domingo, 17 de julio de 2016

Violencia y globalización.

 

'Ensayos sobre las discordias'
Enzensberger, el escritor que predijo un subidón de violencia

La mítica colección Argumentos de Anagrama celebra su número quinientos con una recopilación de textos de una de sus firmas más sólidas. Hablamos de Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, 1929), seguramente el ensayista europeo que mejor combina profundidad política con un estilo accesible para el gran público. En ‘Ensayos sobre las discordias’ aborda asuntos de plena actualidad: las migraciones masivas, el Estado Islámico y la violencia ambiental, desde los estadios de fútbol hasta el creciente número de conflictos armados, pasando por las revueltas de los guetos del primer mundo. El mérito de Enzensberger es que supo ver claras estas tendencias entre 1992 y 2006, años en los que están fechados estos tres ensayos breves.

Nos estamos engañando

Que al cabo de tantos años mis ensayos conserven su actualidad constituye, huelga decirlo, una mala señal
El texto comienza desmintiendo la famosa teoría de Francis Fukuyama sobre “el fin de la historia”. La democracia liberal no solo no ha calmado las tensiones globales, sino que las ha disparado. Enzensberger percibe cómo la violencia crece desde la década de los noventa en adelante. "Que al cabo de tantos años mis ensayos conserven su actualidad constituye, huelga decirlo, una mala señal".
Un texto de 1993, titulado "Perspectivas de una guerra civil", describe con precisión el aumento de los conflictos en cualquier punto del planeta, incluidos los países desarrollados: “La guerra civil ya está presente en las metrópolis. Sus metástasis forman parte de la vida cotidiana de las grandes urbes, pero no solo en Lima o Johannesburgo, en Bombay o Rio, sino también en París y Berlín, en Detroit y Birmingham, en Milán y Hamburgo. Y sus dirigentes no son únicamente terroristas y servicios secretos, mafiosos y skinheads, traficantes de drogas y escuadrones de la muerte, sino también ciudadanos normales que de la noche a la mañana se convierten en hooligans, incendiarios, locos homicidas y asesinos en serie”. ¿Conclusión desarmante? “Nos estamos engañando a nosotros mismos al creer que impera la paz solo porque todavía podemos salir a comprar el pan sin que nos acribille un tirador emboscado”.

El racismo de los ricos


 
Enzensberger escribe esto al calor de la guerra de los Balcanes y las revueltas en Los Ángeles por la absolución de los policías que dieron una paliza a Rodney King. Sus texto anticipa el actual ascenso de partidos como el UKIP, el Frente Nacional o Amanecer Dorado, el desplome general de las condiciones de vida y las batallas campales de la Eurocopa.
"Cualquier vagón de metro puede convertirse en una Bosnia en miniatura. Ya no hacen falta judíos para llevar a cabo el progomo, ni contrarrevolucionarios para efectuar la limpieza étnica. Basta con que alguien prefiera otro club de fútbol, que su tienda de comestibles funcione mejor que la de enfrente, que vista de otro modo, que hable otra lengua, que precise de una silla de ruedas o lleve su cabeza tocada con un pañuelo. Cualquier diferencia se convierte así en un riesgo mortal. Ahora bien, la violencia no solo se dirige contra los otros, sino contra la odiada vida de uno mismo”. La precarización, la desigualdad y el fin de la clase media han sido el combustible para el aumento de la hostilidad en los países occidentales. "En lo que respecta a xenofobia y racismo, nadie supera a las sociedades ricas, desde Japón hasta California", lamenta.

Sangre y mierda

Se trata de síntomas palpables, incluso en la cultura popular: "La masacre se ha convertido en entretenimiento de masas. El cine y el vídeo compiten por convertir al sicario, al secuestrador, al asesino en serie en héroe público. Y con sus puesta en escena de sangre y mierda, el teatro estatal subvencionado renquea desvalido tras las huellas del cine de terror". Todo esto veinte años antes de la fiebre de  ‘Los Soprano’, ‘Breaking Bad’ o ‘Juego de Tronos’.
Incluso en sociedades ricas cualquiera puede ser considerado superfluo mañana mismo
Pero no nos confundamos: a diferencia de otros intelectuales, Enzensberger no opina que cualquier tiempo pasado fue mejor, ni culpa de violencia a la televisión y los videojuegos. "Sería ingenuo sospechar que hay algún nexo entre causa y efecto donde solo se trata de un simple deseo de congraciarse con el público". La cultura pop no es culpable de nada, sino un síntoma de la creciente tensión de nuestro entorno. "La vieja música rock prolonga su eterna juventud con artistas que llevan nombres como Public Enemy, Slayer o Brutal. Un grupo que se llama Guns N’ Roses ha vendido quince millones de copias con su primer álbum, cuyo título es traducible como 'Apetito por la destrucción'”. Nos atraen las fantasías de omnipotencia porque cualquier día podemos convertirnos prescindibles, desde el africano obligado a subir a una patera, hasta el joven parado de una 'banlieue' o el yupi europeo que sufre en ERE y termina en la cola del paro. "Incluso en sociedades ricas cualquiera puede ser considerado superfluo mañana mismo", apunta.

Estado Islámico, la precuela

El libro se cierra con una coda inédita, 'La teocracia olvidada', que es un bofetón a la islamofobia dominante. ¿Qué pensarían si alguien les dijese que el Estado Islámico ya ha tenido lugar y que fue cien por cien cristiano? Pues bien, ocurrió en China, en el siglo XIX, bajo el nombre de guerra Taiping. "Las terribles noticias sobre su dominación llegaban al mundo exterior. Hong Xiuquan, su líder, estampó el símbolo de la espada en el estandarte de su ejército. Obligaron a los habitantes de las poblaciones sometidas a una sencilla decisión: bautismo o muerte. A los infieles que no quisieron abrazar la nueva fe, Hong los amenazaba con decapitarles en público".
No es una anécdota cogida por los pelos. "Los historiadores serios consideran el conflicto de los Taiping como la mayor guerra civil de la historia mundial. Supero en crudeza y devastación incluso a la Guerra de Secesión estadounidense, que mantuvo en vilo al mundo por esa misma época. Provocó entre veinte y treinta millones de muertos". No tenemos cifras exactas, pero detuvo durante décadas el desarrollo del país. "Los paralelismos con la yihad del Estado Islámico, que pretende erigir un imperio de violencia entre el Mediterráneo y Pakistán, son evidentes". La guerrilla Taiping, de 40.000 hombres, no solo estaba formada por "campesinos y desertores", sino también por "hijos cultos e ilustrados de familias acomodadas, patriotas decepcionados que estaban dispuestos a arriesgar su vida y enrrolarse en la Guerra Santa". Quien piense que el Estado Islámico es culpa del Corán, necesita una dosis de Historia. 

No hay comentarios: