fundamentalmente de exvotantes de PP y Ciudadanos, y la parte que procede de Unidos Podemos es meramente anecdótica.
Desde que la ultraderecha certificó su avance y su entrada a las instituciones en las elecciones autonómicas de Andalucía, celebradas el pasado diciembre, la tesis de que buena parte de sus votantes procedían de feudos tradicionales de la izquierda se ha debatido ampliamente. No solo los jóvenes que increparon este miércoles a Errejón la han difundido: en columnas de opinión e incluso análisis periodísticos se ha tratado esta teoría, que recuerda a lo ocurrido en países como Francia, donde Agrupación Nacional –el antiguo Frente Nacional– sí ha sido capaz de penetrar con fuerza en distritos tradicionalmente obreros. Pero, al menos con los datos demoscópicos en la mano, es imposible dar por válida esta argumentación en el caso español.
El barómetro del CIS hecho público tras las andaluzas hace unos días es muy claro en este sentido. En la encuesta se pregunta a los andaluces por el partido al que votaron en las elecciones generales de junio de 2016 y también por la papeleta que eligieron en las autonómicas del pasado diciembre. Y lo cierto es que, de quienes afirman que optaron por la coalición liderada por Pablo Iglesias en las generales, solo el 1,6% dice haber cambiado radicalmente de opción y haber votado a Vox en Andalucía hace un par de meses.
Una tendencia casi calcada es la que muestra el último barómetro del CIS centrado no en Andalucía, sino en toda España. El sondeo, cuyo trabajo de campo tuvo lugar en enero, refleja que solo el 2% de quienes votaron a Unidos Podemos en 2016 dicen que votarán a Vox en las próximas generales del 28 de abril, lo cual supone que la transferencia a la ultraderecha es de apenas 100.000 votos de los más de cinco millones que eligieron la papeleta de la coalición morada o sus confluencias.
Y, pese a las diferencias que están mostrando en los últimos tiempos a la hora de realizar proyecciones de voto, las casas demoscópicas privadas van en la misma línea que el instituto público en lo relativo a las fugas de Unidos Podemos a Vox, que consideran casi inexistentes. Por ejemplo, la última encuesta realizada por Metroscopia para el grupo Henneo, publicada el pasado 18 de febrero, refleja una transferencia de voto de apenas el 2%, la misma que estima el barómetro del CIS. Sociométrica, la empresa que realiza encuestas para El Español, asegura que la fuga es aún menor, del 1,4% (lo que supone unos 71.225 votos). Y GESOP, en su sondeo para El Periódico, sitúa la cifra en un escaso 1,3%, lo que se traduciría en poco más de 66.000 papeletas.
De hecho, tal y como muestran estas encuestas, los votantes que dicen que abandonarán a Unidos Podemos en las próximas elecciones van fundamentalmente a dos lugares: el PSOE y la abstención. El CIS cifra la fuga hacia los socialistas en un 13,1% (unos 666.000 votos) y hacia la abstención en un 5,7% (otras 290.000 papeletas). Y para las empresas privadas, la sangría es aún mayor: GESOP refleja una pérdida de hasta el 26,2% de los apoyos hacia el PSOE (1,3 millones de votantes), Sociométrica la cifra en un 17,5% (más de 900.000 votos), y para Metroscopia la transferencia de Unidos Podemos a los socialistas será del 19% de sus votantes (en torno a 966.000).
Hasta un cuarto de los votantes del PP se va a Vox
Pero entonces, si los votos de Vox no proceden de Unidos Podemos, ¿de dónde vienen? Pues, fundamentalmente, de PP y Ciudadanos. En el barómetro elaborado por el CIS tras las andaluzas para analizar los resultados de esas autonómicas, un 15% de quienes votaron al PP y un 11,8% de quienes escogieron la papeleta de Ciudadanos en las generales de 2016 aseguran haber votado en diciembre a Vox, que además tiene otro importante caladero en quienes se abstuvieron en 2016: el 13,2% de los andaluces que no fue a votar en las últimas generales sí que escogió la papeleta de la ultraderecha en las autonómicas.
El CIS a nivel nacional refleja la misma tendencia. Aunque Vox solo se haría con el 3% de los votos de aquellos que aseguran que no fueron a votar en 2016 –lo que implica que ganaría unas 367.000 papeletas–, sus principales fuentes son los exvotantes de PP y Ciudadanos, ya que conseguirían convencer al 14,1% y el 10,3% de ellos, respectivamente. La cuantía es importante: el 14,1% de los votantes del PP de 2016 suponen casi 1,12 millones de personas, mientras que el 10,3% de los votantes de Ciudadanos se traduce en otros 323.500 electores.
Las casas demoscópicas privadas son aún más tajantes al atribuir el auge de Vox a su capacidad de robar votos a los otros dos partidos de la derecha. Sociométrica asegura que la fuga del PP a la ultraderecha sería del 22,4% de sus votantes de 2016 (casi 1,8 millones de personas), mientras que el 16,2% de los votantes de Ciudadanos (en torno a medio millón) elegirían ahora a Vox. Las cifras de Metroscopia son similares, ya que su encuesta refleja que el 21% de los votantes del PP y el 13% de los de Ciudadanos votarían ahora a la ultraderecha. Y el sondeo de GESOP es el más esperanzador para Vox: según esa encuesta, el 25,8% (más de dos millones) de los votantes del PP se pasarían a la formación de Santiago Abascal, mientras que otros 500.000 de Ciudadanos seguirían el mismo camino.
Desde que la ultraderecha certificó su avance y su entrada a las instituciones en las elecciones autonómicas de Andalucía, celebradas el pasado diciembre, la tesis de que buena parte de sus votantes procedían de feudos tradicionales de la izquierda se ha debatido ampliamente. No solo los jóvenes que increparon este miércoles a Errejón la han difundido: en columnas de opinión e incluso análisis periodísticos se ha tratado esta teoría, que recuerda a lo ocurrido en países como Francia, donde Agrupación Nacional –el antiguo Frente Nacional– sí ha sido capaz de penetrar con fuerza en distritos tradicionalmente obreros. Pero, al menos con los datos demoscópicos en la mano, es imposible dar por válida esta argumentación en el caso español.
El barómetro del CIS hecho público tras las andaluzas hace unos días es muy claro en este sentido. En la encuesta se pregunta a los andaluces por el partido al que votaron en las elecciones generales de junio de 2016 y también por la papeleta que eligieron en las autonómicas del pasado diciembre. Y lo cierto es que, de quienes afirman que optaron por la coalición liderada por Pablo Iglesias en las generales, solo el 1,6% dice haber cambiado radicalmente de opción y haber votado a Vox en Andalucía hace un par de meses.
Una tendencia casi calcada es la que muestra el último barómetro del CIS centrado no en Andalucía, sino en toda España. El sondeo, cuyo trabajo de campo tuvo lugar en enero, refleja que solo el 2% de quienes votaron a Unidos Podemos en 2016 dicen que votarán a Vox en las próximas generales del 28 de abril, lo cual supone que la transferencia a la ultraderecha es de apenas 100.000 votos de los más de cinco millones que eligieron la papeleta de la coalición morada o sus confluencias.
Y, pese a las diferencias que están mostrando en los últimos tiempos a la hora de realizar proyecciones de voto, las casas demoscópicas privadas van en la misma línea que el instituto público en lo relativo a las fugas de Unidos Podemos a Vox, que consideran casi inexistentes. Por ejemplo, la última encuesta realizada por Metroscopia para el grupo Henneo, publicada el pasado 18 de febrero, refleja una transferencia de voto de apenas el 2%, la misma que estima el barómetro del CIS. Sociométrica, la empresa que realiza encuestas para El Español, asegura que la fuga es aún menor, del 1,4% (lo que supone unos 71.225 votos). Y GESOP, en su sondeo para El Periódico, sitúa la cifra en un escaso 1,3%, lo que se traduciría en poco más de 66.000 papeletas.
De hecho, tal y como muestran estas encuestas, los votantes que dicen que abandonarán a Unidos Podemos en las próximas elecciones van fundamentalmente a dos lugares: el PSOE y la abstención. El CIS cifra la fuga hacia los socialistas en un 13,1% (unos 666.000 votos) y hacia la abstención en un 5,7% (otras 290.000 papeletas). Y para las empresas privadas, la sangría es aún mayor: GESOP refleja una pérdida de hasta el 26,2% de los apoyos hacia el PSOE (1,3 millones de votantes), Sociométrica la cifra en un 17,5% (más de 900.000 votos), y para Metroscopia la transferencia de Unidos Podemos a los socialistas será del 19% de sus votantes (en torno a 966.000).
Hasta un cuarto de los votantes del PP se va a Vox
Pero entonces, si los votos de Vox no proceden de Unidos Podemos, ¿de dónde vienen? Pues, fundamentalmente, de PP y Ciudadanos. En el barómetro elaborado por el CIS tras las andaluzas para analizar los resultados de esas autonómicas, un 15% de quienes votaron al PP y un 11,8% de quienes escogieron la papeleta de Ciudadanos en las generales de 2016 aseguran haber votado en diciembre a Vox, que además tiene otro importante caladero en quienes se abstuvieron en 2016: el 13,2% de los andaluces que no fue a votar en las últimas generales sí que escogió la papeleta de la ultraderecha en las autonómicas.
El CIS a nivel nacional refleja la misma tendencia. Aunque Vox solo se haría con el 3% de los votos de aquellos que aseguran que no fueron a votar en 2016 –lo que implica que ganaría unas 367.000 papeletas–, sus principales fuentes son los exvotantes de PP y Ciudadanos, ya que conseguirían convencer al 14,1% y el 10,3% de ellos, respectivamente. La cuantía es importante: el 14,1% de los votantes del PP de 2016 suponen casi 1,12 millones de personas, mientras que el 10,3% de los votantes de Ciudadanos se traduce en otros 323.500 electores.
Las casas demoscópicas privadas son aún más tajantes al atribuir el auge de Vox a su capacidad de robar votos a los otros dos partidos de la derecha. Sociométrica asegura que la fuga del PP a la ultraderecha sería del 22,4% de sus votantes de 2016 (casi 1,8 millones de personas), mientras que el 16,2% de los votantes de Ciudadanos (en torno a medio millón) elegirían ahora a Vox. Las cifras de Metroscopia son similares, ya que su encuesta refleja que el 21% de los votantes del PP y el 13% de los de Ciudadanos votarían ahora a la ultraderecha. Y el sondeo de GESOP es el más esperanzador para Vox: según esa encuesta, el 25,8% (más de dos millones) de los votantes del PP se pasarían a la formación de Santiago Abascal, mientras que otros 500.000 de Ciudadanos seguirían el mismo camino.
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